África Siglos X y XV
África Siglos X y XV
África Siglos X y XV
África en el siglo v al xv
Entre los siglos v y xv en áfrica se desarrollaron las sociedades que dieron origen a los
estados de ghana, mali, y los primeros songhai y kanem.
Los persas introdujeron el camello, el cual favoreció el contacto comercial y religioso entre
los árabes y los estados de áfrica central a partir del siglo VII, el norte de áfrica fue uno de
los principales centros de expansión del islam. Tomado del libro norma social para pensar7
El comercio transahariano
África mediterránea es separada del áfrica negra por el desierto del Sahara.
En la antigüedad la colonización de rutas comerciales se conectaron a áfrica y a los
continentes de asía y Europa estas rutas se abrieron después del VIII porque los árabes se
interesaron en expandir el comercio y propagar la religión musulmana.
En las costas africanas los navegantes europeos exploraron desde el siglo XV donde
establecieron el gobierno y más adelante las colonias.
Comercializaron el oro y marfil
las rutas saharianas surgieron como respuesta a la necesidad creciente de las monarquías
cristianas de Europa, que acuñaron monedas con propósitos económicos y políticos.
El comercio permitió:
1.surgimiento de ciudades norafricanas como emporios de caravanas
2.la transferencia de la arquitectura del norte y el sur los tejidos de algodón y un sistema de
pesado
La historia de África comienza con el surgimiento de los primeros homínidos hace unos
cinco millones de años y se extiende hasta nuestros días. El periodo histórico de la Edad
Antigua en África incluye la aparición de la civilización egipcia, el posterior desarrollo de
las sociedades fuera del valle del Nilo y la interacción entre ellas y las civilizaciones fuera
de África. A fines del siglo VII el norte y este de África fueron fuertemente influenciados
por la expansión del islam, propiciando la aparición de nuevas culturas, tales como los
pueblos suajili.
El norte fue dominado por fenicios, egipcios, cartagineses, romanos y el islam, con lo que
su cultura entra plenamente dentro de la órbita europeo-mediterránea.
Al sur del Sáhara, en el Sahel (El Sahel o Sáhel es la zona ecoclimática y biogeográfica de
transición entre el desierto del Sáhara al norte y la sabana sudanesa al sur. Se extiende a
través del norte del continente africano, entre el océano Atlántico y el mar Rojo), se
desarrollan los imperios de:
Ghana, en la región occidental de Sudán; entre el río Senegal y el lago Chad. Ghana era un
reino rico que se beneficiaba de un clima más húmedo que el actual, y de la paz que
suponía estar aislado de las grandes potencias europeas. Este imperio se mantiene desde el
siglo VIII hasta el siglo XIII. Los momentos de plenitud corresponden a los siglos IX y X.
Tombuctú y Gao son las ciudades más importantes. Desde el siglo XI deben hacer frente a
la presión islámica, que ejercen los almohades y almorávides.
Tras la caída del imperio de Malí aparece en la misma región el imperio de Songhay. Su
dominio va desde el siglo XV hasta el siglo XVI. Este reino conoce ya el impacto de los
portugueses.
Además de estos grandes imperios, hay otros reinos estacados como: el de Kanem-Bornu
en el Sudán central hacia el siglo VII; el reino de Benín en la costa de Guinea a la derecha
del río Níger, en el siglo XII; el reino del Congo en la desembocadura del río Congo, hacia
el siglo XIV (en el siglo XV aparecieron en la región los navegantes portugueses); el reino
de Zimbabue-Monomotapa al sur del río Zambeze, cerca de la costa índica, desde el siglo
XI al XVII; y algún que otro reino más, muy efímero.
Sin embargo, estos reinos e imperios no lograron imponer su cultura en toda la región, y
mientras ellos tenían florecientes civilizaciones, e incluso conocían la escritura, otros
pueblos vecinos estaban aún en el neolítico, y así permanecieron hasta el siglo XX.
Durante un periodo que transcurrió entre finales del siglo III a.C. y principios del siglo I,
Roma conquistó Egipto, Cartago y otras áreas del norte de África, que se convirtieron en
los graneros del Imperio romano. El Imperio fue dividido en dos partes en el siglo IV.
Todos los territorios al oeste de Libia siguieron perteneciendo al Imperio de Occidente,
controlado por Roma, y los territorios al este, incluido Egipto, pasaron a formar parte del
Imperio bizantino, gobernado desde Constantinopla. En esta época la mayoría de la
población se había convertido al cristianismo. En el siglo V los vándalos, una tribu
germánica, conquistaron gran parte del norte de África. Los reyes vándalos gobernaron
hasta el siglo VI, cuando fueron derrotados por las fuerzas bizantinas y el área fue
absorbida por el Imperio de Oriente.
Desde sus bases en Egipto, los árabes invadieron los reinos bereberes del oeste y en el siglo
VIII conquistaron Marruecos. Mientras que los bereberes de la costa se convirtieron al
islam, muchos otros se retiraron a los montes Atlas y al interior del Sahara. La minoría
árabe estableció un reino autocrático en Argelia y Marruecos. Los reinos cristianos de Alwa
y Makuria en Sudán fueron conquistados; solo el reino cristiano de Nobatia fue lo
suficientemente fuerte como para resistir a los invasores, y forzar la firma de un tratado que
mantuvo su independencia durante 600 años. Los árabes permanecieron como la minoría
gobernante durante varios siglos.
El comercio a través del Sahara se hizo frecuente durante el siglo VIII. Los guías de
caravanas y los maestros religiosos traspasaron sus valores políticos, religiosos y sociales a
los pueblos de las rutas de comercio. Anteriormente, los invasores musulmanes del Yemen
rechazaron a los pueblos de la costera Aksum hacia el interior y establecieron una serie de
ciudades-estado como Adal y Harar. El mar Rojo pertenecía ahora a los comerciantes
musulmanes.
Varias dinastías rivales surgieron en la costa norte africana. En el siglo VIII los
musulmanes norteafricanos conquistaron la mayor parte de la península Ibérica, y durante
siglos intentaron ataques y expediciones de conquista a la Europa cristiana.
Ya antes de las Cruzadas algunos reinos islámicos muy civilizados dominaban el sur y el
este del Mediterráneo. En el siglo XIV el Sudán cristiano sucumbió ante los ejércitos
mamelucos de Egipto. Los turcos otomanos conquistaron Egipto en 1517 y durante los
cincuenta años siguientes establecieron un control nominal sobre la costa norteafricana. El
poder real, sin embargo, permaneció en manos de los mamelucos, que gobernaron Egipto
hasta que fueron derrotados por Napoleón Bonaparte en 1798. Los etíopes fueron invadidos
por los ejércitos del sultanato de Adal, pero derrotaron en 1542 a los musulmanes con la
ayuda de Portugal. "África" © Escrito por Emmanuel BUCHOT y Encarta
El primero de estos reinos, Ghana, comenzó a existir el siglo V en lo que hoy es el sureste
de Mauritania; su capital, Kumbi Saleh, ha sido excavada en tiempos modernos. Ya en el
siglo XI, los ejércitos de Ghana, equipados con armas de hierro, se adueñaron de las rutas
de comercio que se extienden desde el actual Marruecos a los bosques costeros de África
occidental al sur.
Los bereberes nómadas de la confederación sanhaja (la actual Mauritania central) formaban
el nexo principal entre Ghana y el norte. Una vez que los árabes consiguieron controlar las
costas del noroeste, comenzaron a explotar estas rutas comerciales.
En el centro de las cuencas altas de los ríos Senegal y Níger, Malí evolucionó a principios
del siglo XI a partir de un grupo de las tribus mande. A mediados del siglo XIII, el reino
comenzó un periodo de expansión bajo el vigoroso monarca Sundiata. Se supone que poco
después los gobernantes de Malí se convirtieron al islam. El imperio de Malí alcanzó su
punto culminante bajo el mansa (rey) Musa, que condujo una peregrinación a La Meca en
1324-1325, inició relaciones diplomáticas con Túnez y Egipto, y llevó a varios eruditos y
sabios musulmanes a su imperio; a partir de la época de Mansa Musa, Malí apareció en los
mapas de Europa.
Después de 1400, el imperio decayó y Songay se convirtió en el reino más importante del
Sudán occidental. Aunque Songay data de antes del siglo IX, su gran periodo de expansión
se produjo con el reinado de Sunni Alí y Askia Muhammad. Durante el reinado de este
último el islam prosperó en la corte, y Tombuctú se convirtió en el mayor centro de la
cultura musulmana, famoso por su universidad y su mercado de libros. Atraídos por su
riqueza, los ejércitos de al-Mansur de Marruecos destruyeron la capital de Songay, Gao, en
1591. Tras la caída de Songay, varios reinos pequeños —Macina, Gonja, Ségou, Kaarta—
intentaron dominar el oeste del Sudán, pero las luchas continuas y el declive económico
fueron los únicos resultados. "África" © Escrito por Emmanuel BUCHOT y Encarta.
Este último imperio existía en el siglo VIII como un impreciso reino intermedio al norte y
al este del lago Chad. En un principio fue gobernado por un pueblo nómada, los zaghawa,
pero fueron reemplazados por una nueva dinastía, los saifawa, que reinó desde el año 800
hasta el año 1846 aproximadamente. Los nuevos soberanos se convirtieron al islam en el
siglo XI. A finales del siglo XIV se trasladaron a la región de Bornu, y la zona anterior,
Kanem, fue conquistada por el pueblo bulala procedente del sur. El soberano bornu más
conocido fue Mai Idris Alooma (reinó entre 1580-1617 aproximadamente), que introdujo
armas de fuego compradas a los turcos otomanos. En su momento de esplendor, Kanem-
Bornu controló las rutas saharianas hacia Egipto, pero a mitad del siglo XVII ya había
comenzado su decadencia. "Africa" © Escrito por Emmanuel BUCHOT y Encarta.
Ghana
El primero de estos reinos, Ghana, comenzó a existir el siglo V en lo que hoy es el sureste
de Mauritania; su capital, Kumbi Saleh, ha sido excavada en tiempos modernos. Ya en el
siglo XI, los ejércitos de Ghana, equipados con armas de hierro, se adueñaron de las rutas
de comercio que se extienden desde el actual Marruecos a los bosques costeros de África
occidental al sur.
Los bereberes nómadas de la confederación sanhaja (la actual Mauritania central) formaban
el nexo principal entre Ghana y el norte. Una vez que los árabes consiguieron controlar las
costas del noroeste, comenzaron a explotar estas rutas comerciales. A principios del siglo
XI había consejeros musulmanes en la corte de Ghana, y los mercaderes musulmanes
vivían en grandes barrios de extranjeros desde los que dirigían un comercio a gran escala
muy lucrativo.
En el siglo XI, Ghana fue destruida por los almorávides, una belicosa facción musulmana
fundada entre los bereberes sanhaja. A principios del siglo XI se alzaron en guerra santa
(yihad) y controlaron las rutas de caravanas del Sahara. Entonces el movimiento se separó;
un grupo avanzó hacia el norte para conquistar Marruecos y España, mientras que el otro se
dirigió al sur para destruir (en el año 1076) la capital de Ghana. Durante el siglo siguiente el
pueblo Soso de Futa Yallon, anteriormente vasallos de Ghana, tomó el control del área,
pero fueron conquistados a su vez por los pueblos de Mali en el año 1240
aproximadamente.
Mali y Songhai
En el centro de las cuencas altas de los ríos Senegal y Níger, Mali evolucionó a principios
del siglo XI a partir de un grupo de las tribus mande. A mediados del siglo XIII, el reino
comenzó un periodo de expansión bajo el vigoroso monarca Sundiata. Se supone que poco
después los gobernantes de Mali se convirtieron al islam. El imperio Mali alcanzó su punto
culminante bajo el mansa (rey) Musa, que condujo una peregrinación a La Meca en 1324-
1325, inició relaciones diplomáticas con Túnez y Egipto, y llevó a varios eruditos y sabios
musulmanes a su imperio; a partir de la época de Mansa Musa, Mali apareció en los mapas
de Europa.
Después de 1400, el imperio decayó y Songhai se convirtió en el reino más importante del
Sudán occidental. Aunque Songhai data de antes del siglo IX, su gran periodo de expansión
se produjo con el reinado de Sunni Ali y Askia Muhammad. Durante el reinado de este
último el islam prosperó en la corte, y Tombuctu se convirtió en el mayor centro de la
cultura musulmana, famoso por su universidad y su mercado de libros. Atraídos por su
riqueza, los ejércitos de al-Mansur de Marruecos destruyeron la capital de Songhai, Gao, en
1591. Tras la caída de Songhai, varios reinos pequeños -Macina, Gonja, Ségou, Kaarta-
intentaron dominar el oeste del Sudán, pero las luchas continuas y el declive económico
fueron los únicos resultados.
Al este de Songhai, entre el río Níger y el lago Chad, surgieron las ciudades-estado de
Hausa y el imperio de Kanem-Bornu. Los reinos hausa (Biram, Daura, Katsina, Zaria,
Kano, Rano y Gobir) nacieron antes del siglo X. Después de la desaparición de Songhai, el
comercio transahariano se trasladó al este, donde cayó bajo el control de Katsina y Kano.
Éstos se convirtieron en los centros de un floreciente comercio y vida urbana. Al parecer, el
islam fue introducido en los reinos hausa en el siglo XIV desde Kanem-Bornu.
Este último imperio existía en el siglo VIII como un impreciso reino intermedio al norte y
al este del lago Chad. En un principio fue gobernado por un pueblo nómada, los zaghawa,
pero fueron reemplazados por una nueva dinastía, los saifawa, que reinó desde el año 800
hasta el año 1846 aproximadamente. Los nuevos soberanos se convirtieron al islam en el
siglo XI. A finales del siglo XIV se trasladaron a la región de Bornu, y la zona anterior,
Kanem, fue conquistada por el pueblo bulala procedente del sur. El soberano bornu más
conocido fue Mai Idris Alooma (reinó entre 1580-1617 aproximadamente), que introdujo
armas de fuego compradas a los turcos otomanos. En su momento de esplendor, Kanem-
Bornu controló las rutas saharianas hacia Egipto, pero a mitad del siglo XVII ya había
comenzado su decadencia.
Los primeros restos de la historia de África oriental aparecen en el periplo del mar de
Eritrea (c.100), que describía la vida comercial de la región, así como sus lazos con el
mundo más allá de África. Inmigrantes indonesios llegaron a Madagascar durante el primer
milenio con nuevos productos alimentarios, sobre todo bananas, que pronto se difundieron
por todo el continente. Pueblos de habla bantú que se establecieron en el interior, formaron
reinos basados en el clan y absorbieron a los pueblos bosquimanos y nilóticos que
ocupaban las llamadas áreas interlacustres, o entre lagos, más al interior.
Los colonos árabes ocuparon la costa y establecieron ciudades comerciales. Marfil, oro y
esclavos eran las principales exportaciones. Ya en el siglo XIII se habían creado algunas
notables ciudades-estado. Entre estos reinos zenj se puede citar a Mogadiscio, Malindi,
Lamu, Mombasa, Kilwa, Pate y Sofala. La cultura urbana swahili se desarrolló gracias al
intercambio mutuo de hablantes bantúes y árabes. Las clases gobernantes eran de
ascendencia afro-árabe; las masas eran bantúes, muchos de ellos esclavos. Estas ciudades-
estado mercantiles estaban orientadas hacia el mar, y su impacto político en los pueblos del
interior fue mínimo hasta el siglo XIX.
Los avanzados y complejos reinos de los lagos empezaron su desarrollo en el siglo XIV.
Poco se sabe de su historia primitiva. Una de las teorías afirma que los pueblos cusitas de
las montañas etíopes llegaron a dominar a las tribus bantúes. Se cree que otros cusitas
fueron los antepasados de los pueblos tutsi de la actual Tanzania, Ruanda y Burundi. Entre
los lagos Victoria y Eduardo, los primeros reinos gobernados por los bachwezi florecieron
antes del año 1500, época en la que fueron suplantados por la primera ola de pueblos luo,
que emigraron del Sudán. Los nuevos inmigrantes adoptaron las lenguas bantúes en el país
de Bunyoro, pero en Acholiland, Alurland y el país de Lango (toda la actual Uganda)
conservaron su propio lenguaje. Más tarde se crearon nuevos reinos, entre ellos Bunyoro,
Ankole, Buganda y Karagwe. De estos reinos, Bunyoro fue el más poderoso hasta la
segunda mitad del siglo XVIII. Entonces Buganda comenzó a expandirse, y sus ejércitos
hicieron incursiones por extensas zonas. El reino de Buganda creó una burocracia compleja
y centralizada, en la que los jefes de distrito y subdistrito eran designados por el kabaka
(‘rey’).
Más al sur, en Ruanda, los bachwezi (llamados alternativamente bututsi o bahima en esta
zona) fundaron una aristocracia de pastores de ganado que gobernó a los pueblos bantúes a
partir del siglo XVI.
Reinos centroafricanos
Los reinos centroafricanos son aún menos conocidos que los interlacustres. En la sabana del
Congo, al sur de los bosques tropicales, pueblos de habla bantú establecieron comunidades
agrícolas a comienzos del siglo IX. En algunos lugares se desarrolló el comercio a larga
distancia con la costa oriental; el cobre y el marfil eran las principales exportaciones.
Durante el siglo XIV se estableció el reino del Congo, que dominaba una zona de la actual
Angola entre los ríos Congo y Loge y desde el río Kwango al Atlántico, con un elaborado
sistema político, con gobernadores provinciales y un rey elegido de entre los descendientes
del rey fundador, Wene.
Se cree que los pueblos de habla bantú que se trasladaron al este desde la región del Congo,
durante el primer milenio, asimilaron a los pueblos neolíticos nativos. Más tarde, los
inmigrantes bantúes, llamados karanga, fueron los antepasados del actual pueblo shona. Los
karanga comenzaron a construir el Gran Zimbabwe, un impresionante edificio de piedra
que albergaba a la corte real. También formaron el imperio mwene mutapa, que obtuvo su
riqueza gracias a la minería de oro a gran escala y alcanzó su máximo esplendor durante el
siglo XV.
Etiopía
El único estado cristiano de África, el reino de Etiopía, tuvo que hacer frente a las
invasiones de los agau, antiguas poblaciones indígenas estacionadas en el Nilo Azul. Según
la tradición, la reina judía Judith destruyó Aksum a finales del siglo X y persiguió a los
cristianos durante cuarenta años. La reina pudo ser vencida con la ayuda del soberano de
Nubia, pero fue el fin de la civilización aksumita.
El esplendor etíope fue restablecido por los zagues entre los siglos XI y XIII, durante los
reinados de Marari, Yemrehara Krestos, Lalibela, Naakueto Laas y Yetbarak. A mediados
del siglo XIII se produjo una rebelión contra este último, encabezada por un descendiente
del último rey de la dinastía aksumita, Yekuno Amlak (1270-1285), que trasladó la capital a
Ankober.
Los emperadores llevaban una vida nómada relacionada con la estructura geográfica del
país (grandes montañas y profundos valles), que impedía las comunicaciones y el
transporte. Por ello, para asegurar la autoridad era mejor desplazarse por el territorio.
Amda Seyon reinó con el nombre de Gabra Masqal entre 1312 y 1342. Bajo su reinado
se redactó el Fetha Nagast, código legal, y se rechazaron los intentos de invasión
musulmana realizados por los sultanes de Ifat, que junto a Hadya, Dawaro, Bali y Fatagar
se convirtió en vasallo del emperador etíope.
Su hijo y sucesor, Sail Ared (1342-1372), mantuvo conflictos con la Iglesia y con Egipto
por el encarcelamiento del patriarca de Alejandría, pero Dawit I (1380-1409) firmó la paz,
Walda Anbasa (1409-1412) redujo las tierras eclesiásticas y Yetschak (1414-1429) acabó
con el reinado de Ifat y ocupó Masaua. Los sucesores del sultán de Ifat que habían
emigrado a Yemen fundaron, en Harrar, el reino de Adal, que servirá de base para nuevos
asaltos del islam.
Con Zara Jacob (1434-1468), cuyo reino comprendía desde el Tigré a Ghoa y varios
estados vasallos, se inició un período de reformas religiosas y administrativas, para lo que
nombró un primer ministro o behtwadad.
A este rey le sucedió su único hijo superviviente, Baeda Maryam (1468-1478), quien
puso fin a la persecución religiosa, liberó a los prisioneros políticos, abolió el sistema de
gobierno por delegados establecido por su padre y restauró la antigua forma de gobierno
provincial, con dos behtwadad como jefes de la administración.
Sus actividades militares estuvieron dirigidas contra el paganismo de los doba y contra
los musulmanes de Adal, cuyo rey, Lada Esman, invadió el territorio de Etiopía.
Eskender (1478-1494) accedió al trono cuando aún era menor de edad, por lo que sus
primeros años de reinado estuvieron dirigidos por una regencia formada por el behtwadad,
el aqabé saat (guardián de las horas) y su madre. Durante su gobierno Etiopía era
identificada con el legendario reino del Preste Juan.
Desde principios del siglo XVI se inició en Etiopía una época de agresiones, no sólo
islámicas, sino de otras poblaciones que, procedentes del lago Rodolfo, ocuparon una gran
parte del territorio etíope.
Los reinos situados en el alto valle del Nilo fueron foco de atracción para los
conquistadores árabes, que realizaron frecuentes incursiones desde el norte.
En el año 641 Nubia fue saqueada por el ejército árabe de Egipto y Dongola corrió la
misma suerte diez años después. Su rey, Kalidurat, firmó un tratado por el que se
comprometía a permitir la instalación de mercaderes árabes, a construir una mezquita y a
entregar anualmente tejidos y productos alimenticios. El reino de Aloa permaneció al
margen de estas incursiones.
Las cruzadas occidentales tuvieron repercusiones en estos reinos cristianos, pues cuando
los cruzados se apoderan de El Cairo en el siglo XII, Salah Addin (Saladino) mandó matar
a los mercenarios negros rebeldes y fundó la dinastía ayyubí.
En 1275 el rey David I de Dongola atacó Assuán, pero fue derrotado por los mamelucos,
que entronizaron una nueva serie de dinastas que se mantuvo hasta finales del siglo XIII. A
partir de ese momento Dongola fue tributario de El Cairo.
África occidental
A partir del siglo VIII se empezaron a desarrollar en África occidental grandes imperios
que se sucederán espacial y temporalmente en la zona de territorio comprendida entre el sur
del Sahara y la selva tropical.
Esta zona está incluida en el África tropical media que comprende las mejores tierras
cerealistas en el límite norte del Sahara, mientras que el sur es favorable al cultivo del
arroz. En los límites de la selva se pueden cultivar los tubérculos, como el ñame, y es
propicia al desarrollo de la ganadería.
Además de estas ventajas agropecuarias, hay otros factores que son fundamentales para
explicar el desarrollo de los grandes imperios: el oro del Sudán y las rutas caravaneras que
atravesaban el Sahara.
Cuando los árabes llegaron a Marruecos en el siglo VII y tuvieron conocimiento de las
riquezas minerales existentes más allá del desierto, atravesaron el Sahara y establecieron
enclaves comerciales en los puntos terminales de las rutas caravaneras. De esta forma, los
reyes locales adquirieron una gran importancia al convertirse en intermediarios del
comercio del oro.
Los tres grandes estados que se desarrollaron en el Sudán occidental durante la época
medieval fueron Ghana, Mali y Songay, que intentarán controlar las minas de oro y las
terminales de las rutas caravaneras que atravesaban el Sahara.
Para conseguir este control Ghana tendrá que enfrentarse a los almorávides; Mali a los
tuareg y los songay, y Songay a Mali, los peules, los hausas y los marroquíes.
Ghana
Entre los siglos VIII y XI se desarrolló entre el Senegal medio y el codo del Níger el
reino de Ghana. Según las dos principales obras históricas redactadas en el siglo XVII,
Tarik el-Fettach y Tarik es-Sudan, los primeros soberanos fueron beréberes procedentes del
Sahara.
La base económica del reino de Ghana consistía en ser el gran mercado de intercambios
entre el mundo norteafricano y el de la sabana nigeriana. Las caravanas saharianas llevaban
la sal de Idjil y Taghaza, que era cambiada por cereales, oro y esclavos.
La primera dinastía berébere fue relevada a finales del siglo VIII por la fundada por
Kaya Maghan Cissé, que ocupó el trono con el nombre de Cissé Tunkara. Esta dinastía
negra se mantuvo hasta el siglo XI.
En esa época el reino de Ghana alcanzó su máxima extensión, riqueza y poder. Por el
este, llegó hasta Tombuctú; por el oeste, hasta Senegal, y por el sur, hasta el río Baulé. En
el norte tuvo que enfrentarse a los nómadas beréberes que intentaban controlar la ruta que
desde Marruecos pasaba por Audaghost y terminaba en Ghana.
Fueron las incursiones de los beréberes las que acabaron con la prosperidad de Ghana,
pues las tribus de tuareg que se desplazaban hacia el río Senegal habían comenzado a
controlar la ruta sahariana. A comienzos del siglo IX los sanhajas tomaron Audaghost, cuyo
rey gobernó sobre los beréberes del Sahara occidental.
En el año 1042 los almorávides empezaron sus conquistas desde Senegal. Tomaron
Sidjilmasa, fundaron Marrakech (1062) y conquistaron Fez (1063). El soberano de Ghana
les autorizó a construir un barrio en Audaghost, pero una vez instalados, y bajo la dirección
de ‘Abu Baqr, saquearon la capital.
A finales del siglo XI ‘Abu Baqr fue asesinado y el poder político de los beréberes en la
zona sudanesa disminuyó. Ghana recobró una cierta autonomía y su capital fue
reconstruida.
Mali
Será Mali, un nuevo reino negro, el que suceda al de Ghana en la serie de imperios
sudaneses. Su origen geográfico se sitúa en la orilla norte del macizo de Futa Djalon, en la
confluencia del Níger y el Sankarani, cerca de las minas de oro de Buré.
Su centro geohistórico se sitúa más al sur que el reino de Ghana. Este desplazamiento del
centro de gravedad del reino de Mali está en relación con las incursiones de los nómadas
beréberes, pues en esta latitud los camellos no pueden sobrevivir en la estación seca y los
caballos están amenazados por los tripanosomas de la mosca tsé-tsé.
Sus sucesores intentaron levantar un imperio potente y pacífico que atrajera a los
comerciantes mediterráneos. Las conquistas pusieron bajo su control la mayor parte de los
territorios de la sabana, desde el Atlántico hasta el Níger, incluidas las tribus tuareg del sur
del Sahara y las poblaciones de las regiones auríferas.
En el siglo XIV Ibn Battuta, que había estado en Oriente, visitó Mali y describió tres
civilizaciones: la sudanesa, la egipcia y la magrebí. Reconoció en los somalíes cualidades
de organización, alabó la regularidad de las prácticas religiosas y se sorprendió ante la
libertad de las mujeres y la forma de sucesión al trono. También constató el desarrollo de la
agricultura y del comercio.
Pero la anarquía determinará la disgregación del imperio a finales de esa centuria y
principios de la siguiente, a la que no fueron ajenos los ataques de los mossis, en el sur, y
de los tuareg, en el norte.
Songay
Al tiempo que se producía la decadencia del reino de Mali, el reino Songay cobró mayor
importancia. Sus orígenes se sitúan al sur de Gao, sobre el río Níger, zona en la que esta
etnia estaba dividida en poblaciones de pescadores, los sorko, y de cazadores, los gow,
gobernados por un rey-sacerdote que ejercía la autoridad religiosa.
El origen de la dinastía Día, que reinó entre los siglos VII y XIV, es legendario. A
comienzos del siglo XI el soberano animista se convirtió al islam y estableció la capital en
Gao, punto de encuentro de las rutas caravaneras que llegaban de Trípoli y El Cairo.
A principios del siglo XIV la dinastía Sonni sustituyó a la Día y esperó la decadencia que
afectaba al reino de Mali, cuya capital conquistó en el siglo siguiente. En 1468 se apoderó
de Tombuctú, ocupada por los tuareg, y en 1473 de Djenné, en el Níger.
A finales del siglo XV una nueva dinastía, la de los askias, se hizo con el poder dirigida
por Mamadú Turé, que recibió de La Meca el título de califa. El último soberano de los
askia, Isaac II, vio el final del gran imperio levantado por los Sonni, ya que no supo evitar
la amenaza marroquí y su victoria sobre su reino en el siglo XVI.
La región de Futa Toro se extiende a lo largo del valle medio del río Senegal, entre
Dagana y Dembankané. Esta zona es denominada el Tekrur por los escritores árabes, y fue
en el siglo IX cuando se originó la primera dinastía tekruri.
Éstos fueron sustituidos la dinastía de los Tondyon, contemporánea del esplendor del
imperio de Mali. La cuarta dinastía estuvo integrada por varias familias de origen peule que
gobernaron durante el siglo XV.
En la centuria siguiente los peules se rebelaron ayuda del clan tekruri de los deniankes y
reinaron en el Tekrur hasta el siglo XVIII, cuando fue derrocada por los musulmanes.
En cuanto al Senegal uolof, antes del siglo XVI estaba unificado bajo el imperio Dyolof
y dividido en cuatro provincias: Dyolof, Walo, Cayor y Baol. Su origen era mandinga y
poseía una estructura social dividida en castas, igual que en Futa Toro.
El estado Dyolof comprendía desde el lago Guiers hasta Bundu, al sureste, y hasta Futa
Toro, en el noreste. Entre los siglos XIII y XVI controló no sólo a los uolof, sino también la
zona de Sine, Salum y parte de Bambuk.
A mediados del siglo XVI el rey Lélé Fuli Fak murió en la batalla de Danki contra el jefe
de Cayor, Amari Ngoné-Sobel. El enfrentamiento supuso la desintegración del reino y la
reducción de Dyolof. De este desmembramiento surgieron tres estados: Walo, Cayor y
Baol.
Los yorubas son el único pueblo negro cuya realización política tuvo una base urbana.
Las tradiciones sobre el origen de los yorubas son diversas, aunque es posible que hubiera
dos migraciones: una, a través de la selva, hacia Ifé, y otra, hacia Oyo. Estos movimientos
están unidos a otros desplazamientos que llevaron en el siglo IX a la fundación del reino de
Kanem y, en los siglos XI y XII, a la de los primeros reinos hausas. La ubicación definitiva
de los yorubas se produjo entre los siglos X y XI.
Dos ciudades sobresalen en los estados yorubas: Ifé y Oyo. La primera es la ciudad
sagrada, cuyo apogeo se produjo en el siglo XIII y se refleja en la creación de grandes obras
de arte. Su declive coincidió con la fundación de la segunda, Oyo, donde residía el
soberano temporal yoruba.
El poblamiento de esta región es más tardío que el oriental. Aunque las tradiciones orales
aseguran la existencia de múltiples jefaturas, históricamente sólo se ha atestiguado la
existencia de un reino en torno a Tado, formado por pueblos del este y desarrollado en el
siglo XVI.
Sudán
En torno al lago Chad se desarrolló otro grupo de civilizaciones africanas cuyos orígenes
se pueden situar en torno al año 1000. Se constituyeron en punto de reunión del tráfico de
caravanas entre Trípoli y el Mediterráneo, al norte; Egipto, al noreste; el alto Nilo, al este;
los estados del Sudán occidental, al oeste, y las reservas de esclavos, al sur.
En esta región, en la orilla oriental del lago, habitaron a partir del siglo XI poblaciones
negras procedentes del norte y del este hasta que, a finales del XVI, el sultán de Kanem-
Bornu las derrotó.
Los orígenes étnicos de Kanem-Bornu no son muy claros, aunque es probable que en el
siglo VIII llegaran a esta zona tribus nómadas que formaron primero el estado de Kanem y,
después, el Bornu.
La dinastía saifa fue fundada en el año 800 con descendientes huidos del islam, pero el
rey Hume, en el siglo XI, se convirtió al islam y se hizo sultán. La prosperidad del reino
dependía de sus relaciones con el mundo árabe y ésta pudo ser una de las razones que
llevaron a la conversión a los reyes del Kanem.
Fue sobre el comercio de esclavos, patrón monetario y moneda fuerte de los mercados
del Sudán central, sobre el que se fundó la prosperidad económica de Kanem-Bornu, que en
el siglo XII controlaba toda la línea de pozos que va del Chad del Djado.
Durante el siglo XIII subió al trono Dunama Dibalanii, conocido como Dunama II, que
extendió su autoridad hasta el Fezzan, el Uadai y el Níger a expensas de los songays,
entonces pequeño pueblo de pescadores.
Al mismo tiempo, y dentro de los límites establecidos por el Chad, al este; el bajo Níger,
al oeste; el macizo de Air, al norte, y el río Benoué, al sur, se desarrollaron los estados
hausas, cuyo nombre hace referencia a la unidad lingüística.
La fundación de los estados hausas debió de producirse hacia el siglo X: Daura (la
metrópoli) Kano, Gobir, Katsena, Biram, Zegzeg y Rano, denominados «estados
legítimos». Kano, el más conocido, fue fundado a principios del siglo XIII y en el XIV
recibió la influencia del poderoso estado de Mali. Después se convirtió en vasallo de Bornu,
con el que mantuvo relaciones comerciales basadas en el tráfico de esclavos.
Katsena estaba situado en una ramificación de la ruta caravanera que unía Mali y Egipto.
Al igual que en Kano, los mandingas de Mali llevaron el islam, pero la nueva religión fue
aceptada más por el pueblo que por la clase dirigente. En el siglo XV se convirtió también
en vasallo de Bornu.
África oriental
Griegos, persas y árabes habían instalado colonias comerciales en esta zona del
continente y, entre los siglos IX y XIII, se crearon o ampliaron los puertos de Zeila,
Berbera, Mogadiscio y Brava con una población árabe comerciante. De estos puertos se
exportaban pieles, incienso, marfil, plumas de avestruz y esclavos. Las importaciones
consistían en tejidos, objetos de hierro y alfarería.
En esta zona se instalaron los pueblos camitas, pastores nómadas de los que se tienen
noticias desde el siglo XIII y que en el XV ya se encontraban en los reinos de Dancali y
Adal, en el norte de Afar. Pero fue al sur donde se desarrollaron los dos reinos de Ifat y
Adal, que se enfrentaron con los reyes etíopes.
Al este de la zona ocupada por los afar a lo largo del golfo de Adén, entre Zeila y
Guardafui, estaban establecidos los somalíes, que se extendieron hacia el oeste y hacia el
sur. Desde el siglo XIII los hawiyé se establecieron cerca de Merca y una de sus tribus, los
ajuran, fundó un nuevo estado. En los siglos XVI y XVII la presión de los isaq llevará a los
guerreros issa al borde del golfo de Tadjura, en contacto con los afar, de los que adoptaron
sus costumbres.
Zanzíbar, Manda y Kiloa eran establecimientos costeros en los que asentaron los
primeros colonos árabes interesados en el oro y el marfil del Zambeze. En el siglo XII se
incrementó el número de establecimientos musulmanes y, en el XIII, una nueva dinastía
procedente de Arabia llegó al poder en Kiloa y acuñó monedas con inscripciones que
recuerdan a las de los reyes del Decán. Mientras, Zanzíbar se convirtió en sultanato
independiente y durante los siglos XIV y XV era lo suficientemente rico como para acuñar
moneda propia.
Junto a jefes y comerciantes, existía una gran población musulmana más africana que
árabe. La lengua escrita era todavía el árabe, pero la lengua hablada era el swahili que, con
todos los préstamos del vocabulario árabe, ha conservado una estructura gramatical
puramente bantú.
Los portugueses se apoderaron de este sistema comercial y social a principios del siglo
XVI, de forma que el renacimiento de la civilización swahili no se producirá hasta
comienzos del siglo XVIII, cuando los árabes conquisten la costa.
Este primer estado interlacustre fue Kitara, cuyo desarrollo se produjo a comienzos del
siglo XV gracias a su hegemonía sobre un gran número de pequeños estados preexistentes.
El reino sucumbió ante las invasiones de los luo, que ya dominaban Bunyoro, que en los
siglos siguientes pudo resistir el expansionismo de Buganda.
La meseta intermedia
A principios del siglo XVI existían tres estados ricos y potentes al norte y al sur del río
Congo, en su curso inferior. Eran los reinos de Loango, el reino del gran Kakongo y el
reino de Congo. Las semejanzas permiten asegurar un origen común para todos ellos.
A finales del siglo XV se realizaron varias expediciones portuguesas que tuvieron como
resultado la conversión al catolicismo del rey del Congo, aunque muy poco después este
reino quiso liberarse de la tutela de los países europeos, interesados en el tráfico de
esclavos.
Al sur del río Congo se encontraba el reino de Monomotapa, cuyo oro era exportado a la
India desde el siglo X. Los intermediarios de este comercio son los árabes, instalados
primero en Kilwa y después en Sofala.
La actividad del puerto de Sofala hace suponer una economía basada en la caza de
elefantes, el marfil y el mineral de hierro. En el siglo XI apareció un grupo humano
caracterizado por una nueva cerámica, aunque su mayor originalidad será la de emprender
la construcción de obras en piedra, como demuestran las ruinas de Zimbabwe, convertido
desde el siglo XIII en el centro de una organización administrativa que extendía su
autoridad sobre Mapungubwé.
En el siglo XV se consolidó el estado que tenía por capital la ciudad de Zimbabwe y que
se transformó en el imperio de Monomotapa, cuya capital se situaba a orillas del
Musengezi. El área dominada por Monomotapa estaba comprendida entre el Zambeze, el
Sabi y el océano Índico.
Poco después este imperio quedó dividido en cuatro territorios: Quiteve, Sedanda,
Manica y Monomotapa, éste reducido ya a Zimbabwe.
A comienzos del siglo X se produjo una diáspora religiosa y comercial que partió del
golfo Pérsico y estableció enclaves comerciales árabes en la costa oriental de África. Los
árabes, mezclados con las poblaciones negras, generaron la civilización swahili, ya
mencionada.
En el siglo siguiente una primera migración árabe llegó a las Comores. Tanto el nombre
del archipiélago como el de las cuatro islas (Ngazidja, Anjuan, Mayotte y Mohéli) son
árabes. Un poco más tarde, tribus negras de la costa oriental africana llegaron al
archipiélago, que fue islamizado e integrado en la civilización swahili.
Desde las Comores, la civilización swahili tomó contacto con las Seychelles y las
Mascareñas, entonces deshabitadas. Las primeras, compuestas por noventa y dos islas y
atolones, dispersas en una gran extensión marina llena de escollos, fueron exploradas
superficialmente. Las Mascareñas fueron visitadas de forma más sistemática, pero ni
aquéllas ni éstas tuvieron establecimientos musulmanes y fueron colonizadas en los siglos
XVII y XVIII por los europeos.
La población islamizada de las Comores, los antalaotra («gentes del mar»), fundaron en
la costa noreste de Madagascar algunos puertos fortificados, donde los árabes comerciaban
con paños y perlas de cristal de la India a cambio de esclavos negros, cera, miel, arroz y
ganado. Estos puertos estaban en actividad cuando los portugueses descubrieron
Madagasca