T4.IAB-AL-Fuentes Dcho
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El Derecho Originario está formado ahora por los dos Tratados básicos: el Tratado de
la Unión Europea y Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, más sus Anexos y
Protocolos adicionales [ambos subsiguientes al Tratado de Lisboa de 2007].
El Derecho Derivado está formado por las decisiones normativas aprobadas por las
instituciones comunes como derivación de los Tratados. Las normas que constituyen el
Derecho derivado son, después del Derecho originario, la fuente de Derecho más importante.
Comprende:
− El Reglamento: posee alcance y efecto directo, inmediato y general, de modo que no es
precisa norma interna de transposición alguna, ni que se publique en un Diario o Boletín
Oficial del Estado miembro. Su aplicabilidad inmediata y directa se produce desde su
publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE). El reglamento prevalece sobre
cualquier norma estatal y cabe alegarlo ante los Tribunales nacionales.
− Las Directivas son normas de resultado y un instrumento para armonizar las legislaciones
de los Estados miembros. Es una norma de resultado porque deja a los Estados "la
elección de la forma y de los medios" para llegar a él (art. 288 TFUE). Por tanto, en
principio, no tiene efecto directo, aunque sí carácter obligatorio. Precisa de su transposición
o integración en el Derecho interno, lo que corresponderá hacer a quien en el interior de
cada Estado y en función de su propio sistema constitucional de distribución de
competencias sea responsable de legislar en la materia de que se trate. En el caso de
España, al Estado o las Comunidades Autónomas. Las directivas pueden ser generales
(que será lo más frecuente) o dirigirse en particular a uno o varios Estados.
− La Decisión tiene carácter más limitado porque, aunque es obligatoria, no suele ser general
Los principios generales del Derecho completan el cuadro de fuentes del ordenamiento
comunitario. Su formulación es el resultado de la obra cotidiana de Tribunal de Justicia de la
Unión Europea (TJUE).
En todo caso hay que destacar que las relaciones entre el Derecho comunitario y el
Derecho interno se rigen básicamente por cinco principios:
1. Principio de primacía del Derecho comunitario. Supone que, en caso de conflicto entre la
normativa comunitaria y la interna, aquélla prevalecerá y el derecho interno se inaplicará
(queda desplazado por la primacía).
2. Principio de eficacia directa, al menos en lo que se refiere al Derecho originario y los
reglamentos. Supone que el Derecho comunitario, en la medida que incorpore preceptos
claros, precisos e incondicionales, podrá ser invocados ante los tribunales internos por los
particulares. Ello incluso cuando se trata de Directivas si ha transcurrido el plazo previsto
para su transposición o si el Estado la ha transpuesto de forma deficiente; se trata del
denominado efecto directo vertical ascendente, de derechos que el particular puede exigir
3. LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
Las relaciones de los Tratados Internacionales con las leyes no se fundan en criterios
de jerarquía, sino de igualdad de rango, competencia y primacía del Derecho Internacional.
Esto es, las normas de un Tratado Internacional suscrito por España y publicado en el BOE
pueden modificar o derogar directamente una ley (art. 94.1.e) CE), aunque para ello exige la
autorización de las Cortes para suscribir el tratado. En puridad podría describirse mejor este
efecto como de desplazamiento de la ley interna por el Tratado. Por el contrario, una ley no
puede derogar, modificar o suspender las disposiciones de un Tratado que forme parte del
ordenamiento interno, pues estos efectos sólo pueden producirse "en la forma prevista en los
propios tratados o de acuerdo con las normas generales de Derecho internacional" (art. 96 CE).
Con estos matices, los tratados internacionales tienen rango jerárquico equivalente a las leyes
en el Derecho interno.
La ley, o mejor dicho, las normas con rango, fuerza y valor de ley son la máxima
expresión normativa derivada y subsiguiente a la Constitución. El concepto o idea de ley del
constitucionalismo contemporáneo es un concepto formal, en el sentido de que no hay más ley
que la norma emanada, con tal nombre, de un Parlamento. Sin perjuicio de que la Constitución
en casos urgentes y tasados autorice al Gobierno a dictar normas “con valor de ley” (Decreto-
ley, art. 86 CE) o el Parlamento haga lo propio delegando en el Gobierno la aprobación de
textos similares (Decretos Legislativos, arts. 82 a 85 CE). El titular del poder legislativo es, en
todo caso, el Parlamento, sea el Parlamento estatal, denominado Cortes generales y que es
bicameral (Congreso los Diputados y Senado), sean los Parlamentos autonómicos (que
adoptan distintos nombres).
Y estas características son trasladables, con matices, a las demás normas que sin ser
leyes gozan de rango de ley: Decretos Legislativos (supuesto de delegación legislativa al que
se refieren y regulan los artículos 82 a 85 CE, y admite dos variantes: los Textos Articulados y
los Textos Refundidos), y Decretos-leyes (posibilidad de que el Gobierno apruebe, con ciertos
límites materiales y algunas exigencias procedimentales, normas con fuerza de ley en
determinados casos, art. 86 CE).
Nuestro ordenamiento jurídico prevé diversas clases de normas con rango de ley.
Asimismo, los requisitos de la ley una vez aprobada por el Parlamento son la sanción, la
promulgación y la publicación. La sanción y la promulgación corresponden al Rey (artículo 62
CE). Una vez firmada la ley por el Rey y por el Presidente del Gobierno, se publica en el BOE.
La publicación es determinante porque no es sólo un requisito de eficacia, sino de validez.
cual, ciertos ámbitos han de normarse por Ley. Dentro de ella se diferencian la reserva
de Ley Orgánica (art. 81 CE) y la reserva de Ley ordinaria.
− Reserva formal de ley: la Ley prohíbe al reglamento la regulación de una materia
concreta, que la propia Ley reserva para sí misma. A diferencia de la anterior, no se
establece directamente en la Constitución, sino que deriva del principio de jerarquía
normativa y del principio de congelación de rango (art. 1.2 CC; arts. 47.2 y 128 LPAC).
Las diferencias entre el Decreto Ley y el Decreto Legislativo suelen dar lugar a
confusión. La pirámide normativa los sitúa al mismo nivel que las leyes ordinarias, de tal
manera que tienen el mismo valor. La diferencia entre estas figuras y la ley ordinaria reside en
su elaboración y en cómo se dictan estas normas, sin necesidad de tener que llevarse a cabo
el correspondiente procedimiento legislativo ante las Cortes Generales. Ambas figuras son
normas con rango de ley que emanan del Gobierno. Sin embargo, la diferencia entre el Decreto
Ley y el Decreto Legislativo reside en el mecanismo que activa o habilita dicha potestad
legislativa. En el caso de los Decretos Leyes es la concurrencia de una situación de extrema
necesidad y urgencia la que habilita y justifica al Gobierno para emitir una norma con rango de
ley. Mientras que, en el caso de los Decretos Legislativos, la potestad legislativa se delega por
parte de las Cortes de manera expresa y concreta al Gobierno mediante una ley ordinaria o
una ley de bases para regular sobre una materia concreta.
Otra de las diferencias entre el Decreto Ley y el Decreto Legislativo reside en que el
Decreto Ley, una vez es dictado por el Gobierno, debe ser sometido a debate y voto por parte
del Poder Legislativo en el plazo de 30 días. Mientras que el Decreto Legislativo no requiere de
esa aprobación posterior ya que, su alcance está limitado por Leyes de Bases en caso de
textos articulados, y por una Ley Ordinaria, en caso de elaboración de textos refundidos.
Por último, otra de las diferencias principales entre el Decreto Ley y el Decreto
Legislativo, reside en que el Decreto Ley debe ser entendido como una medida extraordinaria,
que debe ser empleado por el Gobierno de manera excepcional para regular una cuestión
sobre la que no existe otra alternativa posible, mientras que el Decreto Legislativo no atiende a
esa excepcionalidad, sino que el Poder Legislativo considera que es más oportuno que sea el
Gobierno quien ejerza la potestad legislativa.