Desarrollo Humano y Mindfulness

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DESARROLLO HUMANO Y MINDFULNESS: UNA VISIÓN INTEGRAL DEL CRECIMIENTO

INTERIOR
Juan Alberto Vargas Téllez
PRESENTACIÓN
La presente obra surge originalmente como una iniciativa de la Universidad De La
Salle Bajío, al solicitar que el autor prepare un curso de Desarrollo Humano Personal, que
luego se imparta a través de una versión en línea. Una vez cumplido con el objetivo anterior,
consideré la necesidad de ampliar el documento y modificarlo para editarlo como un libro
breve que pueda ofrecer al lector una visión práctica, sencilla, pero al mismo tiempo
completa, de un programa de trabajo cotidiano para impulsar o fortalecer su propio
crecimiento interior. De este modo, la obra integra una visión general de la teoría de la
Autorrealización de Abraham H. Maslow, del Desarrollo Humano desde la concepción del
Dr. Juan Lafarga Corona, iniciador de este movimiento humanístico en nuestro país y en la
vida del propio autor. También, como tema central, el libro promueve la práctica del sistema
Mindfulness, movimiento relativamente reciente en México, pero con casi cuatro décadas
de existencia, desde sus orígenes en EUA por Jon Kabat-Zinn.
El primer capítulo da una panorámica global del concepto de persona saludable, la
noción de salud integral, los postulados del desarrollo humano, los factores que limitan y
facilitan el crecimiento interior. El capítulo dos aborda el tema de la autorrealización y su
relación con la madurez psicológica, la moderna teoría de la autodeterminación como
esencia de la motivación al crecimiento, la correspondencia entre la autorrealización y la
calidad de vida. En el capítulo tres se revisa el nuevo paradigma de la salud holística o
integral, los fundamentos científicos de la conexión mente-cuerpo y una introducción
teórico-práctica al sistema Mindfulness y a la experiencia de vivir en el presente. El capítulo
cuatro trata sobre el desarrollo interior y el fortalecimiento del carácter, concepto que ha
resurgido felizmente gracias a los esfuerzos de Martin Seligman y su Psicología Positiva. Por
último, el capítulo cinco aborda el importante tema de la evolución de la consciencia
personal y su vínculo con la evolución de una consciencia social.

Juan Alberto Vargas Téllez


Enero 2021

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Contenido

Capítulo 1. La persona saludable

1.1 Concepto de persona saludable


1.2 Concepto de salud integral
1.3 Los postulados del desarrollo humano
1.4 Factores que limitan el crecimiento interior
1.5 Factores que facilitan el crecimiento interior
Capítulo 2. Autorrealización y madurez

2.1 Concepto de autorrealización y madurez


2.2 la motivación para el crecimiento interior
2.3 Autorrealización y calidad de vida

Capítulo 3. El desarrollo integral de la persona

3.1 El nuevo paradigma de la salud: una visión holista


3.2 Fundamentos científicos de la conexión mente-cuerpo
3.3 Formación de hábitos para el desarrollo saludable: el sistema Mindfulness

Capítulo 4. El desarrollo interior y fortalecimiento del carácter

4.1 El carácter y el temperamento


4.2 Inteligencia emocional e inteligencia social
4.3 Felicidad y bienestar
4.4 Las virtudes universales que fortalecen el carácter

Capítulo 5. Evolución de la consciencia personal y social

5.1 Consciencia, madurez y salud integral


5.2 Las etapas del desarrollo de la consciencia
5.3 Consciencia social, armonía social y calidad de vida

Referencias bibliográficas

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Capítulo 1. La persona saludable

1.1 Concepto de Persona Saludable


Hacer referencia al concepto de persona saludable, remite en contraposición al campo
de la psicopatología y al concepto de enfermedad mental (Fierro, 2004); éstos no son
términos en los que haya pleno acuerdo teórico, ni desde la psiquiatría ni desde la
psicología. Y lo mismo sucede con la denominada salud mental. En este libro, no
pretendemos entrar en discusiones teóricas o académicas, así que se tomará como
definición inicial la de la Organización Mundial de la Salud: “La salud mental se define como
un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades,
puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y
fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. En esta concepción se
aprecian aspectos críticos como “consciente de sus capacidades”, “afrontar tensiones”,
“trabajo y productividad” y “contribuir a su comunidad”. Si bien ninguna definición logra
dejar a todos los interesados en el tema plenamente satisfechos, ésta da una visión general
de lo que debería manifestar una persona que se considera saludable.
Por otro lado, Jahoda (1955), menciona tres rasgos típicos de la persona saludable: 1)
un ajuste activo, tratando de alcanzar algún control de su entorno; 2) una percepción
realista de sí misma y de su mundo, y 3) cierta unidad e integración estable personal. Aun
cuando esta propuesta de concepto tiene más de medio siglo, sigue siendo vigente al día
de hoy, excepto porque no incluye un término muy significativo: el bienestar, expresión
frecuente que contrarresta el estado de malestar general de la salud. Fierro (2004) asegura
que este término contribuye a fortalecer el concepto de persona saludable al referirse
también a aspectos anímicos y afectivos o emocionales, es decir, al “bien-ser”, pues de ese
modo también se está incluyendo la calidad de la vivencia y no sólo la supervivencia, lo cual
ahonda hacia la idea de que la felicidad también es parte de la persona sana.
De lo señalado antes, se deduce que resaltan dos aspectos o dimensiones para apreciar
a una persona saludable: la capacidad de adaptación (hacía sí misma y hacia los demás) y el
bienestar, pues de ese modo se tiene una panorámica más completa. La adaptación
conlleva a acciones prácticas y objetivas que realiza una persona para cuidar de sí misma y
de su entorno, y el bienestar implica principalmente la experiencia subjetiva de la persona
a lo largo de su existencia, relacionada de manera estrecha con la felicidad o satisfacción en
la vida.
Haciendo algunos planteamientos prácticos, podemos decir que una persona saludable
se adecúa con armonía cuando:

• Se esfuerza en cuidar de sí misma de manera responsable, lo que implica una


tendencia al desarrollo interior o madurez psicológica.

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• Es flexible para adaptarse a los cambios y retos que la vida le ofrece
continuamente, lo que se conoce como capacidad de autorregulación.
• Procura satisfacer sus necesidades orgánicas, afectivas, sociales e intelectuales
de forma equilibrada, entendiéndose como autocontrol.
• Desarrolla fortalezas o recursos (paciencia, tolerancia, fuerza de voluntad, entre
otros) para afrontar las tensiones, conflictos y demás retos que la vida pone en
su camino.
Una persona logra el bienestar cuando:

• A pesar de las circunstancias adversas mantiene una actitud optimista y se


esmera en dar su mejor esfuerzo.
• Siendo consciente de que el desarrollo personal nunca termina, suele estar
satisfecha consigo misma, con un buen concepto y una sana autoestima.
• Se procura a sí misma experiencias valiosas y enriquecedoras, no espera que
éstas le lleguen de forma circunstancial o “mágicamente”.
• Ante las pérdidas y experiencias dolorosas, su filosofía de vida le permite
afrontarlas con sabiduría y dignidad, para darles el lugar que les corresponde
como parte natural del sufrimiento al que todos los seres humanos estamos
expuestos, por el sólo hecho de ser frágiles y temporales.

1.2 Concepto de Salud Integral


No se requiere de mucha ciencia para entender, con sólo el sentido común, que el
bienestar general de una persona está asociado a su salud integral, esto implica el cuidado
regular o cotidiano de sus diversas esferas o áreas de la vida. ¿Cuáles son éstas? Autores
expertos en el tema disponen de sus propias y diferentes clasificaciones, pero en general
existe cierto consenso al menos en cuatro de ellas: 1) el cuidado de la salud corporal; 2) el
cultivo de emociones positivas y de buenas relaciones sociales; 3) el desarrollo cognitivo-
intelectual, y 4) el desarrollo espiritual o trascendente.
El cuidado de la salud corporal es tan obvio y necesario, como difícil ponerlo en práctica,
sobre todo en un ajetreado y estresante mundo como en el que vivimos hoy en día. Las
prisas diarias para ir al trabajo o a la escuela, las cargas laborales excesivas, las largas y
penosas distancias en las grandes urbes, los alimentos industrializados, la proliferación de
los centros de comida rápida, en fin, tantos y tantos obstáculos que dificultan el asegurar
una buena alimentación y disponer de tiempo para hacer ejercicio. Es un reto de la vida
lograr cierta disciplina y hábitos regulares de alimentarse bien y hacer ejercicio, pero es
posible si uno en realidad lo desea y se esfuerza en lograrlo. No pretendemos abordar con
amplitud el tema de la buena alimentación, conscientes de que hay muchos y excelentes
textos que tratan este tema, pero podríamos resumir algunos puntos básicos al respecto:

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• Comer una dieta balanceada y de acuerdo al tipo de actividad. Entre más sedentaria
sea nuestra actividad laboral, más debemos reducir el consumo de carbohidratos y
azúcares.
• No saltarse el desayuno e ingerir preferentemente jugos, frutas y cereales.
• Comer al menos cuatro veces al día para evitar las grandes “comilonas”, que, con la
pesadez estomacal, favorecen la obesidad.
• La cena debe ser lo más ligera y equilibrada posible, para permitir un sueño
reparador y sin problemas de digestión.
• Siempre que nos sea posible, tratemos de consumir productos frescos y recién
preparados, ya que se aprovechan mucho más sus nutrientes y disminuyen sus
componentes tóxicos.
• En caso de requerir una dieta, siempre es mejor acudir a un profesional de la salud,
pues son muchos los factores a considerar para tener buenos resultados, por
ejemplo: edad, peso, tipo de metabolismo, actividad destacada.
En relación con el ejercicio, también existe toda una cultura y una gran cantidad de
literatura que resulta muy útil, pero al igual que la alimentación, requiere más de voluntad
y disciplina que de aspectos técnicos. Del mismo modo, sólo haremos algunas
recomendaciones generales, prácticamente universales sobre el tema:

• Hagamos el propósito de hacer un poco de ejercicio todos los días, al menos de


caminar. Si no contamos con tiempo para un deporte formal, sí podemos caminar,
ya sea para ir de compras, ir al trabajo, desplazarnos de una oficina a otra, etc.
Siempre que haya ocasión, a caminar.
• Aprender un poco de yoga o gimnasia básicas, nos permite practicar ejercicios
sencillos pero excelentes para estirar y tensar músculos, que además de contribuir
al bienestar físico, ayudan a disminuir el estrés.
• Cada vez es más común que en oficinas e instalaciones industriales, se fomente la
cultura de la salud, creando espacio y tiempo para que los colaboradores se
ejerciten. Si le es posible, sea un promotor en su trabajo de los grupos de actividad
física, los beneficios son grandiosos.
• Aproveche los fines de semana para fortalecer aún más sus buenos hábitos de
actividad física, ya sea practicando algún deporte o simplemente saliendo al parque
o al campo a caminar, correr, andar en bicicleta, entre otros. Además, es una
maravillosa oportunidad de convivir con la familia o los amigos.
La segunda área de cuidado es el cultivo de las emociones positivas y las buenas
relaciones sociales. En el capítulo tres de este libro ahondaremos más sobre la importante
conexión que existe entre nuestros pensamientos, las emociones y la salud-enfermedad del
cuerpo. Por lo pronto, insistiremos en que ya hay suficiente información científica para
asegurar con certeza que las emociones contribuyen de manera determinante en las
funciones básicas del organismo. Tan sencillo como evidente, los estados continuos de

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estrés, depresión, enojo, frustración, entre otros, contribuyen a generar todo tipo de
síntomas físicos como migrañas, gastritis, colitis, lumbago, entre muchas otras. Por el
contrario, el cultivo de emociones positivas como la paciencia, la tolerancia, el buen humor,
la alegría, la solidaridad, etc. favorecen la salud fortaleciendo el sistema inmunológico y
provocando que el sistema nervioso genere sustancias como la endorfina, la serotonina y
la oxitocina, asociadas a estados de ánimo positivos. El procurar mantener sanos vínculos
con las personas con las que interactuamos cotidianamente, va también por este camino.
Es, por tanto, el orgullo y la vanidad lo que nos impide tener una actitud respetuosa y
amable con todas las personas, así como estar dispuestos a perdonar las fallas de los demás
y, por supuesto, a disculparnos o pedir perdón siempre que sea necesario. Los estudios de
Seligman (2006) apuntan que las personas optimistas contra las pesimistas, suelen disponer
de excelentes resultados laborales y gozar de mejor salud; y como veremos más adelante
cuando abordemos el tema de la felicidad y el bienestar, suelen ser más felices y longevas.
La tercera área de cuidado integral de salud es el desarrollo de nuestras capacidades
cognitivo-intelectuales, que implica dedicar tiempo al estudio y desarrollo de nuevos
conocimientos y habilidades, ya sea de manera formal o informal. Muchas personas
cuentan con tiempo y recursos para los estudios formales en instituciones públicas y
privadas, pero hoy en día prácticamente basta con desear estudiar y prepararse para tener
un abanico de oportunidades, a través de instituciones gubernamentales o fundaciones que
ofrecen todo tipo de estudios técnicos, administrativos y humanísticos. Además, existe un
mundo de opciones en la web y en las tecnologías de información. El punto es que el estudio
regular, la preparación continua y permanente a lo largo de la vida, nos ofrece un mayor
nivel de consciencia y madurez para ampliar la perspectiva de la vida y todos los retos que
nos pone en el camino. Ampliar el conocimiento y optimizar las propias habilidades tanto
de oficio o profesionales como para la vida en general, nos garantiza una mayor capacidad
de adaptación a los cambios y un incremento de nuestro bienestar total.
La cuarta y última área, aborda el desarrollo espiritual o trascedente, éste corona nuestra
visión de una salud integral. En efecto, se ha comprobado que las personas que se ocupan,
auténticamente, de atender sus creencias religiosas o espirituales, suelen tener mayor
calidad de vida, pues a través de la práctica de la oración, la contemplación, la meditación,
los retiros espirituales, los cantos sacros, entre otros, logran promover de manera efectiva
emociones saludables y positivas. No se trata de impulsar todas las actividades religiosas
por sí mismas, sino las que nos relacionan con esa fuerza superior o trascedente que cada
persona valora en lo más hondo de su ser. Ese es el punto central del cultivo de la
espiritualidad, estar en contacto con nuestro ser interior, cualquiera que sea el significado
que le demos.

1.3 Los Postulados del Desarrollo Humano

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Antes de mencionar los postulados más importantes del Desarrollo Humano (DH),
conviene hacer algunas aclaraciones sobre el término. La expresión DH suele utilizarse en
diversos campos con claras diferencias conceptuales. En primer lugar, DH puede ser un
contenido médico donde se vincula directamente al estudio del desarrollo del ser humano
abordando el punto de vista biológico, desde que está en el vientre materno, hasta la
senectud. En segundo lugar, DH se usa en la economía para referirse a indicadores sobre la
calidad de vida de la población, tomando en cuenta indicadores como el acceso a servicios
educativos, de salud, agua, electricidad, entre otros; así como a niveles socioeconómicos en
relación con producto interno bruto. Una tercera forma de aplicar el término DH es como
sinónimo de Capital Humano; muchas empresas le asignan este nombre a su departamento
de recursos humanos, queriendo enfatizar la atención por el progreso del personal.
Finalmente, una cuarta forma de emplearlo es como una disciplina derivada de la tercera
fuerza de la psicología, conocida como Psicología Humanista, un movimiento teórico
preocupado por el desarrollo interior de las personas, creado en México por el Dr. Juan
Lafarga en los años sesentas y setentas del pasado siglo XX. En este libro, DH se aprovecha
en este último sentido, ubicando el énfasis en el desarrollo o crecimiento interior de las
personas.
El DH tiene los siguientes postulados fundamentales sobre la naturaleza humana y sus
posibilidades potenciales de crecimiento (Jaramillo, 1994):

• Toda persona es responsable de su felicidad y su amargura, de su mediocridad y su


grandeza. No podemos culpar al destino, a nuestros padres o educadores, de las
elecciones que hemos hecho a lo largo de la vida. Es verdad que las personas que
nos criaron juegan un papel importante en el desarrollo, no obstante, el modo de
ver el mundo es una decisión personal.
• Los seres humanos poseemos cualidades, los defectos no existen como tal, pues en
todo caso un defecto es sólo la ausencia de la explotación o cultivo de alguna
cualidad. Esto implica, en materia de crecimiento interior, poner la atención en
trabajar en nuestras virtudes o fortalezas, como la templanza, la solidaridad, la
sabiduría, el valor y la humildad.
• Existe un impulso o una tendencia natural al crecimiento, que no es posible ahogar
o reprimir. El medio ambiente, la sociedad, la cultura pueden desviar o detener de
forma transitoria esta tendencia, pero poco a poco brotará con fuerza y nos
impulsará hacia adelante, al desarrollo de todas esas potencialidades dormidas.
Frenar, aun cuando esta tendencia sea temporal, se convierte en un motivo de
malestar y desajuste psicológico, que tarde o temprano también afecta la salud en
general de la persona. Es por ello que es saludable atender el interior, lo contrario
lleva a la neurosis e incluso a la psicosis.
• No reaccionamos a la realidad, sino a la percepción que cada uno de nosotros tiene
de ella. No vivimos en el mundo, sino que cada quien vive en el mundo que ha
construido. Como lo afirman tantos grandes pensadores del existencialismo, la
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fenomenología, la psicología humanista y ahora, recientemente, los físicos de la
teoría cuántica, los seres humanos, como seres perceptuales y conscientes, le
damos significados particulares a cada fenómeno y experiencia que afrontamos día
a día, momento a momento.

1.4 Factores que limitan el crecimiento interior


Como lo hemos dicho antes, la tendencia natural al crecimiento permanece a lo largo de
la vida, si bien puede detenerse o desviarse inadecuadamente. Muchos son los obstáculos
o factores que ocasionan esto. Mencionaremos los más importantes (Jaramillo, 1994; Ellis
y Grieger, 1990):

• Las falsas certezas o creencias irracionales. Las personas solemos acumular, desde
temprana edad, infinidad de creencias o ideas equivocadas sobre todo tipo de
asuntos, sólo porque fueron inculcadas por figuras de autoridad relevantes. Sobre
la salud psicológica, por ejemplo, afirma Eric Berne (1964), que en caso de tener un
divorcio amistoso de los padres o aquellas personas que más influyeron en nuestras
vidas. Por supuesto, lo importante, más que la distancia física, es la distancia
emocional, aprender a ver la vida desde nuestra perspectiva y que, sobre todo, nos
impulse a continuar con el propio desarrollo.
• Los automatismos o la mecanicidad del pensamiento. Sabemos que la mente es la
gran función que nos distingue de las demás especies, pero es un arma de dos filos,
es nuestra gracia y desgracia (Vargas, 2014a); por una parte, los pensamientos y
conductas automáticos, adquiridos por años, conceden muchas habilidades y
destrezas, como manejar un automóvil, practicar un deporte, dominar idiomas,
hablar fluidamente, entre otros. Pero, por otra parte, también se convierten en
verdaderos obstáculos del crecimiento cuando nos llevan a reaccionar desde una
condición involuntaria ante situaciones nuevas, que, por asociación con
experiencias pasadas, provocan sentimientos y emociones negativas, lo que impide
vivir de forma fresca, espontánea y creativa. Esta mecanicidad mental contribuye en
modo sustancial a mantener nuestra neurosis cotidiana y a generar todo tipo de
síntomas físicos que empobrecen la calidad de vida.
• La emisión de juicios o críticas, sobre todo hacia otras personas. Esta frecuente
característica humana resta energía y fortaleza para impulsar nuestro crecimiento
de muchas maneras: primero, porque pareciera que al enjuiciar a los otros nos
creemos superiores o mejores personas, o afirmamos que al menos están peor que
uno mismo. Segundo, porque las críticas suelen lastimar a las personas y debilitar la
interrelación, especialmente con aquellos con los que convivimos en lo cotidiano.
En tercer lugar, como dirían los psicoanalistas, los juicios suelen ser meras
proyecciones de nuestras propias debilidades. En cuarto lugar, por lo general, los
juicios son sólo opiniones sin fundamentos, no aspectos basados en hechos. Y aun
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cuando lo sean, no dejan de ser sólo un particular punto de vista, no la verdad del
asunto.
• Las profecías que siempre se cumplen o el pensamiento fatalista. Los pensamientos
recurrentes sobre posibles desgracias o acontecimientos desagradables pueden
invadirnos con frecuencia, a veces de forma obsesiva, ya sean por cosas que nos han
sucedido en el pasado o que hemos visto que les han sucedido a otros. Al alimentar
estos pensamientos, solemos estar buscando indicios en los demás o en los
acontecimientos que observamos, para corroborar que estas posturas fatalistas se
están cumpliendo. Partiendo de lo que comentamos anteriormente sobre que
somos constructores de realidades, no es difícil llegar a la conclusión de que en
buena medida estamos provocando aquello de lo que nos queremos alejar.

1.5 Factores que facilitan el crecimiento interior


Como ya se dijo, favorecer nuestro natural potencial de crecimiento interior se hace a
través del trabajo con las propias fortalezas y virtudes; más adelante dedicaremos
espacio para hablar sobre ello. Ahora interesa puntualizar, en contraposición a los
factores que limitan nuestro desarrollo, algunos factores o cualidades humanas que lo
favorecen (Vargas, 2014b):

• Hacernos responsables del propio desarrollo. Es evidente, pero no está de más


plantearlo como punto de partida del crecimiento interior. Asumir plena y
conscientemente quiénes somos cada uno puede hacer algo por el cambio
positivo.
• Tratar de mantener una comunicación asertiva con todas las personas con las
que interactuamos. Expresar lo que sentimos y las necesidades que tenemos que
satisfacer de un modo adecuado, oportuno y respetuoso son clave en las buenas
relaciones humanas. Y por supuesto, permitir que los demás lo hagan también.
• Ser sensibles a las necesidades de las demás personas, permitiendo que
expresen sus sentimientos y opiniones de manera abierta y franca. La
sensibilidad o el tacto hacia las demás personas nos abre muchas posibilidades
de aprendizaje y retroalimentación sobre la propia conducta, lo que facilita el
desarrollo de nuestro potencial de crecimiento.
• Aprender a ser sistemático y constante en lo que emprendemos. Se sabe que el
éxito en las diferentes esferas de la vida no depende sólo de la inteligencia, sino
sobre todo de la capacidad de ser perseverante. Adquirir hábitos positivos para
cuidar o cultivar todas estas esferas de vida, requiere un esfuerzo asiduo.
• Una mente flexible y abierta al cambio. Hacer el esfuerzo cotidiano, momento a
momento, por tener presente que estamos expuestos a nuestras falsas certezas
y pensamientos irracionales es fundamental. Una mente abierta lucha con

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tenacidad para evitar caer en este mal hábito de una perspectiva mecánica o
automática. Lo opuesto a la mecanicidad es el estado de alerta aquí y ahora.
• En las relaciones humanas, es oportuno estar dispuesto a encontrar ideas o
acuerdos sinérgicos, basados más en el diálogo inteligente y paciente que en la
imposición de ideas. Saber escuchar y saber hacer preguntas agudas para
descubrir soluciones creativas a las diferencias, es de gran ayuda para lograr
vínculos humanos armoniosos, basados en el respeto fundamental a la persona,
empezando por nosotros mismos.
• Buscar vivir felizmente en el aquí y ahora, en el maravilloso e inacabable
presente. Estar ligados o apegados al pasado, a las experiencias que marcaron
positiva o con negatividad nuestras vidas, así como preocupados de modo
obsesivo por el futuro, resta energía y tiempo para disfrutar del hoy, que es lo
que de verdad tenemos.

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Capítulo 2. Autorrealización y Madurez

2.1 Concepto de Autorrealización y Madurez: una visión del Crecimiento Interior


El concepto de autorrealización fue en especial abordado y popularizado por el
psicólogo Abraham H. Maslow (1979), pionero fundador de la denominada psicología
humanista, quien explica que la autorrealización es una cualidad esencialmente humana
que impulsa a las personas a esforzarse por desarrollar todo su potencial o crecer desde su
interior. La autorrealización no es una etapa a la que se llega después de muchos años de
trabajo interior, más bien se entiende como un proceso permanente a lo largo de la vida.
En este sentido, la autorrealización puede ser sinónimo de madurez psicológica o
crecimiento interior, distinguiéndola de la madurez sólo biológica. De este modo, una
persona cercana a la vejez no está exenta de evidenciar un comportamiento inmaduro, no
acorde a lo que se esperaría de ella; por otro lado, un joven de veinte a treinta años puede
manifestar una conducta muy asertiva en relación a esa edad. De modo que el desarrollo
psicológico no va ligado a la edad cronológica, como mínimo en las personas adultas.
Maslow (1982) estudió cientos de casos de personas que él consideraba autorrealizadas
o maduras, llegando a la conclusión de que independientemente de la cultura, la edad y su
condición social comparten características como las siguientes:

• Percepción más eficiente de la realidad y relaciones más cómodas con ella.


• Aceptación de sí mismo, de otros y de la naturaleza.
• Espontaneidad.
• Enfoque del problema; saberse centrar en la tarea específica.
• Cualidad de separación; necesidad de estar solo al menos por un tiempo.
• Autonomía, independencia de la cultura y del medio ambiente.
• Novedad continuada de expresión; no dejar de sorprenderse.
• Experiencia mística; sentimiento oceánico.
• Sentimientos hacia la humanidad de identificación, simpatía y afecto.
• Relaciones interpersonales sanas.
• Estructura del carácter democrático.
• Discriminación entre medios y fines.
• Sentimiento filosófico de “buen humor”.
• Creatividad.
• Resistencia a la “enculturación” (no dejarse influir sin criterio propio).
Por otro lado, Carl Rogers (1988), otro gran psicólogo humanista, estableció el perfil de
la persona madura o el “hombre del mañana”, en la consideración de que por el momento
es más la excepción que la regla, de esta forma:

• Apertura interna y externa al cambio, a nuevas formas de vivir, de ver y de ser.


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• Deseo de autenticidad, rechazo de la hipocresía, la falsedad o el llevar una vida
doble, secreta.
• Cierto escepticismo hacia la ciencia y la tecnología, hacia lo que pretende la
conquista y el control de la naturaleza y de las personas, a la vez de apoyo y
colaboración con la ciencia y la tecnología que llevan a la autoconciencia y el
autocontrol.
• Deseo de armonía que evite dicotomía y busque la totalidad de la vida con el
pensamiento, los sentimientos, las energías físicas y psíquicas.
• Deseo de intimidad, de nuevas formas de cercanía, de comunicación tanto
intelectual como emotiva.
• Persona en proceso. La persona del mañana está convencida de que la vida es
dinámica, en cambio constante; vive este proceso de transformación y corre riesgos
que le lleven a ser y crecer.
• Capacidad de amar, deseo de brindar ayuda a otros cuando en realidad la requieren.
La persona del mañana es gentil, sutil, aguda, no-moralista, no-juez y está
preocupada por los demás.
• Contacto con la naturaleza. Esta persona es amante de la naturaleza y ha
desarrollado una conciencia ecológica que le permitirá el placer de aliarse con la
naturaleza en lugar de luchar o tratar de conquistarla.
• Anti institucionalidad. Esta persona posee antipatía por las estructuras inflexibles,
altamente estructuradas o burocratizadas; piensa que la existencia de instituciones
se justifica sólo si sirven a las personas y no a la inversa.
• Autoridad interna. La persona del mañana tiene confianza en su propia experiencia
y desconfianza de las autoridades externas impositivas; es libre para, de acuerdo
con sus propios juicios morales, desobedecer cuando sea necesario las leyes que
considera injustas.
• Desapego de bienes materiales. El dinero y el estatus social no son los objetivos de
esta persona, quien valora más el ser que el tener.
• Tendencia al desarrollo espiritual. La persona del mañana desea encontrar el
significado y propósito de la vida, que va más allá de lo humano; examina los
caminos por los que el hombre ha localizado los valores y las fuerzas que le permiten
trascender y vivir en paz interior.

2.2 La Motivación para el Crecimiento Interior: la autonomía


Cuando Maslow publicó sus ideas sobre la autorrealización y la jerarquía de las
necesidades humanas, insistió en que había mucho por hacer en materia de investigación
para consolidar lo que llamaba hipótesis de trabajo. Más de medio siglo después puede
considerarse que su visión rindió frutos, pues diversos investigadores siguieron sus pasos y
robustecieron el estudio científico de la tendencia al crecimiento interior. La propuesta

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teórica más seria en esta perspectiva es la del grupo de investigadores de Rochester, Nueva
York, encabezada por Deci y Ryan (2000). Ellos han conseguido validar con estudios de
campo y de laboratorio, en prácticamente todos los campos de la acción humana
(educación, clínica, trabajo y comunidad); en ese sentido, la tendencia al crecimiento
interior de los individuos es motivada o impulsada por una natural y sana necesidad de
autonomía. Por su parte, Deci, Conell y Ryan (1989) definen la autodeterminación como la
capacidad de un individuo para elegir y realizar acciones con base en su decisión. Las
personas autodeterminadas se ven a sí mismas como las iniciadoras de su propia conducta,
seleccionan los resultados y eligen una línea de actuación que las lleve a lograr esos
resultados. Además de esta importante necesidad universal, también descubrieron y
fundamentaron con sus estudios, otras dos necesidades psicológicas esenciales que
acompañan a la de autonomía: la competencia y la socialización.
Entonces, según esta teoría, para desarrollar su potencial pleno, una persona necesita
satisfacer estas tres necesidades prioritarias y universales: la autonomía, el sentido de
competencia y la socialización. La autonomía, en este contexto, implica para una persona
sentirse dueña de sí misma, de sus metas y objetivos, una clara apreciación de sus puntos
de referencia para apreciar la realidad, confianza para tomar sus decisiones, deseo de
enfrentar experiencias nuevas como detonador de sus potencialidades, entre otros
aspectos. Por ejemplo, un padre de familia provee condiciones para el desarrollo de la
autonomía, cuando realmente se esmera en equipar un ambiente en donde el niño respeta
sus ideas y experiencias propias, recibe ayuda para articularlas en una nueva perspectiva
individual, que le autoriza a enfrentar sus conflictos y ansiedades, reconociendo que sólo él
es quien debe resolverlos. En síntesis, proporcionar autonomía implica facilitar procesos
para que la persona en crecimiento pueda auto-regular sus acciones y responsabilizarse de
ellas, más que imponerlas desde fuera, por una figura de autoridad.
La necesidad por la competencia, vista como una capacidad y no para competir con
otros, se refiere a sentirse capaz o eficiente para lograr lo que uno se propone; es un sentido
de autovalía sobre las propias capacidades y potencialidades que impulsan a hacer las cosas
lo mejor posible, en la medida en que poseen una relevancia o impacto especial para sí
misma o para aquellos con los que se relaciona la persona; la satisfacción adecuada de esta
necesidad permite fortalecer y desarrollar sanamente un buen autoconcepto. Los padres
de familia, favorecen las condiciones para satisfacer esta necesidad, en la medida en la que
dan retroalimentación y dotan el hogar de un ambiente de seguridad para que sus hijos
puedan hacer las cosas por sí mismos, sin temor a equivocarse, aprendiendo de sus errores
como de sus aciertos.
La tercera necesidad, la socialización, es el sentido de ser apreciado y estar conectado
con otras personas. En efecto, como ser social, la persona tiene una fuerte necesidad de
aceptación y reconocimiento, que se sustenta al inicio en el amor incondicional que debería
proveer la madre, lo que posibilita generar sentimientos de autoestima y valía como ser

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humano. El padre de familia procura condiciones para fortalecer este sentido cuando
transmite a sus hijos un sentimiento de empatía y aceptación incondicional, que
gradualmente se extiende y generaliza hacia otras personas.
En síntesis, podemos afirmar que hay suficiente evidencia científica de que la tendencia
o la motivación hacia el crecimiento interior o autorrealización es una realidad para los seres
humanos. En la medida en que nos ocupemos de nuestro crecimiento, en cualquier rol o
papel social que juguemos (padre de familia, jefe, educador, líder u otros), estaremos
fomentando el desarrollo de las demás personas.

2.3 Autorrealización y calidad de vida


Partiendo de la obra de Maslow (1978; 1979) y de los investigadores posteriores es
posible señalar que la autorrealización es el eje central del desarrollo humano personal, es
el proceso psicológico que explica y comprende por qué somos más sanos y tenemos mayor
bienestar cuando nuestro potencial se está expresando día a día.
Hagamos una síntesis de los puntos más relevantes sobre la autorrealización y el desarrollo
humano personal (Vargas, 2014a):

• Toda persona posee una naturaleza interior esencial, intrínseca o hereditaria, una
especie de núcleo intrínseco que se nos manifiesta en inclinaciones naturales o
tendencias que proceden de adentro.
• Esta naturaleza interior, si bien permanece durante toda la vida, es débil y con
frecuencia puede ser detenida o desviada por la educación, la cultura y las
experiencias vitales negativas.
• Esta naturaleza interior se expresa a partir de las elecciones que a lo largo de la vida
hace cada persona, es decir, el ser humano es su propio proyecto de vida.
• Al frenarse o desviarse esta naturaleza interior, se genera enfermedad, ya sea
psicológica o física, de manera inmediata o a largo plazo; de hecho, los transtornos
o la disfuncionalidad de la personalidad se consideran algún tipo de reducción o
detención del desarrollo humano; dicho de otro modo, o se crece o se es neurótico.
• La naturaleza interior es profunda e inconsciente en su mayor parte, pero conforme
avanzamos en nuestro desarrollo somos más conscientes de ella.
• Por tanto, la salud psíquica del adulto es sínonimo de autorrealización, madurez
emocional, individuación, productividad, autenticidad, humanidad integral, plenitud
y serenidad, entre otros aspectos.
• Si bien la autorrealización está al alcance de todos, en realidad pocas personas
adultas se ocupan plenamente de ella, la mayoría no parecen tener consciencia de
su existencia y nada hacen para fortalecerla.

14
• La autorrealización o madurez permite una mayor comprensión y capacidad de
solución de los conflictos humanos contidianos, por ejemplo, el trabajo se convierte
en diversión, ser padre no es una obligación sino un regalo y placer, ser esposo o
esposa es una forma de servicio y una expresión de amor. En realidad, poco hay que
parezca un deber y hay más cosas que hacer tan sólo por el gusto de vivir.
• La autorrealización no significa trascender los problemas o conflictos humanos, pero
se les ubica en su verdadera dimensión y objetividad, en consecuencia, hay pocas
cosas por las que se sufre, y hay más motivos para ser y estar feliz.

15
Capítulo 3. El desarrollo integral de la persona

3.1 El nuevo paradigma de la salud: una visión holista


La idea de mantener una visión integral u holista de la salud en realidad no es algo nuevo,
pues ya en la cultura romana de la antigüedad se encuentra la famosa expresión Mens sāna
in corpore sānō (mente sana en cuerpo sano), atribuida a una de las Sátiras de Décimo Junio
Juvenal, en el siglo II. Al respecto, los romanos consideraban de mucha importancia tres
aspectos que aseguraran una atención total de sí mismos; por ello procuraban atender su
formación intelectual, atlética y espiritual, donde se abordaba simultáneamente la mente,
el cuerpo y el alma. Sin embargo, tal como ya se dijo, en las últimas décadas se plasma como
un nuevo paradigma en función de que la medicina oficial de los últimos siglos mantuvo una
distancia significativa entre el cuerpo y la mente, quizás en parte a la influencia de la filosofía
de René Descartes, que planteó una clara separación entre la realidad física-corporal y la
mente-subjetividad.
A partir del surgimiento del psicoanálisis de Sigmund Freud, a finales del siglo XIX y
principios del XX, se inicia el estudio de los llamados problemas psicosomáticos, es decir,
enfermedades del cuerpo asociadas a problemas mentales o emocionales. Algunas teorías
psicológicas y del campo de la salud comenzaron a considerar con seriedad la posibilidad
de una fuerte conexión entre mente-emoción-cuerpo, resurgiendo así una nueva visión
holista de la salud y de la enfermedad. Así, a pesar de la resistencia de la medicina oficial
con su viejo modelo exclusivamente biológico e incompleto, tratando la enfermedad sólo
desde los síntomas físicos, han surgido nuevas interdisciplinas como la
psiconeuroinmunología y la psiconeurocardiología, que en el nombre llevan claramente la
visión integral de su objeto de estudio, esto es, la relación de la mente (psique) con
funciones orgánicas específicas. Rossi (2000), encabeza un grupo de investigadores de
diferentes campos de la salud y centran buena parte de sus esfuerzos en develar el
mecanismo “memoria, aprendizaje y conducta estado dependientes (MACED)”, donde los
mecanismos más sutiles de la conexión mente-cuerpo se analizan con experimentos de
sólido rigor científico.
Lo importante es que nos estamos aproximando a una postura con mucho más sentido
común, que podríamos denominar como biopsicosocial de la salud y la enfermedad, donde
se toman en cuenta factores como: los síntomas físicos, el paciente como persona, el
contexto socio-cultural, las actividades, los sentimientos, la conducta del paciente, el
sistema familiar y otros. De esta manera se hace evidente establecer una correspondencia
más estrecha entre el desarrollo humano personal y el problema salud-enfermedad. En el
libro “La Salud Emocional” (1997a), editado por Daniel Goleman y con la participación de
varios científicos y filósofos, en especial Dalai Lama, se plantean una serie de ideas sobre la
conexión mente-emoción-cuerpo, que pueden resumirse así:

16
• Nuestro sistema inmunológico parece actuar como otro sistema de “cerebro”,
tomando decisiones sobre cómo reaccionar, según las circunstancias que
afectan al organismo.
• Al parecer las emociones negativas (furia o enojo, estrés excesivo, depresión y
otras) debilitan el funcionamiento de este sistema de defensa, haciendo más
sensible el organismo a las enfermedades o dificultando el mejoramiento de
éstas cuando ya existen.
• Por el contrario, las emociones positivas (alegría, expresión de afecto, serenidad
y demás) fortalecen el sistema de defensa, reduciendo las posibilidades de
enfermedad, optimizando la salud en caso de que ya exista.
• Utilizando técnicas conductuales, meditación, relajamiento, entre otras, se
obtienen grandes beneficios para fortalecer el sistema de defensa,
observándose también efectos positivos en el estilo de vida y estados anímicos
(reducción de la disfuncionalidad psicológica).

3.2 Fundamentos científicos de la conexión mente-cuerpo


De hecho, es posible llenar un texto de citas de artículos, libros e investigaciones sobre
los hallazgos que fundamentan la fuerte concordancia que existe entre los pensamientos,
las emociones y los síntomas físicos de nuestro cuerpo, pero sólo se refieren algunas
fuentes relevantes para estimular la curiosidad de quien desee ampliar su información
sobre el tema. Con respecto a la enfermedad nos enfocamos a estudios que conectan
emociones y estados afectivos con diversos problemas de salud física; en cuanto a fuentes
sobre mejoramiento de la salud o prevención de la enfermedad, buscamos las relacionadas
con los estudios sobre la práctica de la meditación y métodos de relajamiento, así como la
predominancia de emociones positivas, como buenos ejemplos de cómo se conectan mente
y cuerpo para lograr estados saludables.
Sobre la enfermedad:

• La relación entre problemas cardiovasculares y reacciones psicológicas como la ira,


el estrés, la depresión, la ansiedad y otros ha sido un tema estudiado con amplitud.
Por ejemplo, véase el compendio de estos estudios concluyentes que hacen Plá Vidal
y Rodríguez (2006).
• Según LeDoux (1999), los síntomas psicofísicos proceden de manifestaciones
emocionales; en efecto, se han analizado el enojo o la furia frecuente, situaciones
que dan lugar a una persistencia de las respuestas glandulares y nerviosas que
alteran y pueden llevar al individuo a padecer distintas patologías.
• Algunos investigadores como Amigo et al (2003), Glaser (2005) y Kielcolt-Glaser
(2009), a partir de sus estudios en psiconeuroinmunología, han analizado la
influencia del estrés, la ansiedad y la depresión como factores de riesgo etiológicos

17
en el crecimiento de la neoplasia, y aun cuando no se ha llegado a un consenso, la
investigación parece ir apoyando cada vez esta idea.
• Folks y Kinney (1992), han estudiado los trastornos dermatológicos y han
encontrado también un factor psicológico asociado a estados de ansiedad y
sentimientos de inferioridad, soledad y baja autoestima.
• Surwit et al (2002), han estudiado la existencia de un vínculo entre eventos vitales
estresantes y el comienzo diabético. Resultados similares han hallado con el estrés
crónico.
• Overmier (2000) analizó los factores emocionales como base de riesgo para el
funcionamiento del estómago. Varios estudios han descrito la existencia de
pacientes con manifestaciones típicas de gastroparesia o retraso de vaciado gástrico
en los cuales no se hallaba causa orgánica, pero sí perfiles psicológicos nerviosos
sometidos a fuertes estrés.
• Robertson (1997), menciona estudios que relacionan las enfermedades
neurológicas con la depresión y la ansiedad, especialmente el padecimiento de
dolores de cabeza.

Sobre la salud:

• Cuando las personas eligen hacer meditación se observa un menor consumo de


oxígeno y se da una disminución del nivel de ácido láctico en la sangre. Con una
práctica regular se reducen los niveles de colesterol y de triglicéridos. La meditación
se afirma como una específica técnica antiestrés, en grado de favorecer un estado
mental diferente, caracterizado por una mayor lucidez cognitiva, estabilidad
emotiva, coherencia, sentido del yo, quietud profunda y aumento de serotonina,
dopamina, melatonina y funcionalidades inmunitarias (Bottaccioli, 2005).
• Un experimento conducido con personas mayores de 40 años que han practicado la
meditación por 20 minutos al día durante 3 meses ha revelado un aumento del DHEA
(Dehydroepiandrosterona, definido como la hormona de la juventud) del 32%,
respecto al grupo de control que no había practicado la meditación (MacLean et al,
1997).
• La meditación influye también en los genes, después de 8 semanas de meditación
han sido activados 874 genes con funciones antienvejecimiento, incluyendo
aquellos con funciones antioxidantes, y desactivados 687 responsables del proceso
de envejecimiento (Benson, 1975).
• Según Zeidan (2015), autor de una investigación publicada en el Journal of
Neurosciencie, sostiene que la meditación tiene un efecto analgésico y alivia el dolor
físico al 40%; por tanto, es más potente que un analgésico. El estudio fue realizado
con 15 participantes, después de un curso intensivo de Mindfulness, se obtenía una
menor sensibilidad de la corteza somatosensorial, despertando el cíngulo anterior,

18
la ínsula anterior y la corteza fronto-orbital, reduciendo la percepción subjetiva del
dolor.
• Por su parte, Goldin y Gross (2010), comprobaron que, en un programa de reducción
de estrés estructurado a base de meditación y atención plena, se obtienen
resultados positivos, tanto en síntomas de estrés como de depresión y ansiedad.
• De igual forma, Stellar (2015), de la Universidad de Toronto, ha querido indagar
acerca del tema. Los investigadores preguntaron a 94 estudiantes sobre las
emociones que habían experimentado el mes anterior. Asimismo, tomaron
muestras de la saliva de cada sujeto para determinar los índices de interleucina-6
(IL-6), molécula promotora de la inflamación. Hallaron que cuánto más emociones
positivas, menor era la concentración de IL-6.
• Otras investigaciones hallan que los estados afectivos positivos en las personas
facilitan la solución creativa de diversos problemas (Lyubomirsky, Sheldon y
Schkade, 2005). Además, ayudan a fortalecerse ante la adversidad, en cuanto que
promueven la resiliencia y protegen contra la depresión, pues se transforman en un
ingrediente activo esencial que incrementa los recursos psicológicos de
afrontamiento de la persona (Fredrickson et al., 2003).
• Aspinwal, Richter y Hoffman (2001), hicieron un estudio donde se muestra que las
personas que se consideran felices asimilan mejor los riesgos a la salud, por tanto,
experimentan un menor desgaste del sistema cardiovascular; en consecuencia,
gozan de una muy buena salud.

3.3 Formación de hábitos para el desarrollo saludable: el sistema Mindfulness


Muchas de las ideas que hemos comentado antes pueden y deberían convertirse en
nuevas maneras de actuar y ver el mundo, en especial lo planteado en la sección 1.5. Ahora
nos gustaría exponer una serie de sugerencias para trabajar en el desarrollo de mejores
hábitos para relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Les llamamos hábitos
porque deberían, al menos por un amplio periodo, ser parte del actuar cotidiano, como una
condición capaz de transformar gradualmente la propia visión del mundo y de uno mismo,
actuando en correspondencia a esas nuevas perspectivas. Si bien, gran parte de lo expuesto
más adelante logra ponerse en práctica de forma individual y sin asesoramiento
especializado, se cree oportuno recomendar que siempre es útil acudir, aunque sea por un
tiempo, a recibir acompañamiento psicológico de un profesional del desarrollo humano
para facilitar la comprensión de modo más ágil, atendiendo las barreras o limitantes del
crecimiento.
Una primera consideración es que solemos arrastrar una serie de ideas preconcebidas,
o patrones habituales de conducta que nos llevan a experimentar una serie de sentimientos
disfuncionales o negativos crónicos que impiden el bienestar y crecimiento interior. Según
Muñoz (2010), hay tres fuentes de estos sentimientos: los introyectos, las experiencias
19
obsoletas y los asuntos inconclusos. Vamos a describirlos y presentar algunas acciones que
pueden contrarrestarlos.
a) Los introyectos son lo que se conocen como mandatos, ideas o creencias que han
sido inculcadas en las personas por figuras de autoridad, principalmente los padres y
educadores. Estas órdenes se asumen de manera mecánica, sin consideración
consciente o analítica, en una palabra, nos las “tragamos” sin procesar. Por ejemplo,
las mujeres deben ser tiernas, los hombres no deben llorar, el sexo es malo, entre
otros. Estos introyectos se experimentan o viven como si fueran las propias
creencias, motivo por el cual es tan difícil darnos cuenta de su existencia, hasta que
en verdad incomodan y comenzamos a ponerlos en duda. Entre lo que podemos
hacer para explorar y trabajar con los introyectos, está lo siguiente:
• Identificar aquellas ideas o creencias que por lo general producen
incomodidad, sensación de incongruencia o inconsistencia entre lo que
pensamos y sentimos.
• Analizar dónde, cuándo y de quién aprendimos esa creencia.
• ¿Para qué sirve o que utilidad tiene creer eso?
• ¿A quién le debo lealtad al creer o sostener esa idea?
• ¿Qué está sucediendo ahora en mi vida en la que empiezo a dudar del valor
de esa creencia?
• Platique y analice esa creencia o introyecto con alguna persona que crea
exactamente lo contrario.
• Revise qué prejuicios y perjuicios le ha generado mantener tanto tiempo esa
idea.
b) Las experiencias obsoletas son actitudes o posturas que asumimos como
consecuencia de las propias experiencias y vivencias, que nos fueron útiles en algún
momento, pero que en la actualidad se han convertido en respuestas rígidas o
estereotipadas. Como el caso de las promesas que hicimos cuando éramos niños, la
desconfianza a los extraños, analizarlo todo de manera obsesiva, temor a hablar en
público, entre otros. Estas adaptaciones y promesas pudieron sernos útiles en algún
momento para la supervivencia o efectividad con el entorno, pero ahora son
obsoletas, pues ya no somos niños o adolescentes necesitados de protección y
cuidados. Mientras éstas permanezcan, nos seguiremos relacionando con nuevas
situaciones con base en respuestas viejas e ineficientes, que traen malestar y
limitación.
Se sugieren algunas formas que facilitan la posibilidad de revisarlas y modificarlas:
• Identificar conductas o actitudes que impiden hacer cosas nuevas o
experimentar con libertad cosas como bailar, hablar en público, manejar un
auto, relacionarnos bien con personas del sexo opuesto, entre otras.
• Investigar desde cuándo actuamos así y explorar que ocurrió para asumir esa
postura.

20
• ¿Qué pasaría si decidimos cambiar de postura y hacer algo diferente?
• Preguntarse para qué sirve actualmente y qué desventajas nos produce esa
experiencia obsoleta en particular.
• Explorar con detención cómo me gustaría actuar, qué actitud me gustaría
asumir.
• Tomar el riesgo y atreverse a hacer aquello que hasta ahora no nos hemos
permitido, venciendo el temor al dolor, a la decepción, a sentirnos heridos o
rechazados o insuficientes.
• Revisar las fantasías catastróficas que pudieran ocurrir al actuar de un modo
diferente.

c) Los asuntos inconclusos son sencillamente aquellas situaciones que por diferentes
motivos dejamos pendientes con alguien (despedidas, expresión de algún
sentimiento o resentimiento, reclamos, perdón y otros). Seguro son menos
frecuentes que los introyectos y las experiencias obsoletas, pero suelen tener un gran
peso en nuestras vidas, produciendo dolor, sufrimiento y tristeza. Estos asuntos
pendientes afectan como mínimo de dos formas: por un lado, nos impiden el
compromiso total con el presente, y por el otro, interfieren en las relaciones actuales,
debido a la dependencia con el pasado que impide vivenciar con novedad y frescura
los vínculos afectivos interpersonales de ahora. Estos asuntos inconclusos pueden
manifestarse como un anhelo frecuente de alguien, necesidad de que las personas
sean de algún modo, un sentimiento de devaluación o de que no merecemos algo,
autoexigencia o perfeccionismo para sentirnos apreciados por los demás,
pensamientos obsesivos respecto a algo o a alguien y otros.

A continuación, se sugieren algunas estrategias para trabajar con los asuntos


inconclusos:
• Renunciar a la necesidad o al satisfactor anhelado, con la consciencia de que
podemos vivir sin él.
• Sustituir el satisfactor con nuevas posibilidades.
• Permitirnos establecer nuevas relaciones interpersonales.
• Aprender a satisfacernos a nosotros mismos la carencia anhelada, elevando
la autoestima y respeto a la propia persona.
• Cuestionar de fondo el valor que suele darse a esa necesidad, a aquello que
extrañamos, liberándonos del pasado.
• Si es posible, atrevernos a confrontar a aquella persona con la que tenemos
algún asunto pendiente.

21
3.4 La práctica de vivir en el presente: Mindfulness
Complementando la sección anterior, en relación a mejorar la habitual forma de pensar
y comportarnos, proponemos como factor fundamental la iniciativa de vivir en totalidad el
presente, que como ya se comentó cuando abordamos los factores que limitan nuestro
crecimiento, la mente mecánica y automatismos nos lo impiden constantemente. En ese
sentido, para optimizar la capacidad de estar en el aquí y ahora existen diversos métodos o
técnicas mentales y actitudinales como el denominado sistema Mindfulness (MF). El MF es
un término que no posee una traducción directa al español, ya que en realidad es un
vocablo inglés que se emplea para designar el término pali “sati”, del sánscrito de la India,
que denota conciencia, atención, recuerdo. Si bien existen múltiples definiciones de MF,
nos permitiremos transcribir algunas muy pertinentes para esta reflexión: “es una atención
y consciencia receptiva a los eventos y experiencias presentes”; o bien “puede entenderse
como atención y conciencia plena, presencia atenta y reflexiva” que “… viene a plantear un
empeño en centrarse momento a momento en el presente de forma activa y reflexiva”.
“Una opción por vivir lo que acontece en el momento actual, el aquí y el ahora, frente al
vivir con el piloto automático o de manera reactiva”.
Hace cuatro décadas surgió en el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts,
Estados Unidos de América, creado por el Dr. Jon Kabat-Zinn, el Programa de Reducción de
Estrés basado en MF (MBSR por sus siglas en inglés), que se ha convertido en el modelo de
intervención mente-cuerpo más destacado y estudiado científicamente. Desde sus inicios
en 1978, las investigaciones y aplicaciones han seguido una progresión geométrica; esta
técnica es aplicada actualmente en más de doscientos cincuenta hospitales sólo en Estados
Unidos y ha tomado mucha fuerza en otros países como en España. En la sección 3.2 ya
hemos mencionado varios estudios científicos que fundamentan algunos interesantes
beneficios de la práctica de la meditación, eje central del sistema MF. En nuestro país existe
una institución seria1 que promueve su práctica desde una visión profesional y responsable,
el Instituto Mexicano de Mindfulness, dirigido por el Dr. Eric López Maya2, quien además es
investigador sobre el tema. En su último reporte de investigación (López, 2019) comenta
que la práctica de MF puede mejorar los síntomas depresivos, de acuerdo al estudio
realizado en un grupo de adultos latinos que se encuentran en situación de adversidad y
conflicto social en su comunidad.
Pero las bondades de la práctica de MF van más allá del campo de la salud, pues en
realidad es un excelente sistema para fortalecer nuestra capacidad de vivir en el presente

1 En virtud de que el movimiento MF ha tenido mucho éxito, existen personas e instituciones que promueven versiones
“light” y poco profesionales, exagerando o distorsionando las bondades y beneficios de su práctica.
2 Dr. Eric López Maya es experto líder en la región con más de 16 años de experiencia internacional en la implementación

exitosa de talleres, programas de entrenamiento profesional e investigación científica. Cuenta con apoyo continuo y
supervisión de parte del Center for Mindfulness de la Universidad de Massachusetts, el Mindfulness Center de la
Universidad de Brown, la International Mindfulness Teachers Association, así como del Mindful Awareness Research Center
de la Escuela de Medicina de UCLA. El Instituto Mexicano de Mindfulness desarrolla e implementa programas basados en
mindfulness para el manejo del estrés, bienestar, liderazgo, educación y entrenamiento profesional.

22
e impulsar el crecimiento interior. La práctica de atención plena se divide en tres grupos de
actividades: 1) La práctica formal, que implica dedicar un espacio tiempo específico; el
ejercicio más común es la atención de la respiración; 2) La práctica en movimiento, que se
hace en general a través de la caminata en silencio, y 3) La práctica informal, que busca
extender la atención plena a todas las actividades cotidianas.

3.5 Ejercicios Mindfulness


A continuación, proponemos una serie de ejercicios MF para practicar con regularidad.
Sugerimos probarlos todos y eventualmente elegir aquellos que más le hagan sentido o se
conecten de forma adecuada con su propia naturaleza y estilo de vida. Lo importante es ser
regular en la práctica cotidiana para apreciar sus beneficios en el desarrollo y bienestar
general de la persona (fuente principal, Alonso, 2017 y la propia experiencia del autor).
Ejercicio 1. Un minuto de atención plena
Programe una alarma para que suene con exactitud en 1 minuto. Durante los siguientes
60 segundos su tarea consiste en centrar toda su atención en la respiración. Deje sus ojos
abiertos y respire normalmente. Es probable, que aun cuando parezca tan sencillo, note
que se distrae con facilidad, pero usted sólo trate de mantener su atención en la respiración
todo el tiempo. Le invitamos a que lo practique con frecuencia, varias veces durante el día,
verá que poco a poco se puede extender la duración de este ejercicio en periodos más
largos, tomando en cuenta que ésta es la base para una técnica de meditación correcta.
Ejercicio 2. Observación Consciente
Tome cualquier objeto que tenga a la mano, una taza, una pluma, unos lentes, lo que
sea. Colóquelo en sus manos y permita que su atención sea totalmente absorbida por el
objeto. Sólo manténgase observando, nada más. Debería notar una mayor sensación de
estar en el “aquí y ahora”, se vuelve más consciente de la realidad. Intente apreciar y
desligarse de los pensamientos del pasado o del futuro. Este sencillo ejercicio de atención
consciente es también una forma de meditación.
Ejercicio 3. Contar 10 segundos
Este es una variación del ejercicio 1. En lugar de centrarse en su respiración, cierre los
ojos y concéntrese sólo en contar hasta diez; en el momento que perciba que se ha
distraído, nada más, sin juicio alguno, empiece de nuevo hasta que logre completar la
cuenta con plena atención. No importa cuántas veces lo intente, sólo tenga paciencia.
Ejercicio 4. Señales de atención
Ponga atención en su respiración, cada vez que una señal o estímulo del medio ambiente
previamente elegido ocurra. Por ejemplo, cada vez que suene su celular, enseguida centre

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su atención en el momento presente y concéntrese en su respiración. Otro ejemplo, si va
manejando, cada vez que se detenga en un semáforo o por tráfico ajuste su interés.
Ejercicio 5. Tres minutos para tu previsión interior
Cuando tenga espacio dentro de sus actividades cotidianas, dedique tres minutos para
hacer lo siguiente:
En el primer minuto formúlese la siguiente pregunta: ¿Qué sucede en mí ahora mismo?
Esté donde esté haga consciencia de sus sensaciones corporales; instantes después
enfóquese en sus pensamientos y emociones, vea si consigue darse cuenta de su estado de
ánimo.
En el minuto dos, haga consciencia de su respiración. Enfóquese en la zona del abdomen
y si nota distracción, sólo vuelva su atención a la expansión y contracción de su abdomen
por el efecto de la respiración.
En el tercer minuto trate de hacer consciencia de las sensaciones de sus pies hasta la
cabeza, como si hiciera un breve y rápido escaneo corporal. Sólo manténgase así unos
instantes, percibiendo todo su cuerpo, ya sea que esté sentado, parado o caminando.
Pasado el tiempo, intégrese a sus actividades con mayor consciencia de estar aquí y ahora.
Ejercicio 6. La respiración como ancla
La actividad de atender la respiración es clave en el sistema MF, así que en esta sección
se describirán variantes de la práctica de atención de la respiración.
Primera exploración. Siéntese o recuéstese cómodamente, cierre los ojos y sintonice con
la respiración de manera natural, sin forzarla ni alterarla. Ponga atención a aquella parte
del cuerpo que más se mueva, mientras respira y coloque su mano en ella. Permanezca ahí,
tranquilo, sienta cómo su ser se agita con suavidad debajo de su mano. Ahora identifique
otra zona de su cuerpo que también se mueva con su respiración y coloque ahí la otra mano.
Trate de apreciar si esta exploración le lleva a una mayor tranquilidad y consciencia de estar
en el presente.
Segunda exploración. Coloque sus manos con los dedos algo abiertos en su abdomen,
justo debajo de la caja torácica. Inhale moviendo el abdomen de modo que sus dedos se
abran un poco más. Al exhalar notará cómo sus dedos tenderán a juntarse otra vez. Trate
de mantener una respiración profunda y lenta para que aprecien mejor los movimientos
abdominales de la respiración diafragmática. Observe el efecto que produce.
Tercera exploración. Cierre los ojos y sintonice con su respiración. Coloque una mano
sobre su abdomen y la otra en el pecho. Inhale lentamente por la nariz, sintiendo con su
mano cómo sube el abdomen. Su pecho debería moverse menos. Quédese en este
movimiento alternando su atención entre el abdomen y el pecho. Cuando lo considere,

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puede parar. Practique este ejercicio cuantas veces quiera o lo desee e intente hacerlo en
diferentes posturas, como sentado, acostado o de pie.
Seguimiento de la respiración durante veinte minutos. Busque una postura cómoda,
preferentemente sentado, ya que acostado es más fácil dormirse y no completar la
actividad. Su espalda debe estar recta, pero no rígida; si no logra sentarse en el suelo con
las piernas cruzadas, vale hacerlo en una silla o sillón, no es relevante mientras cuide la
postura de su espalda. Una vez bien sentado, comience a poner atención a su cuerpo
haciendo un breve escaneo corporal, quizás iniciando por los pies y terminando en la
cabeza, poniendo atención a sus sensaciones. Esta etapa puede durar unos cinco minutos,
pero si es necesario un poco más de tiempo para soltarse y relajarse más, tómelo. A partir
de aquí se sugiere dividir la práctica en cuatro etapas:
Primera etapa. Sólo ponga atención al proceso de respirar, inhalando y exhalando, desde
que el aire entra por las fosas nasales y llega a los pulmones, tratando de darse cuenta de
las sensaciones y del ritmo. Después de unos instantes y cuando sienta que es el momento,
comience a contar las respiraciones después de cada exhalación, hasta llegar a diez
respiraciones, e iniciar de nuevo el conteo durante unos cinco minutos.
Segunda etapa. Siga contando las respiraciones en ciclos de diez, pero ahora se realiza el
conteo antes de cada inhalación. De manera similar a la etapa anterior hágalo más o menos
durante cinco minutos.
Tercera etapa. Ahora deje de contar, tratando de mantener la respiración consciente
durante el ciclo respiratorio, atendiendo también las sensaciones producidas. Igualmente,
hágalo durante aproximadamente cinco minutos.
Cuarta etapa. Por último, enfoque la atención en la zona de las fosas nasales y el labio
superior, tratando de identificar ahí la sensación que se produce al entrar en contacto con
el aire. Si nos es más cómodo, conviene concentrarse en la expansión y contracción del
abdomen. Pasado los cinco minutos de esta etapa, estará terminando la práctica de
atención de la respiración, pero antes de levantarse, dedique un momento breve a observar
cómo se siente y felicitarse por la paciencia de permanecer en este estado de tranquilidad
todo este tiempo.
Ejercicio 7. Escaneo corporal
Este es un ejercicio fundamental del sistema MF, conocido como “body scan” o escaneo
corporal en español. Su objetivo es tomar contacto con nuestro cuerpo para anclarnos en
el momento presente. El siguiente es un guion escrito, pero pueden conseguirse audios que
nos permiten simplemente tumbarnos en el suelo y atender la voz que guía.
En primer lugar, atendemos a los sonidos que provienen del exterior. Luego hacemos un
seguimiento de la respiración, concentrándonos en la entrada y salida del aire. Es
importante identificar las zonas del cuerpo que se mueven al inspirar y al soltar el aire; al
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respecto se sugiere centrarse en primer lugar en la planta de los pies. Para hacer el registro
de lo que va sucediendo ayuda la siguiente interrogante ¿Qué sensaciones provienen de la
planta del pie derecho y de la planta del pie izquierdo? Recordar que no se desea cambiar
nada, sólo lo observamos. Detectamos las sensaciones, agradables o desagradables, pero
no las juzgamos, ni pretendemos eliminarlas, lo que hacemos es enviar allí la respiración.
Imaginando que el cuerpo humano es una casa, y que ahora lo que hacemos es abrir las
ventanas de las diferentes habitaciones de nuestra casa, con la intención de renovar el
ambiente. Podemos imaginar que el aire que respiramos es de color azul celeste, y que nos
conecta con una sensación de calma. Hacemos lo mismo con las piernas, éstas nos vinculan
con la tierra. Detectamos todas las sensaciones físicas que provienen de nuestras piernas,
la derecha y la izquierda. Observamos efectos agradables y desagradables, incluso ausencia
de cualquier sensación. Pero no juzgamos, no tratamos de cambiar nada, sólo observamos
qué aparece. Enviamos allí la respiración, imaginando el aire de color azul cielo. Durante
esa inhalación y exhalación se alcanzan a calmar y liberar tensiones, con la intención de
renovar nuestro cuerpo y mente. Observamos cómo el abdomen y la caja torácica se
mueven al respirar, centrándonos en los brazos, manos y dedos. Es oportuno estar atentos
a cualquier sensación que provenga de esas partes de nuestro cuerpo y enviamos allí la
respiración. Luego, fijamos la vigilancia en la columna vertebral y en los músculos de la
espalda y glúteos, haciendo un recorrido por todos los rincones, identificando las
sensaciones que provienen de esas zonas (tensión, dolor, frío, calor, rigidez, cosquilleo,
hormigueo y otros). Es importante tener presente que debe aceptarse cualquier sensación,
sea agradable o desagradable, asegurándonos de respirar con profundidad, enviando al
interior una inspiración cargada de oxígeno de color azul. Ahora nos concentramos en la
cabeza, en los músculos de la cara, detectando sensaciones, en el orbicular de los ojos, en
los globos oculares, en la mandíbula, en los dientes, en el cuero cabelludo y detectamos las
sensaciones, para luego enviar allí la respiración cargada de oxígeno de color azul; para
advertir lo que sucede en nuestro cuerpo cuando enviamos la respiración con conciencia
plena. En efecto, es evidente que todo el cuerpo, cuando hace consciente de forma global,
se siente como un gran pulmón que respira por todos los poros de la piel; cuando así sucede
y nos rodeamos a nosotros mismos mentalmente con un círculo de color azul que contiene
todo ese oxígeno puro, naciente, respiramos con profundidad, entonces el verdadero
silencio acontece. En ese momento, volvemos de nuevo al cuerpo, sintiendo cómo éste se
apoya sobre el suelo, en la esterilla, experimentamos el contacto de la manta sobre nuestro
cuerpo, surge la necesidad de mover las piernas, los pies, los brazos, las manos, cualquier
movimiento que queramos hacer lo hacemos con libertad, y nos colocamos en posición
fetal. Permanecemos unos minutos en esa posición y cuando estemos preparados abrimos
los ojos.
Sugerimos hacer todos los ejercicios en la medida que su estilo de vida y tiempo se lo
permitan; posteriormente le conviene diseñar su propio programa de actividades MF, para
realizar diversas actividades durante la semana, pero siempre incluyendo ejercicios diarios

26
y frecuentes que le permitan romper la mecanicidad de su mente, modificando la habitual
manera de vivir con el piloto automático.
Presentamos una serie de recomendaciones que hace Jon kabat-Zinn (2009; pp. 512-
513), fundador del movimiento MF.
1. Intentemos practicar la atención plena durante un minuto en cada una de las horas del
día.
2. Conectémonos con nuestra respiración a lo largo del día, tan a menudo como podamos
y allí donde nos sea posible.
3. Durante toda una semana, tengamos conciencia de un suceso agradable diario, mientras
esté sucediendo. Anotémoslo en un diario, al igual que nuestras ideas, sentimientos y
sensaciones corporales, y analicemos cómo se produce.
4. En tanto que otra semana, se hace lo mismo con un suceso desagradable o estresante al
día, mientras se esté produciendo. Apuntemos de nuevo las sensaciones corporales, ideas,
sentimientos y reacciones/respuestas, y analicemos cómo se produce ese suceso.
5. Cada día, en una semana, debemos identificar si alguna de nuestras conversaciones con
otra persona, nos ha resultado difícil; escribir en el diario lo ocurrido, lo que se esperaba de
esa conversación, lo que posiblemente esperaba la otra persona y lo que sucedió en
realidad. Busquemos pautas a lo largo de la semana. ¿Nos dice algo este ejercicio acerca de
nuestros propios estados mentales y sus consecuencias a la hora de comunicarnos con los
demás?
6. Es importante identificar las conexiones entre los síntomas físicos de incomodidad que
podamos sufrir -jaquecas, dolores, palpitaciones, respiración agitada y tensión muscular-,
los estados mentales que los precedieron y sus orígenes; registrarlo oportunamente en el
diario, a lo largo de la semana.
7. Atendamos nuestras necesidades de meditación formal, relajación, ejercicio, dieta sana,
horas de sueño, intimidad, afiliación y humor, y respetémoslas; satisfaciéndolas
fortalecemos los pilares de la salud, incrementando así la resistencia al estrés y, además de
sentimos más colmados, tendremos la sensación de que nuestra vida es más coherente.
8. Tras un día o suceso en especial estresante, hagamos lo posible por relajarnos y
reestablecer el equilibrio, si es posible, ese mismo día. La meditación, el ejercicio
cardiovascular, compartir tiempo con amigos y dormir lo suficiente son recursos que
ayudarán a recuperamos.
En resumen, cada momento de la vida que pasamos despiertos o plenamente conscientes,
nos aporta más quietud y paz interior. Las sugerencias que aparecen en listado anterior
sobre cómo lograrlo, pronto serán sustituidas por su particular estilo de cultivar la atención
plena en la vida.
27
Por último, también hacemos una lista de ejercicios que pueden practicarse de manera
sencilla en el ámbito laboral, centro principal de ataques de estrés (Anchorena, 2010).

• Cuando va hacia el trabajo (conduciendo, andando, en autobús y otros) preste


atención en su respiración, conectando con las sensaciones del cuerpo, la postura,
las tensiones e intente estar presente allí.
• Tome consciencia del momento en el que llega a su lugar de trabajo, observando
cómo se encuentra en ese día e inicie su jornada con consciencia.
• Sentado en su escritorio tome consciencia del cuerpo, la postura y relaje las
tensiones innecesarias que registra al prestar atención.
• Algunos días a la semana, intente cambiar el lugar de almuerzo habitual y hágalo
solo, en silencio, atento a lo que le sucede. Es decir, experimentando las
sensaciones, comiendo despacio y consciente sólo de ese momento, de lo que está
haciendo. Utilice ese tiempo para estar consigo mismo.
• Tómese unos minutos para parar, detenerse y observarse. Dese cuenta de su
experiencia en el momento presente, registrando su respiración y las sensaciones
del cuerpo. Continúe haciendo su tarea habitual con esa atención plena.
• Al terminar su día laboral y en el camino a casa, trate de hacer una transición
consciente, notando que finalizó su tarea ese día, disponiéndose a estar allí y en ese
instante al llegar a casa.
• Viva cada momento como es, no como le gustaría que fuera, conectándose con la
realidad con acceso a mayor información. Eso servirá para adaptarse mejor a lo que
está ocurriendo.
En síntesis, el sistema MF es un excelente medio de promover la salud integral y nuestra
capacidad de vivir por más tiempo en el presente. No obstante, para apreciar sus beneficios
se requiere ser sistemáticos y constantes, así como vencer los obstáculos que impiden su
práctica regular. En efecto, lograr estar en el aquí y ahora, ideal propuesto por la psicología
humanista y el desarrollo humano, así como diversas escuelas filosóficas y místicas, permite
atender la amenaza constante de anclarse en la neurosis del pasado y en la psicosis del
futuro.

28
Capítulo 4. El desarrollo interior y el fortalecimiento del carácter

4.1 El carácter y el temperamento


Desde los inicios de la filosofía y después de las ciencias humanas, el carácter y el
temperamento han sido conceptos mencionados y explorados con amplitud, con cercana
relación tanto a las psicopatologías como al desarrollo saludable (para un estudio amplio
sobre el tema se puede consultar a Dolcet, 2006). El temperamento ha sido asociado al
término “constitución”; es decir, relacionado a la conformación biogenética de la persona.
Al respecto, Allport (1961) lo define de la siguiente manera:
Se refiere a los fenómenos característicos de la naturaleza emocional de un
individuo, incluyendo su susceptibilidad a la estimulación emocional, la
fuerza y la velocidad con que acostumbran a producirse las respuestas, su
estado de humor preponderante y todas las peculiaridades de fluctuación e
intensidad en el estado de humor, considerándose estos fenómenos como
dependientes en gran parte de la estructura constitucional y
predominantemente hereditaria (p. 55).

De acuerdo a la temática de la que se ha estado hablando a lo largo de este texto, sobre


desarrollo humano personal, es importante considerar que esta constitución hereditaria,
de la que habla Allport, juega un papel importante en la forma de relacionarnos con el
mundo, incidiendo en diversas y particulares pautas de conducta ante los acontecimientos
que experimentamos a diario. La constitución natural de nuestro organismo nos dispondrá
a ser más o menos optimistas, depresivos o alegres, activos. No obstante, estas
particularidades individuales en el temperamento nunca serán un obstáculo para el
crecimiento interior, si bien pueden facilitarnos o complicarnos la manera de vivir.
Afortunadamente, la capacidad de pensar y ser conscientes de nuestras necesidades, abre
muchas más posibilidades que las que la biología nos podría cerrar.
En cuanto al carácter (de origen griego Kharakter), literalmente significa marca o sello;
es un término utilizado desde épocas muy antiguas, incluso por los filósofos griegos, para
referirse de forma específica a los rasgos de la personalidad. No obstante haber sido
utilizado durante muchos siglos, el concepto vino en desuso en buena parte por el dominio
del conductismo en las décadas de los treintas y cuarentas del siglo pasado, cuyo postulado
rechaza cualquier alusión a aspectos subjetivos de la conducta. De igual modo, algunos
teóricos de la psicología prefirieron el término de personalidad al de carácter, por
considerarlo más contemporáneo y libre de discusiones filosóficas.
En los últimos años el término volvió a hacerse presente en círculos académicos y
gradualmente está tomando el lugar que le corresponde en el estudio y la comprensión del
ser humano. Cloninger (Cloninger et al., 1993), ha sido uno de los teóricos que ha retomado

29
el concepto como un conjunto de características que se van estructurando a lo largo del
desarrollo, a través de mecanismos socioculturales aprendidos, como valores, metas,
estrategias de afrontamiento y creencias. En este sentido, si el temperamento posee un
vínculo directo con las disposiciones biológicas, el carácter depende de las experiencias de
la persona. Según este autor, el carácter abarca tres dimensiones:

• Autodirección, es la capacidad que tienen las personas para controlar y regular la


conducta, a fin de ajustarla a sus principios, metas y creencias personales; se
relaciona con la madurez, la autoestima y los recursos generales de adaptación.
• Cooperación, hace referencia a los comportamientos prosociales del individuo, está
conectado con el altruismo, la empatía y la solidaridad. Puede decirse que es una
medida de adecuación social.
• Autotrascendencia, se vincula a los aspectos místicos, religiosos y espirituales, con
el concepto de universo o cosmos de una persona; asimismo, involucra la
creatividad, la fantasía y la imaginación.
Es evidente entonces que el carácter posee una fuerte relación con los temas ya
revisados, pues remite de nuevo al crecimiento interior, la autorrealización, la autonomía,
la madurez y otros. Así, el progreso y la evolución de un “buen carácter” están en perfecta
armonía con el desarrollo personal saludable.

4.2 Inteligencia emocional e inteligencia social


Al abordar el tema del desarrollo humano personal, se hace imprescindible tocar, aun
cuando sea sólo una aproximación breve, los conceptos de inteligencia emocional e
inteligencia social, bastante relacionados entre sí, pero con distinciones muy específicas.
Los antecedentes teóricos inmediatos de estas inteligencias se encuentran en el trabajo
pionero en este campo de Howard Gardner (1998), quien postuló la existencia de ocho
tipos de inteligencias, en contraste al viejo concepto psicométrico de medir el Coeficiente
Intelectual con base sólo en las inteligencias afines a habilidades racionales o lógicas. En
efecto, este autor propuso la siguiente división: lingüística-verbal, musical, lógica-
matemática, viso-espacial, corporal-cinestésica, naturalista, intrapersonal y interpersonal.
Estas dos últimas resultaron tan relevantes para el desarrollo humano, que eventualmente
tomaron curso aparte y se han convertido en objeto de estudio y abordaje por sí mismas.
En este propósito, la inteligencia emocional es un término acuñado por psicólogos de la
Universidad de Yale (Mayer, Caruso y Salovey, 1999) y difundida a nivel mundial por el
psicólogo Goleman (1997b); ésta se define como la capacidad de sentir, entender, controlar
y modificar los estados anímicos propios y ajenos. Los componentes más importantes de la
inteligencia emocional son: autoconocimiento, autorregulación, automotivación, empatía
y habilidades interpersonales. Tomando en cuenta lo anterior, se hace patente que un

30
manejo inteligente de las emociones es afín al desarrollo de la persona; muchas de las
herramientas antes expuestas, alcanzan a ser una condición efectiva para fortalecerla.
Por otra parte, la inteligencia social, si bien puede formar parte de la emocional, algunos
autores como el mismo Goleman han preferido ponerla aparte, para darle una mayor
dimensión y valor dentro del desarrollo de la persona, ya que, desde su perspectiva,
aunque las personas disponen de la capacidad de trabajar con sus emociones, no todas
interactúan sabiamente con los demás. En sus propias palabras:
Mi modelo de inteligencia emocional adoptó la inteligencia social sin mucha
exageración, como sí hacen otros teóricos del campo. Pero, como he llegado
a comprobar, simplemente amontonar la inteligencia social dentro de la
emocional aborta la posibilidad de pensar sobre la aptitud humana para
relacionarse. El peligro proviene de fijarse en lo que sucede dentro de
nosotros e ignorar lo que sucede cuando interactuamos. Esa miopía deja la
parte “social” fuera de la inteligencia” (Goleman, 2006; p. 127).

Para este autor los componentes esenciales de la inteligencia social se organizan en dos
amplias categorías: la conciencia social, que se refiere a un espectro que va desde percibir
de manera instantánea el estado interior de otra persona, a comprender sus sentimientos,
pensamientos y a captar en situaciones sociales complicadas; y la facilidad social, que es la
toma de consciencia para permitir interacciones fluidas y eficaces en relación a lo percibido.
Veamos los componentes de ambas categorías:
Consciencia Social:

• Empatía primaria: sentir con los otros, leer señales emocionales no verbales.
• Armonización: escuchar con absoluta receptividad, armonizarse con una persona.
• Precisión empática: comprender los pensamientos, los sentimientos y las
intenciones de otra persona.
• Conocimiento social: saber cómo funciona el mundo social, las normas, la ética, lo
correcto o incorrecto de una situación que afecta a los demás.
Facilidad social:

• Sincronía: interactuar con fluidez a un nivel no verbal.


• Autopresentación: presentarse de forma eficaz, tener cierta habilidad carismática.
• Influencia: moldear el resultado de las interacciones sociales.
• Preocupación: preocuparse por las necesidades de los demás y actuar en
consecuencia.
Al revisar los conceptos y componentes esenciales de la inteligencia emocional y de la
inteligencia social, es viable apreciar una evidente conexión con el desarrollo personal y el
fortalecimiento positivo del carácter. A este punto de la reflexión cabe la interrogante

31
acerca de cómo es posible volvernos más hábiles en este tipo de inteligencias; una
respuesta es trabajando todas las recomendaciones que hemos expuesto sobre los factores
que facilitan el crecimiento interior, apoyándonos con los ejercicios para poder vivir más
en el presente o en el aquí y ahora, con el sistema mindfulness.

4.3 Felicidad y bienestar


La psicología humanista ha sido un movimiento teórico con énfasis en el desarrollo del
potencial humano; sin desconocer la importancia de los trastornos psicológicos, se ha
orientado a buscar los diversos caminos que pueden llevar a la salud o al equilibrio mental-
emocional. A finales de los noventas surge una nueva visión aún más comprometida con el
estudio de la salud psíquica, la denominada psicología positiva, impulsada bajo el entonces
presidente de la APA (American Psychological Asociation), Martin Seligman (2006),
enraizada en las bases filosóficas y teóricas de la psicología humanista y con un fuerte
sustento académico. Este nuevo movimiento pone especial atención a las posibilidades de
ser felices y gozar del pleno bienestar. Bajo un análisis cuidadoso de cuáles son las
funciones que poseen tanto las emociones negativas como las positivas, se concluye que
todas ellas han tenido un fin claramente evolutivo. Por ejemplo, según esta corriente, el
temor es un modo de alertarnos sobre los peligros que amenazan nuestra existencia; la
tristeza exige recogernos o retirarnos por un tiempo para reponer fuerzas ante las
desgracias. Se cree que este tipo de emociones fueron predominantes conforme el ser
humano pasaba de primitivo a civilizado, dando lugar a la aparición de las emociones
positivas, como la alegría, el afecto, el entusiasmo, que entre otros beneficios llevaron a las
personas a ser más sociales y cooperativas, además de ser la base de la salud mente-
cuerpo.
Tema central de la psicología positiva ha sido el de la felicidad (véase Seligman, 2006),
dándole un abordaje serio y académico, y no trivial, como el área de la denominada
“superación personal”, con tanta literatura superficial o simplista. Entre los planteamientos
importantes que propone la visión de la psicología positiva al respecto está el siguiente: “Si
desarrollamos más emotividad positiva en nuestra vida, desarrollamos amistad, amor, una
mejor salud física y mayores logros” (Seligman, 2006; p. 76).
No habría que confundir felicidad con alegría; ésta última es más una emoción
momentánea, producto de acontecimientos agradables. La felicidad, desde esta postura
conceptual, se vincula más con sentimientos, que suelen ser más duraderos, y aun cuando
no existe un consenso sobre qué es la felicidad, se entiende como un sentimiento que
integra la sensación de plenitud, satisfacción y bienestar general, que nos lleva a ver la vida
de manera optimista o positiva.
La obra de Seligman también hace alusión a una serie de estudios sobre las variables
que pueden afectar o no, que las personas sean más felices, como las siguientes:
32
• Es más probable que las personas sean felices en una sociedad con democracia sana
que en una dictadura.
• El matrimonio armonioso posee un efecto importante pero no determinante.
• La experimentación de eventos negativos y emociones intensas adversas tampoco
es determinante en menoscabar la felicidad, sino la forma de afrontarlos.
• Disponer de una rica red social imprime un efecto intenso, pero no causal. Hay
personas poco sociables con un buen nivel de felicidad en sus vidas.
• La vida religiosa y/o espiritual también tiene un efecto positivo pero moderado.
• Ganar más dinero no es relevante; lo que perjudica la felicidad es la actitud
materialista o “metalizada”.
• Si bien gozar de buena salud física contribuye anímicamente, es más importante
para la felicidad el estado subjetivo de la persona, su percepción del mundo y de la
vida.
• Un mayor nivel de estudios no asegura mayor felicidad.
• Cambiar de clima o zona geográfica tampoco parece poseer algún efecto.
Factores que afectan de forma directa las posibilidades de ser felices son el apego al
pasado y la preocupación por el futuro, es decir, nuestra incapacidad de vivir en el presente.
Respecto al pasado, no se trata de “no tener memoria”, eso es imposible, sino más bien de
no tener apegos emocionales o sentimentales intensos; por tanto, ver la propia historia
como eso, como historia vivida y dejarla ir, con todo lo bueno o malo que se haya
experimentado, concentrando los esfuerzos en el rico aquí y ahora. Y del futuro, la idea no
es volvernos incapaces de hacer planes o proyecciones, son necesarios, ayudan a
sistematizar y ordenar las actividades. En realidad, se trata de ocuparnos no de
preocuparnos, sobre todo emocionalmente, por lo que pueda pasar. Los consultorios
psicológicos están llenos de personas con pensamientos fatalistas que no dejan de
preocuparse por el devenir. Mucho de lo que hemos revisado, en especial el sistema
mindfulness, son herramientas para trabajar en este sentido y tratar de vivir más en el
presente.
Otra parte fundamental del estudio de la felicidad, desde la perspectiva de la psicología
positiva, es que, al renovar ciertas fortalezas y virtudes de nuestro carácter, tendemos en
paralelo al desarrollo personal y a un notable incremento de la capacidad de ser felices. Es
lo que abordaremos en la próxima sección.

4.4 Las virtudes universales que fortalecen el carácter


Un argumento importante de Seligman y su grupo de colaboradores para dar pie a la
psicología positiva, es que se ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a estudiar y clasificar
los trastornos psicológicos o enfermedades mentales; estos son organizados en el famoso
DSM (Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, en español), que

33
después de varias décadas de revisión y actualización va en la edición número cinco. Por el
contrario, los esfuerzos y recursos para intentar sistematizar científicamente las fortalezas,
virtudes o cualidades que favorecen los estados saludables, eran casi inexistentes hasta ese
momento. Así que un equipo integrado por prestigiados académicos, convocados por
Martin Seligman y encabezado por Christopher Peterson, pusieron manos a la obra a finales
de los noventa con la finalidad de poder tener una visión panorámica de las fortalezas y
virtudes que forman el carácter positivo en las personas. Después de una revisión
minuciosa de textos y documentos filosóficos, espirituales, religiosos y académicos,
llegaron a la conclusión de que en los últimos tres mil años los grandes pensadores de la
humanidad han valorado seis virtudes fundamentales:

• Sabiduría y conocimiento
• Valor
• Amor y humanidad
• Justicia
• Templanza
• Espiritualidad y trascendencia
Para llegar a estas seis virtudes, el grupo investigador propuso que cada una de ellas
estaba integrada por diferentes fortalezas, entendiendo que para que una cualidad
humana fuera considerada fortaleza debería poseer ciertas características: En primer lugar,
una fortaleza es un rasgo, una característica psicológica que se presenta en situaciones
distintas y a lo largo del tiempo; en segundo lugar, una fortaleza es valorada por derecho
propio, esto es, sus consecuencias son positivas; en tercer lugar, las fortalezas, por lo
general, buscan una relación victoria-victoria, no vencedor-vencido, por lo que pretenden
armonía en los vínculos sociales; en cuarto lugar, los modelos de conducta de una cultura
suelen ilustrar de forma convincente, como sería el caso de grandes líderes como Gandhi,
Martin Luther King, la Madre Teresa, Nelson Mandela, entre otros; y en quinto lugar, las
fortalezas pueden considerarse prácticamente universales, se valoran en casi todas las
culturas a través de los tiempos.
Ahora revisemos cuáles son las fortalezas que se proponen y que componen cada una
de las virtudes.
Sabiduría y conocimiento:

• Curiosidad/interés por el mundo. Significa abrirse a distintas experiencias y


flexibilidad ante temas o ideas que no encajan en la propia visión del mundo.
• Amor por el conocimiento y por aprender cosas nuevas, asistiendo a clases, cursos,
o de manera autodidáctica.
• Juicio/pensamiento crítico/mentalidad abierta. Pensar con detenimiento y cuidado
para analizar diversos puntos de vista; es un esfuerzo por ser objetivo y racional.

34
• Ingenio/originalidad/inteligencia práctica/perspicacia. Ante situaciones novedosas,
lograr con cierta facilidad encontrar opciones de conducta o solución para alcanzar
el objetivo.
• Inteligencia social/inteligencia emocional/inteligencia personal. Es disponer de la
capacidad de ser conscientes de uno mismo, de sus motivaciones y sentimientos, al
mismo tiempo que puede detectarlos en las demás personas.
• Perspectiva. Se expresa en poseer una visión más amplia y equilibrada del mundo o
de la vida, lo que los demás aprecian al buscar ayuda.
Valor:

• Valor/valentía. Ante situaciones amenazantes, retos, dolores o dificultades, con la


entereza o fuerza de enfrentarlos dignamente, buscando salir adelante de la mejor
forma.
• Perseverancia/laboriosidad/diligencia. Al asumir proyectos o planes, se asumen con
responsabilidad y hay esmero en concluirlos.
• Integridad/autenticidad/honestidad. No sólo se trata de decir la verdad, sino de
vivir de forma genuina o auténtica, con un fundamental respeto hacia sí mismo.
Amor y humanidad:

• Bondad y generosidad. Implica el disfrute de realizar las buenas obras en beneficio


de los demás, aun cuando no sean personas cercanas.
• Amar y dejarse amar. Apreciar las relaciones íntimas y profundas, logrando un
sentimiento mutuo.
Justicia:

• Civismo/deber/trabajo en equipo/lealtad. Implica hacer un buen papel como


miembro de equipos o grupos, siendo dedicado, leal y bien dispuesto a colaborar;
es disponer de la facilidad para integrase a los grupos en general.
• Imparcialidad y equidad. Es no permitir que los sentimientos personales sesguen
nuestras decisiones, en especial las relaciones humanas. Hay pleno respeto a las
opiniones de los demás.
• Liderazgo. Implica la facilidad para organizar actividades y asegurarse de que se
lleven a cabo con satisfacción. También se acompaña de la sensibilidad para
identificar las necesidades de otras personas.

Templanza:

• Autocontrol. Hace referencia a la expresión apropiada y moderada de los apetitos y


las necesidades; y en todo caso las compensa en el momento oportuno y de la
manera adecuada.
35
• Prudencia/discreción/cautela. Fundamental fortaleza que se refiere a la capacidad
de contenernos, de actuar con cuidado, detenernos a pensar antes de actuar, evitar
las típicas reacciones impulsivas que traen nefastas consecuencias.
• Humildad y modestia. No hay interés en ser el centro de atención; son las acciones
o los logros los que hablan por la persona.
Espiritualidad y trascendencia:

• Disfrute de la belleza y la excelencia. Es la tendencia a apreciar la belleza, la


excelencia y la habilidad en todos los ámbitos: en la naturaleza, en el arte y en la
ciencia.
• Gratitud. Es tener consciencia de las cosas buenas que suceden y siempre darse
tiempo para agradecer, a las personas, a la vida, a Dios.
• Esperanza/optimismo/previsión. Es una actitud positiva del futuro, pero no en un
sentido trivial, si no de plena confianza en las propias fortalezas y en la de los demás.
• Espiritualidad/propósito/fe/religiosidad. Es el dominio de sólidas creencias en una
filosofía de lo trascendente del universo o del cosmos; es ver un orden natural en
las cosas y confiar en el proceso evolutivo del ser humano.
• Perdón y clemencia. Implica perdonar con sinceridad a quienes nos han causado
algún mal, con la idea de que siempre puede haber segundas oportunidades, o
posibilidades de cambio positivo también en los demás. De igual forma, sin olvidar
que el error es ontológico a todo lo humano.
• Picardía y sentido del humor. Se disfruta riendo y haciendo reír a los demás, viendo
el lado cómico de las cosas o de la vida, no con base en ridiculizar a los demás.
• Brío/pasión/entusiasmo. La mayor parte del tiempo hay motivación para entregarse
y comprometerse de lleno a lo que la vida ofrece.
Al revisar todas estas fortalezas pareciera difícil poseerlas todas, e incluso es factible
pensar que esto es más una utopía que una realidad; no obstante, las personas
preocupadas por su desarrollo tienen muchas de ellas en menor o mayor medida. Y
claramente se asocian con muchos de los puntos que hemos revisado ya. Esta es una forma
más de ampliar nuestra visión sobre lo que implica el trabajo interior. Ahora, sin falsa
modestia, con franqueza, lea lo siguiente y vea qué tanto de estas afirmaciones encajan
con sus propias fortalezas (Seligman, 2006; pp. 239-240):

• Una sensación de propiedad y autenticidad (“es mi verdadero yo”).


• Un sentimiento de emoción al ponerla en práctica, sobre todo al principio.
• Un aprendizaje rápido cuando la fortaleza se pone en práctica por primera vez.
• Aprendizaje continuo de nuevas formas de aplicar la fortaleza.
• Una sensación de ansiedad por encontrar formas de utilizarla.
• Una sensación de inevitabilidad, con respecto a la puesta en práctica de la fortaleza
(“intenta detenerme”).

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• Vigorización en vez de agotamiento, mientras se utiliza la fortaleza.
• Creación y búsqueda de proyectos personales que giran en torno a la fortaleza.
• Alegría, emoción, entusiasmo, incluso éxtasis cuando se pone en práctica.
En la medida en que alguna o algunas de estas afirmaciones armonicen con sus
principales fortalezas, puede afirmar que son sus rasgos o características esenciales como
persona. Esperamos dejar claro con lo expuesto hasta aquí que siempre estamos en
proceso de crecimiento interior, y que es verdaderamente posible incrementar de manera
consciente nuestras fortalezas y virtudes al ponerlas en práctica, aun cuando sea un poco,
cada día.

37
Capítulo 5. Evolución de la consciencia personal y social

5.1 Consciencia, madurez y salud integral


Ya hemos establecido una relación entre el crecimiento interior o autorrealización y la
madurez psicológica, presentando una serie de características de las personas maduras o
realizantes. Ahí pudimos apreciar, de manera implícita al menos, que el crecimiento interior
implica, un mayor nivel de consciencia, pero ¿qué es la consciencia, es lo mismo que mente,
es una parte de ella?, y ¿qué queremos decir con tener un mayor nivel de consciencia?
Definir la consciencia implica ubicarse en campos específicos como el misticismo, la
filosofía, la psicología, la psicobiología, entre otros; y además en cada disciplina logran
surgir diferentes posturas o teorías sobre ella. Considerando que este no es el espacio
adecuado para una revisión sobre el tema, nos permitimos plantear lo siguiente (para
mayor información sobre el tema se puede consultar a Rattray-Taylor, 1980; Fernández-
Guardiola, 1979; y Ornstein, 1993):

• La mente es la actividad o conjunto de funciones (aprendizaje, memoria,


pensamiento, consciencia, etc.) del cerebro, de la misma manera que respirar es la
función de los pulmones.
• La percepción es una función de la mente ligada a los mecanismos de la sensación
(los cinco sentidos).
• La consciencia es también una función mental que implica, en esencia, “darse
cuenta de ...”
• Existen diferentes estados de consciencia (vigilia, sueño, estado alterado por
sustancias, exceso de cansancio, somnolencia y demás) y otros niveles de
consciencia, así como hay niveles de inteligencia.
• Si bien los estados y niveles de consciencia están estrechamente relacionados,
operan bajo mecanismos biológicos y psicológicos muy distintos.
Cuando hablamos de los factores que limitan el crecimiento interior, nos referimos a la
limitación que produce vivir con una mente mecanizada, con pensamientos recurrentes y
mecánicos, ligados al pasado o enganchados en las preocupaciones futuras; la alternativa
es tratar de vivir en el aquí y ahora, tener una mente más fresca y despierta, proponiendo,
por ejemplo, el sistema mindfulness para facilitar este estado que ahora podríamos llamar
de consciencia, un estado de alerta. El desarrollo interior difícilmente dispone de un lugar
si no estamos bajo un estado similar de darnos cuenta, de alerta continua, en lugar de ese
estado mecanizado, aletargado o de “soñar despiertos”. Esta idea de vivir sin tomar
consciencia del presente es muy antigua, y salir de ese estado ha recibido muchos nombres:
el samadhi de los hindúes, el satori del budismo zen, el despertar de la consciencia en el
sufismo, el estado de vigilia de los primeros cristianos, el despertar del sueño de varias
culturas prehispánicas, por aludir algunos.

38
Conviene hacer notar que se habla de la mecanicidad o programación negativa, también
en modelos y teorías de la psicología moderna, como la psicología existencial, la psicología
fenomenológica, la psicosíntesis, el análisis transaccional, la psicoterapia Gestalt, por
mencionar algunas. La cuestión es tratar de entender por qué ocurre este estado de
mecanicidad, cómo surge o qué ventajas posee para existir como un proceso mental o
cognitivo tan generalizado. La respuesta es obvia: automatizar o mecanizar muchas
experiencias aprendidas facilita volvernos más ágiles o hábiles para enfrentar mejor los
problemas cotidianos; no tener que aprender cada día algo que ya sabemos o
experimentamos ofrece grandes ventajas evolutivas. Sólo piensen cuán absurdo sería que
día con día tuviéramos que aprender habilidades como leer, manejar un auto, cocinar o
escribir en la computadora; de hecho, no habríamos ido muy lejos como especie. Pero
como lo vimos antes, ésta es un arma de dos filos, pues también lleva a automatizar nuestra
visión del mundo, a formar patrones de conducta y percepción, a partir de las primeras
relaciones con los demás, impidiéndonos ver lo nuevo. Todo lo anterior, obliga a repetir
reacciones emocionales o conductuales que dificultan la existencia, por dolorosas,
limitantes y absurdas que sean.
Así que librarnos, en la medida de lo posible, de este estado de automatismo se vuelve
imprescindible para nuestro crecimiento interior y salud integral; en especial cuando se
trata de ser capaces de observarnos para descubrir en qué aspectos necesitamos trabajar.
Y aquí es en donde entra el tema de los niveles de consciencia, que revisaremos a
continuación.

5.2 Las etapas del desarrollo de la consciencia


Salir de este estado de mecanicidad o reactividad incontrolada de la que hemos venido
hablando, implica un gran esfuerzo y sobre todo una gran motivación, una sensación
urgente de querer ser diferente, de hacer las cosas de otra manera, de experimentar una
mejor forma de existencia. Es difícil que surja esta motivación si no tenemos una visión más
amplia de nosotros mismos y del entorno; esa visión más amplia es consciencia en
desarrollo. Desde esta perspectiva se define la consciencia como la capacidad de darnos
cuenta de la relación armoniosa con nosotros mismos y con el entorno. Aquí la palabra
armoniosa es clave, pues del mismo modo que la inteligencia implica la capacidad de
resolver los problemas que enfrentamos cada día, la consciencia implica nuestra manera
de relacionarnos con el mundo.
Ser más inteligente significa que podemos resolver mejor los problemas que
enfrentamos; ser más consciente significa una relación más armoniosa con nosotros
mismos y con nuestro entorno; lo contrario también se entiende; menos inteligencia
involucra menor capacidad de resolver problemas o situaciones de conflicto; en tanto que

39
ser menos consciente supone una pobre o inarmónica relación con nosotros mismos y con
el entorno.
Del mismo modo que existen diversos modelos sobre el desarrollo de la inteligencia, sin
duda el más conocido y de mayor impacto histórico es el estructurado por Jean Piaget.
También existen diversos modelos de desarrollo de la consciencia, que plantean una
variedad de niveles o etapas, de tres, cuatro, seis, siete, ocho o más según sus autores. Para
exponer el tema elegimos el modelo de la Espiral de la Consciencia (González, 2009), por
considerarlo práctico, didáctico y afín a las ideas que hemos venido presentando en este
escrito.
El comprender cómo se desarrolla nuestra consciencia ayudará a entender por qué se
nos dificulta tanto experimentar estados de alerta o de vivir en el presente, pues como se
verá más adelante, estos estados se facilitan o motivan cuando el nivel de consciencia es
mayor; y por el contrario, cuanto menor es el nivel de desarrollo, disminuirá también la
capacidad o motivación para estar en el aquí y ahora.
Proceso evolutivo de la consciencia (González, 2009; pp. 130-131):

• Etapa intrauterina, esfera prenatal, nivel de consciencia pleromático3. La


consciencia permanece en estado latente, fundida y confundida con la
totalidad. Estructura arreflexiva, atemporal y aespacial. Percibe estímulos
internos y externos, a lo largo de sus diferentes fases también llamadas
matrices perinatales.
• Etapa de hominización, esfera biológica (nivel de consciencia arcaico).
Surgimiento de la dualidad primaria sujeto/objeto que separa al mundo del
ser (yo soy) del mundo del no ser (no soy). Se rige por el principio de la
homeostasis y se encuentra sujeta a impulsos e instintos primarios. La
identificación se ubica en el cuerpo. Estructura cognitiva sensoriomotriz.
Constituye el primer eslabón de la cadena evolutiva de la consciencia, es
decir, del darse cuenta (awareness).
• Etapa de humanización, esfera psicológica (nivel de consciencia
autocéntrico). Comprende cuatro grandes fases: segunda infancia,
pubertad, adolescencia y vida adulta, en la que el proceso evolutivo, cuando
no es obstaculizado o distorsionado, alcanza la madurez. Constituye el
tránsito del instinto al pensamiento, de las necesidades deficitarias a las de
desarrollo, del autocentrismo al alterocentrismo (o del egocentrismo al
sociocentrismo), de la identificación con la mente a la identificación con el
ser bio-psico-social, de la estructura cognoscitiva preoperacional a la fase
reflexivo-formal, de la dependencia a la autonomía, del centro de la

3
Pleromático significa un nivel de conciencia oceánico, el “yo” está fusionado con el útero lo que da al feto
un sentido de identidad.

40
valoración externa a la interna, de las relaciones utilitarias a las relaciones
interpersonales con las personas cercanas y significativas. Momento del
despertar existencial, de la búsqueda de sentido de la vida y de la valoración
integral de la propia experiencia. Etapa de la cristalización del yo, sí mismo
o consciencia individual.
• Etapa de socialización, esfera organísmica (nivel de consciencia personal).
Implica madurez, libertad y responsabilidad, compromiso social e
identificación con el ser histórico-social. Necesidades de desarrollo personal
que se extiende a la búsqueda del bien social-comunitario. Consciencia de
ser con y para los demás. Relaciones interpersonales externas
comprometidas y significativas. La consciencia se encuentra animada e
impulsada por la buena voluntad y la intencionalidad que se dirige hacia el
desarrollo espiritual.
• Etapa de personalización, esfera espiritual (nivel de consciencia
transpersonal). Comunión y amor fraterno incondicional. Integración bio-
psico-social-espiritual. Valores humanistas. Tránsito de las necesidades y los
valores de desarrollo a las metanecesidades y metavalores (son las
necesidades y valores asociados al crecimiento interior). Búsqueda de su ser
esencial, de la Yoidad4. Emergencia del testigo capaz de observar al ser que
es y al Ser que lo trasciende.
• Etapa de ultrapersonalización, esfera unitaria (nivel de consciencia
trascendente). Etapa evolutiva en la que la consciencia humana alcanza su
plena realización al despertar a su verdadera esencia: la Yoidad, el Omega
de los omegas5. Disolución de todas las fronteras y demarcaciones.
Comprensión cabal del misterio de la Unidad en la Multiplicidad. Concepción
circular del tiempo.
Según los autores especializados en la evolución de la consciencia,
independientemente del modelo estudiado, la gran mayoría de las personas adultas con
dificultad llegan a la tercera etapa, logrando cierto grado de independencia y
comportamiento responsable, pero poco solidario, con baja consciencia de la importancia
del crecimiento interior y bajo compromiso social y ecológico. Por otra parte, es posible
afirmar cómo todos aquellos individuos que manifiestan comportamientos antisociales, no
éticos, deshonestos y criminales, en general no han podido alcanzar una etapa evolutiva
superior. Incluso, el nivel tres de consciencia en el que se encuentran, está bastante

4
La Yoidad, no confundir el término con exceso de ego; más bien es una expresión muy utilizada por teóricos
humanistas para referirse a la capacidad de ser plenamente uno mismo, aceptarse incondicional y
amorosamente.
5
El Punto omega es un término acuñado por el jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin para describir el
punto más alto de la evolución de la consciencia, considerándolo como el fin último de la misma.

41
distorsionado o disfuncional, en muchos casos manifestando trastornos emocionales y de
personalidad que evidencian su falta de madurez o desarrollo integral.
Avanzar a las siguientes etapas requiere una gran motivación y esfuerzo de superación,
acompañado de estados de alerta, de romper de forma continua la mecanicidad o los
automatismos. De este modo entramos en un círculo virtuoso, pues más estados de alerta
conducen a un mayor crecimiento y ampliación de la consciencia; una mayor consciencia a
su vez permite más estados de alerta o estar despiertos en el aquí y ahora. Lo contrario
también aplica, es decir, se crea un círculo vicioso, un menor nivel de consciencia lleva a
permanecer en nuestros automatismos y una mente mecánica impide ampliar la
consciencia.
Aquí ya hemos dado bastantes ideas y recomendaciones sobre cómo trabajar
cotidianamente para romper la mecanicidad, estar más alertas e impulsar nuestro
desarrollo consciente. Si está estudiando este tipo de temas y está involucrado en su
desarrollo personal, tenga plena confianza que ya está en el nivel cuatro, al menos.

5.3 Consciencia social, armonía social y calidad de vida


Por lo expuesto antes, se hace evidente que el desarrollo personal no sólo es una
necesidad del individuo, sino de la sociedad en su totalidad. En la medida en que haya más
personas con niveles superiores de consciencia, esto es, niveles cuatro en adelante,
asumiendo sus diferentes roles de manera comprometida y responsable, con un interés
real en las personas y en el cuidado de la naturaleza; el cambio social positivo será una
realidad.
Sólo imaginemos que hubiera un mayor número de padres de familia con una visión de
la existencia en esencia humana, sensible, respetuosa, fraterna e incondicional, habría
también mayor número de familias funcionales, armoniosas. Y ¿qué tal profesores del
Sistema Educativo Nacional con esta visión consciente? ¿Políticos y funcionarios públicos?
¿Empresarios, directivos y gerentes? ¿Es una ilusión, una utopía? La evolución puede ser
lenta, pero ocurre, no sólo en el sentido biológico, también sucede en el sentido
psicológico, espiritual y trascedente. La evidencia nos la proporcionan todos nuestros
líderes humanistas históricos y presentes. También es factible verla en los grandes grupos
sociales y países que se esfuerzan por hacer bien las cosas, gozando de economías más
saludables en lo humano y amigables con el ambiente, aunque son más la excepción que
la regla.
En realidad, nada garantiza que la humanidad va a lograr pasar a mejores niveles de
existencia, que vaya a sobrevivir. La literatura y el cine están llenos de escenarios pesimistas
y dramáticos de lo que puede suceder a la humanidad si no nos comprometemos con la
tarea de evolucionar conscientemente. Pero hay que reconocerlo, también hay un gran

42
número de versiones positivas, de escenarios optimistas de lo que es viable si avanzamos
en nuestro crecimiento interior.
Confiamos en que esta pequeña obra le haya sido útil para impulsar su desarrollo
personal, le permita una visión más amplia y consciente de que el trabajo interior no es una
mera moda, ni una actividad new edge, es una necesidad humana por excelencia que nos
lleva a un mayor disfrute de la vida saludable y a la búsqueda incesante de mejores
condiciones de vida social para todos.

43
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