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Lección vii

La extinción de la personalidad del ser humano

La muerte es «el lugar» donde todas las cosas, y no solo las


mundanas «quedan olvidadas» (88, 12). Cuando un hombre muere,
«todos sus pensamientos perecen» (146, 3). Lewis, C. S.: Reflexiones
sobre los Salmos. 1958.

Los límites que separan la vida de la muerte son muy tenebrosos y vagos.
¿Quién puede decir dónde termina la una y dónde comienza la otra?
Allan Poe, Edgar: El enterramiento prematuro. 1844.

Sumario: Introducción 7.1. La extinción de la personalidad del ser


humano. Muerte clínica y muerte cerebral 7.2. Los efectos
jurídicos derivados de la extinción de la personalidad 7.3. La
prueba de la muerte 7.4. Los casos especiales de muertes
simultáneas 7.4.1. La premoriencia 7.4.2. La conmoriencia Conclusiones

Introducción
Son dos los hechos que marcan la existencia de la personalidad, el
nacimiento vivo que determina el inicio y, por otro lado, la cesación
irreversible de los signos vitales o la muerte, que fija el fin de la persona.
En la Lección anterior se comentaron los aspectos más relevantes del
comienzo del sujeto, corresponde aquí hacer lo propio con la extinción
del ser humano, la cual viene determinada únicamente por la muerte.

La muerte en la actualidad es la única causa de finiquito de la


personalidad, en muchos casos es simple determinarla. Sin embargo,
existen peculiaridades donde el ser ve disminuida alguna de sus facultades
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básicas, mas sigue el organismo con su ciclo biológico, a través del auxilio
médico, esto ha originado que se fijen tipos de muertes, es decir, se hable
de «muerte clínica» y de «muerte cerebral».

Por otra parte, se dan situaciones en la realidad, donde varias personas


fenecen en un mismo suceso y se requiere precisar quien murió primero,
para, de tal forma, fijar determinados efectos jurídicos que vienen
derivados de la extinción de la personalidad. Son los anteriores tópicos a
los que se les dedicarán las líneas siguientes.

7.1. La extinción de la personalidad del ser humano. Muerte


clínica y muerte cerebral
Así como las personas naturales o físicas nacen y adquieren la posibilidad
de ser titulares de derechos y deberes en innumerables relaciones
jurídicas, también se extingue dicha potestad, lo cual hoy en día
únicamente ocurre con la muerte. La muerte, para el Derecho, es la
cesación de las funciones vitales del individuo, por tanto, como se
observa, esta definición coincide con la biológica1. Por su parte, Parra
Aranguren sostiene:

La atribución de la personalidad a todo individuo de la especie humana


trae como consecuencia que solo pueda extinguirse con el fallecimiento;
pero como los legisladores no suelen establecer el momento en el cual
ocurre la muerte, es preciso referirse al acontecimiento biológico, o sea,
la cesación de las funciones vitales en su conjunto, aun cuando subsiste
parte de ellas: por tanto, su determinación concreta corresponde a la
medicina legal2.
Ciertamente, como afirma Torres-Rivero, «La muerte es un hecho natural
con trascendencia jurídica; por lo tanto, es un hecho jurídico. La muerte
produce infinidad de consecuencias en todos los campos del Derecho, y
el más relevante es la de que extingue la personalidad»3.

1 La especialidad denominada «Medicina legal», se encarga de explicar cuando se puede


considerar que en una persona han cesado las facultades vitales.
2 Parra Aranguren: art. cit. («La existencia y la desaparición…»), p. 27.
3 Torres-Rivero, Arturo Luis: «Venta por el tutor después de muerto el pupilo». En:
Lecciones de Derecho Civil i Personas 241
Según Noguera: «La muerte es un proceso donde se distinguen tres fases,
la primera correspondiente al fallecimiento de la persona cuando se
detiene el corazón y cesa la respiración pulmonar por paro de la función
encefálica –hecho primario–, la segunda, se caracteriza por la aparición
de enfriamiento, rigideces, libideces y putrefacción del cadáver y, la
tercera, está dada por la desintegración del organismo»; agrega en relación
con el elemento determinante de la muerte: «En el campo médico la
muerte del cerebro se ha convertido en sinónimo de muerte integral de
una persona, aun cuando persista vida en el resto del organismo por
efecto de medidas artificiales», así pues: «La desaparición de las funciones
intelectuales elimina en una persona la característica esencial de la especie
humana»4.

Lo anterior adquiere relevancia si observamos con Marín Echeverría que


«la causa de la muerte para el Derecho es la muerte biológica de la persona
jurídica individual, esto, es, la muerte jurídica es una consecuencia de la
muerte biológica, es la prueba de esta última la que corresponde hacer»5.

Domínguez Guillén afirma que la muerte «es la cesación de la vida» y


como tal representa «un hecho natural del cual se desprenden
importantes efectos jurídicos». La evolución médica ha demandado
distinguir en algunos supuestos «entre muerte clínica y muerte cerebral»,
entendiendo por la primera «la cesación definitiva o irreversible de las
funciones –respiratoria y cardíaca– en tanto que la muerte cerebral se
presenta como la cesación de la función cerebral de manera irreversible» 6.

Así pues, la ahora Ley sobre Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos


y Células en Seres Humanos7, suprimió la referencia a la muerte clínica
que contenía el texto reformado y actualmente se refiere en su artículo

Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. N.º 76. UCV. Caracas, 1990 , p.
111.
4 Noguera, Alberto: «La muerte, el médico y la ley». En: Anuario de la Facultad de Ciencias

Jurídicas y Políticas. N.º 11. ULA. Mérida, 1980, pp. 339 y ss.
5 Marín Echeverría: ob. cit. (Derecho Civil i personas) , p. 209.
6 Domínguez Guillén: ob. cit. (Manual de Derecho Civil i…), pp. 106-107; vid. de la misma

autora: «Consideraciones sobre la muerte: Breve referencia al Derecho comparado».


En: Boletín de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales. N.º 146. Caracas, 2008, pp. 391
y ss.
7 Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N.º 39 808, del 25-11-11.
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3.11, a la «muerte encefálica», como la «Pérdida absoluta e irreversible de
todas las funciones encefálicas y del tallo cerebral». Sobre la forma de
determinar la muerte encefálica indica lo siguiente:

Artículo 25.- Criterios de muerte encefálica. Para los efectos de esta Ley,
la muerte según criterios neurológicos, podrá ser establecida en alguna de
las siguientes formas:
1.La presencia del conjunto de los siguientes signos clínicos: a. Coma o
pérdida permanente e irreversible del estado de conciencia. b. Ausencia
de respuesta motora y de reflejos a la estimulación externa. c. Ausencia
de reflejos propios del tallo cerebral. d. Apnea.
Previa a la certificación clínica de la muerte, según criterios neurológicos,
deben descartarse casos de: a. Hipotermia. b. Intoxicaciones irreversibles.
c. Alteraciones metabólicas graves. d. Shock. e. Uso de sedantes o
bloqueadores neuromusculares.
2.La realización de pruebas instrumentales, se considerará en aquellos
casos donde haya imposibilidad de realizar el examen neurológico y para
acortar los tiempos de observación entre diferentes evaluaciones clínicas;
su objetivo es valorar tanto el flujo sanguíneo cerebral como la funciones
electrofisiológicas del encéfalo y el tallo cerebral. Son pruebas
instrumentales: a. Las que valoran la función electrofisiológica encefálica
y del tallo cerebral: i. Electroencefalograma. ii. Potenciales evocados de
tallo cerebral. b Las que valoran la circulación cerebral: i. Sonografía
doppler transcraneal. ii. Arteriografía cerebral de cuatro vasos.
La muerte encefálica, según criterios clínicos neurológicos, se establece
legalmente, cuando así conste en declaración certificada por tres médicos
o médicas que no formen parte del equipo de trasplante.

Si bien el anterior texto corresponde a una Ley especial y su intención en


principio es facilitar la realización de trasplantes con éxito, Domínguez
Guillén apunta como oráculo:

La muerte cerebral ha sido considerada fundamentalmente a los fines de


los trasplantes de órganos porque en estos se requiere la preservación
artificial de las funciones vitales a los fines de la oxigenación de los
órganos, pero a tal concepto se llega como consecuencia de la evolución
Lecciones de Derecho Civil i Personas 243
médica; se admite que por tratarse de muerte sustancial tal concepto
pueda aplicarse a otros problemas jurídicos…8.

7.2. Los efectos jurídicos derivados de la extinción de la


personalidad
El principal resultado jurídico de la muerte es la extinción de la
personalidad, o lo que es lo mismo el sujeto pierde la capacidad de ser
actor de relaciones jurídicas.

Así, la extinción de la personalidad trae como consecuencia la apertura


de la sucesión del causante, es decir, los derechos y deberes patrimoniales
del sujeto son trasmitidos a sus herederos o sucesores, a través de la
sucesión testamentaria o ab intestato9. Además, se extinguen los derechos
y deberes personalísimos, como serían: la patria potestad (artículo 356
literal c, de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes), el vínculo matrimonial (artículo 184 del Código Civil), así
como la persecución de delito o la pena (artículo 103 del Código Penal).

No obstante, excepcionalmente, algunas normas reconocen ciertos


efectos que se pueden generar post mortem, es decir, que afectan las
situaciones jurídicas del sujeto ya fallecido, lo que presuponen en la
práctica una especie de continuación puntual de la personalidad, exempli
gratia: reconocer a un hijo muerto (artículo 219 del Código Civil); declarar
la quiebra de un comerciante dentro del año siguiente a su muerte, así
como rehabilitar al comerciante quebrado (artículo 930 del Código de
Comercio).

8 Domínguez Guillén: ob. cit. (Manual de Derecho Civil i…), p. 108. Añade Domínguez
Guillén: art. cit. («Consideraciones sobre la muerte…»), p. 405, que si bien «La
muerte cerebral se hace importante en materia de trasplantes de órganos» ello no
excluye el «ser considerada para resolver otros problemas jurídicos tales como la
desconexión del sujeto, la imposibilidad de homicidio o la posibilidad de desvirtuar
la presunción de conmoriencia».
9 Este aspecto es estudiado en el Derecho Sucesorio y se rige principalmente por las

reglas que trae el Código Civil, aunque en el caso de las «prestaciones sociales» la
Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras estipula una regla
especial sobre esta materia (artículo 145).
244 Edison Lucio Varela Cáceres
También, un sector de la doctrina señala que algunos derechos de la
personalidad pueden tutelar una personalidad preterida y, en
consecuencia, ser reivindicados en memoria del fallecido, como el
derecho al honor o los derechos morales de autor 10. Así Ortiz-Ortiz llega
a señalar: «Tampoco es enteramente cierto que los derechos de la
personalidad duren hasta que la persona muere, pues paradójicamente
existen algunos atributos que se siguen protegiendo, por ejemplo, la
reputación, el derecho al olvido…», y concluye afirmando: «Cuando la
persona fallece, sin duda, se extingue la personalidad; pero repetimos, los
derechos propios de la personalidad aún mantienen sus efectos (…)
Aunque suene extraño: los derechos de la personalidad no se extinguen
con la muerte o con la extinción de la personalidad» 11.

Por su parte, la jurisprudencia ha incorporado al debate otros efectos que


se producen después de la muerte, como serían los siguientes:

i. El establecimiento de la filiación post mortem a través de técnicas de


reproducción humana asistida. La Sala Constitucional 12 , con oscuridad,
fija el criterio según el cual puede practicarse una fecundación artificial 13
después de la muerte del proveedor de la carga genética y, en
consecuencia, establecerse la filiación con el concebido y nacido vivo 14.
Al respecto, conviene transcribir el comentario realizado en otra
oportunidad: La decisión comentada indica que, en atención al artículo
204 del Código Civil y el vació legal existente para los casos de
inseminación post mortem, para aquellos supuestos donde se utilice semen
u ovarios de personas casadas o sin impedimento para el matrimonio y
conste la voluntad expresa de los proveedores de la carga genética de
realizar la inseminación homóloga después de fallecido, la misma es
factible al no estar expresamente prohibida y requerirá como requisito
previo «por razones de seguridad jurídica (…) una orden judicial al
respecto, de manera que, constatados esos extremos, se declare la
filiación paterna del concebido en estas circunstancias y se ordene su
inscripción en el Registro Civil con tal filiación», y agrega el fallo: «Esta
filiación debe ser declarada en sentencia judicial, así no provenga de un

10 Sobre este asunto se volverá en la Lección viii.


11 Ortiz-Ortiz, Rafael: «Los derechos de la personalidad como derechos fundamentales
en el nuevo orden constitucional venezolano». En: Estudios de Derecho público. Libro
Lecciones de Derecho Civil i Personas 245
el sujeto o titular de un

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