La Llorona Historia
La Llorona Historia
leyenda de la Llorona
La figura de la Llorona, una mujer que aparece por las noches y llora
clamando por sus hijos, tuvo su origen en la Conquista y es una analogía
a la desaparición del mundo que conocían las culturas prehispánicas.
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Creado:17.10.2020 | 07:00
Actualizado:17.10.2020 | 07:00
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Siglo XVI
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Estos son los orígenes que dieron pie a la leyenda de la Llorona, una de
las historias sobrenaturales más famosas de México.
Según la tradición nahua, algunos años antes de la llegada de los
españoles al Valle de México, en Tenochtitlan ocurrieron una serie de
fenómenos naturales inexplicables, eventos que causaron miedo y fueron
interpretados como una premonición divina de tiempos oscuros.
Estos acontecimientos eran conocidos por los mexicas
como tetzahuitl: “algo inusitado, portentoso, que causa asombro, espanto
y es anuncio de algún acontecimiento futuro”.
Según fray Bernardino de Sahagún, fueron ocho los tetzahuitl (también
conocidos como presagios funestos) que azotaron Tenochtitlan. Las
señales que predecían la caída del Imperio mexica se relacionaron con
fenómenos naturales, como la caída de un rayo que destruyó el templo
de Xiuhtecuhtli, una inundación que elevó el nivel del agua y azotó la
ciudad, o el paso de un cometa que iluminó el cielo nocturno y fue visto
por el propio Moctezuma.
Foto: Getty Images
La figura de una mujer doliente, vestida de blanco, llorando por sus hijos,
emitiendo gritos y lamentos y que aparecía en las encrucijadas de los
caminos durante las noches funcionó como una analogía posterior a la
Conquista, el proceso que puso fin al mundo tal y como lo conocían los
antiguos nahuas.
El primer registro de la Llorona
El primer registro de esta historia que posteriormente se convertiría en la
leyenda de la Llorona corrió a cargo de fray Bernardino de Sahagún,
quien describió a Cihuacóatl de la siguiente forma:
“…aparecía muchas veces, según dicen, como una señora compuesta
con unos atavíos como se usan en palacio. Decían que de noche
voceaba y bramaba en el aire; esta diosa se llama Cihuacóatl, que quiere
decir mujer de la culebra; y también la llamaban Tonantzin, que quiere
decir nuestra madre”.
La historia fue transmitida a través de la tradición
oral y tomó fuerza a finales del siglo XVI, tras la
caída de Tenochtitlan.
Algunos cronistas como Diego Muñoz Camargo en su ‘Historia de
Tlaxcala’ retomaron el relato de voces indígenas y poco a poco se fue
popularizando en los primeros años de la convulsa sociedad
novohispana. A veces cargada de influencias de la época, que crearon
personajes como una mujer mestiza con apariencia fantasmal y un
hombre español del que estuvo casada; o situaciones como el
ahogamiento de los hijos por los cuales la mujer lloraba.
De ahí que los orígenes de la leyenda de la Llorona puedan rastrearse
desde tiempos prehispánicos, un símbolo que nació a partir de la visión
nahua de la Conquista y perduró por generaciones con diversas
variantes, pero con la constante de una mujer en luto que clama ante la
incertidumbre de sus hijos.
El famoso grito “¡Ay mis hijos!” seguirá resonando en las calles de la
Ciudad de México y, sobre todo, en las tradiciones mexicanas de las
cuales este espectro femenino (o alma en pena) forma parte vital.