TF Ficha 1
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Teología Fundamental
PROFESOR: PBRO. LIC. JOSÉ JUAN MARTÍNEZ MUÑOZ.
Curso 2023- 2024 Segundo Semestre
FICHA TÉCNICA # 1
PARTE I:
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En el NT el anuncio de Jesús es un anuncio situado que tiene en cuenta los
oyentes concretos, a cuya racionalidad apela como camino para llegar a la
fe.
a) Los Padres.
Siglo II. Tres destinatarios: (1) los emperadores y autoridades civiles en
defensa de las acusaciones contra los cristianos, (2) los judíos y paganos
para convencerlos de sus errores, (3) los mismos cristianos para
confirmarlos en la fe en medio de las pruebas. De este tipo son las
Apologías y el Diálogo con Trifón de Justino y la Legatio pro christianis de
Atenágoras.
Siglo III. Tertuliano: Apología. Clemente de Alejandría: Protréptico.
Orígenes: Contra Celso.
Siglo IV. Eusebio de Cesarea: Preparación evengélica y Demostración
evangélica.
Siglo V. Teodoreto de Ciro: La curación de las enfermedades paganas .
San Agustín: De vera religione, De utilitate credendi y De civitate Dei. Es el
iniciador de una línea apologética que busca en el interior del hombre, en el
corazón inquieto (“irrequitum cor”), el punto de conexión para llevar al otro
a la fe. No apela a la razón sino a la interioridad del hombre.
b) Edad Media.
En la sociedad medieval todo y todos son cristianos. El impulso apologético
decae. Santo Tomás de Aquino: Summa contra gentiles, Summa Theologiae.
En la Summa contra gentiles distingue las verdades sobre Dios que son
accesibles a la razón (las cuales demuestra) y las reveladas por Dios que
exceden el alcance del entendimiento humano (sobre éstas da razones
probables). Hay que mostrar que las verdades de fe no son opuestas a la
razón natural: creer es razonable –no más, no menos–.
c) El humanismo y la Reforma
Hay nuevos descubrimientos geográficos (s. XIV y XV), una nueva
valoración de épocas pre-cristianas como las civilizaciones romana y griega.
Esto plantea la elaboración de tratados De Vera Religione: Marsilio Ficino
(1433-1499) con su obra Sobre la religión cristiana; Luis Vives (1492-1540)
con su obra De veritate fidei Christianae.
La razón va siendo un principio que actúa independientemente de la fe.
Todavía se dan obras en la línea de los De vera religione. Philippe
Duplessis-Mornay: Traité de la verité de la religion chrétienne . Hugo Grocio:
De veritatis religionis christianae.
Influencias de la Reforma protestante: (1) la pregunta por la verdadera
religión se prolonga ahora en la pregunta por la verdadera iglesia de Cristo,
(2) diferente importancia acordada a la razón en relación con la fe.
Principio “sola Scriptura”: sólo la Escritura es fuente de conocimiento
teológico, no el Magisterio ni la Tradición. La razón se desarrolla
autónomamente, y junto con este principio, acaba entregada al juicio y
opinión personales y al subjetivismo: (a) interpretación personal, (b)
fundamentalismo: se toma literalmente y no hay nada que interpretar.
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iluminados por el espíritu. Schleiermacher: la fe equivale a sentimiento y
experiencia de la dependencia respecto de lo Absoluto.
e) Siglo XIX
Siglo de la apologética. Atravesado por el problema de la relación fe-razón.
Francia: orientación del tradicionalismo y fideísmo (sólo vale el
asentimiento a las verdades de la fe; no hay lugar para la razón) moderados
frente a los excesos de la Revolución (excesos de la razón que se
comprueba que es falible y se equivoca). Chateubriand: Le genie du
christianisme. L. De Bonald y J. De Maistre: apelan a la tradición divina
como origen de todo conocimiento. F. De Lamennais: Essai sur
l’independence en matière de religion. L. Bautain: La philosophie du
christianisme.
Alemania. Se intenta responder a los críticos como Kant y Hegel utilizando
su mismo método. En especial G. Hermes que intentó llegar a fundamentar
la fe a partir de la razón práctica pero no logró evitar el racionalismo, y A.
Günter que pretendía superar el pateísmo hegeliano a través de un uso
intuitivo, y no discursivo de la razón. J. Frohschammer apelaba a la “razón
históricamente educada” por la revelación como el órgano capaz de
comprender el misterio.
Vaticano I. Constitución dogmática sobre la fe Dei Filius: se ocupó de la
revelación, de la fe y de las relaciones entre fe y razón.
f) Siglo XX
M. Blondel: “método de inmanencia”: lo verdaderamente importante no es
una demostración intelectual del origen divino del cristianismo, sobre la
base de argumentos extrínsecos, sino la atención al conjunto de
disposiciones interiores del sujeto. Se cultiva la apologética clásica: Gardeil,
Garrigou-Lagrange, Bainvel, Tanqueray, Nicolau.
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1.3. El objeto de la TF
1.3.1. La revelación, objeto primario.
Objeto primario: LA REVELACIÓN en cuanto tal ( sub ratione revelationis).
Constituida por la revelación de la persona, las obras y palabras de Jesús de
Nazaret, el Cristo.
No es sólo un concepto a priori que se determina formalmente, sino que es
la autocomunicación personal y libre de Dios a los hombres, es revelación
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que se sitúa a otro nivel que la creación; es Dios que sale al encuentro del
hombre para salvarle y introducirle en su vida divina.
La revelación no supone la desaparición del misterio de Dios , sino que
representa a la vez la máxima aproximación a Dios y la máxima
trascendencia. La revelación es sobrenatural, don gratuito de Dios, realidad
divina.
1.3.2. La credibilidad como objeto de la Teología Fundamental.
Es necesario que entre la revelación y el espíritu humano se de una
discontinuidad (porque si no pertenecería al mundo de lo naturalmente
cognoscible) y una continuidad (porque sino no podría ser conocida). Esta
continuidad-discontinuidad mantiene plenamente el misterio de Dios y al
mismo tiempo lo abre a través de las mismas vías que recorren las
facultades cognoscitivas del hombre.
La revelación apela al hombre histórico con vocación sobrenatural, ante
quien se presenta como una oferta y una respuesta perfectamente
adecuada a lo que él necesita y se pregunta al nivel de su razón, de su
existencia personal y de su vida en sociedad. Se presenta como creíble
(digna de fe porque responde a la búsqueda de la verdad plena) poniendo
de relieve la Inmanencia de la revelación: su situarse en el interior del
dinamismo del espíritu humano. La revelación exige al mismo tiempo que el
hombre salga de sí mismo y responda a la vez con la entrega de la fe,
entrega orientada no sólo al futuro sino también al presente.
1-3.3. Presupuestos dogmáticos.
Dios. El Dios que se revela es el Deus absconditus a quien nadie vio jamás,
Dios misterioso que se manifiesta como Padre a través de su Hijo encarnado
por medio del Espíritu Santo. Esta revelación de Dios sólo tiene lugar por el
amor y la misericordia.
Hombre. El hombre, caído y necesitado, está llamado con una vocación
sobrenatural a la vida divina. En ese hombre convergen lo natural y
sobrenatural que están siempre llamados a formar una unidad sin
disolverse.
Creación y revelación. La revelación no está en el mismo plano que la
creación. La revelación no se sitúa en el orden de lo debido sino de lo
gratuito, no viene a limitar la naturaleza o a corregirla, sino a dar a conocer
el amor de Dios a sus creaturas y el nivel divino en el que han sido situadas.
Creación y revelación son dos momentos sucesivos que originan dos
situaciones para el hombre: (1) El hombre “natural” que no conoce más
orden que el de la naturaleza y de la razón pertenece al orden sobrenatural
(2) El hombre, manteniendo íntegra esa misma dimensión “natural” y
apoyándose en ella, acepta la llamada del Dios revelado y cree.
1.3.4. Consecuencias metodológicas.
Método fundamentalmente dogmático: aquel proceder que considera
como fuentes del conocimiento teológico de la revelación, la credibilidad a la
Sagrada Escritura y la Tradición recibidas e interpretadas en la fe de la
Iglesia. En la práctica se utilizará también el método apologético, sobre
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Nuevo Testamento: tampoco aparece un término que englobe la
revelación de Dios. Aunque, el desvelamiento de Dios (1 Tim 6,16) se sigue
dando por la palabra.
Sinópticos: lo que Cristo hace es predicar (khruvssein) o evangelizar
(eujaggelivzeqai), enseñar (didavskein), revelar (ajpokaluvptein).
Prevalecen: predicar (khruvssein) y enseñar (didavskein). Diferencia:
predicar se refiere a la proclamación, todavía general, de la noticia del
Reino de Dios realizado por Jesucristo; enseñar significa instruir más
detalladamente en los misterios de la fe y en los preceptos de la vida
moral.
S. Pablo: Esquema fundamental: misterio y evangelio. El misterio
revelado de Dios constituye la buena nueva de la salvación. Distingue
entre la acción de Dios y la de los Apóstoles. Dios revela (ajpokaluvptein),
da a conocer (gnwrivzein); los Apóstoles: hablan (lalei'n), predican,
enseñan (khruvssein, didavskein), dan testimonio (marturei'n), comunican
la palabra, la predicación (khrugma), el testimonio (marturiva), el misterio
(musthvrion), el evangelio (eujaggevlion). Síntesis de ambos conceptos
Rom 16,25-26.
S. Juan: no aparece “revelar”, “predicar” ni “evangelizar”, sino
“testimonio” (marturiva) 13 veces, y la forma verbal marturei'n 33.
Introduce el lovgoz tou' qeou'. “Logos” sólo aparece en tres pasajes del
corpus joanneo Jn 1,1; 1Jn 1,1-2; Apoc 19,13). Origen: el dabar bíblico.
Cristo es el Logos encarnado, que da testimonio del Padre y da a conocer
la verdad.
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a un orden supra-racional. El hombre no es capaz de conocer con su razón
la verdad de las afirmaciones de fe, pero puede dar razones de conveniencia
(credibilidad).
La revelación: se determina en la relación negativa con la razón: lo
revelado es aquello cuya verdad se afirma más allá e independientemente
del alcance de la razón. Aunque la razón no pueda conocer las razones
intrínsecas de lo revelado, puede afirmar que es razonable creer en ello, a
partir de la prueba de que es Dios, que no puede engañarse ni engañarnos,
quien lo ha manifestado. Por eso, la fe no es racional pero sí razonable. La
revelación no se opone a la razón, sino que viene a completarla. Rationes y
testimonia: mediante las rationes se llega a una comprensión de la fe,
mientras que los testimonia la justifican y fundamentan.
La revelación natural permite conocer una verdad sobre Dios a partir de la
creación, la revelación sobrenatural proporciona una verdad más profunda e
inalcanzable sobre el mismo Dios y la salvación que ofrece a los hombres.
La Sagrada Escritura y la predicación las enseñan al hombre, y este movido
por la gracia, llega a creer. El conjunto de lo revelado es doctrina sagrada,
verdad de fe, enseñanza.
2.3.2. Carisma de profecía
Santo Tomás explica el momento originario de la revelación en los profetas.
Intenta establecer una cierta continuidad por parte del sujeto entre lo que
conoce por sí mismo y lo que recibe por la revelación.
Naturaleza del profeta: Dios se comunica a los hombres a través de
hombres concretos. Esta revelación depende también de sus receptores
directos de la revelación.
La profecía: don de carácter cognoscitivo: “conocimiento dado
sobrenaturalmente al hombre de las verdades que superan actualmente el
alcance del espíritu, con las que ha sido instruido por Dios para el bien de la
comunidad”, se Distingue: el conocimiento profético (pasivo) propiamente
dicho y la denuntiatio (activo) o proclamación de la profecía. Para ese
conocimiento se necesita la acceptio rerum (por formas sensibles,
imaginativas sensibles, y especies inteligibles) y el iudicium speculativum
(elemento formal, la luz divina). Esencia de la profecía: la luz divina
comunicada al vidente, el lumen propheticum que permite al profeta ver las
cosas con la luz de Dios. Por iluminación recibida, el profeta juzga sin error
y con certeza los elementos presentes en su conocimiento y toma así
posesión de la verdad que Dios quiere comunicarle.
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2.5. Vaticano I
Punto final de una serie de intervenciones magisteriales de los Papas en el
siglo XIX (discusiones en la relación fe-razón).
Medio católico: (1) intento de diálogo de la teología con el pensamiento
moderno (2) rechazo de ese pensamiento con la consiguiente independencia
de la formulación de la fe en relación con el pensamiento.
Dei Filius: Antes de tratar del conocimiento natural de Dios y de la
revelación desarrolla, en el capítulo I: enseñanza sobre la creación. Afirma,
contra el hegelianismo, la distinción de Dios respecto del mundo , y que Dios
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creó el mundo libremente y no para alcanzar mayor perfección. Frente al
deismo afirma así mismo que Dios cuida y gobierna el mundo con su
providencia.
Capítulo 2 (De revelatione) Afirma la cognoscibilidad natural de Dios.
Recoge la verdad del racionalismo y rechaza su falsedad. A esta
posibilidad de conocimiento racional de Dios le adviene la realidad de la
revelación sobrenatural. Al impersonal “Dios…puede ser conocido con la
luz natural de la razón humana” le sustituye ahora la acción de una
persona: “placuisse eius sapientiae et bonitati (…) se ipsum… revelare”. La
revelación es afirmada como acción manifestativa divina, en relación con
dos atributos divinos: la sabiduría y la bondad. La revelación es un acto de
amor (bondad) y de enseñanza (sabiduría); es un acto de transmisión del
conocimiento que Dios tiene de Sí mismo y de su designio salvador sobre
los hombres.
Contenido de la revelación desde un punto de vista formal: formado
por verdades cognoscibles en sí para la razón, que gracias a que han
sido reveladas pueden ser conocidas “por todos, fácilmente, con firme
certeza y sin mezcla de error”. La revelación es absolutamente
necesaria para participar de los bienes divinos a los que el hombre
está llamado, y que superan absolutamente a la inteligencia humana
(D.3005/1786). La revelación es una revelación sobrenatural, y se halla
contenida en la Escritura y en la Tradición (D.3006/1787).
Concibe la revelación fundamentalmente como manifestación, de modo
intelectual: la revelación da a conocer la verdad sobrenatural de Dios
que supera absolutamente el alcance y las posibilidades de la razón
humana. Pone en relación inequívocamente la revelación y la
salvación. La revelación nace de la bondad de Dios y es absolutamente
necesaria para que participe el hombre de aquellos bienes divinos a los
que está ordenado por su elevación al orden sobrenatural. La
revelación está ordenada a las realidades salvíficas.
Capítulo 3 (De fide) La revelación en relación con la razón: “el hombre
depende totalmente de Dios como de su creador y Señor, y la razón
creada está plenamente sometida a la Verdad increada; por eso estamos
obligados a responder a Dios que se revela, con el pleno obsequio del
entendimiento y de la voluntad que constituye la fe”. Por la fe creemos
que “son verdaderas las cosas reveladas por Dios no por la intrínseca
verdad de las cosas conocida con la luz natural de la razón, sino por la
autoridad del mismo Dios que se revela, que no puede ni engañarse ni
engañarnos” (D.3008/1789). La revelación es una comunicación de
verdad realizada por Dios que es aceptada por la autoridad del mismo
Dios que se revela y no por la evidencia de la manifestación. La verdad de
la razón pertenece al orden natural ; la luz con la que asiente es la propia
de la misma razón y la base sobre la que se llega es la de la evidencia. La
verdad, en cambio, de la revelación es sobrenatural, sólo se llega a su
contenido —los misterios— por la fe, y el motivo sobre el que se apoya la
fe es la autoridad de Dios. La razón humana no es independiente de la fe
(D.3031/1810).
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Inseparabilidad entre gesta y verba, opera y doctrina, res y verba, verba y
mysterium: característica sacramental de la revelación. A través de las
palabras y de los hechos, es el misterio de Dios el que se entrega.
Autocomunicación que tiene su plenitud en Cristo “mediador y plenitud de
toda revelación”, palabra hecha carne.
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