Bloque 6 I

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BLOQUE 6 (PARTE 1)

LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833 – 1874)


1. EL CARLISMO
Durante los últimos años del reinado de Fernando VII apareció una nueva facción defensora
del absolutismo, los “apostólicos o realistas”, encabezado por su hermano Carlos María Isidro
de Borbón. Tras el nacimiento de la infanta Isabel, el rey decide incorporar políticos
reformistas para que apoyaran a la reina tras su muerte. Tras la muerte de Fernando el 29 de
septiembre, Carlos reivindico sus derechos dinásticos desde Portugal en el Manifiesto de
Abrantes (1 de octubre de 1833) autoproclamándose como Carlos V de España, iniciándose la
Primera Guerra Carlista (1833- 1840).

El carlismo es un fenómeno que oculta el enfrentamiento entre la monarquía liberal,


defendida por los partidarios de María Cristina de Borbón (“los cristinos”), y la monarquía
absolutista que defendían los “carlistas”, con el lema “Dios, Patria y Rey”. Los carlistas eran
apoyados por la nobleza agraria, la administración y el ejército, el bajo clero, el campesinado y
los artesanos. Además, encontraron apoyo en las zonas rurales como País Vasco y Navarra
donde se temía la proletarización y la pérdida de sus fueros. En el exterior lo apoyaron Rusia o
Austria.

El bando cristino contaba con el apoyo por los reformistas del absolutismo, la mayor parte del
ejército, altos cargos de la administración y de la Iglesia, la alta nobleza, las clases medias
urbanas y los campesinos del Sur. Exteriormente contó con Portugal, Inglaterra y Francia.

La 1º guerra tuvo una primera fase con victorias carlistas gracias al general Tomás
Zumalacárregui. Sin embargo, fue imposible llevar el mensaje carlista más allá de sus
territorios, debido a las fallidas expediciones como la Expedición Real o las expediciones del
general Miguel Gómez hasta Andalucía. El desgaste de los dos bandos, obligo a buscar una
solución a través del Convenio de Vergara (31 de agosto de 1839), rechazado por el propio
pretendiente, que se exilió a Francia dejando sus derechos a su hijo, manteniendo la
resistencia carlista con el general Cabrera hasta 1840.

En 1846 comenzó la Segunda Guerra o “guerra dels matiners” en Cataluña tras el matrimonio
de la reina con su primo Francisco de Asís. La Tercera Guerra se inicio durante el sexenio
democrático en los focos tradicionales de apoyo carlista contra la monarquía de Amadeo I y
termina con la restauración (1876)

2. EL REINADO DE ISABEL II: TRIUNFO Y CONSOLIDACIÓN DEL LIBERALISMO


Durante la minoría de edad de Isabel, la regencia será ocupada por su madre, María Cristina de
Borbón y posteriormente por el general Espartero

2.1- LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA DE BORBÓN (1833-1840)

Tras un breve gobierno de transición dirigido por Cea Bermúdez, en el cual destaca la división
provincial de España (obra de Javier de Burgos), a partir de 1834, la necesidad de hacer frente
a los carlistas obliga a la regente a confiar el gobierno a los moderados, cuya ideología
conservadora se acercaba más a su forma de pensar. El cambio más importante fue la
promulgación del Estatuto Real (abril de 1834), carta otorgada muy conservadora que
provocaría el rechazo de los moderados y una serie de levantamientos, lo que llevó al poder al
progresista Juan Álvarez de Mendizábal, quien puso en marcha medidas para solucionar la
guerra y los problemas financieros del país.

Sin embargo, estas medidas provocaron el rechazo de la Regente y del Vaticano, y fue
destituido Mendizábal y su sustitución por un nuevo gobierno. Esto provocó levantamientos
populares siendo el pronunciamiento de los sargentos en la Granja de San Ildefonso (la
"sargentada", 1836) quien acabaría obligando a la Regente a restablecer la Constitución de
1812 y a llamar a los progresistas. El nuevo gobierno dirigido por Calatrava inició reformas,
entre las que destaca la Constitución de junio de 1837. En ella aparece el sufragio censitario,
bicameralismo, soberanía compartida, separación de poderes y la Milicia Nacional.

La vuelta de los moderados al poder provocó que el general Espartero pida la dimisión del
gobierno y la derogación de la Ley de Ayuntamientos, que permitiría al gobierno nombrar a
los alcaldes. La Regente intentó formar un gobierno de consenso junto a Espartero, pero al
negarse este la Regente firmó el decreto de Ayuntamientos, lo que provocó Juntas
revolucionarias contrarias al gobierno por Espartero. María Cristina nombró presidente a
Espartero y el 12 de octubre la Regente abdicó y se exilió a Francia.

2.2- LA REGENCIA DE ESPARTERO (1841-1843)

Tras la renuncia de la regente se formó un breve ministerio-regencia presidido por Espartero,


cuyo gobierno estará marcado por la oposición de los moderados (fracasados
pronunciamientos militares de 1841), de progresistas contrarios al personalismo de su gestión
y del naciente republicanismo en España. Espartero amplió la desamortización en beneficio de
los propietarios (bienes del clero secular) e intentó imponer el librecambismo. Esto provoco
los movimientos revolucionarios de Barcelona (1492) en los cuales se bombardearon la
ciudad. Las elecciones de 1843 dejaron a Espartero sin apoyos, pero el golpe definitivo vino
cuando miembros de su partido se movilizaron en su contra. Espartero, conociendo la derrota
de sus tropas en la batalla de Torrejón de Ardoz se exilió a Inglaterra.

2.3- EL REINADO DE ISABEL II (1843-1868)

Para evitar una nueva regencia se decidió adelantar la mayoría de edad de Isabel, siendo
coronada en 1843 como Isabel II. Su reinado supondrá el predominio del sistema liberal.

La primera etapa de su reinado se conoce como la Década Moderada (de mayo de 1844 a julio
de 1854). Dirigidos por el general Narváez, su objetivo era reforzar el poder del Estado a través
de medidas como el servicio militar obligatorio, la creación de la Guardia Civil (1844) para
mantener el orden en el campo, la reforma de la Hacienda pública y de la administración, y la
reforma educativa de Pidal con la aparición de institutos secundarios. Destaca la nueva
Constitución de 1845 que recoge la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, recorte
de libertades y derechos, exclusividad de la religión católica, eliminación de la Milicia Nacional,
cortes bicamerales y los ayuntamientos pierden su autonomía. Se restablecieron las relaciones
con el Vaticano tras la firma del Concordato con la Santa Sede (1851), que aceptaba las ventas
de bienes desamortizados y reconocía a la monarquía isabelina a cambio de que el Estado
español le devolviera los bienes no vendidos, mantuviera el culto y clero y le permitiera
controlas la educación y la moral.

Los moderados tuvieron que hacer frente a diversos problemas, como el matrimonio de la
reina con su primo Francisco de Asís, la II Guerra Carlista en Cataluña y los levantamientos
relacionados con las "revoluciones burguesas de 1848” en Europa.
La política de Narváez y la de Juan Bravo Murillo, después, suponen la desaparición de la
política nacional con la reducción de las Cortes, de tal forma que a partir de 1852 el sufragio se
restringe y gobernando el gobierno por decreto, lo que provocó la repulsa de moderados,
militares, progresistas, republicanos y demócratas que forzaron a la reina a sustituir al
gobierno por uno de "unión liberal".

La conspiración dio lugar al pronunciamiento del general O’Donnell en Vicálvaro (la


"Vicalvarada", 1854), fracasado en un principio por la oposición de las tropas leales al
gobierno. Sin embargo, la publicación del "Manifiesto de Manzanares" por Antonio Cánovas
del Castillo, que prometía amplias reformas, consiguiendo el respaldo popular. La situación
obligó a la reina a llamar a Espartero a formar gobierno, lo que daría lugar al Bienio
Progresista (de julio de 1854 a julio de 1856). En este periodo, con Espartero como jefe de
gobierno y O’Donnell como ministro de Defensa, se desarrolló una intensa labor de
modernización económica del país, destacando la "desamortización de Madoz" (1855) que
afecta a propiedades de ayuntamientos, del Estado y de la iglesia; la Ley General de
Ferrocarriles (1855) que facilitaba al capital extranjero para invertir en el sector; o la Ley de
Bancos y Sociedades de Crédito (1856) que modernizo el sector bancario para canalizar los
capitales extranjeros. Lo más importante fue la Constitución "non nata" de 1856, que
contenía los principios del progresismo. Nunca llegó a entrar en vigor por el clima de
conflictividad social que provocó la vuelta de los moderados al poder a pesar de la oposición
de la Milicia Nacional progresista.

Se iniciaba así el llamado Bienio Moderado (1856-58) que supone la vuelta al régimen de 1845
durante una crisis económica, destacando la organización del primer censo o la Ley Moyano,
que intentaba paliar los bajos niveles educativos. Sin embargo, Narváez perdió el apoyo que
tenía y la reina llamó a O'Donnell, líder de los unionistas (partido Unión Liberal), para formar
gobierno.

El “gobierno largo” de O'Donnell (1858-63) se caracterizó por un gran progreso material


debido a la afluencia de capitales extranjeros, la continuación de las obras ferroviarias, la
expansión de la industria textil catalana, ... Se inició una política exterior de prestigio para
desviar la atención de los problemas internos y exaltar el patriotismo a través de
intervenciones militares exteriores, como la Cochinchina. Destaca la guerra de Marruecos
(1859-1860), que convertiría al general Prim en héroe nacional, finalizada con la firma de la
Paz de Tetuán, España conseguiría el derecho a asentarse en Sidi-Ifni y la ampliación de las
plazas de Ceuta y Melilla. Otras expediciones fallidas fueron el intento por recuperar Santo
Domingo y la guerra contra Perú y Chile. Esta política confirmó la débil posición internacional
de España, por lo que O’Donnell acabo dimitiendo.

A partir de 1863 se inician los últimos años de la monarquía isabelina con gobiernos presididos
por O'Donnell y Narváez en un ambiente inestable por el intervencionismo de Isabel y la
exclusión de progresistas, demócratas y republicanos. El descontento comenzó con la
destitución de catedráticos críticos como Emilio Castelar y del rector de la Universidad Central,
que provocó los sucesos de la noche de San Daniel (abril de 1865) enfrentamientos de
estudiantes y las fuerzas de orden, que costó el cargo a Narváez. En 1866 se produjeron dos
intentos de pronunciamiento militar uno de Prim y otro en el cuartel de San Gil por el que
O’Donnell fue destituido. El descontento popular, el cierre de las Cortes y la implantación de
un gobierno dictatorial convenció a la oposición de acabar con la monarquía isabelina, por lo
que demócratas, progresistas y republicanos firmaron el Pacto de Ostende (agosto de 1866),
para derribar a la monarquía y convocar unas Cortes. En 1867 se sumaron los republicanos
federales y tras la muerte de O'Donnell, la Unión Liberal y gran parte de los jefes de Ejército se
sumaron al pacto.

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