Loveluck 2023 Mariano Picón Salas

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Mariano Picón-Salas *

E ,N breve tiempo,
presente, los últimos días de
entre hispanoamericanas
las letras
1964 y los iniciales del
se vieron disminuidas en
valores representativos, singulares, cuya pérdida -tras la sorpresa- re-
cién empezamos a tasar.
Ezequiel Martínez Estrada en Bahía Blanca (Argentina), Mariano
Picón-Salas en Caracas, y en La Habana -donde formaría parte de un
jurado internacional- Ricardo A. Latcham, son voces y talentos redu-
cidos a silencio por las tareas de la muerte.
En los tres casos nos queda, si varia y distinta en cantidad y direc-
ción, la obra escrita, que es como un dique de contención en la hora
de las elegías. Habla esa obra de una labor cumplida en medio de
luchas a veces muy arduas, bajo la opresión de las persecuciones polí-
ticas, en los días oscuros del destierro, en la incomodidad de oficios
peregrinos y desilusionantes, en suma, entre las dificultades con que se
enfrentaban cuarenta años ha los intelectuales de Hispanoamérica. Lengua
es la de esa obra que traduce algo que seguirá vigente más allá del trán-
sito físico de quienes la escribieron, por lo mismo que expresa lo no
caedizo ni sujeto a humano azar. Picón-Salas lo dijo bien y contenida-
mente al final de uno de sus últimos libros -Hora y deshora-: "lo ver-
daderamente libre no es el cuerpo que envejece y muere, sino el espíritu
que pretende traspasar el tiempo y hacernos invulnerables a la muerte".

EN LA QUIETUD DE MÉRIDA

La rica aventura espiritual de Mariano Picón-Salas guarda mucho


parecido con los innumerables miembros de su generación en Hispanoamé-
* Mérida, Venezuela, enero 26, 1901, Caracas, enero 1 de 1965.

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rica -los nacidos en torno al novecientos-, aquéllos que, surgidos del


rincón provinciano, de vida y ritmo lentos, en rezago semicolonial, cum-
plieron en la cercana de sus veinte años, en la hora de todos los desper-
tares, su peregrinación ilusionada a las crecientes capitales, a las urbes
en formación. Estas, poco después, harían de trampolín de sus famas
y de sus éxitos, o contemplaran el apagarse de los sueños, cuando a los
sueños lograron sobreponerse -tantas veces- la rutina, la poderosa abu-
lia o el descubrimiento de que hay destinos más prácticos que los del
arte o aquéllos a que inclina el espíritu.
Mérida, la ciudad andina en que nació Picón-Salas a comienzos de
1901, impuso para largo sus huellas en el futuro escritor y selló de con-
sejas, de leyendas y vuelos de magia la imaginación del delicado prosista,
tan proclive a las autobiografías sentimentales, a confesarse con belleza.
En Mérida "se fue habituando a la cortera, esa flor del espiritu an-
dino que sólo desmienten generales y caudillos con el brutal testimonio
de sus hechos", segúin el vivo apunte de Ricardo A. Latcham.l Alli tam-
bién tomó las primeras lecciones de fantasia, tuvo los tratos iniciales con la
imaginación, que le inclinarían a ser casi siempre un poeta, aun cuando
se dedicaba a la historia o cuando cautelaba el pensamiento en el rigu-
roso ensayo: sello éste muy particular de su prosa, que lo distingue y
aísla de muchos que se le parecen -porque en él aprendieron- o qui-
sieran seguirle. Sólo que cuando éstos respiran dificultosamente, Picón-
Salas avanza con ritmos juveniles y escabulle con gracia et peso expresivo
o el encierro machacón.
Esa lenta, semidormida Mérida que hemos podido conocer en inti-
midad a través de tantas evocaciones de Picón-Salas, pudo cautivar para
siempre al joven que despertaba al asombro del mundo con ojos claros;
pero hubo, por fortuna, algo que lo impulsó a seguir la marcha, a Cara-
cas primero, y despusé a Chile, cuando la desgracia económica de su
familia se hizo presente y el aire de la tirania gomecista le fue irres-
pirable. La influencia de su padre, tan preocupado siempre de la forma-
ción intelectual del muchacho, el tutor francés que le dio como mentor,
las charlas con intelectuales merideños -Diego Carbonell, rector de la
Universidad, entre otros- y la existencia en permanente contacto con
la naturaleza andina, fueron fuerzas actuantes en el futuro escritor, nunca
1 Ricardo A. Latcham, "Prólogo" de los Ensayos estogódos de. M. Picón-
Salas, Selección de Juan Loveluck. Santiago de Chile: Edit. Zig-Zag, 1958, p. JX.
Parte de este prólogo, con el titulo de "Picón-Salas en Chile", se publicó
homenaje al autor, rendido por el Papel Literario de El Nacional, Caracas,
el 'en
febrero 7 de 1965.

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acalladas a pesar de complicados periplos a que le llevaron sus tareas


diplomáticas y oficiales. Los impulsos de su inquietud, también, le empu-
jaron a muchas errancias, que fuera prolijo enumerar siquiera en parte,
pero siempre regresaba a Mérida, al menos en los tributos de su corazón.
En Viaje al amanecer, en Las nieves de antaño, en Regreso de tres mnun-
dos, y en otras muchas de sus obras, encontraremos, inalterada, la memoria
merideña y el homenaje al lugar de sus infancias. En Mérida nos dice:

La vista se educa en las más variadas gamas del verde; las


flores despuntan hasta en los tejados de las casas; el Albarregas
siempre está sonando y puliendo en el molino de sus aguas torren-
tosas los graníticos rodados que arrastra, y las campanitas de las
diez iglesias quebrándose en la blanda diafanidad del aire, a cual-
quier hora del día tienen novena o ejercicio (...). El tiempo
para el que nace en Mérida es como un tiempo denso y estrati-
ficado (.. .); el pasado se confundía con el presente y personajes
que vivieron hace tres siglos o no vivieron sino en la medrosa
fantasía de algunos merideños, eran los testigos obstinados, los
fantasmas de nuestra existencia cotidiana. 2

"ESTACIÓN EN CARACAS"

"Estación en Caracas" llamó el propio Picón-Salas, en un precioso


libro de memorias suyas y de su generación, 3 a su breve tránsito por la
capital venezolana, en la cercanía de una fecha clave para él y para
muchos de su tiempo: "La cifra redonda del año 20 se colorea y resuena
de dramática vibración en la historia de nuestra juventud: asume la im-
portancia de una frontera".4 Y dijo razonablemente "estación", porque
fue, contra lo que él imaginara al abandonar su nativa Mérida, tránsito
breve, tiempo de paso, bajo los ásperos calendarios de la tiranía gome-
cista, y en la ascesis obligada y dolorosa de la clásica "casa de pensión".
El joven viene aureolado de algún prestigio crecido en Mérida, y no
se necesita, al oirle hablar, ser un fino catador para valorar sus futuros
alcances. Pedro Sotillo, testigo de esos dias, le evoca así:
2 M. Pic6n-Salas, Viaje al amanecer. México: Ediciones Mensae, UNAM,
1943, pp.22-23.
3 Regreso de tres mundos. (Un hombre en su generación). México: Fondo
de Cultura Econmica, 1959.
4 Op. cit., p. 44.

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Nosotros recordamos, con la más viva emoción, aquellos días


en los que Mariano Picón-Salas, en los comienzos de su juventud,
desembocaba en Caracas, con el fácil caudal de sus palabras y aquel
castellano naciente, no excluido de influencias bien regimentadas,
pero ya con el sello de la personalidad y una riqueza deslumbra-
dora de información literaria de categora. Venía Picón-Salas, al son
de buscar el camino, como lo expresó en su libro primigenio (...),
a servir un poco de guía y de orientador entre los hombres de su
tiempo y a animarles por los dificiles, para él ya familiares cami-
nos de la erudición (...). Con todo aquel recibimiento, que se
repetía por los lados caraqueños, Mariano se mantenia sin expo-
nerse al manteo de la vanidad o del solicitado exhibicionismo. Más
que sus conocimientos, lo que buscaba repartir entre sus compañeros
era su ansia de cultura, su entusiasmo por el estudio, su dedicación
al trabajo literario, que ya era norte y razón definitiva para él.s

Vida de estudiante humilde, de diálogo incisivo con los de su gene-


ración y de generaciones anteriores, pero todo bajo el vuelo negro del
miedo al tirano, al temible Don Bárbaro, que todo 1o vigila y lo sabe,
sin moverse de palacio. Pronto, desde la dejada Mérida, los avisos de la
decadencia y ruina familiar; entonces regresa a la provincia, para tener
la visión dramática del derrumbamiento. "El último paraiso se desva-
neca en mí" -escribió, evocando este capítulo de su vida, en Regreso
de tres mmundos. Y la verdad es que el escritor ya no conocerá otros paraí-
sos, pues, como recordó Augusto Mijares en la muerte de Picón-Salas, el
destino le negó con encono el sosiego y la confortación espiritual que
parecían imprescindibles para el cumplimiento de su tarea.
Y en la mísera tercera clase de un barco que conduce abigarrado
pasaje de inmigrantes, desterrados y aventureros de toda dimensión, se
hace a la mar, rumbo a Valparaiso, el mismo puerto chileno que acogió,
bajo parecidas ráfagas invernales, a don Andrés Bello y, más tarde, a
Rubén Dario.

AÑOS DE CHILE

Con más sueños y ambiciones que monedas y seguridades, desem-


barcó el escritor en Valparaíso. Obligada estación para recuperar fuerzas
.. , 1 . . . f.

5 Pedro Sotillo. en "Ocho escritores venezolancs opinan sobre Mariano


Pic6n-Salas". Papel Literario de El Nacional, Caracas, 7 de febrero, 1965.

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N o TA S

económicas y alcanzar hasta la capital. El fino pensador y diplomático de


años por venir, tiene que peregrinar entre sordideces que seguramente
hacen de catarsis a su persona. Picón-Salas empieza sus peregrinaciones
chilenas en un mísero tenducho que por las noches es su cárcel y su
dormitorio alucinante, en al hora en que las vejeces parecen cobrar vida
para prolongarle el insomnio:

Hace frío, comienzan los primeros temporales invernales de


Valparaíso entre una niebla negra que hace aullar las sirenas del
puerto; tendré que comprarme un abrigo para la gélida estación
que viene, y acepto el primero y humildísimo empleo que es el de
trabajar en una sórdida casa de "minutas" de la avenida Ecuador.
Me espanta la fealdad del negocio que consiste en la compra y
venta de muebles y objetos viejos que se amontonan en polvo-
rienta confusión abigarrada. Son a veces pedazos de útiles case-
ros: un jarro al que le falta la palangana; un aguamanil roto, la
manchada luna de un espejo, un biombo que perdió la pintura,
el vestido de un buzo; unas botas de cazador. Y para que ahorre en
habitación y defienda el negocio de posibles ladrones, debo dormir
en el establecimiento y tender mi camastro sobre el mostrador. En
estas horas de la noche, a la luz de un débil bombillo, todo ese
despojo de cosas gastadas y muertas me ofrecen su perfil fan-
tasmal. . .6

El joven escritor, que ya había tenido trato con los periódicos de su


país, empieza a publicar en uno de Valparaíso, La Estrella, y uno de los
artículos, sobre cierta novela de Eduardo Barrios, "escrito caluroso", logra
buen eco: Picón-Salas siente que una mano, y la mano de un escritor
importante, se tiende hacia él. Eduardo Barrios le escribe una carta a
propósito de la crítica publicada por Picón-Salas, le pregunta quién es, de
dónde ha salido, y termina con una invitación. Esta, a las tertulias que
en su casa de Santiago se celebran en las noches del sábado. Gracias a
Eduardo Barrios, pues, el joven merideño ingresa en los medios literarios
santiaguinos.
También está presente la necesidad de completar estudios universi-
tarios. Las Leyes, cuyo estudio iniciara en Caracas, ya no le atraen y, en
cambio, su inquietud creciente por los problemas culturales de Vene-
zuela y toda América, parece perfilar con exactitud sus intereses y enca-
6 Regreso de tres mundvs, op. cit., pp. 71-72.

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minarlos hacia la historia. El Instituto Pedagógico de la Universidad de


Chile, hervidero entonces de jóvenes de toda América, recibe al escritor
venezolano, que empieza a sobresalir pronto en su posición de guía e
inspirador de su generación. Ricardo A. Latcham, amigo suyo muy
íntimo desde esos años, escribió lo que vale por su completo retrato
cspiritual del recién Ilegado: "Siempre fue para nuestra generación un
gran animador, una especie de conductor mágico, desprovisto de ambi-
ciones, pero que sabia descubrir como nadie un problema, dirigir una
investigación o sacar una luz nueva de un asunto que en otras manos
resultaba algo estéril o improvisado". 7 Pero no se crea que su forma de
destacarse era por medios plebeyos; como fueron siempre normas suyas
la discreción y la finura intelectual: "obraba por presencia, con socrá-
tica vocación, sin ningúin residuo pedagógico, con señoría y elegancia de
ademanes y actitudes. Esto último era algo natural en su persona, tan
definida intelectualmente y tan ajena a cualquier diletantismo".8
Los doce años que Picón-Salas vive en Chile dan peso de verdad a
aquello de su patria segunda y son, además, los tiempos de su formación
definitiva, en aulas y en bibliotecas. En tales años concluye su integración
humanística esencial. y sus rigurosos estudios de Historia en la Univer-
sidad de Chile serán el basamento de casi toda su rica interpretación
venidera de nuestra historia cultural hispanoamericana, que proyectará en
cursos dictados en colleges y universidades norteamericanos, y principal-
mente en las páginas de De la Conquista a la Independencia, cuya pri-
mera edición es de 1944.
La obra escrita, que dejó en Caracas los tributos iniciales -en Cara-
cas alcanzó a publicar su libro Buscando el camino, en 1921- empieza
a crecer en Chile y a seguir las direcciones básicas porque discurrirá
todo su quehacer ulterior, en torno a lo que él precisa como centro de su
misión futura y de la tarea del escritor hispanoamericano de ideas:
"Pensé, desde entonces, que la misión del escritor de América estaba
en la capacidad de expresar esa naturaleza y ese enigma de sangres mes-
tizas (que todavia no alcanzan a juntarse con amor) que es la de nuestra
progenie indoamericana".9
Y como en tales añios empieza lo más intenso de su quehacer litera-
rio, es l'cito que dejemos al hombre en el crecimiento de sus dias, y
observemos la obra, en que de un modo u otro se proyectan los años aquí
7 Ricardo A. Latcham, prólgo ya citado, pp. X-XI.
8 Ibid.
8 Idem, ibid.
9 Regreso de tres mundos, p. 84.

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contados. Pero antes, unas líneas del capítulo "En la fértil provincia
señalada", del libro Regreso de tres mundos. Cobijado por el verso de
"La Araucana", expresó Picón-Salas, en entera dimensión, lo entrañable
de su deuda con el país que lo recogió como suyo, cuando el azar polí-
tico de Venezuela le negó tantas cosas:

Muchos rostros chileños; mucho buen desvelo de horas chilenas


en que quise ser mejor o me esforcé por ser mejor, hay en mis
recuerdos. Horas de estudio, de reflexión, de rebeldía ante la injus-
ticia; de pasión de saber y de expresar, pasan por el cuadrante de la
memoria. Moré en todos los barrios, viví todas las vidas, conocí
la inquietud, la pena o el goce. Porque llegué tan joven, se acabó de
formar el hombre. Hay en mi alma cicatrices chilenas que se ahon-
dan junto a las cicatrices venezolanas. Y la imaginación volandera,
aun cuando fuese arrastrada hacia otras comarcas, siempre añora
aquel verdor del valle de Santiago con su trasfondo de nieves y sus
avenidas de álamos. Quisiera seguir discutiendo con los estudiantes
de la Universidad de Chile en aquellos años del 1924 al 1930,
cuando tenamos la obstinada fe de que de nuestras creencias y
nuestras decisiones dependía el destino del Continente. Quizás en
ninguna tierra de América se vivían con mayor generosidad las ideas,
y nuestra pobreza era la de los pájaros, dispuestos siempre a recorrer
nómades horizontes.' 0

VARIEDAD Y AMPLITUD DE LA OBRA

La variada obra de Picón-Salas se desplaza eficazmente por distintos


caminos: la ensayística, que tiene como centro los problemas sociocultu-
rales de la América hispánica; el cuento; la novelística, teñida siempre de
nostálgico autobiografismo; la autobiografía y el memorialismo; la hagio-
grafía de moderno cuño; la biografía de próceres; la indagación estética
y la historia del arte; la crítica y la historia literarias. Desconocíamos la
faceta lírica, de que son muestra sus "Tres sonetos del desengaño", apa-
recidos en el homenaje que le rindió El Nacional de Caracas, en el
"Papel Literario" reaparecido días después de la muerte sorpresiva del
escritor.

10Ibid., pp. 75-76.

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Aquí ofrecemos un registro de lo principal de la obra publicada


por el escritor venezolano:

i) Buscando el camino (Páginas de adolescencia). Caracas, 1921.


2) Páginas escogidas de J. V. González. Caracas, 1921.
3) Mundo imaginario (prosa poética). Santiago de Chile, 1926.
4) Hispanoamérica, posición critica. Santiago de Chile, I931.
5) Odisea de Tierra Firme (Vida, años y pasión del Trópico) (no-
vela). Madrid, I'931.
6) Imágines de Chile (en colaboración con Guillermo Feliú Cruz).
Santiago, 1933.
7) Problemas y miétodos de la historia del arte. Santiago, 1933.
8) Registro de huéspedes
(novelas). Santiago, 1934.
9) Intuición de Chile y otros ensayos. Santiago, 1935.
io) Para un retrato de Alberto Adríani (biografia). Praga, 1936.
i1) Preguntas a Europa (Viajes y ensayos). Santiago, 1938.
I12) Un viaje y seis retratos. Caracas, 1940.
I3) 1941: Cinco discursos sobre pasado y presente de la nación vene-
zolana. Caracas, 1940.
14) Formación y proceso de la' literatura venezolana. Caracas, 1940
(i. e., 94.). Véase númi. 33.
15) Antología de los costumbristas venezolanos del siglo xix. Caracas,
1940.
16) Viaje al amanecer (autobiografía novelada). México, I943.
17) De la Conquista ala I ndependencia. Tres siglos de historia cul-
tural hispanoamericana. Miéxico, 1944. (Versi6n al inglés por
Irving A. Leonard, publicada por The University of California
Press, Berkeley and Los Angeles, 1962. Paperback en 1963).
18) Miranda. Buenos Aires, I946.
19) Apología de la pequeña nacrión. Puerto Rico, 1946.
20) Europa-América. (Preguntas a la esfinge de la cultura). México,
1947.
21) Pedro Claver, el Santo de los esclavos. México, 1950.
22) Gusto de México. México, 1952.
23) Obras selectas. Caracas, 1953.
24) Suramérica: Período c,lonial. México, 1953.
25) La pintura en Venezuela. Caracas, I954.
26) Los tratos de la noche (novela). Caracas, 1955.
27) Los dias de Cipriano Castro. Caracas, 1955.

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NOTAS 271

28) Comprensin de Venezuela (2q edic. aumentada). Madrid, 1955.


29) Crisis, cambio, tradición. (Ensayos sobre la fornma de nuestra cul-
tura). Caracas, s.f. (i.e., I955).
30) Ensrayor escogidos. Santiago de Chile, 1958.
31) Las nieves de antaño. Ediciones de la Universidad del Zulia, 1958.
32) Regreso de tres mundos. Un hombre en su generación. México,
'959.
33) Estudios de literatura venezolana (edición considerablemente au-
mentada y puesta al día de Formación y proceso. .. ; véase núm.
14). Caracas, 1961.
34) Hora y deshora. Caracas, 1963.
35) Suma de Venezuela. Caracas, 1965.

ENTRE 1930 Y 1940: INDAGACIÓN DE HISPANOAMÉRICA

Al frente de sus Obras selectasr, pulquérrima y lujosa edición apare-


cida en 1953, nos indica Picón-Salas que omite las obras escritas con
anterioridad a 1933.
Parecianle esas páginas juveniles excesivas en su
carga verbal -no en vano él se formó en torno a los últimos capitulos
del Modernismo, cuyos ecos en Mérida serian duraderos- y no exentas de
alguna pedanteria yoista.l1 Su afán de cautelar la prosa -- que quiso
siempre vitalmente comunicativa- le llevaba a ser un poco injusto con-
sigo mismo o, al menos, severo en demasia. En 1931 habia publicado
Hispanoamérica, posición critica, y bien podemos señalar, en el total de
su producción, ese decenio que va de 1931 a 1941, como el de la bús-
queda de su expresión y tiempo definidor de lo central de su pensamiento
hispanoamericanista, bajo certeras inspiraciones -como la de don Al-
fonso Reyes. Ese pensamiento extendido sobre América hispánica, su
pasado, su presente y su destino presumible, logrará precisión cabal y
definitiva en el decenio 1941-1950, el de su luminosa madurez. A los
años primeramente aludidos -los que se extienden entre 1931 y 1941,
la mayoria de los cuales transcurren en Santiago de Chile- corresponde,
como núcleo de sus meditaciones, lo que era el leit m'otiv del pensar
generacional: la razón y el destino 'cultural de Hispanoamérica.
11 "De mi obra literaria he suprimido para esta compilación las páginas
antericres a 1933. Aun las de esa fecha resultan para mi gusto de hoy exagerada-
mente verbosas y no desprovistas de pedantería juvenil. Parece que en ellas me
encrespaba un poco como para lucirme en un examen sabihondo". "Pequefia
confesión a la sordina", en Obras selectas, p. IX.

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272 REVISTA IB EROAMERICANA

Al frente de Intuición de Chile, escribía en 1935, anticipando el


meollo de muchas inquisiciones suyas por venir:

No podemos improvisar el proceso de nuestra naciente cultura


americana, ni asustados de su caos, del carácter tumultuoso que toman
la vida colectiva y las ideas en estas sociedades en formación, asumir
ante ellas el aristocrático aislamiento de algunos estetas. Mejor es
comprender. Si hay algo de dramático en la misión del escritor
en estos pueblos que, más que las bellas frases, parecen demandar las
máquinas del ingeniero o las grandes botas del "pioneer", es que,
como ellos, también estamos descubriendo, trazando, explorando;
tratamos de crear un universo moral, una conciencia de perduración
que nos eleve del estado de Naturaleza al estado de Cultura".12

Y en el ensayo "Misterio americano", del mismo libro, presentaba


otro esquema de sus futuras indagaciones que culminarán en De la Con-
quista a la Independencia, su obra magna en el terreno historicocultural:

América es el continente del misterio. Más allá de las formas


politicas o culturales de importación late en nuestra existencia -en
contraste con la pulida y más clara vida europea- un enigma psico-
lógico que es a la vez nuestro drama, nuestra esperanza y nuestra
fascinación. No somos absolutamente civilizados, en el sentido de
Spengler, porque de pronto cruzan el umbral de nuestra vida colec-
tiva violentas rachas de instinto que le imponen al acontecer un tono
sorpresivo, un insospechado patetismo. Son esos nuestros terremotos
morales o históricos, parecidos a aquellos terremotos de la Geologia
que a lo largo de los Andes nos favorecen con su frecuencia cíclica
y que en la vida morosa de la época colonial originaban las más ex-
trañas devociones y ponían un frenesí religioso, un lívido terror en
las multitudes empavorecidas. Y es que nuestro subconsciente acumu-
la como la tierra andina las convulsiones de las razas que no se han
fundido bien, los gritos ancestrales de las especies distintas, lo
primitivo que lucha con lo refinado, el embrollo de las culturas
superpuestas. Entonces, en un momento, las fuerzas plutónicas de
adentro rompen la débil estratificación de formas adquiridas, y
12 Cit. por Ricardo A. Latcham, prólogo a los Ensayos escogidos, p. XII.

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No T A S 273

advertimos que nos habiamos dormido precisamente sobre un tu-


multuoso misterio.' 3

Entretanto, ha ocurrido lo que parecia un sueño lejano para los tras-


terrados: muere Juan Vicente Gómez. Y a comienzos de 1936,
por cual-
quier medio de los existentes, se produce el revés del éxodo. Centenares
de intelectuales regresan a Venezuela y, entre ellos, Picón-Salas. Perma-
nece en Caracas poco tiempo, pues se le encomienda una tarea diplomática
en Praga: allí publica su biografia-elegía de Alberto Adriani, que
contiene muchas claves para el conocimiento del propio autor y de las
inquietudes de su generación. Es, asimismo, el tiempo de la primera
visión de Europa, de la que traerá páginas admirables.
Cumplida su tarea, regresa nuevamente a Chile, donde publica varias
obras y, de nuevo, su rumbo es Caracas. Crea la Revista Nacional de
Cultura-que cuenta hoy con casi treinta años de vida- y en 1940
entrega a las prensas de la Editorial Cecilio Acosta una obra en que ha
puesto muchas esperanzas y mucha voluntad de ser claro y sencillo:
Formación y procesro de )!aliteratura venezolana, que aparece a princi-
pios de 1941.
Fue el comienzo natural de su obra de madurez. Pero en ese co-
mienzo están firmemente sentadas las bases que esta clase de trabajos
ostentará simpre en la pluma de Picón-Salas. Al trazar la historia del
proceso literario venezolano dice que deja "a otros el sueño difícil y
académico de una historia objetiva, tan fría y tan fiel que parezca una
entelequia. No soy -tengo que decirlo- un erudito del siglo xix sino
un escritor del siglo xx que busca en nuestra literatura uno de los signos
más expresivos del alma histórica venezolana".14 Este deslinde propuesto
por el autor sitúa su quehacer como apartado de una entrega de datos
fríamente eruditos, que pueden llegar a ser via crucrs del lector inde-
fenso. El ensayista se ha situado en una posición de tamiz ideológico,
intermediario que sólo deja pasar los ricos atributos tipificadores, las
notas valiosas y esenciales. Asi, el libro resulta vivaz, alacre e interesante,
pero sentimos siempre el respaldo de sólida y paciente investigación, a
la quese suma la finura exegética de quien lo escribe y la perfección
de su prosa. Por otra parte, de entre el océano de documentos, papeles de
toda laya, fechas y juicios, a Picón-Salas interesábale extraer vivencias
del pasado, rescatar sueños y ambiciones de hombres de "las dos Vene-
13 Obras selectas, p. 517.
14 Formación y proceso..., p. 12.

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274 REVISTA IBEROAMERICANA

zuelas", o sea la de aquéllos que la forjaron desde dentro, sin pasar


sus fronteras, y la de quienes la moldearon -a veces con lágrimas-
desde fuera, en la dolorosa peregrinación de los destierros.
Si en Formición y proceso... los análisis de las contribuciones indi-
viduales son acertados, límpidos y de seguros relieves, 15 no menos valio-
sos, sabios y grávidos de poder caracterizador son los enjuiciamientos
de diversos "ismos". Las etapas barroca, neoclásica, romántica y moder-
nista, exhiben en su justo tratamiento el atuendo del historiador de las
idea3 y las culturas, la huella del crítico capaz de eficaces sintesis que
nunca desfiguran la contemplación de más anchas perspectivas.
Al reeditar Formción y proceso. .. veinte años después de su pri-
mera salida, con el nuevo titulo de Estudos de literaturavenezolana -com-
prensivo de las muchas adiciones- la obra de 1941 ocupa las páginas
9-188, pero viene acompañada de otra veintena en que Picón-Salas pro-
longa su estudio de las letras venezolanas hasta 1960. Fue ello buena
muestra de que el historiador se sobreponía a sus ausencias -por sus
actividades como embajador en Colombia o Brasil, o su representación
diplomática ante la Unesco en París- y nunca le era ajeno el pulso dis-
tante de su pais.

1944: APICE DE LA MADUREZ

Scria injusto reducir la obra múltiple de Picón-Salas a un solo libro,


pero en De la Conquita a la Independencia (Tres siglos de historia
cultural hispanoamericana) le sorprendemos en el ápice de su lucidez
como historiador de las ideas y ensayista sagaz. Pocos escritores de His-
panoamérica ajustábanse mejor que él a la definición que del ensayo dio
hace años Enrique Anderson Imbert, cuando escribe: "la nobilísima
función del ensayo consiste en poetizar en prosa el ejercicio pleno de la
inteligencia y la fantasia del escritor".16
En la Advertencia que precede a la obra encontramos el programa
de dilucidaciones con que se enfrentó Picón-Salas:

En tan compleja y vasta materia como la de nuestra historia


colonial hispanoamericana, aun no definitivamente bien estudiada ni
s15Véanse, por ejemplo, los dedicados a don Andrés Bello -Virgilio ameri-
cano para un Augusto criollo, Bolívar, según el autor-, Juan Vicente González,
los románticos J. A. Maitín v Abigail Lozano, o los modernistas Coll, Dominici,
Blanco Fombona y Díaz Rodríguez o, más adelante, el recio Gallegos.
16 Enriaue Anderson Imbert, "Defensa del ensayo". Ensayos. Tucumán:
Talleres Gráficos Miguel Violetto, 1946, p. 123.

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N OT A S 275

interpretada, me atrevi a seleccionar algunos temas que ofrezcan, de


la manera sintética que reclama nuestro tiempo presuroso, la imagen
más nitida que me fuese posible del proceso de formación del alma
criolla.Cómo se forma la cultura hispanoamericana; qué ingredien-
tes espirituales desembocan en ella, qué formas europeas se modifi-
can al contacto del Nuevo Mundo, y cuáles brotan del espíritu mes-
tizo, son las interrogantes a que quiere responder este ensayo de
historia cultural. 1 7

Y aclara, en seguida, su sistema de trabajo y de presentación de sus ideas,


frente a la agobiante exhibición erudita de ejemplos precedentes, con lo
que enlaza su menester a la petición de "aseo de América" lanzada por
Alfonso Reyes:

más que el ciego acarreo del dato me interesó su tipicidad, y a la


página plagada de citas preferí, de acuerdo con mi temperamento,
lo que revelaba no sólo un esfuerzo de trasmitir noticias sino lo
que es humanamente más urgente: entenderlas. 18
De ocho capítulos consta el excelente libro: "El legado indio", "La
discusión de la conquista", "De lo europeo a lo mestizo. Las primeras
formas de transculturización", "Entrada en el siglo xvii", "El barroco
en Indias", "Erudición, temas y libros de la época barroca", "El huma-
nismo jesuítico del siglo xviII" y "Vísperas de revolución". En cualquiera
de ellos se hace evidente que el escritor ha alcanzado la máxima perfec-
ción de su prosa y el hombre de ideas una visión clarísima, decantada
sabiamente, de los problemas pasados y presentes de la suma continental.
Su enjuiciamiento del fenómeno barroco hispanoamericano, por ejem-
plo, alcanza los límites de lo ejemplar en esta clase de trabajos. Desde
luego, su conocimiento de la historia del arte y su experiencia directa
del barroco arquitectónico y literario de América hispánica, le llevan
mucho más allá de una visión formalista. Penetra hondamente en la rica
problemática espiritual del barroco y tiene conciencia de que éste "con-
tiene como una verdad soterrada que requiere más fina pupila psicoló-
gica para descubrirla".19 Su incisiva caracterización del barroco -patetis.
mo y demasía, represión espiritual, burla, crueldad y groseria, entre
17 De la Conquista.. . Méxicc: Fondo de Cultura Económica, 1944, p. 9.
De la obra se han hecho varias ediciones posteriores y este mismo añc ha apare-
cidoen
18 la "Colección Popular", del mismo Fondo de Cultura Económica,
De la Conquista..., p. 10.
19 Ibid., p. 107,

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276 REVISTA IBEROAMERICANA

otros rasgos que estudia- es un verdadero anticipo en nuestra historia


literaria.
Al asediar concretamente el barroco literario de Indias, Picán-Salas
cumple esclarecedoras aproximaciones a Bernardo de Balbuena, al Luna-
rejo y su Apologético, a Juan del Valle Caviedes. Pero el gran acierto
es el luminoso rescate de la Décima Musa, en el breve capítulo "El 'caso
Sor Juana Inés de la Cruz", que asi concluye:

El riesgo de la hermosura -advierte Sor Juana- es que suele


ser despreciada después de poseida. Y a la amante satisfecha -ella,
la gran amante frustrada- le recuerda:

Presto celos llorarás.


En vano tu canto suena
pues no advierte en su desdicha
que será el fin de tu dicha
el principio de tu pena.

Asi la "demasía" barroca se encuentra con el limite de la desilusión


y la muerte. Entre los silogismos y el congelado mundo lógico en
que yace soterrada la vida, alguna vez, como dice disculpándose
Sor Juana, se deja oir "la retórica del Ilanto". Ningún otro artista
sufrió y expresó mejor que la cxtraordinaria monja de México el
drama de artificialidad y represión de nuestro barroco americano.

Pocos libros firmados por escritor de nuestra América -exceptua-


dos algunos de Alfonso Reyes, de Pedro Henr-quez Ureña o de Ezequiel
Martínez Estrada- plantean con semejante caudal de inteligencia y
serenidad asuntos :-n graves como las modalidades del espíritu indigena,
la psicología de la empresa conquistadora, el temprano aparecer de formas
mestizas en núcleos en que prevalecan formas de cultura europea, la
"pedagogía de la evangelización" y otros tan arduos como los aludidos.
Y pocos escritores nuestros cumplieron su tarea, venciendo muchos
asedios de la adversidad, con la misma elevación, serenidad y sofrosine,
con discreción y amor semejantes. El escritor que ha rendido sorpresiva-
mente la muerte era, como él mismo dijo de Alfonso Reyes, de los
escasos que podian enseñar y aconsejar al Continente.

JUAN LQovELUCK

The Ohio State University

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