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Apuntes Teorias RRII

Este documento trata sobre las teorías de las relaciones internacionales desde una perspectiva científica. Explica conceptos clave como ciencia, teoría científica y programa de investigación, y analiza si es posible formular teorías científicas sobre las relaciones internacionales. También presenta los principales programas de investigación en este campo.
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Apuntes Teorias RRII

Este documento trata sobre las teorías de las relaciones internacionales desde una perspectiva científica. Explica conceptos clave como ciencia, teoría científica y programa de investigación, y analiza si es posible formular teorías científicas sobre las relaciones internacionales. También presenta los principales programas de investigación en este campo.
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TEORÍAS

DE LAS
RELACIONES INTERNACIONALES
Presentado por el
Dr. D. RAFAEL CALDUCH
CERVERA Catedrático de Universidad

AREA DE DERECHO INTERNACIONAL


PÚBLICO Y RELACIONES INTERNACIONALES

Facultad de CC. de la Información


Universidad Complutense de Madrid
2

INDICE
PRIMERA PARTE: LA DIMENSION CIENTIFICA DE
LAS RR.II.

1.- EL DEBATE SOBRE LAS TEORIAS CIENTIFICAS

1.1.- La “ciencia” y la “teoría científica”.


1.2.- El progreso científico y la función del “paradigma científico”
según Thomas Kuhn
1.3.- El concepto de “programa de investigación” de Imre Lakatos
1.4.- La teoría lakatiana y su aplicación al desarrollo de la ciencia de las
Relaciones Internacionales.

2.- LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO CIENCIA

2.1.- ¿Es posible la formulación de “teorías científicas” de las


RR.II.? 2.2.- Los niveles de análisis y los criterios de clasificación de los
programas de investigación en las RR.II.
2.3.- El objeto material o la ontología de las RR.II.
2.4.- El objeto formal o la epistemología de las RR.II.
2.5.- Las ciencias auxiliares de las RR.II.

SEGUNDA PARTE: LOS PRINCIPALES PROGRAMAS DE


INVESTIGACION DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES.
1.- LA HEGEMONIA DEL PROGRAMA REALISTA.

1.1.- Los fundamentos del programa de investigación científica: el


realismo clásico.
1.2.- La adaptación del programa: el neorrealismo o realismo
estructural.

2.- LOS PRINCIPALES PROGRAMAS DE INVESTIGACION DE LAS


RELACIONES INTERNACIONALES.

2.1.- El programa de investigación científica marxista.


2.2.- El programa de investigación científica sistémico.
2.3.- El programa de investigación de la dependencia
3

2.4.- El programa de investigación científica


transnacionalista. 2.5.- El programa de investigación
científica sociológico.

PRIMERA PARTE: LA DIMENSION CIENTIFICA DE


LAS RR.II.

1.- EL DEBATE SOBRE LAS TEORIAS CIENTIFICAS

Es habitual en las memorias de oposiciones y proyectos docentes


abordar, tras unas consideraciones previas, el objeto material y el objeto
formal de la correspondiente disciplina. Semejante planteamiento
convencional suele dar por supuesto que ciertos términos como los de
ciencia o teoría científica poseen una interpretación unívoca y, por tanto,
que resulta superfluo detenerse en clarificar el significado de semejantes
términos. Como lo ha indicado Krippendorff “(...) Se considera injusto
preguntarle a un candidato a exámenes de ciencias políticas o
especializado en la política internacional, su concepto de lo que es la
ciencia o la verdad. Los científicos establecidos rechazan tales preguntas
por superfluas o por encontrarse en el ámbito de las convicciones
personales.” 1

Las aportaciones que la filosofía y la historia de la ciencia han realizado


durante la segunda mitad de este siglo, cuestionan seriamente el sentido
positivista tradicional concedido a términos tales como los de ciencia,
teoría científica, verificación y falsación empíricas, progreso científico
acumulativo, etc., permitiendo clarificar el modo cómo la ciencia ha ido
emergiendo históricamente como un producto de la actividad humana, tanto
social como individualmente, y con ello han facilitado una comprensión
más rigurosa del contenido y alcance de estos conceptos fundamentales.

Consideramos imprescindible, por tanto, realizar algunas


consideraciones previas destinadas a delimitar el significado concreto en el
que utilizaremos dichos términos en este proyecto, pues de este modo no
sólo eludiremos los falsos debates terminológicos, sino que además nos
hallaremos en mejores condiciones para analizar de forma mucho más
precisa el alcance de las

1
- KRIPPENDORFF, E.- Internationale Beziehungen als Wissefschaft.- Edit.
Campus Verlag; Francfurt del Maine, 1977. Traducción de Angelika Scherp.- Las
relaciones internacionales como ciencia. Introducción.- Edit. Fondo de Cultura
Económica; México,1985. Pág. 11.
4

aportaciones científicas realizadas por las diversas corrientes doctrinales,


surgidas en el seno de la disciplina de las Relaciones Internacionales.

1.1.- La “ciencia” y la “teoría científica”.

En términos generales, cuando se hace referencia a la ciencia, en


abstracto, o a alguna ciencia en particular, suele entenderse como una de
las formas del conocimiento humano, caracterizada por su veracidad o
adecuación entre la representación cognoscitiva y la realidad, objetiva
o subjetiva, que pretende conocer.

Sin embargo este conocimiento no es innato en la naturaleza humana,


sino que debe ser adquirido por el hombre mediante unas determinadas
actividades que se realizan siguiendo ciertas reglas y satisfaciendo
determinadas condiciones. 2 Desde esta perspectiva, la ciencia es también
identificada con la actividad científica, o, si se prefiere, con la actividad del
científico y, en cuanto tal, como parte integrante de la propia historia de la
Humanidad. 3

De esta constatación podemos extraer otro significado del término


ciencia que alude al resultado objetivado de la actividad científica, es
decir a la

2
- Existen otras categorías del conocimiento humano como la inspiración que sustenta
la actividad artística; la revelación que fundamenta el conocimiento y las conductas
religiosas; la intuición o evidencia inmediata que se obtiene sin un especial esfuerzo
racional o la experiencia que se alcanza mediante el aprendizaje o la repetición del
método de prueba-error.
De forma mucho más acorde con las aportaciones de la corriente empírico-analítica
seguida por autores como Popper; Hempel o Mario Bunge, se puede definir una
actividad como científica "en la medida en que suministre explicaciones rigurosas sobre
los hechos comprobables en la realidad, en el caso de las ciencias sociales la realidad
histórica, política, social, etc., de manera que sea posible efectuar predicciones acerca
del curso de los acontecimientos estudiados."
NJAIM,H.- "La concepción empírico-analítica de las ciencias sociales".- Politeia, nº
1 (1972); pág. 60.
3
- WEBER,M.- Politik als Beruf, Wissenschaft als Beruf.- Edit. Verlag
Duncker&Humblot; Munich, sin fecha ed. Traducción de Francisco Rubio Llorente.- El
político y el científico.- Edit. Alianza. Madrid, 1ª ed. 1967; 2ª ed. 1969. Págs. 180 y ss.
Sobre la historicidad de la actividad científica, Krippendorf ha señalado: "Esta
comprensión de la verdad como algo que debe adquirirse con esfuerzo, como lo contrario
de la evidencia inmediata y natural, lleva consigo otra implicación muy importante: el
carácter de la verdad como proceso histórico.
No es posible determinar si el saber es adecuado por medios abstractos y generales,
sino sólo de manera concreta dentro del proceso histórico."
KRIPPENDORF,E.- op. cit.; pág. 15.
5

plasmación de los conocimientos y teorías científicas en los libros,


documentos, programas académicos, informáticos, etc., gracias a los cuales
es posible comunicar y transmitir la ciencia, comprobarla, discutirla,
refutarla y perfeccionarla. Esta acepción del término ciencia corresponde al
“tercer mundo” de Popper y a ella se refiere Kuhn cuando afirma: “ Si la
ciencia es la constelación de hechos, teorías y métodos reunidos en los
libros de texto actuales, entonces los científicos son hombres que,
obteniendo o no buenos resultados, se han esforzado en contribuir con
alguno que otro elemento a esa constelación particular.” 4

Llegamos así a la conclusión de que si la ciencia es histórica, a través de


su historia podemos llegar a desentrañar los distintos significados y
alcances que se le ha dado a la ciencia en cada período del devenir humano,
así como los diversos modos de actuación científica a través de los cuales
se han alcanzado los conocimientos considerados científicos en tales
períodos. Es por ello que todo estudio del desarrollo de una ciencia, en
nuestro caso de la ciencia de las Relaciones Internacionales, exige junto al
conocimiento de los conceptos, axiomas y leyes que se han formulado por
sus diversas teorías, una necesaria reconstrucción del proceso histórico a
través del cual han emergido, han sido dadas a conocer y han logrado
constituir una comunidad científica.

En otras palabras, una reconstrucción de la Historia científica y


académica de cada ciencia, nos permite descubrir y explicar cómo y por
qué surgen y se imponen las teorías más consistentes, así como el alcance
de sus explicaciones o predicciones con vistas a resolver problemas. Este
es el sustrato último de esta primera parte de la Memoria que presento,
comprender las principales teorías que se han formulado en el marco
de la ciencia de las Relaciones Internacionales, a la luz de la doble
perspectiva histórica apuntada por Lakatos: la de su historia interna y
la de la historia externa a la propia ciencia. 5
4
- KUHN,T.S- The Structure of Scientific Revolutions.- Edit. University of Chicago
Press; Chicago, 1ª ed. 1962. Traducción de Agustín Contin.- La estructura de las
revoluciones científicas.- Edit. Fondo de Cultura Económica; 6ª ed. 1971; pág. 21.
5
- En términos generales podemos decir que para Lakatos mientras la historia interna
refiere a fenómenos tales como la evolución de las ideas afines a esa ciencia, los procesos
de articulación de las diversas teorías y de sus líneas de afiliación intelectual, las
motivaciones de las investigaciones realizadas, etc., la historia externa, por su parte,
relata los factores económicos, sociales, políticos, jurídicos, tecnológicos, ideológicos o
culturales que, siendo ajenos a esa disciplina científica, influyen directa y decisivamente
en su evolución al propiciar, mantener, retardar o impedir ciertas líneas de investigación.
LAKATOS, I.- "La Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales".-
HACKING, I (edit.).- Scientific Revolutions.- Edit. Oxford University Press. Oxford,
1981.
6

En la medida en que la ciencia y su desarrollo se vertebran a través de las


teorías científicas, entendidas con Aron como “un système hypothético
déductif, constitué par un ensemble de propositions dont les termes so
rigoureusement définis et dont les relations entre les termes (ou variables)
revêtent le plus souvent une forme mathématique.
Ce système a été elaboré à partir d’une conceptualisation de la realité
perçue ou observée; les axiomes ou les relations les plus abstraites
commandent le système et permettent au savant de retrouver par déduction
soit des apparences désormais expliquées, soit des faits, saisissables par des
appareils sinon par le sens, qui confirment provisoirement la théorie ou la
falsifient, la falsification obligeant à une rectification, la confirmation ne
constituant jamais une preuve absolue de verité.” 6, la historia interna de la
ciencia en la que se formulan dichas teorías, intenta reconstruir las formas
cómo éstas se articularon y los procesos mediante los cuales unas teorías
desplazaron a otras. Ello significa que la historia interna de una disciplina
científica es en gran medida, aunque no de un modo completo, la historia
de sus teorías.

Traducción de Juan José Utrilla.- Revoluciones científicas.- Edit. Fondo de Cultura


Económica. México, 1985. Págs. 227-230.
6
- Njaim formula una definición que, sustancialmente, coincide con las ideas de Aron
y que expresa en los siguientes términos: "un conjunto (sistema) de hipótesis
nomológicas vinculadas entre sí mediante relaciones deductivas que, en el caso límite,
puede estar compuesta del conjunto de todas las consecuencias de una hipótesis
nomológica (a las cuales pertenece también esa misma hipótesis). Un sistema
hipotético-deductivo tal puede, eventualmente, ser axiomatizado y formalizado."
En cambio Waltz es mucho más confuso al admitir nada menos que tres significados
diferentes del término: el de la teoría como "conjunto de leyes que pertenecen a una
conducta o fenómenos particulares", como "enunciaciones que las explican" y,
finalmente, citando a Boltzman, señala que la teoría "es un cuadro mental de un reino o
dominio de la actividad limitado. Una teoría es un cuadro de la organización de un
dominio y de las conexiones existentes entre sus partes. (...) Una teoría indica que
algunos factores son más importantes que otros y especifica las relaciones entre ellos."

Dado que este autor parece decantarse por esta tercera acepción del término que es, sin
duda, muy imprecisa, nos resulta extraño que más adelante agrupe a las principales teorías
de las Relaciones Internacionales utilizando categorías críticas como las de "teorías
reduccionistas", "teorías autoverificantes", etc.
ARON,R.- "Quést-ce qu'une Théorie des Relations Internationales?".- Revue
Française de Science Politique, nº 5 (1967); pág. 838.
NJAIM, H.- op.cit.; págs. 61-62.
WALTZ, K.N.- Theory of International Politics.- Edit. Addison-Wesley Publishing
Comp. 1979. Traducción de Mirta Rosenberg.- Teoría de la política internacional.- Buenos
Aires, 1988. Edit. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1988. Págs. 10, 15 y 19.
7

Estas teorías constituyen el principal instrumento a través del cual la


ciencia conoce y explica ciertos fenómenos de la realidad que se perciben
como problemas o anomalías, dándoles unas respuestas singulares que son
susceptibles de ser contrastadas con la propia realidad y gracias a las cuales
pueden formularse predicciones o previsiones sobre su comportamiento
futuro.

Como se ha manifestado reiteradamente, en la construcción de las teorías


científicas concurren cinco elementos que configuran la que podríamos
denominar su estructura básica. Tales elementos son: unas suposiciones o
hipótesis sobre la realidad; unas premisas explicativas a las que se
denomina explanans; un conjunto de proposiciones o leyes generales; un
conjunto de proposiciones o leyes singulares, generalmente conocidas
como enunciados auxiliares, que constituyen junto con las leyes generales
el explanandum y, finalmente, una contrastación con la realidad, incluidas
otras teorías, para verificar su grado de validez explicativa y predictiva. Se
admite que la formulación del explanans, la deducción del explanandum y
su comprobación empírica, deben realizarse siguiendo un método, es decir
siguiendo unas reglas precisas de actuación, y además deben adecuarse a
las leyes de una determinada lógica, ya sea la lógica formal, la lógica
matemática; la lógica borrosa, etc. 7

Puesto que las teorías científicas surgen para explicar problemas o


anomalías que se perciben como tales en la realidad, su configuración está
directa y estrechamente relacionada con el tipo de interrogantes que trata de
esclarecer y, naturalmente, con la clase de soluciones que ofrece. Ello
suscita dos importantes cuestiones: la relativa al papel desempeñado por las
suposiciones o hipótesis en la percepción de los problemas y los modos de
resolverlos, de una parte, y la corroboración de las propias teorías, de otra.
En relación con ambas cuestiones, Putnam, 8ha señalado tres categorías
fundamentales de problemas que deben dilucidarse:

1ª.- Cuando formulada una teoría y conocidos algunos de sus enunciados


auxiliares, se deriva una predicción sobre el comportamiento de esa realidad
y la dificultad consiste, precisamente, en la verificación del error o acierto
de dicha predicción. Es el problema comúnmente destacado por los
filósofos de la

7
- GIBSON, Q.- The Logic of Social Enquiry.- Edit. Routledge&Kegan Paul. Londres,
1960. Traducción de Jaime Melgar Botassis.- La lógica de la investigación social.- Edit.
Tecnos. Madrid, 1ª ed. 1961.
8
- PUTNAM, H.- "La corroboración de las teorías".- HACKING, I.- op. cit.; págs.
136 y ss.
8

ciencia y podemos denominarlo el problema empírico o de la verificación


de los resultados de la teoría.

2ª.- Un segundo modelo de problema a resolver consiste en formular una


teoría respecto de ciertos hechos que deben explicarse, pero de los que se
desconocen los enunciados auxiliares verdaderos que deben asociarse a la
teoría para alcanzar la explicación. Constituye el que podríamos llamar
problema de la precisión explicativa.

3ª.- Por último, existe otra categoría de problemas a resolver por la


teoría, que consiste en averiguar las consecuencias que pueden derivarse a
partir de la formulación de una nueva teoría y de la determinación de sus
enunciados auxiliares. Esta es la clase de problema que podemos designar
como el problema de los efectos teóricos.

Cada uno de estos tipos de problemas suscita importantes dificultades


teóricas y metodológicas, requiriendo formas de solución diferenciadas. Por
ejemplo, una cuestión es verificar la validez del realismo político, en orden
a determinar el comportamiento de los Estados en el ámbito internacional,
otra cuestión diferente es tratar de precisar bajo qué condiciones el
concepto de “interés nacional” constituye un enunciado auxiliar verdadero
y, finalmente, algo muy distinto es averiguar si la teoría realista permite
derivar una teoría estratégica o de seguridad de los Estados del tipo de
juegos de suma nula o, por el contrario, de juegos de suma no nula.

Los principales debates epistemológicos en cada ciencia, singularmente


en sus comienzos, han versado sobre todos o algunos de los elementos
esenciales de la estructura teórica. Naturalmente tales debates han abordado
también una cuestión fundamental para nuestra disciplina: la diferencia o
unidad de las ciencias, tanto naturales como sociales, respecto de los
criterios de formulación y verificación de sus teorías científicas. Esta
importante cuestión la abordaremos de manera específica al tratar el
carácter científico de las RR.II., pero vaya por adelantado que el debate se
suscita tanto entre los dos principales campos de las ciencias, naturales y
sociales, como en el seno de cada uno de ellos, lo que nos permite aventurar
que una parte significativa de ese debate es estéril o, al menos, se plantea de
forma incorrecta.

Resumiendo podemos afirmar, citando a Laudan, que la mayoría de los


especialistas en la historia de la ciencia admiten las siguientes conclusiones:
“1) Las transiciones de teoría generalmente son no acumulativas, es decir,
ni el contenido lógico, ni el empírico (ni siquiera las ‘consecuencias
9

confirmadas’) de teorías anteriores quedan completamente conservadas


cuando aquellas teorías son suplantadas por otras nuevas.
2) En general, las teorías no son simplemente rechazadas porque tengan
anomalías, ni son generalmente aceptadas tan sólo por haber sido
empíricamente confirmadas.
3) Los cambios en las teorías científicas y los debates al respecto, a
menudo giran sobre cuestiones conceptuales y no sobre cuestiones de
apoyo empírico.
4) Los principios específicos y ‘locales’ de la racionalidad científica que
los hombres de ciencia utilizan al evaluar las teorías, no son
permanentemente fijos, sino que se han alterado en forma considerable a lo
largo del curso de la ciencia.
5) Existe una vasta gama de actitudes cognoscitivas que los científicos
adoptan hacia las teorías, incluyendo aceptar, rechazar, perseguir,
mantener, etc. Cualquier teoría de la racionalidad que sólo analice las dos
primeras será incapaz de enfrentarse a la vasta mayoría de las situaciones
a las que se enfrentan los científicos.
6) Existe una gama de niveles de generalidad de las teorías científicas,
que va desde leyes en un extremo hasta vastos marcos conceptuales en el
otro. Los principios de probar, comparar y evaluar las teorías parecen
variar considerablemente de un nivel a otro.
7) Dadas las notorias dificultades de los conceptos de ‘verdad
aproximada’ -tanto a nivel semántico como al epistémico-, resulta poco
convincente que las caracterizaciones del progreso científico que
consideran la evolución hacia un mayor valor de verdad como objetivo
central de la ciencia permitan representar la ciencia como actividad
racional.
8) La coexistencia de teorías rivales es la regla, no la excepción, de tal
modo que la evaluación de teorías es, básicamente, asunto comparativo.” 9

1.2.- El progreso científico y la función del “paradigma científico”


según Thomas Kuhn

Al considerar el proceso histórico de la ciencia, una de las convicciones


que, hasta fechas recientes, era firmemente compartida por los
investigadores y epistemólogos, sostenía que el conocimiento científico
había seguido un desarrollo acumulativo e históricamente continuo, como
resultado de numerosos y sucesivos descubrimientos individuales.

9
- LAUDAN, L.- "Un enfoque de solución de problemas al progreso científico".-
HACKING, I.- op. cit.; págs. 273-274.
10

Esta convicción fue sólidamente atacada por Thomas Kuhn en su obra


principal, en la que defendió la tesis de que el progreso científico se
producía como resultante de una actividad colectiva, de forma no
acumulativa y mediante saltos cualitativos, es decir de un modo
discontinuo. En sus propios términos:

“En principio, las teorías anticuadas no dejan de ser científicas por el


hecho de que hayan sido descartadas. Sin embargo, dicha opción hace
difícil poder considerar el desarrollo científico como un proceso de
acumulación. La investigación histórica misma que muestra las
dificultades para aislar inventos y descubrimientos individuales
proporciona bases para abrigar dudas profundas sobre el proceso
acumulativo, por medio del que se creía que habían surgido esas
contribuciones individuales a la ciencia.
(...)
En particular, la discusión anterior ha indicado que las revoluciones
científicas se consideran aquí como aquellos episodios de desarrollo no
acumulativo en que un antiguo paradigma es reemplazado, completamente
o en parte, por otro nuevo e incompatible.” 10

En su argumentación, Kuhn introdujo algunos conceptos novedosos: el de


ciencia normal, 11 el de paradigma, 12 y el de comunidad científica. 13
Naturalmente estos tres términos están íntimamente relacionados, pues si es

10
- KUHN, T.S.- op. cit.; págs. 22-23 y 149.
11
- KUHN, T.S.- op. cit.; págs. 33 y ss.
12
- Este término posee un significado equívoco en los escritos de Kuhn debido,
principalmente, a la polisemia que le atribuye este autor. Este aspecto de la teoría
kuhniana, ha sido ampliamente debatido y criticado por los especialistas, hasta el punto
de obligar al propio autor a reconocer las contradicciones conceptuales que encierra su
obra y que intenta, en vano, disipar en la postdata escrita en 1969 para la edición de su
obra en japonés. En efecto, en dicho texto introdujo un nuevo término, el de matriz
disciplinaria, que asimila al de paradigma. Sin embargo, acto seguido Kuhn establece
como elementos de la matriz disciplinaria los siguientes: las generalizaciones simbólicas;
los compromisos compartidos con ciertos tipos de creencias; los valores; las soluciones
ejemplares o modélicas, que resultan claramente diferentes a los establecidos para el
concepto de paradigma.
KUHN, T.S.- op. cit.; págs. 268 y ss.
13
- "(...) una comunidad científica consiste en quienes practican una especialidad
científica. Hasta un grado no igualado en la mayoría de los otros ámbitos, han tenido una
educación y una iniciación profesional similares. En el proceso, han absorbido la misma
bibliografía técnica y han sacado muchas lecciones idénticas de ella (...) como resultado,
los miembros de una comunidad científica se ven a sí mismos, y son considerados por
otros, como los hombres exclusivamente responsables de la investigación de todo un
conjunto de objetivos comunes, que incluyen la preparación de sus propios sucesores."
KUHN, T.S.- op. cit.; pág. 272.
11

cierto que la comunidad científica se caracteriza por generar, compartir y


defender un mismo paradigma que, a su vez, condiciona su tarea de
investigación y la formulación de sus teorías científicas, también lo es que
tanto el paradigma compartido como la función de realizar ciencia normal
contribuyen decisivamente a configurar las características propias de cada
comunidad científica diferenciándolas entre sí, pero también de la actividad
de otros grupos sociales ajenos a la ciencia.

Según establece el propio Kuhn, el término paradigma posee dos


sentidos principales. De una parte significa “toda la constelación de
creencias, valores, técnicas, etc., que comparten los miembros de una
comunidad dada”. Pero este concepto también puede ser atribuido a “las
concretas soluciones de problemas que, empleadas como modelos o
ejemplos, pueden reemplazar reglas explícitas como base de solución de
los restantes problemas de la ciencia normal”. 14

En ambos sentidos, los paradigmas condicionan la emergencia de las


teorías científicas y se encuentran en ellas reflejados, bien sea de forma
explícita o implícitamente. Por ejemplo, los realistas comparten un mismo
paradigma que reflejan en sus diversas teorías (véanse las diferencias entre
la teoría de Morgenthau o Kissinger) y que, a su vez, se distingue
claramente del paradigma sustentado por los estructuralistas.

De ello se puede concluir que el conocimiento de los diversos


paradigmas que concurren en la ciencia de las Relaciones Internacionales,
constituye uno de los elementos necesarios, aunque por sí solo no
suficiente, para desentrañar los fundamentos en los que descansan las
diversas teorías formuladas por miembros de una misma comunidad
científica. De este modo logramos mejorar nuestra comprensión de dichas
teorías, más allá de sus distintas formulaciones o de sus diferencias
secundarias, y, además, facilitamos su comparación para determinar la
teoría que mejor explica la realidad internacional. 15

14
- KUHN, T.S.- op. cit.; pág. 269.
15
- Entre los casos de estudios sobre la evolución de las Relaciones Internacionales.
Como disciplina científica, siguiendo el modelo de Kuhn, pueden citarse:
ATTINÁ, F.- La politica internazionale contemporanea.- Edit. Franco Angeli. Milán,
1989. Págs. 26-34.
HOLSTI, K.J.- The Dividing Discipline. Hegemony and diversity in International
Theory.- Edit. Allen&Unwin. Boston, 1985. Págs. 4-13.
LEURDJIK, J.H.- "De la politique internationale à la politique transnationale: un
changement de paradigmes?".- Revue Internationale des Sciences Sociales; vol. XXVI, nº
1 (1974); págs. 58-75.
12

Ahora bien, aunque aceptamos la tesis general de Kuhn respecto al modo


en que progresa la ciencia y, por supuesto, también las Relaciones
Internacionales, conviene precisar que en su obra las revoluciones
científicas son la resultante de la aparición de paradigmas y teorías
diferentes pero no necesariamente antagónicos. En otras palabras, para que
una nueva teoría se convierta en paradigma y desplace al paradigma
precedente tan sólo “debe parecer mejor que sus competidoras; pero no
necesita explicar y, en efecto, nunca lo hace, todos los hechos que se
pueden confrontar con ella.” 16

Sobre este importante tema del desarrollo científico, consideramos más


acertada y completa la interpretación que realiza Putnam, para quien el
progreso de la ciencia se realiza siguiendo una dinámica dialéctica entre
una tendencia explicativa y una tendencia crítica. La primera aborda la
resolución de los problemas que hemos denominado anteriormente de
precisión explicativa, es decir los que tratan de concretar los enunciados
auxiliares que confieren validez a una teoría para una determinada categoría
de fenómenos de la realidad. La segunda enfrenta las cuestiones vinculadas
con los denominados problemas empíricos o de verificación de las teorías.

La tendencia explicativa presupone la validez de la teoría y busca


alcanzar una mayor precisión en su formulación para que pueda dar
respuesta satisfactoria al mayor número de las situaciones problemáticas
que se dan en la realidad. Un ejemplo de este tipo de tendencia lo
constituye la teoría de los
LIPJHART, A.- "The Structure of Theoretical Revolution in International
Relations".- International Studies Quarterly, vol. 18 (1974); págs. 41-74.
MANSBACH, R.W.; FERGUSON,Y.H.- "Values and Paradigm Change: The
Elusive Quest for International Relations Theory".- VIOTTI, P.R.; KAUPPI, M.V.
(edits.).- International Relations Theory. Realism, Pluralism, Globalism.- Edit. Macmillan
Publishing Cº. Nueva York, 1987. Págs. 554-576.
PETTMAN, R.- States and Class: A Sociology of International Affairs.- Edit. Croom
Helm. Londres, 1979.
En España, el estudio de los principales paradigmas en las Relaciones Internacionales
se ha introducido por el prof. del Arenal y, durante una década, ha sido utilizado por la
mayoría de los especialistas españoles en esta disciplina. No obstante existe una
tendencia reciente a presentar el estudio de las teorías de las Relaciones Internacionales,
con categorías distintas a las del paradigma.
DEL ARENAL, C.- Introducción a las relaciones internacionales.- Edit. Tecnos.
Madrid, 1ª ed. 1984; 3ª ed. 1990; págs. 23 y ss.
BARBE, E.- Relaciones Internacionales.- Edit. Tecnos. Madrid, 1995; págs. 56-57.
GARCIA, P.- Las Relaciones Internacionales en el siglo XX: La contienda teórica.- Edit.
Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid, 1998.
16
- KUHN, T.S.- op. cit.; pág. 44.
13

regímenes internacionales, en el marco general de la corriente


estructuralista de las relaciones internacionales.

La tendencia crítica, por su parte, al intentar comprobar la validez de


una teoría a través de su capacidad predictiva, estimula la elaboración de
nuevos enunciados auxiliares o, llegado el caso, la revisión de la propia
teoría. Un caso claro de esta tendencia lo constituye la aparición del
neorrealismo o realismo estructural y las correcciones que introdujo
respecto del realismo norteamericano clásico.

Ambas tendencias, según Putnam, son mutuamente antagónicas e


interdependientes en su funcionalidad y en sus consecuencias respecto de la
ciencia en la que se desenvuelven, y es, precisamente, “el conflicto de estas
tendencias lo que hace avanzar a la ciencia normal.” 17

De la teoría de Kuhn sobre el desarrollo histórico de la ciencia, se


desprende muy claramente que la actividad científica dista mucho de
responder a los criterios de neutralidad valorativa, objetividad rigurosa y
verificación empírica que le atribuyen los autores positivistas como Popper.
El decisivo papel de la comunidad científica en la consagración de un
paradigma como parte esencial de la ciencia normal, resulta tan decisivo
para la comprensión de la historia de la ciencia como el conflicto de
intereses, de valores y de conocimientos que subyacen en los procesos de
gestación de nuevos paradigmas, es decir, en las revoluciones científicas.

La contribución de Kuhn resulta decisiva para trascender la vieja


concepción del desarrollo mecanicista de la ciencia y para romper
definitivamente el falso debate entre el objetivismo y el subjetivismo de la
ciencia. Sin embargo, la teoría kuhniana, posee dos importantes
restricciones que condicionan seriamente su aplicación. En primer lugar, ya
hemos señalado que el propio concepto de paradigma resulta equívoco, y
por tanto impreciso, lo que hace difícil averiguar cuándo nos encontramos
ante un nuevo paradigma, es decir en un proceso de revolución científica, y
cuándo nos hallamos ante revisiones

17
- PUTNAM, H.- op. cit.; págs. 143-144.
Una aplicación de la concepción de Putnam al ámbito de nuestra disciplina la
encontramos en:
COX, R.W.- "Fuerzas sociales, Estados y órdenes mundiales: más allá de la teoría de
las relaciones internacionales".- VÁSQUEZ, J.A.- Classics of International Relations.-
Edit. Prentice-Hall. 2ª ed. 1990. (Traducción de Isadora Somervile Alzate.- Relaciones
Internacionales. El pensamiento de los clásicos.- Edit. Limusa. México,D.F., 1994. Págs.
150- 159.)
14

explicativas o críticas destinadas, precisamente, a reforzar el paradigma


dominante.

En segundo término, la teoría de Kuhn nos explica satisfactoriamente los


cambios radicales o las innovaciones teóricas sustantivas que se producen
en el seno de las ciencias, pero no nos permite comprender las
continuidades teóricas y metodológicas que también se producen en ellas y
que contribuyen, tanto o más que las revoluciones científicas, a su
desarrollo. ¿Por qué coexisten en el seno de las Relaciones Internacionales
los teóricos realistas y los transnacionalistas?. ¿Por qué la teoría de
sistemas aplicada al estudio de la sociedad internacional no ha sustituido a
las teorías estructuralistas o viceversa?. Estas interrogantes no encuentran
respuesta satisfactoria en la concepción de Kuhn, por lo que consideramos
necesario complementarla con la formulación realizada, años más tarde,
por Imre Lakatos.

1.3.- El concepto de “programa de investigación” de Imre Lakatos.

La teoría sobre la evolución científica formulada por Imre Lakatos, se


fundamenta en una concepción sustancialmente distinta de las mantenidas
por Popper y Kuhn. El concepto nuclear de toda la interpretación
lakatiana es el de “programa de investigación científica”. 18

Un programa de investigación científica constituye para Lakatos “la


unidad básica de evaluación” del proceso de desarrollo de las ciencias y
está formado por una o varias teorías científicas que comparten un núcleo
duro o núcleo central (hard core) de supuestos convencionalmente
aceptados por todos los científicos que apoyan dichas teorías, y por tanto
evidentes por sí mismos e irrefutables para tales científicos, junto con un
heurístico positivo que, según este autor, “define problemas, esboza la
construcción de un cinturón de hipótesis auxiliares, prevé anomalías y las
convierte victoriosamente en ejemplos, todo ello de acuerdo con un plan
preconcebido.” 19

En otras palabras, los programas de investigación científica, de acuerdo


con Lakatos, nos permiten ordenar conjuntos de teorías que comparten dos

18
- LAKATOS, I.- "Falsification and Methodology of Research Programmes".-
LAKATOS, I.; MUSGRAVE, A. (edits.).- Criticism and the Growth of Knowledge.-
Edit. Cambridge University Press. Cambridge, 1970; págs. 91-196.
19
- LAKATOS, I.- "La Historia...".- op. cit.; pág. 221.
15

elementos fundamentales: una serie de proposiciones o de supuestos,


admitidos por convicción y transformados en axiomas por convención, y
un conjunto de reglas o formas de resolución de los problemas o de
adaptación de las teorías a los fenómenos anómalos no explicados por
ellas.

En la medida en que lo que concede la coherencia a un grupo de teorías


científicas son su núcleo central y su heurístico positivo, Lakatos relativiza
sustancialmente la importancia que Popper concede a la verificación
empírica como elemento decisivo para determinar la validez científica de
las teorías y explicar el desplazamiento de unas por otras nuevas más
completas y generales. En palabras de Lakatos: “con suficientes recursos y
un poco de buena fortuna, es posible defender ‘progresivamente’ cualquier
teoría durante largo tiempo, aún si es falsa.” 20

De este modo, el planteamiento de Lakatos resuelve satisfactoriamente,


a nuestro juicio, una de las cuestiones más problemáticas de la
interpretación kuhniana, pues en ella la evaluación comparativa de las
teorías sólo puede realizarse entre las que comparten un mismo paradigma
y nunca entre teorías surgidas en el seno de paradigmas diferentes, aunque
coexistan en el tiempo y aborden idénticos problemas, ya que la actividad
de las distintas comunidades científicas articuladas en torno a diversos
paradigmas pueden desarrollarse paralelamente pero no influirse
mutuamente. Es lo que Kuhn denominó la inconmensurabilidad de los
paradigmas en competencia. 21

En la formulación lakatiana, los programas de investigación científica se


convierten en las unidades interpretativas que nos permiten comparar los

20
- LAKATOS, I.- "La Historia...".- op. cit.; pág. 223.
21
- "Sin embargo, los cambios de paradigmas hacen que los científicos vean el mundo
de la investigación, que les es propio, de manera diferente. En la medida en que su único
acceso para ese mundo se lleva a cabo a través de lo que ven y hacen, podemos desear
decir que, después de una revolución, los científicos responden a un mundo diferente.
(...)
En lugar de ser un intérprete, el científico que acepta un nuevo paradigma, es como el
hombre que lleva lentes inversores.
(...)
Por eso, asimismo, antes de que puedan esperar comunicarse plenamente, un grupo o
el otro, deben experimentar la conversión que hemos pasado a denominar 'cambio de
paradigma'. "
En su postdata de 1969, Kuhn analizó esta cuestión con cierta profundidad,
admitiendo que la única posibilidad de relación entre las teorías fundamentadas en
paradigmas diferentes es la de su traducción entre ellos.
KUHN, T.S.- op. cit.; págs. 176; 231; 233; 302 y ss.
16

diversos grupos de teorías y comprender el progreso científico, a través de


la diferenciación entre la historia interna y la historia externa de cada
programa. 22

En la concepción de Lakatos, la transición de un programa de


investigación científica a otro no se produce necesariamente mediante una
revolución científica, es decir mediante un cambio teórico radical y
completo, sino que se puede producir, y a menudo se produce, como
resultado de una pugna entre programas progresivos, estancados y
degenerativos. “Se dice que un programa de investigación está
progresando mientras su desarrollo teórico se anticipa a su crecimiento
empírico, es decir mientras continúa prediciendo hechos nuevos con algún
éxito (cambio de problemas progresivos); está estancado si el desarrollo
teórico se queda atrás de su desarrollo empírico, es decir mientras sólo de
explicaciones post hoc, sea de los descubrimientos causales o de los
hechos previstos por un programa rival, y descubiertos en él (cambio de
problemas degenerativos). Si un programa de investigación explica
progresivamente más que un rival, lo ‘sobresee’ y se puede eliminar al
rival (o, si se prefiere ‘archivarlo’).” 23

Junto a esta dinámica de transición entre programas de investigación


científica, Lakatos aborda también la dinámica de cambio entre teorías
pertenecientes a un mismo programa de investigación. En este tema, la
teoría lakatiana admite la concepción positivista tradicional según la cual
una teoría es desplazada por otra teoría “mejor”, es decir por otra teoría
que posea “un exceso de contenido empírico sobre sus predecesoras”. Sin
embargo, a diferencia de la concepción radical de Popper, la nueva teoría
no tiene que falsar completamente a la anterior pues basta con que
demuestre su capacidad para predecir y resolver problemas adicionales a
los que explicaba su predecesora.
El estudio de ambas dinámicas, los cambios de programas de
investigación y los cambios de teorías de un mismo programa, nos permite
y explicar satisfactoriamente una parte esencial de la historia de la ciencia,
concretamente su historia interna, pero por sí sola no basta para
comprender el progreso científico en toda su complejidad. Para ello, resulta
imprescindible incorporar el

22
- "las grandes realizaciones científicas son programas de investigación que pueden
evaluarse por sus cambios de problemas, progresivos y degenerativos; y las revoluciones
científicas consisten en un programa de investigación que sobresee (alcanzándolo en el
progreso) a otro."
LAKATOS, I.- "La Historia...".- op. cit.; pág.220.
23
- LAKATOS, I.- "La Historia...".- op. cit.; págs. 223-224.
17

estudio de la historia externa, es decir la influencia de aquellos sucesos que


no constituyendo en sí mismos parte integrante de las teorías o programas
de investigación de una ciencia, se han revelado decisivos para la gestación,
mantenimiento o sustitución de ambos. 24

En buena medida, la historia interna es la historia de la racionalidad de


las sucesivas teorías o programas de investigación científica, mientras que
la historia externa nos relata las circunstancias sociales y culturales en las
que se desenvuelve el progreso de cada ciencia. Naturalmente, entre ambas
historias de la ciencia, Lakatos establece una clara jerarquía. La historia
interna es la historia primaria para conocer y explicar la evolución de una
ciencia, mientras que la historia externa aporta el conocimiento de sucesos
significativos pero complementarios a dicha evolución científica.
Utilizando sus propias palabras:

“La historia de la ciencia siempre es más rica que su reconstrucción


racional. Pero la reconstrucción racional o la historia interna es primaria,
y la historia externa es sólo secundaria, ya que los problemas más
importantes de la historia externa quedan definidos por la historia interna.

La historia externa o bien aporta explicaciones no racionales de la


rapidez, la localidad, la selectividad, etc., de los hechos históricos
interpretados en términos de historia interna; o, cuando la historia difiere
de su reconstrucción racional, ofrece una explicación empírica de por qué
difiere. Pero el aspecto racional del crecimiento científico queda
cabalmente explicado por nuestra propia lógica del descubrimiento
científico.” 25

Como podemos apreciar, la formulación sobre el progreso científico


realizada por Lakatos resulta más completa que la teoría de Kuhn, pues
manteniendo sus elementos esenciales, aunque no su terminología, da
respuestas satisfactorias a aspectos fundamentales del desarrollo histórico
de las ciencias que en la teoría kuhniana eran omitidos o se explicaban de
forma claramente insuficiente.

1.4.- La teoría lakatiana y su aplicación al desarrollo de la ciencia de


las Relaciones Internacionales.

24
- Ejemplos característicos de fenómenos propios de la historia externa son los
cambios de teorías, métodos o técnicas en las ciencias auxiliares que inducen nuevas
teorías, métodos o técnicas en la ciencia principal.
25
- LAKATOS, I.- "La Historia...".- op. cit.; págs. 228; 236; 242.
18

Considerando las reflexiones anteriores resulta razonable seguir la


concepción de Lakatos para explicar la evolución doctrinal de la ciencia de
las Relaciones Internacionales, en lugar de la ya tradicional, pero no exenta
de objeciones, utilización del modelo formulado por Kuhn. Ciertamente,
con ello no aportamos ninguna innovación puesto que Keohane y
Bonanante ya han sentado precedentes exitosos sobre la utilidad
explicativa del sistema lakatiano aplicado al realismo político. 26

Pero nuestra opción por el modelo de los programas de investigación


científica no se fundamenta sólo en el precedente de ambos autores, pues
consideramos que presenta tres ventajas significativas respecto de las
concepciones basadas en los paradigmas:

a).- A la vez que nos permite agrupar distintas formulaciones teóricas


como variantes de un mismo programa de investigación científica porque
comparten los principios de su núcleo central y de su heurístico positivo,
también nos permite evaluar y compararlas con las de otros programas de
investigación científica diferentes que coexisten simultáneamente en el
tiempo y abordan, total o parcialmente, la misma categoría de problemas. 27

b).- Nos ayuda a comprender cómo las sucesivas modificaciones teóricas


que se desarrollan en el seno de un mismo programa de investigación
científica, a partir de los cambios experimentados en su heurístico positivo
debido a la explicación de nuevos problemas o a la incorporación de nuevas
hipótesis

26
- BONANANTE, L.; SANTORO, C.M. (edits.).-Teoria e analisi nelle relazioni
internazionali.- Edit. Il Mulino. Bolonia, 1ªed., 1986; 2ª ed., 1990. Págs. 128 y ss.
KEOHANE, R.O.- "Theory of World Politics: Structural Realism and Beyond".-
International Institutions and State power. Essays in International Relations Theory.- Edit.
Westview Press. Boulder, 1989. Traducción de Cristina Piña.- "Teoría de la política
mundial: El realismo estructural y lo que va más allá de él".- Instituciones
internacionales y poder estatal. Ensayos sobre teoría de las relaciones internacionales.-
Edit. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1993. Págs. 57-107.
27
- Este análisis comparativo no resulta posible con la aplicación estricta de la teoría de
Kuhn, debido a la ya citada inconmensurabilidad de los paradigmas, pero su necesidad es
tan imperiosa para poder explicar correctamente la evolución en el seno de una ciencia,
que ha llevado a autores como Arenal a introducir términos como el de "pluralismo
paradigmático" que resultarían incompatibles con una lectura rígida de la obra de Kuhn.
Según Arenal: "De esta forma, para las relaciones internacionales la década de los
ochenta va a estar marcada por los nuevos planteamientos realistas y por la búsqueda de
un pluralismo paradigmático."
ARENAL,C. del.- op. cit.; págs. 376.
19

auxiliares. En otras palabras, permite explicar el cambio en el seno de un


mismo programa de investigación además del cambio entre programas.

c).- Por último, nos impone la consideración de la incidencia que los


factores externos a una ciencia poseen en su evolución teórica, en la
medida en que asume que la historia externa influye, aunque
secundariamente, en el progreso, estancamiento o degeneración de un
determinado programa de investigación científica.

Estimamos que con la teoría lakatiana evitamos tener que separar los
contenidos de los diversos paradigmas del estudio particular de las distintas
formulaciones teóricas que se han realizado en el seno de cada uno de ellos.
Esta solución resulta inevitable al aplicar el modelo de Kuhn, ya que
resulta imposible omitir las variaciones teóricas que aportan los diferentes
autores, a la vez que se reconoce que tales variaciones no suponen un
cuestionamiento, sino más bien una confirmación, del propio paradigma. 28

El modelo de los programas de investigación científica facilita el


estudio de las mutuas influencias que se producen entre ellos, generalmente
a través de las hipótesis auxiliares que forman parte del heurístico positivo
y no de las suposiciones fundamentales del núcleo central. Ello nos
permite comprender una situación que con frecuencia observamos en las
obras recapituladoras de las teorías: la adscripción de un mismo autor a
teorías diferentes que, según Kuhn, pertenecerían a paradigmas
distintos. En semejantes situaciones la rigidez del modelo de las
revoluciones científicas, nos obligaría a elegir el paradigma al que
deberíamos adscribir a dicho autor, obviando o marginando las partes de su
teoría que resultasen inconsistentes con los supuestos del paradigma. 29

En definitiva, la posibilidad de compatibilizar elementos de diversas


teorías, de analizar sus recíprocas y enriquecedoras influencias, de evaluar
sus formulaciones y comparar sus resultados en la disciplina de las
Relaciones

28
- Obsérvese que esta fórmula de separación entre los paradigmas y el análisis
particular de cada una de las teorías que participan de ellos se utiliza por la mayoría de
autores que siguen este modelo. Entre nosotros Arenal.
ARENAL,C. del.- op. cit.; págs. 28-40 frente a 125-409.
29
- Similares objeciones se formulan también por Holsti, aunque este autor se
mantiene fiel a la concepción de los paradigmas, e intenta encontrar una solución a estos
problemas recurriendo al establecimiento de tres criterios para "distinguishing among
genuine paradigms".
HOLSTI, K.J.- op. cit.; pág. 7.
20

Internacionales, resulta, a nuestro juicio, mucho más sencilla y completa


empleando la concepción de Lakatos que la de Kuhn. Por eso será aquélla
y no ésta la que guíe nuestras consideraciones posteriores, pues partimos de
la necesidad y posibilidad de articular diversas teorías para abordar
adecuadamente el conocimiento de la complejidad estructural y dinámica de
la sociedad internacional y, por tanto, de la posibilidad de formular un
programa de investigación científica común a todas esas teorías. 30

Para proceder a la revisión de las diversas teorías que se han formulado y


poder agruparlas en los principales programas de investigación científica en
que hemos dividido la evolución de la ciencia de las Relaciones
Internacionales, emplearemos dos criterios que nos permitan resumir los
supuestos fundamentales que constituyen el núcleo central de tales
programas de investigación: la sociedad o actor de referencia y la relación
internacional relevante. El primero de estos criterios nos permitirá señalar
los supuestos relativos al marco social o al grupo actuante que se considera
fundamental por las teorías de un mismo programa de investigación. El
segundo criterio, nos destacará las suposiciones referentes a la naturaleza,
alcance y consecuencias de la categoría de relaciones internacionales que
se reputan centrales para las teorías de cada programa de investigación.

Junto al análisis de los núcleos centrales de cada programa de


investigación científica, destacaremos aquellas hipótesis auxiliares
(conceptos; métodos; técnicas de investigación; modelos interpretativos;
etc.) que se formulan por los principales autores de cada programa y cómo
a través de ellas se van tejiendo las influencias teóricas entre los distintos
programas que estudiamos.

El sentido último de esta amplia referencia a la evolución teórica de la


ciencia de las Relaciones Internacionales, es el de situar en su contexto
adecuado la opción docente e investigadora que exponemos en esta
Memoria y que constituye el fundamento de nuestra trayectoria de más de
veinticinco años de tarea universitaria.

NOTAS

30
- Para un análisis más amplio de los elementos de la sociedad internacional que
considero esenciales para su comprensión, véase:
CALDUCH, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones de Ciencias Sociales.
Madrid, 1991. Págs. 65-76.
2.- LAS RELACIONES INTERNACIONALES COMO CIENCIA.

2.1.- ¿Es posible la formulación de “teorías científicas” de las RR.II.?

Antes de adentrarnos en la consideración de los diversos programas de


investigación científica que imperan en la disciplina de las RR.II., resulta
oportuno abordar una de las cuestiones más polémicas en relación con las
ciencias sociales, en general, y las RR.II. en particular. Se trata del
problemático tema de su carácter científico. Más exactamente, de la
posibilidad de formular teorías científicas con el mismo grado de validez,
empirismo y capacidad predictiva que existe en las ciencias
físico-naturales.

Sobre esta cuestión, cuyo debate además de provocar ríos de tinta no ha


logrado conclusiones definitivas, resulta necesario realizar algunas
precisiones iniciales que nos ayuden a centrar nuestras reflexiones:

a).- Gran parte de las desmedidas valoraciones científicas que se


atribuyen a todas las ciencias de la naturaleza, son el resultado de una
proyección extensiva del grado de madurez científica alcanzado en los
últimos siglos por algunas de estas ciencias, principalmente por la Física y
la Química, pero que no se ha logrado, todavía, por otros muchos campos
científicos, como la Geología; la Zoología; la Meteorología; etc.

b).- En buena medida, los criterios empleados para atribuir a las teorías
de los diversos campos de estudio e investigación la cualidad de científicas,
siguen
22

anclados en la rigidez y el esquematismo de la filosofía racionalista de la


ciencia y, más concretamente, de la concepción empírico-analítica del
método científico formulada por Popper y otros autores.
Sin negarle validez a algunas de las aportaciones que esta escuela de
pensamiento ha realizado, sobre las condiciones que deben reunir las
formulaciones téoricas para considerarse científicas, lo cierto es que los
trabajos de Kuhn; Lakatos; Putnam; Hacking; etc., a los que ya nos
hemos referido, han demostrado que esta interpretación popperiana no se
corresponde con una interpretación histórica rigurosa sobre el desarrollo de
los conocimientos teóricos y empíricos en las ciencias físico-naturales.

c).- Incluso las interpretaciones más restrictivas del método científico,


como la que formula Popper, admiten la unidad del método
(hipotético-deductivo) en ambas áreas de las ciencias (naturales y
sociales), sin que por ello se nieguen las diferencias que existen en sus
respectivas teorizaciones. En palabras de este autor:

“En esta sección voy a proponer una doctrina de la unidad del método;
es decir, la opinión de que todas las ciencias teóricas o generalizadoras
usan del mismo método, ya sean ciencias naturales o ciencias sociales. (...)
No pretendo afirmar que no existe diferencia alguna entre los métodos
de las ciencias teóricas de la naturaleza y la sociedad; tales diferencias
existen claramente, incluso entre las distintas ciencias naturales, tanto
como entre las distintas ciencias sociales.” 31

A la vista de estas observaciones, podemos establecer tres conclusiones


que me parecen significativas para fundamentar nuestra respuesta a la
interrogante inicial:

1ª.- La valoración del carácter científico o no de las teorías es,


necesariamente, relativa pues no existen unos criterios epistemológicos
atemporales y de validez universal;

2ª.- Existe una estrecha correlación entre el grado de desarrollo científico


de una disciplina, valorado en términos de empirismo y capacidad de
predicción, y

31
- POPPER, K.R.- The Poverty of Historicism.- 1ª ed. Inglesa, 1957. Traducción de
Pedro Schwartz.- La miseria del historicismo.- Edit. Alianza. Madrid, 1ªed., 1961; 2ª ed.,
1973. Pág. 145.
23

su antigüedad como campo de investigación y teorización. Esta correlación


se produce tanto en las ciencias naturales como en las ciencias sociales;

3ª.- Existen sólidos argumentos para defender la unidad del método de


conocimiento teórico en ambas áreas científicas, aunque esta unidad no
significa identidad de técnicas de investigación o de procesos de
verificación de las hipótesis.

Una vez aclarada la cuestión de la naturaleza científica de la teorización


en las ciencias sociales, resulta imprescindible, y al mismo tiempo muy
curioso, que debamos abordar un debate similar, sólo que esta vez referido
al exclusivo marco de las ciencias sociales. Se trata de la polémica
suscitada por quienes defienden la existencia de dos categorías de ciencias
sociales: las ciencias sociales consolidadas, cuyo modelo lo constituye la
ciencia económica, y las ciencias sociales emergentes, entre las que se
encontraría la disciplina de las Relaciones Internacionales.

A las primeras se les reconoce un cuerpo teórico bien establecido, un


método y unas técnicas de investigación acreditados en la resolución de
problemas y una capacidad predictiva indiscutible de los fenómenos
sociales que estudian. Los diversos argumentos que se formulan para
demostrar todos estos rasgos diferenciadores de la categoría de ciencias
sociales consolidadas, suelen culminarse con la decisiva referencia a la
capacidad de formalización matemática de la totalidad o parte de sus
teorías.

Por el contrario, las ciencias sociales emergentes se encuentran inmersas


en una confusa proliferación de propuestas teóricas, más que de teorías
propiamente dichas, carecen de una metodología bien desarrollada y de
aceptación generalizada, con la que hacer frente a los fenómenos sociales
que investigan, y todo ello les impide traspasar el umbral de la simple
descripción de la realidad para adentrarse en el terreno de la verdadera
predicción de los sucesos.

Lo verdaderamente paradójico de este debate epistemológico, en lo que a


las Relaciones Internacionales se refiere, no es que se haya suscitado una
vez comprobada la esterilidad de la mayor parte de la polémica con las
ciencias naturales, sino que los principales acusadores de la falta de rigor
científico de las teorías internacionalistas, hayan procedido del seno de la
propia disciplina. Es ya clásica la referencia a las diferencias que establece
Aron entre la ciencia económica y las Relaciones Internacionales, a la hora
de formular una teoría científica. Según este autor:
24

“Ce n’est pas toujours l’ignorance, c’est parfois aussi la matière


elle-même qui fixe des limites à la théorie.
(...)
Les rapports d’une telle théorie au contexte social (ou, si l’on prefère, à
la societé globale) ne peuvent ètre les mèmes que ceux de la théorie
économique (qu’elle soit walrasienne, paretienne ou keynésienne) à ce
mème contexte. (...)
La théorie des relations internationales diffère de la théorie économique
par le fait que la discrimination entre variables endogènes et variables
exogènes, même dans l’abstrait, est impossible.” 32

Esta especificidad señalada por Aron, le obliga a reconocer la dificultad


de la teoría, en realidad de su teoría de las relaciones internacionales, para
permitir la previsión o la manipulación de la realidad internacional. Acepta
que si el criterio de evaluación del carácter científico de la teoría es
únicamente su operatividad, ni la Ciencia Política ni las Relaciones
Internacionales, son científicas en la misma medida en que lo es la
Economía. Naturalmente este autor rechaza que ello tenga que ser así, pero
lo hace a costa de confirmar la existencia de distintos grados de cientifismo
en las disciplinas sociales.

Más recientemente, Braillard ha retomado las tesis aronianas en los


mismos términos, para cuestionar la existencia de teorías científicas de las
relaciones internacionales: “En effet, le chemin aur cours de ces dernières
décennies a mis en évidence dans l’élaboration de théories des relations
internationales, un ensemble de difficultés, de limites et de problèmes, dont
la prise en compte a conduit certains à conclure à l’échec de la théorie des
relations internationales.” 33

Sin embargo, mientras el cuestionamiento llevó a Aron a formular una


propuesta particular, la sociología histórica, para abordar el estudio de los
fenómenos internacionales, Braillard termina concluyendo la
imposibilidad de formular una auténtica teoría de las relaciones
internacionales de nivel científico, en el sentido popperiano del término,
aunque admite la utilidad de formular concepciones teóricas, generales o
particulares, sobre los fenómenos

32
- ARON, R.- "Quést-ce qu'une..." op. cit.; págs 849-851.
33
- BRAILLARD, Ph.- “Nature et possibilités de la théorie des relations
internationales: une nécessaire reévaluation”.- Le trimestre du monde; 3ème trimestre
(1991); págs. 14.
25

internacionales siempre que por tales se entiendan “cadres


d’intelligibilité” 34 que carecen de aplicación empírica directa y de validez
universal.

En la misma línea de escepciticismo se sitúa también Hoffmann cuando


al abordar los condicionamientos que han incidido en los orígenes y
desarrollo de esta disciplina, afirma claramente: “En mi opinión, Aron ha
demostrado por qué una teoría del comportamiento indeterminado no
puede consistir en un conjunto de proposiciones que expliquen leyes
generales que hacen posible la predicción, y que es poco lo que pueden
hacer más allá de definir conceptos básicos, analizar configuraciones
básicas, esbozar los rasgos permanentes de una lógica constante de
comportamiento; en otras palabras, hacer inteligible el campo.” 35

Tal vez sea oportuno recordar que el historiador Arnold J. Toynbee


había ya establecido el concepto de “campo inteligible de estudio” para
realizar su estudio histórico de las civilizaciones. De acuerdo con la
concepción del autor inglés: “Para comprender las partes debemos
primero dirigir nuestra atención al todo, porque este todo constituye el
campo de estudio que es inteligible en sí mismo.
(...)
Si se acepta el razonamiento de este capítulo, se convendrá en que la
unidad inteligible del estudio histórico no es ni un Estado nacional ni (en el
otro extremo de la escala) la humanidad como un todo, sino cierta
comunidad humana que hemos llamado sociedad.” 36

Esta referencia a Toynbee resulta pertinente por varias razones. En


primer lugar, porque demuestra que el planteamiento aroniano, al menos
desde un punto de vista conceptual, posee antecedentes significativos, tanto
más cuanto que para el autor francés, la historia como disciplina científica
constituye uno de los pilares que sustentan su interpretación internacional.
37

34
- BRAILLARD, Ph.- op. cit.; pág. 25.
35
- HOFFMANN, S.- “Una ciencia social norteamericana: relaciones
internacionales”.- Janus and Minerva. Essays in the Theory and Practice of International
Politics.- Edit. Westview Press; Boulder , 1987. (traducción de Patricia Mc Elroy.- Jano y
Minerva. Ensayos sobre la guerra y la paz.- Edit. Grupo Editor Latinoamericano; Buenos
Aires, 1991; pág. 28)
36
- TOYNBEE, A.J.- A Study of History, Abridgement.- Edit. Oxford University
Press. Londres, 1946. (traducción al castellano de Luis Grasset.- Estudio de la Historia.
Compendio I/IV.- Edit. Alianza, 2ª de. Madrid, 1970. págs. 25 y 34.)
37
- Aunque nos parece incuestionable la influencia que la Historia y los historiadores
de principios de siglo ejercieron en los orígenes de las Relaciones Internacionales como
disciplina científica y, por tanto, también en la sociología histórica aroniana,
consideramos
26

En segundo término, porque el análisis histórico de Toynbee descansa


claramente en una visión holística, muy próxima a la concepción sistémica,
reforzando así la tesis de que, al menos desde el punto de vista histórico, las
interpretaciones localistas (léase estatalistas) y por tanto fragmentarias,
resultan tan poco explicativas como las visiones universalistas. Desde el
punto de vista del historiador no podía ser de otro modo, pues no podemos
olvidar que la universalización o mundialización de las relaciones
intersocietarias e intercivilizatorias, es un fenómeno que se culmina a lo
largo del siglo XIX, es decir, en fechas muy recientes.

Finalmente, y en buena medida como conclusión de las consideraciones


anteriores, Toynbee demuestra, a lo largo de su obra, la validez científica y
la utilidad práctica de establecer, desde el punto de vista teórico, el nivel de
análisis histórico en un tipo de sociedad intermedia entre el Estado y la
propia Humanidad, aspecto éste nada despreciable para la teorización en
nuestra disciplina donde los estudios sobre el “sistema de estados”, ya sea
a escala mundial o regional, han adquirido carta de naturaleza plena.

En todo caso, estimamos que la posición de Braillard no hace justicia a


la evidencia empírica del desarrollo científico y teórico alcanzado por las
RR.II. en las cinco últimas décadas. En efecto, esta disciplina no sólo ha
logrado una amplia acumulación de conocimientos que nos permiten hacer
más inteligible la realidad internacional, sino que tales conocimientos se
han alcanzado de un modo sistemático y coherente precisamente porque
han sido objeto de teorización, porque han sido articulados siguiendo
ciertas hipótesis y han permitido concluir ciertas leyes o regularidades,
susceptibles de ser verificadas no sólo en su validez explicativa sino
también en su capacidad predictiva bajo ciertas condiciones históricas o
actuales. Esta posición fue ya defendida en los años cincuenta por
Duroselle en los siguientes términos:

absolutamente inaceptable la falta de rigor científico de algunos trabajos recientes que


ignoran por completo las aportaciones de Aron y, a través de Hoffmann, la influencia en
Estados Unidos de su concepción teórica. Resulta inconcebible que en todo un volumen
de 219 páginas dedicado monográficamente a las Relaciones Internacionales y la
Sociología Histórica, no se cite ni una sola vez a estos dos autores y, en cambio, se le
dedique todo un capítulo a la obra de Waltz, destacado representante del neorrealismo o
realismo estructural. No resulta extraño que con este tipo de aportaciones científicas, el
debate doctrinal en nuestra disciplina se vea, con frecuencia, más oscurecido que
clarificado.
HOBDEN,S.- International Relations and Historical Sociology. Breaking down
boundaries.- Edit. Rouledge. Londres, 1998. 219 págs.
27

“Est-ce à dire que l’étude des relations internationales, ‘science


sociale’ et non ‘science pure’ doive être purement desciptive, une inmense
accumulation de matériaux dont on renoncerait à rien tirer?. Certes non. Il
est clair que l’on peut dégager d’une telle étude ce que j’appellerai des
‘données fondamentales’ qui ne sont pas des lois, en ce sens qu’elles en
déterminent pas obligatoirement la ‘politique étrangère’ de l’Etat ou du
groupe d’Etats considéré ou la ‘vie internationale’ d’un ou plusieurs
groupes d’individus, mais qu’elles indiquent comment cette politique
étrangère ou cette vie internationale seront très probablemente orientées.”
38

Precisamente este último extremo, el de la verificación o falsación de


una teoría, que es uno de los puntos centrales para dar carta de naturaleza
científica a las relaciones internacionales y uno de los principales
argumentos utilizados por Braillard para degradar el rigor científico de las
teorías en esta disciplina, no resiste algunos ejemplos de
verificación/falsación.

Este es el caso de las teorías del imperialismo, formuladas a fines del


siglo XIX y principios del actual por autores como Hobson; Hilferding;
Rosa Luxemburgo o Vladimir Ilich Lenin. 39 Estas teorías anticipaban la
crisis final del sistema capitalista, como consecuencia de los conflictos
económicos y de las guerras derivadas del antagonismo entre los países
capitalistas por la búsqueda del máximo beneficio. En la actualidad todas
estas teorías fueron refutadas en esta conclusión no sólo por la propia
evolución histórica de la realidad internacional sino también por
concepciones teóricas posteriores, algunas pertenecientes al mismo
programa de investigación, como las teorías de la dependencia. 40

38
- DUROSELLE, J.B.- “L’Étude des Relations Internationales”.- Revue Française
de Science Politique; nº 2 (1952); pág. 680.
39
- MESA, R.- Teoría y práctica de relaciones internacionales.- Edit. Taurus, 2ª ed.
Madrid, 1980, págs. 156 y ss.
KRIPPENDORFF, E.- Internationale System als Geschichte, Einführung in die
internationalen Beziehungen.- Edit. Campus Verlag. Franfurt del Maine, 1975 (traducción
al castellano de Angelika Scherp.- El sistema internacional como historia. Introducción a
las relaciones internacionales.- Edit. Fondo de Cultura Económica. México, 1985; págs.
103 y ss.)
40
- Sobre algunos ejemplos de refutación de las teorías del imperialismo en nuestra
disciplina, véase:
MORGENTHAU,H. J.- Politics among nations. The Struggle for Power and Peace.-
Nueva York; 1º de. 1948 (traducción al castellano de Francisco Cuevas Cancino.- La
lucha por el poder y por la paz.- Edit. Sudamericana. Buenos Aires,1963; págs. 70-78.)
WALTZ, K.N.- Theory of International Politics.- Edit. Addison-Wesley Publishing
Comp., 1979. (traducción al castellano de Mirta Rosenberg.- Teoría de la política
internacional.- Edit. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1988; págs. 35-49).
28

Aceptando plenamente las reservas que se formulan sobre el grado de


desarrollo científico alcanzado por una disciplina tan reciente como la de las
Relaciones Internacionales y también, como ya se ha señalado
reiteradamente, las dificultades que se derivan del crecimiento exponencial
y la diversificación de formulaciones teóricas, muchas de las cuales no
superan el nivel de las seudo-teorías o variantes de otras teorías
previamente formuladas, estimamos que la respuesta a la cuestión de si es
posible formular teorías científicas en Relaciones Internacionales, debe ser
inequívocamente afirmativa. 41

En efecto, se pueden y se han formulado teorías científicas contrastadas


en el ámbito de las relaciones internacionales. De ellas nos ocuparemos en
los apartados posteriores. Mucho más discutible resulta la respuesta a la
cuestión sobre la posibilidad de articular una teoría general de las
relaciones internacionales, en el sentido en el que se habla de la teoría
general de la relatividad en Física o de la teoría de la evolución de las
especies en Biología, es decir de una teoría científica que aunque
restringida a cierta categoría de fenómenos internacionales posea para ellos
una validez universal.

Se puede afirmar que semejante tipo de teorías no se han alcanzado,


todavía, en nuestra disciplina. Sin embargo, no existen argumentos
definitivos que puedan descartar esta posibilidad a priori, antes al
contrario, se pueden aportar numerosas razones que permiten suponer que
semejante estadio del desarrollo científico de una disciplina depende de la
articulación entre tres factores fundamentales: a) la unidad conceptual entre
las teorías de un mismo programa de investigación; b) el progresivo
refinamiento metodológico mediante la formulación de hipótesis generales
sobre los fenómenos internacionales investigados, la utilización de lógicas
adecuadas (formal; matemática, borrosa; etc.) y la elaboración de modelos
cada vez más rigurosos; c) el desarrollo de enunciados auxiliares que
faciliten la verificación de las teorías y precisen su aplicación empírica. 42
41
- Sobre la proliferación de teorías y las dificultades que ello ha provocado, y sigue
provocando, en el estudio y desarrollo de esta disciplina, Holsti ha escrito: “A brief review
of some of the efforts to create taxonomies of contemporary international theory reveals
the considerable theoretical confusion that reigns today, making it difficult to organize a
coherent debate, much less a dialogue leading to constructive synthesis or to emergence
of a ‘super paradigm’ that will once again authoritatively guide inquiry, help organize
research agendas, be sustantively accurate, and provide criteria for developing reading
lists for undergraduate and graduate students.”
HOLSTI,K.J.- op. cit.; pág. 5.
42
- LEU, H.J.- “Introducción al estudio de las relaciones internacionales”.- Politeia;
nº 1 (1972); págs 89-119.
29

Como ha precisado certeramente Hoffmann:


“(...) Lo que el historiador o el científico social debería tratar de
descubrir, en cambio, son leyes comparables a las de la física: leyes que
nos digan cómo y desistan del por qué. La respuesta final de Tolstoi a
nuestras preguntas es: la libertad del hombre en la historia es una ilusión a
pesar de lo que dice nuestra conciencia; hay un orden aún no descubierto
en la historia, que es el orden de la necesidad, y cuyo significado no puede
ser buscado en términos causales (no tendría más sentido que preguntar
cuál es el significado de los movimientos de los planetas); las ciencias
sociales son inútiles a menos que dejen la búsqueda de las causas y se
vuelquen a la búsqueda de las leyes.” 43

Ciertamente esta es una tarea ingente que exigirá un largo período de


tiempo junto con un nada despreciable esfuerzo de la, todavía, reducida
comunidad científica dedicada a las Relaciones Internacionales y, sobre
todo, la superación de la hegemonía que las doctrinas norteamericanas
ejercen sobre esta ciencia. Ninguna de tales dificultades ha impedido nunca
la evolución de una ciencia a estadios superiores de perfeccionamiento
teórico y, por tanto, tampoco ocurrirá en la ciencia que nos ocupa.

Tal vez sea necesaria una revolución científica que permita romper con
las cadenas que ata las Relaciones Internacionales con sus orígenes
realistas y norteamericanos, aunque no parece que los modelos de ruptura
teórica planteados por los postmodernistas tengan visos de poder afrontar
el reto de generar teorías generales en nuestra disciplina aunque, desde
luego, sí han logrado aumentar notablemente el grado de confusión teórica
y la dispersión de esfuerzos investigadores. 44

2.2.- Los niveles de análisis y los criterios de clasificación de los


programas de investigación en las Relaciones Internacionales.

GUETZKOW, H.- “Investigación a largo plazo en las relaciones internacionales”.-


VASQUEZ, J.A. (edit.).- Classics of International Relations.- Edit. Prentice Hall. 2ª
de.,1990. (traducción al castellano de Isadora Somervile Alzate.- Relaciones
Internacionales. El pensamiento de los clásicos.- Edit. Limusa. México, 1994; págs.
101-111.)
SINGER, J.D.- “El teórico imperfecto: perspicacia sin pruebas”.- VASQUEZ, J.A.
(edit.).- Classics of International...op. cit.; págs. 118-127.
43
- HOFFMANN, S.- “El sonido y la furia: el científico social versus la guerra en la
historia”.- Jano y Minerva...op. cit.; pág. 420.
44
- TOMASSINI, L.- La política internacional en un mundo postmoderno.- Edit.
Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1991.
30

Como acabamos de señalar, en la disciplina de las Relaciones


Internacionales no sólo se han formulado teorías científicas sólidamente
verificadas, sino que junto a ellas han proliferado numerosas concepciones
doctrinales e interpretaciones de los sucesos internacionales, que no han
logrado superar el requisito de la contrastación empírica para convertirse en
auténticas teorías y que, en el mejor de los casos, no pasan de ser simples
descripciones de la realidad internacional.

Respecto de las primeras, es decir de las teorías que podemos considerar


en sentido estricto científicas, podemos agruparlas en distintos programas
de investigación, siguiendo la concepción de Lakatos, para de este modo
poder apreciar mejor sus influencias mutuas a la par que facilitamos la
comprensión de sus elementos centrales y, con ello, de sus diferencias
básicas.

Sin embargo, previamente debemos detenernos brevemente en la


consideración de los diversos niveles de análisis que pueden aplicarse al
estudio de los fenómenos internacionales. Ésta no es una cuestión
epistemológica secundaria pues, como veremos, de ella depende la correcta
diferenciación entre unos programas de investigación u otros, así como la
adecuada adscripción a los mismos de las diversas teorías.

El tema de los diversos niveles de análisis que deben utilizarse en el


estudio de las relaciones internacionales, ha sido abordado por numerosos
autores y no siempre con criterios coincidentes. Su tratamiento más
detallado lo abordaremos en el apartado destinado a los Métodos y
Técnicas de las Relaciones Internacionales, por considerarlo uno de los
aspectos metodológicos, junto con el de la periodificación y el de la
causalidad, más importantes y, al mismo tiempo, donde mayor confusión
reina entre los autores.

En la medida en que ahora los necesitamos sólo para introducir un cierto


orden en la clasificación y exposición de los distintos programas de
investigación, nos bastará con indicar que adoptamos “una distinción entre
dos niveles de análisis que denominaremos: macrointernacionalidad y
microinternacionalidad. El primero aborda las cuestiones relativas a la
sociedad internacional en su conjunto, sus estructuras e instituciones, sus
diversas categorías de actores y las formas de relación más significativas.
El marco de referencia de los estudios microinternacionales lo constituye
el análisis de los diversos miembros, o categoría de ellos, que participan
en la sociedad internacional. Incluye la organización interna, los procesos
de
31

decisión y las formas de actuación o relación de algún actor internacional


o de un reducido número de ellos.” 45
A partir de esta división general de los niveles de análisis de la
disciplina, podemos ya referir los principales programas de investigación
formulados en cada uno de ellos. Esta no es una tarea sencilla, a tenor de
las discrepancias existentes entre los autores a la hora de determinar los
paradigmas y/o las teorías que deben incluirse en cada nivel de análisis. En
términos generales, podemos apreciar tres grandes posiciones doctrinales
en cuanto a las categorías taxonómicas empleadas: a) los autores que
establecen una división bipartita; b) los que apuntan a una tipología
tripartita y c) los que abogan por una clasificación múltiple.

Entre los partidarios de clasificar las teorías según dos enfoques o


paradigmas se encuentran autores como Pettman, que distingue entre el
paradigma estructuralista y el pluralista; 46 Reynolds que diferencia entre
las teorías de las macrorrelaciones y las que corresponden a las
microrrelaciones; 47y Waltz que sostiene la existencia de teorías
reduccionistas y sistémicas. Mientras las primeras “concentran las causas
a nivel individual o nacional”, las segundas “conciben las causas a nivel
internacional”. 48 Bonanante, por su parte, separa las teorías que
contemplan al Estado de aquellas otras que adoptan como punto de
referencia el sistema político internacional, 49 al tiempo que con una
perspectiva mucho más reciente, Burchill ha establecido dos
45
- CALDUCH, R.- Relaciones...op. cit.; pág. 31.
46
- PETTMAN, R.- State and Class: A Sociology of International Affairs.- Edit.
Croom Helm. Londres, 1979; págs 4-50.
47
- Reynolds ha señalado la necesidad de una distinción entre dos grandes tendencias
en el estudio de las relaciones internacionales: “La primera de ellas comprende las
teorías y métodos de análisis centrados en el estudio del comportamiento de los
individuos, grupos y organizaciones que desempeñan un papel de importancia en la
escena internacional. Esta tendencia puede resumirse en la expresión ‘microrrelaciones
internacionales’. La segunda tendencia comprende las teorías que conciben las
relaciones internacionales como un conjunto de interacciones de muy diversas clases, y
se ocupan principalmente de la naturaleza de esas interacciones y de su relación entre sí,
así como de la forma, las causas y el sentido en que cambian o permanencen estables.
Esta segunda tendencia puede designarse con la expresión ‘macrorrelaciones
internacionales’. La distinción entre micro y macrorrelaciones internacionales se acepta
en este libro.”
REYNOLDS, P.A.- An Introduction to International Relations.- Edit. Longman.
Londres,1971. (traducción al castellano de Francisco Condomines.- Introducción a la
política internacional.- Edit. Tecnos. Madrid,1977; pág. 16.)
48
- WALTZ, K.N.- op. cit.; pág.33.
49
- BONANANTE, L.; SANTORO, C.M. (edits.).- Teoria e analisi...op. cit.; págs.
128- 129.
32

grandes corrientes, por lo demás muy desiguales en su composición y


aportación a la disciplina, entre las que “buscan ofrecer unas narraciones
explicativas de las relaciones internacionales y aquéllas que consideran la
teoría como constitutiva de la realidad.” 50

Otra corriente doctrinal, sin duda la más nutrida de autores, sustenta la


existencia de tres categorías de teorías o paradigmas teóricos. En esta
corriente podemos mencionar a Alker y Biersteker que identifican a los
tradicionalistas, los conductistas y los dialécticos; 51 Banks que diferencia
entre el conductismo, el pluralismo y el estructuralismo; 52 Falk que apela a
criterios de prescripción política para distinguir entre los paradigmas del
mantenimiento del sistema, de reforma del sistema y de transformación del
sistema internacional; 53 Holsti, que las agrupa en teorías realistas,
globalistas y neomarxistas; 54 Rosenau prefiere hablar de teorías
55
estatocéntricas, multicéntricas y globalocéntricas; Viotti y Kauppi,
dividen las teorías en realistas, estructuralistas y globalistas, 56 mientras
que Wilhelmy retoma la clasificación entre teorías realistas,
estructuralistas y transnacionales, 57y Willett apunta la división entre
realistas, funcionalistas y marxistas. 58 En nuestro país, la distinción
tripartita ha sido adoptada por Arenal cuando diferencia entre el
paradigma tradicional,

50
- BURCHILL,S.; LINKLATER,A.; DEVETAK,R.; PATERSON,M.; TRUE, J.-
Theories of International Relations.- Edit. Macmillan Press. Londres, 1996; pág. 2. 51-
ALKER, H.G.; BIERSTEKER, T.- “The Dialectics of World Order: Notes for Some
Future Archaelogist of International Savoir Faire”.- DER DERIAN, J. (edit.).-
International Theory. Critical Investigations.- Edit. Macmillan Press. Londres, 1995; págs.
242-276.
52
- BANKS, M.- “The Evolution of International Relations Theory”.- BANKS, M.
(edit.).- Conflict in World Society.- Edit. Weatsheaf. Brighton, 1984; págs. 3-21. 53-
FALK, R.A.- “Contending Approaches to World Order”.- FALK, R.A.;
MENDLOVITZ (edits.).- Toward a Just World Order.- Edit. Westview Press. Boulder,
1982; págs. 146-174.
54
- HOLSTI, K.J.- op. cit.; págs. 7 y ss.
55
- ROSENAU, J.R.- “Order and Disorder in the Study of World Politics”.-
MARGHOORI,R.; RAMBERG,B. (edits.).- Globalism Versus Realism: International
Relations. Third Debate.- Edit. Westview Press. Boulder, 1982; págs. 2-5.
56
- VIOTTI, P.R.; KAUPPI, M.V. - International Relations...op. cit.; págs. 5-14. 57-
WILHELMY, M.- Política internacional: enfoques y realidades.- Edit. Grupo Editor
Latinoamericano. Buenos Aires, 1988; págs. 59-77.
58
- WILLETTS, P.- “The United Nations and the Transformation of the Interstate
System”.- BUZAN, B.; BARRY JONES, R. J. (edits.).- Change and the Study of
International Relations: The Evaded Dimension.- Edit. Frances Pinter. Londres, 1981;
pág. 100.
33

el de la sociedad mundial y el de la dependencia, 59 mientras que Barbé nos


habla del paradigma realista, transnacionalista y estructuralista. 60
Por último, existe también un nutrido grupo de autores que consideran
imprescindible abrir el cuadro taxonómico a varios tipos de teorías. Esta
posición es mantenida por Attiná que diferencia entre las teorías adscritas
al estado de naturaleza, al paradigma de la comunidad, al del mercado y al
pluralista. 61 Por su parte Collins, Korany y Wight defienden una división
cuatripartita, 62que contrasta claramente con el exceso clasificatorio
realizado por Kulbakova y Cruickshank que han llegado a indicar
veinticuatro grupos teóricos diferentes. 63 Entre los autores españoles han
realizado una clasificación pluralista Medina 64y Mesa, 65recientemente
García Picazo sin llegar a desvelarnos explícitamente sus criterios de
clasificación de las diversas corrientes teóricas, parece decantarse por una
posición pluralista resultante de los sucesivos debates que, a su juicio, han
jalonado la historia de esta disciplina. 66

59
- ARENAL, C. del.- Introducción...op. cit.; págs. 28-37.
60
- BARBÉ, E.- Relaciones Internacionales.- Edit. Tecnos. Madrid,1995; págs.
57-60. 61- ATTINÁ,F.- La politica...op. cit.; págs. 28-34.
62
- COLLINS, H.- “Problems of a fragmented field”.- BELL, C. (edit.).- Academic
Studies and International Politics.- Edit. Australian National University. Canberra,1982.
KORANY,B.- “Une, deux ou quatre...les écoles de relations internationales”.- Études
Internationales; vol. 15, nº 4 (diciembre 1984); págs. 699-726.

Por lo que respecta a Wight, su clasificación se extiende no sólo a los teóricos de la


disciplina de las Relaciones Internacionales sino también a los precursores de esta ciencia.
Desde esta perspectiva, distingue entre los irenistas; los maquiavélicos; los filósofos e
historiadores y, por último, los estadistas y diplomáticos.
WIGHT, M.- “Why is There No International Theory?”.- DER DERIAN,J.-
International Theory...op. cit.; págs. 16-19.
63
- KULBAKOVA, V.; CRUICKSAHNK, A.A.- Marxism-Leninism and Theory of
International Relations.- Edit. Routledge&Kegan Paul. Londres, 1980; pág. 273. 64-
MEDINA, M.- La teoría de las relaciones internacionales.- Edit. Seminario y Ediciones.
Madrid, 1973.
ídem.- Teoría y formación de la sociedad internacional.- Edit. Tecnos. Madrid,1983;
págs. 80 y ss.
65
- MESA, R.- Teoría...op. cit.; págs. 68 y ss.
ídem.- “La aportación de los distintos enfoques teórico-metodológicos de las
relaciones internacionales para el análisis de los problemas económicos”.- Revista de
Política Internacional; nº 165 (1979); págs. 7-34.
ídem.- “Una propuesta para el desarrollo del estudio de las relaciones
internacionales”.- Sistema, vol. 56 (1983); págs. 115-130.
66
- GARCIA PICAZO, P.- Las Relaciones...op. cit.; págs. 9-11.
34

A nuestro juicio, esta confusa proliferación de agrupamientos de las


teorías, atendiendo a los diversos enfoques, paradigmas o criterios
adoptados por los autores citados, nos obliga a tratar de fijar unas premisas,
lo más rigurosas posibles, sobre las que cimentar nuestro propio discurso
clasificatorio. Recapitulando lo expuesto hasta ahora, podemos establecer
las siguientes:

a).- La existencia de dos niveles de investigación y teorización de la


realidad internacional y que hemos denominado macrointernacionalidad
y microinternacionalidad;

b).- El estadio de desarrollo de cada programa de investigación a lo largo


del tiempo y que, según Lakatos, se corresponde con una fase progresiva,
de estancamiento o degenerativa.

c).- El núcleo central o conjunto de suposiciones establecidas


convencionalmente entre los autores de un mismo programa de
investigación sobre la realidad y el modo de investigarla científicamente.
Este núcleo lo analizaremos en función de las respuestas aportadas a dos
cuestiones fundamentales en toda teoría internacional: ¿Cuál es la
sociedad de referencia para la interpretación teórica? y ¿Cuál o cuáles
son los tipos de relaciones internacionales considerados determinantes
a la hora de explicar el funcionamiento de la realidad internacional?;

d).- El heurístico positivo de cada teoría o programa de investigación


que, recordémoslo, está integrado por el conjunto de valores, hipótesis
auxiliares y métodos o técnicas empleados para articular la formulación
teórica y su proyección empírica.

A la luz de estas premisas podemos retomar la cuestión inicial, a saber:


¿qué programas de investigación se pueden establecer en la ciencia de las
Relaciones Internacionales? y nos hallamos en condiciones de poder
precisar una respuesta concreta. En el nivel macrointernacional podemos
señalar cuatro programas de investigación: el realista; el marxista; el
sistémico; el estructuralista; el transnacional y el sociológico. En el
plano microinternacional se perfilan nítidamente tres programas de
investigación: el político-decisional; el relacional y el comunicativo. 67
67
- Como podrá observarse en estas categorías no aparecen las corrientes doctrinales
encuadradas en el denominado postmodernismo, junto con las que se incluyen bajo la
rúbrica de críticas y las que más recientemente podrían calificarse de globalistas. Aunque
todas ellas han realizado importantes reflexiones sobre aspectos o problemas de la
realidad internacional actual, sobre todo a partir de finales de los años ochenta, sus
autores carecen de suficientes
35

Resulta oportuno destacar que estas clasificaciones se circunscriben al


período en el que el estudio de las relaciones internacionales se configura
como disciplina científica y académica, no porque creamos que las
aportaciones de autores como Tucídides; Maquiavelo; Grocio; Kant y
otros muchos, no puedan considerarse, con toda justicia, decisivas para la
articulación de nuestra disciplina, sino porque sus teorizaciones y/o
descripciones sobre la realidad internacional no corresponden única o
prioritariamente a la ciencia que nos ocupa que, como es bien sabido, se
articula como un conjunto organizado y sistematizado de investigaciones,
teorizaciones y enseñanzas, durante las primeras décadas del presente
siglo. 68

criterios compartidos para articular el núcleo central de un auténtico programa de


investigación, en el sentido lakatiano del término.
Sus principales reflexiones teóricas se concentran mucho más en el cuestionamiento
del heurístico positivo de los programas de investigación que hemos señalado en el nivel
macrointernacional, que en la formulación de explicaciones teóricas novedosas y, sobre
todo, verificables sobre la realidad internacional pasada y presente. Basta comprobar la
enorme disparidad de interpretaciones y/o análisis que realizan los principales autores de
todas estas corrientes a las dos interrogantes centrales que hemos formulado (sociedad de
referencia y relaciones fundamentales) y hasta qué punto sus respuestas entroncan
directamente con las realizadas por alguno de los programas de investigación señalados
(marxismo; transnacionalismo; etc.).
BURCHILL,S.; LINKLATER,A.; DEVETAK,R.; PATERSON,M.; TRUE, J.-
Theories... op. cit.; págs. 145 y ss.
DER DERIAN, J.- “A Reinterpretation of Realism: Genealogy, Semiology,
Dromology”.- DER DERIAN, J. (edit.).- International Theory... op. cit.; págs. 363-396.
ELSHTAIN, J.B.- “Feminist Themes and International Relations”.- DER DERIAN, J.
(edit.).- International Theory... op. cit.; págs. 340-360.
GEORGE, J.- Discourses of Global Politics: A Critical (Re)Introduction to
International Relations.- Edit. Lynne Rienner Publishers. Boulder, 1994; págs. 171-221.
HALLIDAY, F.- Rethinking International Relations.- Edit. Macmillan Press. Londres,
1994.
68
- Nada tiene de particular que al igual que ocurre con los criterios de clasificación de
las corrientes teóricas, hayan surgido dos posiciones interpretativas diferenciadas con
referencia a las líneas del pensamiento internacional precursoras de las actuales teorías
científicas.
De una parte se encuentran los que siguiendo a Wight, distinguen entre la corriente
hobbesiana; la kantiana y la grociana. De otro lado figuran los autores que apuntan una
división entre realistas e idealistas.
A nuestro juicio, la división realizada por Wight resulta válida hasta finales del siglo
XIX, más concretamente hasta la difusión del pensamiento marxista, pero no considero
que desde entonces pueda sostenerse con rigor la exclusión de las ciencias sociales de
esta tradición filosófico-teórica. Así mismo, estimo que conjugar bajo la misma rúbrica
de idealismo a las corrientes kantiana y grociana, resulta excesivamente reduccionista.
BULL, H.- The Anarchical Society: A Study of Order in World Politics.- Edit.
Columbia University Press. Nueva York, 1977; págs. 23-27.
36

En otras palabras, aceptamos que las aportaciones de autores como los


citados son aportaciones científicas, sobre todo si consideramos el
significado de la ciencia en las épocas en las que realizaron sus
aportaciones, ya que abordan algunos de los fenómenos internacionales
más importantes (la política exterior de las potencias; la guerra; el
comercio, la diplomacia; etc.). Sin embargo, rechazamos que puedan
considerarse teorías específicas de las Relaciones Internacionales por
cuanto se desarrollaron en el marco de otras disciplinas (la filosofía
política; el derecho; la historia).

Esta necesaria separación entre lo que Mesa ha denominado con acierto


“la prehistoria de una teoría de las relaciones internacionales” 69 y la
etapa de la teorización científica, propiamente dicha, no es fruto del
capricho especulativo o semántico. Por el contrario, es el resultado de una
condición necesaria para la génesis de toda ciencia, a saber: la toma de
conciencia de la especificidad científica y una consecuencia concomitante
al cumplimiento de esta condición, el desarrollo de esfuerzos
coincidentes y sistemáticos para realizar las investigaciones, articular
las teorías y enseñar los resultados de la nueva disciplina científica.

Coincidimos plenamente con la posición de Krippendorff cuando


escribe: “Una cosa sólo puede convertirse en el objeto de estudios
sistemáticos si despierta un interés concreto y práctico. Tal interés práctico
a su vez
presupone que exista un problema cuya solución es muy importante y
necesaria para la sociedad.
(...)
En cuanto a nuestro problema en particular, esto significa que sólo
puede existir una ciencia de las relaciones internacionales si éstas han
surgido. Además, debe haber una conciencia de la problemática de las
relaciones internacionales, producida por la experiencia empírica de los
conflictos, antes de que se pueda convertir en objeto de investigaciones
sistemáticas. La conciencia de una problemática se crea por regla general
con un retraso considerable después de la aparición del problema mismo,
por razones fáciles de comprender. Normalmente surge cuando esquemas
de interpretación y categorías válidas hasta el momento, probadas en la
práctica y legitimadas

HOLSTI, K.J.- op. cit.; págs. 16-18.


ARENAL, C. del.- Introducción... op. cit.; págs. 96-97.
69
- MESA, R.- Teoría... op. cit.; pág. 22.
37

por la historia, resultan incapaces e inadecuadas para superar unos


conflictos concretos.” 70
Sin embargo no basta con la existencia de una problemática en la
realidad, en este caso internacional, ni tampoco con la conciencia de la
necesidad de nuevas interpretaciones o respuestas para explicarla de modo
más satisfactorio, a todo ello hay que agregarle la conciencia o
percepción, por los científicos de la nueva disciplina, de la especificidad
o singularidad que sus interpretaciones poseen respecto de las que
realizan otras ciencias ya establecidas y que tradicionalmente se
ocupaban de aportar los conocimientos sobre esa problemática de la
realidad.

Este aspecto de la formación de una nueva disciplina científica es


precisamente el que impone una ruptura teórica y académica con las
comunidades científicas precedentes y el que estimula los debates sobre la
propia identidad científica de la disciplina emergente, así como las
demandas de una autonomía académica e investigadora por los miembros
de la nueva comunidad científica. Contrariamente a lo que señala Mesa,
ésta no es necesariamente una cuestión de cerrazón ideológica o de
gremialismo, sino una reflexión necesaria y esencial para el desarrollo y
consolidación de la nueva ciencia que, por lo demás, surge en un entorno
científico y académico hostil o, cuando menos, indiferente. 71 Tanto Kuhn
como Lakatos son coincidentes en la importancia que atribuyen a estos
debates iniciales para el éxito de una revolución científica o para el
progreso de un programa de investigación. 72

70
- KRIPPENDORFF, E.- Las relaciones... op. cit.; pág. 23.
71
- MESA, R.- “Una propuesta...” op. cit.; pág. 116.
72
- Sobre este punto Kuhn ha escrito:
“Esta es la situación que crea escuelas características de las primeras etapas del
desarrollo de una ciencia. No puede interpretarse ninguna historia natural sin, al menos,
cierto caudal implícito de creencias metodológicas y teóricas entrelazadas que permite la
selección, la evaluación y la crítica.
(...) Por consiguiente, no es extraño que, en las primeras etapas del desarrollo de
cualquier ciencia, diferentes hombres, ante la misma gama de fenómenos -pero,
habitualmente, no los mismos fenómenos particulares- los describan y los interpreten de
modos diferentes. Lo que es sorprendente, y quizá también único en este grado en los
campos que llamamos ciencia, es que esas divergencias iniciales puedan llegar a
desaparecer en gran parte alguna vez.
Pero desaparecen hasta un punto muy considerable y, aparentemente, de una vez por
todas. Además, su desaparición es causada, habitualmente, por el triunfo de una de las
escuelas anteriores al paradigma que, a causa de de sus propias creencias y
preconcepciones características, hace hincapié sólo en alguna parte del conjunto
demasiado grande e incoado de informes.”
38

A la luz de estas observaciones, no resulta casual que la mayoría de los


programas de investigación de las relaciones internacionales consideren
como una de las suposiciones fundamentales de sus respectivos núcleos
duros, la consideración de que los sucesos internacionales encuentran su
descripción, teorización y verificación más completas en el restringido
marco de la ciencia de las Relaciones Internacionales. Como se diría
utilizando la terminología academicista, cada programa de investigación de
las relaciones internacionales comparte con todos los demás un mismo
supuesto: la existencia de un objeto material y un objeto formal
exclusivos de la nueva disciplina. 73

2.3.- El objeto material o la ontología de las RR.II.

Como indicábamos, uno de los aspectos centrales en torno al cual giran


los debates entre los principales programas de investigación de una
disciplina emergente es, precisamente, el relativo a la gama de fenómenos
o sucesos de la realidad que debe estudiar y explicar mejor que otras
ciencias. En otras palabras, el objeto material.

Aunque existe unanimidad entre los autores en considerar la disciplina


de las Relaciones Internacionales como una de las ciencias sociales, y
como tal orientada al conocimiento de aquella parcela de la realidad que
tiene que ver con la existencia y dinámica de los grupos humanos, lo que al
mismo tiempo convierte el objeto de estudio en parte interviniente en el
propio proceso de conocimiento, no se han logrado todavía instaurar unos
criterios precisos y compartidos de modo general sobre las categorías
específicas de fenómenos sociales que deben ser estudiados por esta nueva
disciplina. Esta ausencia de un concepto claro y riguroso del objeto
material de las Relaciones Internacionales
Por su parte Lakatos llega a conclusiones similares aunque desde una perspectiva
distinta: “(...) a la luz de la metodología de los programas de investigación, algunas
disputas de prioridad son vitales problemas internos, ya que en esta metodología se
vuelve importantísimo para la evaluación racional qué programa fue primero al
anticiparse a un hecho nuevo y cuál encajó sólo después en el hecho que hoy es ya viejo.
Algunas disputas de prioridad pueden explicarse por el interés racional y no simplemente
por vanidad o afán de celebridad.”
KUHN, T.S.- op. cit.; págs. 42-43.
LAKATOS, Y.- “La Historia...” op. cit.; págs. 231-233.
73
- La excepción más significativa la constituye el programa de investigación marxista,
habida cuenta de sus fundamentos filosófico-políticos con pretensión de validez universal
y de aplicación general a todas las ciencias y, por consiguiente, a ninguna disciplina en
particular.
39

es el resultado de dos causas fundamentales: la propia historia interna de


la disciplina y la confusión generada por la falta de aplicación de unos
niveles claros de diferenciación analítica de la diversa y multiforme
gama de fenómenos sociales que intervienen en la realidad internacional.

Ambas causas han intervenido de forma simultánea y conjunta para


provocar un debate teórico que, todavía en nuestros días, arroja sombras de
confusión sobre nuestra disciplina, además de consumir buena parte de las
energías y publicaciones de los especialistas, que deberían destinarse a
profundizar en el conocimiento de los fenómenos internacionales más
importantes. 74

Los intentos por dilucidar estos debates teóricos mediante el recurso a


formulaciones, más o menos amplias, que plasmasen el alcance y los límites
de lo internacional que debía incluirse bajo la expresión relaciones
internacionales, han sido tan inútiles como los esfuerzos por encontrar una
característica o criterio exclusivos de los fenómenos internacionales que
permitiese diferenciarlos nítidamente de otros fenómenos sociales análogos
o conexos con aquellos.

Ello ha sido así porque resulta imposible unificar semánticamente la


diversidad de tradiciones científicas y académicas que concurren en los
recientes orígenes de esta disciplina. En efecto, mientras en el Reino Unido
las Relaciones Internacionales surgen íntimamente vinculadas a los
estudios históricos, en Estados Unidos resulta indiscutible su gestación
desde el ámbito de la Ciencia Política, mientras que en los países europeos
occidentales (Francia; Alemania; Italia; España; Portugal) sus
predominantes vínculos con el Derecho Internacional se comparten con la
Historia y la Sociología. 75

74
- Un ejemplo claro del alcance de este debate lo constituye la polémica suscitada, en
la literatura anglosajona, en torno a la denominación de la disciplina. El empleo de
términos como los de “World Affairs”; “World Politics”; “International Affairs” e
“International Politics” como alternativas al de “International Relations” o, en el ámbito
microinternacional, el uso indistinto de “Foreign Affairs” o “Foreign Politics”, nos da una
idea bastante precisa de la virulencia y, al mismo tiempo, futilidad de tales controversias.
El hecho de que finalmente se haya impuesto claramente en la literatura especializada el
empleo de los términos “International Relations” y “Foreign Politics” respectivamente,
confirma las tesis de Kuhn y Lakatos.
MEDINA, M.- La teoría... op. cit.; págs. 19-25.
ARENAL, C. del.- Introducción... op. cit.; págs. 19-23.
MOREIRA, A.- Teoria das Relaçoes Internacionais.- Edit.Livraria Almedina.
Coimbra, 2ª de. 1997; págs. 32-34 y 49-51.
75
- ARENAL, C. del.- La teoría de las relaciones internacionales en España.- Edit.
International Law Association (Sección Española). Madrid, 1979.
40

Estas diferentes tradiciones científicas y académicas originarias,


encontraron una categoría de fenómenos cuya importancia, en el contexto
de la realidad internacional, resultaba común e indiscutible a comienzos de
este siglo. Se trataba de las relaciones generadas por los Estados en el
ejercicio de su soberanía.

En efecto, durante el período de entreguerras, el estudio y explicación


científicas de la realidad internacional equivalía al conocimiento del mundo
interestatal y, como no podía ser de otro modo, de todas las relaciones que
se establecían en el ejercicio de la soberanía estatal, las que más ocupaban
y preocupaban a los científicos sociales eran, precisamente, aquellas que
implicaban el uso de la violencia, las relaciones bélicas, no en vano las
causas y consecuencias de la Primera Guerra Mundial (la Gran Guerra
Europea), 76estuvieron gravitando sobre las mentes de los intelectuales y
las decisiones de los políticos durante las dos décadas que mediaron entre
ambas contiendas mundiales. 77

Junto a las relaciones bélicas, aunque con menor relevancia, aparecían


otras categorías de relaciones derivadas del ejercicio de la soberanía estatal:
las

BARBÉ, E.- “El estudio de las Relaciones Internacionales. ¿Crisis o consolidación de


una disciplina?”.- Revista de Estudios Políticos; nº 65 (1989); págs. 173-196. ídem.-
Relaciones... op. cit.; págs. 28-37.
MESA, R.- Teoría... op. cit.; págs. 37-68.
PALOMARES, G.- “Hegemonía y cambio en la Teoría de las Relaciones
Internacionales”.- Afers Internacionals; nº 22 (1991); págs. 19-51.
ídem.- Teoría y concepto de las Relaciones Internacionales. Relaciones
Internacionales 1.- Edit. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid, 1º de.,
1994. 1ª reimp., 1995; págs. 19-30.
76
- Resulta oportuno recordar que uno de estos efectos fue la proliferación de nuevos
Estados, surgidos unos de la desintegración de antiguos imperios (Austro-húngaro; turco)
por aplicación del principio de las nacionalidades o, simplemente, por acuerdo de las
potencias vencedoras, y otros como resultado del proceso descolonizador.
Necesariamente ello afectó a la composición estatal de la sociedad internacional de
entreguerras y a las formulaciones científicas destinadas a explicarla.
77
- El protagonismo central concedido al Estado en el conocimiento de la realidad
internacional, no fue cuestionado ni tan siquiera por los principales autores del marxismo,
una vez triunfó la Revolución Bolchevique en 1917. Como he tenido ocasión de exponer,
Lenin; Zinoviev; Trostky; Stalin; etc., desarrollaron toda una teoría internacional en la
que la lucha de clases fue progresivamente sustituida por la lucha entre Estados
capitalistas y socialistas.
CALDUCH, R.- “Las relaciones internacionales en la obra de los dirigentes
soviéticos: una reflexión teórica”.- Revista de Estudios Internacionales; vol. 2; nº 3
(1981); págs. 550 y ss.
41

relaciones diplomáticas; las relaciones jurídicas y las relaciones


económicas, es decir relaciones dominadas por su dimensión
cooperativa.

El debate entre idealistas y realistas durante estas dos décadas nunca


cuestionó el carácter interestatal de la sociedad internacional. Su
principal discrepancia radicaba en la posibilidad de instaurar un
orden interestatal basado en las relaciones de cooperación que lograse
erradicar la guerra, al menos la guerra a escala mundial, como razón
última de la acción exterior de los Estados.

A esta finalidad se encaminaba el conocido programa de los “Catorce


Puntos” formulado por el Presidente Woodrow Wilson. Sobre esa
concepción idealista se implantó el principio de la diplomacia pública, se
articularon Conferencias de Desarme y tratados de renuncia a la guerra,
como el Pacto Briand-Kellog, o el ambicioso intento de instaurar un
sistema universal de seguridad colectiva, dirigido por la Sociedad de
Naciones. Todas estas iniciativas se fundamentaron siempre sobre el
supuesto de una sociedad interestatal, en la que la concurrencia de otros
actores quedaba decisivamente subordinada a los Estados o, simplemente,
brillaba por su ausencia.

En semejantes circunstancias internacionales, pero también científicas y


académicas, se comprende fácilmente por qué el Estado soberano, y sus
relaciones con otros Estados soberanos, quedó grabado a fuego en el núcleo
del objeto de estudio de la nueva disciplina. El desencadenamiento de la
Segunda Guerra Mundial y el largo período de la bipolaridad, basada en la
disuasión nuclear, que le siguió, no hicieron más que fosilizar
teóricamente lo que se había establecido en las décadas anteriores. Siguió,
naturalmente, abierta la polémica entre los partidarios del decisivo carácter
explicativo de las relaciones interestatales de conflicto (realistas) y los
defensores del ineludible alcance teórico de las relaciones interestatales de
cooperación.

Por esta razón, las formulaciones sobre el objeto material de la disciplina


de las Relaciones Internacionales han sido dominadas por esta dimensión
estatalista, hasta los debates de la década de los setenta, 78 y por lo mismo

78
- A nuestro juicio, el envite más serio a esta dimensión estatalista se produce con los
teóricos del transnacionalismo, y aunque es cierto que no lograron desplazar totalmente al
realismo estructural o neorrealismo, también lo es que abrieron una brecha en los
fundamentos epistemológicos de la disciplina establecidos por los realistas, que se ha
hecho irreversible. Por otra parte, los transnacionalistas nunca pretendieron cuestionar la
importancia central del Estado en el conocimiento científico de la realidad internacional,
tan sólo cuestionaban la hegemonía, a veces exclusividad, que se le atribuía teóricamente.
42

coincidimos con Arenal en que ni el criterio de la especificidad de las


relaciones, ni el de los actores y, mucho menos, el de la internacionalidad,
tal y como ha sido formulado por autores como Max Huber; Chevallier;
Maning; Sprout; Friedlander o, más recientemente, Merle, 79 pueden dar
cumplida cuenta del complejo entramado de grupos sociales y relaciones
entre ellos que, junto con los Estados, participan plenamente en la
formación y evolución de una realidad social más amplia a la que
calificamos de internacional.

A nuestro juicio, Arenal acierta plenamente cuando sostiene la


necesidad de optar por una concepción superadora del “paradigma del
Estado”, aún a sabiendas de que esta opción teórica todavía resulta
minoritaria en nuestra disciplina, pero con el convencimiento de que si en
el pasado era imposible desprenderse del abrumador peso científico de la
exclusividad estatalista, en un futuro inmediato será imposible no
desprenderse de ella.

Pero si trascendemos la dimensión estatalista como elemento


delimitador de nuestro objeto de estudio, ¿qué criterio o criterios
podemos adoptar para acotar la realidad internacional que aspiramos
a conocer?. La respuesta la encontramos en la combinación de dos
criterios: el de la sociedad

79
- La adscripción de Merle a los autores que siguen un criterio estatalista en la
delimitación del objeto material de las Relaciones Internacionales, resulta incuestionable a
tenor del siguiente texto:
“Por lo tanto, la síntesis entre esos puntos de vista diferentes es ilusoria.(...) Es
evidente que el problema de la definición del objeto está íntimamente ligado al de la
designación de los actores y que la controversia gira, en fin de cuentas, en torno al papel
atribuido al Estado: hacer del Estado el actor privilegiado, si no exclusivo, de las
relaciones internacionales equivale a poner el acento sobre la naturaleza particular de
las relaciones internacionales frente a los demás fenómenos sociales, pero también a
restringir estrechamente el campo de investigación. Situar al Estado en la lista de actores
potenciales, sin atribuirle un rol particular, permite ampliar el campo de investigación
hasta el punto en que las relaciones internacionales pierden su identidad y podría, en
una situación límite, desaparecer como objeto de estudio...
Para salir de este atolladero es preciso renunciar a tratar al Estado como actor
privilegiado; pero al mismo tiempo, es necesario reconocer que el Estado constituye la
estructura elemental e irreductible a partir de la cual se construyen las relaciones
internacionales.
(...)
Esta es la razón por la que la definición más conveniente de las relaciones
internacionales es aquella que toma el ‘paso’ de la frontera como criterio de
especificidad. Por lo tanto, en lo sucesivo calificaremos como ‘relaciones
internacionales’ todos los flujos que atraviesan las fronteras o que incluso tienden a
atravesarlas.”
MERLE, M.- Sociología... op.cit; págs. 109-110.
ARENAL, C. del.- Introducción... op. cit.; págs. 416-420.
43
internacional y el de la relevancia. Ambos requieren una precisión
conceptual que nos permita saber a qué parcela o aspectos de la realidad
social nos referimos cuando los utilizamos, pues en caso contrario no
habríamos respondido realmente a la cuestión formulada.

Admitir la existencia de una realidad social internacional, no es algo


evidente por sí mismo, ya que presupone aceptar la existencia concurrente
de tres categorías de fenómenos, como en cualquier otra sociedad: unos
grupos sociales o actores; unos vínculos de interacción duradera entre
ellos o relaciones y unas determinadas formas de ordenación de las
relaciones atendiendo a la naturaleza y características de los actores que
intervienen en ellas, es decir, unas estructuras.

La articulación de estos tres elementos: actores; relaciones y estructuras,


debe realizarse de tal modo que la realidad social resultante constituya un
todo diferenciado del resto de sociedades, porque sólo entonces
podremos hablar con propiedad de la existencia de una sociedad
internacional como algo diferente al Estado; las naciones; los grupos
religiosos; las empresas; los partidos políticos; los clanes, las familias o
cualquier otro tipo de grupo social que ya constituyen el objeto de estudio
de otras ciencias y, por consiguiente, sólo entonces podremos reclamar la
necesidad de una disciplina específica.

Sin embargo, todavía necesitamos establecer claramente en qué reside la


diferencia de la sociedad internacional con el resto de grupos sociales o
sociedades que hemos mencionado. La clave radica en la evidencia de que
la sociedad internacional es la sociedad que incluye en su seno a todas
las demás categorías de grupos sociales que hemos mencionado y otras
muchas que hemos omitido. Para utilizar la expresión de Truyol: “La
sociedad internacional no es sino la sociedad humana considerada bajo
cierto aspecto”. 80

En otras palabras, la sociedad internacional es la sociedad de


sociedades, es el marco social en donde el resto de grupos humanos,
determinados por unas coordenadas espacio-temporales definidas, existen y
se relacionan entre sí. Por esta razón, la sociedad internacional es siempre
una sociedad referencial, ya que el resto de sociedades sólo puede
comprenderse plenamente si, además de su inserción en el Estado, se
contemplan desde la perspectiva de su inevitable participación en la
sociedad internacional. La prueba definitiva la constituye el propio Estado,
pues ningún teórico internacionalista, ni tan siquiera los realistas

80
- TRUYOL, A.- La sociedad... op. cit.; pág. 26.
44
más recalcitrantes, han negado nunca su inserción en algún tipo de
colectividad, sociedad o sistema interestatal. 81

En efecto, los realistas norteamericanos sólo argumentaban que en la


medida en que esa colectividad interestatal carecía de unos poderes
propios, equivalentes a los del Estado y ejercidos por unos órganos
situados por encima de los Estados, éstos actuaban en un contexto
anárquico, que no equivale a caótico o carente de cualquier orden, y, en
consecuencia, el propio Estado pasaba a convertirse en la sociedad de
referencia a los efectos cognoscitivos y explicativos. 82

En definitiva, nunca han negado que existiese algún tipo de sociedad


superior al Estado que lo incluyese, pero siempre han cuestionado que
dicha sociedad poseyese un orden político diferenciado de aquel que
resultaba de las relaciones de poder entre los propios Estados y, por
consiguiente, que dicha sociedad pudiese conocerse y explicarse al margen
de o de forma diferenciada al conocimiento y comprensión de las
conductas políticas de los Estados entre sí. La prueba más tangible de esta
afirmación es el recurso al modelo de equilibrio de poder, como el modelo
teórico por antonomasia de la corriente realista. 83

81
- Al emplear el término sociedad internacional eludo, deliberadamente, el conocido
debate sobre la existencia de una sociedad o una comunidad internacional, que tan
profusamente se ha dado en la literatura iusinternacionalista, siguiendo la tradicional
distinción señalada por Tönnies. Existen dos razones para ello. En primer lugar, porque
siguiendo el conocido aformismo de que “quien puede lo más puede lo menos”, si la
comunidad internacional es una sociedad internacional perfeccionada, todo los elementos
definitorios que señalemos en ésta también se darán, necesariamente, en aquélla. La
segunda razón es que desde el punto de vista del objeto de conocimiento de las
Relaciones Internacionales como ciencia, esa distinción es en gran medida secundaria
aunque, ciertamente, no lo sea para el Derecho Internacional.
TRUYOL, A.
CARRILLO, J.A.
DIEZ DE VELASCO, M.
MARIÑO, F.
REMIRO, A.
RODRIGUEZ CARRION, A.
82
- BULL ha escrito: “By International order I mean a pattern of activity that sustains
the elementary or primary goals of the society of states , or international society.”
BULL, H.- The Anarchical Society. A Study of Order in World Politics.- Edit. Macmillan
Press. Londres, 1ª ed., 1977. 2ª ed., 1995; pág. 8.
83
- BULL, H.- The Anarchical... op. cit.; págs. 97-121.
WIGHT, M.- “Diverse Meanings of the Balance of Power”.- LUARD, E. (edit.).-
Basic Texts in International Relations.- Edit. Macmillan Press. Londres, 1992; págs.
490-497.
45
Ahora bien, el hecho de que hayamos encontrado un rasgo diferenciador,
real y fundamental, de la sociedad internacional respecto del resto de
sociedades y grupos sociales, no nos impide apreciar que, atendiendo sólo
a este rasgo, las Relaciones Internacionales se verían abocadas a la
necesidad de estudiar y conocer una realidad de todo punto imposible de
abarcar. Debemos, pues, proseguir nuestra indagación para concretar más
el objeto material de conocimiento de nuestra disciplina.

El segundo elemento sustantivo de la sociedad internacional, resulta de


la naturaleza de sus actores. En efecto, si es cierto que todos los grupos
sociales se encuentran insertos en la sociedad internacional, también lo es
que no todos ellos participan del mismo modo y, desde luego, las
consecuencias de su participación no poseen, en modo alguno, la misma
importancia.

En cuanto a los modos de participación, podemos diferenciar entre


aquellos grupos sociales que participan en la sociedad internacional de
forma directa o inmediata y aquellos otros cuya participación se
encuentra mediatizada por otros colectivos sociales. En sentido estricto,
la categoría de agentes o actores internacionales sólo debería atribuirse a
los primeros, pues los segundos encajan mejor en la tipología de sujetos
pacientes de la sociedad internacional.

De este modo, los actores internacionales demuestran con su


participación directa en la realidad internacional, la disposición de una
capacidad decisional y activa autónomas, de la que carecen el resto de
sociedades y grupos. No obstante, no existen criterios apriorísticos, es decir
establecidos al margen de las circunstancias concretas de tiempo y espacio,
que nos permitan determinar qué grupos sociales son o no actores
internacionales. Es decir, las categorías de actores internacionales son
variables en términos históricos y geográficos, como lo son también las
sociedades internacionales a las que pertenecen y en las que participan,
contribuyendo así a su génesis, desarrollo y extinción.

Incluso aceptando la restricción fáctica que acabamos de establecer


respecto de los grupos que pueden ser considerados actores
internacionales, sigue existiendo un entramado real de relaciones entre
ellos demasiado vasto y complejo, para que podamos abordarlo con el
suficiente rigor metodológico que nos permita alcanzar conocimientos y
explicaciones satisfactorios y, sobre todo, científicos.
46
Es en este punto donde adquiere plena efectividad la incorporación del
criterio de relevancia, que ya señaló en su día Schwarzenberger, en los
siguientes términos: “Tenemos que preguntarnos a nosotros mismos si estas
cuestiones, y en qué grado, son pertinentes desde el punto de vista de la
sociedad internacional considerada como un todo (...) son asuntos
internacionales las relaciones entre grupos, entre grupos e individuos y
entre individuos, que afectan de modo esencial a la sociedad internacional
en cuanto tal.”84

En efecto, de entre las innumerables relaciones que surgen entre los grupos
sociales que gozan de la cualidad de actor internacional, sólo consideraremos, a
los efectos de su estudio y teorización, aquellas que resulten relevantes “por
contribuir de modo eficaz a la formación, dinámica y desaparición de una
sociedad internacional considerada como una sociedad diferenciada”. 85 Al
mismo tiempo, cuando una relación sea verdaderamente relevante para una
determinada sociedad internacional, no podremos ignorarla alegando su
naturaleza no política o su desarrollo entre actores no estatales.

Los criterios que acabamos de establecer para acotar el campo de


conocimiento de las Relaciones Internacionales como ciencia, son, desde
luego, abstractos y variables en su aplicación histórica y geográfica, pero
no son imprecisos. Son abstractos, por cuanto no predeterminan las
características particulares que deben concurrir en una realidad
internacional, para estudiarla por esta disciplina. Son variables, en la
medida en que las propias realidades internacionales cambian con el
devenir histórico y en función de las características geográficas en las que
se desarrollan. No podía ser de otro modo si valoramos, en todo su alcance,
el carácter contingente de cualquier sociedad humana y, por tanto, también
de las sociedades internacionales. Pero no son imprecisos ya que,
efectivamente, nos permiten deslindar claramente cada sociedad
internacional, sus actores, sus relaciones y sus estructuras, del resto de
colectividades humanas.

2.4.- El objeto formal o la epistemología de las RR.II.

84
- SCHWARZENBERGER, G.- Power Politics. A Study of International Society.-
Edit. Steven&Son. Londres, 1ª de., 1941; 2ª de., corregida y aumentada, 1951.
(traducción al castellano de J. Campos y E. González.- La política del poder. Estudios de
la sociedad internacional.- Edit. Fondo de Cultura Económica. México/Buenos Aires,
1960.; pág. 4.)
85
- CALDUCH, R.- Relaciones... op. cit.; pág. 23.
47
Una vez establecidos los criterios que nos permiten delimitar la realidad
social que abordaremos por esta disciplina, debemos formular algunas
consideraciones en torno al otro elemento que permite diferenciar las
ciencias entre sí. Nos referimos a la perspectiva intelectual y
metodológica desde la que investigaremos la realidad internacional. En
definitiva, el objeto formal de las Relaciones Internacionales.

También en este terreno, el peso de los orígenes científicos y de las


circunstancias históricas en las que se produjo la gestación de la disciplina,
resultaron determinantes. En efecto, si los autores y académicos que
pugnaban por dar a luz una nueva ciencia, se habían formado en el seno de
otras disciplinas que venían tratando los asuntos internacionales desde
hacía décadas o siglos, necesariamente sus categorías mentales y sus
expresiones teóricas debían estar condicionadas por tales áreas científicas.

Análogamente, si los timoneles del nuevo rumbo científico desarrollaban


su tarea en países industrializados, de cultura occidental y en los que se
estaban realizando los más importantes avances científicos y tecnológicos
del planeta, tales condicionamientos debían, por fuerza, marcar
decisivamente los valores y principios filosóficos con los que, inconsciente
o implícitamente, se disponían a formular sus nuevas teorías sobre la
realidad internacional.

En tercer lugar, el hecho de los primeros balbuceos académicos se


produzcan en el seno de viejas potencias imperiales inmersas en un
inevitable declive ( Reino Unido o Francia) o, por el contrario, surjan en
países que están asistiendo a su ascenso como potencias mundiales
(Estados Unidos o la Unión Soviética), no pudo por menos que imprimir
un sesgo intelectual importante a la hora de considerar el tipo de
fenómenos internacionales que debían considerarse centrales para la nueva
disciplina, así como el modo en que debían interpretarse los
acontecimientos internacionales del momento.

La primera de las condicionantes señaladas abrió la polémica, no exenta


de intereses, sobre la existencia de una auténtica perspectiva cognoscitiva y
metodológica característica de la nueva disciplina o si, por el contrario, se
trataba de un simple agrupamiento, más o menos ingenioso, de los enfoques
tradicionales de otras ciencias. De algún modo, los pioneros de las
Relaciones Internacionales tenían que traicionar los valores y categorías
científicas en los que se habían formado, para lograr alumbrar un nuevo
enfoque disciplinar que respondiese a sus propios valores, categorías y
métodos.
48
Para ser sinceros, el éxito de las diversas tentativas realizadas en este
terreno por los autores clásicos de nuestra disciplina fue significativamente
escaso. Sin duda, fue la corriente marxista la que realizó aportaciones más
interesantes, seguida de algunos autores europeos absolutamente ignorados
por la doctrina americana, como los ya citados Schwarzenberger y Max
Huber o Panoyis Papaligouras, próximos a los planteamientos de la
emergente ciencia sociológica y con valores propios de la corriente
idealista. 86

Sin embargo, la mayoría de autores eludieron el verdadero esfuerzo de


articulación de una nueva óptica de conocimiento de la realidad
internacional. En algunos casos, como los realistas clásicos
norteamericanos, admitiendo abiertamente su dependencia de la Ciencia
Política y centrándose sólo en la diferencia del objeto material de
conocimiento. En otros casos, como el de Pierre Renouvin o Jean
Baptiste Duroselle, amparando el nacimiento de una rama de los estudios
históricos, la Historia de las Relaciones Internacionales, pero sin renunciar
a la teorización en el ámbito estricto de las Relaciones Internacionales.

De cualquier modo, una de los principales intentos de resolver el


problema de la definición de un objeto formal específico de las Relaciones
Internacionales fue el recurso al criterio de la interdisciplinariedad o
multidisciplinariedad, tal y como lo formulara en 1939 Alfred Zimmern,
87
es decir, como un conjunto de conocimientos aportados por otras ciencias
y que el internacionalista emplea para un mejor conocimiento de la
realidad internacional, superando de este modo las limitaciones que a cada
disciplina le impone su propia perspectiva de conocimiento.

Este planteamiento, ha intentado actualizarse mediante el recurso al


concepto de transdisciplinariedad, formulado por Shonfield y recogido en
nuestro país por Arenal que considera que: “Ello implica que las
relaciones internacionales se configuran como una disciplina de
integración y síntesis de los datos aportados por otras disciplinas, si bien
el objetivo de su investigación aporta un contenido superior que la confiere
su especial carácter en el seno de las ciencias sociales.
En este sentido, las relaciones internacionales se han convertido en una
disciplina matriz que se nutre de las aportaciones sectoriales de otras
disciplinas que se podrían denominar menores o auxiliares, por su
situación

86
- HUBER, M.- Die Soziologischen Grundlagen des Völkerrechts.- Berlín,
1928. PAPALIGOURAS, P.A.- Théorie de la Societé Internationale.- Zurich,
1941. 87- ZIMMERN, A.E.- University Teaching of International Relations.-
París, 1939.
49

jerárquica, pero cuyo conocimiento es indispensable para el estudio de las


relaciones internacionales.” 88

Al llegar a este punto, se imponen algunas consideraciones sobre el


verdadero significado y alcance de estos dos conceptos. 89 Si con ellos se
quiere expresar la idea de que las Relaciones Internacionales requiere para
la formulación de sus teorías el concurso de los conocimientos aportados
por otras ciencias, generalmente denominadas auxiliares, en ello no se
distingue de cualquier otra disciplina científica, sea social o natural, luego
no puede emplearse este criterio como elemento distintivo del objeto
formal de nuestra disciplina. Todo ello sin contar, claro está, con que los
conocimientos que aportan las ciencias auxiliares a la disciplina principal,
siempre son utilizados en un marco teórico y con una metodología distinta
de aquellas ciencias que los elaboraron. Como ya he formulado, estos
conocimientos “adquieren una función instrumental que facilita pero no
sustituye las explicaciones y conocimientos alcanzados siguiendo las
teorías y métodos” de la ciencia principal. 90

Por el contrario, si lo que se pretende es afirmar que la multi o


transdisciplinariedad significa generar una perspectiva científica general
que subsuma o sintetice las perspectivas parciales de otras ciencias
sociales y no sólo de algunos de sus conocimientos, entonces me temo que
las Relaciones Internacionales no han llegado a ese punto y hay fundadas
razones para dudar que a corto o medio plazo llegue a alcanzarlo.91

88
- ARENAL, C. del.- Introducción... op. cit.; pág. 464.
89
- Merle nos advierte sobre el abuso que se ha hecho del término
pluridisciplinariedad de un modo inequívoco: “La palabra mágica
‘pluridisciplinariedad’, sólo ha servido para enmascarar falsas querellas y para
mantener diálogos de sordos. Pese a todo, la usura de las palabras no puede ocultar la
urgencia de las reformas que hay que aprender, más allá de las fronteras pedagógicas
que frecuentemente son tan artificiales como las que separan los Estados pero bastante
menos permeables.”
MERLE, M.- Sociología de... op. cit.; pág. 18.
90
- CALDUCH, R.- Relaciones... op. cit.; pág. 26.
91
- Tanto Truyol, como Mesa, Arenal y Barbé, enfatizan la tesis que asocia la
interdisciplinariedad con la afirmación de las Relaciones Internacionales como
“disciplina matriz” o “disciplina marco”. Obviamente no pretenden afirmar con estas
expresiones que los conocimientos de otras ciencias adquieren su pleno significado
cuando se incorporan a las Relaciones Internacionales. En consecuencia, sólo cabe
interpretarlas en el sentido de que las Relaciones Internacionales sólo pueden desarrollar
su teorización recurriendo a las aportaciones de tales disciplinas. Pero hasta donde se
me alcanza, éste es el problema del papel de las ciencias auxiliares de las Relaciones
Internacionales pero no el de la definición de su objeto formal.
50
El segundo condicionamiento apuntado, está en el origen del
racionalismo positivista que ha impregnado la evolución de nuestra
disciplina hasta las recientes críticas del postmodernismo. Su principal
efecto fue alimentar los debates sobre la objetividad-subjetividad de la
disciplina y sus métodos, así como sobre su finalidad empírica o
normativa.

El primero de tales debates ha caracterizado la distinción, en buena


medida artificial, entre las ciencias físico-naturales y la ciencias sociales.
La segunda, ha sido una polémica específica de las diversas ciencias
sociales y que en nuestro país ha adquirido cierta importancia habida
cuenta de los vínculos académicos existentes entre las Relaciones
Internacionales y el Derecho Internacional.

El contencioso entre objetivistas y subjetivistas se ha demostrado en


gran medida estéril, por cuanto resulta evidente que ni las ciencias
físico-naturales son tan objetivas como pretenden algunos de sus
defensores, ni los condicionamientos valorativos del investigador social son
tan determinantes como para impedirle observar los fenómenos sociales
como sucesos reales y objetivos, es decir que existen o han existido, con
independencia del observador. Por ejemplo, el desencadenamiento de un
conflicto armado o el crecimiento de la riqueza de un país, son
acontecimientos sociales que poseen una existencia real y verificable
empíricamente, al menos en la misma medida que la aceleración de la
gravedad o la masa de los cuerpos.

La discrepancia entre los científicos sociales se reconduce a la


determinación del grado de influencia de los aspectos subjetivos (valores;
creencias; ideologías; etc.) a la hora de especificar las causas y considerar
los efectos de tales fenómenos sociales. En otras palabras, el objetivismo o
subjetivismo de las ciencias es, sobre todo, una cuestión de grado y no
de esencia y como tal necesariamente relativa.

En cuanto a las dimensiones empírica o normativa de las ciencias


sociales, es sencillo comprobar que también se trata de ponderar el mayor o
menor grado de ambas dimensiones para cada disciplina, ya que ninguna
ciencia social
TRUYOL, A.- La teoría de las Relaciones Internacionales como sociología.
(Introducción al estudio de las Relaciones Internacionales).- Edit. Instituto de Estudios
Políticos. Madrid, 1ª ed. 1957. 2ª ed., 1973; págs. 28-35.
MESA, R.- Teoría y práctica... op. cit.; págs. 19 en relación con la 241.
ARENAL, C. del.- Introducción... op. cit.; págs. 464-465.
BARBE, E.- Relaciones... op. cit.; págs. 25-26.
51
puede ignorar las consecuencias éticas y jurídicas de sus conocimientos
y, por tanto, no puede evitar la consideración finalista de su función
social como producto de esa misma sociedad.

En el caso de las Relaciones Internacionales, hasta ahora, ha pesado más


su dimensión empírica que la normativa debido, principalmente, a su
gestación y desarrollo en los países occidentales, dominados por la
tradición racionalista en las ciencias, pero también a la ausencia de unos
valores e ideologías traducidos en patrones de conducta auténticamente
universales. 92 Este último aspecto de la realidad internacional resulta
difícilmente cuestionable y el internacionalista no ha podido ignorarlo. Ello
no significa, en cambio, que pueda negarse o subestimarse la existencia de
una clara tendencia a la instauración de unos niveles mínimos de
universalidad para ciertos valores, normas jurídicas y patrones relacionales
y que en este terreno, las Relaciones Internacionales han realizado también
su nada despreciable aportación. 93

92
- La excepción a esta afirmación la constituye el programa de investigación marxista
que desde el principio sustentó un claro predominio de la dimensión normativa sobre la
descriptiva.
93
- La crítica realizada por algunas de las corrientes postmodernistas sobre la falta de
compromiso ético con los principales problemas internacionales (la guerra; la pobreza; el
deterioro medioambiental; la discriminación de la mujer; etc.), suponen una notable
confusión entre la función social de la teoría científica y la del científico.

En efecto, la principal función social de la ciencia, de cualquier ciencia, es el


conocimiento y comprensión de la realidad (obsérvese que no he dicho el conocimiento
objetivo) y sólo secundariamente puede desempeñar otras funciones, como la crítica, la
legitimación o la manipulación de la realidad.

Si una teoría científica no es capaz de permitir el conocimiento y comprensión


verificables de una realidad, sencillamente no pertenece a la categoría del conocimiento
científico, pudiendo adscribirse a las otras formas de conocimiento humano (religión;
arte; ideología; etc.). Si borramos esta diferencia esencial entre la ciencia y otras formas
de conocimiento humano, las propias doctrinas postmodernistas están autodescalificando
el cientifismo de sus críticas y, sobre todo, de sus novedosas aportaciones.

Por consiguiente, si cualquier discurso, sea legitimador o crítico de un determinado


orden internacional, es tan válido como su contrario, en términos de explicación causal y
de verificación, y la única diferencia esencial radica en los valores implícitos en el
discurso, ¿cómo lograremos averiguar la superioridad de unos valores respecto de sus
contrarios?, y en ese caso ¿para qué necesitamos las nuevas concepciones
postmodernistas?.

Algo muy distinto es la principal función social del científico ya que, en lo que atañe a
las ciencias sociales, no es fácil deslindar dónde termina la función del científico como
miembro de una colectividad académica y dónde empieza la del ser humano que vive y
convive en unas
52

El tercero de los condicionantes mencionados, es decir, el hecho de que


los trabajos teóricos iniciales de la disciplina se desarrollasen
simultáneamente en potencias imperiales decadentes, como el Reino
Unido, y potencias mundiales emergentes, como los Estados Unidos, acabó
primando una visión de la realidad internacional centrada en las cuestiones
del poder del Estado y de su proyección internacional. Se trataba de
conocer cómo se podía alcanzar o incrementar el poder de una potencia,
hasta entonces regional, que se configuraba progresivamente como una
superpotencia o, por el contrario, de averiguar las causas por las que una
potencia mundial terminaba perdiendo ese poder y con él el imperio que lo
sustentaba. 94

Considerados algunos de los principales condicionantes que


configuraron las historias interna y externa de la disciplina en sus orígenes,
debemos definir la perspectiva científica u objeto formal que consideramos
adecuado a las Relaciones Internacionales, argumentando las razones,
objetivas y subjetivas, de nuestra opción.

Tratando de ser coherentes con la realidad que ya hemos establecido


como objeto material de nuestro conocimiento: la sociedad internacional,
sus actores, sus relaciones y sus estructuras, nuestra opción tiene que
decantarse

sociedades determinadas (familia; país; área cultural; grupo religioso; sociedad


internacional; etc.). Es en este terreno donde es perfectamente admisible que el científico,
como sujeto individual, considere tan esencial utilizar sus cualidades y conocimientos en
el desempeño de una función crítica, legitimadora o manipuladora de los sistemas
sociales en los que se incardina, como la propia búsqueda del conocimiento. Pero esta es
una opción personal que nadie puede imponer como norma a seguir.

Sobre el carácter descriptivo o normativo de las RR.II., véase:


AGUIRRE, Y.- “Teoría normativa de las relaciones internacionales, hoy”.- Cursos
de Derecho Internacional de Vitoria-Gasteiz, 1995.- Edit. Servicio Editorial de la
Universidad del País Vasco/ Tecnos. Madrid, 1996; págs. 45-95.
ARENAL, C. del.- Introducción... op. cit.; págs.461-463.
VIOTTI, P.R.; KAUPPI, M.V.- International... op. cit.; págs. 4-5 y 532 y ss. 94- Si,
por ejemplo, cotejamos los temas centrales de la obra de Spykman con la de
Schwarzenberger, muy pronto observaremos las diferencias entre las perspectivas de
ambas orillas atlánticas.

Por otro lado, el dispar protagonismo hegemónico de ambos países en la sociedad


internacional posterior a 1945, fue decisivo para que se impusiera la agenda científica
norteamericana sobre la inglesa y, por supuesto, la del resto de países europeos
occidentales.
53

de forma clara e inequívoca, por la perspectiva sociológica de la


internacionalidad incardinada en su dialéctico devenir histórico. 95

Ello significa que el punto de partida nos lo debe aportar la ciencia que,
precisamente, se ocupa del estudio y conocimiento de las sociedades y
colectividades que, como hemos apuntado, se insertan en el seno de la
sociedad internacional, es decir la Sociología. Semejante opción descansa
en varias razones que estimamos de peso:

a).- Como la Sociología, las Relaciones Internacionales intentan conocer


la configuración y dinámica generales de una colectividad humana
organizada, recurriendo para ello al estudio de los miembros que la
integran y del entramado relacional que generan, en la medida en que unos
y otro resultan necesarios para la comprensión del conjunto social, es decir
la sociedad internacional. 96

En otras palabras, al igual que la Sociología, las Relaciones


Internacionales consideran a los grupos humanos y sus relaciones desde su
mayor o menor capacidad societaria y no atendiendo a la
compartimentación científica que impone su naturaleza política,
económica, cultural, jurídica, etc.

b).- Al igual que ocurre en la Sociología, en las Relaciones


Internacionales también debe ponderarse el efecto de la temporalidad,
como un factor decisivo que incide sobre el propio objeto de conocimiento,
afectando a su configuración y evolución.

95
- Coincidimos en lo sustancial de la posición de Merle cuando sostiene que: “La
aproximación a las relaciones internacionales puede contribuir a situarlas bajo una
nueva luz y a destacar algunas de sus características que habrían escapado a los demás
especialistas. No se entiende por qué la ciencia que trata los problemas de la sociedad
debe detenerse en las fronteras de los Estados y prohibirse franquearlas para aprehender
aquellas relaciones sociales que se inscriben en el campo de la globalidad. En sentido
inverso, la exploración de esta parte de campo social puede contribuir a renovar la
temática y la problemática de una ‘sociología’ que ha permanecido durante largo tiempo
y todavía permanece tributaria de la contemplación del mismo objeto.”
MERLE, M.- Sociología de... op. cit.; pág. 16.
96
- Braudel ha destacado esta dimensión generalizadora tanto de la Historia como de
la Sociología, en los siguientes términos: “No se puede negar que, con frecuencia,
historia y sociología se reúnen, se identifican, se confunden. Las razones de ello son
simples: por una parte, existe un imperialismo, una hinchazón de la historia, a los que ya
he aludido; por otra, una identidad de naturaleza: historia y sociología son las únicas
ciencias globales capaces de extender su curiosidad a cualquier aspecto de los social.”
BRAUDEL, F.- La Historia y las Ciencias Sociales.- Edit. Alianza. Madrid, 1ª de.,
1968; 7ª reimp., 1986. pág. 116.
54

c).- Del mismo modo que la Sociología, las Relaciones Internacionales


poseen fuertes restricciones metodológicas, debido a las dificultades de
experimentación con el objeto de estudio y, por consiguiente, de
verificación controlada de la validez de las distintas teorías formuladas
sobre un mismo fenómeno. 97

d).- Como señala Aron, las Relaciones Internacionales aspiran a


establecer leyes científicas, en el sentido de tendencias o regularidades
apreciables en los fenómenos sociales, que trasciendan la singularidad
histórica de cada sociedad, y en ello coinciden con la Sociología. 98

e).- Finalmente, en coincidencia con la Sociología y otras ciencias


sociales, las Relaciones Internacionales estudian la realidad de la sociedad
internacional, es decir tal y como efectivamente acaece, antes que
adentrarse por las consideraciones sobre los fenómenos sociales que
podrían o deberían haber sucedido.

Sin embargo, la singularidad del objeto material de nuestra disciplina, la


sociedad internacional, nos impone una serie de especificidades que
impiden la simple traslación mecánica de las categorías y teorías
elaboradas por la Sociología. Entre ellas merecen destacarse:

a).- La diversidad de actores, de funciones y de relaciones que


configuran la realidad internacional imponen una diversidad estructural
que necesariamente provoca una diversidad de ordenes y jerarquías,
concurrentes en el espacio y en el tiempo, que incrementan la complejidad
de la sociedad internacional en comparación con la del resto de grupos
sociales estudiados por la Sociología tradicional. 99

97
- Las similitudes mencionadas en los apartados b) y c), son objeto de unas
consideraciones más detalladas en la tercera parte, referida a las cuestiones metodológicas
y de investigación.
98
- Por regularidades entendemos la repetición ordenada, es decir siguiendo un
patrón cognoscible y no aleatorio, de ciertos fenómenos o de alguna de las variables
básicas que forman parte de ellos. Las regularidades así definidas no tienen que ser
necesariamente cuantificables, pero siempre deben ser descriptibles y comparables.
99
- Esta diversidad estructural incluye, al menos, tres estructuras: la política; la
económica y la cultural. En las sociedades de ámbito estatal (no en el aparato del Estado),
existe también una diversidad estructural y una diversidad de grupos y relaciones, razón
por la cual durante el siglo XIX se impuso la necesidad de generar una disciplina
científica que tuviese por objeto material de conocimiento esta realidad netamente
diferenciada del Estado: la Sociología. Como podemos apreciar, esta característica es de
la suficiente relevancia como para provocar la aparición de nuevas ciencias.
55
b).- Como consecuencia de lo anterior, la sociedad internacional se
constituye en una sociedad descentralizada y heterogénea, en donde la
centralización del poder resulta mucho más difícil de alcanzar que en otros
grupos o sociedades. Ello impone el estudio de la realidad internacional
atendiendo a categorías de participación e interdependencia con
preferencia a las de jerarquía e independencia.

Existe una profunda relación directa entre el grado de especialización


funcional; la descentralización del poder y el grado de complejidad o
evolución de las sociedades, que ya fue analizado por los economistas del
siglo XVIII para deducir el conocido principio de la “división del trabajo”.
Esta relación se acentúa en la sociedad internacional debido a la pluralidad
de sus actores y la diversidad de sus estructuras. 100

Con ello no pretendemos afirmar que el proceso de descentralización del


poder y heterogeneidad de la sociedad internacional haya sido constante a
lo largo de la historia. Es bien conocido que la sociedad mediterránea
durante los cuatro primeros siglos de nuestra era, es decir durante el
período de la pax romana, poseía un orden internacional con un poder
mucho más centralizado que durante la fase de la Res publica christiana.
Análogamente, la sociedad internacional de los siglos XV al XVIII, gozaba
de un orden con el poder político, económico y cultural, fuertemente
centralizado en un reducido número de potencias imperiales, de Occidente
y de Oriente, en abierto contraste con la sociedad internacional de nuestros
días. 101

Sin embargo, resulta evidente que la tendencia histórica hacia la


interconexión entre la pluralidad de sociedades internacionales
particulares, para emplear la expresión de Medina, como paso previo para
la gestación de una sociedad internacional mundial, ha hecho a ésta más
plural y menos gobernable desde instancias de un poder suprasocietario.

CALDUCH, R.- Relaciones... op. cit; págs. 67-69.


100
- Un decisivo análisis de la relación entre estos tres elementos definitorios de la
estructura internacional, aunque desde una perspectiva realista, se formuló por Waltz y ha
sido objeto de posteriores consideraciones críticas por parte de Buzan y Little. WALTZ,
K. N.- Teoría de la política... op. cit.; págs. 119-149.
BUZAN, B.; LITTLE, R.- “Reconceptualizing Anarchy: Structural Realism Meets
World History”.- European Journal of International Relations; vol. 2, nº 4 (Diciembre
1996); págs. 403-438.
101
- MEDINA, M.- Teoría y formación... op. cit.; págs. 191 y ss.
TRUYOL, A.- La sociedad... op. cit.; págs. 30-70 y 81-98.
56
c).- Finalmente, a diferencia de la Sociología tradicional, en las
Relaciones Internacionales no es posible trazar a priori y con carácter
abstracto y general, es decir sin tomar en consideración las condiciones
históricas concretas, unos límites claros entre los fenómenos o variables
exclusivos de la sociedad internacional y los de sus actores sociales.
Mientras la Sociología detiene su tarea en las fronteras de las sociedades
estatales o culturales, las Relaciones Internacionales no pueden, a priori,
determinar que su perspectiva de conocimiento se detendrá en los límites
del Estado o de cualquier otro actor relevante para la sociedad
internacional que estudia.

Esta cuestión se ha suscitado por la doctrina en relación al papel que


debe atribuírsele al individuo, especialmente a los estadistas, como sujeto
activo (actor) o pasivo de las relaciones internacionales. La falta de un
consenso teórico radica, precisamente, en la dificultad de establecer unos
límites claros. Otro tanto podría decirse respecto de ciertos grupos sociales
cuyo protagonismo internacional está en ascenso pero que, todavía, no han
logrado afirmarse de modo indiscutible como actores: la opinión pública
internacional; los grandes medios de comunicación de masas; los
movimientos ideológicos o culturales; etc. 102

En resumen, las Relaciones Internacionales coinciden con la Sociología


en su aspiración a lograr un conocimiento los más completo posible de una
sociedad en su conjunto y, por tanto, de sus miembros, relaciones y
estructuras. Pero difiere de ésta en que los fenómenos que considera
centrales para su estudio son aquellos que, en principio, quedan fuera del
ámbito de conocimiento sociológico. Esos fenómenos son los que
fundamentan la dimensión internacional de la sociedad que analiza la
disciplina de las Relaciones Internacionales. 103

102
- Un análisis más detallado de estos temas se encontrará en:
CALDUCH, R.- Relaciones... op. cit.; págs. 349-363.
ídem.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. Centro de Estudios Ramón
Areces. Madrid, 1993; págs. 149-196.
SAHAGUN, F.- De Guternberg a Internet. La sociedad internacional de la
información.- Edit. Estudios Internacionales de la Complutense. Madrid, 1998; págs. 149
y ss. 103- Nuestro planteamiento coincide sustancialmente con el de Héctor Cuadra,
cuando escribe:
Insistiríamos en que, si nos apoyáramos en las cuestiones planteadas por la Teoría
Social, nuestro enfoque de Relaciones Internacionales sería más rico que el de la mera
apreciación de conflictos de poder y podríamos verdaderamente aspirar a la
construcción de una verdadera Sociología Internacional.
57
Esta sociología de la internacionalidad 104 aborda el estudio no sólo de
las relaciones internacionales, es decir de las conductas internacionales,
sino también de los actores y las estructuras internacionales. Ello supone
una diferencia sustancial respecto de la perspectiva que los sociólogos
conductistas introdujeron en el marco de nuestra disciplina, pero, al mismo
tiempo no puede, también marca una distancia respecto de los
estructuralistas. Consideramos que en ambos casos, las aportaciones que
estos programas de investigación realizan a la disciplina son teóricamente
relevantes aunque, lamentablemente, su afán por restringir su perspectiva
analítica a uno u otro de los elementos básicos que configuran la sociedad
internacional, les impide desarrollar teorías suficientemente explicativas de
los fenómenos que ocurren en el seno de ésta.

Esto se aprecia claramente con un ejemplo. Uno de los aspectos


relevantes en el estudio y comprensión de la realidad internacional, es el de
las instituciones y el de los regímenes internacionales. Curiosamente su
abordaje teórico no se produjo hasta la década de los setenta, de la mano de
los neorrelistas y de los transnacionalistas. Sin embargo, los primeros
abordan este tema desde una perspectiva netamente estructuralista,
mientras que los segundos lo hacen desde una perspectiva mucho más
funcionalista. 105

Para lo cual, serían relevantes variables como la composición social, las corrientes
ideológicas dominantes, las creencias religiosas, la diversidad étnica, la condición de
género, la pluralidad cultural, al lado de datos sobre los roles en el proceso productivo,
las estructuras del poder formal, las formas de participación política, el nivel de ingresos
y de escolaridad, las fuentes de la riqueza, la composición del capital nacional y de la
inversión extranjera, la distribución de la tierra, la fuerza de los sectores financiero y
comercial. Todas estas variables entrarían como factores ponderables para el
diagnóstico de las sociedades nacionales, para una más completa caracterización de las
regiones del mundo y para el conocimiento más certero de la verdadera composición
compleja de la sociedad internacional.”
CUADRA, H.- “Reflexiones sobre teoría de Relaciones Internacionales. A guisa de
prólogo.”.- CID, I. (comp.).- Compilación de lecturas para la discusión de las Relaciones
Internacionales.- Edit. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional
Autónoma de México. México, 1998; pág.11
104
- Hemos preferido la expresión sociología de la internacionalidad en lugar de la
expresión empleada por Merle de sociología de las relaciones internacionales, aunque
coincidimos con su perspectiva de estudio de la realidad, precisamente porque deseamos
enfatizar que el estudio sociológico que defendemos se predica de todos los fenómenos
que cumplen la condición de internacionalidad, con independencia de que sean actores,
relaciones o estructuras.
MERLE, M.- Sociología de... op. cit.; págs. 16-18.
105
- Como ejemplos de ambas posiciones pueden consultarse:
58
Ambos planteamientos, a nuestro juicio, son incompletos si nos
formulamos la siguiente pregunta ¿las instituciones o los regímenes
internacionales pueden explicarse satisfactoriamente sólo desde la
perspectiva dinámica (interrelaciones entre actores internacionales) o
estática (orden o estructura internacional)?. La respuesta inequívoca es que
no. La perspectiva sociológica nos permite superar esta aparente antinomia,
en la medida en que nos induce a estudiar las instituciones y los regímenes
internacionales en cuanto partes de un orden o estructura internacional que
contribuyen a perpetuar, sin olvidar que en su formación se encuentran una
serie de relaciones internacionales que, a su vez, se potenciarán y
propagarán gracias a unas y otros, influyendo decisivamente en las
conductas de ciertas categorías de actores.

Pero debe entenderse bien el alcance de esta sociología de la


internacionalidad, que no puede abordarse adecuadamente si hacemos
abstracción de que esta internacionalidad es, como cualquier otra actividad
humana, temporalmente dinámica y, por consiguiente, cambiante a lo
largo del transcurso del tiempo. En otras palabras, supone asumir su
dimensión histórica de esa internacionalidad.

El carácter histórico de la internacionalidad de los fenómenos que


estudian las Relaciones Internacionales, desempeña dos decisivas
funciones metodológicas: permite clarificar las relaciones de causalidad
entre los sucesos analizados y, además, facilita la aplicación del método
comparativo para encontrar las regularidades que sustenten las teorías y
modelos que formula.

Sin embargo, no resulta claro que esta dimensión histórica, deba


considerarse un elemento definitorio sustancial del objeto formal de las
Relaciones Internacionales. 106 En otras palabras, no se entiende muy bien
que
GILPIN, R.- The Political Economy of International Relations.- Edit. Princenton
University Press. Princenton, 1987. (traducción de Cristina Piña.- La economía política de
las relaciones internacionales.- Edit. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1990;
págs. 185-245.)
KEOHANE, R.O.- International Institutions and State Power. Essays in International
Relations Theory. Edit. Westview Press. Boulder, 1989. (traducción de Cristina Piña.-
Instituciones internacionales y poder estatal. Ensayos sobre teoría de las relaciones
internacionales.- Edit. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1993; págs. 13-38.)
106
- El planteamiento que sustentamos aquí es esencialmente coincidente con el
formulado por Ringmar en los siguientes términos: “The aim of the social sciences, first
of all, is to systematize and formalize our knowledge of the world. The social scientist
explains things by establishing lawlike generalizations between variables and by
explaining these with the help
59
la perspectiva cognoscitiva que singularice la disciplina de las Relaciones
Internacionales deba calificarse de sociología histórica.

En efecto, si con ello se quiere destacar que los fenómenos


internacionales y, desde luego, la propia sociedad internacional son
históricos, semejante afirmación también debe predicarse del resto de
colectividades humanas que estudia la Sociología tradicional. En este
sentido, toda sociología y, por extensión, toda ciencia social es histórica
y, por tanto, no nos resultaría útil para caracterizar el objeto formal de
nuestra disciplina.

Cabe interpretar la adjetivación de histórica que realizamos de la


sociología, en el sentido de considerar decisivo el análisis histórico, por
razones metodológicas e interpretativas, para una adecuada comprensión
de la realidad internacional. En este caso, o es una simple consecuencia del
supuesto general anteriormente analizado o, de lo contrario, tenemos que
suponer que el análisis histórico debe desempeñar una función
metodológica dominante para el desarrollo de la teoría sociológica y, por
extensión, para las Relaciones Internacionales. No creo que esta segunda
afirmación pueda ser suscrita con rigor por algún sociólogo, historiador o
internacionalista.

Por último, con la expresión sociología histórica se puede pretender


expresar la idea de que la Sociología termina plasmando su conocimiento
en teorías y modelos abstractos y atemporales, mientras que las Relaciones
Internacionales sólo podrían aspirar a elaborar teorías y modelos
temporalmente concretos o históricamente determinados en su validez. En
of theories.(...) As a result of this way of proceeding, scientific theories will necessarily
come to take on a trans-temporal quality; they become applicable regardless of different
historical cultural settings, and ‘independent variables’ explain contemporary events in
the same way as they explain the events of the past or of the future. A successful scientific
argument is conclusive -it establishes what we may take as true and what we may take as
false.
History, on the other hand, is fundamentally narrative in character: it is about a
something or a someone. The aim of the historian is not primarily to explain, but instead
to give an account of what happened; to tell a good, convincing, plausible story.(...) The
essence of history is change rather than stability: the story requires new developments,
and it requires uncertainty since it is only by being open to new and the unexpected that
the story can catch, and hold, the attention of its audience. A successfully story tells us
something about the human condition; it has happy, tragic, comic or absurd ending.
The extent to which these two modes of thought indeed are incompatible is perhaps
best brought out by the fact that they correspond to two radically different ways of
gaining knowledge about the world: by seeing and by listening.”
RIGNMAR, E.- “Alexander Wendt: a social scientist struggling with history”.-
NEUMANN, I.B.; WAEVER, O.- The Future of International Relations. Masters in the
Making?.- Edit Routledge. londres, 1997; págs. 284.
60
semejantes condiciones, carece de sentido una ciencia de las Relaciones
Internacionales y sólo cabría remitirse al conocimiento aportado por la
Historia de las Relaciones Internacionales.

No está claro a cuál de los tres significados, o bien a una combinación de


todos ellos, apela Aron cuando nos expone las distintas fases de su
sociología histórica. 107 Por esta razón hemos sustentado la tesis de que la
formulación aroniana se corresponde con una propuesta metodológica y
no con una diferente delimitación del objeto formal de las Relaciones
Internacionales. 108 Como cuestión metodológica la abordaremos más
ampliamente en la parte tercera de este Proyecto.

En resumen, las Relaciones Internacionales consideradas desde la


perspectiva de una sociología de la internacionalidad en su devenir
histórico, difiere claramente de la ciencia sociológica tradicional tanto
por su objeto material de conocimiento como por algunos aspectos
metodológicos, pero coincide plenamente con ella en la necesidad de
alcanzar una comprensión totalizadora de una sociedad singularizada,
la sociedad internacional, a través de la búsqueda de sus principales
tendencias o regularidades, susceptibles de plasmarse en teorías y
modelos. 109

Esta propuesta posee varias ventajas que conviene destacar. En primer


lugar, permite a las Relaciones Internacionales superar el imperialismo de
la Ciencia Política, de su concepción estatalista y de su excesiva
concentración en las relaciones de poder, que impuso el realismo político
norteamericano sin por ello renunciar a las aportaciones procedentes del
terreno politológico. Pero esta misma reflexión se puede aplicar a otros
imperialismos teóricos o disciplinares, como el economicismo de los
defensores del desarrollismo o de sus detractores, los teóricos de la
dependencia.

En efecto, sólo el planteamiento sociológico nos permite estudiar la


sociedad internacional desde la diversa naturaleza, política, económica o
cultural, de los fenómenos que se desarrollan en su seno. Sólo la perspectiva
sociológica nos libera suficientemente del esquematismo intelectual de los
especialismos para captar la realidad internacional con toda su policromía

107
- ARON, R.- “Qu’est-ce qu’une... op. cit.; págs. 837-861.
108
- CALDUCH, R.- Relaciones... op. cit.; págs. 30-31.
109
- Sobre la diferencia entre teorías y modelos, véase la parte tercera de este Proyecto,
dedicada a la metodología e investigación.
61
En segundo término, facilita la síntesis del heurístico positivo, es decir
de los aspectos teóricos o metodológicos parciales, de diversos programas
de investigación y, así, posibilita la integración doctrinal en la
disciplina al eludir las disputas nominalistas y al depurarla de supuestas
teorías novedosas. 110

Por ejemplo, la perspectiva disciplinar propuesta permite conjugar


muchas de las aportaciones del realismo político norteamericano con otras
realizadas por los conductistas, situando ambas aportaciones en el nivel de
análisis microinternacional, al tiempo que permite articular puntos de
encuentro entre el estructuralismo marxista, la teoría de sistemas y los
defensores del transnacionalismo, a condición de enmarcar las
contribuciones de estos programas de investigación en el nivel de análisis
macrointernacional.

Esta posibilidad de integración de las aportaciones teóricas de distintos


programas de investigación, a condición de que pertenezcan a un mismo
nivel de análisis, surge precisamente porque la óptica sociológica de la
internacionalidad se puede aplicar tanto si nos concentramos en la
consideración de la sociedad internacional en su conjunto, como si, por el
contrario, nos situamos en el plano de algún actor internacional, en tanto
que participante de aquella, para estudiar su política exterior. No olvidemos
que la Sociología tradicional, para explicar las sociedades en su conjunto
tiene también que estudiar a las colectividades e individuos que las
componen.

Una tercera ventaja, radica en la facilidad para incorporar los avances de


conocimiento que se van produciendo en las ciencias auxiliares, al
establecer

110
- “El ‘parroquialismo’, con el que habitualmente se contenta la investigación, es
una solución fácil que disculpa el enfrentarse a los problemas fundamentales del poder y
de la sociedad. Todo análisis que alza barreras en lugar de tender puentes corre el riesgo
de caer muy rápidamente en la obsolescencia.”
MERLE, M.- Sociología de... op. cit.; pág. 19.
“Chacune de ces explications contient évidemment sa part de verité. Leur diversité
témoigne de la complexité des phénomènes internationaux et démontre, s’il en était
besoin, que les problèmes quíls soulèvent ne sont pas, par leur nature, foncièrement
différents de ceux qui se posent dans n’importe quelle socété. Mais ces déterminismes
s’excluent mutuellement les uns les autres et, par là même, se détruisent en tant
qu’explication scientifique. C’est pourquoi il importe moins d’opter en faveur de l’une ou
de l’autre de ces interprétations que de rechercher comment celles-ci se combinent, à un
moment donné, pour permettre de qualifier tel ou tel stade d’évolution de la société
internationale.”
MERLE, M.- Forces et enjeux dans les relations internationales.- Edit. Aeconomica.
París, 2ª ed., 1985; pág. 8.
62

un contexto epistemológico y metodológico claro en el que situar las


aportaciones de otras ciencias. Dichas aportaciones se reinterpretan y
ponderan en función de los criterios establecidos desde la perspectiva
propia de las Relaciones Internacionales y no atendiendo al significado y
valoración atribuidos en las disciplinas originarias.

Por ejemplo, el internacionalista asume la existencia de los conceptos e


indicadores estadísticos del PIB o del PIB per cápita, formulados desde el
campo de la Economía, como contribuciones teóricas a la especificación de un
concepto mucho más abstracto o impreciso, el de riqueza de los países, pero debe
ponderar la elección de uno u otro, o la elaboración de nuevos conceptos o
indicadores como el Indice de Desarrollo Humano, para conjugarlo con otros
conceptos como el de democracia o Estado de derecho, procedentes de la Ciencia
Política y el Derecho, o el de progreso cultural o el de transculturación,
procedentes de la Sociología y las Ciencias de la Información, para lograr con
todos ellos determinar la evolución del fenómeno del desarrollo en la sociedad
internacional. Podemos fácilmente observar que el fenómeno del desarrollo, que
también interesa a otras ciencias, en las Relaciones Internacionales se singulariza
al interpretarlo desde su internacionalidad.

La perspectiva disciplinar que hemos formulado, permite conjugar el


estudio de la sociedad internacional en sus dimensiones estática
(análisis estructural-funcional) y dinámica (análisis histórico-evolutivo),
sin predeterminar la hegemonía de una u otra, pues ambas son necesarias
para una comprensión rigurosa y generalizadora de dicha sociedad. Esta
conjugación simplifica el conocimiento histórico de la realidad
internacional y, por tanto, su formalización en teorías que al tiempo que
nos explican cómo es y cómo funciona una sociedad internacional,
también nos aclaran por qué se produce el cambio en una sociedad
internacional y de una sociedad a otra distinta.

Finalmente, y no por ello menos importante, la óptica cognoscitiva


propuesta, aunque prima la dimensión empírica de la disciplina,
posibilita el desarrollo de una actitud valorativa o normativa del
internacionalista, al permitir conocer mejor las causas y las consecuencias
de las tendencias dominantes en una sociedad internacional.

En efecto, aunque el deseo o la aspiración humana pueden surgir con


independencia del conocimiento, y con frecuencia así es, la satisfacción de
ese deseo o el logro de esa aspiración nunca pueden realizarse sin
conocimiento. En el contexto de nuestra disciplina ello significa que
cualquier formulación crítica y progresista, es decir que aspire a mejorar la
vida de la Humanidad, debe partir del conocimiento más riguroso posible
de la realidad internacional tal cual es, de
63

lo contrario está condenada a ser una utopía o, aún peor, perversa


demagogia. La primera sólo se realiza cuando la realidad lo permite, en
cuyo caso deja de ser utopía, mientras que la segunda siempre sucumbe
ante la superioridad del conocimiento empírico.

Sin eludir el compromiso ético personal, el internacionalista no puede


traicionar su obligación como científico, a saber: trabajar por un
conocimiento de la sociedad internacional lo más veraz posible,
considerando las circunstancias históricas y culturales en las que le ha
tocado vivir. Esta última obligación también forma parte del carácter
normativo de las ciencias.

2.5.- Las ciencias auxiliares de las RR.II.

Como hemos subrayado, la multidisciplinariedad o la


transdisciplinariedad como objeto formal de las Relaciones
Internacionales constituye una exageración de la función tradicionalmente
atribuida a las ciencias auxiliares, éstas, por definición, desempeñan un
papel complementario en la teorización de la ciencia principal. 111

También hemos explicado que los conocimientos y métodos aportados


por otras ciencias, deben incorporarse en un marco teórico diferenciado por
su objeto material y/o formal, lo que impone una reinterpretación y/o
ponderación de su significado originario.

Así las cosas, las ciencias auxiliares suponen una contribución decisiva
en la formación y desarrollo de cualquier disciplina científica y,
obviamente, también en las Relaciones Internacionales. Se imponen
algunas reflexiones sobre cuales son las principales ciencias auxiliares de
nuestra disciplina, así como sobre las contribuciones teóricas o
metodológicas más notables que cabe esperar de ellas.

111
- Mesa ha escrito: “Por nuestra parte, habiendo partido del carácter
interdisciplinar que caracteriza específicamente a nuestra disciplina, nos hemos
inclinado por un criterio distinto. Reside, simplemente, en aceptar plenamente las
aportaciones de otras fuentes de reconocimiento que con un criterio excesivamente
académico se han venido considerando como compartimentos estancos.
(...)
Es decir que, tanto en la investigación como en la docencia, el conocimiento de las
Relaciones Internacionales exige una actividad interdisciplinar.”
MESA, R.- Teoría... op. cit.; pág. 241.
64

Lo primero que hay que señalar es que no todas las ciencias auxiliares
poseen la misma importancia para cada disciplina. Cada una de ellas
ocupará una posición más o menos privilegiada en función de que sus
aportaciones teóricas o metodológicas afecten a una parcela o a la totalidad
de la ciencia principal. A las primeras las hemos denominado ciencias
auxiliares generales, mientras que al resto las consideramos ciencias
auxiliares parciales. 112

Entre las ciencias auxiliares generales debemos incluir a la Sociología;


la Ciencia Política; la Economía; el Derecho; la Geografía y la Historia.
Cada una de ellas nos ofrece una serie de conceptos, métodos y teorías que
resultan fundamentales para lograr desarrollar los conocimientos de las
Relaciones Internacionales. Esto significa que el internacionalista debe
tener conocimientos profundos de todas estas materias o, de lo
contrario, no podrá estudiar la sociedad internacional en toda su
complejidad, con lo que su función científica quedará reducida a un
conocimiento fragmentario y a unas explicaciones teóricas limitadas o
parciales de la realidad internacional. 113

En lo que concierne a las ciencias auxiliares parciales, su contribución a


las Relaciones Internacionales es significativa pero sólo afecta a algunos
aspectos de esta disciplina, pudiendo, a su vez, diferenciar entre aquellas
disciplinas cuya aportación se realiza en el ámbito del conocimiento
teórico y aquellas cuya contribución se desarrolla en el ámbito
metodológico, a las primeras las podemos designar bajo la rúbrica de
ciencias auxiliares parciales teóricas, mientras que a las otras las
designaremos como ciencias auxiliares parciales instrumentales.

A la categoría de ciencias auxiliares parciales teóricas pertenecen la


Psicología; las Ciencias de la Información o las disciplinas Militares. En
cambio entre las denominadas ciencias auxiliares parciales instrumentales
se encuentran la Estadística; el Análisis y la Dinámica de sistemas y las

112
- CALDUCH, R.- Relaciones... op. cit.; pág. 27.
113
- Medina disntingue entre las disciplinas históricas; disciplinas sociales;
disciplinas ambientales; Filosofía y disciplinas humanísticas; Ciencias exactas y
experimentales. MEDINA, M.- La teoría de... op. cit.; págs. 187-191.
ídem.- Teoría y formación... op. cit.; págs. 162-164.
Por el contrario Moreira posee una concepción claramente restrictiva sobre las que
deben considerarse ciencias auxiliares de las Relaciones Internacionales.
MOREIRA, A.- Teoria das... op. cit.; págs. 51-53.
65
Ciencias de la Computación, especialmente aquellas que corresponden al
campo de la Inteligencia Artificial.

Al igual que hemos indicado que para el internacionalista resulta


fundamental un conocimiento profundo de las ciencias auxiliares generales,
la contribución de las ciencias auxiliares parciales, sean teóricas o
instrumentales, puede fácilmente alcanzarse mediante los equipos
interdisciplinares, ya que respecto de éstas últimas el internacionalista
sólo debe conocer el alcance de sus aportaciones en el contexto general
de las Relaciones Internacionales, pero no el fundamento teórico o el
proceso metodológico por el que se ha llegado a esos conocimientos.

Semejante diferencia resulta fundamental cuando se desciende al terreno


de la investigación, pues nos evita la dispersión resultante de un
conocimiento enciclopédico, sin renunciar por ello al empleo de los
avances científicos que en algunas de las ciencias auxiliares parciales se
han producido en las últimas décadas y que, en la actualidad, resulta
imposible ignorar sin peligro para la propia investigación científica.

NOTAS
SEGUNDA PARTE: LOS PRINCIPALES PROGRAMAS DE INVESTIGACION DE
LAS RELACIONES INTERNACIONALES.
67

1.- LA HEGEMONÍA DEL PROGRAMA REALISTA.

La adopción de un epígrafe diferenciado, así como el tratamiento prioritario que le


concedemos en este Proyecto Docente al programa realista, obedece a un reconocimiento
expreso del carácter hegemónico que dicho programa ha desempeñado en los orígenes y
en el desarrollo posterior de las Relaciones Internacionales, 114 tal y como se ha producido
en el contexto académico y científico de los países occidentales desarrollados, aunque en
España su influencia haya sido secundaria. 115

Esa hegemonía teórica del programa realista se ha debido a múltiples factores, algunos de
los cuales ya hemos tenido ocasión de considerarlos. Sin embargo, conviene que nos
detengamos en un aspecto que consideramos esencial para explicar la influencia teórica del
realismo político norteamericano y que, curiosamente, la doctrina ha ignorado hasta ahora. Se
trata de la indeterminación del nivel analítico que fundamenta toda la construcción
teórica del programa de investigación realista.

En efecto, el realismo clásico, el que se desarrolla entre los años 30 y los 60 sobre todo en
Estados Unidos, elabora y desarrolla todos sus presupuestos teóricos en el contexto del
nivel analítico microinternacional, es decir en el terreno y desde la perspectiva de los actores
estatales considerados en su individualidad, pero también le atribuye completa validez
explicativa en el nivel macrointernacional. Al proceder de este modo provocó una confusión
o indeterminación metodológica en los análisis sobre la realidad internacional que, a la larga,
se demostró científicamente errónea y políticamente conservadora.

Esta característica del realismo político norteamericano, resultó decisiva para su


hegemonía científica al facilitar que el relativo éxito alcanzado por este programa en la
verificación de sus teorías, modelos y conclusiones sobre la realidad microinternacional,
se extrapolasen al ámbito general de la sociedad internacional (nivel
macrointernacional),

114
- El significado específico que atribuimos al término de hegemonía en el contexto de una ciencia es el que
han formulado RIOUX; KEENES y LEGARÉ :
“(...) un paradigme est hégémonique lorsqu’il domine et absorbe les visions du monde alternatives.
L’hégémonie constitue en fait un processus intellectuel par lequel la connaissance issue de paradigmes rivaux
est neutralisée ou même assimilée à la connaissance et aux valeurs dominantes.
(...)
L’influence d’un paradigme hégémonique est sociétale et diffusée par des nombeaux canaux: l’université, la
bureaucratie, les leaders d’opinion, la presse, etc.”
RIOUX, J.F.; KEENES, E.; LEGARÉ, G.- “Le néo-realisme ou la reformulation du paradigme
hégémonique en relations internationales”.- Etudes Internationales; vol. XIX, nº 1 (1988); págs. 60-61.
115
- Desde una perspectiva histórica, el programa realista debe compartir el mérito de su contribución a la
génesis de la ciencia de las Relaciones Internacionales con el programa marxista, cuya influencia en la
producción académica e intelectual de los estudios internacionales en numerosos países europeos, durante las
primeras décadas del siglo XX, es incuestionable. Por esta razón nos sigue pareciendo sorprendente que no se le
dedique un mínimo de atención a las aportaciones del marxismo a la teoría internacionalista en la obra de
Barbé, rompiéndose de este modo una fundada tradición académica, arraigada en varios países europeos entre
ellos España, y que, afortunadamente, se ha mantenido en publicaciones posteriores.
GARCIA PICAZO, P.- Las relaciones... op. cit.; págs. 150 y ss.
68

aceptándose como irrefutables por la comunidad científica, sin proceder a una


verificación en el distinto marco analítico en el que se aplicaban. 116

Como veremos, más adelante, esta indeterminación de los niveles analíticos facilitó la
adaptación del núcleo central del realismo tradicional a las aportaciones realizadas por otros
programas de investigación posteriores, como el estructuralismo; el análisis de sistemas e,
incluso, el transnacionalismo.

1.1.- Los fundamentos del programa de investigación del realismo político.

a).- Los postulados del núcleo central

El núcleo de todas las teorías que integran el programa realista descansa, según han
destacado Mesa y Arenal, 117 en un profundo pesimismo antropológico que, necesariamente,
impregnará y condicionará todas sus construcciones teóricas. Ahora bien, esta concepción del
hombre como un ser esencialmente egoísta se sitúa en el plano filosófico, antes que en el
estrictamente teórico, aunque termina condicionando el núcleo central del programa realista.
En efecto, el teórico de este programa no adquiere su pesimismo sobre las relaciones
humanas por ser realista, sino que se adscribe a esta corriente teórica porque sustenta
semejante concepción metafísica del hombre.

A partir de esta concepción antropológica común, todos los autores de esta corriente
comparten los siguientes supuestos:

1º.- La sociedad tomada como referente para sus teorías es el Estado, más exactamente
el Estado moderno, que, en opinión de los autores de este programa, constituye el modelo
histórico más avanzado de organización de las relaciones de poder en las sociedades
humanas.

Como consecuencia de este supuesto, todos aquellos grupos distintos del Estado y que
actúan en el ámbito de su soberanía, quedan necesariamente limitados y decisivamente
condicionados por el poder estatal.

Análogamente, la realidad internacional es una resultante del ejercicio del poder del Estado
hacia el exterior, lo que ha impedido y sigue impidiendo la creación de una estructura de
poder político de alcance auténticamente universal. Eso supone que el orden político de la
sociedad internacional se define por negación, por la anarquía entendida como la ausencia de
una autoridad política centralizada con capacidad de ejercer la coacción para imponer sus
decisiones en el contexto mundial. Como ya señaló Spykman: “Esta diferencia esencial entre
las comunidades de tipo internacional y nacional, a los efectos de condicionar la conducta de
los grupos, es que en la

116
- Lo cierto es que el realismo político norteamericano tuvo escaso éxito teórico a la hora de estudiar,
incluso desde la perspectiva microinternacional, fenómenos tan relevantes de la sociedad internacional de
aquellos años como la descolonización.
117
- ARENAL, C. del.- Introducción... op. cit.; pág. 96.
MESA, R.- Teoría y práctica...op. cit.; pág. 81.
69

primera no hay una organización de gobierno capaz de mantener el orden y de imponer la


ley.” 118

Años más tarde, Hoffmann formularía nuevamente esta idea en los siguientes términos:
“Las relaciones internacionales deben su carácter al hecho de que el medio en que se
desarrollan es un medio descentralizado.
(...)
Es la misma ausencia de una autoridad suprema y aceptada por todos lo que explica por
qué difieren tan marcadamente las reglas del juego en la política mundial de las reglas de la
política interna: la suprema lealtad de cada uno de los grupos en que se ha dividido el mundo
se vincula al grupo y no al mundo.” 119
2º.- Las relaciones internacionales dominantes son las que se desarrollan entre los
Estados y su naturaleza es esencialmente conflictiva, en último extremo bélica.

Puesto que el Estado constituye la sociedad referencial del programa realista, resulta lógico
que sus autores sustenten el supuesto central de que las relaciones dominantes en la
realidad internacional sean las relaciones interestatales. Evidentemente, los autores
reconocen la existencia de relaciones entre otros miembros no estatales, pero rechazan que
tales relaciones puedan desplazar o condicionar decisivamente a las relaciones entre Estados.

En cambio, no resulta tan evidente en el programa realista que, a efectos teóricos, las
principales relaciones interestatales sean las relaciones de poder político y de naturaleza
conflictiva. En efecto, este postulado se desprende del peculiar orden que los realistas
atribuyen a la sociedad internacional.

Precisemos este extremo. Cuando los realistas afirman que la sociedad internacional es
anárquica no pretenden afirmar que es caótica, es decir sin ningún tipo de orden político, sino
que carece de un orden jurídico-político similar o superior al del Estado. El orden político
internacional existente, así como las reglas jurídicas que surgen al amparo de él, son una
resultante de la soberanía de los Estados y no el producto de un poder o autoridad política
superior. 120

En semejantes condiciones, ese orden político internacional no puede entrañar una


garantía efectiva y permanente de protección de los intereses o derechos de cada Estado
ante el riesgo o

118
- SPYKMAN, N.J.- America’s Strategy in World Politics.- Edit. Harcourt, Brace and Cº. Nueva York,
1942 (traducción al castellano de Fernando Valera.- Estados Unidos frente al mundo.- Edit. Fondo de Cultura
Económica. México, 1944; pág. 24.
119
- HOFFMANN, S.H.- Contemporary Theory in International Relations.- Edit. Prentice Hall. Englewood
Cliffs, 1960 (traducción de M.D. López Martínez.- Teorías contemporáneas sobre las relaciones internacionales.-
Edit. Tecnos. Madrid, 1963; págs. 19-20.
120
- Como lo han resumido en su obra Viotti y Kauppi:
“The word anarchy brings forth images of violence, destruction and chaos. For realists, however, anarchy
simply refers to the absence of any authority above states. States are sovereign.
(...)
We wish to be clear on the term anarchy and the difference between authority and power. When we use the
term anarchy, we are referring to the absence of any hierarchy of authority. There is hierarchy of power in
international politics, but there is not a hierarchy of authority. Some states are clearly more powerful than
others, but there is no recognized authority higher than that of any state.”
VIOTTI, P.R.; KAUPPI, M.V.- International... op. cit.; págs. 47-48.
70

la amenaza de violación por otro u otros países. A diferencia de lo que ocurre en el seno del
orden estatal, en el que sus órganos de poder coactivo resultan determinantes para resolver los
conflictos de intereses entre sus ciudadanos mediante el recurso a la ley y a la acción política,
121
en el orden anárquico internacional no existe ninguna garantía para el principal interés y
derecho de cada Estado, el de su supervivencia, al margen de su capacidad de autodefensa,
individual o colectiva.

Pero esta capacidad de autodefensa está íntimamente vinculada con el poder del Estado y,
en último extremo, con su dimensión militar. El poder se convierte en un fin de la acción
política internacional de todos y cada uno de los Estados, precisamente porque es el medio
que garantiza su supervivencia frente a otros. Idea recogida en la célebre expresión de
Morgenthau: “cualesquiera que sean los fines últimos de la política internacional, el poder
es siempre el fin inmediato.” 122 Pero siguiendo la lógica de este planteamiento, lo correcto al
referirnos a los autores realistas sería hablar de su concepción insegura del orden político
internacional en lugar de su concepción anárquica. 123

Esta inseguridad intrínseca al orden político internacional se deriva de y, a su vez, alimenta


el conflicto de intereses en la búsqueda del poder. 124 Un conflicto de intereses que, en último
extremo, sólo puede resolver de un modo decisivo mediante el recurso a la guerra. 125 Esa
relación bélica entre los Estados tiene que constituir, necesariamente, la relación básica de
interpretación de la realidad internacional pues, no en vano, es la única relación que puede
ocasionar la desaparición de las unidades estatales y, por tanto, la única que gozará de
prioridad a la hora de movilizar todos los recursos del poder estatal.

De este modo, la articulación teórica entre los conceptos de Estado, poder soberano,
anarquía internacional, lucha por el poder y guerra, constituyen el núcleo central del
programa de investigación realista en el que necesariamente concurren todos los autores de
esta corriente, cualesquiera que sean sus discrepancias en relación con otros conceptos o
aspectos analíticos secundarios, propios del heurístico positivo.

Pero si observamos con detenimiento el núcleo central del realismo, su perspectiva


intelectual de análisis corresponde inequívocamente al nivel microinternacional, puesto
que es la

121
- “un mundo ordenado no quiere decir un mundo en el que no hay conflictos, sino aquél en que la pugna y
el combate, abandonando el choque de las armas, se encauzan por caminos políticos y legales, trasladándose
del campo de batalla a la cámara del Consejo o a la sala de la Audiencia.”
SPYKMAN, N.J.- Estados Unidos... op. cit.; pág. 20.
122
- MORGENTHAU, H.J.- Política... op. cit.; pág. 43.
123
- Un ejemplo de esta confusión entre anarquía e inseguridad, como característica central del orden político
internacional, lo encontramos en la obra de Art y Jervis, cuando tras calificar de anárquica la sociedad
internacional y de reconocer que ello plantea el dilema de la seguridad-inseguridad, concluyen afirmando que:
“If anarchy cannot be abolished, perhaps its effects can be mitigated”. Si sustituimos en esta frase el término
anarquía por el de inseguridad observaremos su verdadero sentido.
ART, R.J.; JERVIS, R.- “The Meaning of Anarchy”.- ART, R.J.; JERVIS, R. (edits.)- International
Politics, Anarchy, Force, Political Economy and Decision-Making.- Edit. Little Brown and Cº. Boston/Toronto,
1985; pág. 6. 124- “La teoría de las relaciones internacionales parte de la pluralidad de centros autónomos de
decisión y, por lo tanto, del riesgo de guerra deduciendo de este riesgo la necesidad del cálculo de los medios.”
ARON, R.- Paz y guerra... op. cit.; pág. 37.
125
- “En la sociedad internacional se permiten todas las formas de coerción, incluso las guerras de
destrucción. Esto significa que la lucha por el poder se identifica con la lucha por la supervivencia y, por eso, el
mejoramiento de las posiciones relativas de poder conviértese en designio primordial de la política interior y
exterior de los estados.” SPYKMAN, N.J.- Estados Unidos... op. cit.; págs. 25-26.
71

consideración del actor internacional particular, aunque sea tan importante como el Estado, y
de su actuación exterior el punto de referencia fundamental para desarrollar la reflexión
teórica.

Los realistas clásicos carecen de una perspectiva analítica macrointernacional distinta


de la simple proyección o reproducción del análisis microinternacional al conjunto de
unidades estatales. Esta seria confusión teórica se produce como consecuencia de generalizar
para el conjunto de la sociedad internacional, lo que sólo son conceptos y teoremas abstractos
pero particulares al poder sólo predicarse de una categoría de los miembros de esa sociedad.
El postulado imprescindible para hacer verosímil esta confusión teórica entre los niveles
micro y macrointernacionales se encuentra en la incompletitud política de la sociedad
internacional, es decir en el principio tautológico de que cualquier orden político diferente
del Estado es incompleto porque el único completo es el propio Estado o, en otras palabras, el
principio de la sociedad internacional anárquica. 126

Se admita o no, debemos reconocer que desde el punto de vista de la coherencia teórica, el
núcleo central del programa de investigación realista es verdaderamente sólido y difícilmente
atacable desde su lógica interna. Además sus análisis sobre la política exterior de los Estados
se han demostrado ampliamente corroborados por los hechos. En consecuencia, las
principales críticas que se pueden realizar al contenido nuclear del realismo político, sólo
pueden formularse desde postulados externos a su teoría o por referencia a sus deficiencias
conceptuales y analíticas en el plano macrointernacional.

b).- El heurístico positivo del realismo

Al igual que ocurre con el núcleo central, existen también una serie de conceptos,
principios e hipótesis teóricas que son comunes a las diversas corrientes doctrinales de este
programa y que configuran lo que en términos lakatianos se denomina el heurístico positivo.
Conviene recordar que es precisamente esta parte de todo programa de investigación, la que es
susceptible de modificarse para asumir los conceptos, principios o hipótesis procedentes de
otros programas diferentes y, de ese modo, actualizar el programa originario para hacerlo
progresivo. 127

Si el núcleo central del realismo está asociado ontológicamente con la tradición filosófica
hobbessiana y aparece nítida y descarnadamente recogido en las primeras páginas de la obra
de

126
- El término postulado lo utilizamos en su sentido originario, es decir aquellas proposiciones
fundamentales para una teoría científica que se admiten por convención sin una demostración previa. Como
afirma Pardinas: “Ninguna teoría puede comenzar demostrando sus puntos de partida, por la sencilla razón de
que no podría comenzar nunca. Por tanto toda teoría, repetimos toda teoría, da por supuestas una serie de
proposiciones que generalmente se refieren a definiciones de términos indispensables para la estructuración del
sistema teórico y que generalmente son aceptados por convención y sin pruebas llamadas postulados.”
PARDINAS, F.- Metodología y técnicas de investigación en ciencias sociales. Introducción elemental..- Edit.
Siglo XXI editores.Madrid, 11ª de., 1973; pág. 40.
127
- Para una excelente síntesis de los principales supuestos del realismo político, véase:
VIOTTI, P.R.; KAUPPI, M.V.- International... op. cit.; págs. 32-33.
TOMASSINI, L.- “El marco del análisis de la política exterior”.- Cursos de Derecho Internacional de
Vitoria Gasteiz 1990.- Edit. Universidad del País Vasco. Bilbao, 1991; págs. 125-164.
72

Spykman, sus principales elementos complementarios fueron sistematizados y formulados por


Morgenthau, siendo ésta su principal contribución teórica. 128

Los principales supuestos del heurístico positivo de este programa de investigación, son los
siguientes:

1º.- El estudio de los fenómenos políticos internacionales, que para los realistas se
identifican con las relaciones de conflicto interestatal, exigen la formulación de una nueva
disciplina científica: la Política Internacional.
“En lo intelectual, el realista político mantiene la autonomía de la esfera política, tal y
como el economista, el abogado y el moralista mantienen la suya. Piensa en términos de
interés definido como poder, como el economista piensa en términos de interés definido como
riqueza”. 129
Para los realistas, los fenómenos políticos internacionales difieren cualitativamente de los
internos, aún cuando entre ambos existe una íntima conexión, debido a las diferencias que
imperan entre la sociedad internacional y los Estados. Es esta diferencia objetiva entre ambas
categorías de relaciones políticas la que justifica una distinta concepción teórica y académica
para abordar la comprensión de la realidad internacional.

Sin embargo, la naturaleza política de unos y otros, explica que una parte significativa de
los estudios y teorías parciales desarrolladas a la sombra del realismo, se hayan concentrado
en los temas de la política exterior de los Estados, especialmente de las grandes potencias y
las superpotencias, así como en las cuestiones estratégicas y los procesos de toma de
decisiones. 130

128
- Son los conocidos seis principios del realismo político, proclamados a comienzos de la principal obra de
Morgenthau. Todos los autores realistas suscriben estos principios aún cuando enfatizan más alguno de ellos en
particular. La principal diferencia entre el realismo clásico y el neorrealismo radica precisamente en que los
autores de esta última corriente, cuestionan seriamente la validez de una parte esencial de tales principios.
129
- MORGENTHAU, H.J.- Política... op. cit.; pág. 25.
130
- Dos autores representativos de esta concentración temática son Kennan y Kissinger, tal y como lo
demuestran sus principales obras.
KENNAN, G.F.- American Diplomacy 1900-1950.- Edit. New American Library.Nueva York, 1951. Idem.-
Realities of American Foreign Policy.- Edit. Princenton University Press. Princenton,N.J., 1954. Idem.-
Russia, The Atom and the West.- Edit. Harper and Row Publishers. Nueva York, 1957. Idem.- The Nuclear
Delusion. Soviet-American Relations in the Atomic Age.- Edit. Pantheon Books. Nueva
York, 1982 (traducción al castellano de Adriana Sandoval.- Engaño nuclear.- Edit. Fondo de Cultura Económica.
México, 1987.)
Idem.- The Fateful Alliance: France, Russia, and the Coming of the First World War.- Edit. Pantheon Books.
Nueva Yok, 1984.
Idem. (X).- “The Sources of Soviet Conduct”.- Foreign Affairs, vol. 25 (1947); págs. 566-582. Idem.- “
Morality and Foreign Policy”.- Foreign Affairs, vol. 64 (1985/86); págs. 205-218. KISSINGER, H.A.- A
World Restored. Europe after Napoleon: The Politics of conservatism in a Revolutionary
Age.- Edit. Grosset and Dunlap. Nueva York, 1964 (traducción al castellano de E.L. Suárez.- Un mundo
restaurado. La política del conservadurismo en una época revolucionaria.- Edit. Fondo de Cultura Económica.
México, 1973.) Idem.- Nuclear Weapons and Foreign Policy.- Edit. Harper and Row. Nueva York, 1958
(traducción al castellano de R. Cremades.- Armas nucleares y política internacional.- Edit. Rialp. Madrid, 1962.)
Idem.- The Necessity for Choice.- Edit. Harper and Row. Nueva York, 1961.
Idem.- American Foreign Policy. Three Essays.- Nueva York, 1969 (traducción al castellano de R. Sánchez
Sanz.- Política exterior americana.- Edit. Plaza y Janés. Barcelona, 1976.)
Idem.- White House Years.- Edit. Little Brown. Boston, 1979 (traducción al castellano.- Mis Memorias.-
Edit. Atlántida. Buenos Aires, 1979.)
Idem.- Diplomacia.- Edit. Ediciones BSA. Barcelona, 1996.
73

2º.- Esta nueva disciplina descansa en una teoría racional y normativa.


“El realismo político contiene no sólo un elemento teórico sino también uno normativo.
Sabe que la realidad política está repleta de contingencias y muestra las influencias típicas
que ellas ejercen sobre la política exterior. Sin embargo, comparte con toda teoría social la
necesidad, para su plena comprensión teórica, de subrayar los elementos racionales de la
realidad política. Son estos elementos racionales los que permiten hacer inteligible la
realidad dentro de la teoría. El realismo político presenta una construcción teórica de una
política exterior racional, que la experiencia nunca llega por completo a encarnar.
Al propio tiempo, el realismo político considera que la política exterior racional es una
buena política exterior. Sólo una política exterior racional reduce al mínimo los riesgos y
lleva al máximo los beneficios.” 131

La racionalidad de la teoría realista es la resultante de la existencia de unas leyes objetivas


que gobiernan las relaciones políticas entre los Estados y que, en definitiva, hunde sus raíces
en la propia naturaleza humana. Por tanto, la teoría es racional en la medida en que trata de
descubrir y explicar esas leyes naturales.

Pero también es una teoría normativa por cuanto permite determinar las conductas políticas
más eficaces para alcanzar los objetivos de los Estados, así como las implicaciones que
resultan de ignorar las conductas políticas óptimas que se deducen de la teoría.

Desde luego los realistas no aspiran a desarrollar unas doctrinas de gobierno de los asuntos
mundiales o de las políticas exteriores de los Estados, pero sí coinciden en sostener que sus
teorías evidencian las decisiones políticas más adecuadas para alcanzar los fines que cada país
se propone y, muy especialmente, el supremo objetivo de su seguridad o autoprotección.

3º.- El carácter racional y normativo de la teoría realista exige la consideración de las


categorías morales, como factores de condicionamiento de la decisión y la acción política
exterior de los Estados.
“Desde el punto de vista ético, el poder sólo puede ser considerado como un medio para
un fin, por lo tanto, importa que el uso que de él se haga esté constantemente sujeto a
criterios morales; mas esperar que el mundo pueda actuar sin coerción y criticar que el
hombre aspire al poder sería empeñarse en huir de la realidad para entrar en un mundo de
ensueños.
(...)
El hombre de Estado que conduce la política exterior sólo puede tomar en cuenta los
valores de justicia, equidad y tolerancia en la medida en que contribuyan al objetivo de poder
o mientras no se interfieran con él. Puede utilizarlos como instrumentos que desde el punto de
vista moral justifiquen la aspiración de poder, pero debe desecharlos en el instante en que su
aplicación se traduzca en debilitamiento. No se busca el poder para lograr valores morales,
sino que los valores morales se utilizan para facilitar el logro de poder.” 132

131
- MORGENTHAU, H.J.- Política... op. cit.; págs. 19-20.
Una posición similar la sustentan también Aron y Hoffmann.
ARON, R.- “Quést-ce... op. cit.; pág. 859.
HOFFMANN, S.H.- Teorías contemporáneas... op. cit.; pág. 31.
132
- SPYKMAN, N.J.- Estados Unidos... op. cit.; págs. 20 y 26.
74

Sobre esta cuestión, los realistas niegan significación política a la existencia o no de una
moral universal y abstracta porque admiten las morales particulares y concretas, es decir la
existencia de distintas categorías éticas en cada sociedad o en cada momento histórico. En
consecuencia, si no existe una moral única como parte intrínseca de la naturaleza humana,
tampoco resulta necesario incorporar a la teoría unos presupuestos morales subjetivos, pues
bastará con analizar teóricamente cómo pueden abordarse las cuestiones morales, en la
medida en que son elementos reales, aunque exógenos, que inciden en las relaciones políticas
interestatales.

No se puede alegar, por tanto, que los realistas ignoren los aspectos morales de las realidad
internacional, pero, sin duda, todos ellos coinciden en defender firmemente la posibilidad y
necesidad de separar el análisis politológico de la vida internacional de sus consideraciones
éticas, a los efectos del realismo, la única ética que debe incorporarse al armazón teórico es la
ética política, es decir, la que valora las acciones políticas en función de sus resultados para
el poder del Estado.

De este modo, los realistas consagran su total ruptura con las tesis defendidas por los
idealistas, estimando que de ese modo alcanza un grado de neutralidad moral imprescindible
para atribuir validez universal a sus leyes científicas.

“El realismo mantiene que los principios morales universales no pueden ser aplicados a
los actores estatales en su formulación universal y abstracta; cree en cambio que deben ser
filtrados a través de las concretas circunstancias del tiempo y el espacio.
(...)
No puede haber moralidad política sin prudencia, y ésta ha de entenderse como la
consideración de las consecuencias políticas de una acción aparentemente moral. El realismo
considera la prudencia, por consiguiente, como la cuidadosa consideración de las
consecuencias de acciones políticas alternas; y en ella estriba la suprema virtud en el campo
de la política. La ética en lo abstracto juzga las acciones humanas de acuerdo con su
conformidad con la ley moral, la ética política las juzga de acuerdo con sus consecuencias
políticas.” 133

4º.- El concepto de poder constituye el referente para comprender la naturaleza de las


relaciones interestatales y evaluar la racionalidad y eficacia de las políticas exteriores.

“Poder significa supervivencia, aptitud para imponer a los demás la propia voluntad,
capacidad de dictar la ley a los que carecen de fuerza y posibilidad de arrancar concesiones a
los

133
- MORGENTHAU, H.J.- Política... op. cit.; pág. 23.
En similares términos se han expresado otros autores como Aron y Kissinger. El primero afirma: “Es dentro
de la moral concreta de las colectividades donde se realiza -imperfectamente- la moral universal. Es dentro y
por la política que se realizan las morales concretas.”.
ARON, R.- Paz y guerra... op. cit.; pág. 904.
Mientras que el ex-Secretario de Estado, abunda en la misma idea: “Este último (el filósofo o moralista)
piensa en términos absolutos; para él, lo correcto y lo incorrecto están definidos en su concepción. El líder
político no puede darse ese lujo. Puede, muy raramente, alcanzar su meta sin hacerlo por etapas; cualquier
paso parcial es inherentemente imperfecto en lo moral y, sin embargo, sin él es imposible aproximarse a la
moralidad. La prueba del filósofo es el razonamiento detrás de sus máximas; la prueba del estadista es no
solamente la concreción de sus objetivos, sino la catástrofe que evita.”
KISSINGER, H.A.- Mis Memorias... op. cit.; pág. 51.
75

más débiles. Donde la forma última del conflicto es la guerra, la lucha por el poder se
convierte en rivalidad por el poderío militar, en preparación para la guerra.” 134

Aunque no todos los autores atribuyen un mismo significado a este término, todos ellos
admiten la distinción entre el poder como medio fundamental para la acción política
internacional y el poder como fin inmediato para garantizar la autoconservación del Estado.
También existe una amplia mayoría de realistas que terminan identificándolo, con una
interpretación sin duda reduccionista, con la fuerza militar. 135

En relación con el poder la teoría de Morgenthau, no se limita a incorporar el concepto de


poder sino que establece una estrecha relación entre dos conceptos diferentes: el del interés
nacional y el del poder. Este supuesto teórico, no ha sido compartido por muchos autores
inequívocamente realistas. Por tanto, consideramos que no corresponde al conjunto de
principios generales del programa realista. 136

Además, considerando la importancia teórica central del concepto de poder no han faltado
las investigaciones destinadas a determinar sus variables básicas y la cuantificación del poder
de los distintos Estados, en orden a lograr una mayor capacidad explicativa y predictiva al
programa realista. Semejantes trabajos, aunque han logrado reunir un importante número de
estadísticas y sistematizar ciertas variables, siguen sin poder fundamentar unas leyes o
regularidades que asocien las estadísticas de la capacidad estatal con sus actuaciones y los
resultados alcanzados. 137

5º.- El ajuste entre los Estados con distinto grados de poder e intereses contrapuestos,
se alcanza mediante una compensación mutua de sus actuaciones orientada a evitar una
acumulación excesiva de poder en un solo Estado. Este ajuste posee una representación

134
- SPYKMAN, N.J.- Estados Unidos... op. cit.; pág. 26.
135
- ARON, R.- Paz y guerra... op. cit.; págs. 73-126.
MORGENTHAU, H.J.- Política... op. cit; págs. 43-64.
WALTZ, K.N.- Teoría... op. cit.; págs. 269-282.
136
- El propio Aron, en relación con la hipótesis del “interés nacional definido en términos de poder”, ha
realizado las siguientes observaciones:
“En fait, la théorie dite de l’intérêt national ou bien suggère une idée aussi incontestable que vague -chaque
acteur, dans le champ international, songe d’abord à lui-même- ou bien elle veut s’opposer à d’autres pseudo
théories, par exemple celle selon laquelle la conduite extérieure des Etats serait dictée par l’idéologie politique
ou les principes moraux. Mais chacune de ces pseudo-théories n’a un sens, en lui-même médiocre, que par
rapport à l’autre.”
ARON, R.- “Quést-ce qu’une... op. cit.; pág.847.
WOLFERS, A.- “La ‘seguridad nacional’ como símbolo ambiguo”.- VASQUEZ, J.A. (comp.).-
Relaciones... op. cit.; págs. 171-178.
137
- Entre los estudios que puden citarse sobre la especificación y cuantificación de las variables del poder,
destacan:
CEFKIN, J.L.- The Background of Current World Problems.- Edit. David Mckay Cº. NuevaYork, 1967
(traducción de Flora Setaro.- Política Internacional contemporánea. Tensiones, conflictos y perspectivas.- Edit.
Troquel. Buenos Aires, 1973; págs. 35-69.)
CLINE, R.S.- World Power Assessment, 1977.- Edit. Westview Press. Boulder, 1977.
HART, J.- “Three Approaches to Measurement of Power in International Relations”.- International
Organization, vol. 30 (1976); págs. 289-305.
VIOTTI, P.R.; KAUPPI, M.V.- International Relations and World Politics. Security, Economy, Identity.-
Edit. Prentice-Hall. Londres, 1997; págs. 94-108.
76

teórica en el denominado modelo de equilibrio de poder o de balanza de poder (balance of


power).
“The concept of the balance of power is relevant to the problem of the management of
power in international relations. In this context, it must be considered as a system, an
arragement within which independent states operate autonomously, without the controlling
direction of a superior agency, to manipulate power relationships among themselves. It is
thus a decidedly decentralized system; power and policy remain in the hands of its constituent
units.” 138

Tal y como lo ha destacado Truyol, 139 este modelo teórico ha sido adoptado por los
realistas a partir de las formulaciones realizadas por los filósofos racionalistas del siglo XVIII
(De Vattel; Voltaire) demostrando, de paso, las raíces filosófico-políticas de este importante
supuesto del programa realista.

El modelo del equilibrio de poder establece que, al menos coyunturalmente, es posible


mantener un orden político internacional entre los Estados más poderosos, mediante el
recurso a la negociación, las alianzas, las amenazas y, finalmente, la guerra para mantener un
control exterior a la “natural” tendencia de todo país a acumular el mayor poder posible. Es
más, para algunos autores, como Kissinger, constituye la única garantía eficaz del
mantenimiento pacífico de ese orden político internacional. 140

Martin Wight puso de manifiesto que tras esta expresión coexisten en la literatura
especializada una diversidad de significados que no siempre son rigurosos y que, en algunos
casos, son contradictorios. 141 Por su parte Inis Claude, ha demostrado que el sistema de
equilibrio de poder se ha utilizado en otros campos científicos, como la Historia o la
Economía, y diferencia tres modelos diferentes a los que califica de automático;
semiautomático y manipulado (manually operated). Pero sobre todo, despejó una grave
confusión que imperaba en la doctrina realista, al subrayar que la balanza de poder no tiene
por qué hallarse permanentemente equilibrada, es decir diferenció el modelo con uno de sus
posibles estados dinámicos: el de equilibrio. 142

Hedley Bull también realizó significativas contribuciones teóricas a este modelo al destacar
las diferencias funcionales y las consecuencias entre dos variantes, a las que denominó la
balanza simple de poder y la balanza compleja. La primera se desarrolla entre dos únicas
potencias y requiere un poder equiparable entre ellas, en cambio la balanza compleja implica
a tres o más Estados y admite importantes asimetrías o desigualdades de poder, pues los
países más débiles pueden compensar esa debilidad mediante sistemas aliancistas.

Además, este autor expuso las principales funciones históricas que ha desempeñado el
sistema de equilibrio de poder en el conjunto del sistema interestatal y que garantizan su
perpetuación. Esta funciones son:

a).- impedir que el sistema interestatal se transforme en un imperio universal por la


conquista de alguno de las grandes potencias que participan en él;

138
- CLAUDE, I.- “The Balance of Power”.- ART, R.J.; JERVIS, R. (edits.)- International... op. cit.; pág.
121. 139- TRUYOL, A.- La Sociedad... op. cit.; págs. 33-34.
140
- KISSINGER, H.A.- Un mundo restaurado... op. cit.; pág. 26.
141
- WIGHT, M.- “Diverse Meanings of the Balance of Power”.- LUARD, E, (selected and introduced).-
Basic Texts in International Relations. The Evolution of Ideas about International Society.- Edit. MacMillan
Press. Londres, 1992; págs. 490-497.
142
- CLAUDE, I.- “The Balance... op. cit.; págs. 111-125.
77

b).- impedir, mediante balanzas de poder local, la desaparición de países pertenecientes


a un sistema regional por la conquista de alguna potencia;
c).- permitir la creación y operatividad de instituciones de las que depende el orden
internacional (diplomacia; guerra; derecho internacional; etc.). 143

La balanza de poder, constituye el modelo teórico por antonomasia del programa realista.
Aunque ha sido un modelo compartido con otras ciencias, traduce perfectamente el
fundamento filosóficamente racionalista que caracteriza a este programa. Naturalmente, no
han faltado voces críticas con el valor teórico de este modelo y con el uso, y abuso, que de él
se hace por los autores realistas, en sus análisis históricos del sistema de Estados. 144

1.2.- La evolución teórica del programa de investigación: el realismo político clásico.

Como ya hemos señalado, en el seno de un mismo programa de investigación coexisten,


simultánea o sucesivamente, diversas teorías que se influyen mutuamente y que, a su vez, se
interrelacionan con las teorías de otros programas de investigación. De acuerdo con las
formulaciones de Lakatos, las principales diferencias entre las teorías de un mismo programa
se encuentran siempre en el heurístico positivo, mientras que comparten los postulados
básicos que configuran el núcleo central del programa. Por el contrario, las diferencias entre
teorías de programas de investigación diferentes se producen precisamente en torno a los
postulados del núcleo central, a la vez que pueden compartir, y con frecuencia así sucede,
algunos de los conceptos, principios o métodos que conforman el heurístico positivo.

El recordatorio de estos aspectos gnoseológicos resulta pertinente para poder realizar una
correcta interpretación de los cambios teóricos experimentado por el corpus doctrinal del
realismo, como consecuencia de los debates en el seno de este programa y con los defensores
de programas de investigación alternativos, pero también para poder evaluar las limitaciones
impuestas a dichos cambios teóricos. En definitiva, el impacto que sobre el programa realista
tuvieron los denominados primer y segundo debates doctrinales. 145

En términos generales podemos distinguir dos grandes corrientes teóricas dentro del
programa realista y a las que designamos como el realismo clásico y el neorrealismo,
también conocido como realismo estructural. El realismo clásico se constituye a partir del
doble debate, desarrollado

143
- BULL, H.- The Anarchical Society. A Study of Order in World Politics.- Edit. MacMillan. Londres, 1ª
ed., 1977; 2ª ed., 1995; págs. 97-121.
144
.- ORGANSKI, A.F.K.- “La transición del poder”.- VASQUEZ, J.A. (comp.).- Relaciones... op. cit.;
págs. 339-343.
145
- Existe una amplia literatura sobre el significado y alcance de estos debates, aunque en la mayor parte de
los casos la concentración en los autores americanos y europeos, ha obviado la importancia de un debate abierto
entre realistas y marxistas, desarrollado simultáneamente al que se produjo primero con los idealistas y, más
tarde, con los cientifistas. Ello me lleva a considerar incompletos o abiertamente parciales, la mayoría de los
trabajos realizados sobre este trascendental aspecto de la historia interna de la disciplina.
Como excepciones a esta afirmación podemos encontrar:
CALDUCH, R.- “Las relaciones internacionales en la obra de los dirigentes soviéticos: una reflexión
teórica”.- Revista de Estudios Internacionales, vol. 2, nº 3 (1981); págs. 543-597.
MESA, R.- Teoría y práctica... op. cit.; págs. 151-162.
PEÑA, R.- “ Del marxismo en el debate teórico de la disciplina de las Relaciones Internacionales”.-
Relaciones Internacionales, nº 50 (1991); págs. 48-56.
78

en las décadas de los treinta y los cuarenta, entre realistas e idealistas, de un lado, y entre
realistas y marxistas, de otro. 146 En cambio, la articulación del neorrealismo, durante la
década de los setenta, está íntimamente asociada al debate entre el realismo clásico, por una
parte, y los cientifistas y estructuralistas, por otra. 147

Aunque este último debate no afectó sólo a los realistas, no es sorprendente que éstos
participasen en la polémica y asumiesen muchas de las aportaciones desarrolladas por los
conductistas, los funcionalistas y los estructuralistas, precisamente para reforzar su núcleo
central con nuevos conceptos y principios en su heurístico positivo y, de este modo, recuperar
su hegemonía científica y académica cuestionada durante la década de los sesenta. Como han
apuntado muy certeramente Rioux, Keenes y Legaré:
“Il ságit de résoudre les anomalies du paradigme réaliste en y assimilant des éléments
théoriques étrangers en prennant soin de les débarrasser de leur orientation normative
originale trop critique des prescriptions réalistes. La critique, la réinterprétation et la
contre-argumentation permettent aux néo-réalistes cette appropiation et léxtension
conséquente de leur programme de recherche dans de nouvelles directions.
Fondamentalement, ils tentent de protéger láutonomie du politique qui, pour les anciens
réalistes, justifiait léxistence de la discipline des relations internationales.” 148

Uno de los motivos por los que este segundo debate impulsó el auge y reformulación del
realismo clásico, se encuentra en la extrema debilidad metodológica que mostraba el realismo
clásico. En efecto, autores tan destacados como Carr; Spykman o Morgenthau, habían
concentrado su preocupación en las cuestiones referentes al núcleo central y a las hipótesis
auxiliares del heurístico positivo del programa, a costa de una escasa atención por las
cuestiones relativas al método, una laguna que tratará de subsanar el neorrealismo.

Por su parte, el neorrealismo contó con la seguridad de unos postulados y axiomas teóricos
suficientemente contrastados para cimentar sobre ellos nuevas interpretaciones, formuladas a
partir del empleo más riguroso del método. La incorporación de los análisis sobre la
estructura, los procesos de cambio, el alcance de los fenómenos económicos o la
interdependencia en la política internacional, siguieron respetando, en la pluma de los
neorrealistas, el papel referencial del Estado y de las relaciones interestatales basadas en el
poder. 149
146
- PALOMARES, G.- Teoría y concepto de las Relaciones Internacionales. Relaciones Internacionales 1.-
Edit. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid, 1ªde., 1ª reimp. 1995; págs. 79-84. 147- Respecto
del debate entre realistas y cientifistas, Arenal ha señalado:
“El debate entre el enfoque clásico y el enfoque científico o entre tradicionalistas y behavioristas sobrepasa,
sin embargo, el debate entre idealistas y realistas, pues tanto los partidarios del enfoque clásico como los del
enfoque científico pueden inscribirse en una perspectiva idealista o realista y viceversa. Se trata, pues, de un
debate más riguroso, por cuanto se centra en la perspectiva teórica y metodológica capaz de permitir a las
relaciones internacionales jugar un papel efectivo en el análisis de la realidad internacional.”
ARENAL, C. del.- Introducción... op. cit.; págs. 111-112.
EASTON, D.- “The New Revolution in Political Science”.- The American Political Science Review; vol. 63,
nº 4 (1969); págs. 1051-1061.
KAPLAN, M.A.- “The New Great Debate. Traditionalism vs Science in International Relations”.- World
Politics; vol. 19 (1966); págs. 1-20.
KNORR, K.E.; ROSENAU, J.N.- Contending Approaches to International Politics.- Edit. Princenton
University Press. Princenton, 1969; págs. 8 y ss.
148
- RIOUX, J.F.; KEENES, E.; LEGARÉ, G.- “Le néo-réalisme ou la reformulation du paradigme
hégémonique en relations internationales”.- Études Internationales; vol. XIX, nº 1 (1988); pág. 72. 149- “Los
Estados son las unidades cuyas interacciones forman la estructura de los sistemas políticos internacionales.
Durante mucho tiempo esto seguirá siendo de este modo.”
79

a).- El realismo clásico:

Como señalábamos, el realismo clásico se configura a partir del debate teórico explícito con
los idealistas y del implícito con los marxistas. Pero este debate teórico se desarrolla en un
período de la sociedad internacional dominado por los antagonismos entre las ideologías
fascistas, el marxismo-leninismo y las concepciones liberal-democráticas, que terminaron
enfrentándose en los campos de batalla y que, necesariamente, también se trasladaron a las
aulas y los centros académicos de las ciencias sociales.

En este contexto surgen los primeros autores que intentan sentar las bases teóricas de una
nueva ciencia que aspira a dar una interpretación de la política internacional, más que
elaborar un explicación de la complejidad de las relaciones internacionales. Esta diferencia de
partida es crucial, pues muchas de las críticas formuladas por autores ajenos al programa
realista y centradas sobre las insuficiencias explicativas de este programa frente a la riqueza y
diversas de la realidad internacional, son inconsistentes con las intenciones de los principales
autores realistas.

Por otra parte, hay que distinguir las aportaciones de aquellos autores que como Carr; 150
Spykman o Schwarzenberger, escribieron sus principales obras durante los años de la
contienda mundial y aquellos otros como Wight; 151 Morgenthau o Kennan, que lo hicieron
en los primeros años de la postguerra. Mientras los primeros tomaban como referencia de sus
análisis el sistema de Estados decimonónico y atribuían las causas del fracaso del sistema
internacional de entreguerras a los excesos morales del idealismo, imperante durante los años
veinte y treinta, los segundos incorporan, además, los fundamentos pragmáticos del sistema
político internacional impuesto por las potencias vencedoras, así como la emergente
bipolaridad entre Estados Unidos y la Unión Soviética. 152

Hay una tercera etapa del realismo clásico, durante las décadas de los cincuenta y los
sesenta, en la que junto a las obras de alguno de los autores señalados, aparecen las
aportaciones de autores como Aron, 153 Kissinger o el propio Hoffmann. 154 Sus obras, sin
renunciar a los postulados

WALTZ, K.N.- Teoría de... op. cit.; pág. 142.


150
- CARR, E.H.- The Twenty Year’s Crisis. 1919-1939.- Edit. MacMillan. Londres, 1ª ed. 1939. 151-
WIGHT, M.- Power Politics.- Edit. Royal Institute of International Affairs. Londres, 1946. 152- Senarclens
tiene razón cuando subraya la escasa preocupación teórica demostrada por estos autores de la
postguerra hacia el cambio decisivo que sobre la política internacional, especialmente desde su dimensión de
seguridad, iba a suponer el arma atómica. Ésta es un indicio significativo de que en la concepción que sobre la
seguridad y la guerra poseían estos autores, el referente seguía siendo el período de entreguerras y los conflictos
bélicos con armamento convencional, tal y como se había producido durante casi toda la contienda mundial,
antes que el nuevo sistema bipolar que se estaba configurando antes sus ojos.
SENARCLENS, P. de.- “El paradigma ‘realista’ y los conflictos internacionales”.- Revista Internacional de
Ciencias Sociales, nº 127 (1991); págs. 5-19.
153
- La obra internacional de Raymond Aron debe situarse en el contexto de su ingente aportación, como
intelectual y pensador francés, al conjunto de las ciencias sociales, especialmente a la Sociología y la Historia.
En este sentido, Aron representa un ejemplo de lo que puede dar de sí la interdisciplinariedad cuando se
desarrolla en un marco filosófico-teórico bien definido.
ARON, R.- Les guerres en chaîne.- Edit. Gallimard. París, 1953. (traducción de L.E. Pérez Roldán.- Un siglo
de guerra total.- Buenos Aires, 1973.)
Idem.- Paix et guerre entre les nations.- Edit. Calmann-Lévy. París, 1962. (traducción de Luis Cuervo.- Paz y
guerra entre las naciones.- Edit. Revista de Occidente. Madrid, 1963.)
80

básicos del realismo clásico, introducen importantes cambios en cuatro ámbitos: una
utilización más rigurosa de la historia como fundamento para el análisis de la política
internacional; la importante función atribuida a las relaciones económicas en la dinámica
interestatal; una preocupación central por el dilema nuclear y su impacto en la configuración
y funcionamiento del sistema bipolar y, finalmente, una significativa atención por las
cuestiones metodológicas. 155

Son precisamente estas nuevas y decisivas aportaciones, las que convierten a estos últimos
autores, especialmente a Aron y Hoffmann, en verdaderos puentes entre el realismo clásico y
el neorrealismo. Tal vez por esta razón, existen discrepancias en la adscripción, siempre
forzada, a alguno de los diversos paradigmas. 156 Sin embargo, consideramos que ambos
autores son fieles al núcleo central del realismo y que sus principales divergencias afectan a
cuestiones epistemológicas antes que a las bases ontológicas. De cualquier modo, sus trabajos
teóricos se revelaron decisivos para proyectar la influencia del realismo clásico hasta finales
de la década de los setenta.

b).- Valoración crítica del realismo clásico

Sin duda, el principal cuestionamiento de los postulados del realismo clásico procedieron
de los cambios experimentados por la realidad política internacional en un sentido
completamente opuesto a lo sustentado por la teoría. En efecto, la disuasión nuclear; el fin del
colonialismo y los procesos de integración regional, constituían tres importantes evidencias
contra la lógica del orden internacional anárquico y la lucha por el poder entre los Estados.

Idem.- La Republique impériale: les États-Unis dans le monde (1945-1972).- Edit. Calmann-Lévy. París,
1973. (traducción al castellano de D. Núñez y J.C. Caravaglia.- La República imperial. Los Estados Unidos en
el mundo, 1945-1972.- Madrid, 1976.)
Idem.- Penser la guerre, Clausewitz.- Edit. Gallimard. París, 1976. 2 vols.
Idem.- Mémoires.- Edit. Julliard. París, 1983.
Idem.- Les derniéres années du siècle.- Edit. Julliard. París, 1984. (traducción al castellano de Mauro
Armiño.- Los últimos años del siglo.- Edit. Espasa-Calpe. Madrid, 1985.)
Idem.- “En quête d’une philosophie de la politique étrangère”.- Revue Française de Science Politique; vol.
3 (1953); págs. 69-91.
Idem.- “De l’analyse des constellations diplomatiques”.- Revue Française de Science Politique; vol. 4
(1954); págs. 237-251.
Idem.- “Qu’est-ce qu’une théorie des Relations Internationales”.- Revue Française de Science Politique;
vol. 17 (1967); págs. 837-861.
Idem.- “En busca de la seguridad”.- Revista de Occidente; nº 23 (1983); págs. 5-20.
154
.- HOFFMANN, S.- Primacy or World Order. American Foreign Policy Since the Cold War.- Edit.
McGraw-Hill. 1980. (traducción al castellano de Mirta Rosenberg.- Orden mundial. La política exterior
norteamericana desde la Guerra Fría.- Edit. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1988)
155
- Entre los autores de esta tercera etapa del realismo clásico, Holsti agrega, a los ya citados, los nombres
de John Herz; Arnold Wolfers y Norman Graebner, por nuestra parte podemos mencionar también a
Hermann Kahn; Robert Osgood; Kenneth Thompson; Richard Rosecrance o Zbigniew Brzezinski, al
tiempo que en nuestro país Arenal incluye entre los autores realistas a Manuel Fraga y Tomás Mestre.
HOLSTI, O.R.- “Theories of International Relations and Foreign Policy: Realism and Its Challengers”.-
KEGLEY, Ch.W.(Jr).- Controversies in International Relations Theory. Realism and the Neoliberal
Challenge.- Edit. St. Martin’s Press. Nueva York, 1995; pág. 36.
ARENAL, C. del- La teoría de las relaciones internacionales en España.- Edit. International Law
Association. Madrid, 1979; págs. 71-75.
156
- Un ejemplo de las discrepancias a la hora de adscribir a estos autores lo encontramos en la propia
doctrina española. Mientras Truyol; Medina; Mesa y Arenal, adscriben a Aron en una categoría teórica propia
a la que se denomina “sociología histórica”, Barbé; García Picazo y yo mismo lo situamos en la corriente
realista, aunque admitiendo su singularidad, sobre todo en lo referente a la metodología.

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