Mujeres Que Expoen - Discursos e Significados

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Mujeres que (se) exponen: discursos, significados,

prácticas de comisariado y diseño de muestras de


arquitectura en España (1978-2008) a través del
caso de ‘La Arquería’ de Nuevos Ministerios*
Women Who (Are) Expose(d). Discourses, Meanings, Curatorial Practices and
Design of Architecture Exhibitions in Spain (1978-2008) Through the Case of
‘La Arquería’ de Nuevos Ministerios

Ana Gilsanz-Díaz
Universidad de Alicante
ana.gilsanz@ua.es
https://orcid.org:0000-0002-5043-665X
José Parra-Martínez
Universidad de Alicante
jose.parra@ua.es
https://orcid.org:0000-0003-0142-0608
María Elia Gutiérrez-Mozo
Universidad de Alicante
eliagmozo@ua.es
https://orcid.org:0000-0002-5368-7593

Recibido el 27 de mayo de 2022


Aceptado el 8 de abril de 2023
BIBLID [1134-6396(2023)30:2; 485-521] http://doi.org/10.30827/arenal.v30i2.24933

RESUMEN

Este artículo explora el papel de las mujeres en la conceptualización, producción y difusión de


exposiciones de arquitectura en España desde la restauración democrática hasta la crisis de 2008.
La investigación se focaliza en el espacio expositivo más representativo del país, ‘La Arquería’ de
Nuevos Ministerios, cuyo estudio atiende por igual al análisis de los materiales exhibidos, las prác-

* Este artículo es resultado del proyecto de investigación MuWo (http://muwo.unizar.es)


“Mujeres en la cultura arquitectónica (pos)moderna española, 1965-2000”, con código PGC2018-
095905-A-I00, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España
(Agencia Estatal de Investigación) y los fondos FEDER de la Unión Europea entre 2019 y 2022.
Asimismo, se ha beneficiado de una subvención para grupos de investigación consolidados otorgada
por la Conselleria de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital de la Generalitat Va-
lenciana a través del proyecto de investigación “Miradas situadas: Arquitectura de Mujer en España
desde Perspectivas Periféricas, 1978-2008”, con código AICO/2021/163 (2021-2023).

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ticas de comisariado y el diseño expositivo. El trazado de la participación de las mujeres en esta


sala durante estas tres décadas revela tanto la impronta dejada por numerosas arquitectas como lo
elocuente de sus prácticas curatoriales en cuanto expresión de cambios de paradigma disciplinar.
Aunque ciertamente minoritarias en una agenda institucional y mediática que consolidó visiones
androcéntricas, ‘La Arquería’ también propició algunas muestras que, además de dar cabida a trayec-
torias femeninas, desplegaron nuevos temas y enfoques con los que repensar los modelos, políticas
y discursos imperantes en la cultura arquitectónica española.
Palabras clave: Exposiciones de arquitectura. Comisariado en España. Arquitectas. ‘La Arquería’
de Nuevos Ministerios. Arquitectura y medios. Prácticas curatoriales emergentes. Arquitectura y
género. Crítica historiográfica.

ABSTRACT

This paper explores the role of women in the conceptualization, production, and dissemination
of architectural exhibitions in Spain from the democratic restoration to the 2008 crisis. The research
focuses on the most representative exhibition space in the country, ‘La Arquería’ de Nuevos Mi-
nisterios, and pays equal attention to the analysis of the exhibited materials, curating practices, and
exhibition design. The study of the participation of women in this gallery over three decades reveals
both the imprint left by numerous women architects and the eloquence of their curatorial practices
as an expression of disciplinary paradigm shifts. Although certainly underrepresented in an institu-
tional and media agenda that reinforced androcentric viewpoints, ‘La Arquería’ also fostered some
shows that, in addition to making room for women’s careers, put forth new themes and approaches
to rethink the prevailing models, policies and discourses of the Spanish architectural culture.
Keywords: Architecture exhibitions. Curatorial practices in Spain. Women architects. ‘La Arquería’
de Nuevos Ministerios. Media and architecture. Emerging curatorship. Gender and architecture.
Historiographical criticism.

SUMARIO

1.—Introducción y estado del arte. 2.—Caso de estudio: ‘La Arquería’ de Nuevos Ministerios.
3.—Las mujeres en ‘La Arquería’: ellas exhiben. 4.—Agentes culturales, facilitadoras y otras pro-
tagonistas invisibles. 5.—Reflexiones finales. 6.—Referencias bibliográficas.

1.—Introducción y estado del arte

Este artículo supone el primer estudio sobre el papel de las mujeres en la con-
ceptualización, comisariado, producción y difusión de exposiciones de arquitectura
en España durante un periodo acotado de nuestra historia reciente: el que abarca
desde la restauración democrática de 1978 hasta la devastadora crisis financiera
mundial que, originada tras la caída de Lehman Brothers en 2008, supuso un an-
tes y un después en el conjunto de intereses, prácticas y relatos hegemónicos que
habían producido la identidad arquitectónica nacional. Estos treinta años han sido
un tiempo de cambios sistémicos —económicos, materiales, normativos, etc.— en
el ámbito de la edificación, la planificación urbana y el sector inmobiliario. Aun-
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que, si ha habido una transformación sustantiva en la generación formada o que


comenzó su andadura profesional en este marco temporal, esta ha sido la paulatina
pero imparable incorporación de las mujeres españolas a la arquitectura, hasta
entonces, un campo cultural eminentemente masculinizado (Agudo y Sánchez de
Madariaga, 2011: 160), elitista y heteropatriarcal.
Para llevar a cabo su propósito, el trabajo se centra e irradia en y desde el
lugar que, hasta hace poco, ha constituido el espacio expositivo más relevante del
país: la conocida como Sala de ‘La Arquería’ de Nuevos Ministerios en Madrid.
Gestionada desde su creación, en 1983, por el entonces denominado Ministerio de
Obras Públicas y Urbanismo (MOPU), esta galería pronto se convertiría en el buque
insignia de la fabricación, exhibición y divulgación de la cultura arquitectónica
contemporánea nacional, pero también de la foránea, en España.
La metodología de investigación ha consistido, primeramente, en rastrear
todas las exposiciones con agencia de mujer que tuvieron lugar durante este pe-
riodo dentro y fuera de la órbita de ‘La Arquería’ y, en paralelo a esta tarea, se ha
procurado identificar las ramificaciones de sus canales de influencia y cómo estos
han condicionado el acceso de las arquitectas a sus propios circuitos; en segundo
lugar, se ha tratado de determinar el grado de participación real, cuantitativo y cua-
litativo, de las mujeres en dichas muestras —un desempeño, por otra parte, poco
reconocido, si no directamente silenciado en muchos de los créditos y catálogos
publicados—; y, por último, se han analizado tanto los materiales exhibidos, sus re-
latos y diseños expositivos como la evolución de las prácticas de comisariado desde
su voluntad más o menos sancionadora o contestataria de las políticas expositivas
emanadas desde este auténtico sancta sanctorum de la comunicación arquitectónica
patria.
En una primera revisión del estado de la cuestión y de su consideración histo-
riográfica resulta llamativo que, frente a la cantidad y calidad de discursos que, en
el ámbito ibérico, abordan la arquitectura de las exposiciones y las exposiciones de
arquitectura en el periodo moderno (Ibáñez Montoya, 2007; Hernández Martínez,
2013; García-Diego y Caballero, 2014; Pozo et al., 2014), existen importantes
lagunas a la hora de mostrar mujeres implicadas en esta actividad. Más aún, si
cabe, cuando se presta atención a un trabajo que, como tratará de desvelar este
artículo, ha resultado un instrumento clave en la conformación del pensamiento
arquitectónico de la postmodernidad en España y en las posibilidades de las mujeres
arquitectas para desarrollar un ejercicio profesional alternativo al convencional
(proyectos y obras). En consecuencia, el objetivo de esta investigación consiste en
rastrear, visibilizar y valorar, a través de las exposiciones y a lo largo de más tres
décadas —en el entorno de los años ochenta, noventa y dos mil—, por un lado, a
las arquitectas en su desempeño como profesionales que exhiben su trabajo; por
otro, a comisarias y coordinadoras de tales eventos; y, por último, a las diseñado-
ras de las exposiciones e instalaciones de arquitectura que, en distinto grado, han
intervenido en el espacio de ‘La Arquería’.
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Pero antes de la apertura y el engranaje de circuitos institucionales, de museos


de referencia o de salas específicas para la disciplina como esta, conviene recordar
que, ya en los inicios de la Transición, la aparición de propuestas de arquitectura
experimental en espacios propios del arte tuvo importantes referentes en aque-
llos dirigidos por mujeres, como la galería sevillana de Juana de Aizpuru o la ya
desaparecida Galería Buades en Madrid (AA. VV., 2008). Esta última, fruto de la
intuición y encomiable desempeño de su propietaria, Mercedes (Ita) Buades, se
convirtió, desde su apertura en 1973, en un espacio expositivo innovador, libre y
diverso con los más variados intereses, entre ellos, la arquitectura. Buades ideó
exposiciones complejas y plurales, contando y colaborando regularmente con ar-
quitectos y arquitectas. Entre ellas, con la estadounidense Martha Thorne, quien,
desde principios de los años ochenta y hasta mediados de la década siguiente,
participaría activamente en la programación de ‘La Arquería’. Por ejemplo, en
1976, Buades y Thorne organizaron 40 arquitectos de Londres, una traducción y
adaptación directa de la conocida muestra 40 London Architects, comisariada por
Peter Cook. Ambas llevaron también a Madrid otra exposición dedicada al propio
Cook y, de este modo, en España, la arquitectura radical fue exhibida y debatida
antes en esta galería que en otros ámbitos académicos o profesionales (figura 1).

Fig. 1.—Mercedes Buades en las escaleras de la galería (izquierda) y mesa redonda “El orden coti-
diano”, en la Galería Buades, 1977 (derecha). Fuente: Luis Pérez-Mínguez (AA.VV. (2008): Galería
Buades. 30 años de arte contemporáneo).

Igualmente, cabe mencionar contribuciones procedentes de otros campos


culturales, como la historia del arte, que, por aquellos años, aventajaba a la ar-
quitectura en la producción de exposiciones relacionadas con esta disciplina. En
este sentido, hay que destacar la labor pionera de la historiadora Josefina Alix,
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quien, en 1987, organizó la exposición Pabellón Español, Exposición Universal


de París 1937 (Alix, 1987) en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
(figura 2). Poco después, a principios de los años noventa, tras la creación del
Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), este acogió exposiciones
comisariadas por otras historiadoras, como Carmen Rodríguez, responsable de la
muestra Grupo R. Una revisión de la modernidad 1951-1961 (Rodríguez, 1997) que
proponía un análisis de este movimiento desde otros territorios; o Gloria Moure,
quien asimismo había sido recientemente la directora del Centro Gallego de Arte
Contemporáneo, entre 1994 y 1998, y autora de Arquitectura sin sombra (Moure,
2000), una indagación en la fotografía arquitectónica.

Fig. 2.—Pabellón Español, Exposición Universal de París 1937, comisariada por Josefina Alix.
Fuente: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

En otro orden de magnitud, es interesante prestar atención a las particulari-


dades de otros contextos alejados de los centros hegemónicos de producción y
debate arquitectónicos y, por ello, dirigir la mirada hacia ámbitos periféricos donde
acontecieron valiosas muestras de arquitectura —o de arte, donde esta cobraba un
inusitado protagonismo— al amparo de instituciones de ámbito autonómico y mu-
nicipal. Algunas de ellas han sido tan innovadoras como el Instituto Valenciano de
Arte Moderno (IVAM), un museo que, como tantos otros que iniciaron su andadura
en los años ochenta, contribuyó decisivamente a la construcción de la identidad
cultural del Estado de las autonomías. En el IVAM, por ejemplo, en el año 1994,
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Pilar de Insausti había organizado una exposición sobre Giorgio Grassi (Insausti
y Llopis, 1994). Y, también en el IVAM, Annateresa Fabris, comisarió en el año
2000 una muestra antológica sobre Brasil (AA.VV., 2000a) de gran repercusión
local, que atestiguaba la inteligente programación de esta institución desde sus
inicios y, sobre todo, bajo la dirección llevada a cabo por Carmen Alborch, quien
supo rodearse de competentes equipos de profesionales.
Sin abandonar la Comunidad Valenciana, es posible encontrar en aquellos
años influyentes comisarias, historiadoras y teóricas de la arquitectura, como la
arquitecta y catedrática Carmen Jordá, quien lideró la organización de exposiciones
dedicadas a difundir el patrimonio moderno y poner en valor un legado por entonces
aún olvidado. En efecto, a partir de su investigación para Docomomo Ibérico, su
reivindicación de las sorprendentes soluciones regionales de la modernidad, par-
ticularizadas para el caso de las tres provincias valencianas, tuvo como resultado
la exposición 20x20, Veinte obras de arquitectura del siglo xx en la Comunidad
Valenciana (Jordá, 1997a), cuyo catálogo, impecablemente documentado y dise-
ñado, ha sido objeto de distintas reimpresiones, en 2003 y 2012.
Otras aportaciones significativas que completan este contexto derivan del
compromiso y la participación de las mujeres en fundaciones e instituciones pri-
vadas, como colegios profesionales y entidades financieras. Entre ellas, destaca
la Fundación COAM, del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, creada en
1990, prácticamente a la vez que, en Barcelona, se ponía en marcha la entonces
denominada Fundación Caja de Arquitectos, posteriormente Fundación Arquia.
Ambas instituciones reforzaron e impulsaron programas expositivos donde la
investigación adquirió cada vez más protagonismo como soporte de un ulterior
ejercicio de transferencia de conocimiento a la sociedad. Este fue el destacado
caso de la arquitecta y futura catedrática madrileña Blanca Lleó con Sueño de
habitar, una muestra inaugurada en el año 2000 como consecuencia de su tesis
doctoral, que había publicado algunos meses antes (Lleó, 1998). Su impacto se
multiplicó al ser una de las primeras exposiciones itinerantes producidas por la
Fundación Caja de Arquitectos con la intención de ser fácilmente circuladas por
otras instituciones y ciudades españolas.
En este apartado de propuestas procedentes del ámbito privado son reseñables
los eventos y exposiciones que, también desde principios del siglo xxi, ha llevado
a cabo Ariadna Cantis Silberstein. Esta arquitecta y divulgadora argentina ha en-
focado con meritorio éxito su labor curatorial hacia la comunicación y el fomento
de la arquitectura a través de influyentes plataformas como Freshmadrid, en 2006
y 2007 —con varias ediciones asociadas a la Fundación COAM—, Freshlatino,
en 2009 y 2012 o, más recientemente, con la iniciativa cultural, profesional y
pedagógica Arquia próxima de la actual Fundación Arquia.
Paralelamente, en las décadas de los ochenta y noventa, hay que recordar el
trabajo de Lydia Oliva desde su interés por proyectos relacionados con el papel
de la fotografía en la construcción de imaginarios y mitos modernos. Oliva fue
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responsable de exposiciones como Gaudí, visto por cinco fotógrafos (1986-1988);


Manuel Exclusa. Trencadís, de nuevo sobre la obra de Gaudí, que circuló por dis-
tintas sedes de la FNAC (1992-1993); la muestra Una mirada a la arquitectura
de la Bauhaus, en el Colegio de Arquitectos de Barcelona (1996); o su lectura de
Le Corbusier a través de fotografías de Lucien Hervé, en la Fundación COAM de
Madrid (1998-1999).
En 1993, a estas fundaciones privadas se unió la Fundación ICO (Instituto
de Crédito Oficial), de naturaleza pública y estatal que, en 1996, inauguró las
salas de su museo en Madrid. Aunque desde entonces se ha esmerado por incluir
la arquitectura entre sus objetivos de divulgar la cultura y el conocimiento, ha
sido especialmente desde 2012 cuando ha apostado más decididamente por una
línea de comisariado centrada en el ámbito de la arquitectura y el urbanismo, a
la que ha contribuido con exposiciones temporales de gran repercusión. Aunque
ya antes de este incontestable refuerzo, hay que señalar la muestra dedicada a la
artista Susana Solano (Llorente, 2007) concebida, en 2007, por la arquitecta Clara
de Solà-Morales quien, depositaria del legado de una influyente saga familiar,
ha tomado el testigo de su padre hasta encontrar su propia voz y desarrollar una
trayectoria profesional marcada, como ha ocurrido con otras compañeras, por la
idiosincrasia de sus “conexiones filiales” y sus “transversalidades femeninas”
(Hervás y Blanco-Agüeira, 2021).
Otra institución vinculada a la banca que ha desplegado una gran actividad
cultural en la que se ha dado cabida a la arquitectura es la Fundación Juan March,
operada a través de sus tres sedes (ahora Madrid, Palma de Mallorca y Cuenca, pero
en 1983 presente también en Logroño, Huelva o Albacete), donde ha desplegado
un intenso programa de exposiciones y ciclos de conciertos y conferencias. Sin
embargo, en este caso, habría que avanzar mucho más en el tiempo y llegar a 2018
para encontrar una exposición monográfica sobre una arquitecta, Lina Bo Bardi.
Tupí or not tupí. Brasil (1946-1992) (Sánchez Llorens, 2018), la primera muestra
dedicada en España a esta creadora italiana afincada en Brasil, comisariada por
Mara Sánchez Llorens con gran éxito mediático y de público.
No puede olvidarse tampoco la Fundación Docomomo Ibérico, constituida
en 1993, la cual se ha servido de la exposición como medio para dar cuenta de su
trabajo de documentación y conservación de los elementos de arquitectura mo-
derna catalogados en su primer registro, aparecido en 1996 (Costa y Landrove,
1996). Desde su constitución, hay que señalar la contribución de la arquitecta
Susana Landrove, su actual directora, en el comisariado de las cuatro exposiciones
itinerantes producidas tras la publicación de su registro fundacional: la primera,
sobre la arquitectura de la industria (García Braña, Landrove y Tostões, 2005);
otra, dedicada a vivienda moderna (Centellas, Jordá y Landrove, 2009), y dos
más centradas en la arquitectura de los equipamientos (Landrove, 2010 y 2011).
Contando con el apoyo del entonces Ministerio de Vivienda, las tres últimas fueron
inauguradas, primavera tras primavera, en ‘La Arquería’ de Nuevos Ministerios y
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todas ellas partieron y compartieron el doble objetivo de, por un lado, circular por
el territorio ibérico con el fin de amplificar su puesta en valor de las innovaciones
programáticas, sociales y técnicas, del patrimonio moderno, a la vez que, por otro
lado, se alertaba sobre su fragilidad y necesidad de protección.
En este marco de instituciones privadas 1 y círculos culturales que han inci-
dido en el debate público de la arquitectura de los últimos años, merece mención
aparte Ivorypress, fundada en 1996 como editorial especializada en monografías
de artistas y que evolucionó hasta convertirse en una singular sala de exposiciones
y plataforma curatorial bajo la supervisión de Elena Ochoa, quien, en 2006, se
implicó ella misma como comisaria de una importante muestra sobre ciudades, C
on Cities, para la X Bienal de Arquitectura de Venecia.
Del mismo modo, es necesario explicitar las aportaciones de las mujeres, en
muchos casos ligadas a la Administración pública, en las exposiciones derivadas de
concursos de arquitectura, galardones y reconocimientos, como los FAD (Fomento
de las Artes Decorativas, primero, y Fomento de las Artes y del Diseño después),
o EUROPAN, así como en aquellos medios dependientes de publicaciones y pla-
taformas que han orientado la cultura arquitectónica de este país y contribuido a
su proyección internacional.
Respecto al FAD, asociación sin ánimo de lucro de profesionales y empresas
relacionadas con el diseño, fundada en 1903, cabe recordar que, en toda su exis-
tencia, solo ha habido una presidenta mujer, la arquitecta Beth Galí, entre 2005 y
2009. En cuanto a los Premios FAD de ARQUIN-FAD, con 61 años de historia, no
fue hasta 1993 cuando otra mujer, la arquitecta Imma Jansana, ganó un galardón
en solitario, y en la última década tan solo tres arquitectas han conseguido repetir
tal hito 2 (FAD, 2019).
Por otra parte, EUROPAN, una federación europea de organizaciones naciona-
les que convoca bianualmente concursos para jóvenes arquitectos y arquitectas y
supervisa las realizaciones que se deriven de los fallos de sus jurados, en España,
es gestionada por Carmen Imbernón y Begoña Fernández-Shaw, como secretaria
general y adjunta, respectivamente. EUROPAN España se coordina desde el Con-
sejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), donde, desde
2003, la arquitecta Leyre Salgado se ocupa, desde la secretaría permanente, de las
más diversas iniciativas culturales y de difusión relacionadas con la arquitectura.

1. Entre otras instituciones privadas que han surgido más recientemente podría nombrarse
también la Fundación Arquitectura y Sociedad, creada en 2008, donde la arquitecta Gloria Gómez
Muñoz ejerció de directora ejecutiva entre 2019 y 2020. Previamente, Gómez había trabajado en el
CSCAE (2003-2018), coordinando distintos programas y bienales de arquitectura.
2. María Melgarejo Belenguer obtuvo un Premio Pensamiento y Crítica en 2012, Nieves
Fernández Villalobos otro Pensamiento y Crítica en 2014 y, en 2019, un Premio FAD Interiorismo
para Matilde Peralta del Amo con la restauración de la sala de lectura de la biblioteca y espacios
circundantes del edificio tradicional de Cibeles del Banco de España.
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En este contexto, tampoco se debe olvidar la intensa actividad desplegada


por los colegios de arquitectos tras su restructuración territorial consecuencia del
Estado autonómico; sobre todo a través de sus comisiones de cultura, donde, des-
de finales de los años ochenta —un momento aprovechado por las mujeres para
asumir cargos de responsabilidad vinculados a las vocalías, comisiones y juntas
directivas de los mismos— se llevó a cabo un encomiable esfuerzo para fomentar
el aprecio por el entorno construido y la cultura arquitectónica en sus entornos
próximos3. Por ejemplo, en el contexto de la Comunidad Valenciana, desde donde
se ha llevado a cabo esta investigación, cabe identificar la labor de coordinación
entre el Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana (COACV)
y el gobierno de la Generalitat impulsada por Carmen Jordá con ocasión de los
premios colegiales en los años noventa (Jordá, 1998). En 1997, esta arquitecta ya
había sumado la colaboración de ambas instituciones en la exposición Jóvenes
arquitectos (Jordá 1997b), así como en la mencionada 20x20. Siglo xx. Veinte obras
de arquitectura moderna (Jordá, 1997a), y volvería a recurrir a ella para poner en
valor el alcance del legado residencial moderno en las tres provincias valencianas
con la muestra Vivienda Moderna en la Comunidad Valenciana (Jordá y Navarro,
2007). Este trabajo de comisariado, innegablemente académico, pero en el que
hay que reconocer una exitosa movilización de la Administración y de entidades
profesionales para la transferencia de conocimiento, ejemplifica perfectamente el
desempeño fundamental de las arquitectas, cuando aún eran muy pocas, al frente
de la investigación y divulgación de la arquitectura local a finales del pasado siglo
(Gutiérrez-Mozo, Parra-Martínez y Gilsanz, 2022).
Finalmente, es imprescindible resaltar el trabajo de arquitectas que han de-
sarrollado su labor de comisariado fuera de nuestras fronteras. Sería el caso, por
ejemplo, de la tempranamente desaparecida Cristina Grau (1946-1997), quien, a
raíz de su investigación doctoral sobre los espacios de Borges y la relación entre
literatura y arquitectura (Grau, 1989), en 1991, organizó la exposición Borges
poeta de los espacios en el Centro de Arte Contemporáneo de Ámsterdam y, al
año siguiente, en París, en el Centro Pompidou, titulada Borges y la arquitectura.

3. Además del caso de la Comunidad Valenciana referido a continuación, en otros ámbitos


igualmente periféricos, puede recordarse el trabajo para las vocalías de cultura de los Colegios de
Arquitectos llevado a cabo por arquitectas como Ana Amado o María Asunción Leboreiro Amaro
en Galicia durante los años noventa y principios de los dos mil, o el de la historiadora del arte Clara
Muñoz en el ámbito canario quien, por cierto, fue de las primeras en poner en valor la obra de la
arquitecta y académica de Las Palmas Magüi González a través de la revista Basa del Colegio Oficial
de Arquitectos de Canarias. Por su parte, y por oposición a la realidad periférica de estos contextos,
en Madrid sería imprescindible citar el caso de la arquitecta, museógrafa y comisaria Aurora Herrera,
quien, además de su labor en la Fundación COAM, ha organizado muestras en La Casa Encendida, el
Centro Cultural Conde Duque, la Fundación March o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
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Aunque, probablemente, la comisaria española más reconocida internacio-


nalmente es Beatriz Colomina, asentada en Nueva York desde finales de los años
ochenta. Allí, en 1994, junto a reputadas autoras y activistas procedentes de la
sociología o la crítica literaria, como Cindy Paton o Eve Kosofsky Sedgwick, y
compañeros del mundo de la historia y la teoría de la arquitectura, como Mark
Wigley o Henry Urbach, organizó en el Storefront for Art and Architecture una
exposición que ya está en la historia cultural del siglo xx: Queer Space (figura 3).

Fig. 3.—Exposición Queer Space, Storefront, Nueva York, 1994. Fuente: Storefront for Art and
Architecture.

Esta muestra certificó el inicio de la incorporación de los estudios queer a la


arquitectura. Su propuesta, apoyada en la crítica feminista y la filosofía posestruc-
turalista, trataba de reflexionar sobre el modo en que el espacio interseca con el
género y las identidades (Colomina, 1992) y, para ello, se interrogaba sobre qué era
realmente ese supuesto “espacio queer” e, incluso, si existía tal espacio. Tratando
de ofrecer respuestas a dichas preguntas, Queer Space incluía varios proyectos
que, a través de distintos enfoques, revelaban la complejidad y lo elusivo de ese
concepto, al mismo tiempo que apuntaban la necesidad de (re)pensar el espacio
como un conjunto de capas de experiencias y registros simbólicos en los que re-
conocer las implicaciones políticas de su diseño y de su apropiación por parte de
personas con formas muy diferentes de entenderse, sentir y actuar en el mundo.
En definitiva, antes de concluir este apartado y entrar a examinar el caso con-
creto de quién, qué y cómo se ha expuesto en ‘La Arquería’ de Nuevos Ministerios,
conviene subrayar que el esbozo de este marco histórico sobre las exposiciones de
arquitectura permite plantear diversos interrogantes sobre el papel que han jugado
las mujeres, a través de su implicación en diversas instituciones y soportes mediáti-
cos, en la confección de las agendas que han marcado el pensamiento y las políticas
culturales de este país en el periodo postmoderno. Igualmente, en un tiempo de
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repliegue ideológico como el actual, tendente a reforzar visiones androcéntricas


y privilegios de clase que parecían superados, este marco permite constatar cómo
al final de dicho periodo, es decir, durante los primeros años del nuevo milenio,
se precipitaron en España una serie de acontecimientos relevantes que suscitaron
nuevos debates y controversias en torno a la todavía exigua participación de las
arquitectas en la esfera pública, evidenciando, a su vez, qué condiciones e intereses
han limitado o, en la mayoría de los casos, todavía imposibilitan, dicho acceso.
Algunos de aquellos hitos fueron, por ejemplo, que el primer Gobierno de
José Luis Rodríguez Zapatero decidiese representar la producción nacional en la
X Bienal de Arquitectura de Venecia del año 2006 con una exposición, España
[f.] Nosotras las ciudades, consistente en una polifonía de cien voces de mujeres,
muchas de ellas arquitectas. O que, en marzo de 2007, viese la luz la Ley para la
igualdad efectiva de mujeres y hombres y que la propia Ley del Suelo, de mayo
de ese mismo año, obligase a implementar la perspectiva de género en los instru-
mentos de planeamiento mediante, al menos, la transparencia de los procesos y la
participación de la ciudadanía. Todos estos hechos son expresivos de un cambio
de paradigma que tuvo su reflejo en las decisiones del Gobierno de España, en
este caso, a través del Ministerio de Vivienda. Este puso al frente de sus programas
de bienales españolas de arquitectura y urbanismo a mujeres como Lola Alonso
Vera, en 2005, y Flora Pescador Monagas, en 2007, y encomendó la coordinación
de la Bienal Iberoamericana de 2006, 2008 y, compartida, 2010, a María Elia
Gutiérrez Mozo, lo cual no solo buscaba incorporar a las mujeres a estos eventos,
hasta entonces absolutamente masculinizados y excluyentes en toda su estructura,
sino también dar oportunidad y representación a territorios y temas periféricos
(Gutiérrez-Mozo, Parra-Martínez y Gilsanz-Díaz, 2021: 111) que ahora, de nuevo,
tanto se cuestionan.

2.—Caso de estudio: ‘La Arquería’ de Nuevos Ministerios

La Sala de ‘La Arquería’ de Nuevos Ministerios, actualmente dependiente


del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA), por su
vinculación a las prioridades políticas de cada Gobierno de España, ha sido desde
sus orígenes uno de los espacios expositivos más representativos y eficaces en la
difusión de la arquitectura y el urbanismo en nuestro país. Por ello, como lugar de
producción oficial de la normatividad y de los cánones disciplinares que se han ido
divulgando década tras década desde los resortes del Estado y, en consecuencia,
prestigiando, ha privilegiado ciertas arquitecturas y arquitectos que han construido
un paradigma profesional donde, como se tratará de desvelar, la representación
de las mujeres ha sido más bien escasa, aunque no así su presencia en un engra-
naje mediático en el cual su trabajo, casi siempre alejado de la primera plana, ha
resultado imprescindible.
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En realidad, durante todos estos años, la institucionalidad del espacio exposi-


tivo de ‘La Arquería’ ha suplido la falta de un Museo Nacional de Arquitectura. A
pesar de diversos intentos, concursos y no pocos esfuerzos de inversión realizados
para crear un Museo Nacional de Arquitectura y Urbanismo 4 que difundiera y
fomentara la cultura arquitectónica y urbanística española, este no se ha llegado
a materializar aún. En España, aunque se puede disfrutar de centros nacionales
dedicados a otras disciplinas como el diseño (Barcelona), el arte (Madrid), o las
artes decorativas (Madrid) y suntuarias (Valencia), la ausencia de un espacio de
conservación, investigación, difusión y exhibición de la arquitectura y el urbanis-
mo ha motivado que, como se apuntaba en el apartado anterior, estas actividades
hayan estado diseminadas con desigual fortuna por distintas instituciones públicas
y privadas, al contrario de lo que ocurre en otros países europeos, como Austria,
Dinamarca, Finlandia, Noruega o Suecia, y también en Estados Unidos y México,
por citar algunos ejemplos, que han apostado decididamente por la arquitectura
como disciplina vertebradora de sus políticas culturales.
En efecto, asumiendo vicariamente las funciones de ese museo ausente, ‘La
Arquería’ se ha convertido en un espacio activador e impulsor de la arquitectura
española, aunque también ha estado siempre bien presente la actualidad del pa-
norama internacional. En ella se han exhibido obras y proyectos de los grandes
estudios y nombres propios de la arquitectura y, en ocasiones, se ha dado cabida
a equipos emergentes, nuevas tendencias, muestras, concursos o bienales que han
situado la arquitectura como protagonista y fomentado su conocimiento, estudio,
investigación y difusión en la sociedad (Gómez Díaz, 2016: 16). De igual forma,
ha sido un espacio de recepción e intercambio de exposiciones con otros museos
e instituciones con fines similares, lo que ha propiciado un ritmo considerable
de eventos crecientes cada temporada y, con sus exhibiciones, ciclos y colabo-
raciones institucionales, una igualmente copiosa producción editorial centrada
en monografías de arquitectos y catálogos especializados. Así, desde su apertura
en octubre de 1983, ‘La Arquería’ ha llegado hasta nuestros días como el núcleo
desde donde se han tratado de seleccionar, centralizar y canalizar las principales
propuestas expositivas de arquitectura y urbanismo en este país.
Su espacio fue inaugurado con la muestra Clasicismo Nórdico, 1910-1930,
producida en el marco de un encuentro mantenido, en septiembre de 1983, por

4. El Real Decreto 1636/2006, de 29 de diciembre de 2006, aprobó la creación de un Museo


Nacional de Arquitectura y Urbanismo dependiente del Ministerio de Vivienda. La propuesta del
museo albergaría un centro de documentación en Madrid, una sede dedicada a la arquitectura en
Salamanca y otra destinada al urbanismo en Barcelona. Más recientemente, otro intento por retomar
aquella frustrada iniciativa ha sido la celebración en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de
Castila-La Mancha (UCLM), en marzo de 2022, de un foro internacional, “La Casa de la Arquitec-
tura”, donde se debatieron y definieron las directrices de lo que, en un futuro próximo, debería ser
el Museo Nacional de Arquitectura y Urbanismo con sede en Toledo.
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MUJERES QUE (SE) EXPONEN: DISCURSOS, SIGNIFICADOS, PRÁCTICAS... 497

reputados 5 arquitectos y teóricos de la arquitectura nacionales e internacionales


entre los que no figuraba ninguna mujer. Clasicismo Nórdico fue realizada en
colaboración con el Mueso de Arquitectura Finlandesa de Helsinki y su montaje
corrió a cargo del arquitecto Gabriel Allende Gil de Biedma 6, director de Exposi-
ciones y Publicaciones de ‘La Arquería’ en su etapa fundacional de 1983 a 1985.
El éxito de la exposición supuso el espaldarazo definitivo al nuevo Departamento
de Difusión y Promoción de la Arquitectura creado por el MOPU bajo la tutela del
arquitecto Antonio Vázquez de Castro, entonces director general de Arquitectura
y Vivienda de dicho Ministerio y quien, un año antes, había propuesto emplazar
esta sala en el espacio cubierto de las arquerías, en el complejo proyectado por
Secundino Zuazo en 1932, en la prolongación del gran eje norte de Madrid 7.
El emblemático conjunto está articulado por un gran vacío central, a modo de
plaza de armas, alrededor del cual se organizan los distintos ministerios (figura 4).
Este espacio, de incuestionable simbolismo áulico, se cierra y, a la vez, configura
su fachada al Paseo de la Castellana mediante una larguísima arcada en la que se
ubica la Sala de ‘La Arquería’, reconocible por su acceso tangencial.
Esta galería ha ido modificándose con numerosas intervenciones (Utrilla,
2015) que han alterado su carácter y posibilidades espaciales, lo cual también ha
influido en las sucesivas etapas e instalaciones, cada vez más complejas, tras cada
nueva exhibición. De este modo, al otorgar una visibilidad literal y metafórica a
la arquitectura, como si fuera el gran Salón de Reinos de Felipe IV, ‘La Arquería’
ha llegado a convertirse en uno de los recintos más importantes donde ser invi-
tado, una auténtica escenografía del poder mediático, un lugar de celebración de

5. Entre ellos Kenneth Frampton, Nuno Portas, François Chaslin, Oriol Bohigas, Luis Peña,
Javier Frechilla, Ignasi y Manuel de Solà-Morales, Luis Fernández Galiano, Víctor Pérez Escolano
y José Manuel Gallego.
6. Gabriel Allende se ocupó también de las siguientes tres exposiciones, entre ellas, R. M.
Schindler, Arquitecto, una muestra inaugurada en 1984, en el marco de las conmemoraciones del
trigésimo aniversario de la desaparición del arquitecto austriaco-californiano, y con la que se contri-
buyó a la recuperación de su figura, hasta entonces, olvidada. Allende, con once exposiciones a su
cargo, ha sido el arquitecto que más ha participado en proyectos expositivos y montajes en la Sala
de ‘La Arquería’ (Utrilla, 2015).
7. La construcción de lo que hoy es conjunto ministerial se basa en los planes de intervención
y expansión de Madrid que Zuazo, junto con Herman Jansenn, realizaron en 1929, en el concurso
internacional que se convocó para la ordenación de la ciudad. El complejo gubernamental fue encar-
gado por el ministro de obras públicas, Indalecio Prieto, y resultaba estratégico para la ampliación
de la ciudad hacia el norte, junto con el enlace ferroviario subterráneo para descongestionar Atocha,
realizado por Eduardo Torroja y situado bajo la intervención de Zuazo. La obra se desarrolló en una
primera fase entre 1932 y 1937 y sufrió un parón durante la Guerra Civil para retomarse en 1940,
con modificaciones respecto el proyecto original —principalmente cambios de uso y la eliminación
del rascacielos proyectado— y un nuevo equipo de arquitectos afines al régimen, sin Zuazo, quien
fue depurado y retirado del proceso (Maure, 1987; Maure, 2006). Finalmente, las obras concluyen
en 1942, pero hasta el año 1958 el MOPU no se instala en Nuevos Ministerios.
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Fig. 4.—Conjunto Nuevos Ministerios, Madrid. Imagen aérea (izquierda) y postal, 1985 (derecha).
Fuentes: Google Earth y MITMA.

nombres propios y ceremonias de entronización de los temas y maneras de hacer


arquitectura que han sido validados mediante su exposición y discusión pública.
En su fase inicial, entre 1982 y 1985, el espacio de ‘La Arquería’ fue acondi-
cionado como una primera sala expositiva por los arquitectos José María Aparicio
y Adolfo Morán, quienes intervinieron incorporando un cerramiento de vidrio
modulado y diez bóvedas de plástico —una por cada uno de los diez arcos que
acotan el recinto— con el propósito de permitir una mayor continuidad visual.
En 1985, se encargaron nuevas obras de reforma a Ramón Vázquez Molezún,
quien eliminó dichas bóvedas y, en su lugar, propuso un emparrillado de carriles
electrificados y un sistema auxiliar que aumentó las posibilidades de organización
de los materiales expositivos. A su vez, en el espacio a cota de calle, que hacía las
veces de recepción, el arquitecto creó una zona de trabajo sobre el acceso coinci-
dente con los dos primeros arcos. Además, la sala propiamente dicha se dotó de
un área de almacenaje bajo rasante en el exterior del volumen preexistente, todo
lo cual requirió una sustancial modificación de las escaleras.
Tres años más tarde, en 1988, Alejandro de la Sota acometió una nueva reforma
de las dependencias de ‘La Arquería’. El arquitecto, homenajeado poco después
con una exposición retrospectiva en esta sala (1989), se encargó también de diseñar
y montar una histórica muestra sobre Mies, elocuentemente titulada Mies van der
Rohe. Su arquitectura y sus discípulos (1987). Con motivo de esta doble celebración
pública —de sus respectivas obras y de su filiación con el maestro alemán—, De la
Sota tuvo carta blanca para llevar a cabo una personal modificación del espacio.
Su intervención consistió en la realización de dos plataformas elevadas de madera
para adecuar el tránsito por los diferentes niveles del recinto y un nuevo cambio
en la disposición de las escaleras.
Durante los diez años en los que se mantuvo esta configuración, hasta 1998,
se llevaron a cabo exposiciones que marcaron no solo un periodo de incesante
actividad, sino, también, las directrices de la propia la sala.
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En la década de los ochenta, se exhibió un notable corpus de producción


internacional, fundamentalmente a través de exposiciones monográficas, bien de
producción propia o en colaboración con otros museos del mundo, que asumieron,
todas ellas, el propósito de legitimar las trayectorias de los ‘grandes nombres’
masculinos que jalonan el panteón de la historiografía arquitectónica. Tras la men-
cionada muestra consagrada a la arquitectura escandinava (Clasicismo nórdico,
1910-1930, 1983), dichas exposiciones se dedicaron a R. M. Schindler (1984),
William Morris (1984), Carlo Scarpa (1985), Aldo Rossi (1986), Ludwig Mies Van
der Rohe (1987), Erik Gunnar Asplund y Sigurd Lewerentz (1987), Norman Foster
(1988), Willem Marinus Dudok (1988), Karl Friedrich Schinkel (1989), Lenguajes
del constructivismo (1986) o Follies. Arquitecturas para el paisaje de finales del
siglo xx (1984), que recogía obra de Bernard Tschumi, Peter Cook, Arata Isozaki,
Frank Gehry y Rafael Moneo. En esta primera etapa, hasta 1989, se realizaron 28
exposiciones en las que, por supuesto, también hubo lugar para los ‘grandes maes-
tros’ españoles como Alejandro de la Sota (1988), Juan Antonio Coderch (1989)
o Josep María Jujol (1989). De este modo, no sería hasta el final de la década
cuando se dio cabida a concursos internacionales para jóvenes profesionales de la
arquitectura, como EUROPAN, que en 1989 celebró su primera edición.
En los años noventa aumentó considerablemente el número de eventos con un
total de 52 exposiciones. Además de continuar presentando de forma monográfica
la obra de arquitectos (y una sola arquitecta) de procedencia extranjera, como Al-
varo Siza (1990), Mario Ridolfi (1991), Mario Botta (1992), Paul Hankar (1993),
Arno Jacobsen (1993), Renzo Piano (1993), Tadao Ando (1994), Luis Barragán
(1994), Peter Eisenman (1995), Giuseppe Terragni (1997), Juan O´Gorman (1999)
o (Elizabeth) Diller + Scofidio (1999), entre otros, se expuso igualmente el tra-
bajo de arquitectos españoles como Santiago Calatrava (1994), Julio Cano Lasso
(1995), Alas Casariego (1995), Corrales y Molezún (1996), Fco. Javier Sáenz de
Oiza (1996), Miguel Fisac (1997), Federico Correa y Alfonso Milá (1997), Luis
Gutiérrez Soto (1997), Casto Fernández Shaw (1998) y el ingeniero Eduardo
Torroja (1999).
No obstante, frente a este listado que corrobora cómo la historiografía de la
arquitectura moderna ha sido más bien una hagiografía de trayectorias masculinas
—el arquitecto como creador, cuando no héroe civilizador, trabajando en solita-
rio 8—, ‘La Arquería’ comenzó a organizar también otras exposiciones, si bien

8. El relato androcéntrico ha sido igualmente apuntalado por las revistas de arquitectura y


los grupos editoriales más influyentes del panorama español a finales de siglo xx, como El Croquis
o Arquitectura Viva, fundadas en Madrid en 1982 y 1985, respectivamente. Ambas han operado
siempre desde un entendimiento de la capital como centro hegemónico de producción y difusión
de conocimiento y, por tanto, de cánones en la arquitectura española, ya que su personal selección
de obras y autores posicionaba de inmediato a los arquitectos publicados en el foco más mediático
de la disciplina. Dirigidas por los arquitectos Fernando Márquez y Richard Levene (El Croquis) y
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500 ANA GILSANZ DÍAZ ª JOSÉ PARRA MARTÍNEZ ª ELIA GUTIÉRREZ MOZO

todavía escasas, que apuntaban un creciente interés por temas más transversales en
la disciplina e, incluso, interdisciplinares. Las primeras seleccionaban principal-
mente la arquitectura de otros contextos como Arquitectura de Nueva York, 1970-
1990 (1990), Vanguardia Soviética, 1918-1933 (1996), Portugal. Arquitectura del
s. xx (1998) o Austria: Arquitectura del s. xx (1999). Las segundas exploraban la
relación de la arquitectura con la pintura (A propósito de Arquitectura y Pintura,
1991), la fotografía (Mirando la Ciudad. Photoespaña 1998, 1998) e, incluso, con
aproximaciones más performativas (Ciclo Performances, 1999). Al mismo tiempo,
se incidió en la necesidad de exportar exposiciones de producción propia, como
las vinculadas a las bienales de arquitectura española, además de incluir en su
programación muestras como las de los concursos EUROPAN o los Premios Mies
van der Rohe de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea. A todo ello
se sumó, a finales de los años noventa, la creación de ciclos, seminarios y talleres
que pronto se convirtieron en citas imprescindibles para toda persona interesada
en la arquitectura.
A lo largo de esta segunda década de vida de ‘La Arquería’ también se rea-
lizaron importantes obras de adecuación. En 1995 se llevaron a cabo algunas
intervenciones que afectaron, una vez más, a las escaleras. En 1998 se acometió
una considerable ampliación de la zona de acceso, fruto de la cual se crearon dos
nuevas salas dedicadas, respectivamente, a Matilde Ucelay (Sánchez de Madariaga,
2012, 2022; Vílchez, 2014), primera mujer titulada en arquitectura en España —en
1936 y, posteriormente, inhabilitada por el franquismo— y a Félix Candela como
representante de tantos arquitectos que, tras la Guerra Civil, se vieron forzados
al exilio. La última actualización del espacio de ‘La Arquería’ se ejecutó en 2003
con objeto de implantar allí el Centro de Documentación de la Arquitectura Con-
temporánea Española y, aunque este fue un proyecto frustrado, las obras previstas
finalmente dieron lugar a la nueva gran sala de exposiciones, un trabajo firmado
por los arquitectos Jesús Aparicio y Héctor Fernández Elorza. Su actuación se desa-
rrolló en el nivel bajo rasante correspondiente a un tramo sin uso del antiguo túnel
de metro que fue integrado en el espacio expositivo conservando su espectacular
bóveda de hormigón armado. Allí se ubicó una sala polivalente (Sala Zuazo), un
aulario y una zona de archivo y consulta (figura 5). Recientemente, ‘La Arquería’
se ha convertido en la sede permanente de la colección de arte contemporáneo de la
Fundación ENAIRE, entidad pública empresarial que gestiona la navegación aérea
en España. Tras la rehabilitación y readscripción de sus espacios como centro de
arte y de arquitectura, ‘La Arquería’ fue reinaugurada en enero de 2023. Aunque
la Fundación ENAIRE declara que su intención es que esta sala “siga albergando

Luis Fernández Galiano (Arquitectura Viva y AV Monografías), en los años noventa, la primera no
dejaba dudas sobre su carácter profesional, mientras que los círculos de la segunda se esmeraban por
mantener un estudiado equilibro entre la academia —más aparente que real, pues solo comparece
en dos bases de datos especializadas— y la profesión.
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MUJERES QUE (SE) EXPONEN: DISCURSOS, SIGNIFICADOS, PRÁCTICAS... 501

iniciativas que fomenten la difusión, promoción e investigación del patrimonio


arquitectónico” 9, habrá que seguir la evolución de sus programas en esta nueva
etapa para descubrir qué destino aguarda realmente a la actividad arquitectónica
que, desde el acristalamiento parcial de estas arcadas en 1982, ha dotado de carácter
a este monumental corredor urbano.

Fig. 5.—Secciones y plantas de la sala de exposiciones ‘La Arquería’, Nuevos Ministerios. Leyenda:
1. Sala Alejandro de la Sota; 2. Sala Félix Candela; 3. Sala Matilde Ucelay; 4. Sala José Luis Sert;
5. Sala Secundino Zuazo; 6. Aulario. Fuente: NAVARRO DE PABLOS, Francisco Javier (2016):
Exposiciones y Muestras de arquitectura impulsadas por el Ministerio de Fomento y sus predecesores,
montaje a partir de materiales en pp. 35, 37-39.

9. Con respecto a esta declaración, puede consultarse la información disponible en la página


web de la Fundación ENAIRE: https://fundacionenaire.es/sede/la-arqueria-de-nuevos-ministerios/.
Véase también la nota de prensa oficial donde, tras la reapertura de ‘La Arquería’, el 30 de enero
de 2023, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, bajo los auspicios de la nueva
Ley de Calidad de la Arquitectura (Ley 9/2022), manifestaba sus aspiraciones ante el futuro signi-
ficado de este espacio que se desea aún más emblemático para la cultura de la capital de España:
https://fundacionenaire.es/actividad/la-arqueria-madrid-nuevo-espacio/
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En lo relativo a las exposiciones del nuevo milenio, en la primera década del


siglo xxi se organizaron un total de 58 muestras que continuaron ampliando el
espectro y enfoque de sus temas, así como las series de ciclos relacionados con
concursos, bienales y eventos corales, sin que por ello se alterase la programación
de grandes celebraciones de personalidades y antologías individuales de figuras
históricas de la arquitectura, todavía casi exclusivamente masculinas: Le Cor-
busier (2000), Luis Moya (2000), Konstantín Mélnikov (2001), Antonio Lamela
(2005) o Rafael Aburto (2005), por citar algunos casos. Más bien al contrario, a
lo largo de esos años de bonanza económica y políticas culturales neoliberales,
esta sala parecer reforzar un entendimiento objetual y ensimismado de la arqui-
tectura que, como disciplina al servicio del poder, sirve de instrumento para la
producción de mitos y la fabricación de prestigio social a una élite de profesionales
que, aupados y retroalimentados por determinados círculos académicos y mediá-
ticos, aspiran a ser parte del star system arquitectónico y perpetuar las jerarquías
del patriarcado, como denunciara un siempre comprometido Carlos Hernández
Pezzi (2014: 70).
A pesar de todo, se detectan algunas producciones propias que, poco a poco,
constatan el cambio de paradigma finisecular y adelantan algunos de los plan-
teamientos que serían centrales tras la recesión que se avecinaba. Arquitecturas
Ausentes (2004), por ejemplo, proponía una investigación histórica sobre proyec-
tos desaparecidos o futuros perdidos (Fisher, 2017) cuya recuperación permitía
reflexionar sobre el tiempo y la memoria. Por su parte, Arquitecturas Desplazadas
(2007) era una aproximación, a modo de homenaje, a otro tipo de futuros perdi-
dos, en este caso, los asociados con las trayectorias cercenadas de los arquitectos
españoles exiliados tras la Guerra Civil.
Tras 2008, a medida que la crisis económica mundial volatilizaba toda actividad
constructora en España y sacudía el tablero de la arquitectura nacional, conmocio-
nada durante al menos un lustro, las exposiciones de ‘La Arquería’, financiadas con
unos cada vez más escasos fondos públicos, se redujeron drásticamente. Las pocas
que pudieron llegar a materializarse reorientaron sus prioridades bajo la urgencia
de plantear revisiones y aportaciones críticas que pudieran arrojar algo de luz en
mitad de aquella sacudida histórica que fragmentó el ejercicio profesional en múl-
tiples prácticas y disoció para siempre la palabra arquitecto de su propia etimología,
género y número tradicionales: ἀρχι (archi: ser el primero, quien manda) y τέκτων
(tecton: el que construye). Ello explica la mayor cantidad de exposiciones dedicadas
a autorías colectivas y problemáticas sociales como la vivienda, los equipamientos
públicos y el espacio común: Reflexiones. El corredor en la vivienda colectiva
(2009) y La vivienda protegida. Historia de una necesidad (2010), entre otras.
También en esos años, forzosamente más experimentales, se introdujeron nuevos
formatos expositivos y de catálogo, como el vídeo, el cortometraje y los soportes
digitales. A partir de 2010, con un número de muestras cada vez más exiguo —en
toda la década siguiente se montaron poco más de dos decenas de exposiciones—
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es especialmente evidente cómo el esfuerzo curatorial se dirige ya claramente a


ampliar, descentralizar y complejizar el discurso arquitectónico.

3.—Las mujeres en ‘La Arquería’: ellas exhiben

Si el objetivo de este artículo fuese dar cuenta de las arquitectas que han sido
protagonistas o, al menos, que han podido mostrar con ciertas garantías de visibi-
lidad su trabajo en solitario en este espacio expositivo, el resultado no podría ser
más decepcionante: a lo largo de la historia de ‘La Arquería’ solo hay constancia
de una exposición individual dedicada monográficamente a una mujer, y no pre-
cisamente arquitecta, sino fotógrafa de arquitectura: Margherita Spiluttini. En
2006, esta artista austriaca presentó su obra en una muestra titulada Margherita
Spiluttini. Atlas Austria, producida en colaboración con el Architekturzentrum de
Viena. Bajo la coordinación de Catarina Ritter, esta antología presentaba el paisaje
y la arquitectura de aquel país a través de su mirada a obras de arquitectos como
Herzog & De Meuron o Coop Himmelb(l)au, es decir, el prestigio profesional de
Spiluttini quedaba indefectiblemente unido al de estos grandes nombres masculinos
que ella misma construía a través de su objetivo.
No obstante, con independencia del interés per se de esta sensible cronista
visual de los engranajes de la naturaleza y del tiempo, esta investigación halla
otras recompensas cuando se analizan eventos como la exposición Construir desde
el interior. La muestra merece atención especial porque habla por sí sola de los
intereses y aspiraciones de muchas arquitectas —y, por ende, de buena parte de
la profesión en los primeros años del nuevo milenio— que deseaban encontrar en
otras mujeres referentes para sus propias carreras. Construir desde el interior,
comisariada y diseñada en 2000 por las arquitectas españolas Cristina García-
Rosales y Ana Estirado Gorría (García-Rosales y Estirado Gorría, 2000), ponía
el foco en las trayectorias de mujeres fundamentales, ubicuas y, sin embargo,
silenciadas u olvidadas en favor del trabajo de sus compañeros varones, es decir,
hablaba de esos “fantasmas de la arquitectura moderna”, como las ha denominado
Beatriz Colomina (2018). Para ello, la muestra reunía, por primera vez en España,
obras de 35 arquitectas pioneras de distintas generaciones y procedencias, entre
ellas, figuras como Eileen Gray, Lilly Reich, Grethe Schütte-Lihotzky, Margaret
Macdonald o Aino Marsio, a las cuales se reivindicaba como autoras o coautoras
de edificios y proyectos imprescindibles del siglo xx, a la vez que se vindicaba la
igualdad de oportunidades laborales para sus sucesoras. Sus respectivos legados,
reveladores de su talento como creadoras, pero, sobre todo, de la singularidad
de sus miradas y preocupación por temas hasta entonces considerados menores,
fueron agrupados en las varias secciones temáticas que organizaban la exposición:
la casa, lo cotidiano, la escuela, la convivencia, el trabajo, la alegría, el lugar, la
memoria, el partir o el renacer (figura 6).
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García-Rosales y Estirado, las dos principales responsables de aquel evento


instituyente, forman parte del grupo de mujeres fundadoras de la asociación La
mujer construye. Establecida en 1995 con el objetivo de reclamar un lugar para
las mujeres en el panorama arquitectónico español, este colectivo se ha definido
como un proyecto cultural abierto, múltiple y solidario que nació para apoyar,
difundir y promocionar la arquitectura dentro de la sociedad y reflexionar sobre
el rol de las arquitectas en el diseño y habitación de los espacios construidos (La
mujer construye, 2010).
Por un lado, incidiendo en su dimensión más política, además de poner el foco
en la obra de arquitectas históricas, aquella exposición precursora y de referencia,
a través de su contenido y enfoque, desvelaba cómo los significados atribuidos a
la arquitectura (Muxí, 2022) y los discursos hegemónicos de la historiografía mo-
derna (Arias Laurino, 2018; Pérez-Moreno, 2021), tanto internacional (Frampton,
1996; Benévolo, 1994, etc.) como española (Baldellou y Capitel, 1995; Urrutia,
2003; Ruiz Cabrero, 2001), siempre habían sido producidos en clave masculina.
Por otro lado, apostando por una selección plural y diversa, en el fondo y en
las formas, en buena medida esta fue resultado de los seminarios que ellas mismas
organizaron, en los años 1997 y 1998, en la Universidad de Alcalá de Henares
(García-Rosales y Estirado, 1998). En aquellos encuentros, García-Rosales y
Estirado invitaron a arquitectas en activo como Carmen Espegel, Roser Amadó i
Cercos, Anna Bofill, Rosa Cervera o Inma Jansana, quienes pudieron compartir
experiencias, tanto desde la reflexión sobre sus propias prácticas profesionales y
debates en torno a sus principales inquietudes (la vivienda, el espacio público y la
intervención en el patrimonio edificado), como desde sus aportaciones académicas
a la docencia y la investigación histórica y contemporánea de la arquitectura, lo
que generó una valiosa red de apoyo y participación.
Poco después de su instalación en ‘La Arquería’, Construir desde el interior
fue revisada y ampliada para su circulación por otras ciudades españolas y euro-
peas, llegando a incluir el trabajo de 60 arquitectas procedentes de España, Líbano,
Italia y Países Bajos, el cual fue presentado con el título, homónimo de la propia
asociación, Women Who Build (figura 6). Desde entonces, ambas comisarias han
continuado su activismo en diversos foros como Mujeres construyendo el siglo xxi
(2007), impulsado desde el Ayuntamiento de Bilbao, o en nuevas exposiciones
como Construir en paridad, ciudad, arquitectura, construcción y mujeres (2004),
organizada por el Instituto Andaluz de la Mujer (figura 6).
La inusitada importancia que la mujer cobró en la muestra de García-Rosales
y Estirado contrasta con la limitada presencia de arquitectas en otras exposiciones
de ‘La Arquería’. En efecto, como se verá a continuación, aunque esta fue incre-
mentándose en los primeros años del nuevo siglo, su obra, en solitario o con sus
socios, siempre se ha mostrado en eventos colectivos.
En los inicios de esta sala, la primera producción de autoría femenina que es
posible identificar llegó de la mano de la arquitecta italiana Gae Aulenti (1927-
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Fig. 6.—Construir desde el interior, exposición comisariada y diseñada por las arquitectas españo-
las Cristina García-Rosales y Ana Estirado Gorría, 2000 (izquierda). La mujer construye, muestra
internacional itinerante a cargo de Cristina García-Rosales, 2007 (centro). Portada del catálogo de la
exposición Construir en paridad, también coordinada por García-Rosales para el Instituto Andaluz de
la Mujer, 2004 (derecha). Fuente: NAVARRO DE PABLOS, Francisco Javier (2016): Exposiciones y
Muestras de arquitectura impulsadas por el Ministerio de Fomento y sus predecesores, p. 333 y Cristina
García-Rosales (vía entrada en el blog un día una arquitecta, post a cargo de Daniela Arias Laurino).

2012), la única mujer incluida en la exposición Follies. Arquitectura para el


paisaje de finales del siglo xx (Archer y Vidler, 1984), realizada en colaboración
con la Galería Leo Castelli de Nueva York y que, tras su paso por esa ciudad y
Los Ángeles, llegó a Madrid en 1984. Como miembro de pleno derecho de un
selecto club de estrellas mediáticas, casi todos hombres, Aulenti —quien pocos
años antes había terminado una de sus obras más reconocidas, el Museo de Orsay
de París—, compartía espacio con los grandes nombres propios de la arquitectura
de la época: Emilio Ambasz, Ricardo Bofill, Peter Cook, Peter Eisenman, Frank
Gehry, Michael Graves, Hans Hollein, Arata Isozaki, Rafael Moneo, Paul Rudolph,
o Bernard Tschumi, entre otros de los 19 invitados a celebrar sus caprichos en
aquella cita coyunturalmente postmoderna.
No fue hasta los años noventa cuando varias mujeres arquitectas procedentes
de los dos ámbitos de mayor influencia en la arquitectura española, Madrid y Bar-
celona, pudieron exhibir su trabajo, aunque —de nuevo hay que insistir— siempre
acompañadas de sus socios varones y en exposiciones colectivas. Este sería el
caso de una de las arquitectas españolas de mayor proyección internacional de las
últimas décadas, la recientemente Premio Nacional de Arquitectura (2021) Carme
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Pinós, quien, por entonces, aún estaba vinculada personal y profesionalmente con
Enric Miralles. Ambos participaron en la I Muestra de Arquitectura Española
—posteriormente Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo—, con la Escuela
La Llauna (Badalona) (AA.VV., 1991).
A finales de la década, concretamente en 1998, en la exposición 4 Proyec-
ciones: Amann, Cánovas y Maruri, Jesús Aparicio, Aranguren y Gallegos, Sancho
Madridejos, se distinguía el trabajo de estos cuatro estudios de arquitectura, asenta-
dos en Madrid, de los cuales forman parte las arquitectas Atxu Amann, María José
Aranguren y Sol Madridejos. Todas ellas, docentes en la Escuela Técnica Superior
de Arquitectura de Madrid (ETSAM), habían presentado esta selección de su trabajo
junto a sus compañeros un año antes en la Architectural Association de Londres.
En el año 2000 se organizaron varios ciclos expositivos donde se trataron
nuevos temas ilustrados con la obra de algunas arquitectas (Sandra Giraudi, Helena
Njiric, o la española María José de Blas) aunque, como era habitual, compartiendo
autoría en equipos mixtos. Entre estos eventos, los arquitectos y también profesores
de la ETSAM Javier Frechilla y José Manuel López-Peláez comisariaron Vínculos
al tiempo, al lugar y al cuerpo, y dirigieron asimismo el Ciclo de Arquitecturas
Silenciosas comisariado por los arquitectos Cristina Díaz Moreno y Efrén García
Grinda (estudio amid.cero9) igualmente vinculados con la ETSAM. Este ciclo
proponía una constelación de figuras y obras de la modernidad arquitectónica en la
que Alison Smithson, junto a su marido y socio Peter Smithson, era la única mujer
seleccionada (Frechilla y López-Peláez, 2000). A finales del mismo año 2000, la
6.ª Muestra de Arquitectos Jóvenes Españoles (AA.VV., 2000b), organizada con
la ya desaparecida Fundación Antonio Camuñas, exhibió proyectos de estudios
que entonces podrían considerarse emergentes 10 y donde figuraban arquitectas
que hoy son ya nombres de referencia: Victoria Alonso (aceboxalonso), Carmen
Martínez Arroyo (arroyopemjean) y Dolores Palacios (S&Aa).
La primera década del siglo xxi es expresiva de una nueva realidad: la mayor
incorporación de las mujeres al ejercicio de la arquitectura y a la esfera pública, a
la que en una disciplina y un sector como el de la construcción, tradicionalmente
regidos por un heteropatriarcado propenso al nepotismo, estas pudieron acceder
fundamentalmente a través de convocatorias abiertas de concursos, como EURO-
PAN, y bienales de arquitectura y urbanismo 11. En este sentido, los eventos en ‘La
Arquería’ reflejan en cierta medida —aunque todavía insuficiente— el conside-

10. En Arquitectura se suele emplear el término “emergente” para profesionales menores


de 40 años.
11. Por ejemplo, en la exposición asociada a la VII Bienal de Arquitectura Española (AA.
VV., 2003), cuyo diseño estuvo a cargo de RCR Arquitectes, integrado por los futuros ganadores
del Premio Pritzker 2017 Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta, se exhibieron, entre otras
obras galardonadas, la archipublicada terminal marítima de Yokohama, firmada por el español Ale-
jandro Zaera y la británica Farshid Moussavi. En aquella edición tuvieron un papel protagonista las
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rable incremento de tituladas y, por tanto, de cambio en la profesión (Sánchez de


Madariaga, 2021). El año 2001 arrancaría con el ciclo Cambio Climático, cuya
primera edición se dedicó a la obra reciente del estudio japonés SANAA, liderado
por Kazuyo Sejima, una de las arquitectas más destacadas del panorama interna-
cional y futuro Premio Pritzker —en 2010 sería la segunda mujer en obtener este
preciado galardón—. Asimismo, en 2001, se celebró el seminario Madrid Games
dirigido por la arquitecta Fuensanta Nieto, quien, junto con su socio Enrique So-
bejano y el arquitecto holandés Wiel Arets, organizaron talleres de proyectos con
estudiantes y varias conferencias con motivo de la frustrada candidatura olímpica
de la capital que, por aquellos años, determinaría buena parte del debate local y
las agendas de los grandes estudios, entonces ávidos de participar en una posible
adjudicación de encargos públicos.
En 2005 tendría lugar una de las últimas exposiciones monográficas dedica-
da a la obra más reciente del estudio de arquitectura EMBT, formado por Enric
Miralles, fallecido hacía 5 años, y la arquitecta italiana Benedetta Tagliabue. Su
inauguración estuvo asociada a una mesa redonda moderada por la periodista
especializada en arquitectura Anatxu Zabalbeascoa, en la que participaron, entre
otras, Blanca Lleó y la propia Benedetta Tagliabue.
A partir de ese momento, en ‘La Arquería’ tuvieron cada vez más peso las
exhibiciones temáticas que, alejándose de la celebración de la figura del creador
individual, apostaron por muestras corales, temas de acuciante interés social y una
pluralidad de aproximaciones, posicionamientos y argumentarios sobre los mismos.
En esta línea proliferaron proyectos de autoría femenina presentados igualmente
desde una óptica feminista, como la que definió, en 2007, la exposición itineran-
te Habitar el presente (Montaner y Muxí, 2007) comisariada por la arquitecta
Zaida Muxí junto a Josep María Montaner, con quien compartía la investigación
desarrollada desde el Máster Laboratorio de la Vivienda del Siglo xxi que ambos
dirigían en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Esta muestra, que también
abrió camino hacia una mayor transversalidad de enfoques, incluía obra construida
de arquitectas españolas como Lola Alonso, Carmen Espegel, Mónica Alberola y
Consuelo Martorell o Carmen Martínez Quesada, entre otras (figura 7).
En 2007 también debe resaltarse la citada exposición comisariada por el
catedrático de la ETSAM Manuel Blanco Lage, de larga trayectoria curatorial,
titulada España [f.] Nosotras las ciudades (Blanco, 2006), que, un año antes, había
sido exhibida en la X Bienal de Venecia y, tras su paso por ‘La Arquería’, también
viajó a la Bienal de Shanghái. En ella se mostraban testimonios y trabajos de 100
mujeres, de diversas generaciones y contextos, relacionados con las ciudades
que habitaban. Toda una declaración de intenciones plasmada en un cuidadoso

arquitectas (y sus equipos): Liliana Obal, Pura García Márquez, Fuensanta Nieto, Ángela García de
Paredes, Victoria Acebo, Mercè Berengué y la propia Carme Pigem.
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formato audiovisual que rescataba la experiencia de sus protagonistas. Entre las


seleccionadas estaban arquitectas como Blanca Lleó, Izaskun Chinchilla, Carme
Pinós, Beth Galí, Benedetta Tagliabue, Idoia Otegui o Sara de Giles (figura 7).

Fig. 7.—Exposiciones Habitar el presente. Vivienda en España: sociedad, ciudad, tecnología y


recursos, 2006 (izquierda) y España, [f.]. Nosotras las Ciudades, 2010 (derecha).
Fuentes: Grupo INK y MITMA.

En ese periodo de cambio, se aprecia asimismo una apertura del discurso he-
gemónico, europeo y norteamericano, hacia otras geografías no canónicas, como
el norte de África, el continente asiático o el hemisferio sur, que narraron las
exposiciones Vivir bajo la media luna (2005), Eurasia Extrema (2006), Corea: Re-
inicio (2007), Magia en tierra y el Imperio de Mali (2009), Yusur puentes: paisaje
y arquitectura en Marruecos (2010) o Brasilia 50 años. Medio siglo de la capital
de Brasil (2010). Igualmente, las exposiciones de ‘La Arquería’ se abrieron a otras
tradiciones premodernas, como atestigua la muestra Aprendiendo de lo vernáculo.
Hacia una nueva arquitectura vernácula (2011) y, también, se dio cabida a arquitec-
turas de corto aliento, como Efímeras. Alternativas habitables (2011), comisariada
por Carmen Blasco12, arquitecta y directora del Máster de Arquitectura Efímera de
la ETSAM, que incluía experiencias de Eileen Gray o Future Systems, entre otros
equipos. Efímeras ponía el foco en obras que, por su menor escala y por su renun-
cia a la permanencia como condición que ha sustentado siempre el prestigio de la
arquitectura, habían sido históricamente desatendidas, despreciadas u olvidadas.
Esta fue, en suma, una etapa de revisión y renovación, atenta y preocupada por
incorporar otras sensibilidades, tal como exigían las nuevas directrices marcadas

12. A finales de 2003, también en ‘La Arquería’, Carmen Blasco, profesora en el Departamento
de Ideación Gráfica de la ETSAM, junto con Emilia Hernández Pezzi, profesora de Composición
Arquitectónica en esta misma Escuela madrileña, e Ignacio de las Casas, habían llevado una ex-
posición sobre el arquitecto, urbanista y excepcional dibujante Teodoro Anasagasti, cuyo catálogo
(Hernández Pezzi, 2003), constituye el trabajo de documentación más completo publicado hasta la
fecha sobre este creador vasco de principios del siglo xx.
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desde la Subdirección General de Arquitectura del Ministerio de Vivienda por su


responsable, la arquitecta y urbanista especializada en género, Inés Sánchez de
Madariaga (Gutiérrez-Mozo, Parra-Martínez y Gilsanz-Díaz, 2021).

4.—Agentes culturales, facilitadoras y otras protagonistas invisibles

Tras este recorrido por aquellos episodios, manifiestamente minoritarios en el


conjunto de la producción curatorial de ‘La Arquería’, donde las arquitectas han
podido adquirir visibilidad a través de la exposición de su trabajo, este apartado
abandona el primer plano mediático para centrarse en los entresijos de la institu-
ción y reparar en la agencia, muchas veces imperceptible, de las mujeres que han
concebido, diseñado, coordinado o resuelto el día a día de los eventos celebrados
en este espacio. Igualmente, en este caso, como ocurrió con las arquitectas que
consiguieron exponer, se constatará que su labor y reconocimiento fueron incre-
mentándose con la llegada del siglo xxi.
En efecto, en la primera etapa de ‘La Arquería’, durante los años ochenta,
la única mujer que pudo ejercer algún tipo de responsabilidad en actividades de
comisariado y edición fue la arquitecta norteamericana Martha Thorne, quien, al
principio, actuó siempre bajo la atenta supervisión de Gabriel Allende.
La futura directora ejecutiva del Premio Pritzker de Arquitectura sitúa 13 en
esta experiencia el arranque de sus intereses curatoriales de los que partió una
precursora trayectoria como gestora cultural al máximo nivel 14. Aunque, por su
iniciativa, conocimiento de idiomas y capacidad de liderazgo, Allende delegó
en ella parte del trabajo de dirección y coordinación de varias exposiciones, su
labor al frente de las mismas no contó con acreditación ni reconocimiento algu-
no. Oficialmente, Thorne solo aparece en los créditos de la antología dedicada
a Carlo Scarpa (Allende y Thorne, 1985) (figura 8). Si bien, desde una posición
indefinida se vio implicada, entre otras, en las exposiciones monográficas de R.
M. Schindler (1984), William Morris (1984) y Aldo Rossi (1986) (Thorne, 2018,
114). Tras su salida de ‘La Arquería’, en 1987, Blanca Sánchez Velasco tomó su
relevo en la coordinación de la muestra Arquitectura en Regiones Devastadas y
su correspondiente publicación (Sánchez Velasco, 1987).

13. Entrevista de las autoras con Martha Thorne, septiembre de 2021.


14. Desde 1996 hasta 2005, Martha Thorne actuó como comisaria en el Departamento de
Arquitectura del Art Institute de Chicago. También ha sido miembro del Consejo del Patronato de la
Graham Foundation for Advanced Studies y del Consejo Asesor del International Archive of Women in
Architecture. Actualmente, es decana del IE School of Architecture and Design en Madrid y Segovia.
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Fig. 8.—Exposición Carlo Scarpa. Obra completa, 1985, vista de su instalación en ‘La Arquería’
(izquierda) y portada del catálogo de la muestra (derecha). Fuente: NAVARRO DE PABLOS,
Francisco Javier (2016): Exposiciones y Muestras de arquitectura impulsadas por el Ministerio de
Fomento y sus predecesores, p. 69, y página web del estudio de Gabriel Allende (http://www.allen-
dearquitectos.com/noticias/?p=4293).

Tras este periodo de aprendizaje y hasta su marcha a los Estados Unidos,


Martha Thorne colaboró activamente con otras instituciones madrileñas, como el
Centro Cultural Conde Duque, donde, en 1992, coordinó la exposición Visiones
para Madrid: cinco ideas arquitectónicas, o el Círculo de Bellas Artes, para el
que comisarió Museos y arquitectura: nuevas perspectivas, inaugurada en 1994.
Habría que esperar más de una década, hasta finales de los años noventa, para
hallar a otras mujeres con una mayor asunción de responsabilidades en ‘La Arque-
ría’. Por lo cuantitativo y cualitativo de su producción, de nuevo es imprescindible
reparar en la figura de Ariadna Cantis, quien, a través de su colaboración con el
Ministerio de Fomento, desplegó una intensa actividad en este espacio expositivo.
Su vinculación a la sala comenzó en 1999 con el ciclo Nombres, que constó de
12 ediciones. En estos eventos difundía contenidos diversos, mayoritariamente
asociados a concursos recientes de arquitectura15. Cantis fue una pieza clave en la
programación de ‘La Arquería’ a principios del nuevo milenio, ya que su desem-

15. Los contenidos incluían, entre otros, el material del proyecto ganador del concurso in-
ternacional para la construcción de la terminal marítima de Yokohama; obras de jóvenes estudios
de arquitectura —Cristina Díaz Moreno y Efrén García, Mercè Berengué y Miguel Roldán o Judith
Leclerc y Jaime Coll, por citar algunos—; concursos recientes como el de la ciudad de la justicia de
Valencia; proyectos ganadores de EUROPAN como el de Ceuta —a cargo de José Morales, Sara de
Giles y Juan González— o propuestas para el puerto de Cartagena.
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peño como asesora del Ministerio de Vivienda y su capacidad para movilizar la


colaboración institucional facilitaron la itinerancia nacional e internacional de las
exposiciones auspiciadas desde la Dirección General de Arquitectura del Ministerio
de Fomento. Desde los inicios de su carrera, su personal modo de trabajar conec-
tando rápidamente diversos agentes y diferentes públicos, tanto en España como
en América Latina, ha sido el sello de una trayectoria orientada a la consultoría y
difusión de la arquitectura (Gilsanz-Díaz, 2021). Posteriormente, el éxito de sus
innovadoras estrategias de comunicación le permitió fundar su propia agencia es-
pecializada. Su dominio de los medios y, más recientemente, de las redes sociales
para adecuarse a nuevos contextos, necesidades y formatos, le han convertido en
una referencia en la producción de contenidos culturales a través de exposiciones,
plataformas y acontecimientos que han tenido una gran influencia en la recepción
de la arquitectura contemporánea española.
Por ejemplo, en los primeros años del siglo xxi, estuvo al frente de la muestra
São Paulo/300mm (2008), junto con Alexandre Cafcalas. Esta instalación, plan-
teada como un dispositivo transmediático de inmersión sensorial en la compleja
realidad urbana y la cotidianeidad de esa ciudad brasileña a través de tecnologías
low cost y una apropiación de técnicas de marketing sobre el que el propio espacio
expositivo pretendía reflexionar, fue diseñada por otro arquitecto que ya entonces
se consolidaba como una de las voces más originales y con mayor proyección del
panorama español, Andrés Jaque (Office for Political Innovation) (figura 9), con
quien Ariadna Cantis ha colaborado en numerosas ocasiones. Ese mismo año,
Cantis también se hizo cargo de la conceptualización y montaje de 5 paisajes × 50
años (2008). Encargada por el Ministerio de Vivienda y la Sociedad Estatal para
Exposiciones Internacionales, esta muestra, igualmente crítica con los modelos de
desarrollo económico y social vigentes, proponía un relato visual de las transforma-
ciones morfológicas sufridas por el territorio de cinco municipios españoles bajo
la presión urbanizadora de las últimas décadas (1956-2006): Madrid, Barcelona,
Alicante, Murcia y Córdoba.
A pesar de la importancia de la labor curatorial desempeñada por Martha
Thorne y Ariadna Cantis en sus respectivas épocas, junto a las que podría citarse
también la asistencia de Clara Maestre 16, las colaboraciones de largo recorrido
con otras arquitectas no han sido la tónica habitual en ‘La Arquería’. Al contra-
rio, Thorne y Cantis constituyen una excepción frente a la práctica generalizada
de encargar acciones de comisariado puntuales o proyectos de diseño expositivo
concretos, casi siempre directamente y sin mediación de concurso público.

16. Maestre, responsable del diseño del III Festival de vídeo y arquitectura y coautora del
proyecto expositivo para la muestra Hábitats, tectónicas, paisajes (2002), fue colaboradora en la
coordinación de exposiciones de arquitectura en esta sala durante 13 años, desde 1989 hasta 2002.
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Fig. 9.—Exposición São Paulo/300mm, 2008. Fuente: Office for Political Innovation.

Entre algunas de estas propuestas curatoriales puede señalarse, en 1998, la


responsabilidad como comisaria de la muestra Portugal Arquitecturas siglo xx por
parte de la arquitecta portuguesa y futura presidenta de Docomomo Internacional
Ana Tostões, cuyo montaje recayó en Beatriz Matos y Alberto Castillo, colabo-
radores frecuentes en los montajes de ‘La Arquería’. Un año más tarde, en 1999,
Blanca Lleó, junto con la diseñadora Ana García de Vera, en colaboración con
Rafael Bescós y Carlo Alberto Maggiore, llevaron a cabo la muestra dedicada al
arquitecto milanés Ignazio Gardella, en la cual ambas mujeres se ocuparon de su
diseño expositivo. Asimismo, en el año 2000, María Cristina García Pérez, junto a
Félix Cabrero Garrido, se ocupó del evento y monografías dedicados al arquitecto
y urbanista Casto Fernández Shaw (García Pérez y Cabrero Garrido, 2000).
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En la siguiente década, la figura de la arquitecta y galerista de arte Soledad del


Pino también dejó su impronta con diversas exposiciones sobre arte y fotografía en
‘La Arquería’. Entre ellas las promovidas en el Ciclo Estaciones (2005), planteado
con Ángel Fernández Alba en colaboración con el Museo de Diseño de Helsinki,
el Museo de Arquitectura Finlandesa y el Museo de Arquitectura de Suecia, que
abordaba las relaciones entre arquitectura, industria y diseño textil. Del Pino ya
había trabajado anteriormente con Fernández Alba, y ambos junto al arquitecto fin-
landés Juhani Pallasmaa, en el montaje de Tapio Wirkkala. Ojo, mano y pensamiento
(AA.VV., 2004), comisariada en colaboración con la arquitecta Kiani Wamsteker.
Y volvería a hacerlo en 2009, con una muestra colectiva, Venecia en Madrid: De
lo construido a la arquitectura sin papel, que daba cuenta de las arquitecturas del
Pabellón de España de la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2008.
No obstante, la principal participación de las arquitectas en ‘La Arquería’ no
ha estado en el ámbito curatorial o en el de la gestión cultural, sino en aquellos
encargos vinculados al diseño expositivo y la adecuación de sus espacios. En
esta circunstancia se han encontrado, ya desde los años ochenta, profesionales
como María José Aranguren (aranguren+gallegos) implicada en el montaje de la
exposición sobre el constructivismo soviético, en 1986, y, de nuevo, en 1994, en
otra muestra sobre el controvertido Santiago Calatrava, a quien, en su momento,
‘La Arquería’ contribuyó a encumbrar; y, también, Carmen Isasa (junto a Xavier
Monteys), quien hizo lo propio en la muestra titulada Arquitectura de los años 50
en Barcelona, realizada en colaboración con el Colegio Oficial de Arquitectos de
Cataluña e inaugurada en 1988.
En los años noventa y, sobre todo 2000, el incremento de la presencia feme-
nina en ‘La Arquería’ también tuvo su reflejo en un mayor acceso a encargos de
diseño expositivo, aunque frecuentemente en colaboración con sus socios de es-
tudio. Así, por ejemplo, en 1995, Fuensanta Nieto (Nieto y Sobejano) transformó
el espacio de la sala en un laberinto metafórico hasta Can Lis, la mítica casa de
Utzon en Mallorca, para la muestra Jørn Utzon y cinco maestros nórdicos (AA.
VV., 1995), en la que participó Dolores Artigas. Asimismo, el año siguiente, Pilar
Briales (Solans, Briales y del Amo Arquitectos) estuvo al frente del montaje que
exhibió en Madrid la polifacética obra de Gerrit Rietveld y, en 1999, Begoña Díaz
Urgorri, asumió el diseño de la antología dedicada a los californianos Morphosis,
con quienes desarrollaba un proyecto de vivienda colectiva promovido por la
Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid que, años después, generaría una
gran polémica (Linde, 2009). También en 1999, año del centenario de Eduardo
Torroja, Pilar Chías (junto a su compañero Tomás Abad) se hizo cargo de poner
en escena el legado de este ingeniero español. Y de esos años data la primera y
única edición del Festival internacional de infoarquitectura (1997) proyectado por
Karin Ohlenschläger, crítica y comisaria especializada en arte contemporáneo y
nuevas tecnologías, que fue invitada junto con Gabriel Allende. De algún modo,
este festival anunciaba la revolución tecnológica que estaba irrumpiendo en la
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disciplina; para lo cual recreaba una atmósfera de ciencia ficción a través de una
realidad virtual que animaba a la interacción del público.
Desde el 2000 proliferaron ya mucho más decididamente los montajes reali-
zados por arquitectas, entre ellas, Consuelo Martorell y Mónica Alberola, ambas
docentes en la ETSAM, que estuvieron al frente de la muestra sobre Luis Moya;
también la alemana afincada en España Andrea Buchner, con Arquitectura del Si-
glo xx: España, que recogía la representación nacional en la Exposición Universal
de Hannover; o la arquitecta especializada en interiorismo Marta Rodríguez Ariño,
encargada del diseño de la exposición comisariada por Carlos Sambricio Un siglo
de vivienda social (2003), por esbozar mínimamente una lista mucho más extensa
de colaboraciones en este ámbito.
Pero, además de exposiciones, en el nuevo siglo ‘La Arquería’ acogió nume-
rosas actividades culturales relacionadas con la arquitectura y el urbanismo, como
el Seminario Producción de Ciudad (2000) bajo la dirección de Diana Agrest y
Mario Gandelosonas, una reflexión académica internacional sobre la expansión de
Madrid; o el taller interdisciplinar 7 Ideas de belleza (2005), a cuyo frente estaba la
arquitecta Paloma Gómez Marín, entonces coordinadora de exposiciones y eventos
culturales del Ministerio de Fomento y responsable de la Bienal de Venecia de 2002.
De cualquier forma, si algo constata este listado de colaboraciones, año tras
año, es la primacía en los encargos de tareas de comisariado o montaje expositivo
a docentes de la Escuela de Arquitectura de Madrid; y no solo en ‘La Arquería’, sino
en tantos otros certámenes dependientes del Gobierno de España, como las bienales
y pabellones internacionales, donde, quizás, el hito que marcó el final de una época
puede situarse en el trabajo de Cristina Díaz y Efrén García como máximos respon-
sables de la dirección y diseño de la VIII Bienal de Arquitectura Española (2005).
En efecto, en este itinerario por los eventos mediáticos que jalonaron el cambio
de siglo y cuyos principales agentes casi siempre habían orbitado alrededor de los
focos capitalinos de producción de cultura arquitectónica, es, precisamente hacia
mediados de esa década, cuando irrumpen otras voces más escépticas que invitan
a mirar hacia las periferias para cuestionar muchas de las categorías propuestas,
si no impuestas, desde el centro. Entre ellas, María Elia Gutiérrez Mozo, desde la
Universidad de Alicante, en la Bienal Iberoamericana (2006, 2008 y 2010), Lola
Alonso Vera, también desde Alicante, en la VIII Bienal Española de Arquitectura
y Urbanismo (2005), y Flora Pescador, desde Las Palmas, en la IX edición de este
mismo certamen (2007). Estas miradas, más plurales, diversas y descentralizadoras,
tanto en los temas como en la procedencia de las personas involucradas, fueron
posibles, en buena medida, gracias a la gestión llevada a cabo por la arquitecta, in-
vestigadora y docente Inés Sánchez de Madariaga 17, primero desde la Subdirección

17. Su ejemplar trayectoria le ha hecho merecedora del primer Premio Matilde Ucelay del
MITMA, un galardón que reconoce la labor en favor de la igualdad entre hombres y mujeres en el
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General de Arquitectura del Ministerio de Vivienda, cargo que desempeñó entre


2005 y 2007 y, después, desde la dirección de la Unidad de Mujeres y Ciencia,
entre 2009 y 2014, tanto en el Gabinete de la Ministra de Ciencia e Innovación
como, más tarde, de la Secretaría de Estado (Gutiérrez-Mozo, Parra-Martínez y
Gilsanz-Díaz, 2021: 109). Su decidida apuesta por ofrecer nuevas perspectivas en
la arquitectura y el urbanismo abrió camino hacia otras maneras y aproximaciones
de entender la disciplina, entre las que destaca su lucha a favor de la igualdad y la
inclusión de la perspectiva de género (Sánchez de Madariaga, 2004 y 2009; Sánchez
de Madariaga, Bruquetas Callejo y Ruiz Sánchez, 2004; Sánchez de Madariaga y
Roberts, 2013; Sánchez de Madariaga y Novella Abril, 2021).
En esta línea de apertura de discursos promovida bajo la dirección de Sánchez
de Madariaga —en la que, entre otras, hay situar la citada muestra España [f.].
Nosotras las ciudades— se explica el planteamiento de exposiciones dedicadas a
la cultura árabe, por parte de Isabel Cerbeto (Vivienda bajo la media luna. Cultu-
ras domésticas del mundo árabe, 2005) (figura 10), o a países africanos, a cargo
de Ivone de Souza (Magia en la tierra y el imperio Mali, 2009). Y, también, la
emergencia de intereses sociales vinculados a la técnica, como dejaba constancia la
muestra Mater in Progress, nuevos materiales, nuevas industrias (2009) comisaria-
da por Giorgina Curto, diseñada por Valerie Veganon e impulsada en colaboración
con FAD. Asimismo, se explica la necesidad de dar cabida a posicionamientos
más críticos, como el evento La explosión de la ciudad (2006), diseñada por la

Fig. 10.—Exposiciones Vivienda bajo la media luna. Culturas domésticas del mundo árabe, 2005.
Ángel Baltanás (izquierda) y Arquitecturas Desplazadas, 2007 (derecha). Fuentes: NAVARRO DE
PABLOS, Francisco Javier (2016). Exposiciones y Muestras de arquitectura impulsadas por el
Ministerio de Fomento y sus predecesores, p. 416, y CB estudio.

ámbito de las competencias de este Ministerio (Gutiérrez-Mozo, Parra-Martínez y Gilsanz-Díaz,


2021:109).
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arquitecta Lorena Vecslir, que indagaba en las consecuencias negativas del boom
inmobiliario de esos años en varias ciudades europeas, entre ellas San Sebastián,
Valencia, Barcelona y Madrid; o la también citada exposición itinerante Arquitec-
turas Desplazadas (2007) sobre el exilio arquitectónico español (Vicente, 2008)
(figura 10). Todas ellas son expresivas de un periodo político y de una gestión
cultural e institucional que, durante algunos años, alteró la ensimismada agenda
disciplinar de ‘La Arquería’ para no perder la oportunidad de dar oportunidades
(Gutiérrez-Mozo, Parra-Martínez y Gilsanz-Díaz, 2020).

5.—Reflexiones finales

Ahora que, según se desprende de las últimas noticias, el futuro arquitectónico


de ‘La Arquería’ se antoja más incierto, los distintos recorridos emprendidos por
este artículo a través de su actividad curatorial, evidencian que, a lo largo de sus
casi cuarenta años de existencia, este espacio expositivo, auténtica piedra angular
de la cultura arquitectónica española de la postmodernidad, se ha consolidado, más
que como un foco de conocimiento 18, como una eficaz plataforma de validación
de trayectorias históricas y consagración de nombres propios, casi todos ellos de
varones. No obstante, a pesar de haber contribuido significativamente a catapultar al
éxito mediático a aquellos arquitectos que han sido invitados a exponer o participar
en él, no es menos cierto que, en sus últimos años, bien por razones coyunturales
(la crisis económica de 2008), bien por el empeño de mujeres que han asumido
sus responsabilidades públicas desde un compromiso intelectual y social con la
diversidad (fundamentalmente, Inés Sánchez de Madariaga), las exposiciones de
arquitectura en España y, en concreto, las exhibidas en esta sala, se han abierto a
otras experiencias y propuestas disconformes con cualquier postulado hegemónico
o idea de centralidad, ya sea interpelando desde una crítica territorial, de género o
de generación. Aun así, esta sala no ha dejado de ser una prolongación de la Escuela
de Arquitectura de Madrid, cuyos intereses han permeado los temas, enfoques y
hasta las personas mismas que han sido parte de su historia.
Asimismo, este puzle de archivos incompletos, hemeroteca e investigación
bibliográfica también ha dejado constancia de la menor presencia e, incluso, en
ocasiones, la clamorosa ausencia, de mujeres en tareas de comisariado, gestión

18. La falta de un archivo o de un mínimo centro de documentación asociado a ‘La Arquería’


es elocuente de unas prioridades que apuntan más a la divulgación que a una auténtica producción
y difusión de conocimiento. En este sentido, el hecho de que el dossier inédito propiedad del Minis-
terio de Fomento sobre la actividad de esta sala (Navarro de Pablos en 2016) —ampliamente citado
a lo largo de este trabajo— constituya una de las escasas fuentes documentales donde se recopilan
fotografías de exposiciones ya históricas atestigua la fragilidad de este legado.
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y diseño de montajes expositivos en ‘La Arquería’, donde solo pudieron cobrar


una mayor agencia bajo el amparo de las directrices ministeriales de igualdad
de oportunidades impulsadas a mediados de los años 2000. En efecto, en etapas
anteriores, como las de Ariadna Cantis, a finales de los noventa, y Martha Thorne,
en los ochenta, las autorías se diluyen, siendo aún más borrosas en el caso de
las colaboradoras, como Blanca Sánchez Velasco o Clara Maestre, cuyas voces
muchas veces se pierden entre los relatos dirigidos de una programación oficial.
En este sentido, cuando se comprende que los museos, las galerías de arte y
las salas de exposiciones no son dispositivos neutros, sino aparatos performativos
que producen el objeto mismo que tratan de describir y al público que pretenden
representar (Preciado, 2019; Rodovalho, González y Pérez Ibáñez, 2021), en un
momento de involución cultural como el actual, saltan todas las alarmas cuando
prácticas, discursos y actitudes que se creían superadas, parecen regresar al pa-
radigma académico, profesional y mediático de los años ochenta, es decir, a una
disciplina —en todos los sentidos del término— tutelada paternalmente por figuras
masculinas de autoridad. Precisamente, por esas mismas a las que rinden tributo
bustos insignes como los que ahora exhibe, desempolvados y en riguroso blanco
y negro, la reciente colección “Retratos” editada por Arquitectura Viva (Fernández
Galiano, 2021): volvemos a donde nunca debimos ni quisimos estar.

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