Derecho de Daños - Unidad II
Derecho de Daños - Unidad II
Derecho de Daños - Unidad II
DERECHO DE DAÑOS
Enunciado.
Nociones.
La responsabilidad civil es la obligación de una persona que debe resarcir a otra por los daños que el
causante (el responsable) ha causado.
Puede ser (contractual o extracontractual), y requiere la presencia de ciertos presupuestos comunes,
sin los cuales no alcanza a configurarse. Ellos son: antijuridicidad, daño, factor de atribución y
relación de causalidad.
Antijuridicidad.
Concepto.
Una conducta es antijurídica cuando resulta contraria al ordenamiento jurídico integralmente
considerado. Debe ser valorada con perspectiva de unidad, lo cual determina que: una conducta que
viola cierto precepto legal es antijurídica si no encuentra una causa de justificación en otra norma.
Esta figura deriva de la contrariedad de la conducta con el derecho, y por lo tanto es independiente
de la voluntariedad y de la culpabilidad del agente.
De allí que, por ejemplo, la acción de un menor de diez años o de un insano pueda ser antijurídica;
una cosa es que media antijuridicidad en el obrar de un inimputable y otra distinta es que éste deba
responder civilmente por las consecuencias dañosas.
La antijuridicidad puede llevarse a cabo por medio de conductas individuales (positivas o negativas)
y también por actividades, donde se combinan conductas y otros factores técnicos, materiales u
organizativos, atribuibles no sólo al responsable sino también a sujetos bajo su control.
Principio de legalidad.
El artículo 19 de la CN sostiene que “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo
ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y
exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo
que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.”
Crisis.
Tradicionalmente la antijuridicidad o ilicitud de la conducta fue considerada un presupuesto
ineludible de la responsabilidad civil. Sin embargo en estas últimas décadas el concepto entró en
una profunda crisis, llegándose a afirmar que la sola causación de un daño injustamente sufrido
habilitaba a la víctima a solicitar su reparación (en tanto existiera causalidad y un factor de
atribución). En el CCyC se ha mantenido a la antijuridicidad como presupuesto de la
responsabilidad civil, aunque reformulándose su contenido. Además, como también se aceptaba con
anterioridad, existe responsabilidad civil por actos lícitos, aunque ésta es excepcional. Pero, antes de
ello, es necesaria la existencia de una acción, esto es, un obrar humano.
La acción.
Toda asignación de responsabilidad civil en cabeza de una persona presupone la existencia de un
obrar de la misma, aún en los casos de responsabilidad por el hecho de terceros, o por el hecho de
las cosas. En estos últimos casos el ordenamiento, aplicando las reglas de la causalidad, imputa
materialmente el hecho a quien se encuentra incurso en determinada situación jurídica con total
prescindencia de su voluntariedad.
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Puede acontecer por acción o por omisión, en tanto ambas conductas sean causalmente relevantes en
el plano jurídico para imputarlas materialmente a su autor.
Causas de justificación.
Legítima defensa.
El artículo 1718 del CCYC, en su inciso B, sostiene que “está justificado el hecho que causa un
daño: en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a
una agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y
sufre daños como consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener
una reparación plena”
Por lo tanto, para su configuración esta figura requiere:
Que medie una agresión ilegítima, actual o inminente, que genere peligro para intereses no
reprobados por el ordenamiento jurídico. Es ilegítima cuando se realiza sin derecho,
afectando intereses individuales o colectivos protegidos por el derecho propio o de terceros;
que sea inminente implica que no hay legítima defensa frente a un ataque que aun resultando
previsible, da margen para la adopción de otras medidas para su evitación. Asimismo, cuando
aquél ya ocurrió y no subsiste el peligro, la reacción del atacado significaría venganza o
justicia por mano propia.
Ausencia de provocación suficiente por parte del defensor. No hay legítima defensa cuando
quien se defiende ha provocado al agresor y ésta debe constituirse como verdadera agresión.
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Cuando el agente que actúa en defensa de un tercero, una calificada doctrina sostiene que
no debe haber provocación del agredido, y si la hubiere, no debe haber participado en ella
el defensor. Otro sector doctrinario considera que sólo es relevante que el defensor no
haya provocado la agresión para que se legitime su actuación, si concurren los demás
requisitos de la figura.
El agresor que sufre un daño causado por quien ejerce regular y legítimamente su
defensa, o la de un tercero, no tiene derecho a ser indemnizado.
Estado de necesidad.
Es la situación en que se halla una persona que, para apartar de sí o de otra, un peligro inminente
que amenaza sus bienes personales o patrimoniales, causa legítimamente un mal menor a un tercero,
que no es el autor del peligro.
En base al artículo 1718 incisos C del CCYC, los requisitos de esta figura son:
Que el agente actúe para evitar un daño en sentido amplio, actual o inminente, de otro modo
inevitable, que amenace a un tercero o a sí mismo. La amenaza debe ser real, inminente,
grave y verosímil.
Que la situación de peligro que se ha generado y que determina la actuación del agente no se
haya originado en un hecho suyo o de un tercero por quien él deba responder. Si ella
reconoce su causa en un proceder de éste que le resulta imputable, no podrá invocar el estado
de necesidad y deberá reparar el daño con plenitud.
Que el mal que se evita sea mayor que el que se causa, tratándose de un requisito
fundamental ya que el estado de necesidad se basa en el principio del interés prevaleciente.
La estimación de valores debe realizarse con criterio realista, ponderando los aspectos
económicos y los de naturaleza extrapatrimonial y espiritual.
Asimismo, el artículo citado reconoce al damnificado por el daño necesario derecho a ser
indemnizado en la medida en que el juez lo considere equitativo. La equidad asume una
doble función: actúa como factor de atribución y como elemento que modula la cuantía de
reparación, que puede no ser plena.
El juez posee facultades para determinar la procedencia o improcedencia de la reparación y
su entidad cualitativa y cuantitativa, ponderando prudencialmente las circunstancias de
persona, tiempo y lugar.
El artículo 1718 inciso A del CCYC sostiene que “está justificado el hecho que causa un daño: en
ejercicio de un derecho”, lo cual concuerda con el artículo 10 primer párrafo del CCYC, al afirmar
que “el ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una obligación legal no puede
constituir como ilícito ningún acto”.
Cumplimiento de un deber.
Esta causa de justificación de carácter genérico está mencionada en el artículo 10 del CCYC y
comprende e individualiza diversos casos, previstos expresamente en el CP: el cumplimiento de un
deber, el ejercicio de una autoridad o cargo y la obediencia debida. En tales supuestos el
ordenamiento jurídico, integralmente considerado, impone al agente, de manera imperativa, una
determinada conducta, que quien la ejecute, sin incurrir en excesos, es decir sin traspasar los límites
impuestos por la ley, por la autoridad o por la necesidad, no vea comprometida su responsabilidad
civil y penal.