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SENNET - Carne y Piedra, Intro y Cap. 2

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INT ROD UCC IÓN

04-043-129 - HSG (Rodríguez) - 19 copias

El cuerpo y la ciudad

arne y_ piei:~.rª.. es....~-~~ ~isro~~--~-.:.~':. ~iuda_d_ cons.a_da a/ r~av~_s

C expene ncia corporn 1 Ceras persona s: como se mov1an hombre


Ymuje~~:~g~·¿ ~éían y esé~cna'S"án, qué olores penetra ban en
su nariz, dónde comían , cómo se vestían , cuándo se banaba
n, cómo
cl_e la_
s

hacían el amor en ciudade s que van desde la an[lgua Atenas


a la Nue-
va York conrem poránea . Aunque este libro pretend e compre
nder el
pasado a r_ravés_ de los cuerpos,_ es más que un cacálogO-liis-úkiC
·o·· ¿e
;~~-i~~ ;s--fí¡íc -as sencidas_ en-el espacio u_rb_ano, La civiliza ción
occi-
J"é~fltar fii ren-ido un problem a pe~sis~~~-~; ~ !a hora de honrar !a dig-
nidad del cuerpo y la diversid ad de los cuerpos humanos._ He
in renta-
do compre nder cómo estos prob_l_emas relacion ado_s c_o_n e_l_
cuerp_o han
'.:g_~_omr'!-_do expieS;On. ·en··ra·a rqt.íirec cura·: en.-b -planir" irnción
urban::1 y.
en la práctica de !a misma.
i.\[e· ímpulsó '"J. escribir esta historia el desconc ierro
ante un proble-
ma contemp or::íneo : la privació n sensori al que parece caer como
una
1/19
i8 CARNE Y PIEDRA
l111rod11ffión 19

maldición sobre la mayoría de los edificios modernos: el embota- películas con profusión de cuerpos despanzurrados. las imágenes fil-
miento, la monotonía y la esterilidadtactJrgu·e aflige el entorno ur- madas de placer sexual tienen muy poco que ver con la experiencia
bano. Esra privación sensorial resulta aún más asombrosa por cuamo sexual de amames reales. Pocas películas muesuan a dos ancianos ha-
los tiempos modernos han otorgado un tratamiento priYilegiado a las ciendo el amor o a personas gordas desnudas. El sexo cinemarográfico
sensaciones corporales y a la libertad de la vida física. Cuando co- es estupendo la primera vez que las estrellas se van a la cama. En los
mencé a explorar la privación sensorial en el espacio, rnve la impre- medios de masas, se establece una división entre lo representado y la
sión <l'e que el problema se limitaba a un fracaso profesional: los "ar- experiencia vivida.
quitectos y urbanistas contemporáneos de alguna manera habían sido Los psicólogos que siguieron a Munsrerberg explicaron esa divi-
incapaces de establecer una conexión activa entre el cuerpo humano y sión cenrrándose en el efecto de los medios de- masas sobre los espec-
s_us cre_a<;_iones. Con el paso del tiempo me di- cuenta de que el próETe- r:adores así como en las técnicas de los mismos medios. El contemplar
·ma·de la privación sensorial en el espacio tiene causas más amplias y pacifica. Quizás unos pocos entre los millones de adictos a contem-
orígenes hisróricos más profundos. plar torturas y violaciones en la pantalla se sientan estimulados a
convenirse- a su vez en torturadores y violadores, pero la reacción
ame la mano de mernl dt mi amigo muestra otra respuesta cierta-
l. EL CUERPO PASIVO menre más común: la experiencia vicaria de la violencia insensibiliza
al especrador ame el dolor real. En un estudio sobre este tipo de te-
Hace algunos años fui con un amigo a ver una película gue proyecta- lespectadores, por ejemplo, los psicólogos Roben Kubey y Mihaly
ban en un centro comercial situado en un suburbio cercano a Nueva Csikszenrmihalyi descubrieron que «la gente suele hablar de sus ex-
York. Durante la guerra de Vietnam una bala había destrozado la periencias relacionadas con la televisión como s.i se rratara de algo
mano izguierda de mi amigo y los cirujanos militares se habían visto pasivo, relajante y que implica relativamente poca concentración))~.
obligados a amputársela por encima de la muñeca. Ahora llevaba un El consumo ele-vado de dolor simulado, al i.;ual gue de sexo simula-
anefacro mecánico dorado de dedos y pulgar de metal gue le permitía do, sirve para embotar la conciencia corporal.
utilizar cubiertos y escribir a máquina. La película gue vimos resultó Aungue contemplamos y comentamos las experiencias corporales
ser una epopeya bélica particularmente sangrienta a lo largo de la cual de manera más explícita gue nuestros bisabuelos, nuestra libertad fí-
mi amigo permaneció impasible, ofreciendo de manera ocasional co- sica guizá no sea tan grande como parece. A rravés de los medios de
mentarios técnicos. Cuando concluyó, salimos y nos quedamos fu- masas, por lo menos, experimentamos nuestros cuerpos de una mane-
mando en el exteríor a la espera de gue llegaran arras personas. Mi ra más pasiva que aquellos que temían sus propias sensaciones. ¿Qué será
amigo encendió su cigarrillo con lentirud. Después, sujetáhdolo con entonces lo que lleve al cuerpo a una vida moral y sensata~ ¿Qué hará
su garra se lo llevó a los labios con firmeza, casi orgullosamente. Los que las personas contemporáneas sean más sensibles y conscientes
espectadores habían pasado dos horas viendo cuerpos desuozados y unas de orras? ·
despanzurrados, aplaudiendo de manera especial las escenas más es- Es evidente que las relaciones espaciales de los cuerpos humanos
pectaculares y disfrutando a fondo de la sangre. La gente que salía pa- determinan en buena medida la manera en que las personas reaccio-
saba a nuestro lado, comemplaba con desazón la prótesis de meral y se nan unas respecto a otras, la forma en que se ven y escuchan, en si se
apartaba. En seguida nos convenimos en una isla en medio de ellos. tocan o están distantes. El lugar donde vimos la película de guerra,
Cuando el psicólogo Hugo Munsterberg vio por primera vez una P?r ejemplo, influyó en la manera en que otros reaccionaron con pasi~
película muda en 1911, pensó que los medios de masas contemporá- vidad anre la mano de mi amigo. Se rrata de un enorme centro comer-
neos podían embotar los semidos. En una película, ,;el mundo exte- cial de la periferia norte de la ciudad de Nueva York. No tiene nada
rior sólido ha ptrdido su peso -escribió-, se ha visro liberado del de especial, simplemente consiste en unos treinta comercios abiertos
espacio, del tiempo y de la causalidad>,. Temía por ello que «las pe- hace una generación en la cercanía de una aurnpisra. Incluye varios
lículas.. pudieran provocar un aislamiento complero del mundo cines y esrá rodeado por un laberinrn de aparcamienros enormes. Es
práctico» 1 • De la misma manera gut a pocos soldados les gustan las un resultado de la gran transformación urbana que se está producien-

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C:\R NE Y PlED RA 1ntrod11(cÚJn 21
s urbano s den-
do y qut es-cá despla zando a 1:i poblac ión de los cenero
espacio s más reducid os y amorfo s, urbani za-
S;j_mem e poblad os hacia
as en los suburb ios, cenero s comerc iales, zonas de ofici-
ciones siru;J_d
comer cial de los
nas y parque s indusc riales. Si un cine en un centro
nr el placer de la vio-
suburb ios es un lugar de encuen cro para Jegusr
aire acondi cionad o, este
lencia con la comod idad que propor ciona el
poblac ión a espacio s fragme nta-
gran despla zamíem o geográ fico de
que propor -
dos ha renido un efeCEo mayor debili( ;lndo la sensac ión
ciona la reali<l.l< l dcril y apacig uando el cuerpo .
posibil l(()
Ello obedec e en primer lugar a la experi encia física que
ad. Hoy en día viaja-
la nueva geogra fía, la experi encia de Li velocid
ni stquier a podían conce-
mos a velocid ades que nuesrro s ancepasa<los
el movim iento ~desd e los au-
bir. Las tecnolo gías relacio nadas con
uas de hormig ón armad o~ han
rnmóv iles a las auropl srns contin
conges tionad os
pos:bi liwdo que los enclav es human os rebasen los
dan hacia el espacio perifér ico. El espacio se ha
cenero s y se extien
puro --ahor a
con\·e nido así en un medio para el fin del movim iemo
fácil que sea arra-
clasific amos los espacio s urbano s en funció n de lo
espacio urbano conver rido en
vesarlo s o salir de ellos. El aspect o del
de movim ienro es necesa riamem e neu-
esclavo de escas posibi lidade s
puede condu cir con seguri dad con un mínim o
rro: el condu ctor sólo
conven cio-
de Jiscrac ciones person ales. Condu cir bien exlge señales
careme s <le
nales, líneas divisor ias y alcanc arillas, ademá s de calles
el espacio urbano se
vida aparre de otros conduc tores. A medid a que
iento, tambié r1 se hace me-
corrvierce en una mera funció n del movim
acraves ar el espacío , no que éste
nos estimu lanre. El condu ctor desea
arraiga su atenció n.
sensac ión de
La condic ión física del cuerpo que viaja refuerz a esca
rn al espacio . La propia velocid ad dificul ta que se
Jescon exión respec
iento que
presce arenci ón al paisaje . Como compl emento del aislam
condu cir un auco-
1mpon e la veloci dad, las accion es necesa rias para
mirada s con-
müvil, el ligero coque del acelera dor y de los frenos, las
'ovimi enrns compa rados con William Hogart h, Beer Street. _1-5 l. Grabad o. Corresí a de
b Prim Collect ion
cinuas al espejo retrovi sor, son microm · '
los arduos esfuerz os que exigía conduc ir un coche tirado por caballo s. Bibliote ca Lewts \Valpole, Univers idad de Y:,le.
la geogra fía de la socied ad contem poráne a exige muy
~aveg ar por
es que en la
poco esfuerz o físico y, por canco, parrici pación . Lo cierco pecrnd or de relevis ión, experi menta el mundo en términ
os narcót i-
recrns y uniform es, el
medid a en que !as carrete ras se han hecho más cos .. El cu~rpo se mueve pasiva mente, desens ibiliza do en e[ espacio
y de los edi-
viajero cada vez elene que preocu parse menos de la gence hac1~ desuno s slruado s en una geogra fía urbana fragm.e m:ida y dis~
ndo movlm ienrns mínim os en
ficios de la calle para movers e, realiza contin ua.
menos comple jo. De esta maner: i, la celevis ión
un enrnrn o que cada vez resulta T.1nro e! ingeni ero de camino s como el realiza dor de
medios de masas. El viajero , como el es- ta resisce ncia». Ei in-
m1eva geogr::i.Fta refuerz a los crean lo que podría denom inarse <dibern ción de
3/19
CAR1'E Y P EDRA
1mroducrión 23
,...,_
¡__;. de un cuerpo herido como porgue era un cuerpo activo marcado y li-
✓-~'.•_ mitado por la experiencia.
Este deseo de liberar el cuerpo de resistencias lleva aparejado el re-
1:
''
mor al roce, un temor evidenciado en la planificación urballa con-
' .
temporánea. Al planificar las autopistas, por ejemplo, con frecuencia
. ·,,
"'"--- ,~·.
·.
'
se orienta el flujo del uáfico de manera que separe una zona residen-
cial de otra comercial, o que aísle las zonas residenciales a fin de se-
'
J .. ' .
parar las áreas acomodadas dt las pobres o los barrios étnicamente
disrinros. Al planificar un distrito, los urbanistas situarán las escue-
las y las viviendas en el centro en vez de en su periferia, donde la
genre podría enrrar en contacto con extraños. Cada vez más, se vende
a los compradores una comunidad planificada con verjas, puertas y
guardias como sí ésa fuera la imagen de la buena vida. Quizá por ello
no resulrn sorprendente gue, en un estudio sobre el suburbio cercano
al centro comercial donde ·vimos la película de guerra, el sociólogo
M. P. Baumgarrner descubriera gue, «en la experiencia cotidiana, la
vida está repleta de esfuerzos destinados a negar, minimizar, contener
y evitar el conflicro. La gente rehúye los enfrentamientos y muestra
un enorme desagrado cuando se buscan problemas o se censura una
conducta errónea»-'- lviediame el sentido del racro corremos el riesgo
de sentir algo o a alguien como ajeno. Nuestra tecnología nos permi-
te evitar ese ríesgo.
Esto explica que una imporrame pareja de grabados que William
Hogarrh realizó en 1751 resulte extraña a nuestros ojos. En esros
grabados, Beer St1·ect y Gin Leme, Hoganh reflejaba imágenes de or-
den y desorden en el Londres de su tiempo. Beer Sheet muesua a un
grupo de personas que están senradas juntas bebiendo cerveza, mien-
tras los hombres pasan el brazo por los hombros de las mujeres. Para
Hoganh, los cuerpos gue se rocaban eran signo dt conexión y orden
sociales, de- la misma manera que hoy en las ciudades pequeñas del
sur de Italia una persona se acerca y re coge de la mano o del brazo
"'X'illiam Hogarth. Gin Lam:, 1751. Grabado. Conesía de la Prim Col!ection. para hablar seriamenre contigo. 1-íientras qut' Gin La11e muestra una
Bibliort:ca Lewis Walpole, Universidad de Yale. escena social en la que las principales figuras están aisladas, borra-
chas de ginebra; la gente que aparece en Gin Lme carect: de sensación
corpórea de los demás, o de las escaleras, los bancos y los edificios de
geniero idea caminos por los que la gente pueda desplazarse- sin obs- la calle. Esta falta de contacto físico era la imagen que Hogarrh tenía
táculos, esfuerzo o panicipación. El realizador explora las formas de: del desorden en el espacio urbano. La concepción de Hogarrh del or-
que la gtme contemple algo sin semirse demasiado 111cómoda. Al Ytr den y el desorden corporal en las ciudades era muy distinta de la que
cómo la geme se aparraba de mi amigo después dt la película, me di el constructor de comunidades cerradas proporciona a sus clientes te-
merosos de las multitudes. Hoy en día, el orden significa falrn de
cuenta de que resulrnba amenazante para ellos. no ramo por la Yisi6n
conracro.

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24 Cr\R'\-E Y PIEDRA
25
ción. b rnauguración_de un e:Jificio, el anuncio de un descubrim1en-
Es esre cipo de pruebas ~la geografía exrendida de la ~iudad c~n-
rempodnea, unida a las tecnologías comemporáneas destinadas,ª. rn-
ts_;o__
~-;"-;;"¿"~f'¡~~~;; ··ia- P~b_li_c;c-ión Je u_n ·-un
ffi.;_1[(;1[;;·n mOIT1tnrn s!júú-- -
fícacivo· en la relaci6D"f'flúé la" ~xptri.encia que la gt:nre tenía de sus
sensibilizar el cuerpo humano~ lo que ha llevado a algunos cnt1cos propios cuerpos y los espacios en que vivían.
de la culcura moderna a precender que exisce un abismo profundo en- C;trm y pii:dra comienza examinando qué significó ia desnudez para
tre el presente y el pasado. Las realiJades sensibles y la acci.vidad cor- los antiguos arenienses en el momento en que estalló la guerra del
p oral han procacronízado una erosión ran acusada que la sociedad con- Peloponeso, en la cim:i Je la gloria de la anrlgua ciudad. Et cuerpo
b l l
Eemporinea parece un fenómeno histórico único., ~a seña ae e:ce desnudo y expuesrn con frecuencia se ha considerado emblemático de
cambio histórico puede let:rse, según creen estos cnuc~s, .e,n el carac- LLO pueblo seguro de sí mismo y que se sentía cómodo en su ciudad.
rer mudable de la muchedumbre urbana. Si una vez ex1st10 una masa Por mi parte, he intenrndo m:ís bien comprender cómo esre ideal cor-
de cuerpos estrechamente unidos en los cemros ~e las ciudades, la poral consciruyó una fuente de pcrrurbaciones en [as relaciones emre
muchedumbre hoy en día se ha dispersado. Se reune ~n los _:emros hombres y mujeres. en la configuración del espacio urbano y en la
comerciales para el consumo en lugar de para los ob¡et1~os mas com- práccica de la democracia aceniense.
plejos de la comunidad o del poder político. En la mul~1cud moderna El segundo capírulo de esca hisrnria escá centrado en Roma en la
la presencia física de los o-eros seres humanos es sentida como algo época en que el emperador A..dr!ano concluyó el Panteón. Aq.~í he in-
amenazante. En el campo de la teoría social, estos argumentos ~an tenrado explorar la credulidad de los romanos anre las imágenes, par-
sido presentados por los críticos de la soc.!edad de masas, especial- cicularmence la creencia romana en la geometría corporal y la manera
menee Theodor Adorno v Herberr fYfarcuse· 1 . en que ésca se rradujo en la planificación urbana y en la práctica im-
Sin embargo, es preci¡amenre esta s_ens_ación de que_exisce un abis- perial. Las potencialidades _de la_visra literalmente esclavizaron a los
mo_ en_cre e_l_ pasad_<?, y ..~LPS~.s~g~ec: ~J()_·_q_~-~-.\ó 4e~.~·o.~c)i1!c,_(op.IT.::-ra geo- romanos v ·embOrarÜ·~ ··s·u· sensibilidad hasra que los cristianos de la
gr·arracte-Ta .é(~dad moderna, al ~gua! que la tecn?log1a moder~a: ~rae época de Adriano comenzaron a desafiar esce sometimienrn. He in-
al primer plano problemas protundamenre enraizados en la c1vil1za- remado comprender los prímeros espacios creados para los cuerpos
ción occidental al concebir espacios para el cuerpo humano en los cristianos en el momento en que el emperador cristiano Consrnncino
que los cuerpos son conscientes unos de orros. La pamalta del orde- regresó a Roma y edificó la Basílica laterana.
nador v las islas de la periferia son consecuencias espaciales de pro-
A continuación trato de analizar cómo las creencias cristianas rela-
blema; no resueltos con anterioridad en las calies y en las plazas de
ri-vas al cuerpo configuraron el diseño urbano durante la Aira Edad
las ciudades, en las iglesias y en los ayuntamientos, en las ca_sas y en
Media y el inicio del Renacímienro. Cuando en 1250 apareCló ra_.g-r3.ó -
los patios que albergan a la gen-ce reunida -viejas constru:ci~nes en ]3°íbEtde San Luls, et·Sufr"fmiéñfo. físico de Cristo en la cruz indujo a
piedra que obligaban a la geme a mearse, pero a la vez d1senos ~ue los parisinos de la Edad Media a pensar en espacios de la ciudad des-
fracasaron a la hora de despenar la conciencia de la carne promeuda
tinados al ejercicio de la caridad y a servir de samuario. Estos espa-
en d grabado de Hogarch. cios encajaban diflCilmeme. sin embargo, en unas calles donde pre-
dominaba la agresión física en el marco de una nueva economía de
mercado. En el Renacimienrn, !os cristianos urbanos vieron amenaza-
2. EL PLAN DEL LIBRO dos sus ideales de comunidad cuando los no-cristianos y los no-euro-
peos entraron en la órbica económica de la Europa urbana. He exami-
Cuando Lewis Mumford escribió La c·i:uLr.l c:n la hútoria, relató cua-
nado una de las maneras en que se articularon estas amenazadoras
tro mil años de historia humana describiendo la evolución del muro, diferencias: la creación del gueto _j_udío en Venecia en 1516.
de la casa, de la calle, de la plaza principal, formas bisicas de las q~e La parre final de Carne y pi~ira exPlüra -tjúé' le Sl1c.edió al espacio
están compuestas las ciudades. Mi erudición es menor, mi per_sp~ctt- urbano cuando la concepción científica modern:1 del cuerpo se inde-
va es más limicadJ. v he escrito esca hisrnria de unJ. manera Jistrnrn, pendizó de los conocimienrns médicos anceriores. Esca revolución co-
realizando los esrnd\os sobre ciudades co_ncrecas.e_n mqme_n.rn.s"_.f.?,f'e~_(- menzó con la publicación de De mat:1 cordis. de Harvey, a inicios del
ficos, mor:1enro¡-~~--l~s que el esrallido de una guerra o una revolu-
5/19
26 CARNE Y PJEDRA
lnhoduráón 17
si.~lo XVII~ una obra. ~ienrffica gue alteró de manera radical la concep-
sus manos y sus pies. Por elio, la gente debía moverse con lentitud en
c10n de la_ c1rcula~10n en ~l ~uerpo. Esta nueva iµ1a1L:.n del c13.912o
una catedral porgue el cerebro es un órgano de reflexión, y con rapi-
~.~~o _ qp si_srem?-5!f,.S~b:~.c?~!.◊ impulsó los intenros d~l sig}O-XVffI des-
dez en un mercado porgue la digestión se produce como un fuego
trnados a gue los cuerpos circularan libremente en la ciudad. En el
Pa,rís revolu_cionario, esta nueva imaginería de libertad corporal en- que arde con celeridad en el estómago.
Juan de Salisbury escribió como un científico. Creía que el descu-
rro en conflicto con la necesidad de espacio y de ritual cornunirarios
brir la manera en qlle _fupciona el cerebro le enseñaría a un rey cómo
Y ~P-'iJ::e.ci_e_r9p__p5?!__ ~~-J?!imera _las _señale_s, mo_d_er_na,~ d~-,µ,na sen si bili~
da~-1'~~~:'.ª:. El triunfo delmo·~;¡·mi'e~mo·-iridl~}d~.;;L;;do en 1a forma- debía elaborar las leyes. La ~cio!2i9.l.9.g~a contemporánea no dista
mucho de esta cientia medieval en lo gue a su objetivo se refiere.
ción de las grandes ciudades del siglo XIX condujÜ· al dilema con el
También busca basar la manera en que debe actuar la sociedad sobre
que vivimos ahora: el cuerpo individual gue se mueve libremente ca-
los supuestos dictados de la Naturaleza. En su forma medieval o con-
-~e-~~ --1{'. _c~n~j~n:_i_~ físi·ca·¿e·1os··deffiá"s sere·s -hüffi~D<?~,.:. Los~Om:s--psi-
temporánea, la política del cuerpo basa las normas de la sociedad en
cologicos de ese dilema eran evidentes púa e1 Dóvellsta E. M. Forster
en el Lo~dres del imperio y los costes cívicos de este dilema hoy re- la imagen imperante del cuerpo.
sultan evidentes en la mulriculrural Nueva York. Si en la época de Juan de Salisbury era insólita una analogía tan li-
Nadie puede llegar a dominar una temática ran extensa. He escrito teral de la forma corporal y la urbana, en el proceso de desarrollo ur-
bano se han utilizado con frecuencia imágenes prototípícas del cuer-
est,.e libr~ como un aficionado entusiasta, y espero que el lector ren-
po, en forma transfigurada, para definir cómo debía ser un edificio o
dra la misma actitud. Pero este breve sumario plantea de manera más
una -ciudad completa. Los antiguos atenienses, que celebraban la des-
urgente la cuestión ~.:__gué S}!.!.FJ?Q,_~§_t.tq;,pJq.r;.a.,~.9 _:_después de todo,
~<el cuerpo humano>) cubre un caleidoscopio de épocas, sexos y razas, nudez del cuerpo, buscaron dar a la desnudez un significado físico en
los gimnasíos de Arenas y un significado metafórico en los espacios
Y cada uno de estos cuerpos tiene sus propios espacios distintivos
polúicos de la ciudad, aunque la forma humana genérica que busca-
tamo en las ci~dades del pasado como en las de hoy. En lugar de ca-
ban estaba limitada al cuerpo masculino e idealizada cuando el hom-
talogarlos, ~~-__ rnterua_do compre~_der !os _u_s?s gue_ ~e hicieron en el
_
P_~~~?~ de 1~~--i?1:i_ge_~~?-~~9li~~fViS ); ·genéflcás- de"! ;<c·uerJ'o "tillrriB.no}>.
bre era joven. Cuando los venecianos del Renacimiento hablaban de
la dignidad del <{cuerpo» en la ciudad, se referían únicamenre a los
Las ~~3nes par~dis".r:iá~i.c_¡:¡_~ de «el cuerpo» tien·den··a réprlinir la
cuerpos cristianos, una exclusión que hacía lógica la exclusión de los
conc1enci~ mutua y sensata, especialmente entre aquellos cuyos cuer-
cuerpos de los judíos, que eran medía humanos y medio animales. De
pos son diferentes. Cuando una sociedad o un orden-político habla de
manera genérica acerca de «el cuerpo», puede negar las necesidades esta manera, la política del cuerpo ejerce el poder y cre_a la form_a 1:1r-.
bana al habla1·-~se_:1en·g_.üaí_e""genéri"c:o·-del c·uerpá; UD ren_·gü3.je ·gu~- r~~
de los cuerpos gue no encajan en el plan maestro.
La necesidad_de una ima~en_proror_íp_i.ca del_cu_erpo queda de mani- Pfim_e Pº:". e~_clu_sión. - - ,
~--Nü=ObSt-ante·; -t-e~·dría algo de paranoico considerar el lenguaje ge-
fiesto enlafráse·~1i-pülitIC1tcteTCüérp0:-;. 9~e ~·;p~e.sa la necesidad de
º.rden social. El filósofo Juan de Salisbury guizá dio la definición más nérico del cuerpo, junto con la política corporal, sencillamente como
una técnica del poder. Al hablar en singular, una sociedad puede
literal de la política del cuerpo, declarando en 1159 sencillamente
gue «el estado '.res publica) es un cuerpo». Quería decír gue el gober- también intentar hallar lo que une a su pueblo. Y este lenguaje gené-
nante de la sociedad funciona de manera similar al cerebro humano rico del cuerpo ha sufrido un destino peculiar cuando se ha traducido
mienrras que los consejeros serían como el corazón, 'los comerciante~ al espacio urbano.
con:io el estómago de la sociedad, los soldados sus manos, y los cam- En el curso del desarrollo occidental, las imágenes dominantes del
p_esrnos y artesanos sus pies 5 . Su imagen era jerárquica. El orden so- cuerpo se han resguebrajado en el proceso de dejar su impronta sobre
CJal comienza en el cerebro, el órgano del gobernante. Juan de Salis- la ciudad. Una imagen paradigmática del cuerpo de forma inherente
bury también relacionó la configuración del cuerpo humano con la concita ambivalencia entre las personas a las que gobierna, porque
todo cuerpo humano posee una idiosincrasia física y todo ser humano
de una ciudad: consideraba así el palacio o la catedral de la ciudad
como su cabeza, el mercado central como su estómago, las casas como siente deseos físicos contradictorios. Las contradicciones v ambiva-
lencias corporales provocadas por la imagen procotípica c¿lectiva se

6/19
28 C,'1.R:\"E Y P!EDR,'1.

han expresado en las ciudades occidencales en alteraciones y borrones Edén, pues intentan expresar la integridad del cuerpo como un siste-
de la forma urbana v en usos subversivos del espacio urbar10. Y es ma, y su unidad con el enrnrno que domina. Plenicud, unidaJ, cohe-
esce c1ráccer necesarí~mente comradicrnrio y fragmenrnrio del «cuer- rencia: ésrns son las palabras clave en et vocabulario del poder. Nues-
po humano» en el esp;lcio urbano lo que ha comribuido a crear los crJ. civ¡¡1zación ha combatido este lenguaje de dominación medianct
derechos de diferentes cuerpos humanos y a dignificarlos. una imagen más sagrada del cuerpo, una imagen sagrada en la que d
En lugar de describir b mano de hierro del poder, Carne y piedra se cuerpo aparece en guerra consigo mismo, como una fuence de sufri-
cemra en uno de los grandes temas de la civilización occidenrnl. ul y miento e 1nfolicidad. Quienes pueden reconocer esca disonancia e in-
como se relarn rnnrn '-en el Amiguo Tesrnmenco como en la tragedia co!ieren_cia en sl mismos comprenden, más gue dominan, el mundo
griega. Consiste en que una experiencia angusLiada e _infeli_~_-de _:l~1_es- efl que viven. Ésca es la promesa sagrada en nuestra cultura.
tros (uer_pos_pos hace máS-Cóhs-cíentes del mundo e·r:_-q\¡é _Viv1_f!"lº..:'>• Las Carne)' piedra inceoca comprender cómo esa promesa se ha hecho y
cransgresiones de Adán y Eva, la vergüenza de su desnudez, su expul- se ha roto en un lugar concrern: la ciudad. Ésca ha sido un enclave de
sión del Jardín del Edén, relatan la historia de lo que acomeció a los poder, sus tspacios han adquirido coherencia y plenitud a imagen del
primeros seres humanos y de lo que perdieron. En el Jardln del Edén. hombre mlsmo. La ciudad cambién ha sido el espacio en que escas
eran inocenres , ino-enuos
o ,v obedientes. En el mundo exterior, se hí- imágenes prorncípicas se han resquebrajado. La ciudad reúne a p_erso-
cieron conscienres. Supieron que eran críacuras caídas y por lo rnnro nas distintas, intensifica la complejidad de-la--v'i9a social, presenc1 a
buscaron, iocencaron comprender lo que era exrn1fio y discioco. Ya □ o l~~_peis_o_~_?.s_ 1;=omo e:<trafias_ Todos estos aspeccos de la experie~c!a ur-
eran los hijos de Dios a los que codo había sido dado. El Edipo rey de bana -diferencia, complejid;_d, excrall.eza- permiten la resistencia
Sófocles nos cuenca una hisrnria similar. Edipo vaga errance, después a-ra-JOrnin"ación. ·Esca geograH8. urbana e:SCarpada y difícil hace una
de arrancarse los ojos, eras adquirir una nueva conciencia Je un mun- pro-mesa· rnoiál panicubr. Puede ser un hogar para aquellos gue se
do que ya no puede ver. Humillado, se encuentra más cerca de los han aceptado como exiliados del Jardín del Edén.
dioses.
Nuestra civilización, desde sus orlgenes, ha sufrido el desafío del
cuerpo que sufre el dolor. No hemos aceptado simplememe que el 3 UNA NOTA PERSONAL
sufrimienrn es tan inevlrnble y can invencible como la experiencia,
que es aurnevidence en su significado. La perplejidad del dolor cor- Comencé a esrudiar la hisrnria del cuerpo con el malogrado 0--fichel
poral dejó su huella en las rragedias griegas y en los esfuerzos de los Foucauk Fue una colaboración gue iniciamos a finales de los años
primeros cristianos para comprender al Hijo de Dios. La cuestión de seceoca 6 . La influencia de mi amigo se puede sentir en rodas escas pá-
!a pasividad corporal, y de la respuesca pasiva a los otros, también ginas. Cuando reanudé esra historia unos años después de su muerce,
elene profundas raíces en nuestra civilización. Los esrnic_os cult_ívaroo no la cominué como la hi1bíamos empezado.
una relación pasiva canco con el placer como con el dolor, mientras En los libros por ios gue más se te conoce, tales como Vigi/1:ir y ,·_n-
que sus herederos cristianos intentaron combinar la indiferencia ha- tigar, Foucaulr imaginó el cuerpo humano casi ahogado por el nudo
cia sus propias sensaciones con el compromiso ac[Ívo en relación al del poder en b sociedad. Cuando su propio cuerpo se debiiiró, imen-
dolor de sus hermanos. La civilización occidenral se ha negado a «oa- có aflojar ese nudo. En e! rercer volumen publicado de su Historúz de
curalizar» el sufrimien'~O; m·:ís bien, ha intentado tra(ar ·er
doTor-como !a sexfl.alidad, e incluso más en las norns que redacró para los volúme-
suscepLibie ·¿e- cont¡ol sOdal Q aé1~:"_p'i:arlo como parte de-.Un _e,s_qu_~_ma nes gue no llegó a concluir, inrenró explorar tos placeres corporales
mencal supe_r_i9r y con,scie_nt_e. Estoy lejos de argumentar que los ancl- que no son prisioneros de la sociedad. Una cierra paranoia sobre el
g.uOs son ·contemporáneos nuestros. Sin embargo, esrns [emas siguen control que había marC1<lo buena parre de su vida lo :1bandooó cuan-
;ipareciendo en la hisroria occidencal, retUndidos y reelaborados, do comenzó :1 morir.
inesrnbles y persistemts. la manera en que murió me hizo pensar, enrre las muchas cosas
L.1s imágenes prorncípicas del cuerpo que hao dominado en nuestra que una muerte lleva a revis;ir en la mente de quienes sobreviven, en
hisroria nos negarían el conocimienco del cuerpo fuera del Jardín del una frase de \v'ittgenscein en la que cuestionaba la idea de que d es-
7/19
30 CARNE Y PJEDRA

pacio edificado importa a un cuerpo que padece el dolor. ,,¿Conoce~ PARTE PRLMERA
mas el lugar deJ dolor -pregunta \)?ingensreiri-::- de manera que
cuando sabemos donde i:enemos dolores sabemos lo lejos que está de
las dos paredes de esrn habitación y del suelo?. Cuando me duele la
puma del dedo y me toco un diente con ella, ¿(ti.ene alguna impor-
tancia) que el dolor esré a una dieciseisava parte de una pulgada de la
puma del dedo?)>-.
Al escribir Carne y pied1·a he deseado rendir un homenaje a la dig-
nidad de mi amigo al morir, porque acepró tl cuerpo con dolor -el LOS PODERES
suyo y los cuerpos paganos sobre los que escribió en sus últimos me-
ses~ como si viviera más allá de tal cálculo. Y por esta razón he
cambiado el enfoque con el que empezamos: explorar el cuerpo en la
DE LA VOZ
sociedad a través del prisma de la sexualidad. Si liberar el cuerpo de
los consueñimientos sexuales victorianos fue un gran acontecimiento y LA VISTA
en la cultura moderna, esta liberación también implicó la reducción
de la sensibilidad física frente -al deseo sexual. Aunque he intentado
incorporar cuestiones relativas a la sexualidad en el rema de la con-
ciencia corporal de otras personas, he puesto de relieve tanto la con-
ciencia del dolor como las promesas de placer. Esre rema hace honor a
una creencia judea-cristiana en el conocimiento espirirual gue se ob-
tiene a través del cuerpo, y he escrito este libro como creyente. He
inremado mostrar cómo aquellos que han sido expulsados del Jardín
del Edén podrían encontrar un hogar en la cíudad.

8/19
72 CARNE Y P!EDR,\

humano de una manera particular. La imagen protorípic:t de un cuer-


po desrwdo se fragmentó en la piedra; la voz expuesrn se convin::ió en CAPÍTU LO DOS
una fuerza de desunión en el espacio urbano.
Esca historia areniense a veces se presenrn en términos de un divor-
cio de la menee y el cuerpo. En la época moderna frecuenteme nte
:1tribuimos la separ:1ción de la meme y el cuerpo a áridas consrruccio-
nes menrales que reprimen la sensarn vida del cuerpo. Pero al princi-
pio de nuestra civilización el problema era el inverso: el cuerpo go-
bernaba la palabra y privaba al hombre de la rnpacidad para vivir de
manera racional medi:.i.nre b. unidad de palabras y acros que Perlcles
celebró en su oración fúnebre. El calor del cuerpo, cal y como se ex-
El man to
presaba en la recórica democrácica, condujo al pueblo a perder el con-
crol racional en la discusión; el calor de las palabras en la polícica ca-
reció asimismo de la lógica narrativa que poseía en el teacro. Los
de las tinieblas
atenienses fueron incapaces de crear un diseño en piedra que reme-
diara esas síruaciones. En la colina de Pnyx el pueblo era responsable
de sus actos pero no los comrolaba. La proteffión de los rituales
Si los términos de este divorcio del cuerpo y la mente han cambia-
do en el curso de nuestra hisrnria, la división misma que comenzó en en Atenas
nuestros orígenes ha persistido. Esto implica que en nuestra hisroria
lo «humano,, significa fuerzas disonames y no reconciliadas . Con la
llegada del cristianismo , este conflicto incluso parecerá necesario e
inevírnble, y ei animal humano se presencará como un animal en gue-
rra consigo mismo, a causa de la Caída y de la expulsión del Jardín
del Edén. En ei mundo anriguo, los griegos afromaron esa verdad por
otra vía. la <le su experiencia de los ricuaies urbanos.

E l Parrenón es un himno a una divinidad femen·ina, una muJer ·


· b .
re 1a ciudad. Sin embaro- P.oricles co ¡ . ·
• ¡·, so
que .rerna e:, 0 , .. ne u yo su
,
orac1on unebre declarando: {<Quizás deberi'a d ec1r · una o aos
. 1., .. ,
pa,aDras soore los deberes de las mu¡·eres para con a ¡¡ .d
, ,. . , que os e voso-
rros que haoe1s envrndado. Puedo expresar todo 1'o g ue cengo que d e-
c; , .
,r con una breve adverrenc1a,, . La advertencia· iba a ::.er - ·¡ ·
Af ~ si encwsa
bl irmo que;'··· 1a mayor _gloria de una mujer es gue los hombres ha~
e~ de ella ,o menos p?stble, tanto para alabada como para criricar-
1
·ª". · Al regresar a la ciudad, las mujeres volvían a las sombns L
""'SCl.:tvos ) ·d ' • os
; • Y :ºs res1 ences excranje::os tampoco tenían derecho de h::i.-
olar en la crnd~d, puesi:o que rambién eran cuerpos fríos.
'.\ungue Pcricles dirigió su oración fünebre a los· '",·v,,c , ., imaginaba
¡
-igua ~ue otros griegos- que rnmbién era escuchado, por los es -,_
pe,·rro~ de 'ws muertos. Los muertos habfan :-.erdido tod,o s, - 1 ,.
. . _ ·::. J:-' t. ca,.o,
c 0 ,,.., 0 ,.. 1 •· .. 1.
·i:-- dL, sin cmoargo, S'.J.S sombras obsesionaban a los vivos y
9/19
comi-
74 CAR:KE Y PIEDR/-,

nuaban siendo poderosas fuerzas dispensadoras de buena o mala suer-


te. El frío estaba aliado con la oscuridad, el mundo subterráneo era el
ámbito de las sombras. Sin embargo, la falta de calor o de luz no eran
una condición desesperada. Aquellos que eran maide-cidos con cuer-
pos vivos pero fríos imenraban mejorar su condición mediante la
práctica de cienos rituales, rituales que arrojaban sobre ellos un --~--i":"
manto de tinieblas. Esros antiguos rituales muestran un aspecrn per- . .· ......
durable de nuestra civilización: la negativa de los oprimidos a sufrir -~... :.e:.~. . ·-.<:-:~_(:. . .·: -~-
de manera pasiva, como si el dolor fuera un hecho inalterable de la --., ....."';.·-::,. ~,,
narnraleza. No obsranre, esre rechazo renía sus límites.
~~~tti• 2

1. LOS PODERES DE LOS CUERPOS FRÍOS ---<.i-.,.,,_ - - '


- ...i:~ r - ., , ~~ f
En la oración fúnebre, Pericles habló de una manera curiosamente
desenvuelta acerca de los rituales de la ciudad. Dijo gue «cuando
concluye nuestro trabajo, estamos en condiciones de disfrutar de roda
clase de esparcimiento de nuestros espíritus. Hay diversas clases de
competiciones y de sacrificios que se celebran de manera regular a lo
largo del año»=. Como ha señalado _un historiador contemporáneo,
ésra es «una visión muy pragmática de la religión comunitaria». Sus
comparrioras atenienses habrían considerado el calendario festivo
como el mismo eje de sus vidas ciudadanas en lugar de como «un ~·~~0~ _ _,_,
3
descanso de los asunrns diarios>) 3 .
1 • l ,{_, . -'
El ritual puede parecer una fuerza estática gue preser\'a el recuerdo
l 2!:·E~~:·5f~1iY>-:~~1~H~;-~~~<
0 :,

mediante la repetición de gestos y palabras una y otra vez. Por el -~ ;


contrario, en el mundo antiguo los rituales se adaptaban en la medi-
da en que las anriguas fórmulas venían a servir a las nueYas necesida-
des. Los rituales gue honraban el lugar de la mujer en una sociedad
; ~··H• . .....,,Ecl ~
primitiYa de tipo agrario se modificaron con el tiempo de tal manera
m
que se levantó el estigma corporal de las mujeres de la ciudad. El
paso del mito agrario al ritual urbano no violaba el recuerdo del pa-
sado, ni las mujeres se valieron del ritual para rebelarse contra ]os
hombres. Aunque d riro más importante de Arenas. ias PanateneaJ.
reunía a hombres y mujeres, los rirnales que obser\'aban sólo las mu-
jeres revelaban de una manera más aguda este poder de adaptar el pa- 5 5
sado al presente. Uno de éstos, las Tesmrforias. pretendía dignificar el
frío cuerpo femenino; otro, las fiesras de Adonis, devolvía a las muje-
res esas capacidades de lenguaje- y deseo gue Perícle-s ks negaba en la
oración fúnebre.
Casas atenienses, finales de los siglos \' y JV a. C.

10/19
El !JU?!:o de fas tinieblas
C:r\R\iE ,,- PIEDRA

por una hija cuyo cuerpo mLterrn alimenta la cierra, pasó a convenir-
Las Tesmoforicts se en un drama organizado en corno al cerna del ::i.utoconcrol.
En un pasaje evocador, Jean-Pierre Vernanc describe el ritual tal y
Las Tesmoforias empezaron como uri rirn de !a fertilidad, ~-uyo como se practicaba en Acenas:
origen se remontaba a los tiempos homéricos, y se celebrab~n a bna-
tes del otoño cuando se sembraba la simience. Deméter, d10sa de la El tiempo de la siembra marci. et inicio de! período propicio pata el
tierra, presidÍa el ricual en su calidad de pauona divina. La :rama de matrimonio; las mujeres casadas, las madres de familia, celebran como
la festividad se basaba en la historia del encierro de Demeter Y el (iudadanas a(ompafia<las de sus hijas legítimas una ceremonia oficial
luto por su hija muerta, Perséfone. Et nombre obedecía al acto de en la que, mientras dura, se separan de sus esposos. Silencio, ayuno y
poner cosas en la cierra (zesmoi en griego significa «esrnblecer,, en el absrinencia sexual. Adoptan una posición inmóvil, agachadas en el
sen-ciclo amplio de establecer la ley). Las mujeres se preparaban para suelo. Descienden a ,negara subrerráneos para recoger rnlismanes de
· fercilidad que han de mezclarse con las semil!as. El aire es un ranro
las Tesmoforias con un acro ritual en el que se servían de cerdos,
nauseabundo '/ en lugar de planrns aromáticas hay brazadas de ramas
animales a los que la mlrnlogía griega aLribuía un valor sagrado. Al
de sauce, ya que éste es una planta de cualidades antiafrodisíacas 'i _
final de cada primavera, arrojaban cerdos sacrificados a unos pozo~ o
m2c~:1ra excavados en el suelo, donde les dejaban par~ que se pu?ne- El aroma del sauce, que apagaba el deseo, eta importante durante el
ran. Esca festividad de primavera en honor de Demecer (las Esnrofo- rito, como lo era igualmente el mal olor y la oscuridad de las cabañas
ri:is) servía direccamente como un símbolo de la fertilización de la en las que las mujeres se acuclillaban. Sus cuerpos permanecían quie-
tierra. El santuario de Deméter en Eleusis se enconrraba fuera de rns y fríos, casi sin vida. Con la frialdad y la pasividad, el ritual co-
Atenas. Las Tesmoforias realizadas en Arenas durante el ornño crans- menzaba a transformarlas: se convenían en cuerpos dignificados que
formaban este sencillo acto de fecundar la cierra en una experiencia represenrnban la historia del luto de Deméter.
urbana. Aunque el miro de Deméter relacionaba a las mujeres con la tierra,
En el primero de los eres días que duraban !as Tesmoforias, las mu- las Tesmoforias celebradas en A.tenas relacionaban a las mujeres entre
jeres iban a los pozos que comenian los resrns húmedos de los c:rdos sí. Esce nuevo vínculo apareció en la organización formal de las Tes-
y echaban semillas en los rescos de los animales muen:os. Este dw. es- moforias, al ser escogidas las oficiantes del ri-cual por las mismas mu-
~aba dedicado a «ir» (kázodos) va «subir,,. (ánodosj. ya que las muje- jeres. «La única relación de los hombres con el ricual -escribe Sarah
res salían de la cueva para encr;r en unas cabañas especiales donde se Pomeroy-, en el caso de personas acaudabdas, era que esrnban obli-
sentabari '/ dormían en el suelo. Duranre et segundo día, las mujeres gados a caruar con los gasrns de la fescividad como una liturgia o im-
avunJ.ban para conmemorar la muerce de Perséfone y guardaban lurn puesto en b~neficio de sus esposas» (i_ Además, Lis mujeres celebraban
p.rofiriendo juramentos y maldiciones. Al tercer día, recogían los ~e- el rito, según dice Vernanc, «como ciudadanas», aunque se retiraran
chones con las semillas y esta apestosa mezcla se sembraba en la t1e- del mundo de los hombres para hacerlo. Sólo al final del tercer día
t·ra como una especie de abono sagrado·1 • _ • regresaban con sus esposos, que las esperaban en el extetior, saliendo
Las Tesmoforias parecían represenrnr direccamence la hisrorrn ~e de !as cabaDas con su carga generativa de carne muerta y grano. El
Deméter como la conocían los concempor:íneos de Pericles: una his- mamo Je cinieblas de la tierra, el frío de !os pozos, la cercanía a la
toria de muerte y renacimiento, en la que una diosa entrega a su pro- muerce, tr::i.nsformaban et esrarus de sus cuerpos. Durante las Tesmo-
pia hija al suelo, acto que tenía su paralelo en la maranza y' ~ncerra- forias las ~ujeres realizaban un viaje por las tinieblas, del que emer-
mienco de los lechones. Sin embargo, la manera en que el nrnal se gían a la luz con su dignidad afirmada.
practicaba en Atenas alteraba el mito agr::i.rio o_ri~inal. En lugar de Por supuesrn, la mecamorfosis del campo a la ciudad rnmbién dejó
opone.::- la fertilidad y 1a esterilidad, las Tesmotorias presentaban b su marca en muchos otros ricuales, puesro que el calendario de festi-
abscinenci:i sexual como lo opuesto a la ferLil1dad. Duranre los eres viJ;_¡_des urbanas esc1ba vinculado origin:.ilmence con la vida rural,
días anteriores ::i. las Tesmoforias las mujeres no dormfan con sus es- con el ciclo de io.s cStJ.ciones y con los culcivos. Pero la cransforma-
posos, v de manera simibr guardaban abstinencia sexual dur::i.nce la ción del miro de Demécer en un ritual urbano cenía un significado
fesEiviJad. El ricual experimentó así una cransformación y. del luto
11/19
78 CARKE Y PlEDRA El manto de la.1 rinieh!a.1 79

especial para las mujeres a causa del lugar específico de Arenas en seos. La forma de las cabañas en el espacio urbano subrayaba la cerca-
qut se celebraba. Ciertas pruebas fragmentarias sugieren gue, inicial- nía de este enclave dignificador al lugar donde los hombres goberna-
mente, los lechones se arrojaban a cuevas naturales: Ei araueólogo ban como ciudadanos.
urbano Homer Thompson ha identificado el lugar de la ciudad do;-
de fue reconsrruido este rito neolítico. Los pozos se _excavaron y las
cabañas se construyeron en la colina de Pnyx, detrás de los asi~nros Las fiestas de Adonis
donde los hombres se reunían en la ekkleJia. Median.re el ritual, las
mujeres habían establecido en Arenas un espacio cívico para sí mis- Las fiestas de Adonis eran rituales agrarios relacionados con la
mas cerca del espacio de poder ocupado por los hombres. muerte. Sus transformaciones urbanas tenían lugar en el espacio do-
El término técnico para los cambios gue se produjeron en las Tes- méstico. Las mujeres griegas vivían recluidas en las casas a causa dt
moforias es '<ffieronimia)1, una palabra griega que servía para deno- sus presuntos defecros fisiológicos. El historiador griego Herodoto
minar uno de los recursos de la retórica. La metonimia consiste en la contrastó lo razonable de su civilización al actuar así con la extrava-
sustitución de una palabra por oua; así los marineros pue-den ser de- gancia de los egipcios, observando que ,,en sus m~n~ras y co_sru~bres
nominados tiburones o gaviotas según el efecrn que busque causar el los egipcios parecen haber dado la vuelta a las practicas ordinaria~ de
orador o el escriror. Cada una de estas sustituciones aporta una expli- la humanidad. Por ejemplo, las mujeres van al mercado y se dedican
cación. Al llamar tiburón a un marinero, nos referimos de manera in- al comercio, mientras que los hombres se quedan en casa y tejen" b
mediata a la maldad de sus acciones; al denominarlo gaviota, aludi- En la Eronomfa de Jenofonte, un esposo indica a su esposa: «tus que-
mos a su destreza para alzarse, como la mencionada ave, por encima haceres estarán entre estas paredes» 9 .
7
del turbulento mar . La metonimia es algo así como arrojar un man- La antigua casa griega tenía airos muros y pocas ventanas. Cuando '.º
to sobre los significados originales, transformándolos en -.;inud de la permitía la economía, sus habiraci_ones se si~uaban e_n ~orno a un p,ar10
1
asociación. De todas las armas del arsenal poético, la mernnimia es la interior. Denrro de la casal predommaba un s1srema similar a; purdan de
gue más varía el lenguaje, trasmutando progresivamente el significa- la casa clásica musulmana. Las mujeres casadas nunca aparecían en el an-
do original de una palabra. dt'án la habiración donde se atendía a los invirados. En los bangueres ce-
Durante los tres días que duraban las Tesmoforias, las mujeres lebr:dos en el andrón, sólo aparecían esclavas, prostitutas o extranjeras.
-oliendo el hedor de los cerdos y el sauce, y agachadas en el suelo~ Las esposas y las hijas viYían en la habitaci?~ o habiracion:s conoc_idas
experimentaban una transformación ritual gracias a los poderes de la como gineceo (g)'lla;keion). Si la casa era sufiCJemem~nre p_ros~era, esr,as
metonimia. Al segundo día, las palabras ,,frío» y «pasivo,, significa- ocupaban el segundo piso, lo que implicaba un _d1sranc,1a1:11enro aun
ban aurodisciplina y fortaleza, en lugar de debilidad e inferioridad mayor de las intrusiones diarias de la calle en el pano domestico.. ,
como en el exterior. Los cambios cul~inaban al rercer día, cuando las En las Tesmoforias, un antiafrodisíaco, el aroma del sauce, rnvad1B
mujeres salían. No es gue entonces se parecieran a los hombres. La las cabañas. En las fiestas en honor de Adonis, por el conrrnrio, se re-
luz brillaba sobre los cuerpos cubiertos gue se habían rransformado curría a especias aromáticas que, al parecer, acrecenrab~n el des~o.
en el curso de un ritual -misterioso e incognoscible para los hom- «El contraste entre las Tesmoforias y las fiestas de Adonis -escribt:
bres- que de alguna manera los había dignificado. el anrropólogo Marcel Derienne- es similar al existente entre la
Las meronimias rituales, a diferencia de las del poeta, utilizaban el Cuaresma v el manes de carnaval". Las fiestas de Adonis celebraban
espacio para realizar los cambios. Tales espacios alteran la condición el deseo se~ual de las mujeres. Suavemente fragante, embriagadora y
de los cuerpos que penetran en el círculo mágico del ritual. Dicha al- obscena esta celebracíón aromática liberaba las potencialidades fe-
teración tenía lugar en las Tesmoforias, en el pozo rirnal, frío y oscu- menina; para gue hablaran acerca de sus deseos en un espacio de la
ro, que daba un nuevo valor cívico a los cuerpos a Jo·s que Pericles casa extraño y normalmenre no utilizado: el rejado.
aconsejaba que vivieran inadvertidos. La configuración de las cabañas Las fiesras de /'1.donis tenían su origen en historias mitológicas re-
concentraba los humos que se desprendían del sauce, lo que ayudaba lacionadas con este dios, gue se hallaba en uno de los extremos de la
a las mujeres sometidas a esrn transformación amortiguando sus de- concepción griega de la masculinidad, mienuas que en el otro se ha-

12/19
80 C,-\RN E Y PIEDR A
El manto de las uniehfas
81
El rirual de !as fiesras de Adonls se inspir'J..ba en esre mico que llo-
raba la muerre Je un joven que sabía cómo proporc ionar placer a las
- , Desagüe Calle mujeres . Lna semana anres de la festivida d que se celebrab a en
su
honor cada mes de julio, las mujeres planraba n semillas de lechuga
en pequeña s macetas que escaban colocada s en los rejados de fas ca-
sas. Estas semillas germina n con rapidez y !as mujeres regaban y fer-
cdizaban con cuiJado las macecas hasrn que aparecía n los primero
s
broces verdes. Llegado ese momcnr o, sln embargo , dejaban de regar
!as planeas. Cuando tos brotes comenza ban a morir, había llegado
el
momenr n de que comenzar;:¡_ el ricuaL Entonce s, las macetas sirnadJ.s
en tos rejados eran denomin adas <<jardines de Adonis» y las planeas
secas reflejaba n su muerre.
Cabría esperar gue el rirual siguiera de cerca la hisrnria relarada
por e1 mico. Cierram eme, la época del año parecía reforzar el simbo-
lismo del jardín que se marchir a, al ser julio un mes de sol abrasado
r,
Sin embargo , las mujeres de Atenas idearon un rimaI que sólo era fú-
nebre de n'ombre. En [ugar de lamenra rse, permane cían te-vanead
as
durame roda la noche, danzand o, bebiend o y canrand o junras. Echa-
ban bolas de mirra y otras especias a los incensar ios (Adonis era hijo
de .IYiirro., la ninfa de la mirra) para excirars e sexualm eme. La fiesrn
adquirió !a repmaci ón de esrar relacion ada con chistes lúbricos
y
sexo ilícito. En un texto literario romano, varios siglos poscerio r, una
corresan a escribe a una amiga: "Vamos a preparar un banguer e para
celebrar las [fiestas de Adonis] en casa del aman re de Tesala .. Acuér-
dace de traerte un _pequeño jardín y una estatuill a. Traéce también
a
tu Adorns [evidem ememe un amanee] , a! que ahogas a besos. Nos
Plano de casas ateniense s, Delos, siglo V a. C embriag aremos con rnJo.:,; nuestros amanres » 11 .
Las propias plantas que !as mujeres habían sembrad o en sus peque-
ños <<jardines de Adonis1, afirmab an esra celebrac ión sexual. La poe-
llaba Heracles , el guerrero prococíp ico. Heracles era f:amoso, según
[Ísa Safo escribió que Afrodiu había colocado a Adonis en un campo
narró Homero en la Odisea, «por su insaciab le glornner ia, pues nun/ca
de lechugas eras ser embesti do por el jabalí. Aunque semejan re ima-
parJ.ba de comer y beber_,,. Su aperito sexwd _ig~alaba su glocone r
1a: gen puede resulra_rnos extraña, era pcrfecca mence lógica para los
En Lúi":,-rrata, un marido cornudo estalla: «Mi pito es como Heraces 1
invic1 do a comer». Se creía que Heracles había engenJr aJo serenca griegos, que consider aban que la lechuga era un porcnce anciafro di-
~ 5Íaco: «Su jugo es de U[ilidad para agU.ellos que tienen sueños eróti-
dos hijos}' una hija 11 . Por el concrari o, el gracioso Ad~nis no era_ni
dorón DÍ voraz, A diferencl :.l de Herades , murió ames de que pud1e- cos y dis[rae ai hombre de los pensarni encos sexuales », escribió Dios-
córides il_ La lechuga apareció en la li[erarur a antigua como un
;a engendr ar un hijo, cuando, muy joven, fue embesri do por un jaba-
símbolo de la impoten cia y de manera más general de una lern.1 «faica
lí. Y, muy .d contrar1·. 0 que H erac l es, n'd onb · · prop orrioru.b
- a placer a de fuerza virzJ,, ',.;_ De hecho, se pensaba que crecía en la sombra
bs mujeres, en tugar de limitars e a saciar su lujuria en sus cuerpos. y
, · era un~1 ,. 1 ¡uru,
, ,a que b comlan Lis madres ~uerras. Dunnce las fiestas de A.cbnis, ias
<H ,..1
1\.cioni:::> ¡ f)ec
rigur;i ue 1 '
~ placer sen-
1 pa1a :, ;et~,,
□ ra gr. ¿,..... P"~a
mujeres comec1z:iban las celebrac iones cuando la lechuga se secaba,
sual, y AfroJic1 lo lioró como amame de !as mujeres. se
ponía de color oardo v se marchit3 .ba en las maceras de tierra seca.
13/19
CARKE Y PIEDRA El manlú de la.r tinieblas 83
8]
Las fiestas de i\.donis, como las Tesmoforias, transformaron un
riro agrícola en una experiencia urbana. El antiguo mito asociaba la
muerte del placer con la fecundización de la tierra, cuando la sangre
del agonizante Adonis se derramaba sobre ella. Esto signifrcaba gue
la tierra extrae su alimento del sufrimiento humano. En el rirual ur-
bano, el agostamiento de 1a tierra y el marchitamiento de sus plan-
tas devuelve al cuerpo sensual a la vida. Para que este anriguo riro
sirviera a esa finalidad las mujeres· transformaron el espacio de la
casa.
Las fiestas de Adonis diferían significativamenre de las celebracio-
nes masculinas (los simposio_r), gue tenían lubar a lo largo del año bajo
el tejado del andró11. En una casa moderadamente próspera, esta habi-
tación, usualmente cuadrada, podía tener tres lechos en los muros la-
terales y uno más en el exrremo. Carnrce comensales podían reclinar-
se, comiendo y bebiendo, mienrras acariciaban 2 hombres y mujeres
dedicados a la prostitución. El simposio presentaba a los hombres la
oportunidad de excederse y entregarse a ruidosas diversiones «diame-
tralmente opuestas a las [decorosas convenciones] que imperaban en
lapo/is en conjunto,; it_ El simposio, según ha escrito LE. Rossi, era
«un especráculo en sí mismo», en el gue los hombres bebían, coque-
teaban, charlaban y presumían, pero el espeetáculo respetab2 una
convención del comporramienro corporal del exterior 1 ~. Al igual gue
sucedía en el gimnasio, la compecición impregnaba las relaciones
Mujeres jóYenes durante las fiestas de Adonis lamentando su muerte. masculinas en el simposio. Los hombres preparaban con anticipación
poemas, chistes y baladronadas, para exhibir sus habilidades durante
el banguete. En ocasiones se perdía el eguilibrio entre la competición
y la camaradería, y el simposio degeneraba en una violenta reyerta.
Esro es, la celebración comenzaba cuando morfa la plama cuyo jugo En el tejado. durante las fiestas de Adonis, había la misma lascivia
se suponía que agostaba el vivo deseo sexual. . , e- pero las mujeres no competían enrre sí. Tampoco había chisres prepa-
Las fiestas de Adonis parecen una celebrac10n de _des~~s por lo d rados. Las fiesras de Adonis también evitaban el carácter privado y
más insatisfechos en las vidas de las mujeres. La _pnvac10n sexual_ no exclusivista que caracterizaba al simposio. Las mujeres iban dt una
se debía al gusro masculino por los jóvenes desrrnad_os a convernr~t rnsa a otra, oían que las llamaban desde arriba en la oscuridad, y su-
en ciudadanos_ Ello habría supuesro una homosexualidad en el senu- bían por escaleras a los tejados para encontrarse con extrañas. En la
, oderno como si una clase de deseo erótico excluyera la oua. antigua ciudad, los tejados solían estar vacíos. Además, esta festivi-
dom , · ¡ , ·
Como ha señalado la jurista EYa Canrarella: «Las nva es am_ent1c~s dad se celebraba por la noche en distritos residenciales donde no ha-
de las mujeres eran ... arras mujeres "respetables" que podía~ inducir bía iluminación en las calles. Los espacios dominantes -el ágora, el
a sus maridos a divorciarse de ellas» 15 . Las plantas y especias-de las gimnasio, la Acrópolis, la colina de Pnyx- eran espacios de exposi-
festas Je Adonis ayudaban a las mujeres a enfremarse con un ~r?~le- ción a la luz del día. Las pocas luces encendidas en los tejados duran-
~a más fundam_en~al: sus deseos eran inseparabi.es de su sum1s_10_n ,2 te las fiestas de Adonis dificultaban que se viera a las gue esrnban
, ¡ unrna' de los hombres. Los aromas de las fiestas de Adoms
l a \•O .. dt-
, sentadas cerca y no digamos a las que circulaban por la calle. Dt> esta
bían proporciÜnar un espacio donde podían librarse de tsa sum1s1on. manera se arrojaba un manto de tinieblas sobre las transformaciones

14/19
C,--\ RNE y
84 p¡EORA El munro d~· las tinieúl.:LS
85
, . Jo de carca1-adas, .en la oscur i-
operad as en e l espac i· 0 de la casa · eoun.1 . -
r\born conte sradm t d lo siguienre_ ¿Qué agricu
ltor sensato cogería una
. J o'nim o )1 amist oso.
dad, el ce¡a o s_e conve. -rua ,_ en un cerrHo
. 1
rJO an simie nte que valora y de la que desea una cosech
a, y !,, sembr aría so-
d las rinieb las, recup e-
En ese espau o, 1as mu¡.eres ' ba¡o e mamo b
e
deseo s Io·ual que las
lemne mente rn los jardines Je .'1.Jonis, a media
Jos del verano, y se
·¿ d d h blar y expre sa an sus · o cornplacerfa en ver cómo alcanza ~1 fina! Je su
raban :,,u capac1 · a
,- . e ª . ~ · . d f , las fiesta s de Adon is
.
,)·fo se rrara de algo que, caso Je que lo hicier
proceso en ocho días?
Tesm orooa s transr . ,· . ban 1 ma~e nes e no, a. se !imita ría a ejecu-
orma ¡
. , d calor La expos1C1on a l ca lor del sol res u ta- rado de manera festiva y a mane n de diversión?
L •• ,

trasm utaba n 1mag enes e · Porque cuando acrúa


ba !eral para las lechu gas, m1en . eras que I·a o::.cur1 . ·Jad libera ba a las con seried ad. s\¿;ue los verdaderos princi pios de
!a agricu ltura y siem-
bra la semil b en el suelo conve niecae y se siente
mujer es. satisfecho si lo que ha
.
Hasta nemp os recien · ces los eru d.1rns pen saron que [as fiesrns de sembr ado alcanza la madurez ocho meses más tarde 1
".
' . d .. _, ue cuand o las mu¡e- .
Adon is eran un ntO . 1, b·co asum ten o sin mas q
es 1 ' , debía n de propo r- Plató n vio en las fiesra s de Adon is una revela
, ~ b ner un place r auton omo, ción de la esteri lidad
res se reuni ao pa,a o ce El f . del place r efíme ro, en oposi ción a la antig ua
, l poem a amaro no que
ciona rse .un estim u o se xual mutu o. amos O
d -. hisror ia agríco la de la
Safo escn b io, ba s1.d o men c·ona 1 do a menu o en relaci ón con las besca s alime ncaci ón de ia cierra . El deseo , sin más, es
escéri L
En conrr a de Plató n cabría decir que, si las
de Adon is: fiesta s de 1\don is de-
volvie ron a !as mujer es el lengu aje de[ deseo
, lo hicier on de una ma-
Porqu e cuand o te conce:np lO Por un dinscan·¿, ce, me resu ¡ea impos ible se- nera parric ular. Como las Tesm oforia s, este ritual
se servía de un re-
. d . l . - ediata mence un fue- curso poéric o de una mane ra más espac ial gue
a-u r hablan o; m1 engua::.-•e queda orm1 a,¿,1nm
" 1 . b . · , ne no veo
. los 01·05 los 01'd os Adon is recurr ían a la poren cial.id ad de la meráf
verba i. Las fiestas de
g o sutil se desliz a ªJº mt car ' na a e 00 ' ora, gue une cosas di-
bl dera de mí me vuel-
me zumba n, me broca e l su d or, el cem or se .apo , ' versas en una sola image n, como en la expre sión
«auro ra de dedos ro-
, d que estoy a punto
vo mas ver de que I·a h·,erb;_1 y· rengo la sensac1on e sados,,_ En esca merif ora, el signif icado del rodo
es super ior al de las
de morir 18 . parres . La metáf ora acrúa de mane ra difere
nte a la mecon [mia. En
.- - . ésra, se puede n emple ar disrin ras palab ras en
. s. susrir nción de <(mari-
En la actua lidad se t1ene la imp:e 1 ón de que se cracab a de un episo - no,, -tibu rón, gavio ra, marso pa, albat ros-,
. d f
dio más comp l 1ca o: uera cual fuera 1a mezc 1a de prefer encia s sexua - pero una vez que se
, . l . .
· d d de la lírica de vincu lan <idedos rosado s,, y «auro ra:», adqui eren
un carác ter super ior
les e1 nrua cirtu a e
. , d lJ. conm ovedo ra mcens i -a
' encre exrrar las que se a !a analo gía de [as parces : auror a y dedos . Adem
ás, las metáf oras vi-
Safo, porqu e escab a J e-d.ica d O ª l place r I cempo
. ,
ra I " goros as no se presra n a la licera lidad. Si se dice
, ;ca profu nda y dura- que <da auror a de de-
reun1,an en ¡.," os·cur,·dad y no ,1 una re ac1on eroc. dos .rosad os,, sugie re que unas nubes en forma
de conei y de color
de.ra. - 1 las fiestas de Adon is. No apa- rosa apare cen en el cielo al aman ecer, se pierd
e el poder evoca dor de
. d d
La ciu a no recon o cía torma menee d' . !a image n. El poeta creó una image n que muere

recían e.n el ca 1en d ano O icif" ·at como suce 1a con l a mayo ría de las. res- en la explic ación .
. . ·¿ d d rvisad as v financ iadas En el rirual de las fiesras de Adon is, el espac
c.1nres test1v1 a es, que . eran progr ama as, supe , io era la clave de la
_ . ·¿ d , inform al en _ merif ora. Norm almen ce, la fertili dad y el parro
. <l d S ba de una tesr1v1 a ran su orgar n- legiti maba n la se-
por b ciu a . e eran . . y 00 result a sorpr enden - xualid ad de la mujer_ Por eso, el que una perso
., , ea en su senum 1enro . na se sintie ra libre
zauon como espon ran . d . para subirs e a un cejado en una noche de julio
.
re que l as tiesta d Adon is rncom o aran a los homb res. Escrit ores y, rodea da de planra s
s e muerr ns, hab!a ra a extrañ as acerca de sus deseo
coecó.neos, como A nsco . 'f nes en L 1.szstra ,
ta, se m
ofaba n del alboro to, s ínrim os es un ramo
. ª b . . que acomp afü1b an a l pecul iar. El poder espaci::d de !a metáf ora era
de los ruido sos gemi•d os Y de .
\a em nague z
. eleme nrns. En un ricual , un {(espacio de metáf
comb inar esrns insóli tos
e se habla n ,marr ado
evenc o, tr;ican d o con d es precio a las muJer .,
es qu . ' . que la gente puede junta r eleme nrns dispar es.
ora» es un iugar en el
. . . l Pero la acusac ,_ ~usca ncial tue l:i tor- Esto ocurr e en vircud
de su sdenc 10 11a 6 1tua · 10n mas ::>
mulad a por Plató n en el Fedro. En este 01a 1ogo, ~· , Plató n hace decir a de la mane ra en que ucil.izan sus cuerp os, más
gue media nce explic a-
cione s. En las fiestas Je Adon is, l::t danza y la
Sócra tes: bebid a ocupa ban e! lu-
gar de la queja , o del anális is de L1 condi ción
de !as mujer es en A.ce-
nas. Esto explic 1 el C.esconcierco que se pc:rci
be en !os come norio s de
15/19
86 CARNE Y PlEDR.A. Ei manto de las tinieblas 87
Aristófones v de Platón acerca de las fiestas de Adonis y su incapaci- religión \X/alter Burkerr ha resumido ese contraste de b n1anera s1-
dad para en~onrrarles un sentido. Ei rito del rejado desafb cualquier guienre:
rnzonamiento analírico.
En una frase memorable, el estudioso del mundo clásico John Myzos en contraste con !or;os: !ogo5 procede de legtin, ,,unir". iu~rar di-
\)?inkler denomina a las fiestas de Adonis la «risa de las oprimi- ferentes evidencias, hechos verificables: logos didonai, rendir memas
das» 20 . Pero este ritual no decía «no» al <<SÍ» masculino. No impul- anre una audiencia crítica y suspicaz; myzoJ es contar un relaro a la vez
saba a- las rñuferes a dominar pÜr una noche el ágora, la colina de que se rehúsa aceprnr responsabilidades: uk emo., In 71i_J'zo.r, este relarn
Pn,;x u orros basciones masculinos. El rejado no era una plaraforma no es mío, pero lo he oído en algún lu,gar 21 .
de ·lanzamiento para la rebelión. Por el contrario. efa un espacio en el
gue, de manera momentánea y corporal, las mujeres pasaban por alro El lenguaje del logos conecta las cosas. El logo.r didonai establece el
las condiciones que les imponía el orden dominante de la ciudad. Las marco para que una persona relacione las cosas; exisre una audiencia
fiestas de Adonis podrían haber sido suprimidas fácilmente por los que juzga a la persona que argumenta y la audiencia es suspicaz. El
esposos o los guardianes de la polis, sin embargo ningun poder civil !ogo.r puede volverse impuro. Al igual que en e! debate sobre los je-fes.
imenró e-:irar que las mujeres las observaran y quizá fuera esto tam- un orador puede provocar la simpatía y la idemificación con su des-
bién un don de la metáfora en un fesrival de resisrencia demasiado cripción de los hechos, las personas o ios acomecimiencos. Estas imá-
extraño como para invirar a la represalia direcra. Si las Tesmoforias genes se desprenden unas de otras, las representaciones verbales pare-
legitimaban los cuerpos fríos entre las piedras de la ciudad, las fiestas cen conectadas, aunque no superarían el escrutinio de un análisis
de Adonis levantaban, durante unas noches, su peso. deductivo puro.
En todas las formas de !ogos, sin embargo, el orador es identificado
con sus palabras. Éstas le pertenecen y se le considera responsable de
Logos y mito las mismas. El pensamiento político de los griegos concibió las ideas
de democracia en romo a los aspectos del logos. Como Clístenes afir-
Estas dos antiguas festividades ilustran una verdad social elemen- mó por primera vez, la libertad de expresión y el debate sólo tienen
tal: el ritual tiene un efecro sanador. El rirnal es una de las formas en senrído si la gente se responsabiliza de sus palabras, de otra manera
que los oprimidos -lo mismo hombres que mujeres- pueden res- el argumento no tiene peso alguno y las palabras son indifen·ntes. En
ponder a las ofensas y al desprecio que sufren en la sociedad, y, más la colina de Pnyx el logoJ acrnaba de esa manera en un sentido espa-
en I::eneral, los rituales pueden hacer soponables los sinsabores de la cial: se podía ver y escuchar a quien aplaudía o pateaba un discurso, y
vid~ v de la muerte. El rima! constituye la forma .íOáal medianre la comprobar qué varaba cada uno.
gue l~s seres humanos tratan de enfrenrarse al rechazo como agentes
En el myzos, el orador no es responsable de sus palabras. Por el con-
activos en lugar de como víctimas pasivas. rrario, el lenguaje del mito gira en torno a la creencia formulada en
No obstante, la civilización occidental ha tenido una relación am- la afirmación griega: ,,Este relaro no es mío, pero lo he oído en algún
bivalente con estos poderes del ritual. La razón y la ciencia parecían lugar;). La mayoría de los mitos, y por supuesto los griegos, se refie-
prometer la victoria sobre el sufrimiento humano, en lugar de limi- ren a las hazañas de seres mágicos o de dioses, de manera que parece
tarse a afrontarlo, como hace el rÍi:ual. Y al tipo de razón que ha con-
lógico pensar que son los dioses quienes conciben esas historias y no
figurado nuestra ~ultura siempre le han parecido sospechosos los fun-
los hombres y las mujeres que los relatan. De esra manera, la audien-
damentos del rima!, sus metonimias y metáforas en el espacio, y sus
cia que escucha a alguien relatar un miro no abrigará las sospechas
pránicas corporales, que no son susceptibles de justificación o expli-
que guizá despierte un orador en la asamblta polírica, un orador gue
cación lógica.
pretende que se crean sus palabras. El antropólogo .Meytr Forras defi-
Esa relación ambivalente que se da en Occidente emre la razón y nió una vez el mirn como una ,,ratificación del vínculo social,,~:_
el rituai se configuró en el mundo antiguo. Apareció en la distin- Asimismo, Aristóreles formuló la famosa definición del drama como
ción que los griegos trazaban entre iogos y myzos. El hisrnriador de la
un ,,suspensión voluntaria de L1 incredulidad». El mico. de-1 que pro-

16/19
El mantr; j¿ fas tinieblas 1!9
88 CAR~E Y PIEDR:\

cedían los primeros dram;t:5. escablece et verdadero comexrn de esa 2. EL CUERPO SUFRIENTE
afirmación. El miro se refiere a la confianza en las pabbras, en sí
mismas. L.1 o_r~c;ón fúne_bre.de Pericles pone fin a una escena de la Historia de
Tuc1d1aes. La s1gu1eme relata una e,o-ran "'-pidemia que se d ·
La disrinción entre lugos y myzos enseña una dura lección, Las pala- Ar "'-1 · ,·. _ .... pro UJO en
,;;-.O B · ¡ ·
.. en:1s en . . 1n\1erno y- la prtmaver:1 del año •J
bras de las que son responsables las personas crean desconfianza recí- ¡. ·¿ • ªJº e 1mpacrn de
a epi em,a, la gente se comportó de maneras que concrade Clan , ¡ -
procJ. y sospechas que deben ser desviadas y manipuladas . Esrn dura tl r•
a,.u-
ver<laJ arrojaba una luz terrible sobre la creencla de Clísrenes de que -~ ame c~or1_anza expresada en ia oración fúnebre: las lnscicuciones de
el pueblo debla cener liberud para hablar y ser responsable de lo que [,_,_ democrac1~ se <lesmoronaro n, los cuerpos enfermos deshicieron ¡ .
Lizos que el ncua! hJ.bía creado en Li ciudad ,v· el prop,·o p ene· ¡es mu-os
decfo. La democracia se rige por la polícica de la desconfianza recípro~ •,
no.
rn. Las palabras de las que los oradores no parecen responsables crean
un vínculo de confianza. La geme sólo confía bajo la influencia del __ L~s mé~1cos de la anrig~a Arenas sabían poco acerca de cómo en-
miro, bajo la influencia del lenguaje externo a los propios oradores, treOLarr~ .con dun brore masivo de cólera y Tucídides describe los sín-
como era el caso de los peanes en honor a Deméter pronunciado s en rnmas 1s1cos e la epidemia con profundo horror:
las cabañas de la colina de Pnyx y a Adonis en los tejados de la casa
ateniense. El manto de tinieblas arrojado sobre ambos lugares reforzó ~os oj~s s~ les enrojecieron e inflamaron. En el interior de la boca les
el carácter impersonal y fiable de escas palabras, puesrn que el orador ::,,angraoa la garganra y la lengua, y el a!ienco se volvió anrinacural v
desagradable ... !es a.comecfan náuseas improducciva s , gue les cau-ab ·
individu~i.i no po<lía ser visrn con facilidad -las palabras surgían de la v· l . ::, an
10 entos espasmos ... aunque muchos cuerpos muertos yacían insepul-
oscuridad. Los espacios dedicados a los ricuales crearon zonas mágicas
.ros, las aves Y los J.nimales que comen carne humana no se les acerca-
Je afirmación mucua. Y rndos estos poderes del mito afectaron al
ban o, 51 probaron la carne, murieron a causa de ello posreriormenr e~'.
cuerpo celebrante dorándole de un nuevo valor. En el ricual, las pala-
brns son consumadas por gesros corporales: danzar, agacharse o beber
juntos se convierren en signos de confianza recíproca, en accos profun- ~a ~-~'.demia ~olpeó en primer lugar y de manera más letal a[ cejr-
damence vinculanres. Los ricuales arrojaban un manrn de tinieblas so- do_ ::,ocia~ de la cmdad, destruyendo los ricuales que rendían homena·e
bre las sospechas que los individuos podían haber albergado unos de ~ b san_cida_d de !,a m~ene. Los griegos comenzaron a violar !a muer:e
otros en la antigua ciudad, algo muy diferente de b mezcla de admi- de 1°.s ~em_as: "Legaoan an~es a la pira funeral que habían preparado
otro::,, colo(aban a sus propios muercos en ella y la encendían, 0 si
ración y sospecha yue provocaba h exhibición desnuda.
e:conr: raban ocra pira ardiendo, arrojaban el cadáver que llevaban ~n-
De esra manera, la cultura aceniense daba lugar a concrastes para- 1

lelos: cuerpos calientes frente a cuerpos vesri<los; hombres desnudos ~1.:,l ael ocro Y se_ marchaban», _ Aunque algunas personas actuaron
frente a mujeres vese idas; luz y espacios «al aire libre,, frenre a los es- rn.:,namenc_e, ar:nd1endo a los entermos y conrngiándos e de esa mane-
ra, «la Ca[astrote fue tan abrumadora que los hombres , no sa b.1en d o
pacios oscuros del pozo y del cejado por ia noche; las exposiciones de- , ¡ d
safiJ.mes del !ogos didonai y el manrn sanador del mito; el cuerpo del qu~ es su~: er,í~ después, se hicieron indiferentes a cualquier norma
de la reltg1on» -·•.
poder, que i menudo perdü el control por la propia fuerza de sus pa-
!abras,,frenre a los cuerpos oprimidos unidos en el ricua1, lncluso si . ~o~ el r!_~u_al cocado, [a epidemia golpeó la polícica: «Nadie esperaba
Vl~!~ 10 ~un,ctence c?mo para ser l~ev_ad? ante un tribunal y juzgado».
ese vlnculo no po<lía ser articulado, justificado o explicado.
Pero Tucídides no nos permi[irá que io celebremos de esa manera, :~:.~ ate~ienses perdieron su aucod1sc1p!1na y su aurngobierno . Ante la
J.l menos por lo que se refiere a la A[enas que él conocía. La razón tie- ~_ytdem1a, se e~rregaron a placeres momentáneo s o prohibidos: «El
ne motivos par1 sospechar del ritual, ya que el rirnal tiene el defecco r_u_:=blo ....com_:nzo a e~:regarse abi_errnmence a accos de desenfreno que
h~::,~a e.,rnn1..es se hao1an mantenido oculrns ... decidió gasrar el dinero
fat:11 Je- unH a la genre. Tucídides puso de manifiesrn que el rirnal no
~ap1damence y gasrarlo en placeres ... placeres del momenco,, 25. La en-
ayudó a los a[enienses a comprender suficienceme oce pM qm! sufrían
en el momenro de un gnn desastre cívico. Sin esa comprensión , su i:r;~ed~d vaci¿ ~e _s1~nificado_ b.s jerarquías de b política, porque la
e.t',uemia no d1s[lngurn emre nudadanos y no-ciudadano s, arenienses y
vidJ. común podfa deshacerse.
17/19
90 CAR1'E Y PJEDRA Ei man.to de las tinieblas 91
esciavos, hombres y mujeres. En el momento en gm: los atenienses per-
dieron el control de sus propias vidas, sus enemigos aprovecharon para
habían sufrido «muertes dignas», mu enes que sarisfacían las necesi-
dades de las mujeres urbanas. El Edipo rey de Sófocles también conta- 1
marchar sobre la ciudad durante la primavera del 430 i. C. ba la historia de una epidemia cuyo desenlace se produce cuando el
Sólo unos meses después de que hubiera pronun_ciado su oración rey se ciega para acabar con la misma y salvar a la cilldad. se·uaraba
fúnebre, se había derrumbado el sueño de Pericles de una ciudad que de una hisroria de sacrificio gue tenía un significado cívico para su
se aurogobemaba y él mismo se vio amenazado COJT'!O arquitecto del audiencia que trascendía la hisroria freudiana de la lascivia prohibida
mismo. A insrancias de Pericles, ames de la guerra se· había consuui- ~ y la culpa.
do otra muralla hasta el Pirco, a fin de que el uáfico pudiera circular La epidemia no ofreció una oporrnnidad cívica parecida. Tucídides
proi:egido. Unos ciento cuarenta metros separaba1;1_: esos dos muros nos relata gue, a causa de la epidemia, tanto los atenienses como los
paralelos, de manera que quedaba suficiente espacio parn cobijar a la que no lo eran «consultaban los oráculos>>, pero la respuesta de éstos
geme del campo que buscara refugio en tiempos d~ guerra. Cuando era confusa. Por otra parre, el más claro de ellos no habría aporrado
bajo Arguidamo los espartanos invadieron las llanuras del Ática pró- ningún consuelo a los atenienses, porque anunció a los espartanos
ximas a Atenas en el 430, las masas procedernes del campo se hacina- que «si combatían con roda su fuerza, la victoria sería suya y el pro-
ron de[rás de los muros gue Pericles había creado, especialmente uas pio dios esraría a su lado» 29 . Por supuesto, los atenienses, como to-
los gue unían como un canal el puerro del Pireo y Arenas. Este corre- dos los antiguos, renían un sentido profundo de la insignificancia,
dor se com·inió en una trampa donde se propagó la epidemia entre los límires y la oscuridad de la acción humana en el orden cósmico
los refugiados. Emonces, los atenienses se volvieron contra Pericles. más amplio. 1'-1:uchos de sus rituales atestiguaban esos límites. Pero
«El responsable de todo aquello -dijo más tarde Plutarco- fue Pe- estos rituales hablaban de la desesperación humana más que de la re-
ricles; a causa de la guerra había obligado a la geme del campo a api- dención cívica y de la cohesión frente al desastre.
ñarse dentro de las murallas y después se había desemendido de ellos Los poderes inherentes al ritual, gue proceden «de otro lugar»,
y les había dtjado, hacinados como ganado, para que se contagiaran significan que éste no es un instrumento que se pueda utilizar para
unos a otros ... ,1 26 investigar y debatir lo desconocido y lo invisible. Y ello obedece a
Sin embargo, difícilmente se podría considerar a los atenienses que un ricual no es como una herramienta o un instrumento gue se
unos cobardes gue temieran el dolor o la muerte. Habían demostrado manipula para explorar las diferemes posibilidades y resultados,
su valor físico en el campo de batalla y en el maí. Cuando Tucídides como podría hacerse en un experimento científico. Tampoco se ase-
relató la última batalla terrestre en gue lucharon los atenienses, la de meja a una obra de arte, cuyos materiales son explorados consciente-
Cinosema en el 411, describió cómo los soldados, exhaustos y débi- mente para causar el mayor efecro posible. La esencia de cualguier
les, seguían combatiendo con valentía y esperanza,· «Creían gue, sí práctica ritual es gue las personas que la ejecutan penetran en algo
actuaban con resolución, la victoria aún era posible» 2 ·· que ya existe y que parece exrerior a ellas mismas. La magia del ri-
Los rituales deberían haber mantenido a la ciudad unida. El ritual rual que procede «de orro lugar» radica en gue parece exterior al
procede de «algún otro lugan, y ese lugar con frecuencia es el de los marco de lo gue es deseado. Como todos los rituales urbanos de la ciu-
muertos. Las Tesmoforias y las fiestas de Adonis se asemejaban a dad, las Tesmoforias y las fiestas de Adonis habían evolucionado con
ouos riruales de la ciudad en gue tomaban sus temas míticos de la mucha lentitud, con el paso de los siglos, y los antiguos significados
muerte, el enterramiento y el luro, vinculando a los vivos con los habían ido transformándose gradualmente en otros nuevos. En cual-
muertos. En la oración fúnebre, observa Nicole Loraux, Pericles de- quier año, las mujeres practicaban estos rituales con el ánimo de re-
seaba convencer a sus oyentes de que la muene de los soldados caídos presemar lo que había acontecido anteriormente, sin analizar los
había sido «digna)), porgue había ocurrido de acuerdo con las normas cambios gue podían estar imroduciendo de manera sucil en un rito
de la ciudad y en beneficio de la ciudad. Pericles dice gue «los que heredado.
hemos sobrevivido agoraremos narnralmeme nuestra vida a su servi- Durante la epidemia, los atenienses sufrieron el destino de otras
cio {de Atenas],, 2 f;. De la misma forma, las Tesmoforías y las fiestas culturas alrnmente rirnalizadas, el de descubrir que el repertorio de
de Adonis aseguraban a las mujeres que la hija de Demfter y Adonis prácticas mágicas del pasado carecía de capacidad explicativa sufí-

18/19
92 CAR;-,.;[ Y PIEDRA
93

c1enre para dar sencido a bs crisis que se esrnban produciend o en yaban de los poderes poécicos Je --l:1 mtr,;C ª 10
ra " ¡ [
, e e a meconírnia con-
aquellos momenrns . Si la descripción posrerior de Plucuco es couec- sumados en el cuerpo y en el esp:tL·lo urbano. ,
ta, los atenienses se aproximar on mucho ;1 una inrerprecac ión mírlca .-,Nuestra ciudad es una lección para Grecia,-, ' diio ¡acranc··o.
1 samen-
de la epidemia al ver en los grandes proyecros de construcci ón de Pe-
p · ¡ ;1 ,
re enc es . _El legad~ de la Arenas de Pericles en parre consisre en
rieles algo similar a la hybris de Edipo. Esta rnrerprerac ión, sin em- por los dolores ue o es re
. arras , .
las lecc1ones, mas amargc1s
. ' reveladas
·
bargo, no les decía lo que tenían que hacer_ Tucídides subraya esrn c~e_r~~ c1v1co. E[ arre ateniense Ce! cuerpo es una de las fuemes d ¡,
.
1 , ion ene re encenc¡·1m1enrn
e a
insuficienc ia, describien do el manto de tinieblas Jet ritual sobre los d·v•s mtntal : v libertad corpora' h
, que a mar-
. d . . .
accos humanos como un manto de confusión. c~ .·º de man~ra_obscmaJ_a la ciYd1zac1ón occidenral , así como un rn-
Sin embargo, Li culcura ateniense se distinguía por creer que el dic10 de los l1m1res del rttual a L1 hora de unir y curar a una sociedad
pueblo podía crear y comprende r su propia condición. En griego, la en crisis.
palabra poiein significa «hacer». Poieús deriva de esa ralz y significa
el :.icco creativo. \fucho más que Esparta, la culcura de la L\ceuas de
Pericles constirnía un himno al ideal de la poiesis, la ciudad concebi-
da como una obra de arre. El razonamie nto forma parre de ese acto
creativo, tanto sl es cientlfico como político. Algunos escritores anti-
guos denominar on a la política democrátic a auto-poiesis, una auto-
creación política en permanent e mutación.
Algunos intérpretes contempor áneos han considerad o que el estre-
cho paralelism o trazado por Tucfdides entre la oración fúnebre y la
epiJemia de Atenas es una señal de que el hisrnriador no creía en las
hermosas frases del dirigente contempor áneo suyo. Pero esco resulta
una simplificac ión excesiva. Más que simpatizar con el enemigo es-
parc:rno, Tucí<lides procuró encender las fuerzas complejas y a menu-
do inestables que habían creado la culrura de la polis. Los poderes de
b autopoiesis dramatizad os en los frisos del Partenón representa ban
un peligro para la ciudad, pero lo mismo sucedía con los poderes de[
ricual solo que no fuera acompañad o de la experimen tación, la inves-
tigación y la discusión.
Escas fuerzas convergier on en el cuerpo bumaao, la mayor obra de
arce de la ciudad. <(Et cuerpo griego de la Antigüeda d no aparecía
como una morfología grupal de órganos dispuestos a [a manerJ. de un
Jibujo anatómico -escribe Jean-Pierr e Vernanr- ni a la manera de
un reuaco, esrn es, con las parri~ulari dades físicas propias de cada
uno de nosocros, sino más bien como una panoplia». De todas las
ciudades de la Antigüeda d griega, Arenas fue la que exhibió esce
cuerpo heráldico: expuso la desnudez del cuerpo como una creación
civilizada; educó el cuerpo masculino en el gimnasio como si fuera
una obra de arce; convirtió los cuerpos m,1sculinos amándose en sím-
b(){os cívicos; educó y exhibió la voz que hablaba, rransform:: mdo un
lugar dedicaJo 10iciaimen ce al drama de acuerdo con los objetivos
políticos Je ta aucopoiesis . Los complejos rituales de Atenas se apo-
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