ESTRÉS

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Estrés.

Definición.

Estrés se usa para describir experiencias que son desafiantes emocional y

fisiológicamente. Actualmente su uso se ha difundido como uno de los problemas de

este siglo. Comúnmente se escucha hablar a las personas del estrés que sufren en su

trabajo, en la familia, en los estudios, etc. Por esta problemática existen miles de

productos que se anuncian como remedios para el estrés. (McEwen, 2007)

El término estrés crea confusión ya que se maneja indistintamente como referencia a

la respuesta del individuo como a la situación o estímulo que genera esa respuesta.

Adoptando terminología de la física describió el síndrome de estrés para definir la

respuesta de un individuo cuando se tenían que enfrentarse a situaciones

amenazantes o desafiantes. Selye afirma que la principal causa de la confusión

proviene de las traducciones del inglés. Este problema surgió porque en inglés se

diferencia la palabra stress, que se refiere a la fuerza física que se aplica sobre una

estructura, y la palabra “strain”, que hace referencia a la respuesta de la estructura

sobre la que es aplicada la fuerza. Después el autor admitió que el término adecuado

que debería haber adoptado en principio era el de “strain”, aunque su trabajo ya se

había difundido hasta tal punto y el término estaba ya tan extendido que era imposible

una rectificación. (Labrador & Crespo, 2003)

En la vida cotidiana existen situaciones que estresan, siendo los jóvenes reducidos a

grandes magnitudes que por lo general ocasionan resistencias física o psicoanalíticas

afectando sus adaptaciones a los medios con efectos en los estados de salud en

general. Es importante considerar el entorno de la persona como una amenaza

desbordante y puede poner en riesgo el bienestar.

Tipos de estrés
El tipo de estrés pende de cómo se reciben y se interpretan los sucesos. Una misma

situación puede significar un mal estrés para una persona y un buen estrés para otra;

o sea, lo que importa no es lo que sucede, sino la forma como se percibe. Es así como

se describe al estrés y el distrés, lo cual significaría estrés positivo y estrés negativo y

dentro del distrés podemos encontrar al estrés agudo, el agudo episódico y el crónico:

Estrés agudo, surge de una circunstancia traumática que lo produce. Este tipo

de estrés puede provocar ansiedad en un individuo. (Calzada Reyes, Oliveros

Delgado, & Acosta Imas, 2012)

Estrés episódico, son aquellas personas que sufren estrés agudo con

frecuencia. Personas con demasiado trabajo, compromisos. Los problemas surgen

una y otra vez, sus vidas son desordenadas y caóticas. Los síntomas de este tipo de

estrés son dolores de cabeza persistentes producidos por tensión muscular, migrañas,

hipertensión, dolor en el pecho y enfermedad cardiaca. (Beltrán , Mares, Ramírez, &

Rojas, 2016)

Estrés crónico, consiste en una reacción disfuncional, desagradable e intensa

que comienza poco después de un acontecimiento traumático o abrumador que se

prolonga durante menos de un mes. Si persisten mas de un mes, se diagnostica un

trastorno de estrés postraumático. (Barnhill, 2018)

Prevención del estrés

Uno de los principales requisitos es que la persona se fortalezca física y

psicológicamente, de esta forma pueda hacer frente y resistir las inevitables

circunstancias de la vida. Es importante también que aprenda a disminuir el nivel de

estrés de las situaciones personales, de modo que no superen las propias

resistencias. Otro factor relevante para lograr el éxito ante al estrés es la actitud o la

forma en que la persona asuma y analice las situaciones que enfrenta. El ejercicio y el

reposo son causales en la mayoría de las personas que sufren de estrés; no practican
ejercicio físico ni son capaces de lograr un descanso adecuado, lo cual genera un

círculo vicioso de difícil salida. Iniciar a practicar ejercicio es la forma más sencilla y

eficaz de salir de ese círculo y, además, el reposo necesario para recuperar la energía

se facilita cuando se realiza ejercicio de manera regular. (Neidhardt, Weinstein, &

Conry, 1989)

El ejercicio físico ofrece una serie de beneficios opuestos a la acción del estrés, entre

ellos: aumenta la eficacia del corazón; mejora la circulación sanguínea; reduce el nivel

de colesterol; favorece la producción de endorfinas, que son responsables del estado

de bienestar general; relaja los músculos; ayuda a mantener la flexibilidad de las

articulaciones; quema el exceso de energía permitiendo mantener el peso ideal;

favorece la oxigenación de las células y ayuda a controlar la hipertensión; asimismo,

facilita el descanso, favorece la eliminación de toxinas, aumenta la capacidad y

agilidad mental, mejora el estado de ánimo y favorece el buen humor y la autoestima.

Sobre el descanso, este debe ser cotidiano, semanal y anual. Además, debe ser de

calidad, de modo que permita recuperarse del desgaste tanto físico como psíquico que

conlleva la realización de las actividades. Los buenos hábitos relacionados con la

alimentación son importantes siempre, pero sobre todo cuando hay estrés, esto por

cuanto si la persona está sufriendo de este tiende a comer en exceso, a no comer lo

necesario o hacerlo deprisa y en cualquier momento. Además, cuando el organismo se

encuentra estresado, emplea una mayor cantidad de energía y de manera rápida, lo

cual añade una carga al sistema cardiovascular. (Melgosa, 1995)

Otra alternativa es la planificación personal también ayuda a prevenir el estrés.

Primero, identificar los objetivos personales clasificando lo importante, mediante el

establecimiento de una escala de prioridades. Y segundo, organizar el tiempo

disponible de la mejor manera elaborando un cronograma que le permita cumplir sus

actividades sin presión.

Impulsividad
El concepto de impulsividad varía cuenta con diversos términos y definiciones. Celma

hace referencia que impulsividad es el pobre autocontrol de la conducta caracterizado

por la toma inmediata de decisiones sin tener en cuenta las consecuencias. Por otro

lado, como constructo de un acto impulsivo, se lo puede definir como aquella

respuesta inmediata no planificada frente a un estímulo externo o interno que no se

adapta a las exigencias del contexto en el que se encuentra la persona por lo cual no

tiene eficacia en la adaptación. Tomando en cuenta el fenómeno obsesivo –

compulsivo, nace el constructo de impulsividad compulsiva, la cual se refiere a la

imposibilidad de resistirse a actuar cuando aparece algún estímulo externo o interno

frente a la conciencia; en caso de que exista una resistencia al actuar. (Celma, 2015)

Barratt expone que la impulsividad asume cuatro elementos: biológico, cognitivo,

ambiental y comportamental. Considera la impulsividad como una dimensión de primer

orden que pertenece a la personalidad y se encuentra relacionada con el control de

impulsos. La define como la predisposición para reaccionar de manera rápida y no

planificada frente a estímulos externos o internos sin tener en cuenta que las

consecuencias a futuro pueden ser negativas y podría afectar tanto al propio sujeto

como a terceras personas. (Barratt, 1993)

Tipología de la impulsividad

Según Dickman clasifica la impulsividad en dos tipos: (Dickman, 1990)

Impulsividad Funcional

Es conocida a la tendencia de responder y reaccionar de forma rápida, que en

ocasiones resulta beneficiosa y lleva a consecuencias positivas. Se refiere a un estado

más estable del funcionamiento frontal ya que se relaciona de manera consciente, con

más precisión y mejor procesamiento de instrucciones, pero sobre todo mayor

capacidad para mantener la atención. Las personas con una impulsividad funcional,

son muy enérgicas y están dispuestas a correr riesgos, recogen un estilo rápido de
respuesta propenso a los errores en el procesamiento de la información. Éstos utilizan

el nivel de activación cerebral para producir oscilaciones en la atención más rápida, y

es por esto que está relacionado con la creatividad.

Impulsividad Disfuncional

Está caracterizada por ser una conducta desinhibida, inespecífica y a menudo

destructora. Se obtiene consecuencias negativas, siendo estas acciones rápidas y, por

lo regular, perjudiciales para la persona. Se podría decir que, se aleja de la búsqueda

propositiva o planeada de consecuencias y en su lugar se antepone la respuesta fácil,

rápida e inmediata; por ello se considera que el proceso reflexivo en esta condición se

aleja. Se relaciona también con ciertos rasgos de personalidad tales como: ausencia

de Premeditación, baja Deliberación, falta de Reflexión.

Agresividad

Definición

Su definición varía según la perspectiva de cada autor ha mostrado polaridad en sus

conceptualizaciones. El término hace referencia a “un tipo de conducta funcional que

suele estar al servicio de los objetivos que persigue el individuo. En muchos casos

está dirigida a la solución de un problema interpersonal que puede ser debido a un

conflicto de intereses” (Trianes, 2000, p. 18). Por otro lado, otros autores hacen

referencia a la causalidad múltiple porque esta conducta se ve afectada por diferentes

factores: sociedad, cultura, genética y biología, tanto a nivel familiar como individual, la

racionalidad de este método ha sido probada a partir de varios métodos teóricos

(Castrillón et al, 2004 citado en Castillo, 2006). En relación a lo citado, acreditan a este

comportamiento a diversas causas sin perder de vista el espacio donde se encuentre

el sujeto.
Bibliografía
Barnhill, J. W. (2018). Trastorno de ansiedad generalizada. Obtenido de
https://www.msdmanuals.com/es/hogar/trastornos-de-la-salud-mental/ansiedad-y-
trastornos-relacionados-con-el-estr%C3%A9s/trastorno-de-ansiedad-generalizada

Barratt, E. S. (1993). Impulsivity: Integrating cognitive, behavioral, biological and


environmental data. American Psychological Association.

Beltrán , C., Mares, F., Ramírez, B., & Rojas, N. (2016). Factores psicosociales y síntomas de
estrés laboral en trabajdores del área de producción de una empresa metal-mecánica
de El Salto, Jalisco. Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología, 15-22.

Calzada Reyes, A., Oliveros Delgado, Y. C., & Acosta Imas, Y. (2012). Trastorno por estrés
agudo: Presentaciónde un caso. Cuadernos de Medicina Forense, 27-31.

Celma, M. J. (2015). Bases teóricas y clínicas del comportamiento impulsivo. San Juan de Dios
Campus Docent.

Dickman, S. (1990). Funtional and dysfunctional impulsivity: personality and cognitive


correlates. NCBI.

Labrador, F. J., & Crespo, M. (2003). Estrés. Madrid, España.

McEwen, B. S. (2007). Physiology and neurobiology of stress and adaptation: Central role of
the brain. Physiological Reviews,, 873-904.
doi:https://doi.org/10.1152/physrev.00041.2006

Melgosa, J. (1995). Nuevo estilo de vida. ¡Sin estrés! Madrid: Safeliz.

Neidhardt, J., Weinstein, M., & Conry, R. (1989). Seis programas para prevenir y controlar el
estrés. Madrid.

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