Catedra Rocio
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03S-0313-D4
CATEDRA BOLIVARIANA
Y BIOGRAFIA DE SIMON BOLIVAR
Estudiante:
Karly Rivero
CI: 25.760.776
Profesor:
Luis Cova
CATEDRA BOLIVARIANA
La Cátedra Bolivariana tiene como propósito conocer la vida y obra de Simón Bolívar para
la formación de una identidad nacional y valores patrios. Dándole de esta manera el valor e
importancia que tiene la historia enfocándose en los hechos y logros realizados por nuestro
libertador Simón Bolívar. Sin embargo actualmente se ha evidenciado en la población un
fuerte desinterés por nuestra propia historia, lo cual radica en una grave falta de patriotismo
por nuestra propia idiosincrasia, a tal punto que no conocemos realmente nuestras raíces ni
a nuestros antepasados. Tal inconveniente se ha hecho presente en toda la sociedad
Venezolana siendo uno de los mayores problemas a nivel cultural que poseemos.
Muchas personas tratan de defender a Venezuela, pero como hacerlo de manera correcta si
se desconoce todo sobre ella. Esto hace que sea imposible y carece totalmente de sentido.
Por tal motivo en el presente trabajo se busca resaltar la gran importancia de la cátedra
bolivariana, como una estrategia para cultivar conocimiento con lo referente a Bolívar en la
sociedad, sus ideales y pensamientos, destacando a su vez uno de sus objetivos principales
el cual era unir a toda Latinoamérica como hermanos de un mismo continente, el cual llamo
a ese proyecto como la gran Colombia, proyecto que si se analiza bien era muy brillante ya
que él pensaba que todos éramos hermanos y estábamos divididos solo por líneas en los
mapas y que al final de todo la mejor manera de que Latinoamérica se alzara como potencia
era utilizando la cooperación entre naciones formando una alianza estratégica.
Por consiguiente Bolívar logro concretar esa alianza y consiguió poder expulsar al poder
español de nuestras tierras, liberando así una a una a cada provincia convirtiéndose en un
gran líder emblemático, el cual hasta el sol de hoy rendimos homenaje en todas las capitales
liberadas por él.
Hoy en día queda en nuestra historia y en nuestras memorias bibliográficas aquel sueño que
tuvo nuestro libertador y confío en que tarde o temprano evaluaremos esa iniciativa como
un gran plan para sacar a nuestro pueblo del subdesarrollo, pero eso solo ocurrirá cuando
aprendamos como sociedad a mirar atrás y tomar en cuenta los grandes consejos y
enseñanzas que nos brinda la historia para educarnos y así no cometer tantos errores y
crecer como el país valiente y honorable que somos con miras hacia un futuro desarrollado.
BIOGRAFIA DE SIMON BOLIVAR
En su ciudad natal transcurrieron sus primeros años, con ocasionales viajes a las haciendas
que la familia poseía en los Valles de Aragua. En 1792 falleció doña Concepción. María
Antonia y Juana contrajeron matrimonio bien pronto, y los dos varones de la familia, Juan
Vicente y Simón, siguieron viviendo con el abuelo materno, don Feliciano Palacios, tutor
de ambos. La casona de la familia daba al frente a la plazuela de San Jacinto, en pleno
centro de la ciudad. Al morir el abuelo, Simón quedó al cuidado de su tío y tutor Carlos
Palacios. En julio de 1795, cuando cumplía 12 años, sufrió una crisis muy propia de la
primera adolescencia: huyó del lado de su tío, para acogerse a la casa de su hermana María
Antonia y de su marido, hacia quienes sentía mayor afinidad afectiva. A consecuencia de
estos hechos, que pronto se arreglaron favorablemente, Simón Bolívar pasó algunos meses
como interno en la casa de don Simón Rodríguez (1771-1854), nacido también en Caracas,
quien regentaba entonces la Escuela de primeras letras de la ciudad. Entre aquel genial
pedagogo y reformador social, y el niño Simón Bolívar, se estableció pronto una corriente
de mutua comprensión y simpatía, que duraría tanto como sus vidas. Rodríguez se marchó
de Caracas en 1797. Antes y después de ser alumno suyo, tuvo Bolívar otros maestros en
Caracas, entre los cuales se cita a Carrasco y a Vides, quienes le dieron lecciones de
escritura y de aritmética, a fray Jesús Nazareno Zidardia, al Presbítero José Antonio
Negrete, profesor de Historia y de Religión, y a Guillermo Pelgrón, preceptor de latinidad.
Recibió también lecciones particulares de Historia y de Geografía que le dio don Andrés
Bello (1781-1865), quien atesoraba ya en su juventud el caudal de conocimientos que
habría de conducirlo con el tiempo a ser el primer humanista de América.
La vocación de Bolívar era el ejercicio de las armas. En enero de 1797, ingresó como
cadete en el Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua, del cual había sido
Coronel años atrás su propio padre. No tenía aún 14 años cumplidos. En julio del año
siguiente, cuando fue ascendido a Subteniente, se anotaba en su hoja de servicios: Valor:
conocido; aplicación: sobresaliente. El adiestramiento práctico en los deberes militares lo
combinaba Bolívar con el aprendizaje teórico de materias consideradas entonces la base de
la formación castrense: las matemáticas, el dibujo topográfico, la física, etc., que aprendió
en la Academia establecida en la propia casa de Bolívar por el sabio Capuchino fray
Francisco de Andújar desde mediados de 1798, y a la cual asistían también varios amigos
de Simón.
A comienzos de 1799, viajó a España. En Madrid, bajo la dirección de sus tíos Esteban y
Pedro Palacios y la rectoría moral e intelectual del sabio Marqués de Ustáriz, se entregó con
pasión al estudio. Recibió allí la educación propia de un gentilhombre que se destinaba al
mundo y al ejercicio de las armas: amplió sus conocimientos de historia, de literatura
clásica y moderna, y de matemáticas, inició el estudio del francés, y aprendió también la
esgrima y el baile, haciendo en todo rápidos progresos. La frecuentación de tertulias y
salones pulió su espíritu, enriqueció su idioma, y le dio mayor aplomo. En Madrid conoció
a María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza, de quien se enamoró. A fines de 1800
pensaba en constituir un hogar, asegurarse descendencia, y regresar a su país, para atender
al fomento de sus propiedades. Hubo un compás de espera: en la primavera de 1801 viajó a
Bilbao, donde permaneció casi todo el resto del año. Hizo luego un breve recorrido por
Francia que le condujo hasta París y Amiens. En mayo de 1802 estaba de nuevo en Madrid,
donde contrajo matrimonio, el día 26, con María Teresa. Los jóvenes esposos viajaron a
Venezuela, pero poco duró la felicidad de Simón. María Teresa murió en enero de 1803. El
joven viudo regresó a Europa a fines de ese mismo año, pasó por Cádiz y Madrid, y se
estableció en París desde la primavera de 1804.
En la capital del naciente Imperio Francés los placeres de una vida social, mundana, y los
estímulos de orden intelectual, comparten la atención de Bolívar, no menos que el
espectáculo fascinante de una Europa en plena ebullición política. Frecuenta teatro, tertulias
y salones, donde conoce a bellas mujeres, pero trata igualmente a sabios como Alejandro de
Humboldt y Amado Bonpland, y asiste a las conferencias y a los cursos libres de estudios
donde se divulgan los conocimientos y las teorías más recientes. En esta época de su vida
se entrega con pasión a la lectura. Se ha encontrado de nuevo con Simón Rodríguez, cuyo
saber y cuya experiencia hacen de él un extraordinario compañero de conversaciones,
lecturas y viajes. Van juntos a Italia, y cruzan a pie la Saboya. En Roma, un día de agosto
de 1805, en el Monte Sacro, Bolívar jura en presencia de su maestro no dar descanso a su
brazo ni reposo a su alma hasta que haya logrado libertar al mundo Hispanoamericano de la
tutela española. De nuevo se separan Bolívar y Rodríguez. El primero, poco más tarde,
asciende al Vesubio en compañía del Barón de Humboldt y de otros científicos. Bolívar
regresa a París, en donde se afilia a una logia masónica. A fines de 1806, conocedor de los
intentos realizados por el Precursor Miranda en Venezuela, Bolívar considera que ha
llegado el momento de volver a su patria. Se embarca en un buque neutral que toca en
Charleston en enero de 1807; recorre una parte de los Estados Unidos, y regresa a
Venezuela a mediados del mismo año.
Vive ahora como un joven aristócrata, atento al fomento de sus haciendas, y en 1808
sostiene un sonado pleito con Antonio Nicolás Briceño por los linderos de una de ellas;
pero piensa siempre en el porvenir del país. En las reuniones que él y su hermano Juan
Vicente celebran con sus amigos en la quinta de recreo que poseen en Caracas a orillas del
río Guaire, se habla de literatura, pero también se hacen planes para la Independencia de
Venezuela.
Llega el 19 de abril de 1810. La Junta establecida ese día nombra a Bolívar, en compañía
de Luis López Méndez y de Andrés Bello, comisionado ante el Gobierno Británico.
Cumplida su misión, Bolívar regresa de Londres a fines del mismo año. En Inglaterra ha
visto el funcionamiento práctico de las instituciones. En el seno de la Sociedad Patriótica de
Caracas es uno de los más ardientes abogados de la Independencia, que el Congreso
proclama el 5 de julio de 1811. Bolívar se incorpora al Ejército, y con el grado de Coronel
contribuye en 1811, bajo las órdenes de Miranda, al sometimiento de Valencia. En 1812, a
pesar de grandes esfuerzos, no logra evitar que la plaza de Puerto Cabello, de la cual era
comandante, caiga en poder de las fuerzas realistas por una traición. A mediados de 1812,
el General Miranda capitula ante el jefe español Domingo de Monteverde. En el puerto de
La Guaira un grupo de oficiales jóvenes, entre los cuales figura Bolívar, deseosos de
continuar la lucha, arrestan al infortunado Precursor. Pero todos los esfuerzos son inútiles.
Bolívar logra salvarse gracias a la hidalguía de un amigo suyo, don Francisco Iturbe, quien
obtiene un pasaporte para él. Se traslada a Curazao, y luego a Cartagena de Indias, donde
redacta y publica su «Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un
caraqueño», uno de los escritos fundamentales, en el cual expone ya su credo político, así
como los principios que habrán de guiar su acción en los años futuros.
Comienzan entonces sus fulgurantes campañas militares, en las cuales alternarán victorias y
reveses hasta 1818, y a partir del año siguiente predominarán los triunfos. A la cabeza de un
pequeño ejército, limpia de enemigos las márgenes del río Magdalena, toma en febrero de
1813 la Villa de Cúcuta, e inicia en mayo la liberación de Venezuela. La serie de combates
y de hábiles maniobras que en tres meses le condujeron vencedor desde la frontera del
Táchira hasta Caracas, a donde entró el 6 de agosto, merecen en verdad el nombre de
Campaña Admirable con que se les conoce. A su paso por Trujillo, en junio, había dictado
el Decreto de Guerra a Muerte, con el objeto de afirmar el incipiente sentimiento nacional
de los venezolanos. Poco antes, a su paso por la ciudad de Mérida, los pueblos le habían
aclamado Libertador, título que le confieren solemnemente en octubre de 1813 la
Municipalidad y el pueblo de Caracas, y con el cual habrá de pasar a la historia.
En 1818 la campaña del Centro se inicia bajo favorables auspicios, pues el Libertador logra
sorprender en la ciudad de Calabozo al general realista Morillo, pero los republicanos son
derrotados en el sitio de Semén. Días después, en el Rincón de los Toros, Bolívar está a
punto de morir a manos de una patrulla realista, en plena noche. El 5 de junio está de nuevo
en Angostura. Llegan entonces un Agente Diplomático de los Estados Unidos y un gran
número de voluntarios europeos.
El Segundo Congreso de Venezuela, convocado por Bolívar, se reúne en Angostura el 15
de febrero de 1819. Ante él pronuncia un Discurso que es uno de los documentos
fundamentales de su ideario político. Le presenta, también, un proyecto de Constitución.
Poco después emprende la campaña que habrá de libertar a la Nueva Granada. El ejército
tramonta los Andes por el inhóspito páramo de Pisba, y tras los cruentos combates, en julio
de 1819, de Gámeza y del Pantano de Vargas, obtiene un triunfo decisivo en la batalla de
Boyacá, el 7 de agosto. Días después Bolívar entra en Bogotá. Dejando organizadas las
provincias de la Nueva Granada bajo el mando del General Santander, el Libertador regresa
a Angostura, donde el Congreso, a propuesta suya, expide la Ley Fundamental de la
República de Colombia en diciembre de 1819. Este gran Estado, creación del Libertador,
comprendía las actuales repúblicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
Vuelve ahora la mirada hacia el Ecuador, dominado todavía por los españoles. Por
Maracaibo se dirige a Cúcuta, en donde se halla reunido el Congreso, y de allí a Bogotá. En
1822 dos ejércitos patriotas tratan de libertar a Quito: Bolívar conduce el del Norte, y el
General Antonio José de Sucre el del Sur partiendo de Guayaquil. La acción de Bomboná,
dada por Bolívar en abril, quebranta la resistencia de los pastusos, mientras que la batalla
de Pichincha, ganada por Sucre el 24 de mayo, liberta definitivamente al Ecuador, que
queda integrado a la gran República de Colombia. En Quito Bolívar conoce a Manuela
Sáenz, el gran amor de los últimos años de su vida. El 11 de julio Bolívar se halla en
Guayaquil, en donde desembarca el día 25 el General José de San Martín, procedente del
Perú. Allí se abrazan y se entrevistan los dos ilustres capitanes de la Independencia
Suramericana. Lo que conferenciaron en privado, consta en los documentos auténticos
emanados de Bolívar y de su Secretaría General. El objetivo principal del General San
Martín, que era negociar sobre el destino futuro de Guayaquil, no pudo realizarse, puesto
que la Provincia se había incorporado ya a la República de la Gran Colombia. A mediados
de 1823 la situación político-militar del Perú se había deteriorado muchísimo. Llamado por
el Congreso y por el pueblo de aquella Nación, el Libertador se embarcó en Guayaquil el 7
de agosto y llegó a comienzos de septiembre al Callao. La anarquía reinaba entre los
patriotas. Bolívar, facultado únicamente para dirigir las operaciones militares, se dedicó con
tesón a reorganizar el ejército, dándole como núcleo central los cuerpos que le habían
acompañado desde Guayaquil. En enero de 1824 Bolívar se hallaba enfermo de cuidado en
Pativilca, en la Costa del Perú, donde recibió la noticia de que la guarnición del Callao se
había pasado a los realistas. Ante tantas dificultades, su indomable espíritu se manifestó en
su exclamación famosa: «¡Triunfar!».
Lima cae en manos de los realistas, pero el Congreso del Perú, antes de disolverse, nombra
a Bolívar Dictador -como en la antigua República Romana- con facultades ilimitadas para
salvar al país. Él acepta serenamente tan tremenda responsabilidad. Retirado a Trujillo,
trabaja infatigablemente; su genio y su fe en el destino de América operan el milagro.
Emprende la ofensiva, y el 7 de agosto de 1824, en Junín, derrota al Ejército Real del Perú.
La campaña continúa, y mientras Bolívar entra en Lima y restablece el sitio del Callao, el
General Sucre, en Ayacucho, pone el sello definitivo a la libertad americana el 9 de
diciembre de 1824. Dos días antes, desde Lima, Bolívar había dirigido a los gobiernos de
Hispanoamérica una invitación para enviar sus plenipotenciarios al Congreso que habría de
reunirse en Panamá, el cual efectivamente se celebró en junio de 1826.
Entretanto, una Revolución acaudillada por el General Páez -«La Cosiata»- ha estallado en
Venezuela contra el Gobierno de Bogotá, en abril de 1826. Bolívar regresa a Caracas y
logra restablecer la paz a comienzos de 1827. Sin embargo, las fuerzas de disociación
predominan sobre las tendencias aglutinadoras. Bolívar se distancia más y más, política y
personalmente, del Vicepresidente Santander, hasta que sobreviene la ruptura total. El 4 de
julio de 1827 Bolívar sale por última vez de Caracas, se embarca en La Guaira, y por la vía
de Cartagena llega a Bogotá. Allí, el 10 de septiembre, presta ante el Congreso juramento
como Presidente de la República.
La Convención Nacional reunida en Ocaña en 1828 se disuelve sin que los diversos
partidos hayan logrado ponerse de acuerdo. Bolívar, aclamado Dictador, escapa en Bogotá,
en septiembre de aquel año, a un atentado contra su vida; poco después ha de ponerse en
campaña para enfrentarse a las fuerzas del Perú que han penetrado en el Ecuador, en donde
permanece durante casi todo el año de 1829. A pesar de estar enfermo y de sentirse
cansado, lucha por salvar su obra. A comienzos de 1830 vuelve a Bogotá para instalar el
Congreso Constituyente. Venezuela se agita de nuevo y se proclama Estado Independiente.
En la Nueva Granada la oposición crece y se fortalece. El Libertador, cada vez más
enfermo, renuncia a la Presidencia y emprende viaje hacia la Costa. La noticia del asesinato
de Sucre, que recibe en Cartagena, le afecta profundamente. Piensa marchar a Europa, pero
la muerte le sorprende en San Pedro Alejandrino, una hacienda situada en las cercanías de
Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. Días antes, el 10, había dirigido a sus
compatriotas su última proclama, que es su testamento político.
El estudio es la base fundamental en la vida de una persona, pues sin leer, conocer y
analizar seria verdaderamente dificil poder expresarse, comprender muchas cosas y seria
como vivir a ciegas.
Este pensamiento para mi, no es mas que la realidad de la vida cotidiana. De las
experiencias vivimos en un constante aprendizaje.
“ Las buenas costumbres, y no la fuereza, son las columnas de las leyes, y el ejercicio de la
justicia es el ejercicio de la libertad”
Los valores familiares y posteriormente sociales como el respeto y el amor son esenciales,
sin ejercer la violencia. Vivir en comunidad implica aplicar la justicia ante cualquier
situacion de la vida, implica respeto, educacion y humildad, cuando se vive practicando
constantemente los valores y buenas costumbres se goza de libertad.
Para concluir este hermoso trabajo, quisiera resaltar que nuestra historia es maravillosa y
muy interesante, llena de complicaciones pero tambien de resiliencia. Es de gran
importancia para nuestro futuro como seres humanos y Venezolanos, conocer de donde
venimos y hacia donde vamos, no por nada Venezuela es considerado el pais con mas
potencial en el mundo y eso es suficiente razon para impulsar el inicio de un camino hacia
el progreso sin retorno.