Act.4 Modificacion Conductual Ante Trastorno.

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NOMBRE DE LA ALUMNA:

Claudia Raquel Sanchez Ruiz

MATRICULA:
146130

GRUPO:
LP59

NOMBRE DE LA MATERIA:
(26) MODIFICACIÓN CONDUCTUAL

NOMBRE DEL DOCENTE:


Doc. Alberto Moreno Rodríguez.

*Actividad 4.
Diseño de un plan de modificación conductual ante un trastorno.
Caso de estudio.
DATOS DE FILIACIÓN
Nombre: Helen
Edad: 31 años
Fecha de Nacimiento: 10/04/1987
Lugar de Nacimiento: Veracruz, ver. México.
Grado de Instrucción: Secundaria completa
Ocupación: Operaria de Producción
Estado Civil: Soltera
Lugar de Residencia: Veracruz, puerto.
Referente: La paciente
Motivo de evaluación: Área de Pensamiento, Inteligencia y
Personalidad
Fechas de Evaluación: 03/06/2023
Informante: La paciente

MOTIVO DE CONSULTA
La paciente acude a consulta refiriendo que desde hace diez meses le vienen a la cabeza
una serie de pensamientos, ideas e imágenes que le incomodan durante gran parte del
día. Ella reconoce estos pensamientos como propios de su mente; sin embargo, indica
que le generan malestar pues son ideas 44 que ella considera horribles y aversivas. Estas
ideas intrusivas están referidas al cuestionamiento de su orientación sexual, pues la
paciente manifiesta que a pesar de ella reconocerse como una persona heterosexual y no
sentir atracción sexual por personas de su mismo sexo, le vienen pensamientos tales
como “Soy lesbiana”, “Me puedo volver lesbiana”, “¿Qué pasaría si me enamoro de una
mujer?” “Te has enamorado de tu amiga”. Asimismo, imagina que está besando a alguna
mujer desconocida o a su compañera de trabajo, lo cual le genera malestar significativo
ya que la paciente trata de luchar contra esas ideas al considerarlas inadecuadas y se
repite a sí misma que ella no es lesbiana, pues siente atracción y siempre ha tenido
parejas del sexo opuesto. Sin embargo, esto no suele tener mucha efectividad ya que
logra reducir temporalmente el pensamiento intrusivo y la ansiedad desencadenada, pero
en otro momento del día éstos vuelven a aparecer. Por otro lado, la paciente indica que en
ocasiones en la mañana suele dudar de haber cerrado correctamente la puerta de su
cuarto al salir rumbo al trabajo y ante la ansiedad generada por la incertidumbre y el temor
a que le puedan robar sus cosas, regresa a su casa a verificar que ha cerrado la puerta
de su cuarto con seguro. Sin embargo, al salir vuelve a tener las mismas ideas de no
haber dejado la puerta cerrada con seguro, pese a haber hecho la verificación
previamente y puede repetir la conducta de regresar a su casa a cerciorarse que su
puerta esté cerrada hasta en 4 oportunidades algunas mañanas. La presencia reiterativa
de estas ideas e imágenes y la lucha que hace internamente por contrarrestarlas le ha
afectado a nivel personal, social y laboral, pues se desconcentra con facilidad en el
trabajo, está constantemente prestando más atención a sus pensamientos que a las
tareas que tiene asignadas, y suele discutir con su pareja ya que a veces se pone irritable
y discute con él cuando se siente tensa. Asimismo, refiere sentirse triste la mayor parte
del tiempo, desesperanzada y culpable al no poder controlar sus pensamientos. Por otro
lado, refiere sentirse menos interesada en cosas que antes le agradaban como ir a fiestas
o salir con sus amigas, también indica que su deseo sexual ha disminuido, duerme un
poco más, tiene menos apetito que de costumbre, le es difícil mantener la concentración
en sus tareas diarias y se siente menos segura de las decisiones que toma. Finalmente, la
paciente manifiesta que este malestar está asociado a sus pensamientos indeseados,
pues de no tenerlos se sentiría contenta y conforme con su vida.
Episodios previos
La paciente refiere haber tenido un primer episodio obsesivo-compulsivo entre los 13 y 20
años, durante el cual hubo periodos en los que predominaban ciertas temáticas obsesivas
específicas. A los 13 años a raíz de que los compañeros del colegio la molestaban debido
a su contextura física y la forma brusca con la se comportaba con los demás y empezaron
a decirle “gorda”, “machona” y que “parecía un hombre”, la paciente empezó a presentar
ideas intrusivas y recurrentes que cuestionaban su sexualidad. Ella indica que se sentía
preocupada pues creía que podía volverse homosexual y constantemente se imaginaba
escenas donde podía estar besando a una compañera o venía el pensamiento de “eres
lesbiana”, lo cual le generaba malestar emocional ya que ella siempre se había sentido
atraía hacía los varones en toda su etapa escolar y la idea de la posibilidad de ser
homosexual le generaba repulsión, motivo por el cual trataba de luchar contra ella
repitiéndose a sí misma que ella no era así. Esta situación le consumía varias horas del
día y muchas veces le limitaba a nivel 46 académico y social pues no podía concentrarse
en sus actividades cotidianas debido a la presencia de dichas intrusiones mentales.
Posteriormente, a los 15 años, la ideación obsesiva disminuyó en intensidad, pero fue
reemplazada por el pensamiento intrusivo con respecto a la posibilidad de haber contraído
el virus de VIH y estar padeciendo SIDA. La paciente refiere que en ese entonces le
salieron unas pequeñas heridas en la boca debido a un problema estomacal; sin embargo
debido a que ella presenció el padecimiento de su madre quien murió víctima de SIDA dos
años atrás, la paciente imaginó que ella también podría haberse infectado de VIH y se le
venían a la mente constantemente imágenes de sí misma, postrada en cama, débil,
excesivamente delgada y agonizando, lo cual le generaba malestar y miedo intenso pues
le aterraba la posibilidad de morir de igual manera como lo hizo su madre. Esta idea
intrusiva se mantuvo predominante y recurrente durante dos años más de su vida. Es así
como cuando la paciente tuvo 17 años, la idea de la enfermedad de SIDA disminuyó, pero
a raíz de que un día su padre al despedirse de ella luego de visitarla le dio una palmada
en el trasero de broma, la paciente le dio una connotación sexual a este acto por lo cual
empezó a desarrollar la idea obsesiva de que “podía estar enamorada de su propio
padre”, la cual se manifestaba en imágenes recurrente de estar besando o teniendo
relaciones sexuales con su progenitor. Esta nueva ideación obsesiva se transformó en
una obsesión primaria por aproximadamente 3 años, durante los cuales sentía malestar
constante, le dolía la cabeza, se sentía culpable de tener esos pensamientos incestuosos
y no podía mantenerse tranquila ni concentrada en el trabajo, motivo por el cual solía
pedir permiso constantemente en él. Asimismo, la paciente relata que no podía conciliar el
sueño y tenía temor de contarle a su enamorado de ese entonces acerca de las ideas que
le venían a la mente, pues pensaba que iba a ser juzgada y/o rechazada por él. Por otro
lado, la paciente refiere que no fue a consulta psicológica o psiquiátrica a pesar del
malestar que sentía por la presencia del pensamiento intrusivo. Posteriormente, cuando la
paciente tenía 20 años, los síntomas fueron disminuyendo hasta remitir totalmente, siendo
que se sentía tranquila, se podía concentrar en su trabajo, solía llevarse bien con sus
amigas y salir a divertirse regularmente y no se presentaron las intrusiones mentales de
los años anteriores. Este periodo de remisión se prolongó por aproximadamente 7 años,
siendo que cuando al paciente tenía 27 años empezó a tener problemas y discusiones
con una nueva pareja y en ese contexto notó que su enamorado solía expresarse mal de
las personas homosexuales. La paciente refiere que empezó a sentir preocupación pues
se preguntaba a sí misma que pasaría si su pareja se enterara que ella tuvo ese tipo de
pensamientos durante muchos años en su adolescencia. Sin embargo, prefirió no decirle
nada y no tocar el tema con su pareja, hasta que, a los 29 años, las obsesiones
relacionadas al tema de la homosexualidad retornaron con mayor intensidad.
EXAMEN MENTAL
Porte La paciente es una mujer de 31 años, de contextura gruesa, tiene una estatura de
1.55 m y un peso de 65 kg aproximadamente, de biotipo pícnico y aparenta su edad
cronológica. Tiene tez trigueña, ojos y cabello castaño oscuro. Llego a consulta con
vestimenta acorde la situación, estación, sexo, edad y nivel socioeconómico, con
moderado aseo y aliño personal, pues, aunque su cabello estaba peinado, su ropa no
estaba completamente limpia. Asimismo, no evidenciaba cicatrices ni tatuajes visibles en
su cuerpo y su piel no denotaba ningún tipo de coloración extraña o manchas.
Comportamiento La paciente ingresó a consulta con marcha adecuada y espontánea,
saludó al evaluador y se sentó en la silla. Su postura era semi encorvada y se mantuvo
sentada durante toda la sesión. Por otro lado, denotaba facies de intranquilidad y
preocupación con gestos espontáneos y acordes al discurso. Se mantuvo alerta y atenta a
los estímulos de su alrededor durante la entrevista y denotó cierta tensión muscular en el
rostro y cuerpo mientras relataba su problema. Actitud La paciente a pesar de mostrarse
ansiosa y preocupada por su problemática mostró una actitud colaboradora durante toda
la entrevista. Su discurso era expansivo y lleno de detalles; sin embargo, estaba
predispuesta a dar la información necesaria y requerida para llevar a cabo el proceso de
evaluación. Conciencia La paciente se encontraba lúcida y con nivel II de conciencia
correspondiente a vigilancia atenta. Orientación La paciente evidenció estar orientada en
tiempo, espacio y persona; es decir estaba orientada auto psíquica y alopsíquica mente.
Diagnóstico
Trastorno Obsesivo Compulsivo Episodio Depresivo Moderado secundario a Trastorno
Obsesivo Compulsivo.
PRUEBAS E INSTRUMENTOS PSICOLÓGICOS APLICADOS
Cuestionario sobre la historia de la vida de A. Lazarus
Escala Obsesivo Compulsivo de Yale - Brown (Y - BOCS)
Escala de Inteligencia de Wechsler para Adultos - III (WAIS - III)
Escala de Ansiedad Estado – Rasgo (STAI)
Inventario de Depresión de Beck (IDB)
Inventario Clínico Multiaxial de Millon – II
CONCLUSIONES
- En el área del contenido del pensamiento, a criterio clínico, la evaluada presenta ideas
obsesivas recurrentes referidas a su orientación sexual las cuales le causan malestar
significativo.
- En el área de inteligencia, la evaluada presenta un Cociente Intelectual de que
corresponde a la categoría Promedio Bajo. Asimismo, la paciente a pesar de denotar
ciertas limitaciones en relación con su bajo nivel de bagaje cultural posee las suficientes
habilidades cognitivas que potencialmente le permitirían tener un adecuado
desenvolvimiento personal, laboral, familiar y social.
- En el área de personalidad, la examinada se caracteriza por presentar rasgos evitativos,
compulsivos, pasivo-agresivos, auto derrotistas y límite. Asimismo, se encuentra un
síndrome clínico de ansiedad.
- En el área de afectividad, a criterio clínico, la examinada denota un nivel moderado de
depresión. Lo cual afecta parcialmente su desempeño personal, social y laboral.
- En el área emocional, la paciente presenta un nivel promedio de ansiedad estado y un
nivel alto de ansiedad rasgo, asociado a la preocupación y malestar constante que le
causan sus obsesiones y conductas compulsivas.
RECOMENDACIONES
- Terapia cognitivo conductual.
- Realizar interconsulta con servicio de Psiquiatría.
Análisis.
Con respecto a la información recopilada durante el proceso de evaluación, se encontró
que la paciente evidencia esquemas disfuncionales con respecto a los pensamientos
intrusivos que presenta, lo que la lleva a realizar compulsiones, siendo éstas la mayor
parte del tiempo mentales, lo cual limita su desenvolvimiento personal, familiar, social y
laboral. Como indica la “American Psychiatric Association” (APA) en 1995 en el manual
“Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: DSM-IV”, el Trastorno Obsesivo-
Compulsivo se caracteriza por la presencia de obsesiones o compulsiones de carácter
recurrente y lo suficientemente graves como para provocar pérdidas de tiempo
significativas, un deterioro de la actividad general o malestar clínicamente significativo.
Asimismo, en algún momento del trastorno el sujeto reconoce que estas obsesiones o
compulsiones son irracionales o exageradas. Es en ese sentido que la paciente presenta
ideas obsesivas recurrentes relacionadas al temor de enamorarse de alguien de su mismo
sexo o volverse homosexual. Estos pensamientos se presentan entre 3 y 8 horas diarias,
son sumamente inquietantes e interfieren con el desempeño laboral de la examinada,
pues refiere que ha se distrae con facilidad y se desconcentra en sus actividades en el
trabajo debido a la a la aparición de las ideas obsesivas. La paciente presenta también,
aunque en menor intensidad, ideación obsesiva respecto a no haber cerrado la puerta de
su habitación en las mañanas. Asimismo, la paciente mantiene una actitud hiper vigilante,
pues intenta resistirse a estas ideas y no logra realizarlo pues son involuntarias. Por otro
lado, presenta actos que realiza con el fin de bloquear estos pensamientos tales como
decirse a sí misma que no es homosexual pues tiene una pareja del sexo opuesto, le
atraen los hombres y siente placer con su pareja en la intimidad; además en algunas
ocasiones puede llegar a verificar hasta 3 veces si ha cerrado correctamente la puerta de
su cuarto antes de salir. La paciente trata de resistirse a realizar estos actos, pero si no
los realiza los pensamientos intrusivos continúan y sus niveles de ansiedad se elevan. Del
mismo modo, la paciente presenta sintomatología depresiva originada por el malestar
emocional significativo que le genera el trastorno obsesivo compulsivo que presenta,
evidenciando esquemas mentales desadaptativos, errores en el procesamiento de la
información y una visión negativa de sí misma, del mundo y del futuro. Por lo expuesto
anteriormente, se creyó conveniente trabajar con el modelo cognitivo conductual para el
proceso de psicoterapia; empleando técnicas que permitieron a la paciente darse cuenta
de la manera en que interpreta las situaciones a las que está expuesta, logrando que
identifique sus pensamientos distorsionados para que posteriormente aprenda nuevas
formas más realistas y racionales de interpretar la realidad, lo cual permitió que afronte de
manera más eficaz las diversas situaciones que se le presenten en la vida y mejoró su
desempeño a nivel personal, social y familiar. Los objetivos planteados para que la
examinada aprendiera nuevas formas de afrontamiento de las situaciones que se le
presentan se lograron por medio de la psicoeducación sobre su problemática actual y
sobre lo que es el trastorno obsesivo compulsivo, se trabajó con técnicas para disminuir y
controlar los niveles de ansiedad, tales como la respiración abdominal y la relajación
muscular progresiva de Jacobson. Asimismo, se trabajó con la técnica de reestructuración
cognitiva a través del debate socrático con la finalidad de que la paciente pueda identificar
sus distorsiones cognitivas, sus falsas valoraciones y creencias con respecto a sus
obsesiones, las cuales fueron debatidas y sometidas a pruebas de realidad llegando a
reemplazarlas por pensamientos más flexibles y racionales. Posteriormente, se entrenó a
la paciente en técnicas de aserción encubierta con el fin de que logre interrumpir la
cadena de pensamientos obsesivos y sean éstos reemplazados por ideas más asertivas,
realistas y constructivas. También, se aplicará con la paciente la técnica de exposición con
prevención de respuesta con la finalidad de disminuir las obsesiones y compulsiones que
presentaba. Por último, se buscó establecer en la paciente un mejor manejo de las
situaciones problemáticas; además se le entrenó en técnicas de comunicación asertiva
para reforzar sus habilidades sociales y se empleó la técnica de ensayo conductual para
poner en práctica lo aprendido.
Terapia conductual en el TOC Utiliza principalmente técnicas de exposición y prevención
de respuesta, buscan reducir la ansiedad asociada a las obsesiones mediante el
mecanismo de habituación al realizar la exposición del paciente a los estímulos
estresores. Por otro lado, la prevención de respuesta busca disminuir la realización de
conductas y rituales compulsivos. Estas terapias han demostrado mayor efectividad en
pacientes con predominancia de conductas ritualistas, especialmente de limpieza o
comprobación, aunque suele tener resultados más variables en sujetos en quienes
predominan las ideas obsesivas y síntomas asociados al pensamiento. Menchón & Vallejo
(2009) refieren que según diversos estudios estas técnicas muestran una eficacia de entre
60% y 70%, mientras un 20% de pacientes se vuelven resistentes y otro 20% abandonan
este tratamiento. Asimismo, “los estudios que han comparado la eficacia entre la terapia
de conducta y el tratamiento farmacológico no muestran una eficacia superior de un
abordaje respecto al otro”. (Menchón & Vallejo, 2009, p.372).
Exposición y prevención de respuesta (EPR) La exposición y prevención de respuesta es
una de las técnicas más utilizadas en el tratamiento del TOC. Abarca principalmente dos
fases: En una primera instancia se confrontan paulatinamente los pensamientos,
imágenes, objetos y/o situaciones que generan ansiedad o malestar emocional, para ello
es necesario haber jerarquizado estos estímulos para ir exponiendo al paciente desde el
menos aversivo hasta el que genera mayor angustia.
Posteriormente, mientras se realiza la exposición del sujeto a las situaciones temidas y
evitadas se les indica que resistan los impulsos a realizar conductas neutralizadoras de la
ansiedad, tales como compulsiones y rituales. A esta componente se le conoce como
“prevención de respuesta”. Esto da como resultado que con la repetición de este ejercicio
el malestar tiende a disminuir en el paciente pues se produce un efecto de habituación a
las situaciones ansiógenas, siendo ésta una acción compensadora del organismo.
Terapia cognitiva en el TOC Este tipo de terapia se enfoca en la identificación y
modificación de las creencias y valoraciones erróneas del paciente con respecto a sus
pensamientos intrusivos. Es decir, la terapia cognitiva está orientada a cambiar las
apreciaciones de responsabilidad y creencias del sujeto, así como a no realizar conductas
de neutralización, que se configuran en rituales mentales encubiertos. Por otro lado, si
bien la terapia conductual por sí misma logra que el paciente minimice su sobrevaloración
del riesgo de situación consideradas peligrosas a través de la exposición, no está del todo
definido que la terapia de conducta corrija creencias erróneas, es por ello por lo que en la
práctica clínica se suelen asociar tanto técnicas conductuales como técnicas cognitivas
como estrategia de tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo. (Menchón & Vallejo,
2009). En este sentido la terapia cognitiva logra la mejoría de los síntomas obsesivos-
compulsivos y el alivio de la ansiedad a través de la modificación tantos de las falsas
creencias y valoraciones de la obsesión y de los esfuerzos individuales por controlar las
obsesiones. Sin embargo, aún la EPR es un componente terapéutico central, sobre todo
en casos con presencia de compulsiones, siendo que las intervenciones cognitivas se
emplean a menudo para preparar al paciente para las técnicas de exposición (Clark &
Beck, 2012). Dentro de la terapia cognitiva se incluyen algunos componentes y técnicas
terapéuticas descritas a continuación.
Formación del paciente Esta fase incluye la psicoeducación del paciente acerca del
trastorno obsesivo-compulsivo desde la perspectiva cognitivo conductual, así como la
explicación de la naturaleza de la ansiedad y la justificación del programa de tratamiento a
implementar. Es importante que en esta etapa se recalque al paciente sobre la normalidad
de los pensamientos intrusos indeseados, el rol de las falsas valoraciones metacognitivas
y su influencia en trastorno, y sobre los efectos nocivos a largo plazo de las conductas de
neutralización. Se busca con ello que el paciente acepte la justificación del tratamiento a
desarrollar.
Distinción de las valoraciones con respecto a las obsesiones Se instruye al paciente
acerca de la diferencia de las obsesiones con las valoraciones realizadas acerca de ellas,
de modo que interiorice el concepto de “metacognición” o “pensar sobre la acción de
pensar” (Clark & Beck, 2012, p.791). Principalmente se busca que el paciente se dé
cuenta del sentido mal-adaptativo de la forma como valora la obsesión y que identifique
que es lo que convierte a la obsesión en significativa para él y las falsas valoraciones
asociadas a ella.
Reestructuración cognitiva Busca desafiar las valoraciones erróneas relativas a las
obsesiones y su control haciendo uso de técnicas como la recogida de pruebas, el análisis
de coste-beneficio, la decatastrofización, la flecha descendente, el debate socrático, entre
otras. El objetivo de esta reestructuración cognitiva no es modificar la obsesión misma,
sino la valoración que de ella hace el paciente, buscando reeducarlo respecto a que la
evaluación exagerada que hace de la importancia de las obsesiones es errónea. Por otro
lado, la debilitación de las creencias relativas a la peligrosidad de las obsesiones permite
aumentar la voluntad del paciente a iniciar experimentos conductuales posteriores
basadas en la exposición. Asimismo, se presta especial atención a las creencias y
valoraciones relativas a la necesidad de control de la obsesión y el fracaso en la
obtención del control completo. De este modo se promueve que el paciente utilice niveles
de esfuerzo por controlar la obsesión o que postergue las estrategias de neutralización
para luego valorar las consecuencias de esta. Como resultado se llega a una
decatastrofización de las valoraciones secundarias de fracaso de control de las
obsesiones y permite aumentar la tolerancia del paciente al control imperfecto de las
obsesiones.
Aserción encubierta Esta técnica es utilizada tanto en el trastorno obsesivo-compulsivo
como en otros trastornos de ansiedad y tiene como objetivo reducir los niveles de
ansiedad y otras emociones negativas generadas por pensamientos recurrentes. El
paciente logra esto a través del aprendizaje de dos habilidades separadas: la interrupción
del pensamiento y la sustitución del pensamiento.
McKay, Davis & Patrick (1986) nos refieren que la interrupción del pensamiento es una
técnica estudiada por Bain desde 1928 y que, a partir de la década de 1950, Joseph
Wolpe y otros conductistas la adaptaron para el tratamiento de pensamientos obsesivos y
fóbicos. En esta técnica, el paciente ante la presencia de pensamientos intrusivos,
subvocaliza una palabra específica, la cual puede ser “basta” o “stop” deteniendo y
creando un espacio en la cadena de pensamientos para insertar luego una aserción
positiva. La segunda habilidad está relacionada con la sustitución del pensamiento. Ésta
fue inicialmente estudiada por Meichenbaum, quien denominó a este procedimiento como
“entrenamiento de inoculación al estrés”. En ella se inserta una serie de aserciones
positivas en el espacio creado por la interrupción del pensamiento, las cuales dan origen a
unas emociones más confortables y que servirán como refuerzo para crear aserciones
adicionales. Asimismo, McKay et. al. (1986) indican que la aserción encubierta es más
eficaz cuando el conjunto de miedos u obsesiones es primariamente cognitivo más que
conductual, siendo por ejemplo que es una mejor técnica para contrarrestar la tendencia a
contar mentalmente las cosas u otro tipo de conductas encubiertas.
Explicación alternativa Este enfoque promueve la aceptación benigna de las obsesiones y
su control. El objetivo es que el paciente adquiera la perspectiva de que las obsesiones
son intrusiones inocuas, carentes de sentido y que no tienen ninguna importancia
personal en específico. Asimismo, se busca que sean aceptadas como manifestaciones
normales de una mente activa y creativa. Esto conlleva a que el paciente asuma que los
esfuerzos por controlar la obsesión y la ansiedad a través de compulsiones y conductas
neutralizadoras solo producen un alivio inmediato pero temporal que hará que las
obsesiones aumenten intensidad y frecuencia en el futuro. Se busca finalmente que el
paciente interiorice una visión alternativa por la cual acepta pasivamente la obsesión y
elimine las estrategias de neutralización que solía utilizar.
Experimentación conductual A diferencia de la terapia conductual en la cual la exposición
tiene como objetivo reducir los niveles de ansiedad a través de la habituación, la
exposición en la terapia cognitiva tiene como finalidad modificar las falsas creencias y
valoraciones sobre la importancia y peligrosidad percibidas acerca de la obsesión. El
terapeuta da ejercicios de exposición al paciente de forma que ponga en prueba
empíricamente la validez de sus creencias de amenaza, responsabilidad, control,
intolerancia a la incertidumbre, entre otros, al tiempo que se realiza la prevención de
respuestas de neutralización.
Eficacia de las terapias cognitivo-conductuales Si bien existen diversos estudios sobre la
eficacia de la aplicación de estrategias de intervención tanto conductuales como
cognitivas en pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo, los resultados obtenidos no
han sido del todo concluyentes. Sin embargo, revisiones de estudios como la de Vallejo
(2001), señalan que las técnicas conductuales de EPR muestran efectividad
especialmente en casos con presencia de rituales compulsivos, siendo que las mejorías
de los pacientes suelen estar entre el 40% - 75% (Steketee & Shapiro, 1993, citados por
M. Vallejo, 2001).
Así mismo, estudios que comparan la eficacia de la EPR en relación con otras técnicas
muestran que la EPR tiene mejores resultados que el entrenamiento en control de la
ansiedad (Lindsay, Crino & Andrews, 1997), la relajación (FalsStewart, Mark y Schafer,
1993) y placebos farmacológicos (Kozack, Liebowitz y Foa, 2000). Otro estudio de Foa y
Goldstein (1978), citado por Vallejo (2001), aplicado en una muestra de 21 pacientes con
trastorno obsesivo-compulsivo, reveló que hubo una mejora del 86% en los rituales y de
57% en las obsesiones, lo que sugería que la EPR actuaría principalmente sobre el
componente compulsivo. Por otro lado, en cuanto a los aportes cognitivos en el
tratamiento del TOC, Emmelkamp, Visser y Hoestra (1988) encontraron eficacia similar en
la reducción de la sintomatología obsesivo-compulsiva entre la ERP y la terapia racional
emotiva. Posteriormente, Emmelkap y Beens (1991) hallarían resultados similares luego
de la aplicación de EPR y TRE en un grupo durante 12 y 6 semanas respectivamente,
encontrándose que ambos tipos de terapia evidenciaban similar mejoría en los pacientes.
(Vallejo, 2001). Asimismo, Clark & Beck (2012) afirman que la Terapia Cognitivo
Conductual que incluye tanto la EPR como la terapia cognitiva es considerada tanto como
tratamiento alternativo, único tratamiento o tratamiento combinado con inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina para todos los casos de pacientes TOC adultos.
Si bien la EPR ha demostrado ser significativamente efectiva, por sí sola, así como en
combinación con tratamiento farmacológico, estudios recientes dan un peso equivalente a
las intervenciones cognitivas con respecto a la EPR, siendo que los pacientes tratados
cognitivamente muestran una mejoría de su calidad de vida, más allá de la reducción de
los síntomas obsesivo-compulsivos. (Diefenbach, Abramowitz, Norberg & Tolin, 2007,
citados por Clark & Beck, 2012). Por el momento, no hay resultados concluyentes que
determinen una diferencia significativa entre TCC (terapia cognitiva más EPR) y EPR sola.
Sin embargo, diversos estudios revelan que las terapias cognitivas exclusivas, es decir,
sin instrucciones de realizar exposición y prevención de respuesta, pueden producir
mejoría significativa de los síntomas obsesivos compulsivos. Jones y Menzies (1998),
citados por Clark & Beck (2012), mostraron en un estudio que pacientes con rituales
compulsivos de lavado, tuvieron reducción significativa de los síntomas pre-post
tratamiento al recibir intervención exclusivamente cognitiva. Finalmente, se concluye que
a pesar de que los tratamientos conductuales basados en técnicas de exposición y
prevención de respuesta suelen ser más eficaces para tratar casos de TOC,
especialmente aquellos donde predominan las conductas compulsivas, el tratamiento
cognitivo-conductual es más beneficioso para pacientes en quienes predominan las
obsesiones puras sin compulsiones abiertas.
Bibliografía:

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diagnósticos del DSM 5. Arlington, VA: Asociación Americana de
Psiquiatría.
Behobi, W., García, F., Fernández-Álvarez, H. (2013). Psicoterapia cognitiva individual del
TOC. Salud Mental, 36(4), 347-354. Recuperado de
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Brooks, S., Naidoo, V., Roos, A., Fouche, J., Lochner, C., Stein, D. (2016). Early life
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obsessive-compulsive disorder: voxel-based morphometry study. The
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McKay, M., Davis, M., Fanning, P. (1985). Técnicas cognitivas para el tratamiento
del estrés. Barcelona: Ediciones Martínez Roca.

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