Tema 10 El Derecho Subjetivo
Tema 10 El Derecho Subjetivo
Tema 10 El Derecho Subjetivo
EL DERECHO SUBJETIVO
El derecho subjetivo emana de una relación jurídica en la que una de las partes (sujeto
activo) es titular de un poder con respecto a algo o a alguien, mientras que las demás partes
(sujetos pasivos) tienen que cumplimentar o respetar ese poder (tienen un deber jurídico). La
relación jurídica que une a esas dos o más personas, surge de un hecho jurídico (maceta que
se cae de nuestro balcón y causa daños), acto jurídico (conducta humana no directamente
dirigida a crear la relación jurídica ej. agresión a otro sujeto que obliga al agresor a
indemnizar los daños) o negocio jurídico (conducta humana directamente dirigida a crear esa
relación jurídica, ej. matrimonio).
Dicho poder en que consiste el derecho subjetivo puede ser más o menos complejo y
puede durar más o menos tiempo. Se compone de facultades o posibilidades concretas de
actuación. El ejercicio de algunas de ellas puede dar lugar a la extinción del derecho.
Ese poder se atribuye a un sujeto para que el mismo lo ejerza según su arbitrio, que
normalmente coincidirá con sus intereses. Entre las facultades que se atribuyen al sujeto
titular del derecho, como contenido del mismo, hay que destacar la facultad de disponer del
derecho, transmitiéndolo a otro, y la facultad de exigir su cumplimiento y respeto a quien
corresponda, incluso recurriendo a la protección de los tribunales. Esas facultades de exigir
a los terceros el respeto o satisfacción del propio derecho, en alguna de sus facetas, se
denominan acciones y pueden ejercerse tanto extrajudicial como judicialmente.
-Derechos patrimoniales, que se atribuyen a los sujetos para satisfacer sus necesidades
primarias y secundarias. Así desde un punto de vista estático, tenemos los derechos REALES
(rex rei, derechos sobre las cosas), como el derecho de propiedad que es oponible frente a
todos, es absoluto: todos están obligados a respetar el derecho de propiedad de un sujeto
sobre un bien. Desde un punto de vista dinámico tenemos los derechos DE CRÉDITO O
PERSONALES, que nacen bien del contrato, para facilitar, no tanto el disfrute de los bienes
como el intercambio de bienes y servicios (aunque en algunos contratos ese intercambio sea
precisamente el uso de bienes propios, como en el caso del arrendamiento). Estos los
derechos de crédito son relativos pues sólo son oponibles (se pueden exigir) frente al deudor,
que es un sujeto concreto: la otra parte del contrato. Otra gran fuente de derechos de crédito
tiene lugar cuando un sujeto, sin mediar contrato, causa daño a otro en su persona (derechos
de la personalidad) o en sus bienes (derecho de propiedad). Nace el deber de indemnizar el
daño para el causante del daño y un derecho de crédito a la indemnización a favor de la
víctima. Son derechos de crédito, sólo oponibles por parte de la víctima al causante del daño
y, por tanto, relativos.
En nuestro ordenamiento, los derechos subjetivos de crédito que nacen del contrato, se
caracterizan por estar totalmente abiertos a la configuración que quieran darle las personas
en el momento de su constitución o nacimiento; por el contrario, los derechos subjetivos
reales o sobre las cosas presentan una menor flexibilidad a su libre configuración.
-Derechos de familia. Nacen de la relación jurídica que se crea por el parentesco (hecho de
la naturaleza que no es otro sino haber nacido de un determinado padre o madre), o del
matrimonio (Negocio jurídico). Son relativos (deber de alimentos entre parientes, deberes
derivados de la filiación, deberes entre cónyuges...etc.).
Atendiendo a otro criterio, esto es, en atención al sujeto pasivo de la relación jurídica
subyacente y al tipo de poder jurídico atribuido al titular, los derechos subjetivos de dividen
en:
-Derechos subjetivos absolutos: Son aquéllos que conceden un poder inmediato y directo
sobre uno mismo o sobre un objeto, que todos deben respetar por igual, hasta el punto de que
se ha venido a decir que su respeto implica una obligación pasiva universal. Son los derechos
de la personalidad y los reales o derechos sobre las cosas. En ellos la satisfacción del titular
–el sujeto activo- no radica en una especie de obligación para un tercero de hacer o de dar
algo. La satisfacción del interés del titular proviene directamente del poder de acción que el
ordenamiento le confiere sobre el objeto del derecho subjetivo, el ámbito de la realidad sobre
el que él tiene libertad de actuación. Los terceros, en tanto, tienen un deber de respeto general,
de exclusión de la esfera que sólo incumbe al titular (p. ej. derecho de propiedad).
- Derechos subjetivos relativos: Los derechos relativos son aquéllos que recaen sobre la
conducta de otra persona, que es el único sujeto pasivo u obligado principal. La
satisfacción del interés del titular viene de mano del cumplimiento, por parte del sujeto
obligado, de un concreto hacer, dar o no hacer. Conceden, por tanto, un poder sobre la
conducta de una persona, a través de la que el titular obtiene el bien o interés que el
ordenamiento vincula a su esfera de poder legítimo. Se les califica de relativos porque, a
diferencia de los absolutos, no conceden un poder inmediato y directo sobre una cosa. La
única forma de satisfacer el derecho es concediendo a su titular el poder de coaccionar al
sujeto pasivo con sanciones respaldadas por el ordenamiento.
El ejercicio del derecho por su titular recibe la protección del ordenamiento jurídico,
aunque perjudique a terceros. De ahí que no se incurra en responsabilidad, ni penal (art 20.7
CP), ni civil (art. 1902 del CC) cuando, al ejercer un derecho, se cause daños o se perjudique
a terceros, aunque más adelante se señale alguna excepción.
Hay que tener en cuenta que frecuentemente el ejercicio de un derecho implica su satisfacción,
y ésta, a su vez, la extinción del derecho como ocurre cuando se cobra un crédito.
Entre los límites al ejercicio del derecho se encuentra la buena fe. Los derechos se han
de ejercer con arreglo a la buena fe. La buena fe equivale al comportamiento correcto que
cabe esperar de cualquier ciudadano honesto. Tiene muy diversas facetas, adecuándose a las
circunstancias de cada caso. Se relaciona con la protección de la confianza que los terceros
pueden tener legítimamente en que las personas se comportarán con la corrección exigible,
y que, de lo contrario, no serán protegidas por el ordenamiento jurídico. La buena fe es lo
que se ha llamado un estándar jurídico, es decir, un modelo de conducta socialmente
considerada como arquetipo. Implica un enlace de la ética y el Derecho, una irrupción de la
ética social en el orden jurídico, un deber de comportamiento conforme a la moral social
imperante, vigente. El derecho subjetivo, por tanto, debe ejercitarse conforme a la buena fe.
Expresión del principio de buena fe se encuentra en la prohibición de ir contra los actos
propios y en el abuso de derecho, que se tratarán más adelante.
El art. 6.2 del CC regula la exclusión voluntaria de la ley aplicable y la renuncia a los
derechos en ella reconocidos. En ambos casos se trata de la extinción del derecho a través
del ejercicio de la facultad de renunciar al mismo. La diferencia estriba en que el caso de
exclusión de la ley se trata de una renuncia previa, antes de que el derecho haya nacido como
consecuencia de la aplicación de la ley, mientras que en el segundo caso la ley se ha aplicado,
el derecho ha nacido, y, consecuentemente, cabe hablar de una extinción del mismo para su
titular en sentido propio.
No es preciso que exista por parte de quien incurre en el abuso una intención de dañar.
Basta con que, prescindiendo de cualquier consideración subjetiva, el ejercicio del derecho
que se pretenda rebase clara y ampliamente, dadas las circunstancias del caso, lo que pueda
considerarse como un ejercicio normal, dando lugar a un resultado inmoral o antisocial.