Inv Biologia Staley Miller
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La teoría de Oparin-Haldane, el experimento de Miller y Urey y el mundo del ARN.
Los detalles de este modelo probablemente no son del todo correctos. Por
ejemplo, los geólogos hoy en día piensan que la atmósfera no era
reductora y no está claro si los primeros indicios de vida surgieron en los
pozos a la orilla del mar. No obstante, la idea básica —una formación
espontánea paso a paso de moléculas o ensambles biológicos simples,
después más complejos y luego autosustentables— todavía es el
elemento central de la mayoría de hipótesis sobre el origen de la vida.
Representación del equipo que usaron Miller y Urey para simular las
condiciones en la Tierra en sus inicios.
Crédito de la imagen: "Experimento de Miller y Urey", de la Fundación CK-12, CC BY-NC 3.0
Resumen
El origen de la vida en nuestro planeta es un tema muy complejo y
fascinante. Sabemos aproximadamente cuándo comenzó, pero
el cómo sigue siendo un misterio.
Estas no son las únicas ideas científicas acerca de cómo la vida pudo
haberse originado y ninguna es concluyente. Hay que mantenerse atento
a medida que surge nueva información y se proponen nuevas ideas
científicas sobre el origen de la vida.
[Referencias]
Pero, para hablar del origen de la vida primero hay que considerar qué entiende la comunidad científica como
entidad dotada de vida. Se trata de un compartimento permeable que contiene un sistema bioquímico -el
metabolismo- en su interior y es capaz de reproducirse. Por lo tanto, algo pasó en aquella Tierra primitiva y
propició que se formara el primer individuo, al que los humanos hemos bautizado con el nombre de LUCA, del
inglés, last universal common ancestor, y a partir del cual hemos evolucionado el resto de seres vivos. Si nos
paramos en este punto de la historia, justo en el momento donde se generó la vida, la pregunta, casi
inevitable, que cualquiera se podría plantear es: ¿cómo pudo generarse materia viva a partir de materia
inerte?
Algunos científicos destacados intentaron dilucidar este misterio proponiendo diferentes explicaciones. Entre
otros, aportaron sugerencias personajes tan conocidos como Svante Arrhenius, R.B Harvey o Hermann J.
Mujer. Sin embargo, sus ideas no se sostenían, o más bien se sostenían sobre un pilar carcomido, puesto que
la óptica predominante de estas teorías era que LUCA tenía las características propias de un organismo
autotrófico, es decir, era metabólicamente completo y con la capacidad innata de combinar agua y CO2 de la
atmósfera, convirtiéndolos en compuestos orgánicos. Pero además, ninguno de estos científicos avalaban sus
teorías con experimentos empíricos.
Durante la primera mitad del siglo XX, Aleksandr Ivánovich Oparín, un bioquímico ruso y evolucionista
convencido, hizo tambalear las ideas de estos científicos mediante una reflexión simple, pero no obvia: no era
posible que el primer ser fuera autotrófico, si se atiende a la complejidad metabólica de este tipo de
organismo. Para Oparín, el metabolismo más temprano tenía que ser heterótrofo -tomar las sustancias
orgánicas del ambiente, en vez de crearlas por sí mismo- puesto que resulta más sencillo y haber sufrido una
evolución gradual hasta llegar a un ser más complejo.
Además, con la misma línea argumentativa de la simplicidad, Oparín pensaba que LUCA debía ser
anaeróbico -utilizar rutas fermentativas para vivir en ausencia de oxígeno- dada la persistencia en la que esto
aparece en todos los seres posteriormente evolucionados. El hecho de que todos los organismos
evolucionados a partir de LUCA, sean fermentativos o no, traen inherentemente a su metabolismo la
capacidad de hacer la fermentación, fue traducido por Oparín como un indicio de que todos ellos vienen de un
único organismo fermentador. El bioquímico también sugirió que para que todo esto ocurriera era
indispensable que la atmósfera del momento estuviese formada por gases reductores.
El primer científico que consiguió una representación empírica de los postulados de Oparín sobre el origen de
la vida a la Tierra fue Stanley L. Miller, nacido tal día como hoy en Oakland, California el 1930. Se licenció en
ciencias rurales en 1951 en la Universidad de California, Barkeley, y tenía muy claro que quería realizar una
tesis en química, por lo tanto, tenía que decidir qué proyecto desarrollar. Mientras barajaba diferentes
opciones, asistió a una conferencia sobre el origen del sistema solar impartida por el reconocido científico y
premio Nobel Harold Urey. En aquel seminario Urey habló, entre otras cosas, sobre las condiciones que debía
tener la atmósfera de la Tierra primitiva, muy diferentes de las de la actualidad. Explicaba que, quizás, la
atmósfera terrestre primitiva se asemejaba más a la de Júpiter que a la actual y que, probablemente, estaba
formada esencialmente por gases reductores (cómo ya había apuntado Oparín) como el metano, el hidrógeno
molecular, el agua y el amoníaco. Urey incidió en que esta atmósfera reductora sería muy favorable para la
síntesis de compuestos orgánicos, y que le parecía imprescindible que alguien se encargara de intentarlo en
un laboratorio. Un año después de aquella conferencia, en septiembre de 1952, Miller estaba llamando a la
puerta de su despacho, ofreciéndose para hacer aquel experimento.
Urey no estaba nada convencido de esta oferta, hasta tal punto que le sugirió amablemente a Miller que se
buscara otro proyecto para desarrollar su tesis. Sin embargo, el joven científico fue perseverante hasta lograr
su objetivo. Eso sí, con una condición por parte del premio Nobel: tenía seis meses para conseguir algún
resultado que generara la suficiente confianza en el proyecto como para seguir con la investigación.
Miller y Urey diseñaron un aparato que simulaba las condiciones de la Tierra primogénita. Recrearon
literalmente un mar y una atmósfera y construyeron un condensador para simular también la lluvia. El aparato
consistía en dos recipientes conectados entre ellos. En el primero encontraríamos los gases atmosféricos
reductores (metano, hidrógeno molecular y amoníaco) y en el segundo sencillamente agua calentada para
que, al evaporarse, se incorporase el vapor de agua a la atmósfera artificial del primer recipiente. Además, en
el tubo conector de los dos recipientes estaba el condensador, que generaba la lluvia mediante el
calentamiento de “la atmósfera” para que esta precipitara y cayera en forma líquida, de nuevo al “mar”. La
recreada atmósfera llevaba acoplado un espiral de Tesla para generar descargas eléctricas que simulaba
rayos. Así, estaba todo listo para demostrar el primer paso de la teoría de Oparín: la síntesis de moléculas
orgánicas a partir de moléculas simples inorgánicas.
Pusieron en marcha el experimento y, pasada una semana, encontraron el artefacto lleno de un material
marrón de aspecto aceitoso. Miller analizó aquel mar y aquella atmósfera con unas pruebas específicas para
comprobar si se habían generado las moléculas que él esperaba. De este modo, el investigador encontró por
un lado la solución acuosa -diferentes ácidos (fórmico, glicólico, lácteo y propiónico) y algunos aminoácidos
(glicina, alanina, beta-alanina, ácido alfa-aminobutírico)- y por otro lado, en el recipiente simulador de la
atmósfera se encontró monóxido de carbono y nitrógeno, además de los gases de partida. Adicionalmente el
científico comparó las condiciones del gas metano antes y después del experimento y determinó que
alrededor del 60% del carbono presente en el metano inicial, ahora formaba parte de los compuestos
orgánicos.
Miller, lejos de asemejarse al joven estudiante de medicina Víctor Frankenstein, no había creado vida aquella
semana, pero sí había creado las bases orgánicas del que sería el primer organismo vivo de la Tierra.
Después de repetir el experimento con unas pocas variaciones, en diciembre de 1952 Miller ya tenía unos
resultados muy prometedores, solo tres meses después de comprometerse con Urey. Mientras continuaba la
investigación, Stanley Miller decidió escribir un artículo breve con los resultados que tenía por el momento.
Este se publicó en la ya prestigiosa revista científica Sience el 15 de mayo del 1953, y no pasó desapercibido
para la sociedad científica del momento.
La exploración de los dos científicos prosiguió y fueron perfeccionando el experimento hasta que, después de
muchos cambios y repeticiones, detectaron finalmente más de 20 compuestos producidos en el ensayo.
También constataron que las reacciones de síntesis de aminoácidos y de Urea eran las descritas 100 años
antes por los científicos Strecker y F. Wöhler, respectivamente.
Durante los siguientes años el principal obstáculo que presentaba este trabajo, y que impedía aceptarlo como
válido por completo, era la duda de si, efectivamente, las características empleadas por Miller eran realmente
las que presentaba la original Tierra primitiva. Sin embargo, el 29 de septiembre de 1969 cayó un meteorito en
Murchison (Australia) poniendo punto y final a este debate, debido a que los análisis de la composición de
aminoácidos de este trocito de cielo coincidían, en gran parte, con los resultados del trabajo de Miller. No solo
eso, sino que el científico pudo identificar nuevos aminoácidos de su propio experimento como consecuencia
de verlos descritos en las observaciones del meteorito, esta vez con técnicas de análisis más avanzadas que
las empleadas anteriormente.
Los trabajos de Stanley Miller hicieron posible construir una especie de “catálogo” de moléculas que mostraba
los ingredientes de un caldo primitivo, a partir de la cual se generó el primer organismo de la Tierra. Definir
estas primeras piezas fue importante para poder entender cómo, mediante una evolución química, estas
acabaron convirtiéndose en moléculas químicamente más complejas que exhibían unas funciones catalíticas
elementales, que a su vez siguieron evolucionando hasta lograr una autoreproducción imprecisa. Cuando
hablamos de esta molécula compleja con capacidad de catalitzar su propia replicación, estamos hablando del
punto de origen de la vida: LUCA.
Sin embargo, cabe plantearse si el fenómeno del origen de la vida es un hecho suficientemente complejo
como para ser explicado mediante un único mecanismo. La comunidad científica tantea la reflexión de si la
vida podría haberse generado más de una vez y nosotros sólo somos la evolución de una de aquellas
generaciones. Hay suficientes indicios científicos para pensar que la sopa orgánica inicial, además de estar
compuesta por los productos generados por la propia Tierra en las condiciones descritas por Miller,
posiblemente contendía trazas de elementos exógenos derivados de cuerpos estelares como meteoritos,
cometas o polvo interplanetario.
PARA COPIAR
Stanley Lloyd Miller fue un científico estadounidense y ornitólogo conocido por sus
estudios sobre el origen de la vida y los pájaros. En el experimento de Miller y Urey, llevado a cabo
en 1953 como estudiante diplomado, realizó una simulación a partir de la hipótesis creada por
Oparin de las condiciones de la Tierra primitiva en busca de las reacciones químicas que pudieron
construir sus primeros bloques esenciales (aminoácidos y proteínas) simples.
En 2008, otros investigadores encontraron el aparato que Miller usó en sus tempranos
experimentos y analizaron el material remanente usando técnicas modernas más sensibles. Los
experimentos habían incluido la simulación de otros ambientes, no publicados en su momento,
como gases liberados en erupciones volcánicas. El análisis posterior encontró 20 aminoácidos que
son los componentes de las proteínas y 6 componentes de los ácidos nucleótidos que aparecen en
el núcleo de las células y son sustancias elementales para formar la vida, logrando con esto
aportar evidencias sólidas que apoyan el desarrollo evolutivo de la vida en la tierra
Este experimento, junto a una considerable evidencia geológica, biológica y química, ayuda a
sustentar la teoría de que la primera forma de vida se formó de manera espontánea mediante
reacciones químicas. Sin embargo, todavía hay científicos que no están convencidos.
La teoría de los coacervados es una hipótesis que explica cómo se originó la vida
en la Tierra. Según esta teoría, los primeros organismos vivos surgieron a partir
de estructuras esféricas llamadas coacervados, las cuales se formaron a partir de
una mezcla de moléculas orgánicas y agua.
Los coacervados son estructuras esféricas que se forman a partir de una mezcla
de moléculas orgánicas y agua. Estas estructuras están rodeadas por una
membrana semipermeable, la cual es capaz de retener las moléculas dentro de
ellas y crear así un ambiente favorable para la evolución química.
Los coacervados pueden ser de dos tipos: simples o complejos. Los coacervados
simples contienen solo una o dos moléculas diferentes, mientras que los
complejos contienen varias moléculas diferentes.
Conclusion
Referencias:
Alberts, B. et al. Molecular Biology of the Cell. Garland Science,
2002.
Cairns-Smith, A. G. Genetic Takeover and the Mineral Origins of
Life. Cambridge University Press, 1982.
Hanczyc, M. M. et al. «Experimental models of primitive cellular
compartments: encapsulation,
Conclusiones
Esta teoría sugiere que la vida se originó a través de procesos
químicos que ocurrieron en la tierra primitiva hace miles de
millones de años. Aunque la teoría de Oparin ha sido objeto de
controversia y debate, continúa siendo una teoría fundamental en
la investigación de la vida y su evolución
Conclusiones
La teoría de los coacervados es sólo una de las varias teorías que
intentan explicar el origen de la vida. Aunque aún no hay pruebas
concluyentes, esta teoría sugiere que los primeros seres vivos
podrían haber surgido a partir de conglomerados de moléculas
llamados coacervados, que se formaron en los mares primitivos de
nuestro planeta hace unos 4 mil millones de años. Sin embargo,
aún queda mucho por investigar y descubrir en este campo de la
biología.
Referencias
o Oparin, A. I. (1936). The Origin of Life. New
York: Macmillan.
o Haldane, J. B. S. (1929). The Origin of Life.
Rationalist Annual, 148, 3-10.
La teoría de los coacervados sugiere que los primeros seres vivos
en la Tierra podrían haber surgido a partir de la formación de
pequeñas estructuras esféricas llamadas coacervados, que podrían
haber actuado como precursores de las células. Aunque esta teoría
aún no ha sido completamente demostrada, sigue siendo objeto de
investigación y debate en la comunidad científica.
Otros científicos que apoyaron esta teoría fueron el químico sueco Svante August
Arrhenius (1859-1927), ganador del Premio Nobel de Química en 1903, y el astrónomo
inglés Fred Hoyle (1915-2001), aunque fue el científico sueco quien más contribuyó con su
difusión.
Fuente: https://concepto.de/teoria-de-la-panspermia/#ixzz8JNP30qEY
La Teoría de la Panspermia es controvertida y posee tanto indicios que podrían
sustentarla, como cuestiones que no logra resolver. Por un lado, se conocen las condiciones
muy adversas en que algunos tipos de bacterias logran no sólo sobrevivir, sino
reproducirse, como las extremófilas que habitan algunos de los lugares más inhóspitos de la
Tierra.
Esto hace suponer, junto con la discutida evidencia de vida microbiana extraterrestre
hallada en el meteorito ALH84001 y en el meteorito Murchison, que las bacterias podrían
sobrevivir a las condiciones del espacio exterior y servir para colonizar planetas lejanos.
Sin embargo, esta teoría no permite explicar el origen mismo de la vida, sino que se
limita a pasar su responsabilidad a entidades extraterrestres de las cuales no se tiene ningún
indico de existencia. Semejante mecanismo de pensamiento se aleja mucho de lo
contemplado en el Método Científico y lo tomado en serio por la ciencia.
Fuente: https://concepto.de/teoria-de-la-panspermia/#ixzz8JNOq38DX
Estos hallazgos hacen que la Teoría de la Generación Espontánea caiga
definitivamente en descrédito, fruto de lo cual durante finales del siglo XIX y principios del siglo
XX, se plantea una concepción eternalista para explicar el origen de la vida; la denominada TEORÍA
DE LA PANSPERMIA, defendida por el químico JUSTUS LIEBIG y por el físico HELMUT VON
HELMONT. Esta teoría, se basa fundamentalmente en la observación de la fecundación de las
lavas, originariamente estériles (cuando su temperatura es elevada), por esporas traídas por el
viento y establece que este fenómeno podría ocurrir a escala cósmica, es decir, que la Tierra
habría sido sembrada por gérmenes provenientes del cosmos. De ahí que a esta Teoría también se
la conoce con el nombre de TEORIA COSMOZOICA
¿En qué consiste la Teoría de los Coacervados? Esta teoría fue formulada
por Oparín. La misma supone que la vida habría aparecido en un medio rico en
materia orgánica y carente de oxígeno.
Teoría de Oparin
Te explicamos qué es la Teoría de Oparin sobre el origen de la vida y sus
críticas al respecto. Además, cómo es el esquema de esta teoría.
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2 min. de lectura
Fuente: https://concepto.de/teoria-de-oparin/#ixzz8JNMqnoj9
Oparin experimentó sus hipótesis utilizando un modelo de sistemas de
moléculas al que llamó coacervados. Un coacervado es un sistema formado por
distintas macromoléculas en suspensión en un fluido -es lo que se denomina
sistema coloidal-. Se habrían formado en la Tierra primitiva en un medio
acuoso.
ANALIZA COMPLEMENTARIEDAD PERSISTENTE ENTRE LOS TRABAJOS DE OPARIN Y
FOX
respuesta:
Analiza la complementariedad existente entre los trabajos de Oparín
y Fox.
Oparin Coloco aminoácidos en agua y los calentó, obteniendo
membranas primitivas (coacervados). También propuso la hipótesis
heterotrófica (las primeras células Fueron heterótrofas))
Fox Demostró que los coacervados pueden comportarse como células
vivas, y que al Mezclarse con lípidos forman membranas lipoproteínas
primitivas.
Explicación:
Coacervado es el nombre con el que Oparin denominó a las esferas
protobiontes o precursoras de la vida obtenidas en condiciones de
laboratorio en 1938, como resultado de la organización espontánea de
membranas lipídicas en ausencia de vida. Estas membranas aislaban a
“gotas” ricas en moléculas orgánicas que exhibían algunas de las
características propias de los sistemas vivos. Al disolver en agua
proteínas, tales como la goma arábiga, Oparin observó que se formaban
membranas rudimentarias y aparecían en el medio estas gotas o
coacervados, observables al microscopio. Las membranas se formaban
cuando una capa de agua rodeaba a un grupo de moléculas de
proteínas. Pero más aún, estas membranas podían seleccionar algunas
sustancias presentes en el medio y aumentar de tamaño (crecimiento).
En algún punto se fragmentaban o dividían, dando origen a nuevas gotas
coacervadas (reproducción). Además, el ambiente químico interno de
los coacervados es distinto del ambiente externo (homeostasis) e incluso
presentan alguna actividad catalítica en su interior (metabolismo). ¡Esto
signifi¬ca que agregados de moléculas complejas no vivas pudieron
haberse organizado para dar origen a células vivas!
Sidney Fox, en 1972, realizó experimentos para verifi¬car si era posible
que los aminoácidos obtenidos por Miller y Urey (y en sus propios
experimentos de 1956), fueran capaces de organizarse y formar
proteínas. Al disolver en una solución ligeramente salina los protenoides
obtenidos en sus experiencias, se formaron en gran cantidad lo que él
llamó microesferas, las cuales mostraron que estaban rodeadas por una
estructura doble muy similar a las membranas de fosfolípidos que
envuelven las células modernas. Incluso, fue más allá en su intento de
explicar la formación de protobiontes, sugiriendo que este mismo
proceso pudo darse en zonas volcánicas activas o en los alrededores de
las fumarolas y géiseres, donde el agua caliente era expelida a la
super¬ficie, y en donde podían sintetizarse protenoides. Si
posteriormente estos lugares se enfriaban por la lluvia, podrían
formarse microesferas y, al contar con alguna actividad catalítica,
pudieron haber sintetizado otras moléculas orgánicas en su interior.
Aunque estos trabajos muestran que bajo ciertas condiciones
¬sicoquímicas se pueden formar sistemas aislados no vivos, ni los
coacervados de Oparin ni las microesferas de Fox explicaban la
evolución de los protobiontes, pues no argumentaban nada en favor de
la organización del material genético.
no fue fácil conseguirla pero espero que te sirva
OTRA RESPUESTA
Respondido: lautytanb
respuesta:
Aunque los trabajos muestran que ciertas condiciones pueden formar
sistemas aislados no vivos, ni los coacervados de Oparin ni las
microesferas de Fox explicaban la evolución de los protibiontes, nada en
favor de la organización del material genético.
Oparin colocó aminoácidos en agua y los calentó, obteniendo
membranas primitivas ( coacervados).
Fox demostró que los coacervados puede. comportarse como células
vivas que al mezclarse con lípidos formaban membranas lipoproteínicas
primitivas.