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LIBRO

LAS HUELLAS DEL AFECTO. La regulación afectiva en el desarrollo de


la personalidad.
Autora: Delfina Miller.1
2013
230 páginas
Grupo Magro Editores – Universidad Católica del Uruguay.
Montevideo, Uruguay

Comenta: Rosario Oyenard

Resumen
La autora reúne la investigación empírica sistemática con el análisis conceptual
pasando por una revisión bibliográfica exhaustiva y el análisis de situaciones
individuales a punto de partida de la clínica. Esta metodología rigurosa permite una
comprensión de problemáticas actuales como la integración social y las conductas
violentas o disfuncionales que preocupan al colectivo social. Para ello utiliza diferentes
instrumentos en la evaluación del niño y crea uno en particular, FIRE, evaluación del
juego naturalístico.
A partir del concepto regulación afectiva muestra la forma en que el niño en
relación con su entorno va construyendo su subjetividad.
Estudia en particular la relación entre disregulación afectiva y depresión en la
infancia.
La autora es Doctora en Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y
se origina en la tesis de doctorado. La investigación que incluye fue premiada por la
Asociación Psicoanalítica Internacional (Congreso de Praga, 2013)
El libro se divide en introducción, cinco capítulos y respectivos subcapítulos y
conclusiones. Anexo Protocolo FIRE

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Dra. Delfina Miller, Doctora en Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), docente de la
Universidad Católica del Uruguay: Profesora Titular de alta dedicación en la Licenciatura de Psicología,
en el Posgrado de Especialización y en la Maestría en Psicología Clínica del Niños y del Adolescente.
Miembro fundador y Socia Habilitante de AUDEPP. Email: delfinamiller@gmail.com

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El prólogo ha sido realizado por el Prof. Em Dr Ricardo Bernardi, ex
Vicepresidente de IPA (International Psychoanalitic Association), quien sostiene que la
Dra. D. Miller ha logrado combinar en el libro dos cualidades que son muy difíciles de
reunir: la investigación y la comprensión de problemas sociales y conductuales que
preocupan colectivamente.
El plan del libro es el siguiente:
Introducción
Capítulo 1 – La regulación del afecto en el desarrollo infantil
Capítulo 2 – Marco Teórico: el estado de la cuestión
1. Afecto, Emoción y Sentimiento
2. Regulación y Significación de los afectos
3. La agresividad y su regulación
Capítulo 3 – Desde la clínica a la investigación de la regulación afectiva
Capítulo 4 – Resultados de la investigación
Capítulo 5 – Discusión de los resultados
Conclusiones
Referencias bibliográficas
Anexo Protocolo FIRE
En la Introducción la autora indica que el interés por el tema se basa por un lado
en los afectos y la incidencia de la disregulación 2 en la conformación de la personalidad
tanto normal como patológica y por otro, en la clínica, dado el incremento de consultas,
sobre todo en la clínica infantil, de lo que llama “afectividad disregulada”.
Es a partir de ello que se pregunta: “¿Cuándo un trastorno de la regulación
afectiva condiciona la organización de la personalidad? ¿Es posible diferenciar un
trastorno de la regulación de un trastorno de la personalidad en la infancia? ¿Cómo
valorar el compromiso afectivo, cognitivo y relacional en el desarrollo?” (p 18)
Entre 2003-2008 realiza un estudio preliminar relevando los casos atendidos en
ese período en una policlínica de atención psicológica de la Facultad de Psicología de la
Universidad Católica del Uruguay.

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Aclara que utilizará el término “disregulación”, señalando que es un anglicismo, puesto que no existe en
español un término equiparable al inglés dysregulation.

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A partir de los hallazgos de entonces se plantea si esta agresividad que se
presentaba de forma manifiesta, era una expresión simple o si esta expresión
enmascaraba diferentes funcionamientos psíquicos.
Se propone como objetivo de trabajo aunar la investigación conceptual y
empírica con la exploración clínica buscando identificar condiciones que orienten a
consideraciones teóricas y lleven a diagnósticos más precisos así como métodos
terapéuticos más eficaces.
De la revisión bibliográfica sobre regulación afectiva refiere que la mayor parte
de las investigaciones encontradas se centran en los primeros años de vida y no en la
edad escolar, población blanco de la investigación en curso. En esa franja etaria los
trabajos se centran más en las habilidades y estrategias de aprendizaje que en la
afectividad y su regulación, particularmente desde la perspectiva psicoanalítica junto
con la investigación empírica.
La autora considera de importancia la integración de evaluaciones que den
cuenta del comportamiento manifiesto del niño y a la vez consideren la dinámica
psíquica interna de base inconsciente en la evaluación de la regulación de los afectos en
niños escolares.
En el capítulo I, La regulación afectiva en el desarrollo infantil, la autora
profundiza en aquellos aspectos que inciden en la aparición de la disregulación afectiva
en la infancia: el entorno, los vínculos primarios, las condiciones de internalización.
Focaliza luego la exposición en el desarrollo de la franja etaria objeto de investigación,
entre los cinco y los ocho años, puesto que es la etapa donde se consolidan las
condiciones para la adquisición de la regulación afectiva.
En el capítulo II, Marco teórico: el estado de la cuestión, define lo que se
entiende por afecto, regulación afectiva y agresividad. Realiza una revisión de
diferentes autores, particularmente psicoanalistas (Freud, Klein, Bion, Bowlby,
Winnicott, Green, Meltzer, Marty, Emde, Fonagy, Sroufe, Kerber, Spezzano, Bernardi
entre otros). En los primeros trabajos psicoanalíticos de Freud el concepto de afecto y
sus destinos son fundamentales. Freud plantea que el alivio del síntoma surgirá cuando
el recuerdo se ligue al afecto correspondiente. Las ideas de Freud toman dos tendencias:
los afectos como energía en busca de descarga y los afectos señales. El psicoanálisis
contemporáneo también sigue esas tendencias. Para algunos autores, por ejemplo
Green, la primera sería la auténticamente psicoanalítica. Se inclinan por la segunda la

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psicología de las relaciones objetales, la psicología del self y los teóricos del apego y la
regulación afectiva.
La autora se pregunta ¿qué incidencia y qué características se le atribuye a lo
inconsciente y a los procesos cognitivos en relación a la afectividad? ¿Cuánto incide el
afecto en la cognición y cuánto ésta en el afecto? Autores como Sroufe (2000) señalan
que ambos procesos son inseparables puesto que “la cognición está al servicio del afecto
y ésta inspira la cognición”. Siguiendo a Tomkins (1995) señala que el afecto tiene el
carácter de una fuerza que sólo estaba reservada para las pulsiones. Para Kernberg
(1994) el afecto sería la expresión cualitativa de la cantidad de energía pulsional y sus
variaciones. Ya Freud en 1915 define al afecto como la traducción subjetiva de la
energía pulsional.
Señala la autora que “las funciones más importantes del afecto serían comunicar
estados internos, estimular la competencia exploratoria en el medio y alentar respuestas
adecuadas a situaciones de emergencia” (pág 54)
En el capítulo III, Desde la cínica a la investigación de la regulación afectiva,
en este capítulo la autora fundamenta el diseño y la metodología utilizada para realizar
la investigación, cuyo propósito central fue examinar aspectos relacionados al afecto y a
la regulación afectiva en niños, tomando como aspectos centrales su interacción con el
entorno, las características de su desarrollo y de su funcionamiento mental. Se plantea
estudiar la evaluación que padres y maestros ofrecen de un niño, relacionando con su
historia de desarrollo y con sus producciones ante la propuesta de juego o de dilemas a
resolver. Considera que se podría inferir el grado y características de su regulación
afectiva, particularmente la agresividad, y la interrelación entre las manifestaciones
afectivas y otros aspectos del desarrollo o de la personalidad.
Se utilizó una metodología combinada para el diseño: operacionalización de
constructos (investigación cuantitativa) y la experiencia subjetiva de la propia
afectividad e incluyendo la incidencia del investigador (investigación cualitativa)
En cuanto la metodología se trata de una investigación teórico – clínica aplicada,
transversal, observacional con un diseño cuanti – cualitivo.
La muestra fue conformada del tipo muestreo aleatorio estratificado. Buscó que
pudieran estar representados en la muestra diferentes niveles socio-económico -
culturales a fin de poder evaluar las condiciones de disregulación no solamente en
función de dicha variable. Se seleccionaron escuelas pertenecientes a diferentes estratos
sociales.

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Se utilizaron diferentes instrumentos de evaluación: Escala de evaluación de
problemas emocionales y conductuales en el niño (Child Behavior Check List CBCL,
Achenbach, 1991); FIRE, Miller, 2009; Batería Macarthur de dilemas (Macarthur Story
Stem Battery MSSB, Emde, Wolf & Oppenheim, 2003; Evaluación de los maestros
(Teacher’s Report Form, TRF, Achenbach, 1991), Prueba de conductancia térmica;
Historia del desarrollo protocolizada.
En el capítulo IV, Resultados de la Investigación, en este capítulo se presentan y
relacionan profundamente los resultados obtenidos de la evaluación cuantitativa y
cualitativa de los instrumentos utilizados (anteriormente detallados)
En el capítulo V, Discusión de los resultados, sintetiza respecto a los resultados
cuantitativos que en la muestra estudiada hay una alta proporción de niños disregulados,
mayormente varones, que correlaciona con el nivel socio económico, con familias
monoparentales con alto índice de antecedentes psiquiátricos que se asocia a
importantes alteraciones en el desarrollo (sueño, aprendizaje, afectividad) que finalizan
demostrando cómo la disregulación genera dificultades en todas las áreas. Desde el
punto de vista clínico se destaca la agresividad, el síndrome depresivo – ansioso y los
problemas atencionales (indicadores de disregulación). Los padres y los maestros
evalúan de manera similar aún cuando los padres hacen prevalecer los sindromes
internalizantes y los maestros los externalizantes. Para ambos grupos de adultos la
agresividad es una dificultad mayor.
Los niños que presentan disregulación afectiva muestran escasos afectos
positivos, no muestran ni miedo ni tristeza, ni en sus juegos ni en sus reacciones
psicofisiológicas. En las últimas se observa correlación entre conductas delincuenciales
y problemas de pensamiento.
De la evaluación cualitativa se destaca que la afectividad en estos niños no actúa
como señal, por el contrario invade y por no ser suficientemente significada se rigidiza:
siempre los mismos afectos y negativos. El pensamiento se empobrece, no hay interés.
Correlacionando con las conductas de los disregulados: impulsivos, agresivos,
distráctiles, desgano, desvalorización. A sí mismo la vivencia subjetiva de estos niños
muestra cuanto más disregulación menos representación, menos ligazón, más pobreza
interior. No toman en cuenta lo que pasa dentro de ellos ni las consecuencias de sus
conductas lo cual lleva a un aumento de la conflictividad. La repetición de estas
reacciones hace que las mismas se consoliden pasando de ser una forma de enfrentar un

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conflicto a ser una característica estructural, lo cual genera un funcionamiento mental
carenciado.
En el capítulo VI, Conclusiones, la autora considera las preguntas disparadoras
de la investigación, referidas a la oportunidad de identificar la disregulación en la
infancia, su prevalencia, distribución y caracterización, así como influye en el desarrollo
del niño. Los hallazgos encontrados a partir de la apreciación de padres y maestros y de
la vivencia subjetiva del propio niño. También incluye las correlaciones con síntomas,
sindromes, evidencias neurofisiológicas y con diferentes aspectos de la historia del
desarrollo pero sobre todo se focaliza en la vivencia subjetiva de los niños disregulados,
dando importante consideración al mundo interno que subyace y condiciona el
comportamiento lo cual permitirá un diagnóstico más preciso y una intervención
acertada.
La muestra quedó conformada por 82 escolares de tres medios socioeconómicos
diferentes, con una edad media de 6,2 años. Prevalecen los varones en un 64%. En el
total de la muestra se constató 27% de niños con problemas emocionales y conductuales
en un nivel clínico y 9% en zona de riesgo. Estos porcentajes son similares al estudio
epidemiológico realizado en Uruguay en 2008 por la Clínica de Psiquiatría Pediátrica de
la Universidad de la República (UDELAR) por Viola L, Garrido G & Varela A.
En cuanto a los problemas emocionales o conductuales, se trata de: agresividad,
síndrome depresivo ansioso y problemas atencionales.
Padres y maestros coincidieron en su evaluación.
La autora analizó el perfil de los niños denominados “internalizantes”
(organizaciones de personalidad depresiva, ansiosa, dependiente, evitativa, esquizoide)
y “externalizantes” (organizaciones oposicionistas, antisociales, narcisistas, paranoides).
Constató que en ambos síndromes la conducta agresiva es la que tiene mayor incidencia.
Sostiene que el denominador común para ambos síndromes es la disregulación de los
afectos que desorganiza al niño generando graves consecuencias que tienden a
establecerse y expandirse, pudiendo provocar una inestabilidad característica de los
trastornos límites de personalidad. La autora siguiendo a Althoff (2010) toma como
indicadores de la disregulación a la presencia en la clínica de agresividad, ansiedad –
depresión y problemas atencionales.
En la muestra se evidencia una alta prevalencia (18,9%) de niños con
disregulación, predominando los varones (64%) provenientes de medios
socioeconómicos más carenciados (75%). En el medio socioeconómico más carenciado

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destaca la alta presencia de hogares monoparentales (44%) y de antecedentes
psiquiátricos (33%)
Respecto a las consecuencias de la disregulación en la historia del desarrollo los
resultados muestran que estos niños no duermen bien, les cuesta adquirir hábitos,
cuidarse, establecen vínculos más problemáticos con sus familiares directos, tienen más
problemas de aprendizaje. Las consecuencias de la disregulación son vastas y graves.
Otro aspecto de interés en la investigación es el mundo interno de los niños
disregulados investigado a través de técnicas proyectivas. La autora utilizó dos técnicas
de juego que le posibilitaron a la vez evaluar la afectividad y las herramientas
cognitivas, así como su interrelación. El FIRE, técnica creada por la Dra Miller, es una
propuesta de juego libre. El MSSB supone un juego estructurado en base a una consigna
que incluye un dilema específico, disparador para la respuesta del niño. Ambas
herramientas consideran la narrativa que acompaña el juego. De la aplicación de estas
técnicas surge que el juego de los niños disregulados es más pobre, simple, con escasa
creatividad, con dominio de la agresividad que no parece lograr freno por valores ni
empatía, con mecanismos defensivos primarios. El mundo interno se presenta
convulsionado con representaciones de sí empobrecidas y contradictorias,
representaciones objetales predominantemente persecutorias y conflictivas referidas a la
autovaloración. Los patrones conflictivos se centran en el eje sumisión control y en el
valor del self versus el valor del objeto, mostrando modos pasivos de elaboración.
A nivel del diagnóstico utilizando los sistemas diagnósticos actuales la autora
llega a inferir que estos niños presentan una perturbación moderada en el nivel de
funcionamiento de la personalidad, según el DSM V, versión 2011. De acuerdo al
Psychodynamic Diagnostic Manual, PDM 2006, presentan restricciones y alteraciones
mayores en el funcionamiento mental y un nivel de integración de moderado a bajo en
lo que respecta a estructura de acuerdo al OPD, Operationalized Psychodynamic
Diagnosis, 2008.
Un punto interesante a señalar es que se hicieron pruebas psicofisiológicas en las
que se pudo comprobar que en los sujetos de la muestra con alta agresividad se presenta
hiperresponsividad del sistema nervioso autónomo ante ciertos estímulos de carácter
emocional. La autora propone entonces la hipótesis que en estos chicos se da un
funcionamiento anómalo de las estructuras que valoran emocionalmente al estímulo, en
particular la amígdala y la corteza prefrontal.

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Plantea como conclusión que el entorno es un aspecto determinante a la hora de
lograr la adquisición de mecanismos de regulación resultando tanto la familia como los
vínculos primarios, en particular, condicionantes del desarrollo y marco para la
conformación de un mundo interno.
La autora finaliza las conclusiones planteándose nuevas preguntas sobre la
disregulación afectiva. “¿Es un simple comportamiento destructivo cuyo fin es la
descarga? ¿Estará este niño con sus actuaciones buscando dar un sentido a estas
carencias? ¿Será esa la forma de expresar su dolor y su tristeza? ¿Estará buscando en la
agresividad una identidad que le fortalezca? ¿Podremos considerar su sintomatología
como un llamador en busca de ayuda?”
En la discusión del marco teórico concluye la Dra Miller que el afecto y su
regulación están enraizados en la biología, que el entorno, familia, cuidadores, lo
intersubjetivo, tiene un rol princeps, el establecimiento de vínculos afectivos sólidos
resultarán estructurantes. Esta matriz afectiva es estructurante para la organización de la
personalidad. Además, postula que en los estados afectivos y las reacciones, las cadenas
asociativas compondrían un sistema de motivaciones básico, íntimamente ligado al
mundo interno y con él a las representaciones de sí y de objeto que lo constituyen.
Concluye entonces “que los afectos por un lado actúan como reguladores en la
medida en que orientan al sujeto con respecto a las estrategias de comportamiento, por
otro lado se pueden ver los efectos devastadores que puede tener una disregulación de la
afectividad” (pág. 185)
Subraya la autora, “una y otra vez volvemos a la premisa psicoanalítica básica
acerca de la incidencia en la infancia, de los vínculos primarios, de las fuerzas
constitucionales, del entorno, de la vida que nos toca vivir.” (pág. 194)
Finalmente, se pregunta “¿Qué podemos, como psicólogos, hacer? teniendo en
cuenta que uno de los objetivos del trabajo es contribuir al campo del conocimiento en
lo que respecta al desarrollo afectivo infantil. Lo que surge de este estudio es que resulta
fundamental realizar una labor preventiva y diagnóstico precoz, que incluya padres e
hijos, enfocados a la familia y al establecimiento de los primeros vínculos con la
aspiración de generar un apego seguro.
Concluye que en el trabajo psicoterapéutico se descubre el inconsciente de los
“procesos afectivos más cercanos al ello de la teoría estructural que aún no están
organizados en un mundo de fantasía, lo que se traduce a través de una acción no
mentalizada” (pág 202)

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Se hace necesario entonces buscar mecanismos de intervención que pasen por
identificaciones, basadas en la acción, específicamente en la interacción significada.

Comentarios
La interesante propuesta del libro es que reúne investigación y clínica
ahondando en las raíces de la regulación afectiva en la franja etaria donde se reciben la
mayor parte de las consultas infantiles. Además, en esta etapa es posible realizar
intervenciones que produzcan un cambio tanto en el mundo interno y en la experiencia
subjetiva como en el entorno a través del encuentro.
Por otra parte la autora incluye la herramienta FIRE y sus protocolos, lo cual
facilita su aplicación y evaluación. Se trata de una evaluación del juego naturalístico
protocolizada que facilita la aplicación en diferentes investigaciones y en la clínica.
El interés que presenta este libro, además de lo arriba señalado, es que con
profundidad muestra la relación que existe entre la disregulación afectiva, la
agresividad, la depresión, la ansiedad, problemas de aprendizaje y atencionales y sus
correlatos a nivel de la organización de la personalidad.
Por otra parte, la investigación sistemática realizada muestra como se puede
hacer investigación en psicoanálisis operacionalizando conceptos y articulando
investigación, clínica y teoría.

Dra. Rosario Oyenard, AUDEPP

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