Material para 1ra Clase. Resp. Civil

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RESPONSABILIDAD CIVIL EN ÁMBITOS EDUCATIVOS.

RÉGIMEN LEGAL
APLICABLE. ANTERIOR Y ACTUAL.

Introducción

En el Código Civil de Vélez Sarsfield, en el capítulo referido a "las obligaciones que


nacen de los hechos ilícitos que no son delitos" (es decir, a los cuasidelitos, según la
clasificación propia de ese cuerpo legal), se insertaba un artículo, el 1117, que hacía extensiva
a "los directores de colegios, maestros artesanos, por el daño causado por sus alumnos o
aprendices, mayores de diez años" la responsabilidad civil que el artículo anterior (1116)
asignaba a los padres respecto de "los hechos causados por los hechos de sus hijos".

El art. 1117, según la redacción dada por esa ley, dijo: "Los propietarios de
establecimientos educativos privados o estatales serán responsables por los daños causados o
sufridos por sus alumnos menores cuando se hallen bajo el control de la autoridad educativa,
salvo que probaren el caso fortuito. Los establecimientos educativos deberán contratar un
seguro de responsabilidad civil.
A tales efectos, las autoridades jurisdiccionales dispondrán las medidas para el
cumplimiento de la obligación precedente. La presente norma no se aplicará a los
establecimientos de nivel terciario o universitario"(1).

Esta norma, a su vez, dio lugar a una renovada jurisprudencia y doctrina construidas en
torno a ella. El cambio más evidente consistió en abandonar la responsabilidad subjetiva
endilgada a los "directores" de colegios, por una responsabilidad de naturaleza objetiva
atribuida a "los propietarios de establecimientos educativos", que ciertamente pueden ser tanto
personas humanas como personas jurídicas. La responsabilidad se hizo objetiva de manera
extrema, ya que únicamente era posible liberarse de ella probando el caso fortuito: esto es, ni
la prueba de la diligencia o falta de culpa del propietario del colegio y ni siquiera la prueba de la
culpa de la víctima o de un tercero por quien no debiera responder eran, en principio,
suficientes para liberar de responsabilidad al empresario educativo.

En el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (CCC) aprobado por la ley 26.994 se
incluye un artículo que reproduce en líneas generales la norma recién transcrita. A primera
vista parece no haber allí grandes novedades. Sin embargo, en el texto se han introducido
cambios más o menos sutiles, cuya relevancia es necesario determinar. Pero además la norma
se inserta en un contexto diferente, una legislación nueva en materia de responsabilidad civil, y
también en otras materias que inciden en la cuestión, como la referida a la responsabilidad
parental, capacidad de los menores de edad, régimen de prescripción, etcétera.
La nueva norma ahora vigente, que lleva el número de art. 1767, dice:
"Responsabilidad de los establecimientos educativos. El titular de un establecimiento educativo
responde por el daño causado o sufrido por sus alumnos menores de edad cuando se hallen o
deban hallarse bajo el control de la autoridad escolar. La responsabilidad es objetiva y se exime
solo con la prueba del caso fortuito. El establecimiento educativo debe contratar un seguro de
responsabilidad civil, de acuerdo a los requisitos que fije la autoridad en materia aseguradora.
Esta norma no se aplica a los establecimientos de educación superior o universitaria".

Los cambios en la norma y su alcance

Algunos de los cambios o novedades en el texto son meramente de redacción. Por


ejemplo, el paso del plural ("Los propietarios...") al singular ("El titular..."), o la inserción de un
título o acápite al artículo ("Responsabilidad de los establecimientos educativos") que no existía
en el texto anterior y que, además de innecesario, genera alguna confusión.

Otras modificaciones parecen o pueden tener mayor sustancia y exigen, por lo menos,
intentar dilucidar si obedecen a una intención del legislador de modificar el contenido de la
norma o solamente a alguna preferencia estética del redactor. Hay que decir, sin embargo, que
aun si fuera este último caso, dado que la norma tiene vigencia en sí misma más allá de la
intención subjetiva de quien la haya escrito, es posible que lo que haya pretendido ser una
redacción alternativa supuestamente más elegante implique en los hechos una modificación
sustantiva del régimen jurídico.

los cambios que se advierten son:

a) El artículo tiene una rúbrica novedosa que refiere a la "Responsabilidad de los


establecimientos educativos", lo que parece denotar una cierta personalización de los
establecimientos mismos.

b) En el texto estricto, la responsabilidad no se asigna ya a "los propietarios de


establecimientos educativos privados o estatales", como en la ley anterior, sino a "el titular de
un establecimiento educativo".

c) Ya no se menciona en forma taxativa a las escuelas estatales, como en la norma


derogada.

d) Se añade la responsabilidad por daños sufridos o causados por alumnos que "deban
hallarse" al cuidado de las autoridades escolares, y no solamente a los que se hallasen
efectivamente bajo tal
cuidado.

e) Se explicita el carácter objetivo de la responsabilidad.


f) Hay una referencia a la autoridad en materia de seguros, en lugar de la anterior a las
"autoridades jurisdiccionales".

g) Se reemplaza la referencia a "establecimientos de nivel terciario" por otra a


"establecimientos de educación superior".

Sujetos responsables

La primera novedad es la rúbrica, "Responsabilidad de los establecimientos educativos".


Tomada aisladamente, parece indicar que el sujeto responsable es "el establecimiento
educativo". Sin embargo, no es así.

Ante todo, no existe un tipo de persona jurídica "establecimiento educativo", ni en la


enumeración del art. 148 del CCC ni en ninguna otra parte. El término aparece únicamente en
este artículo del Código. El "establecimiento educativo" no es el sujeto al que se endilga
responsabilidad, sino el ámbito en el que ella se suscita. El error posiblemente sea el uso de la
preposición "de" en lugar de la más apropiada "en"(2). La imprecisión (que es equivalente a
hablar, por ejemplo, de "responsabilidad de las estaciones de servicio" o "responsabilidad de
las autopistas" para aludir a la búsqueda de quien sea responsable por los daños que ocurran
en esos sitios) es impropia de un texto legal, aunque pueda servir para introducir el tema.
Como en tantos otros supuestos, hubiera sido preferible prescindir de la rúbrica.

El segundo cambio consiste en sustituir como sujetos responsables a "los propietarios


de establecimientos educativos privados o estatales", como decía la ley anterior, por "el titular
de un establecimiento educativo". El paso del plural al singular es irrelevante. Es claro que si en
algún caso los titulares son varios, comparten la responsabilidad aunque el artículo está
redactado en singular.

Por "propietarios", como decía el Código anterior, podría haberse entendido a los
propietarios del inmueble en el que funciona la escuela, los titulares del derecho real de
dominio. Aunque claramente el sentido de la norma era y es otro. El sujeto responsable no es
el dueño del inmueble (que puede haberlo entregado en locación o en comodato o por algún
otro título a otra persona humana o jurídica para que allí funcione la escuela), sino el titular o
propietario de la escuela misma, el empresario educativo (tenga o no fin de lucro en esa
empresa). Eventualmente, la responsabilidad del propietario del inmueble se regirá por lo
dispuesto en el art. 1757 del CCC, equivalente del antiguo art. 1113(3).

El concepto de "titular" es equívoco jurídicamente. No aparece en la Ley General de


Educación (26.206), que dice quiénes tienen derecho a prestar servicios educativos(4),
aclarando que "los servicios educativos de gestión privada sindica estarán sujetos a la
autorización, reconocimiento y supervisión de las autoridades educativas jurisdiccionales
correspondientes" (art. 62).
Por lo tanto, "titular" será la persona humana o jurídica que haya organizado el servicio
educativo de que se trate y lo gestione, sujeto a la supervisión estatal, con independencia de
quién sea el propietario del inmueble en el que la escuela funcione (que puede ser el mismo
titular o un tercero a quien no aplica este régimen especial de responsabilidad).

Hay en la norma otra modificación, referida a los sujetos. La responsabilidad existe


respecto de los daños causados o sufridos por alumnos que se encuentren sometidos a la
"autoridad escolar". El texto anterior hacía referencia a la "autoridad educativa". No se advierten
las razones o alcances del cambio. El término "autoridad escolar" tampoco aparece en la Ley
General de Educación, pero parece aludir claramente a la autoridad del establecimiento escolar
o educativo del que se trata en concreto, donde ocurrió el daño. Con el texto anterior no había
duda alguna al respecto, aunque alguien hubiera podido pensar que la "autoridad educativa"
era el Ministerio de Educación o autoridad equivalente de cada jurisdicción(5). En ese sentido
la redacción dada ahora a la norma es más precisa y evita cualquier equívoco.

Alcance de la norma: escuelas de gestión estatal y educación no formal

Un cambio de gran relevancia es que ya no se menciona en forma taxativa a las


escuelas estatales como en la norma derogada. Esta era aplicable a "establecimientos
educativos privados o estatales", sin dejar lugar a dudas de la inclusión de unos y otros. Ahora,
el CCC solo menciona los "establecimientos educativos".

Podría pensarse que la simplificación estaba justificada porque, si la suma de los


"privados" y los "estatales" era igual al total, no hacía falta mencionar a ambas especies.
Aunque en realidad eso no es tan exacto, porque el Sistema Educativo Nacional está integrado
por las escuelas "de gestión privada", "de gestión estatal", "de gestión social" y "de gestión
cooperativa" (arts. 13 y 14, ley 26.206).

Pero, de cualquier manera, el problema serio que se presenta no deriva del artículo que
venimos analizando tomado en forma aislada, sino del hecho de que los dos artículos
inmediatamente anteriores a él (1765 y 1766) fueron alterados por el Poder Ejecutivo respecto
del anteproyecto de Código.

En el texto aprobado por el Congreso, según esa decisión del Ejecutivo, se excluye del
régimen del Código Civil y Comercial la responsabilidad tanto del Estado como de los
funcionarios públicos; esa materia queda sujeta a lo que disponga el derecho administrativo
local.

Frente a la claridad de esas normas, contiguas a la referida a la responsabilidad de los


titulares de establecimientos educativos, y a la expresa y simultánea exclusión de la mención a
las escuelas estatales, no parece caber otra conclusión que limitar el alcance de la aplicación
del art. 1767 a las escuelas de gestión privada, cooperativa y social(6), pero no a las de gestión
estatal.
Ahora bien, esta conclusión lleva a una solución injusta y discriminatoria: los alumnos de
escuelas de gestión privada y sus familias están protegidos por una norma que garantiza su
indemnidad frente a cualquier daño que sufran en ese ámbito, mientras que los alumnos de las
escuelas de gestión estatal estarían desamparados y librados a lo que hubieran dispuesto las
normas administrativas locales, suponiendo que ellas existan. Como dice Kemelmajer de
Carlucci, "no hay razones lógicas para que los mismos daños tengan un régimen jurídico
diverso según quién sea el dañador"(7).

Más allá de los cuestionamientos que en general se han hecho al régimen de los arts.
1765 y 1766, que exceden el marco de esta nota, en el caso concreto parece claro que esa
diferencia de trato no tiene justificación, es arbitraria y, como tal, cabe tildar de inconstitucional.
Habrá que esperar a la jurisprudencia, pero no es difícil prever que los jueces aplicarán, al
menos por analogía, las disposiciones del art. 1767 también a los casos de daños ocurridos en
el ámbito de escuelas de gestión estatal.

Para solucionar esta situación, Alferillo considera que debe acudirse a las normas de
protección del consumidor, ya que la Ley de Defensa del Consumidor (24.240) abarca a los
usuarios de servicios públicos gratuitos, entre los que estarían los alumnos de colegios de
gestión estatal, lo que es reforzado por el art. 1092 del CCC(8). Sin embargo, no es del todo
claro cómo de esa constatación pueda derivarse la aplicación del régimen de responsabilidad
civil del CCC al Estado, cuando ese cuerpo lo excluye expresamente.

La reforma ha dejado sin resolver una cuestión discutida en doctrina y jurisprudencia: la


aplicabilidad de la norma a establecimientos o actividades que genéricamente pueden
considerarse "educativos", pero son ajenos a la educación formal (como la actividad de un
grupo scout, de una academia de idiomas particular, o de un grupo infantil o juvenil en una
parroquia o iglesia). No obstante, alguna jurisprudencia que –aplicando el código anterior–
aceptó esa interpretación extensiva(9), pareciera que es un exceso y que esas actividades no
son las previstas por la norma(10).

Por qué daños se responde

La responsabilidad de los titulares de colegios sigue referida a daños "causados o


sufridos" por los alumnos, pero se amplía, al menos en lo literal, el concepto actual. Según la
norma, no solamente se responde cuando los alumnos causantes o sufrientes del daño "se
hallen" bajo el control de la autoridad escolar, como ocurría ya bajo la vieja norma, sino también
cuando ellos "deban hallarse" bajo ese control.

No hay duda de que la responsabilidad se suscita si el alumno que sufre o causa el


daño está efectivamente bajo el control de la autoridad escolar. En tal supuesto el evento
dañoso es fácilmente vinculable a una omisión de las diligencias debidas por parte de la
autoridad escolar, a la clásica culpa in vigilando, más allá de que la responsabilidad es objetiva
–como veremos– y no derivada de esa culpa.
Pero el propietario del colegio también responde si el alumno que causa o sufre el daño
"debía hallarse" bajo su vigilancia y autoridad, aunque de hecho no lo estuviese.

Algunos casos para analizar

Ese "deber ser" se refiere a una circunstancia de lugar y de tiempo. Si el alumno estaba
en el colegio, la autoridad colegial es responsable de lo que haga o le pase, aunque de hecho
haya omitido la vigilancia y cuidado que eran esperables. Pero también responde si el alumno
se ha sustraído a esa vigilancia ausentándose de la escuela en un momento en que debía estar
allí. Concretamente, si ha salido de la escuela en horario escolar sin la expresa conformidad de
los padres o responsables legales(12).

La responsabilidad de la autoridad escolar existe en el ámbito propiamente escolar, pero


también en otros conexos, como campos de deportes u otros lugares a los que hayan sido
llevados los alumnos para desarrollar actividades educativas. Se extiende a las excursiones,
campamentos, viajes de estudio organizados por la escuela, salidas educativas, actividades
solidarias organizadas por la escuela, torneos intercolegiales. Y todo ello sea dentro o fuera del
horario escolar. En definitiva, circunstancias o actividades en las que los padres han dejado a
los hijos al cuidado de la autoridad escolar, incluso si algunos de ellos se encontraban
presentes como espectadores(13).

Si en esas circunstancias el alumno se sustrae a la vigilancia de sus educadores, existe


responsabilidad por los daños que cause o sufra. Con más razón, si está efectivamente bajo
esa vigilancia.

En cambio, la responsabilidad no se genera si el alumno no llegó nunca a la escuela, no


ingresó en ella(14), aunque hubiera salido de su casa rumbo a ella. Es decir, no se produjo
efectivamente el traspaso de vigilancia de los padres a la escuela. En concreto, no solamente
no se produce la responsabilidad de la autoridad escolar por daños in itinere, sino tampoco si el
alumno se desvía de su trayecto y en lugar de ingresar a la escuela decide "ratearse" o
sustraerse a sus obligaciones escolares.

No hay responsabilidad de las autoridades escolares por los daños sufridos por
alumnos en el curso de un viaje organizado por las familias o los propios alumnos sin ninguna
intervención de la escuela, o una excursión o actividad organizada por los padres fuera del
ámbito escolar, aunque todos los alumnos de un grado o curso participen en ella. Tampoco hay
responsabilidad de la autoridad escolar por daños que causen sus alumnos fuera de la escuela
y del horario escolar, aunque lo hicieran en grupo y vistiendo el uniforme escolar(15).

La responsabilidad de la autoridad escolar cesa cuando el alumno traspone el umbral


de la escuela, en el horario previsto para eso y siendo retirado por sus padres o por persona
autorizada por ellos, o se retira por sus propios medios si estaba autorizado por sus padres a
hacerlo solo(16).
Carácter objetivo de la responsabilidad

La nueva redacción de la norma hace explícito algo sobre lo que había ya amplio
consenso: la responsabilidad del "titular" de la escuela (empresario escolar) es objetiva, es
decir, no depende de que haya existido culpa (y mucho menos dolo) de su parte.

Se ha dicho que el fundamento de objetivar la responsabilidad es la obligación tácita de


garantía que está implícita en el contrato de educación(17).

El titular del establecimiento sólo puede eximirse mediante la prueba del caso fortuito.
No hay cambios de redacción en ese aspecto de la norma.

Al respecto, conviene notar que el art. 1730 del CCC mantiene el concepto de caso
fortuito o fuerza mayor que ya existía en el código anterior: "El hecho que no ha podido ser
previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser evitado".

Con la aclaración expresa de que en el Código "caso fortuito" y "fuerza mayor" son
sinónimos. De manera que no solamente exime de responsabilidad el hecho imprevisible, sino
también el inevitable.

La casuística acerca de qué es caso fortuito y qué no lo es en el ámbito escolar es muy


extensa y valen al respecto las elaboraciones hechas en torno de la norma anterior, que, como
decimos, en esto no ha variado.

Al decir el artículo que "solo" se exime el responsable probando el caso fortuito, está
diciendo que no basta con probar que ha puesto los medios esperables para ejercer la
vigilancia debida; o con alegar y probar la culpa de un tercero en tanto ella no configure el
casus. Pero, si el hecho del tercero por el que no se debe responder es imprevisible o
inevitable, constituye un supuesto de caso fortuito que libera al empresario escolar por lo
previsto en el art. 1731 del CCC(18).

Obviamente, la existencia de esta responsabilidad objetiva no excluye la posibilidad de


que haya también responsabilidades subjetivas.

Si un alumno adolescente, con discernimiento suficiente, daña a otro, incurrirá en


responsabilidad personal según su culpa o dolo, más allá de la responsabilidad que quepa a la
autoridad escolar. Lo mismo ocurre si ha existido una conducta dañosa (ilícita) de un docente o
un empleado: en este caso el propietario del establecimiento tiene una doble responsabilidad
objetiva (la que estamos analizando y la del principal por el dependiente del art. 1753 del CCC),
pero eso no excluye la responsabilidad personal de este último fundada en su culpa o dolo.

En estos casos nos encontraremos frente a responsabilidades concurrentes, en los


términos del art. 850 del CCC, por el que varios deudores deben el mismo objeto en razón de
causas diferentes.
Por último, es también claro que la responsabilidad objetiva en los términos del art. 1767
puede concurrir también con otras responsabilidades objetivas del propietario del
establecimiento educativo, si este es además propietario de alguna cosa riesgosa o viciosa que
hubiese intervenido en la causación del daño (art. 1757 y concs., CCC), o por su calidad de
empleador o principal de un dependiente que haya tenido responsabilidad personal en el
hecho.

El seguro de responsabilidad civil

El art. 1767 mantiene la obligatoriedad de contratación de un seguro de responsabilidad


civil, que ya existía en la norma derogada y había sido una de las innovaciones de la ley
24.830(19).

Hay, sin embargo, un cambio sutil, ya que el texto anterior delegaba en la "autoridad
jurisdiccional" las "medidas para el cumplimiento" de esa obligación. En educación la "autoridad
jurisdiccional" es la autoridad educativa de cada jurisdicción, provincia o Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (ministerio, dirección de escuelas o como se llame).

Ahora, la norma no hace ninguna referencia a esa autoridad jurisdiccional y, en cambio,


remite a "los requisitos que fije la autoridad en materia aseguradora", que no es otra que la
Superintendencia de Seguros de la Nación.

Sin embargo, el silencio de este artículo del CCC no implica que la autoridad educativa
(jurisdiccional) no tenga el derecho e incluso el deber de vigilar que la obligación de contratar el
seguro de responsabilidad civil sea efectivamente cumplida. La autoridad en materia de
seguros es quien puede y debe diseñar el contenido de las pólizas, pero la autoridad en
materia educativa es la que debe controlar que el seguro haya sido contratado y esté vigente.

Los alumnos protegidos

No hay en el CCC ningún cambio respecto de las personas que resultan protegidas por
la norma en análisis. La única modificación es meramente de redacción, ya que antes se decía
"los alumnos menores", mientras que ahora se dice "los alumnos menores de edad", lo que
notoriamente es lo mismo.

Más allá del texto del art. 1767, tampoco hay cambios indirectos, porque en el CCC la
mayoría de edad se mantiene en los 18 años, como ya ocurría desde la aprobación de la ley
26.579 del año 2009. Quedan, por lo tanto, fuera de este régimen especial y sujetos a las
normas generales en materia de responsabilidad los daños causados o sufridos por mayores
de edad, sean o no alumnos.

En el concepto de menores de edad están incluidos también los emancipados por


matrimonio (art. 27, CCC): el emancipado no deja de ser menor por la emancipación ni alcanza
la mayoría de edad. Solo alcanza una mayor y casi plena capacidad civil, pero lo que está en
juego aquí no es la capacidad para celebrar actos jurídicos(21).

La responsabilidad de los titulares de establecimientos educativos se suscita con el


alcance que le da el art. 1767, tanto respecto de daños sufridos por los alumnos menores de
edad por cualquier causa como por los que ellos causen a otros alumnos, a docentes o
personal del colegio o a cualquier tercero. Los daños indemnizables son tanto los patrimoniales
como los no patrimoniales (art. 1738 y concs.).

Como decíamos antes, la responsabilidad objetiva del titular del establecimiento


educativo no elimina ni sustituye la eventual responsabilidad subjetiva de quien haya causado
el daño por su culpa o dolo.

El autor del daño, responsable concurrente, puede ser un alumno menor de edad. En
este sentido, el CCC contiene una novedad respecto del régimen anterior, atinente a la
imputabilidad de los menores. Porque en el viejo código se distinguía entre menores impúberes
(hasta los 14 años) y menores adultos (a partir de los 14 años). Ahora el límite se ha corrido
"hacia abajo" y es a partir de los 13 años que el menor se denomina adolescente. A esa edad
se presume que el menor tiene discernimiento para los actos lícitos (art. 261, CCC), mientras
que no ha variado la edad de discernimiento para los actos ilícitos, que se mantiene en los 10
años.

El deber de prevención

Más allá del caso concreto que venimos examinando, uno de los cambios relevantes en
el CCC es la reformulación del llamado "derecho de daños", que incluye la regulación del deber
de prevenir el daño. Se trata de un régimen general, pero que naturalmente tiene aplicación en
el ámbito escolar.

El principio establecido en el art. 1710 es: "Toda persona tiene el deber, en cuanto de
ella dependa, de: a) evitar causar un daño no justificado; b) adoptar, de buena fe y conforme a
las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño, o disminuir su
magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un tercero
sería responsable, tiene derecho a que este le reembolse el valor de los gastos en que incurrió,
conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño, si ya se produjo".

No se trata de algo completamente novedoso en el ámbito escolar. La Ley de Educación


ya prevé (art. 67, inc. e]) que es una obligación de los docentes "proteger y garantizar los
derechos de los/as niños/as y adolescentes que se encuentren bajo su responsabilidad, en
concordancia con lo dispuesto en la ley 26.061".

Lo que implica el deber de prevenir los posibles daños. Al mismo tiempo, el art. 127
declara el derecho de los alumnos a "ser protegidos/as contra toda agresión física, psicológica
o moral".
El deber de prevención del daño en las escuelas debe concretarse en el cuidado
respecto de la seguridad de las instalaciones y los útiles, la atención a los riesgos propios de la
actividad escolar, el cuidado y vigilancia de los alumnos en clase y fuera de ella, etcétera.

En este campo cobra relevancia la norma del art. 1725 del CCC: "Cuanto mayor sea el
deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible
al agente y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias. Cuando existe una
confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones
particulares de las partes".

Conclusiones

La rápida revisión precedente demuestra que en materia de responsabilidad civil en


establecimientos educativos el CCC ha modificado el régimen anteriormente vigente en varios
aspectos de distinta relevancia.

Se mantiene un régimen especial de responsabilidad objetiva con fuertes restricciones a


la posibilidad de evadirse de él. Sin embargo, por esa misma especialidad, hay que afirmar que
es un régimen de interpretación restrictiva, o mejor dicho, estricta: no cabe aplicarlo a
situaciones ajenas a las expresamente previstas en la norma, ni siquiera por analogía. No hay
que olvidar que, si bien en el CCC se verifica una cierta expansión de la objetivación de la
responsabilidad, la regla sigue siendo la responsabilidad subjetiva, tal como expresa el art.
1721: "La atribución de un daño al
responsable puede basarse en factores objetivos o subjetivos. En ausencia de normativa, el
factor de atribución es la culpa".

El criterio de interpretación estricta lleva a considerar la necesidad inversa de interpretar


con razonable amplitud la existencia de supuestos de caso fortuito, única posibilidad de eximir
de responsabilidad al empresario escolar. Así, por ejemplo, si bien no resulta imprevisible la
conducta impulsiva e incluso violenta de los niños, esto es así dentro de ciertos límites y
razonabilidad: es previsible que un niño empuje a otro y lo lastime jugando en el recreo, pero
no es previsible que haya un tiroteo en la calle entre delincuentes y la policía y una bala perdida
lastime a un alumno que estaba en clase.

Con razón, se ha señalado que a los propietarios de establecimientos educativos se los


carga con una responsabilidad desmesurada en relación con la que pesa sobre los propietarios
de cualquier otro establecimiento o empresarios de cualquier otra actividad. Por ejemplo, no
permitir que se liberen de esa responsabilidad cuando exista claramente culpa de la propia
víctima que se daña a sí misma resulta exagerado(23).

Para los propietarios o responsables de establecimientos educativos, la nueva


legislación es una concreta invitación a redoblar la prevención de los daños, no solamente por
el deber genérico que el CCC enfatiza en ese sentido, sino también en interés propio por la
gravosidad de las responsabilidades anejas a esa actividad. No basta con la contratación de un
seguro de responsabilidad civil (que obviamente debe realizarse no solo por ser obligatorio,
sino por ser una elemental medida de prudencia y buena administración). Por otra parte, la
prevención del daño va estrechamente de la mano de la función propia de las escuelas, que es
educar: también en ese cuidado de sí mismo, del otro y de las cosas deben ser educados los
alumnos, como parte de su proceso formativo integral.

(*) Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes trabajos publicados en El
Derecho: Responsabilidad del Estado por el hecho de los dependientes-docentes. El acto de altruismo
de un menor (Muerte por asfixia por inmersión), por Fernando A. Sagarna, ED, 171-13; La
responsabilidad de los propietarios de Establecimientos Educativos en el nuevo artículo 1117 del Código
Civil, por Eduardo A. Sambrizzi, ED, 176-853; La mutación de la obligación de seguridad o garantía: de
una responsabilidad objetiva a otra subjetiva, por Jorge Mosset Iturraspe, ED, 186-1089; Concausas y
responsabilidad objetiva, por Mariano Gagliardo, ED, 244-311; Relación de consumo y responsabilidad
objetiva, por Mariano Gagliardo, ED, 245-460; El efecto expansivo del deber de reparar. Evolución y
actualidad de la obligación de seguridad, por Marcelo O. Vuotto, ED, 255-816; El daño punitivo ante
supuestos de responsabilidad objetiva, por Marcelo Quaglia, ED, 253- 48; El fino límite de la confusión
entre antijuridicidad y nexo causal. A propósito de la responsabilidad civil de los establecimientos
educativos, por Néstor Parisi, ED, 255-57; Reflexiones sobre la ley 26.892 contra el bullying, por Tomás I.
González Pondal, ED, 256-730; De la presunción de culpa a la responsabilidad objetiva. Caso del
propietario del establecimiento educativo público o privado, por Mariano Gagliardo, ED, 257-335;
Obligación de seguridad y factor de garantía (a propósito de la responsabilidad de los establecimientos
educativos), por Mariano Gagliardo, ED, 264-354. Todos los artículos citados pueden consultarse en
www.elderecho.com.ar. (**) El autor es Abogado, profesor protitular ordinario de Derecho Civil, Facultad
de Derecho y Facultad de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Católica Argentina.
(1) El artículo pasó a tener el número 1089 en el texto del Código Civil, renumerado como ley E-0026 por
la ley 26.939 que aprobó el Digesto Jurídico Argentino. Luego, la ley 26.994, art. 4o, derogó el Código
Civil identificándolo con su vieja numeración (ley 340). (2) Si se dijese "Responsabilidad en los
establecimientos educativos", quedaría más claro cuál será el objeto del artículo.
(3) De acuerdo: Villagrán, Santiago, La responsabilidad de los propietarios de establecimientos
educativos en el proyecto de Código, LL, 2013-A-637.
(4) Art. 63: "Tendrán derecho a prestar estos servicios la Iglesia católica, las confesiones religiosas
inscriptas en el Registro Nacional de Cultos; las sociedades, cooperativas, organizaciones sociales,
sindicatos asociaciones, fundaciones y empresas con personería jurídica y las personas físicas".
(5) El término "autoridades educativas" sí aparece reiteradamente en la ley 26.206 con ese alcance. A
veces se las denomina "autoridades jurisdiccionales" para remarcar que la educación es competencia de
cada provincia o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
(6) López Herrera manifiesta que el régimen se aplica también a las escuelas que llama públicas, como
sinónimo de escuelas de gestión estatal (por oposición a las privadas), pero no ofrece ningún argumento
para justificar la afirmación (López Herrera, Edgardo, comentario al art. 1767 en Rivera, Julio C. -
Medina, Graciela, Código Civil y Comercial de la Nación comentado, Buenos Aires, La Ley, 2015, t. V,
pág. 13). Sagarna opina que el régimen del art. 1767 no es aplicable a los establecimientos escolares
nacionales (que casi no existen), pero sí a los provinciales o municipales (Sagarna, Fernando,
Responsabilidad directa y por el hecho de terceros en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, en
Suplemento Especial Nuevo Código Civil y Comercial, 2014, La Ley online). Alferillo, en criterio que
compartimos, considera injustificada esta distinción (Alferillo, Pascual, comentario al art. 1767 en Alterini,
Jorge H. [dir.], Código Civil y Comercial comentado. Tratado exegético, 2a ed., Buenos Aires, La Ley,
2016, t. VIII, pág. 429). (7) Kemelmajer de Carlucci, Aída, La responsabilidad civil de los establecimientos
educativos en Argentina después de la reforma de 1997, LL, 1998-B-1047, esp. pág. 1057.
(8) Alferillo, Pascual, comentario al art. 1767, cit., pág. 429. (9) CNCiv., sala C, "R., G. c. Scouts de
Argentina", 7-4-11, JA, 30- 11-11; STJ San Luis, 8-7-10, "Domínguez c. Sociedad Italiana", LLGran Cuyo,
2010, pág. 866; CNCiv., 29-3-12, "I., M. c. Arzobispado de Buenos Aires s/daños y perjuicio s", El Dial
AA7581.
(10) En contra, Kemelmajer de Carlucci, Aída, La responsabilidad civil..., cit., quien opina que "la ley
contempla todos los supuestos en que la enseñanza se imparte a un menor a través de una organización
de tipo empresarial que supone control de una autoridad", caso que identifica con un instituto de idiomas,
diferenciándolo de una maestra particular. Pero a pesar de la opinión personal de esta autora,
corredactora del CCC, la norma aprobada no resuelve la cuestión.
(11) Cfr. CCiv., Com., Minas, de Paz y Tributaria de Mendoza, sala III, "Castillo c. Dirección General de
Escuelas", 20-10-09, La Ley online.
(12) Cfr. CNCiv., sala M, "F., G. c. GCBA", 14-12-12, Revista de Derecho de Daños, 2014-2, pág. 391.
(13) CNCiv., sala L, 3-7-09, "S., A. A. c. Sociedad Escolar y Deportiva Alemana Lanús Oeste", Revista de
Derecho de Daños, 2014-2, pág. 395.
(14) De acuerdo: López Herrera, Edgardo, comentario al art. 1767, cit., pág. 15. (15) En un caso así
podrá hacerse un reproche moral pero no jurídico. En una situación así, la propia escuela es también
damnificada, porque ve dañada su imagen. Cfr. CNCiv., sala B, 26-6-08, "M. C., P. E. c. González",
Revista de Derecho de Daños, 2014-2, pág. 396.
(16) En ese sentido, parece exagerada y carente de sustento legal una sentencia judicial que
responsabilizó al colegio por el daño sufrido en la calle por un alumno que se había retirado del ámbito
escolar y al cruzar la calle fue atropellado por un automotor. La sentencia extendió la responsabilidad a
"las cercanías" del colegio, pero no parece que la autoridad escolar pueda tener el control de lo que
ocurre en la vía pública o de la conducta atolondrada que un joven tenga en ella como para hacerla
responsable de los daños sufridos. Cfr. CNCiv., sala H, 18-12-07, "C., J. D. C. y otro c. Vázquez, Gonzalo
Gastón y otros s/ daños y perjuicios", Revista de Derecho de Daños, 2014-2, pág. 396.
(17) Incluso antes de la reforma de la ley 24.830 al viejo código, la doctrina ya señalaba que, aunque no
pudiera decirse que había una obligación de resultado consistente en devolver al niño sano y salvo a sus
padres, sí existían obligaciones implícitas en el contrato de educación consistentes en poner todos los
medios para evitar daños a los alumnos, tanto en lo edilicio como respecto del personal asignado a la
tarea de cuidado de los menores (Bustamante Alsina, Jorge, Responsabilidad civil de los
establecimientos de enseñanza, LL, 1984-B-73).
(18) En algún caso, la jurisprudencia consideró que el hecho súbito que no da tiempo a intervenir para
evitarlo, aunque esté dentro de las posibilidades de lo que ocurre en una escuela (como el hecho de que
un alumno arroje un objeto a otro), configura el casus eximente de responsabilidad: "Se trató de un
hecho súbito, repentino e imprevisible que impidió una intervención eficaz y tempestiva por parte de la
demandada, no pudiéndose atribuir un incumplimiento al deber tácito de seguridad asumido, ni se probó
deficiencias en la guarda o asistencia, ya que la existencia de más profesores en el lugar de los hechos
tampoco hubiera evitado su ocurrencia" (CNCiv., sala K, autos "Mendoza, Carina Andrea y otro c.
Arzobispado de Buenos Aires y otros", del 8-2- 11. Del voto del Dr. Oscar J. Ameal). En el mismo sentido,
CCont.-adm. y Trib. Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
3-8-15, "González, Alicia Luisa c. GCBA y otros s/daños y perjuicios", Expte.: EXP. 25433/0, Infojus.
(19) Hay una redacción inadecuada, pero que se arrastra desde la ley 24.830 y que seguramente explica
la ya mencionada equivocidad del acápite del artículo. Dice este que "los establecimientos" deben
contratar un seguro. No es el establecimiento quien lo hace, sino su titular o propietario, para cubrir la
responsabilidad por hechos ocurridos en el establecimiento.
(20) La solución ha sido cuestionada en su acierto por Camilo Tale, quien, sin embargo, dice que de
todos modos los alumnos universitarios están protegidos en relación con los daños que sufran por la Ley
de Defensa del Consumidor (art. 40), que establece la responsabilidad objetiva del proveedor de
servicios a favor del consumidor (Responsabilidad civil de los padres por daños causados por sus hijos
menores de edad y de los propietarios de establecimientos educativos por daños sufridos por sus
alumnos y por daños causados por estos en el Código Civil vigente y en el proyecto de nuevo código,
Revista de Derecho de Daños, 2014-2, pág. 135).
(21) De acuerdo, Tale, Camilo, Responsabilidad civil..., cit., pág. 127 (quien cita la opinión contraria de
Matilde Zavala de González).
(22) No es este el lugar para analizar el éxito o, en todo caso, el alcance de esa pretensión.
(23) Tale, Camilo, Responsabilidad civil..., cit., pág. 137. El autor pone el ejemplo de un alumno de
quince años (con pleno discernimiento) que, desobedeciendo una prohibición expresa de la autoridad
escolar, realiza una actividad peligrosa (subirse a un techo, manipular conductores eléctricos) de resultas
de la cual sufre algún daño. Señala ese autor, en criterio que compartimos, que es inconstitucional la
desigualdad ante la ley que sufren los propietarios de colegios y que conduce a un resultado
notoriamente injusto. En contra y defendiendo la aplicación rigurosa de la norma: Márquez, José F.,
Responsabilidad civil de los establecimientos educativos en el derecho vigente y en el proyecto de
Código Civil y Comercial de 2012, Revista de Derecho de Daños, 2014-1, pág. 254.

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