Fallo 2
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Explica que en el lugar no había semáforo y que al llegar
a trasponer la mitad de la avenida, deja pasar un auto, y cuando estaba
próximo a llegar a la vereda, resultó impactado por un colectivo de la
Línea 172, dominio HRN-613, conducido por el demandado
Guillermo Bravo, quien circulaba a alta velocidad, embistiéndolo con
el lado derecho frontal del colectivo.
Detalla que ya había pasado por todo el frente del
colectivo antes de ser alcanzado con su costado derecho y que el
chofer del autobús no efectúo maniobra alguna para evitar el contacto
con la humanidad del accionante.
Como consecuencia del accidente que narra hubo
intervención policial y fue trasladado por una ambulancia del SAME
al Hospital San Juan de Dios.
Detalla las menguas sufridas.
III.- Agravios
Se queja la parte demandada y la citada en garantía por la
responsabilidad imputada, ya que consideran determinante el aporte
causal del peatón, por las sumas concedidas en las partidas por
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IV.- Responsabilidad
A).- Por razones de orden metodológico corresponde dar
tratamiento en primer término a los agravios relativos a la
responsabilidad atribuida en el hecho sometido a juzgamiento.
La parte actora persigue la reparación de daños y perjuicios en
virtud del accidente que sufriera el 21 de enero de 2014, en ocasión de
ser embestido por el colectivo de la línea 172 patente HRN-613, en la
Avenida Rivadavia al 13.700, Ramos Mejía, Pcia. de Buenos Aires.
Tratándose de un accidente entre un peatón y un rodado, nos
encontramos ante un supuesto de atribución objetiva de la
responsabilidad y que nace con total independencia del elemento
subjetivo de la culpa. Tratándose de responsabilidad objetiva, bien se
puede decir que al damnificado para encuadrar el caso en el anterior
ap. 2º del párr. 2º del art. 1113 del Código Civil (actual art. 1757 del
CCyCN), le basta con acreditar el perjuicio sufrido y la intervención
de la cosa que lo produjera, o el contacto con la misma y nada más
(CNCiv. Sala “D”, 10/8/99, “Torres Graciela B. C/ Merlino Carlos a.
s/daños y perjuicios”).
Es decir, que en el caso es de aplicación la presunción emanada
del antiguo art. 1113 parr. 2º del C.Civil., receptada en la actual
normativa en los arts. 1722, 1757, 1758, 1769 del CCCN (ley 26.994),
que, si bien es iuris tantum, debe ser destruida por prueba categórica
aportada por aquél sobre quien recae, y que acredite acabadamente
alguna de las causales de exoneración que ella contempla, toda vez
que incluso un estado de duda es insuficiente a los fines indicados
(CNCiv. Sala E, 20/10/99, “Juárez Marta O. y otro c/17 de Agosto
S.A.y otro s/daños y perjuicios”).
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En el sub examine, al encontrarse involucrado un ómnibus
sometido al régimen de transporte público de pasajeros, tanto el riesgo
como el vicio y hasta la actividad riesgosa confieren fundamento a la
pretensión intentada contra las accionadas.
En este escenario, al damnificado le basta demostrar el contacto
con la cosa riesgosa productora de los daños que tuvieren adecuada
relación de causalidad y es el imputado, por el contrario, quien debe
invocar y acreditar la situación eximente que interrumpa el nexo
causal, en virtud de la carga probatoria impuesta por el art. 377 del
Cód. Procesal (cfr. art. 1757, 1758 y 1769 del Código Civil y
Comercial).
En el terreno de la apreciación de la prueba, el juzgador puede
inclinarse por lo que le merece mayor fe en concordancia con los
demás elementos de mérito que puedan obrar en el expediente, siendo
ello, en definitiva, una facultad privativa del magistrado (Conf. C. N.
Civ., esta Sala, Expte. 114.707/2004, 11/03/2010, “Valdez, José
Marcelino c/ Miño, Luis Alberto daños y perjuicios”, entre muchos
otros).
En relación a ello, es dable destacar que la convicción del
juzgador debe formarse tendiendo a un grado sumo de probabilidad
acerca del modo de producirse el evento, aunque no se tenga certeza
absoluta, porque admitida la existencia del siniestro y ante versiones
contrapuestas, debe realizarse un proceso de selección que
forzosamente conduzca a tener como realmente sucedidas algunas
circunstancias en que se apoyan dichas manifestaciones (Conf.
CNCiv, esta Sala, 17/2/2010 expte. Nº 48.931/07, “Vargas, Patricio
Daniel c/ Domínguez, Marcelo Nicanor y otros s/ daños y perjuicios”
idem, id; 23/6/2010, expte. 26720/2002 “Pages Mariano José c/
Laudanno Andrés Fabián y otros s/ daños y perjuicios”).
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De la causa penal se desprende que personal policial fue
desplazado el día 21/1/2014 a las 14 hs. a la intersección de la
Avenida Rivadavia y la calle Pueyrredón, detallando que “...sobre la
Av. Rivadavia se encuentra un colectivo de la línea 172 interno 40 de
la empresa “La Cabaña” patente HRN-613, con su parte frontal en
sentido hacia ...Capital Federal, y sobre la senda peatonal se halla
tendido una persona del sexo masculino...”.
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La sentencia recurrida concedió por este ítem la suma de $
3.058.000.
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El dictamen recibió impugnaciones de las partes, las que han
sido contestadas a fs. 331 donde el experto aclara que la incapacidad
otorgada es por el daño neurológico y fractura vertebral, no por el
problema ocular preexistente.
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Expte. 114.354/2003 “Rendon, Juan Carlos c/Mazzoconi, Laura Edith
daños y perjuicios”, entre otros).
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del Atlántico S.A. y/o quien pueda resultar dueño y/o guardián de los
animales causantes del accidente s/ daños y perjuicios”, Fallos
329:4944; Id., 24/08/2006, “Ferrari de Grand, Teresa Hortensia
Mercedes y otros c/ Entre Ríos, Provincia de y otros s/ daños y
perjuicios”, Fallos 329: 3403; Id., 06/03/2007, ORI, “Mosca, Hugo
Arnaldo c/ Buenos Aires, Provincia de (Policía Bonaerense) y otros s/
daños y perjuicios”, Fallos 330: 563, entre muchos otros).
V).- Franquicia
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Resoluciones SSN Números 22.058, del 22/1/1993; 34.225/2009;
35.863/11, del 10/6/2011; 38.065/2013, del 27/12/2013 y 39.927/16,
del 18/7/2016).
De ello se sigue que la actual normativa vigente, emanada de la
propia Superintendencia de Seguros de la Nación, ha reconocido
expresamente la necesidad de actualizar los montos. Y este es un
punto de partida válido, por cuanto no existen índices oficiales que
permitan calcular dicha actualización monetaria desde los tiempos
pretéritos en que fueron fijados los límites de cobertura (años 1993 y
2009) (esta Sala, en autos “Risser Patricia Elizabeth c/Maldonado
Raúl Américo y Otros s/ daños y perjuicios”, expte. 39.821/2011, del
04/5/2018).
En esas condiciones, esta Sala comparte el criterio adoptado
por la Sala “M” del fuero, respecto a que la oponibilidad del límite del
seguro contratada deberá ajustarse a las normas vigentes al momento
del efectivo pago por parte de la citada en garantía (conf. CNCiv. Sala
M, “Sione, Claudia Susana y otro c/ Santana, Matías Oscar Jesús y
otros s/ daños y perjuicios”, expte. 72.806/089, del 7/12/2018).
Entre los efectos principales derivados de la mora en el
cumplimiento de las obligaciones se encuentra la traslación de los
riesgos que se fijan definitivamente en la cuenta del incumplidor (cf.
Llambías, J. J., “Obligaciones”, T° I, p. 162, n° 132; Wayar, Ernesto
C., “Tratado de la mora”, p. 588; CNCiv. Sala G, in re “Cinto, N. c/
Chaparro Martínez, B.” del 19 de septiembre de 2002).
Así, los efectos de la mora se proyectan al patrimonio del
acreedor, quien a partir de que ella ocurre, tiene incorporado a su
patrimonio el derecho a exigir el cumplimiento específico o las
indemnizaciones correspondientes -según el caso-, prerrogativas que
obviamente se encuentran amparadas por la garantía constitucional de
la propiedad, en el marco del concepto amplio que, desde antiguo, la
Corte Suprema de Justicia de la Nación confirió a ese precepto, es
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pago por parte de la citada en garantía, pues, de ese modo se atiende a
una cierta limitación en la responsabilidad de la aseguradora, tal como
se pactó oportunamente y, al mismo tiempo, se satisface la necesaria
“fuente jurídica” a la que alude la Corte Suprema de Justicia en el
precedente supra citado para justificar la medida de su obligación (cf.
cons. 12°, Fallos 340:765).
En efecto, como es sabido, no se trata de un mero contrato
entre particulares, sino que para su celebración, cumplimiento e
interpretación deben insoslayablemente considerarse las normas de
orden público que regulan la materia.
Por eso, otra solución equivaldría apremiar el accionar de una
parte que impone a la otra la necesidad de llevar adelante un proceso
judicial por largo tiempo, partiendo de la certeza de que su obligación
habrá de encontrarse circunscripta sine die a una determinada suma de
dinero inalterable en el tiempo.
Esta conducta resulta reñida con el principio de buena fe y, en
tanto se encuentra alcanzada por las prescripciones del art. 10 del
Código Civil y Comercial de la Nación, es un deber oficioso de los
jueces evitar las consecuencias de tal proceder. Se trata de pautas que
gobiernan no solo la concertación de los contratos, sino su ejecución y
su interpretación. Y, naturalmente, el contrato de seguro no puede
permanecer al margen de esa directiva legal (cf. Barbato, Nicolás,
“Derecho de Seguros”, Ed. Hammurabi, p. 80 y ss.; SCJBA, in re
"Martínez, Emir contra Boito, Alfredo Alberto. Daños y perjuicios"
del 21 de febrero de 2018).
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La tasa activa cumplimenta la finalidad emergente del principio
cardinal del art. 1083 CC y art. 1740 CCyCom, y su aplicación no
importa alteración del citado “significado económico” del capital de
condena ni por tanto configura un “enriquecimiento indebido” (esta
Sala in re “Garitonandia, Alberto c/ Flores, Miguel A. s/ Ds. y Ps.”,
Expte. N° 34.978/2.011, del 12/02/2019; ídem, “Cansino, Diego c/
Ostrovsky Villar, Tomás s/ Ds. y Ps.”, Expte. N° 36.880/2014, del
06/12/2018; ídem, “Carabajal, Claudio c/ Transporte Larrazabal s/ Ds.
y Ps.”, Expte. N° 56.117/2.015m, del 03/10/2018; ídem, “Zorrilla,
Alejandro c/ Moschettu, Néstor s/ Ds. y Ps.”, Expte. N° 39.558/2.013,
del 24/9/2018; ídem, “Vallejos Maldonado, José c/ Fontanet, Marcelo
s/ Ds. y Ps.”, Expte. N° 105.804/2.009, del 20/3/2.018; ídem, “Ruiz,
Fernando c/ Bellotto, Luciano s/ Ds. y Ps.”, Expte. N° 22.052/2.014,
del 24/112.016; ídem, “Vallejo, Dalio Simón y otro c/ Tecnipisos S.A.
s/ Ds. y Ps.”, Expte. N° 36.555/2.012, del 05/11/2.015; ídem,
“Vallejo, Dalio Simón c/ Tecnipisos S.A. s/ Ds. y Ps.”, Expte. N°
36.555/2.012, del 05/11/2.015; idem, “Gutiérrez, Luis c/ Luciani,
Daniela C. s/ Ds. y Ps.”, Expte. Nº 69.941/2005, del 10/8/2010, entre
muchos otros).
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términos del acápite V). Rechazar los restantes agravios vertidos por
las apelantes.
Así mi voto.-
Y VISTOS:
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a los términos del acápite V). Rechazar los restantes agravios vertidos
por las apelantes.
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