Mito Del Pensamiento Positivo

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Por qué el pensamiento positivo

quizá no resulte positivo para ti


EMOCIONES Y FELICIDAD
Diversos expertos advierten de los peligros de obligarse a estar siempre bien y
de la importancia de permitirse tener sentimientos negativos

El auge de la psicología positiva ha llegado a un punto que ser optimista y feliz se ha convertido
casi en obligación
Valeriy_G / Getty Images/iStockphoto

ROCÍO CARMONA
24/10/2019 06:00Actualizado a 29/11/2019 11:49

Todo el mundo quiere ser feliz. ¿Y qué hay de malo en ello?, podría preguntarse
algún lector. En principio nada. Aunque algunos expertos –como el profesor de
Psicología de la universidad danesa de Aalborg, Svend Brinkmann–, empiezan a
advertir de que la felicidad podría no ser necesariamente la respuesta
apropiada a muchas situaciones de la vida.

Brinkman, que ha dedicado un libro al lado oscuro de la positividad –Stand Firm:


Resisting the Self Improvement Craze (Mantenerse firme: resistir la locura de la
superación personal)–, afirma en su obra que, cuando algo malo sucede,
deberíamos permitirnos tener pensamientos y sentimientos negativos al
respecto. El autor ha llegado a afirmar que, aunque le parece natural que haya
gente de naturaleza optimista y relajada, hemos llegado a un punto en el que
la felicidad se ha convertido casi en un requisito.

Centrarse en lo positivo e ignorar las dificultades es hoy casi una imposición en muchos ámbitos y
relaciones sociales
Marta Ortiz / Getty Images/iStockphoto
El profesor sueco pone como ejemplo el entorno laboral, en el que, afirma, las
evaluaciones a los empleados a menudo insisten en que estos se centren en lo
positivo e ignoren sus dificultades genuinas, lo que para Brinkman se acerca
demasiado a un intento de control del pensamiento.

Carla Barcelona, psicóloga sanitaria especializada en trabajo emocional,


advierte de los peligros de la positividad como una imposición o una
autoimposición: “Ese tipo de mensajes te hacen pensar que siempre tienes que
estar bien, o que siempre es posible estarlo. Entonces, por un lado va a incidir en
tu creencia respecto a que aquellas emociones que
resultan desagradables deben ser (aún más) rechazadas; y por otro lado, en el
momento en el que no logres estar bien, podrás llegar a la conclusión de que
hay algo mal en ti, porque te venden que en teoría sí puedes estar bien, que tú
puedes con todo”.

La positividad como imposición


“Incide en la creencia de que las emociones

desagradables deben ser rechazadas y que si no

logras estar bien, hay algo mal en ti”


Carla Barcelona
Psicóloga

Barcelona señala también que el hecho de etiquetar las emociones como


positivas o negativas ya conlleva un rechazo implícito hacia un rango completo
de ellas. Precisamente hacia aquellas que se juzgan como negativas. “Sucede ya
simplemente por el nombre que les ponemos. Tú no quieres algo negativo en tu
vida, por lo que se deduce que esas emociones no deberían estar ahí. Lo cierto
es que todas las emociones tienen una función y son necesarias para adaptarnos
y relacionarnos con nosotros y con nuestro entorno. Fomentar los pensamientos
positivos no hace más que aumentar esta discrepancia, y que tengamos un anhelo
(incluso podemos idealizar) esas emociones que consideramos positivas”,
explica.

La psicología positiva tiene sus raíces en la psicología humanista desarrollada


por Abraham Maslow y Carl Rogers en la década de 1950, aunque no fue hasta
finales de los años noventa cuando Martin E.P Seligman empezó a hablar de
ella y popularizó un movimiento que ha encontrado eco en numerosos libros de
autoayuda. Algunos podrían llevar implícito un mensaje que, a decir de ciertos
expertos, puede resultar de hecho nocivo para nuestra salud mental.
Mensajes como “piensa en positivo”, “ser feliz es una decisión” puede producir sentimiento de
culpa en quien no se siente bien
nemke / Getty Images/iStockphoto
En los últimos años, distintas investigaciones han analizado cómo funcionan las
emociones y cómo estas influyen en la vida cotidiana, la autoestima y el
bienestar. Dichos estudios han demostrado que, aunque la psicología positiva
puede ayudar a algunas personas, podría ser dañina para otras, pues puede
fomentar sentimientos de fracaso, tristeza o incluso depresión. El peligro de
bombardear indiscriminadamente con mensajes como “piensa en positivo”, “ser
feliz es una decisión” o “todo sucede por una razón” es que puede producir
un sentimiento de culpabilidad en quien tiene dificultades para estar bien.

¿Es peligroso, pues, el exceso de positivismo? Carla Barcelona aconseja que


“vayamos a lo simple, no a lo positivo. Da igual que yo esté pensando que no
debería sentirme de esta manera, porque lo que realmente está sucediendo es que
me siento así. Si entendemos que eso es la realidad, puedo entonces tomar una
decisión más clara respecto a qué hacer con lo que siento:
cuidarme, apoyarme en personas que quiero o simplemente dejarme ser, por
ejemplo”.

¿Pensar positivo soluciona todo?


El bombardeo de mensajes positivos puede

fomentar sentimientos de fracaso, tristeza o

depresión si no logras “estar feliz”


Y es que los mensajes positivos respecto al bienestar pueden convertirse en un
arma de doble filo, advierte esta especialista: “Puedo llegar a sentir que siempre
“tengo que” lidiar con mis emociones, saber qué hacer con ellas y conocer su
función. Y no. A veces simplemente hay que dejarse en paz y dejar de exigirse
estar bien o lidiar bien con el malestar. Hay momentos en nos enfadamos, otros
incluso estallamos, y la causa es que somos humanos, no robots”.

Marc Bracket, fundador y director del Centro de Inteligencia Emocional de la


Universidad de Yale, denuncia en su libro Permission to Feel (Permiso para
sentir), cómo día a día sufrimos una sutil pero constante invasión de mensajes
como “tienes que pasar página”, “deja de pensar tanto en ti mismo”, “no seas tan
sensible” o “tienes que superarlo”. Bracket, que lleva veinticinco años dedicado
al estudio de las emociones, afirma que “lo irónico del caso es que
cuando ignoramos nuestros sentimientos o los reprimimos, lo único que
conseguimos es que se vuelvan más fuertes”.
A veces, cuando reprimimos o disimulamos nuestros sentimientos, lo que conseguimos es que se
vuelvan más fuertes
mokee81 / Getty Images/iStockphoto
“Una visión más útil para la sociedad es saber que estar mal está bien”, aclara
Carla Barcelona. “Es importante conocernos en el ámbito emocional y saber
que puede que no vivamos las mismas emociones igual que otras personas; al fin
y al cabo, mis reacciones a mis emociones pueden tener más que ver con la
historia y experiencias que yo tenga con esa emoción que con la emoción en sí
misma. En este sentido, una postura sana posible podría ser saber que vamos a
tener una tendencia a juzgar y catalogar nuestras emociones, pero que hacerlo no
nos impide vivir con ellas, observarlas o relacionarnos con ellas de otra manera
más útil para nosotros”, concluye.

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