Megatherium
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Historia de la ciencia
Las tres ideas principales que me surgieron luego de la lectura de los tres textos son: A) el papel individual y
social de los intermediarios (brokers) en la construcción del conocimiento “imperial”; entre ellos, estudiosos de
la historia natural, dibujantes, coleccionistas, traductores, misioneros, mineros, etcétera. B) la dimensión
política, económica y social en la denominación de los seres vivos. Por ejemplo, la flor Mutisia clematis, recibe
el nombre por el botánico que la catalogó, o el caso del megaterio, llamarlo Megatheium Americanus, fue una
empresa política para delimitar que su encuentro refería únicamente a sudamérica. C) las diversas formas de
asimetría del conocimiento que se desprenden de la especialización del mismo. Las lecturas nos muestras como
la botánica, a pesar de ser la herramienta fundamental para encontrar nuevas medicinas, curas o productos de
los siglos XV a XVIII, más adelante fue perdiendo centralidad en el discurso científico, en ese sentido, también
los artistas dibujantes que siempre fueron muy necesarios para las expediciones, contaban con un lugar
diametral en las conexiones de conocimiento.
Los ensayos de Juan Pimentel y Daniela Bleichmar nos hablan de los casos particulares de Pedro Franco
Dávila (1711-1786), nacido en Guayaquil, capital de la Audiencia de Quito en el Virreinato de Perú y José
Celestino Mutis (1732-1808), nacido en Cádiz España pero quien pasaría la mayor parte de su vida en el
Virreinato de la Nueva Granada. Ambos textos nos muestran a través de figuras personales como es que las
ideas no viajan solas, y que estos personajes, como muchos otros, fueron fundamentales para las
categorizaciones y distinciones de flora y fauna que se dieron en ese momento.
Que ambos autores detallen las biografías de estas personas particulares nos ayuda a tener una
comprensión general de ciertas cualidades que tenían estos agentes intermediarios y su relación con la
Ilustración europea. Sobretodo un núcleo de circulación de ideas con otros personajes, como Ephraim
Chambers, compilador de la "Chambers Cyclopaedia" en 1728, o Sir Hans Sloane, quien fue el primero en
combinar el cacao con la leche y hacer chocolates de forma industrializada. A pesar de que desde finales del
siglo XV ya se había “descubierto” América, fue durante los siguientes trecientos años que se indagó todo sobre
su flora, fauna y recursos disponibles, entre más plantas y animales se conocían y catalogaban, esto significaba
más control y poder imperial, por lo que los reyes ordenaban colecciones, viajes, expediciones y gabinetes que
servían para la expansión y experimentación de aquellos intermediarios.
Si bien, las lecturas no hablan directamente de las implicaciones de las expediciones ilustradas, es muy
interesante pensar en todos los otros elementos que se conectan en torno a ellas. Por ejemplo, el encuentro con
pobladores, la fundación de ciertas ciudades por sus recursos, el reconocimiento de los primeros vestigios
arqueológicos alrededor del mundo, el inicio de la antropología física. ¿Qué pensaron los ilustrados cuando
descubrieron que las pirámides mayas eran matemáticamente perfectas?
Sandoval Martiñón, Mercy E
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Además, las lecturas de Juan Pimentel y Daniela Bleichmar muestran al Real gabinete de Historia
Natural de Madrid como la forma de ostentación de poder de la corona hispánica. Vemos que la colección de
Dávila queda enmarcada bajo el lema: "Carolus III Rex Naturam et Artem sub Uno Tecto in publicam utilitatem
consociativ", "Carlos III, Rey, asocia la naturaleza y el arte bajo un mismo techo para el beneficio público".
Esto quiere decir que la corona buscaba conjuntar en un pequeño espacio todas las muestras de diversos saberes,
artefactos y seres vivos petrificados para mostrar la amplitud de su imperio, al igual que lo hacían en Rusia,
Francia e Inglaterrra.
Estos productos del “nuevo mundo” moldearon y refinaron los gustos de las clases altas durante la
Ilustración. El tomate, la papa y la piña americanos se abrieron pasos por todos los continentes, también pienso
el té y en el café asiáticos, la possima arābica como se denomina en latín, fueron artefactos fundamentales para
la construcción de ciertos ideales del proceso de civilización occidenta, por ejemplo, para mediados del siglo
XVII, ya existían 3,000 casas de café en Londres.
Finalmente, señalar que la entrevista a Kapil Raj es muy sugerente respecto a las formas de nombrar sus
aportes y perspectivas. Señala que formalmente no hay diferencia entre la ciencia y el conocimiento, que no
podemos simplemente mirar epistemológicamente para decir “esto es ciencia o esto no”, además de ser una
cuestión infructífera si llamar a ciertas prácticas “ciencias o saberes”, esta es una discusión que debe remitirse a
los actores históricos entre sí.1 Raj es muy claro al señalar que: “lo que llamamos ciencia es un conjunto de
teorías, conceptos, prácticas intelectuales, pero también manuales que tienden a tener una mirada
completamente eurocéntrica en los postulados de estas teorías. porque para mí no existe la ciencia occidental”,
su punto refiere a que cuando tienes una perspectiva eurocéntrica, terminas por no ver ciertas dinámicas que
invisibilizan algunas geografías y actores.
Sobre su innovadora forma de hablar sobre la circulación, solo decir que no considero que esté tan
desmarcado de la escuela latouriana (si es que eso existe), ya que Latour también busca la contemplación de los
objetos, los humanos, sus prácticas y su conocimiento encarnado. Sin embargo, Raj insiste que esto no se trata
de negociación, sino del cambio en el paso de las ideas. Ojalá poder hacer un aporte que realmente cuestione las
asimetrías del conocimiento y donde nuevas geografías y narrativas pongan el centro de la discusión en sitios
impensables.
1
Al respecto, cabe decir que la revisión etimológica de las palabras “conocimiento” y “ciencia”, muestra que, si bien ambas tienen la
misma raíz latina, encuentras sus diferenciaciones entre los siglos XII y XIV. El conocimiento refiere primordialmente a una
capacidad humana y ciencia hacia una expertise en el manejo de un campo. La palabra “pseudociencia” aparece en 1789. Revisado en:
https://www.etymonline.com/word/science, https://www.etymonline.com/search?q=KNOWLEDGE
Sandoval Martiñón, Mercy E
Historia de la ciencia
Bibliografía
De la plata a la cocaína. Cinco siglos de historia económica de América Latina, 1500-2000. Ciudad de México:
Fondo de Cultura Económica y El Colegio de México, 2017.
Pimentel, J. El rinoceronte y el megaterio: un ensayo de morfología histórica. Lecturas de historia. Abada
Editores, 2010. https://books.google.com.mx/books?id=BQqjcQAACAAJ.
Prince, Sylvia. «Coffee House Culture in 18th Century England», 26 de enero de 2016.
https://www.sylviaprincebooks.com/blog-list/2021/coffee-house-culture-in-18th-century-england.
Raj, Kapil. Circulação não é fluidez. Boletim Eletrônico da Sociedade Brasileira de História da Ciência, 9 de
junio de 2016. https://www.sbhc.org.br/conteudo/view?ID_CONTEUDO=944.
Schaffer, S. The Brokered World: Go-betweens and Global Intelligence, 1770-1820. Uppsala studies in history
of science. Science History Publications, 2009. https://books.google.com.mx/books?
id=EfY5rOZVY0MC.
Otras referencias:
1. Dicen que Durero era capaz de caminar durante días para ver una morsa y que se pasaba tardes enteras
persiguiendo una liebre o mirando a una ardilla comer bellotas. Cuando supo que había una ballena
varada en las costas de Dinamarca, corrió a verla. En el camino le dio malaria. Nunca se repuso por
completo.
2. En 1515, un sultán envió al rey de Portugal un rinoceronte como regalo. Era el primero que llegaba a
Europa desde la caída de Roma, así que a los pocos meses ya tenía su canto de victoria y un lugar debajo
de la palmera, a la izquierda del Padre, en la Creación de los animales de Rafael. Durero nunca vio al
rinoceronte, supo de él por descripciones de un amigo pintor del que no se conserva el nombre. Por eso
lo convirtió en un animal tan grande que se desborda del papel, un caballero cubierto de placas
sobrepuestas, de verrugas o escamas remachadas, un gigante con silla de montar y un cuerno extra en el
lomo, por si acaso. Quizá la piel rocosa se debe a la dermatitis que el rinoceronte sufría tras cuatro
meses de viaje entre India y Portugal o a la armadura que llevaba puesta cuando el Rey Manuel I lo puso
a pelear con un elefante para comprobar que eran grandes enemigos. Dicen que se miraron a los ojos un
momento antes de darse la media vuelta. Así como los pantalones que llevamos puestos toman con los
días la forma de nuestras piernas, el rinoceronte imaginario adquirió con el tiempo los ángulos de metal
Sandoval Martiñón, Mercy E
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que Durero dibujó en él. Ésa fue la imagen que apareció durante años en la cabeza de cualquier europeo
que pensara en un rinoceronte.
3. Tiempo después, el rey le mandó el rinoceronte al papa León X, pero el rinoceronte nunca llegó a Roma:
su barco naufragó cerca de Marsella y los grilletes que lo mantenían fijo le impidieron nadar hasta la
orilla. Cuando recuperaron su cadáver, lo rellenaron de paja como si nada.
4. Hay sultanes indios que regalan rinocerontes, reyes que los enfrentan a falsos enemigos y papas que
esperan cargamentos vivos en el puerto. Hay pintores que llevan rinocerontes en la mente y rinocerontes
que habitan los límites de lo real como fantasmas que dejaron algo pendiente. Hasta los animales
enjaulados o atados con grilletes a la cubierta de algún barco son más libres que nosotros, que vivimos
atados a lo que no podemos ver. Por eso la ficción es un problema, un mal hábito que hay que sacudirse
porque pone distancia entre la carne y su retrato. Las cosas son sencillas para un rinoceronte que sabe
ejercer su oficio de rinoceronte. Un rinoceronte no necesita tinta ni armaduras. Un rinoceronte existe al
margen de todo esto.”