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El Mundo De La Edad Contemporánea

Neoclasicismo y Romanticismo
El término Neoclasicismo surgió en el siglo XVIII para denominar de forma peyorativa al
movimiento estético que venía a reflejar en las artes, los principios intelectuales de la
Ilustración que desde mediados del siglo XVIII, se venía produciendo en la filosofía y que
consecuentemente se había transmitido a todos los ámbitos de la cultura.
El hombre transforma, destruye, crea y recrea, lo que desea. El hombre ha deseado
permanecer para la eternidad, sin embargo, está consciente de su mortalidad, es por ello
que desea dejar rastro en la historia, desea plasmar sus pensamientos, ideales y pasiones,
en la materia, para que estas subsistan para la eternidad.
El Romanticismo, nace como una reacción contra el racionalismo y la ilustración en el siglo
XVIII, originado en Alemania, le da importancia al sentimiento moderno, sus inicios se
basan en el estudio del ser humano contrarrestando el pensamiento de la ilustración; se
basó en el pensamiento cartesiano donde todo fue llevado por los sentimientos. Fue una
de las corrientes filosóficas más transcendentales de la historia, dejo de lado la época
clasicista y dio paso a la época moderna, desarrollo diferentes tendencias con el paso del
tiempo, se basó en muchas otras corrientes como el comunismo, el socialismo, y así
mismo en el pensamiento de grandes filósofos como Marx, su concepción se fundamentó
en el hombre romántico y su relación con la naturaleza.
El período del neoclasicismo resultó la transición del antiguo régimen hacia uno nuevo,
basado en la difusión del conocimiento desde la ciencia y la razón. A comienzos del siglo
XIX y ante la caída de Napoleón Bonaparte (1815) el movimiento neoclásico dio lugar al
romanticismo, que perduró hasta el siglo XX y se basó en las emociones, la individualidad
y la libertad.
El neoclasicismo fue un movimiento artístico e intelectual que se originó en Roma en el
siglo XVIII y luego se extendió por toda Europa. El neoclasicismo reflejó la realidad política
y social de una época caracterizada por los enfrentamientos violentos entre clases, como
la Revolución Francesa (1789).
El Romanticismo, verdadera ruptura con el Antiguo Régimen, supuso también una
ruptura con olos convencionalismos neoclásicos y la uniformidad estilística; la
recuperación del color frente al dibujo como expresión de la personalidad del autor,
implicó el compromiso histórico del artista, que abordó temas de guerra o desastres
(Géricault, Delacroix) y composiciones dinámicas y luces vibrantes.
Redescubrimiento de Grecia
En el siglo XVIII se produce en la Europa occidental la confluencia de una serie de factores
sociales y culturales en torno al legado de la Grecia clásica, que contribuirán
decisivamente a materializar el paso del rococó al neoclásico. El inevitable agotamiento de
dicha corriente, hasta la que había derivado el sobrecargamiento barroco, dio lugar, como
reacción, a una búsqueda de la sencillez y la naturalidad, y en este sentido el ejemplo más
adecuado no podía encontrarse sino en la antigüedad clásica: volver la mirada hacia los
orígenes, hacia los cimientos de nuestra cultura, era garantía de estar tomando como
referente lo esencial, la idea, la belleza en estado puro.

Siglos atrás, ya había vuelto Europa los ojos hacia la antigüedad, y entonces fue la Roma
clásica la que sirvió de espejo en el que mirarse (pues, en el fondo, el Renacimiento
buscaba en ella poco más que un mero modelo estético). Pero ahora, la concepción
ilustrada de la Historia concibe ésta como una evolución, un desarrollo en las
civilizaciones, y no como una simple sucesión de acontecimientos. Así pues, si se pretendía
buscar apoyo en los cimientos originarios, en la auténtica esencia del clasicismo, había
que ir más allá de Roma, pues en cierto modo la cultura romana no había sido sino una
adaptación, incluso una desvirtuación, de la griega: había que viajar a Grecia. Y no sólo en
sentido metafórico; también en un sentido físico, geográfico.

En efecto, el recién despertado filohelenismo invita a no pocos arqueólogos a rescatar del


olvido y la destrucción las ruinas griegas, a la sazón en manos del invasor turco. La
Sociedad de Diletantes, una institución británica formada por cultos y refinados
gentelmen aficionados a la arqueología, y en especial al legado clásico, financia
expediciones a Grecia, como la de Nicholas Revett y Richard Chandler, y contribuye a la
publicación de obras como Antigüedades de Atenas y Antigüedades de Jonia, en las que se
recogen reproducciones de monumentos clásicos, con datos sobre su emplazamiento,
detalles de inscripciones, etc. La difusión de estas obras por la Europa del momento
constituye una aportación esencial a aquella corriente de filohelenismo.

Durante el siglo XVIII y principios del XIX, se extiende también la costumbre de realizar lo
que se denominado el “grand tour”: los jóvenes de familias acomodadas inglesas
realizaban un viaje al continente con el fin de culminar sus estudios con un baño de
cultura clásica. Y si Roma representaba el máximo esplendor del clasicismo, Grecia
constituía su esencia, su origen: allí se encontraban los escenarios en los que se habían
desarrollado la Ilíada y la Odisea, y allí, en aquellos lugares y entre aquellas gentes, latía el
mismo espíritu que había animado la creación de tan magníficas epopeyas. Las
impresiones recogidas por estos jóvenes estudiantes, muchos de ellos petimetres pero
algunos otros grandes intelectuales, resultaron sumamente valiosas para la conservación
del legado helénico.
Pero sin duda el personaje que más contribuye a consolidar el ideal clásico es Johann
Joachim Winckelmann (quien, paradójicamente, nunca pisó tierras griegas). Éste
revoluciona el método arqueológico: atrás había quedado la simple búsqueda de objetos
con un fin meramente atesorador o crematístico, que había caracterizado el
procedimiento practicado por los “arqueólogos” medievales; pero ahora él consigue
superar también los métodos de datación y clasificación seguidos por los anticuarios del
XVII. Winckelmann crea un lenguaje para analizar las obras buscando en ellas la expresión
de la belleza que encierran y la emoción que producen. Según su interpretación, en la
Grecia antigua, en el marco de un clima político y cultural que promueve la libertad
individual y el desarrollo del arte, la naturaleza se siente como un todo bello y armonioso,
y los artistas buscan (y, para él, alcanzan) la perfección al imitar la naturaleza. En su obra
La historia del arte en la antigüedad, Winckelmann propone que los artistas del momento
deben imitar, ya no los modelos clásicos, como hicieron los renacentistas, sino la forma de
imitar la naturaleza que practicaron los artistas griegos, buscando en ésta la belleza ideal,
la esencia misma de las cosas.

A principios del siglo XIX, tiene lugar el hecho que mejor refleja la impulsiva corriente de
protección del patrimonio artístico de la Grecia antigua que se había desatado durante el
siglo anterior: la adquisición de los frisos del Partenón por parte del gobierno inglés para
su exhibición en el Museo Británico. En la actualidad, este traslado se considera casi
unánimemente como un expolio, y esta es la razón por la que no se deje de demandar su
devolución. Sin embargo, en aquel momento se entendió como una necesidad de
conservar un patrimonio que se estaba destruyendo: había que proteger para las
generaciones futuras aquella expresión de los orígenes de la cultura europea. Y esa
necesidad se confirmó cuando los turcos, que hasta entonces no había demostrado sino
menosprecio por tan singulares ruinas, no tuvieron reparo en venderlas y permitir que
salieran de Grecia. Los frisos del Partenón, ya instalados en el Museo Británico, se
convirtieron para los estudiantes de Bellas Artes en una auténtica escuela de dibujo, lo
que constituyó un elemento más para la difusión de la corriente neoclasicista por Europa.

Clásico y romántico
Según Argan, la cultura artística moderna gira en torno a la relación dialéctica entre los
conceptos clásico y romántico. Hace referencia a dos grandes fases de la historia del arte:
lo "clasico", al arte del mundo antiguo, grecorromano, y a lo que se considera su
renacimiento en el humanismo de los siglos XV y XVI; lo "romántico" al arte cristiano de la
época medieval, más exactamente el romántico y el gótico, o sea las culturas románticas.
Ideal Romanticismo
Con respecto a las ideas liberales vemos como cobran fuerza a lo largo del siglo XIX, las
revoluciones de 1820 es un intento de no perder los principios liberales que se
establecieron en muchos países tras las invasiones napoleónicas. La revolución de 1830
culmina con el establecimiento de Luis Felipe de Orleans, “el rey burgués”.
Neoclasicismo
Al ideal barroco de la técnica «virtuosa» le sucede el ideal neoclásico, de la técnica
rigurosa. Es la época del Academicismo, es decir la necesidad de ajustarse a unas normas
establecidas por las Academias. A la vez que refleja el rechazo del decorativismo rococó,
considerado una manifestación del gusto decadente de la nobleza.
Pintoresco y sublime
Difícilmente podría citarse una definición universalmente válida para lo pintoresco. De su
sentido original, que hacia referencia a la similitud con la pintura, fue transformándose,
para evocar lo que entretiene la vista, que estimula los sentidos del espectador. Por
pintoresco se pasó generalmente a entender lo que presenta variedad, diversidad e
irregularidad; si inicialmente Gilpin atribuyó a esta categoría una acepción clasista, hacia
1800 ya era más frecuente que con ella se aludiera a motivos tosco, rústicos, sin
sofisticación.

Lo sublime es una categoría estética, derivada principalmente de la obra sobre lo


sublime, del desconocido escritor griego Longino, y que consiste fundamentalmente en
una belleza extrema, capaz de arrebatar al espectador de un éxtasis más allá de su
racionalidad, o incluso de provocar dolor por ser imposible de asimilar.
El paisajismo
El paisaje neoclásico se da cuando éste pone sus miras en una vuelta a la Antigüedad, es
decir, pretende reproducir el mundo incorrupto bucólico y melancólico de la naturaleza;
en el paisaje romántico, como ya hemos dicho, todo viene dado por el sentimiento y las
impresiones que la Naturaleza produce en el pintor.

La pluralidad de estilos
Neoclasicismo: La diversidad de estilos que había a finales del siglo XVIII hizo que el arte
neoclásico sea dividido con adjetivos: Lo Bello, Lo Sublime y lo Pintoresco. Lo Bello: Se
busca la belleza o la perfección. Se vuelve a las formas del arte griego ya que son las más
racionales y las que mejor han representado la belleza.
Romanticismo: Ni las artes ni la literatura del romanticismo pueden considerarse como
un estilo unificado de ninguna manera. De hecho, el romanticismo tampoco puede
considerarse como un período sino como un movimiento que colindaba con otros
(neoclasicismo, realismo, simbolismo, prerrafaelismo).
La academia y el salón
Desde el siglo XVII, con la aparición de las academias, se fueron estableciendo
los cánones del clasicismo pictórico, pero no fue hasta la segunda mitad del siglo XVIII, con
la Ilustración, que llegan a establecerse como convenciones impuestas a la práctica del
oficio en la totalidad del ámbito cultural europeo occidental. Simultáneamente aparecen
la crítica y la historiografía del arte como actividades definitorias del gusto
artístico dominante, cuyo seguimiento se fomenta entre los pintores a través de la
enseñanza, de los encargos institucionales y privados, y de la convocatoria de
exhibiciones, certámenes o salones artísticos como el Salon de peinture et de
sculptureo Salon de Paris ("Salón de pintura y de escultura" o "Salón de París", desde
1725).

La Europa del siglo XIX


Introducción
Del siglo XIX puede decirse que es el siglo de la Revolución Industrial, pero ésta debe
entenderse, simultáneamente, como causa y como efecto de otros muchos cambios,
hasta el punto de que casi nada de lo que inicialmente la impulsó y de lo que fue
impulsado por ella puede reconocerse al final de la centuria. Así pues, el siglo XIX está
mejor definido como un periodo de constantes cambios, que fue poco a poco perfilando
lo que habría de ser el siglo XX.
La historia europea del siglo XIX difiere mucho de unos países a otros, pero en casi todos
ellos se pueden establecer unas líneas de cambio que se manifestaron con mayor o menor
intensidad y que fueron las que habían de perfilar la futura historia de la Europa del siglo
XX y, en gran medida, del mundo actual.
Esas líneas de cambio pueden rastrearse a dos niveles diferentes. Por un lado está el
desarrollo de los acontecimientos políticos, cuyos cambios se pueden situar en unos
periodos concretos y, por otro, ciertas transformaciones de base, cuyo proceso de cambio
se aceleró de tal modo que bien pueden considerarse como factores de cambio continuo.
Unos y otros están íntimamente relacionados y no pueden ser explicados aisladamente,
pero, en cierto modo, una de las características definitorias del siglo XIX es, precisamente,
la aparición de factores históricos en constante evolución. Por otro lado, la mayor parte de
esas líneas de cambio se generaron a partir de fuerzas opuestas, de cuyo enfrentamiento
surgió la evolución histórica.
Europa y las Naciones, 1815-1914
En el transcurso del siglo XIX, las aspiraciones nacionales que se proclaman en Europa
modifican paulatinamente el mapa político del continente.
Estas transformaciones señalan igualmente el fracaso de un cierto «orden europeo» que
lleva al estallido de la Primera Guerra mundial
Los nuevos materiales
Representa las corrientes renovadoras que se plantean la resolución de las nuevas
necesidades surgidas en la sociedad industrial (expansión del ferrocarril, crecimiento
urbano,…) utilizando nuevos materiales que llevaran a las formas arquitectónicas
modernas. Las obras de este estilo eran preferentemente realizadas por ingenieros o
personas de otras profesiones (Paxton era horticultor), porque los arquitectos no lo
consideraban arquitectura ya que, según ellos, carecía de valores estéticos.
Los nuevos materiales utilizados son:

 El metal. La 1ª revolución industrial trajo el hierro fundido o colado,


con gran cantidad de carbono, por lo que pesaba poco y, desde
1845, se impone el acero.
 El hormigón armado es un material de la 2ª revolución industrial
(mezcla de cal y arcilla previamente calcinadas en un horno y
machacadas). Se denomina “armado” porque la mezcla se refuerza
con varillas de hierro en su interior.
 El vidrio, cuya fabricación había progresado mucho en el S. XVIII.
 Las nuevas formas constructivas son de gran ligereza y se oponen
radicalmente a las tradicionales sólidas y macizas.
 El edificio descansa sobre un armazón interno formado por vigas,
arcos y soportes metálicos o de hormigón.
 Los muros pierden su función sustentante con lo que se posibilita la
apertura de grandes ventanales que se cubren de vidrio.
 Los puntos de apoyo se pueden espaciar.
 Los espacios se caracterizan por la amplitud, que irá en aumento, la
gran luminosidad y libertad compositiva.
 Los edificios se pueden desarrollar en altura, superponiendo varios
pisos, y aprovechando al máximo el espacio edificable.
 La construcción es más barata y rápida ya que muchos de los
elementos utilizados son prefabricados y, en ocasiones, modelos
estándar producidos en grandes cantidades. En la obra sólo habría
que montarlos.
 Los elementos de construcción son reutilizables, en caso de que se
decida desmontar la obra.
 Carácter funcional o racionalista ya que la forma se subordina a la
función.
 La decoración es escasa o inexistente porque se resalta a
simplicidad de las formas. Sin embargo, en algunos edificios los
muros y sobretodo las fachadas, pueden estar revestidos con
materiales tradicionales (piedra o ladrillo) y con una decoración de
tipo historicista que oculta la audacia técnica del edificio. El
revestimiento sería la “huella” de los arquitectos frente a la
estructura que es la obra de los ingenieros.
 Los edificios son de nuevo tipo, relacionados con la revolución
industrial o las nuevas necesidades urbanas. La nueva arquitectura
fue impulsada sobre todo por la expansión del ferrocarril que
exigía audaces puentes y estaciones, y también se usó en fábricas,
muelles, invernaderos, bibliotecas y las Exposiciones Universales
que surgieron ahora para dar a conocer los nuevos avances técnicos
y exigían arquitecturas efímeras que se pudieran desmontar.

Génesis y formación del nuevo lenguaje espacial y formal


En primer lugar, se exponen tres innovaciones estructurales, que
tienen especial relevancia en la génesis de la sociedad mundial:
1. Diferenciación funcional
2. Organizaciones (especialmente empresas
multinacionales y organismos no gubernamentales)
3. Tecnologías comunicativas. Esta es una lista abierta de
innovaciones estructurales que se mantiene abierta a la inclusión
de otras innovaciones (redes, mercados, comunidades
epistemológicas, etc.). En segundo lugar, nuestro argumento sobre
las innovaciones estructurales es respaldado por tres mecanismos
o mecanismos procesuales a los cuales se debe la dinámica de
la sociedad mundial:
1. Difusión global de pautas institucionales
2. Interdependencia global
3. Descentralización de los sistemas funcionales. Gracias al
desarrollo de esta perspectiva explicativa resulta claro que no
parecen haber argumentos convincentes para observar a la
sociedad mundial como un sistema caracterizado por patrones
estructurales y culturales homogéneos.
La arquitectura moderna
A finales del siglo XIX, hacia 1890, surgieron en Europa nuevas corrientes arquitectónicas
que buscaban diseñar un estilo constructivo propio del nuevo siglo en una etapa en que la
arquitectura parecía definirse solo por neos. Se estaba materializando una reacción contra
los gastados valores tradicionales, también en lo estético.
Estos movimientos surgen en distintos países como respuestas diferentes a una misma
búsqueda de la modernidad, como ensayos que en conjunto contribuyeron al cambio y a
la consolidación de una nueva tradición.
En lo estrictamente arquitectónico, el Modernismo preparó el terreno para
construcciones que conciliaran materiales modernos y función constructiva. Supuso la
combinación de todas las artes y la configuración de la obra de arte total: se ocupa de
continente, contenido, mobiliario, decoración y detalles de la construcción. La Bauhaus se
guiaría por convencimientos similares.
La fase más creativa de la arquitectura modernista se desarrolló entre 1893 y 1905
(tenemos que recordar que los inicios de la corriente son anteriores, y que dio sus
primeros pasos en las artes gráficas y decorativas. Según Pevsner, su primera
manifestación fue la cubierta de un libro editado en Inglaterra en 1880 y dedicado a las
iglesias de Wren).
El arte como idea
En primer lugar hemos de observar que los movimientos o corrientes artísticas se
suceden con una gran rapidez, esa aceleración será mayor a finales de siglo y vertiginosa
en el XX. Debido a esa aceleración (contrasta con la larga duración de los estilos
anteriores que duraban siglos: Románico, Gótico, Renacimiento...) los movimientos son
breves, y, a veces, se superponen, coinciden en el tiempo. Más que nunca es el arte
también reflejo de la sociedad, una sociedad acelerada, de cambios radicales:
Revolución Industrial, crecimiento demográfico, revoluciones liberales. Desde el punto de
vista político asistimos en la primera mitad de siglo a una serie de revoluciones que
acabarán asentando regímenes liberales o burgueses en casi toda Europa: revolución de
1820, de 1830 y 1848. La burguesía, que ya tenía el poder económico (eran los
empresarios o dueños de las fábricas que surgen con la revolución industrial) consigue,
además el poder político. En la segunda mitad de siglo asistimos a nuevos fenómenos, la
clase obrera que era explotada por los burgueses toma conciencia de clase y se lanza a
la lucha para, o bien destruir el poder (anarquismo), o bien para conquistarlo
(marxismo).
El arte como vivencia
En Vida y poesía presentó la poesía como expresión de la vida, como ‘vivencia’ (Erlebnis)
que refleja la realidad externa de la vida. La creación artística tiene pues como función
intensificar nuestra visión del mundo exterior, presentándolo como un conjunto
coherente y pleno de sentido.
El proletario
Se denomina proletario a toda persona trabajadora que forma parte de un conjunto
llamado proletariado. Es decir, individuos que reciben por parte de un empleador una
determinada renta o salario en compensación por su trabajo. El concepto de proletario ha
ido desarrollándose de la mano de los avances en el estudio socioeconómico en los
últimos siglos, aunque tuvo su inicio en el significado actualmente establecido gracias a la
teoría marxista y en el manifiesto comunista en el siglo XIX.

El burgués
La burguesía fue el grupo social que más beneficios obtuvo de los cambios producidos por
la revolución industrial. Los burgueses no solo se enriquecieron, sino que su poder e
influencia sobre el resto de la sociedad se volvió muy fuerte. Mientras más dinero poseía,
más riqueza podían invertir en el desarrollo de nuevas fábricas. Como eran los dueños de
las máquinas con las que se fabricaban los productos, el aumento del comercio hacía que
su riqueza estuviera siempre en aumento.
El héroe histórico
El héroe romántico es una categoría histórica que nos permite estudiar el contexto de
las revoluciones europeas de la primera mitad del siglo XIX desde una perspectiva
transnacional. El héroe romántico combatió en toda Europa contra el orden político del
absolutismo bajo la bandera de la libertad y/o de la nación. En el caso español, esta
categoría heroica, personificada en el mártir de la libertad, se convirtió en un mito del
proceso de construcción del estado liberal y de la nación moderna, un mito revolucionario
con múltiples lecturas e interpretaciones.
El triunfo del paisaje
Ricardo Anckermann es una de las personalidades artísticas más relevantes de la segunda
mitad del siglo XIX mallorquín; no sólo por su actividad como pintor, sino también por su
labor como director de la Academia Provincial de Bellas Artes de Palma y como impulsor
del mercado artístico, al ser el creador del Fomento de la Pintura y Escultural. Como pintor
iba a ejercer un importante papel en la renovación de los lenguajes plásticos de entonces.
Sus viajes al exterior (París y Londres), hacia 1869.1871, le ponen en contacto con el arte
internacional, trayendo, a su regreso a Mallorca, nuevas experiencias que supondrían
serios cambios en el panorama pictórico, inaugurando nuevas tendencias estilisticas e
iconográficas. La introducción del cuadro de género y exótico y la revitalización del paisaje
iban a ser algunas de sus experiencias más notables, pero sobre todo interesaba su
preocupación por la forma, especialmente la luz y el color, elementos que iban a
convertirse en punto importante de investigación de casi todos los pintores locales.
Hemos de tener en cuenta que hacia la mitad de siglo la pintura mallorquina estaba
marcada por la influencia de la Academia Provincial de Palma, la cual seguía con el
academicismo clasicista que había marcado la primera mitad de siglo2. Ello había
engendrado un tipo de pintura que evolucionaba lentamente, casi fosilizada, al igual que
la propia Academia. La obra de Anckermann presenta una gran complejidad, tanto
estilística como iconográfica, ya que cultiva diversas tendencias y géneros pictóricos
simultáneamente a lo largo de su vida: pintura de historia, decoración mitoalegórica,
pintura anecdótica, retrato, paisaje, etc. Es de alguna manera el máximo exponente del
eclecticismo mallorquín de la segunda mitad, aunque también se integra dentro del
realismo, pero reducido éste al género de paisaje. A partir de aquí es imposible dar una
visión analítica global de toda su actividad en un artículo, por lo que hemos optado por
abordar una de sus directrices más sobresalientes y a la vez menos conocidas de su
producción pictórica: su acercamiento al paisaje.
La crisis de 1900
En el 1900 la gran vastedad del mundo se reducía al continente europeo. Esta
Europa que ejercía un poder tan influyente y que poseía tan gran confianza en sí misma,
se había constituido en un lapso no superior a un centenar de años, recuerda Martin
Gilbert. El inicio del siglo xx encuentra un mundo dominado por Europa pero a la vez en su
punto de quiebre hacia el debilitamiento de su gravitación en los asuntos internacionales
y el surgimiento de nuevos actores no europeos.
Luego de la Primera Guerra Mundial, se evidencia un debilitamiento del poder europeo y
el orden internacional configurado con los Tratados de Paz y garantizado por la Sociedad
de Naciones no aportaba la estabilidad necesaria a la Europa de pos guerra. Las potencias
derrotadas en especial Alemania manifestaban una clara voluntad revisionista»15. Si bien
se vive un corto periodo de distensión en Europa, basada en un esquema de seguridad
colectiva, esta paz era precaria y seguía dependiendo de la actitud de las grandes
potencias y de la coyuntura económica. El periodo entre guerras duró veinte años sin
estar exento de tensiones y crisis, las que dan lugar a la Segunda Guerra Mundial cuyo
origen es fundamentalmente europeo, aunque se convierte en mundial cuando EE.UU. y
Japón entran al conflicto.
A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la guerra fría, las
grandes potencias europeas dominantes perdieron poder relativo y surgieron en el
panorama mundial las llamadas superpotencias: la URSS y los Estados Unidos en una era
marcada por la disuasión nuclear. Europa occidental aparece en este contexto como
integrante del bloque liderado por EE.UU. y Europa Oriental como zona de influencia de la
URSS. Como señalan Pearson y Rochester, «en la práctica, estos países dependían de los
Estados Unidos y de la Unión Soviética en materia militar y económica. La dependencia en
estos dos campos será señal ineludible de un debilitamiento de las grandes potencias
europeas.

GONZALO DIAZ 7MO M.M.O.

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