Bloque 6 I
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Bloque 6 I
El bando cristino contaba con el apoyo por los reformistas del absolutismo, la mayor parte del
ejército, altos cargos de la administración y de la Iglesia, la alta nobleza, las clases medias
urbanas y los campesinos del Sur. Exteriormente contó con Portugal, Inglaterra y Francia.
La 1º guerra tuvo una primera fase con victorias carlistas gracias al general Tomás
Zumalacárregui. Sin embargo, fue imposible llevar el mensaje carlista más allá de sus
territorios, debido a las fallidas expediciones como la Expedición Real o las expediciones del
general Miguel Gómez hasta Andalucía. El desgaste de los dos bandos, obligo a buscar una
solución a través del Convenio de Vergara (31 de agosto de 1839), rechazado por el propio
pretendiente, que se exilió a Francia dejando sus derechos a su hijo, manteniendo la
resistencia carlista con el general Cabrera hasta 1840.
En 1846 comenzó la Segunda Guerra o “guerra dels matiners” en Cataluña tras el matrimonio
de la reina con su primo Francisco de Asís. La Tercera Guerra se inicio durante el sexenio
democrático en los focos tradicionales de apoyo carlista contra la monarquía de Amadeo I y
termina con la restauración (1876)
Tras un breve gobierno de transición dirigido por Cea Bermúdez, en el cual destaca la división
provincial de España (obra de Javier de Burgos), a partir de 1834, la necesidad de hacer frente
a los carlistas obliga a la regente a confiar el gobierno a los moderados, cuya ideología
conservadora se acercaba más a su forma de pensar. El cambio más importante fue la
promulgación del Estatuto Real (abril de 1834), carta otorgada muy conservadora que
provocaría el rechazo de los moderados y una serie de levantamientos, lo que llevó al poder al
progresista Juan Álvarez de Mendizábal, quien puso en marcha medidas para solucionar la
guerra y los problemas financieros del país.
Sin embargo, estas medidas provocaron el rechazo de la Regente y del Vaticano, y fue
destituido Mendizábal y su sustitución por un nuevo gobierno. Esto provocó levantamientos
populares siendo el pronunciamiento de los sargentos en la Granja de San Ildefonso (la
"sargentada", 1836) quien acabaría obligando a la Regente a restablecer la Constitución de
1812 y a llamar a los progresistas. El nuevo gobierno dirigido por Calatrava inició reformas,
entre las que destaca la Constitución de junio de 1837. En ella aparece el sufragio censitario,
bicameralismo, soberanía compartida, separación de poderes y la Milicia Nacional.
La vuelta de los moderados al poder provocó que el general Espartero pida la dimisión del
gobierno y la derogación de la Ley de Ayuntamientos, que permitiría al gobierno nombrar a
los alcaldes. La Regente intentó formar un gobierno de consenso junto a Espartero, pero al
negarse este la Regente firmó el decreto de Ayuntamientos, lo que provocó Juntas
revolucionarias contrarias al gobierno por Espartero. María Cristina nombró presidente a
Espartero y el 12 de octubre la Regente abdicó y se exilió a Francia.
Para evitar una nueva regencia se decidió adelantar la mayoría de edad de Isabel, siendo
coronada en 1843 como Isabel II. Su reinado supondrá el predominio del sistema liberal.
La primera etapa de su reinado se conoce como la Década Moderada (de mayo de 1844 a julio
de 1854). Dirigidos por el general Narváez, su objetivo era reforzar el poder del Estado a través
de medidas como el servicio militar obligatorio, la creación de la Guardia Civil (1844) para
mantener el orden en el campo, la reforma de la Hacienda pública y de la administración, y la
reforma educativa de Pidal con la aparición de institutos secundarios. Destaca la nueva
Constitución de 1845 que recoge la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, recorte
de libertades y derechos, exclusividad de la religión católica, eliminación de la Milicia Nacional,
cortes bicamerales y los ayuntamientos pierden su autonomía. Se restablecieron las relaciones
con el Vaticano tras la firma del Concordato con la Santa Sede (1851), que aceptaba las ventas
de bienes desamortizados y reconocía a la monarquía isabelina a cambio de que el Estado
español le devolviera los bienes no vendidos, mantuviera el culto y clero y le permitiera
controlas la educación y la moral.
Los moderados tuvieron que hacer frente a diversos problemas, como el matrimonio de la
reina con su primo Francisco de Asís, la II Guerra Carlista en Cataluña y los levantamientos
relacionados con las "revoluciones burguesas de 1848” en Europa.
La política de Narváez y la de Juan Bravo Murillo, después, suponen la desaparición de la
política nacional con la reducción de las Cortes, de tal forma que a partir de 1852 el sufragio se
restringe y gobernando el gobierno por decreto, lo que provocó la repulsa de moderados,
militares, progresistas, republicanos y demócratas que forzaron a la reina a sustituir al
gobierno por uno de "unión liberal".
Se iniciaba así el llamado Bienio Moderado (1856-58) que supone la vuelta al régimen de 1845
durante una crisis económica, destacando la organización del primer censo o la Ley Moyano,
que intentaba paliar los bajos niveles educativos. Sin embargo, Narváez perdió el apoyo que
tenía y la reina llamó a O'Donnell, líder de los unionistas (partido Unión Liberal), para formar
gobierno.
A partir de 1863 se inician los últimos años de la monarquía isabelina con gobiernos presididos
por O'Donnell y Narváez en un ambiente inestable por el intervencionismo de Isabel y la
exclusión de progresistas, demócratas y republicanos. El descontento comenzó con la
destitución de catedráticos críticos como Emilio Castelar y del rector de la Universidad Central,
que provocó los sucesos de la noche de San Daniel (abril de 1865) enfrentamientos de
estudiantes y las fuerzas de orden, que costó el cargo a Narváez. En 1866 se produjeron dos
intentos de pronunciamiento militar uno de Prim y otro en el cuartel de San Gil por el que
O’Donnell fue destituido. El descontento popular, el cierre de las Cortes y la implantación de
un gobierno dictatorial convenció a la oposición de acabar con la monarquía isabelina, por lo
que demócratas, progresistas y republicanos firmaron el Pacto de Ostende (agosto de 1866),
para derribar a la monarquía y convocar unas Cortes. En 1867 se sumaron los republicanos
federales y tras la muerte de O'Donnell, la Unión Liberal y gran parte de los jefes de Ejército se
sumaron al pacto.