Tema 2
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A fondo 41
Test 44
Ideas clave
Este tema pretende ofrecer un panorama del derecho penal actual, explicando su
evolución en los últimos tiempos y mostrando las temáticas más recientes, dentro de
lo que se conoce como nuevas formas de delincuencia.
De ese modo se expone el contenido del derecho penal especial que, en una
asignatura como esta, que se denomina práctica procesal, exige acompañarse de las
nuevas formas de tratamiento de la delincuencia de nuestra época.
Por eso, se aborda, con toda la extensión y profundidad que merece, el sector o parte
del derecho penal especial que, probablemente, tiene más interés en estos
momentos: el derecho penal económico.
En efecto, podemos decir que no hay sector de la sociedad que no cuente, además
de con su regulación, con un tratamiento penal de las infracciones más graves a su
normativa (así, existe un derecho penal deportivo, alimentario, de la seguridad vial,
de las relaciones laborales, del ámbito empresarial, etc.).
Además, se han ido delimitando dos grandes razones o motivos para tipificar nuevos
delitos o subtipos delictivos de delitos ya existentes y que han dado lugar a un
derecho penal de riesgos y a un derecho penal securitario.
Concebida la sociedad actual como una sociedad de riesgos (BECK 2006) se acuñan
delitos de peligro abstracto para tutelar el interés público, lo que explica los nuevos
delitos contra el medio ambiente, los delitos conta el mercado y los consumidores, la
ordenación del territorio o contra la seguridad vial.
Esta expresión (DÍEZ RIPOLLÉS 2004) supone el empleo del derecho penal para
defenderse de amenazas a bienes jurídicos individuales tradicionales como la defensa
de la propiedad, la vivienda, la vida o la integridad física.
De todos modos, hay planteamientos teóricos que, por su originalidad, parecen situar
la cuestión en sus justos términos. Pensemos en la obra de Jakobs y su concepción
del derecho penal del enemigo. Esta teoría parte de que existe un derecho para los
amigos (el derecho civil) y otro para los enemigos de la sociedad (el derecho penal)
que supone un paso más allá del derecho penal contra un miembro de la sociedad
que infringe la ley penal.
Eso explica una legislación muy dura para luchar contra fenómenos delictivos como
el terrorismo, el narcotráfico o las organizaciones criminales, para los que se prevén,
incluso, medidas procesales como la incomunicación en las primeras etapas de la
investigación.
Sin embargo, los riesgos de esta corriente doctrinal no son pocos, pues pretende
legitimar un derecho preventivo, de la mano del sentimentalismo social, y se van
incluyendo categorías de ciudadanos que cometen delitos que se consideran
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Esta evolución del derecho penal ha conducido a poner en primer plano una serie de
cuestiones que muestran su permanente contacto con la realidad y permiten hablar
de una actualización constante.
Pues bien, tras lo expuesto líneas atrás, podemos identificar los siguientes temas:
La violencia de género.
La responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Los delitos de odio.
La delincuencia económica.
Los delitos contra el medio ambiente.
La victimología.
La delincuencia de menores.
Los delitos informáticos.
Todos ellos coexisten con importantes modificaciones en temas clásicos, como los
delitos contra las personas, donde temas centrales como los homicidios y sus formas
han experimentado importantes cambios recientemente, como la introducción de la
pena de prisión permanente revisable, la nueva y minuciosa regulación de los delitos
de tráfico de órganos (art.156 bis CP) o las consecuencias de la despenalización de la
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El Código del 95, que es conocido como CP de la democracia, hace honor a su nombre
porque sitúa al individuo en primer plano, frente al anterior de 1973, que iniciaba su
Título Primero del Libro II, con los «Delitos contra la seguridad exterior del Estado»
(el primero era el de traición) y seguía en el Título Segundo con los «Delitos contra la
seguridad interior del Estado».
El CP actual, por el contrario, comienza con la tutela del derecho a la vida, derecho
troncal y soporte ontológico de todos los demás sin el cual estos no tendrían razón ni
existencia posibles.
A partir del Título XIII empiezan los delitos de naturaleza pública: contra el orden
socioeconómico, financiación ilegal de los partidos políticos, delito fiscal y contra la
Seguridad Social, contra la ordenación del territorio, seguridad colectiva, falsedades,
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Pues bien, además de estas dos grandes partes del derecho penal especial, que como
derecho público es un instrumento de defensa social y lo aplican órganos investidos
de ius imperii que imponen penas, en particular la de prisión, que solo pueden
imponer los Jueces y Tribunales (art.25.3 CE), también constituyen los delitos
aquellas conductas consideradas más reprochables según la política criminal de cada
momento, por lo que hay una primera diferenciación con los otros ilícitos que son
también objeto de sanción, pero que por su menor entidad, se albergan en el llamado
derecho administrativo sancionador (DAS), el cual corre a cargo de las
administraciones públicas y se centra, fundamentalmente, en la imposición de
multas, si bien con control judicial, a través de la jurisdicción contencioso-
administrativa.
Dicho lo anterior, es la tutela de los bienes jurídicos, concepto que podemos definir
como los intereses y derechos considerados dignos de protección en una sociedad,
lo que permite clasificar los distintos delitos, para cuya tipicidad se tiene igualmente
en cuenta el principio de fragmentariedad del derecho penal.
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Ello se hace a través de la teoría de los bienes jurídicos, concepto que se debe a la
Escuela de Frankfurt y que tiene como principal referente a HASSEMER y que ha
supuesto abandonar como fundamento del derecho penal actual, otras concepciones
que se basaban en la religión, la moral social, las ideologías o el sentimiento.
En la época actual, el derecho penal pivota sobre el bien jurídico, entendido no solo
como el presupuesto para la tutela de los intereses y derechos de los ciudadanos,
sino ampliado a la protección de bienes colectivos o intereses públicos.
Jakobs lo expresa con toda claridad: el BJ era el fundamento de una sociedad del siglo
XIX, burguesa, pues habla de una sociedad de propietarios, mientras hoy el legislador
trata de proteger otros intereses y valores propios de una sociedad de masas, que
integra a todos sus componentes.
Por un lado, aparecen nuevos delitos y, por otro, nuevas formas de técnica jurídico-
penal para su configuración y aplicación. Así, el derecho penal de riesgos, que
sanciona los resultados, así como la puesta en peligro, de modo abstracto, los delitos
contra la seguridad colectiva, la salud pública o la seguridad colectiva en los que se
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castiga el peligro que para los ciudadanos tienen las conductas, que suponen la
creación o incremento de un peligro desautorizado por la gravedad del riesgo que
suponen.
Lo anteriormente expuesto supone que existe una crítica al concepto de BJ, al que se
reprocha tanto su insuficiencia como que adolece de indeterminación en algunos
casos, que no tiene en cuenta la dinámica social o que en algunos casos es
meramente simbólico (el delito de aborto se persigue escasamente, por ejemplo).
Los cambios más relevantes que está experimentando el orden penal en nuestra
época son muy variados, pero podemos resumirlos en los siguientes:
Internacionalización de la criminalidad.
Criminalización secundaria, subordinada a la denuncia (por ejemplo: los delitos
societarios; o los de violencia de género).
Desbordamiento del derecho penal nuclear ante la llamada euforia legislativa,
especie de neopositivismo artificial, obra del legislador, frente a los delitos
clásicos.
Garantismo a ultranza, pues las vulneraciones de los derechos procesales de las
partes (las garantías) y de los principios del derecho penal, son claves para originar
la nulidad de las resoluciones condenatorias.
Aparición de nuevas categorías penales, fruto de la sociedad de riesgos:
respuestas anticipadas o preventivas mediante los delitos de peligro.
Creciente importancia del nuevo derecho penal: derecho penal económico,
criminalidad informática, medioambiental.
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No puede extrañar, por tanto, que se alumbren nuevas ideas con el fin de afrontar
este problema, que mediante el concepto de paradigma que debemos al filósofo y
científico austriaco Thomas Kuhn para referirse al conjunto de elementos que definen
una disciplina científica durante un período específico, nos llevan a plantear un nuevo
paradigma a modo de ensayo de solución al problema indudable por la que atraviesa
la justicia (penal, en nuestro caso).
La justicia restaurativa
Es preciso superar el modelo de litigiosidad que hace que en España los nuevos
asuntos ingresados cada año en los órganos judiciales sean varios millones, aunque
últimamente ha habido un descenso (de asuntos denunciados) desde los 10 millones
de hace unos años a los 6 millones actuales, a 2020, de los que casi el 70 % son
penales, y origine una tasa de congestión en torno a los 2 millones de asuntos en
trámite y con más presos que Francia, por ejemplo.
De ahí que la necesidad de avanzar hacia otro tipo de justicia se haga cada vez más
necesaria. En ese sentido, la expresión justicia restaurativa se abre camino, cada vez
con más fuerza, y demanda una regulación legal, cuya oportunidad podría ser su
inclusión en la nueva ley de enjuiciamiento criminal que el proceso penal viene
esperando desde hace tiempo.
La mediación penal
La mediación penal aparece como un medio de primera mano para obtener una
justicia más rápida y más justa que, o es reparadora, o no cumple verdaderamente
su papel.
La «justicia negociada»
No contamos en nuestro país con una ley general de la conformidad, sino con
previsiones normativas muy concretas. Y es que, como ha indicado LORCA
NAVARRETE (2005, pp. 135 y 136), «el instituto de la conformidad ha sido
históricamente un total desconocido para la alonsiniana LECrim» y la regulación con
la que finalmente se cuenta, puede calificarse de «torpe» y «cicatera», además de
hallarse «preclusivamente vinculada al término de la actividad de inquisición del
instructor acusador alonsiniano».
porque es muy infrecuente que en este procedimiento se solicite esa pena, pero
incluso cuando la pena es de mayor cuantía es común que se recurra a la práctica
de fingir el desarrollo del juicio —abreviándolo, suprimiendo pruebas— para
solicitar, finalmente, la pena previamente acordada, desde luego inferior a la
inicialmente pedida en el escrito de calificación.
Pero dentro de este, únicamente pueden seguirse por la vía del art.801 LECrim, los
delitos competencia del juzgado de lo penal en los que se solicite pena privativa
de libertad, no superior a tres años de prisión, o a diez años, si es una pena no
privativa de libertad (la pena de multa no tiene límite alguno, por lo que puede ser
objeto de conformidad sin trabas).
Cumplidos los requisitos exigidos por la ley , tanto de orden subjetivo (a) que no exista
acusación particular o, si existiere, que el acusado se conforme con la más grave de
las acusaciones formuladas en su contra, (b) que exista acusación del Ministerio
Fiscal, pues sin tal, no cabe prestar conformidad, (c) que acusado y defensor presten
conformidad, lo que se denomina existencia de doble garantía que implica un
ejercicio sin fisuras del derecho de defensa y (d) que el acusado muestre su
conformidad en declaración que observe las condiciones exigidas por la
jurisprudencia (SSTS 27-12-1999, 14-2-2000 y AATS 11-1-2002,4-3-2002, 10-5-2002 y
25-7-2002): que sea absoluta o plena, es decir, sobre toda la acusación, no sobre
parte; personalísima en el sentido de que como acto intuitu personae, no es
admisible se preste por mandatario; voluntaria, es decir con pleno conocimiento, y
libre, es decir, sin vicio o error invalidante alguno, del consentimiento emitido, como
de orden formal, (a) informe previo del letrado de la AJ de las consecuencias de la
conformidad (novedad introducida por la L 38/2002, en el nuevo art.787.4 LECrim) y
b) que se preste o por escrito en el propio escrito de defensa u oralmente en el
momento del juicio, justo antes del inicio del trámite de prueba, se obtiene una
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Por ello, entendemos que debe avanzarse en este camino y la globalización ofrece un
escenario magnífico para incrementar el conocimiento de leyes y prácticas que
supongan la recepción de buenas soluciones para la obtención del objetivo común,
que es el desideratum de luchar por una justicia más justa.
Anteproyecto de la LECrim
El anteproyecto de nueva LECrim, aprobado el pasado 24/11/2020 (si bien con una
vacatio legis de seis años, lo que hace incierto su desenlace final) prevé la
introducción y consiguiente regulación de estos nuevos instrumentos de la justicia
penal de nuestra época.
Como hemos dicho, de entre los distintos sectores, ramas o partes del derecho penal
especial, está alcanzando una gran importancia el derecho penal económico, lo que
justifica un examen singularizado.
En los últimos tiempos, en efecto, se ha pasado del hurto, robo, etc., a la ingeniería
financiera, un tipo de delincuencia que también se conoce como delincuencia de
cuello blanco, criminalidad de empresa, etc. en el que sus autores pueden
encuadrarse en un tipo criminológico específico, el delincuente de cuello blanco
(financieros, empresarios, políticos…) que se desarrolla principalmente en torno a las
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Caldo de cultivo de estas conductas son fenómenos propios de nuestra época, que se
encuentran particularmente ligados al dinero: el urbanismo, la sociedad de consumo
y las tecnologías de la información, entre otros. Y, junto a ello, delitos que afectan
directamente al Estado, como el delito fiscal, los delitos contra la Seguridad Social o
el blanqueo de capitales.
Se trata, pues, de una nueva realidad que hace necesario invertir más en justicia con
el fin de tener la respuesta adecuada y lo más pronto posible a un tipo de delincuencia
cuyo esclarecimiento no resulta fácil, que se demora en el tiempo y que afecta a
individuos, empresas y al propio Estado.
Regulación jurídica
económica»; y en el art. 131 se afirma que «el Estado mediante ley podrá planificar
la actividad económica general».
El CP actual regula en el Título XIII, que va del art. 234 al 304, ambos incluidos, los
delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico. En dicho título, hay dos
partes no bien diferenciadas: delitos patrimoniales y delitos económicos. Pero en el
DPE podemos incluir, también, delitos que están en otros títulos, como en los Títulos
XIV y XV, respectivamente dedicados a los delitos contra la Hacienda Pública y contra
la Seguridad Social y los delitos contra los derechos de los trabajadores, así como los
delitos conectados a la esfera pública, como financiación ilegal de los partidos
políticos (art.304 bis y ter), la prevaricación administrativa (arts.404 y siguientes), el
cohecho o soborno (art.419 y siguientes) o la malversación de caudales públicos
(art.432 y ss).
Bien jurídico
Notas
Perseguibilidad
Nacional.
Estos delitos tienen, en gran medida, la naturaleza de delitos propios, es decir, que
solo pueden ser cometidos por un círculo cualificado de sujetos que ocupen una
específica posición jurídica y económica y que, por tanto, se encuentren en una
relación especial con el bien jurídico protegido por el derecho penal, lo que podemos
calificar como delitos especiales cuando tienen lugar en el marco de la empresa.
En concreto, aparecen dos tipos de sujetos a los que exigir responsabilidad penal,
personas físicas y personas jurídicas, que tienen en común, en general, que se tratan
de «delincuencias de poderosos», pues es común que aparezcan mezclados políticos,
empresarios, administradores de sociedades, profesionales liberales (abogados,
asesores fiscales, arquitectos…) con la preparación y defensa jurídica que ello supone.
Por otra parte, son inimputables aquellas sociedades que no tengan ninguna clase de
actividad legal, sino meramente residual y aparente para los propios propósitos
delictivos de otros. Se trata de sociedades instrumentales que suelen emplearse para
un uso único, así como de instrumento para la obtención de una plusvalía simulada
mediante la compra y posterior venta de un mismo activo, normalmente un bien
inmueble (por su elevado valor) o activos financieros (por su dificultad para conocer
su valor real); o para la tenencia o titularidad de los fondos o activos a nombre de la
entidad, a modo de velo que oculta a la persona física que realmente posee los fondos
o disfruta del activo.
Sobre ello, se ha dicho que constituye una clara inversión de la carga de la prueba
lesiva del principio de presunción de inocencia, derecho fundamental, del que como
todos los que por su esencia sean aplicables a las personas jurídicas, son titulares y
han de ser escrupulosamente respetados (BACIGALUPO 1999).
Por otro lado, antes de la reforma de 2015 se hablaba de «provecho», término que
tenía un significado marcadamente económico. En cambio, ahora, con lo de
«beneficio directo o indirecto», que como ha aclarado la STS 154/2016, en su
fundamento Jurídico 13º, es un término que habrá que interpretar como «cualquier
tipo de ventaja, incluso de simple expectativa o referida a aspectos tales como la
mejora de posición respecto de otros competidores, etc., provechosa para el lucro o
para la mera subsistencia de la persona jurídica en cuyo seno el delito de su
representante, administrador o subordinado jerárquico, se comete».
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Una serie de delitos que podían cometerse por las personas jurídicas.
Unos criterios de imputación, establecidos en el art.31 bis CP.
Un «beneficio directo o indirecto» de la PJ, derivado del hecho delictivo.
En cuanto a datos de delitos concretos, basta decir que según la Memoria de la FGE
de 2017, entre 2005 y 2017 el número de causas penales en trámite por delitos de
los que se ocupa la Fiscalía contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada se ha
cuadruplicado, siendo el orden de los delitos que más actuaciones procesales han
originado: 1.o prevaricación, 2.o malversación, 3.o blanqueo de capitales y 4.o fraudes
y defraudaciones.
En el primer grupo se incluyen los delitos económicos stricto sensu: los delitos
concursales, delitos contra el mercado y los consumidores, delitos contra la
propiedad intelectual e industrial, administración desleal, delitos societarios, el
blanqueo de capitales, el delito fiscal, los delitos contra la seguridad social, los
delitos contra los trabajadores, con especial referencia al delito de riesgos
laborales, los delitos contra la ordenación del territorio y el llamado «delito
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ecológico».
En el Código Penal, se recogen todos estos delitos, por lo que no hay nada mejor que
poder consultarlos directamente. Sin embargo, podemos clasificarlos en tres grupos:
delitos económicos, delitos de naturaleza mixta y delitos relativos a la corrupción
política.
En principio, los delitos económicos son dolosos o no son. Pero hay conductas
delictivas que pueden ser sancionadas penalmente, simplemente a título de culpa o
imprudencia. Son las siguientes:
Las insolvencias punibles. El art. 261 bis castiga a las personas jurídicas que
realizaran alguno de los delitos de Capítulo VII bis del Título XIII del Libro II del CP,
que abarca desde el art.259 al 261.
Los delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente, incluidos en los
artículos 325 a 331 CP.
El artículo 331, en concreto, indica que los hechos previstos en este capítulo serán
sancionados, en su caso, con la pena inferior en grado, en sus respectivos
supuestos, cuando se hayan cometido por imprudencia grave.
que los lleve a un vertedero, dejándolos este último, seis en la vía pública y dos en
un descampado, no cerciorándose el acusado que su encargo fuera cumplido (STS
1562/2000, de 9 de octubre).
Penas
Las penas que se contemplan para la delincuencia económica son muy variadas, pero,
en general, son elevadas, aunque, naturalmente, no llegan a los niveles de otros
delitos, como los delitos contra la vida o los delitos sexuales.
A título de ejemplo, citamos, con relación a los delitos más comunes de esta
naturaleza, las penas en abstracto, es decir, las que se contemplan en el Código Penal,
que luego han de imponerse en cada caso, en función de la petición de las
acusaciones, concurrencia de circunstancias modificativas y el arbitrio judicial,
debidamente motivado, teniendo en cuenta la reprochabilidad del caso.
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Las multas expresadas en meses se computan por cuota-día que va de 2 a 400 euros
para las personas físicas y de 30 a 5000 euros por día, si de personas jurídicas se trata.
Las penas aplicables a las personas jurídicas, que todas tienen la consideración de
graves, son las siguientes:
Pues bien, la regla 1ª del mencionado art.66 bis CP, establece, con carácter general
para decidir sobre la imposición y la extensión de las penas previstas en las letras b)
a g) del apartado 7 del art. 33, estos tres criterios:
u otra, al delito cometido, sin más criterios para decidir, que los tres acabados de
exponer.
Por último, en relación con las circunstancias atenuantes y agravantes, el art.66 bis
CP, remite a las reglas generales previstas para las personas físicas en las reglas 1ª a
4ª y 6ª a 8ª del art.66.1 CP y, en cuanto a la imposición de penas por plazo superior a
dos años, se exige en el art.66 bis 2 CP: que la persona jurídica sea reincidente o que
la misma se use de modo instrumental.
Tabla 2. Artículos del CP que se aplican según el delito. Fuente: elaboración propia.
Pero es importante tener en cuenta que estas medidas son potestativas, requieren
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motivación, se rigen por el principio acusatorio (es decir, deben ser solicitadas) y solo
pueden imponerse tras la preceptiva contradicción de las partes.
BECK, U. La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Paidos Iberica, 2006.
Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Boletín Oficial del
Estado, núm. 281, de 24/11/1995. Disponible en:
https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1995-25444
LORCA NAVARRETE, A.M. Materiales para una necesaria y urgente reforma de la Ley
de enjuiciamiento criminal en orden a la superación de su modelo acusatorio formal.
San Sebastián: Instituto Vasco de Derecho Procesal, 2005.
Legislación
Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Boletín Oficial del Estado,
24 de noviembre de 1995, núm. 281. Disponible en:
https://www.boe.es/buscar/pdf/1995/BOE-A-1995-25444-consolidado.pdf
Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de
23 de noviembre, del Código Penal. Boletín Oficial del Estado, núm. 77, de 31/03/2015.
Disponible en: https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2015-3439
Ley 4/2015, de 27 de abril, del Estatuto de la víctima del delito. Boletín Oficial del Estado,
núm. 101, de 28/04/2015. Disponible en:
https://www.boe.es/eli/es/l/2015/04/27/4/con
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ALASTUEY DOBÓN, C. «Discurso del odio y negacionismo en la reforma del Código Penal
de 2015». Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología. 2006, núm. 18-14, pp. 1-
38. [consulta: 22 de junio de 2021]. Disponible en:
http://criminet.ugr.es/recpc/18/recpc18-14.pdf
Una lectura básica sobre el aspecto concerniente al discurso del odio y del
negacionismo, que no solo analiza la regulación tras la reforma de 2015, sino también
la regulación anterior y ofrece un panorama global del tema tratado.
QUINTERO OLIVARES, G. Adonde va el Derecho Penal. Reflexiones sobre las leyes penales
y los penalistas españoles. Madrid: Civitas, 2004.
Una lectura que permite abordar el problema de la tendencia reformista del sistema
penal español, que ha experimentado multitud de reformas prácticamente desde el
inicio.
VALLE MARISCAL DE GANTE, M. «La reforma del Código Penal de 2015». Foro: Revista de
ciencias jurídicas y sociales. 2015, vol. 18, núm. 1, pp. 317-337. Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5296277
Una lectura básica sobre la reforma penal de 2015, que explica las claves de la
reforma y los principales aspectos y novedades introducidas en la misma.
3. Uno de los siguientes delitos no está considerado como de los de mayor actualidad
en nuestra época:
A. El delito informático.
B. El maltrato familiar.
C. El delito ecológico.
D. El robo.
7. La justicia de conformidad:
A. En los juicios rápidos, supone la pena solicitada reducida en un tercio.
B. Consiste en fijar la pena que considere más adecuada la defensa.
C. Solo se aplica a las calificaciones jurídicas.
D. La pena final depende de lo que establece la ley que la contempla.
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