en Búsqueda de Mi Identidad
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En Búsqueda De Mi Identidad
“Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en
memoria… y me dijo: Mi siervo eres, ... en ti me gloriaré.” — Isa. 49: 1 b, 3.
Como creyentes nuestra identidad se basa en Dios y en su plan para nosotras como sus hijas amadas.
Desde la creación Dios estableció el valor de la persona hecha a su imagen. Alguien ha dicho que una de
las razones porque debemos volver a estudiar los primeros capítulos de la Biblia es para reconocer
dónde estábamos, y cómo volver a recobrar nuestro lugar en el plan perfecto de Dios.
Aunque la Biblia pone un alto valor en la persona, sin embargo, hay mujeres cristianas que tienen un
autoconcepto
ncepto tan pobre que ni siquiera pueden pensar que Dios les puede hablar, llamar y usar en su
obra. Esto no es solamente la idea de no ser digna, sino la idea de ser una persona totalmente carente
de valor y significado. Sin un sentido adecuado de identida
identidad d la persona no puede permitirse oír la voz de
Dios y su llamado a realizarse como su creación tan especial.
Como mujeres cristianas colocamos nuestra identidad en Dios; con un autoconcepto con esta base
podemos desarrollarnos cada día más como personas ve
verdaderamente humanas.
Esta es una de las preguntas básicas, y difíciles, para la mujer que quiere llegar a ser la persona que Dios
quiere que sea. Como creyentes debemos empezar la respuesta así: “Soy mujer hecha a la imagen de
Dios, salva por
or Cristo, y colaboradora en su Reino.” Pero aunque lo creemos con la cabeza, o podemos
afirmarlo cuando otro nos lo dice, no lo vivimos y no entra en la realidad de nuestra identidad.
Una manera de expresar la creencia teológica de que somos creados en la imagen de Dios es en cuanto
a la autoestima que se manifiesta en nuestra aceptación de nuestra unicidad. Soy un individuo, soy
única, no hay otra persona en el mundo como yo. ¿Cómo puedo vivir de tal forma que esté llegando a
ser yo misma lo que Dios ha querido
uerido para mí como persona? Tengo la responsabilidad de formar mi
individualidad.
En las primeras semanas de la vida uno no reconoce su individualidad. Todavía se considera parte del
cuerpo de su mamá y toda su supervivencia depende de esta relación. Es ddurante
urante estos primeros meses
de la vida cuando uno aprende a tener confianza en otras personas. Al carecer de experiencias positivas
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con su madre y con otras personas de significado, llegará a ser una persona desconfiada durante toda su
vida.
El famoso psicólogo
ólogo Cordón Allport dice que hay tres aspectos de la autoconciencia que se desarrollan
gradualmente durante los primeros tres años y que quedan con la persona durante toda su vida:
El sentido corporal se empieza a sentir cuando el niño se da cuenta de que tiene manos, pies y cara.
Descubre que ¡es más que una extensión de su madre! De este principio se desarrolla un sentido
sent de
orgullo o vergüenza de su cuerpo, muchas veces exagerado. Cuántas de nosotras tenemos un
autoconcepto basado básicamente en nuestros cuerpos y el concepto que tenemos de ellos.
Pero el niño empieza a darse cuenta de que es una persona, empieza a sensentirse
tirse distinto de otras
personas y a resaltar su identidad. En este período parece que mío es su palabra favorita. No es que
quiera ser antipático, sino que quiere saber hasta dónde llegan sus parámetros en este desarrollo de su
identidad.
“Instruye al niño en su camino (en su camino particular) y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
O sea, cada persona tiene su camino, un camino especial que le dirige hacia su propia individualidad. Los
padres que conocen a su hijo en esta forma van a darle la mejor instrucción y la mejor formación que se
ha podido realizar.
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El desarrollo de la identidad de la persona es tarea de la vida, pero se basa en estas experiencias básicas
de la niñez. En el concepto teológico somos llamados por Dios a un pacto de servicio y compañerismo
con él mismo. Así se va desarrollando el concepto de la identidad. El creyente no debe decir “soy así
porque mis padres eran así”, o “porque me trataron así”. Cada persona es responsable por lo que es,
por la forma en que ha utilizado
do las experiencias de la niñez, la juventud y el resto de la vida. Pero
anímense, Dios colabora con nosotras en esta tarea. Un nombre muy especial para Jesús es Emanuel.
Dios con nosotros; Dios con nosotros en la búsqueda, el hallazgo, y la realización de nuestra identidad.
Cuando no sabemos quiénes somos, somos vulnerables, no solamente frente a alguien que nos podrá
controlar o manipular, sino también por la tentación de controlar o manipular a otros.
Pero
ero cuando somos vulnerables y lo reconocemos, en este momento Dios puede ayudarnos por medio
de nuestra apertura a él. Al reconocer nuestra humanidad, reconocemos la necesidad de mantener la
relación humana abierta. Quiénes somos como seres humanos depend
depende
e en parte de la manera en la
cual reconocemos y respetamos los derechos de otros en nuestro alrededor y en el mundo entero.
La teóloga Letty Russell dice que hay tres ingredientes esenciales para mantener la vida en forma
humana. En tiempos de tanta deshu
deshumanización son de un valor incalculable. Son:
(1) La necesidad de ser tratado como sujeto y no como objeto. Hoy día se habla de la masifícación y la
cosificación de la persona. Según el diccionario la palabra significa considerar como cosa algo que no lo
es. Es la no-persona,
persona, la persona sin nombre, sin cara; es un objeto, Dios jamás trata a la persona como
un objeto, sino como un sujeto: ama al individuo, lo llama por su nombre.
El filósofo judío Martín Buber ha enseñado que hay dos relaciones básicas: Yo
Yo-Tú
ú y Yo-Ello.
Yo Yo-Tú es
cuando la persona trata a otro como persona, como un sujeto. Yo
Yo-Ello
Ello es cuando la persona trata a otro
como una cosa, como un
objeto. La primera relación da vida, la segunda mata. Mi identidad como mujer cristiana se basa en
relaciones de Yo-Tú
Tú cuando trato a otros como sujeto, y siento que yo también recibo este trato.
(2) La posibilidad de participar en la formación de su propio futuro. Puesto que expresamos nuestra
humanidad por medio de crear nuestra historia y darle sentido, perde
perdemos
mos este elemento esencial
cuando andamos como una persona sin esperanza. Hay muchas personas que no tienen ninguna
oportunidad de expresar su opinión sobre su futuro. Sus padres deciden lo que será su profesión, dónde
va a vivir, con quién se puede casar, etc. Otros son limitados por las condiciones sociales o económicas y
así no tienen voz en cuanto a su futuro. Estas personas siempre van a sentir que tienen un vacío en el
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desarrollo de su vida y de su propia humanidad. Se ha comprobado que la persona que tiene esperanza
sobrevive las circunstancias más difíciles y afronta con coraje los problemas porque hay algo por lo cual
vivir. Así cuando la persona sabe que puede participar en la formación de su propio desarrollo y futuro,
la vida toma otra dimensión, es valiosa, tiene nuevo significado, es más humana.
(3) Una comunidad donde uno puede sentir su apoyo y su amor, donde es tratado como sujeto, y
donde es apoyado como participante en la formación de su propio futuro y del futuro común del grupo.
Una de lass cosas más horribles es estar sola, completamente sola. En las instituciones de corrección el
castigo más efectivo que se usa es el aislamiento total de la persona, así pueden controlarla. En la
soledad la persona llega a ser no
no-persona, los rasgos de su humanidad disminuyen, se deshumaniza en
todos los sentidos.
La iglesia como una comunidad de hermanos, como el cuerpo de Cristo, ofrece al creyente este apoyo
en su búsqueda de su propia humanidad y del desarrollo de un trato humanizante con otros.
Mantenemos
mos nuestra identidad como personas auténticas y humanas cuando reconocemos nuestra
humanidad, cuando rechazamos la deshumanización tan prevalente en nuestra sociedad y tratamos en
forma humana a los demás resaltando su dignidad como personas. Así llegamos a ser cada vez más una
persona humana.
A Dios le interesa que todos sus seguidores tengamos una oportunidad para crecer y desarrollar toda
nuestra potencialidad. Para él cada uno de nosotros es de mucho valor porque somos:
Dios está obrando constantemente a nuestro favor, dispuesto a afirmar nuestra identidad y relación con
él. Uno de los pasajes que nos da la base para nuestra auto-aceptación
aceptación es Rom. 8:15-17:
8:15
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”
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En su libro Gift from the Sea (Regalo del Mar) Anne Mar
Marrow
row Lindenburg habla del desarrollo de la mujer
en las distintas etapas de su vida. Ella dice que una de las grandes necesidades de la mujer es de ser
entera, sana, una persona completa. La mejor forma de desarrollar este estado de sentirse un individuo
salvo
lvo y sano es de tener tiempo para estar a solas con Dios. Esta relación le permite reponerse como
persona, rehacerse como un individuo, sentirse como una persona completa. Pero hay muchas personas
fragmentadas, hechas pedazos. La mujer cristiana no puede ser así. Ella necesita ser sana, tener una
personalidad íntegra, necesita tener su identidad clara, saber quién es en verdad.
Cuando uno quiere resaltar los ejemplos de Dios como su ayudador, como el que le hace entero, tiene
que reconocer que la Biblia está
tá repleta de estas experiencias. El Antiguo Testamento menciona
repetidas veces cómo Dios entra en la vida diaria de su pueblo, de las personas, para socorrerlas,
acompañarlas, sanarlas, darles vida y esperanza.
El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;
El salmista capta en forma poética la realidad de la actividad de Dios a nuestro favor, haciendo de
nuestra vida una experiencia cada
ada vez más humana y más significante.
Uno podría tomar cita tras cita de los cuatro Evangelios para mostrar la actitud de Cristo hacia la salud
total de la persona. Tomemos el caso de la mujer encorvada que se encuentra en Luc. 13:10-17.
13:10 Diez y
ocho años estaba así; no podía enderezarse. Su situación era triste y crítica. Tal vez era anciana, pero de
todas formas su vida estaba fragmentada y limitada. No podía hacer las cosas que una mujer sana,
entera, completa podría hacer. Su vida era difícil, seguramen
seguramente
te no era tratada como persona, sino como
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problema para su familia, como algo inútil, como alguien que tenía pecados ocultos porque pensaban
que así Dios la había castigado.
Pero, ahora ¡el milagro! En este medio en que la mujer era considerada como algo de d ningún valor,
especialmente una mujer así; donde ningún hombre hablaba con las mujeres en público, mucho menos
las tocaba; donde el sábado era más importante que la persona; en este medio tan negativo Jesús obró
el milagro. Jesús hizo seis cosas con la m
mujer;
ujer; la vio, se dio cuenta de su condición, la llamó, la tocó, la
sanó y defendió su acción delante de todos. No hay duda de que esta mujer fue sanada, fue hecha una
mujer completa. Ella glorificó a Dios por su nuevo estado, su nueva vida, y Cristo, tan sensible
s a las
necesidades de las personas, se refiere a ella como Hija de Abraham. ¡Qué apoyo para su autoestima! Es
el único sitio en el Nuevo Testamento que habla así, algo completamente fuera del pensamiento de
aquellos hombres y de la sociedad orientad
orientada en el hombre.
A esta mujer no persona. Cristo le dio vida y, sin duda, vida abundante.
Y ¿qué de Zaqueo? ¿de Mateo?, ¿de María Magdalena?, ¿de Pedro?, ¿de la mujer adúltera? Todos
tenían una nueva identidad producida por el toque de Cristo en su vida. Je
Jesús
sús dijo: “Yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan. 10:10). Podríamos sentir que él nos dice
también: “Yo he venido para que tengan identidad, y para que la tengan en plenitud.” Acuérdese de sus
palabras: “He aquí, yo estoy
stoy con vosotros todos
los días” (Mat. 28:20 b); “No os dejaré huérfanos” (Juan. 14:18) y “Permaneced en mí y yo en vosotros”
(Juan. 15: 4).
El creyente debe conocer quién es; debe esforzarse para llegar a ser verdaderamente humano; y debe
reconocer que Dios ios es su ayudador constante en la búsqueda y la afirmación de su identidad.
Conozcámosle mejor, más íntimamente; busquemos su rostro; leamos su Palabra; andemos con él a
diario; y así llegaremos a ser sanas, completas, con una identidad humana y cristiana.
cristiana
1. Dibuje un escudo que le represente a usted, a su identidad como persona. Puede dividirlo en cuatro
secciones, dibujando en cada una algo representativo de su vida:
MI ESCUDO Ejemplo:
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2. Haga una lista de actitudes que usted considera importantes para tratar a una persona
person en forma
humana. Después, usando esta lista, calífiquese según su actitud hacia otros.
¿Siente usted que Dios quiere hacer más con usted en cuanto a su identidad? ¿Qué quiere hacer Dios
con usted? ¿Está dispuesta a seguir a Dios en esto?
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