Tema 2

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Tema 2

Práctica Procesal Penal

Las modalidades del


derecho penal actual
Índice
Ideas clave 3
2.1. Introducción y objetivos 3
2.2. Claves del relevante papel alcanzado por el
derecho penal 4
2.3. Las distintas partes del derecho penal especial 7
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2.4. Las nuevas formas de tratamiento de la


delincuencia 11
2.5. El Derecho penal económico en particular 20
2.6. Referencias bibliográficas 38

A fondo 41

Test 44
Ideas clave

2.1. Introducción y objetivos

Este tema pretende ofrecer un panorama del derecho penal actual, explicando su
evolución en los últimos tiempos y mostrando las temáticas más recientes, dentro de
lo que se conoce como nuevas formas de delincuencia.

De ese modo se expone el contenido del derecho penal especial que, en una
asignatura como esta, que se denomina práctica procesal, exige acompañarse de las
nuevas formas de tratamiento de la delincuencia de nuestra época.

Por eso, se aborda, con toda la extensión y profundidad que merece, el sector o parte
del derecho penal especial que, probablemente, tiene más interés en estos
momentos: el derecho penal económico.

En la sección A fondo se facilitan materiales de lectura, jurisprudencia y una


bibliografía básica para profundizar en el tema.

Los objetivos que se pretenden conseguir son los siguientes:

 Situarnos ante el derecho penal actual.


 Identificar las partes temáticas del derecho penal especial.
 Conocer las nuevas formas de tratamiento del fenómeno delictivo.
 Profundizar en el conocimiento del derecho penal económico, una de las ramas
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de mayor interés profesional de estos momentos.

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2.2. Claves del relevante papel alcanzado por el
derecho penal

El derecho penal de nuestro tiempo es el resultado de una evolución que de la mano


del fenómeno «huida hacia el derecho penal» y de la punición de las conductas
actualmente consideradas más reprochables, ha conducido a una expansión del
derecho penal.

En efecto, podemos decir que no hay sector de la sociedad que no cuente, además
de con su regulación, con un tratamiento penal de las infracciones más graves a su
normativa (así, existe un derecho penal deportivo, alimentario, de la seguridad vial,
de las relaciones laborales, del ámbito empresarial, etc.).

Con tal planteamiento, coexiste un fenómeno universal, la globalización que origina


una represión que trata de unificar las respuestas de los ordenamientos nacionales
con fenómenos comunes como la delincuencia trasnacional, cometida muchas veces
por organizaciones criminales o con conductas que se producen en todas las
sociedades y que se van tipificando (el dopaje deportivo el maltrato animal, los
delitos cometidos en el ámbito empresarial…).

Además, se han ido delimitando dos grandes razones o motivos para tipificar nuevos
delitos o subtipos delictivos de delitos ya existentes y que han dado lugar a un
derecho penal de riesgos y a un derecho penal securitario.

Derecho penal de riesgos


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Concebida la sociedad actual como una sociedad de riesgos (BECK 2006) se acuñan
delitos de peligro abstracto para tutelar el interés público, lo que explica los nuevos
delitos contra el medio ambiente, los delitos conta el mercado y los consumidores, la
ordenación del territorio o contra la seguridad vial.

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Derecho penal securitario

Esta expresión (DÍEZ RIPOLLÉS 2004) supone el empleo del derecho penal para
defenderse de amenazas a bienes jurídicos individuales tradicionales como la defensa
de la propiedad, la vivienda, la vida o la integridad física.

Junto a ello, se ha ido abriendo camino el denominado punitivismo, solución fácil o


parcial a la resolución de graves problemas sociales que ha encontrado en el recurso
al instrumento penal la forma de tratar cuestiones que debieran ser abordadas desde
otras perspectivas, como la educativa o las políticas sociales. Pensemos en
fenómenos como la violencia de género o las ocupaciones de viviendas desocupadas.

De todos modos, hay planteamientos teóricos que, por su originalidad, parecen situar
la cuestión en sus justos términos. Pensemos en la obra de Jakobs y su concepción
del derecho penal del enemigo. Esta teoría parte de que existe un derecho para los
amigos (el derecho civil) y otro para los enemigos de la sociedad (el derecho penal)
que supone un paso más allá del derecho penal contra un miembro de la sociedad
que infringe la ley penal.

Eso explica una legislación muy dura para luchar contra fenómenos delictivos como
el terrorismo, el narcotráfico o las organizaciones criminales, para los que se prevén,
incluso, medidas procesales como la incomunicación en las primeras etapas de la
investigación.

Sin embargo, los riesgos de esta corriente doctrinal no son pocos, pues pretende
legitimar un derecho preventivo, de la mano del sentimentalismo social, y se van
incluyendo categorías de ciudadanos que cometen delitos que se consideran
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particularmente inaceptables y, por ello, se sancionan con penas que pudieran


considerarse desproporcionadas.

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Así, se abre paso la peligrosa idea de una supuesta pretendida inocuización social
reprimiendo muy enérgicamente la criminalidad de la inmigración o la disidencia
intelectual (el delito de odio en el que entraría cualquier expresión no del gusto de la
élite gobernante) al contemplarse como ataques a la sociedad vigente.

Temas más actuales en el presente

Esta evolución del derecho penal ha conducido a poner en primer plano una serie de
cuestiones que muestran su permanente contacto con la realidad y permiten hablar
de una actualización constante.

Pues bien, tras lo expuesto líneas atrás, podemos identificar los siguientes temas:

 La violencia de género.
 La responsabilidad penal de las personas jurídicas.
 Los delitos de odio.
 La delincuencia económica.
 Los delitos contra el medio ambiente.
 La victimología.
 La delincuencia de menores.
 Los delitos informáticos.

Todos ellos coexisten con importantes modificaciones en temas clásicos, como los
delitos contra las personas, donde temas centrales como los homicidios y sus formas
han experimentado importantes cambios recientemente, como la introducción de la
pena de prisión permanente revisable, la nueva y minuciosa regulación de los delitos
de tráfico de órganos (art.156 bis CP) o las consecuencias de la despenalización de la
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eutanasia al delito de cooperación ejecutiva a la muerte a petición de quien sufra una


enfermedad grave, regulada en el art.143,4 CP.

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2.3. Las distintas partes del derecho penal especial

El denominado Código Penal de la democracia alumbrado por la LO 10/1995, de 23


de noviembre y cuya actualización ha ido haciendo el legislador a golpe de reformas,
contiene en su Libro II los distintos títulos en que se contienen los delitos.

Se trata de 24 títulos con 478 artículos, de muy distinto tamaño y significación,


aunque todos ellos contemplan delitos.

El Código del 95, que es conocido como CP de la democracia, hace honor a su nombre
porque sitúa al individuo en primer plano, frente al anterior de 1973, que iniciaba su
Título Primero del Libro II, con los «Delitos contra la seguridad exterior del Estado»
(el primero era el de traición) y seguía en el Título Segundo con los «Delitos contra la
seguridad interior del Estado».

El CP actual, por el contrario, comienza con la tutela del derecho a la vida, derecho
troncal y soporte ontológico de todos los demás sin el cual estos no tendrían razón ni
existencia posibles.

En consecuencia, y empezando por la protección del art.15 CE, sigue el Código


punitivo con la tutela penal de los demás derechos fundamentales: libertad,
intimidad, honor etc.

A partir del Título XIII empiezan los delitos de naturaleza pública: contra el orden
socioeconómico, financiación ilegal de los partidos políticos, delito fiscal y contra la
Seguridad Social, contra la ordenación del territorio, seguridad colectiva, falsedades,
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contra la Administración Pública, etc.

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Existe, de ese modo, cierto equilibrio entre la tutela de los derechos fundamentales
de la persona y la de los intereses colectivos o públicos, si bien las conductas delictivas
incluidas en esta segunda parte del CP son más numerosas y complejas, en gran parte
porque obedecen a lo que podemos calificar como delitos artificiales, fruto de la
voluntad estatal y son de construcción más reciente y técnicos (frente a los delitos
naturales) lo que implica que existan muchos subtipos atenuados y agravados.

Pues bien, además de estas dos grandes partes del derecho penal especial, que como
derecho público es un instrumento de defensa social y lo aplican órganos investidos
de ius imperii que imponen penas, en particular la de prisión, que solo pueden
imponer los Jueces y Tribunales (art.25.3 CE), también constituyen los delitos
aquellas conductas consideradas más reprochables según la política criminal de cada
momento, por lo que hay una primera diferenciación con los otros ilícitos que son
también objeto de sanción, pero que por su menor entidad, se albergan en el llamado
derecho administrativo sancionador (DAS), el cual corre a cargo de las
administraciones públicas y se centra, fundamentalmente, en la imposición de
multas, si bien con control judicial, a través de la jurisdicción contencioso-
administrativa.

Esa delimitación por la gravedad de las conductas se traslada al derecho penal


especial, cuyas penas tratan de dar una respuesta proporcionada a la infracción de
los distintos bienes jurídicos.

Dicho lo anterior, es la tutela de los bienes jurídicos, concepto que podemos definir
como los intereses y derechos considerados dignos de protección en una sociedad,
lo que permite clasificar los distintos delitos, para cuya tipicidad se tiene igualmente
en cuenta el principio de fragmentariedad del derecho penal.
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De ese modo, el derecho penal no tutela todas las conductas imaginables dentro de
cada bien jurídico, sino solo aquellas que se consideran más graves. Por poner un
ejemplo, en cuanto a las relaciones familiares, no se penalizan todas las conductas
que se puedan considerar contrarias a estas, sino solo las que el legislador considera
particularmente reprochables, como el impago de pensiones (art.227) o el abandono
de menores (art.229).

La teoría de los bienes jurídicos

Ello se hace a través de la teoría de los bienes jurídicos, concepto que se debe a la
Escuela de Frankfurt y que tiene como principal referente a HASSEMER y que ha
supuesto abandonar como fundamento del derecho penal actual, otras concepciones
que se basaban en la religión, la moral social, las ideologías o el sentimiento.

En la época actual, el derecho penal pivota sobre el bien jurídico, entendido no solo
como el presupuesto para la tutela de los intereses y derechos de los ciudadanos,
sino ampliado a la protección de bienes colectivos o intereses públicos.

Jakobs lo expresa con toda claridad: el BJ era el fundamento de una sociedad del siglo
XIX, burguesa, pues habla de una sociedad de propietarios, mientras hoy el legislador
trata de proteger otros intereses y valores propios de una sociedad de masas, que
integra a todos sus componentes.

Por un lado, aparecen nuevos delitos y, por otro, nuevas formas de técnica jurídico-
penal para su configuración y aplicación. Así, el derecho penal de riesgos, que
sanciona los resultados, así como la puesta en peligro, de modo abstracto, los delitos
contra la seguridad colectiva, la salud pública o la seguridad colectiva en los que se
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castiga el peligro que para los ciudadanos tienen las conductas, que suponen la
creación o incremento de un peligro desautorizado por la gravedad del riesgo que
suponen.

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Junto a ello, hay una enérgica tutela de la organización política del Estado
democrático de derecho, que es más sofisticada que en el CP de 1973, pues tutela los
poderes del Estado, las instituciones y el funcionamiento de la administración que ha
de servir con neutralidad a todos los ciudadanos, poseedores de un conjunto de
derechos y libertades fundamentales que han de garantizar, en última instancia, los
integrantes del poder judicial (pensemos en los delitos de rebelión, secesión,
prevaricación, cohecho, traición, etc.).

Crítica a la doctrina del BJ

Lo anteriormente expuesto supone que existe una crítica al concepto de BJ, al que se
reprocha tanto su insuficiencia como que adolece de indeterminación en algunos
casos, que no tiene en cuenta la dinámica social o que en algunos casos es
meramente simbólico (el delito de aborto se persigue escasamente, por ejemplo).

Sin embargo, el BJ sigue siendo algo esencial para entender la regulación y


funcionamiento del derecho penal especial, por una doble razón: por un lado
contiene las conductas con las que se pretende la prevención general de la comisión
de delitos; y, por otra, avisa de que no basta que el hecho esté tipificado como delito,
sino que ha de haberse vulnerado un bien jurídico y ello es de extrema utilidad para
localizar la norma infringida y valorar su adecuada aplicación.
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2.4. Las nuevas formas de tratamiento de la
delincuencia

La crisis del sistema de administración de justicia penal, actual

Una de las manifestaciones más importantes del fenómeno de la globalización


jurídica se produce en el campo de la justicia, y más en concreto en el de la justicia
penal.

Los cambios más relevantes que está experimentando el orden penal en nuestra
época son muy variados, pero podemos resumirlos en los siguientes:

 Internacionalización de la criminalidad.
 Criminalización secundaria, subordinada a la denuncia (por ejemplo: los delitos
societarios; o los de violencia de género).
 Desbordamiento del derecho penal nuclear ante la llamada euforia legislativa,
especie de neopositivismo artificial, obra del legislador, frente a los delitos
clásicos.
 Garantismo a ultranza, pues las vulneraciones de los derechos procesales de las
partes (las garantías) y de los principios del derecho penal, son claves para originar
la nulidad de las resoluciones condenatorias.
 Aparición de nuevas categorías penales, fruto de la sociedad de riesgos:
respuestas anticipadas o preventivas mediante los delitos de peligro.
 Creciente importancia del nuevo derecho penal: derecho penal económico,
criminalidad informática, medioambiental.
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 Devaluación de la sentencia, que más allá de su conceptuación como la verdad


oficial del proceso que debe ejecutarse en sus términos, se ha convertido en un
mero referente, cuya efectividad se desdibuja con su ejecución, en manos del
poder ejecutivo (indultos, beneficios penitenciarios, etc.).

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En esta situación, a la que ya nos hemos referido y que se conoce con expresiones
como expansión del derecho penal, huida hacia el derecho penal o inflación del
derecho penal, que hace de este instrumento punitivo del Estado una especie de
derecho sanalotodo, se produce, como contraste, la realidad de que a pesar de que
teóricamente se concibe el derecho penal como un derecho de ultima ratio,
destinado a dar respuesta solo a los más graves atentados a los bienes jurídicos
fundamentales, desde hace tiempo la justicia está infradotada de medios (personales
y materiales), lo que se traduce, a la postre, en que no es capaz de proporcionar una
respuesta satisfactoria en un tiempo y con una calidad aceptables. Y es que, como
dice PRIETO HECHEVARRIA (2012): «la única respuesta razonable para este fenómeno
sería la expansión correlativa del servicio estatal de persecución y ejecución penal».

No puede extrañar, por tanto, que se alumbren nuevas ideas con el fin de afrontar
este problema, que mediante el concepto de paradigma que debemos al filósofo y
científico austriaco Thomas Kuhn para referirse al conjunto de elementos que definen
una disciplina científica durante un período específico, nos llevan a plantear un nuevo
paradigma a modo de ensayo de solución al problema indudable por la que atraviesa
la justicia (penal, en nuestro caso).

La justicia restaurativa

Se trata de superar el modelo clásico retributivo cuya esencia es la represión, es decir,


la imposición de penas a quien delinque por un planteamiento en el que la víctima
ocupa un papel muy destacado.

El modelo tradicional, como se sabe, se basa en condenar a penas privativas de


libertad, cuya duración es muy elevada, aunque su modo de cumplimiento se haya
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humanizado por una respuesta más proporcionada e inteligente, pues el mismo


Beccaria, en su obra clásica (De los delitos y las penas, 1764), defendía las penas
moderadas antes que las crueles o graves, ya que consideraba que su eficacia
dependía de su proporcionalidad y efectivo cumplimiento y que se justificaban más
que para reprimir al delincuente para prevenir a otros de hacer lo mismo.

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Este modelo, amplificado por el llamado populismo punitivo, que pide penas cada
vez más duras, a golpe de informaciones sensacionalistas de los medios de
comunicación, y conduce a una espiral de acción-reacción traducido en un
incremento punitivo que no parece tener límites, una tendencia a la criminalización
de cada vez mayor número de conductas, y como consecuencia final, una población
penitenciaria que no cesa de crecer, necesita una alternativa.

Es preciso superar el modelo de litigiosidad que hace que en España los nuevos
asuntos ingresados cada año en los órganos judiciales sean varios millones, aunque
últimamente ha habido un descenso (de asuntos denunciados) desde los 10 millones
de hace unos años a los 6 millones actuales, a 2020, de los que casi el 70 % son
penales, y origine una tasa de congestión en torno a los 2 millones de asuntos en
trámite y con más presos que Francia, por ejemplo.

Se impone, pues, «desjudicializar cuestiones que no tienen por qué involucrar a


ningún juez» y mentalizarse de que «no hay que penalizarlo todo» (SALVADOR
CODERCH 2010). Y es que el modelo está moralmente quebrado,

«no se revela como justo, no previene ni protege, no intimida ni disuade, no


rehabilita, no reintegra ni resocializa, no reeduca ni educa, pocas veces
atiende las necesidades de delincuentes y víctimas. Todas aquellas utilitarias
ambiciones del sistema punitivo han sido prácticamente abandonadas bajo
el atractivo de un propósito de infligir el daño al ofensor». (citado en VALIÑO
CES 2020).

El nuevo planteamiento, que pone de relieve la centralidad de la política criminal,


considera que en el tratamiento del fenómeno delictivo deben comunicarse valores
de calado constitucional y que es preciso trabajar la prevención y, cuando no se logre
evitar el delito, propiciar la no reincidencia del responsable penal.
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En pocas palabras, esa modalidad de justicia tiene en cuenta que todo hecho delictivo
implica una relación forzada entre dos partes: agente y sujeto pasivo. Asimismo, que
este ha sufrido un daño que requiere ser reparado y, al tiempo, que demanda una
sanción o respuesta para el autor que, necesariamente para propiciar su
resocialización y reinserción, ha de darse cuenta de lo que ha hecho y debe
permitírsele participar en esa «compensación autor-víctima» a que se refiere el
artículo 46 a del CP alemán.

De ahí que la necesidad de avanzar hacia otro tipo de justicia se haga cada vez más
necesaria. En ese sentido, la expresión justicia restaurativa se abre camino, cada vez
con más fuerza, y demanda una regulación legal, cuya oportunidad podría ser su
inclusión en la nueva ley de enjuiciamiento criminal que el proceso penal viene
esperando desde hace tiempo.

La mediación penal

La mediación penal aparece como un medio de primera mano para obtener una
justicia más rápida y más justa que, o es reparadora, o no cumple verdaderamente
su papel.

Entre sus manifestaciones más importantes, que han de combinarse, tenemos la


conciliación víctima-infractor, el redescubrimiento del papel central de la víctima
(victimología) y la justicia negociada o de conformidad.

La conciliación proviene del derecho penal de menores, pero aún no se ha


implantado en la delincuencia de adultos, frente a lo que sucede en el campo civil,
que pudiera servir de ejemplo, pues en dicho orden procesal está más desarrollada.
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En cuanto a la victimología, el estatuto de la víctima del delito, aprobado por Ley
4/2015, de 27 de abril, tiene como finalidad (como se recoge en las primeras líneas
del Preámbulo) ofrecer desde los poderes públicos una respuesta lo más amplia
posible, no solo jurídica, sino también social, a las víctimas, incluyendo, además de
sus derechos procesales, también los extraprocesales.

Pero es sin duda la justicia de conformidad (pactada o paccionada) la que aparece


como la gran alternativa a la justicia tradicional o clásica, basada en la celebración de
un juicio con las correspondientes pruebas y trámites, y que concluye con la condena
o la absolución del acusado.

La «justicia negociada»

No contamos en nuestro país con una ley general de la conformidad, sino con
previsiones normativas muy concretas. Y es que, como ha indicado LORCA
NAVARRETE (2005, pp. 135 y 136), «el instituto de la conformidad ha sido
históricamente un total desconocido para la alonsiniana LECrim» y la regulación con
la que finalmente se cuenta, puede calificarse de «torpe» y «cicatera», además de
hallarse «preclusivamente vinculada al término de la actividad de inquisición del
instructor acusador alonsiniano».

En concreto, está desperdigada a través de diversas normas:

 Proceso ordinario. Está prevista en el art.655 LECrim, conformidad en el escrito


de defensa con la pena más grave, de las acusaciones. También se encuentra en el
art.694 y ss., LECrim, conformidad en el juicio oral si la pena no es superior a
prisión menor. Lo que sucede es que la segunda posibilidad es de poca aplicación
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porque es muy infrecuente que en este procedimiento se solicite esa pena, pero
incluso cuando la pena es de mayor cuantía es común que se recurra a la práctica
de fingir el desarrollo del juicio —abreviándolo, suprimiendo pruebas— para
solicitar, finalmente, la pena previamente acordada, desde luego inferior a la
inicialmente pedida en el escrito de calificación.

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 Proceso del tribunal del jurado. Su regulación está prevista en el art.50 LOTJ. Se
posibilita el acuerdo con la pena más grave solicitada en el escrito de calificación
o el que se presente en el acto del juicio oral, suscrito por todas las partes. No se
dice en qué momento se propicia el acuerdo, pero parece lógico, por analogía con
los demás procedimientos y por razones de economía procesal, que se materialice
antes de dar comienzo a la vista. La posibilidad de conformidad antes de
constituirse el jurado no está prohibida, de hecho, se está siguiendo por el ahorro,
en tiempo y dinero, que supone. Por otro lado, se permite al magistrado-
presidente no aceptar el acuerdo si estima que los hechos delictivos no se han
producido o que es de aplicación una causa de exención o atenuación.
 Proceso penal del menor. La LO 5/2000 prevé, además de la conciliación menor-
victima, o reparación de los daños causados, lo que determina la posibilidad de
que el fiscal desista de la continuación del procedimiento y que el juez dicte el
correspondiente auto de sobreseimiento y archivo del expediente, dos supuestos
de conformidad. El primero, cuando el menor se conforme con la petición del
fiscal, si este solicita alguna de las medidas previstas en las letras e) a m) del art.7.1
LORPM, es decir, las que no suponen el internamiento del menor (art.32), como
tratamiento ambulatorio, permanencias de fin de semana, libertad vigilada,
convivencia con familias, prestaciones en beneficio de la comunidad, realización
de tareas socioeducativas, amonestación... El segundo, en el trámite de audiencia,
en el que se da la especialidad de que no se exige la conformidad del letrado, para
que el juez pueda dictar sentencia de conformidad (art.36).

Y, como procedimientos en los que tiene mayor aplicación, tenemos el


procedimiento abreviado y el enjuiciamiento rápido para determinados delitos.

 Procedimiento abreviado. Actualmente existen tres momentos para realizar la


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conformidad: en cualquier momento del proceso, con anterioridad al juicio


(art.779 5ª); en el escrito de defensa y posteriormente, conocido el escrito de
calificación, antes del inicio del juicio, evitando la celebración de este (art.784.3);
y, finalmente, al inicio de las sesiones del juicio oral (art.787.1).

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 Juicios rápidos. La normativa que creó los juicios rápidos básicamente consiste en
la prestación de la conformidad en el juzgado de guardia y la emisión de sentencia
por el juez de guardia, que remitirá la sentencia al juez de lo penal
correspondiente, para que este proceda a su ejecución (art.801 LECrim).

Pero dentro de este, únicamente pueden seguirse por la vía del art.801 LECrim, los
delitos competencia del juzgado de lo penal en los que se solicite pena privativa
de libertad, no superior a tres años de prisión, o a diez años, si es una pena no
privativa de libertad (la pena de multa no tiene límite alguno, por lo que puede ser
objeto de conformidad sin trabas).

Cumplidos los requisitos exigidos por la ley , tanto de orden subjetivo (a) que no exista
acusación particular o, si existiere, que el acusado se conforme con la más grave de
las acusaciones formuladas en su contra, (b) que exista acusación del Ministerio
Fiscal, pues sin tal, no cabe prestar conformidad, (c) que acusado y defensor presten
conformidad, lo que se denomina existencia de doble garantía que implica un
ejercicio sin fisuras del derecho de defensa y (d) que el acusado muestre su
conformidad en declaración que observe las condiciones exigidas por la
jurisprudencia (SSTS 27-12-1999, 14-2-2000 y AATS 11-1-2002,4-3-2002, 10-5-2002 y
25-7-2002): que sea absoluta o plena, es decir, sobre toda la acusación, no sobre
parte; personalísima en el sentido de que como acto intuitu personae, no es
admisible se preste por mandatario; voluntaria, es decir con pleno conocimiento, y
libre, es decir, sin vicio o error invalidante alguno, del consentimiento emitido, como
de orden formal, (a) informe previo del letrado de la AJ de las consecuencias de la
conformidad (novedad introducida por la L 38/2002, en el nuevo art.787.4 LECrim) y
b) que se preste o por escrito en el propio escrito de defensa u oralmente en el
momento del juicio, justo antes del inicio del trámite de prueba, se obtiene una
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sentencia en la que se impondrá la pena solicitada, reducida en un tercio.

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Con esta modalidad de justicia, «se aliviaría la dificultosa labor de la oficina judicial.
empeñada en la búsqueda de testigos, peritos, etc., ahorrándose muchas
suspensiones por dichos problemas y concentrándose los esfuerzos en los asuntos
que sí requieren prueba, alegación y medios técnicos aún no generalizados -pantallas
videográficas, por ejemplo- al objeto de celebrar juicios con el sosiego y atención
necesarios» (URBANO CASTRILLO & FERNÁNDEZ MARTÍN 2002).

Sin embargo, al igual que podemos hablar de las ventajas, predominantemente de


economía procesal, pero también de calado jurídico (pues una justicia tardía no es tal
y una justicia más rápida, con las suficientes garantías, está en condiciones de, a
cambio de soluciones menos rigoristas, proporcionar mayor seguridad a la sociedad
y una más pronta satisfacción a las víctimas), también hay desventajas que conviene
tener en cuenta:

Así, se ha llegado a decir que quiebra el principio de legalidad, poniendo en manos


de las partes (principio de oportunidad) el objeto de un proceso de naturaleza
pública; se sortea la búsqueda de la «verdad real», sacrificada por un juego
mercantilista de cesiones mutuas; se produce una apoteosis de la instrucción, en
detrimento del juicio oral; se cuestiona el ius puniendi estatal, con la pérdida de
legitimidad que ello conlleva para las instituciones públicas; y, por no hacer más larga
esta enumeración, se constriñen las garantías del acusado al que se viene, en
definitiva, a amenazar con una pena más grave si no se conforma (SCHÜNEMANN
1991).

Y, aunque la conformidad penal no es la panacea, se erige en instrumento de


simplificación de la justicia penal, aligerando la maquinaria procesal y dejando al
letrado más tiempo para causas que requieren de superior atención, cuando se dan
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las condiciones para recurrir a ella y, especialmente, cuando se trata de delitos


recientes, con prueba concluyente y acusado no reincidente que puede beneficiarse
de los beneficios de reducción de la pena e, incluso, de la suspensión de esta.

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Finalmente, conviene subrayar que la conformidad no es un mero instrumento
procesal de resolución de juicios: es, sobre todo, una «cultura», que constituye un
mecanismo ventajoso para afrontar determinados procesos penales, en concreto,
aquellos por delitos menores en los que la prueba de cargo es contundente. Y, al
mismo tiempo, es una exigencia ética de primera magnitud, pues el reconocimiento
de una culpabilidad real, algo moralmente valioso, nunca debe aceptarse si el hecho
delictivo que no se cometió.

Por ello, entendemos que debe avanzarse en este camino y la globalización ofrece un
escenario magnífico para incrementar el conocimiento de leyes y prácticas que
supongan la recepción de buenas soluciones para la obtención del objetivo común,
que es el desideratum de luchar por una justicia más justa.

Anteproyecto de la LECrim

El anteproyecto de nueva LECrim, aprobado el pasado 24/11/2020 (si bien con una
vacatio legis de seis años, lo que hace incierto su desenlace final) prevé la
introducción y consiguiente regulación de estos nuevos instrumentos de la justicia
penal de nuestra época.

En concreto, en el Libro I, y dentro del apartado «Las formas especiales de


terminación del procedimiento penal» se incluyen tres capítulos denominados,
respectivamente: «La terminación por conformidad», con su procedimiento al
respecto; «La terminación por razones de oportunidad»; y, finalmente, «La justicia
restaurativa», que se define como una justicia voluntaria y gratuita que se inicia con
un decreto del Ministerio Fiscal que se remitirá a los servicios de justicia restaurativa,
fijando un plazo máximo para su desarrollo, que no podrá exceder de tres meses. De
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concluir positivamente, lo hace con un informe por los servicios de justicia


restaurativa (que aún no existen) acompañando el acta de reparación con los
acuerdos a los que las partes hayan llegado.

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Y ante ello, el fiscal, valorando los acuerdos a los que las partes hayan llegado, las
circunstancias concurrentes y el estado del procedimiento, podrá decretar el archivo,
imponiendo como reglas de conducta los acuerdos alcanzados por las partes o
proceder por las reglas especiales del procedimiento de conformidad.

2.5. El Derecho penal económico en particular

Como hemos dicho, de entre los distintos sectores, ramas o partes del derecho penal
especial, está alcanzando una gran importancia el derecho penal económico, lo que
justifica un examen singularizado.

La delincuencia económica, parte alojada en el derecho penal especial, ha cobrado


una gran importancia en los últimos tiempos, pues en el mundo económico no resulta
aceptable el dicho business is business, es decir, «todo vale para hacer negocios».

Se trata de un tipo de delincuencia que rebasa la tradicional delincuencia patrimonial


(hurtos, robos…) al constituir una delincuencia más sofisticada y que, en algunos
casos, se halla conectada con las administraciones y negocios vinculados a la
corrupción política.

En los últimos tiempos, en efecto, se ha pasado del hurto, robo, etc., a la ingeniería
financiera, un tipo de delincuencia que también se conoce como delincuencia de
cuello blanco, criminalidad de empresa, etc. en el que sus autores pueden
encuadrarse en un tipo criminológico específico, el delincuente de cuello blanco
(financieros, empresarios, políticos…) que se desarrolla principalmente en torno a las
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empresas y en el que aparecen conexiones con el mundo político.

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
De ese modo, podemos afirmar que hoy en día estamos ante algo más de lo que
SCHÜNEMANN (1991) llamaba «criminalidad empresarial» porque los hechos y los
delitos que los contemplan rebasan el marco empresarial, porque pueden ser
también fenómenos individuales y, con frecuencia, entran en contacto con las
administraciones y, por ello, con las autoridades y funcionarios.

Caldo de cultivo de estas conductas son fenómenos propios de nuestra época, que se
encuentran particularmente ligados al dinero: el urbanismo, la sociedad de consumo
y las tecnologías de la información, entre otros. Y, junto a ello, delitos que afectan
directamente al Estado, como el delito fiscal, los delitos contra la Seguridad Social o
el blanqueo de capitales.

Se trata, pues, de una nueva realidad que hace necesario invertir más en justicia con
el fin de tener la respuesta adecuada y lo más pronto posible a un tipo de delincuencia
cuyo esclarecimiento no resulta fácil, que se demora en el tiempo y que afecta a
individuos, empresas y al propio Estado.

Regulación jurídica

La regulación de la delincuencia económica se realiza en el Código Penal, si bien en la


Constitución de 1978 contamos con el marco de esta, del que destacan, como normas
superiores, el artículo 38 por un lado y los artículos 128.2 y 131 CE, por otro. Y, junto
a ellos, los principios rectores de la política social y económica que se encuentran en
el capítulo III del Título I (arts.39 a 52 ambos inclusive de la CE).

En concreto, en el art. 38 «se reconoce la libertad de empresa en el marco de la


economía de mercado»; en el art. 128.2 la «iniciativa pública en la actividad
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económica»; y en el art. 131 se afirma que «el Estado mediante ley podrá planificar
la actividad económica general».

Se configura, de ese modo, un modelo de economía mixta, propio del


constitucionalismo de nuestra época.

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Tema 2. Ideas clave
Y, por eso, la tutela de ese modelo, al que se da la máxima importancia y se hace
recurriendo al derecho penal, se dirige a proteger la competencia entre personas y
empresas en la actividad económica y, a la vez, a asegurar los intereses del Estado,
en cuanto defensor del interés general, en su participación en la vida económica.

El CP actual regula en el Título XIII, que va del art. 234 al 304, ambos incluidos, los
delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico. En dicho título, hay dos
partes no bien diferenciadas: delitos patrimoniales y delitos económicos. Pero en el
DPE podemos incluir, también, delitos que están en otros títulos, como en los Títulos
XIV y XV, respectivamente dedicados a los delitos contra la Hacienda Pública y contra
la Seguridad Social y los delitos contra los derechos de los trabajadores, así como los
delitos conectados a la esfera pública, como financiación ilegal de los partidos
políticos (art.304 bis y ter), la prevaricación administrativa (arts.404 y siguientes), el
cohecho o soborno (art.419 y siguientes) o la malversación de caudales públicos
(art.432 y ss).

Mención especial merecen los delitos de falsedad en documento, que suelen


aparecer junto a otros, ya sea como instrumentos para facilitar su realización o con
entidad propia, y ser castigados autónomamente.

E igualmente, por la importancia del fenómeno urbanístico —las recalificaciones, la


adjudicación de contratos, concesión de licencias para construir…— el Título XVI,
artículo 319 y siguientes regulan el delito urbanístico y el delito ecológico.

Como se aprecia, el espectro de conductas delictivas es inmenso y sus


peculiaridades y dificultades para su calificación y en su caso, perseguibilidad,
muy grandes.
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Tema 2. Ideas clave
Caracterización de los delitos económicos

Podemos denominar delitos económicos como aquellos que aparecen regulados en


la ley penal con el fin de reprimir las conductas vinculadas al hecho criminal
económico.

Bien jurídico

El bien jurídico protegido es el orden público económico general, ya que afecta al


interés general, tanto por la actividad de particulares (en gran medida, empresas)
como por su conexión con funcionarios y autoridades, partícipes en algunas
ocasiones, igualmente.

Notas

El derecho penal económico se erige en el instrumento jurídico con que responder


ante este fenómeno criminal con unos rasgos propios que conviene tener en cuenta:

 Bienes jurídicos supraindividuales, porque se trata de conductas que afectan a


intereses de empresa, sociales e incluso del Estado.
 Ilicitud de una norma extrapenal —problemática de la norma penal en blanco—
que se vulnera y que constituye el núcleo o clave de la conducta delictiva .
 Complejidad de la autoría y participación al existir numerosos intervinientes en los
hechos.
 Presencia de un elemento patrimonial en todas estas conductas, con la
consiguiente traducción en las penas, que se agravan cuando la cuantía es muy
elevada y que supone fijar las responsabilidades civiles.
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 Importancia del marco empresarial, pues existe una categoría de delitos


cometidos por personas jurídicas y, dentro de estos, los delitos societarios,
estrictamente hablando.

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Tema 2. Ideas clave
 Intervención del Estado, con su función reguladora y ejerciendo la acusación
cuando se afecta a bienes jurídicos públicos, como en el delito fiscal, el blanqueo
de capitales o los delitos contra la Seguridad Social.

Perseguibilidad

Las características del DPE no hacen sencillo la exigencia de responsabilidad a sus


autores, derivado de elementos de complejidad procesal, como lo siguientes: la
problemática del paso de la responsabilidad individual a la responsabilidad penal de
las personas jurídicas; la gestión de la cooperación internacional (UE: normas,
organización al respecto); la existencia de órganos especializados: la Audiencia
Nacional, las fiscalías especializadas…; la intervención de letrados especialistas en
delincuencia de empresas (grandes bufetes y turnos de oficio especializados en los
colegios de abogados); el tratarse de casos con multitud de acusados y acusadores
no oficiales; los macrojuicios de gran duración y complejidad; la tutela de intereses
difusos/colectivos, representados por asociaciones; la cuasi imposibilidad de contar
con una dirección única letrada (a pesar del art. 113 LECrim); los problemas de prueba
(presunciones, internacionales, periciales, electrónicas…); la dificultad de señalar las
responsabilidades civiles y la producción de pocas «conformidades» con la acusación,
frente a lo que sucede con otros delitos…

En tal sentido, destaca la Fiscalía contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada,


creada en 1995, que investiga y conoce de los procesos de especial trascendencia,
relativos a los delitos económicos u otros cometidos por funcionarios públicos en el
ejercicio de sus cargos relacionados con el fenómeno de la corrupción, así como la
investigación de los delitos económicos cometidos por grupos organizados, salvo que
sean de competencia específica de la Fiscalía Antidroga o de la Fiscalía de la Audiencia
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Nacional.

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Tema 2. Ideas clave
Los sujetos del delito económico

Estos delitos tienen, en gran medida, la naturaleza de delitos propios, es decir, que
solo pueden ser cometidos por un círculo cualificado de sujetos que ocupen una
específica posición jurídica y económica y que, por tanto, se encuentren en una
relación especial con el bien jurídico protegido por el derecho penal, lo que podemos
calificar como delitos especiales cuando tienen lugar en el marco de la empresa.

En concreto, aparecen dos tipos de sujetos a los que exigir responsabilidad penal,
personas físicas y personas jurídicas, que tienen en común, en general, que se tratan
de «delincuencias de poderosos», pues es común que aparezcan mezclados políticos,
empresarios, administradores de sociedades, profesionales liberales (abogados,
asesores fiscales, arquitectos…) con la preparación y defensa jurídica que ello supone.

Al respecto, conviene clarificar dicha responsabilidad que, en estos delitos, gira en


todos los casos a delitos producidos en torno a las empresas.

La responsabilidad de las personas jurídicas como tal (introducida por LO 5/2010, de


22 de junio), supone investigar, acusar y, en su caso, condenarlas, si se acredita la
comisión de algún delito de los que en el Código Penal se prevé como delitos de
personas jurídicas (actualmente una treintena).

Contamos, por tanto, con un régimen jurídico sobre la responsabilidad penal de la


persona jurídica, en la que desempeña un papel muy importante la conformación de
un régimen de exención o atenuación de responsabilidad si se cuenta con un sistema
eficaz de organización y gestión (compliance programs) que prevenga al máximo la
comisión de delitos en el seno de la empresa. Dicha actividad supone eximir o atenuar
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la responsabilidad si la empresa cuenta con un «modelo de organización y gestión»


eficaz, en cuya implantación y control desempeña un papel clave el denominado
«oficial de cumplimiento» (compliance officer).

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Tema 2. Ideas clave
Pero cuando forman parte de una empresa o intervienen en relación con un
corporate crime, esto es, un delito empresarial, responden individualmente (y de
forma distinta a la persona jurídica) en función de la participación concreta que hayan
podido tener.

Así, se desprende del art. 31 CP que dice lo siguiente:

“El que actúe como administrador de hecho o de derecho de una persona


jurídica, o en nombre o representación legal o voluntaria de otro,
responderá personalmente, aunque no concurran en él las condiciones,
cualidades o relaciones que la correspondiente figura de delito requiera para
poder ser sujeto activo del mismo, si tales circunstancias se dan en la entidad
o persona en cuyo nombre o representación obre».

Asimismo, el art. 31 establece que:

«2. La concurrencia, en las personas que materialmente hayan realizado los


hechos o en las que los hubiesen hecho posibles por no haber ejercido el
debido control, de circunstancias que afecten a la culpabilidad del acusado
o agraven su responsabilidad, o el hecho de que dichas personas hayan
fallecido o se hubieren sustraído a la acción de la justicia, no excluirá ni
modificará la responsabilidad penal de las personas jurídicas, sin perjuicio
de lo que se dispone en el artículo siguiente».

Ahora bien, no se responderá en concepto de autor por el mero hecho de ostentar


un determinado cargo en la sociedad, pues ha de existir una actuación concreta de
una persona física que pueda considerarse suficiente para que encaje en alguna de
las categorías de responsables.
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Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
Y al efecto, cuando de una sociedad se trate, podemos distinguir:

Tabla 1. Individualización de la responsabilidad penal en órganos colegiados. Fuente: elaboración propia.

Por otra parte, son inimputables aquellas sociedades que no tengan ninguna clase de
actividad legal, sino meramente residual y aparente para los propios propósitos
delictivos de otros. Se trata de sociedades instrumentales que suelen emplearse para
un uso único, así como de instrumento para la obtención de una plusvalía simulada
mediante la compra y posterior venta de un mismo activo, normalmente un bien
inmueble (por su elevado valor) o activos financieros (por su dificultad para conocer
su valor real); o para la tenencia o titularidad de los fondos o activos a nombre de la
entidad, a modo de velo que oculta a la persona física que realmente posee los fondos
o disfruta del activo.

Y, además, en el art.31 quinquies CP se establecen, en concreto, los sujetos


inimputables, a saber: el Estado (donde se incluyen, además de las administraciones
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territoriales, los organismos autónomos, organismos reguladores y consorcios) y las


fundaciones públicas, sometidas al derecho administrativo.

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Tema 2. Ideas clave
En cambio, pueden responder penalmente los partidos políticos, los sindicatos, los
colegios profesionales, las cámaras de comercio y las sociedades mercantiles
públicas.

Además de lo anterior, al tratar de la extinción de la responsabilidad penal, el


legislador, en el art. 130.2 CP, la impide en los supuestos tan frecuentes en el tráfico
jurídico-penal, que podemos denominar de «dinámica» de las personas jurídicas, al
disponer que ni la transformación, ni la fusión, absorción, o escisión de la persona
jurídica extinguirá su responsabilidad toda vez que se trasladará a la nueva sociedad
resultante.

Tampoco se extingue la responsabilidad penal de la persona jurídica por medio de su


disolución, ya que el legislador establece la presunción de disolución encubierta o
meramente aparente cuando se continúe con la misma actividad económica y se
mantenga la identidad sustancial de clientes, proveedores y empleados o la parte
más relevante de todos ellos.

Sobre ello, se ha dicho que constituye una clara inversión de la carga de la prueba
lesiva del principio de presunción de inocencia, derecho fundamental, del que como
todos los que por su esencia sean aplicables a las personas jurídicas, son titulares y
han de ser escrupulosamente respetados (BACIGALUPO 1999).

Criterios para exigir responsabilidad penal a las empresas

Los dos títulos de imputación (principales) de la responsabilidad penal de la persona


jurídica se detallan en el núm.1 del art. 31 bis:
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a) Que se trate de personas autorizados para tomar decisiones en nombre de la


persona jurídica o que ostenten facultades de organización y control dentro de la
misma. Es el criterio de responsabilidad por actos de personas con capacidad de
vincular a la empresa. Así, los administradores, consejero delegado, gerente,
directivos.

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
b) Que el delito cometido lo haya sido por quienes, estando sometidos a la autoridad
de las personas físicas mencionadas en el párrafo anterior, han podido realizar los
hechos por haberse incumplido gravemente por aquellos los deberes de supervisión,
vigilancia y control de su actividad atendidas las concretas circunstancias del caso. Es
el criterio que en la doctrina se llama «déficit de control», tanto por la por errónea
organización existente o, siendo adecuada, por negligencia en la actividad de
vigilancia o supervisión.

Finalmente, pero muy importante, y a veces no se repara en ello lo suficiente, ha de


tratarse de un hecho delictivo producido en beneficio directo o indirecto de la PJ. Ello
significa que la persona jurídica no responderá penalmente de modo directo cuando
sea la víctima por sufrir un perjuicio en vez de un beneficio a causa de la acción del
autor persona física. Esta doctrina fue aplicada en el A JI n.o 2 de Pamplona de 11-1-
2015, caso compra partidos Osasuna-Betis-Valladolid, en el que se considera al Club
Atlético Osasuna víctima y no autor de dichas conductas dada «la ocultación con la
que actuaron los presuntos ideadores y ejecutores de los delitos de corrupción
deportiva indiciariamente cometidos».

Por otro lado, antes de la reforma de 2015 se hablaba de «provecho», término que
tenía un significado marcadamente económico. En cambio, ahora, con lo de
«beneficio directo o indirecto», que como ha aclarado la STS 154/2016, en su
fundamento Jurídico 13º, es un término que habrá que interpretar como «cualquier
tipo de ventaja, incluso de simple expectativa o referida a aspectos tales como la
mejora de posición respecto de otros competidores, etc., provechosa para el lucro o
para la mera subsistencia de la persona jurídica en cuyo seno el delito de su
representante, administrador o subordinado jerárquico, se comete».
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Tema 2. Ideas clave
En definitiva, los requisitos para exigir responsabilidad penal a las personas jurídicas
son los siguientes:

 Una serie de delitos que podían cometerse por las personas jurídicas.
 Unos criterios de imputación, establecidos en el art.31 bis CP.
 Un «beneficio directo o indirecto» de la PJ, derivado del hecho delictivo.

Se trata de requisitos necesarios, por lo que deben darse los tres.

Los delitos económicos en concreto

En cuanto a datos de delitos concretos, basta decir que según la Memoria de la FGE
de 2017, entre 2005 y 2017 el número de causas penales en trámite por delitos de
los que se ocupa la Fiscalía contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada se ha
cuadruplicado, siendo el orden de los delitos que más actuaciones procesales han
originado: 1.o prevaricación, 2.o malversación, 3.o blanqueo de capitales y 4.o fraudes
y defraudaciones.

La delincuencia económica relacionada con la corrupción permite que la


clasifiquemos en dos grupos:

 En el primer grupo se incluyen los delitos económicos stricto sensu: los delitos
concursales, delitos contra el mercado y los consumidores, delitos contra la
propiedad intelectual e industrial, administración desleal, delitos societarios, el
blanqueo de capitales, el delito fiscal, los delitos contra la seguridad social, los
delitos contra los trabajadores, con especial referencia al delito de riesgos
laborales, los delitos contra la ordenación del territorio y el llamado «delito
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ecológico».

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
 En el segundo grupo, conductas cometidas por personas que ejercen funciones
públicas, aunque pueda concurrir a tales delitos, algún particular, persona física
o jurídica: la financiación ilegal de PP, el cohecho, malversación, tráfico de
influencias, exacciones ilegales, negociaciones prohibidas a los funcionarios
públicos y prevaricación administrativa. E incluso contamos, desde 2010,
mediante la LO 5/2010, de 22 de junio, un delito que se denomina «de corrupción
de los negocios», art.286 bis CP.

Todas estas conductas tienen en común la búsqueda de lucro económico a través de


medios ilícitos, unas directamente y otras a través de la participación de partidos o
administraciones públicas.

En el Código Penal, se recogen todos estos delitos, por lo que no hay nada mejor que
poder consultarlos directamente. Sin embargo, podemos clasificarlos en tres grupos:
delitos económicos, delitos de naturaleza mixta y delitos relativos a la corrupción
política.

 Delitos económicos. Consideramos tales a la estafa; la frustración de la ejecución;


las insolvencias punibles; los delitos contra la propiedad intelectual, industrial, el
mercado y los consumidores; los delitos societarios; y los delitos contra la
Hacienda pública y la Seguridad Social.
 Delitos de naturaleza mixta. En este grupo incluimos a delitos con bienes jurídicos
distintos a los delitos económicos stricto sensu, pero tiene alguna conexión con
motivaciones económicas. Son los tráficos de personas y órganos humanos, la
explotación sexual, los delitos informáticos, delitos contra la salud pública,
falsedades y otros como los delitos contra los derechos de los trabajadores y los
delitos de odio y enaltecimiento.
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 Delitos relativos a la corrupción política. Por último, en este apartado se


combinan intereses políticos y económicos, apareciendo una conexión con
instituciones, administraciones, autoridades o funcionarios públicos, incluimos la
financiación ilegal de partidos políticos, el cohecho y el tráfico de influencias.

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
Una exposición completa y detallada de todos los delitos enunciados no es posible
aquí, por razones espaciotemporales, pero sí creemos fundamental, al menos,
identificar las conductas que se sancionan a título de imprudencia, porque, en
principio, no es concebible que una empresa cometa un delito de forma dolosa pero
sí es más fácil que lo haga a título culposo.

Los delitos imprudentes

En principio, los delitos económicos son dolosos o no son. Pero hay conductas
delictivas que pueden ser sancionadas penalmente, simplemente a título de culpa o
imprudencia. Son las siguientes:

 Las insolvencias punibles. El art. 261 bis castiga a las personas jurídicas que
realizaran alguno de los delitos de Capítulo VII bis del Título XIII del Libro II del CP,
que abarca desde el art.259 al 261.

 El blanqueo de capitales, regulado en el art.301 CP.

 Los delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente, incluidos en los
artículos 325 a 331 CP.

El artículo 331, en concreto, indica que los hechos previstos en este capítulo serán
sancionados, en su caso, con la pena inferior en grado, en sus respectivos
supuestos, cuando se hayan cometido por imprudencia grave.

La jurisprudencia ha considerado «hechos cometidos por imprudencia grave», la


entrega a un tercero no determinado de ocho bidones con productos tóxicos para
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que los lleve a un vertedero, dejándolos este último, seis en la vía pública y dos en
un descampado, no cerciorándose el acusado que su encargo fuera cumplido (STS
1562/2000, de 9 de octubre).

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
Para condenar por imprudencia grave, es preciso que la acusación lo haya sido por
dicho título porque la Sala Segunda del TS ha afirmado que se vulnera el principio
acusatorio cuando se acusa por un delito doloso y se condena por delito culposo
(STS 722/2009, de 1 de julio).

 La financiación del terrorismo. El art.576.4 CP posibilita la comisión de este delito


por imprudencia grave cuando “el que estando específicamente sujeto por la ley
a colaborar con la autoridad en la prevención de las actividades de financiación
del terrorismo dé lugar, por imprudencia grave en el cumplimiento de dichas
obligaciones, a que no sea detectada o impedida cualquiera de las conductas
descritas en el apartado 1”.

Penas

Las penas que se contemplan para la delincuencia económica son muy variadas, pero,
en general, son elevadas, aunque, naturalmente, no llegan a los niveles de otros
delitos, como los delitos contra la vida o los delitos sexuales.

En relación con el caso concreto, si no se apura el máximo posible y se trata de


condenados sin antecedentes —lo que no es infrecuente— son penas suspendibles
porque pueden ser inferiores a dos años de prisión.

A título de ejemplo, citamos, con relación a los delitos más comunes de esta
naturaleza, las penas en abstracto, es decir, las que se contemplan en el Código Penal,
que luego han de imponerse en cada caso, en función de la petición de las
acusaciones, concurrencia de circunstancias modificativas y el arbitrio judicial,
debidamente motivado, teniendo en cuenta la reprochabilidad del caso.
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Tema 2. Ideas clave
Así, la malversación tiene una pena de entre 2 y 6 años de prisión; la estafa de 6
meses a 3 años, aunque en los casos más graves puede llegar a los 6 años; la falsedad,
de moneda de 8 a 12 años de prisión y multa del tanto al décuplo de la moneda
falsificada; la falsedad documental de 3 a 6 años y multa de 6 a 24 meses; la
prevaricación administrativa inhabilitación de 9 a 15 años; la financiación ilegal de
partidos, prisión de 1 a 5 años y multa de hasta el quíntuplo de las donaciones o
aportaciones ilegales recibidas; el delito fiscal de 1 a 5 años y multa del tanto al
séxtuplo de la cuota defraudada; el cohecho de 3 a 6 años de prisión y multa de 12 a
24 meses; las insolvencias punibles, penas diferentes en función del delito
exactamente cometido, pero que pueden alcanzar los cuatro años de prisión, e
incluso más, según la cuantía y multa de hasta 24 meses; los delitos societarios, pena
de hasta 3 años de prisión y multa; y el blanqueo de capitales, si doloso, hasta 6 años
de prisión y multa de tanto al triplo y si culposo, hasta 2 años e idéntica multa.

Las multas expresadas en meses se computan por cuota-día que va de 2 a 400 euros
para las personas físicas y de 30 a 5000 euros por día, si de personas jurídicas se trata.

Las penas aplicables a las personas jurídicas, que todas tienen la consideración de
graves, son las siguientes:

 Multa por cuotas o proporcional al perjuicio causado.


 Disolución de la persona jurídica. La disolución producirá la pérdida definitiva de
su personalidad jurídica, así como la de su capacidad de actuar de cualquier modo
en el tráfico jurídico, o llevar a cabo cualquier clase de actividad, aunque sea lícita.
 Suspensión de sus actividades por un plazo que no podrá exceder de cinco años.
 Clausura de sus locales y establecimientos por un plazo que no podrá exceder de
cinco años.
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 Prohibición de realizar en el futuro las actividades en cuyo ejercicio se haya


cometido, favorecido o encubierto el delito. Esta prohibición podrá ser temporal
o definitiva. Si fuere temporal, el plazo no podrá exceder de quince años.

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
 Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas, para contratar con el
sector público y para gozar de beneficios e incentivos fiscales o de la Seguridad
Social, por un plazo que no podrá exceder de quince años.
 Intervención judicial para salvaguardar los derechos de los trabajadores o de los
acreedores por el tiempo que se estime necesario, que no podrá exceder de cinco
años.

Reglas aplicativas de las penas

En cuanto a las reglas de aplicación de dichas penas, se encuentran en el art. 66 bis


CP y del mismo, salvo la pena de multa, cuya duración se determina en los delitos de
la Parte especial y tiene en cuenta la duración de la pena del delito cometido por la
persona física, la duración del resto de penas depende particularmente de lo
dispuesto en el art. 66 bis 2ª CP.

Pues bien, la regla 1ª del mencionado art.66 bis CP, establece, con carácter general
para decidir sobre la imposición y la extensión de las penas previstas en las letras b)
a g) del apartado 7 del art. 33, estos tres criterios:

 a) Su necesidad para prevenir la continuidad de la actividad delictiva o de sus


efectos.
 b) Sus consecuencias económicas y sociales y, especialmente, los efectos para los
trabajadores.
 c) El puesto que en la estructura de la persona jurídica ocupa la persona física u
órgano que incumplió el deber de control.

Queda, por tanto, en un régimen de indeterminación de la pena, la imposición de una


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u otra, al delito cometido, sin más criterios para decidir, que los tres acabados de
exponer.

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
Se instituye, así, un régimen de individualización judicial de la pena, que no concreta
el previo criterio de individualización del legislador —como en el resto de los delitos
previstos para las personas físicas— sino que aquel, con vulneración del principio de
taxatividad o certeza penal, y como si del sistema penal anglosajón se tratara,
sustituye al ordinario, en el que la ley señala la pena a imponer, y permite, un arbitrio
judicial motivado, en base al caso y demás reglas legales aplicables.

Por último, en relación con las circunstancias atenuantes y agravantes, el art.66 bis
CP, remite a las reglas generales previstas para las personas físicas en las reglas 1ª a
4ª y 6ª a 8ª del art.66.1 CP y, en cuanto a la imposición de penas por plazo superior a
dos años, se exige en el art.66 bis 2 CP: que la persona jurídica sea reincidente o que
la misma se use de modo instrumental.

Al respecto, resulta de interés referirse a dos situaciones que reportan beneficios en


la pena para imponer:

 Posibilidad de confesar la infracción. Configurada como atenuante en el art.31


quater. Hay que diferenciar en que se haga antes de conocer la persona jurídica
que se sigue un procedimiento contra ella, en cuyo caso será el representante legal
de la entidad quien puede hacerlo; o que se haga una vez que se esté tramitando
el proceso, siendo en esta situación el representante procesal de la persona
jurídica la que podrá confesar, y por la vía de la atenuante analógica del art.21.7
CP, beneficiarse de una posible reducción de pena.
 Posibilidad de obtenerse una sentencia de conformidad. Se regula
expresamente, en el art.787.8 LECrim, por medio del «representante
especialmente designado, siempre que cuente con poder especial» para ello. Por
lo demás, a falta de previsión específica distinta, se aplica el régimen general de la
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conformidad de las personas físicas.

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Tema 2. Ideas clave
Las consecuencias accesorias del artículo 129 CP

El régimen del art.129 CP (es decir, la imposición de las consecuencias accesorias


junto con la pena que proceda contra el autor del delito) a los delitos previstos para
las personas jurídicas cuando se hayan cometido en el seno, con la colaboración, a
través o por medio de entes carentes de personalidad jurídica, se aplica en relación
con los siguientes delitos:

Tabla 2. Artículos del CP que se aplican según el delito. Fuente: elaboración propia.

De ese modo, en esos siete tipos de delitos, se procura, además de la imposición de


la pena (normalmente multas) incidir sobre su funcionamiento, evitando su
continuidad.

Pero es importante tener en cuenta que estas medidas son potestativas, requieren
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motivación, se rigen por el principio acusatorio (es decir, deben ser solicitadas) y solo
pueden imponerse tras la preceptiva contradicción de las partes.

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
2.6. Referencias bibliográficas

ALISTE SANTOS, T. (coord.) y LÓPEZ HUGUET, M.L. (coord.). La globalización jurídica.


Líneas de manifestación en el derecho contemporáneo. Atelier, 2017.

Auto Juzgado de Instrucción Provincia de Navarra núm. 1112/2015 11-01-2015.


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https://www.legaltoday.com/historico/jurisprudencia/jurisprudencia-penal/auto-
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BACIGALUPO, S. «Los derechos fundamentales de las personas jurídicas». Revista del


Poder Judicial. 1999, núm. 53, pp. 49-106. Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=198019

BECK, U. La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Paidos Iberica, 2006.

DE URBANO CASTRILLO, E. Derecho penal económico: 101 casos resueltos por el


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DE URBANO CASTRILLO, E. y FERNÁNDEZ MARTÍN, F. «La conformidad penal, una ley


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y bibliografía. 2002, núm. 5, pp. 1472-1474.

DÍEZ RIPOLLÉS, J. «El nuevo modelo penal de la seguridad ciudadana». Revista


Electrónica de Ciencia Penal y Criminología. 2004, núm. 06-03, pp. 03:1-03:34.
© Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Disponible en: http://criminet.ugr.es/recpc/06/recpc06-03.pdf

Sentencia del Tribunal Supremo 154/2016, 29 de febrero de 2016. Rec. 10011/2015.


Disponible en: https://vlex.es/vid/599579023

Práctica Procesal Penal


38
Tema 2. Ideas clave
LASCURAÍN SÁNCHEZ, J.A. (coordinador). Manual de Introducción al Derecho Penal.
Civitas. Thomson Reuters, 2019. Disponible en:
https://www.boe.es/biblioteca_juridica/abrir_pdf.php?id=PUB-DP-2019-110

Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Boletín Oficial del
Estado, núm. 281, de 24/11/1995. Disponible en:
https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1995-25444

LORCA NAVARRETE, A.M. Materiales para una necesaria y urgente reforma de la Ley
de enjuiciamiento criminal en orden a la superación de su modelo acusatorio formal.
San Sebastián: Instituto Vasco de Derecho Procesal, 2005.

PRIETO HECHEVARRIA, M. «El derecho procesal penal y sus fines en la Constitución».


Gestiopolis, 11 de octubre de 2012. [consulta: 21 de junio de 2021]. Disponible en:
https://www.gestiopolis.com/derecho-procesal-penal-y-sus-fines/

SALVADOR CODERCH, P. «Justicia sobrecargada». El País, 11 de febrero de 2010.


[consulta: 21 de junio de 2021]. Disponible en:
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SCHÜNEMANN, B. «¿Crisis del procedimiento penal? (¿Marcha triunfal del


procedimiento penal americano en el mundo?)». En Silvina Bacigalupo. Cuadernos
del Consejo General del Poder Judicial. 1991, núm. 8, pp.49-58.

SIMÓN CASTELLANO, P. (coord.), ABADÍAS SELMA, A. (coord.) y RODRÍGUEZ


FERNÁNDEZ, R. (pr.). Mapa de riesgos penales y prevención del delito en la empresa.
Wolters Kluwer, 2020.
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Práctica Procesal Penal


39
Tema 2. Ideas clave
VALIÑO CES, A. «Reflexiones acerca de la viabilidad de la mediación como método
alternativo de resolución de conflictos en los centros penitenciarios españoles».
Revista Ius et Praxis. 2020, año 26, núm. 2, pp. 219-231. [consulta: 21 de junio de
2021]. Disponible en: https://scielo.conicyt.cl/pdf/iusetp/v26n2/0718-0012-iusetp-
26-02-219.pdf

VELASCO NUÑEZ, E. 10 años de responsabilidad penal de la persona jurídica (análisis


de su jurisprudencia). Thomson Reuters. Aranzadi, 2020.
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Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Ideas clave
A fondo

Legislación

Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal

Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Boletín Oficial del Estado,
24 de noviembre de 1995, núm. 281. Disponible en:
https://www.boe.es/buscar/pdf/1995/BOE-A-1995-25444-consolidado.pdf

Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica


10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal

Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de
23 de noviembre, del Código Penal. Boletín Oficial del Estado, núm. 77, de 31/03/2015.
Disponible en: https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2015-3439

Esta ley modifica más de 250 artículos.

Estatuto de la víctima del delito, aprobado por Ley 4/2015, de 27 de abril

Ley 4/2015, de 27 de abril, del Estatuto de la víctima del delito. Boletín Oficial del Estado,
núm. 101, de 28/04/2015. Disponible en:
https://www.boe.es/eli/es/l/2015/04/27/4/con
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Tema 2. A fondo
Lecturas

Discurso del odio y negacionismo en la reforma del Código Penal de 2015

ALASTUEY DOBÓN, C. «Discurso del odio y negacionismo en la reforma del Código Penal
de 2015». Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología. 2006, núm. 18-14, pp. 1-
38. [consulta: 22 de junio de 2021]. Disponible en:
http://criminet.ugr.es/recpc/18/recpc18-14.pdf

Una lectura básica sobre el aspecto concerniente al discurso del odio y del
negacionismo, que no solo analiza la regulación tras la reforma de 2015, sino también
la regulación anterior y ofrece un panorama global del tema tratado.

Adónde va el Derecho Penal

QUINTERO OLIVARES, G. Adonde va el Derecho Penal. Reflexiones sobre las leyes penales
y los penalistas españoles. Madrid: Civitas, 2004.

La reforma permanente como (mala) técnica legislativa en el derecho penal

MESTRE DELGADO, E. «La reforma permanente como (mala) técnica legislativa en


derecho penal». La Ley Penal Revista de Derecho Penal procesal y Penitenciario. 2004,
núm. 1, año I. Disponible en:
http://www.acaip.info/docu/cumplimiento/reforma_permanente_%20tecnica_legislati
va.pdf
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Una lectura que permite abordar el problema de la tendencia reformista del sistema
penal español, que ha experimentado multitud de reformas prácticamente desde el
inicio.

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. A fondo
La reforma del Código Penal de 2015

VALLE MARISCAL DE GANTE, M. «La reforma del Código Penal de 2015». Foro: Revista de
ciencias jurídicas y sociales. 2015, vol. 18, núm. 1, pp. 317-337. Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5296277

Una lectura básica sobre la reforma penal de 2015, que explica las claves de la
reforma y los principales aspectos y novedades introducidas en la misma.

El Código Penal de la democracia: logros e insuficiencias

DE URBANO, E. «El Código Penal de la democracia: logros e insuficiencias», 355-418. En


J. López. 30 años de Constitución: balances y perspectivas (Cuadernos-Tribunal
Constitucional) Madrid: Aranzadi, 2010.
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Tema 2. A fondo
Test
1. El denominado derecho penal de riesgos:
A. Es una nueva rama del derecho penal.
B. Es una idea aún inexistente.
C. Está asociado a delitos contra el medio ambiente, la ordenación del territorio
o contra la seguridad vial.
D. El derecho penal solo castiga los resultados lesivos.

2. ¿A qué se llama derecho securitario?


A. Al derecho penal del enemigo.
B. Al punitivismo.
C. Al que pretende la defensa del orden constituido.
D. Al que se centra en la defensa de las amenazas a bienes jurídicos individuales
tradicionales.

3. Uno de los siguientes delitos no está considerado como de los de mayor actualidad
en nuestra época:
A. El delito informático.
B. El maltrato familiar.
C. El delito ecológico.
D. El robo.

4. ¿En qué estribaría llamar CP de la democracia al actual CP de 1995?


A. En que se aprobó en el régimen político actual.
B. En que protege las instituciones de forma menos enérgica que el CP anterior.
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C. En las penas, que son moderadas.


D. En su estructura, que empieza por la tutela de los derechos fundamentales
de la persona.

Práctica Procesal Penal


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Tema 2. Test
5. La teoría de los bienes jurídicos:
A. Es propia de la dogmática penal del pasado.
B. Es insuficiente hoy en día.
C. Tiene un papel relevante para elaborar y aplicar las normas penales.
D. Es útil para la prevención especial de los delitos.

6. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones no se corresponde con la justicia restaurativa?


A. Hay que pensar en la víctima.
B. Lo fundamental es reprimir el delito.
C. Hay que desjudicalizar en lo posible.
D. Hay que primar la resocialización del delincuente.

7. La justicia de conformidad:
A. En los juicios rápidos, supone la pena solicitada reducida en un tercio.
B. Consiste en fijar la pena que considere más adecuada la defensa.
C. Solo se aplica a las calificaciones jurídicas.
D. La pena final depende de lo que establece la ley que la contempla.

8. En los delitos económicos, ¿qué supone contar con un sistema de compliance


programs?
A. Es una atenuante.
B. Supone eximir de responsabilidad penal.
C. Atenúa o exime de responsabilidad penal si el modelo implantado es eficaz
y cuenta con un oficial de cumplimiento para su control.
D. Si se ha producido el delito, no cuenta para nada.

9. ¿Cuál de los siguientes delitos no es posible competerse a título de imprudencia


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por una persona jurídica?


A. La insolvencia punible.
B. La falsificación de moneda.
C. El blanqueo de capitales.
D. La financiación del terrorismo.

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Tema 2. Test
10. La confesión del delito, cuando se investiga un delito:
A. Exime de responsabilidad a la persona jurídica.
B. No es aplicable a las penas imponibles a las personas jurídicas.
C. Evita el cierre de la empresa.
D. Se configura como una atenuante.

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C D D D C B A C B D
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Tema 2. Test

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