La Industria Argentina 1

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Argentina es un país de desarrollo industrial intermedio, ubicado en el puesto 26 entre las

economías de mayor producción industrial del mundo y 45 en términos per cápita Si bien el
posicionamiento de la Argentina en términos manufactureros puede parecer poco relevante, es
importante señalar que, sobre 217 países existentes en el mundo, los 10 primeros explican el
71% de la producción industrial global y los 30 primeros el 90%. En otras palabras, la producción
industrial mundial está acotada a unos pocos países y la Argentina forma parte de ese mapa,
aunque en un lugar de menor relevancia relativa.

Las cinco etapas del desarrollo industrial argentino

El desarrollo industrial argentino contemporáneo puede ser subdividido en cinco grandes etapas.

a) El período de industrialización asociado a la fase primario-exportadora (IPE) (1875-1929). En


este período, el crecimiento del sector agropecuario, en un contexto de altos precios
internacionales y una relación de fuerte complementariedad con Gran Bretaña, y la expansión del
mercado interno por efecto de las corrientes inmigratorias, promovieron el crecimiento de las
producciones manufactureras fuertemente asociadas a la producción de alimentos y actividades
asociadas con el agro y los servicios urbanos.
Contribuyeron en esta dirección algunas políticas de protección involuntaria, con fines fiscales,
que incrementaron los aranceles en algunos bienes de consumo final. A pesar de este
crecimiento, la participación de las importaciones en el consumo doméstico de bienes industriales
era muy elevada y los niveles de industrialización del país resultaban inferiores a los de otros
países en desarrollo de perfil agroexportador. El Censo de 1914 mostró que el 53% de la
producción industrial correspondía a la rama de alimentos y bebidas, al tiempo que la producción
textil mostraba un fuerte rezago respecto de otros países de América latina (solo 2% del total). El
74% de los insumos y materias primas que utilizaba la industria eran importados.

b) El período de industrialización sustitutiva de importaciones (ISI), (1930-1947). Tras el estallido


de la crisis mundial de 1930, el shock externo redujo las exportaciones e inversiones externas.
Los gobiernos conservadores implementaron medidas defensivas y un virtual marco de protección
que alimentó el crecimiento de la base industrial gestada en el período anterior y estimuló la
ampliación y diversificación del sector. Fue un período de crecimiento muy significativo que
transformó la estructura social. Pero los gobiernos conservadores no tuvieron un proyecto
industrial, antes bien tendieron a caracterizar la crisis como coyuntural, previendo la reanudación
de una fase de “normalidad” que les permitiera retomar el crecimiento de base agroexportadora

c) El período de industrialización dirigido por el Estado (IDE) (1948-1974). En esta etapa, el


Estado asumió un papel relevante en el direccionamiento del proceso de desarrollo
manufacturero, primero bajo los gobiernos de Juan Perón (1945-1955), con planes quinquenales
y el inicio de proyectos industriales estatales (siderurgia, fabricaciones militares), luego bajo el
influjo del desarrollismo, complementando nuevos proyectos estatales (petroquímica, aluminio)
con la atracción de inversiones extranjeras en algunas producciones durables (automóviles) y de
insumos de uso difundido. Se trató de un período de intenso crecimiento, no sin dificultades y
cuellos de botella en el sector externo y elevada conflictividad social y varios lapsos de
autoritarismo político.

d) El período de reestructuración sectorial con desindustrialización (RSD) (1975-1990). Esta fase


estuvo signada por las políticas de abrupta apertura comercial y financiera introducidas por el
último gobierno militar, particularmente entre 1976 y 1981, que condujeron al cierre de cerca del
14% de los establecimientos y el empleo industriales experimentó 27 trimestres consecutivos de
caída. Si bien el escenario general mostraba un notable achicamiento del sector, también fue
posible observar heterogeneidad, expresada en ciertos núcleos que pudieron escapar a la
tendencia general e incluso mostraron comportamientos expansivos, desde lo sectorial asociado
a grandes proveedores de insumos industriales que se fueron reorientando a la exportación
(como el caso del aluminio y el acero) y desde los núcleos empresarios, aquellas de mayor porte
vinculadas a grupos económicos y firmas transnacionales de mayores niveles de diversificación e
integración

e) El período de consolidación de un nuevo modelo industrial abierto y flexible (MIAF) (a partir de


1991). En esta etapa, la industria manufacturera terminó de asimilarse al nuevo esquema de
apertura al mercado internacional y las reformas promercado implementadas a partir de 1989. El
sector consolidó un perfil asociado a ramas tradicionales y basadas en recursos naturales, al
tiempo que avanzó hacia una commoditización exportadora de los complejos productores de
insumos de uso difundido desarrollados en la etapa de industrialización dirigida por el Estado
(siderurgia, aluminio, petroquímica) y se gestaron nuevos modelos de producción flexibles con
mayor presencia de actividades de ensamblaje en el sector automotor.

Este período puede ser, a su vez, subdividido en dos subetapas. En la primera de ellas (1991-
2001), el sector inicia su fase de producción flexible en la industria automotriz y expande sus
industrias más vinculadas al procesamiento de recursos naturales. Hacia 1998 llega a su límite y
sufre los efectos de la crisis macroeconómica que afecta notablemente su desempeño hasta
2002. Se trata de una industria que opera con mucho menos empleo que en el pasado y mayor
flexibilidad en el desarrollo de proveedores y el reemplazo por importaciones. En el año 2000, la
industria tenía un nivel de producción similar al de 1975, aunque sensiblemente menor en
términos por habitantes.

En la segunda fase se observa que, a fines de 2002, el sector retoma el crecimiento basado,
primero, en una política macroeconómica heterodoxa, que sostuvo un tipo de cambio real en
términos muy competitivos hasta el año 2008, y luego con una combinación entre un fuerte
impulso fiscal que estimuló al mercado interno y algunos intentos remozados de política industrial,
comercial y tecnológica. Ello permitió un crecimiento muy intenso que logró recuperar en 2011 el
mismo nivel de producto industrial por habitante de 1974, es decir, el pico del proceso de
industrialización argentino. Pero dicha expansión no modificó las bases estructurales del modelo
abierto y flexible y, sumado al fin de la holgura externa, las restricciones macroeconómicas
impusieron límites al crecimiento del sector, el cual inició una fase de declive a partir de 2012.

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