Material para 1ra Clase. Resp. Civil
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RÉGIMEN LEGAL
APLICABLE. ANTERIOR Y ACTUAL.
Introducción
El art. 1117, según la redacción dada por esa ley, dijo: "Los propietarios de
establecimientos educativos privados o estatales serán responsables por los daños causados o
sufridos por sus alumnos menores cuando se hallen bajo el control de la autoridad educativa,
salvo que probaren el caso fortuito. Los establecimientos educativos deberán contratar un
seguro de responsabilidad civil.
A tales efectos, las autoridades jurisdiccionales dispondrán las medidas para el
cumplimiento de la obligación precedente. La presente norma no se aplicará a los
establecimientos de nivel terciario o universitario"(1).
Esta norma, a su vez, dio lugar a una renovada jurisprudencia y doctrina construidas en
torno a ella. El cambio más evidente consistió en abandonar la responsabilidad subjetiva
endilgada a los "directores" de colegios, por una responsabilidad de naturaleza objetiva
atribuida a "los propietarios de establecimientos educativos", que ciertamente pueden ser tanto
personas humanas como personas jurídicas. La responsabilidad se hizo objetiva de manera
extrema, ya que únicamente era posible liberarse de ella probando el caso fortuito: esto es, ni
la prueba de la diligencia o falta de culpa del propietario del colegio y ni siquiera la prueba de la
culpa de la víctima o de un tercero por quien no debiera responder eran, en principio,
suficientes para liberar de responsabilidad al empresario educativo.
En el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (CCC) aprobado por la ley 26.994 se
incluye un artículo que reproduce en líneas generales la norma recién transcrita. A primera
vista parece no haber allí grandes novedades. Sin embargo, en el texto se han introducido
cambios más o menos sutiles, cuya relevancia es necesario determinar. Pero además la norma
se inserta en un contexto diferente, una legislación nueva en materia de responsabilidad civil, y
también en otras materias que inciden en la cuestión, como la referida a la responsabilidad
parental, capacidad de los menores de edad, régimen de prescripción, etcétera.
La nueva norma ahora vigente, que lleva el número de art. 1767, dice:
"Responsabilidad de los establecimientos educativos. El titular de un establecimiento educativo
responde por el daño causado o sufrido por sus alumnos menores de edad cuando se hallen o
deban hallarse bajo el control de la autoridad escolar. La responsabilidad es objetiva y se exime
solo con la prueba del caso fortuito. El establecimiento educativo debe contratar un seguro de
responsabilidad civil, de acuerdo a los requisitos que fije la autoridad en materia aseguradora.
Esta norma no se aplica a los establecimientos de educación superior o universitaria".
Otras modificaciones parecen o pueden tener mayor sustancia y exigen, por lo menos,
intentar dilucidar si obedecen a una intención del legislador de modificar el contenido de la
norma o solamente a alguna preferencia estética del redactor. Hay que decir, sin embargo, que
aun si fuera este último caso, dado que la norma tiene vigencia en sí misma más allá de la
intención subjetiva de quien la haya escrito, es posible que lo que haya pretendido ser una
redacción alternativa supuestamente más elegante implique en los hechos una modificación
sustantiva del régimen jurídico.
d) Se añade la responsabilidad por daños sufridos o causados por alumnos que "deban
hallarse" al cuidado de las autoridades escolares, y no solamente a los que se hallasen
efectivamente bajo tal
cuidado.
Sujetos responsables
Por "propietarios", como decía el Código anterior, podría haberse entendido a los
propietarios del inmueble en el que funciona la escuela, los titulares del derecho real de
dominio. Aunque claramente el sentido de la norma era y es otro. El sujeto responsable no es
el dueño del inmueble (que puede haberlo entregado en locación o en comodato o por algún
otro título a otra persona humana o jurídica para que allí funcione la escuela), sino el titular o
propietario de la escuela misma, el empresario educativo (tenga o no fin de lucro en esa
empresa). Eventualmente, la responsabilidad del propietario del inmueble se regirá por lo
dispuesto en el art. 1757 del CCC, equivalente del antiguo art. 1113(3).
Pero, de cualquier manera, el problema serio que se presenta no deriva del artículo que
venimos analizando tomado en forma aislada, sino del hecho de que los dos artículos
inmediatamente anteriores a él (1765 y 1766) fueron alterados por el Poder Ejecutivo respecto
del anteproyecto de Código.
En el texto aprobado por el Congreso, según esa decisión del Ejecutivo, se excluye del
régimen del Código Civil y Comercial la responsabilidad tanto del Estado como de los
funcionarios públicos; esa materia queda sujeta a lo que disponga el derecho administrativo
local.
Más allá de los cuestionamientos que en general se han hecho al régimen de los arts.
1765 y 1766, que exceden el marco de esta nota, en el caso concreto parece claro que esa
diferencia de trato no tiene justificación, es arbitraria y, como tal, cabe tildar de inconstitucional.
Habrá que esperar a la jurisprudencia, pero no es difícil prever que los jueces aplicarán, al
menos por analogía, las disposiciones del art. 1767 también a los casos de daños ocurridos en
el ámbito de escuelas de gestión estatal.
Para solucionar esta situación, Alferillo considera que debe acudirse a las normas de
protección del consumidor, ya que la Ley de Defensa del Consumidor (24.240) abarca a los
usuarios de servicios públicos gratuitos, entre los que estarían los alumnos de colegios de
gestión estatal, lo que es reforzado por el art. 1092 del CCC(8). Sin embargo, no es del todo
claro cómo de esa constatación pueda derivarse la aplicación del régimen de responsabilidad
civil del CCC al Estado, cuando ese cuerpo lo excluye expresamente.
Ese "deber ser" se refiere a una circunstancia de lugar y de tiempo. Si el alumno estaba
en el colegio, la autoridad colegial es responsable de lo que haga o le pase, aunque de hecho
haya omitido la vigilancia y cuidado que eran esperables. Pero también responde si el alumno
se ha sustraído a esa vigilancia ausentándose de la escuela en un momento en que debía estar
allí. Concretamente, si ha salido de la escuela en horario escolar sin la expresa conformidad de
los padres o responsables legales(12).
No hay responsabilidad de las autoridades escolares por los daños sufridos por
alumnos en el curso de un viaje organizado por las familias o los propios alumnos sin ninguna
intervención de la escuela, o una excursión o actividad organizada por los padres fuera del
ámbito escolar, aunque todos los alumnos de un grado o curso participen en ella. Tampoco hay
responsabilidad de la autoridad escolar por daños que causen sus alumnos fuera de la escuela
y del horario escolar, aunque lo hicieran en grupo y vistiendo el uniforme escolar(15).
La nueva redacción de la norma hace explícito algo sobre lo que había ya amplio
consenso: la responsabilidad del "titular" de la escuela (empresario escolar) es objetiva, es
decir, no depende de que haya existido culpa (y mucho menos dolo) de su parte.
El titular del establecimiento sólo puede eximirse mediante la prueba del caso fortuito.
No hay cambios de redacción en ese aspecto de la norma.
Al respecto, conviene notar que el art. 1730 del CCC mantiene el concepto de caso
fortuito o fuerza mayor que ya existía en el código anterior: "El hecho que no ha podido ser
previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser evitado".
Con la aclaración expresa de que en el Código "caso fortuito" y "fuerza mayor" son
sinónimos. De manera que no solamente exime de responsabilidad el hecho imprevisible, sino
también el inevitable.
Al decir el artículo que "solo" se exime el responsable probando el caso fortuito, está
diciendo que no basta con probar que ha puesto los medios esperables para ejercer la
vigilancia debida; o con alegar y probar la culpa de un tercero en tanto ella no configure el
casus. Pero, si el hecho del tercero por el que no se debe responder es imprevisible o
inevitable, constituye un supuesto de caso fortuito que libera al empresario escolar por lo
previsto en el art. 1731 del CCC(18).
Hay, sin embargo, un cambio sutil, ya que el texto anterior delegaba en la "autoridad
jurisdiccional" las "medidas para el cumplimiento" de esa obligación. En educación la "autoridad
jurisdiccional" es la autoridad educativa de cada jurisdicción, provincia o Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (ministerio, dirección de escuelas o como se llame).
Sin embargo, el silencio de este artículo del CCC no implica que la autoridad educativa
(jurisdiccional) no tenga el derecho e incluso el deber de vigilar que la obligación de contratar el
seguro de responsabilidad civil sea efectivamente cumplida. La autoridad en materia de
seguros es quien puede y debe diseñar el contenido de las pólizas, pero la autoridad en
materia educativa es la que debe controlar que el seguro haya sido contratado y esté vigente.
No hay en el CCC ningún cambio respecto de las personas que resultan protegidas por
la norma en análisis. La única modificación es meramente de redacción, ya que antes se decía
"los alumnos menores", mientras que ahora se dice "los alumnos menores de edad", lo que
notoriamente es lo mismo.
Más allá del texto del art. 1767, tampoco hay cambios indirectos, porque en el CCC la
mayoría de edad se mantiene en los 18 años, como ya ocurría desde la aprobación de la ley
26.579 del año 2009. Quedan, por lo tanto, fuera de este régimen especial y sujetos a las
normas generales en materia de responsabilidad los daños causados o sufridos por mayores
de edad, sean o no alumnos.
El autor del daño, responsable concurrente, puede ser un alumno menor de edad. En
este sentido, el CCC contiene una novedad respecto del régimen anterior, atinente a la
imputabilidad de los menores. Porque en el viejo código se distinguía entre menores impúberes
(hasta los 14 años) y menores adultos (a partir de los 14 años). Ahora el límite se ha corrido
"hacia abajo" y es a partir de los 13 años que el menor se denomina adolescente. A esa edad
se presume que el menor tiene discernimiento para los actos lícitos (art. 261, CCC), mientras
que no ha variado la edad de discernimiento para los actos ilícitos, que se mantiene en los 10
años.
El deber de prevención
Más allá del caso concreto que venimos examinando, uno de los cambios relevantes en
el CCC es la reformulación del llamado "derecho de daños", que incluye la regulación del deber
de prevenir el daño. Se trata de un régimen general, pero que naturalmente tiene aplicación en
el ámbito escolar.
El principio establecido en el art. 1710 es: "Toda persona tiene el deber, en cuanto de
ella dependa, de: a) evitar causar un daño no justificado; b) adoptar, de buena fe y conforme a
las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño, o disminuir su
magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un tercero
sería responsable, tiene derecho a que este le reembolse el valor de los gastos en que incurrió,
conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño, si ya se produjo".
Lo que implica el deber de prevenir los posibles daños. Al mismo tiempo, el art. 127
declara el derecho de los alumnos a "ser protegidos/as contra toda agresión física, psicológica
o moral".
El deber de prevención del daño en las escuelas debe concretarse en el cuidado
respecto de la seguridad de las instalaciones y los útiles, la atención a los riesgos propios de la
actividad escolar, el cuidado y vigilancia de los alumnos en clase y fuera de ella, etcétera.
En este campo cobra relevancia la norma del art. 1725 del CCC: "Cuanto mayor sea el
deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible
al agente y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias. Cuando existe una
confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones
particulares de las partes".
Conclusiones
(*) Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes trabajos publicados en El
Derecho: Responsabilidad del Estado por el hecho de los dependientes-docentes. El acto de altruismo
de un menor (Muerte por asfixia por inmersión), por Fernando A. Sagarna, ED, 171-13; La
responsabilidad de los propietarios de Establecimientos Educativos en el nuevo artículo 1117 del Código
Civil, por Eduardo A. Sambrizzi, ED, 176-853; La mutación de la obligación de seguridad o garantía: de
una responsabilidad objetiva a otra subjetiva, por Jorge Mosset Iturraspe, ED, 186-1089; Concausas y
responsabilidad objetiva, por Mariano Gagliardo, ED, 244-311; Relación de consumo y responsabilidad
objetiva, por Mariano Gagliardo, ED, 245-460; El efecto expansivo del deber de reparar. Evolución y
actualidad de la obligación de seguridad, por Marcelo O. Vuotto, ED, 255-816; El daño punitivo ante
supuestos de responsabilidad objetiva, por Marcelo Quaglia, ED, 253- 48; El fino límite de la confusión
entre antijuridicidad y nexo causal. A propósito de la responsabilidad civil de los establecimientos
educativos, por Néstor Parisi, ED, 255-57; Reflexiones sobre la ley 26.892 contra el bullying, por Tomás I.
González Pondal, ED, 256-730; De la presunción de culpa a la responsabilidad objetiva. Caso del
propietario del establecimiento educativo público o privado, por Mariano Gagliardo, ED, 257-335;
Obligación de seguridad y factor de garantía (a propósito de la responsabilidad de los establecimientos
educativos), por Mariano Gagliardo, ED, 264-354. Todos los artículos citados pueden consultarse en
www.elderecho.com.ar. (**) El autor es Abogado, profesor protitular ordinario de Derecho Civil, Facultad
de Derecho y Facultad de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Católica Argentina.
(1) El artículo pasó a tener el número 1089 en el texto del Código Civil, renumerado como ley E-0026 por
la ley 26.939 que aprobó el Digesto Jurídico Argentino. Luego, la ley 26.994, art. 4o, derogó el Código
Civil identificándolo con su vieja numeración (ley 340). (2) Si se dijese "Responsabilidad en los
establecimientos educativos", quedaría más claro cuál será el objeto del artículo.
(3) De acuerdo: Villagrán, Santiago, La responsabilidad de los propietarios de establecimientos
educativos en el proyecto de Código, LL, 2013-A-637.
(4) Art. 63: "Tendrán derecho a prestar estos servicios la Iglesia católica, las confesiones religiosas
inscriptas en el Registro Nacional de Cultos; las sociedades, cooperativas, organizaciones sociales,
sindicatos asociaciones, fundaciones y empresas con personería jurídica y las personas físicas".
(5) El término "autoridades educativas" sí aparece reiteradamente en la ley 26.206 con ese alcance. A
veces se las denomina "autoridades jurisdiccionales" para remarcar que la educación es competencia de
cada provincia o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
(6) López Herrera manifiesta que el régimen se aplica también a las escuelas que llama públicas, como
sinónimo de escuelas de gestión estatal (por oposición a las privadas), pero no ofrece ningún argumento
para justificar la afirmación (López Herrera, Edgardo, comentario al art. 1767 en Rivera, Julio C. -
Medina, Graciela, Código Civil y Comercial de la Nación comentado, Buenos Aires, La Ley, 2015, t. V,
pág. 13). Sagarna opina que el régimen del art. 1767 no es aplicable a los establecimientos escolares
nacionales (que casi no existen), pero sí a los provinciales o municipales (Sagarna, Fernando,
Responsabilidad directa y por el hecho de terceros en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, en
Suplemento Especial Nuevo Código Civil y Comercial, 2014, La Ley online). Alferillo, en criterio que
compartimos, considera injustificada esta distinción (Alferillo, Pascual, comentario al art. 1767 en Alterini,
Jorge H. [dir.], Código Civil y Comercial comentado. Tratado exegético, 2a ed., Buenos Aires, La Ley,
2016, t. VIII, pág. 429). (7) Kemelmajer de Carlucci, Aída, La responsabilidad civil de los establecimientos
educativos en Argentina después de la reforma de 1997, LL, 1998-B-1047, esp. pág. 1057.
(8) Alferillo, Pascual, comentario al art. 1767, cit., pág. 429. (9) CNCiv., sala C, "R., G. c. Scouts de
Argentina", 7-4-11, JA, 30- 11-11; STJ San Luis, 8-7-10, "Domínguez c. Sociedad Italiana", LLGran Cuyo,
2010, pág. 866; CNCiv., 29-3-12, "I., M. c. Arzobispado de Buenos Aires s/daños y perjuicio s", El Dial
AA7581.
(10) En contra, Kemelmajer de Carlucci, Aída, La responsabilidad civil..., cit., quien opina que "la ley
contempla todos los supuestos en que la enseñanza se imparte a un menor a través de una organización
de tipo empresarial que supone control de una autoridad", caso que identifica con un instituto de idiomas,
diferenciándolo de una maestra particular. Pero a pesar de la opinión personal de esta autora,
corredactora del CCC, la norma aprobada no resuelve la cuestión.
(11) Cfr. CCiv., Com., Minas, de Paz y Tributaria de Mendoza, sala III, "Castillo c. Dirección General de
Escuelas", 20-10-09, La Ley online.
(12) Cfr. CNCiv., sala M, "F., G. c. GCBA", 14-12-12, Revista de Derecho de Daños, 2014-2, pág. 391.
(13) CNCiv., sala L, 3-7-09, "S., A. A. c. Sociedad Escolar y Deportiva Alemana Lanús Oeste", Revista de
Derecho de Daños, 2014-2, pág. 395.
(14) De acuerdo: López Herrera, Edgardo, comentario al art. 1767, cit., pág. 15. (15) En un caso así
podrá hacerse un reproche moral pero no jurídico. En una situación así, la propia escuela es también
damnificada, porque ve dañada su imagen. Cfr. CNCiv., sala B, 26-6-08, "M. C., P. E. c. González",
Revista de Derecho de Daños, 2014-2, pág. 396.
(16) En ese sentido, parece exagerada y carente de sustento legal una sentencia judicial que
responsabilizó al colegio por el daño sufrido en la calle por un alumno que se había retirado del ámbito
escolar y al cruzar la calle fue atropellado por un automotor. La sentencia extendió la responsabilidad a
"las cercanías" del colegio, pero no parece que la autoridad escolar pueda tener el control de lo que
ocurre en la vía pública o de la conducta atolondrada que un joven tenga en ella como para hacerla
responsable de los daños sufridos. Cfr. CNCiv., sala H, 18-12-07, "C., J. D. C. y otro c. Vázquez, Gonzalo
Gastón y otros s/ daños y perjuicios", Revista de Derecho de Daños, 2014-2, pág. 396.
(17) Incluso antes de la reforma de la ley 24.830 al viejo código, la doctrina ya señalaba que, aunque no
pudiera decirse que había una obligación de resultado consistente en devolver al niño sano y salvo a sus
padres, sí existían obligaciones implícitas en el contrato de educación consistentes en poner todos los
medios para evitar daños a los alumnos, tanto en lo edilicio como respecto del personal asignado a la
tarea de cuidado de los menores (Bustamante Alsina, Jorge, Responsabilidad civil de los
establecimientos de enseñanza, LL, 1984-B-73).
(18) En algún caso, la jurisprudencia consideró que el hecho súbito que no da tiempo a intervenir para
evitarlo, aunque esté dentro de las posibilidades de lo que ocurre en una escuela (como el hecho de que
un alumno arroje un objeto a otro), configura el casus eximente de responsabilidad: "Se trató de un
hecho súbito, repentino e imprevisible que impidió una intervención eficaz y tempestiva por parte de la
demandada, no pudiéndose atribuir un incumplimiento al deber tácito de seguridad asumido, ni se probó
deficiencias en la guarda o asistencia, ya que la existencia de más profesores en el lugar de los hechos
tampoco hubiera evitado su ocurrencia" (CNCiv., sala K, autos "Mendoza, Carina Andrea y otro c.
Arzobispado de Buenos Aires y otros", del 8-2- 11. Del voto del Dr. Oscar J. Ameal). En el mismo sentido,
CCont.-adm. y Trib. Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
3-8-15, "González, Alicia Luisa c. GCBA y otros s/daños y perjuicios", Expte.: EXP. 25433/0, Infojus.
(19) Hay una redacción inadecuada, pero que se arrastra desde la ley 24.830 y que seguramente explica
la ya mencionada equivocidad del acápite del artículo. Dice este que "los establecimientos" deben
contratar un seguro. No es el establecimiento quien lo hace, sino su titular o propietario, para cubrir la
responsabilidad por hechos ocurridos en el establecimiento.
(20) La solución ha sido cuestionada en su acierto por Camilo Tale, quien, sin embargo, dice que de
todos modos los alumnos universitarios están protegidos en relación con los daños que sufran por la Ley
de Defensa del Consumidor (art. 40), que establece la responsabilidad objetiva del proveedor de
servicios a favor del consumidor (Responsabilidad civil de los padres por daños causados por sus hijos
menores de edad y de los propietarios de establecimientos educativos por daños sufridos por sus
alumnos y por daños causados por estos en el Código Civil vigente y en el proyecto de nuevo código,
Revista de Derecho de Daños, 2014-2, pág. 135).
(21) De acuerdo, Tale, Camilo, Responsabilidad civil..., cit., pág. 127 (quien cita la opinión contraria de
Matilde Zavala de González).
(22) No es este el lugar para analizar el éxito o, en todo caso, el alcance de esa pretensión.
(23) Tale, Camilo, Responsabilidad civil..., cit., pág. 137. El autor pone el ejemplo de un alumno de
quince años (con pleno discernimiento) que, desobedeciendo una prohibición expresa de la autoridad
escolar, realiza una actividad peligrosa (subirse a un techo, manipular conductores eléctricos) de resultas
de la cual sufre algún daño. Señala ese autor, en criterio que compartimos, que es inconstitucional la
desigualdad ante la ley que sufren los propietarios de colegios y que conduce a un resultado
notoriamente injusto. En contra y defendiendo la aplicación rigurosa de la norma: Márquez, José F.,
Responsabilidad civil de los establecimientos educativos en el derecho vigente y en el proyecto de
Código Civil y Comercial de 2012, Revista de Derecho de Daños, 2014-1, pág. 254.