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A.nw§,
LA ANECDOTA DEL LUCHADOR
QUE NO SE DA POR VENCIDO
"ttlr. Ricks, si no fuera porque es Ud. un hombre de lv1r.Aiden P Ricks, nrejor conocido como "Cappy
ed¿d avanzada y porque le debo favores, no sé qué Ricks", fue el fundador y ei espíritu dirigente de ililá
le haria por esta broma tan pesada que se ha permitido inrportante empresa nradei"era y de En teoría,
jugarme". ya se había ¡-etirado de la dirección 'raporés.
activa del negocio,
Co-n los ojos húmedos de lágrimas, como quien ha pero en rear dad continuaba siendo su principal guía
sufricio un terrible ciesengaño y siente el corazón herido, y consejero. rehusando -como él mismo se expr"ésó-
continuó: a abancionar su actividad mental no obstante lraber
suspendido su actividad física.
"tr/r. Ricks, yo estoy acostumbrado a obedecer órdenes
sin ambages.r por necias que parezcan... a cumplir Los alrirclantes )1 administradores aetivos de "Cappy,,
con los cor¡etidos que se me confíen, con puntualidad eran: It,lr Skinner encargade de! negccio Ce maCáias,
es.posible, y si no, tan pronto como sea posible.
liDesde y illatt peasleir, quien dir!gía e! de vapcres. Ambos
muy joven me imbuyeron lealtad pára mis eran hon¡r.\res cernpetentes en quienes Cappy tenía
superiores, pero ahora realrñente me duel'e que mi prena confranla, al¡nqlje a veces le entraban dudas
estimado jefe actual haya querido hacer de'mí un cle s,; blen cúeric, especialmente en lo que se refiere
payaso burlarse.de un fiel servidor. Desde hoy en a juzgar la capacidad de otros.
adelante puede Ud. mandar a Skinner o a quien ée le
dé. la. gana a vender su abeto apestoso que tanto El problema qrre ástos tres personajes confrontaban,
trabajo me ha costado darle salidá". según p-rincipia la historia, era la sitr-iación que existía
en su oficina en Shanghai. El empleado qire habían
Cappy Ricks pasó.cariñosamente Ia mano por Ia enviaCo a hacerse cargo de ella estaba dando mal
cabeza de Peck y dijo: resultarJo, a.Lrnque esto rio sorprendía a Cappy, porqüe
"[Ii querido Peck, bien sé que en su.opil'rión carecía de ciertas cualidades'que él
lo que hice fue cruel, considei'aba esenciales.
extremadamente cruel, pero tengo que confiarte un
puesto de tal iniportancia, que nécesitaba ponerte a ot.:.-.- -
pjueba para cerciorarme de que podrías deseinpeñarlo.
Ui: ,i1¡1':¡,,,irt;i'rr_1s L!n CAnd¡ciatO ¡:ara el pr,resto?,
ptegL;nto Cappli.
Por esto te confié la tarea in᧠ardua que dóy a los
que necesito para los cargos que requieren hombres -Siento decir'le que no, tt4r. Ricks;todos los empieados
que nunca se dan por vencido. Ahora te hago saber, que tengc l,.a4o nris órdenes son jóvenes... demasiados
!,io. qlq _en vgz de haberme traido un jarrórique vató jóverres para asumir esá responsabilidad.
$2,000.00, saldrás de este tren con un'puesto'de diez
mil dólares al año como gerente de nubstra empresa pQue quieres decir con "demasiado jóvenes?", replicó
en Shanghai". cappy.
30 3
ML JANAON AZUI, La sorpresa de Peck no fue menor que la que había
recibido antes, ai r:ír' e,'stils palabras, y Mr'. Ricks
LA ANEC:DOTA DEI- T,UCL}ÁDO}I continuó:
QUE NO SE DA POT. VENCIL}O
"De quince h*mbres a quienes lre dadcl com prueba
CAP!TUL.C I la entrega iel iarrón azui, tú err;s e! segundr que ha
salido vencedor".
llace casi veinte años, aparecio ;ri i,t,ro (en irrglés) '.Gracias, fvl¡" R.icks, y perdcne io qutr aije. i-iará de
c.on urr titLllo que signrficaba ¿rpl"oxirradarrrente el quer rni parte tot1c, lo posihle para dc;sempeñai mi r;r¡¡ircrtido
se ve arriba, y el cual enseña una grarn lección. Cientos; en Shanghai a su entera satisf¿:cción.
cle miles y quizá nrillones de hombre¡:; han admirado
la anécdota y procurado seguir el eleni6rlo del l¡croe b se. peic' dirre., ¿i'ro i.e visfe a ¡-runto de
-Eso bien
de ella" cuyo lerna era "L.o harel", abandonar la r:i-npresa al tropezar c(.ir; tü:-rtas
dificultades casi imposibles de salvar?.
[]esg raciadantente esta h istorieta n u nc¿'¡ fue trad uc;ida
a otros icliomas,. aunque bernefici¿rria a cuantos. ia -Si, señor, me entrarcrr delseos de suicidarme antes
.
leyeran. Por creerlo asi. poi"sii i¡r ^,iücuentü de haber llarvracio por teléfono a cuantos "Brolvrls" v
ejernplc; de io que r.:onstitu-,¡r: la fi¡:ne:¡r ik: voluil'r.:rd "Brownes" l-iay en San Franc;isco, pero yc rrr:
que conduCe al óxito: darcnl+S ¿:.;¡¡l ¡¡:r., pe inrisc dcl acostumbi's ampezar una tarea y dejarla a medias.
ailtor. un iesrimerr iJe ella. 1...,4i"r;v lcji's ;,J¡.. l¿1¡;;,;¡l¡: i:ri 1:l +speciairneirle desde que. estarrdo enferrn* L¡¡ia vez
expresivc y vigoroso lr:ngriajl: del not¡¡i:i¡: y adnriri,:cio en el hospitai, y l-rai:iendu casi perdido la esperanz-a
escritor -Fedro B. K¡r¡s- dtr {;:ma ,ll.lr-rci:;i i¡ Cucl¿lnrcs tle restablecenrre, i.jri amigo iue a verme y nrr:l dijo:
qile ul^i simple compendio. l:tti;nCr' n'l{i:l-i.ri ,.tna "'v\lilliam, tú nr; estás tan grave como crees...vas a vivi¡'
tradt.tcciói:, pueda transrnilir ii; e|:'' aci¡: rrir-rs,ofÍ n .i,-'r' muchos años tocjavía". Yo le contesté gL¡e no lo crei¡¡.
contiene, ei humorismo y ei nrofr-rrdo :,RntiCo cor\,rrlin Entonces mirándorne cor¡ semblante serio, agregó:
que han lrecho de ia pequeña hislnrieta :ina vercladc.'ra "Willian¡ Peck rro es de los que se dan poi i¡encidos
r:bra ciásica. y va a recupeiarse... para principiar, sonríe".
§in ernbargo, desearnos dar una sintesis de ia rnor.aleja Desde entorices mi ienra para todo Io r¡ue enrpre ncio
qur* esta admirable anécdota enciera v que ha sido es: ¡LO HAREI.
urra inspiración para tantos que asrJi,'ar:rJc¡ a! éxita,
habían cieírJo insuperables los otrsl;iculos con que
tro¡:ezar.in.
2 st
-Bueno, el único a quien yo consideraria competente -¡Ah!, es un señor de baja estatura, de avanzada edad,
para ocupar el cargo sería Andrews y él apenas tiene ¿verdad? Antes de partif de San Francisco me preguntÓ
unos treinta años. §i no habia visto a un individuo con un paquete bajo
el brazo.
-Treinta años, ¿eh?; pues si no mal recuerdo yo te
enrpecé a pagar un sueldo de diez mil dólares al año
Sí, ese indi.,iduo soy yo aquí traigo el paquete que
y a confiade ia responsabilidad de dos millones cuando no pude entregarle a tiempo... hágame el favor de
llevarme a su sección.
apenas tenías veintiocho.
Hubo que tocar eltimbre varias veces para despertar
-Es cierto, pero Andrews ... bueno, no hemos puesto
a Cappy Ricks, quién alfin abrió la puerta, en su bata
a prueba todavía su competencia. de noche.
-¡Skinnerl -interrumpió Cappy en voz resonante- no "Soy William Peck, [tlr. Ricks, perdone que venga a
alcanzo a comprender todavía por que no te he impórtunarlo a esta hora, pero es que tropecé con
mandado al diablo. ¿Dices que todavía no hemos tantas dificultades para poder conseguir eljarrón azul
puesto a prueba la competencia de Andrews? ¿Por que Ud. tanto quería, que no pude llegar a tiempo a
qué tenemos aquí gente que no sabemos.lo que puede la estación. La dirección de la tiencia no era la que
hacer ... ¡contéstamel El mundo de hoy es elmundo Ud. me dio; tuve que buscarla por todo San Francisco
de la juventud, y métete esto en la cal¡eza. y llamar por teléfono a todos los "Browns" y "Brownes"
(Dirigiéndose hacia el otro administrador continuó:) que hay'alli en los suburbios, y aciemás, fúe imposible
-fulatt ¿que te parece A'ndrews p.ara el puesto de conseguir en domingo por la noche los dos mil dólares
que costaba eljarrón, pero aqui lo tiene usted, porque
Shanghai?!
te prometí entregárselo y lo que yo prometo lo cumplo".
-Lo creo capaz.
Cappy Ricks miraba a Peck con ojos azorados, como
-¿Por qué? si lo ireyera loco. Luego se echó a reír, lo hizo tomar
asiento, y empezó a referirle que todas las dificultades
-Porque lleva bastante tiempo con nosotros para haber con qúe tropezó habían siCo fraguadas
adquirido la experiencia necesaria. intencionalmente, desde la dirección equivocada del
bazar hasta el precio deljarrón, pues en realidad sÓlo
-¿Crees, lVfatt, que también tenga elvalor necesario valia $10.00.
para asumir la responsabilidad? Eso es mas importante
todavía que la tal experiencia que Skinner y tú Al oír esto, Peck casi se desmayó, pero rehaciéndose,
consideran como Io más esencial. prorrumpió en tono grave y airado:
4 29
-\
"¿Cuánto cree Ud. que valga ese anillo?" -De eso nada puedo decirle a Ud., pero me parece
que tiene energía e iniciativa, y personalmente es
Joost lo rniró con no disin¡ulada admiración y dijo que agradable.
bien valdría unos dos rnil quinientos dólares.
-Bueno, antes de mandarlo hay que convencernos de
"Se Io de.io en prenda" -Peck se apresuró a decir. oue tiene ene¡cía e iniciativa... de silos tendrá cuando
Déme un recibo y cuándo haya cobrado Ud. mi cheque tbnqa que tomár una decisión inrnediata, seis mi! millas
vendré a redimirlo". distánté cie sus jefes a quienes consultar - y proceder
acertadamente de acuerdo con su criterio. Eso es lo
Quince minutos después, con el jarrón azul más importante Skinne¡'.
cuidadosamente empacado, Peck entraba a cenar a
un restaurant. Al terminar ordenó a un taxímetro y a Tiene Ud. razón, Mr. Ricks, y creo que Ud., quién debe
toda velocidad se dirigió alaeródromo. Allíse informó hacer la prueba.
de la residencia de su amigo aviador, se comunicó
con é1, y a edia noche ambos y el jarrón azul se perdían
-Convencidos, Skinner. El próximo representante que
en las nubes, rumbo hacia el sur. mandemos a Shanghai tendrá que ser un luchador
que no se dé por veñcido.., Ya hémos tenido allá tres
Hora y media más tarde aterrizaron en el'valle de que resultaron un fracaso, y de esos no querernos
salinas, cerca de la vía del ferrocarril; Peck descendió
y el aviador emprendió el vuelo de regreso a San más-
Francisco. Peck corrió hacia la vía férrea con un
periódico en la mano, y pocos momentos después, Sin decir otra palabra, Cappy se echó de espaldas en
cuándo vio que el tren en que venia Cappy Ricks se su sillón giratorio y cerró los ojos.
aproximaba, hizo del periódico una antorcha y empezó
a hacer señales con ella en medio de la vía. El tren -Parece que va a fraguar la prueba para.Andrews -
se detuvo, el conductor abrió la puerta de uno de los dijo Matt Feasley en voz baja a Skinner al salir de la
coches para averiguar qué pasaba, y Peck me metió oficina de Mr. Ricks.
de un salto.
CAPITULO II:
"¿Quién diablos es usted!? preguntó el conductor-"
¿¡Porqué hizo parar eltren!?". El destino no permitió dejar en paz a Mr. Ricks en sus
reflexiones pcir mucho tiémpo. A los diez minutos el
-Porque tengo urgencia de ver a un pasajero que aquÍ teléfono sonába, y con no po'co enfado, como si alguien
viene, en la sección "A" del coche No. 7, yo le pago le hubiera interrúmpido uir tranquilo sueño, tomó el
mipasaje. y gritó:
2g .receptor s
Ir/r. Skinner, hágame favor de venir de todos modos -"Yo soy agente vendedor, .y Pé qqe p!9* vender
para que me ceitifique en alguna parte donde puedan cua-rquiértt!á que teñsá áígún válor, porque lo he
aceptar mi cheque personal. demostrado durante dj¿¿i#l1'qlTeió' demóstrárselo
a Ud.
-¿Tienes suficientes fondos en el banco, Peck?.
-lvlr. Peck - dijo Cappy sonriendo- de eso.no tengo
Eso puso fin a la conversación y Peck llamó en seguida oü0" óáio oióámei ¿áCaso sus defectos fisicos no
a la casa de fulr. Ricks, sabiendo que alli residía su son un impedimento?
yerno, e! Capitán Peasley. Afortunadamente lo hallÓ
-No. tMr. Ricks. en ninqún modo; io que me queda del
bn casa, y Peasley lo escuchó con bastante amabilicjad.
cueroo está sano, so5re todo mi cabeza.y me queoa
"Peck, es casi increíble que te hayan asignado una
;iÉ;;;á;áóñó Fu"áo-pénsar v puedo escribir' v
áuño[e cóieo. pueooliiñiáe un Ée'o¡oo más a prisa
nrisión semejante" -dijo el Capitán Peasley. "Sigue mi qü"Iá mrvóiia oe lbs queiienen dos
consejo y olvídate deljarrón azul". ;;¿;Gid;
piernas. iontratado, Ittlr' Ricks?
buenas ¿rlióv
fÑ; M; F;ók, l" slénto, Úd., sabrá que vo no tomo
-[rlo puedo, -replicó Peck... lVlr. Ricks se sentirá áóiiuu én'ra aorninrstrácitjn oe esté negocio desde
"Áqül
contrariado si no Ie entrego eljarrón, él se ha portado fficá;;;;;ó;.
"áñb ;i'.[iómente tengó mi oricina
conmigo de manera espléndida y considero un deber atender
ineludible cumplir con este deseo suyo.
ijááoáJp]ónáiri córresóóñoencia particular v
uo' ver-es a ft/lr'
asuntos personales.'ññú¡.ñoéué
'
Skinner.
-Pero ya es muy tarde, Feck para.entregárselo, se fue
en el'tren de las B y ya son las nueve y media. -Ya vi a Mr. Skinner - replicÓ prontamente Peck -pero
poi ét mooo en quelñJnáoto parece.que-no le
Lo sé, pero si puedo obtener posesión del jarrón, yo [iii"áiiá¿. üL áiio óuá aCtuatmente no había suficientele
se lo entrego antes de que baje del tren en Santa ñ
e
#;p*'ái péison a t que tien Yo
Bárbara a las 6 de la mañana. manifesté "'üáestaoiáispdésto a acbptar cualqu.ier
"ó".,1ióá, oue
escribir
ülüc.ro"n,"ü üóürfiaññáá árrioa' lygdo
-¿Cómo? a máouina bastante ráóioo'con una mano; puedo llevar
ü.á #.táun,o*á? v 6á5ei cuálquier trabajó de oficina'
-Aquí en el aeródromo tengo un amigo que gon gusto
me llevará en su avión a Santa Bárbara. -¿No le dio ninguna esPeranza?
-¿Por qué? William Peck salió cojeando tan aprisa como pudo.
Veinte minutos más tárde estaba de regreso con un
Peck, sonriendo en una forma que le simpatizó a Mr. anillo de platino que tenía un hermoso bril-lante cercado
Ricks,. contestó: de zafiros.
6 27
-Entonces -le dijo Cappy en tono confidencial -vaya a (Tenía en el bolsillo diez dólares solamente)
ver a mi yerno, el Capitán Peasley, que dirige los
transportes marítimos de esta empresa. "¿Acepta Ud. micheque Mr. Joost?"
-Ya hablé con el Capitán Peasley, quién me trató con -Yo no lo conozco a Ud. Mr. Peck -respondiÓ Joost.
mucha amabiiidad; me dijo que con mucho gusto me -¿Donde estd su teléfono?
daría un puesto pero que los negocios estaban tan e
malos que por ahora era imposible. Joost condujo a Peck al teléfono y áste llamÓ a la casa
de lVr. Skinner.
-Bueno, amiguito, entonces ¿para qué viene a verme
a mi? "¡tt/r. Skinnerl". -balbuceó Peck- "estoy en un terrible
(Sonriendo nuevamente, Peck. respondió:) apuro v casi exhausto; consegui que abrieran elbazar,
obro el iarrón oue tVr. Ricks tanto desea cuesta dos
"PorqLre quiero trabajar aquí, en esta compañía, no inil OOtáres, yo'entendía que costaba una friolera".
importa de qué con talque sea algo que pueda hacer -Por tu madre, Peck ¿has estado en busca del jarrÓn
si me dan trabajo que pueda hacer, será hecho mejor todo ese tiempo?.
que nunca, y si'no puedo hacerlo renunciaré
voluntariamente para evitarle a Ud. Ia molestia de -Si, v estov propuesto a llevármelo... hágame el favor
despedirme. Tengo referencias de primera clase" de tíaermé'aquí, al bazar de Mr. Brown, en la calle
Post cerca de la avenida Grand, los dos mil dÓlares;
Cappy oprimió un botón en su escritorio; un momento porque yo ya no tengo fuerzas para ir por ellos.
después Mr. Skinner entraba, lanzando una mirada
hostil hacia William E. Peck y luego otra, interrogativa -tMiquerido Peck -replicé [t¡]r. Skinner compasivamente-
hacia l\lr. Ricks. no tenoo aoui dos mil dólares... esa es una cantidad
demasiádo giande para llevarla en el bolsillo o guardarla
en la casa.
-Oye, Skinner -dijo Cappy en voz suave- he estado
meditando el asunto de enviar a Andrews a la oficina -Bueno, entonces tenga la bondad de venir ai centro
de Shanghai y he llegado a la conclusión de que inmediátamente, paraábrir la oficina y sacar el dinero
tenemos que arriesgar. Esta oficina está ahora a cargo de la caja fuerte.
de un empleado menor y es preciso nombrar cuanto
antes a un gerente, así que haremos esto: vamos a -Eso no lo puedo hacer, Peck, porque la caia fuerte
mandar a Andrews en el próximo vapor, haciéndole tiene una cónvinación que nadie puede abrir antes de
entender que asumirá el cargo temporalmente. cierta hora.
I .25
-
cruzé ai otro lado de la calle y se volviÓ. Ya era de Si vemos que no da restlltado, le ordenaremos que
':úc! .',;. 1,' ai L,asar ce nLie\tc freñte al bazar observó un vuelva pará ocupar su pueslo actual, en el cuai es
let; sri ,í¡¡¡,1¡acic sobie ia puerla en ci.3 el ape!!ido oei baslant'e aptc Éntretanto, Sk!nr:er, te agradeceria
propietar-io no decíe i'Brov¡¡'i,
sii,o "Browne"! mucho que'!e C¡eras arpleo a esle.joven... que le des
una oportuniciaC de dernostrar lo que puede hacer.
Pecx fu* ilcncle al taxímetro ic esperaba y se volviÓ Hazme eS. iavor, §kinne:'.. hazrne eSe favor.
al hotei. Tenlendc una de esas almas que no aceptan
i¿¡ Cei¡'ota lá:iinrent* volviÓ a llama;^por teiéfono al -h4r. Si..innei bien sabía que uR rr-tegü de "Capp.v"
ciomiciiic cis irir. .iocs: -Prospect 3249- y por primera equivaiia a u'-::j orderi, y Peck,.conipíeridiándolo, rniro
habÍa i-egresadc.
'¡ez [a suei"te lo favoi"eció... i\"4r'. Joost que deseaba y al' aci minisi,:dor generai con una sonrisa.
Peck, con voz ansiosa, le informó lo
de la orden que habia dado tVIr. Brown. Ei cauteioso trir Ricks" -ciio Skinner con cierlo despecho.
"lViuv bien.
Joost contestó qr.re primero tendrla que hablar por "¿Fia convenido con l'4i. Peck ei sueldo que ganará?"
teléfono con Mr.'Brown para cerciorarse que si era
cierto agregancio que si N4r. Brown confirrnaba la -Ese detalle te toca a ti -contestÓ Cappy- No es mi
crden, ál dstaria en ei bazar antes de las 9. intención inmiscuirme en tus asuntos administrativos
Naturalmente le habrás de pagar a hllr. Peck lo que
Con la impaciencia que es de, suponer. Peck lo valga y nada más.
aguardaba. Finalmente;a las 9:15. Joost se presento.
aéompañado de un policía que por p.recauciÓn había Volviéndose altriunfante Peck, io arnonestÓ diciéndole
pedidb que [o acorniañara; encendiÓ las luces, abrió "Oiga, amiguito, no creq que porque.he lntercedido
ia puertá !, con grari cuidado sacÓ del escaparate el por Ud. Va tiene un porven¡r asegurado. 5u porvenlr
jarrón azul.
UO. m¡smo tendrá que iabrarlo y tiene que comenzar
"¿Cuanto vaie?" - pieguntÚ Peck. muv pronto. La primera ves que meta la pata o no dé
Ia meOiOa en eltrábajo que se le confíe, lo amonestarán,
-Dc,s rriii dóiaies -c;¡iiesiü ioost, ta¡-i friamente como la segunda lo suspenderán por un..mes para-que
sl liul,¡iera ciicho cir,cuenta centavos. reflexione, y !a tercera quedar-á definitivamente fuera
de esta orgánrzación. ¿l\4e lre explicado claramente?".
Peck tuvo que i'eciinarse sobre ei mostrador para no
caer. -Si señor -contestÓ Feck sin vacilar, todo lo que yo
oido es una plaza en la línea de combate, y le aseguro
"iDos mil dólares!" -exclamó en una voz y con un bue pronto me haré acreeciot- de la confianza de [t/lr.
s'emblante de desesperaciÓn. Skinner. g
24
Un momento despuás Mr. Brown hablaba sumamente "Ni una palabra Skinner, ya sé lo que m.e.vas a decir
excitado. v admito oue tienes razÓn, pero oyeme, hlJo ... ¿como
ára oosibie rechazar a un'ioven que tanto empeñg
tiené en trabajar y que no qbeptg un NO como final?
"¿Es eljefe de bomberos?" -preguntó en voz entre Á oesar de ou'e n'o eincontró aciuí más que obstáculos
cortada. oaiá ioorar du propósito, no sé dio porvencido ni se
-No, trlr Brown, su tienda no se está quemando, pero básaniñc. lú'iuil,:sie coni:¿-, él peio él te ganÓ, y
tuve que decir eso para hacerlo venir alteléfono. Uc. \/2\,F {-'r ,e i,' : a ' .-,1''SC::'l Ccl' cxpe;'toS. ¿Qug
no me conoce, pero en el escaparate de su tienda, üá'náiáIá iáii'b:a'r"
aquí en San Francisco, ví un jarrÓn qzu!Cqe quiero
comprar urgentemente antes de ias 7:45. Le ruego -fi Oe nn¿rer."'s naturalmente.
que inmediátamente se venga a abrir el bazar y me
-Ah. sí. había olvicjacio. Dime, Skinner, ¿no tenemos
venda eljarrón. OisfjoniUle como medio millón de pies de ábeto fétido?
-¡Que demonios!... ¿me está Ud. tomando el pelo (Skinner asintió, y Cappy, continuando con la avidez
supone que estoy loco?" üe ouién acaba d'e haceí LIn qran descubrimiento que
creei causará una verdadera-revolución en el mundo
-No, Mr. Brown, nada de eso... si alguien está loco cientillÓo) ... "[,ueno, mándalo a vender esa madera
ese soy yo... estoy loco por eljarrÓn azul y como tengo apestosa'5' un pa: de plnabete rojo.o cualquiera otra
que sátii hoy de la ciudad a las B quiero llevármelo ¿b tas maderab que iasi nadie §uiere ni regalada".
ahora mismo. Skinner sonrió maiiciosamente y dijo: "Convencido-s,
pero si no vende le damos su pásaporte, ¿verdad?".
-¿Sabe Uá. to que Vale ese jarrón?'
-strpongo que si, aunque yo lo sentiría mucho.
-No, ni me importa un bledo... yo lo quiero cueste lo
que cueste. Por el contrario si tiene éxito le pagaremos el sueldo
que gana Andrervs. Hay que ser juslos, Skinner, justos
-"¿Que hora es?... déjeme ver. en todo y con todos.
Ca:n..,se !e''antó Vdándole r-tna palmadita en el hombro
(Y después de un momento de silencio mientras veía dilc: "Skinlrer. ciispénsame
Cei'ádnirnislr irdor §eneral le
ól relol): "es un cuarto para las 7 y el próximo tren a si nle ire piecipilado ur¡ poco, pero te advlerto que sl
San Fiáncisco sale hasta las ocho, así es que podré le íii¿r- al'aielc¡ un precio dentesiado allo para que
Iiegar allá antes de las B:50: además.estoy.cenand-o Peci ,lc pueua veirderio, te mancio a ti a la calle. Se
coñ unos amigos y apenas he terminado la sopa". justo, hijó, se justo.
22 11.
(Dirigiéndose a Skinner)"Muchas gracias, ttlr. Skinner, -Mr. Brown, a mí todo eso no me importa; ese jarrón
por haber consentido en darme una oportunidad; haré azultengo que llevármelo hoy.
cuanto esté de mi parte para hacer merecer su
confianza". -Bien, si no puede aguardar llame por te!éfono a Mr.
Herman Joost, mi encargado que vive en Chilton
"Este diablo" -dijo para su adentro Cappy- "es buena Apartaments; el número de su teléfono es Prospect
pieza, pero tiene sesos; no me explico cómo Skinner at 3249; dígale de mi parte que vaya en seguida a abrir
no puede darse cuenta de eilo. Si este pobre chico el bazar y le venda eljarrón. Adiós. (l\4r. Brown coigó
se sale un poco de la raya o si le brota a la cabeza el receptor).
alguna idea nueva que quiera poner en práctica, es
casi seguro que firmará su sentencia de muerte con Peck llamó inmediatamente al número que Mr. Brown
esta gente de cerebro fosilado que hay en este mundo. le dio y preguntó por Mr. Herman Joost, la mamá de
El no podrá defenderse, pero por fortuna todavía estoy este caballero contestó manifestando sentia muchísimo
yo aquí". que su hijo no estuviera en casa, pues había ido a
cenar al Country Club.
El joven Peck poniéndose de pie, preguntó:
"¿Cuando debo empezar?". "¿CuálCountry Club?"
St<¡nner le contestó con cierta ironia: "Cuando esté La buena señora no sabía, así que Peck pidió en la
Ud. listo". oficina del hotel una lista de todos los clubs de San
Francisco y alrededores, y comenzó a llamar por
Peck miró rápidamente su relojde pulEera ... "son las teléfono Eran ya las B y aún no había dado con el tal
'doce" -añadió- nvoy a almorzar y estaré aquí a la una". ft4r. Joost; en ningún club lo cohocían,
lt4r. Skinner se retiró mordiéndose los labios. Al cerrarse "Estoy perdido" -murmuró Peck- "pero nadie puede
la puerta tras é1, Peck levantó las cejas, y despidiéndose decir que no perdí luchando; el único recurso que me
de [vlr. Ricks le dilo: "tVluchas gracias, lt4r. Ricks, ha queda es romper esa vidriera con un ladrillo y echar
sido Ud. en extremo amable. pero parece que no voy a correr con el jarrón".
a empezar bajo muy. buenos auspicios", y tomando su
somDrero se marcno. A'cto seguido llamó a un taxímetro, le dijo al chófer
que lo guardara a la vuelta de la esquina y le pidió
Apenas habia salido cuando Mr. Skinner entró de prestado un martillo. Cuando llegó al bazar, encontró
nuevo, más antes de poder abrir la boca, Cappy le un policía parado frente a la puerta. En vista de eso
impuso silencio levantando un dedo y en voz cordial
Peck continuó su camino sin detenerse; más adelante
le dijo:
t0 23
aislada de la calle Post -única que no habia recorrido- -¿Se pueden clavar clavos en ella, Mr. Ricks?
donde recordó existían dos o tres pequeñas tiendas. -Ah claro.
A la última de ellas, notó de pronto en un escaparate -¿Ha llegado alguien a venderlo alguna vez?
un jarrón que al parecer respondía a la descripción
det que t\4r. Ricks quería. Al examinarlo de cerca y De cuando en cuándo uno de nuestros agentes más
convencerse cle que ése era en realidad el jarrón que listos suele tropezar con algún mentecato que compra
busceba, dio un proítrndo suspiro de satisfacción. lo que ie vendan; de lo contrario no la tendríamos más.
Afortunadamente, Peck, no nos queda mucha, pero
Trató de abri¡' la puerta, pero estaba cerrada con llave
siempre que nuestros hacheros del monte encueniran
como ya lo suponia de iodos modos, golpeó con fuerza
por si acaso hr"rlriera alguien adentro que pudiera aDririe un buen árbol, no lo dejan en pie; por eso casi siempre
-sin resuitado. Entonces levantando la vista, vio en ia tenemos suficientes existencias de abeto féticio para
fachada de un letrero que decía "Brown'es Art. Shop". darles a los agentes algo con qué demostrar que saben
Sin pérdida de tiempo se dirigió al hotel más cercano vender.
echando mano de una guía telefónica empezó a buscer -Yo puedo vender cualquier cosa si vale el precio,
el nombre del bazar susodicho, sin encontrarlo. En la
guia estaban inscritas diecinueve personas de apellido concluyó Peck con aire de desafío, y continuó su
Browne. camino hacia la oficina de la empresa.
Wru
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