Historia Eclesiastica Act 2020
Historia Eclesiastica Act 2020
Historia Eclesiastica Act 2020
Caripe—Edo. Monagas
Hebreos 1:1-2 expresa: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro
tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…” La venida
del Señor Jesucristo al mundo marcó un hito en la historia, al punto que la dividió en dos. Si bien es
importantísimo como esto cambió al mundo, también lo es como el receptor del mensaje, la Iglesia, ha
crecido, se ha fortalecido y ha librado batallas que, desde su misma fundación, amenazan su integridad
doctrinal y su permanencia, y que nunca han amainado. En los 2000 años de historia, se ha cumplido lo
dicho por Jesús: Ni las puertas del Hades prevalecerán contra ella.
No obstante, en muchos casos es relegada; ya que algunos piensan que no hay provecho en
conocerla, y la reservan para los más curiosos como si se tratara de cultura general evangélica. De esta
manera, no sólo se propician errores en la interpretación de la Escritura, cuando por ejemplo se aplican
formas y prácticas sacadas de contexto; sino que se deja la puerta abierta para que corrientes heréticas
que la iglesia debatió y rechazó desde sus inicios, entren como si se tratase de algo totalmente nuevo e
innovador. La apología de la fe en este siglo, además de centrarse en las Escrituras, debe estar
acompañada del pleno entendimiento del histórico de la vida de la iglesia; para así poder presentar una
defensa fuerte ante los que demanden razón.
Está claro que tal aseveración no propone añadir a la práctica de la iglesia o a las Escritura
tradición humana, ni que se puede justificar cierto accionar de la iglesia en momentos de apostasía.
Pero la historia permite presentar un debate y una defensa de la fe sobrio y arraigado en la verdad.
Gene Getz (1982) en su libro Refinemos la perspectiva de la iglesia, plantea la historia como uno de los
tres lentes que deben usarse en el desarrollo de la visión de la iglesia:
La historia de la iglesia es también la del accionar de Dios, desde que los últimos tiempos se
iniciaron con la llegada del Espíritu Santo. El valor de conocerla no sólo se limita a inspirar, alentar y
retar a los cristianos de hoy a vivir vidas dignas del Señor, sino que también les sirve de advertencia
sobre las filosofías y herejías que siempre la han atacado tanto externa como internamente. En las
últimas décadas, el apogeo de falsas doctrinas y la filtración de filosofías humanas dentro de los
templos supone un peligro tan grande como al que se enfrentaron los apologetas del siglo II y III.
Sin embargo, el Pastor de la Grey se ha encargado de levantar hombres fieles que presenten
defensa de la fe. Por lo que el presente módulo está orientado a preparar a tales cristianos. El estudiante
puede con toda seguridad, ampliar sus conocimientos mediante la consulta de otras bibliografías. No
obstante, el propósito de presentar una panorámica de la Iglesia, sus retos, la vida de sus miembros, las
persecuciones que nunca han parado, entre otros; así como ubicar al estudiante en la situación política,
religiosa, social y económica del entonces; se cumple a cabalidad con este material.
Estudios Teológicos Formales 2
IBLD. Historia Eclesiástica
El presente módulo se divide en tres unidades: la primera comienza con un sencillo contexto
histórico del tiempo anterior a Jesús, luego pasa a narrar su nacimiento, el de su iglesia y los primeros
siglos de las mismas hasta la aparición de Constantino en el escenario eclesiástico. La segunda
comprende los cambios suscitados en la iglesia bajo Constantino hasta las invasiones bárbaras y se
extiende por la edad media hasta el renacimiento. Finalmente, la tercera unidad comienza con Martín
Lutero clavando sus 95 tesis en Wittenberg, hecho que dio inicio a la Reforma Protestante, y se
extiende hasta el milenio.
Unidad I
Del Señor Jesús a Constantino
Justino Mártir
El nacimiento del Señor Jesucristo y de su iglesia tuvo lugar en la región conocida como
Palestina (hoy Israel y otras zonas). Por tanto es importante dar un vistazo a la situación general de la
región en ese entonces antes de adentrarse en la historia eclesiástica propiamente dicha, para así
garantizar una mejor comprensión de los hechos. En primer lugar, Palestina se encontraba “… en la
encrucijada de las dos grandes rutas comerciales que unían al Egipto con Mesopotamia, y a Arabia
con Asia Menor.” Dicha situación geográfica le suponía estar bajo constante amenaza. El hecho que
Palestina siempre ha sido un territorio codiciado e invadido por diversos imperios se puede constatar
incluso en el Antiguo Testamento. (González, 2003, p. 24)
En el siglo IV a.C. Alejandro Magno conquistó la zona al derrotar a los persas. Sin embargo, al
morir Alejandro en el 323 a.C., el territorio imperial se dividió entre sus generales, y Palestina se vio en
disputa entre la dinastía de los Ptolomeos (fundada por un general de Alejandro que gobernaba Egipto)
y la de los Seleucos (de igual procedencia, que gobernaba Siria). No obstante, las campañas militares
alejandrinas tenían una motivación ideológica, y su muerte no obstaculizó este fin, él quiso “… unir a
toda la humanidad bajo una misma civilización de tonalidad marcadamente griega” y lo logró. Al
periodo resultante se le conoce como helenismo (323 a.C. al 31 a.C.). (Gonzalez, 2003, p. 24)
Por otra parte, esta unidad planteó un gran conflicto para los judíos que se veían presionados
por los helenistas para que adoraran dioses paganos, pero a diferencia de los demás pueblos, los judíos
no negociaron su fe. La cumbre de la tensión se alcanzó con la rebelión de los Macabeos contra los
Seleucos, que resultó exitosa aunque a la larga los Macabeos incorporaron elementos helenistas, y
cuando los judíos ortodoxos se rebelaban, los perseguían.
Finalmente, en el año 63 a.C. Pompeyo conquistó Palestina para anexarla así al imperio
romano, y derrotó al último Macabeo Aristóbulo II. Poco tiempo después, los romanos le concedieron a
los Macabeos cierta autoridad religiosa. La presión helenista no cesó con los romanos, Herodes (Rey de
Judea en el año 40 a.C.) se esforzó en introducir esta corriente al país. Pero cuando instaló un águila de
oro en la entrada del Templo, los judíos se rebelaron y Herodes tuvo que usar la violencia para
aplacarlos. Los reyes que le sucedieron siguieron la misma política helenizante construyendo ciudades
de este tipo y trayendo griegos a vivir a Judea.
El caso del pueblo judío esparcido por todo el imperio romano, como consecuencia de los
exilios sufridos, era diferente a los que vivían en Palestina. Había tanto judíos dispersos que
prácticamente existía una sinagoga en cada ciudad importante, allí ellos se reunían para estudiar la Ley
y los Profetas. Sin embargo, el judaísmo en la diáspora, como se le conocía, tenía mayor influencia
La unidad religiosa buscada primero por los macedonios y después por los romanos, se afianzó
mediante el sincretismo religioso. González (2003) lo define como “… la mezcla indiscriminada de
religiones…”. El interés de Roma era que “… sus diversos súbditos pensaran que, aunque sus dioses
tenían distintos nombres y atributos, en fin de cuentas eran todos los mismos dioses.” Un claro
ejemplo de esto es que Panteón significa el templo de todos los dioses. Esta unidad en todos los
aspectos del imperio, aún en el idioma (griego en oriente y latín en occidente), se traducía en
estabilidad y gobernabilidad para los romanos. (p. 31)
Las religiones que seguían los paganos durante los tiempos de Jesús y de la iglesia primitiva se
pueden clasificar de la siguiente forma:
o Religiones de la naturaleza: como su nombre lo indica, adoraban la naturaleza, sus fuerzas, pero
también los espíritus (buenos y malos) y a los antepasados. Eran religiones grupales. “Cada
religión en este grupo tenía sus propios mitos y rituales y una clase especial de hombres llamados
sacerdotes que podían recitar los mitos y celebrar las ceremonias rituales.” (Boer, 2001, p. 9)
o Religiones de misterio: Latourette (1979) describe la influencia que ejercía en las personas estas
religiones esotéricas, al respecto, señala: “Eran también prominentes las religiones basadas en los
misterios, pero en manera diferente y con propósitos distintos. Eran secretas muchas de sus
ceremonias y sus miembros estaban bajo juramento de no revelar sus ritos esotéricos.” Entre ellas
están:
El culto a Dionisio o Baco, bebían vino, comían carne cruda y participaban en danzas
poseídos por el espíritu del dios baco, cayendo en orgias sexuales.
El culto a Orfeo, con su música encantaban a los hombres y animales; la carne y la materia
son malas; creían en la reencarnación; se iniciaban comiendo carne cruda en un ritual y
seguían siendo vegetarianos.
La Magna Mater, la gran madre, quien amaba al pastor Atis nacido de una virgen. Los
devotos lloraban a Atis, quien había muerto, y en una danza desenfrenada se mutilaban sus
cuerpos.
Mitra, dios de origen persa, la afiliación era limitada a los varones y sus lugares de culto,
criptas o cavernas subterráneas. (p. 55-57)
o Religión del Estado: El culto al emperador era de tilde político, se buscaba con esto la lealtad de los
súbditos del vasto imperio a su gobernante, “… era el lazo que unía a la gran diversidad de
pueblos y tribus a través de todo el imperio.” El culto giraba en torno a los sacrificios que se le
ofrecían al Emperador, porque se le consideraba “… el dios que proporcionaba orden y
prosperidad en el estado; en cierto sentido se le tenía por la encarnación del imperio.” En un
principio, solo se adoraba a los que habían muerto, pero después se extendió también a los vivos.
Las religiones que se permitían eran aquellas que no interferían con el este culto. (Boer, 2001, p.
9).
El platonismo es una corriente filosófica con amplia influencia en los tiempos de Jesús y la
iglesia primitiva, tanto que a la larga muchos defensores de la iglesia (apologetas) y maestros la
utilizaron para sus apologías contra los paganos. Sócrates, el maestro de Platón, incluso fue obligado a
suicidarse porque se le consideraba “incrédulo y corruptor de la juventud ateniense.” Sin embargo, su
tradición perduró al imperio romano, los platónicos criticaban la idolatría pagana, consideraban que los
dioses eran más inmorales y una creación de los humanos. “Platón hablaba de un ser supremo,
inmutable, perfecto,… suprema bondad y belleza.” Al que llamaba el “Uno Inefable”. Esta corriente se
introdujo en la iglesia y a la larga, trajo muchos males como se verá en las próximas páginas.
(González, 2003, p. 33)
En este tiempo nació el Señor Jesús, y como dijo el Apóstol Pablo en Gálatas 4:4 (RVR90): “…
Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo…”. Además de las múltiples profecías
que se cumplieron con su venida, el tiempo era propicio para la difusión de su mensaje. Su venida
coincidió también con lo que se conoce como la Pax romana, definido como un “Periodo de paz y
prosperidad que conoció el imperio romano durante los siglos I y II d.C., impulsado por el emperador
Augusto.” Nunca en ningún otro momento el mundo antiguo estuvo tan unido política, religiosa, social
y económicamente; y aunque en ciertas ocasiones esto le fuese contrario a la iglesia, también permitió
su avance. (Planeta, 2006, p.185).
Cristo nació cuando Augusto era el Emperador de Roma (27 a.C-14 d.C.) (Luc.2:1), y Herodes
El Grande era Rey en Palestina (Mat.2:1). Respecto a la fecha exacta de su nacimiento, las múltiples
referencias al Rey Herodes y también las proporcionadas por el historiador judío de la época Flavio
Josefo, hacen que actualmente se sitúe para el año 6 a.C. No obstante, el censo al que hace alusión
Lucas en su evangelio es motivo de confusión para algunos, quienes lo datan para el año 6 d.C. (10
años después de su nacimiento) por considerar que fue en ese tiempo cuando Palestina dejó de ser un
reino vasallo de Roma a una provincia de la misma; mientras otros defienden la exactitud de las
Escrituras.
Sin embargo, nadie puede poner en duda que el censo tuvo lugar y es relatado por el mismo
Josefo, quien dice que el responsable del mismo fue “Cirenio, miembro del Senado… siendo un cónsul
grande por su dignidad, vino a Siria… enviado por César como juez de la nación y censor de los
bienes.” Por otra parte, el censo proporciona detalles de la delicada situación política y social que se
vivía en la Palestina de Jesús. La Pax romano no significó necesariamente el sometimiento judío en
Palestina, las revueltas, con diversos alcances, ocurrieron casi sin ininterrupción. (Cesarea, 2009, p. 46)
Los judíos estaban bajo el Imperio Romano, con cierta tolerancia administrativa-civil y
religiosa. Sin embargo, también el censo fue motivo de discordia, y hubo una revuelta liderada por
Judas, el galileo, contra el etnarca judío Arquelao, quien recurrió a los romanos para aplacarlos. Los
romanos liderados por el general Varo devastaron Séforis (capital de Galilea, vecina de Nazaret) y
crucificaron a dos mil judíos. La rebelión contra Arquelao es a la que se refiere Gamaliel en Hechos
5:37.
Ante los vientos de hostilidad política y religiosa, es notorio que el legalismo judío que
caracterizaba a los semitas palestinos, se había levantado como una respuesta a la necesidad de
preservar la pureza de la fe en un mundo netamente pagano. Pero con tanto legalismo, los líderes
religiosos se habían olvidado de la misericordia y el amor que tanto necesitaba la nación. Por todo lo
anterior, el Pueblo de Dios, más que nunca, estaba a la espera del Mesías quien les libertaria de la
opresión de los gentiles. (González, 2003)
La declaración que hizo el Señor Jesús en Mateo: 16:18 “y yo también te digo, que tú eres
Pedro, y sobre esta roca edificare mi iglesia; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella”,
sirve de base para decretar la construcción de la iglesia de Cristo. Aunque ese plan estaba en la mente
de Dios desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4-14). Después de la ascensión del Señor, el
grupo de fieles discípulos de Cristo junto con los Apóstoles, siguieron juntos en Jerusalén (Hech. 1:12-
14) para esperar el día de pentecostés cuando serian testigos de otro acontecimiento grandioso: el
advenimiento del ESPÍRITU SANTO. (Hech.2:1-13).
La iglesia arranca el crecimiento acelerado después del sermón de Pedro cuando “se añadieron
aquel día como tres mil personas” (Hechos 2:41). En el segundo discurso de Pedro “el número de los
hombres era como cinco mil” (Hechos 4:4). Y así sucesivamente, el CRISTIANISMO avanza como
poderoso gigante a pesar de las dificultades y las persecuciones desatadas en contra del Cuerpo de
Cristo.
Di Pardo (1977) describe las circunstancias políticas y geográficas cuando se inició la Iglesia:
El principio de la Iglesia coincidió con el reinado de Tiberio César (14-37 d.C.), tercero de
los emperadores de Roma. Fue una era única en la historia cuando todo el mundo
civilizado era regido por una sola cabeza. Roma había conquistado y tenía en su poder
toda Europa al sur de los ríos Rin y Danubio, al oeste de Asia hasta los confines de Persia,
toda la costa norte Africana hasta el desierto de Sahara y la mayor parte de las Islas
Británicas. Al norte se extendían los bosques habitados semisalvajes. Al este, si bien
existían civilizaciones antiguas, quedaban tan lejos que tenían poca influencia en la vida
del Imperio. Al sur había sólo desiertos y selvas inexploradas, mientras al oeste se
extendía un océano que según las creencias del tiempo no tenía límites, aunque en sus
otras riberas se encontraban las desconocidas costas de América (p. 23).
o Los primeros cristianos, que eran judíos en su mayoría, no creían formar parte de una nueva
religión. Ellos consideraban ciertamente que la venida de Jesús e incluso la incorporación de
los gentiles eran el cumplimiento de las promesas hechas a Israel. Ahora se había iniciado la
edad mesiánica.
o Los creyentes compartían todo en común. Sin embargo esto evidenció las diferencias entre
los judíos palestinos o hebreos y los judíos griegos (Hechos 6:1).
o Además de guardar el sábado y asistir al templo, los cristianos se reunían el primer día de la
semana para celebrar la resurrección del Señor Jesús partiendo el pan con alegría y sencillez
de corazón. (Hechos 2:46). El énfasis en la muerte del Señor y el carácter contrito se adoptó
en siglos posteriores.
o En estas reuniones, sólo participaban los bautizados. Los bautismos se realizaban
inmediatamente después de la conversión porque como los primeros cristianos eran judíos,
ellos tenían un conocimiento de las Escrituras. Cuando los gentiles se empezaron a añadir,
se hizo necesario “… un período de preparación y prueba antes de la administración del
bautismo… “Catecumenado”” se le llamó, el cual en el siglo III pasó a durar 3 años.
(González, 2003, p. 115)
o Mucho se ha exagerado de las reuniones en las Catacumbas. Sin embargo, los cristianos no
siempre se reunían ahí para esconderse, al contrario, lo hacían porque allí reposaban los
restos de los héroes de la fe y ellos pensaban que la comunión también les unía con ellos.
Durante los tiempos de tolerancia y a veces en tiempos de persecución, las reuniones se
hacían en las casas de los creyentes.
o La iglesia era gobernada por los 12 apóstoles, de los cuales Pedro y Juan eran principales.
Jacobo, el hermano del Señor, también alcanzó gran autoridad. Con el crecimiento de las
iglesias, se instituían consejos de ancianos, nunca la autoridad estuvo en manos de un solo
obispo.
Aunque parezca extraño, los judíos hebreos no fueron los primeros perseguidores de la
iglesia sino más bien los judíos griegos. No parecía ser una casualidad que Saulo, un griego
de Tarso en Cilicia, guardara las ropas de los que apedrearon a Esteban. Aparentemente
los judíos griegos estaban más opuestos a la iglesia que los judíos de Palestina. Por la
misma razón probablemente sentían más hostilidad contra los judíos griegos cristianos
que contra los hebreos cristianos, y esto muy bien puede haber provocado su ataque
contra Esteban, quien parecía ser el líder del grupo griego cristiano en Jerusalén. (p. 14)
Esteban (Stephanos: Corona) es el primer mártir de la iglesia (Hechos 6:8), y murió lapidado.
Le siguió Santiago, hermano de Juan, decapitado (Hechos 12:1-2), por orden de Herodes Agripa Rey
de Judea, durante el tiempo del Emperador Calígula. Case (1950) cita un relato de esa época: “En el
año 41, los romanos encargaron el gobierno de toda la palestina a un príncipe judío llamado Herodes
Agripa. El empezó por matar a uno de los más prominentes ayudantes de Pedro, llamado Santiago, el
hijo de Zebedeo.” Sin embargo, no debe confundirse este hecho con la férrea persecución desatada en
años siguientes, en un principio los romanos protegieron a los cristianos de los judíos, sólo interferían
para restaurar el orden o para castigar a los culpables (Hechos 18:14-15), ellos veían el conflicto como
un asunto entre judíos. (p. 30-31).
La situación política y económica del imperio romano facilitó ampliamente el trabajo
evangelístico. Como se mencionó anteriormente, gran parte de Asia, Europa y el norte de África
1. Posibilidad de realizar largos viajes de forma segura (sin preocuparse por asaltos, por estar
en zonas de guerras, o por encontrarse con piratas en el mar).
2. Accesibilidad aún hasta las provincias más remotas gracias a las carreteras romanas.
3. El comercio floreciente hacía que mercaderes, esclavos y muchas otras personas tuvieran
que viajar siguiendo las amplias rutas comerciales del momento. El evangelio se sirvió de
estos viajeros para difundirse con gran facilidad. (Contrario a lo que se piensa, que fueron
los misioneros los únicos en ejercer labor evangelística.)
4. Los judíos en la diáspora fueron un factor clave para la difusión del evangelio, bien sea
porque viajaban o porque estaban en contacto con judíos palestinos cristianos. (González,
2003)
El distanciamiento entre judíos y cristianos se dio progresivamente. Mucho se ha resaltado “A
lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11) pero hay que tomar con sobriedad esta
declaración. Cuando Juan escribió tales palabras (85 al 100 d.C.), ya la iglesia era mayoritariamente
gentil. Las causas que abrieron grietas entre el judaísmo y el cristianismo fueron diversas y no tajantes.
En la historia, se observa como (sobre todo en el primer siglo) la línea que los dividía no estaba del
todo clara. Se enlistan las causas más importantes a continuación:
1. La incorporación de cada vez más gentiles a la iglesia y la persecución por parte de los
judíos griegos a los cristianos (judíos y gentiles) en sus territorios:
El Evangelio pasaba cada vez más a los gentiles, los viajes de Pablo y sus discípulos atraían
a nuevos conversos. Boer (2001) expone: “Muy pronto la iglesia, cuyas raíces estaban en el
Antiguo Testamento, cuyo Salvador era judío, cuyos apóstoles fundadores eran todos
judíos, y cuyo libro sagrado había sido escrito por judíos, se transformó en una comunidad
de gentiles.” Y la Biblia explica que durante el martirio de Esteban, los testigos llegaron
hasta Fenicia, Chipre y Antioquía (Hechos 11:19) (p. 15)
Los ánimos se caldeaban cada vez más entre judeo-cristianos y judíos. Destaca la expulsión
de los judíos de Roma en el año 51 d.C bajo el emperador Claudio. Aunque la Biblia
menciona el asunto, no da la causa. Es el historiador de la época, el romano Suetonio quien
dice que fueron expulsados porque estaban “… causando disturbios constantes a causa de
Cresto”, lo cual ha sido considerado por los historiadores modernos un error en la escritura
y que él se refirió en realidad a Cristo. (González, 2003, p. 48)
Los romanos cansados del desorden público que causaban, no hicieron distinción entre
judeo-cristianos y judíos (como se ha mencionado anteriormente) y los expulsaron a todos
por igual. En esos tiempos de nacionalismo judío, estos persiguieron a los cristianos en
nombre de Jehová. Ellos pensaban que estaban bajo el yugo romano porque se habían
2. El conflicto entre romanos y judíos que acabó en un violento conflicto. En ese momento, los
judíos cristianos fijaron una posición de distanciamiento:
La década del 60 d.C. fue un periodo difícil tanto para los cristianos como para los judíos en
general. El nacionalismo judío estaba en ebullición en ese momento y las rebeliones contra
los romanos tomaron gran fuerza. En el año 62 d.C. Jacobo, el hermano del Señor, fue
muerto por los judíos. En el 66 d.C. los cristianos de Jerusalén emigraron a una ciudad
gentil llamada Pela que quedaba al otro lado del Jordán con el propósito de distanciarse de
la contienda.
“El partido de los celotes, que se oponía tenazmente al régimen romano, siguió existiendo
aún después de las atrocidades de Varo, y jugó un papel importante en la gran rebelión que
estalló en el año 66 d.C.…” Fue la rebelión más violenta de todas las de la época. El asunto
terminó con la destrucción de Jerusalén en año 70 d.C. cuando el general romano y posterior
emperador Tito la conquistó y derribó el templo. Se cumplió la profecía del Señor estipulada
en Mateo 24:1:“¿Veis todo esto? De cierto os digo que no quedará aquí piedra sobre
piedra, que no sea derribada”. (González, 2003, p. 26)
A medida que la iglesia se transformó en una entidad más universal y menos judía, y las
prácticas y formas de expresión de fe se fueron distanciando; también los romanos se hicieron
conscientes de que se trataba de una nueva religión, pero su respuesta al cristianismo fue el rechazo.
Las grietas que se fueron abriendo entre cristianos y romanos tuvieron su punto cumbre en la época del
emperador Nerón (54 d.C. al 68 d.C.). Nerón fue un buen gobernante en sus inicios, pero a finales de su
reinado empezó a mostrar signos de locura (megalomanía, delirios de grandeza, falta de consciencia,
etc.). Se dice que él quería construir una nueva Roma como monumento a su persona y para lograrlo,
mandó a incendiarla. El incendio de Roma por parte del Emperador Nerón, estalló la noche del 18 al 19
de julio del año 64 d. C, y duró siete días.
Tácito (historiador romano de la época) en sus anales describe la tragedia como el más violento
incendio que azoto a Roma hasta la fecha, el cual se propagó rápidamente desde un Circo cercano a los
montes Palatino y Celio, y que devastó toda la ciudad, causando graves estragos entre el pueblo: “la
grita de las mujeres despavoridas, los ancianos y los niños, los que trataban de salvarse a sí mismos y
los que miraban por otros; unos arrastraban a los enfermos, otros los aguardaban; gentes que se
detenían, otras que se apresuraban, todo se tornaba impedimento.” (Ruiz, D., 1968, s/p)
En toda la ciudad, no hubo como escapar del fuego. El desastre ocasionó muchas muertes tanto
por las llamas, como por las consecuencias económicas del mismo. Tácito dice que algunos murieron
de tristeza por haber quedado en la pobreza o por haber perdido a su familia, otros murieron a causa de
Nerón que según se dice estuvo gran parte del incendio en la Torre de Mecenas, vestido como
actor de teatro y tañendo su lira mientras recitaba versos de la destrucción de Troya, finalmente se
apersono en el lugar para atender a los afectados. Sin embargo, en el pueblo se dispersó el fuerte rumor
de que él era el responsable. La gente exigía que se castigara a los culpables, y para evadir la
responsabilidad, Nerón inventó unos culpables: Los Cristianos. El historiador Tácito sigue
describiendo ahora lo que hizo Nerón para extirpar ese rumor que no había podido quitar de la
ciudadanía romana, aplicando todos sus rituales y conjuros a sus dioses, documentado en el Acta de los
Mártires de Ruiz (1968):
Así pues, se empezó por detener a los que confesaban su fe; luego, por las indicaciones que
estos dieron, toda una ingente muchedumbre quedaron convictos, no tanto del crimen de
incendio, cuanto de odio al género humano. Su ejecución fue acompañada de escarnios, y
así unos, cubiertos de pieles de animales, eran desgarrados por los dientes de los perros;
otros, clavados en cruces, eran quemados al caer el día, a guisa de luminarias nocturnas.
Para este espectáculo Nerón había cedido sus propios jardines y celebró unos juegos en el
circo, mezclado en atuendo de auriga entre la plebe o guiando él mismo su coche. De ahí
que, aun castigando a culpables y merecedores de los últimos suplicios, se les tenía lástima,
pues se tenía la impresión de que no se los eliminaba por motivo de pública utilidad, sino
por satisfacer la crueldad de uno sólo (p. 223).
El mismo Tácito reconoce que a los cristianos se les persiguió no tanto porque se creyera que
habían incendiado Roma, sino por su “odio al género humano”. Este testimonio es importante porque
es de los primeros respecto a la perspectiva de los paganos hacia los cristianos. ¿Por qué pensaban ellos
esto? Es necesario recordar que los cristianos no encajaban en la sociedad romana, Lortz (2003) explica
las causas del rechazo romano:
La necesidad innata de los ignorantes y de la gente en general de tener un chivo expiatorio
para cualquier adversidad… La necesidad, fuertemente arraigada entre los romanos, de
crueles y desenfrenadas diversiones públicas en el circo, en el teatro y en la arena,
consideraba como un reproche por parte de los cristianos el que éstos se mantuvieran
alejados de tales manifestaciones… las falsas interpretaciones… de las prácticas
supuestamente antinaturales de los cristianos en sus reuniones secretas. (p. 99-100)
En ese mismo tiempo, el Apóstol Pedro murió crucificado con su cabeza hacia abajo y Pablo
decapitado, al filo de espada, en Roma. Nerón en el año 68 d.C. emitió un edicto que no ha llegado a la
actualidad en el que volvía ilegal el ser cristiano, con esto pretendía extender la persecución que había
sido local (Roma y sus alrededores) a todo el imperio. Pero así selló su fin, y terminó depuesto ese
mismo año por el Senado, huyendo y suicidándose en el exilio. Siguió entonces un tiempo de relativa
paz para el cristianismo en contraposición con los judíos quienes eran perseguidos, vendidos como
esclavos y exiliados después de la destrucción del Templo de Jerusalén (70 d.C.). (Ruiz, 1968)
La iglesia no fue perseguida por algunas décadas más a pesar de que el Edicto de Nerón no fue
derogado. Esta relativa paz contribuye enormemente al avance del cristianismo entre los súbditos del
Imperio, tanto en las esferas altas como en las bajas, el pueblo. Pero este primer siglo de la iglesia no
Estudios Teológicos Formales 14
IBLD. Historia Eclesiástica
termina tan pacífico. En el año 81 d.C., Domiciano sucede a su hermano Tito en el poder. Al principio
de su reinado fue benévolo, con los cristianos, pero al final de su reino (año 95 d.C.) desató la
persecución.
Las causas que llevaron a Domiciano a perseguir a los cristianos no están del todo claras, esto
producto de la ausencia de documentos sobre los martirios, algo que caracteriza a las persecuciones del
primer siglo. No obstante, se vislumbra las siguientes según González (2003):
o Domiciano buscó restaurar las viejas tradiciones romanas, el culto al emperador se hizo
obligatorio.
o Domiciano exigió que los judíos enviaran la ofrenda anual a las arcas imperiales, ya que el
Templo de Jerusalén estaba destruido. Los judíos se negaron y el emperador respondió con
persecución.
o A los cristianos se les acusaba de ser ateos porque adoraban a un solo Dios que era invisible
y no tenían templos como los romanos y griegos, o sinagogas como los judíos.
El único documento de la época llega del martirio del primo del emperador, Flavio Clemente,
quien fue degollado por ser cristiano. La esposa de Flavio, Flavia Domitila, fue desterrada a la isla
Pontia. A ambos se les acusó de “ateísmo y de costumbres judías”. Resalta el hecho que aún se
asociaba a los cristianos con los judíos, razón por que se cree que los cristianos fueron perseguidos
como una consecuencia del acecho a los judíos. El Apóstol Juan fue desterrado también a la isla de
Patmos, después de ser sumergido en aceite hirviendo, sin sufrir ningún daño. Domiciano fue asesinado
en su palacio en el 96 d.C. A Domiciano le siguió Nerva (hasta el 98 d.C.) y luego Trajano (98-
117d.C). Al principio de su reinado muere el Apóstol Juan tranquilamente en Éfeso. (González, 2003)
Todo el cuerpo bíblico sagrado del N.T, fue escrito en este tiempo (48-100d.C).
60-70 d.C. 62-69 d.C. 68 d.C. 70-80 d.C. 80-90 d.C. 90 d.C. 85-100 d. C.
Hebreos 1ª Pedro 2ª Pedro Judas Apocalipsis 1ª Juan, 2ª Juan
Juan y 3ª
Juan
Lo extraordinario de esta época, fue el hecho de que el cristianismo, considerado una secta
minúscula por el imperio Romano llegó a tener tanto impacto e influencia al punto de ser perseguidos
los creyentes hasta que quedó vencedor, y es el imperio el que busca alianza con él para establecer una
nueva era, donde ser ciudadano romano y ser cristiano pasó a ser análogo. El cristianismo en esta etapa
se observa como una religión diferente que aunque tenía raíces en el judaísmo, ya no era una facción de
ésta.
El cristianismo se movió por la parte urbana del imperio para llegar a las zonas rurales y aldeas.
En el siglo segundo, el número de los cristianos seguía creciendo, y hacia el año 200 d. C, se hallaban
cristianos no solo en todas las provincias del imperio sino también fuera del mismo, en Mesopotamia.
Hacia el tercer siglo, la principal fuerza numérica del cristianismo estaba en la parte oriental del
imperio. Pronto llegó a Egipto, Galia (Francia), las fronteras de Persia (Irán), Arabia, Armenia, Siria,
España y la India.
o Autoridad: a fines del siglo II se observa una jerarquía con tres niveles: obispos, presbíteros
y diáconos. La centralización de la autoridad fue una consecuencia del aumento de gentiles
en la iglesia y la consecuente multiplicación de doctrinas.
o Los cultos o servicios de comunión se desarrollaban en dos partes: en la primera se tenía un
tiempo para las oraciones, la lectura de las Escrituras y los cánticos. En la segunda, se
compartía el pan y el vino (la santa cena). En algunos casos, se permitía que los conversos
no bautizados pudieran participar de la primera parte.
o Para el siglo III el período de prueba y preparación para el bautismo, llegó a durar 3 años.
o A partir del siglo II se conmemoraban los martirios de los cristianos mediante la reunión en
sus tumbas en el aniversario de sus muertes. Esta conmemoración NO tenía el propósito de
adorarlos o venerarlos sino de alentar a los cristianos a vivir vidas dignas del Señor,
posteriormente se observa como esto se tergiversó.
o Los documentos oficiales de la Iglesia empiezan a surgir, ya que empezó a tener adeptos
entre las castas altas, en las que destacan los apologistas. Los martirios anónimos del siglo I
son sustituidos por las numerosas Actas de los Mártires que incluyen incluso detalles de las
condiciones del martirio, el arresto, juicio y muerte.
o El cristianismo empezó a tener influencias helenistas cuando se expandió a los gentiles
griegos, algo especialmente notorio en los alejandrinos.
o Los cristianos de estos dos siglos tuvieron que defender su fe: de las persecuciones, de los
herejes que salían tanto de la iglesia como los que venían de fuera, pero esto le permitió
sentar las bases doctrinales y fortalecerse.
El siglo II empieza con Trajano en el poder (98-117 d. C). Fue uno de los mejores emperadores
romanos, pero durante su mandato muchos martirios cristianos tuvieron lugar. Después de la muerte de
Nerón, su Edicto contra los cristianos seguía vigente, no obstante el Estado romano no perseguía
activamente a los cristianos. En el 111 d.C. Se da el caso en Bitinia (hoy costa norte de Turquía) en el
que a su gobernador Plinio le hacen llegar de forma anónima, una larga lista de cristianos para
acusarlos. La situación en esa ciudad (y en algunas otras) era en extremo favorable para los cristianos,
Plinio dice que los templos paganos estaban abandonados, la carne de los sacrificios no tenía
compradores y el evangelio había llegado hasta los lugares más recónditos. (González, 2003)
Plinio entonces sostiene correspondencia con Trajano para definir cómo debía proceder. En ésta
se establece la política que siguió el Imperio Romano con los cristianos explicada por Lortz (2003) en
las palabras de Plinio:
Hasta ahora he procedido así como aquellos que me eran indicados como cristianos: les
preguntaba si eran cristianos. Si lo confesaban, les hacía dos y tres veces la misma
pregunta, amenazándoles con la muerte. Si continuaban obstinados, les mandaba
ajusticiar. Pues no dudaba en absoluto que, cualesquiera que fuesen sus faltas, se debía
castigarlos por su terquedad e inflexible obstinación. Cuando otros, afectados de la misma
locura, eran ciudadanos romanos, hacía tomar nota de ellos para remitirlos a Roma…
Aquellos, que negaban… y sacrificaban… creía que debía dejarlos libres. (p. 97)
Trajano le responde a Plinio que “si se les acusa y se obstinan, los cristianos deben ser
condenados; si se retractan, se marchan libres. No hay razón de Estado para perseguirles.” Por tanto,
las persecuciones siguientes se caracterizan por procedimientos desiguales e incoherencia en los
motivos alegados. Por lo general, los romanos no perseguían directamente a los cristianos, pero si se les
acusaba y no anónimamente, debían ser probados y en caso de no negar la fe, se les castigaba
mayormente por desobedecer a la autoridad imperial (Obstinación). Los cristianos eran vistos
peligrosamente como insubordinados y rebeldes a la autoridad imperial. (p. 97)
Entre los Mártires durante la época de Trajano están: Simeón, obispo de Jerusalén (107 d. C),
primo del Señor Jesús. Fue crucificado a la edad de 120 años después de ser torturado durante varios
días. Ignacio de Antioquía (30-35 al 110 d. C), obispo de Siria, discípulo de Juan. Fue sentenciado a
morir despedazado por las fieras en Roma por negarse a sacrificar a los dioses del imperio. En una de
las siete cartas que escribió cuando iba al martirio, dijo: “Que las fieras estén ávidas de acometerme; si
no lo están, yo las obligaré. Vengan, Jaurías de fieras; vengan desgarramientos y mutilaciones,
quebranto de huesos y desmembramientos; vengan crueles torturas del diablo; solamente alcance yo a
Cristo”. (Ruiz, D. 1968, s/p)
En los años siguientes, la política de Trajano siguió vigente. En el año 155 d.C. bajo el mandato
del emperador Antonio Pío, Papías (70-155 d.C.) un alumno de Juan, y obispo de Hierápolis, a unos
160 km al este de Éfeso fue martirizado. También Policarpo (69-155 d. C), discípulo de Juan y obispo
de Esmirna fue martirizado en ese periodo. En el estadio de Esmirna, fue quemado vivo en la hoguera.
“Voy a entrar en el año ochenta y seis de mi edad, y siempre aprobé y serví a su nombre,
jamás recibí daño de Él, sino que me salvó siempre; ¿cómo puedo odiar a quien he dado
culto, a quien tuve por bueno, a quien siempre deseé me favoreciera, a mi Emperador, al
Salvador de Salud y gloria, perseguidor de los malos y vengador de los Justos? (Ruiz, D.
1968, p. 272).
En el año 161 asciende al trono imperial Marco Aurelio, un hombre culto e ilustre filósofo.
Durante su mandato desató una férrea persecución contra los cristianos, a quienes acusaba de tercos,
por considerar que una cadena de desastres naturales, epidemias e invasiones que sucedieron en su
reinado era producto de la ira de los dioses por los cristianos. Muchos martirios tuvieron lugar en este
periodo, destacando el del célebre apologeta Justino Mártir (100-165 d.C.), quien junto a sus seis
compañeros, murieron decapitados en Roma y esta fue la sentencia “Que aquellos que no quieren
sacrificar a los dioses y obedecer las órdenes del emperador sean azotados y llevados para ser
decapitados, de acuerdo a las leyes” (Case, 1950, p. 80).
Durante Marco Aurelio también tuvo lugar la persecución a los cristianos en Lyon y Viena
(Galia, hoy Francia) en el año 177. En esta ocasión se trató de un acto local e inesperado, primero se les
tenía prohibido a los cristianos presentarse en lugares públicos, pero luego la plebe empezó a “seguirles
por las calles, insultándoles, golpeándoles y apedreándolos,” acto seguido muchos cristianos fueron
arrestados y llevados a juicio. Se les torturó gravemente, y fueron tantos los encarcelados que muchos
murieron antes de que se les ejecutara. Hubo casos de cristianos que negaron su fe, pero numerosos
sufrieron el martirio. (González, 2003, p. 64)
En el 180 murió Marco Aurelio y lo sucedió Cómodo (180-192), su esposa Marcia fue gran
intercesora por los cristianos por lo que hubo relativa tolerancia. A pesar de esto, hubo varios casos de
martirios (entre ellos los de Scilli en África, docto Apolonio en Roma). En 193 llegó al poder Septimio
Severo (193-211) quien buscó unir a todo sus súbditos bajo el culto al Sol invicto, su política sincretista
religiosa le llevó a prohibir las conversiones y perseguir a las dos religiones antisincretistas: el
cristianismo y el judaísmo.
Durante Septimio Severo fue martirizado Ireneo (200) alumno de Policarpo y de Papías, obispo
de Lión en Galia y también ocurrió el crudo martirio de Perpetua y Felicidad (202). Los emperadores
que siguieron a Septimio, aunque siguieron su política sincretista religiosa no persiguieron
sistemáticamente a los cristianos. Hubo ciertos casos de martirios o incluso breves momentos de
persecución, pero durante casi medio siglo la iglesia tuvo tolerancia y creció grandemente, con
construcción de sencillos templos y cristianos de altas castas sociales. (Lortz, 2003)
La Defensa de la Fe
a) Eran acusados de cometer orgías sexuales e incestuosas; ya que se casaban hermanos con hermanas
y para celebrar el ágape, comían, bebían y al final daban rienda suelta a sus pasiones, según
imaginaba la gente.
b) Se les acusaba de canibalismo al “comer el cuerpo” y “beber la sangre de Cristo”.
c) Según adoraban a un asno crucificado.
d) Se alimentaba desde las esferas cultas de la sociedad romana, el odio contra los cristianos,
considerándolos como gentuza, ignorante, sin educación, rudas y rústicas.
e) Se les acusaba de atentar en contra de la economía y las diversiones, ya que no participaban en las
fiestas del imperio ni compraban la carne sacrificada a los ídolos o a las imágenes de los dioses
paganos.
f) No reconocían la soberanía del césar ni adoraban a su imagen ni a sus dioses, sino que adoraban a
Dios y a Cristo Jesús.
Ante estas acusaciones, los cristianos no podían callar. Fue entonces cuando se levantaron
hombres que presentaron defensa de la fe ante los que les demandaban razón, estos fueron los
apologetas. Los que se detallan a continuación, pertenecen a los primeros cristianos en ejercer esta
tarea, es decir en el siglo II y primeros años del III. En el siglo II están: Cuadrato (a quien se le atribuye
con cierta duda Discurso a Diogneto), Arístides, (Apología, año 138) Atenágoras (Defensa de los
cristianos y Sobre la resurrección de los muertos), Teófilo (Tres libros a Autólico, trata sobre la
doctrina cristiana, interpretación de las escrituras y vida cristiana, año 180), todas las obras fueron
escritas en griego.
No obstante, el más célebre apologeta del siglo II fue Justino Mártir (100-165 d.C.), quien
estaba convencido que el cristianismo era la verdadera filosofía y tenía una escuela cristiana en Roma.
Entre sus obras destaca Diálogo con trifón, una discusión contra un rabino. Defendió la moralidad del
estilo de vida de los cristianos. El cristianismo constituía el camino de la verdad para todos los
hombres: judíos, griegos y romanos. Su discípulo Taciano (110-172 d.C.), también de gran renombre,
compuso Discurso a los griegos y el Diatéssaron (gr. Dia-tessaron: a través de los cuatro), antigua
armonía de los cuatro evangelios. Taciano denunció como pagana la filosofía griega.
A finales del siglo II y principios del III, destacan: la Apología de Tertuliano y el Octavio de
Minucio Félix en lengua latina. Tertuliano sentó las bases de la teología de la iglesia latina. Tal es así
que es llamado: “Padre de la Teología Latina”. En el siglo III, en lengua griega se encuentra al maestro
alejandrino Orígenes con su Refutación contra Celso. Orígenes (185-254 d. C) fue el más importante
escritor, erudito y pensador cristiano de esta época. A pesar de luchar a favor del cristianismo, utilizó el
método alegórico para interpretar las escrituras, causando su caída y gran daño al cristianismo, pues él
leía en el texto cosas que la Biblia jamás intentó expresar. (González, 2003)
A pesar de su aporte en la defensa del evangelio, los apologetas también causaron cierto daño a
la doctrina cristiana; ya que fue a través de ellos que las corrientes filosóficas (sobretodo el
La teología de Justino y otros apologistas contempla que antes de la creación, Dios estaba solo y
que Jesús no existía, sin embargo dentro de él estaba la razón o mente, el Logos. “Cuando Dios quiso
crear el mundo, necesitaba un agente para efectuarlo. Esta necesidad surgía del concepto griego de
que Dios no puede ocuparse de la materia. Por lo tanto engendró otro ser divino para que le creara el
mundo.” Según Justino, fue entonces cuando Dios Padre engendró al Hijo. Como el Logos procede de
Él, no perdió nada. Estos apologistas enseñaban que Jesús era un ser creado, de alta jerarquía porque
creó el mundo, pero a fin de cuentas, era una creatura, a esto se le llama subordinacionismo; porque el
Hijo está subordinado/es secundario/dependiente del Padre y causado por Él. En la Unidad II, el
estudiante comprobará las dificultades que suscitó a la iglesia este tipo de doctrinas. (Boer, 2001, p.
74)
Corrientes Heréticas
Además de las persecuciones, el cristianismo también recibió ataques desde dentro del seno de
la iglesia. Surgieron pensamientos filosóficos y teológicos que atentaban en contra del avance, la
unidad y la pureza de la verdad. En los siguientes párrafos, se detallan las más importantes.
El gnosticismo (gr. Gnosis: conocimiento) (90-170 d. C) era una filosofía pagano-cristiana muy
peligrosa que según Walker (1967) se basaban en el conocimiento, pero no en el sentido común, sino
en una sabiduría mística, sobrenatural, mediante la cual adquirían el verdadero entendimiento del
universo y la salvación del mundo malo material; ya que para ellos solo lo espiritual era bueno. Para ser
salvo, el ser humano “debe librarse de la servidumbre a este mundo visible y sus gobernantes, los
espíritus planetarios… (Mediante) el “conocimiento” (gnosis), una iluminación mística, espiritual, que
pone al iniciado en comunión con el verdadero reino de las realidades espirituales.” (p. 53).
El gnosticismo existía también fuera del cristianismo, solo que había gnósticos que veían en
Cristo a un mensajero celestial que había venido a revelar ese conocimiento secreto mediante el cual se
alcanzaba la salvación. Los gnósticos negaban la humanidad real de Jesús. Él no había venido en carne
sino en apariencia fantasmal, docética. Otros decían que si tenía un cuerpo pero este no era como el de
los seres humanos, sino de una materia espiritual, muchos negaban el nacimiento del Señor. (Cf. 1ª Jn.
1:1-3; 3: 22; 4:2,3). Las doctrinas de los gnósticos llevan el nombre de Docetismo (gr. dokein:
aparentar).
A diferencia de los otros movimientos, los docetas permanecieron dentro de la iglesia, esto se
explica por la falta de claridad en la doctrina de la época según Cesarea (2009): “…los docetas no
constituían una secta diferente, sino que formaban parte de las comunidades cristianas…” Muchos
filósofos cristianos de siglos posteriores (Clemente, Orígenes) se vieron influenciados por esta herejía.
De todas las herejías, el docetismo fue una de las más grandes amenazas para los cristianos del siglo II.
(p. 205)
El Ebionismo (130-135 d. C). Trató de revivir al judaísmo en el cristianismo. Ellos insistían en:
El Montanismo (155 d. C). Fue un movimiento que se dio dentro de la iglesia cristiana.
Montano, su fundador y sus ayudantes Maximila y Priscila, eran de Frigia, Asia Menor, un lugar
reconocido por su paganismo, los sacerdotes de estos cultos tenían estados de éxtasis en los que
“podían ayunar, sufrir dolor, danzar, ver visiones, y profetizar…” Montano había sido uno de esos
sacerdotes paganos pero se convirtió al cristianismo. Aunque pasó poco tiempo antes de que empezara
a mezclar sus viejas prácticas con la nueva fe. (Boer, 2001, p. 43)
Según relata un maestro anónimo de la Iglesia y testigo presencial, Montano en una reunión
había sido “poseído por el Espíritu Santo” en un estado de éxtasis, había empezado a “hablar y a
pronunciar raras palabras, profetizando… contra la costumbre que nos llegó por tradición y sucesión
desde la Iglesia primitiva.” La forma de profetizar de Montano era igual a la de los paganos, y
contraria a la manifestación del don de lenguas que desde los apóstoles se practicaba. (Cesarea, 2009,
p. 178)
Al contrario de los docetas, Montano y sus seguidores fueron expulsados de la Iglesia. Las
consecuencias para esta última se resumen así: Fijación de la máxima autoridad de las Escrituras, para
diferenciar lo correcto del error; desaliento de las profecías y otras manifestaciones espirituales que
contradijeran las Escrituras y las buenas prácticas cristianas; y fijación de la autoridad de los obispos
sobre la disciplina de los laicos. (Boer, 2001, p. 44)
El Monarquianismo. Pablo de Samosata, Obispo de Antioquía, en el tercer cuarto del siglo III,
defendía su herejía centrada en la trinidad. Negaba la deidad de Cristo y la trinidad. Cristo era el Hijo
de Dios por adopción. Llegó a ser divino en el momento de su bautismo. Cristo y el Espíritu Santo no
son dos personas distintas dentro de la trinidad sino sólo dos modos de existencia o dos expresiones de
Dios. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son solo nombres del único Dios verdadero. (Ibid. p. 82).
o Ignacio de Antioquía (30-35 al 107). Fue obispo de Antioquía (Siria) como se mencionó
anteriormente. Destaca por su lucha contra las herejías de los docetas, defendiendo la encarnación
de Cristo y sus sufrimientos en la cruz. (Cesarea, 2009)
o Ireneo de Lión (130-200). Discípulo de Policarpo. Sus obras más famosas fueron: “Contra las
Herejías”, en la que denunciaba abiertamente el gnosticismo, y “La demostración de la fe
apostólica”, donde instruye a la Iglesia sobre doctrina cristiana. Sentó las bases para la teología
sistemática y para el canon del N.T, reconociéndolo a la par del A.T. La preocupación de Ireneo por
la sana doctrina de la iglesia, hace que se le reconozca como defensor de la doctrina tradicional.
(Gonzalez, 2003)
o Tertuliano (aprox. 155-220). Fue un maestro de la iglesia y apologista. Tertuliano era diestro en la
retórica y sus obras tienen un sello legal. Su obra más importante contra las herejías de la época fue
Prescripción contra los herejes. Aunque a la larga Tertuliano se volvió montanista, su fórmula
trinitaria: una substancia y tres personas (Dios, Hijo y Espíritu Santo) expresada en la obra Contra
Práxeas fue su aporte más significativo a la iglesia. (Gonzalez, 2003)
o Clemente de Alejandría (siglo II-203). Fue un filósofo, maestro de intelectuales. Escribió
Exhortación a los paganos, donde apela a Platón y otros análogos. Clemente introdujo el método
alegórico a la iglesia y el neoplatonismo, su fin era “ayudar a quienes buscan las verdades más
profundas”, también fue gran apologeta ante los paganos. (p. 92)
o Orígenes (185-254 d. C). Era discípulo de Clemente de Alejandría, fue un filósofo neoplatonista y
apologista que se enfocó en descubrir los secretos más profundos de Dios y de su creación.
Orígenes al igual que su maestro, practicaba la alegorización. Luchó contra las herejías de Marción
y el Gnosticismo.
Lejos de debilitarla, la Iglesia se fortaleció con los ataques internos. Una de las consecuencias
positivas de éstos fue el reconocimiento oficial de los libros del Canon del Nuevo Testamento. Antes
de Marción no se tenía una lista oficial de los libros del N.T. El Marcionismo forzó a los Padres de la
iglesia a tratar el asunto de la inspiración de la Escritura. No se hizo una reunión formal como concilio
sino que poco a poco se fue formando un consenso dentro de la iglesia. Los primeros que tuvieron
acogida fueron los cuatro evangelios. González (2003) dice al respecto:
Junto a los evangelios, el libro de Hechos y las Epístolas paulinas lograron aceptación
general desde fecha muy temprana. Otros libros, tales como el Apocalipsis, la tercera
Epístola de Juan, y la Epístola de judas, tardaron más tiempo en ser universalmente
aceptados. Pero a finales del siglo segundo la mayor parte del Nuevo Testamento había
venido a formar parte de las Escrituras de todas las iglesias cristianas: los cuatro
Evangelios, Hechos y las epístolas paulinas. (p. 81)
Bruce (1957) acota que solamente hubo ciertas dudas sobre los libros que se ubican al final del
Nuevo Testamento. Orígenes menciona en disputa a Hebreos, 2da de Pedro, 2da y 3era de Juan, Santiago
y Judas, y otros que actualmente son considerados apócrifos como la epístola de Bernabé, el pastor de
Hermas, el Didaché y el Evangelio de los Hebreos. Para el tiempo de Eusebio (265-340) siguen las
mismas dudas con la excepción de Hebreos que ya era aceptado. Después del 367, Atanasio y
Gerónimo y Agustín en Occidente, ya enlistan los 27 libros como canónicos. En Oriente, fue en el año
508 cuando la versión siria de la Biblia incluyó 2da Pedro, 2da y 3ra Juan, Judas y Revelación, además
de los veintidós libros restantes.
El Credo de los Apóstoles: Otra forma que utilizó la iglesia para defender su fe y cohesionar al
pueblo de Dios en torno a un núcleo bíblico y Cristo-céntrico, fue el Credo de los Apóstoles.
Formulado en preguntas es así, de acuerdo a González (2003):
¿Crees en Dios Padre Todopoderoso? ¿Crees en Cristo Jesús, el Hijo de Dios, que nació
del Espíritu Santo y de María la virgen, que fue crucificado bajo Poncio Pilatos y murió y
se levantó de nuevo al tercer día, vivo de entre los muertos y ascendió al cielo y se sentó a
la diestra del Padre y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos? ¿Crees en el Espíritu
Santo, la santa iglesia y la resurrección de la carne? (p. 82)
No hubo al principio obispos en el sentido moderno, sino que hubo un grupo de varios
oficiales que recibían unas veces el título de “obispos” y otras el de “ancianos”. Pero en
todo caso, sea a través de obispos o de otra clase de oficiales, el hecho es que la iglesia del
siglo segundo podía mostrar su conexión con los apóstoles. (p. 118)
Frecuentemente el anciano que había llegado a ser ministro de “tiempo completo”, asumió
la posición de obispo (vigilante) y ejerció autoridad sobre los demás ancianos. Cuando las
iglesias de determinada región crecieron en número y se vieron en la necesidad de
reunirse en Concilio para obtener mutuo consejo y apoyo, un obispo usualmente
sobresalía y gobernaba sobre todas las iglesias de dicha región. (p. 84)
Por un lado, todo esto ayuda a darle legitimidad al liderazgo de las iglesias, pero por el otro, se
crean las condiciones para establecer en el futuro el gobierno episcopal–piramidal, alejándose del
modelo bíblico centrado en la pluralidad pastoral y guiados por el Espíritu Santo. Asimismo, explica
González (2003) que fue en estos tiempos cuando la iglesia cristiana se empezó a llamar católica (gr.
catholikós), no por ser la iglesia universal como erróneamente se ha traducido, sino porque era la
iglesia según el todo:
1. Según Toda la iglesia cristiana y no según lo que un grupo o secta decía, como en el caso de
los grupos heréticos.
La iglesia había gozado un tiempo de relativa paz y tolerancia, hasta que Decio subió al poder
(249-251), él quiso reorganizar el imperio sobre una nueva base religiosa común… se desencadenó la
primera persecución general… el primer intento sistemático, llevado a cabo hasta sus últimas
consecuencias en todo el imperio, de aniquilar el cristianismo.” Esto dio inicio al tiempo en el que las
persecuciones pasaron de ser locales a ser generales. (Lortz, 2003, p. 106)
Algunos cristianos de la época (que nunca habían presenciado una persecución, tras décadas de
tolerancia), sucumbieron ante el imperio, otros compraron mediante trácalas el salvoconducto, pero los
más firmes sufrieron las férreas torturas e incluso el martirio. En el 251 Galo sucedió a Decio, la
persecución entonces se aplacó. Le siguió Valeriano en el 253 y tras relativa paz, estalló de nuevo la
persecución en el 257. Orígenes el gran apologeta fue martirizado bajo su mandato en el 254.
(González, 2003)
Valeriano quiso continuar con las políticas religiosas de Decio, aunque los primeros años no
actuó en pro de ello. Lortz (2003) explica que en esta ocasión, el ataque se dirigió contra los líderes de
la iglesia principalmente: “el clero, las asambleas de la comunidad, los jueces y senadores cristianos.”
Los mártires destacados en este periodo son: Sixto II (258) obispo de Roma, su diácono Lorenzo y
Cipriano de Cártago. En el 260, el emperador Galieno derogó los edictos de persecución y la iglesia
vivió 40 años de paz, en la que se fortaleció aún más y se afianzó en la sociedad. (p. 106).
La última y más terrible de las persecuciones sucedió a finales del siglo III, bajo el emperador
Diocleciano (284-305), quien había organizado su vasto Imperio en una tetrarquía: Dos Augustos:
Diocleciano en Oriente, Maximiano en Occidente, y bajo cada Augusto, un César: Galerio bajo
Diocleciano y Constancio Cloro bajo Maximiano. Al morir un Augusto, era sucedido por su
correspondiente César y así se garantizaba la sucesión pacífica. La persecución empezó probablemente
porque los cristianos que eran soldados del imperio no adoraban a los dioses paganos.
En el 303 se ordenó que todos los edificios cristianos y los libros sagrados fueran destruidos, y
que a los creyentes se les privara de todas sus dignidades y derechos civiles. Los jefes de las iglesias
fueron encarcelados y torturados mientras que a todos se les exigía sacrificar ante los ídolos. Otra vez
se repitió las crueles ejecuciones en contra de los cristianos. A unos les torturaron y les trituraron sus
cabezas. No obstante, al enfermar gravemente Dioclesiano, este abdicó en favor de Galerio (305), quien
obligó bajo amenazas a Maximiano a abdicar también, e hizo que Dioclesiano nombrara como césares
a dos personas adeptos a él. Así quedó el gobierno del imperio: El augusto Galerio con su césar
Maximino Daza y Constancio Cloro con su césar Severo. (González, 2003)
Pero, no contentos con esto, el ejército, que a la sazón ejercía el gobierno civil, se rebeló a favor
de los hijos de Constancio Cloro y Maximiano: Constantino y Majencio respectivamente, en el año
306. El imperio quedó envuelto en gran inestabilidad política y civil, y tras un periodo de guerra que no
es necesario explicar detalladamente en este módulo, Diocleciano apareció para nombrar a otro
Augusto para occidente: Licino (307).
Sin embargo, Galerio murió cinco días después de su edicto. La política diplomática y cautelosa
de Constantino cambió y se lanzó entonces a una campaña militar que le hizo dueño de todo el imperio,
derrotando progresivamente a los demás césares y augustos. Dicho cambio también llega junto a su
conversión al cristianismo en el 312 d.C. Según algunos historiadores de esa época, Constantino tuvo
un sueño, donde recibió la orden de poner un símbolo cristiano sobre el escudo de sus soldados; y
según Eusebio, la visión apareció en las nubes, junto a las palabras escritas en el cielo: “En este signo
vencerás”.
El signo es lo que se conoce como “El Labarum” y consistía en la superposición de dos letras
griegas: X y P. Así comienza el nombre de Cristo en griego: XPISTÓS. Después de esto, Constantino
hace una alianza con Licinio en el Puente de Milvio, donde no se perseguiría más a los cristianos y se
les devolverían sus iglesias, cementerios y otras propiedades confiscadas. Este acuerdo se conoce como
el “Edicto de Milán” (313 d. C). A pesar de que Maximino Daza, siguió persiguiendo a los cristianos; a
la larga, cuando Constantino quedó como el dueño y señor del imperio romano al vencer finalmente a
Licino, la iglesia gozó de absoluta paz (324). (González. 2003)
Unidad II
Del Imperio Romano Cristiano al Renacimiento
Bonifacio VIII
Juan Huss
Mucho se ha discutido hasta qué punto la conversión de Constantino significó una victoria para
el cristianismo y hasta dónde sencillamente el paganismo se sincretizó con él. Sin embargo en esta
etapa será notorio para el lector cómo estos cristianos, que adoraban a quién había sido un carpintero,
cuyos héroes eran los mártires de las castas más bajas (pescadores, esclavos) y considerados por el
Estado romano como criminales, enfrentaron esta situación. González (2003) dice: ¿Permanecerían
firmes a su fe? ¿O resultaría quizá que quienes no se habían dejado amedrentar por las fieras y las
torturas sucumbirían ante las tentaciones de la vida muelle y del prestigio social? (p. 124)
Asimismo la unión del imperio romano bajo Constantino y su apoyo al Cristianismo, permitió
disipar corrientes heréticas en la iglesia en algunas ocasiones, mientras que en otras las alentó. No
obstante gracias a la paz que vivió la iglesia en este periodo, pudo ocuparse de definir gran parte de la
doctrina Cristológica y del entendimiento de la naturaleza de Dios. Por lo que también se conoce a esta
etapa como “la primera gran época de la teología” o la época de los Grandes Gigantes de la Fe;
porque a pesar de las nuevas circunstancias, Dios siempre conserva un remanente de hombres fieles
que predican su Palabra.
La presente etapa culmina con las invasiones bárbaras que desestabilizaron la región, causando
el fin del imperio romano (oriente-occidente) propiamente dicho y el principio del imperio bizantino
(oriente). Tal caída del imperio romano en el occidente propició el distanciamiento de la iglesia en
Roma (occidente) del resto de la Iglesia cristiana (oriente: Alejandría, Antioquía, Jerusalén,
Constantinopla). Dicho distanciamiento fue progresivo y sobre su punto final se hablará más adelante,
en otra etapa.
El imperio que toma Constantino no era igual al que recibió Diocleciano, ya que este último había
impulsado una reforma que le dio nuevas fuerzas al imperio, le permitió repeler a las tribus bárbaras,
fortalecer sus fronteras y elevar la dignidad popular. El gobierno era sumamente militar; pero para
lograr esta hazaña de sobrevivencia, fue necesaria la pérdida de libertades sociales, y el descuido
económico ocasionó grave deterioro, “esta pérdida fue mayor en occidente, donde el imperio dejó de
existir en el año 476. En oriente perduró mil años más hasta la toma de Constantinopla por los
mahometanos en 1453.” (Boer, 2001, p. 67)
Dicho método de Teodosio se empleará de ahora en adelante para convencer a los incrédulos y
condenar a los herejes. La iglesia mientras fue minoría y anduvo en la ilegalidad mantuvo los
principios cristianos de compasión, libertad de conversión y amor al prójimo, aún al enemigo. Pero una
vez hecha de tanto poder, sucumbió en muchos casos ante la tentación de utilizar el recurso de la
violencia para proteger sus doctrinas y/o posición. Pero la descomposición no se limitaba a la iglesia, el
imperio con el pasar de los años se iba desmoronando, al menos en su porción occidental. A
consecuencia de esto, Oriente y Occidente empezaron a tener objetivos y perspectivas diferentes: “A
esto contribuyó poderosamente la oposición eclesiástica entre el Occidente atanasiano y el Oriente
arriano.” (Lotz, 2003, p. 161)
El imperio perdía territorios como producto de las oleadas interminables de pueblos germánicos
paganos (que iniciaron con mayor fuerza a partir del 370), los cuales tenían gran influencia arriana. El
imperio romano se dividió en el 395, Roma la Eterna fue saqueada en el 410 por los visigodos
liderados por Alarico. Los romanos se retiraron de Bretaña y el Rin, además perdieron Las Galias,
España y África. El obispo de Roma León (451) tuvo que hacer frente a Atila y logra salvar la
indefensa ciudad. No obstante, Roma sufre un segundo saqueo en el 455 por Genserico. Finalmente, en
el 476 “el germano Odoacro depone a Rómulo Augústulo, último emperador romano de Occidente.”
(p. 161)
La conversión de Constantino.
Constantino fundó una nueva ciudad en su honor para representar la nueva era que se llamó
Constantinopla o ciudad de Constantino, antigua Bizancio (hoy Estambul, Turquía). La estratégica
posición geográfica de esta fue un gran acierto para el imperio romano, que le permitió sobrevivir mil
años más tras las invasiones bárbaras a occidente. Se dice que Constantino fue a la pequeña ciudad y
buscando emular las viejas leyendas de la fundación de Roma, hizo una faustuosa ceremonia con la
presencia de sacerdotes cristianos y paganos, en la que con la punta de su lanza “trazó sobre la tierra la
ruta que seguiría la nueva muralla.” Los observadores atónitos ante el alcance la misma le preguntaron
cuándo se detendría, a lo que él respondió: “Cuando se detenga quien marcha delante de mí.” Los
cristianos entendieron que se refería a Dios que le marcaba el camino; mientras los paganos pensaron
que hablaba de su genio o del Sol invicto. (González, 2003, p. 134)
No cabe duda que Constantino era un hábil político. Pero como Constantinopla había sido
decretada imprevistamente, se procedió a “saquear” a las otras ciudades para su embellecimiento:
esculturas, pinturas, arcos, etc. Fueron llevados de todo el imperio a esta ciudad, donde se concentró el
lujo y se favoreció ampliamente a sus habitantes. Esto produjo un empobrecimiento de los templos
paganos y de sus sacerdotes, e indirectamente el paganismo propiamente dicho era debilitado.
El mayor exponente de la Teología Oficial, porque sus escritos han llegado a la actualidad, es
Eusebio, el obispo de Cesarea (Palestina). Él había recibido amplia instrucción filosófica en la escuela
de un discípulo de Orígenes, también había experimentado en carne propia las persecuciones durante
2. La respuesta separatista
Muchos cristianos no estaban de acuerdo con la nueva facilidad que implicaba la vida cristiana.
Recuerde el lector que hasta el momento, los cristianos se entregan fervorosamente a sufrir el martirio,
el cual consideraban un gran honor; así fue como se vivió el cristianismo por casi 300 años. Estos
cristianos que predicaban la separación del mundo y los sufrimientos por su Señor, no veían con
Cisma: Donatismo
En Cartago (África) las últimas persecuciones habían sido especialmente cruentas, por tanto se
había producido un gran número de apóstatas. En tiempos anteriores, los confesores se habían mostrado
interesados en restaurar con mansedumbre a los que le habían fallado al Señor. Pero ahora, los nuevos
confesores que habían sobrevivido a Diocleciano, Galerio y sus adeptos, tomaron una actitud rígida. La
razón de su postura se debe a que, en tiempos anteriores, los cristianos que negaban al Señor siempre
podían volver a tener una oportunidad de enfrentar con valor y lealtad el martirio o las torturas. Pero
ahora esa posibilidad se había disipado con Constantino. Otros autores destacan tildes sociales en este
cisma, porque a pesar de que los cristianos fuesen ricos o pobres, anteriormente se veían unidos por las
persecuciones y los sufrimientos comunes; pero ahora los ricos gozaban de mayor reconocimiento y los
pobres lo eran más.
El cisma estalló con la imposición del obispo Ceciliano en Cartago, ya que según algunos
cristianos uno de los que lo consagraron había entregado los libros cristianos para ser destruidos en la
última persecución, es decir era un traditor o entregador. La acusación era falsa, muchos otros obispos
intervinieron a favor de Ceciliano. Pero lo que resalta en esta ocasión es la intervención de Constantino,
quien reivindica a Ceciliano. Al final, la iglesia se dividió y los donatistas (llamados así por su líder
Donato) tomaron un rumbo distinto. (González, 2003)
Monaquismo
La región del norte de África en tiempos antiguos era el epicentro del cristianismo en occidente:
Cartago y Alejandría representaban importantes ciudades con afluencia filosófica y económica, y que
también habían dado a la iglesia grandes obispos, apologetas y maestros. Como se mencionó
anteriormente, las persecuciones habían sido muy duras en esta zona. Durante esos difíciles momentos,
muchos cristianos se refugiaban en el desierto de la Tebaida (Egipto) y aún finaliza ésta, se quedaban
allí. Este es el antecedente del monaquismo. Lotz (2003) explica: el monacato es la continuación,
circunscrita a un lugar, de la primitiva idea cristiana de la huida del mundo.” (p. 227)
El monaquismo fue sencillamente fue una respuesta de los abnegados cristianos a la corrupción
moral, económica y espiritual de la iglesia, lo cual tildaban de apostasía. En este movimiento destacan
dos clases de influencia:
Cristiana: Los célibes son testimonio del Reino que ha de venir, ya que no se casan ni se
dan en casamiento. Muchos cristianos importantes habían practicado el celibato, y el
mismo Señor Jesús hablo de los eunucos.
Pagana: Por otra parte, es notable que el monaquismo se dio en estas zonas con gran
influencia filosófica griega, para quienes el cuerpo era el causante del pecado. El
Dos personas destacan como los primeros en adoptar este estilo de vida ascética: Antonio y
Pablo el Ermitaño. Hay controversia respecto a quien fue primero pero los primeros documentos que
existen al respecto narran sus vidas y su monaquismo fue anacoreta (solitario). El primero en mostrar el
monaquismo de tipo comunitario (cenobita) fue Pacomio, quien estableció el primer convento, el cual
basó en la obediencia, la oración en todo momento, el servicio mutuo y un estilo de vida precario. El
monaquismo empezó en Oriente (Egipto) y desde esa zona se expandió a Occidente en épocas
posteriores. La respuesta monástica no fue un hecho aislado, de hecho se le considera un éxodo.
(González, 2003)
3. La respuesta intelectual
Sin embargo, en los siglos IV al VIII la persona del Señor Jesús fue el tema central de
prolongados y acalorados debates teológicos, que no siempre tenían puramente una intención espiritual.
Es aquí cuando se empiezan a notar las ganas de sobresalir de una iglesia sobre la otra y otras
cuestiones secundarias. Durante el tiempo de persecuciones, la iglesia había mantenido su cohesión
debido a que se enfrentaba a un enemigo poderoso como el estado romano y en su unión había fuerza.
Asimismo, las controversias que se habían suscitado siempre pasaban a segundo plano debido a lo que
la inmediatez requería. (Resguardarse, defender la fe del paganismo y del estado)
Por tanto, las controversias en esos tiempos eran pocas y se debatían entre los cristianos sin
intervención externa; se caracterizaban porque el debate se centraba en la fuerza de los argumentos
bíblicos. De esta forma, todo lo que contradijese a lo enseñado por el Señor Jesús y los apóstoles era
rechazado. Pero las nuevas condiciones trajeron cambios, debido principalmente a tres aspectos:
La iglesia tuvo mayor libertad y tiempo para debatir, porque no había el peligro latente del
martirio. Además como demasiados paganos quisieron adoptar la nueva religión del emperador,
se hacía muy difícil discipularlos adecuadamente antes de bautizarlos e incorporarlos a la
iglesia, como se hacían en tiempos anteriores.
La cultura de los cristianos en los territorios de influencia griega, que disfrutaban de meditar
problemas difíciles, y la filtración de muchas corrientes (como el neoplatonismo) y prácticas
Estudios Teológicos Formales 34
IBLD. Historia Eclesiástica
paganas (como las que se mencionan en la repuesta pagana). Boer (2001) explica tres grandes
causas de la preocupación en cuanto a la persona de Jesús, a continuación:
La propagación del evangelio entre los gentiles trajo a muchos griegos al seno de la
iglesia. La mente culta del griego era sumamente estudiosa e intelectual. Gustaba de
meditar problemas difíciles de teología y filosofía.
La filosofía hacia una clara distinción entre lo espiritual y lo material. Al hacerse
cristianos, los griegos no siempre dejaban su manera de pensar. Para los griegos, la
creación del mundo y la encarnación del Hijo de Dios constituían grandes problemas
religiosos e intelectuales: ¿Cómo podía Dios (puramente espíritu) haber creado el mundo
(materia) y luego hacerse hombre (materia y espíritu)?
El Antiguo Testamento es estrictamente monoteísta. Si Cristo es Dios mismo, ¿cuál es su
relación con Dios el Creador, el Dios de Israel? (p. 73)
Constantino consideraba que la iglesia era el cemento del imperio y para él su división
amenazaba la unidad del mismo, por tanto el debate ya no se centró en los argumentos de la fe,
sino que Constantino y sus sucesores buscaron aplastar a los que ellos creían equivocados. En
cierta ocasión cuando el hijo de Constantino, Constancio quedó emperador promovió el
arrianismo y buscó condenar a Atanasio, de quien se hablará más adelante. Los obispos se
negaron a esto porque “… los cánones de la iglesia prohibían que se condenara a alguien sin
darle oportunidad de defenderse. A esto respondió indignado el emperador: “Mi voluntad
también es un canon de la iglesia.” (González, 2003, p. 189)
Por lo descrito anteriormente, la controversia arriana respecto al asunto trinitario tuvo lugar en
Alejandría (África), el centro de la cultura helenista. Arrio era un presbítero del mencionado lugar que
al escuchar un sermón sobre la divinidad de Cristo (especialmente sobre cómo el cristiano cree en un
solo Dios y acepta que Cristo es Dios) dado por el obispo Alejandro (año 318), tuvo una fuerte
discusión con el obispo. Arrio creía que solo Dios Padre es divino, y que Jesús no podía ser igual a
Dios porque al ser su Hijo, se entendía que Cristo tuvo un comienzo, “es decir hubo un momento
cuando Cristo no existió.” (Deiros, 1980, p. 44)
Siguiendo la creencia pagana de los semidioses, Arrio creyó que sería más fácil comprender la
fe cristiana si enseñaba que Dios es uno y único, y que Cristo no es Dios ni hombre sino un intermedio
de éstos, similar a un semi-dios. Por obvias razones, Arrio fue excomulgado pero la iglesia se dividió
porque su enseñanza se difundió rápidamente. En el 324, Constantino no quería se quebrantara la
unidad de la iglesia y de su imperio, así que intervino. Primero envió como conciliador a Osio, obispo
de Córdoba, pero al éste fracasar el mismo obispo le sugirió que convocara un concilio general. Así lo
hizo Constantino y dicho concilio se reunió en Nicea en el año 325.
Hubo momentos en los que parecía que los arrianos vencerían; anteriormente se ha referido
como Constancio, hijo de Constantino, promovió el arrianismo (353) hasta obligar a muchos obispos a
firmar una condenación contra Atanasio, los que se negaron fueron desterrados. Atanasio varios sufrió
exilios por defender la causa nicena y su posición tuvo gran éxito en occidente. La pausa al
intervencionismo en los asuntos de la iglesia que hubo con Juliano el apóstata (ver más adelante),
permitió que Atanasio pudiera volver del exilio y emprender una campaña conciliatoria con las iglesias
orientales. A partir del sínodo de Alejandría (año 362), Atanasio fue logrando un acuerdo teológico
entre las iglesias que culminó en la ratificación del Credo de Nicea en el concilio de Constantinopla del
381. Atanasio no vivió para ver el fin de su causa, murió pastoreando su iglesia en el 373. (González,
2003)
La Controversia Pelagiana.
Según Boer (2001), Pelagio fue un notable monje inglés de gran influencia, que se estableció en
Roma por el año 383, sus enseñanzas forman parte de las más grandes herejías de la época primitiva.
“Pelagio enseñaba que el hombre tiene capacidad en sí mismo para alcanzar la perfección” si se lo
propone decididamente, y no necesita que Dios intervenga para ello. Por tanto, el pecado debe
considerarse como un hecho aislado y rechazando así el pecado original o la naturaleza pecaminosa
transmitida desde Adán. Su doctrina tuvo gran acogida en África impulsada por Celestio. En Palestina,
Jerónimo se encargó de combatirla y Agustín de Hipona la hizo su causa. Esta doctrina fue condenada
en los Concilios de Cartago y de Éfeso (431). (p. 147)
Además, Deiros (1980) explica que Pelagio rechazaba el concepto de gracia expuesto por el
Apóstol Pablo, ya que según él es la iluminación de la razón del hombre lo que le permite conocer la
voluntad de Dios. De esta forma, el hombre en su propio poder puede escoger y actuar en pro de eso.
Consideraba la gracia como algo innecesario, y veía la muerte no como una consecuencia de la caída
del hombre sino como una necesidad del organismo. (p.46)
El resultado de estos concilios se refleja en los credos que todavía se utilizan como marco
referencial en la teología de la trinidad y la Cristología y que Atanasio resumió así: “Adoramos un solo
Dios en la trinidad, y la trinidad en la unidad; sin confundir las personas; ni dividir la sustancia.”
También se desviaron en cuanto a otros aspectos doctrinales, como declarar a María la madre de Dios,
sentando las bases para que en los siglos posteriores se estableciera una idolatría en torno a este ser
escogido por él para su gloria.
4. La Respuesta Pagana
El Paganismo también tuvo que adaptarse a la nueva era que se estableció con la “conversión de
Constantino.” Se observan dos formas de responder: primero se encuentra el acostumbrado sincretismo
religioso y la segunda es una respuesta de “ataque” algo tardío. Ambas se amplían a continuación:
Juliano el apóstata: Juliano llegó a ser emperador romano del 361 al 363. Lotz (2003) explica
que “… la brutalidad homicida que empaña la imagen de Constantino el grande fue heredada
por sus tres hijos.” Los hijos de Constantino se dividieron el imperio y para asegurar la
sucesión pacifica al trono, mataron a todos sus familiares varones a excepción de sus primos
Galo y su hermano Juliano (de 6 años). Al final, también asesinaron a Galo y a Juliano siempre
le tuvieron relegado del gobierno. Juliano creció con un odio hacia sus primos “cristianos” que
asesinaron a su padre, su hermano y otros parientes. (p. 171)
Cuando murió el último hijo de Constantino, Constancio, Juliano ya fungía como césar y quedó
con el poder del imperio. Juliano era erudito en las letras clásicas, sus inclinaciones y
apasionados estudios de la filosofía le unían estrechamente al paganismo. Al quedar emperador,
Juliano buscó reavivar el viejo culto romano, promoviendo una reforma pagana que le
incorporó ciertos matices cristianos como la jerarquía y las obras caritativas. Juliano hizo
grandes sacrificios masivos, pero el pueblo no respondió favorablemente, algunos se burlaban
incluso mientras participaban de los mismos.
Juliano sabía que si quería reavivar el paganismo, debía vencer a su rival: el cristianismo. Pero
además sabía que una persecución, cuando el cristianismo tenía tanto empuje, no era una
opción. Por tanto, Juliano buscó debilitarlo, quitándole los privilegios que poseía, prohibiéndole
a los cristianos enseñar letras clásicas, ridiculizándolos de muchas formas: los llamaba “los
galileos”, escribió una obra refutando y burlándose de las Escrituras y particularmente las
enseñanzas de Jesús “el galileo”. Al final, Juliano se dispuso reconstruir el Templo de Jerusalén
para demostrar que su destrucción no había sido el cumplimiento de las profecías,
especialmente de la de Jesús. En todo esto se encontraba cuando la muerte le sorprendió, en una
batalla contra los persas. (González, 2003)
El tiempo que transcurrió entre el año 312 al 476 d. C, se ha catalogado como la “Edad de Oro”
de los Padres de la Iglesia y de los grandes predicadores. Vale la pena mencionar algunos de ellos:
1. Eusebio de Cesarea (263-339 D.C). Escribió una “Historia Eclesiástica” desde los tiempos
apostólicos hasta 324 d.C.
2. Atanasio de Alejandria (296-373 D.C). Desarrolló la doctrina ortodoxa de la trinidad.
La Edad Media Cristiana es conocida como la “Edad del Obscurantismo” o la “Era de las
Tinieblas”, por ser un tiempo de ignorancia, hambre, pestilencias, corrupción moral y de hierro y
plomo. Esta convulsa etapa destaca no solo por las invasiones de los pueblos bárbaros, sino que la
aparición de Mahoma, el surgimiento del Islam y las campañas militares que esto impulsó, también
modificó la configuración del mundo antiguo, y estos cambios se observan hasta la actualidad. Esta
etapa de constantes transiciones, oscurantismo, guerras e inestabilidad, se divide en cuatro eras:
A. La Era de la Iglesia Medieval.
B. La Era del Sacro Imperio Romano.
C. La Era de las Cruzadas.
D. La Era del Renacimiento y Surgimiento de las Naciones.
Las invasiones de los pueblos bárbaros (lit. inculto, extraño o extranjero), precipitaron estas
condiciones para el territorio que ocupó el antiguo imperio romano. La Señora del mundo, conocida
Muchos países o provincias europeas llevan hoy nombres derivados de tribus germanas:
Francia, de los francos; Inglaterra, por los anglos; Dinamarca, por los daneses; Suecia, de
los suerks; Lombardía, en Italia, de los lombardos; Borgoña, en Francia, de los
burgundios; Sajonia, en Alemania, de los sajones; y Frisa, en Holanda y Alemania, de los
frisios. (p. 82)
Los bárbaros no eran personas del todo incultas, pero no hablaban griego ni latín; sus conceptos
morales y del cumplimiento del deber eran notables aún para los romanos. Sin embargo, la forma como
se desarrolló su incursión en Europa: desordenada, progresiva, cruenta; generó un caos también
progresivo. El imperio no cayó en conjunto sino que al pasar de los siglos se fue desmoronando,
produciendo un ambiente oscuro, de descomposición social, moral, cultural, económica y religiosa, que
caracterizó a la Edad Media. Las costumbres y el orden se debilitaron, los habitantes quedaron
sumergidos en la extrema pobreza, trayendo el referido decaimiento general. Las invasiones bárbaras
finalizaron en el 568 cuando los longobardos aparecen en la Italia septentrional. Lotz (2003) explica el
panorama de la época durante todo el tiempo que duraron:
A los romanos, habituados al orden unitario del imperio, aquellas masas de bárbaros que
irrumpían en tropel les parecieron, y no sin razón, huestes de devastadores sin medida. En
las ciudades conquistadas del Rhin y de la Galia meridional los saqueos fueron continuos;
los muertos se amontonaban a millares, incluso el asilo en las iglesias no siempre servía de
protección. Las deportaciones y el mercado de esclavos, donde se vendían los prisioneros
en pública subasta, estaban a la orden del día. La lucha destructora se desplazó desde las
fronteras hacia el interior del imperio. (p. 233)
La doctrina de la iglesia también peligraba, los nuevos señores de occidente, los germanos, eran
arrianos; porque el evangelio les llegó en esta forma tergiversada. El entendimiento entre ellos y la
iglesia nativa occidental era precario y una colaboración entre ambos fue imposible en sus inicios.
Asimismo, destaca el rol de los obispos de Roma o papas en estos años de desorden, anarquía y caos.
Los privilegios que les había concedido el imperio romano, los habían elevado a posiciones de
autoridad civil que perduraron después de los bárbaros. Lotz (2003) dice al respecto de los obispos:
Habían trabado relaciones muy estrechas con el Estado y, en particular, se habían convertido en
Esta primera Era es también llamada la Época de los merovingios, debido a la influencia de los
francos bajo el liderazgo de esta casa. Planeta (2006) explica que en la Galia, los francos salios y
ripuarios, unidos por Clodoveo (482-511), lograron destruir en el 486 el reino creado por el romano
Siagrio e instauraron a fines del siglo V un reino franco que, regido por la familia merovingia vencería
a los visigodos de Tolosa (507) e incorporaría gran parte de sus territorios en el norte de los Pirineos.
Posteriormente, se agregarían a su reino el de los burgundios (524 y 534). (p. 16)
No obstante, estas victorias no vinieron de balde, los historiadores coinciden en que la destreza
en el campo militar junto a la adopción del catolicismo como fe en contraposición al paganismo
originario, les concedieron el triunfo. La iglesia católica romana, desprotegida y acorralada entre el
imperio bizantino y los godos establecidos en Italia, vio en los merovingios una oportunidad de
recuperar su independencia. Lotz (2003) dice: “Su rey, el cruel, ambicioso y ferocísimo Clodoveo, ya
se había hecho bautizar en Reims por san Remigio junto con los grandes de su reino en un día de
Navidad, hacia el año 496 (sólo veinte años después de la caída del último emperador romano, el año
476).” Gracias a que su esposa Clotilde, era una cristiana de Burgundia. (p. 236)
También destacan las campañas del emperador de Constantinopla Justiniano (527-565) con que
combatió a los ostrogodos en Italia y a los vándalos en el norte de África, logrando recuperar cierta
unidad territorial no perdurable a su muerte. Su fortaleza le permitió convocar uno de los concilios de
la iglesia en esta etapa para defender la naturaleza de Cristo. Los grandes guardianes culturales y
religiones en Occidente fueron los monjes, en sus monasterios se lograron resguardar manuscritos y
códices. Asimismo su labor orientada a los más desamparados contrastaba con la creciente posición de
los obispos o papas y el resto de la jerarquía eclesial, ahora preocupada por sobrevivir y mantener el
poder en su mano.
Sin embargo, la iglesia del occidente desarrolló un trabajo misionero hacia otras naciones:
Inglaterra, Alemania, Holanda, Irlanda, Escocia, Francia, Suiza y el norte de Italia, y España. Destacan
las misiones: céltica, hecho por Columba llamado el apóstol de Escocia (563), y romana, ordenada por
el obispo de Roma, Gregorio el Grande y ejecutada por Agustín y sus 40 monjes en Gran Bretaña. El
trabajo misionero fue promovido en gran parte por el reino de los francos. Mientras que la iglesia del
oriente, se enfocó en resistir a los invasores musulmanes y poco trabajo misionero. Estas iglesias
fueron prácticamente debilitadas por el Islamismo y aun la tierra santa, Jerusalén, quedó en manos de
los musulmanes.
El Monaquismo.
Como se mencionó anteriormente, esta era está marcada por el despertar del monaquismo
europeo, más sobrio y menos extremista que su igual oriental. En este periodo destaca Benito de Nursia
(480-542 d. C), quien dio inicio a estas órdenes monacales europeas: la orden de los Benedictinos.
Benito creía que “la vida monástica no consistía en destruir el cuerpo, sino en hacerlo apto
La labor de los tales se puede condensar en las siguientes líneas: los monjes benedictinos, en su
dedicación a la agricultura, sembraron campos que habían quedado abandonados,… talaron
bosques… y de mil maneras le dieron cierta medida de estabilidad a un continente constantemente
sacudido por guerras y rumores de guerras.” Asimismo, los monasterios constituyeron las escuelas de
la Europa occidental, y los monjes, los maestros de un continente. El monasterio de Benito, llamado
Monte Casino, fue una respuesta al legalismo y la corrupción moral de la iglesia católica. Por lo que la
población lo acogió y su regla se difundió por toda Europa Occidental. El Monasterio de Monte Casino
perduró hasta la década de 1940. (p. 71-72)
El Papado.
El uso del término papa no es consonante con el uso que adquirió en Occidente, donde se utiliza
exclusivamente para referirse al obispo de Roma. Este término que significa papá, “se le aplicaba a
cualquier obispo distinguido, sin importar para nada si era o no obispo de Roma.” En consonancia
con esto, existen documentos antiguos que dan fe por ejemplo del papa Cipriano de Cartago o el papa
Atanasio de Alejandría. No obstante, lo relevante en este módulo es vislumbrar como el obispo de
Roma llegó a poseer la autoridad que ha ejercido desde la Edad Media. (González, 2003, p. 273)
A pesar de la postura de los católicos romanos de considerar que Pedro fue obispo de Roma o
que sucedió su autoridad al mismo, los datos históricos no concuerdan. De hecho ni siquiera se puede
establecer una línea sucesiva de los obispos de Roma en los primeros siglos que tenga valor fidedigno.
Muchos historiadores han propuesto la posibilidad bien documentada de que en un principio no
existiera un líder único sino que la autoridad recayera en un cuerpo de ancianos.
Asimismo, es importante resaltar que en los primeros años de la iglesia, “el centro numérico del
cristianismo estuvo en el Oriente, y por tanto los obispos de ciudades tales como Antioquía y
Alejandría tenían mucha más importancia que el obispo de Roma.” Aun en el Occidente latino, las
figuras de renombre en el cristianismo se ubicaban en África como es el caso de Tertuliano, Cipriano y
Agustín de Hipona. Pero al imperio hacerse cristiano, la iglesia en su capital Roma adquirió
importancia; debido a que la iglesia empezó a organizarse de acuerdo a los patrones que el Estado
trazaba. (González, 2003, p. 273-274)
De esta forma, la jurisdicción eclesiástica se mezcló con la política, y la iglesia pasó a estar
dividida en cinco patriarcados: Roma, Constantinopla, Jerusalén, Antioquía y Alejandría. Con las
invasiones bárbaras, la iglesia occidental tomó un curso diferente a la oriental, debido principalmente a
que en el Oriente, el imperio siguió existiendo y la iglesia seguía supeditada a él; pero en el Occidente,
el imperio desapareció y el ambiente de destrucción, desidia y anarquía de los primeros siglos, impulsó
El primer papa propiamente dicho fue León el Grande, que afianzó su autoridad eclesiástica en
los Concilios la época, su legado teológico a la iglesia fue la Epístola dogmática que sirvió de base
para la definición de fe de Calcedonia (451). También destaca su rol en el orden político de tipo
defensor y diplomático de la indefensa ciudad de Roma ante los hunos de Atila y después ante los
vándalos de Genserico. Para León su autoridad venía de la tergiversación de Mateo 16:18; ya que este
interpretaba que Pedro era la piedra sobre la cual Cristo edificaría su iglesia y como según él, el apóstol
fue obispo de Roma:
… la autoridad del papa no se debe sencillamente a que Roma sea la antigua capital del
Imperio, ni a que no haya ahora en todo el Occidente quien pueda dirigir los destinos de la
sociedad, (como de hecho ocurría) sino que es parte del plan de Dios, y ha de subsistir por
siempre, pues las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. (González, 2003, p. 275)
Gregorio I (590-604), obispo de Roma, es conocido por ser el fundador del poder temporal del
papado, ya que se vio obligado a ejercer el poder político y civil. De la indefensa ciudad, abandonada
prácticamente a su suerte por el emperador de Constantinopla, ante la amenaza de las invasiones de
lombardos, y con una terrible epidemia, Gregorio se hizo cargo al ver que nadie vendría a defenderles.
Él convocó a una procesión de penitencia para pedir a Dios que la plaga cesara y así ocurrió, organizó
eficazmente la distribución de alimentos a los necesitados, supervisó los envíos de granos para asegurar
las provisiones, negoció con los lombardos, etc. González (2003) dice: “Aunque el gobierno de la
ciudad de Roma no le pertenecía, Gregorio se vio obligado a ejercerlo… esto junto a la decadencia del
poder imperial en Italia, hizo que a la larga los sucesores de Gregorio quedaran como dueños y
gobernantes de la ciudad de Roma y sus alrededores.” (p. 280)
Sus creencias son el origen de muchas herejías en la Iglesia Católica Romana. Gregorio era
monje antes que papa, tal vez por eso relegó las doctrinas aceptadas por la iglesia y defendidas por
Agustín en la etapa anterior de la gracia irresistible y la predestinación, en cambio dedicó su atención a
la cuestión de cómo hemos de ofrecerle a Dios satisfacción por los pecados cometidos… es decir, a
través de las penitencias (contrición, confesión y pena o castigo). Las condiciones políticas
(disminuación del poder del emperador de Bizancio sobre occidente) económicas, sociales, sanitarias (a
causa de los bárbaros), religiosas (los cismas monofisitas), etc. que se suscitaron en su época,
impulsaron la futura posición e independencia de los obispos de Roma, que con el pasar del tiempo se
fueron creciendo cada vez más en orgullo y poder, y pasaron a cometer atropellos contra el pueblo al
que en un inicio, sirvieron. (Vea la monografía sobre el origen del papado). (p. 94)
Mahoma y el Islam.
A principios del siglo VII, Europa parecía estar llegando a un punto de quietud y estabilidad
después del caos que precipitaron las invasiones bárbaras: los invasores arrianos ahora eran católicos,
los francos que llegaron siendo paganos y abrazaron el catolicismo, estaban estableciendo su
hegemonía en las Galias, las misiones cristianas de las Islas Británicas estaban dando frutos, en Italia,
Gregorio el Grande ocupaba el obispado con gran decisión, el imperio bizantino aún disfrutaba de las
conquistas de Justiniano; pero ahora una amenaza inesperada surgía desde un lugar olvidado por el
mundo: el Islam.
Mahoma nació en la ciudad de Meca, Arabia, huérfano de ambos padres, fue criado por su tío.
Su vida transcurrió de forma normal hasta sus 40 años, en el 610, cuando inició su carrera religiosa.
Mahoma tuvo varios contactos con el judaísmo y cristianismo en su tierra, y según cuenta la leyenda
musulmana, al encontrarse en una montaña cerca de Meca se le apareció el ángel Gabriel ordenándole
que anunciara el mensaje del Verdadero y Único Dios. Al principio su predicación fue tímida, y
proclamaba que no se trataba de una nueva religión sino de la continuación de la revelación de Dios a
los profetas del Antiguo Testamento y de Jesús, quien no era un ser divino sino un gran profeta al que
se le debía obediencia.
Su mensaje trajo oposición, y en el 622 Mahoma se refugió en un oasis cercano conocido como
Medina (los musulmanes cuentan los años a partir de esa fecha). En este lugar se estableció la primera
ciudad con la organización civil, religiosa y política instituida por Mahoma, a la larga él y los suyos
tomaron Meca en el 630. A esto siguió un proceso de conversión de Arabia a sus enseñanzas. Mahoma
murió en el 632, pero sus sucesores, los Califas llevaron a cabo una campaña militar en el nombre de
Dios, pues para ellos era necesario difundir las enseñanzas del Corán y castigar a los infieles.
Los Concilios.
La Controversia estalla cuando el emperador León III derriba una estatua de Cristo venerada en
Constantinopla, a lo que siguieron una lista de decretos imperiales contra las imágenes. Su sucesor,
Constantino V (741-775), en el 754 convoca un concilio que prohíbe el uso de las imágenes en el culto
y condena a sus defensores, dando origen a dos partidos: los Iconoclastas, los que destruían las
imágenes; y los Iconodulos, los que las adoraban.
Entre las causas secundarias de León III, destaca el hecho que los musulmanes acusaban a los
cristianos de la iglesia oriental de adorar pinturas, estatuas e imágenes (íconos) en la iglesia. El
conflicto duró muchos años, a la larga la emperatriz Irene en el concilio de Nicea del 787, restaura el
uso de las imágenes y establece que éstas no son merecedoras de adoración sino de veneración. De esta
forma, la idolatría estaba entrando de una manera sutil e inofensiva, tanto en la iglesia oriental como en
la occidental. El conflicto afectó mayormente a Oriente, porque en Occidente nunca se dejaron de
utilizar. (González, 2003)
El cambio en la autoridad de la iglesia de Roma en el año 800: Hasta hace unas pocas
generaciones, la elección de un papa carecía de validez si no era ratificada por el emperador de
Constantinopla. Pero ahora, un papa osaba coronar a un rey como emperador sin consultar a nadie, y
como resultado de este hecho, había nuevamente un emperador en Occidente. Roma se independizaba
del imperio de oriente, y la Cristiandad occidental había nacido. (Gonzalez, 2003, p. 288)
La Coronación de Carlomagno por León III como Emperador del Sacro Imperio Romano,
cambiaría el curso de la historia de Europa. Carlomagno destaca por sus habilidades militares que le
consiguieron duplicar el territorio recibido de su padre, por ser un hábil organizador, ya que manejó
firmemente el estado y la iglesia cristiana; y por impulsar la cultura de la nación, contribuyendo a su
educación, aunque apenas sabía leer y no sabía escribir. Su política religiosa utilizó cruda violencia
para convertir a los pueblos conquistados, especialmente los sajones y frisones al noreste de su
imperio.
Sin embargo, esta alianza traería en el futuro una pugna constante entre el Papa y el Rey en el
plano político. ¿Quién tenía el poder político, el Papa o el Rey? Gracias a la política de exaltación del
papado, su accionar independiente y como el único gobernante de Roma y sus alrededores, el Papa era
visto en Europa como “el único poder romano unificador y como el representante de la única
autoridad central: La Santa Iglesia Romana.” La cumbre de tales premisas llegan con Nicolás I (858-
867), quien consumó al papado como la cabeza de la cristiandad, entendiendo esta última no como los
creyentes fieles que hoy conforman la iglesia, sino como “… todos los territorios donde la iglesia tenía
poder. Su lema era: “Aquello que el papa ha decidido debe ser observado por todos.”” La falta de un
gobernante secular poderoso, le permitió a Nicolás I establecer el dominio de la Iglesia ahora mal
llamada católica. (Deiros, 1980, p. 64)
Desde el año 800 empezó un nuevo proceso de invasión sobre Europa de los pueblos
normandos de Escandinavia. Las zonas costeras del Mar del Norte y cercanas a los ríos navegables del
noreste, fueron afectadas por los piratas invasores que causaron graves estragos especialmente en las
iglesias y monasterios ricamente dotados y sin defensa militar. En el 994 se produjo una nueva invasión
liderada por el pirata Olaf Trygveson de Noruega, pero tras un encuentro epifánico con un monje, el
pirata se convirtió y volvió a su país al año siguiente como el primer rey cristiano. Trygveson promovió
el cristianismo en todo su reino (Islas del Mar del Norte) con la ayuda de monjes ingleses, además
colocó sus armas al “servicio” del cristianismo.
El cristianismo se extendió desde Alemania en dirección al este hasta alcanzar toda Europa
central. A partir del año 800 los avaros abrazaron la fe, y les siguieron en las próximas décadas los
grupos eslavos: croatas, eslovanos y checos. En el 1000 el cristianismo penetra en Polonia y Hungría,
en esta última con la conversión de su rey Esteban. Dinamarca también se unió a la lista de países
cristianos, cuando el Rey Canuto de Inglaterra asumió el reinado en 1019. Finalmente los suecos
aceptaron el cristianismo tras un siglo de evangelización de los monjes ingleses (desde el año 1000).
Estos pueblos se añadieron a la jurisdicción de la iglesia católica de Roma.
Por otra parte, la iglesia de Constantinopla (a la que se puede referir también como oriental u
ortodoxa griega de ahora en adelante) en el 862 envió a los misioneros Constancio y Metodio a los
pueblos eslavos orientales (Moravia) a petición de su rey Ratislao. La labor misionera fue sumamente
fructífera; ellos incluso inventaron un alfabeto, porque el eslavo no tenía escritura, para traducir la
Biblia a su idioma. En el 870, se añadió Bulgaria a la jurisdicción de la iglesia de Constantinopla
cuando su rey Boris se convirtió.
Los cristianos griegos ganaron casi todas las naciones eslavas porque respetaron su cultura. De
todos estos pueblos, la adición más importante la representan los eslavos del este. En el 950 ya se
contaban cristianos en Kiev (hoy Ucrania, pero en este tiempo parte de Rusia), la reina Olga de Rusia
se bautizó en Constantinopla en el 957, sus esfuerzos por establecer el cristianismo no fructificaron, y
fue su nieto Vladimir, quien logró que el cristianismo echara profundas raíces en el país, cuando en el
987 acepta el cristianismo al casarse con Ana, hermana del emperador griego. (Deiros, 1980)
La Estructura Feudal.
Los sucesores de Carlomagno no heredaron sus habilidades políticas y el imperio empezó a
decaer. La estructura política del Sacro Imperio fue progresivamente desplazada por el sistema feudal,
característico de la Edad Media. El poder secular ya no se centraba en una autoridad sino en gobiernos
locales en manos de nobles; esto debido a que los monarcas francos concedían tierras a sus jefes
militares destacados. La Iglesia occidental se transformó en una poderosa entidad feudal. Deiros (1980)
explica al respecto:
El sistema feudal llegó a ser de gran beneficio para las pretensiones de Roma, porque no
había rey o señor tan fuerte, que pudiera competir con el poder y la influencia papal.
Estudios Teológicos Formales 48
IBLD. Historia Eclesiástica
Además, la Iglesia se enriqueció en forma fabulosa porque al morir los obispos sus
propiedades quedaban en manos del papa y muchos nobles testaban también en favor de
Roma. (p. 72)
Pero de la misma forma que la Iglesia crecía en poder con el sistema feudal, su mayor amenaza
venía de otros señores feudales. Se plantea el problema de si es el papa o los señores feudales que
tienen el derecho de otorgar autoridad espiritual y civil a los vasallos súbditos de la iglesia. Una vez
más los asuntos de la iglesia se mezclaron y resultó que: disminuyó la vitalidad espiritual; se
descuidaron los deberes espirituales (como la atención a los pobres y desamparados); se secularizó más
la iglesia; los oficiales eclesiásticos dieron más atención a los asuntos civiles que a los religiosos.
(Mock. 1995)
La referida decadencia del Papado inicia con Juan VIII (872-882), quien terminó asesinado en
su propio palacio. En adelante, los papas se suceden vertiginosamente, sus historias son complicadas y
llenas de intrigas. Algunos murieron estrangulados, otros en calabozos por obra de sus sucesores, en
ocasiones hubo al mismo tiempo hasta tres Papas. González (2003) explica que: “El papado se volvió
manzana de la discordia entre distintos partidos romanos y transalpinos” se constituyó en una lucha
de poderes entre las familias influyentes de la región; y la corrupción, la venta de cargos eclesiásticos
(simonía), entre otras fechorías, lo caracterizaban. Al punto que en el 1046, el emperador Enrique III
tuvo que intervenir. Finalmente nombró a su primo Bruno (1049), obispo de Tula, cluniacense y de
gran celo reformador, como el nuevo Papa; quien se fue a Roma como peregrino junto a sus monjes
Hildebrando y Humberto, para buscar la aprobación del pueblo. (p. 343)
La Reforma monástica.
Una importante reforma de la iglesia comenzó alrededor del año 910 d.C., debido al
secularismo y a la injerencia del estado en ella. Se oponían a la Simonía, que era la compra y venta de
puestos eclesiásticos; al nepotismo, que mostraba favoritismo al elegir parientes para los puestos
eclesiásticos. También promovieron el celibato, prohibiendo del matrimonio y el concubinato. Ellos
querían liberar a la iglesia de la influencia secular y del estado. Este movimiento de reforma condujo a
la creación del Colegio de Cardenales en el año 1054 d. C, que colocó en manos de la iglesia la
elección del papa retirando la participación de los laicos en el proceso. (Mock, 1995)
Esta división se conoce como el cisma de oriente y se concretó el 16 de julio de 1054 d.C. bajo
el Papa León IX. El distanciamiento comenzó desde Constantino cuando decretó la construcción de la
nueva capital del imperio en Constantinopla, al oriente. Durante 700 años se fue ensanchando las
relaciones entre la iglesia en Roma y la de Constantinopla. Las diferencias teológicas, geográficas,
filosóficas y eclesiásticas tuvieron el efecto que ya se veía en el tiempo: una ruptura irreconciliable
hasta el día de hoy.
Son diversas las razones que llevaron a esta ruptura, pero la gota que rebasó el vaso fue la
controversia en cuanto a la clase de pan, leudado o no, empleado en la celebración de la cena del Señor.
Mock, describe el momento cuando sucedió esta división:
El obispo de Constantinopla condenó a la iglesia de Roma por usar pan sin levadura y el
papa León IX envió al cardenal Humberto y una delegación para resolver la disputa. Las
discusiones que siguieron empeoraron las cosas y el 16 de Julio de 1054 los representantes
de la iglesia occidental presentaron un decreto de excomunión contra el obispo de
Constantinopla. De la misma manera el obispo de Constantinopla declaró Anatema (bajo
maldición) al papa romano, abriéndose así una brecha que jamás pudo ser cerrada (p.
151).
La Reforma Papal.
En esta era se consolida aún más el papel del Papa de Roma. Hildebrando, ayudante de León
IX, ahora era el nuevo Papa (1073-1085) adoptando el nombre de Gregorio VII. Él estableció la
doctrina de que no existían dos poderes (temporal y espiritual) en los planes de Dios, sino uno solo: el
poder espiritual. Por eso, los monarcas debían sujetarse al Papa. Para alcanzar su metas de dominio
Las Cruzadas.
Las Cruzadas marcaron la presente era de elevados ideales. Su antecedente directo son las
peregrinaciones a Israel, las cuales fueron alentadas por los cristianos desde la época de Constantino. A
pesar de las conquistas musulmanas, era seguro ir a Tierra Santa. Pero luego Oriente Medio fue
tomando por los turcos, Constantinopla se vio tan amenazada que pidió ayuda a Occidente y la
situación política se hizo cada vez más delicada cuando Tierra Santa fue tomada después de los turcos,
por los árabes; como consecuencia las peregrinaciones se volvieron peligrosas.
Muchos peregrinos morían en su viaje a Jerusalén, por lo que empezó a pensarse que la Tierra
Santa era la última peregrinación, y que morir en el viaje era algo honroso y deseado. La situación
general en Europa en estos tiempos eran muy precaria: pobreza, hambrunas, epidemias de horribles
enfermedades como la peste o la de “los ardientes.” Es comprensible que por esto el llamamiento que el
Papa Urbano II (1088-1099) hizo a la Primera Cruzada en el Concilio de Clermont, Francia, en 1095,
fue recibido apoteósicamente por la multitud que gritaba tras su discurso: ¡Dios lo quiere! ¡Dios lo
quiere!
Las cruzadas tuvieron los motivos “religioso” de defender a los cristianos de oriente
amenazados por la incursión de los turcos, de socorrer a Constantinopla, de recuperar los lugares
“santos”, etc. Aunque, otros intereses estaban detrás de esto, como la adquisición de tierras, bienes y
establecer la supremacía de la iglesia occidental. Las cruzadas eran “guerras santas” que ofrecían
recompensas tanto materiales como espirituales, la mayor de estas últimas era ganar el cielo. Las
indulgencias se concedían a todos los que murieran en la empresa. Sin embargo todas las cruzadas
fracasaron.
Es notable el tono social de las cruzadas, ellas no fueron un movimiento ordenado. Además de
las cruzadas “oficiales”, en muchos casos sencillamente las multitudes de pobres y desprotegidos se
agrupaban y partían a Jerusalén, porque creían que traerían el reino de Dios a la tierra. Cruzadas de
niños también tuvieron lugar, debido a que pensaban que la inocencia era la mejor manera de merecer
el favor de Dios y que solo los niños inocentes vencerían a los infieles porque Dios intervendría
milagrosamente por ellos. (González, 2003)
Estudios Teológicos Formales 51
IBLD. Historia Eclesiástica
Uno de los resultados de las cruzadas, promovidas por los papas, fue el poder y las riquezas que
obtuvieron, por la influencia que ejercieron en ese momento. Tanto fue la cosa que Inocencio III (1198-
1216 d.C.) se creía con autoridad para determinar quién debía ser emperador. Debido a un tiempo de
inestabilidad política en el imperio, Inocencio III consolidó su poder, excomulgó al emperador, al rey
de Francia y al de Inglaterra, y los sometió a su voluntad. Inocencio III no hacía honor a su nombre,
procuró el poder absoluto satisfactoriamente. Él creía que el papa estaba solamente bajo Dios, y sobre
todos los otros hombres, incluso los reyes.
El Escolasticismo.
Trajo un avivamiento del aprendizaje y comenzaron las grandes universidades. Algunos de los
propósitos del escolasticismo fueron: 1. Demostrar la racionalidad y la aplicabilidad de la fe cristiana
en relación con la mente del hombre. 2. Organizar sistemáticamente las doctrinas y las enseñanzas del
cristianismo de manera ordenada. Anselmo de Canterbury (-1109) es el fundador del escolasticismo,
pero fue Tomás de Aquino (1225-1274 d.C.) su más grande sistematizador y último exponente; él se
enfocó en demostrar que el conocimiento precede a la fe, en su escrito la Summa Teológica. (Mock,
1995).
Deiros (1980) explica la percepción de Dios en esta época: “… se pensaba de Dios como un
gran señor feudal, a quien los vasallos debían alianza y honor. El hombre debe honor a Dios como el
siervo a su señor; pero por su pecado, el hombre ha deshonrado a Dios y es impotente para dar
satisfacción por su deslealtad.” Como para la época, una ofensa se podía expiar si se recibía el castigo
correspondiente o restituyendo el honor debido, se hablaba que en el caso del hombre, éste no podía
expiar su culpa ante Dios. Por eso, Jesucristo vino al mundo para satisfacer con su muerte la justicia
divina. Tomas de Aquino formuló que “Cristo hizo satisfacción por los pecados de los hombres, y esto
es lo que mueve a los hombres a amarle.” A pesar de que bíblicamente la expiación es una doctrina
válida y aceptada, la iglesia medieval se enfocó tanto en ella que cambió la dinámica de la iglesia.
(Deiros, 1980, p. 84)
Esta forma de expresarse acerca de Cristo no es casual ni aislada, sino que a lo largo de la Edad
Media se venía gestando una nueva percepción del Señor. La iglesia primitiva veía a Cristo como “el
vencedor del demonio y sus poderes. Su obra consistía ante todo en libertar a la humanidad del yugo
de esclavitud a que estaba sometida,” por esta razón la liturgia (incluyendo la Santa Cena) se centraba
Pedro Valdo fue un comerciante muy rico de Lyon que en 1176 vendió todos sus bienes, los
donó a los pobres y se enfocó en predicar. Su causa logró ganar muchos adeptos y se hacían llamar
“pobres en espíritu” aunque popularmente se les conoció como los valdenses. Solicitaron a Roma
permiso para crear una orden pero no se les concedió. Valdo no desistió de su llamado, sino que ahora
lo realizó con más ahínco. Deiros (1980) explica sus ideas:
El movimiento de renovación espiritual más importante de esta época fue la aparición de los
frailes franciscanos (orden fundada por Francisco de Asis en 1209, Italia) y dominicos (fundada por
Domingo de Guzmán en 1206, Francia). Se diferenciaban de los demás monjes porque no vivían
apartados del mundo en monasterios, sino entre el pueblo y sirviéndolos. Estos frailes buscaban la
pobreza o al menos se identificaban con ella, por lo que mendingaban su pan, mientras se enfocaban en
atender y ayudar a los más necesitados. Los dominicos se dedicaban más a estudiar las Escrituras y
predicarlas, mientras que los franciscanos amaban la naturaleza, se dedicaban a los pobres y las artes.
(Deiros, 1980, p. 78)
La Inquisición
Era un concilio de la iglesia para la investigación de las herejías. Tiene sus antecedente en el
año 1184 d. C, bajo el papa Lucio III que ordenó a sus obispos investigar las creencias de los miembros
de la iglesia. Pero como se ha referido anteriormente, fue Inocencio III quién autorizó en el Concilio
Laterano (1215) el castigo de los herejes y la confiscación de sus bienes y propiedades bajo la
vigilancia de los obispos. Posteriormente, Inocencio IV (1252 d.C.) autorizó la tortura como medio
legítimo para obtener información. Se les acusaba sin saber el nombre de los acusadores y eran
El enfoque hacia el individuo y no hacia las instituciones, trajo consigo un misticismo que
desarrolló una respuesta a la fría, formal y pasiva adoración que giraba alrededor de rituales realizados
por el clero profesional. También reaccionó ante el escolasticismo que sobre-enfatizaba la razón. Otro
de los aspectos que estimuló a las gentes a buscar a Dios de una manera personal y no a través de la
institución de la iglesia, fue la corrupción de la misma, los grandes problemas sociales y las
enfermedades como la muerte negra (peste Bubónica 1348 d.C.), que mató un tercio de la población
Europea.
Sin embargo, hubo dentro de la iglesia personas que alimentaron un nuevo deseo en el estudio
de las Escrituras en sus lenguas originales. Cuando Constantinopla cayó en 1453, tomada por los
turcos, muchos bizantinos se refugiaron en Italia con manuscritos griegos y sus conocimientos de la
antigua Grecia; aportando al desarrollo de un despertar literario en los círculos académicos que inició
en Italia y se difundió por toda Europa. Juan Colet en Inglaterra (1467-1519), organizó un grupo
llamado: Reformadores de Oxford. Juan Reuchlin en Alemania (1453-1522), trabajó con el texto
Hebreo del A.T. y Desiderio Erasmo (1461-1519), de origen Holandes, publicó (1516) el Nuevo
Testamento en Griego. Esta sería la base para el estudio y las traducciones posteriores.
En esta era, también se inventó la imprenta en Alemania por Johannes Gensfleisch, llamado
Gutenberg, y el primer libro impreso fue la Biblia (Biblia de Gutenberg, 1456). Asimismo, dos siervos
del Señor destacaron porque comenzaron a protestar por el sistema impuesto por la Iglesia Católica.
Juan Wycliffe (1328-1384 d.C.), él estaba convencido que si la gente podía leer la palabra de Dios por
sí misma, sería capaz de discernir los errores de la iglesia y seguir los principios bíblicos. La primera
traducción del N.T, al inglés, la hizo Wycliffe en 1382. Dos años después ya estaba disponible la
totalidad de la Bíblia.
Su predicación derivó en el surgimiento de un grupo llamado los lollardos que fue férreamente
perseguido por la iglesia de Roma. Posteriormete, Juan Huss (1373-1415 d. C), rector de la universidad
de Praga, donde enseñaba, asumió las enseñanzas de Wycliffe predicando el principio bíblico de que es
Unidad III
De la Reforma Protestante a la actualidad
Isaías 40.8
(RVR 1960)
“Las ideas de Juan Wycliffe fueron el fuego que encendió la hoguera donde murió Juan Huss.
La hoguera donde murió Juan Huss produjo la llama que encendería, en manos de Martin Lutero, una
antorcha inextinguible: La Reforma Protestante” (Anónimo).
El deseo de transformar la iglesia se venía gestando desde hacía siglos; desde los intentos
fatídicos de la reforma papal o monástica y de personas más centradas en las escrituras como Pedro
Valdo, Juan Wycliffe y Juan Huss que suscitaron movimientos independientes y que dejaron muchos
mártires. La iglesia católica había respondido categóricamente con excomuniones o martirios; pero con
todo no podía callar la profunda necesidad de cambios liberadores, común a todas las castas de la
sociedad. Además la configuración política-territorial europea estaba cambiando. Los Estados-
Naciones se fueron fortaleciendo cada vez más. El imperio occidental existía solo en teoría mientras
que cada unidad territorial era independiente en su gobierno y legislación. Suiza, que jugó un rol
esencial en la reforma, estaba dividida en cantones, cada uno de los cuales tenían su propio sistema de
gobierno y ley.
Pero la ignorancia seguía reinando en la iglesia; debido en parte a que las Escrituras no habían
sido traducidas a los idiomas comunes, sino que estaban en latín, una lengua muerta a la que muy pocos
tenían acceso. El culto se oficiaba en latín ante una audiencia expectante que no podía entender nada. Y
por si esto fuera poco, la mayoría de los sacerdotes tampoco entendían lo que decían; sino que repetían
lo que les habían enseñado de memoria. Asimismo la corrupción era alarmante y nadie podía
esconderla: desde Papas sanguinarios, adúlteros y paganos seguidos por sus ignorantes obispos
interesados en el enriquecimiento y el poder. Todos ellos reclamaban la autoridad política que por largo
tiempo habían disfrutado, generando conflictos con los gobernantes. Se imponía la tradición y la
autoridad papal sobre la Escritura, se enseñaba la salvación a través de los sacramentos, entre otros.
Por tanto, las ideas reformadoras no eran propias en sentido estricto de alguien puntual, sino que
“…proliferaban, sobre todo en los territorios germánicos y anglosajones, en un ambiente político…”
delicado debido a los conflictos entre la corona francesa y el Sacro Imperio germánico de los
Habsburgo. Por lo que el éxito de la Reforma Protestante se debe a que contó con las condiciones
propicias para su desarrollo. Sin embargo tales condiciones hicieron que la reforma no fuera un
movimiento ordenado, unilateral y definitivo; sino que se desarrollara como uno de tipo complejo (con
distintos protagonistas y enfoques) y progresivo. El importantísimo rol de los reformadores está en dar
voz y forma a la necesidad de una iglesia más pura: el retorno a los orígenes del cristianismo y una
Iglesia despojada del sesgo político. (Planeta, 2006, p. 17)
La iglesia Católica Romana quedó virtualmente igual en lo que se refiere a teología y prácticas,
pero el movimiento reformista significó un camino para todos aquellos que querían retomar la verdad
de los apóstoles. De aquí surgieron cuatro nuevas tradiciones eclesiales: Luteranos, Anglicanos,
Reformados-Presbiterianos, y Anabaptistas; los cuales se definirán a continuación. Sin embargo, el
lector debe ser sobrio y considerar que a pesar de la importante tarea que los reformadores llevaron a
cabo, eran hombres con múltiples fallas y defectos, muchos influenciados por los métodos violentos e
impositivos de la época y la concepción unificadora de Estado e Iglesia.
Producto de una lucha interna y su deseo de entender la Biblia y encontrar la verdad, Lutero
llegó a conclusiones acerca de la Justicia de Dios, la Gracia, la Predestinación y otros aspectos
doctrinales más cercanos a las Escrituras y que por tanto se oponían totalmente a lo enseñado por
Roma. Lutero (1545) citado por González y otros (2004) decía:
El Papa del momento era León X, destacado por ser uno de los peores de la historia, era un
hombre corrupto, ambicioso y perverso. Él ordenó una venta de indulgencias, las cuales se ofrecían
como constancias por haber pagado por los pecados cometidos. Pero el propósito real era recaudar
fondos para terminar la construcción de la actual Basílica de San Pedro (Vaticano). La empresa se le
encargó a Alberto Brandeburgo, quien esperaba recaudar la importante suma de 10.000 ducados. Si lo
conseguía obtendría del Papa el codiciado cargo del Arzobispado de Mainz. El vendedor de las
indulgencias Juan Tetzel, prometía al posible comprador quedar ““más limpio que al salir del
bautismo” o “más limpio que Adán antes de caer” o que “la cruz del vendedor de indulgencias tiene
tanto poder como la cruz de Cristo.”” (González, 2003, p. 39)
Lutero indignado escribió 95 tesis contra las indulgencias y las clavó en la puerta de la iglesia
del castillo de Wittenberg, el 31 de octubre de 1517, hecho que se reconoce como el inicio de la
Reforma Protestante. La respuesta que obtuvo fue abrumadora, no porque atacara la doctrina
esencialmente, sino porque despertó el sentimiento alemán contra los explotadores extranjeros (Roma),
y golpeó a estos últimos en sus intereses. Las tesis de Lutero fueron reproducidas por los impresores en
numerosos ejemplares escritos en alemán y el original latín. Hasta al mismo Alberto de Brandeburgo
recibió una copia.
El Emperador Maximiliano se enfadó y pidió la intervención del Papa León X. Pero Lutero
escribió 95 tesis más para ampliar su protesta. El Papa no prestó tanta atención al asunto y lo refirió a
los agustinos, a cuya orden pertenecía Lutero, quienes hicieron una reunión en la que muchos, al
escuchar la exposición de Lutero, se añadieron a su causa. Por otra parte, Lutero contó con la
protección de Federico el Sabio, elector de Sajonia y señor de Wittenberg. En 1519 el emperador muere
y el Papa decide apoyar a Federico como futuro emperador, por lo que no atacó a su protegido Lutero,
lo que permitió que sus ideas reformadoras echaran profundas raíces.
Se suscitaron varios debates y controversias con otros eruditos católicos, en los que salió
ganador Lutero. El reformador tenía el apoyo de los nacionalistas alemanes que querían librarse de
Roma y de los humanistas, estudiosos de las Escrituras. Finalmente, Carlos V (1519) fue electo
Emperador, y el Papa entonces se decidió atacar a Lutero, emitiendo una bula en la que ordenaba que
se quemaran sus libros y le daba 60 días para retractarse o lo excomulgaría y lo condenaría como
hereje. Pero lejos de acobardarse, Lutero respondió quemando la bula y con ella los libros católicos,
muchísimos lo secundaron. De esta forma, Lutero rompió con Roma.
Carlos V (que era español) convocó a la dieta en Worms (1521) para tratar el asunto. Reunidos
allí personajes importantes del imperio, lo interrogaron y le dieron la oportunidad de retractarse. Lutero
pidió un día para pensarlo; y pasado éste la multitud, con un sentimiento nacionalista exacerbado por
La Dieta de Worms determinó: “Lutero ha de ser tenido por hereje comprobado… Nadie ha de
prestarle asilo. Sus seguidores han de ser condenados. Y sus libros serán extirpados de la memoria
humana.” Pero lo que Dios ha determinado para su obra no puede ser detenido por la decisión del
hombre. Lutero se exilió en Wartburgo (1521), con la protección de Federico el Sabio. Sin embargo
durante su exilio, la reforma empezó: muchos monjes se casaron, se simplificó el culto, se empezó a
usar el alemán en vez del latín, se abolieron las misas por los muertos, los ayunos y abstinencias. Su
ayudante y luego sucesor Philip Melanchthon empezó a oficiar la Santa Cena con el pan y el vino
nuevamente (los católicos no daban el vino a los laicos).
Durante este exilio, inició la traducción de la Biblia al alemán. El N.T. le llevó 2 años mientras
que para el A.T. tardó 10. En el sentido literario, éste fue su aporte más grande por hacer accesible al
pueblo las Escrituras, por darle un nuevo ímpetu al movimiento reformador y por su gran aporte al
idioma alemán (que le ha concedido el reconocimiento de lingüista). En 1525, Lutero se casó con otra
ex monja, Katherine von Bora. También se dio la rebelión de los campesinos, un levantamiento de los
más pobres y explotados que se inspiraron en la predicación de Lutero para luchar contra los
poderosos. Al final la rebelión fue ahogada en sangre por los gobernantes, este acontecimiento trajo el
rompimiento con los humanistas conservadores que habían apoyado la reforma en sus inicios (como
Erasmo de Rotterdam)
En 1530, Melanchthon redacta una declaración de fe firmada por los principales príncipes
protestantes, conocida como la Confesión de Augsburgo. Fue presentado ante el emperador Carlos V,
quien respondió dando un plazo a los protestantes para retractarse. Los protestantes armaron la liga de
Esmalcalda para defenderse ante las amenazas de los católicos. Pero en 1532 se firma la Paz de
Nuremberg que permite que los protestantes puedan profesar su fe, pero no deben extenderla a otros
territorios. Tal premisa no se cumplió y el protestantismo se expandió. En 1539 los católicos armaron la
liga de Nuremberg para frenar el protestantismo. Lutero murió en el 1546.
Luego de largos conflictos políticos y armados como la guerra de la Esmalcada, y sin poder
establecer un consenso doctrinal entre católicos y protestantes, se firmó la Paz de Augsburgo en 1555,
donde se les otorgó el derecho a practicar su religión con “libertad”, es decir, cada señor o príncipe
podía escoger la fe de su región libremente, si dicha elección contrariaba a uno de sus habitantes, éste
podía emigrar a un territorio que proclamara su fe. Debilitado, Carlos V abdicó en 1556. Luego de este
acuerdo de paz, se sucedieron algunos enfrentamientos armados pero que no escalaron al nivel de
conflictos generales. Los emperadores siguientes: Fernando I y Maximiliano II fueron ampliamente
tolerantes y el protestantismo se expandió por todo el imperio.
Además de los postulados de la justicia de Dios, que marcaron su conversión, Lutero concebía
la obra de Cristo muy diferente al estoico Anselmo. Para él, el sacrificio de Cristo no es simplemente la
expiación de los pecados; sino una forma en la que Dios alcanzó al hombre: estableciendo ahora “una
relación de solidaridad y amor con la humanidad al recordar el sacrificio y la cruz de su Hijo.” En
cuanto a la Ley mosaica, para Lutero era la antítesis del Evangelio. Lutero creía en la predestinación,
veía la fe como una dádiva de Dios, mediante la cual se recibía el perdón para establecer una nueva
relación con Él. En cuanto a la comunión y sus efectos para el creyente, Lutero formuló la doctrina de
la consubstanciación, la cual fue la principal diferencia con otros grupos protestantes. (p. 306).
Respecto a la relación entre la iglesia y el Estado, Lutero decía que eran dos reinos diferentes y
que debían ser independientes: la iglesia bajo el evangelio y el Estado bajo la Ley humana (haciendo
justicia y limitando la maldad). Los cristianos no deben esperar que el Estado los respaldara, ni que los
defendiera o que castigara a los herejes, tampoco que los gobernantes fuesen cristianos. La fe verdadera
no debe imponerse utilizando la autoridad de los gobiernos, sino proclamando las Escrituras. La forma
en que Lutero aplicó en la práctica estos principios fue vacilante, él no fue pacifista como se pensaría.
Promovió el uso de la fuerza de los gobernantes contra otros movimientos como los anabaptistas, llamó
a sus seguidores a la defensa armada ante la amenaza de los turcos, entre otros. Sus dudas respecto a la
relación entre la fe y la vida política y civil están presentes aún hoy en los luteranos. Asimismo, Lutero
ha sido criticado por su marcado antisemitismo.
En 1529, Felipe de Hesse quiso unir a los protestantes alemanes con los suizos, propósito con el
que los reunió en Marburgo. Sin embargo su causa no prosperó, debido a las diferentes formas en las
que veían la Santa Cena; ya que Zwinglio la veía como un acto puramente simbólico, sin efectos
espirituales, mientras Lutero la veía como un acto místico (esto se describió anteriormente). Por lo que
Lutero dijo: “no somos del mismo espíritu.” Tal divergencia fue la principal causa en la separación de
luteranos y reformados, y no la doctrina de la predestinación; ya que Lutero también la pregonaba. En
1531, las diferencias entre católicos y protestantes llevaron a un conflicto armado en Suiza. Los
cantones católicos atacaron inesperadamente al Zurich protestante. Por lo que Zwinglio dirigió el bando
protestante, peleó y murió. El conflicto acabó un mes después con la firma de la Paz de Cappel, donde
se le concedía a cada cantón suizo la libertad de escoger su religión. (González, 2003)
Zwinglio destaca por su enfoque en las implicaciones prácticas que conlleva ser cristiano, en
contraposición al enfoque doctrinal de Lutero; esto es entendible si se considera la depravación moral
reinante en Suiza en ese tiempo. La teología de Zwinglio tenían gran influencia neoplatonista, en la que
todo lo material es malo, por lo que promovió la realización de una liturgia sencilla. Asimismo su
deseo principal era volver a las fuentes del cristianismo y por tanto fue más radical en despojar la
doctrina y especialmente la práctica, de estrictamente todo lo que el Nuevo Testamento no dijera
explícitamente. Esto hace que se le considera racionalista. Zwinglio se enfocó en atacar las prácticas
idolátricas: altares, imágenes de santos, cuadros, esculturas, todos fueron destruidos. Dicha posición
ante la liturgia y su concepción de la Santa Cena son muy distintas a las de Lutero, pero reflejan su
oposición ante cualquier tipo de superstición.
Zwinglio sentó las bases para la doctrina reformada, afirmando las doctrinas centrales comunes
a la Reforma: la salvación solo por gracia, solo a través de la fe, solo en Cristo, basada solo en la
Escritura, y solo para la gloria de Dios (las cinco sola). De igual forma su teología se centraba en cómo
encontrar la salvación de su nación, en contraposición a la salvación personal de Lutero. Por tanto,
creía en una relación más estrecha entre el Estado y la Iglesia. También en contraposición al
reformador alemán, Zwinglio consideraba lícito el uso de la fuerza para defender la fe y lo demostró al
morir en el campo de batalla contra los católicos.
Después de la muerte de Zwinglio, la reforma en Suiza se debilitó por un tiempo hasta que
resurgió con Juan Calvino (1509-1564). Calvino nació en Noyon, Francia, su familia era protegida por
el obispo principal del lugar. Se especializó en derecho en las universidades de Bourges y Orleans, en
las que recibió gran influencia humanista. En Francia la reforma liderada por Lefèvre d’Etaples tenía
gran empuje y Calvino se convirtió al protestantismo hacia el 1533-1534. Pero en 1534 el
protestantismo fue declarado ilegal en el país y por lo que Calvino huyó junto a un grupo de teólogos.
Terminaron estableciéndose en Basilea (Suiza).
Calvino presto gran atención a la organización y gobierno de la iglesia, debido a la urgencia que
sentía en volver al sistema original de la misma. Por tanto al volver a Ginebra en 1541, Calvino redactó
las ordenanzas eclesiásticas, que tras algunas enmiendas recibieron la aprobación del Concejo de
Gobierno de la ciudad. En éstas se establecía un sistema de gobierno eclesiástico que consistía en un un
cuerpo formado por los pastores y doce laicos con el nombre de “ancianos” llamado Consistorio y que
es el precursor del sistema presbiteriano de gobierno adoptado, con algunas variaciones, por las
iglesias reformadas hasta la actualidad.
La labor en Ginebra se desarrolló en dos direcciones. Por una parte Calvino “hizo cuanto pudo
por llevar a la ciudad a ajustarse a lo que él consideraba ser las mejores prácticas cristianas, en
cuestiones tales como el culto, la moral y la organización de la vida eclesiástica,” esta tarea la realizó
siempre bajo tensiones con las autoridades civiles. Y por otra parte se enfocó en la producción literaria,
escribiendo comentarios de casi toda la Biblia, tratados de teología y del gobierno eclesiástico, y así
como nuevas ediciones de la Institución que reflejan la evolución de su pensamiento y sus
preocupaciones pastorales. La última edición fue publicada en latín en 1559 y en francés en 1560, y
presenta marcadas diferencias con el luteranismo. El libro de bolsillo fue sustituido por cuatro libros
que sumaban 80 capítulos en total. Por tanto Calvino es reconocido como el gran sistematizador de la
teología protestante del siglo XVI. (González y otros, 2004, p. 101)
En cuanto a su teología, Calvino buscó definir el concepto de Dios y del ser humano. Otro rasgo
característico de la misma (y el más destacable en la actualidad) es la soberanía de Dios en la salvación,
expresada en la predestinación o la determinación arbitraria del Señor en cuanto a quienes van a ser
salvos y quienes no desde el principio, sin importar lo que el hombre haga. Calvino fue el primero en
desarrollar el tema la santificación del hombre, en el que según él, la iglesia juega un rol fundamental al
ayudar a sus miembros en su responsabilidad de llevar vidas dignas del Señor. También Calvino
postula el concepto de la progresividad de la revelación divina. Para él la ley mosaica fue la forma
como Dios se reveló a Israel en el Antiguo Testamento y ahora Dios se ha relevado a través de su Hijo.
Para Calvino la Ley era importante, porque evidencia el pecado y la corrupción humana, y muestra al
creyente la voluntad de Dios. Este último uso de la Ley es una característica de la tradición reformada.
En cuanto a Cristo, Calvino destacaba su triple oficio (triplex munus): sacerdote, profeta y rey;
y entendía su sacrificio como la paga de los pecados (más cercano a Anselmo que Lutero). La
interpretación de la Santa Cena de Calvino se conoce como virtualismo, que afirma que durante la
La reforma calvinista no se limitó a Suiza, sino que se difundió por toda Europa. En Escocia
alcanzó predominio gracias al reformador y discípulo de Calvino, Juan Knox (1514-1572). Escocia era
un país sumamente feudal, con una monarquía pobre y débil, pero con una iglesia católica rica en
tierras y secularizada. Esto hizo que la reforma protestante hallara un suelo fértil en ese lugar,
impulsada por el constante intercambio con Francia y Países Bajos y por la receptividad que tuvieron
los movimientos reformadores en Inglaterra y Bohemia entre los círculos académicos escoceses.
En 1559 Knox pudo regresar a Escocia, y al año siguiente la iglesia presbiteriana escocesa es
organizada y reconocida oficialmente por el Parlamento como la fe nacional. Knox redactó la confesión
de fe que ésta adoptó llamada Confesión de fe de Westminster. Aunque en doctrina era calvinista, la
iglesia escocesa adoptó una forma más democrática y descentralizada de gobierno en la que cada
congregación podía escoger sus propios presbíteros. También la reforma enfatizó el estudio de los
idiomas bíblicos y la hermenéutica. A pesar de esto, dicho movimiento fue muy intolerante e
inmisericorde con los católicos. A la vez que Knox intentaba “aconsejar” a la reina, promovió su
rechazo entre la población. Finalmente ella fue depuesta en 1567 y finalmente la iglesia pudo disfrutar
de total seguridad.
La reforma que tuvo lugar en Inglaterra se caracterizó por el apego a Calvino en el aspecto
doctrinal, pero el mantenimiento de las tradiciones heredadas del catolicismo en la práctica,
especialmente en cuanto al culto y el gobierno eclesiástico. Dicha reforma inicia históricamente por la
necesidad del Rey Enrique VIII de un heredero varón. Él estaba casado con la católica Catalina de
Aragón, quien le dio una hija hembra, el Rey pidió la anulación de su matrimonio al Papa, pero al éste
negarse, Enrique VIII rompió con Roma (1534), se declaró él mismo cabeza de la iglesia en sus
Al morir Enrique VIII en 1547, su hijo Eduardo VI lo sucedió, pero al ser menor de edad, el
gobierno efectivo quedó en manos de regentes que hicieron avanzar grandemente el protestantismo en
la región. Eduardo VI murió en 1553 y lo sucedió su medio-hermana la católica María Tudor, quién
persiguió férreamente a la iglesia protestante. En 1554, la reina colocó de nuevo a Inglaterra bajo la
obediencia del Papa, muchos creyentes fueron martirizados (incluyendo al Arzobispo de Canterbury y
protestante Tomás Cranmer) o exiliados. Tal accionar le concedió el título de María la Sanguinaria
(Bloody Mary). María murió en 1558, y su sucesora y medio-hermana Isabel I era protestante. En su
largo reinado (1558-1603) la iglesia se fortaleció y afianzó y los exiliados pudieron regresar al país.
De esta forma se puede observar dos fases del Anglicanismo en Inglaterra: la primera fue una
reforma política por el Rey Enrique VIII, y la segunda una reforma paulatina de los aspectos
teológicos, sembrándose el calvinismo. A la larga se produjeron algunas divisiones por la forma de
gobierno que se debía seguir. Los puritanos eran creyentes que deseaban “purificar” a la iglesia de la
contaminación causada por el papa y las prácticas Católica-Romanas. Los puritanos presbiterianos
defendían la presbiteriana, mientras los puritanos independientes, la congregacional. También
surgieron los puritanos separatistas que deseaban una iglesia congregacional independiente del estado y
autónoma.
A su vez de estos intentos se derivan dos grupos de iglesias: Los Bautistas generales (1612 d.C.)
que seguían el Arminianismo y creían en la expiación ilimitada y bautizaban por aspersión; y los
Bautistas particulares, que eran calvinistas y sostenían que la expiación es limitada y bautizaban por
inmersión. Estos últimos dieron lugar al movimiento Bautista Americano (Estadounidense). Después
de muchas luchas internas el panorama quedó así: La iglesia en Inglaterra terminó como una iglesia
Anglicana Episcopal y el Movimiento Puritano separatista albergó iglesias denominacionales
independientes.
Los Anabaptistas.
Para algunos cristianos, los cambios que se derivaron de los postulados de los grandes
reformadores no eran suficientes. La doctrina debía ir más allá y reformar también la conformación y el
entendimiento de la iglesia, sus relaciones con el Estado y la Sociedad, hasta llegar a la vida misma de
los creyentes. Con ese fin, surge el anabaptismo; que significa literalmente bautizados de nuevo o por
segunda vez (rebautizados). Dicho grupo surgió con gran impulso en Zurich, Suiza; ya que en un
principio era parte del movimiento reformador de Zwinglio. Pero al solicitarle medidas más radicales
en sus prácticas religiosas y obtener su negativa, decidió formar su propio movimiento. De esta forma
el 21 de enero de 1525, el exsacerdote Jorge Blaurock fue bautizado por el hermano Conrado Grebel en
la fuente ubicada en la plaza de Zurich, a su vez Blaurock hizo lo mismo con otros creyentes.
Asimismo, la separación de la Iglesia con el Estado y la sociedad, implicaba que las autoridades
civiles ya no tendrían poder o jurisdicción sobre la iglesia. Esto chocaba con Lutero protegido por los
príncipes protestantes (que tenían gran influencia en la iglesia), Zwinglio con el apoyo del Concejo de
Gobierno, los católicos con su tradición medieval, etc. La concepción igualitaria de la iglesia, en la que
todos eran hermanos, les concedía a las mujeres, niños y esclavos los mismos derechos que tenían los
hombres, y a los pobres e ignorantes la misma importancia que los ricos y sabios.
La pena capital para los anabaptistas fue decretada en 1525 por los cantones católicos en Suiza,
en 1526 por el Concejo de Gobierno de Zurich, en 1528 por Alemania ante la anuencia de los nobles
El anabaptismo tuvo una rama revolucionaria, que cansada de las penurias y los sufrimientos,
busco por sus propios medios instaurar el reino de Dios. Primero se agolparon en Estrasburgo
(Francia) donde según Melchor Hoffman, su líder, bajaría la Nueva Jerusalén. Otro episodio igual
ocurrió en Münster, aunque allí hicieron uso de las armas y lograron tomar la ciudad, pero al final
fueron aplastados por los católicos (1536). En respuesta a esa rama revolucionaria, surgieron otros
anabaptistas con el pacifismo original que los había caracterizado. Entre ellos, el más importante fue
holandés y ex sacerdote católico Menno Simons (1496-1561).
Simons se convirtió en 1536 al anabaptismo. Predicó por toda Holanda y el norte de Alemania,
a pesar de la persecución y las dificultades. Él pregonaba el pacifismo como la forma verdadera de
vivir la fe, rechazaba los juramentos y que los cristianos ejercieran puestos políticos o aquellos que los
dejaran bajo juramentos, y defendía que los cristianos deben ser ciudadanos ejemplares, que obedezcan
a los gobernantes pero siempre tal obediencia debe estar condicionada a lo que las Escrituras dictan.
Además Simons explicaba que el bautismo y la comunión no conceden gracias (como decían otros
reformadores) sino que son símbolos del accionar interno de la misma. Tal fue su influencia en el
anabaptismo, que se les empezó a llamar a los anabaptistas: menonitas.
Los anabaptistas sufrieron persecución durante largos siglos, motivo por el cual muchos
emigraron a Europa oriental, en especial a Rusia, y a Estados Unidos. Sin embargo, en tiempos de
guerra fueron perseguidos en estos países para obligarlos a prestar el servicio militar. A partir de los
siglos XIX y XX, muchos menonitas (la principal rama anabaptista antigua presente hoy) han emigrado
a Suramérica, estableciéndose en territorios relativamente aislados donde pueden practicar libremente
su fe. (González, 2003)
La historia del protestantismo en España es un poco difícil de narrar; debido a que se desarrolló
de forma clandestina y por tanto son muy pocos los documentos que narran su dinámica. Sin embargo,
se conoce la historia de sus reformadores más importantes, españoles cuyas vidas demuestran la
característica principal del protestantismo en la región: persecuciones, reuniones clandestinas, exilios,
torturas y muertes. La fortaleza del catolicismo en España era voraz, la contrareforma española
avanzaba desde los círculos educativos más importantes, como la Universidad de Alcalá, mientras que
la Inquisición Española es recordada como la más cruenta de todas.
Para el año 1519 llegan a España los primeros escritos traducidos al español de Lutero. Y desde
ese momento la llegada de literatura protestante no paró, principalmente desde los Países Bajos. Los
Contra-Reforma Católica
Desde hacía siglos, los católicos añoraban cambios fundamentales sobre todo en el aspecto
moral de sus dirigentes. Esfuerzos como los de los Reyes Católicos españoles combinaron la pureza de
convicción con el pensamiento rígido y el uso cruel y desmedido de la fuerza, una constante en el
catolicismo. Pero cuando surgieron los grandes reformadores protestantes, la iglesia de Roma ya no
podía callar a la necesidad de cambios, debía responder. Tal respuesta dejó mucho que desear por ser
una reafirmación de los dogmas de la Edad Media, pero tuvo algunos aspectos positivos. A este
movimiento se le conoce como la Contra Reforma.
Cuando estalló la reforma protestante, los Papas de la época eran paganos, con grandes vicios,
interesados en el poder y las riquezas, y la respuesta tardó. Es con el papa Pablo III (1534–49) que
empieza la reforma en la jerarquía católica; aplicando correcciones en el aspecto moral y
administrativo, eliminando la corrupción y los abusos, concentrando el poder en la figura papal y
defendiendo la doctrina tradicional. Fue él quien convocó el Concilio de Trento en 1545, un
accidentado sínodo que duró abierto décadas (la gran mayoría, en descanso) y que no concluyó hasta
1563. Dicho concilio consuma la contra-reforma católica y marca el inicio de la iglesia católica
moderna.
En éste se regularon las obligaciones del clero y se establecieron seminarios para que pudieran
formarse adecuadamente. Además se respondió a las premisas protestantes reafirmando la doctrina
tradicional: sólo la iglesia puede interpretar las Escrituras, la Vulgata latina es la única traducción
reconocida, se elevó la tradición al mismo nivel de autoridad que las Escrituras, se confirmó la
necesidad de las buenas obras para alcanzar la justificación, la existencia del purgatorio, el culto a
María y los santos, el celibato eclesiástico, entre otros. Como se mencionó anteriormente, la Inquisición
fue un arma fundamental de la Contra Reforma.
Dentro de los teólogos que destacan en esta causa están: Juan Eck, Pedro Canisio, Roberto
Belarmino y César Baronio. Destaca Belarmino por ser el principal sistematizador de los argumentos
católicos contra los protestantes, su escrito De las controversias de la fe cristiana (1593) constituye aún
el arma más utilizada contra la fe protestante. También se le conoce por declarar hereje a Galileo, quien
descubrió que la Tierra giraba alrededor del sol. En la actividad monástica destaca Ignacio de Loyola,
fundador de la orden de los Jesuitas o Sociedad de Jesús, la cual luchó desde su reconocimiento en
1540 contra los protestantes. También destacan los movimientos misioneros de los Franciscanos,
Dominicos y Jesuitas al Continente Americano.
La era de la Reforma Protestante también coincidió con el tiempo de las grandes conquistas
americanas, mediante la dualidad de la Espada y la Cruz. La exclusión en la predicación de la
necesidad de justicia y el acomodo del evangelio a las altas castas sociales, tuvo su máxima expresión
en el proceso de conquista del nuevo continente. La explotación de los nativos americanos fue una de
las características distintivas del proceso, y en todo esto estuvo la Iglesia Católica inmiscuida, debido a
que los países conquistadores, España y Portugal, eran oficialmente católicos. González (2003) refiere:
“… aquella cristiandad occidental, convencida de su superioridad por su fe cristiana, sus caballos y
sus armas de fuego, se creyó llamada a imponer su civilización por doquier. Y ese llamado, como tan
frecuentemente sucede, sirvió a la vez de excusa para la más crasa explotación.”(p. 252)
De esta manera, se justificaban los grandes atropellos contra los nativos con la posibilidad de
salvación. Así era lícita la esclavitud de los africanos porque podrían escuchar el evangelio de sus amos
y convertirse. También era necesario la intimidación y la violencia con los indígenas a fin de que sus
almas fuesen salvadas. Sin embargo, hubo también quienes alzaron su voz contra la hipocresía de tales
“cristianos”, destacando Bartolomé de las Casas y Antonio de Montesinos. No obstante, los efectos de
esta dualidad Espada y Cruz aún se observan en algunos integrantes de la iglesia latinoamericana,
quienes tienden a pensar que la misma debe estar al servicio de los poderosos, acomodando el
evangelio a sus intereses, y que además tales estructuras humanas deberían someterse a ella. (Gonzalez,
2003)
Destaca Francia entre todos estos países por el aporte de grandes eruditos a la causa como lo fue
Juan Calvino, y por su hegemonía en la política europea. En contraposición a Suiza, el imperio alemán
Pero al morir Francisco I (1547) su sucesor, Enrique II se mostró más tajante en su oposición a
los protestantes, los persiguió con dureza sin lograr frenar la nueva fe. Las primeras congregaciones
propiamente dichas surgieron en este período en 1555, organizadas bajo la doctrina de Calvino, cuyas
ideas fueron importantísimas para la reforma francesa. Desde 1557 a los protestantes en Francia se les
empezó a llamar despectivamente hugonotes. En 1559, la iglesia protestante en Francia ya era fuerte y
numerosa y se reunió en un sínodo donde redactó su confesión de fe y un libro de disciplina.
Poco después murió Enrique II (1559), y empezó un periodo en el que las aspiraciones políticas
se mezclaron con la religión, trayendo grandes guerras religiosas al país. Los hijos de Enrique II:
Francisco II, Carlos IX, Enrique III y Margarita reinarían sucesivamente. La esposa del rey Enrique II,
Catalina de Médicis se movería detrás de sus hijos; siempre buscando cómo hacerse dueña del poder.
El primero en ascender al trono, Francisco II estaba casado con María Estuardo (de Escocia) y era un
celoso católico. La familia católica de los Guisa era quien ejercía el gobierno efectivo en el reino.
Por tanto los hugonotes se aliaron con la familia Borbón, que pertenecía a la nobleza y era
protestante, en una conspiración política (conspiración de Amboise) contra los Guisa pero dicho plan
fracasó y los príncipes fueron encarcelados. Luego de esto, Francisco II murió (1560) y su madre
Catalina quedó como regente de Carlos IX que tenía 10 años. Catalina quiso vengarse de los Guisa
porque la habían relegado y favoreció a los protestantes (llamados hugonotes en Francia). Liberó a
varios presos protestantes y promovió un diálogo entre ellos y los católicos que no funcionó. Así que
redactó en 1562 el Edicto de San Germán que concedía a los protestantes limitado permiso de reunión.
Los Guisa no aceptaron los acuerdos; y mes y medio después mataron un gran número de
protestantes que estaban reunidos en Vassy, en un ataque orquestado con doscientos hombres armados.
Dicha matanza dio inicio a una serie de guerras religiosas que sacudieron Francia: de 1562 a 1563, de
1567 a 1568 y de 1569 a 1570. Esta última paz parecía ser prometedora, el rey Carlos IX tenía en gran
estima a Gaspar Coligny, líder del bando protestante, y hacía planes para casar a su hermana Margarita
con Enrique de Borbón, hijo de uno de los principales jefes protestantes.
Sin embargo, tras un atentado de los Guisa contra Coligny y la influencia de Catalina, celosa de
los hugonotes, sobre Carlos IX se hizo creer al rey que existía una conspiración protestante en su contra
y el 24 de agosto de 1572 con la aprobación real, se llevó a cabo la horrenda matanza de San Bartolomé
en París liderada por el Duque de Guisa. Se masacraron a 2.000 hugonotes de forma abominable,
incluyendo a Coligny, a quien atacaron en su casa, lo arrojaron por la ventana y lo pateó el mismo
Duque hasta morir. Luego mutilaron su cuerpo y colgaron lo que quedaba de él públicamente. La
sangre esa noche corría por las escaleras del palacio real del Louvre. La situación se repitió en las
provincias y murieron decenas de miles de hugonotes.
Toda Europa se conmovió menos Roma y España. El Papa Gregorio XIII celebró el glorioso
acontecimiento y ordenó que tal hecho se conmemorara todos los años. Felipe II, rey de España, se rió
públicamente y ordenó también varias celebraciones. Pero el protestantismo en Francia no murió con
este repugnante hecho; sino que incluso tuvo el apoyo de católicos que cansados de las guerras se
pronunciaron a favor de una política de tolerancia religiosa. Carlos IX nunca se recuperó de la matanza
de San Bartolomé, murió en 1574 (algunos decían que de culpa) y su hermano Enrique III lo sucedió.
Buscando el beneficio político, el nuevo rey concedió libertad de culto a los protestantes menos en
París.
Los católicos extremistas junto a los Guisa formaron la “Santa Alianza” para combatir a los
protestantes. Nuevamente la guerra sacudió Francia, los protestantes o hugonotes no podían vencer a
los católicos y viceversa. Hasta que murió el último hermano de Enrique III y al éste no tener hijos, se
asomó la posibilidad de que el heredero al trono sería su cuñado el protestante Enrique de Borbón. Los
católicos entonces proclamaron a Enrique de Guisa como el verdadero heredero al trono, al presentar
un documento falso que decía que Guisa era descendiente de Carlomagno.
Los tres bandos, cada uno liderado por un Enrique se enfrentaron (la guerra de los tres
Enriques), al final el rey Enrique III mandó a asesinar al católico Enrique de Guisa. Pero el pueblo
hastiado de los asesinatos políticos se fue rebelando y a la postre Enrique III tuvo que huir de Francia y
se refugió en el campamento de su cuñado Enrique de Borbón. El protestante le mostró misericordia,
aunque a la larga el sanguinario rey fue asesinado por un católico extremista (1589). Enrique de
Borbón ahora era el único sobreviviente legítimo, pero las contiendas continuaron con los católicos
(hasta con el mismo Papa) por cuatro años más. A la larga Borbón adjudicó de su fe protestante, y se
declaró católico, lo que le permitió ser reconocido como rey oficialmente por todos.
Sin embargo Enrique de Borbón, ahora Enrique IV no olvidó a sus hermanos hugonotes, de
hecho los católicos extremistas decían que su supuesta adjudicación sólo había sido un artilugio para
gobernar. Borbón promulgó el 13 de abril de 1598 el edicto de Nantes, donde se les concedió libertad
de culto a los protestantes en todos los lugares donde tenían iglesias menos en París, y se les concedía
además por ocho años todas las plazas fuertes ocupadas en 1597 para su protección. Enrique de Borbón
no se caracterizó por una vida íntegra, pero fue un gran gobernante que devolvió a Francia la paz y
prosperidad. En 1610, murió asesinado por François de Ravaillac, quien estaba convencido que aún era
protestante. (González, 2003)
Nuevas disputas
En este tiempo el espíritu inflexible y autoritario reinaba a la sazón tanto en el aspecto religioso
como en el político. En el área religiosa, la ortodoxia se imponía con el establecimiento de dogmas. Los
católicos, luteranos y reformados no lograban ponerse de acuerdo ni internamente, y esto se tradujo en
constantes debates acalorados, declaraciones de herejía a correligionarios y divisiones. Los discípulos
de Lutero y Calvino resultaron ser más estrictos que los mismos reformadores, quienes hicieron
grandes acercamientos en vida. Los luteranos se dividieron y los radicales acusaron a Melanchthon de
apóstata. Los reformados levantaron como estandarte la predestinación y condenaron el arminianismo
(que se opone a la predestinación absoluta y defiende el libre albedrío) en el sínodo de Dordrecht
(1618-1619). Los católicos por otra parte se enfocaron en debatir la autoridad del papa y la relación
entre la gracia y las obras humanas en la salvación.
En el área política el absolutismo se imponía, sistema que confiere absoluto poder al monarca y
lo coloca sólo bajo Dios. El rey tiene el derecho divino a gobernar y sólo es responsable de sus actos
ante el Todopoderoso, por lo que no debe limitarse su accionar con leyes o tradiciones. Los dos países
que se erigieron como potencias en este período y que adoptaron dicho sistema fueron la católica
Francia con Luis XIII (1614-1643) y Luis XIV (1643-1715) llamado el Rey Sol, e Inglaterra con Isabel
I que favorecía el calvinismo. Pero la hegemonía se las daría la Guerra de los Treinta Años,
especialmente a Francia.
Las pugnas entre protestantes y católicos continuaron de forma focalizada, siguiendo el espíritu
intolerante del momento hasta estallar en la Guerra de los Treinta Años. Ésta fue un conflicto bélico
acaecido en Europa desde 1618 hasta 1648, considerada el más cruento de la época por su duración,
voracidad, porque involucró casi toda Europa y por la consecuente destrucción y empobrecimiento que
trajo al viejo continente. En dicho conflicto, los intereses políticos y religiosos se mezclaron
profundamente. Esto es notable en el caso de Francia que mientras promovía el catolicismo
internamente (y muchas veces usando la violencia), luchó en el bando protestante. La guerra afectó
especialmente al Sacro Imperio romano germánico (Imperio Alemán), pero se prolongó hasta 1569
entre Francia y España.
La guerra empezó en el Reino de Bohemia que pertenecía en ese momento al imperio alemán y
cuyo pueblo mayoritariamente protestante. En 1617 el emperador nombró a su sobrino Fernando II
(futuro emperador) como rey de Bohemia, éste instauró un absolutismo católico para raer al
protestantismo de la zona. González (2003) narra el episodio que dio inicio a la Guerra de los Treinta
Años: “Cuando, en una reunión en Praga, el Consejo Real se negó a prestarles oído a los reparos de
los protestantes, éstos se enardecieron, y echaron por la ventana a dos de los principales católicos,
que no resultaron malheridos porque cayeron sobre un montón de basura.” A este evento ocurrido el
23 de mayo de 1618 se le conoce como la “Defenestración de Praga.” (p. 267)
En la cuarta y última etapa (1635-1648) Francia consiguió importantes victorias sobre España
en 1643 y sobre Dinamarca, obtuvo el dominio total de Suecia en el Báltico y acabó con la resistencia
en Baviera. Pero el conflicto bélico requería una solución. Por tanto las negociaciones diplomáticas
para poner fin a la guerra iniciaron en 1643 y en 1648 se firmó la Paz de Westfalia. Dicho tratado
marcó un precedente en la política moderna, siendo el primer intento de coordinación internacional
europea. También debilitó al imperio germano y promovió el surgimiento de estados independientes.
Los términos del documento incluyeron a los calvinistas en la Paz de Augsburgo, concediéndoles así a
luteranos, católicos y calvinistas los mismos derechos y reconocimiento religioso ante los gobernantes.
El tratado introdujo el término secular, que se usó para designar “la transferencia de
propiedades eclesiásticas a manos del poder secular.” Por otra parte, la autoridad del Papa quedó
aplastada y ya no se le permitió intervenir en los asuntos religiosos. Sin embargo, el papa Inocencio V
se negó aceptar el tratado y continuó buscando establecer el catolicismo en toda Europa. Pero no había
vuelta atrás: la iglesia y el estado ahora estaban eficazmente separados. Europa ahora estaba dividida:
el sur era católico y el norte era reformado. Tal configuración permanece hasta la actualidad. (Lacueva,
2001, p. 538)
A pesar de Westfalia, la iglesia católica apostólica romana siguió considerando “Herejes” a los
protestantes y la pugna se evidenciaba cada vez que los protestantes proclamaban el evangelio de
Cristo. Si ayer, el imperio romano perseguía a los cristianos, ahora la iglesia católica tomó ese trabajo
al perseguir a los cristianos protestantes de su sistema apóstata. Pero una vez más se cumple la palabra
profética de nuestro Señor Jesucristo: ¡NI LAS PUERTAS DEL HADES PREVALECERÁN EN
CONTRA DE LA IGLESIA!
Esta etapa abarca desde el fin de la Era de la Reforma (con la Paz de Westfalia) hasta la
Revolución Francesa (1789). En este tiempo la ciencia y la razón comenzaron a reemplazar a la fe
como cimiento de la civilización occidental. Los cambios que se venían gestando desde el
renacimiento, alcanzaron su cúspide en esta etapa donde todo lo que se consideraba “razonable” llegó a
ser normal, pero lo que no era razonable, se cuestionaba, como por ejemplo, los milagros bíblicos. Este
proceso es el que da a luz al Secularismo y al Humanismo, y que trae a la escena la tolerancia religiosa
virtual. La iglesia se vio afectada por estas corrientes, sufriendo un estancamiento en el desarrollo
académico y un apego total a la ortodoxia mediante el establecimiento de dogmas. Por tanto, muchos
creyentes cansados de la apatía, el conformismo y la indiferencia espiritual respondieron con: el
pietismo y la experiencia personal, y los avivamientos.
Los cambios esenciales que se suscitan en esta era se pueden resumir así:
El Racionalismo
Debido a las guerras religiosas que sacudieron Europa y el avance de la ciencia, las personas
veían la necesidad de distanciarse de la religión y sus constantes conflictos doctrinales y acercarse al
nuevo dios que les traería la paz y progreso: la razón y su hija, la ciencia. Dicha corriente se convirtió
en la tendencia más característica de esta etapa. González (2003) dice al respecto:
Como parte y resultado de todo esto, el espíritu del racionalismo se fue posesionando del
alma europea. ¿Por qué preocuparse por detalles acerca de la doctrina cristiana sobre los
cuales es imposible ponerse de acuerdo, cuando hay una razón natural que nos da a
conocer lo más importante en relación a Dios y al destino humano? ¿No sería mejor
construir una “religión natural” a base de tal razón, y dejar las cuestiones de detalle, y
todo lo que proviene de la revelación, a los espíritus más crédulos, fanáticos y
oscurantistas? (p. 264)
El racionalismo afirma la supremacía total de la razón humana, de hecho ella por sí sola “… es
suficiente para solucionar todos los problemas referentes a la naturaleza y destino del hombre. Esto no
significa que todas las preguntas serán contestadas y todos los problemas resueltos, sino que, si ha de
Mock (1995) describe: “De manera que para el deísta, Dios creó el mundo, lo sujetó a las leyes
naturales, lo echó a andar como a un reloj y se sentó para verlo marchar.” El deísmo se difundió por
Alemania y Norteamérica, de hecho muchos líderes de la Revolución estadounidense en 1776 eran
deístas: Tomás Jefferson, Benjamín, Franklin y Tomás Payne. Por otra parte, el racionalismo en
Francia tomó la forma del Escepticismo y la Ilustración (base ideológica para la Revolución Francesa).
En Alemania y la mayor parte de Europa como el intelectualismo y la Filosofía Racional. (p. 188)
David Hume (1711 -1776) divulgó el Escepticismo, donde se dudaba de todo, produciendo la
negación de los milagros y lo sobrenatural. El científico Isaac Newton (1642-1727) al definir la Ley
Gravitacional explicó el comportamiento del universo en términos de leyes naturales. Su trabajo dio
origen a cambios importantes en la percepción del mundo. Asimismo, destacan dos teólogos y filósofos
que buscaron responder al deísmo y el escepticismo, mezclando el racionalismo y la teología. 1)
Cristián Wolff (1679-1754) utilizo el razonamiento humano con precisión matemática para probar a
Dios. 2) Emmanuel Kant (1724-1804), llamado el Padre de la Filosofía Moderna y del racionalismo
humano, que a la larga condujo al liberalismo.
Mock (1995) explica que si David Hume llegó “… a la conclusión de que lo sobrenatural era
improbable, Kant sugirió que el conocimiento no era una revelación, sino que se obtenía interiormente
a través del sentido de la percepción.” Según Kant, la religión es sólo una reflexión moral del hombre
interno. Sin embargo, a finales de esta etapa, y con las críticas de Hume y Kant, se empezó a hacer
evidente que la razón no era siempre objetiva como se propugnaba. (p. 290)
La Reacción de la Iglesia
Estos vientos fríos y de cálculos matemáticos hacia Dios condujeron a la Iglesia hacia el calor
fraternal y el fuego del Espíritu Santo, dando como resultado el Pietismo que surgió entre los luteranos,
el Metodismo que surgió entre los anglicanos. También tuvo lugar el movimiento cuáquero o de la luz
interior. Hubo otros que no conformes con las doctrinas y movimientos del entonces, decidieron
emigrar al nuevo continente, buscando un lugar donde establecerse y practicar libremente la fe a su
En Francia: Tras la victoria en la guerra de los Treinta Años, la monarquía francesa quedó
fortalecida. El “rey Sol” Luis XIV tenía solo 5 años cuando asumió el poder, pero a los 23 años (1660)
se dispuso a gobernar efectivamente. Frenó la intervención de Roma en la iglesia francesa (“galicana”)
e hizo todo lo posible por “hacer volver” a los protestantes para unificarla. Como no tuvo éxito, en
1684 hizo uso de la fuerza para convertirlos obteniendo exitosos resultados (muchísimos apostataron).
Animado, el Rey emite el Edicto Fontainebleau en 1685 donde abroga el Edicto de Nantes, ahora ser
protestante era ilegal.
Lo antedicho dio inicio a una de las peores y más sangrientas persecuciones: o se convertían al
catolicismo o morían. Cerca de 400.000 huyeron de Francia y el país perdió mano de obra calificada
contribuyendo a las terribles condiciones económicas que producirían la Revolución Francesa.
También por orden del papa se persiguió férreamente a los jansemitas, un grupo católico que defendía
la teología de Agustín de Hipona. La iglesia protestante francesa fue reducida a una iglesia mártir,
predominantemente rural y clandestina: la iglesia del desierto, como se llamó. La persecución duró
hasta 1787, cuando el Rey Luis XVI les concede nuevamente a los hugonotes tolerancia religiosa.
González (2003) expone:
Durante todo ese tiempo fueron millares los hombres enviados a las galeras y las mujeres
condenadas a prisión perpetua. Pero los que pronunciaron las palabras “me reúno” no
fueron más que un puñado. Entre los muchos pastores condenados a muerte, solo dos
abandonaron su fe. La “iglesia del desierto” había logrado sobrevivir. (p. 280)
En Inglaterra, de 1649 a 1660 el rey no gobernaba sino el parlamento y la iglesia oficial, había
tolerancia religiosa para todos menos para los católicos que eran perseguidos. Pero cuando Carlos II
subió al trono (1630-1685), se desató la persecución. Mock (1995) dice que “Los presbiterianos, los
congregacionalistas, los bautistas, los cuáqueros y los católicos fueron todos perseguidos en mayor o
menor grado.” El siguiente rey, Jacobo II asumió el poder en 1685 e intentó ayudar a los católicos,
pero en 1688 su yerno, el calvinista y gobernante de Holanda, Guillermo de Orange, invadió Inglaterra
a petición del parlamento inglés. En 1689 Guillermo III y su esposa María redactaron el Acta de
Tolerancia que garantizó la tolerancia para todos, menos a los católicos. (p. 297)
Los gobernantes siguientes manipularon la iglesia a su antojo, la religión oficial dependía de las
creencias del rey. Tal inestabilidad religiosa ocasionó el surgimiento de dos movimientos sumamente
importantes para el cristianismo protestante; los cuales buscaban la purificación personal de los
creyentes y la extensión misionera, y que se describen a continuación:
… era guiada por la experiencia personal y la luz interna. De acuerdo a él, todos los seres
humanos tienen una chispa de esta luz interna y pueden alcanzar salvación. Su énfasis
religioso caía sobre la dirección del Espíritu, el pacifismo, y el amor fraternal de la
comunidad. Por igual, se les permitía predicar a todos los que fueran dirigidos por el
Espíritu, incluso las mujeres, algo inusitado en su época. (p. 193)
Asimismo, los cuáqueros rechazaban: la iglesia organizada; la Biblia como objetiva y completa
revelación (esto porque para ellos la principal revelación venía del Espíritu Santo); la adoración formal,
los cánticos, el bautismo y la cena del Señor. Promovieron la moral, la verdadera preocupación por los
demás y la compasión social. Muchos fueron perseguidos y encarcelados, lo que sumado a su celo
misionero hizo que emigraran a Norteamérica y otros lugares. Aunque equivocados, el movimiento
logró muchos adeptos. Su teólogo principal fue Roberto Barclay (1648-1690), quien se opuso
abiertamente a la guerra y la esclavitud. En 1681, el más famoso cuáquero Guillermo Penn fundó
Pennsylvania en EE.UU., donde se garantizaba la absoluta libertad religiosa. (Mock, 1995)
Jorge Whitefield también fue de importancia en esta empresa porque como predicador, viajó por
todas las colonias (1738-1769) y fungió como unificador del avivamiento. El despertamiento giraba en
torno a la conversión personal, el estilo de vida moral, la preocupación social y humanitaria, y la obra
misionera entre los indígenas. Asimismo, la libertad de culto fue otro elemento unificador del
avivamiento entre las colonias. Al punto que la represión política y religiosa de Jorge III de Inglaterra
en contra de las colonias norteamericanas desencadenó en la Declaración de Independencia en 1776 de
las 13 colonias que ahora se declaraban un solo país: Estados Unidos de América. (Mock, 1995)
De esta forma las iglesias en Estados Unidos al final de esta etapa se caracterizaban según
Deiros (1980) por tres aspectos: “1. Eran puritanas. 2. Aceptaban el principio de una total separación
La Era en cuestión comienza con la Revolución Francesa y abarca hasta los albores de la
Primera Guerra Mundial. De esta forma, contempla el surgimiento de la Revolución Industrial, que
transformó al mundo y produjo el auge del Capitalismo, también el grandísimo despertar evangelístico
a través de las misiones, la aparición de sistemas ideológicos que trastornaron al mundo: el Socialismo
y el Comunismo, la aparición del liberalismo que afectó la doctrina de la iglesia cristiana, el
materialismo, y los nuevos avivamientos que se produjeron. Pero lo que más destaca de esta era es el
cambio en la autoridad, que pasó de estar en Dios y la Biblia al hombre y la experiencia.
La Revolución Francesa
Aunque Luis XVI había concedido tolerancia religiosa, no era un gobernante hábil y con sus
excesos y corrupción llevó al país al borde de la ruina. El pueblo literalmente moría de hambre,
mientras la extravagante monarquía derrochaba el tesoro del país. Por otra parte, la iglesia católica era
dueña de la mitad de la tierra, y el pueblo debía pagar los diezmos y el salario del clero. En medio de
tales circunstancias, es comprensible que se respiraran aires rebeldes: “los monarcas opresores tenían
que ser eliminados, y… el pueblo tenía (el) derecho de hacerlo.” A lo que también contribuyó el
pensamiento liberal de la época. (Mock, 1995, p. 319)
En abril de 1789 Luis XVI convoca a Los Estados Generales, los cuales no se reunían desde
hacía 200 años. En junio, el Tercer Orden (la burguesía) junto a algunos curas, se declaran como la
Asamblea Nacional. Tras largas disputas que no es menester narrar en el presente módulo, en 1792
Francia es declarada una República y al año siguiente Luis XVI es ejecutado. La rebelión fue dirigida
contra: “la monarquía absoluta,… la alianza del estado y la iglesia… la Iglesia Católica Romana…
los terratenientes, y la nobleza acaudalada.” La nobleza perdió su influencia y el poder real fue
derrocado. (p. 320)
Con el fin de reformar la iglesia francesa, la Asamblea promulgó en 1790 la Constitución civil
del clero. A la dominación de la iglesia de Roma sobre Francia le había llegado su fin, se la despojaron
de sus bienes, del diezmo, el pago de salarios y sus sacerdotes sufrieron muerte o exilio. No obstante,
se levantó un marcado rechazo contra el cristianismo en general: católicos y protestantes. Los
revolucionarios sentían “que eran heraldos de una nueva era en que la ciencia y la razón se
sobrepondrían a todas las supersticiones y los sistemas religiosos, que en fin de cuentas no eran sino
La Revolución asumió una nueva religión que venía gestándose en ciertas zonas del país, a
manos de personas ilustradas que promovía la descristianización, llamada el Culto a la razón y que
después se llamó el Culto al Ser Supremo. Dicha “religión” dio nuevos nombres a los meses,
reemplazó las festividades cristianas por otras más razonables, se construyeron templos a la Razón,
santorales donde Cristo se erigía junto a filósofos; se crearon nuevos ritos para las bodas, funerales,
etc. Pero la “razonable religión” aplicó cruentos castigos a los disidentes. Oficialmente, el cristianismo
era permitido pero “cualquier clérigo que se negara a prestar juramento a la Libertad, o cualquiera
que tuviese el más mínimo contacto con fuerzas o ideas opuestas a las de la Revolución, era
guillotinado.” (González, 2003, p. 403)
La presión que recibió el cristianismo en esta etapa fue sumamente dura. Lamentablemente
muchos protestantes claudicaron ante las pretensiones del Estado, y aunque los católicos destacaron por
su firme convicción, cuando en 1795 la persecución amainó, la iglesia prácticamente había
desaparecido. Posteriormente el estado francés siguió siendo anticristiano, aunque ya no perseguía
frontalmente a los cristianos. Y las victorias revolucionarias en Suiza, Italia y Países Bajos, extendieron
esta política anticristiana a nuevos lugares.
Cambios fundamentales
Esta etapa no sólo destaca por sus aires de “libertad” sino también por el progreso cultural,
social, científico y económico que trajo la Revolución Industrial. Con la invención de la máquina a
vapor por James Watt (1736-1819d.C), se produjeron cambios profundos en la vida de las personas. El
comercio dejó de estar basado en la agricultura para cimentarse en la industria manufacturera. La gente
dejó el campo para irse a las ciudades en búsqueda de mejores condiciones de vida. Esta era de
progreso trajo prosperidad para muchos, pero para otros trajo miseria y calamidades sociales y
económicas. Una clase de personas se enriqueció a costa del trabajo de los menos favorecidos y se
profundizaron las desigualdades sociales surgiendo un nuevo “dios”: El Capitalismo.
Sin duda, todo este mover de ideas y cambios sociales impactaron profundamente a la fe
cristiana. La Revolución Industrial apartó a los creyentes de su vida cotidiana. La religión fue reservada
solamente para los domingos y la vida privada. Ahora las personas pasaban más tiempo en las fábricas
En este ambiente capitalista surge otro enfoque económico, político, social y religioso opuesto
al Capitalismo y a la Iglesia: El Socialismo y Comunismo. Su principal exponente fue Karl Marx
(1818-1883) que junto a su colaborador Friedrich Engels, trazaría en su obra de 1848: Manifiesto
Comunista los postulados esenciales de su ideología: “materialismo histórico, lucha de clases,
necesidad de una organización internacional de obreros y de una posterior forma del poder, en manos
de éstos, para organizar el futuro Estado comunista…” caracterizado por la abolición de las clases
sociales. Aunque su obra cumbre fue El Capital publicado en 1867, la cual impactó el escenario
mundial y posteriormente, devoró a Rusia. (Océano, 1997, p. 1936)
Para Marx la religión era un medio de dominación, por lo que la llamaba “el opio de los
pueblos” y como para él Dios no existía, lo sustituyó por el materialismo, porque lo que existe es la
materia. Mock (1995) explica que “el Socialismo promueve al Estado como dueño de las propiedades
y de los negocios, con el gobierno proveyendo los servicios esenciales al pueblo. El Comunismo en
teoría es una forma avanzada del Socialismo donde no existe el estado y todo pertenece a la
comunidad.” La iglesia ahora debía responder a estas ideologías, pero para hacerlo muchos grupos
dejaron a un lado el mal fundamental del hombre: el pecado, y se enfocaron en atender los problemas
sociales que la Revolución Industrial y el mismo materialismo habían creado. De esta manera filósofos
y teólogos dieron origen al Liberalismo y al Criticismo Bíblico que influyen en la sociedad hasta hoy.
Sin embargo, fue el científico Carlos Darwin (1809-1882d.C) quien produjo el mayor cambio
en el mundo, a raíz de sus supuestos “descubrimientos” en el área de la biología. Darwin concibió la
teoría de la evolución de las especies, donde despojaba a Dios de su rol como el creador del universo y
lo llevaba al nivel de un producto de la conciencia humana. Darwin decía que todos los seres vivos son
sólo el resultado de los cambios evolutivos productos de la selección natural y la supervivencia del más
apto. De esta forma, el ser humano no fue creado en su estado actual sino que evolucionó de forma
natural a partir de seres inferiores. Darwin negaba el pecado original, la necesidad de Cristo como
salvador y de una norma moral objetiva. Además pretendió refutar la Biblia con sus “descubrimientos,”
los cuales marcaron un hito en la ciencia moderna.
El resurgimiento y la caída del papa católico romano (1815-1914 d.C.): Después del Congreso
de Viena de 1815, la Iglesia Católica obtuvo tolerancia nuevamente en Austria, Inglaterra, Francia y
Prusia; le fueron devueltos los estados papales, los jesuitas volvieron a ocuparse de su labor educativa y
misionera. Siguiendo los vientos de restauración, el papa Pío IX (1846-1878) promulgó una serie de
dogmas en la búsqueda de consolidar nuevamente el poder católico:
Se decretó la inmaculada concepción de María (1854 d.C.) por el papa pío IX. María había
sido concebida sin pecado original, lo cual tenía que ser aceptado para alcanzar la salvación.
Pero estos decretos produjeron resultados contrarios a los esperados, en 1870 la sociedad y la
política se levantó en rechazo de la figura papal. Dentro del mismo catolicismo se negaban a someterse
al obispo romano y ese mismo año, los nacionalistas italianos tomaron control de Roma. El Papa Pío
IX reacio a aceptar los términos de tregua se retiró al exilio en el Vaticano. De esta forma, el papa fue
destronado en el terreno político. El Vaticano levantó un muro alrededor de sí mismo hasta el día de
hoy, donde se redujo a un pequeño país en Italia, gobernado por el papa de turno y desde allí gobierna a
los católicos en el mundo. Los papas siguientes, León XIII y Pio X ahora eran “libres” en contra de su
voluntad para dedicarse a los asuntos religiosos sin restringir las libertades de los demás.
Se organizaron sociedades misioneras. El siglo XIX fue la gran era de la actividad misionera
moderna. Inglaterra jugó un rol fundamental en esta empresa, debido a la hegemonía política y
económica que disfrutaba tras la caída de Francia y gracias a la Revolución Industrial, que comenzó
primero en sus tierras. Los ingleses ahora eran los nuevos formadores de imperios impulsados además
por su armada y marina invencibles. Los cristianos protestantes ingleses también se vieron
beneficiados, porque por fin se dieron las condiciones favorables para la nueva expansión del
evangelio, algo que hasta el momento sólo había sido posible para los católicos.
Lejos de sentarse y olvidar el asunto, Carey emprendió una minuciosa y notable investigación
que publicó en un pequeño libro llamado Investigación de la obligación de los cristianos de emplear
medios para la conversión de los paganos. Carey entendía que en la salvación la elección es obra de
Dios, pero el evangelismo es un deber del hombre cristiano. Sus ideas fueron contagiosas y en octubre
de 1792, él, Andrés Fuller y un grupo de pastores bautistas conformaron la Sociedad Misionera
Bautista, cuyo primer misionero fue el mismo Carey.
Él viajó junto a otras personas en 1793 a la India. Allí estudió la religión, cultura y filosofía
hindúes y realizó un notable trabajo de traducción de la Biblia a varios idiomas autóctonos, además de
la labor evangelística que emprendió. Su ejemplo de menospreciar los obstáculos, las distancias, las
diferencias culturales o de idiomas, los gastos, peligros, etc. fueron contagiosos y abrieron el camino
para que muchos otros siguieran su ejemplo; dando lugar al movimiento misionero moderno.
Innumerables sociedades misioneras se organizaron en el siglo XIX, iniciando una etapa de
consolidación. El Evangelio ahora se había extendido a todo el mundo. (Mock, 1995)
Tuvo lugar el Segundo Gran Avivamiento en Estados Unidos, que cumplió un rol fundamental
en la evangelización y colonización de los indígenas americanos, mediante la predicación en casas o al
aire libre bajo carpas o tiendas de campaña por más de 150 años. Destacan Jaime McGready (1758-
1817) en Kentucky y Tennesse en 1801, y Timoteo Dwight (1752-1817) en la Universidad de Yale en
1802.
El Movimiento de Santidad o de la doble bendición (1830 aprox.) Enseñaban la doctrina de
Wesley de la santificación, y que tal santidad se evidenciaba en estrictas formas de vestir y de actuar.
Sus reuniones se caracterizaban por la manifestación de los “dones del Espíritu Santo” como hablar en
lenguas, milagros de sanidad y profecías.
El Movimiento de Sanidad: Se basó en la oración de fe de Santiago 5:15. Destaca A. B.
Simpson que predicaba la sanidad como uno de los efectos de la muerte de Cristo además de la
redención. Según él, los creyentes no sólo eran liberados instantáneamente del pecado mediante la fe,
sino también de las enfermedades.
El Movimiento Misionero Cuadrangular, enfatizaban 4 aspectos de Jesús: Salvador,
Santificador, Sanador, Rey que viene. Creían que los avivamientos investían a las personas de poder
para atestiguar de Cristo, que no necesitaban de preparación formal ni aprender otros idiomas, porque
Dios les daría el don de hablar otras lenguas. También que si iban por fe (sin dinero), las misiones
serían más efectivas. Se produjo durante la guerra civil estadounidense (1861-1865).
El primer avivamiento del siglo XX y verdaderamente pentecostal se conoce como Movimiento
de fe apostólica o lluvia tardía. Su fundador, Charles Parham (1863-1929) era metodista, pero tras
divergencias doctrinales se separó del grupo y empezó a frecuentar grupos de santidad. Parham fundó
el Bethel Bible School, en Topeka, Kansas, en octubre de 1900. Tras alentar a sus estudiantes a clamar
por un avivamiento, en enero de 1901, una alumna de Parham empezó a hablar en lenguas, tras pocos
días el mismo Parham habló en lenguas también. En 1906, tal movimiento se expandió a Los Ángeles,
California, y a Zion, en Illinois. Otro movimiento similar fue el de la calle azusa en 1906 por William
Seymour. Finalmente en 1914, los pentecostales se organizaron bajo la figura de las Asambleas de
Dios.
En Norte América surgen algunas sectas:
a. La iglesia Mormona en 1830, por José Smith (1805-1844)
b. Los Adventistas del Séptimo Día en 1840, por Guillermo Miller (1782-1849)
c. El Espiritualismo en 1848 por Kate y Margarita Fox.
d. La Ciencia Cristiana en 1870, por Baker Eddy (1821-1940)
e. La Iglesia Unitaria en 1785.
f. El Evangelio Social en 1890, por Walter Rauschenbusch (1861-1917)
g. Los Testigos de Jehová en 1879, por Carlos T. Russell (1852-1616)
La penetración del evangelio en Venezuela no llegó hasta que el país dejó de ser colonia
española. De hecho en Venezuela también se instauró la Inquisición española (aunque no férreamente)
para evitar que llegaran colonos o ideas protestantes y hubo mártires. Pero con la independencia en
1824 la situación estaba destinada a cambiar. Considerando el Congreso venezolano que el artículo 218
de la Constitución llamaba a vivir en el país a “extranjeros de cualquier nación” y que “la libertad
religiosa es una parte esencial de la libertad civil, que la misma Constitución asegura a los
venezolanos y extranjeros avecindados en la República” promulgó el 17 de febrero de 1834 un artículo
que decía: “No está prohibida en la República la libertad de cultos.” El presidente José Antonio Páez
le puso el ejecútese al día siguiente. (Ayerra, 1980, p. 12)
A pesar de este hecho, que sentó la base para la entrada del evangelio al país, pasaron varias
décadas antes de que llegaran los primeros misioneros. Fue con la construcción del Ferrocarril cuando
el panorama cambió. El gobierno empleó para tal fin a empresas extrajeras, que eran en su mayoría
inglesas. El director del ferrocarril fue el Sr. Briant que vino con su hijo adoptivo Emilio Silva en 1884,
ambos se habían convertido al evangelio en un avivamiento inglés del siglo XIX y eran fervientes
cristianos. Silva hizo uso de su posición y obtuvo permisos para que misioneros de las Asambleas que
se congregan en el nombre del Señor (grupo al que pertenecía), pudieran establecerse en el país. Entre
ellos están: Juan Mitchel (1896), Enrique Iñurrigano (1897), Ernesto Thomas (1897), Guillermo
Williams y Jorge Johnson.
También los presbiterianos están entre los primeros protestantes en establecerse en Venezuela.
Destacando Teodoro Ponds (1897), Arturo Phillips y el Sr. Davenport. Por otra parte, Gerard R. Bailly
vino desde Puerto Rico en 1897, él estaba relacionado con la Alianza Cristiana y Misionera; y fundó el
Hebrón Home Institute and Missionary Association. Destacan entre sus misioneros: Fred Bullen, Henry
Randall y Fraser y Harold Legge. En 1887 la Sociedad Bíblica Americana designa un representante en
Caracas. En 1899, The South America Evangelical Mission (Londres) envió a David Finstrom a la
Victoria, Edo. Aragua. Esta organización produjo las iglesias de la Asociación de Iglesias Evangélicas
Libres (ADIEL).
The Scandinavian Alliance Mission envió a Maracaibo en 1906 a Thomas Bach y Juan
Christiansen. Luego pasó a llamarse Misión Alianza Evangélica (MAE) y dio origen a las iglesias
occidentales de la Organización Venezolana de Iglesias Cristianas Evangélicas (OVICE). Por último, el
oriente venezolano fue atendido por la Misión Rio Orinoco, fundadora del Instituto Bíblico “Las
Delicias” y precursora de la Asociación de Iglesias Evangélicas de Oriente (ASIGEO). Su fundador
Van V. Eddings y su esposa Engracia llegaron a Caracas con la Misión de Bailly en 1915, pero tras una
breve obra en Margarita (1917-1919), decidieron fundar una misión que se dedicara en exclusivo al
inalcanzado oriente venezolano en 1920. Los Eddings fueron los primeros misioneros en establecerse
en el oriente del país. (Véase Historia del Instituto Bíblico “Las Delicias”)
Por último, el testimonio del misionero Henry Randall (1915) citado por Lewis (1994), tras un
viaje como colportor al Orinoco, transmitirá al lector cómo fue la evangelización en esos tiempos:
Salimos (de Caracas) con tres mulas y tres carretas de tiro. A una carreta se le rompieron
las dos ruedas, y se volcó con todo, incluso arriero y mula… A otra se le rompió la caja del
eje de la rueda. Pudo proseguir el viaje con dificultad… Pudimos ver la mano de Dios
muchas veces… Así hemos viajado unos 500 kilómetros, caminando entre montañas,
quebradas, farallones, desfiladeros y arenas desérticas, con un sol calientísimo. Pero basta
esta parte de la historia. Lo más importante es la obra entre la gente… Barrancas… es
una región enorme, no evangelizada. El sol calienta y a veces no hay sombra ni brisa. Una
vez pasamos 48 horas con sólo un poco de pan y queso. Cuatro noches preferí dormir en la
carretera. Gracias a Dios por esta pequeña participación en el sufrimiento de Jesús. No
cambiaría esta experiencia por todo el oro del mundo. (p. 25-27)
Henry Randall murió de una enfermedad que contrajo en ese viaje. Él creía en la doctrina de la
sanidad como parte de los beneficios de la cruz de Cristo, por lo que se reusó a tomar quinina.
El ambiente progresista y positivo que caracterizó a la etapa anterior, en el que había la convicción
de que la razón resolvería los conflictos humanos y llevaría a la humanidad a su máximo esplendor,
llegó a su fin con la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Ésta y las demás guerras y dictaduras
que surgirían, crearon un ambiente de fatalismo.
Después de la Gran Guerra, Estados Unidos surgió como la superpotencia democrática “cristiana.”
Pero en contraposición, en Europa surgieron numerosos gobiernos totalitarios fascistas/socialistas:
La Revolución Bolchevique en Rusia (1917) que produjo un estado totalitario-comunista-ateo
bajo la dirección de Vladimir Ilitch Ulianov Lenin (1870-1924). La Iglesia Ortodoxa Rusa
(Griega) llegó a su fin. La iglesia protestante fue duramente presionada y controlada.
En 1924, el líder ruso Lenin muere y es sucedido por Joseph Stalin; quien en 1925 inicia una
serie de “Purgas” para afianzar su poder. La iglesia protestante rusa pasa a ser férreamente
controlada por el Estado, los cristianos que no se amoldan a las disposiciones del gobierno son
duramente perseguidos y encarcelados. Muchos mueren a consecuencia de las malas
condiciones de las prisiones o de los trabajos forzados.
También en 1924 el fascista Benito Mussolini asume el poder en Italia.
El surgimiento de la Alemania Nacionalsocialista (Nazi): En 1933 Adolf Hitler sube al poder en
Alemania, siendo él la máxima expresión de un dictador fascista. El nazismo se opuso al
cristianismo porque para éste, el Estado era la religión de Alemania. Carlos Barth expresó su
oposición a la dictadura a través de la Declaración de Barmen (1934). Otros cristianos fueron
ejecutados como Dietrich Bonhoeffer.
Este material es propiedad del Instituto Bíblico “Las Delicias”. Se advierte al estudiante que el uso de las
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los usos honrados, por lo que no podrá reproducir el material en ningún formato ni bajo ningún método;
comprendidas la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante
alquiler o préstamo público o privado, ya sea gratuito u oneroso sin haber obtenido el consentimiento pleno
del autor.
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