La Filosofía de Jenófanes

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La Filosofía de Jenófanes

Los temas de los que se ocupa la filosofía de Jenófanes


son principalmente tres: 1) cuestiones teológicas, 2) la
naturaleza y el mundo físico 3) el conocimiento humano y
sus límites.

1) Cuestiones teológicas
Con respecto a la teología Jenófanes comienza por realizar
una crítica a los dioses homéricos de la tradición griega.
Estos dioses, afirma Jenófanes, no son más que una
invención humana, creada a imagen y semejanza del ser
humano. Dotados no solamente de cuerpos, brazos y
piernas similares a las del hombre, los dioses tienen
además todos los vicios imaginables. Son corruptos,
mienten, engañan, traicionan, etc. por lo que en ningún
momento deberían ser usados con fines educativos. En
este aspecto Jenófanes es claramente un moralista
preocupado por las posibles influencias que las creencias
tradicionales podían tener en los modelos de conducta de
la juventud. No olvidemos que los textos de Homero eran
parte fundamental de la educación, no sólo de los jóvenes,
sino de todo el pueblo. La crítica al antropomorfismo es
uno de los frutos de los viajes realizados por Jenófanes y
del espíritu crítico adquirido en ellos, pues no se limita a
señalar una mera semejanza general entre dioses y
humanos, sino que en cada región del mundo los dioses
tienen las características de los habitantes de la zona:
"Los etíopes dicen que sus dioses son chatos y negros,
Mientras que los tracios dicen que los suyos tienen ojos
azules y son pelirrojos"
Frente a estas divinidades Jenófanes propone la existencia
de un único Dios que no guardaría ningún parecido con los
seres humanos. Este Dios es un precursor del Ser de
Parménides, aunque, de nuevo, a la hora de precisar las
características del Dios de Jenófanes las interpretaciones
difieren. Hay común acuerdo en atribuirle la inmovilidad,
probablemente debido a que todo cambio, ya sea espacial
o de otro tipo, es visto como una imperfección, mientras
que el Dios de Jenófanes se nos presenta como un ser
supremo y perfecto:
"Sin esfuerzo sobre el Todo reina con el simple
pensamiento e intención.
Todo él ve, todo él conoce y todo él oye".
Por el contrario falta el acuerdo en lo que se refiere a su
corporalidad. Algunos interpretes han considerado,
basándose precisamente en que el Dios de Jenófanes "ve"
y "oye", que debía tratarse de un ser corpóreo, aunque
distinto a los humanos, mientras que otros han
interpretado tales términos como meras concesiones
lingüísticas para explicar de forma sencilla y accesible al
Dios sin que hayan de ser tomadas literalmente. En caso de
aceptar la corporeidad cabría discutir si la forma que
adopta es esférica, como hará Parménides al hablar del Ser
o si cabe alguna otra posibilidad.
Otro punto controvertido es la identificación que algunos
interpretes, como Aristóteles y Teofrasto, han realizado de
Dios con el mundo, que harían de Jenófanes un panteísta o
un hilozoísta, en la medida en la que el hilozoísmo acepta
la penetración divina en la materia. Esta postura, sin
embargo, probablemente es errónea: si, como hemos
afirmados, el Dios de Jenófanes está inmóvil y el mundo se
encuentra en movimiento ¿cómo pueden identificarse el
uno con el otro?

Finalmente, por lo que al ámbito de la teología


respecta, cabe considerar si Jenófanes concibió su
Dios a partir de reflexiones lógicas, como hizo
Parménides después de él, o si meramente se
limitó a postular un Dios cuyas características
fuesen las opuestas a las de los dioses homéricos
que repudiaba.

2) La naturaleza y el mundo físico


En lo tocante a sus opiniones acerca de la
naturaleza y de los fenómenos físicos Jenófanes
dedica su atención a los fenómenos celestes, a
cuestiones cosmológicas y, finalmente, a
observaciones geológicas.
Sobre los primeros afirma que son un producto de
la concentración de "partículas ígneas" o "nubes en
ignición". Esta concepción de los objetos celestes
está en concordancia con las afirmaciones
relativas a la naturaleza del sol, que es considerado
como una concentración de fuego que surgía
procedente del mar. Asimismo, el arco iris es
también concebido como una nube. Toda estas
afirmaciones son coherentes entre sí y muestran
además un parecido con las teorías de Heráclito,
quien al parecer consideró que los cuerpos
celestes estaban llenos de fuego. El problema, sin
embargo, surge a partir de otras citas que se
refieren a Jenófanes y que afirman que éste
aceptaba la existencia de innumerables soles y
lunas, y con ello pasamos a considerar las
opiniones relativas a la cosmología. Para evitar la
contradicción entre las afirmaciones, o bien
aceptamos que Jenófanes, al igual que Heráclito,
consideraba que el sol y la luna se encendían cada
día o bien entedemos la alusión a
los innumerables soles y lunas como una mera
metáfora acerca de la renovación diaria de cada
uno y la circularidad de los procesos temporales.
Todavía en el ámbito de las cuestiones
cosmológicas encontramos fragmentos que hacen
alusión al elemento primigenio de Anaxímedes, el
aire, y al ápeiron de Anaximandro. De nuevo según
Popper, es probable que el joven Jenófanes se
enfrentase al dilema de elegir entre
el ápeiron propuesto por su maestro Anaximandro
y el aire de Anaxímedes como elemento
fundamental, siendo así que se decidió por la
propuesta del primero. La alusión a
éste ápeiron por medio del término "infinito"
(expresión que no es errónea
pues ápeiron significa literalmente "sin límites")
tuvo sin embargo como consecuencia la
desafortunada atribución a Jenófanes por parte de
Aristóteles de la teoría de una Tierra infinita,
asociación ésta que pasó a formar parte de las
teorías habitualmente relacionadas con el
presocrático.
Finalmente, por lo que respecta a las
observaciones geológicas, encontramos aquí a un
científico de gran agudeza. Jenófanes afirmó a
partir del hallazgo de fósiles de peces encontrados
en la montaña que la Tierra debió estar toda
cubierta de agua, o, mejor dicho, de algún tipo de
mezcla de la tierra y el agua como el barro o el
fango. A partir de estas observaciones Jenófanes
postuló que todos los seres vivos proceden del
barro, siendo los primeros animales similares a los
peces y surgiendo después los anfibios.
Posteriormente aparecerían los seres humanos,
pero igualmente tendrían su origen en las criaturas
que una vez salieron del fango originario. En su
visión de los fenómenos naturales Jenófanes
concedía primacía al agua, y concretamente al mar,
la mayor agrupación de agua conocida, al que
consideraba la fuente de todos los rios así como de
la lluvia y las nubes.

3) El conocimiento humano y sus límites


Acerca del conocimiento humano y de sus límites
Jenófanes realizó avances todavía más importantes
y que están siendo cada vez más valorados. Los
siguientes cuatro versos son en este ámbito de
importancia fundamental:
"Ningún hombre conoció ni conocerá nunca la
verdad sobre
Los dioses y sobre cuantas cosas digo; pues aun
cuando
Por azar resultara que dice la verdad completa, sin
embargo no lo sabe.
Sobre todas las cosas no hay más que parecer"
La interpretación tradicional afirmaba que
Jenófanes se limitaba a expresar meramente la
relatividad del conocimiento, al considerar que éste
depende de cada individuo. No obstante otros
estudiosos consideran que, por el contrario,
Jenófanes es el fundador de la teoría del
conocimiento porque en este texto, así como en
otros fragmentos, se establece una teoría de la
verdad: No se trata de que el conocimiento
dependa del sujeto, sino que se está afirmando una
concepción de la verdad como algo objetivo,
independiente del sujeto. La verdad consiste en la
correspondencia de aquello que decimos con la
realidad, pero no tenemos ningún medio para saber
cuando dicha correspondencia se da o no (pero ello
no elimina el concepto de "verdad").
Nuestras ideas, por lo tanto, no son más que
intentos más o menos afortunados de expresar la
verdad. Es posible que, con el tiempo (esto se
deduce a partir de otros fragmentos), nuestras
ideas se acerquen más a la verdad, pero estas
siguen siendo conjeturas. En la concepción de
Jenófanes, por lo tanto, además de considerar la
verdad como algo objetivo, se afirma que se trata
de algo distinto de la certeza, entendida ésta como
un conocimiento subjetivo.
De esta concepción del conocimiento, afirman
algunos de los historiadores mencionados, puede
extraerse incluso ciertas actitudes éticas,
principalmente la tolerancia, estableciéndose así
una línea de pensamiento que, partiendo de
Jenófanes, uniría a filósofos como Sócrates,
Erasmo, Voltaire y Lessing.

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