Formacion Militar
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Los límites que separan la vida de la muerte son muy tenebrosos y vagos.
¿Quién puede decir dónde termina la una y dónde comienza la otra?
Allan Poe, Edgar: El enterramiento prematuro. 1844.
Introducción
Son dos los hechos que marcan la existencia de la personalidad, el
nacimiento vivo que determina el inicio y, por otro lado, la cesación
irreversible de los signos vitales o la muerte, que fija el fin de la persona.
En la Lección anterior se comentaron los aspectos más relevantes del
comienzo del sujeto, corresponde aquí hacer lo propio con la extinción
del ser humano, la cual viene determinada únicamente por la muerte.
Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. N.º 76. UCV. Caracas, 1990 , p.
111.
4 Noguera, Alberto: «La muerte, el médico y la ley». En: Anuario de la Facultad de Ciencias
Jurídicas y Políticas. N.º 11. ULA. Mérida, 1980, pp. 339 y ss.
5 Marín Echeverría: ob. cit. (Derecho Civil i personas) , p. 209.
6 Domínguez Guillén: ob. cit. (Manual de Derecho Civil i…), pp. 106-107; vid. de la misma
Artículo 25.- Criterios de muerte encefálica. Para los efectos de esta Ley,
la muerte según criterios neurológicos, podrá ser establecida en alguna de
las siguientes formas:
1.La presencia del conjunto de los siguientes signos clínicos: a. Coma o
pérdida permanente e irreversible del estado de conciencia. b. Ausencia
de respuesta motora y de reflejos a la estimulación externa. c. Ausencia
de reflejos propios del tallo cerebral. d. Apnea.
Previa a la certificación clínica de la muerte, según criterios neurológicos,
deben descartarse casos de: a. Hipotermia. b. Intoxicaciones irreversibles.
c. Alteraciones metabólicas graves. d. Shock. e. Uso de sedantes o
bloqueadores neuromusculares.
2.La realización de pruebas instrumentales, se considerará en aquellos
casos donde haya imposibilidad de realizar el examen neurológico y para
acortar los tiempos de observación entre diferentes evaluaciones clínicas;
su objetivo es valorar tanto el flujo sanguíneo cerebral como la funciones
electrofisiológicas del encéfalo y el tallo cerebral. Son pruebas
instrumentales: a. Las que valoran la función electrofisiológica encefálica
y del tallo cerebral: i. Electroencefalograma. ii. Potenciales evocados de
tallo cerebral. b Las que valoran la circulación cerebral: i. Sonografía
doppler transcraneal. ii. Arteriografía cerebral de cuatro vasos.
La muerte encefálica, según criterios clínicos neurológicos, se establece
legalmente, cuando así conste en declaración certificada por tres médicos
o médicas que no formen parte del equipo de trasplante.
8 Domínguez Guillén: ob. cit. (Manual de Derecho Civil i…), p. 108. Añade Domínguez
Guillén: art. cit. («Consideraciones sobre la muerte…»), p. 405, que si bien «La
muerte cerebral se hace importante en materia de trasplantes de órganos» ello no
excluye el «ser considerada para resolver otros problemas jurídicos tales como la
desconexión del sujeto, la imposibilidad de homicidio o la posibilidad de desvirtuar
la presunción de conmoriencia».
9 Este aspecto es estudiado en el Derecho Sucesorio y se rige principalmente por las
reglas que trae el Código Civil, aunque en el caso de las «prestaciones sociales» la
Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras estipula una regla
especial sobre esta materia (artículo 145).
244 Edison Lucio Varela Cáceres
También, un sector de la doctrina señala que algunos derechos de la
personalidad pueden tutelar una personalidad preterida y, en
consecuencia, ser reivindicados en memoria del fallecido, como el
derecho al honor o los derechos morales de autor 10. Así Ortiz-Ortiz llega
a señalar: «Tampoco es enteramente cierto que los derechos de la
personalidad duren hasta que la persona muere, pues paradójicamente
existen algunos atributos que se siguen protegiendo, por ejemplo, la
reputación, el derecho al olvido…», y concluye afirmando: «Cuando la
persona fallece, sin duda, se extingue la personalidad; pero repetimos, los
derechos propios de la personalidad aún mantienen sus efectos (…)
Aunque suene extraño: los derechos de la personalidad no se extinguen
con la muerte o con la extinción de la personalidad» 11.