El Jardín de Las Maravillas
El Jardín de Las Maravillas
El Jardín de Las Maravillas
El jardín de
las maravillas
Edición
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Presidenta de la Nación
Dra. Cristina Fernández de Kirchner
Ministro de Educación
Prof. Alberto E. Sileoni
Secretaria de Educación
Prof. María Inés Abrile de Vollmer
Jefe de Gabinete
Lic. Jaime Perczyk
Autor
Horacio Tignanelli
La serie Cuadernos para el aula tiene como propósito central aportar al diálogo sobre
los procesos pedagógicos que maestros y maestras sostienen cotidianamente en las
escuelas del país, en el trabajo colectivo de construcción de un suelo compartido y de
apuesta para que chicos y chicas puedan apropiarse de saberes valiosos para com-
prender, dar sentido, interrogar y desenvolverse en el mundo que habitamos.
Quienes hacemos los Cuadernos para el aula pensamos en compartir, a través
de ellos, algunos “hilos” para ir construyendo propuestas para la enseñanza a partir
de los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios. Así, estos Cuadernos buscan tramar
algunos saberes priorizados en múltiples itinerarios de trabajo, dejando puntas y
espacios siempre abiertos a nuevos trazados, buscando sumar voces e instancias
de diálogo con variadas experiencias pedagógicas. No nos mueve la idea de hacer
propuestas inéditas, de “decir por primera vez”. Por el contrario, nos mueve la idea
de compartir algunos caminos, secuencias o recursos posibles; sumar reflexiones
sobre algunas condiciones y contextos específicos de trabajo; poner a conversar
invenciones de otros; abrir escenas con múltiples actores, actividades, imágenes y
lecturas posibles.
Con ese propósito, el Ministerio Nacional acerca esta serie que progresivamente se
irá nutriendo, completando y renovando. En esta oportunidad, abrimos la colección pre-
sentando un libro para Nivel Inicial y uno para cada campo de conocimiento priorizado
para el Primer Ciclo de la EGB/Nivel Primario: uno de Lengua, uno de Matemática, uno
de Ciencias Sociales y uno de Ciencias Naturales para cada año/grado.
En tanto propuesta abierta, los Cuadernos para el Aula también ofrecerán apor-
tes vinculados con otros saberes escolares: Educación Tecnológica, Formación Ética
y Ciudadana, Educación Artística y Educación Física, del mismo modo que se pro-
yecta aportar reflexiones sobre temas pedagógico-didácticos que constituyan reno-
vadas preocupaciones sobre la enseñanza.
Sabemos que el espacio de relativa privacidad del aula es un lugar donde resue-
nan palabras que no siempre pueden escribirse, que resisten todo plan: espacio
abierto al diálogo, muchas veces espontáneo, otras ritualizado, donde se condensan
novedades y rutinas, silencios y gestos, lugar agitado por preguntas o respuestas
impensadas o poco esperadas, lugar conocido y enigmático a la vez, lugar de la
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39 Da Vinci en el Jardín
40 Enseñar desde y para la curiosidad
44 Pretender siempre una demostración
50 Aprender desde y con los sentidos
56 Evitar los extremos dominantes, abrazar los claroscuros
60 Sostener una articulación constante de arte y ciencias
68 Aceptar la existencia de íntimas conexiones entre los fenómenos y los
objetos
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Cuadernos para el aula
Una experiencia
sobre la maravillosa
invisibilidad del agua
El agua es
el vehículo
de la naturaleza.
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“vasos” y “cacerolas”) y luego lanzarla hacia arriba: unos con la mano, otros con
una onda, incluso hubo quien sugirió un cañón. Flavia razona con ellos, en voz
alta, señalando que, de esa manera, no la habrán “devuelto” al cielo, ya que vol-
vería a caer irremediable casi tan ligero como fue expedida.
Flavia, entonces, retoma el tema, planteando la pregunta/desafío de otro modo:
“¿Es imposible conseguir que el agua caída retorne al cielo, sin que vuelva a llover
inmediatamente?”. Los chicos la escuchan con atención, miran por la ventana y se
inspiran. Pronto brotan nuevas proposiciones en la sala: elevarla en “tanques de
agua” con una grúa altísima, hacer un “agujero” en las nubes con un taladro y relle-
narlo con agua por medio de una manguera de bombero, colocar un paraguas
gigante para sostenerla y evitar que caiga. Incluso un muchachito sugiere transpor-
tar agua en una avioneta, tal como ha visto una vez en la televisión.
De pronto, Flavia aporta un dato sorprendente que hizo abrir los ojos a todos los
chicos: “Me han dicho que si logramos que el agua sea invisible, se irá al cielo”.
Algunos sonríen, otros esperan que continúe. La maestra hace una nueva pregun-
ta, casi una provocación: “¿Será posible hacer que el agua no se pueda ver?”
Como la maestra conoce que muchas veces la noción de invisible se inter-
preta o se equipara a transparente, repitió la consigna usando ambos térmi-
nos indistintamente: “¿Será posible convertir el agua en algo tan transparente
que no se la pueda ver?”
Antes de continuar, para reforzar la idea de su desafío, Flavia realiza, usando
un vaso con agua, algunas aclaraciones que asombran a los chicos.
a) Flavia envuelve por completo un vaso con agua, impidiendo que se vea (ni el vaso ni
el agua). Luego señala: “El agua no está invisible, sólo la hemos escondido, por eso no
se ve”.
b) Flavia introduce un trozo de trapo rejilla dentro del vaso que, casi instantáneamente,
absorbe el agua. En consecuencia, el agua deja de ser visible. Pero la maestra advierte:
“Ahora tampoco es invisible el agua, sólo está escondida en el trapo”. Y agrega algunas
palabras difíciles: “El agua se mimetizó, se camufló con el trapito. Está, pero enmascara-
da allí”.
c) Flavia trae un nuevo vaso con agua y prepara “jugo”, es decir, vierte en el agua cierto
polvillo anaranjado. Inmediatamente, observa: “El agua, como ven, se sigue viendo. Está
disfrazada de jugo, disimula cambiando de color, como si fuese otra cosa”. Finalmente,
Flavia bebe el jugo y afirma: “El agua sigue visible, sólo que ahora no la ven porque está
dentro de mi panza. Es otra forma de ocultarla, de hacerla no visible”.
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Cosechando lluvia
Cuando vuelven a la sala, Flavia reparte vasitos pequeños a todos los chicos
y ellos los llevan al patio del Jardín para poder recoger, por acumulación, un
poco de agua de lluvia; hay quien directamente llena su vasito con las gotas que
caen del techo de la galería exterior y no falta quien recolecte agua de un char-
quito formado a la salida de la sala. Flavia llama a este paso “la cosecha de la
lluvia” (así lo escribe en el pizarrón). Esta denominación luego le permitirá hablar
de la “siembra de agua en el cielo”, en franca analogía con la labor de los agri-
cultores, un tema que habían trabajado tiempo atrás.
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Cuadernos para el aula
El fenómeno maravilloso
Con la correspondiente fracción de agua en sus vasitos, Flavia lleva a los chi-
cos hasta la cocina del Jardín; a medida que entran, van vaciándolos en una olla
que antes puso sobre una silla con ese fin. La maestra les explica que no es
necesario llenar toda la olla, que con lo que han recogido es suficiente. Es que
ella sabe que tan sólo con un mínimo de agua es factible visualizar el fenómeno
que busca.
Flavia acomoda a los chicos en sillitas, algo apartados de la cocina, y mues-
tra cómo enciende el fuego de una hornilla. Inmediatamente, coloca sobre el
fuego la olla con el agua de lluvia aportada por todos los chicos quienes, desde
sus lugares, sin correr riesgo alguno, observan con mucha atención la maniobra
de su maestra.
Flavia conversa sobre lo que está sucediendo, está al tanto de que los chi-
cos saben, por su experiencia cotidiana, que el agua de la olla comenzará a
calentarse, incluso que lo hará lentamente; en ese momento, reparte hojas y cra-
yones, para que los chicos dibujen qué imaginan que está ocurriendo con el
agua del recipiente que está sobre el fuego (mientras reparte los elementos de
dibujo, Flavia espera que el agua entre en ebullición, ya que considera que es
el momento oportuno para sugerir el dibujo y, también, escuchar sus impresio-
nes sobre qué sucede).
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Cuadernos para el aula
parte del agua líquida (gotitas) que hay en la olla; sólo cuando esas gotitas están muy
juntas unas de las otras, se alcanzan a ver como una nube difusa emergiendo de la
olla.
• El sentido del movimiento del vapor. Durante el fenómeno de cambio de estado
resulta evidente, por la forma en que fluyen la nube y las gotitas, que el sentido de su
movimiento es hacia arriba: el vapor se eleva, se aleja de la olla y “arrastra” en el mismo
sentido la nubecita de agua líquida. En otras palabras, Flavia ha mostrado con esta expe-
riencia que el vapor de agua (“súper transparente” o “invisible”) y las gotitas diminutas
impulsadas por este se dirigen hacia el cielo, situación que cumple satisfactoriamente el
desafío de devolver el agua de lluvia al sitio de donde provino.
La lluvia que se
desprende de las Flavia conoce que mientras el agua de la olla se hace
nubes es del color
de estas, es decir,
invisible (cambia de estado, se transforma en gas) tam-
de su parte sombría, bién se eleva, y entiende que es prudente reforzar esa
si los rayos del sol idea con los chicos.
no la han penetrado
todavía. En caso En conocimiento de que aún cuando la nubecita haya
contrario, la lluvia “desaparecido”, si la olla sigue destapada, continuará
aparecería menos
oscura.
saliendo vapor de agua mientras se halle sobre el
fuego, Flavia vuelve a desafiar a los chicos: “¿Será
posible verificar que hay agua invisible saliendo
de la olla? ¿Si no la podemos ver, es imposible
comprobarlo? ¿Cómo es posible hacer visible
el agua invisible que sale de la olla?” Al res-
pecto, la maestra considera que lograr volver a
visualizarla es análogo a pensar en un maravi-
lloso contrafenómeno.
Flavia explica que, al decir que quiere pro-
bar que hay agua súper transparente (gaseo-
sa) elevándose de la olla aún calentándose en la
hornalla, se refiere a conseguir que sea visible otra vez y que, para ese menes-
ter, su plan es “sorprender” al agua, en alguna parte de su ascenso como vapor,
generando las condiciones necesarias para convertirla de nuevo en agua líquida
(ya que en tal estado, seguro que se la podrá ver).
Con ese objetivo, la maestra comenta que construirá un artificio con el que
“atrapará” al agua invisible para descubrir su presencia.
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Llegados a esta fase de la actividad, los chicos han experimentado con dos
cambios de estado del agua: de líquido (visible) a vapor (gas, invisible o trans-
parente) y luego de vapor a líquido. Conversando sobre lo sucedido, Flavia escu-
cha que algunos alumnos discuten sobre diferentes aspectos de lo observado.
Entre sus comentarios se destaca la duda sobre qué altura alcanza el vapor
de agua en su movimiento ascendente; es decir, los chicos se preguntan: “¿es
posible conocer hasta dónde llega el agua invisible?”
Ante esa cuestión, Flavia retoma un aspecto de la experiencia: la diferencia
de temperaturas entre la superficie de la bandeja (más fría) y el vapor (más
caliente) resultó una condición fundamental para la transformación del vapor de
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Cuadernos para el aula
agua en líquido. Por eso, además de evocar esa característica del fenómeno,
pregunta: “¿Será posible que en alguna parte del cielo ocurra algo semejante?
¿Será posible que el vapor que asciende se encuentre con algo frío en su cami-
no y el agua vuelva a ser líquida? ¿Será el mismo efecto que vimos entre la olla
y la bandeja?”
Flavia deja que los chicos armen sus propias conjeturas y permanece atenta
a orientarlos en dirección de la respuesta científicamente correcta.
Al calentar el agua en la olla, parte del agua líquida (si no toda) se transfor-
mó en vapor y se hizo invisible. En sus notas de trabajo, Flavia señaló varias
cuestiones posibles de abordar respecto al tema del cambio de estado, las cua-
les previó presentar en forma de nuevas preguntas/desafíos; algunas de ellas
se apuntan a continuación, aunque no en el registro que luego usase la maes-
tra en la sala.
1. “¿Es posible que pase lo mismo si colocamos agua “sólida” en la olla? ¿Y si calenta-
mos agua líquida y sólida a la vez?”
1.a. Podemos hacer que el agua de lluvia que junten los chicos se solidifique, enfrián-
dola convenientemente, por ejemplo, dejándola un tiempo en el congelador de la
heladera (esta operación ya la conocen los chicos). Si lo hacemos, habrán elabo-
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1
Para recordar: los líquidos no tienen forma propia, toman la forma del recipiente que los contiene.
Si luego se congelan, el sólido que resulta adquiere esa forma (la materia en estado sólido no adap-
ta su forma al recipiente donde se coloque; los sólidos sí tienen forma propia). Por último, los gases
no tienen forma propia ni toman la del recipiente donde se confinen.
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Este cambio de estado se denomina fusión o derretimiento; se dice que el hielo “se funde” o se
derrite. Se trata de un fenómeno que seguramente también conocen los chicos (no sólo en el agua,
sino también en otros materiales, como el chocolate, la manteca, el helado, etc.). Luego de un tiem-
po expuesto a temperatura ambiente, alrededor del hielo comenzará a verse agua líquida; si se
espera el tiempo suficiente, entonces todo el hielo desaparecerá como tal y en su lugar habrá un
charco.
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El hielo seco es el estado sólido del dióxido de carbono.
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También puede marcarse el nivel pegando una cinta adhesiva de papel.
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La búsqueda de maravillas
Muchos
Muchos pensarán
pensaránquequetienen motivopara
tienen motivo parareprocharme,
reprocharme,
diciendo
diciendoquequemis
mispruebas
pruebas contradicen
contradicen lalaautoridad
autoridadde de ciertos
ciertos El mundo natural suele manifestarse en
hombres
hombres tenidos
tenidosenengran
gran estima porsus
estima por susinexperimentadas
inexperimentadas
teorías, sinsin
teorías, considerar
considerarque
que mis obras
obrasson sonelelresultado
resultado de la
de la
la sala del Jardín mediante la evocación
experiencia
experiencia simpleyyllana,
simple llana, que
que es
eslalaverdadera
verdadera maestra
maestra. de las diversas y vastas experiencias acu-
muladas por niños y niñas. Entre ellas,
mencionamos:
• Probaron que las cosas están compuestas de
diferentes materiales, y que un mismo material
puede dar origen a diferentes cosas.
• Percibieron fenómenos sorprendentes, cuyo
efecto inmediato, posterior a la sorpresa, es una
conducta (con este botón enciende la televisión,
es preferible no tocar aquello, este vestido es más
suave que la pared del patio, es mejor no saltar
aquí, si se aprieta demasiado eso salen cosas de
su interior, es mejor ir por este lado que dar la vuelta por allá, etc.).
• Observaron e incluso hasta convivieron con diferentes seres vivos, algunos muy
parecidos entre sí, muchos muy pequeños, otros enormes, algunos con ojos, otros con
hojas, algunos tímidos, otros amenazantes, que se arrastran, vuelan, ninguno habla como
en los cuentos o en los dibujos animados, etcétera.
• Comprobaron que el sueño y la vigilia parecen acomodarse a la luz natural, la que pare-
ce gobernada por objetos permanentemente ubicados en el cielo; objetos tan brillantes
como lejanos, inalcanzables ante el mejor de los saltos o la más alta de las escaleras;
además, la luz que emiten esos objetos resulta imposible de apagar.
• Constataron que muchos de sus pensamientos son útiles en las mismas circunstancias
y han construido un tipo de conocimiento descorsetado que les permite alcanzar el
éxito en muchos quehaceres cotidianos (la “conquista” del ascenso y descenso de una
escalera, el apoyar hasta cierta parte un objeto en el estante para que no se caiga, etc.).
Colmados con estas y otras experiencias, los chicos llegan al Jardín con abun-
dantes ideas y representaciones acerca de muchos fenómenos naturales, de su pro-
pio cuerpo, de los seres vivos y de los objetos, algunas de los cuales más tarde serán
motivo de estudio en la sala cuando inicien el tratamiento de temas vinculados con
las ciencias y, en particular, con las ciencias naturales; entonces, puede ocurrir inclu-
so que el docente halle que muchos chicos ya se han apropiado de algunos conoci-
mientos científicamente correctos, aun sin saber leer ni escribir.
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Cuadernos para el aula
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La transposición didáctica puede entenderse como el proceso de selección de problemas relevan-
tes e inclusores, es decir, aquellos inspirados en hechos y fenómenos del mundo que permitan la
contextualización y sean potentes para trabajar con los alumnos desde una perspectiva científica.
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Entendemos este “entorno” como un recorte particular del ambiente.
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Así, cuando comienzan a expresar sus ideas acerca de las causas de que los
objetos sean como son o acerca de qué provoca que los fenómenos ocurran
como ocurren, los chicos del Jardín tienen la oportunidad de comparar sus opi-
niones con las de sus compañeros y con los saberes culturales establecidos (es
decir, las ideas que han aprehendido de su entorno, las nociones de ciencia
escolar que aporta el docente, etcétera) y también, de realizar exploraciones y
simples indagaciones e inferencias a través de experiencias en la sala y/o
durante salidas de campo.
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Deliberadamente, en este texto hemos puesto énfasis a un acercamiento al mundo natural no
focalizado en aspectos biológicos ni ecológicos. Los fenómenos del mundo inanimado, vinculados
a rasgos físicos y/o químicos, son los que registramos como menos trabajados en las salas de los
Jardines de Infantes.
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Esta es una manera en que los chicos acceden a los saberes culturalmente
aceptados sobre del mundo natural, a ciertos principios que guían su funciona-
miento y a marcos y estructuras amplios que les permiten iniciar su compren-
sión; todos objetivos que busca instalar el sistema educativo desde este Nivel.
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Aclaramos que, en general, la sorpresa suele definirse como cierta impresión (o alteración sensi-
ble y espontánea) causada al enfrentarse con algo que no estaba previsto o no se esperaba y,
también, ante lo extraño o directamente incomprensible; la sorpresa puede generar reacciones de
diversa naturaleza: antipática, simpática o indiferente. En este contexto, entendemos la sorpresa
como la materialización temporal e idiosincrásica de una singularidad en el recorrido seguido
por un individuo que sostiene una actitud curiosa ante el mundo.
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Nuestro trabajo como educadores es, además, gestar la idea de que no hay
cuestiones increíbles: podemos imaginar todo, sea posible o imposible, colabo-
rar en buscar y encontrar estrategias para complementar lo incompleto y alcan-
zar lo imposible (Pitluk y Origlio, 2007). A medida que avanzamos, lo siguiente
es favorecer el desarrollo de ciertos criterios para darle forma a los argumentos
(sobre objetos y fenómenos del mundo natural) que nos resulten más adecua-
dos a nuestra cultura.
A partir de este enfoque, pretendemos trabajar especialmente algunos
aspectos del mundo natural que se ponen de manifiesto en procesos que impli-
can cierto tiempo y algunos pasos a seguir, ordenados por la misma naturaleza
o bien siguiendo las leyes que sobre ella han construido los científicos y,
mediante una transposición didáctica adecuada, llegan a la sala como funda-
mentos de la ciencia escolar.
Con ese fin, las tareas para el nivel del docente deberían guiar las observa-
ciones, exploraciones y experiencias, alentando a los chicos a expresar sus ideas
y escuchar sus explicaciones. Al docente, como adulto mediador entre los chi-
cos y el conocimiento, el trabajo en la sala (preferentemente en “tono” de juego,
de taller integral, fabricando saberes en cada paso, en cada pausa) le permite
así recrear un entorno dinámico y participativo, tan sorpresivo como emotivo, que
produzca y conduzca actividades tendientes a que los chicos elaboren y lleven
adelante sencillos procedimientos que podemos llamar de “indagación inicial”.
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Imaginación y realidad
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tener una representación correcta de todo ello. El individuo no está limitado por
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Como ejemplo de esa imaginación “que se hace real” se puede tomar cual-
quier mecanismo tecnológico creado por la imaginación (una máquina o un ins-
trumento) que no se corresponde con ningún modelo existente en la naturaleza
pero que muestra la relación práctica, real y más convincente con la realidad,
porque al materializarse se hace tan real como los demás y ejerce su influencia
sobre el mundo que lo rodea. Todo aquello que, mediante la fantasía, los chicos
construyen para acceder a un fenómeno que en principio aparece como impo-
sible, es ejemplo de la imaginación plasmada en función de un objetivo.
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Como un cuerpo organizado de conocimientos adquiridos con un método particular; en esa orga-
nización, los modelos y las teorías son siempre limitados y aproximativos.
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esfuerzos por estructurar una nueva lógica del mundo a través de argumentos en
los que se entremezclan pasiones y creencias de todo tipo. Siguiendo esa perspec-
tiva, el docente de Jardín asumiría el rol de presentar todos los días un nuevo matiz
del mundo, un rasgo que, para los chicos, representa un nuevo aspecto de la reali-
dad; figurativamente podemos llamar a ese rol “guía renacentista”.
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como un objetivo final. Con estas premisas, Da Vinci comprendió y utilizó el méto-
10
Aunque el pensamiento del docente ya no se halle en un estadio precientífico, convive y lidia con
el pensamiento de los chicos que, en el Nivel Inicial, aún está distante del pensamiento científico.
En ese sentido, el docente también se enfrenta, en la sala, con una puja entre dos visiones del
mundo.
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Enseñar desde
y para la curiosidad
El conocimiento científico no es una
categoría nueva, fundamentalmente diferente De alguna manera, esta premisa pro-
y heterogénea con relación a las normas de
pone que el docente ayude a los chicos a
pensamiento pre-científico y a los mecanis-
mos inherentes de las conductas instrumen-
desarrollar cierta disposición o actitud
tales propias de la inteligencia práctica.
para aprender siempre, para estar atentos
a descubrir cosas, no sólo en la sala sino
a lo largo de sus vidas. Da Vinci creía que
la actitud de aprender incrementaba y
mejoraba con la edad siempre y cuando
se mantuviera el poder de la curiosidad
que, según sus ideas, fomenta una mente
Las normas científicas se sitúan en el prolon-
gamiento de las normas de pensamiento y de abierta y un espíritu fresco, es decir, dis-
prácticas anteriores, pero ellas incorporan dos puesto al asombro.
exigencias nuevas: la coherencia interna (del
sistema total) y la verificación experimental (para Los chicos observan y se cuestionan
las ciencias no deductivas). acerca de los fenómenos que se produ-
cen a su alrededor y canalizan su curiosi-
dad interrogándose por los cómo, los cuándo y los porqué (Sardiña, 2006); al
respecto, ya mencionamos una posible caracterización de las preguntas básicas
que se formulan(ver pág. 29). Aunque la curiosidad de los chicos de este Nivel
no se manifiesta sólo con preguntas, indiscutiblemente resultan vías para pen-
sar y conversar sobre el mundo natural; en ese sentido, serán las preguntas las
que materialicen la curiosidad.
¿Qué más podría hacer un docente por sus chicos que enseñarles a pregun-
tar, si esa es la fuente del conocimiento humano? (Moreira, 2005). Cuanto más
pequeños aprendan los individuos esa forma de pensamiento (las preguntas)
más rápidamente podrán ampliar y/o modificar su visión del mundo.11
Ahora bien, sabemos que la interacción social es indispensable para que
se concrete un episodio de enseñanza, el que ocurre cuando el docente y los
alumnos comparten significados en relación con cuanto sucede en el mundo,
11
“Las preguntas constituyen el principal instrumento intelectual disponible para los seres humanos”
(Postman, 1996).
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con las propias ideas sobre aquello que sucede y con lo que
12
Ver “Conocer el ambiente” (Kaufmann y Serulnicoff, 2000) para ampliar.
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Ampliar en “Conocer el ambiente” (Kaufmann y Serulnicoff, 2000).
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Pretender siempre
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La sensación mágica
Primera
definición Segunda
definición
Según la primera definición, podría decirse que un suceso “es mágico” cuan-
do su ocurrencia viola o contradice alguna ley natural (esto es, algún principio
establecido por la ciencia, sobre lo considerado natural) de tal modo que un
fenómeno mágico podría compararse con un fenómeno imposible desde el
punto de vista del pensamiento científico; para la ciencia actual la transforma-
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Desde esas teorías implícitas –prosigue Pozo– resulta imposible (algo aso-
ciable a un hecho mágico) que un objeto se mueva de modo lineal y constante
sin llegar a detenerse nunca, del mismo modo que es imposible creer que una
estrella que estamos viendo pueda estar ya "muerta", porque en realidad el cielo
estrellado que vemos es, considerando la velocidad a la que se desplaza la luz14,
un vestigio del pasado o más aún, de diferentes pasados, una especie de cielo
arqueológico. Nuestra mente natural nos dice que vivimos aquí y ahora, en un
mundo real, presente, compartido por todos. Y nos dice también que los objetos
no cambian de repente de apariencia física o de color, no desaparecen ni se
mueven sin que otro objeto actúe sobre ellos.15
Cualquiera de estos hechos viola un principio de nuestra física intuitiva y por
eso es mágico. No son sólo sucesos improbables, como los que puede producir
un malabarista o un saltimbanqui, nos parecen imposibles, aunque algunos de
ellos sí sean físicamente posibles (por ejemplo, el palito que jala el vaso con
arena, de la actividad “Una experiencia sobre las maravillosas fuerzas de la
arena”, pág. 84). Simplemente son sucesos psicológicamente imposibles
porque violan uno de esos compromisos sobre los que están sustentadas de
forma natural o necesaria nuestras teorías sobre el mundo físico. Y eso es lo que
hace fascinante a la magia: creemos que no son sucesos reales y, por lo tanto,
que hay truco. Aunque sean sucesos realmente posibles, aunque no violen nin-
guna ley natural –hasta donde las conocemos, aclara Pozo– son fenómenos
simplemente, maravillosos.
De hecho, esta idea de que los sucesos mágicos no son los que violan las
leyes de la naturaleza, sino los que violan nuestras creencias intuitivas sobre esa
misma naturaleza, tiene un gran potencial que ha sido explotado por los investi-
gadores del desarrollo cognitivo y del aprendizaje de la ciencia. Así, gran parte
14
La velocidad de la luz en 300.000 kilómetros por segundo: una velocidad también “mágica”, casi
impensable para nuestra mente natural.
15
Seguramente nos lo dice sin palabras, con la forma en que nuestro cuerpo percibe y reacciona
ante el mundo, mediante representaciones encarnadas, con el cuerpo y no con el verbo. Para ampliar
esta idea, ver el texto de Pozo (2006).
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Algunas de las cuales pueden leerse en los libros de Gopnik y Meltzoff (1997) y Gopnik, Meltzoff
y Kuhl (1999). De hecho, son estos autores los que hablan por primera vez de magia cognitiva para
referirse a la ciencia intuitiva de los bebés. Otro texto en el que también se aborda parcialmente esta
temática es el de Sotillo y Wildschiitz (1999).
17
Por ejemplo, un objeto que desaparece súbitamente tras una pantalla y ya no está cuando ésta
se retira: violación de la "permanencia del objeto" piagetiana, una de las nociones básicas de la físi-
ca intuitiva.
18
Pozo enumera algunas cuestiones al respecto: ¿Son innatos? ¿Se nace con ellos? ¿O más bien
se adquieren por la experiencia? O aún mejor: ¿Se construyen a partir de ciertas restricciones inna-
tas?
19
Sobre todo aquellas que se vinculan a fenómenos físicos, químicos o vinculados con el cielo:
meteorológicos, astronómicos, etcétera.
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Es decir, en términos de pensamiento “no lógico”, en términos de no contemplar la correlación en
un efecto causal.
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Aprender desde
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interno que anima al adulto y al niño para realizar una obra o un material y en los
que mano y cerebro están en constante interrelación.21
El objetivo del aprendizaje de las ciencias en la formación de un individuo
contempla, como paso fundamental, comprender algunos modelos elaborados
por los científicos sobre el mundo, convenientemente adaptados al nivel educa-
tivo correspondiente (transposición didáctica mediante) y, a través de ellos,
alcanzar un mayor grado de conocimiento sobre los fenómenos que ocurren y
los objetos que existen a nuestro alrededor.
En particular en el período del Jardín, esos modelos son sólo el foco alre-
dedor del cual los chicos ejercitan una serie de habilidades que subyacen al
hacer científico, como la observación para la búsqueda de información, la
clasificación, el planteo de conjeturas, emociones, etcétera; es decir, los
modelos no constituyen por sí solos el objetivo último de la enseñanza de
contenidos científicos.
El valor del trabajo con y a través de los sentidos para la enseñanza de los con-
tenidos vinculados con las Ciencias Naturales es una premisa indiscutible en las
instituciones educativas. En cambio, las
opiniones, los sentimientos y las emocio- Huye de esos estudios cuyo resultado
muere con el que los hace.
nes no corren la misma suerte.
En muchas personas y, entre ellas,
en no pocos docentes, está instalada
la idea de que los debates son situa-
ciones propias de clases de filosofía o
de ética; muchas veces se considera
que un debate resulta apropiado sólo
para tratar temas de Ciencias
Sociales o, en particular, de Historia.
En otras palabras, los debates pare-
cen estar excluidos de las clases de Ciencias Naturales; parece que en estas
disciplinas no está incluida la discusión o la confrontación de opiniones dife-
rentes. En algunos docentes es posible que esa idea derive de la formación
que hayan tenido; de cualquier modo, con tal perspectiva, predomina enton-
ces la impronta de que al enseñar temas naturalistas se deben desplegar
21
Ver Capalbo y González Canda (1982) para ampliar.
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Por ejemplo, las posturas personales del docente sólo aparecerían cuando éste se quite el guar-
dapolvo, deje el aula y, por tanto, ya no trate temas de Ciencias Naturales (Gordillo, 2003).
23
Ampliar en Gordillo (2003).
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24
Con el fin de determinar si se contempla adecuadamente el dominio afectivo en el aula, es con-
veniente que los docentes también reflexionen sobre su propia receptividad a las emociones.
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25
Los principales trabajos de marco psicogenéticos de Piaget sobre la causalidad infantil son tres: La
causalidad física en el niño (1937), donde trata por primera vez el tema de la causalidad al analizar el
pensamiento infantil; La construcción de lo real en el niño (1965), donde describe la construcción,
durante el período sensorio-motor, de las categorías básicas del conocimiento, y entre las cuales inclu-
ye la causalidad, y Les explications causales (1971), donde presenta el desarrollo de la explicación cau-
sal en el período pre-operatorio de las operaciones concretas y formales.
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En este caso, proponemos que, de alguna manera, ante los chicos, el docen-
te adquiera un rol atento desde el que pueda poner en evidencia los diferentes
modos en que se puede razonar un hecho observado, de manera que cada alum-
no de su sala pueda construir una visión propia (creativa) de ese hecho y con-
siga, además, comunicarla de alguna manera (con un lenguaje oral, visual, etc.).
En la conversación sobre el fenómeno observado, es esperable que se entre-
mezclen explicaciones de los tres tipos apuntados más arriba, todas importantes
para lograr una visión global del fenómeno y para alejarse de una única explica-
ción, final y “autorizada”.
En particular, en relación con las explicaciones causales, el rasgo más rele-
vante de esa atención renacentista que propiciamos para el docente puede
caracterizarse diciendo que, en realidad, debería favorecer que los chicos iden-
tifiquen las siguientes situaciones (Pozo, 2006):
a) La relación causa/efecto no es en un solo sentido, sino que implica una relación recí-
proca. No es que un agente actúe sobre un objeto modificándolo, sino que dos sistemas
interactúan modificándose mutuamente.
b) La relación causa/efecto implica no sólo una causa sino la interacción entre varias
causas que se coordinan para producir un efecto dado.26
26
Ampliar en el apartado sobre las teorías implícitas.
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Cuadernos para el aula
Esta actitud resulta aún más potente si puede generarse en cierto ámbito
“renacentista”, esto es, suficientemente flexible para que las ideas de los chicos
puedan fluir en libertad, mostrando la incertidumbre y ambigüedad que se des-
pierta ante su curiosidad, es decir, expresando sus claroscuros. Alcanzar como
resultado de una experiencia de ciencias naturales, por ejemplo, que un mismo
fenómeno pueda tener diversas interpretaciones e, incluso, distintas explicacio-
nes, es un aprendizaje trascendente en términos de la cultura científica –no hay
una sola mirada del fenómeno, hay tantas como observadores y cada uno de
ellos puede describirlo de manera diferente–. Aunque el docente es consciente
de que los chicos de Jardín suelen ser taxativos y les resulta complejo concebir
que puedan coexistir diferentes explicaciones para un mismo fenómeno u obje-
to, o distintas formas de analizarlo, debería propiciar que se sientan cómodos
para expresar su acuerdo o desacuerdo con las ideas que escuchan de sus
compañeros y/o de su docente, y animarse a plantear las propias.
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“Hay que estudiar la ciencia del arte y el arte de la ciencia”, decía Da Vinci,
con el objeto de que el equilibrio y la creatividad puedan emerger de la incer-
tidumbre.
Da Vinci usó su extraordinaria destreza para el dibujo como la principal herra-
mienta para la representación y el análisis de las formas de la naturaleza. La doble
intención de los dibujos de Da Vinci –como arte y como instrumento de análisis–
permite pensar por qué no es posible entender su ciencia sin su arte, ni este sin
aquella; para poner en práctica su arte, necesitaba la comprensión científica de las
formas de la naturaleza y para analizar las formas de la naturaleza necesitaba la
habilidad artística para dibujarlas (Capra, 2008).
En el tema que abordaremos a continuación, consideraremos creatividad
como un sinónimo de pensamiento divergente, o sea, capaz de romper con-
tinuamente los esquemas de la experiencia. Llamamos “creativas” a las perso-
nas que trabajan siempre dispuestas a hacer preguntas, a descubrir problemas
donde las demás encuentran “respuestas satisfactorias”, que se sienten a sus
anchas en las situaciones fluidas donde otras sólo husmean peligro.
Los chicos creativos se muestran capaces de juicios autónomos e indepen-
dientes –de sus docentes y del medio social, incluso de sus padres–, rechazan
lo codificado y manipulan objetos e ideas sin dejarse inhibir por conformismos
(Rodari, 1995); estos rasgos se magnifican en un trabajo que, como se mencio-
nó en la premisa anterior, aleje a los chicos de los extremos dominantes y les
permita abrazar los claroscuros.
Pero en esta propuesta renacentista de Da Vinci se busca desarrollar un balan-
ce entre las artes y las ciencias, como reflejo y búsqueda de un equilibrio entre la
razón y la imaginación, con el propósito de cultivar un pensamiento integral. Al
respecto, utilizaba una metáfora: “Quienes se enamoran del arte sin estudiar diná-
micamente su parte científica son como marineros que se lanzan al mar y navegan
en un barco sin timón; posiblemente no llegarán al puerto deseado. El que se ena-
mora de la práctica sin ciencia, es como el marino que sube al navío sin timón ni
brújula, sin saber con certeza hacia dónde va”.
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Aunque parezca que esta premisa de Da Vinci es, aunque controversial, poco
actual, hay múltiples testimonios de la búsqueda de una nueva relación entre arte y
ciencia.
27
El reportaje completo de José Gordon a Roald Hoffmann se encuentra en la página web de la
Revista de la Universidad de México: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/0804/pdfs/98-
100.pdf
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Cuadernos para el aula
Creatividad y racionalidad
Sería posible describir todo
científicamente, pero no tendría
sentido ni tendría significado
g
alguno,
guno, como si usted La postura de Da Vinci de sostener una articu-
describiera
escribiera una lación constante de arte y ciencia, nos sugiere
sinfonía
nfonía de
Beethoven
eethoven como pasar revista a algunas de las ideas de Vera
una
na variación de Peñaloza y a los principios de las escuelas reggia-
presión
resión ondulante.
nas.28
En el afán de resaltar la correspondencia entre
lo científico y lo creativo, esta educadora aportó
Albert Einstein
28
Hablamos de las Escuelas de Reggio Emilia y, en particular, de su principio de “redescubrimiento de la
creatividad”, la que es concebida como un rasgo inmanente de cualquier persona; es decir, no es una
cuestión exclusivamente artística o inspiracional, sino una facultad desarrollable y de aplicación genérica.
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Cuadernos para el aula
capaces de generar algo nuevo y que la respuesta que estamos buscando a un pro-
blema o un desafío, puede provenir de su creatividad, no es preciso esperar la res-
puesta “correcta” siempre por otras vías. De alguna manera, buscamos facilitar la
emergencia de “hallazgos personales”, instantáneos, casi inconscientes.
• En todas las acciones de enseñanza, adoptar una postura flexible, que permita el dis-
currimiento en libertad y la apropiación de mecanismos no lineales.29 Esta premisa nos
resulta importante para oponer a la rigidez del orden y secuenciación que sugiere cierto
tipo de educación en ciencias, con cierto arraigo cultural en nuestro medio.30
• Sensibilidad y creatividad suelen ir de la mano; de este modo, el docente atento que
proponemos debería, primordialmente, favorecer el logro de un desarrollo equilibrado e
integrador de procesos racionales y emocionales.
29
A los docentes aleccionados a trazar un plan y considerar que lo mejor es ir cumpliéndolo paso a paso,
la tarea puede parecerles incoherente y dispersa. Sin embargo, es en este camino donde la mente de los
chicos procedería de modo más envolvente, organizando ciertas conexiones cuyo sentido concreto se hará
evidente más adelante, cuando se logren las primeras síntesis.
30
Se trata de una educación que impregna y contagia, tanto la escuela como al entorno social, de una ética
propia del racionalismo mecanicista que pretende aplicar a la actividad cognitiva-simbólica, las mismas nor-
mas de orden y rendimiento lineal que rigen en los sistemas mecánicos, ignorando que aquella pertenece
en realidad a un proceso complejo de múltiples dimensiones.
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la realidad determina que el docente renacentista debería estar preparado para ubi-
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Cuadernos para el aula
colocase bien adentro o afuera del juego, la clase configuraría un sistema –de una
importante sugestión mutua– en el cual, en general, es difícil que se logren apren-
dizajes significativos.
Finalmente, proponemos que para sostener, como planteara Da Vinci, una
articulación constante entre arte y ciencia, o bien, como hemos adaptado y
adoptado aquí, entre juego y ciencia, el docente debería presuponer un disposi-
tivo compuesto por tres elementos fundamentales:
1. La suposición de un saber, adjudicada por los chicos a su docente. Ese saber se
manifestaría al menos de dos maneras: (a) por su disponibilidad para intervenir como
mediador entre el mundo y los chicos (en ese caso, como el guía renacentista que
proponemos), y (b) por las habilidades que emplee para la construcción, junto con los
chicos, de nuevos conocimientos y, con ellos, una nueva visión del mundo, ya sea
posible o imposible.
2. La ubicación del docente en un punto éxtimo, en situación de atención renacen-
tista.
3. Una situación de aprendizaje basada en la creatividad, eventualmente el juego, y
el arte.
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Aceptar la existencia
31
Por ejemplo: comprendió que el cuerpo humano funciona como un sistema de patrones coordinados e
interdependientes y el mismo cuerpo humano fue la metáfora que le llevó a percibir a la Tierra como un sis-
tema vivo.
32
El pensamiento sistémico es una actitud del ser humano basada en la percepción de la realidad en tér-
minos de totalidades para su análisis, comprensión y accionar, a diferencia del planteamiento del método
científico, que sólo percibe partes de éste y de manera inconexa. Tanto en el análisis de situaciones como
en las conclusiones que nacen a partir del mismo, el pensamiento sistémico es integrador y propone solu-
ciones en las que se consideran diversos elementos y relaciones –las que constituyen el sistema– así como
también todo aquello que conforma el entorno de ese sistema.
33
Algunos pasos para ello son observar y constatar, inferir, interpretar y conceptuar, inducir y deducir, etc.
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Semejante a la idea de campo de juego que vimos anteriormente (Harf, 1997). La idea es conseguir que
los chicos se apropien del espacio en que se realizan las exploraciones del mundo natural (ya sea a través
de un rincón de ciencias, de un lugar visitado fuera del Jardín, etc.) en el que el docente esté atento para
intervenir en base a las premisas que estamos desarrollando.
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Excluimos aquí aquello que se refiere al juego propiamente dicho; el juego está penetrado de participa-
ciones, pero sobre un plano distinto del de la creencia (Piaget, 1984).
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El mundo natural, al ser expuesto sobre una sala convertida en campo de explo-
ración, brinda una oportunidad de que los chicos expliciten su diversidad de pensa-
mientos mágicos y, con ella, el docente atento (es decir, en situación de atención
renacentista) puede comenzar a trabajar en las conexiones reales que vinculan los
fenómenos y los objetos de la naturaleza.
Por último, resaltamos que en el enunciado de esta premisa de Da Vinci habla-
mos de “aceptar las conexiones” y esa idea nos resulta relevante dado que su pro-
puesta llevada a la sala del Jardín implicaría que el docente pueda enseñarles a los
chicos a admitir que las conexiones que existen entre los fenómenos y los objetos
no siempre son las que ellos creen, que hay otras (algunas más interesantes, la
mayoría menos manipulables) y que el estudio escolar del mundo natural trata de
construir y/o presentar las mejores conexiones (las más potentes y culturalmente
aceptadas) con las que hoy contamos para explicar por qué las cosas son del modo
como las vemos y los fenómenos ocurren del modo como lo hacen.
Una frase de Postman (1996; cit. en Moreira, 2005) nos resulta reveladora: “La
metáfora es mucho más que una figura poética. No sólo los poetas usan metáfo-
ras. Los biólogos, los físicos, los historiadores, los lingüistas, en fin, todos los que
intentan decir algo sobre el mundo usan metáforas. La metáfora no es un adorno.
Es un órgano de percepción” (Postman, 1996; cit. en Moreira, 2005).
La última oración describe la metáfora como un componente sensitivo hecho de
lenguaje (para poder decir algo sobre el mundo) y de emociones (debe surgir el
deseo por ese decir), dos núcleos centrales del trabajo en un Jardín y a partir de los
cuales se construyen la mayoría de las estrategias de enseñanza (incluso las nocio-
nes de posible e imposible, en nuestra propuesta para ordenar el campo de explo-
ración del mundo natural).
En las diferentes ciencias, en general, el pensamiento metafórico resulta una
comparación que se introduce frecuentemente mediante frases del tipo “esto
pasa como si…” y puede decirse que sirve para pensar y entender el mundo
(Moreira, 2005); las metáforas que han tenido éxito (es decir, aquellas que permi-
tieron hallar nuevas perspectivas sobre un objeto de estudio), aquellas que han
sido fecundas, se han endurecido, esto es, llegaron a tener un modo de uso bien
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Gérard Fourez es doctor en Física y licenciado en Filosofía y Matemática; profesor del Departamento de
Ciencia, Filosofía y Sociedad, de la Universidad de Danubio, en Bélgica. La entrevista se puede consultar en
http://www.pagina12.com.ar/1999/suple/futuro/98-09-19/nota_a.htm.
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La palabra metáfora proviene de un término griego que significa “traslación”.
38
Para leer más sobre las metáforas se pueden consultar el ensayo “Estudios sobre la metáfora”, de Eva
Samaniego Fernández, disponible en la siguiente página de Internet:
http://www.ucm.es/info/especulo/numero8/e_saman1.html.
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En realidad, para todas las personas, excepto para los escritores profesionales.
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Entre los dos y cinco años de edad, el juego ocupa un lugar primordial en la vida
40
Los escritores utilizan metáforas para establecer relaciones inéditas entre las palabras o para revelar
atributos insospechados en ellas. Para los poetas, las metáforas tienen la capacidad de multiplicar el sig-
nificado usual de las palabras.
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Cuadernos para el aula
Ahora bien, consideremos a un chico que identifica una situación nueva y busca
comunicarla al adulto. Que la manera de expresarlo sea sumamente original y meta-
fórica parece ser una consecuencia involuntaria; en esos casos, la intención del
chico no es comparativa. Vale recordar que a estas edades los conceptos tienen
fronteras poco delimitadas y los significados de los términos no están totalmente
estabilizados; suelen construir, por ejemplo, las llamadas generalizaciones abusivas:
el chico llama “papá” a todos los señores, “gato” a algunos animales de cuatro patas,
“pelotas” a todos los objetos redondos, etcétera. También el caso contrario, es decir,
generalizaciones restrictivas: el chico sólo usará la palabra “papá” para designar a
su padre, “gato” tan sólo a su gato y “pelota” para identificar un tipo de objetos bien
preciso.
La dificultad que tienen los más pequeños en comprender un significado figu-
rado habla de cierta ausencia de una auténtica capacidad metafórica. Muchas de
las expresiones espontáneas de los chicos que nos hacen reír tienen su origen en
esa dificultad de comprender el significado figurado de las expresiones de los adul-
tos. “El Sol se fue” oye decir un chico y pregunta, asombrado: “¿se tomó el colecti-
vo o viaja en tren?”
Otro ejemplo, dado por Martí, es el de un chico que habiendo oído decir a su
padre que el invitado “come como un caballo” no entiende por qué, a la hora de
la cena, tiene que darle un tenedor. Estos ejemplos, entre muchos otros, mues-
tran que, para los chicos, interpretar expresiones con sentido figurado es una
tarea compleja.
Por otra parte, en la descripción espontánea de los fenómenos naturales, las
personificaciones juegan un papel importante para los chicos del Jardín, dado
que muchos tienen una visión animista de dichos fenómenos. No obstante, debería
tenerse en cuenta que esa visión del mundo no es una creación metafórica, sino
que corresponde a su particular manera de interpretar los acontecimientos que los
rodean. En términos de lo hasta aquí comentado y en función de nuestra propues-
ta renacentista, señalamos:
• Más allá de lo hilarantes (por lo originales o disparatados) que resulten los argumentos
de los chicos para describir o explicar por qué un objeto es como es o un fenómeno ocu-
rre de tal manera, el docente debería tener presente que sus expresiones son genuinas
explicaciones del mundo y que reflejan su intento por apropiarse de un concepto del len-
guaje adulto, la necesidad de compartir su visión del mundo y la emoción por el descu-
brimiento de un aspecto nuevo de su realidad. La hilaridad que provocan algunos de los
argumentos infantiles pone de manifiesto mecanismos similares a los de la sensación
mágica que mencionamos antes ya que reflejan objetos y/o sucesos psicológicamen-
te imposibles, en términos de que violan alguno de los compromisos sobre los que
están sustentadas de forma natural o necesaria nuestras teorías sobre el mundo físico.
Tales expresiones no implican necesariamente una metáfora, sino probablemente una
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Otras actividades
maravillosas
En las actividades que se mencionan a continuación, tan sólo para poder orde-
nar el trabajo de la sala, hemos diferenciado algunas secciones o pasos, los que no
pretenden ser rígidos ni finales, sino dinámicos, es decir, que admiten todas aque-
llas modificaciones que se consideren pertinentes de acuerdo con la estructura de
la clase, el contexto y los objetivos particulares que el docente plantee con los chi-
cos de su sala. De hecho, en los ejemplos que brindamos no desarrollamos a fondo
todas y cada una de esas secciones, sino que elegimos unas u otras para profun-
dizar algunos conceptos que nos parecen relevantes (no sólo en la actividad en que
aparecen, sino para el trabajo en conjunto). Por ello, a continuación caracterizamos
en general, algunos de esos diferentes momentos.
• Consideraciones previas. Se trata de un primer contacto con la situación, los mate-
riales y/o elementos que brindan pistas acerca de la exploración a llevar a cabo. Varios
autores (D’Amico, 2008; Pitluk y Origlio, 2007; entre otros). llaman a este paso, la pretarea,
considerando que en una labor colectiva existe siempre un momento cuando el grupo
comienza a organizarse, se distribuyen roles41 y se contacta con la tarea sugerida. Al
lograr esa primera organización, es evidente para el docente que la clase puso en mar-
cha la tarea, es decir, se centró en la consigna dada y comenzó a trabajar. Además, es
importante que el docente reflexione sobre el diseño de sus propuestas (Pitluk y Origlio,
2007) estableciendo:
a) el tipo de actividad a realizar, si es individual, en grupo total o en grupos pequeños;
b) el tiempo determinado tentativamente para cada actividad y cada momento de la
actividad;
c) los espacios a ser utilizados;
d) los requerimientos en relación con el mobiliario;
e) la organización de los roles de los participantes en la actividad.
41
“Roles que no deben quedar fijos ni estereotipados para permitir el enriquecimiento grupal” (Pitluk y
Origlio, 2007).
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Las maestras apuntaron estas ideas para trabajarlas en otro momento, ya que
reiteré mi intención de focalizarnos en la segunda observación. Finalmente, introdu-
cir un cuerpo en arena y extraerlo “seco” (sin arena adherida) resulta una maniobra
casi “automática” que no parece sugerir ningún efecto apreciable o generar alguna
pregunta significativa. Sin embargo, pensamos en algunas probables, por ejemplo:
¿podría suceder que enterrando un objeto, al “tirar” para desenterrarlo, llevemos
con él toda la arena de su alrededor?, ¿es posible que un simple palito enterra-
do en arena, levante toda la arena donde se clavó?
Llegados a este punto, planificamos toda la actividad y reunimos los materiales
necesarios. Acto seguido, nos reunimos con los chicos y las maestras repartieron
pequeños palitos de madera para que exploren si realmente es posible la acción
mecánica que domina la pregunta; para hacer más clara la consigna, mostraron un
procedimiento sencillo para que todos lo realicen: colocar el palito en forma verti-
cal y cuidar de extraerlo en la misma
dirección.
Los chicos, entusiasmados, hacen
sus exploraciones en los cajones con
arena seca y limpia, conseguidos por
Mónica; prueban una y otra vez, y hallan
que los palitos se entierran y desentie-
rran sin que arrastren arena alguna. Esta
situación nos habilitó para realizar seña-
lamientos y preguntas, algunos de los
cuales transcribo a continuación.
42
Al respecto, Mónica observó que la combinación de tierra y “mucho tiempo”, puede que provoque en algu-
nos chicos una evocación de lo que sucede con cuerpos de animales o personas muertas, que han visto o
saben que fueron enterrados.
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Sobre qué dibujar, Flavia aportó algunas pistas: la forma del grano de arena, su color, su tamaño (por
ejemplo, indicó que dibujaran un grano de arena al lado de una galletita, para que apreciaran su tamaño
relativo) etcétera.
44
Este tema puede ampliarse en Rueff (1992).
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Luego que todos los chicos miraron la arena por el videoscopio de Mónica, la
maestra Flavia mostró cómo cambia la apariencia de la arena –como un todo– a
medida que se suma más arena –como piezas individuales–. Finalmente, los chicos
comenzaron a dibujar.
El efecto “pala”
45
En la simulación de una pala, se ubica una superficie por debajo del material que quiere levantarse (arena,
tierra, etc.); luego, se deja que este se asiente y, finalmente, se mueve la superficie cargada (hacia arriba,
hacia un costado, etc.). Una comparación posible entre palito y pala es que el primero puede considerarse
como una parte del “mango” de la segunda.
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En otras palabras, si tal acción puede ser natural, no forzada (por artificial)
46
No obstante, recomendamos no usar un lápiz, ya que la pintura que lo cubre puede malograr la percep-
ción del fenómeno que se pretende observar.
47
La señorita Mónica razonaba conmigo que no siempre, en actividades por el estilo, tiene oportunidad de
distribuir materiales a todos los chicos, a veces sólo alcanza a hacerlo por grupos. Incluso, en ocasiones, ha
hecho ella misma la actividad ante toda la clase, dejando para otro momento que cada niño o grupo la repi-
ta, ya que en ese momento no contaba con materiales suficientes para todos.
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48
Algunas de sus sentencias más duras fueron: “No se puede, seño”, “es una broma” y “es mentira”.
49
Puede suceder que, cuando los chicos definan el entorno del palito con sus manos, al apretar la arena,
se haya visto que al levantarlo, algo más de arena quedaba “pegada”. Si fue así y el docente pudo percibir-
lo, esa situación servirá para construir lo que sigue.
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de modo que los granitos vibrantes, al estar encerrados dentro del vaso, acabasen
El registro gráfico
Durante la experiencia, es muy probable que se genere en los chicos una serie de pensamientos informula-
bles en términos del lenguaje, construido con imágenes y esquemas. Creemos relevante, entonces, motivar-
los a que realicen dibujos de lo ocurrido; apelamos que mientras dibujan, intensifiquen su concentración en
lo que ha sucedido durante la experiencia. Propuestas como “¿será posible hacer un dibujo que muestre
cómo está la arena en el vaso, junto al palito?” ponen en marcha la imaginación, con el objeto de retratar un
aspecto no visible de la experiencia.
Junto con sus dibujos anteriores, será posible, entonces, construir una secuencia gráfica que capture visual-
mente el camino recorrido, paso a paso, y se pueda dar cuenta de la idea central de cada momento; con esa
secuencia (ubicada en las paredes de la sala, por ejemplo, a modo de afiche) es factible también que algu-
nos chicos puedan realizar una relectura de lo sucedido, evocando y expresando, ahora verbalmente, los
pasos dados en cada instancia.
Ahora bien, una de las contribuciones más interesantes de Da Vinci reside en su insistencia en la compren-
sión de la realidad sobre la base de modelos que, para él, eran casi siempre figuras o, en todo caso, algo
figurativo y, así, susceptibles de ser dibujados. Como hemos mencionado, en la tarea de generar nuevas rela-
ciones de los chicos con el mundo natural, los dibujos constituyen un medio eficaz para documentar, inter-
pretar y magnificar las observaciones que se realicen.
Por otra parte, en la interpretación de Vigotsky (1981), el dibujo puede considerarse como un estadio preli-
minar al desenvolvimiento de la escritura, teniendo ambas los mismos orígenes de construcción: el lengua-
je hablado; los chicos hacen el esfuerzo de traducir sus pensamientos en palabras, pero no siempre esas
palabras son las adecuadas (Piaget, 1984). En este Nivel, mientras la escritura no ofrece seguridad para refle-
xionar sobre el pensamiento deseado, los chicos emplean sus dibujos como el medio más eficiente para
expresarlo.
Así, en cada período del desarrollo infantil, la imaginación actuaría de tal manera que respeta la escala de
dicho desarrollo (Vigotsky, 1998); para el mismo autor, los chicos no dibujan aquello que ven sino, además,
lo que saben respecto de lo que ven. En sus dibujos intentan representar sus pensamientos, sus conocimien-
tos y/o sus interpretaciones sobre una situación dada, vivida o imaginada (Barbosa-Lima y Carvalho, 2008).
Desde otra visión (psicológica histórico-cultural) Ferreira (1998) afirma que “el niño dibuja para significar su
pensamiento, su imaginación, su conocimiento, creando una manera simbólica de objetivación de su pensa-
miento”. Ferreira y Silva (2001) afirman que las impresiones que los chicos tienen de la realidad no se amon-
tonan, inmóviles en su mente. Ellas constituyen procesos móviles y transformadores, que posibilitan que los
chicos agrupen los elementos que han seleccionado y los modifiquen y combinen a través de la imaginación.
El dibujo de los chicos desarrollado en el contexto escolar es un producto de su actividad mental y refleja su
cultura y su desenvolvimiento intelectual. En otras palabras, los dibujos de los chicos permiten acceder tam-
bién a ciertos rasgos del pensamiento que no son accesibles a través del lenguaje.
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Hemos de consultar a la
experiencia en una diversidad
de casos y circunstancias
La sorpresa de los chicos al notar que habían conseguido levan-
hasta que podamos extraer
de ellos una regla general que
tar todo el sistema era admirable, pero no suficiente para un apren-
en ellos se contenga. ¿Para
qué son útiles estas reglas? dizaje. La actividad experimental de los chicos, convertida en
Nos conducen a ulteriores
investigaciones sobre la un juego de búsquedas de un fenómeno maravilloso,50 convocó a
Naturaleza y a las creaciones
artísticas. Nos impiden conversar sobre qué había ocurrido y por qué lo había
engañarnos a nosotros
mismos o a los demás hecho de esa forma (como hemos mencionado antes).
prometiéndonos resultados
que no se pueden conseguir. Estas cuestiones estructuraron las consignas de Flavia para
iniciar el diálogo con los chicos, en el que se preocupó por
motivarlos a entablar una conversación reflexiva sobre lo
sucedido y en la que, además, fue dando pequeños indi-
cios para que construyeran un discurso de compleji-
dad creciente.
50
También genera sensaciones mágicas, tal como ya hemos comentado.
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Además, en este contexto, será un término que proponemos vincular estrechamente a la tarea de acer-
camiento a las ciencias naturales en el nivel, que esperamos colabore a repensar las impresiones mágicas
que pueden generar muchos fenómenos.
52
Como la del apunte de estudio “El registro gráfico” (pág. 91).
53
En el caso del apunte “El registro gráfico”, las nociones de fuerza o de fuerza de roce permiten des-
cribir científicamente los rasgos invisibles del fenómeno.
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particular: fuerza y/o fuerza de roce, etcétera), con lo que se cumpliría parte del
objetivo de ampliar el vocabulario específico del área en este Nivel.
• Expresada mediante una formulación directa, la pregunta “¿qué ha ocurrido?” parece-
rá obvia para muchos chicos y, por ende, sin sentido; es decir, no parece tener una res-
puesta que vaya más allá de la percepción de lo que ha ocurrido. Para evitar una formu-
lación retórica podrían hacerse más explícitas las preguntas/consignas, por ejemplo:
“¿qué sucedió ahora con el palito y la arena?”, “¿cómo fue posible ahora que el palito
levantara la arena y al vasito también?”
“¿Es una tarea imposible?”, repitió, como desafío, y una niña le respondió: “¡Ay,
seño!, ¿cómo se te ocurre?”, mientras muchos de sus compañeros reían. “No tene-
mos tanta fuerza”, dijo un niño. Un tercero intervino: “Además, ¿cómo hacemos para
mover el arenero? Eso es imposible de verdad. Lo hicimos con el vaso porque es
Nap
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chiquito”. El resto de la sala, acotó: “El cajón es muy pesado”, “ no vamos a poder,
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ya que si se hace en forma violenta, el impulso que adquiere el palito alcanzará a ven-
cer todas las fuerzas de roce que se generan al compactar las partículas de la arena
y saldrá del vaso sin “levantar” arena de modo apreciable.
• El “contrafenómeno”. En esta actividad se pusieron de
manifiesto las acciones que pueden ejercer las fuerzas de
roce (entre la arena y un palito, entre la arena y las paredes
del vasito) de modo de conformar un sistema mecánicamen-
te solidario. “¿Será posible pensar el fenómeno al revés?”
Desde otra perspectiva: “¿es posible utilizar esta propiedad de
la arena para inmovilizar un objeto colocado en ella?”
En este caso particular, la respuesta es afirmativa y existen
múltiples ejemplos; aquí mencionamos uno que tal vez algu-
nos chicos conozcan: la inmovilidad de una sombrilla “clavada”
en la orilla de una playa. El viento “embolsa” aire debajo de la
sombrilla y ejerce cierta presión que puede alcanzar a desen-
terrar su mango. Pero la arena a su alrededor, cuando está
convenientemente apelmazada, impide que la sombrilla “se
vuele”. No obstante, de acuerdo con la velocidad que tenga el
viento (y a partir de ella, la presión que pueda ejercer) hay un
límite, pasado el cual, las fuerzas de roce entre la arena y el mango no serán suficientes
para sostener la sombrilla en su lugar.
• Una comparación arquitectónica. La forma
espontánea que adquieren las partículas de la
arena del vaso (arcos) y su acción resultante –la
suma de tensiones que no sólo las mantiene uni-
das sino que sostienen ese perfil contra las pare-
des del vaso– se asemeja mucho a la forma de
una estructura usada hace siglos por los cons-
tructores de casas; suele llamarse también arco
romano. Los arcos a los que hacemos referencia
son construcciones de forma curva, que cubren el
espacio entre dos paredes o columnas. Están
compuestos por piezas individuales y relativamen-
te pequeñas. Como estructura, el arco funciona
como un sistema de cuerpos que transmite las cargas de unos a otros, hasta las pare-
des que lo soportan.
Por la forma que tienen sus piezas, están encadenadas fundamentalmente por fuerzas
de compresión, pero también transmiten empujes horizontales en los puntos de apoyo,
hacia el exterior del arco. De alguna manera, los arcos romanos materializan macros-
cópicamente la configuración que hicieron los granos de arena entre la pared de vaso
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Cuadernos para el aula
Un cielo maravilloso
Consideraciones previas
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Advertimos que muchos chicos identifican el cielo como una entidad, algo material que para Cielo y fenómeno
algunos incluso resulta observable;55 es decir, como si el cielo fuese un astro más (como el meteorológicos
Sol o la Luna). Existe, además, cierta coincidencia en que los fenómenos meteorológicos son
acontecimientos exclusivamente celestes,56 como los astros. Los truenos y el Sol, la lluvia y
las estrellas, están invariablemente vinculadas con el espacio “exterior” a la Tierra.
El docente puede sugerir que los chicos realicen un dibujo de un paisaje con cielo. Una vez Dibujo de un
terminado, recorre las mesas de trabajo y les pide que identifiquen dónde está el cielo de su paisaje con cielo
diseño. Lo habitual es que el cielo aparezca como algo separado de cualquier referencia
terrestre, y ubicado en un sitio alto: muy por encima del nivel del suelo; a la altura de la
cumbre de una enorme montaña, del más alto de los edificios conocidos o bien atravesan-
do la trayectoria de un avión o un cohete. En cambio, si para el dibujo de los chicos, la con-
signa del docente es sólo realizar un paisaje, el cielo aparece integrado, conformando una
parte armónica del mismo.
54
La eventual presencia de seres extraterrestres (alienígenas, marcianos, etc.) se ubicaría como intersec-
ción entre los seres vivos y los fantásticos.
55
En sus dibujos se aprecia un cielo representado en el cielo.
56
La palabra “celeste” no refiere a un color, sino significa “pertenece al cielo”. Un fenómeno u objeto celes-
te, es aquel que ocurre o se observa en el cielo; la calificación “celestial” conlleva la misma idea, pero se
refiere a un cielo místico. Así, el Sol es un cuerpo celeste, y un ángel un ser celestial.
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Cuadernos para el aula
En este sentido es sugestivo que el docente les muestre a los chicos fotografías de diversos Galería de
paisajes en donde se puedan apreciar diferentes tipos de cielo (incluso, pedirles que traigan imágenes del
alguna foto familiar de sus casas) imágenes de revistas o periódicos o bien utilizar algunas cielo
de las ilustraciones de los libros de cuentos. Esto es: cielos con diferentes tonalidades, cie-
los diáfanos y cielos nublados, etcétera; esto ayudará a poner en cuestionamiento la aparien-
cia de “bloque” nubloso con que muchos chicos dibujan el cielo, como si se tratara de una
cubierta de nubes permanente, a veces transparente y, a veces, con alguna coloración, gene-
ralmente, azul celeste o grisácea.
Ahora bien, todas las actividades del Jardín son invariablemente diurnas; la noche no forma La evocación de
parte de los fenómenos naturales que los chicos puedan vivenciar desde su sala. No obstan- la noche
te, el docente, al conversar sobre el cielo y, en particular, sobre el cielo nocturno –como argu-
mento derivado de una lectura, un juego o una anécdota narrada en la sala– tendrá acceso
a algunas de sus impresiones y evocaciones acerca de la noche y su cielo (por ejemplo, sobre
cuándo comienza57 o cuándo termina58 la noche, qué puede observarse en el cielo noctur-
no a diferencia del diurno, entre otros datos de interés).
Al respecto, las respuestas más habituales sobre el origen de la noche, se vinculan con: ¿Qué causa la
(a) La necesidad de dormir de las personas. noche?
(b) La presencia de una “nube negra” que tapa la claridad del cielo. La aparición de esta nube
es responsabilidad del viento, que la acerca, traccionándola desde otras partes del mundo.
(c) La aparición de sombras –producidas o no por nubes– que impide que la claridad del día
continúe.
(d) La desaparición del Sol: porque lo tapa o se esconde en una nube, porque se mueve a
otra parte del mundo, porque se va a dormir, porque llega la Luna y debe retirarse, etc.
Una vez más, resulta relevante que se los motive para dibujar un paisaje nocturno para luego Dibujo de un
comparar todos los realizados en la sala y que ellos mismos puedan identificar diferencias y paisaje nocturno
semejanzas.
57
Algunas respuestas de los chicos: “Cuando el Sol se esconde detrás de las nubes”, “Cuando estoy por ir
a dormir”, “Cuando está oscuro y hay estrellas” (Tignanelli, 1997a).
58
Algunas respuestas de los chicos: “Cuando sale el Sol”, “Cuando mi papá se va a trabajar”, “Cuando me
levanto”, “A las ocho y cuarto” (Tignanelli, 1997).
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Es entonces cuando el docente comienza a indagar sobre las emociones que les provoca la Las emociones
Pero en esta actividad no nos detendremos únicamente en los miedos nocturnos. El docen- Algunos miedos
te ampliará las propuestas y propiciará que los chicos verbalicen y dibujen todos los miedos visitan el Jardín
que identifiquen (en ellos y en su entorno), no importa en qué momento se producen. La sor-
presa de la clase crece al descubrir que muchos chicos comparten algunos miedos y que
existen otros, ante los que no sienten temor.
Mencionamos algunos de los miedos60 más recurrentes, los que aparecen rela-
cionados con:
• El Cielo: luna, extraterrestres, meteoritos.
• Seres fantásticos: fantasmas momias, brujas, monstruos, vampiros.
• Animales: serpientes, tiburones, cocodrilos, arañas, monos, dinosaurios.
• Otros: ladrón, pelotazo en la cara, luces apagadas, pileta, colectivo, mar, precipicio.
59
Ambos conceptos (noche y cielo nocturno) están estrechamente vinculados, a diferencia de sus contra-
partes (día y cielo diurno) que aparecen disociados.
60
Estas respuestas fueron recogidas básicamente en Jardines de Infantes de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y del conurbano bonaerense (Tignanelli, 1997). Esos “miedos” varían notablemente de acuer-
do con la zona del país donde se realizó esta experiencia. Destacamos que sólo cuando trabajamos con
escuelas religiosas han surgido miedos de origen místico.
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Cuadernos para el aula
Para cerrar esta parte del trabajo, los chicos recortan el contorno de sus dibujos y los pegan
sobre una hoja de papel de color negro; la tonalidad de la hoja, que sugiere un ambiente
nocturno, es rápidamente advertida por los chicos. Así, quedan exhibidos sus diseños en
una genuina “galería de los temores” que los divierte mucho y habilita al docente atento para
conversar con los chicos sobre las preocupaciones que han manifestado como un miedo.
En este fase de la actividad el docente reúne a los chicos y narra, advirtiendo que se trata de una
historia real, que ocurrió y se conoce desde hace mucho tiempo; además, que ha sucedido en
muchas partes del mundo, no sólo aquí. Damos aquí los puntos sobresalientes de la narración.
Una de las artes que más deleita a la mayoría de las personas, de todas las
edades y de todos los tiempos es contar historias. Los modos de hacerlo han
cambiado bastante, en cambio, las historias no tanto. Dicen que antiguamen-
te, cuando el tiempo lo permitía, las personas se reunían a la intemperie, fuera
de las casas, y se contaban historias mirándose a los ojos y mirando el pai-
saje. Si era de día, eran iluminados por el Sol; entonces miraban el cielo y, si
había nubes, miraban las nubes. Si era de noche, hacían una fogata para ilu-
minarse; sentados en ronda, miraban las estrellas y, si había Luna, miraban la
Luna. Podían prestarle más o menos atención al cielo, pero nunca dejaban de
mirarse a los ojos.
Dicen que las historias nocturnas eran más interesantes que las contadas de
día. Posiblemente se deba a que las personas, de día, debían trabajar y no
tenían mucho tiempo para inventar muchas historias, lo hacían de noche, des-
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cansando de su labor,
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Cuadernos para el aula
Algunos chicos, en esta situación, refieren con entusiasmo que conocen el nom-
bre de algunas estrellas,61 con lo que dan a entender que el dibujo es innecesario.
Es decir, allí donde hay una estrella llamada “lobo”, hay un lobo; donde hay una lla-
mada “María”, hay una señora (generalmente, muerta) y así consecuentemente.
Esos chicos cuentan que esa información les fue transmitida como en la narración
del docente, de noche y mirando el cielo (la mayoría, por un familiar cercano). Si
eventualmente se realizara una sesión de observación nocturna con los chicos, en
general, aunque conozcan su nombre, no identificarán una estrella en particular; sólo
suelen evocar la dirección que les fue señalada cuando se les dijo ese nombre, sin
que esa dirección determine una posición en el cielo. Dado que en general los chi-
cos no se percatan del movimiento mancomunado del cielo estrellado, con el paso
del tiempo la estrella que señalan cambia durante la misma sesión de observación
(sólo mantienen la dirección que señaló el abuelo, el padre o quien le haya dado esa
información).
61
En particular: “las tres Marías”, el “lucerito”. O bien el nombre de una constelación, como si fuese el
nombre de una estrella (por ejemplo: “la cruz del sur”).
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Más allá de otros rasgos, coinciden en que son o tienen luz; por lo tanto, para
que el cielo simulado se parezca al real, al menos las estrellas deberían tener luz.
En general, las estrellas son chiquitas, tienen puntas (por eso, además, para algu-
nos chicos las estrellas son filosas) y tienen poca luz (porque son pequeñas).
“Las estrellas se ven como puntitos de luz. ¿Será posible que en este pedaci-
to de cielo, podamos construir algo parecido?”, es la pregunta/desafío del docente.
Las respuestas de los chicos no se hacen esperar: “Las dibujo y traigo una linter-
na”, “Ponemos velitas”, “Pegamos luces de navidad” y otras propuestas por el estilo,
vinculando la luz de las estrellas con artefactos o fenómenos de su entorno. “Esas
son luces de la Tierra. ¿Acaso es imposible que haya luz de estrella en nuestros
pedacitos de cielo?”, cuestiona el docente a los chicos.
62
Esta actividad se refiere en el texto de Tignanelli (1997), pero aquí la presentamos tal cual fue llevada a
la sala por algunas maestras que realizaron talleres con el autor.
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Cuadernos para el aula
Sólo la estrella Sol, por su cercanía, es posible observarla como un astro exten-
so (esto es, con superficie apreciable). Los chicos que saben que las estrellas son
como soles en general las piensan como soles pequeños, diminutos, no incorpo-
ran la distancia como un factor que puede producir ese efecto.
Entonces el docente comparte una nueva consigna: “¿Será posible aprovechar
la luz del Sol para construir las estrellas de nuestros pedacitos de cielo?”. Así como
la luz solar entra en la sala por la ventana o por la puerta, si se hicieran agujeritos
en los cielos de papel, por ellos ingresaría la luz del Sol y cada agujerito tendría,
así… ¡luz de una estrella! De esta manera, el cielo de cada chico simulará aún más
el cielo real. Para ello, el docente tiene preparados ciertos utensilios, auténticos
constructores de estrellas. Se trata de simples palillos (escarbadientes)63 con los
que cada chico, en su hoja oscura, hará tantas perforaciones como estrellas imagi-
ne que hay en ese pedacito de cielo.
El docente, atento, debería advertir a los chicos que no se trata de un ejercicio
de “calado”, es decir, de delinear una figura haciendo perforaciones en su períme-
tro. Las estrellas no siguen ningún diseño en el cielo, están distribuidas al azar, es
decir, pueden ubicar estrellas en cualquier parte: donde les guste, donde evoquen
que hay estrellas en el cielo real, etc. A medida que avanzan en la factura de su cielo
estrellado, verifican la luminosidad de las estrellas colocando la hoja a contraluz y
dejando que la luz de Sol genere el brillo de sus estrellas. Cuando han acabado,
cada chico tiene en sus manos un cielo maravilloso, con el que pueden iluminar-
se con luz estelar verdadera.
63
Hace años, cuando comenzamos a hacer esta actividad, usábamos punzones. Luego, cambiamos a alfi-
leres.
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Cuadernos para el aula
Vale recordar que en el inicio de esta actividad se buscaba hacer dibujos que
involucraran la posición de las estrellas en el cielo; llegados a este punto, se
tiene la oportunidad de intentarlo, ya que se cuenta con un cielo simulado
para tal fin).
Pero durante la construcción de ese cielo ocurrió algo maravilloso: al hacer las perfo-
raciones para las estrellas, varios orificios habrán quedado sobre los dibujos de los
miedos que los chicos pegaron en la otra faz de la hoja. El docente, entonces, les
muestra a los chicos esos dibujos, destacando que ahora están salpicados con algu-
nos agujeritos estelares, incorporados involuntariamente durante la confección de su
respectivo cielo simulado. Volteando una y otra vez ambas caras de la hoja, los chicos
descubrirán aquellas estrellas que forman parte de su dibujo miedoso y las que no.
No sería necesario entonces generar dibujitos nuevos con las estrellas porque se
tiene uno (el miedo) y también una distribución
de estrellas que permite caracterizarlo de
alguna manera. Así, la nueva consigna del
docente pedirá a los chicos que, colocando la
hoja negra sobre otra blanca con la faz que
tiene el miedo para arriba, marquen la posición
de las estrellas que están sobre sus miedos
(por ejemplo, atravesando cada orificio con la
punta de un lápiz); de esta manera, tendrán un
mapa de puntitos (al que se le llamará
constelación).
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Ese mapa mostrará una distribución de puntos idéntica a la que formaron las
64
Los chicos probablemente no dejen las estrellas como un punto, sino les hagan a cada una, muchos rayos
(“puntitas”).
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Cuadernos para el aula
Discutir acerca de si las estrellas son agujeritos por donde se filtra luz
Hace miles de años, en Babilonia, se gestó una creencia singular sobre el cielo y
las estrellas. Aquella cultura consideraba que la Tierra era un disco totalmente
cubierto por una semiesfera de metal oscuro (el cielo). Por debajo del disco había
agua; por encima, fuego. La superficie del cielo metálico estaba cubierta por aguje-
ros de diferente diámetro, a través de los cuales, desde la Tierra/disco, era posible
ver el fuego exterior: esas eran las estrellas. De día, el Sol (un disco de oro, muy bri-
llante) se deslizaba por la superficie interior de la semiesfera celeste; dada su lumi-
nosidad, todo el cielo brillaba de color azul y los agujeritos no eran apreciables. La
Luna, que también era un disco, pero de plata, era menos brillante que el Sol; por
esa razón, se podían ver las estrellas/agujeros simultáneamente con la Luna.
Como esta creencia babilónica, existen otras, de diversas facturas. Sucede
que se demoró milenios en concebir las estrellas como cuerpos cósmicos y aún
un poco más en saber que son semejantes al Sol. Luego de la actividad pro-
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puesta el docente debería insistir en que las estrellas del cielo simulado han sido
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Cuadernos para el aula
Ahora bien, el docente debe escoger si hará esta actividad antes o después de
conversar con los niños sobre las semejanzas y diferencias entre el cielo modelado
en la sala y el cielo real. Al respecto, algunas consideraciones para intervenir en ese
diálogo con los chicos:
A) Entre los científicos, existen hombres y mujeres (llamados astrónomo/as) que
copian y registran la distribución de las estrellas que pueden verse en el cielo. Las
constelaciones que usan, sin embargo, fueron hechas en diferentes épocas y no
todas por astrónomos, sino simplemente por individuos que gustaban de mirar la
noche estrellada, ordenar su mirada imaginando figuras y, como dijimos, dejar un
mensaje con los diseños generados con la posición de algunas estrellas.
Se conoce que casi todas las culturas que existieron y existen han creado cons-
telaciones propias y muchas comparten la misma zona del cielo. Así, es dable que
hoy podamos continuar esa tarea (lúdica y/o educativamente) para formar nuevas
constelaciones con todas las figuras que imaginemos, nos den miedo o no.
B) Cada uno de los chicos ubicó estrellas donde quiso en su pedacito de cielo (de
papel negro) sin un orden o patrón determinado. A simple vista, en el cielo real, tam-
poco lo hay, por lo que el cielo modelado da la impresión de parecerse mucho al
real, tiene la apariencia del cielo de verdad.
Nadie comprobó hasta ahora que el diseño de un cielo de perforaciones, espon-
táneo, coincida con una zona cualquiera del cielo real; podemos preguntarnos:
¿Es posible que coincidan? La respuesta parece ambigua: es posible, pero
improbable.
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Cuadernos para el aula
“va junta hasta que salpica”, dando entender que al llegar al piso, comenzará a sal-
picar). Entonces: ¿será posible modificar la dirección del chorro de agua que sale
por la canilla? ¿Es posible doblar al chorrito de agua?
Primeras pruebas
Ante las preguntas anteriores, los chicos tienen algunas respuestas que emer-
gen de sus experiencias y exploraciones: interrumpir el agua que cae con la mano
para doblarla, poner un dedo en el pico del grifo y desviar el chorro hacia un costa-
do, abrir y cerrar la canilla para cambiar el caudal y notar que cambia la dirección,
etcétera. Es interesante la situación que se genera cuando algunos chicos evocan
que aun con la canilla invertida, el agua se mueve hacia abajo, ya que independiza
ese comportamiento del agua del sitio por donde aparece. El docente, una vez más,
amplía el desafío: ¿será posible modificar la dirección del chorro de agua que sale
por la canilla, sin tocar el agua? ¿Es posible lograr que un chorrito de agua doble,
sin usar las manos ni nada que lo toque? Hay dos aspectos que pueden trabajarse
antes de encarar el nuevo desafío, para resaltar las condiciones de la consigna.
• Desde lo visible, se lograría usando un tubo. Se pone un extremo del tubo de
plástico en el pico de la canilla, se hace pasar el chorrito a través de él y luego, simple-
mente, se inclina el tubo en la dirección buscada (probablemente, algunos chicos aso-
ciarán esto con las mangueras, que permiten direccionar el chorro de agua). Respecto
a la forma de su trayectoria al salir de la canilla, el agua dentro del tubo “dobla”, es decir,
ya no se mueve en la dirección espontánea que tenía, sigue la dirección en que se ha
puesto el tubo. Pero esto no responde a la consigna, ya que hemos usado un elemento
(el tubo) que toca el agua (muchos chicos, antes del uso del tubo, usan sus propios bra-
zos, para hacer descender el agua por ellos y así cambiar la dirección del chorrito).
• Desde lo invisible, se lograría usando el aire. No faltará el chico que intente
“soplar” el chorrito, haciendo que cambie su dirección: el agua, que seguirá cayendo, lo
hará en direcciones diferentes. Un fenómeno semejante produce el viento fuerte en los
días de lluvia, desviando la caída del agua; es muy probable que esta circunstancia sea
evocada por algunos chicos. Claro que no será por mucho tiempo, apenas el lapso en
que un individuo pueda sostener el soplido. Pero esta solución tampoco cumple con la
consigna, ya que otra vez se ha usado un elemento (el aire) para tocar al agua. Aquí se
abre una discusión acerca de si el aire “toca” o no a los objetos. Los docentes compro-
barán que en los chicos no hay un acuerdo generalizado al respecto. Por ejemplo, cuan-
do un niño negó que con el aire se haya tocado el agua, argumentó: “No, no la tocamos,
la soplamos”. Una niña le aclaró: “Claro que la tocás, porque cuando soplás sale aire y el
aire la toca”.
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El fenómeno maravilloso
El docente busca que el chorro de agua que utilicen para la experiencia sea
muy fino y continuo; es decir, evitar que el agua caiga de la canilla a borbotones,
en forma irregular, discontinua (que no se detenga y que tenga el aspecto de
mantener un flujo constante); para conseguirlo sólo hay que abrir o cerrar la
canilla lentamente hasta que el chorro tenga las características señaladas. A
continuación, indica a los chicos que froten con energía el globo inflado, con el
paño de lana; esta tarea puede hacerse de a pares: mientras un alumno agarra
el globo desde su pico y apenas lo toca de su extremo opuesto, el otro lo frota
con el paño (la electrización del globo por frotamiento resultará más efectiva si
se lo frota siempre en la misma dirección).
Luego, sosteniendo siempre el globo por el pico lo acercan al chorrito de
agua, cuidando de no tocarlo. Se comprobará entonces que el chorrito se des-
vía hacia el globo; en los siguientes “Apuntes para la experiencia” dejo una expli-
cación somera para el docente, acorde a la física, que da cuenta de qué ha suce-
dido en el sistema agua-globo.
65
Las fuerzas magnéticas son, por ejemplo, las que se ponen de manifiesto entre un imán y un objeto de
hierro.
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Cuadernos para el aula
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Esto es, cargas positivas interactuando con cargas negativas, y viceversa.
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También sucede con otros materiales, como se ve en la figura donde se ha usado una varilla de vidrio.
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El docente entonces ajusta la pregunta: ¿Es posible provocar que los pelos se
levanten y queden parados, sin que los toquemos? ¿Será que podemos utilizar
algún objeto para lograrlo? Una vez más, si algunos chicos asocian lo que sucede
con los cabellos azotados por el viento (o un “soplido” de un compañero) el docen-
te señalará que tampoco es el fenómeno buscado, ya que en ese caso los cabellos
son “tocados” por el aire, por lo que no se cumple la consigna.
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Serie
Cuadernos para el aula
Materiales de la experiencia
Nuevas pruebas
El largo de los cabellos que se utilicen será determinante para la experiencia;
muy cortos o muy largos puede que no resulten adecuados en términos de la visi-
bilidad del fenómeno buscado. Luego, se los invita a realizar las siguientes explora-
ciones guiadas:
a) Cada chico coloca diferentes objetos cerca de la cabeza de un compañero, para com-
probar si alguno de ellos consigue mover los cabellos. Seguramente, no habrá resultado
alguno.
b) El docente sugiere identificar, entre los objetos utilizados, un globo desinflado, y pro-
bar con él particularmente. Como antes, es esperable que no haya ningún fenómeno evi-
dente.
c) El docente sugiere que inflen los globos y los coloquen cerca de la cabeza.
Probablemente tampoco se aprecie fenómeno alguno.
d) El docente sugiere juntar uno o dos globos inflados, y acercarlos a la cabeza. Una vez
más, no se verá ningún efecto.
Si los chicos ya han realizado la actividad anterior, es muy probable que sugie-
ran frotar el globo antes de acercarlo a la cabeza, bajo sospecha de que tal acción
puede poner de manifiesto (“despertar”) las extrañas propiedades que ya conocie-
ron al cambiar la dirección de un chorrito de agua. Si no lo han hecho, es el momen-
to de mencionar que algunos materiales, al ser frotados, adquieren una propiedad
extraordinaria que permite, por ejemplo, erguir los cabellos; lo hace un peine común
al peinar y lo hace un globo inflado, al ser refregado con ciertos géneros. No lo
hemos mencionado antes, pero la acción de frotar un objeto para que genere un
acontecimiento extraordinario está presente en la literatura universal y, en particu-
lar, en la infantil (basta recordar la epopeya de Aladino y su lámpara, en Las mil y
una noches).
El fenómeno maravilloso
En conjuntos de seis o siete, se atan los globos inflados con el hilo; luego se
unen todos los hilos por un extremo. En esa disposición, los chicos frotan los glo-
bos con un paño de lana (otra forma de cargar eléctricamente los globos, es
sacudir el conjunto en el aire, enérgicamente). Así tratados, al acercar el conjun-
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Al igual que en la actividad con el chorrito de agua, se trata de efecto eléctrico muy común, que
puede explicarse también recordando que los cuerpos pueden tener cargas eléctricas positi-
vas y negativas. Como ya mencionamos, en condiciones habituales, se encuentra el mismo
número de cargas positivas que de negativas, por lo que los cuerpos se dicen neutros.
Sucede que, cuando se frotan dos cuerpos (uno contra el otro, como en este caso el globo y el
paño de lana), se “arrancan” cargas (en general, negativas) de uno y pasan al otro, por lo que
el primero queda con un exceso de carga positiva y, el segundo, con un exceso de carga nega-
tiva.
Ahora bien, resulta que los materiales no se comportan todos de la misma manera ante la elec-
tricidad. Hay materiales en los que la carga eléctrica no puede distribuirse ni desplazarse rápi-
damente; en ese tipo de material, la carga eléctrica permanece quieta, como localizada en algún
sitio, durante cierto tiempo. A esos materiales se los llama malos conductores de la electrici-
dad y como ejemplo, podemos mencionar los plásticos, las lanas y también los cabellos.
Por el contrario, hay materiales en los que la electricidad parece estar más a gusto y las cargas
se distribuyen bien, a una velocidad alta; éstos son los buenos conductores y como ejemplo,
podemos mencionar los metales. Por otra parte, habíamos dicho que cuando se trata de juntar
cargas del mismo signo (ambas positivas o ambas negativas) se manifiesta una fuerza de
repulsión eléctrica que tiende a alejarlas.
Análogamente, al juntar cargas de diferente signo (una positiva y otra negativa), la fuerza que
surge es de atracción y ambas cargas tienden a acercarse. Estas acciones son consecuencia
de que los cuerpos buscan recuperar su estado neutro. Pues bien, al poner los globos carga-
dos (al ser frotados, obtuvieron un exceso de carga negativa) cerquita de una frondosa cabe-
llera, las cargas eléctricas que hay naturalmente en los cabellos son afectadas por la carga del
globo y se mueven, situándose “hacia el globo” las de signo contrario (las positivas; al hacerlo,
arrastran todo el cabello y lo que se ve es que los cabellos y los globos se atraen entre sí.
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Cuadernos para el aula
Un diccionario maravilloso
Como hemos mencionado, en la tarea de explorar el mundo natural se instala
un lenguaje para poder hablar sobre él y, en particular, presentar y dar cuenta de la
visión particular de las Ciencias Naturales, que describen a objetos y fenómenos con
palabras y vocablos cuyo significado puede no coincidir exactamente con su inter-
pretación común. Reiteramos, además, que la sorpresa puede sustentarse con
estrategias de pensamiento, las cuales son también atravesadas por el idioma y, por
lo tanto, por una necesaria negociación de significados dados a las palabras.
A diferencia de las anteriores actividades del texto, esta es exclusiva para los
docentes y propone construir, para la sala, una peculiar colección de adivinanzas,
con objeto de utilizarlas en la introducción de un tema vinculado al mundo natural,
para su cierre, o bien para resaltar uno o varios conceptos trabajados en torno a la
naturaleza. En los diccionarios comunes se listan palabras, las cuales buscamos
eventualmente para conocer su significado. En cambio, en los diccionarios maravi-
llosos, se coleccionan adivinanzas, que son cuyos significados buscan una palabra
que los identifique. Así, los diccionarios maravillosos se construyen para jugar
con las ideas y para aprender nuevas palabras (conceptos), son propios de una sala
y se renuevan con cada grupo de chicos.
¿Por qué a los niños les gustan las adivinanzas? Para un niño, el mundo
está lleno de objetos misteriosos, de acontecimientos incomprensibles, de figuras
indescifrables. Su misma presencia en el mundo es un misterio que resolver, una
adivinanza que descifrar, a la que da vueltas con preguntas directas o indirectas. El
“conocimiento” llega entonces, con frecuencia, en forma de sorpresa, ya sea en el
Jardín o fuera de él. Las adivinanzas representan en forma “concentrada” su expe-
riencia de conquista de la realidad; de alguna manera, con desafíos como las adivi-
nanzas se robustece el sentido de seguridad del chico, su capacidad de crecer, y su
placer de existir y de conocer.
¿Qué representa una adivinanza? Cuando se enuncia una adivinanza se
brinda un significado con la intención que el otro identifique la palabra que lo sinte-
tiza o que sostiene ese significado; por tal razón coincidimos con Sylveira (1985)
que “una colección de adivinanzas es un diccionario al revés: primero se da la expli-
cación y luego se obtiene la palabra”. Dado que en general son conocidas oral-
mente, para los chicos de Jardín las adivinanzas representan también un contacto
con lo sonoro del lenguaje en conexión con el significado de las palabras; esto nos
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La construcción de adivinanzas
Aunque es probable que el docente conozca diferentes textos con adivinanzas
tradicionales, nuestra propuesta es que sea el mismo docente quien construya las
adivinanzas, enlazadas con su conocimiento sobre el grupo de chicos con que tra-
baja (contexto, edades, desarrollo del lenguaje, etc.) y el objetivo específico de su
clase sobre el mundo natural (es decir, el concepto –la palabra– que será foco de
la adivinanza y objeto de misterio para el adivinador). Hay diferentes procedimien-
tos para construir adivinanzas; entre ellos, transcribimos a continuación los que
sugiere Rodari (1995):
1º paso. Extrañamiento. Se trata de un ejercicio en el que se debe definir el objeto o
el fenómeno escogido como foco de la adivinanza, como si se lo percibiera por primera
vez.
2º paso. Asociación (comparación). Los rasgos definidos del objeto o fenómeno esco-
gido, a través de diversas imágenes, se prestan a aperturas hacia otros significados posi-
bles. Por ejemplo, lo más sencillo es tomar un rasgo que le pertenezca pero no lo defina
totalmente.
3º paso. Metáfora final. Con este nombre, Rodari se refiere al armado de la secuen-
cia de la adivinanza; implica la presentación del objeto o el fenómeno escogido desde un
lugar diferente, produciendo entonces un desafío a la imaginación.
4º paso (opcional). Es el momento en que se le da una forma atractiva a la “definición
misteriosa” de la adivinanza; por ejemplo, construir un verso o darle rima, o usar algunas
formulas semánticas conocidas.
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Para leer más sobre las adivinanzas y, por ejemplo, su rol en la tradición oral, ver “Narración y biblioteca”
en el Cuaderno para el Aula Volúmen 1. Nivel Inicial.
Ministerio de Educación
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Serie
Cuadernos para el aula
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Es interesante reparar en que esta actividad tiene varios puntos de contacto con la presentada en el
Cuaderno para el Aula. Nivel Inicial. Volúmen 2 (“Zona fantástica”, pág. 181) pero su finalidad y enfoque
son diferentes.
Nap
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Nivel Inicial 3
Los bestiarios
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Al respecto, Flavia comentó que hablaba de “escenografía” en el significado de “trabajo grupal” que le
diera Vera Peñaloza, esto es, la elaboración de un proyecto compartido, la implementación del mismo y luego
la reconstrucción oral del proceso realizado.
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Serie
Cuadernos para el aula
Jirafa: La jirafa come hojas de los árboles, las más altas por-
que tiene el cuello largo, vive en la selva y algunas están en el
zoológico.
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Serie
Cuadernos para el aula
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Nivel Inicial 3
Pata: Este pato es una mamá pata que come pan. A veces se
baña en la laguna y otras anda por ahí buscando a sus patitos.
Grita para llamarlos diciendo “cuac–cuac–cuac ”.
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Serie
Cuadernos para el aula