Historia de Un Amor Imposible

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Había una vez un amor que nació en los rincones más oscuros de la imaginación.

Era un
amor intenso, ardiente como el sol, pero también frágil como una burbuja de jabón. Sus
protagonistas eran dos almas errantes, destinadas a encontrarse pero nunca a tocarse.

**Elena**, una pintora apasionada, vivía en un pequeño apartamento con vistas a la


ciudad. Sus lienzos estaban llenos de colores vibrantes y emociones desbordantes. Pero
en su corazón, había un hueco que ninguna pincelada podía llenar.

Por otro lado, **Gabriel**, un músico callejero, tocaba su guitarra en las plazas y
callejones. Sus melodías eran como susurros al viento, llevando consigo la tristeza y la
esperanza. Pero su alma estaba atrapada en una jaula invisible, incapaz de volar libre.

Un día, el destino los cruzó en una galería de arte. Elena quedó hipnotizada por una de
las canciones de Gabriel, y él se enamoró de un retrato suyo que parecía capturar su
esencia más profunda. Se encontraron en medio de un mar de colores y notas musicales,
y sus miradas se entrelazaron como hilos invisibles.

Pero había un obstáculo insalvable: **Elena era ciega**. Sus ojos veían el mundo a
través de los trazos de su pincel, pero nunca habían contemplado la belleza de un rostro
humano. Y Gabriel, con su guitarra y su voz, era solo un eco en su oscuridad.

A pesar de todo, su amor creció. Se escribían cartas apasionadas, llenas de metáforas y


promesas. Se encontraban en los sueños, donde sus manos se rozaban y sus labios se
buscaban. Pero al despertar, la realidad los separaba como un abismo infranqueable.

Los amigos y familiares de Elena no entendían su obsesión por un músico callejero


invisible. Le decían que debía buscar a alguien “real”, alguien con quien pudiera
compartir su vida. Pero ella sabía que Gabriel era más real que cualquier otra persona.
Era su musa, su razón de existir.

Gabriel, por su parte, luchaba contra sus propios demonios. No podía tocar su guitarra
sin pensar en Elena. Cada nota era un suspiro, cada acorde un latido de su corazón. Pero
sabía que no podía darle a ella lo que necesitaba: la visión del mundo.
Así pasaron los días, los meses, los años. Elena siguió pintando sus cuadros llenos de
colores que nunca vería. Gabriel continuó tocando su guitarra en las calles, esperando
que sus melodías llegaran a oídos ciegos.

Y aunque nunca pudieron tocarse, su amor se convirtió en una leyenda. Los artistas y
los poetas hablaban de ellos como el ejemplo máximo de un amor imposible. Sus almas
se fundieron en el lienzo y en la música, creando algo eterno y trascendental.

Dicen que, al final de sus vidas, Elena y Gabriel se encontraron en un sueño. Se


abrazaron con fuerza, sintiendo la textura de la piel y el calor del otro. Y en ese instante,
sus almas se liberaron y se elevaron juntas hacia el cielo, donde por fin pudieron ver los
colores y escuchar las melodías que habían amado tanto.

Así termina la historia de un amor intenso pero imposible, un amor que nunca pudo
existir en el mundo tangible pero que dejó una huella imborrable en el corazón de

quienes la contaron. 🌟❤️

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