Plan Lector 09 de Abril
Plan Lector 09 de Abril
Plan Lector 09 de Abril
El profesor preguntó:
–¿Cuál es tu nombre?
–Gumercindo Meza
–¿Cómo?
–Gumercindo Meza –se levantó. Y levantó también un poco la voz–. Pero en casa
me dicen Gume.
–¿En la escuela también te podemos decir Gume? Y Gume se atrevió:
–Está bien. El profesor de geografía decidió: –Listo – y escribió en la ficha: "Gume".
El salón rió: era la primera vez que oían a Gume hablar, él no comenzaba ninguna
charla, no se metía en ningún grupo, en la hora del recreo siempre se quedaba
estudiando.
Bastó sólo que el salón se riera para que Gume se desanimara de nuevo: enterró
los codos en el pupitre, se tapó la cara con las manos, fijó los ojos en elcuaderno
abierto, y quedó convencido de que el grupo se había reído de su nombre.
Cuando la clase terminó, todos salieron al recreo, pero Gume no se movió. Ricardo
salió a comprar un sándwich y regresó para terminar un trabajo. Ni se fijó en Gume,
se inclinó sobre el cuaderno y empezó a escribir.
Los ojos de Gume se fueron hacia el sándwich y lo contemplaba fijamente. Ricardo
agarró el sándwich, le dio una mordida y fue entonces cuando vio que los ojos de
Gume también habían mordido; la boca de Ricardo masticó; los ojos de Gume
masticaron también. La boca dio otra mordida; los ojos mordieron también.
La boca paró de masticar; los ojos de Gume miraron para saber qué había pasado,
se tropezaron con los ojos de Ricardo, se asustaron; regresaron corriendo hacia el
cuaderno.
–Por eso fue que gané la beca para estudiar aquí. Ricardo sólo dijo:
–Hmmm. Gume se rió a medias. –"Escuela de ricos" como le decimos –suspiró: había
terminado el sándwich– Pero, ¿sabes? No sé cómo van a ser las cosas.
–¿Cuáles?
–Creo que no voy a resistir la presión: aquí los estudios están más adelantados,
todo es distinto, no sé, sólo sé que hasta ahora no he sido capaz. Y lo peor es eso.
–Miró el cuaderno con gesto de fastidio y de frustración–: las tales
matemáticas.
–¿No hiciste la tarea que nos pusieron?
–¿Y cómo? No entiendo nada. Ricardo miró la hora:
–Yo ya casi acabo la mía. ¿Quieres que te explique después?
La cara de Gume se veía tan contenta, que a Ricardo le pareció mejor fingir que no
se había dado cuenta: se volteó hacia los cuadernos y comenzó a escribir.
Ese día sólo alcanzó para darle una corta explicación a Gume.
Pero al día siguiente se tomó toda la hora del recreo para explicarle mejor. Era la
primera vez que le daba clase a alguien. Y por lo visto le gustaba, ni sedio cuenta
de cómo pasaba el tiempo. Cuando la campana sonó, incluso se asustó:
–¿Ya? Y Gume dijo:
–Oye, amigo, entendí todo lo que me enseñaste; creo que vas a tener que ser
profesor. Y al día siguiente Ricardo siguió explicando y Gume se fue animado, "¡sí,
ahora entiendo!".
Ricardo el profesor