Historia
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El Paleolítico se inició en África hace 2,5 millones de años y finalizó alrededor del
10.000 a.C. Durante esta época, los primeros humanos vivían en grupos nómadas,
cazaban y recolectaban alimentos, y utilizaban herramientas de piedra.
Su economía era depredadora, la caza y la recolección en el Neolítico, que
comenzó alrededor del 4.000 a.C. en la Península, la economía era productora,
basada en la agricultura y ganadería, lo que hizo que la sociedad se volviera más
sedentaria con la agricultura y ganadería, lo que llevó a un aumento de población, la
especialización en el trabajo y surgió la jerarquización social que se refleja en el
megalitismo*. La piedra pulimentada* sustituyó a la tallada y surgieron nuevas
industrias: textil, cerámica y cestería. El arte rupestre era mágico religioso,
(Altamira). El tema más frecuente de las pinturas de las cuevas era la
representación de animales (bisontes, caballos, ciervos) donde las figuras eran
polícromas (ocre, rojo, negro). Surgieron nuevas industrias como la textil, la
cerámica, y la cestería también destacó el arte rupestre, en zonas rocosas al aire
libre, representando animales, hombres y mujeres cazando..... Solian ser solo de
color negro
En el siglo III a.C., Roma y Cartago (Túnez) se enfrentaron por el control del
Mediterráneo occidental, provocando la Segunda Guerra Púnica. Durante esta
guerra:
A partir del siglo III el Imperio Romano tuvo una gran crisis que hizo que los pueblos
germánicos lo invadieran, de hecho fueron los suevos, vándalos y alanos que se
establecieron en Hispania (s.V). Para poder expulsarlos firmó un pacto con los
visigodos (418). Desalojaron a los vándalos y alanos y los suevos se quedaron en
Gallaecia.
Como recompensa por su intervención en Hispania, los visigodos fundaron el Reino
de Tolosa en el sur de la Galia. Pero fueron derrotados por los francos y se
establecieron en Hispania imponiéndose a los católicos hispanorromanos creando el
primer Estado independiente en la Península con capital en Toledo. El proceso de
unificación de las dos poblaciones:
-Leovigildo (572-586): expulsó a bizantinos y conquistó el reino suevo.
-Recaredo (586-601) se convirtió al catolicismo (III Concilio de Toledo)
-Recesvinto (653-672), promulgó el Liber iudiciorum
Los reyes visigodos se apoyaron en el Aula Regia y los Concilios de Toledo. Se
empezaron a usar los rasgos del mundo feudal: mundo rural, nobleza e iglesia cada
vez más poderosa y campesinos dependientes: los siervos.
Pero los visigodos no establecieron una monarquía estable basada en la herencia.
Tarik en el 711 terminó con los visigodos, empezando el dominio islámico en
Hispania hasta el 1492.
Ibérica se debió a la expansión del islam y las luchas sucesorias entre los nobles
visigodos tras la muerte del rey Witiza. En el año 711, Tariq con un ejército bereber y
una facción visigoda derrotó al rey Rodrigo en la batalla de Guadalete.Luego con
árabes liderado por Muza conquistaron casi toda la península.
Esta conquista fue rapidapor pactos con nobles visigodos y judíos, población
descontenta con la monarquía visigoda, la tolerancia religiosa hacia "los pueblos del
libro" y el control estratégico del territorio. El dominio musulmán de la península
pasó por varias etapas:
1. En las primeras taifas, los diferentes reinos estaban en conflicto, lo que ayudó a
los reinos cristianos a expandirse hacia el sur.
2. La toma de Toledo por Alfonso VI en 1085 atrajo a los almorávides del norte de
África,y tras vencer a los castellanos (sagrajas 1086), convirtieron Al-Ándalus en
una provincia de su imperio, pero por su gobierno e impuestos llevaron a revueltas y
su caída en 1144.
3. Luego, los almohades llegaron en 1146 y controlaron gran parte de Al-Ándalus,
pero fueron detenidos en las Navas de Tolosa en 1212, lo que provocó más
fragmentación.
Las terceras taifas empezaron, y regiones como Murcia, Valencia y Niebla las
conquistaron los cristianos. Después de la victoria cristiana en la batalla del Salado
en 1340, terminaron los intentos de controlar la península de los bereberes
benimerines. En 1238, se fundó el Reino nazari de Granada, que alcanzó su
máximo esplendor cuando reinaban Yusuf 1 y Muhammad V. Pero en 1492 por la
expansión cristiana, el reino se rindió a los Reyes Católicos, poniendo fin al dominio
musulmán en la península ibérica.
La sociedad era muy diversa. Los musulmanes sunies dominaban,y luego los
mozárabes y judios. Había grupos sociales: 1. terratenientes y mercaderes, 2.
intelectuales y. comerciantes 3. trabajadores agrícolas y artesanos, y 4. esclavos.
Al-Ándalus fue una civilización urbana con ciudades nuevas como Almería y
ciudades romanas revividas como Córdoba que tuvieron un gran desarrollo científico
y cultural. especialmente durante el Califato y las primeras taifas. Destacaron
poetas, filósofos (Averroes), místicos, historiadores, matemáticos y astrónomos.
Desde los siglos VIll al X, los reinos cristianos sólo avanzaron hacia el valle del
Duero y los Pirineos. La caída del califato y la creación de las taifas en el siglo XI
facilitaron el avance hacia el sur, llegando a Toledo en 1085. Sin embargo, la batalla
de Alarcos en 1195 y disputas entre reinos cristianos frenaron la reconquista.
En la Edad Media en España los reinos en la península ibérica tenían estructuras políticas
parecidas
Castilla tenía monarquía autoritaria y un rey con mucho poder que se apoyaba en la idea de
que gobernaba por derecho divino y con leyes inspiradas en el derecho romano (Partidas de
Alfonso X). Usaba un Consejo Real para consejos, Cortes para tomar decisiones y una
Audiencia para la justicia.
Aragón tenía un modelo pactista con rey más débil (más poder la nobleza) que tenía que
respetar las leyes y costumbres locales. Cada región tenía su propio Consejo Real y Cortes
con poder para hacer leyes (legislativo) en Aragón, Valencia y Cataluña. La justicia era
responsabilidad de la justicia mayor.
Navarra tenía su propio sistema hasta que Fernando el Católico la anexó con Castilla en
1512, pero conservaron algunas de sus funciones institucionales.
3.1 LOS REYES CATÓLICOS: UNIÓN DINÁSTICA E INSTITUCIONES DE
GOBIERNO.
Durante el reinado de los Reyes Católicos, la política exterior se centró en dos objetivos
principales: la unificación de la península y la expansión atlántica. Lograron la conquista de
Granada, finalizando así la reconquista en 1492, tras una guerra que combinó luchas
internas en el reino nazarí, diplomacia y acciones bélicas. Paralelamente, se impulsó la
expansión atlántica en busca de una ruta hacia Asia, lo que llevó al descubrimiento de
América por Cristóbal Colón en 1492, financiado por los Reyes Católicos con el acuerdo de
otorgar títulos y beneficios en caso de éxito. Tras varios viajes, Colón murió convencido de
haber alcanzado Asia, aunque el continente recibió su nombre gracias a Américo Vespucio.
El descubrimiento generó conflictos con Portugal, resueltos por el Tratado de Tordesillas en
1494, que estableció una línea divisoria entre las áreas de influencia de ambos reinos y
permitió a Portugal la conquista de Brasil. Además, en ese mismo año se llevó a cabo la
expulsión de los judíos con el Edicto de Granada, mientras se reactivaba la guerra religiosa
impulsada por la Iglesia Católica, marcada por las Cruzadas, para recuperar tierras bajo
dominio musulmán.
Carlos I de Habsburgo heredó un vasto conjunto de territorios, desde los Países Bajos hasta
las coronas de Castilla y Aragón, junto con sus posesiones coloniales, tras la muerte de su
padre Felipe el Hermoso, la incapacidad mental de su madre Juana la Loca y el
fallecimiento de Fernando el Católico en 1516. Al llegar a España en 1517 para asumir el
poder, enfrentó desafíos a su legitimidad y su partida para ser coronado como Carlos V del
Sacro Imperio Romano Germánico en 1520 provocó revueltas, como la de las Comunidades
de Castilla y la revuelta de las Germanías en la Corona de Aragón, ambas sofocadas en
1521 y 1522 respectivamente.
Como emperador, buscó establecer un imperio cristiano universal, enfrentándose a turcos,
especialmente en Túnez y Argel, y a protestantes durante la Reforma. A pesar de su intento
por detenerla, la paz religiosa de Augsburgo en 1555 proclamó la tolerancia religiosa. Sus
conflictos también se extendieron a intereses franceses, marcados por guerras en Italia y
territorios como Milán, Flandes y Borgoña, a pesar de victorias notables como en Pavía en
1525 y la Paz de Cambrai en 1529. A lo largo de su reinado, la confrontación con Francia
continuó, generando tensiones constantes en diversas regiones.
3.4 La monarquía hispánica de Felipe II. Gobierno y administración. Los
problemas internos. Guerras y sublevaciones en Europa.
Tras la Paz de Augsburgo en 1555, Carlos V abdicó, dividiendo su herencia entre su
hermano Fernando, quien recibió el patrimonio austriaco y los derechos al trono imperial, y
su hijo Felipe, que obtuvo los estados hispánicos y borgoñones. Felipe II asumió el reinado
en 1556 con un enfoque en la defensa del catolicismo y la preservación de la hegemonía en
Europa.
Mantuvo la estructura institucional creada por los Reyes Católicos, estableciendo Madrid
como capital fija y gobernando a través de un sistema polisinodial, con consejos territoriales
y temáticos. Los Virreyes mantuvieron su poder delegado, mientras los secretarios reales se
convirtieron en figuras importantes. Aunque las Cortes perdieron relevancia, el creciente
autoritarismo y la intolerancia religiosa generaron rebeliones internas, como las de los
moriscos en las Alpujarras (1568) y disturbios en Aragón en 1591.
Felipe II impulsó la Contrarreforma y defendió el catolicismo, enfrentándose a los turcos en
Lepanto (1571) y reprimiendo el calvinismo en los Países Bajos. La Paz de
Cateau-Cambrais (1555) y la victoria de San Quintín (1557) pusieron fin al conflicto con
Francia. Tras la muerte del rey Sebastián de Portugal, Felipe fue coronado rey de Portugal
en 1580. Aunque trasladó la Corte a Lisboa, su intento de invadir Inglaterra con la Armada
Invencible en 1588 resultó en un fracaso.
En el siglo XVII, la Monarquía Hispánica, liderada por los Austrias Menores (Felipe III, Felipe
IV y Carlos II), enfrentó un declive en su hegemonía europea y problemas internos. Los
reyes de este período se apoyaron en "validos", personas no institucionales a quienes el rey
delegaba el gobierno. Felipe III (1598-1621) tuvo como principal conflicto la expulsión de los
moriscos en 1609, afectando gravemente la economía levantina al perder una gran parte de
su población.
Felipe IV (1621-1665) confió en el Conde-Duque de Olivares, quien propuso reformas
financieras y militares. Intentó consolidar el poder absoluto del monarca mediante la Unión
de Armas (1625), creando un ejército sostenido por todos los reinos en función de su
población y riqueza. Sin embargo, Aragón, Valencia y especialmente Cataluña resistieron
esta medida, lo que desencadenó la guerra con Francia en 1635, durante la guerra de los
Treinta Años. Los incidentes con las tropas catalanas llevaron a la rebelión de Cataluña en
1640, respaldada por Francia, lo que culminó en una larga guerra hasta la rendición de
Barcelona en 1652.
En medio de estos conflictos, Portugal se separó, proclamando rey al duque de Braganza,
Juan IV, durante la rebelión catalana. Además, hubo rebeliones en Andalucía (1641),
Nápoles (1647) y Sicilia (1647). En 1665, Carlos II asumió la corona, siendo el último
monarca de la dinastía de los Austrias.
En el siglo XVII, la Monarquía Hispánica pierde su poder en Europa. Felipe III busca una
política pacifista, firmando tratados con las Provincias Unidas, mientras que Felipe IV
adopta una postura más agresiva. La Monarquía Hispánica se involucra en la guerra de los
Treinta Años, aliada de los Habsburgo austriacos contra príncipes protestantes, lo que
desencadena conflictos con Francia y las Provincias Unidas. La intervención francesa
debilita a España, resultando en derrotas militares clave como las batallas de las Dunas y
Rocroi.
La crisis de 1640 y la Paz de Westfalia en 1648 marcan el fin de la hegemonía de los
Austrias, aceptando la independencia de las Provincias Unidas. La guerra con Francia
persiste hasta la Paz de los Pirineos en 1659, donde España cede territorios como el
Rosellón, parte de la Cerdaña y plazas en Flandes y Luxemburgo, junto con concesiones en
América. Posteriormente, Carlos II pierde el Franco Condado cediéndolo a Francia en 1678,
completando el declive territorial de la Monarquía Hispánica.
El siglo XVII en España estuvo marcado por tres crisis: demográfica, económica y política.
Hubo una contracción demográfica por crisis de subsistencia, epidemias, guerras como la
de los Treinta Años, la expulsión de los moriscos (1609) y la emigración a América. Las
regiones interiores experimentaron pérdida poblacional, mientras que las costeras vieron un
aumento.
Económicamente, todos los sectores sufrieron: la agricultura por escasez de mano de obra
y altos impuestos, la artesanía, la metalurgia y la construcción naval entraron en recesión.
El comercio exterior exportó materias primas pero perdió terreno ante competidores
europeos y el sistema productivo americano.
La crisis financiera estatal se agravó con bancarrotas como las de 1607 y 1666, mientras la
monarquía luchaba por mantener su influencia en Europa. A finales del siglo, se vislumbró
una recuperación con la introducción de nuevos cultivos, medidas proteccionistas y la
reducción del gasto militar debido a la pérdida de presencia internacional de la Monarquía
Hispánica.
Los primeros Borbones como Felipe V, Fernando VI y Carlos III llevaron a cabo una serie de
reformas en España. Esto incluyó la centralización política, uniformidad legislativa,
institucional y la supresión de fueros instituciones de los reinos de la corona de Aragón.
España fue influenciada por la Ilustración, surgieron figuras como Feijoo y Mayans.
Se desarrolló el Despotismo Ilustrado, destacando con Carlos III, que instauró un
gobierno reformista y asesorado por ministros napolitanos como Grimaldi y
Esquilache. Tras el motín de Esquilache, se cedió al gobierno de políticos españoles
como Campomanes y Floridablanca. Se llevaron a cabo reformas urbanísticas como
el Museo del Prado, económicas como la Lotería Nacional y en la agricultura como
limitar los privilegios de la Meseta. usaban una política hidráulica. También se
hicieron mejoras industriales como fundar industrias, en el comercio con medidas
perfeccionistas y se expulsó a los judíos en 1776.
TEMA 4.La crisis del Antiguo Régimen (1788-1833):
La revolución, que se inició casi al mismo tiempo que la guerra, contemplaba una
convocatoria de Cortes generales y extraordinarias cuya iniciativa partió de la Junta Central,
aunque la llevó a cabo la regencia, que sustituyó dicha junta en enero de 1810. Las Cortes
se reunieron en Cádiz, por ser fácil de defender y estar libre de la ocupación francesa.
El primer paso fue hacer frente al vacío de poder tras abdicaciones de Bayona de 1808.
Surgieron Juntas locales, luego provinciales y en septiembre de 1808 la Junta Central
Suprema Gubernativa del Reino, que asumió la dirección de la guerra y la gobernación del
país. Inicialmente presidida por Floridablanca y con sede en Aranjuez, tuvo que trasladarse
paulatinamente hacia el sur ante el acoso francés. Cádiz, protegida por la escuadra
británica, fue su última sede. En 1810 se autodisolvió para dar paso a una regencia
colectiva, una especie de gobierno provisional compuesto por cincomiembros, que, aunque
de ideología conservadora, estaban sometidos a la presión ambiental de una ciudad que
había sido uno de los focos de difusión de las ideas ilustradas y liberales, y ahora
reclamaba cambios políticos, sociales y económicos. Si bien la Junta ya había debatido la
idea de unareunión de Cortes Generales, fue la Regencia la que procedió a su
convocatoria. La elección de los diputados tropezó con grandes dificultades por la
ocupación militar francesa y se realizó sin distinción de estamentos, por lo cual cada uno iba
a representar un voto, idea revolucionaria frente al sistema tradicional de voto por
estamentos. Como había ocurrido durante la Revolución Francesa, los diputados se
organizaron como Asamblea Constituyente y se proclamaronrepresentantes de la soberanía
nacional. Las Cortes se iniciaron en Cádiz en septiembre de 1810 conel juramento de los
diputados de defender la integridad de la nación española (incluida América). Entre los
diputados había eclesiásticos, abogados, funcionarios, militares, catedráticos y miembros de
la burguesía industrial y comercial. Los diputados americanos fueron elegidos entre los
residentesamericanos en Cádiz. Entre los asistentes a las Cortes había tres tendencias
diferenciadas: los absolutistas o serviles, partidarios de no modificar en nada en sistema
político absolutista. Los jovellanistas, partidarios de la revitalización de las Cortes
medievales y la soberanía compartida. Los Liberales, que proponían una cámara única que
asumiera la soberanía nacional y elaborara una constitución que debería recoger las
novedades aportadas por la revolución francesa. Esta postura defendida por la mayoría de
los diputados fue la que triunfó. La obra legislativa de las Cortes de Cádiz fue ingente y
representó una ruptura radical con los principios hasta entonces vigentes, planteando una
serie de reformas que significaron la disolución del Antiguo Régimen:-Abolición de la
Inquisición - Reconocimiento de la libertad de imprenta.
-Abolición de la tortura.
La obra política más relevante de las Cortes fue la Constitución de 1812, la primera
constitución de España, más conocida como la Pepa por coincidir con la festividad de San
José. Sus principios básicos, inspirados en la constitución francesa de 1791, eran los
siguientes:
Durante estos años, Fernando VII enfrentó la oposición de los realistas puros
liderados por Carlos María Isidro, desencadenando la cuestión sucesoria y la
aparición del carlismo. Tras los sucesos de la Granja en 1832, Fernando VII
confirmó los derechos sucesorios de Isabel, dando inicio a la Primera Guerra
Carlista en 1833 tras la muerte de Fernando VII.
El ejemplo de EEUU fue crucial para mostrar que era posible enfrentarse a la metrópoli y
conseguir la victoria. Además, Gran Bretaña, deseosa de controlar el mercado americano,
mostró su respaldo a los intereses independentistas. Las fases del proceso emancipador
Las primeras revueltas (1808-1814). Aprovechado el vacío de poder causado por la guerra,
desde 1810 algunas juntas de defensa se negaron a aceptar la autoridad de la Junta
Central Suprema y proclamaron su independencia. En el Virreinato de la Plata, José San
Martí proclamó la independencia de la República Argentina y, estallaron insurrecciones
como la del cura Hidalgo en México, Simón Bolívar en Venezuela y José Francia en
Paraguay. La rebelión generalizada (1816- 1824). Finalizada la guerra hispanofrancesa la
restauración de Fernando VII pareció sofocar la revuelta. Solo algunos enclaves como
Buenos Aires mantuvieron la rebelión. En 1816 en el Congreso de Tucumán se proclamó la
independencia del Rio de la Plata. Y, la intransigencia de la monarquía respecto a la
autonomía de las colonias reactivó el proceso. San Martín logró la independencia de Chile
(1818), Simón Bolívar liberó Ecuador, Venezuela y Colombia; Iturbide logró la
independencia de México (1821) y Antonio José Sucre la de Bolivia y Perú (Ayacucho
1824). Hacia 1825 solo Cuba y Puerto Rico, en América, y las Islas Filipinas, Carolinas,
Marianas y Palaos, en el Pacífico, se mantuvieron bajo soberanía española. Las
consecuencias para la metrópoli fueron múltiples: perdida demográfica producto de los
enfrentamientos militares y enfermedades, dificultades económicas derivadas de la renuncia
a un vasto mercado y a importantes recursos, lo que provocó serios problemas a la
Hacienda Pública; pérdida de importancia de España, convertida ahora en potencia de
segundo orden. Las nuevas repúblicas independientes también se enfrentaron a problemas
como - El fracaso de proyectos políticos como el de la Gran Colombia fruto del conflicto de
intereses entre las élites criollas, así como conflictos internos y fronterizos entre las nuevas
naciones lo que llevó al fraccionamiento en múltiples repúblicas. - Los criollos que habían
dirigido el movimiento de independencia se olvidaron de los intereses de la mayoría de la
población, indígena y negra lo que dio lugar a profundas desigualdades sociales.- La
dependencia neocolonial de las mismas respecto a Inglaterra y sobre todo a EEUU.
sustituyó al dominio español y convertía el subcontinente en territorio preferente de los
EEUU, (doctrina Monroe).
5.1. Isabel II: las Regencias. Las guerras carlistas. Los grupos políticos, el Estatuto
Real de 1834 y la Constitución de 1837.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840) comenzó tras la muerte de Fernando VII,
con el Manifiesto de Abrantes de Carlos María Isidro proclamándose rey. Las
causas fueron la cuestión sucesoria y el conflicto ideológico entre carlistas
(apoyando a D. Carlos) y liberales (respaldando a Isabel). Los carlistas defendían la
monarquía absoluta, la religión católica y el foralismo, contando con el apoyo de la
Iglesia, el campesinado, parte de la nobleza y clases medias. La guerra pasó por
fases como el Avance Carlista, Repliegue Carlista y Triunfo Isabelino, culminando
en el Convenio de Vergara en 1839.
Isabel II asumió el reinado efectivo a los trece años. El Estatuto Real de 1834 era
una carta otorgada, careciendo de referencias a la soberanía nacional y derechos
fundamentales. La Constitución progresista de 1837 reintrodujo aspectos de 1812,
fortaleciendo el poder de la corona y estableciendo un sufragio censitario. La corona
tenía derecho de veto y potestad para disolver las Cortes, que eran bicamerales. El
sufragio universal masculino de 1812 fue reemplazado por uno censitario.
En los años anteriores a 1868, el agotamiento del modelo político isabelino basado
en el moderantismo se hacía evidente, agravado por acciones represivas como la
Noche de San Daniel y la Crisis de 1866. El malestar social y económico condujo a
fallidos pronunciamientos militares, como el de General Prim en Villarejo de
Salvanés y el cuartel de San Gil en Madrid. El cambio de régimen comenzó con el
Pacto de Ostende y el pronunciamiento de Topete en Cádiz en septiembre de 1868.
En los años anteriores a 1868, el agotamiento del modelo político isabelino basado
en el moderantismo era evidente, agravado por acciones represivas como la Noche
de San Daniel y la Crisis de 1866. El malestar económico y social se reflejó en los
fallidos pronunciamientos militares de 1866, liderados por el General Prim en
Villarejo de Salvanés y el cuartel de San Gil en Madrid. Sin embargo, el cambio de
régimen tomó forma con el Pacto de Ostende en el mismo año, donde progresistas
y demócratas se unieron. El pronunciamiento de Topete en Cádiz en septiembre de
1868 marcó el inicio de la "Gloriosa".