Transmitir Sensorialmente El Habitar
Transmitir Sensorialmente El Habitar
Transmitir Sensorialmente El Habitar
La arquitectura, desde su origen, ha supuesto ser un arte de carácter funcional cuyos objetivos se
relacionan con resolver problemas que tengan que ver con el espacio y el cuerpo. Delimitar espacios
y que estos respondan a una funcionalidad en especifico ha permitido crear herramientas que nos
ayudan a entender el entorno que nos rodea.
En la actualidad nos vemos constantemente cargados de imágenes e información, por lo que la
experiencia arquitectónica se ha vuelto cada vez mas un acto de visualización, donde se va
perdiendo la experiencia in situ de lo material y emocional del habitar.
Por lo tanto, ¿Cómo podemos transmitir sensorialmente el habitar de la arquitectura desplazándolo
al campo del arte? ¿Cómo podemos volver a la experiencia corpórea y desde los sentidos interpretar
un espacio construido?
Como afirma Peter Zumthor, “Una obra arquitectónica puede disponer de cualidades artísticas si sus
variadas formas y contenidos confluyen en una fuerte atmosfera capaz de conmovernos” (Zumthor,
2004: 8). Es decir, de cualquier modo, la producción humana siempre termina siendo por y para el
cuerpo. Existe una relación intrínseca entre el cuerpo y el espacio que lo rodea que da lugar a la
percepción.
La experiencia de la arquitectura se logra a través del cuerpo, que logra captar el aura del lugar a
través de los sentidos. Cada sentido permite que experimentemos cualidades distintas del espacio
que percibimos, desde la materialidad y como palpamos las cosas (el tacto), la imagen que vemos
(la vista), la escala y la medición del espacio a través del sonido (el oído) y la memoria contenida
ligada a nuestra imaginación (el gusto y el olfato).
En la época moderna, con la mecanización de los procesos y transformaciones sociales que llevaron
a una urbanización masiva, la arquitectura se ocupó de responder a la necesidad humana de
organizarse y establecerse de manera funcional en un espacio, resolviendo problemas mediante un
pensamiento racional de carácter meramente constructivo. Sin embargo, la necesidad de humanizar
la arquitectura fue un tema para varios arquitectos que buscaban reestablecer la relación táctil de sus
obras con las personas, disminuyendo la brecha entre lo construido y el cuerpo.
En la actualidad, nos vemos enfrentados a la problemática de la saturación de imágenes e
información, por lo que la experiencia arquitectónica se ha vuelto cada vez más un acto de
visualización, donde se va perdiendo la experiencia in situ de lo material y emocional del habitar.
Por lo tanto, ¿Cómo podemos volver a la experiencia corpórea e interpretar un espacio construido
desde los sentidos? ¿Cómo podemos transmitir sensorialmente el habitar de la arquitectura
extrapolándolo al campo del arte?
Este proyecto busca integrar la percepción del cuerpo en un espacio construido. Es decir,
reconectando desde un material blando para que el cuerpo comprenda sensorialmente el espacio.
Desde la instalación, se reflexiona sobre los conceptos de contenido y contenedor, y cómo la
experiencia arquitectónica se puede lograr a través desde nuestros sentidos. Como afirma Peter
Zumthor, “Una obra arquitectónica puede disponer de cualidades artísticas si sus variadas formas y
contenidos confluyen en una fuerte atmósfera capaz de conmovernos” (Zumthor, 2004: 8).