Unidad 10 Proceso Judicial Ambiental
Unidad 10 Proceso Judicial Ambiental
Unidad 10 Proceso Judicial Ambiental
Proceso colectivo
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Competencia Judicial
En cuanto a la competencia, la regla son los tribunales ordinarios, y en aquellos casos que
el daño al ambiente afecte a más de una jurisdicción, será la justicia federal. El artículo 7
de la LGA dispone: La aplicación de esta ley corresponde a los tribunales ordinarios según
corresponda por el territorio, la materia, o las personas. En los casos que el acto, omisión
o situación generada provoque efectivamente degradación o contaminación en recursos
ambientales interjurisdiccionales, la competencia será federal. (LGA Art. 7)
Legitimación
En cuanto a la legitimación procesal colectiva Gil Domínguez afirma que se vincula “con
la potestad o facultad otorgada por la Constitución o las leyes para promover acciones
colectivas que tienen por objeto la tutela efectiva de bienes colectivos” (Gil Domínguez,
2014, p. 4).
Sobre este punto de la cuestión, vale destacar que el Acuerdo de Escazú: En el artículo
8, titulado Acceso a la justicia en asuntos ambientales dispone en su inciso 1 que “Cada
Parte garantizará el derecho a acceder a la justicia en asuntos ambientales de acuerdo
con las garantías del debido proceso”. En el inciso 2 de este artículo se dispone que los
distintos Estados Partes asegurarán en el marco de su legislación nacional, el acceso a
instancias judiciales y administrativas para impugnar y recurrir, en cuanto al fondo y el
procedimiento de cualquier decisión, acción u omisión relacionada con: el acceso a la
información ambiental (art. 8.2.a) y la participación pública en procesos de toma de
decisiones ambientales (8.2.b.). Asimismo, de cualquier otra decisión, acción u omisión
que afecte o pueda afectar manera adversa al medio ambiente o contravenir normas
jurídicas relacionadas con el medio ambiente (at. 8.2.c).
Por tal razón, en el notorio caso Mendoza, pronunciamiento del 20 de junio de 2006, el
Cimero Tribunal no hizo lugar a la acumulación objetiva de pretensiones, declaró su
competencia originaria con respecto a las pretensiones concernientes a la prevención,
recomposición y el resarcimiento del daño colectivo al ambiente y se declaró
incompetente para conocer en instancia originaria con respecto a la demanda por el
resarcimiento de los daños y perjuicios individuales reclamados.
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Luego en el inciso 3 del artículo 8 se dispone que, para garantizar el derecho de acceso
a la justicia en asuntos ambientales, cada Parte considerando sus circunstancias debe
contar con diversos instrumentos y medidas, que algunas de ellas son, vale agregar, de
innegable importancia político judicial: a) órganos estatales competentes con acceso a
conocimientos especializados en materia ambiental; b) procedimientos efectivos,
oportunos, públicos, transparentes, imparciales y sin costos prohibitivos; c) legitimación
activa amplia en defensa del medio ambiente, de conformidad con la legislación
nacional; d) la posibilidad de disponer medidas cautelares y provisionales para, entre
otros fines, prevenir, hacer cesar, mitigar o recomponer daños al medio ambiente; e)
medidas para facilitar la producción de la prueba del daño ambiental, cuando
corresponda y sea aplicable, como la inversión de la carga de la prueba y la carga
dinámica de la prueba; f) mecanismos de ejecución y de cumplimiento oportunos de las
decisiones judiciales y administrativas que correspondan; y g) mecanismos de
reparación, según corresponda, tales como la restitución al Esta- do previo al daño, la
restauración, la compensación o el pago de una sanción económica, la satisfacción, las
garantías de no repetición, la atención a las personas afectadas y los instrumentos
financieros para apoyar la reparación.
LEGITIMADOS ACTIVOS
ART. 43 CN AMPARO AMBIENTAL: “Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de
amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades
públicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con
arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado
o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u
omisión lesiva. Podrán inter- poner esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo
a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los
derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones
que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y
formas de su organización. (…)”
A. El afectado,
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El amparo ambiental es una modalidad específica de la figura genérica tal y como
la conocemos, motivo por el cual debe satisfacerse, aunque con particularidades
propias, los recaudos de admisibilidad tradicionales de dicha vía. Es decir, no cualquier
controversia ambiental, por el solo hecho de versar sobre esa materia, podrá ser
susceptible de encaminarse por este carril. Se sigue manteniendo el carácter
excepcional de la acción.
Ahora bien, también existirán escenarios en donde la pretensión incoada, por las cir-
cunstancias fácticas o normativas detalladas, exijan para su demostración de un debate
y prueba más profundo, y es allí donde será necesario transitar por un proceso que
permita un mayor conocimiento, sin perjuicio que la parte actora pueda peticionar el
dictado de medidas cautelares, a los fines que el tiempo que este insuma no sea perju-
dicial al bien que se intenta tutelar.
Ley 16986
Artículo 36º: En los casos en que el daño o la situación de peligro sea consecuencia de
acciones u omisiones de particulares, el afectado, el defensor del pueblo y/o las
asociaciones que propendan a la protección del ambiente podrán acudir directamente
ante los tribunales ordinarios competentes ejercitando:
Artículo 38º: Las sentencias que dicten los tribunales en virtud de lo preceptuado por
este Capítulo, no harán cosa juzgada en los casos en que la decisión desfavorable al
accionante, lo sea por falta de prueba.”
Por afectado debe considerarse no solo a quien sufrió una lesión en sus derechos
subjetivos, sino también a quien, aún sin padecer daño concreto, pueda verse tocado,
interesado o concernido por los efectos del acto u omisión que se consideran lesivos.
Enseña con claridad Bidart Campos, comentando el caso Spagnolo (el cual versaba sobre
un vecino que postulaba el cese del daño ambiental que se ejercía sobre un rio aledaño
receptor de desechos cloaca- les), que afectado: Es cada uno que compone como parte
un grupo humano en un determinado espacio ambiental que padece amenaza, riesgo o
daño. Y es afectado aunque él personalmente no sume a ese perjuicio colectivo otro
perjuicio personal y directo que sea diferente al de todos los demás. Tal lo que los
derechos colectivos, o de incidencia colectiva, o de pertenencia difusa, significan en la
letra y en el espíritu del art. 43. No hay por qué, entonces, estrangular la legitimación
elástica y generosa que inviste el afectado para interponer el amparo al que la norma
citada lo habilita y le da acceso (Bidart Campos, 2004).
MEDIDAS CAUTELARES
MARCO NORMATIVO
El artículo 32 de la LGA establece respecto al punto: En cualquier estado del proceso, aun
con carácter de medida precautoria, podrán solicitarse medidas de urgencia, aun sin
audiencia de la parte contraria, prestan- do debida caución por los daños y perjuicios que
pudieran producirse. El juez podrá, asimismo, disponerlas, sin petición de parte.
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Es pertinente también señalar que en el orden nacional, en la Ley N° 26584 que
establece el régimen de medidas cautelares contra el Estado, al darle un tratamiento
diferenciado a medidas cautelares que versen sobre determinados derechos, entre ellos
el ambiental. ( Art. 2 inc. 2:La providencia cautelar dictada contra el Estado nacional y
sus entes des- centralizados por un juez o tribunal incompetente, sólo tendrá eficacia
cuando se trate de sectores socialmente vulnerables acreditados en el pro- ceso, se
encuentre comprometida la vida digna conforme la Convención Americana de Derechos
Humanos, la salud o un derecho de naturaleza alimentaria. También tendrá eficacia
cuando se trate de un derecho de naturaleza ambiental.)
En ese sentido, en los casos que se hallare comprometida la tutela de los supuestos enu-
merados en el Art. 2, inc. 2, la ley citada también regula distintos aspectos de excepción
en atención a las particularidades de este tipo de procesos, al disponer: a) la no necesidad
de informe previo de la demandada para su trámite y decisión (art. 4 inc. 3); b) que no
procede el deber de establecer un límite temporal (art. 5); c) la admisibilidad de la caución
juratoria (art. 10); d) excepción a la regla del efecto suspensivo de los recursos de
apelación interpuestos contra las providencias cautelares que suspendan total o
parcialmente, los efectos de una disposición legal o un reglamento del mismo rango
jerárquico (art. 13).
En este orden de ideas, uno de los aspectos más difíciles a probar en los procesos
ambientales es justamente el nexo causal o la relación de causalidad. Tanto en los
supuestos en los que es necesario comprobar la conexión entre un hecho endilgado de
contaminante con el ambiente que se alega dañado (ej. acreditar que una empresa que
emite efluentes gaseosos afectó en forma relevante la calidad de aire) como asimismo
en aquellos donde se intenta acreditar que un daño individual, tanto sea patrimonial
como personal, guarda relación con la polución del ambiente (continuando con el
anterior ejemplo, una persona alega que tuvo un daño en su salud como resultado de la
contaminación del aire producto de la actividad de una empresa).
De esa forma, siguiendo a Gascón Abellán, en sentido estricto la prueba concluye “con
una hipótesis, un enunciado que aceptamos como verdadero aunque no sabemos si lo
es o no, y que el grado de probabilidad suministrará un buen criterio para su
justificación” (Gascón Abe- llán, 2005, p. 128). Para esta tarea, la autora entiende que
es necesario una valoración racional de la prueba desarrollada conforme al principio de
libre convicción, guiada por reglas racionales: por tanto, valorar libre y racionalmente
consistiría:
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Revalorización del saber común y de la prueba de indicios.
Una distinción que comúnmente se señala entre los procesos tradicionales y el proceso
ambiental en materia probatoria radica en la carga de la misma. En los primeros, la regla
es que quien alega un hecho, de cualquier índole que de basamento a su pretensión,
defensa o excepción, debe probarlo. Existen otras materias, entre las cuales se ubica la
ambiental, en las que se imponen las cargas dinámicas de la prueba, por las
particularidades del hecho a probar y las condiciones en que el mismo acaece, por lo
que la carga recae en cabeza de quien este en mejor situación para hacerlo. Los campos
donde esto se ha observado con frecuencia son los de responsabilidad médica y derecho
del consumidor, atendiendo a la desigualdad de in- formación y la relación asimétrica
que se presenta en los escenarios paciente/médico, consumidor/proveedor.
Por otra parte, atento lo interdisciplinario del bien ambiente sobre el cual se pretende
su tu- tela en sede judicial, resulta insoslayable la importancia de informes periciales
emitidos por expertos de diversos campos a los fines de dilucidar el objeto debatido.
Finalmente, es importante destacar que la LGA le asigna a los dictámenes realizados por
la autoridad competente que fueran agregados al proceso la fuerza probatoria de los
informes periciales. El artículo 33 establece: Los dictámenes emitidos por organismos
del Estado sobre daño ambiental, agregados al proceso, tendrán la fuerza probatoria de
los informes periciales, sin perjuicio del derecho de las partes a su impugnación (…)
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ROL DEL JUEZ
En primer lugar, cabe recordar que los jueces deben buscar soluciones procesales que
utilicen las vías más expeditivas, a fin de evitar la frustración de derechos fundamentales
(doctrina de Fallos: 327: 2127 y 2413; 332: 1394, entre otros).
MARCO NORMATIVO
En nuestro país vale mencionar y rememorar que los jueces tienen diversos deberes y
facultades para conducir el proceso. Específicamente en el tópico, contamos con el art.
32 de la LGA que dispone “El juez interviniente podrá disponer todas las medidas
necesarias para ordenar, conducir o probar los hechos dañosos en el proceso, a fin de
proteger efectivamente el interés general (…)” y ha sido aplicado en diversos
antecedentes jurisprudenciales en los cuales los jueces entendieron que resultaba
conducente la realización de determinada medida probatoria para dilucidar la
controversia, y ella no había sido ofrecida por las partes.
Como desprendimiento de su papel de director del proceso, tal como reseñamos en los
párrafos anteriores, el propio artículo 32 citado más arriba establece que el juez está
facultado para disponer medidas cautelares de oficio como también medidas tendientes
a probar hechos, encontrándose justificado tales prerrogativas por la importancia de
anticipar y prevenir daños en esta materia donde se encuentra comprometido el interés
de toda la sociedad.
En este orden de ideas, la decisión justa es considerada el objetivo del proceso, y como
derivación de ello, el juez tiene el deber de garantizar la eficacia en la protección de los
intereses discutidos en el juicio asumiendo un rol comprometido, en contraposición a
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una actitud pasiva y de mero espectador (comúnmente denominada convidado de
piedra).
En otras palabras, como sintéticamente afirma Taruffo, “el Juez Imparcial es el Juez que
persigue la verdad. Porque la verdad es imparcial55”. Vemos así como la discusión no
debe versar sobre la posibilidad o no que el juez asuma activamente la dirección del
proceso y desarrolle actividad procesal útil para arribar a una solución justa –
normativamente está habilitado al efecto, sino que en dicho camino no deben
conculcarse los derechos de los sujetos procesales implicados en el conflicto.
COSA JUZGADA
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REFERENCIAS
Esain, José A. (2014). Juicios por daño ambiental. 1º Edición, Buenos Aires, Editorial
Hammurabi.
Lorenzetti, Ricardo Luis (2009). Teoría del Derecho Ambiental- 1ª ed. 1ª reimp.- Buenos
Ai- res: La Ley.
Morello, Mario Agustín, Sbdar, Claudia B (2007). Acción popular y procesos colectivos.
Hacia una tutela eficiente del ambiente. La acción popular y el amparo para la defensa
del ambien- te. Adaptaciones del proceso individual al pluripersonal. 1ª ed.- Buenos
Aires: Lajouane.
Safi, Leandro K.(2012). El Amparo Ambiental - 1º ed. – Buenos Aires: Abeledo Perrot.
Taruffo, Michele (2011). La prueba de los hechos. Editorial Trotta, Madrid, 2° edición
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Verbic, Francisco (2013). El remedio estructural de la causa “Mendoza”. Antecedentes,
princi- pales características y algunas cuestiones planteadas durante los primeros tres
años de su implementación. ANALES Nº 43 - Facultad de Cs. Jurídicas y Sociales. UNLP.
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