Resumen Efectos de Las Obligaciones Orregito Toditooo
Resumen Efectos de Las Obligaciones Orregito Toditooo
Resumen Efectos de Las Obligaciones Orregito Toditooo
La ejecución forzada.
El derecho de prenda o garantía general. Art. 2465 y 2469 CC.
El deudor debe cumplir la obligación voluntariamente, de forma exacta (total, oportuna y en el lugar convenido). Si la obligación es
de: Dar: debe entregar la cosa que se deba en el lugar y tiempo convenido. Hacer: debe ejecutar el hecho al que se obligó y no otro.
No hacer: deberá abstenerse de ejecutar el acto prohibido en la forma convenida.
Si el deudor se rehúsa a cumplir la obligación, se le otorga al acreedor los medios necesarios para obtener su cumplimiento aun contra
la voluntad del deudor, este medio es la ejecución forzada de la obligación. Sin embargo, para que esta proceda, la deuda debe ser
LÍQUIDA, ACTUALMENTE EXIGIBLE Y QUE CONSTE EN UN TÍTULO EJECUTIVO.
Se desprende de los artículos de los derechos (de los acreedores) que:
a) Derecho de persecución (todos los bienes presentes o futuros, por su embargo) Art. 2465.
b) Derecho de venta forzada (lo embargado se venda por pública subasta) Art. 2469.
c) Derecho de pago (pagarse con el producto de la venta forzada) Art. 2469.
Los dos primeros pueden ejercerse por los acreedores de forma igualitaria, el tercero por algunos conforme a las reglas de prelación
de créditos. De esta forma cuando se denomina que el deudor está constituido en prenda a favor del acreedor significa que la cosa
dada en prenda afecta al cumplimiento de la obligación principal así como también todo el patrimonio del deudor puede ser objeto de
persecución por los acreedores, exceptuando lo que se declara inembargable o sin carácter patrimonial.
Para que se puede ejercer este derecho se requiere que el acreedor sea titular de un derecho personal o crédito, de lo contrario solo
podrá perseguir el bien en particular.
El individuo contrae directamente en beneficio del acreedor. Art. 2465 Aquella que pesa sobre una persona, no por haberla contraído, sino por
tener en su patrimonio una cosa determinada que se halla afecta al
cumplimiento de una obligación que otro contrajo.
Entablada la demanda ejecutiva el juez examinará el título y despachará el mandamiento de ejecución y embargo, tramitándose la
causa hasta subastar bienes suficientes del deudor, este se efectúa por un martillero en pública subasta previa publicación de avisos; y
el de bienes raíces también en pública subasta previa publicación de avisos pero en el Tribunal. Efectuado el remate, se hará pago al
acreedor, Art. 2469 CC.
La cesión de bienes.
Concepto. “La cesión de bienes es el abandono voluntario que el deudor hace de todos los suyos a su acreedor o acreedores, cuando,
a consecuencia de accidentes inevitables, no se halla en estado de pagar sus deudas”. + Ley N° 20.720.
Características.
1. Es irrenunciable: art. 1615.
2. Es universal: art. 1618, inc. 1º.
3. Es un derecho personalísimo: art. 1623.
Requisitos.
1. Que el deudor no se encuentre en situación de pagar sus deudas.
2. Que lo anterior obedezca o sea consecuencia de accidentes inevitables.
3. Debe probar su inculpabilidad, en caso que alguno de los acreedores lo exija (art. 1616).
4. Que el deudor haya hecho una exposición circunstanciada y verídica del estado de sus negocios (art. 1617).
5. Si no ha hecho una exposición circunstanciada y verídica del estado de sus negocios, o se ha valido de cualquier otro medio
fraudulento para perjudicar a sus acreedores.
1. El deudor queda privado de la administración de sus bienes, por regla general: arts. 1621 y 1622.
2. El deudor queda privado de la facultad de disponer de sus bienes y los actos que ejecute adolecen de nulidad: art. 2467.
3. Caducan los plazos y las obligaciones a plazo se hacen exigibles: ello, porque la cesión de bienes implica un estado de
“notoria insolvencia” (art. 1496 número 1).
4. El deudor queda libre de todo apremio personal (art. 1619, número 1).
5. No se transfiere el dominio de los bienes a los acreedores, éstos sólo tienen la facultad de disponer de ellos y sus frutos, hasta
pagarse de sus créditos (art. 1619, inciso final). La cesión de bienes no implica entonces una dación en pago. Por la misma
razón, el deudor podrá recobrar sus bienes (art. 1620).
6. Las deudas se extinguen únicamente “hasta la cantidad en que sean satisfechas con los bienes cedidos”: art. 1619 número 2.
El número 3 del mismo artículo es una consecuencia de lo anterior.
7. El acreedor en cuyo beneficio se hizo cesión de bienes, está obligado a conceder el beneficio de competencia: art. 1626 Nº 6.
Enumeración. Se refieren a créditos originados por el procedimiento concursal de liquidación, la muerte o enfermedad del
deudor, tienen un carácter laboral, algunos cuyo titular es el fisco.
1. Las costas judiciales que se causen en el interés general de los acreedores, en el marco de un procedimiento
concursal.
2. Las expensas funerales necesarias del deudor difunto, podrá obtener su reembolso a manos de los herederos.
3. Los gastos de enfermedad del deudor, limitación: si enfermedad es más de 6 meses, el juez fija hasta la cual se
extiende preferencia.
4. Gastos o egresos que deben realizarse en un procedimiento concursal:
a. Los gastos en que se incurra para poner a disposición de la masa los bienes del deudor.
b. Los gastos de administración del procedimiento concursal de liquidación.
c. Los gastos de realización del activo.
d. Aquello que se invierta para el pago de los préstamos contratados por el liquidador para los efectos
mencionados.
5. Las remuneraciones de los trabajadores, asignaciones familiares (límite de 90 UF al último día del mes anterior de
pago, lo demás se considera valista) y las cotizaciones adeudadas a las instituciones de seguridad social o que se
recauden por este intermedio, para ser destinadas a ese fin.
6. Los créditos del Fisco en contra de las entidades administradoras de fondos de pensiones por los aportes que aquél
hubiere efectuado.
7. Los artículos necesarios de subsistencia suministrados al deudor y su familia durante los últimos tres meses.
8. Las indemnizaciones legales y convencionales de origen laboral que les correspondan a los trabajadores, con los
siguientes requisitos y limitaciones:
1) Dichas indemnizaciones deben estar devengadas a la fecha en que se hagan valer.
2) Están limitadas a tres ingresos mínimos mensuales remuneracionales por cada año de servicio y fracción
superior a 6 meses por cada trabajador; y
3) No pueden exceder de 11 años.
El exceso se considera un crédito valista. Las indemnizaciones estarán sujetas a los mismos límites señalados y será
determinados de forma independiente.
9. Los créditos del fisco por los impuestos de retención y de recargo, El IVA, el impuesto al timbre y estampillas son
de primera clase (no todos los del Fisco lo son).
Características:
a. General: Afectan todos los bienes del deudor
b. Personal: No aplica contra terceros poseedores
c. Se pagan con preferencia a todos los demás créditos del deudor
- No obstante, los acreedores de segunda y tercera clase pueden pagarse aún antes de pagarse todos los
créditos de primera clase.
- Situación que se produce cuando los restantes bienes del deudor no son suficientes para el pago de los
créditos de primera clase.
- Prueba acerca de que el deudor carece de otros bienes para pagar a los acreedores de primera clase.
- Los créditos de la primera clase prefieren entre sí en el orden de la enumeración establecida en el artículo
2472 del CC.
Características.
1. Los créditos de la segunda clase constituyen preferencias especiales: se hacen efectivos sobre bienes específicos del
deudor, manifestación del principio de especialidad.
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2. Sólo los créditos de primera clase prefieren a los de segunda clase. Con todo, ello no impide que los de segunda
puedan pagarse antes de haberse extinguido totalmente los créditos de la primera clase (art. 2476).
3. Si los bienes prendados o que se encuentran en poder del posadero o transportista son insuficientes para cobrar la
totalidad de los créditos, el monto impago constituye un crédito valista, concurriendo con los demás de la misma
clase a prorrata (art. 2490 del Código Civil).
4. Pasan contra terceros poseedores, en el caso de la prenda sin desplazamiento.
Características.
1. Constituyen una preferencia especial, al igual que la segunda clase de crédito.
2. Sólo los créditos de la primera clase pueden preferir a los créditos hipotecarios, pero ello no obsta a que el acreedor
de tercera clase pueda pagarse antes que los acreedores de primera clase.
3. Si el valor de la finca hipotecada no fuere suficiente para pagar a los acreedores hipotecarios la totalidad de sus
créditos, la preferencia desaparece, pues es inherente a la hipoteca misma.
4. Pasan contra terceros poseedores, tratándose del acreedor hipotecario y del censualista.
5. Los créditos hipotecarios, los censos y retenciones legales debidamente inscritos, prefieren en el orden de la fecha
en que se hubieren inscrito, da preferencia a unos sobre otros.
Características.
1. Los créditos de la cuarta clase prefieren indistintamente unos a otros según las fechas de sus causas (art. 2482 del
Código Civil). Agrega el precepto que dicha prelación es, a saber:
a. La fecha del nombramiento de administradores y recaudadores respecto de los créditos de los números 1º y
2º del art. 2481 del Código Civil;
b. La fecha del respectivo matrimonio en los créditos de los números 3º y 6º del mismo artículo;
c. La fecha del nacimiento del hijo en los del N° 4º del citado artículo; y
d. La fecha del discernimiento de la tutela o curaduría en los del N° 5º del art. 2481 del Código Civil (de
conformidad al art. 373, inc. 2º del CC, se llama “discernimiento” el decreto judicial que autoriza al tutor o
curador para ejercer su cargo).
2. La confesión de alguno de los cónyuges, del padre o madre, o del tutor o curador sujetos a un procedimiento
concursal de liquidación, no hará prueba por sí sola contra los acreedores (art. 2485 del Código Civil).
3. Para invocar las preferencias de los números 3º, 4º, 5º y 6º del art. 2481 del Código Civil, sólo se admitirá como
medios de pruebas instrumentos públicos o “auténticos”.
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4. Las preferencias de los créditos de la cuarta clase afectan todos los bienes del deudor:se hacen efectivos en todos los
bienes del heredero del deudor, salvo que tengan lugar los beneficios de inventario o de separación,(art. 2487, inc.
2º del Código Civil).
5. Los créditos de la cuarta clase son personales, al igual que los de la primera clase, y no pasan jamás contra los
terceros poseedores de los bienes del deudor (art. 2486 del Código Civil).
6. Los créditos de la cuarta clase se pagan una vez enterados los créditos de las tres primeras clases (art. 2486 del
Código Civil). Por tanto, los créditos de la cuarta clase se pagarán con preferencia al déficit quedado después de
realizarse los bienes afectos a los créditos de la segunda y tercera clase, pues dicho déficit, como sabemos,
constituye un crédito de la quinta clase o “valista” (art. 2490 del Código Civil).
7. Los créditos de cuarta clase se originan en la administración de bienes ajenos (salvo en el caso del crédito del
régimen de participación en los gananciales).
Indemnización de perjuicios.
Generalidades.
Es el segundo de los derechos que la ley da al acreedor. La lesión que ha sufrido el patrimonio del acreedor debe ser reparada, y ello
se alcanza mediante la indemnización de perjuicios.
Daños Perjuicios
Art. 1556, menoscabo efectivamente sufrido por una persona Art. 1557 y 1558, corresponde a la ganancia que no se obtiene
Se vincula con el daño emergente. como consecuencia del daño
Carácter directo: “valor de la pérdida sufrida o de los bienes Se vincula con el lucro cesante.
destruidos o perjudicados” Carácter indirecto o derivado de los daños: “detrimento
patrimonial que debe ser indemnizado por quien lo causa”
INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS: el derecho que tiene el acreedor para exigir del deudor el pago de una cantidad de dinero
equivalente a la ventaja o beneficio que le habría procurado el cumplimiento íntegro y oportuno de la obligación.
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Por ello, se habla de cumplimiento por equivalencia, en oposición al cumplimiento por naturaleza, que corresponde a lo originalmente
pactado. Dos son los fundamentos de este derecho: 1º Nadie puede ser lesionado en su patrimonio por un acto ajeno, sin derecho a
exigir una reparación. 2º El que contraviene una obligación recibe una sanción por la ley.
Clases de indemnización. procede en tres casos: cuando el deudor no cumple su obligación; cuando la cumple perfectamente; y
cuando ha retardado su cumplimiento.
1. COMPENSATORIA: la cantidad de dinero que el acreedor tiene derecho a exigir del deudor, cuando éste no cumple su
obligación o la cumple sólo en parte.
Obligaciones de hacer y no hacer: autorizan al acreedor para demandar, a elección suya, el cumplimiento de la obligación
o la indemnización de perjuicios. PREVENCIONES:
- Contratos bilaterales: no admite demandar directamente la indemnización de perjuicios.
- No hacer: se autoriza demandar directamente indemnización de perjuicios cuando no puede deshacerse lo hecho.
Obligaciones de dar: Distingue:
- Contratos bilaterales:
a. Si el contrato no ha expirado y aún es posible cumplir con sus obligaciones: no puede exigir indistintamente
cualquiera de las dos cosas, es decir, la obligación principal o la indemnización de perjuicios. SALVO si se
estipula cláusula penal, una vez que el deudor se encuentra en mora, el acreedor tiene el derecho alternativo
de demandar “indistintamente” el cumplimiento de la obligación o la pena (art. 1537, parte inicial).
b. Si el contrato ya expiró o no es posible su cumplimiento: es admisible demandar de manera directa
indemnización de perjuicios
- Contratos unilaterales: no existe impedimento para que el acreedor demande directamente indemnización de
perjuicios, tanto compensatoria cuanto moratoria. Ello, por dos razones:
a. Porque el art. 1489, que plantea la elección entre resolución y cumplimiento, alude sólo a los contratos
bilaterales.
b. Porque la resolución en general, y la condición resolutoria tácita en particular, no se aplican a esta clase de
contratos
2. MORATORIA: es la cantidad de dinero que el acreedor puede exigir del deudor cuando éste no cumple oportunamente su
obligación, representa el beneficio que le habría reportado al acreedor el cumplimiento oportuno de la obligación por parte
del deudor, se ACUMULA con la obligación principal.
Requisitos de la indemnización.
1. Que haya infracción de la obligación.
2. Que el incumplimiento de la obligación sea imputable al deudor.
3. Que el deudor se encuentre en mora.
4. Que la infracción de la obligación origine un perjuicio al acreedor.
5. Que exista una relación de causalidad entre el incumplimiento y los perjuicios.
6. Que no concurra una causal de exención de responsabilidad
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Que haya infracción de la obligación.
La Culpa.
Concepto: Es la falta de diligencia o cuidado, en el cumplimiento de una obligación (culpa contractual) o en la ejecución de un hecho
cualquiera (culpa extracontractual).
Diferencias
Contractual Extracontractual
La culpa contractual supone un vínculo obligatorio preexistente; La culpa extracontractual no, siendo el hecho culpable el que
La culpa contractual admite graduaciones y la responsabilidad genera el vínculo u obligación, que coloca al deudor en la
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El dolo.
Acepciones o ámbitos de aplicación.
1º Como vicio del consentimiento o más genéricamente, como vicio de la voluntad: sanción: nulidad relativa.
2º Como fuente del delito: sanción: condenarlo a indemnizar todo el daño causado a la víctima.
3º Como agravante de la responsabilidad del deudor: sanción: aumentar la cuantía de la indemnización para el contratante infractor.
Concepto: Los actos u omisiones intencionales del deudor para eludir o retardar el cumplimiento de su obligación y con ello, causar
daño a la contraparte. Tercera acepción.
Agravante de la responsabilidad del deudor: Debe indemnizar los perjuicios directos previstos y los imprevistos, se justifica en que el
actuó de mala fe lo que infringe el mandato contenido en el Art. 1546 CC
Responsabilidad solidaria: Operará cualquiera sea el dolo de que se trata (cualquiera de las 3 acepciones)
Prueba: No se presume, debe probarse por cualquier medio de prueba. Salvo los casos especialmente señalados por la ley. (page. 68)
La culpa lata equipara al dolo: Sus efectos jurídicos serán los mismos
i.- Se agrava la responsabilidad del deudor que incumple su obligación con culpa lata o grave, pues responderá tanto de los perjuicios
directos previstos como de los directos imprevistos (art. 1558).
ii.- Si varios deudores incurrieren en culpa grave, a consecuencia de la cual se retarda o se incumple la obligación contraída, todos
ellos responderán solidariamente de la indemnización de perjuicios (art. 2317, inc. 2°).
iii.- La culpa lata o grave no puede condonarse anticipadamente, siguiendo la misma suerte del dolo. En caso contrario, habría objeto
ilícito en el pacto (art. 1465).61
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El dolo no se puede condonar o renunciar anticipadamente: Esta renuncia debe ser expresa y una vez cometido.
Con todo, nunca podrá convenirse que se le exima al deudor de responsabilidad, pues ello equivaldría a condonar el dolo futuro. Por
la misma razón, no puede eximirse al deudor de la culpa lata. En otras palabras, la irresponsabilidad del deudor sólo puede referirse a
su culpa leve y levísima o a responder por menos perjuicios.
La teoría de la imprevisión.
Concepto: Circunstancias acaecidas después de celebrar el contrato, que las partes no tuvieron en cuenta al contratar ni pudieron
prever razonablemente, pueden originar un estado de cosas que torne el cumplimiento de la obligación extremadamente oneroso para
el deudor o a la inversa, gravemente perjudicial para el acreedor.
Condiciones o requisitos:
i.- El acontecimiento que trastorna gravemente el equilibrio de las prestaciones de las partes, debe ser imprevisible.
ii.- El acontecimiento debe ser ajeno a la voluntad de las partes.
iii.- El acontecimiento debe causar una grave perturbación en las condiciones generales de la vida económica y en el desarrollo
general de los negocios.
v.- Debe hacerse considerablemente más oneroso el cumplimiento de la obligación y causar al deudor un grave daño.
v.- El contrato debe ser de aquellos de ejecución sucesiva o que importen prestaciones diferidas o a plazo. En los contratos de
ejecución instantánea o inmediata no se presenta el problema.
Fundamentos: El contrato debe cumplirse de buena fe; la interpretación de los contratos en cuanto la intención de las partes se
subentiende en el supuesto que se mantengan las condiciones vigentes al momento de contratar.
Efectos:
i.- Resolución del contrato por excesiva onerosidad sobreviniente: se faculta al juez para eximir a las partes de las consecuencias no
previstas del contrato.
ii.- Revisión de las estipulaciones del contrato, con el fin de adaptarlas a las nuevas e imprevistas condiciones.
En nuestro derecho: Las obligaciones derivadas del contrato, salvo acuerdo de las partes o circunstancias que de acuerdo con la ley
excusan de cumplirlas, deben ejecutarse estrictamente, al tenor de lo pactado y atendiendo a la verdadera intención de los
contratantes, no obstante haberse modificado las condiciones existentes al momento de contraerse dichas obligaciones.
Condiciones: Se plantea cuando perece fortuitamente la especie o cuerpo cierto que se debe, en virtud de una obligación emanada de
un contrato bilateral, encontrándose pendiente de cumplimiento.
En las obligaciones de hacer y no hacer: La extinción de la obligación del deudor por imposibilidad de ejecución la soportaría la
contraparte.
- Si la obligación tiene un origen no contractual (vale decir, emana de un delito, cuasidelito, cuasicontrato o de la ley), no cabe
la exigencia de la mora para demandar; en rigor, aquí no opera la noción de mora, pues en estos casos no podemos
encontrarnos ante un retardo culpable, pues no existía un vínculo jurídico previo (al menos, en el caso de un delito, de un
cuasidelito y de un cuasicontrato, casos en los cuáles el vínculo se origina por la comisión del hecho ilícito o al realizar un
hecho lícito pero no convencional; tratándose de las obligaciones creadas por la ley, como por ejemplo la de proporcionar
alimentos, el vínculo existe, pero el propio legislador aclara que los alimentos sólo se deben desde que ellos se demandan).
Concepto: El retardo injustificado imputable en el cumplimiento de la obligación o en la ejecución de un hecho cualquiera, que
persiste después de la interpelación del acreedor.
Requisitos:
i.- Que haya retardo en el cumplimiento de la obligación.
ii.- Que el retardo sea imputable al deudor: que provenga del hecho o culpa del deudor y con mayor razón del dolo. El retardo fortuito
no constituye en mora al deudor (arts. 1558, inc. 2º; 1873; 1826).
iii.- Que el acreedor interpele al deudor (con la salvedad explicada, en orden a que si se estipula plazo para el pago, la sola llegada de
éste supone una interpelación automática por parte del acreedor).
Excepción a la regla del Art. 1551: “la mora purga mora” o “excepción de contrato no cumplido”. Requisitos:
1. Tiene lugar en los contratos bilaterales.
2. Las obligaciones recíprocas deben cumplirse simultáneamente o si tenían plazos diferenciados, ellos han transcurrido para
ambos: las obligaciones de ambas partes, tienen que haberse hecho exigibles.
3. Buena fe del que opone la excepción: aunque el Código Civil no lo exige en forma expresa, la doctrina subraya que este es
un requisito de la esencia de la institución. Con ello, se evita que esta excepción se transforme en una herramienta del
demandado, para dilatar su cumplimiento o derechamente para no cumplir. De ahí que se afirme que la excepción no podría
oponerse ante un incumplimiento insignificante del demandante, como si un comprador –ejemplifica Abeliuk-, pretendiera
negarse a pagar el precio de la compraventa de un inmueble, porque una llave de la casa está en mal estado.
Efectos:
1º Da derecho a exigir indemnización de perjuicios, con arreglo a los arts. 1557 y 1537. Es el efecto fundamental de la mora.
2º Hace responsable al deudor del caso fortuito sobrevenido durante su mora (arts. 1547 y 1672); sin embargo, la responsabilidad del
deudor se aminora si el caso fortuito es de aquéllos que habrían sobrevenido igualmente si la cosa se hubiere encontrado en poder del
acreedor. Es decir, pone a cargo del deudor los riesgos de la especie o cuerpo cierto cuya entrega se deba (art. 1550). Se invierte
entonces el principio general que pone de cargo del acreedor la pérdida de la cosa debida. Si hay mora del deudor, opera el principio
res perit debitori.
1. Obligaciones en que la ley avalúa los perjuicios: La ley sólo lo hace en las obligaciones que tienen por objeto el pago de una
cantidad de dinero, las llamadas “obligaciones de dinero en su origen” (art. 1559). En este caso, consiste la avaluación en
agregar a la deuda los intereses convencionales, los legales o los corrientes, según los casos, liberándose al acreedor de
probar perjuicios.
3º Si los intereses convencionales son inferiores al interés legal, se debe éste último (norma protectora de los derechos del
acreedor).
4º Si los intereses estipulados superan el máximo permitido, entra en juego el art. 2206: se rebaja el interés al interés
corriente.
5. Anatocismo: el pacto mismo que da lugar al cobro de intereses que tienen por fuente otros intereses, se autoriza
expresamente por ley pero con algunas restricciones; inclusive se presume salvo pacto en contrario.
Qué comprende la indemnización de perjuicios. De conformidad al art. 1556, comprende, por regla general, tanto el daño emergente
como el lucro cesante. Exceptuando los casos en que la ley sólo permite indemnizar el daño emergente. Estos conceptos giran en
torno a la pérdida que sufrió o la ganancia de que se privó al acreedor.
El DAÑO EMERGENTE es la pérdida efectiva experimentada por el acreedor a consecuencia del incumplimiento de la obligación o
del cumplimiento imperfecto o tardío de ella. Es la disminución real del patrimonio que el acreedor sufre por el incumplimiento de la
obligación. Se le llama “daño emergente” precisamente porque es algo que sale o emerge del patrimonio, se indemniza siempre.
El LUCRO CESANTE es la utilidad que el acreedor habría obtenido con el cumplimiento efectivo, íntegro y oportuno de la
obligación. Viene a ser la privación de la ganancia que el acreedor habría obtenido si la obligación se hubiere cumplido, se requiere
una disposición legal expresa para que la indemnización no comprenda el lucro cesante
Todo lo anterior está referido al daño material o patrimonial, el único al que se refiere el Código Civil de manera explícita. A tal daño
material, puede adicionarse el daño moral, el daño indemnizable es el material y excepcionalmente el moral, procede por:
1. Porque se ha superado una interpretación literal del art. 1556.
2. Porque dicho artículo, por lo demás, no excluye la indemnización por daño moral.
3. porque otros preceptos del Código Civil (arts. 539, 544 y 1544) aceptan indemnizar todo daño, incluyendo por ende el daño
moral.
4. Porque se ha extendido el concepto de daño emergente, incluyendo tanto el daño patrimonial como el moral.
5. Porque la doctrina nacional se ha ido uniformando en orden a entender el daño en términos amplios.
6. Donde existe la misma razón, debe existir la misma disposición: si se admite indemnizar el daño moral en el campo de los
delitos y cuasidelitos, no se divisa razón para excluirlo en el campo contractual.
7. Donde la ley no distingue, no cabe distinguir el intérprete: la ley, al referirse al daño emergente, no lo circunscribe al daño
patrimonial.
8. El principio general, que se consagra en la Constitución Política y en el Código Civil, es el de resarcir todos los perjuicios
sufridos por una persona, a menos que la indemnización se excluya por motivos fundados.
9. Como principio general, procede decretar indemnización por daño moral en la esfera contractual cuando el incumplimiento
deriva del dolo o de la culpa grave, atendido lo dispuesto en el art. 1558, que hace responsable al deudor, en este caso, “de
todo perjuicio”.
Perjuicios previstos son los que las partes previeron o pudieron preverse al tiempo del contrato.
Perjuicios imprevistos son aquellos que las partes no han previsto o no han podido prever al tiempo del contrato; son aquellos que no
entran en el cálculo de las partes.
La regla general es que sólo se deben los perjuicios previstos (art. 1558, inc. 1º); por excepción, se deben los imprevistos, si el deudor
actuó dolosamente (o si incurrió en culpa lata o grave). En principio, la indemnización de perjuicios debe ser completa, debe abarcar
todos los que sufrió el acreedor. Pero esta regla tiene las importantes limitaciones del art. 1558. Sin embargo, las partes pueden
modificar las reglas anteriores, alterando la responsabilidad que normalmente le corresponde al deudor, sea para agravarla o para
atenuarla.
Oportunidad para convenirla. La ley no ha dicho en qué momento puede pactarse la cláusula penal, pero es posible sostener que puede
convenirse al tiempo de celebrar el contrato o con posterioridad, pero en todo caso antes de que la obligación se infrinja o se cumpla
tardía o imperfectamente, ya que su objetivo es asegurar su cumplimiento. Si se estipularon con posterioridad al incumplimiento de la
obligación, estaríamos más bien ante un contrato de transacción.
Naturaleza jurídica:
1. Es una obligación accesoria
2. Es una obligación accesoria condicional
5. Está limitada por la ley: según lo veremos, la ley no admite cláusulas penales en las que se configura una hipótesis de
cláusula penal enorme.
Exigibilidad de la cláusula penal. Acontece ello una vez que el deudor ha sido constituido en mora, o una vez que el deudor
contraviene una obligación de no hacer. Si la obligación es positiva (de dar o de hacer), la pena se debe desde el momento en que el
deudor incurre en mora; si la obligación es negativa (de no hacer), desde que el deudor contravenga la obligación. En el ámbito de la
indemnización moratoria, no se ve inconveniente por el legislador para la acumulación de la obligación principal y de la pena; por el
contrario, en el ámbito de la indemnización compensatoria, como la acumulación importa una grave carga al deudor -en verdad,
implica un pago doble-, la ley requiere un pacto expreso que permita la acumulación, o la dispone directamente la ley.
Derecho del acreedor para cobrar perjuicios en la forma ordinaria. El art. 1543 resuelve el problema: el acreedor, si pretende que se le
indemnice perjuicios por la vía ordinaria, debe desentenderse de la cláusula penal. No puede demandar el pago de la pena y luego
suplementariamente, pedir indemnización de perjuicios por la vía ordinaria. Lo anterior, salvo estipulación expresa en contrario. Lo
anterior demuestra que la cláusula penal es una garantía para el acreedor, pero no limita la responsabilidad del deudor: éste no podría
alegar que no se le puede obligar a pagar una suma mayor a la pactada por concepto de pena.
Cumplimiento parcial y rebaja proporcional. Puede ocurrir que el deudor cumpla parcialmente su obligación. Aunque el acreedor no
está obligado a aceptar tal cumplimiento parcial, de hacerlo, el deudor tiene derecho a obtener que se rebaje proporcionalmente la
pena: art. 1539.
El pago de la pena se encuentra caucionado con hipoteca. El art. 1541, es en verdad una consecuencia del carácter indivisible de la
acción hipotecaria. El deudor hipotecario que pague al acreedor hipotecario las cuotas de los demás coherederos o codeudores, podrá
repetir en contra de éstos para que le enteren sus cuotas en la deuda.
Exoneración de la prueba de los perjuicios. Puede decirse que se presume de derecho que los perjuicios se han ocasionado, resulta
superfluo investigar siquiera si dicho incumplimiento ocasionó perjuicios al acreedor.
La cláusula penal en la Ley Sobre Efecto Retroactivo de las Leyes. Dicha infracción será castigada con arreglo a la ley bajo la cual se
hubiere cometido, el acreedor podrá pues cobrar la pena, aunque conforme a la ley ahora vigente ella no se admita o se hubiere
reducido.
La cláusula penal enorme. Está regulada en el art. 1544. Se dice que es tal, cuando excede el límite fijado por la ley o el juez, para
determinar esta desproporción, la ley hace una distinción en base a la naturaleza de la obligación:
1º Contratos conmutativos en los que la obligación de una de las partes y la pena consiste en pagar una cantidad determinada: art.
1544, inc. 1º, podrá pedirse que se rebaje de la pena, todo lo que exceda el duplo de la obligación principal, incluyéndose ésta en él.
2º En el contrato de mutuo: dispone el art. 1544 que tratándose de un mutuo, se podrá rebajar la pena “en lo que exceda al máximum
del interés que es permitido estipular”, la sanción consistirá en rebajar dicho interés, pero no al interés corriente, sino que al referido
máximo convencional.
3º En las obligaciones de valor inapreciable o indeterminado: en ellas, la ley no ha podido fijar un máximo hasta el cual pueda llegar
la pena, y de ahí que haya dejado entregado a la prudencia del juez rebajar la pena, cuando según las circunstancias, la pena parezca
enorme, el derecho a pedir la reducción de la pena es irrenunciable, porque el art. 1544 no consulta el interés individual de los
deudores sino un objeto de conveniencia pública.
Excepcionalmente, en los casos de los arts. 1238 y 1394, es necesario que el juez autorice al acreedor para aceptar por el deudor la
asignación por causa de muerte o la donación.
Fundamento.
Tiene por tal el acto fraudulento ejecutado por el deudor, es decir, cometido con el propósito de perjudicar a los acreedores, esta es
una acción que les es propia, es una acción directa, que está en el patrimonio de los acreedores; les pertenece, en su condición de
víctimas de un hecho ilícito del deudor, que exige reparar el daño causado y que da acción para ello.
Oportunidad en que la acción pauliana puede ejercitarse.: ¿Es necesario que el deudor esté sometido al procedimiento concursal de
liquidación o haya hecho cesión de bienes para ejercer la acción?
No, la circunstancia de que el art. 2468 se refiera a los actos ejecutados antes del concurso o de la cesión de bienes, tiene por objeto
señalar o demostrar la diferente situación jurídica que ante el Derecho, tienen los actos ejecutados por el deudor antes y después de la
resolución de liquidación. Pero el art. 2468 no ha pretendido decir que sólo puede intentarse la acción pauliana cuando el deudor está
sujeto al procedimiento concursal de liquidación o haya hecho cesión de bienes, debido a que el fundamento de la acción es el fraude
o perjuicio a los acreedores, y este igualmente podría producirse no obstante no haber resolución de liquidación o cesión de
bienes.
i.- La existencia del PERJUICIO, expresamente exigido en los números 1 y 2 del art. 2468. Un acto causa perjuicio a los
acreedores, en este contexto, cuando ocasiona la “insolvencia” del deudor o aumenta una insolvencia preexistente. En otros términos,
cuando se produce una disminución en el patrimonio del deudor, en forma tal que los demás bienes que quedan en poder del deudor
son insuficientes para hacer pago al acreedor o acreedores. En efecto, “insolvente”, según el Diccionario de la Lengua Española, es
aquél que no tiene con qué pagar sus deudas.
Framy Riquelme
Prescripción de la acción pauliana: De acuerdo al Nº 3 del art. 2468, prescribe en un año, contado desde la fecha del acto o contrato.
Como se trata de una prescripción de corto tiempo, no se suspende y corre contra toda persona (art. 2524).
El beneficio de separación.
Concepto.
El beneficio de separación impide la confusión de los patrimonios del causante y del heredero, y permite a los acreedores hereditarios
y testamentarios pagarse con los bienes del causante, con prioridad a los acreedores del heredero: art. 1378.
De no impetrarse este beneficio, el patrimonio del causante y el del heredero pasarán a ser uno solo, con el peligro consiguiente para
los acreedores del causante, en el caso que el heredero tenga a su vez demasiadas deudas.
De la responsabilidad objetiva.
Planteamiento del problema y fundamento de la responsabilidad objetiva.
En atención a su fundamento, la responsabilidad delictual o cuasidelictual civil, puede ser subjetiva u objetiva.
OBJETIVA SUBJETIVA
Se funda en el riesgo. Se funda en el dolo o en la culpa de una persona.
Prescinde en absoluto de la conducta del sujeto, Supone necesariamente la culpabilidad o intencionalidad de su
se atiende única y exclusivamente al daño producido autor; no existe sino en la medida que el hecho perjudicial
provenga de su culpa o dolo
a. Teoría del riesgo creado: refleja la idea de atribución de los efectos de un acto al autor del mismo. El hombre no es
responsable sino por los riesgos que él mismo ha creado.
b. Teoría del riesgo: se responde, en cualquier circunstancia, por realizar una actividad peligrosa para terceros. Sin embargo,
se ha criticado esta expresión, por ser imprecisa, ya que hace responsable incluso del caso fortuito, y porque no se plantea el
problema de la causa de la cual emana la responsabilidad.
c. Responsabilidad objetiva: se emplea esta expresión con el objeto de precisar que no es necesario el análisis de la conducta
del sujeto. Marton critica esta expresión por ser imprecisa, específicamente en dos aspectos:
porque la culpa, que se mide según el tipo inmutable del buen padre de familia o del ideal de un hombre prudente y
diligente, ya no es en verdad un elemento subjetivo, o sea, en la llamada responsabilidad subjetiva, también hay
elementos objetivos, como este parámetro del “buen padre de familia”; y
porque la responsabilidad “objetiva” no está constituida por la sola relación de causalidad, sino que está imbuida de
ciertos elementos moderadores que son subjetivos, como la situación de interés, la fortuna, la buena o mala fe, etc.
a. El principio de la causalidad.: es el hecho de haber ocasionado el daño, el que constituye el fundamento de la obligación de
reparación. Esta posición es la que sirve de base a la teoría del riesgo en su forma más depurada y primitiva, la llamada por la
doctrina francesa como teoría del riesgo puro o integral.
b. Principio del interés activo.: Conforme a éste, las pérdidas que pueden provenir de una empresa, incluyendo en éstas las
indemnizaciones por los daños a terceros, son de cargo de aquél que obtiene beneficios de la misma empresa.
c. Principio de la prevención.: Frente a la dificultad que enfrentaba la víctima, en orden a probar la culpa del autor, se plantea que
el único medio que puede poner fin a esta desventaja de la primera, consiste en la introducción de un sistema de
responsabilidad que no permita al demandado liberarse de ésta mientras no pruebe que el accidente se debió a una causa por
completo extraña a su voluntad.
d. Principio de la equidad, del interés preponderante o principio de preponderancia del mayor interés social.: Se apoya éste en la
idea de la equidad, teniendo en consideración el estado de las fortunas de las partes involucradas.
e. Principio de la repartición del daño.: Se inspira éste en la idea directriz según la cual, para poder soportar con los menores
sacrificios posibles los daños que sobrevienen, conviene, sin tomar en cuenta el origen del daño y las obligaciones de
reparación eventuales, adoptar la precaución que éstos daños sean metódicamente repartidos entre los directamente
interesados, lo que se logra a través de contratos de seguros de responsabilidad.
f. El principio de la “gefährdung” o carácter riesgoso del acto.: Se invoca, para justificar la responsabilidad objetiva, el carácter
riesgoso del acto, carácter que amenaza el ambiente con daños.
a) El criterio del acto anormal.: El filósofo alemán Durkheim propone un tipo social dado y considerado en una fase determinada
de su desarrollo, se produce en el promedio de las sociedades de esa clase y en la fase correspondiente de su evolución. El
jurista francés Saleilles sostenía que no se responde de las consecuencias perjudiciales de todos los actos, sino de los riesgos
excepcionales resultantes de una actividad fuera de lo normal. Defendida por Ripert, sostenía es responsable aquel que ejerce
su derecho o usa su libertad natural de una manera anormal, sea en condiciones incompatibles con las exigencias sociales
precisadas por el lugar y la época. El problema que presente este criterio es saber qué se entiende por acto normal y anormal.
b) El criterio del “riesgo provecho”.: Se distingue entre los hechos dañosos que son o que no son para su autor fuente de
provecho. Sólo los primeros comprometen su responsabilidad. Se aplica aquí el aforismo romano ubi emolumentum, ibi onus
(donde está el beneficio, allí la carga). Para Savatier, la responsabilidad nacida del riesgo provecho es aquella que obliga a
reparar los daños producidos, aún sin culpa, por una actividad que se ejercía en el propio interés y bajo la autoridad del que
causa el daño. La teoría del riesgo se justificaría entonces, por una idea de justicia, equidad y solidaridad. Por su actividad, el
Framy Riquelme
hombre puede procurarse un provecho; es justo que por reciprocidad, repare los daños que ocasiona a los demás. El problema
que se presenta consiste en determinar qué debe entenderse por “provecho”. ¿En qué casos puede decirse que una persona
obtiene provecho de su actividad? La doctrina proporciona dos respuestas: la expresión provecho puede entenderse en un
sentido amplio o restringido. En el sentido amplio, el provecho comprende todo interés, cualquiera que sea, tanto moral como
pecuniario. En el sentido más restringido, la expresión provecho debe entenderse enfocada a la especulación económica. Quien
desarrolla una conducta de este tipo con el objeto de premunirse de una fuente de riqueza, crea un riesgo para los demás.
c) El criterio del “riesgo creado”.: La responsabilidad se funda, sencillamente, en los riesgos que la actividad o las cosas de cada
persona crea para los demás. La responsabilidad basada en el riego consiste en la obligación de reparar los hechos dañosos
producidos por una actividad que se ejerce en el propio interés. Y este interés no es necesariamente pecuniario. Se enfatiza que
la responsabilidad por riesgo se origina por las consecuencias dañosas acaecidas en actividades o conductas lícitas que recaen
sobre quien crea riesgos o peligros. Se destaca por ende que se trata de actos lícitos, pero que generan responsabilidad.
d) Criterio que distingue entre responsabilidades objetivas simples y complejas o agravadas.: en dos categorías:
Las responsabilidades objetivas simples o también llamadas responsabilidades de simple causalidad.: Se hace en
este caso abstracción de una culpa del autor con el fin de asegurar la reparación del perjuicio sufrido por la víctima.
La característica común de estas responsabilidades reside en el hecho que ellas significan la violación de un deber
de diligencia. En consecuencia, es lógico que se les imponga una responsabilidad más estricta de lo normal desde
que existe violación de este deber.
d.2. Las responsabilidades objetivas agravadas o llamadas responsabilidades objetivas a razón del riesgo.: Bajo
esta denominación, se comprenden ciertas responsabilidades establecidas por leyes especiales. Por ejemplo, la
responsabilidad del propietario de un vehículo, la de las empresas de ferrocarriles, la de las empresas de transporte
marítimo, aéreo o terrestre, la de aquellos que explotan instalaciones eléctricas o atómicas, etc.
e) Criterio del carácter subsidiario de la teoría del riesgo.: Intenta conciliar la noción subjetiva de culpa y la objetiva de riesgo.
Postula que, en principio, la reparación del daño debe ser demandada a quien actúa culpablemente. Determina que en todos
aquellos casos en que el daño se debe a la culpa de un sujeto, el peso de tal daño debe recaer en tal individuo culpable y no
en aquellos que hubieren asumido el riesgo, en el caso que fueren otras personas.
No es efectivo que el problema de la responsabilidad se simplifique por el hecho de suprimir la culpa y de reducir aquél a una mera
cuestión de causalidad.: un daño es generado por varias causas y no es posible establecer la determinante. En tales casos, no habría
medio de atribuirlo a su autor, sin cometer una injusticia, a menos que se acepte recurrir a un sistema arbitrario que puede estar reñido
con la realidad y la equidad.
La teoría del riesgo paraliza la iniciativa y el espíritu de empresa.: Se castigaría así al que actuó, al que ejercitó una actividad que
seguramente es útil para la sociedad, y se protegería a quien ha permanecido en la más completa pasividad..
La teoría del riesgo, lejos de extender el ámbito de la responsabilidad y de contribuir a desarrollar el espíritu de solidaridad, tiende a
hacerlo desaparecer.: Sintiéndose entonces prácticamente irresponsables, ya que el asegurador se encargará de reparar el daño
causado, obrarán con menos prudencia, con lo cual aumentarán los accidentes y se irá creando una peligrosa irresponsabilidad, esta
teoría ya que fomenta la existencia de nuevas víctimas.
La teoría del riesgo no es justa ni equitativa, como pretenden sus partidarios.: Si la equidad aconseja que quien recibió el provecho
soporte los riesgos, también aconseja que quien obró en forma irreprochable no debe ser molestado.
La teoría del riesgo puede afectar la productividad industrial.: Estado quiere hacer sacrificios con el objeto de lograr el desarrollo
industrial del país, debe hacerlo a costa del conjunto de la sociedad y no en detrimento de las víctimas elegidas por la fortuna.
En razón de la cuestión de la atribución del daño.: el derecho de reparación de la víctima no es más que modificar la atribución natural
del daño. Sería necesario encontrar una razón para la atribución del daño al autor.
Crítica a la idea de solidaridad social.: El que asume los riesgos debe tener también los provechos.
Concepción económica de la responsabilidad.: Es la víctima la que asume los riesgos por su actividad o por la posesión de los bienes.
Framy Riquelme
Aminora el peso de la prueba para la víctima.: la víctima le bastará probar el daño y el hecho que lo generó; no necesita probar la
culpa o dolo de su autor.
Es de más fácil aplicación que la responsabilidad subjetiva.: bastará establecer el daño y el hecho que lo produjo.
Es más justa y equitativa.: es justo que por reciprocidad repare ese daño.
Es más solidaria.
8.- Opiniones formuladas por autores nacionales, acerca de la teoría del riesgo.
Favorece a las víctimas, pues las releva de la necesidad de probar la culpa o dolo del autor del daño. Contribuye así a que la
responsabilidad sea más efectiva.
Lo jurídico no es lo que mejor se conforme con los principios consagrados por la ciencia del Derecho; lo verdaderamente jurídico es
lo que mejor realiza la justicia entre los hombres.
La teoría del riesgo tiene también un gran fondo de justicia: si el hombre con su actividad puede obtener un provecho o beneficio,
justo es que repare los daños que así cause.
Sin embargo, Alessandri no cree que la responsabilidad subjetiva deba ser desplazada totalmente. Es conveniente conservarla como
principio general de responsabilidad, porque a diferencia de la responsabilidad objetiva, descansa en un valor humano, cual es la
conducta del agente, y para una sociedad, como la nuestra, que atribuye la debida importancia a los valores espirituales, ésta es una
razón digna de considerarse.
Destaca este autor que la teoría del riesgo creado surge como consecuencia de dos hechos:
• Por un lado, la necesidad de aliviar a las víctimas del peso de la prueba; y
• Por el otro, el aumento explosivo de los peligros que enfrenta el hombre en la sociedad moderna.
Se funda en la creación de una situación de peligro que aproxima a la persona a una consecuencia dañosa.
Sin embargo, reconoce que la llamada responsabilidad objetiva o responsabilidad sin culpa, debe hallarse expresamente contemplada
en la ley para que sea operante. Mientras esto no ocurra, carece de toda trascendencia práctica. La responsabilidad objetiva es
excepcional, y por ello debe ser expresamente establecida por la ley, en supuestos específicos debidamente justificados en razones de
justicia y equidad. No cabe aquí la aplicación analógica; si no existe un factor objetivo expresamente admitido por la ley, la
responsabilidad es subjetiva si hay culpa, o no existe deber de responder, y el daño deberá soportarlo la víctima. Por ende, la regla
general seguirá siendo la responsabilidad subjetiva (con culpa), que sólo se alterará ante una norma expresa que permita prescindir de
ella.
Las principales normas que consagran en nuestro Derecho fórmulas de responsabilidad objetiva, son las siguientes:
a. Ley número 18.302 de 1984, sobre seguridad nuclear.
b. Decreto Ley número 2.222 de 1978 (Ley de Navegación) y Decreto Ley número 1.808 de 1977, que aprueba como Ley de la
República el Convenio Internacional sobre Responsabilidad Civil por daños causados por la Contaminación de las Aguas por
Hidrocarburos.
c. Ley número 18.196, Código Aeronáutico.
d. Ley número 18.290, Ley del Tránsito.
e. Artículo 19, número 7, letra i) de la Constitución Política de la República, que consagra la responsabilidad del Estado por el
error judicial.
f. Ley número 16.744 de 1968, que establece el Seguro Obligatorio sobre los Accidentes del Trabajo y las Enfermedades
Profesionales.
Framy Riquelme
2) Una limitación de la responsabilidad: Obedece a la inconveniencia de crear responsabilidades excesivas o ilimitadas, que
enervarían el desarrollo de las actividades nucleares, y harían muy difícil, por no decir imposible, obtener los seguros o
garantías que exige la ley.
Ambito de aplicación de esta responsabilidad: cabe distinguir entre el daño indemnizable y las personas lesionadas:
1) En cuanto al daño indemnizable: Según Frangini, el daño nuclear presenta dos características:
Es clandestino, esto es, es de difícil determinación; y Es un daño cuya manifestación puede no ser inmediata. Por ello, la
acción para reclamar tiene plazos de prescripción especiales: diez años, contados desde la fecha en que incurrió o se
denunció por un inspector el accidente nuclear (artículo 66).
2) En cuanto a las personas lesionadas: el artículo 58 excluye a las personas que trabajen profesionalmente en una instalación
nuclear, expuestas a esos riegos, en la medida que los daños nucleares estén cubiertos por algún régimen de seguridad social
o de accidentes del trabajo o enfermedades profesionales. A contrario sensu, todas las demás personas que resulten víctimas
de daños nucleares, deben ser indemnizadas.
Otros daños que se produzcan junto a los nucleares.: Se traspasa entonces el peso de la prueba al explotador, quien deberá demostrar
que los daños se pueden distinguir con certeza de los nucleares. En caso contrario, será responsable.
Exenciones de responsabilidad: artículos 56 a 59: En los siguientes casos, el explotador queda exento de responsabilidad:
1. Daños nucleares producidos por un accidente nuclear que se debe directamente a hostilidades de conflicto armado exterior,
insurrección o guerra civil: artículo 56.
2. Daños nucleares sufridos por el medio de transporte, en el que se hallaren al momento del accidente nuclear, los materiales
nucleares que lo causaron: artículo 57. Lo anterior reafirma, a juicio de algunos, que la responsabilidad civil en la Ley 18.302
se fundamenta en la teoría del riesgo provecho, ya que el transportista justamente obtiene un beneficio económico al llevar
los materiales referidos; incluso más, respecto de terceros, el legislador lo considera “explotador”.
3. Daños nucleares que sufren las personas que trabajan en una instalación nuclear profesionalmente, cumpliéndose lo exigido
en el artículo 58.
Monto de las indemnizaciones.: Según el artículo 61, es necesario distinguir si se trata de daños a las personas o daños a las cosas:
1. Respecto de los daños a las personas: se establece un monto mínimo, equivalente al doble de la cantidad que correspondiere
por aplicación de las tablas del seguro de accidentes del trabajo.
2. Respecto de los daños a las cosas: en el evento que la cantidad límite de responsabilidad establecida en el artículo 60 no sea
suficiente, se indemnizarán a prorrata de sus montos.
b) La responsabilidad objetiva por daños causados por la contaminación de las aguas del mar por hidrocarburos y otras
sustancias nocivas.
Fuente legal: la Ley de Navegación, Decreto Ley número 2.222 de 1978, artículos 144 y siguientes; Decreto Ley número 1.808 de
1977 que aprueba como ley de la República el Convenio Internacional sobre Responsabilidad Civil por Daños Causados por la
Contaminación de las Aguas del Mar por Hidrocarburos.
Framy Riquelme
Características de la responsabilidad. La responsabilidad civil en esta materia presenta dos características: es objetiva y limitada.
1° Primera característica: responsabilidad objetiva
1.1. Contaminación por hidrocarburos.
Encontramos esta primera característica consagrada en el artículo 3 del Convenio y en el artículo 144 de la Ley de Navegación. El
artículo 3 dispone que, salvo cuando se den las circunstancias que indicaremos, el propietario de un barco al ocurrir un siniestro o al
ocurrir el primer acontecimiento si el siniestro consistiera en una serie de acontecimientos, será responsable de todos los daños por
contaminación causados por los hidrocarburos descargados o derramados desde el barco a resultas del siniestro.
Con todo, la ley previene que no podrá imputarse responsabilidad alguna al propietario del barco si prueba que los daños por
contaminación:
1° Resultaron de un acto de guerra, hostilidades, guerra civil o insurrección o de un fenómeno natural de carácter excepcional,
inevitable o irresistible;
2° Fue totalmente causado por una acción u omisión intencionada de un tercero para causar daños; o
3° Fue totalmente causado por la negligencia u otro acto lesivo de cualquier gobierno u otra autoridad responsable del mantenimiento
de luces y otras ayudas a la navegación en el ejercicio de esa función.
Si el propietario de la nave prueba que los daños por contaminación resultaron total o parcialmente de una acción u omisión
intencionada para causar daño por parte de la persona que sufrió los daños, o de la negligencia de esa persona, el propietario podrá ser
exonerado total o parcialmente de sus responsabilidades frente a esa persona.
1.2. Contaminación por derrame de otras sustancias.
Por su parte, el artículo 144 de la Ley de Navegación dispone que el mismo régimen de responsabilidad civil establecido en el citado
convenio internacional, regirá para la indemnización de los perjuicios que ocasione el derrame de cualquier clase de materias o
desechos, que ocurra dentro de las aguas sometidas a la jurisdiccional nacional, sea cual fuere la actividad que estuviere realizando la
nave o artefacto naval que lo produjo, con las siguientes normas complementarias:
1° La responsabilidad por los daños que se causen afectará solidariamente al dueño, armador u operador a cualquier título de la nave,
naves o artefacto naval que produzcan el derrame o descarga. Cuando se produzcan derrames o descargas provenientes de dos o más
naves, que causen daño a raíz de los mismos hechos y fuere procedente la responsabilidad, esta será solidaria entre todos los dueños,
armadores u operadores a cualquier título de todas las naves de donde provengan aquellos, salvo en los casos de colisión en que sea
razonablemente posible prorratear la responsabilidad.
2° El propietario, armador u operador de la nave o artefacto naval será responsable de los daños que se produzcan, a menos que
pruebe que ellos fueron causados exclusivamente por:
• Acto de guerra, hostilidades, guerra civil o insurrección; o un fenómeno natural de carácter excepcional, inevitable o
irresistible;
• Acción u omisión dolosa o culpable de un tercero extraño al dueño, armador u operador a cualquier título del barco o
artefacto naval. Las faltas, imprudencias o negligencia de los dependientes del dueño, armador u operador o las de la dotación, no
podrán ser alegadas como causal de exención de responsabilidad;
• Por “siniestro”, para estos efectos, se entiende todo acontecimiento o serie de acontecimientos que tengan el mismo origen y
que produzcan o puedan producir daños por derrames o contaminación en aguas sometidas a la jurisdiccional nacional o en sus costas
adyacentes;
• Por “sustancia contaminante” se entiende toda materia cuyo vertimiento o derrame esté específicamente prohibido, en
conformidad al reglamento de la ley;
• Se presume que el derrame o vertimiento de sustancias contaminantes del medio ambiente marino produce daño ecológico.
La doctrina ha destacado que se fundamenta la responsabilidad en la teoría del riesgo provecho, ya que la persona responsable es el
propietario de un barco (artículo 3 del Convenio) y el dueño, armador u operador de la nave, naves o artefacto naval (artículo 144
número 1 del Decreto Ley 2.222), argumento que es avalado por el artículo 148 del mismo cuerpo legal que no hace aplicable esta
reglamentación “a los buques de guerra nacionales u otros operados directamente por el Estado en actividades no comerciales”.
Aparece entonces claramente que es el provecho o beneficio económico que obtienen los sujetos anteriormente señalados, el que llevó
a establecer al legislador la responsabilidad objetiva.
2° Segunda característica: responsabilidad limitada.
El sujeto responsable tiene derecho a limitar su responsabilidad por los perjuicios derivados de cada accidente hasta un máximo de
2.000 francos de tonelada de registro de la nave o artefacto naval causante de los perjuicios con tope máximo de 210 millones de
francos, siempre que el siniestro no haya sido causado por falta o culpa del dueño, naviero u operador (artículo 5 del Convenio y
artículo 145 del Decreto Ley 2.222). vale decir, si el hecho se debe a falta o culpa del sujeto, no rige la limitación.
Contratación de seguros.
El artículo 146 del Decreto Ley 2.222 y el artículo 7 del Convenio establecen la obligación de contratar un seguro u otra garantía
financiera otorgada por un Banco o un fondo internacional de indemnizaciones, por el importe a que ascienden los límites de
responsabilidad, para las naves, artefactos navales o barcos que superen un cierto tonelaje.
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Ámbito de aplicación.
1° En cuanto al objeto dañado: tanto el artículo 3 de la Convención como los artículos 144 y 147 de la Ley de Navegación establecen
que el objeto dañado serán las aguas del mar sometidas a la jurisdicción nacional. Difieren sin embargo en cuanto a las sustancias
contaminantes, puesto que el Convenio sólo considera los hidrocarburos y la Ley de Navegación a éstas más otras sustancias nocivas.
El artículo 147 de la Ley de Navegación dispone que en el caso de instalaciones terrestres que produzcan daños al medio ambiente
marino por vertimiento o derrame de sustancias contaminantes, el dueño de ellas será siempre civilmente responsable y deberá
indemnizar todo perjuicio que se haya causado.
2° En cuanto al instrumento causante del daño: para el Convenio, el instrumento es el barco, definido como “toda nave apta para la
navegación marítima y todo artefacto flotante en el mar que esté transportando hidrocarburos a granel”.
De acuerdo a los artículos 142 a 162 de la Ley de Navegación, se indemnizan los daños que ocasione el derrame o descarga de
sustancias o materiales nocivos desde la nave, naves o artefacto naval.
Según el artículo 826 del Código de Comercio, “nave es toda construcción principal, destinada a navegar, cualquiera que sea su clase
y dimensión”; y agrega que “artefacto naval es todo aquel que, no estando construido para navegar, cumple en el agua funciones de
complemento o de apoyo a las actividades marítimas, fluviales o lacustres o de extracción de recursos, tales como diques, grúas,
plataformas fijas o flotantes, balsas u otras similares”. No se incluyen en este concepto las obras portuarias aunque se internen en el
agua.
A los instrumentos anteriores, debemos agregar las instalaciones terrestres, en los términos señalados.
3° En cuanto al lugar en que se causan los daños: conforme al artículo 2 del Convenio, éste se aplica exclusivamente a los daños por
contaminación causados en el territorio, inclusive el mar territorial, de un Estado contratante. Por su parte, el artículo 144 de la Ley de
Navegación dispone que se trata de daños causados dentro de las aguas sometidas a la jurisdicción nacional, que se extienden también
a las costas adyacentes.
Presupuestos de la responsabilidad.
1° El perjuicio: este consiste en los daños por contaminación causados por los hidrocarburos como por otras sustancias nocivas. Se
han planteado interrogantes acerca de cuándo se entiende que existe daño por contaminación. ¿Bastará el solo hecho del derrame, que
por sí solo ya provoca daño ecológico? ¿Se requiere un daño patrimonial específico con dimensión económica establecida? ¿Será el
daño ecológico suficiente, aunque sea de difícil apreciación cuantitativa económica?
2° La relación de causalidad: sólo será responsable el propietario, armador u operador desde cuyo barco, nave o artefacto naval se
produzca el derrame o descarga, o el propietario por el vertimiento o derrame de sustancias nocivas al ambiente marino desde
instalaciones terrestres, por los daños que se causen. Si el daño tiene otra causa cualquiera, no se aplica este sistema de
responsabilidad, sino que ha de recurrirse al derecho común.
1° Debe tratarse del dueño, armador u operador a cualquier título de la nave, naves o artefactos navales (Ley de Navegación) o
propietario del barco (Convenio). Para el Convenio, propietario “significa la persona o personas matriculadas como dueños del barco
o, si el barco no está matriculado, la persona o personas propietarias del mismo. No obstante, cuando un Estado tenga la propiedad de
un barco explotado por una compañía que esté matriculada en ese Estado como empresario del barco, se entenderá que el propietario
es dicha compañía”.
Según el artículo 830, inciso 3 del Código de Comercio, propietario de la nave es la persona natural o jurídica a cuyo nombre figure
inscrita la nave en el Registro de matrícula respectivo. Conforme al artículo 882, inciso 1, armador o naviero es la persona natural o
jurídica, sea o no propietario de la nave, que la explota o expide a su nombre. De acuerdo al artículo 883, inciso 3, operador es la
persona que sin tener la calidad de armador, a virtud de un mandato de éste ejecuta a nombre propio o en el de su mandante los
contratos de transportes u otros para la explotación de naves, soportando las responsabilidades consiguientes.
2° Situación en que los derrames o descargas provienen de dos o más naves: nos remitimos a lo expuesto.
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Se encuentra regulada en el Título IX, “De la responsabilidad aeronáutica”, artículos 142 a 175. Al igual que en los casos anteriores,
se establece una responsabilidad objetiva y limitada.
De la responsabilidad aeronáutica.
+ Sujeto responsable: el transportador estará obligado a indemnizar la muerte o lesiones causadas a los pasajeros durante su
permanencia a bordo de la aeronave o durante la operación de embarque o desembarque (art. 143). Se presumirá pasajero a
toda persona que, al momento del accidente, se encontrare a bordo de la aeronave (art. 145).
Para estos efectos, la operación de embarque se extiende desde que el pasajero, bajo las instrucciones del transportador,
ingresa a la plataforma de estacionamiento de aeronaves y hasta que aborda la aeronave; y la operación de desembarque,
desde que el pasajero, del mismo modo, abandona la aeronave y sale de la plataforma de estacionamiento de aeronaves (art.
143, inciso 2º).
+ Limitación de responsabilidad: la indemnización estará limitada a una suma que no excederá de 4.000 Unidades de
Fomento por muerte o lesión de cada pasajero. No obstante, podrá estipularse una suma superior a la señalada (art. 144).
La indemnización por retardo en la ejecución del transporte de pasajeros no excederá de 250 Unidades de Fomento por cada
uno de ellos. Sin embargo, no procederá esta indemnización si el transportador probare que adoptó las medidas necesarias
para evitar el hecho causante del retardo, o que le fue imposible adoptarlas (art. 147).
+ Limitaciones de responsabilidad:
- La destrucción, pérdida o avería del equipaje que se produjere durante el transporte aéreo de éste, o el retardo en su
transporte, serán indemnizados con una cantidad equivalente a 40 Unidades de Fomento por cada pasajero (art. 148).
- La destrucción, pérdida o avería de la mercadería que se produjere durante el transporte aéreo de ésta, o el retardo
en su transporte, serán indemnizados con una cantidad que no exceda de una Unidad de Fomento por kilogramo de peso
bruto de la carga (art. 149).
+ Extinción de la responsabilidad del transportador: la responsabilidad del transportador por los equipos y
mercaderías transportados se extinguirá si el consignatario o pasajero, según el caso, no formulare protesta al transportador,
inmediatamente después de haber sido notadas las faltas o averías, o dentro de 7 días para los equipajes y de 14 días para las
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mercaderías, a contar de la fecha de la recepción. En caso de retraso, la protesta deberá hacerse dentro de los 20 días a contar
de la fecha en que el equipaje o la mercadería hayan sido puestos a disposición del consignatario (art. 153, inciso 1º).
A falta de protesta dentro de los plazos mencionados, serán inadmisibles las acciones que se interpongan contra el
transportador, salvo que provengan de su propio dolo (art. 153, 3°).
+ Responsabilidad conjunta: la indemnización pagada por un transportador por daños ocurridos en el transporte
sucesivo en un tramo que no ha sido posible determinar, será soportada conjuntamente por todos los transportadores en
proporción al trayecto ejecutado por cada uno, y acrecerá, en su caso, la cuota del insolvente a la de los demás, en la misma
proporción.
+ Daño indemnizable: el explotador indemnizará los daños que se causen a las personas o cosas que se encuentren en la
superficie, por el solo hecho de que emanen de la acción de una aeronave en vuelo, o por cuanto de ella caiga o se desprenda (art.
155). Puede observarse el carácter objetivo de la responsabilidad.
Cabe consignar que de conformidad al art. 68, letra b), el comandante de la aeronave podrá arrojar cualquier objeto de a bordo,
cuando sea necesario para la seguridad del vuelo. En todo caso, ello no exonera de responsabilidad al explotador, según lo indicado.
+ Exenciones de responsabilidad: el explotador de la aeronave no responderá de los daños a terceros en la superficie, en los
casos siguientes:
- si ha sido privado de su uso (el de la aeronave) por acto de autoridad pública;
- si los daños son consecuencia directa de un acto de guerra o de un conflicto armado;
- si son causados por un acto de sabotaje; o
- si son causados con ocasión del apoderamiento ilícito de la aeronave (art. 156).
- Daños ocasionados por persona distinta del explotador: Si sobrevienen daños a terceros en la superficie cuando una aeronave
fuere usada por persona distinta del explotador, ambos responderán solidariamente de los daños en las condiciones y límites de
responsabilidad establecidos por la ley. El explotador se eximirá de su responsabilidad si prueba que adoptó todas las medidas
necesarias para evitar el uso de la aeronave, o que le fue imposible hacerlo (art. 157).
+ Limitación de responsabilidad: la cuantía total de la indemnización a terceros en la superficie, por un accidente, tendrá los
siguientes máximos en consideración al peso de la aeronave:
- Hasta 30.000 kilogramos de peso, 5 unidades de fomento por cada kilogramo;
- En lo que exceda de 30.000 kilogramos y hasta 80.000 kilogramos, 3,75 unidades de fomento por cada kilogramo; y
- En lo que exceda de 80.000 kilogramos de peso, 2,5 unidades de fomento por cada kilogramo.
Para estos efectos el peso de la aeronave significa el peso máximo autorizado para su despegue, certificado por la autoridad
aeronáutica (art. 158).
Si en un mismo accidente hubiere varios damnificados y la suma total que debiera pagarse excediere los límites señalados, se reducirá
proporcionalmente el monto de la indemnización de cada uno de ellos (art. 160).
+ Daños a las personas y bienes: en caso de concurrencia de daños a las personas y bienes, la cantidad total a distribuir se
destinará preferentemente a indemnizar los daños causados a las personas (art. 159).
+ Concepto de abordaje aéreo: se entiende por abordaje aéreo la colisión entre dos o más aeronaves en vuelo (art. 161, inciso
1).
Se considera también abordaje el caso en que se causen daños a aeronaves en movimiento, o a personas o bienes a bordo de ellas, por
otra aeronave en movimiento, aunque no haya verdadera colisión (art. 161, inciso 2).
+ Sujeto responsable: la responsabilidad por los daños causados a aeronaves, o a personas y cosas a bordo de ellas, en abordaje
imputable a culpa o dolo del piloto de una de las aeronaves, incumbe al explotador de ésta (art. 162).
+ Eventual responsabilidad solidaria: la obligación de indemnizar en el caso de abordaje es solidaria respecto de todos los
explotadores responsables, sin perjuicio del derecho del que hubiere pagado una suma mayor de la que le correspondiere, para repetir
en contra de los demás responsables (artículo 163).
Framy Riquelme
+ Eventual concurrencia de responsabilidad: si en el abordaje hubiere concurrencia de culpabilidad, los explotadores responsables
concurrirán al pago de la indemnización en la proporción que determine el juez de acuerdo con la participación de cada uno de ellos.
Para determinar la cuantía, se considerarán todos los daños causados, incluidos los de la aeronave propia.
Si no pudiere efectuarse la determinación anterior, la concurrencia al pago será por partes iguales (art. 164).
+ Limitación de responsabilidad: se aplicarán las limitaciones establecidas en los arts. 158 a 160, para establecer la responsabilidad de
cada explotador (art. 165).
4° De la responsabilidad por los daños causados a terceros en la superficie en caso de abordaje aéreo.
+ Responsabilidad solidaria: en caso de daños causados a terceros en la superficie por causa de abordaje de dos o más aeronaves, sus
explotadores responderán solidariamente de los daños dentro de los límites señalados en el art. 158 (art. 166).
La responsabilidad opera aún cuando el abordaje se hubiere producido por caso fortuito o fuerza mayor, manteniéndose en tal caso la
solidaridad. Con todo, se reconoce el derecho a repetir el excedente que hubiere pagado el explotador sobre la suma que le
corresponde (art. 168).
+ Culpabilidad en la operación de una de las aeronaves: si el abordaje se produjere por la operación culpable de una de las aeronaves,
los explotadores de las otras tendrán derecho a repetir el importe de las indemnizaciones que hubieren sido obligados a pagar a causa
de la solidaridad. En caso de concurrencia de culpabilidad, quien en virtud de la solidaridad hubiere pagado una suma mayor de la que
le correspondiere, tendrá derecho a repetir por el exceso (art. 167).
+ Prescripción: las acciones de repetición entre los explotadores por las sumas pagadas por daños provenientes de abordaje,
prescriben a los 6 meses, contados desde la fecha del pago (art. 169).
Dispone el art. 81 que ninguna persona podrá oponerse al sobrevuelo de una aeronave en razón de sus derechos sobre el suelo. Con
todo, el piloto, durante el vuelo no podrá efectuar maniobras innecesarias para la operación aérea que originen un riesgo para las
personas en la superficie o que afecten los derechos de terceros.
Si con motivo de un vuelo se ocasionare algún perjuicio, el afectado tendrá derecho a indemnización.
+ La responsabilidad establecida en la ley, es la mínima de la que se responde: cualquier estipulación en contrario para fijar
límites de indemnización inferiores a los establecidos en el Código Aeronáutico, se tendrá por no escrita (art. 172, inciso 2).
+ Las limitaciones de responsabilidad favorecen, por regla general, a los dependientes: si se interpusiere acción directa en
contra de un dependiente, del transportador o del explotador, dicho dependiente podrá ampararse en los límites de responsabilidad
establecidos en favor del transportador o del explotador, probando que actuaba en el ejercicio de sus funciones, salvo que haya
mediado dolo o culpa de su parte (art. 173).
+ Responsabilidad solidaria, como regla general: si dos o más personas fueren responsables de las obligaciones que impone el
título IX del Código Aeronáutico, cada una de ellas estará solidariamente obligada al pago total de la indemnización. Si el explotador
fuere persona distinta del transportador, ambos responderán solidariamente de las obligaciones que impone el citado título (art. 174).
+ Prescripción de las acciones: las acciones establecidas en el título IX prescribirán en el plazo de un año contado desde el día
de los hechos, desde el día en que la aeronave llegó a su destino o desde que el transporte fue interrumpido, según el caso (art. 175).
Naturaleza de la responsabilidad.
Framy Riquelme
El art. 174, inciso 2, establece que, sin perjuicio de la responsabilidad de otras personas en conformidad al derecho común, estarán
obligadas solidariamente al pago de los daños y perjuicios causados, el conductor y el PROPIETARIO DEL VEHICULO y EL
TENEDOR DEL MISMO A CUALQUIER TÍTULO (por ejemplo, un comodatario, un arrendatario o un usufructuario), a menos que
estos últimos prueben que el vehículo fue usado contra su voluntad.
Cabe tener presente que el propietario o el tenedor del vehículo carecen de la posibilidad de exonerarse de responsabilidad probando
que, pese a su diligencia, autoridad o cuidado, le fue imposible evitar la producción del hecho dañoso.
Se ha sostenido por nuestros tribunales que la situación descrita configura una responsabilidad híbrida, objetiva y subjetiva, ya que
para que opere la responsabilidad del propietario o del tenedor del vehículo, es incuestionable que el conductor del vehículo debe ser
culpable del hecho que produjo el daño, ya que, si no lo es, desaparece la solidaridad aludida.
Presupuestos de la responsabilidad.
1° El perjuicio: El propietario y el conductor del vehículo son obligados solidariamente al pago total de los daños y perjuicios
causados. Deben indemnizarse tanto los daños personales como los materiales.
2° Relación de causalidad ampliada: Debe responderse por todos los daños “ocasionados”.
Sujetos responsables.
1° Según lo indicado, es sujeto responsable, conforme a la teoría de la responsabilidad objetiva, el propietario del vehículo (art. 174).
2° El conductor: salvo que pruebe que el daño se debe al mal estado y condiciones del vehículo, y que desconocía tal circunstancia.
3° Otros terceros: en conformidad a las normas del derecho común (artículos 2320, 2321 y 2322 del Código Civil).-
La judicialización del daño médico y sus consecuencias: Las indemnizaciones recibidas por las víctimas terminan siendo soportadas
por todos los usuarios y, más aún, por todos los contribuyentes.
Pero no siempre la responsabilidad es contractual. Se sostiene que habría responsabilidad extracontractual en los siguientes casos:
1) Tratándose de médicos que prestan sus servicios por amistad o gratuitamente. Dicho de otra forma, cuando el médico ejerce
su profesión por mera benevolencia y sin que haya intención de celebrar un contrato.
2) Si requerido un médico para atender a una persona, sin que medie obligación alguna, se niega, pudiendo haber prestado sus
servicios.
3) Cuando la conducta del médico causa daños a terceros: la jurisprudencia ha negado la acción de perjuicios cuando el vínculo
del tercero con el paciente fallecido, carece de certeza o legitimidad jurídica, como en el caso del concubinato. Se estima que
la relación extramarital no es indubitada sino precaria, y de duración incierta.
Relatividad de los derechos y evolución histórica de las ideas en torno al “abuso del derecho”.
No debe creerse, sin embargo, que la noción del ejercicio abusivo de un derecho sea una formulación reciente. En efecto, ya en Roma
el pretor fue creando un derecho impregnado de equidad, que permitió resolver casos concretos que podrían asimilarse modernamente
al abuso de un derecho. Esta función del pretor, como señala un autor, “atemperó la estricta, absoluta e ilimitada actuación del
derecho subjetivo de parte del sujeto facultado. Esta actitud de los pretores se traduce en algunas máximas que, a menudo, son puestas
de manifiesto por quienes han estudiado con algún detenimiento la figura del abuso del derecho.” Pero como señala Carlos Fernández
Sessarego, más que la existencia de una teoría general del abuso del derecho, los prudentes juristas romanos abordaron y resolvieron,
dentro del principio de la equidad, cuestiones muy concretas en las cuales percibieron ciertos matices de un uso anormal del derecho.
Su actitud fue resolver problemas determinados, sin preocuparse de agrupar y sistematizar los elementos dispersos con el propósito
deliberado de elaborar una teoría del abuso del derecho.
Posteriormente, en la Edad Media, surgirán dos doctrinas: la doctrina de los “actos de emulación” y la doctrina de las “inmisiones”.
La “aemulatio” se plantea como el ejercicio de un derecho subjetivo con el propósito de causar daño a otra persona o a un bien ajeno.
Lo preponderante, en este caso, es la intención de perjudicar, por acto de emulación se entiende entonces el ejercicio que se hace de la
propiedad sin utilidad de su dueño y sólo con la intención de dañar a otro.
Para la teoría de las inmisiones, y a diferencia del componente subjetivo implícito en el acto de emulación (la intención de dañar),
interesa un resultado puramente objetivo. En efecto, el acto de inmisión (del latín inmissio) deriva del ejercicio de la propiedad
causando perjuicio al vecino. Se ha fundado esta teoría en el Digesto, en el que se afirma que una persona puede gozar libremente de
su fundo, siempre que con ello no se verifique una inmisión en el fundo vecino. Se advierte que esta doctrina ha cobrado importancia
en nuestros días, atendido el hecho que la sociedad industrial y la contaminación, subproducto de la primera, materializan actos de
inmisión.
Framy Riquelme
Josserand contesta, diciendo que tal contradicción no existe, agregando que es posible que un mismo acto sea a la vez conforme y
contrario a derecho, porque esta expresión tiene dos acepciones muy diferentes. Según una, es el conjunto de reglas jurídicas –derecho
objetivo-, y según otra, una facultad concedida al hombre para ejecutar actos determinados –derecho subjetivo. El acto abusivo es el
realizado en virtud de un derecho subjetivo, el de propiedad por ejemplo, pero en desacuerdo con el derecho objetivo, es decir, con el
conjunto de las reglas jurídicas. Así, el propietario que dentro de su heredad ejecuta un acto que daña al vecino, podría obrar en
conformidad a su derecho de dominio, pero en pugna con el Derecho en general.
El desacuerdo en la doctrina, comienza cuando ese ejercicio, no obstante reportar utilidad a su titular o no ser malicioso, daña a otro.
Según algunos, hay abuso del derecho cuando el derecho se ejerce contrariando su finalidad social o económica. Todo derecho, dicen,
tiene una misión que cumplir, un fin que realizar. Desviarse de él, es abusar del derecho. Es el concepto finalista sustentado por
Saleilles y Gény.
Framy Riquelme
Según otros –Josserand entre ellos-, para determinar si hay abuso, es necesario atender a los móviles o motivos que han inducido a
actuar a su titular, al fin que se ha propuesto alcanzar. Si ese móvil o fin concuerda con el espíritu del derecho, con la finalidad que
éste persigue, es legítimo y el ejercicio del derecho, correcto y normal. En caso contrario, el ejercicio es abusivo. Afirmaba Josserand:
“los derechos, productos sociales, como el mismo derecho objetivo, derivan su origen de la comunidad y de ella reciben su espíritu y
finalidad; cada uno se encamina a un fin, del cual no puede el titular desviarlo; están hechos para la sociedad y no la sociedad para
ellos; su finalidad está fuera y por encima de ellos mismos; son, pues, no absolutos, sino relativos; deben ejercerse en el plano de la
institución, con arreglo a su espíritu, o de lo contrario, seguirán una dirección falsa, y el titular que de ellos haya no usado sino
abusado, verá comprometida su responsabilidad para con la víctima de esa desviación culpada.”18 De esta forma, señala Enrique
Barros, comentando el planteamiento de Josserand, se incurriría en abuso del derecho subjetivo si los motivos concretos del titular no
están conformes al fin o a la función que el derecho subjetivo posee según el ordenamiento que lo establece. El abuso del derecho,
según esta doctrina, radicaría en el ejercicio concreto de un derecho que resulta extraño al fin socialmente valioso para el cual ha sido
atribuido.
En realidad, ambas opiniones son convergentes, pues las dos tienden a averiguar cuál es la finalidad social del derecho, el objeto con
que ha sido creado, para establecer enseguida si su titular, al ejercerlo, ha obrado o no de acuerdo con él.
Alessandri critica el criterio que se desprende de las anteriores opiniones, señalando que aparte de ser vago e impreciso, pues no
siempre es posible apreciar exactamente el espíritu o finalidad de cada derecho, tiene el inconveniente de dar ancho campo a la
arbitrariedad jurídica y de llevar la política a los estrados de la justicia, toda vez que incumbirá el juez determinar en cada caso la
finalidad social o económica de los derechos. Esta misión, además de ser difícil, es peligrosa, ya que cada uno apreciará esa finalidad
según sus ideas políticas y económicas. Así, por ejemplo, el fin que un socialista atribuye al derecho de propiedad, distará mucho,
ciertamente, del que le asigne un liberal manchesteriano.
En concepto de Alessandri, el abuso del derecho es la aplicación a una materia determinada de los principios que rigen la
responsabilidad delictual y cuasidelictual civil: ese abuso no es sino una especie de acto ilícito. Debe, por tanto, resolverse con arreglo
al criterio aplicable a cualquier hecho ilícito: habrá abuso de derecho cuando su titular lo ejerza dolosa o culpablemente, es decir, con
intención de dañar o sin la diligencia o cuidado que los hombres emplean ordinariamente en sus actos o negocios propios. Así como el
hombre debe hacer un uso juicioso y prudente de las cosas y comete delito o cuasidelito si las utiliza con la mira de perjudicar a otro o
sin la prudencia necesaria y con ello causa un daño, del mismo modo los derechos que la ley le otorga debe ejercerlos sin malicia y
con la diligencia y el cuidado debidos. Al no hacerlo, incurre en dolo o culpa. Ahora bien, los conceptos de dolo y culpa son amplios,
aplicables a todos los actos humanos, sean materiales o jurídicos. No se ve entonces por qué unos y otros actos no han de regirse por
idénticos principios. Este criterio, que también sustentan los hermanos Mazeaud, Colin, Capitant, Demogue y otros, elimina en gran
parte la arbitrariedad judicial, pues hace innecesario determinar la finalidad social o económica de su derecho.
El criterio anterior, tiene además la ventaja de responder a la realidad de las cosas, porque en el hecho, cualquiera que sea la teoría
que se adopte, sólo hay abuso de derecho cuando éste se ejerce dolosa o culpablemente, comoquiera que ejercerlo contrariando su
finalidad social o económica sin un motivo legítimo es precisamente obrar con culpa: un hombre prudente, no ejerce sus derechos en
esa forma. Tal parece ser el criterio que inspira a nuestro legislador, en el caso, por ejemplo, del artículo 2110 del Código Civil, que
según vimos, invalida la renuncia que hace el socio, de mala fe o intempestivamente, esto es, actuando con dolo o en forma
imprudente. Lo mismo ocurre en el artículo 280 del Código de Procedimiento Civil, al presumir el dolo. Es asimismo el que aplica
nuestra jurisprudencia. Cuando los tribunales se hallan en presencia de una demanda de indemnización de perjuicios fundada en el
ejercicio abusivo de un derecho, no entran a revisar si éste se ha ejercido o no de acuerdo con su finalidad económica o social, si el
móvil del agente concuerda o no con tal finalidad, sino que revisan única y exclusivamente, cuál fue la conducta, si obró o no la
persona con dolo o culpa. Si estiman que hubo dolo o culpa, ordenan su reparación y en caso contrario, la deniegan. Y en ambos
casos, fundan su decisión en los artículos 2314 y siguientes del Código Civil.
Acreditado que el ejercicio del derecho no reporta a su titular ninguna utilidad o que si lo reporta es ínfimo o en todo caso muy
inferior al perjuicio ajeno, quedará con ello establecida la responsabilidad en los términos del derecho común.
Cuando el titular de un derecho lo ejerce con culpa, esto es, sin aquella diligencia o cuidado con que lo haría un hombre prudente, hay
abuso del derecho y constituye entonces un caso de cuasidelito civil (artículo 2284 del Código Civil). Habrá especialmente culpa, si
existiendo diversos medios de ejercer el derecho con el mismo resultado o utilidad, no se elige el menos perjudicial.
• El derecho del comunero para pedir la división de la cosa común. No habiéndose estipulado lo contrario, ello podrá pedirse
siempre (artículo 1317 del Código Civil);
• El derecho del cónyuge sobreviviente, en la partición, para solicitar que se le adjudiquen, con preferencia a los otros
comuneros, los bienes indicados en el artículo 1137, regla décima, o para solicitar que le sean entregados en calidad de usuario o
habitador, en forma gratuita y vitalicia (el ejercicio de este derecho, constituye una excepción al caso anterior, pues en la práctica,
puede paralizar la partición de bienes hasta la muerte del viudo o viuda);
• El derecho del hijo no matrimonial, para repudiar el reconocimiento de la paternidad o maternidad que haya operado en su
favor (artículo 191).
• El derecho del legitimario a quien se le hicieron donaciones o legados que exceden su legítima, de optar, a su arbitrio, entre
restituir al resto de la sucesión algunas de las especies que recibió del causante o el valor de las mismas. En tal caso, previsto en el
artículo 1206 del Código Civil, nos encontramos, a juicio de Somarriva, ante un derecho absoluto en su ejercicio y por ende no cabe
aplicarle la doctrina del abuso del derecho.19
• El derecho del asignatario por causa de muerte para repudiar la herencia o legado que se le ha deferido (artículo 1225, inciso
1º).
• El derecho de la mujer o de sus herederos a renunciar a los gananciales, una vez disuelta la sociedad conyugal (artículos
1781 y siguientes).
Sanción del abuso del derecho: La indemnización pecuniaria del daño causado.
Funciones de la responsabilidad.
Dos grandes funciones, cumple la responsabilidad. Por una parte, encontramos la función preventiva. Por otro lado, una función de
reparación.
En lo que respecta a la función preventiva, el sistema normativo de la responsabilidad impone a todas las personas un deber genérico
de abstención o prevención del daño.
Framy Riquelme
La responsabilidad también cumple una función resarcitoria, cuando se produce la violación del deber de no dañar a otro. En tal caso,
el deber de prevención del daño muta en el deber de reparar el perjuicio causado.
RESPONSABILIDAD
CIVIL PENAL
Principios de la responsabilidad.
1. El principio de no dañar a otro: todo acto ejecutado por una persona, con o sin la intención de producir efectos jurídicos, que
causa daño a otro, crea para su autor la obligación de repararlo. Se recoge este principio, esencialmente, en los arts. 1556, 1557
(ambos en materia contractual) y 2314 (en materia extracontractual).
2. El principio de la reparación integral del daño causado. Está consagrado, principalmente, en:
i.- El art. 2329, inc. 1º del Código Civil, en materia de responsabilidad extracontractual (…todo daño…).
ii.- El art. 2317, inc. 1º del Código Civil, también tratándose de la responsabilidad originada por delitos y cuasidelitos (“…
cada una de ellas será solidariamente responsable de todo perjuicio…”).
iii.- En el art. 1558, si hubo dolo o culpa grave, en materia de responsabilidad contractual (… pero si hay dolo, es responsable
de todos los perjuicios…).
iv.- En el art. 1458, inc. 2, dolo como vicio de la voluntad o del consentimiento, en cuanto quien lo fraguó responde “… por el
total valor de los perjuicios…”.
3. El principio de compensación de culpas: consagrado en el art. 2330 del Código Civil. Operará, cuando el resultado nocivo es
consecuencia tanto del autor del ilícito como de la víctima, lo que deriva en una reducción del monto de la indemnización en
atención a que la víctima se expuso imprudentemente al daño. Este principio, entonces, afecta al principio de la reparación
Framy Riquelme
integral del daño causado. Las culpas recíprocas se compensan aquí no para reducir la cuantía de la indemnización, sino para
impedir que una cualquiera de las partes demande a la otra.
En lo concerniente a la responsabilidad contractual: el fundamento de la responsabilidad también consiste en una conducta culpable o
dolosa de aquella parte contratante que no cumple sus obligaciones. Ambos son los factores de imputabilidad, que pueden originar la
obligación de indemnizar. Por el contrario, si el incumplimiento obedece a una causa ajena a la voluntad del contratante, es decir al
caso fortuito o a la fuerza mayor, éste quedará exonerado de responsabilidad, a pesar de que la contraparte no obtenga la prestación
que espera. En tal caso, se extinguirá la relación jurídica, sin que el deudor deba responder ante su acreedor (art. 1547 del Código
Civil).
Elementos de la responsabilidad extracontractual.: Cuatro son los elementos que configuran un hecho ilícito, delictual o cuasi
delictual:
1. El daño;
2. Un daño imputable: la culpa o dolo;
3. La relación de causalidad entre el dolo, la culpa y el daño; y
4. Capacidad delictual.
1. El daño.
Framy Riquelme
Concepto.: Es todo menoscabo que experimente un individuo en su persona y bienes, la pérdida de un beneficio de índole material o
moral, de orden patrimonial o extrapatrimonial.
2. Un daño imputable:
La culpa o dolo.: No basta con la existencia del daño para que nazca la responsabilidad: se requiere además que el perjuicio sea
imputable a dolo o culpa. El art. 44 del Código Civil define el dolo (como elemento de la responsabilidad extracontractual) y la culpa.
En cuanto a ésta, y teniendo presente la triple gradación que opera en el ámbito contractual, el mismo artículo previene que la
expresión “culpa” o “descuido”, sin otra calificación, significa culpa leve.
4. Capacidad delictual:
Criterio para determinarla: Tenga suficiente discernimiento. Se responderá entonces de las consecuencias derivadas de
los actos que se cometen, aunque el autor carezca de la capacidad necesaria para actuar por sí solo en la vida jurídica.
Como regla general, podemos enunciar que la capacidad delictual y cuasidelictual es más amplia que la capacidad
contractual. Dos razones fundamentales justifican lo anterior:
o La plena capacidad contractual supone una completa madurez intelectual, mientras que la plena capacidad
delictual sólo requiere tener conciencia del bien y del mal, el poder de discernir entre el acto lícito y el ilícito.
o El delito y el cuasidelito ponen a la víctima ante un imprevisto deudor; se elige a los deudores contractuales pero
no a los deudores cuya obligación nace de un delito o cuasidelito. Si exigiéramos al autor la misma plena
capacidad que en el ámbito contractual, cada vez que el autor no tuviera tal capacidad, se privaría a la víctima
del daño de la indemnización.
Personas incapaces de delito o cuasidelito: La capacidad constituye la regla general y la incapacidad es excepcional. El
art. 2319 regula la materia, señalando que son incapaces:
o Los dementes: contemporánea a la ejecución del hecho.
o Los infantes: menores de 7 carecen discernimiento.
o Mayores de 7 y menores de 16: juez revolverá bajo equidad natural.
En cuanto al ebrio, el art. 2318 se preocupa de señalar que es responsable, aun cuando estuviere privado de razón por
causa de su ebriedad. La ley presume que es culpable de su ebriedad. La misma regla debemos aplicar, en general, a
quién actúe bajo los efectos de las drogas.
Responsabilidad del que tiene a su cargo al incapaz: Art. 2319 establece que serán responsables si puede imputárseles
negligencia. A su vez, el art. 2325 priva al guardián del derecho a repetir contra el incapaz, pues sólo podría hacerlo si
el subordinado fuere “capaz de delito o cuasidelito, según el artículo 2319”. Se trata por ende de una doble sanción.
Framy Riquelme
Responsabilidad de las personas jurídicas: Por regla general, debe circunscribirse a la Responsabilidad Civil, puesto que
la Responsabilidad Penal solo puede hacerse efectiva en las personas naturales, únicas capaces de cometer delitos. No
obstante, una persona jurídica sí podrá responder civilmente por aquellos hechos punibles cometidos por aquellos que
hubiesen actuado a nombre de la primera. Dispone al efecto el art. 58 del Código Procesal Penal. Conforme a lo
dispuesto por la Ley N° 20.393 si pueden tener responsabilidad penal. En cuanto a la Responsabilidad Civil, se debe
distinguir en Responsabilidad Contractual o Extracontractual. Tratándose de la Responsabilidad Contractual, deben
concurrir dos requisitos fundamentales para que la persona jurídica sea responsable:
o Que se contraiga una obligación a nombre de la persona jurídica.
o Que la o las personas que contraigan la obligación actúen con personería suficiente, es decir no excedan los
límites de su mandato, artículos 545 y 552 (personas jurídicas de derecho privado sin fines de lucro) y 2160
(mandato).
Concurriendo estos requisitos, las personas jurídicas deberán responder civilmente pagando la indemnización de
perjuicios que en derecho proceda. A su vez para que se disponga por el juez el pago de indemnización de perjuicios se
requiere acreditar:
Presunciones de culpa. Por RG: probar la culpa del autor o demandado es del demandante o victima, salvo una serie de presunciones
de culpabilidad, en esta solo les toca probar el hecho o daño causado. Las presunciones de culpa se dividen en tres grupos:
1. Responsabilidad por el hecho propio;
2. Responsabilidad por el hecho ajeno; y
3. Responsabilidad por el hecho de las cosas.
Por ello, para la doctrina más moderna, las presunciones de responsabilidad por el hecho propio señaladas en este inc. 2º son
meramente ejemplares. De esta manera, toda otra conducta que objetivamente se estime riesgosa, podría quedar comprendida dentro
de esta presunción de culpa por hecho propio.
La presunción de culpa es simplemente legal.: Por tanto, el tercero civilmente responsable puede quedar exento de responsabilidad, si
prueba que empleó la diligencia o cuidado debidos: art. 2320, último inciso.
Con todo, el art. 2321 establece una excepción a esta regla, estableciendo una presunción de derecho.
Responsabilidad del subordinado.: La responsabilidad por el hecho ajeno no excluye la del autor directo del hecho ilícito, siempre que
éste tenga capacidad extracontractual. Ambas responsabilidades coexisten y la víctima puede accionar contra ambos.
Acción del tercero civilmente responsable contra el autor del daño: De conformidad a lo dispuesto en el art. 2325, quien responde por
los hechos de otro que depende del primero, tendrá derecho para ser indemnizado sobre los bienes del segundo, siempre y cuando se
cumplan dos requisitos:
I. Cuando el que perpetró el daño, lo hizo sin orden de la persona a quien debía obediencia; y
II. Cuando el que perpetró el daño, era capaz de delito o cuasidelito, según el art. 2319.
Se trata de una aplicación del principio de reparación del enriquecimiento sin causa, pues resultaría injusto que la indemnización sea
soportada, en definitiva, por el patrimonio de una persona distinta de aquella que realizó el hecho dañoso. El tercero civilmente
responsable deberá indemnizar a la víctima, pero luego, podrá repetir en contra del autor del ilícito civil. Se trata del distingo entre la
“obligación a la deuda” y la “contribución a la deuda”.
Responsabilidad de los padres.: El inc. 2º del art. 2320 establece que “...el padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho
de los hijos menores que habiten en la misma casa”. Debemos relacionar esta disposición con los artículos
222 y siguientes, referidos al cuidado personal y la educación de los hijos.
Cabe preguntarse también qué ocurre si el hijo menor de edad estuviere casado. En tal caso, queda emancipado de sus padres por el
solo ministerio de la ley (art. 270). Sin embargo, el art. 2320 hace responsable a los padres por los actos del hijo menor, sin precisar si
está o no emancipado. Así las cosas, creemos que la emancipación no exonera de responsabilidad a los padres.
De cualquier manera, dos requisitos deben concurrir para hacer efectiva la responsabilidad de los padres:
I. Que el hijo sea menor de edad;
II. Que habite la misma casa que el padre o madre.
No obstante que la anterior es una presunción simplemente legal, el art. 2321 establece una presunción de derecho, bastando en este
caso que sean menores, siendo indiferente que habiten en la casa de sus padres. El hecho debe provenir de la mala educación dada al
hijo o de hábitos viciosos que le dejaron adquirir sus padres. Pero además, el hecho debe provenir “conocidamente” de estas causas.
Por lo tanto, corresponderá a la víctima probar que el hijo recibió una mala educación o que los padres lo dejaron adquirir hábitos
viciosos.
Responsabilidad de los tutores o curadores.: Señala el inc. 3º del art. 2320 que “...el tutor o curador es responsable de la conducta del
pupilo que vive bajo su dependencia y cuidado”.
Para que el guardador sea responsable, deben cumplirse los siguientes requisitos:
I. Que el pupilo viva bajo la dependencia o cuidado del guardador: La guarda general confiere al guardador la representación
del pupilo, la administración de su patrimonio y el cuidado de su persona (art. 340).
Framy Riquelme
II. Que el pupilo sea capaz extracontractualmente: si el pupilo es incapaz, no será responsable el guardador, sino probándosele
culpa.
En todo caso, como también estamos ante una presunción simplemente legal, el guardador podrá eximirse de responsabilidad
probando que no pudo impedir el hecho, pese a que ejercitó la autoridad derivada de su cargo y empleó el cuidado a que estaba
obligado.
Responsabilidad de los jefes de colegios y escuelas.: Establece el inc. 4º del art. 2320 que “...los jefes de colegios y escuelas
responden del hecho de los discípulos, mientras están bajo su cuidado”.
En este caso, habrá responsabilidad para el jefe de colegio o de escuela, cuando el discípulo esté bajo su cuidado: mientras el
discípulo permanezca en el establecimiento, durante los viajes de estudio o visitas que efectúe bajo la dirección de los aludidos jefes,
etc.
Como en los dos casos anteriores, puede destruirse la presunción, probando el jefe de colegio o escuela que no le fue posible evitar el
hecho ilícito y que empleó toda la diligencia o cuidado necesarios.
Responsabilidad de los artesanos y empresarios: Conforme al inc. 4º del art. 2320, responden también “...los artesanos y empresarios
del hecho de sus aprendices o dependientes, en el mismo caso (o sea, mientras estén bajo el cuidado de los primeros)”.
Para que respondan los artesanos o empresarios, es necesario:
I. Que los aprendices o dependientes estén bajo el cuidado del artesano o empresario, lo que quiere decir que cumplan una
actividad laboral bajo subordinación o dependencia;
II. Que se trate de hechos realizados por los aprendices o dependientes mientras están bajo el cuidado del artesano o empresario,
o sea, mientras cumplen con su jornada laboral, hecho que deberá probar la víctima.
Como en los tres casos anteriores, cesa la responsabilidad del artesano o empresario, acreditando que no pudo impedir el hecho ilícito,
no obstante su cuidado y haber ejercitado su autoridad.
Responsabilidad de los amos.: Dispone el art. 2322 que “Los amos responderán de la conducta de sus criados o sirvientes, en el
ejercicio de sus respectivas funciones”. Se denomina amo a la persona que tiene a su servicio empleados domésticos, criados o
dependientes, o en lenguaje contemporáneo, trabajadores de casa particular. El amo es responsable solamente en los actos ejecutados
por el sirviente a condición de que el hecho ilícito se verifique mientras desempeña sus labores o cumple sus órdenes, o sea, cuando el
criado actúa “en el ejercicio de sus respectivas funciones”.
No cabe al amo responsabilidad por los actos ajenos a las funciones del criado o que importan un abuso de las mismas, como por
ejemplo, si el chofer sustrae el automóvil de su patrón, contraviniendo sus órdenes y atropella a un transeúnte.
El amo puede eximirse de responsabilidad probando:
I. Que el criado ejecutó sus funciones de un modo impropio;
II. Que el amo no tenía medio de prever o impedir el ejercicio abusivo de sus funciones por parte del sirviente; y
III. Que empleó la autoridad inherente a su condición y el cuidado de una persona prudente para lograr que el sirviente ejerciera
sus funciones con propiedad.
Responsabilidad del dueño de un vehículo: El dueño de un vehículo será solidariamente responsable con el conductor, por los daños
que ocasione. La responsabilidad del dueño del vehículo es sin perjuicio de la que quepa a otras personas, en virtud del derecho
común. En otras palabras, puede coexistir con la que establece el art. 2320. La víctima, por tanto, podrá accionar, a su arbitrio, contra
la persona que tenga al conductor a su cuidado, o contra el dueño del vehículo.
Sin embargo, el propietario del vehículo puede eximirse de responsabilidad, si acredita que le fue tomado contra su voluntad o sin
autorización expresa o tácita.
Fundamento: Se es responsable también del hecho de las cosas de que una persona es dueña o, no siéndolo, que están a su servicio. El
propietario o la persona que se sirve de la cosa, debe vigilarla y mantenerla en el estado de que no cause daño. De tal forma, el daño
que produzca la cosa denotaría omisión o falta de cuidado y por ello la ley entra a presumir la culpabilidad de quien tenía a su cargo la
cosa.
A diferencia de lo que ocurre con la presunción general de culpabilidad por el hecho ajeno, de una persona que se encuentra bajo
vigilancia o cuidado (art. 2320), tratándose de las cosas, la ley se limita a señalar algunos casos en los cuales se presume culpabilidad
del que las tiene a su cuidado. Por tanto, sólo en ellos puede presumirse culpabilidad y en cualquiera otro, deberá esta probarse por la
víctima.
Situación, cuando el edificio pertenece a una comunidad.: Si el edificio pertenece en común a varias personas, se dividirá
entre ellas la indemnización, a prorrata de sus cuotas de dominio (art. 2323, inc. 2º). Se trata por tanto de una obligación
simplemente conjunta. Esta norma constituye una excepción a la del art. 2317, que establece un caso de solidaridad pasiva,
cuando el delito o cuasidelito ha sido cometido por varias personas.
Situación si la víctima es un vecino. De conformidad a los artículos 932 a 934, y particularmente el inciso segundo del
último, el vecino, para reclamar indemnización, deberá haber interpuesto previamente la querella posesoria de denuncia de
obra ruinosa. De lo contrario, no tiene derecho a indemnización, porque se parte del supuesto que el daño se produjo, en
cierta forma, por su negligencia en acudir a la justicia para evitarlo.
En cierta medida, este caso es semejante al previsto en el art. 1547, inc. 2º, en materia de responsabilidad contractual, cuando
allí se alude al caso fortuito sobrevenido por culpa del deudor.
El art. 932 otorga al vecino dos acciones, cuando tema que la ruina de un edificio le pueda provocar perjuicio:
a) Puede demandar para que el juez mande al dueño derribar el edificio, si estuviere tan deteriorado que no admita
reparación;
b) Puede demandar para el que el juez mande inmediatamente reparar el edificio, si no estuviere tan deteriorado.
En uno u otro caso, si el querellado no cumple el fallo judicial, se derribará el edificio o se hará la reparación a su costa. Si el
daño del edificio no fuere grave, bastará que el demandado rinda caución de resarcir todo perjuicio que por el mal estado del
edificio sobrevenga.
Exención de responsabilidad.: El art. 2323 precisa que no hay responsabilidad, si se configura el caso previsto en el art. 934:
si el edificio cae por caso fortuito (como avenida, rayo o terremoto), no habrá lugar a la indemnización, salvo si se prueba
por el afectado que el caso fortuito, sin el mal estado del edificio, no lo hubiera derribado.
ii.- Normas de la Ley General de Urbanismo y Construcciones.: Las reglas del Código Civil, debemos complementarlas con
las del Decreto con Fuerza de Ley Nº 458, del año 1976, referido a la Ley General de Urbanismo y Construcciones, cuyo
artículo 1829, destinado a proteger a los adquirentes de viviendas o construcciones nuevas, establece:
Framy Riquelme
i) El propietario primer vendedor de una construcción será responsable por todos los daños y perjuicios que provengan
de fallas o defectos de ella, sea durante su ejecución o después de terminada. Se trata de un caso de responsabilidad
objetiva, pues la falla o defecto puede ser atribuible a los profesionales o las empresas que el propietario primer
vendedor contrató para construir el edificio. Aun así, el propietario primer vendedor responderá ante el adquirente del
inmueble.
ii) En el caso anterior, el propietario podrá repetir en contra de quienes sean responsables de las fallas o defectos de
construcción, que hayan dado origen a los daños y perjuicios. En este caso, la responsabilidad es subjetiva.
iii) En el caso de que la construcción no sea transferida, esta responsabilidad recaerá en el propietario del inmueble
respecto de terceros que sufran daños o perjuicios como consecuencia de las fallas o defectos de aquélla.
iv) Los proyectistas serán responsables por los errores en que hayan incurrido, si de éstos se han derivado daños o
perjuicios.
v) Sin perjuicio de lo establecido en la regla tercera del art. 2003 del Código Civil (el art. 18, erróneamente, alude al
“número” tres del artículo), los constructores serán responsables por las fallas, errores o defectos en la construcción,
incluyendo las obras ejecutadas por subcontratistas y el uso de materiales o insumos defectuosos, sin perjuicio de las
acciones legales que puedan interponer a su vez en contra de los proveedores, fabricantes y subcontratistas. A
consecuencia de la ejecución de la misma. Se trata, indudablemente, de un caso de responsabilidad civil
extracontractual.
Daños causados por un edificio en construcción, reparación o demolición.: La Ley General de Urbanismo y Construcciones
responsabiliza a los constructores de los perjuicios que con motivo de la construcción originaren a terceros. En todo caso, no
se presume la responsabilidad del constructor, y debe probarse que el daño se ocasionó por dolo o culpa.
Responsabilidad por el hecho de la cosa que cae o es arrojada de la parte superior de un edificio: art. 2328.
Dispone este precepto: “El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio, es imputable a
todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización se dividirá entre todas ellas; a menos que se
pruebe que el hecho se debe a la culpa o mala intención de alguna persona exclusivamente, en cuyo caso será responsable
esta sola. / Si hubiere alguna cosa que, de la parte superior de un edificio o de otro paraje elevado, amenace caída y daño,
podrá ser obligado a removerla el dueño del edificio o del sitio, o su inquilino, o la persona a quien perteneciere la cosa o que
se sirviere de ella; y cualquiera del pueblo tendrá derecho para pedir la remoción”.
Se precisa que tratándose de cosas que se arrojan, en realidad no se responde por el hecho de las cosas, sino por el hecho
ajeno, puesto que siempre una persona debe arrojar la cosa en cuestión. La responsabilidad recae sobre todas las personas
que habiten la misma parte del edificio desde la que cayó o se arrojó la cosa (podría tratarse, por ende, del dueño, o
arrendatario, o comodatario, o usufructuario, etc.). Los responsables dividirán entre sí la indemnización.
Nada impide sin embargo singularizar la responsabilidad en una o más personas determinadas, si se acreditó que el hecho
acaeció exclusivamente por dolo o culpa de las mismas.
El delito y el cuasidelito producen como efecto normal, la obligación de indemnizar los perjuicios: art. 2314. Para ello, debemos
determinar quiénes son sujetos activos y pasivos de la acción:
Sujeto activo de la acción: Es en primer lugar el que ha sufrido un daño. Asimismo, también puede interponer la acción el que teme
verse expuesto al perjuicio. En otras palabras, la acción puede interponerse cuando el daño se ha producido o para impedir que el daño
acontezca. Revisemos ambas situaciones:
a. Daño contingente o eventual: A este caso se refiere el artículo 2333, que concede acción para impedir un daño contingente o
eventual. Al respecto, debemos distinguir:
i.- En los casos de daño contingente que por imprudencia o negligencia de alguien amenace a personas indeterminadas: se
concede acción popular (en este caso, debemos aplicar los artículos 948 y 2334, que confieren derecho a recompensa (el
primero) y derecho a obtener el reembolso de las costas de la acción y lo que valga el tiempo y diligencia empleados en
dicha acción (el segundo).
ii.- En los casos en que el daño amenazare solamente a personas determinadas, sólo alguna de éstas podrá intentar la
acción.
b. Daño ya acaecido: para determinar al sujeto activo, debemos distinguir:
Daño en las cosas: la acción corresponderá a las personas mencionadas en el art. 2315, que dispone: “Puede pedir esta
indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido el daño, o su heredero, sino el usufructuario, el
habitador o el usuario, si el daño irroga perjuicio a su derecho de usufructo o de habitación o uso. Puede también pedirla en
otros casos el que tiene la cosa con obligación de responder de ella; pero sólo en ausencia del dueño”. De esta manera,
corresponde la acción:
i.- Al dueño de la cosa o al poseedor de la cosa;
ii.- A todos los que tenían derechos reales en ella o con relación a ella, que hayan resultado menoscabados. Debemos
precisar, con todo, que la enumeración del artículo no es taxativa y que la acción, por ejemplo, también podría
interponerla el acreedor prendario o hipotecario.
iii.- Agrega el art. 2315 que también pueden reclamar la indemnización, pero sólo en ausencia del dueño, los meros
tenedores de la cosa, es decir, aquellos que la tienen con la obligación de responder de la misma, como el arrendatario,
el comodatario, el depositario. Se trata de titulares de derechos personales. En realidad, los titulares de derechos reales
son igualmente meros tenedores de la cosa, pero sus derechos recaen directamente sobre la cosa, a diferencia de los
titulares de derechos personales. Cabe subrayar que el requisito de la “ausencia del dueño” sólo opera si el demandante
fuere un titular de un derecho personal.
iv.- Los herederos del dueño o poseedor.
Daño a las personas: conforme al art. 2314, se responde cada vez que “se ha inferido daño a otro”. El “otro” será pues
quien podrá intentar la acción. Encontramos aquí a las siguientes personas:
i.- En primer lugar, la víctima principal o directa;
ii.- Asimismo, pueden demandar las víctimas indirectas, esto es, aquellas que experimentan un daño a consecuencia del
experimentado por la víctima principal. Son las llamadas “víctimas por repercusión”.
Cabe destacar que a diferencia de los herederos, que como es obvio sólo pueden demandar una vez fallecido el causante,
las víctimas por repercusión podrían demandar en dos escenarios: tras la muerte de la víctima directa o conjuntamente con
éste.
d) Contra los herederos de todos los anteriores: ello es lógico, porque la obligación de indemnizar por los daños provenientes de
un hecho ilícito, se transmite a los herederos.
Caso de responsabilidad solidaria pasiva: art. 2317: Es solidaria la responsabilidad de varias personas que han intervenido en la
perpetración del delito o cuasidelito como autores, cómplices o encubridores.
Excepcionalmente, no es solidaria la responsabilidad:
a) En el caso del art. 2323, inc. 2º: se responde a prorrata de las cuotas de dominio, por los dueños de un edificio que causa un
daño con ocasión de su ruina.
b) En el caso del art. 2328, inc. 1º: se responde en partes iguales por quienes habitan la parte del edificio de la que cae o se
arroja una cosa que causa daño.
Por su parte, el art. 2317, inc. 2º, dispone que también produce obligación solidaria de indemnización de perjuicios, “todo fraude o
dolo cometido por dos o más personas”. Se ha entendido que esta disposición apunta a dolo que no ocasione un delito civil, pues de
lo contrario constituiría una inútil repetición de la regla del inc. 1º del art. 2317. En otras palabras, esta norma se referiría al dolo
como maquinación fraudulenta o vicio del consentimiento o al dolo en el cumplimiento de las obligaciones. Así, si varios contratantes
infringen una obligación común y media dolo en tal infracción, serán solidariamente responsables por los perjuicios que el
incumplimiento ocasione al acreedor. Se trata de casos de responsabilidad contractual, por ende.
Extensión de la indemnización.
a) Regla general: reparación integral del daño (art. 2329): La indemnización dependerá de la magnitud del daño, que debe ser
íntegramente resarcido. En consecuencia, la indemnización deberá abarcar tanto los perjuicios materiales -daño emergente como lucro
cesante-, como los morales.
b) Excepciones.: Sin embargo, la extensión de la indemnización puede reducirse, cuando el daño se debió también o
parcialmente a culpa de la víctima: art. 2330.
La culpa de la víctima, si bien no libera de responsabilidad al autor, sí la atenúa. Esta regla del art. 2330, nos demuestra que si bien la
culpa extracontractual no admite gradaciones y la responsabilidad dependerá de la cuantía del daño, para el legislador no es
completamente indiferente o inocua la gravedad de la culpa que exhibe el autor. En definitiva, la culpa mutua del autor y de la víctima
del daño, impone una compensación de las culpas. La responsabilidad será compartida, aún cuando en proporciones diferentes,
dependiendo de la gravedad de la culpa de cada cual. La culpa más grave absorberá a la más leve, respondiendo el que incurrió en la
primera, por lo que exceda la segunda.
Cúmulo de indemnizaciones: ¿Puede acumularse la indemnización que se deba por el autor con otras prestaciones que se deban a la
víctima por terceros con motivo del daño sufrido? ¿Puede la víctima reclamar ambas indemnizaciones o prestaciones?
Por ejemplo, si la víctima de un accidente automovilístico tiene asegurado su vehículo: ¿Puede acumular la indemnización por el
cuasidelito con la indemnización que le debe la aseguradora?
Se señala que la acumulación de indemnizaciones implicaría un enriquecimiento para la víctima; en efecto, desde el momento que
ésta recibe una de las indemnizaciones -de la aseguradora, en el ejemplo,- no habría daño en definitiva, y si el perjuicio desaparece,
faltaría uno de los elementos de la responsabilidad extracontractual. Se contesta al planteamiento anterior indicándose que no resulta
equitativo que el autor del daño resulte beneficiado de la prestación que un tercero haga a la víctima. En el caso del seguro, se agrega,
se llegaría al absurdo que el contrato cedería en la práctica en favor de un tercero extraño, causante del propio daño.
Para llegar a una solución, se sostiene que habría que indagar si la prestación del tercero significa o no una reparación integral del
daño causado. Si la respuesta es afirmativa, el cúmulo de indemnizaciones sería inaceptable, pues implicaría una doble indemnización
o reparación del daño. En cambio, si la reparación sólo fuere parcial, sería procedente dirigirse en contra del autor, por la diferencia.
Tribunales competentes y procedimientos aplicables.: Cabe distinguir según si el delito o cuasidelito es sólo civil o si es penal y civil
a la vez.
a) Delito o cuasidelito exclusivamente civil.: En este caso, obviamente será el juez civil ante el cual deberá necesariamente
deducirse la acción. Respecto del procedimiento, corresponde aplicar las reglas del juicio ordinario.
b) Delito y cuasidelito penal y civil a la vez.: Las reglas están contenidas en los artículos 59 y siguientes del Código Procesal
Penal. Las reseñamos a continuación:
1. La acción civil que tenga como único objeto la restitución de la cosa, deberá interponerse siempre durante el
respectivo procedimiento penal, ante el juez de garantía (art. 59, inc. 1º y art. 189, inc. 1º). Para estos efectos, el art. 189 del
Código Procesal Penal distingue dos situaciones:.
Framy Riquelme
i) Reclamaciones o tercerías que los intervinientes o terceros entablen durante la investigación con el fin de obtener la
restitución de objetos recogidos o incautados: la resolución del juez de garantía se limitará a declarar el derecho del reclamante sobre
dichos objetos, pero no se efectuará la devolución de éstos sino hasta después de concluido el procedimiento, a menos que el tribunal
considerare innecesaria su conservación (art. 189, inc. 1º);
ii) Tratándose de las cosas hurtadas, robadas o estafadas, no se aplicará la regla anterior, y se entregarán al dueño o legítimo
tenedor en cualquier estado del procedimiento, una vez comprobado su dominio o tenencia por cualquier medio y establecido su valor
(art. 189, inc. 2º).
En los dos casos precedentes, se dejará constancia mediante fotografías u otros medios que resultaren convenientes de las especies
restituidas o devueltas en virtud del artículo 189 (inciso final del mismo).
2. Demanda civil deducida directamente por la víctima en contra del responsable del delito o cuasidelito: la ley le
franquea al primero dos caminos alternativos:
i) Durante la tramitación del proceso penal, la víctima podrá deducir respecto del imputado todas las restantes acciones (se
entiende, además de aquella a la que aludimos en el número 1) que tuvieren por objeto perseguir las responsabilidades civiles
derivadas del hecho punible. En este caso, entonces, la acción se deduce ante el juez de garantía.
ii) La víctima también podrá accionar ante el tribunal civil correspondiente, pero siempre y cuando no se hubiere admitido a
tramitación la acción civil deducida ante el juez de garantía, pues en tal caso dicha acción no se podrá deducir nuevamente ante un
tribunal civil (artículo 59, inciso 2º).
3. Demanda civil deducida por terceros o deducidas por la víctima o por terceros contra personas distintas del
imputado: las acciones civiles encaminadas a obtener la reparación de las consecuencias civiles del hecho punible que
interpusieren personas distintas de la víctima, o que se dirigieren por la víctima o por terceros contra personas diferentes del
imputado, deberán plantearse ante el tribunal civil que fuere competente de acuerdo a las reglas generales (art. 59, inc. 3º).
Cabe advertir que de acuerdo al art. 108 del Código Procesal Penal, “víctima” no siempre es aquél que sufrió en su persona o
patrimonio la comisión del hecho ilícito. En efecto, dispone el precepto: “Artículo 108. Concepto. Para los efectos de este Código, se
considera víctima al ofendido por el delito. En los delitos cuya consecuencia fuera la muerte del ofendido y en los casos en que éste
no pudiere ejercer los derechos que en este Código se le otorgan, se considerará víctima:
a) al cónyuge o conviviente civil y a los hijos;
b) a los ascendientes;
c) al conviviente;
d) a los hermanos, y
e) al adoptado o adoptante.
Para los efectos de su intervención en el procedimiento, la enumeración precedente constituye un orden de prelación, de manera que
la intervención de una o más personas pertenecientes a una categoría excluye a las comprendidas en las categorías siguientes”.
Cabe prevenir que el orden de prelación enunciado en el art. 108, sólo opera para los efectos de intervenir en el respectivo proceso
penal, y no cuando se trata de una demanda civil interpuesta en sede civil. En este último caso, no existirá prelación, y múltiples
personas podrían demandar indemnización –principalmente por daño moral-, en la medida que acrediten el perjuicio sufrido a
consecuencia del fallecimiento de la víctima. Así, por ejemplo, los padres de la víctima podrían demandar la indemnización del daño
moral, no obstante que la cónyuge y los hijos de la misma víctima, también habían accionado y obtenido indemnización. Aunque sólo
los últimos son herederos de la víctima, los primeros se encuadran dentro de las “víctimas por repercusión” o “por rebote”, y también
tendrán legitimación activa. En tal sentido, ha señalado la Corte Suprema que “Un mismo delito o cuasidelito puede dañar a varias
personas y en distinta forma. En tales casos, si se dan los requisitos de la responsabilidad respecto de todos, el juez debe conceder a
cada demandante una indemnización distinta, considerando la entidad del daño sufrido y probado respecto de cada uno. La acción de
responsabilidad pertenece a todos los que sufren el perjuicio causado por el ilícito, esto es, a la víctima directa y a la que lo es por
repercusión. No debe haber restricción o condición de admisibilidad para demandarla, porque se reconoce acción de reparación a todo
sujeto que tenga interés en ello, por la sola autoatribución o mera afirmación de corresponderle un derecho o una situación jurídica,
sin perjuicio que la procedencia final de su pretensión habrá de ser juzgada con arreglo al derecho sustantivo que regula este derecho
subjetivo.
4. En cuanto a la oportunidad para deducir la demanda civil, distinguimos según se trate de aquella interpuesta ante el
juez de garantía o ante el juez civil:
4.1. Demanda civil interpuesta ante el juez de garantía: establece el art. 60 del Código Procesal Penal que la demanda civil en el
procedimiento penal deberá interponerse en la oportunidad prevista en el art. 261 del mismo cuerpo legal. Este último precepto
dispone, por su parte, que hasta quince días antes de la fecha fijada para la realización de la audiencia de preparación del juicio oral, el
querellante, por escrito, podrá deducir demanda civil, cuando procediere. En cuanto a los requisitos de esta demanda, ordena el art.
60: i) deducirla por escrito (lo que reitera el art. 261, según acabamos de ver); ii) cumpliendo con los requisitos exigidos por el art.
254 del Código de Procedimiento Civil;
Framy Riquelme
iii) deberá deducirse la demanda civil del querellante, dentro del plazo indicado, conjuntamente con su escrito de adhesión o
acusación; y iv) deberá contener la indicación de los medios de prueba, en los términos expresados en el art. 259 del Código Procesal
Penal (éste precepto exige, en cuanto a la prueba de testigos, presentar la lista respectiva, individualizándolos con nombre, apellidos,
profesión y domicilio o residencia, y señalar, además, los puntos sobre los que habrán de recaer sus declaraciones. Si se ofrece rendir
prueba pericial, el escrito deberá individualizar al perito o los peritos cuya comparecencia se solicite, indicando sus títulos o
calidades).
El art. 61 del Código Procesal Penal, contempla la posibilidad de “preparar” la demanda civil. Al efecto, consigna el artículo citado
que con posterioridad a la formalización de la investigación, la víctima podrá preparar la demanda civil solicitando la práctica de
diligencias que considerare necesarias para esclarecer los hechos que serán objeto de su demanda. En tal caso, se aplicará lo
establecido en los artículos 183 y
184 del mismo Código. El primero, permite solicitarle al fiscal todas aquellas diligencias que se consideren pertinentes y útiles para el
esclarecimiento de los hechos. El fiscal ordenará que se lleven a efecto aquellas que estimare conducentes. Si el fiscal rechazare la
solicitud, se podrá reclamar ante la respectiva autoridad del ministerio público. El segundo artículo, establece la facultad para asistir a
las actuaciones o diligencias que practique el fiscal, cuando éste lo estimare útil. Agrega el inc. 3º del art. 61 que le preparación de la
demanda civil interrumpe la prescripción. Sin embargo, si no se deduce demanda en la oportunidad prevista en el art. 60 en relación
con el art. 261, la prescripción se considerará como no interrumpida.
El inc. 2º del art. 61 señala que también se podrá “cautelar” la demanda civil, solicitando alguna de las medidas previstas en el art.
157 del mismo Código. Este precepto dispone, en su inciso 1º, que durante la etapa de investigación, la víctima podrá solicitar por
escrito al juez de garantía que decrete respecto del imputado, una o más de las medidas precautorias autorizadas en el Título V del
Libro Segundo del Código de Procedimiento Civil. La demanda civil deberá interponerse siempre en el plazo previsto en el art. 60 en
relación con el art. 261. Del mismo modo, al deducir la demanda civil, la víctima podrá solicitar que se decrete una o más de dichas
medidas (inc. 2º, art. 157).
4.2. Demanda civil interpuesta ante el juez civil: en este caso, la acción podrá deducirse en cualquier tiempo, iniciada que sea la
tramitación del procedimiento penal contra el imputado, con la sola limitación de que si se hubiere admitido a tramitación la demanda
civil en el procedimiento penal, no se podrá deducir nuevamente ante un tribunal civil (art. 59, inc. 2º, del Código Procesal Penal).
6. Actuación del demandado, tratándose de la demanda civil interpuesta ante el juez de garantía.
Dispone el art. 62 del Código Procesal Penal que el imputado deberá oponer las excepciones que corresponda y contestar la demanda
civil en la oportunidad señalada en el art. 263 del mismo Código. Este artículo, por su parte, establece que hasta la víspera del inicio
de la audiencia de preparación del juicio oral, por escrito, o al inicio de dicha audiencia, en forma verbal, el acusado podrá deducir
excepciones de previo y especial pronunciamiento y exponer los argumentos de defensa que considere necesarios y señalar los medios
de prueba cuyo examen en el juicio oral solicitare, en los mismos términos previstos en el art. 259, ya comentados.
Respecto de las excepciones de previo y especial pronunciamiento, el art. 264 dispone cuáles podrán oponerse; las que dicen relación
con la responsabilidad civil, son la de litis pendencia y cosa juzgada.
Todos los incidentes y excepciones deducidos con ocasión de la interposición o contestación de la demanda deberán resolverse
durante la audiencia de preparación de juicio oral, sin perjuicio de lo establecido en el art. 270 (art. 63). El art. 270, se refiere a la
facultad del juez de garantía, que debe ejercer en la audiencia de preparación de juicio oral, para ordenar corregir vicios formales de
los que adolezca la demanda civil, sin suspender la audiencia, si ello fuere posible. En caso contrario, ordenará la suspensión de la
audiencia, por el período necesario para la corrección del procedimiento, el que en ningún caso podrá exceder de cinco días. Si
transcurrido dicho plazo, la demanda civil no hubiere sido rectificada, se tendrá por no presentada.
demanda no fuere deducida en el citado plazo, la prescripción continuará corriendo como si no se hubiere interrumpido (art. 68, inc.
2º).
Si en el procedimiento penal suspendido o terminado se hubieren decretado medidas destinadas a cautelar la demanda civil, éstas se
mantendrán vigentes por el referido plazo de 60 días, tras lo cual quedarán sin efecto si, solicitadas oportunamente, el tribunal civil no
las mantuviere (art. 68, inc. 3º).
Si, comenzado el juicio oral, se dictare sobreseimiento de acuerdo a las prescripciones del Código Procesal Penal, el tribunal deberá
continuar con el juicio para el solo conocimiento y fallo de la cuestión civil (art. 68, inc. 4º).
Extinción de la acción.
La acción encaminada a reparar el daño causado por el delito o cuasidelito se extingue por los modos generales de extinción de las
obligaciones.
Tres modos de extinguir requieren algunos alcances:
a) La renuncia: a diferencia de lo que acontece con la acción penal, la acción civil derivada de un delito o cuasidelito es
renunciable. La renuncia afectará solamente al renunciante y a sus herederos.
b) La transacción: artículos 2449 y 2461, de los que se desprenden las siguientes reglas:
i.- La transacción no puede recaer en la acción criminal, pero sí sobre la acción civil que nace de un delito;
ii.- La transacción sólo surte efecto entre los contratantes;
iii.- Si son muchos los interesados en el negocio sobre el cual se transige, la transacción consentida por el uno de ellos no perjudica ni
aprovecha a los otros; esta norma tiene especial importancia en el caso de la solidaridad, y para determinar su alcance, hay que hacer
algunas distinciones:
i) Efectos de la transacción consentida por un codeudor solidario, sin que haya novación: por regla general, cuando una
obligación solidaria se extingue por uno de los codeudores, se extingue también respecto de los demás; tal constante, que se da
respecto a cualquier medio de extinguir las obligaciones, se altera en la transacción, por tratarse de un contrato intuitu personae. Por
ello, si la transacción es consentida por uno de los codeudores solidarios, no se extiende a los otros, a menos que dicha transacción
envuelva una novación de la obligación solidaria;
ii) Efectos de la transacción consentida por un codeudor solidario cuando aquélla envuelve novación: si la transacción con uno
de los codeudores envuelve una novación, los otros codeudores se liberan de la obligación (lo que guarda perfecta concordancia con
los artículos 1519 y 1645).53
c) La prescripción: según lo hemos referido, dispone el art. 2332 del Código Civil que “Las acciones que concede este título por
daño o dolo, prescriben en cuatro años contados desde la perpetración del acto”. En las líneas que siguen, resumiremos los dos
enfoques interpretativos que se han formulado, para dilucidar los alcances de la expresión “perpetración del acto”, esto es, si se trata
necesariamente del momento de la comisión del hecho, o si se trata del momento en que el daño derivado del hecho ilícito, se
manifiesta para la víctima, cuestión que cobra relevancia cuando el daño no es coetáneo con la comisión del hecho.
e. Cuando se actúa en legítima defensa: rigen las mismas condiciones que en el ámbito penal. La agresión debe ser ilegítima, el
medio empleado para repeler el ataque debe ser proporcionado y no ha de mediar provocación suficiente por parte del que se
defiende y ocasiona el daño.
f. Cuando existe estado de necesidad: cuando una persona, puesta en situación apremiante de evitar un daño, accidentalmente
causa otro. Rigen las mismas reglas que en el campo del Derecho Penal.
Cláusulas de irresponsabilidad: Cometido el delito o cuasidelito el afectado puede renunciar válidamente a su derecho a reclamar las
indemnizaciones pertinentes.
¿Qué ocurre cuando antes de la comisión de un delito o cuasidelito se pacta la irresponsabilidad del autor? Tratándose del dolo y de la
culpa grave, tales cláusulas serían inadmisibles por objeto ilícito: art. 1465.
Se circunscribe el problema a la culpa leve y levísima. Aunque no hay unanimidad en la doctrina, la mayoría considera que las
cláusulas de irresponsabilidad referidas a la culpa leve y levísima, serían válidas. Con todo, habrá que distinguir en la naturaleza del
daño:
Si el daño recae en las cosas, la cláusula sería válida. El art. 1558 establece su validez respecto de la responsabilidad
contractual, de manera que ninguna razón justifica que el mismo criterio no sea aplicable a la responsabilidad
extracontractual.
Distinta debe ser la solución si el daño recae en las personas: en tal caso, la cláusula no sería válida, puesto que no puede
renunciarse o disponerse de la vida, la integridad física o el honor de las personas.