Modelo de Examen 3° Lengua

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ESPACIO CURRICULAR: LENGUA

MODALIDAD: Economía e Informática CURSO: 3° año


PROFESORES:Guadalupe Tejerina, Fabio
Suárez

MODELO DE EXAMEN
PAUTAS PARA EL EXAMEN:

 El tribunal evaluador seleccionará algunos de los ejercicios de este modelo


para ser realizados durante el examen. La cantidad y el puntaje de los mismos
será en función de los temas seleccionados en cada oportunidad de
evaluación.
 El alumno deberá concurrir con este modelo impreso y en limpio, con DNI y
uniforme, indefectiblemente.
 El alumno deberá preparar los temas de cada punto con la teoría vista en
clases o, en su defecto, investigar y resolver a conciencia cada ítem del
examen para luego estudiarlo.

CRITERIOS DE EVALUACIÓN:

 Los puntos a desarrollar podrán ser elegidos por cualquier docente de


la mesa examinadora.

 Los puntos seleccionados para su desarrollo, deberán hacerse con


todos sus ítems, a menos que el docente le indique sólo algunos
específicos.

 El puntaje designado a cada consigna se colocará total, parcial o nulo


de acuerdo a la calidad de las respuestas del alumno.

 Comprensión e interpretación de los textos literarios


identificando el sentido global y la intención comunicativa.

 Producción de los textos escritos con coherencia y corrección.

CONSIGNAS:

Gramática: clases de palabras y oración simple


1) Señala con una cruz la clase de palabra que es cada una de la lista.
sustantivo comune propio abstractos concreto colectivo individuale
s s s s s s
Jauría
Marta
Campesin
o
amor
Perro
Rebaño
Paraguay
Pancito
Benitez
Pececito
Pinar
Justicia
Brasil
Mesa
Casa
Rosada
2) Coloca en los paréntesis, cuál es el tipo de pronombre o adjetivo que
corresponde a los que se encuentran en negrita:
a- Demostrativo (…..) Fiesta patronal.
b- Numeral (…..) Ese niño.
c- Calificativo (…..) ¡Cuánta gente hay aquí!
d- Posesivo (.….) Compré veinte caramelos.
e- Indefinido (…..) ¿Cuántos chocolates trajiste?
f- Interrogativo (…..) Sus cabellos son sedosos.
g- Exclamativo (…..) Sólo algunos hombres están trabajando.
(…..) Llegaron las remeras nuevas.
3) Reconoce el Sujeto y el predicado con sus núcleos, modificadores y
complementos, en las siguientes oraciones:

a- Melquíades había envejecido con una rapidez asombrosa.


b- Los habitantes de Macondo se perdieron en sus propias calles.
c- Casandra tuvo que permanecer bajo esa lluvia incontenible.
d- Nadie estaba contra sus ideas.
e- He conseguido entradas para ver “Tristán e Isolda”.
f- La chicha se debe en poto en el norte.
g- No lo paso ni en pintura.
h- Los “pájaros fruteros” del centro me atacaron.
i- ¿Qué es lo que deseas?
j- Alfonsina y Filiberto siguieron susurrando en voz baja.
k- Juan te increpó por tu actitud prepotente.
l- Los dueños de la casa no los educan.
m- Los invitados quedaron extasiados con la música.
n- Los niños cual bandadas de palomas abandonan las aulas.
o- Los últimos días en la estancia fueron los más felices de mi vida.
p- Aprovecha al máximo tu tiempo.
q- El lustrabotas le dijo que el zapato tenía una rajadura.
r- El hombre corriente se pregunta constantemente sobre el origen de este
alarmante fenómeno.
s- Mi hermano Jesús y yo le dimos maíz.
t- La victoria sobre sí mismo es mucho más difícil.
4) Señala los diferentes complementos circunstanciales que aparecen en las
siguientes oraciones, según corresponda:

a- Los aviones de combate inicial la misión de entrenamiento.


b- El gobierno de Taiwán levanta la ley marcial.
c- Martín Oliveira, oriundo de Portugal, estaba preso en la cárcel.
d- ¿El asesino fue, realmente, el gato?
e- José Antonio Salvador unía a su memoria una gran habilidad.
f- Los comerciantes de Santiago hicieron una colecta para fundar un hospital.
g- Los perros cimarrones, hacían grandes destrozos en los establos.
h- Él tomaría las medidas necesarias.
i- Un cuadro que representaba al obispo había en nuestra sala.
j- Anastasia era la criada del convento Santa Clara.
k- La vida económica se caracteriza por dinamismo.
l- Las viejas crónicas cuentan estas fantásticas historias.
ll- No esperes la justicia divina.
m- El cadáver del hombre amado permaneció a su lado por siempre.
n- El profesor mostró una de sus innumerables obras.
ñ- Daniel y unos secuaces urdieron un terrible plan.
o- Su fama se extinguió con su mente.
p- Yo no era malo hasta que me enamoré de María.
q- La noche del viernes santo crucificarían al cristiano.
r- El padre confesor aseguraba que era una de las esmeraldas que ofrecieron a
Quetzalcóatl.
5) Reconoce el verbo encerrándolo en un círculo y subraya el predicado del que
forma parte.

a- Julio Cortázar nació en Ixelles, Bélgica, en 1914.


b- Él y su familia volvieron a Argentina a los cinco años.
c- Cortázar residió en el país hasta 1951.
d- El escritor fue influenciado por autores como Jean Cocteau, John Keats y
Jorge Luis Borges.
e- Su obra más emblemática es “Rayuela”.
f- Diferentes reconocimientos le fueron entregados por su trabajo.
g- Nuestro país se benefició con sus esfuerzos.
h- Julio Cortázar falleció en París en 1984.
Algo de teoría…
ORACION COMPUESTA POR
YUXTAPOSICION

Diferencia...
La oración simple no presenta proposiciones, a diferencia de la oración compuesta que
presenta una o más proposiciones.
La oración simple presenta sólo un verbo, plantea una idea, transmite una información:
Nuestra sociedad necesita de valores como la solidaridad.
Lucho Reyna anuló a Maradona.
La oración compuesta presenta más de un verbo, plantea más de una idea:
• Nuestra sociedad necesita de valores como la solidaridad; necesita de personas
concientes, que se esfuercen por alcanzar el bien común.
• Lucho Reyna anulo a Maradona, superó al astro, fortaleció al equipo, alegró al
Perú.
ORACIONES COMPUESTAS POR YUXTAPOSICIÓN
La oración compuesta por yuxtaposición contiene proposiciones que no están unidas por
ninguna conjunción ni elemento conector. El elemento conector ha sido suprimido
dando lugar a una pausa. Esta es graficada con algún signo de puntuación (coma, punto
y coma, dos puntos, etc.).
 (Primero limpiaremos el cuarto), (después recogeremos la basura). 
 (El tráfico había empeorado desde la mañana); (en la tarde disminuyó un poco la
afluencia de autos); (al anochecer nuevamente la autopista estaba repleta de carros).
 (La cara de ellos era de absoluta tristeza): (su hijo más querido había fallecido).
 (Ella pensó:) “Todo saldrá bien”). 
Actividades
6. Subraya los verbos de las proposiciones y encierra entre paréntesis a las
proposiciones yuxtapuestas.
7. Realiza el análisis sintáctico de cada una de las oraciones.
a. Sus manos despedía un olor a flores; su cabello olía a bosque de eucaliptos.
b. El siempre la había admirado por su trabajo; ella siempre entregaba los informes
a tiempo; estaba seguro de su futuro ascenso; el jefe la nombraría jefe de secretarias.
c. Todos guardaban un lúgubre silencio: la madre de Héctor había fallecido.
d. Llegó, se vistió, salió corriendo hacia el aeropuerto.
e. No me conviene esa decisión; hace peligrar mi puesto de trabajo.
f. Las palmeras del jardín crecían vigorosas, sus hojas eran de un verde
increíblemente brillante.
g. Ella me contestó inmediatamente: “Todo ha terminado”.
h. No habrán de encontrarnos nunca – afirmo Roberto categóricamente.
i. Ella vestía un saco azul marino igual al tuyo; el detective la confundió contigo.
j. Trabaja poco; duerme mucho; en resumen, está aquí para nada.

Literatura: Literatura precolombina. El Popol Vuh, mitos, y leyendas americanas.


Literatura de la conquista: El diario de viaje de Cristóbal Colón y los relatos de Ulrico
Schmidel.
Literatura de la colonia. La argumentación a partir de los textos literarios.
Tema: SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (Lectura – Análisis literario)
Algo de teoría…
BARROCO: movimiento cultural y artístico que se desarrolló en Europa y sus colonias
americanas entre finales del siglo XVI y principios del XVIII. El Barroco surgió como
una reacción a las estrictas normas clásicas del Renacimiento; en las artes plásticas, el
Barroco se caracterizó por el gusto por la complicación formal, las formas curvas y la
abundancia de adornos.
La literatura barroca es un estilo literario de la poesía, prosa, narrativa y teatro, en el
cual se hace un uso notable del lenguaje ornamental para describir imágenes,
situaciones y sentimientos en los textos. Entre las características generales del arte
barroco están su sentido del movimiento, la energía y la tensión. Fuertes contrastes de
luces y sombras realzan los efectos escenográficos de muchos cuadros, esculturas y
obras arquitectónicas.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
Sor Juana Inés de la Cruz nació San Miguel Nepantla, México, en 1648. Su nombre,
fue Juana de Asbaje y Ramírez ya que fue hija natural de la criolla y un militar. Siendo
pequeña, Sor Juana creció con su abuelo materno. A los tres años Sor Juana ya sabía
leer, a los siete pedía que la mandaran a estudiar a la Universidad y a los ocho escribió
una loa para la fiesta de Corpus. En 1656, a la muerte de su abuelo, su madre envió Sor
Juana a la capital a vivir a la casa de su hermana, María Ramírez, esposa del acaudalado
Juan de Mata. Ahí Sor Juana Inés estudió latín llegando dominar esta lengua, Sor Juana
leyó mucho durante toda su vida tanto autores clásicos romanos y griegos como
españoles.
En 1664 Sor Juana ingresó a la corte como dama de compañía de la virreina, a la que
dedicó algunos sonetos con el nombre de Laura. Harta de la vida cortesana, Sor Juana
decidió entrar a un convento porque, según ella misma dice, “para la total negación que
tenía al matrimonio era lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi
salvación”. Primero entró al convento de San José de las Carmelitas Descalzas en 1667
pero salió de ahí a los tres meses, por la severidad de la regla y el rigor de la orden.
Después ingresó a la mucho más flexible orden de las jerónimas, en el convento de
Santa Paula, donde por fin profesó el 24 de febrero de 1669.
En el convento, donde vivió lo que le quedaba de vida, Sor Juana Inés de la Cruz hizo
oficios de contadora y archivista pero, más que nada, se dedicó al estudio y a la
escritura. Dentro de su celda - que era individual y espaciosa- llegó a poseer más de
4,000 volúmenes, instrumentos musicales, mapas y aparatos de medición y a tener
conocimientos profundos en astronomía, matemáticas, lengua, filosofía, mitología,
historia, teología, música, pintura y cocina, por citar solamente algunas de sus
disciplinas favoritas.
Sor Juana ganó dos premios en el certamen universitario del Triunfo Parténico y
constantemente se le encargaban villancicos para las festividades religiosas.
El primer libro publicado por Sor Juana Inés de la Cruz fue Inundación Castálida, que
reunió una buena parte de su obra poética y fue publicada en Madrid, antes que en la
Nueva España.
Durante mucho tiempo, Sor Juana no tuvo mayores problemas en su vida conventual
hasta que, como lo afirma Octavio Paz, escribió “una carta de más”. Esa misiva se
publicó con el largo título de “Carta Atenagórica” de la madre Juana Inés de la Cruz,
religiosa profesa de velo y coro en el muy religioso convento de San Jerónimo que
imprime y dedica a la misma Sor Filotea de la Cruz, y era una crítica a un sermón del
jesuita portugués Antonio de Vieyra, muy afamado teólogo de la época. Esta crítica tuvo
nefastas consecuencias aun cuando su publicación corrió a cargo de la citada sor Filotea,
que no era otro que el obispo de Puebla, Fernández de Santa Cruz, que, finalmente,
termina por reconvenirla y aconsejarle que se dedique a asuntos menos profanos y más
santos. Todo el asunto terminó en que Sor Juana fue obligada a deshacerse de su
biblioteca, sus instrumentos musicales y matemáticos y obligada a dedicarse
exclusivamente al convento.
Sor Juana murió el 17 de abril de 1695 contagiada de la epidemia que azotó al convento
de Santa Paula.
Sor Juana Inés de la Cruz
Sor Juana (1648-1695) deseaba acceder al mundo del conocimiento, un ámbito
reservado a los hombres en una sociedad cerrada y patriarcal. Ese deseo era una
trasgresión para una mujer de la sociedad virreinal del siglo XV. Por eso, desde muy
niña, quien habría de ser sor Juana inició un duro camino que implicó mentir el
consentimiento materno a la maestra de su hermana para que le enseñara a leer, pasar
horas leyendo a escondidas en la nutrida biblioteca de su abuelo, lograr con llantos y
ruegos unas veinte clases de latín y la frustración de que su madre no le permitiera
asistir a la Universidad de México vestida de varón. En la adolescencia, fue admitida
como dama de honor de la virreina, gracias a lo que pudo relacionarse con los poetas y
con los estudiosos de la época y, también, profundizar lecturas y aprendizajes.
Sin embargo, sus logros poéticos y la protección de los virreyes no la eximieron de sus
deberes como mujer: debía casarse. Ella, en cambio, eligió la vida conventual como una
nueva vía de acceso al estudio. En su celda, se convirtió en una erudita capaz de discutir
acerca de cultura grecolatina, filosofía, historia, literatura, astronomía y física.
Su talento poético y su libertad de pensamiento eran difíciles de aceptar en una mujer
para muchos de sus contemporáneos, pero sor Juana tenía sus protectores y se le
toleraron sus actividades profanas hasta que cayó en lo que el ensayista mexicano
Octavio Paz llama "las trampas de la fe": se permitió incursionar en el sagrado campo
de la teología. Escribió un texto en el que criticaba un sermón del padre Vieira, uno de
los teólogos jesuitas y predica- dores más populares de la colonia. El arzobispo de
Puebla (con el seudónimo de sor Filetea de la Cruz) publicó el polémico escrito,
acompañándolo con una fuerte recomendación a sor Juana para que guardase silencio en
los temas de la Iglesia y se dedicara a sus quehaceres como religiosa.
Esta situación dio pie para que la poetisa redactara una defensa que es al mismo
tiempo, una autobiografía: la Respuesta a sor Filotea de fa Cruz. En este escrito,
mientras declara con humildad "he estudiado mucho y nada sé", puntualiza que la
contradicción entre los estudios profanos y los sagrados es sólo aparente, ya que los
profanos son escalones hacia los sagrados y que la práctica de la poesía es un ejercicio
honesto; reclama para ella y para las mujeres el derecho a la educación tanto en las
letras profanas como en las sagradas y confirma La Respuesta fue su mayor trasgresión
y, lentamente, se vio forzada a silenciar su pluma . Al respecto, Octavio Paz considera:
"Su suerte de escritora castigada por prelados seguros de la verdad de sus opiniones nos
recuerda a nosotros, hombres del siglo XX, el destino del intelectual libre en sociedades
dominadas por una ortodoxia y regida por una burocracia".
En las páginas siguientes, se presentan un fragmento de la Respuesta a sor Filotea de la
Cruz, dos de sus sonetos (composición poética de catorce versos de once sílabas -
endecasílabos- distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos con rima consonante), sus
redondillas (combinación de cuatro versos octosílabos) y un fragmento del auto
sacramental El divino Narciso.
Actividades
8- ¿Por qué Sor Juana es una transgresora?
9- Describa la personalidad de Sor Juana.
10- Explique a qué se refiere Octavio Paz con Las trampas de la fe.
Respuesta a sor Filotea de la Cruz
[ ...} En esto sí confieso que ha sido inexplicable mi trabajo; y así no puedo decir lo que
con envidia oigo a otros: que 11os les ha costado afán el saber. ¡Dichosos ellos/ A mí no
el saber (que aún no sé), sólo el desear saber me le ha costado tan grande {...}. Yo
confieso que me hallo muy distante de los términos de la sabiduría y que la he deseado
seguir, aunque a longe':pero todo ha sido acercarme más al (l1ego de la persecución, al
crisol del tormento; y ha sido con tal extremo que han llegado a solicitar que se me
prohíba el estudio.
Una vez lo consiguieron con una pre lada muy santa y muy cándida que creyó que el
estudio era cosa de Inquisición y me mandó que no estudiase. Yo Ja obedecí {unos tres
meses que duró el poder ella mandar) en cuanto a no tomar libro, que en tanto a no
estudiar absolutamente, como no cae debajo de mi potestad, no lo pude hacer, porque
aunque no estudiaba en los libros, estudiaba en las cosas que Dios crió, sirviéndome
ellas, de letras, y de libro, toda esta máquina universal. [...]
Paseábame por mi dormitorio nuestro y estaba observan- do que siendo las líneas de sus
dos lados paralelas y su techo a nivel, la vista fingía que sus líneas se inclinaban una a
otra y que techo estaba más bajo en lo distante que en lo próximo: de donde infería que
las líneas visuales corren rectas, pero no paralela s, sino que van a formar figura
piramidal. Y discurría si sería ésta la razón que obligó a los antiguos a dudar si el mundo
era esférico o no. [...}
Este modo de reparos en todo me sucedía y sucede siempre, sin tener yo arbitrio en ello
{...}. Estaban en mi presencia niñas jugando con un trompo, y apenas yo vi el
movimiento y la figura, cuando empecé, con esta mi locura, a considerar el fácil modo
de la forma esférica, y como duraba el impulso ya impreso e independiente de su causa
[...] e hice traer harina y cernerla 'para que, en bailando el trompo encima, se conociera
si eran círculos perfectos o no los que describía con su movimiento y halle que no eran
sino unas líneas espirales que iban perdiendo lo circular cuando se iba remitiendo el
impulso… Pues, ¿qué os pudiera contar, Señora si de los secretos naturales que he
descubierto estando guisando? Veo que un huevo se une y fríe en la manteca o el aceite
y que, por el contrario, se despedaza en el almíbar, ver que para el azúcar se conserve
fluida basta echarle una muy mínima parte de agua en que haya estado membrillo u otra
fruta agria {...} y creo que os causará risa; pe ro, Señora, ¿qué podemos saber las
mujeres sino filosofías de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo que bien se puede
filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo decir viendo estas cosillas: si Aristóteles hubiera
guisado, mucho más hubiera escrito. {...}
En una ocasión, por un accidente de estómago, me prohibieron los médicos el estudio y
pasé así algunos días, y ·luego les propuse que era menos dañoso el concedérmelos,
porque eran tan grandes vehementes mis cogitaciones', que consumían más espíritus en
un cuarto de hora que el estudio de los libros en cuatro días, y así se redujeron a que
leyese [...}.
Si éstos, Señora, fueran méritos (como los veo por tales celebrar en los hombres), no lo
hubieran sido en mí, porque obro necesariamente. Si son culpa, por la misma razón creo
que no la he tenido; más, con todo, vivo siempre tan desconfiada de mí, que ni en esto
ni en otra cosa me fío de mi juicio; y así remito la decisión a ese soberano talento,
sometiéndome fuego a los que sentenciare, sin contradicción ni repugnancia, pues esto
no ha sido más de una simple narración de mi inclinación a las letras. {...}
Glosario:
A longe es una expresión latina que significa 'a distancia'.
' Cerner es separar con el cedazo a colador las partes más
gruesas de l harina.
' Lupercio Leonardo (1559- 1613) fue un poeta español nacido
en Huesca (Aragón), alabado por Lope de Vega por su forma
clásica de hacer versos.
Cogitaciones son pensamientos o reflexiones.

11- ¿Quién escribe “Respuesta a Sor Filotea? ¿Por qué?


12- ¿Cuáles son los méritos que se celebran en los hombres y se condenan en la mujer?
¿Por qué?
13- ¿Qué ocurrió cuando le prohibieron estudiar?

REDONDILLAS:
Es una composición lírica, con estrofas de cuatro versos octosílabos. La rima es
generalmente consonante (abba).
ARGUYE DE INCONCIENTE EL GUSTO Y LA CENSURA DE LOS HOMBRE
QUE EN
LAS MUJERES ACUSAN LO QUE CAUSAN

Hombres necios que acusáis sin ver que sois la ocasión


a la mujer sin razón, de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual Mas, entre el enfado y pena
solicitáis su desdén, que vuestro gusto refiere,
¿por qué queréis que obren bien bien haya la que no os quiere
si las incitáis al mal? y quejaos en hora buena.
Combatís su resistencia Dan vuestras amantes penas
y luego, con gravedad, a sus libertades alas,
decís que fue liviandad y después de hacerlas malas
lo que hizo la diligencia. las queréis hallar muy buenas.
Parecer quiere el denuedo ¿Cuál mayor culpa ha tenido
de vuestro parecer loco en una pasión errada:
el niño que pone el coco la que cae de rogada,
y luego le tiene miedo. o el que ruega de caído?
Queréis, con presunción necia, ¿O cuál es más de culpar,
hallar a la que buscáis, aunque cualquiera mal haga:
para pretendida, Thais, la que peca por la paga,
y en la posesión, Lucrecia. o el que paga por pecar?
¿Qué humor puede ser más raro Pues ¿para qué os espantáis
que el que, falto de consejo, de la culpa que tenéis?
él mismo empaña el espejo, Queredlas cual las hacéis
y siente que no esté claro? o hacedlas cual las buscáis.
Con el favor y desdén Dejad de solicitar,
tenéis condición igual, y después, con más razón,
quejándoos, si os tratan mal, acusaréis la afición
burlándoos, si os quieren bien. de la que os fuere a rogar.
Siempre tan necios andáis Bien con muchas armas fundo
que, con desigual nivel, que lidia vuestra arrogancia,
a una culpáis por cruel pues en promesa e instancia
y a otra por fácil culpáis. juntáis diablo, carne y mundo.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
ACTIVIDADES: “REDONDILLAS”
14- Transcriba dos ejemplos en los cuales se evidencie la actitud contradictoria de los
hombres.
15- Extraiga dos preguntas retóricas ¿Cuál es su función?
16- ¿A quiénes representan Thais y Lucrecia?
17- ¿Por qué la autora llama NECIOS a los hombres?
18- Según su interpretación: ¿Quién es el culpable en una pasión errada? ¿A quién culpa
Sor
Juana?
19 - Explique por qué es un poema innovador.
La pregunta retórica consiste en una interrogación lanzada sin esperar de vuelta una
respuesta, pues la respuesta está implícita en la propia forma en que es formulada la
pregunta, dando a entender una idea o un punto de vista que, dicho así, funciona como
una afirmación, sugerencia o un énfasis.
20- Reflexione y escriba un texto de una página como mínimo, sobre las diferencias que
existe entre los derechos, obligaciones y funciones de las mujeres en los siglos
anteriores (incluido el siglo XX) y los que se ostentan en la actualidad, argumentando
con ejemplos y citas de lecturas realizadas de artículos, noticias, etc. (citar
bibliográficamente las fuentes. Para aprender cómo hacerlo, se propone un link:
https://biblioguias.uma.es/citasybibliografia/ejemplosAPA )
21) Lea los siguientes relatos de Jorge Accame:
Caída al cielo
No sé exactamente qué edad tenía Juan cuando le sucedió esto, pero sería un chico de
más o menos cinco años, tres meses y diez días.
Estaba mirando hacia el cielo en una mañana de verano. Tanto miraba, con la cabeza
torcida y las manos cruzadas atrás, que de pronto se mareó y se cayó al cielo.
Caía, caía… y pensaba que su mamá lo iba a retar.
Al fin tocó fondo. Ese azul que se ve desde abajo es de un material blando y elástico, así
que por la fuerza de la caída se estiró un poco, pero él no se lastimó. Sorprendido, se
sentó y no quiso mirar hacia arriba por miedo a caerse de nuevo a la tierra que estaba
abajo. Un hombre viejo se le acercó.
–¿Quién sos? –le preguntó.
–Me llamo Juan y me caí –dijo el chico–. Quiero volver a mi casa.
–Acá no hay casas. Hay nubes. Las personas viven en nubes.
El viejo se le aproximó más.
–Pero dicen que donde sí hay casas es allá arriba, en la tierra –le contó
en secreto señalando hacia abajo.
–Quiero volver a casa con mi mamá –dijo Juan.
En eso pasó una señora.
–¿Qué le sucede al muchacho? –preguntó.
–No sé –dijo el anciano–. Habla de una casa.
–Tiene razón –observó el hombre admirado–. No me había dado cuenta.
–Voy a buscar a los demás para que vean esta maravilla –dijo la mujer, mientras se
alejaba volando.
Recién entonces Juan reparó en que los dos, el viejo y la señora tenían unas alas
enormes en sus espaldas.
–No te vayas a mover de acá –pidió el anciano–. Ya vuelvo con una cámara fotográfica.-
Y lo dejó solo.
Juan se sintió confundido. Intentó pararse, pero eran tantas las ideas que cruzaban por su
cabeza que se mareó y se cayó de nuevo.
Caía, caía, caía a la tierra hacia arriba o hacia abajo y juraba que jamás volvería a
marearse. Hasta que tocó un fondo blando y elástico, caliente y cómodo. Comprendió
que había caído en su propia cama.
–Menos mal –pensó aliviado y para no marearse más, se tapó bien y dándose vuelta se
durmió.

Flores
Yo era profesor de Castellano en la Escuela Normal y a mediados del 80, en el segundo
año del bachillerato, tomé una prueba escrita de análisis sintáctico. Al devolver las hojas
corregidas sobró una. Los alumnos me dijeron que ese nombre no correspondía al
grupo. La evaluación, que había sido reprobada, llevaba la firma de un confuso Juan o
José Flores. La guardé dentro de mi portafolios.
Por las dudas, en los días sucesivos pregunté en otros cursos: todos ignoraban su
origen. Repasé las listas; en vano. Nadie apareció con ese apellido.
No me sorprendí demasiado. Un escrito aplazado era quizás eludido hasta por su
propio dueño. Probablemente abusando de mi ignorancia acerca de los integrantes de
cada grupo, alguien habría firmado con seudónimo previendo el resultado final.
Hacia septiembre, volví a examinar al segundo año. Corregí los trabajos y me encontré
-creo que lo esperaba- con otra hoja firmada por Flores. Tampoco esta vez había
aprobado.
No llevé a cabo más pesquisas. Ahora estaba seguro de que Flores pertenecía al
segundo A. Haber encontrado dos veces un trabajo suyo entre las evaluaciones de ese
grupo lo confirmaba. Sospeché que se trataba del nombre apócrifo de algún bromista
que había hecho dos pruebas. Una
firmada con su verdadero apellido para obtener un concepto real; la otra, que debía
atribuirse a una sombra -Flores- y que era entregada con el sólo propósito de
perturbarme.
Durante el recreo, mencioné el episodio en el buffet del colegio, delante de mis
colegas. En ese momento el comentario no produjo ningún efecto. Nunca se escucha lo
que dice realmente el otro, salvo que el discurso sea por mera casualidad el que uno
mismo está por decir.
Cuando ya iba a entrar al aula, sentí que me aferraban el brazo para detenerme. Era una
preceptora. Se la veía nerviosa.
"Sin querer -murmuró- he oído lo que relató en el bar". Le dije para tranquilizarla que
no tenía la menor importancia. Ni siquiera intentó escucharme y empezó a hablar:
"Había hace tiempo, en segundo A, un chico Flores que nunca aprobó Castellano. Era
voluntarioso y estudiaba mucho, pero sus deficiencias -mala escuela primaria o falta de
cabeza, se ve- le impidieron eximirse. Una tarde, cuando venía hacia aquí a rendir
examen por quinta o sexta vez, lo atropelló una camioneta y murió. Fue la única materia
que quedó debiendo para siempre".
La narración era bastante melodramática. Sin embargo, la mezcla de ambigüedad y
precisión entre aquellas coincidencias me inquietó por varias semanas.
Ese verano, tomé la evaluación final en segundo A. Busqué la de Flores y la aprobé sin
leerla. Al día siguiente, la dejé sobre el pupitre de un aula vacía.
Ya no volví a saber de mi inexistente alumno. Deliberadamente, deseché una última
explicación posible: la intervención de algún familiar o amigo íntimo del difunto, que
cursara en la escuela y hubiera prometido cumplir póstuma y simbólicamente su
voluntad truncada.
Para mí -y para la sombra- había una sola realidad: Flores, ese año, se eximió en la
materia que lo había fatigado".

En el borde del barranco


La mujer apareció de golpe sobre la ruta y le hizo señas para que se detuviera. El
hombre frenó en la banquina unos metros más adelante. Ella se acercó y asomándose
hacia adentro por la ventanilla, le dijo:
–¿Puede ayudarme? Mi auto se desbarrancó.
El hombre miró y descubrió un cartel arrancado y la huella profunda de unas ruedas que
terminaban en el vacío.
–Suba –le ofreció.
Pero ella dijo que iría a pie para mostrarle el camino.
El hombre la siguió hasta la curva. La vio parada en el borde del barranco, con el brazo
extendido, inmóvil por unos segundos. Luego la perdió en la neblina.
Bajó de la camioneta y cerró con llave. En el fondo del monte divisó un automóvil rojo
atorado en la maleza. Era un atardecer nublado y el verde de las plantas resplandecía.
–Señora –llamó.
Comenzó a descender lentamente porque la barranca era casi vertical. Resbaló dos
veces antes de llegar y se rompió el pantalón. Pensó en la mujer. Se preguntó cómo se
las habría arreglado en una pared tan escarpada.
–Señora –llamó otra vez.
Escuchó un llanto de niño que provenía desde el interior del auto. Se aproximó y a
través de los vidrios astillados distinguió en el asiento de atrás un bebé de meses.
En el sitio del conductor había un cuerpo doblado sobre el volante.
El hombre tanteó las puertas, pero estaban trabadas. Con cuidado, terminó de romper el
parabrisas. Se retorció hacia adentro, llegó hasta el niño y lo sacó. Lo apoyó en el pasto,
envuelto en su campera.
Luego volvió por el conductor. Era la mujer que lo había detenido en la ruta. Empujó su
cuerpo hacia el respaldo. En el peso comprendió que estaba muerta. Una muerta serena,
sin muecas de dolor ni de miedo. Sólo en los suaves labios morados se alargaba un
suspiro de cansancio, porque su instinto de hembra la había forzado a trabajar más allá
de las jornadas humanas.

Algo sobre el autor…


Jorge Accame es un escritor y dramaturgo, reconocido tanto por sus obras de teatro
como por sus cuentos y novelas para niños y jóvenes. Entre sus muchas obras: Venecia,
¿Quién pidió un vaso de agua?, Ángeles y diablos y Los meteoritos odiaban a los
dinosaurios.
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Actividades
22) Los tres cuentos tienen una característica en común. Explique cuál es, basándose en
sus conocimientos sobre los diferentes subgéneros literarios aprendidos en años
anteriores.
23) El cuento “Flores” habla de una institución. Investigue y responda a cuál hace
referencia, dónde se ubica, cuál es su orientación, etc.
24) ¿En qué lugares de Salta se pueden ver barrancos o caminos con cornisas en Salta o
resto del norte argentino? Investigue y responda.
25) En las diversas instituciones siempre surgen relatos de fantasmas, almas en pena o
apariciones, retratos de personas que han dejado parte de sus vidas en esos lugares y
que, por alguna razón, no han podido “despegarse” de allí. Investigue en las diversas
instituciones que conoce, algunas de estas historias y transcríbalas.
26) Busque noticias de accidentes en rutas de la provincia (al menos cinco), cuyo
desenlace fuera similar al del relato de Jorge Accame “En el borde del barranco” y
relátelas brevemente, respondiendo de manera concisa, las seis preguntas básicas (qué,
a quién, dónde, cuándo, cómo y por qué).
27) Lee la siguiente información sobre la estructura de una obra dramática:
ESTRUCTURA DRAMÁTICA
Es una composición de elementos que permiten analizar y realizar una obra de
teatro. Se constituye de 5 elementos fundamentales:
 ACCIÓN: es todo lo que hace el personaje para conseguir lo que quiere. La acción
provoca una reacción que transforma el espacio y a los personajes.
 PERSONAJE: es el sujeto que desarrolla la acción en la obra. Tiene un objetivo, un
deseo por cumplir. En esto podemos ver las circunstancias dadas, que son
situaciones que intensifican la acción del personaje.
 TEXTO: es el punto de partida para cualquier acción dramática, es una guía para
el desarrollo de la acción. Puede estar escrito en diálogo y puede o no ser hablado.
 CONFLICTO: es fundamental que exista un conflicto en una obra de teatro. Es el
problema a resolver por parte de los personajes en escena. Este conflicto puede
resolverse para bien o para mal del personaje. Existen 3 tipos de conflictos:
-Conflicto con uno mismo: el personaje tiene un problema con él mismo. Quiere
hacer una determinada cosa, pero algo internamente se lo impide.
-Conflicto con el otro: es un problema que se da entre dos o más personajes. El
otro le presenta un problema, ya sea porque quieren lo mismo o lo opuesto.
-Conflicto con el entorno: es un problema con el lugar. El personaje quiere hacer algo,
pero las circunstancias o situaciones externas a él no se lo permiten.
Estos tipos de conflictos pueden estar combinados en la obra, no necesariamente
se presenta uno solo.
 ENTORNO: es el lugar donde transcurre la acción. Llámese lugar no solo al espacio
físico, sino también al clima, la época, un objeto, etc.
28. Lee la obra de teatro adjunta La testarudez de la dramaturga y actriz salteña Hilda
Guzmán de Kubiak y realiza las siguientes actividades:
a. -Describa cuál es el argumento (contar en no más de 2 renglones lo que sucede).
b. -Elige un personaje y responde: ¿Qué quiere? ¿Qué hace para conseguir su objetivo?
¿Quién se le opone?
c.- Piense en un personaje que podría agregarse a la historia: ¿Qué hace? ¿Es un
ayudante del protagonista o un opositor? ¿Por qué aparece?
Obra de teatro
LA TESTARUDEZ
de Hilda Guzmán de Kubiak
Personajes:

Campesino
Vecina
Duende

Un dormitorio en el que hay un catre y un cajón que tiene arriba una vela
encendida en un porta vela de barro, un vaso con agua encima del cajón y una silla.
Muchos elementos de cartón, palo, etc., desordenados.

Campesino: (Acostado en el catre) Apurensé carajo que está por llover. Vos que llevás
el cencerro, andá adelante pa que las demás te sigan. (Intenta sentarse y no puede, se
restriega las manos por la cabeza) ¿Ande’stoy? ¿Que hora es ahurita? (Mira a su
alrededor) ¿Toy en la cama entuavía? (Se queda dormido nuevamente y patalea)
Rápido, hay que llegar al rancho, miren la tormenta que se viene, maber si cae un rayo o
una centella y nos liquida a tuitos acá mesmo. (Intenta levantarse nuevamente) ¿Qué
carajo me pasa? No poido levantarme. Tengo chucho y frío (Se incorpora en la cama)
¿Ande’stoy? (Cae en el catre y se queda dormido) Salí andate, dejame en paz. Tengo
que descansar pa dir a trabajá. Ya va cantá el gallo.

Se apaga la luz.

Vecina: (Desde extra escena)

En vano te estoy mirando


cara a cara y frente a frente
y no te poido decir
lo que mi corazón siente.

(Se enciende la luz y la vecina entra mirando hacia todos lados) ¡Güenos días!
¿Hay alguien? (Mira y toca las manos, se escucha el ladrido de un perro) Si está el
perro está el dueño. (Toca las manos nuevamente y escucha un gemido) Güenas y santas
tardes don. (Silencio) Caramba, algo pasa, hace días que no lo veo. (Gritando desde la
puerta) Güenos días vecino. ¿Está usted bien? (Se acerca a la cama y el hombre
permanece inmóvil) Oiga don, escuchemé. (Lo toca tímidamente) ¿Cómo está?
(Silencio) Parece que está enfermo (Lo sacude) Oiga don, risponda acá’stoy pa
ayudarlo, abra los ojos y miremé. (Lo sacude bruscamente) ¡Ay Dios mio! Parece que
está muerto. (Se sienta al pie de la cama)
Campesino: (Comienza a tirar patadas y tira la vecina al suelo) Salí, salí de acá.
Vecina: (Levantándose) ¿Por qué me trata ansí? Solo quiero ayudarlo.
Campesino: ¿Quién es usté?
Vecina: Soy su vecina.
Campesino: ¿No será la muerte que viene a buscarme?
Vecina: No.
Campesino: Debi de ser el molesto duende.
Vecina: Comprienda, soy la que vive en el rancho más próximo. Loy’stao extrañando.
Hace días que no lo veo pasar llevando las ovejas a pastar y tomar agua. Por eso hi
venio a verlo.
Campesino: Encienda la vela.
Vecina: Si’ta encendida. Miremé.
Campesino: ¿Ande está el agua bendita? Estu es un malefecio.
Vecina: No vecino. Está tuito sudao, usté tiene fiebre. Está enfermo, necesita ayuda.
Campesino: Yo’stoy bien y no necesito ayuda de naide. (Intenta incorporarse y no
puede, la vecina lo ayuda) ¿Ande’stoy? ¿Qué hora es?
Vecina: (Busca en el bolsillo de su delantal una pastilla y le alcanza con el vaso de
agua que hay arriba del cajón) Se ve que la fiebre lo tiene mal. Suponiendo que está
enfermo y traido una aspirina. Tome, con estu se va mejorá.
Campesino: ¡No! Deme un tesito de yuyo, no tomo remedios.
Vecina: No sea testarudo, estu le va hacé bajá la fiebre.
Campesino: Ya’hi dicho que no.
Vecina: Si no toma no le va bajar la fiebre y esos pogres animales en el corral no dan
más. Hace mucha calor y usté lleva días sin atenderlos.
Campesino: ¿Cuántos días?
Vecina: No los hi contao, pero varios. Se van a morir las ovejas con tanta calor. Tome
el remedio.
Campesino: De mala gana lo tomo. Con mucha agua que tengo sed.
Vecina: (Alcanzándole el agua y la pastilla) Tome.
Campesino: Vayasé y gracias (Toma el remedio, se acuesta y se duerme)
Vecina: ¡Pogre hombre! (Se sienta al pie de la cama y el vecino dormido la patea y tira
al suelo de nuevo) ¡Que lo parió! Una lo ayuda y ansí degüelve la atención. (Se
incorpora)
Campesino: (Despertándose asustado) ¿Qué me pasa?
Vecina: Vuela en fiebre y la calor no lo ayuda. Escuche como balan esos pogres
animales, y venío pa llevarlos pal ciénego.
Campesino: No. Ya me vua componé.
Vecina: Pero mire cómo está. Dejemé que lo ayude.
Campesino: Usté no sabe ande las llevo.
Vecina: Soy del pago.
Campesino: Li dicho que no.
Vecina: Pero si tiene fiebre, con la calor, los animales se le van a morí.
Campesino: A mis animales los manejo yo. Ahura vayasé que me siento un poco
mejor.
Vecina: Es por la aspirina que ha tomao, eso le va durá un rato.
Campesino: ¿Qué acaso usté es medica?
Vecina: No. (Yéndose hacia la puerta) Pogres animales están roncos de tanto balar, se
van a morir, no sea testarudo, se siente mejor porque li’ha bajao la fiebre, pero eso es
por un ratito.
Campesino: Usté mesma lo ha dicho, no es medica. Vaya pa su rancho y déjeme
tranquilo que ya van a llegar mis hijos. Mire ande vivimos, en medio de los cerros, ni
camino hay, por eso no han venio entuavía.
Vecina: Hombre tenia que ser, tan testarudo. Ojala puedan aguantar las ovejas con vida.
Debiera darse cuenta que en la casa li hace falta una mujer. (Se va)
Campesino: (Lo ve al duende que ingresa, intenta esconderse bajo la cobija pero el
duende lo agarra) Soltame duende y mierda.
Duende: Te viá llevá a la acequia. (Lo arrastra hacia fuera, tomándolo del cuello)
Campesino: No me ahogués, dejame respirá. Mi duele tuito. ¡Ay! (Lo saca de escena)
Duende: (Trayéndolo al interior) No podís seguir ansí.
Campesino: ¡Ay! (Gritando) Despacito qui parece que las coyunturas se van a rompé.
Duende: (Mientras lo va arrastrando) Hombre testarudo, no querís vivir. Mejor morite,
no tomís los remedios, no te dejés ayudar con la vecina. Esta noche voy abrir el corral
de las ovejas pa liberate de’so.
Campesino: ¡No! Via perdé el ganao. Cuándo vengan mis hijos se van hacé cargo.
Duende: Lo mesmo se va perdé el ganado con la calor. Y no esperés a tus hijos.
Campesino: Vi’hacé lo que quierás pero no habrás el corral.
Duende: Entón te vas morir antes que lleguen tus hijos.
Campesino: Entendé, no quiero morirme. Pero por favor alzame, mi duele tuito. (El
duende sigue arrastrándolo, el campesino comienza a toser, el duende lo tira en la
cama y al campesino le da un ataque de tos) Ya estoy mejor. (Inspira profundamente
por la nariz hasta que se le pasa la tos) Ya viene mi’jo más chico y soñao que venia a
caballo, no se diande lo ha sacao. Antes podia ir a esperarlo al camino, pero ahura sin
ningún animal de carga, tuito se complica. Tengo sed, alcanzame el agua.
Duende: Demasiado trabajo dás. Agarrala vos, ahí está, arriba del cajón.
Campesino: Maber. (Estira la mano) No alcanzo.
Duende: Ya’s tenio mucha’gua en la acequia, ya’stá. (Se ríe)
Campesino: ¡Por favor! (Con voz susurrante) Dame, me muero de sed.
Duende: Ahí’ta. Estirá la mano.
Campesino: (Se estira y cuando la está por agarrar, el duende le corre el vaso) No
llego.
Duende: Ves que sos inútil, estirate más. Ya estás cerquita, dale un poquito más. (Sigue
corriéndole el vaso)
Campesino: (Se estira tanto que se cae de la cama) ¡Ay! Ayudame. ¿No vis que’stoy
enfermo? Me quiero sanar, tengo qu’estar bien pa cuando llegue mi’jo. (Intenta
levantarse y no puede) Él viene pa’cerse cargo de tuito.
Duende: (Se ríe y lo ayuda a levantarse) Caminá, dale apurate. (Le patea los pies) No
me hagás reir, sos muy tonto. (Lo pone en la cama)
Campesino: ¿Por qué me decís eso?
Duende: ¿A cuál del montón de hijos que tenís esperás?
Campesino: Ya ti dicho, el más chico, el que si’do al último.
Duende: Pero si nenguno ha dao señal de vida dispués que han partio.
Campesino: Tengo la seguridá que nenguno mi’ha olvidao. No puden vení, esu es tuito.
Duende: Aceptá que se´han olvidao.
Campesino: Estu es invento tuyo. Yo toy seguro qui tuitos mi recuerdan. No pueden
llegá, por la lluvia la senda si’ha borrao. (Se incompora, agarra el vaso de agua y le tira
en la cara al duende) Andate, malo. (El duende se va)
Vecina: (Ingresando) Es usté muy desordenao y güeno tantos años solo desde que
enviudao. Debiera llamar a su hijo. Si usté quiere puedo dir hasta el pueblo y le pido al
maistro que le escriba una carta y que’l mesmo la lleve cuando pueda pal correo.
Campesino: No y no. No se pa que viene, a joder nomás. Mejor vaya a su rancho y
déjeme tranquilo. Ni se le ocurra hablá de mi viudez, es como si no lo estuviera, mi
mujer está en mi corazón.
Bajo de un coposo pino
llorando me lamentaba
y el pino como era tierno
de verme llorar lloraba.

Vecina: No lo escucho, mejor voy a llevar las ovejas a pastar y cambear el agua de
riego, ya le toca a su rastrojo.
Campesino: Ni se le ocurra, ya viene mi’jo.
Vecina: Ni’stando enfermo usté compriende, que testarudo.
Campesino: Vaya a la mierda.
Vecina: Aunque usté no quiera, ya’hi llevao las ovejas al corral y cambeao el agua en el
rastrojo. No quiero que se mueran ni los animales, ni las plantas. (Se va)
Campesino: (Haciendo un esfuerzo se baja de la cama y se arrastra por el suelo
buscando) Vieja y mierda que si mete en lo que no le importa. Tengo que’ncontrar la
escritura pa darle a mi’jo cuando llegue.
Duende: (Apareciendo a los saltos muy contento) Adivine qui ha pasao con sus ovejas.
Campesino: No se.
Duende: Tuitas andan por ahí, sueltas. (Anda a los saltos, cambiando las cosas del
lugar, encuentra cigarrillos y se pone a fumar, primero deja los cigarrillos dónde los
encontró y después riéndose a carcajadas, los esconde en otro lugar)
Campesino: ¿De que te reís? (Silencio) No piode ser. Si la vecina mi’ha dicho que las
ha encerrao en el corral.
Duende: (Riéndose a carcajadas) Tuitas están sueltas. Yo mesmito las hi largao.
Campesino: Duende y mierda, salí de acá. Dejame buscar la escritura pa darle a mi’jo
cuando llegue. (Sigue buscando, encuentra su bastón que es un tronco de árbol y le
pega al duende que se retira a los saltos. Da vuelta el cajón y entre un montón de
papeles la encuentra) Acá está. (Se la muestra al duende) La vua dejá abajo el vaso,
ansi la tengo a mano. Vení ayudame a dar güelta el cajón, alzame y poneme en la cama.
(El duende esconde la escritura y en vez de ayudarlo lo aleja de la cama y se va)
Vecina: (Tocando las manos) Con su permiso.
Campesino: Ya viene a joder de nuevo. Dentre.
Vecina: Parece que’n el apuro y dejao mal cerrao el corral de las ovejas. No se por
dónde andan. Venga, vamo a tomá un poco de aire. Por suerte y traido pancito dulce, ya
le hago el mate cocido. (Se va)
Duende: No comás lo de la vecina, te poide envenenar.
La vecina lo saca a la puerta arrastrando al campesino y lo sienta en una silla.
Vecina: ¡Que barbaridá, mire cómo está! Sientesé, el aire fresco le va’ce bien. Respire
hondo.
Campesino: Usté se aprovecha de mi debilidá. ¿Por qué no me deja en paz? En vez de
molestarme debiera ir a buscar y encerrá los animales. Es tuito lo que tengo, vieja de
mierda, no me perjudique.
Duende: (Desde extraescena) Retala, despachala.
Campesino: Es mejor que se vaya.
Vecina: Solo quiero ayudarlo. Pero si recién salimo a tomar aire puro. La pieza está
muy sucia, mejor voy a darle una limpiadita.
Campesino: Ni se le ocurra. Cuide el ganado.
Duende: Sacala cagando.
Campesino: Él tiene razón, vayasé.
Vecina: Acá no hay naide más, no sea testarudo, aproveche de respirá qui estu le va
hacé bien. Voy a buscar la pichana pa limpiar la pieza. (Se va)
Duende: No la dejís entrar. (Se presenta) Me parece que lo mejor pa vos es que te
muerás.
Campesino: No seas malvao, yo quiero viví. Ya me vua saná del Chaga. (Agarra el
bastón y le tira bastonazos al duende)
Duende: Lo mejor pa vos es que te muerás, pa vivir ansí, mejor es morirse.
Campesino: Cuando llegue mi´jo y me ayude tuito va se destinto.
Duende: Diande va vení, si nunca se’acordao de vos.
Campesino: Mis hijos me quieren.
Duende: Ni se acuerdan de vos, estás enfermo, no tenís a naide, pa que vivir, mejor
pasar pa otra vida.

Si la magrecita tuya
levantara la cabeza
y vieras cómo vos vivís
se moriría de tristeza. (Se va)

Vecina: (Apareciendo con la escoba de pichana) ¿Pero que le pasa? Está temblando.
(Le pone la mano en la frente y el campesino se la saca de un tirón) Vuela en fiebre y
no tiene nengún remedio. Me voy hasta mi rancho a buscar algo, Ya güelvo. Estu de dir
y golver me está cansando, si usté quiere me puedo mudar pa’ca hasta qui se mejore.
Pienseló. (Se va. El vecino con gestos la despacha protestando)
Duende: (Aparece vestido con ropas del hijo) Hola tata. Aca’stoy y venio a llevarte.
Campesino: Hijo mio, yo sabia que ibas a golver. (Intenta incorporarse) Vení
abrazame.
Duende: Si tata. (Se acerca y lo zamarrea)
Campesino: ¿Qué te pasa hijo?
Duende: Te vua demostrá cuánto te quiero. (Lo toma del cuello y comienza a
ahorcarlo)
Campesino: ¡Ay!
Vecina: (Apareciendo, el duende desaparece) Tranquilo, ya’i güelto. Tome la pastilla.
Campesino: Ya no hace falta, ha venio mi’jo. Agarre la escritura que está bajo del vaso
pa que se la demo. Tuito está risuelto,
Vecina: Ande’stá que no la veo.
Campesino: Ahicito.
Duende: Acá’stoy. (Se expresa dándole ritmo de canto)
Campesino: Mireló.
Vecina: No lo veo.
Campesino: Ahicito nomás.
Duende: Acá’stoy. (Se expresa de la misma forma con mayor volumen)
Campesino: ¿Qué está ciega?
Vecina: No lo veo. Ya compriendo, es la fiebre qui lo hace delirá.
Campesino: No es fiebre, es la calor. Deme la escritura qui se la voy a entregá, ansí se
hace cargo de tuito. Está bajo el vaso.
Vecina: Acá no hay naida.
Campesino: Usté está ciega, no ve.
Duende: (Se ríe a carcajadas) Si es bruja la va encontrá.
Campesino: Ayudemé a levantá. (La vecina lo ayuda) Mire, ya poido pararme. (Quiere
caminar y se cae sobre la cama) Es tanto tiempo en el catre. (Dirigiéndose al hijo) Es
güena la vecina, metida en lo ajeno, por eso no me gusta. Lo que pasa hijo es que vos no
la conocís. No tengai miedo de comer lo qui hace, también dale la ropa pa que te lave, la
batea está rota y no te vas dir al río vos, mejor qui lo haga ella, pa eso es mujer.
Vecina: ¡Cuánta tontera que habla!
Duende: No me gusta esa mujer.
Campesino: Vení ayudame, me tengo que parar. (El duende lo ayuda a pararse y a dar
unos pasos) Acercame a la silla (Cuándo está cerca, lo deja solo, se ríe a carcajadas y
tambaleándose llega a sentarse y el duende se va) ¡Que güeno, ya poido caminar solo!
Vecina: (Sorprendida) Muy bien, me gusta verlo ansí, cuanta mejoría, a podío
levantarse.
Campesino: Ahurita tuito va mejorá, ya va ver. Mi’jo va cultivá los rastrojos y no nos
va faltar naida.
Vecina: ¿Cómo va vendé o va’cer trueque si no hay camino pa salí?
Campesino: Ya va vení Vialidá a trabajá, si no habia naida pa sacá, por eso estamo
aislao.
Vecina: Hace años que no se acuerdan de nosotro.
Campesino: Los parrales se van poné lindos, hasta vino vamo hacé de nuevo. Lo vamo
a vendé y ganá mucha platita.
Vecina: Usté sueñe nomá.
Campesino: Ahura la testaruda es usté.
Vecina: Maber, digamé cómo va’cer.
Campesino: No se, pero esu no importa.
Vecina: Lo veo pior, más enfermo, no se cómo ha llegao a la silla.
Campesino: Toy mucho mejor. (Comienza a temblar nuevamente) Pachamama, Magre
Tierra, tené compasión de mi. (Temblando) ¿Será la fiebre? ¡No es la calor qui hace!
(Tiembla más fuerte) ¡Terremoto! Pachamama, Magre mia no temblís ansí, tené
compasión de mi. Que la tierra no me trague, que no se parta y me haga sufrí.
Vecina: Voy a traé unos trapos mojaos, ya güelvo. (Se va)
Duende: (Se ríe desde extra escena) Ja,ja. Ahurita va sabé la vecina lo qui es güeno.
Campesino: Hijo vení, se amable con ella, acordate que li tenís que dar la ropa pa que
la lave.
Duende: Quedesé tranquilo tata.
Vecina: (Se acerca para ponerle los trapos mojados en la frente y el duende lo retira)
¿Qué le pasa don?
Campesino: Naida.
Vecina: (Ella quiere agarrarle la cabeza y el duende la lleva para el lado opuesto)
Quedesé quieto.
Campesino: Toy quieto.
Duende: (Se rié a carcajadas y le hace cosquillas al campesino) Vamos a provocá una
muerte alegre.
Campesino: No me hagás cosquillas.
Vecina: No le hago cosquillas, quedesé quieto, ansí no poido poner los trapos.
Campesino: Hijo, quedate quieto.
Vecina: La fiebre lo hace ve visione.
Campesino: Mireló. Ai’stá.
Vecina: Tamo los dos solos.
Duende: (Sale arrastrándolo hacia la puerta) Decile que te mire. (Al soltarlo el
Campesino se cae al suelo)
Campesino: ¡Hijito mio! Vení abrazame. (Estira sus brazos hacia el duende)
Prometeme que te vas hacer cargo de tuito el campo y junto a tus hermanos van a golver
a poner estu como era antes, cuándo tu mama estaba con nosotros. Ansí voy a saber que
siempre mos’io una verdadera familia. Que tuitos nos amamos, que jamás mi’han
olvidao.
Vecina: No se que le pasa. Tiene tanta fiebre que da lástima y por acá no hay ni una
enfermera. El año pasao vino por última vez, cuando li’ha traido los remedios pal mal
de Chagas, capaz que esa enfermedá ha empiorao. (Haciendo un gran esfuerzo lo
levanta y lo pone en la cama)
Campesino: Yo’stoy bien. Ahura con mi’jo me vua compone. Usté no sabe naida.
Duende: Mandala a la mierda.
Campesino: Vayasé a la mierda.
Vecina: Entuavía que lo ayudo me trata mal.
Duende: (Regresa, lo levanta y lo hace caminar) Decile que estás bien.
Campesino: Ya se poide dir, mire, estoy bien. (El duende le da un golpe en la nuca, el
campesino se desmaya, el duende lo mira un momento y lo tira al piso.)
Vecina: Dios bendito, si ha desmayao por el esfuerzo. Algo tengo que hacé. Este
hombre está muy mal (Lo levanta como puede y lo arrastra hacia la silla) Tatita Dios
ayudame a salvarlo. Segurito que el mal de Chagas lo’ha afectao.
(Lo quiere sentar y no puede, el campesino vuelve a caer, corre a dónde quedaron los
trapos mojados y le pone en la frente) Via ve si respira (Acerca la cara a la nariz) Está
vivo entuavía. No se qué hacé. (La vecina va desesperándose cada vez más) Le viá
masaje en el corazón. (Le abre la camisa y lo mira) No poido, tiene el corazón grande,
capaz que por salvarlo lo liquido. Ay Virgencita del Valle iluminame, decime qui tengo
que hacé. (Comienza a llorar) Vua rezá. (Juntas las manos y comienza a rezar)
Campesino: (Hace un ruido ronco) Grrr.
Vecina: Dios bendito.
Campesino: ¡Ay! ¿Ande´stoy?
Duende: Este cristiano no se muere nunca. Yo lo via ayudá.
Vecina: Vecino miremé.
Campesino: (Tiembla, se relaja completamente y habla con voz susurrante) Vení hijito,
abrazame juerte. ¿Pa’nde vamo?
Duende: (Lo abraza un momento) Al único lugar que podís dir. Pal otro mundo.
Campesino: Este en mi’jo amado, llevame con vos, dame esa felicidá. (Lo levanta y lo
lleva en sus brazos)
Vecina: (Contempla un momento el lugar dónde estuvo el campesino como si aún
estuviera allí) ¡Dios bendito, está finao! (Se persigna. Se arrodilla, hace la Señal de la
cruz en la supuesta frente del campesino, acomoda el cuerpo cruzando los brazos sobre
el pecho.) Que descanse en paz.
(Se incorpora y mirando al cielo exclama mientras el duende desaparece con el cuerpo)

¡Muerte desconsiderada!
Me quitaste todo el bien,
cargaste con quién quisiste
cargá conmigo también.

APAGÓN

28) Lee el siguiente relato y la referencia bibliográfica del autor:

"El duende" es un cuento que escribí en 1979 cuando tenía 13 años de edad y cursaba
el primer año del Bachillerato en la Escuela Normal de Rosario de la Frontera. Es uno
de mi primeros cuentos. Fue publicado en 1997 como parte del libro "Fuego de los
Tiempos" con el cual gané el 1º Premio Provincial de Literatura en Salta en 1991, en
la categoría narrativa corta (Jurado Carlos Hugo Aparicio, Benjamín Toro y
Margarita Ferrari).

En ese primer año de la escuela secundaria yo andaba ocupado en las lecturas de los
cuentos de Horacio Quiroga y de Juan Carlos Dávalos y, por supuesto, con toda la
inspiración que significaban las narraciones orales de mi abuelo Eleuterio Ovallo,
gaucho arriero de los cerros del oeste de Rosario de la Frontera, conocedor de coplas y
leyendas y de las tradiciones lugareñas como nadie.

"El duende" junto a "Poema de los tapiales", fue incluido en los "Cuadernos de
Orientación Docente" publicados por el Consejo de Investigación de la CUNSa
coordinado por la Prof. Susana Alicia Constanza Rodríguez y en la "Antología de
textos narrativos" de la Universidad Nacional de Salta (Desembarcos en el papel,
2005), con una recomendación para ser trabajados por los alumnos en el aula (Carlos
Jesús Maita).

EL DUENDE
(Cuento)

–Qué le habrá pasao que no vuelve –dijo don Baltasar mirando el monte desde la
puerta de tablas del rancho.
–Y, si ha yebao las boliyas, dejuro que estará entretenío con los hijos de la Juana, pué -
comentó doña Eulalia con el disfraz que cosía sobre las rodillas.
El calor de la siesta quemaba. El monte parecía de rescoldo bajo el cielo sin manchas.
Las moscas zangoloteaban la quincha, azotaban la vieja fiambrera de los quesos y había
que espantarlas a cada momento. Ese día empezaba el carnaval, por eso doña Eulalia
preparaba los disfraces y había mandado a Josesito a buscar los caballos para bajar a la
carpa.

Adentro del rancho estaba fresco. El hombre se quitó las alpargatas bigotudas y se
tumbó en el catre. Pero pronto lo alertó un relincho y tras el relincho el grito que le dio
su mujer:
–¡Salí a ver, Balta, salí a ver! ¡Ha yegao sin jinete el zaino del chango!
Don Baltasar pegó un brinco. Afuera estaba el caballo sin montura, rayado por el sudor
y los garabatos recios. Doña Eulalia le pasó una mano por el lomo y el bicho bellaqueó
impresionado.
Josesito nunca demoraba. Siempre regresaba a más tardar en cuatro horas, pero había
pasado un día entero y entonces era lógico
afligirse.
Aguardaron un rato. Eulalia siguió preparando los disfraces para ir a la carpa de los
Colchi. Arriba andaban los chalchaleros y los ketupíes dibujando fiestas en las ramas.
Lejos remaban dos pares de cuervos y una brasita salpicaba los brazos de piedra de un
algarrobo negro.

El niño no apareció y su padre salio en su búsqueda montando su presuroso alazán. La


víbora bermeja y polvosa del camino lo hundió en la maraña espinuda del monte. La
casa de su hermana quedaba dos leguas al sur y la carpa de los Colchi al naciente,
bajando al poblado de
Cámara.
Esquivo garabatos, lianas que colgaban como horcas de diamantes y descendió hacia
un ciénego. Sobre su matriz maloliente, atestada de pastos barbudos, trató de encontrar
indicios de su hijo. Pero sólo halló algunos cuernos resecos y osamentas quebradas de
vacunos chupados por el pantano negro.
Continuó camino. Llegó a la casa de su hermana a las seis de la tarde. Una horda de
perros y de chicos descalzos salió a recibirlo. Don Baltasar no bajó. Pregunto por
Josesito y le dijeron que no lo veían desde hacía dos semanas, la última vez que había
llegado a dejar los caballos, Don Baltasar se estremeció y maldijo que alrededor de su
rancho no hubiera pastaje, sino solamente un manchón de tierra dura, con ráfagas de
espinas y llaretas por eso mantenía sus caballos, sus vacas y sus cerdos en tierras de su
hermana. Se pasó un pañuelo por la frente. Lo invitaron a bajar para servirse unos mates
cebados con bollo y contestó que no, que estaba preocupado, que iba a ponerse en
campaña ahí mismo de buscar en el monte. Allí se le sumaron tres sobrinos. Pensar que
la carpa de los Colchi se llevaría mil diablos, déle embanderar el viento con las zambas,
los gatos y los chamamés del bandoneón de Iñiguez. Además se estarían organizando
carreras cuadreras, competencias de sortijas y partidos de truco y algunos chupines se
estarían camorreando con los cuchillos desnudos. Y al otro día: más baile, bien
tempranito una yerra, como debe ser, con el lucero en lo alto y el humo sabroso de la
carne asada chicoteando el olfato. Tamales y locro al mediodía, vino y empanadas,
folklore a la siesta, taba, domas, riñas de gallos, mujeres…
Entrada la oración, el grupo andaba entre pencales llamando con silbidos y gritos. En
los palos más altos se prendían a llorar los cacuyes y de lejos se voraceaban los zorros.
Pronto la oscuridad los metió en su embudo. Prendieron los mecheros y parecían tucu-
tucus cortando a machetazos las ramas de estorbo. En el fondo de la noche campaneaba
un arroyo y los sapos de piedra hacían gárgaras con sus cantos.
La noche fue larga. El vientito del alba despertó las charatas, una línea de sangre
subrayó el naciente y trepó un sol picante como locro pulsudo. A las diez de la mañana,
con el vapor de las raíces inflamando la tierra, resonó un grito:
–¡Aquí, tío Balta, venga para aquí!
Y todos corrieron en esa dirección. Yo estaba presente en la escena, pero siempre
escondido entre los churquis más chatos. De verme, seguro que me echaban la culpa
como después hicieron. En un descampado pequeño, redondo como un anillo, estaba
Josesito, tirado como un títere en el suelo, rodeado de qimiles, cardones y abigarrados
chaguarales que zafaban de sus vainas por accionar sus serruchos. Estaba
ensangrentado, las ropitas rotas, sucio de tierra. Un montón de bolillas brillaban
desparramadas alrededor de su cuerpo. Don Baltasar tiró el machete y se agachó para
alzarlo.
–M’hijito –decía-. Pobrecito m’hijito…
El verano zumbaba con sus tábanos negros y el cielo de acero inoxidable enjaulaba el
aliento. El chico todavía respiraba. Salieron macheteando. Llevaron al niño a la casa de
su tía y varios comedidos se arrimaron a atenderlo. Lo lavaron con agua de tusca, le
pusieron ropa limpia, le dieron un brebaje de yuyos y después lo acostaron en un catre
mullido.
–Si Dios quiere y la Virgen se va a recuperar –dijo una viejita rezadora. Los otros
asintieron moviendo sus cabezas de bueyes.
El calor de la siesta creció como un río y fue insoportable. El niño afiebrado comenzó
a delirar. Veía un montón de gallos blancos, de víboras con ojos de personas, de
pescados que reían a carcajadas y viejitos con llamas de fuego en las manos. Más tardes,
cuando nombró al changuito sombrerudo, todos se espantaron, a todos les entró un susto
bárbaro.
–E un changuito sombrerudo, mamá…, mireló, e sombrerudo…, me llama…, me
quiere llevá…, tiene boliyas…, muchas boliyas… ¿Quiere que vaya a jugá con él en el
monte?...
–¡Ha sio el duende! –exclamaron todos.
–¡El duende, tatita, ha sio el duende!
Dicen en el noroeste argentino que el duende es un chico petiso, con un sombrero
enorme que le hace tanta sombra que no se le puede ver la cara. Se trata de un ser
sobrenatural que se hace de los niños que mueren sin ser bautizados. Tiene una mano de
fierro y la otra de lana. Dicen que aparece en los caminos o en las casas botadas y que
de pronto pregunta: “¿Con qué mano quieres que te pegue?”, si le contestan con la de
lana pega con la de fierro y se le responden con la de fierro pega con la de lana. A todos
los que son empecinados jugadores de taba, de naipes y de bolillas, él –que es el
mismísimo diablo- los persigue, los tienta, los conquista y luego les da muerte para
robarles el ama.
Josesito no mejoró y falleció esa tarde. En la carpa de los Colchi, cuando el fuelle de
Iñiguez se tomaba un descanso, el tocadiscos a batería se pelaba largando chacareras y
los paisanos levantaban polvaredas con el baile. Todos los paisanos andaban disfrazados
como en una comparsa, algunos de diablo, otros de cóndor, otros de indio con unas
plumas de suri atadas en la cabeza.
Lo velaron todita la noche y al día siguiente, ya con el caer de la tarde, deslizaron al
muerto al entierro. Lo llevaron a pulso. Atrás venían la tía Juana, los primos, don
Nicasio Chaile, las viejitas rezadoras de negro, tres negros cortadores de ladrillos que
andaban de leñadores para quemar sus tabiques y unos cazadores furtivos que llegaron
aquel día con sus rifles de luto. Don Baltasar y doña Eulalia marchaban cabizbajos. Los
cuatro carboneros que llevaba el cajón del angelito sudaban a mares. El viento caliente
se llevaba los rezos y también el jadeo de los chocos que acezaban sin pausa.
Le dieron sepultura en un viejo cementerio, ya casi borrado, que estaba a media legua
del rancho de Juana. Había mucho yuyo y las tumbas ya ni se veían. Algunas tenían
cruces destartaladas y largos balagates se hundían en sus huecos. Allí lloraron Juana y
Eulalia. Don Baltasar echó el primer puñado de tierra, y una vieja de negro, chumada
por la viudez y los años, rezó un Padrenuestro y un Rosario infinitos. Su boca
desdentada parecía de caucho.
Después se fueron yendo de a uno. Algunos se dieron vuelta cuando alguien dijo que
sobre la sepultura había un zorrito blanco olfateando.
–¡Qué va a ser ningún zorro! –dijeron. -¡Y menos blanco! ¡De haber sido un zorro los
perros lo sacaban a los brincos!

Y cuando el sol se hundió en el silencio del monte, con la tarde sangrando en la cresta
de los árboles, mi zorrito blanco y yo, el duende, pusimos en la tumba del niño unas
florcitas de acacia. Él fue nuestro amigo. Las veces que habremos tinqueado bolillas en
algún descampado. Yo no lo maté como dice la gente. Tal vez ha sido un puma muerto
de hambre, pero yo no fui, mamacita, claro que yo no fui.
Carlos Jesús Maita, Rosario de la Frontera, Salta, 1979

a) El relato utiliza un registro y una lecto en particular. ¿A qué ambiente, grupo


social y tiempo histórico hará referencia?
b) ¿Por qué crees que el autor habrá utilizado este lecto y este registro informal?
c) ¿Qué consideras que quiso imprimir en su relato?
d) ¿Cómo hubieran sido la lectura y las sensaciones que produce si lo hubiera
escrito en lenguaje formal?

BIBLIOGRAFIA:

Selección de textos realizada por los docentes del área.

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