El Lenguaje de Las Caricias
El Lenguaje de Las Caricias
El Lenguaje de Las Caricias
(El cuerpo como apertura del conocimiento hacia el mundo, puesto en evidencia en la obra
ESTUDIANTE:
MAESTRO:
BOGOTA D.C.
2017
A repetir tantos terceros que
me indujeron a obsesionarme
con Artaud.
mundo: sin mi cuerpo no sería nada. Mi cuerpo está situado en el mundo aquí y ahora. En
cuanto al ahora, soy siempre presencia; en cuanto al aquí, estoy dotado de características
físicas: mis brazos son voluminosos, mis piernas son extensas, mis orejeas son acanaladas…
Mi cuerpo me asegura un lugar en el mundo y, mediante él, le doy sentido a los cuerpos que
tros y enseñarles a abrirse; de la misma manera como Jesús algún día, al ver que teníamos los
sentidos cerrados, nos miró con su mirada promotora y nos dijo: “Effatá”, ábrete, abre tus
TOMAS TRASTOMER.
Habla del final de algo, no exactamente de una guerra; quizá si de una revolución o al
Estructura de la acción………………………………………………………………… 65
Explosión……………………………………………………………………………..68
Escena 2: el gran Big Bang………………………………………………………….69
Preguntas al público…………………………………………………………………...69
Final……………………………………………………………………………………72
Escena 4: final……………………………………………………………………….73
Bibliografía………………………………………………………………………………...75
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Introducción.
Conocer el mundo como forma apela a la percepción, lo que es realizado por el ejercicio
Revisando la historia del teatro desde las vanguardias acontecidas después de la revolución
industrial en el siglo XIX, que dieron origen a las propuestas estéticas contemporáneas, gracias al
de Saxe – Meiningen, los cuales tenían en común, el deseo de alejar al espectador de la tradición
específicos con respecto a la función y razón del hecho teatral divergente en cada hito.
la literatura hacia el plano teatral, en Appia era la utilización efectiva de las nuevas tecnologías
buscaban los mecanismos técnicos que pudieran llevar a escena los textos simbolistas,
principalmente del dramaturgo Maurice Maeterlinck, el cual colocó a Lugné como único director
capaz de lograr dicha labor, pues antes de esto, Maeterlinck y los simbolistas pensaban que tanto
sus textos como los de los grandes poetas como Shakespeare, no correspondían a la naturaleza
del teatro sino al de la poesía, por eso estos debían ser leídos y no escenificados; innumerables
son los hechos y las experiencias, pero de todas ellas, cabe resaltar una inconformidad en
compara, interpreta. Liga aquello que ve a muchas otras cosas que ha visto en otros
escenarios, en otros tipos de lugares. Compone su propio poema con los elementos del poema
Antes de la anterior cita, Ranciere en el mismo capítulo del libro El espectador emancipado,
No hay teatro sin espectador (por más que se trate de un espectador único y oculto, como
de Diderot). Se necesita siempre de un testigo que será el objetivo de sacar la obra del ensayo
hacia la presentación. Cuando esto sucede, tanto el espectador como el espectáculo, crean un
Esta relación, que se entabla entre el mensaje expresado en la escena teatral y el espectador
que lo recibe, se inscribe tanto en el campo sensorial como en el político. El primero que abre el
cuerpo como conjunto de sentidos a la recepción del mensaje, “la fenomenología se opone a la
visión dualista (…) el hombre es un ser corporal, una conciencia encarnada; que el hombre no
piensa desde el cuerpo, ni con el cuerpo, ni a través del cuerpo; el hombre piensa como
cuerpo…” (Villamil Pineda, 2003, p. 19). El segundo, que se configura como la interpretación
subjetiva del espectador, que selecciona y organiza las ideas en su interior, según los dispositivos
Con esto llegamos a la inconformidad específica. ¿Por qué el teatro ha negado la abertura
sensorial del cuerpo, evitando así, entablar nuevos lazos comunicativos con el espectador? Esto a
partir de ver, que según la tradición teatral desde hace 2500 años finalizando las
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fiestas ditirámbicas, solamente se han instaurado estos lazos comunicativos como una
comunicación exclusivamente visual, excluyendo los otros sentidos del cuerpo, que funcionan
Pocas son las experiencias teatrales en la contemporaneidad que se apropian de esta inquietud,
pero las pocas que existen, las cuales mencionaremos más adelante, solucionan sencillamente
este vacío a la manera del performance art, con una disposición geométrica entre el espacio de la
distancia, llegar al contacto físico y desarrollar allí diversas acciones sensoriales. Pero esto
compete algo más allá de la mera disposición espacial, y remite más a una cartografía
organizacional del cuerpo como abertura de conocimiento hacia el mundo, que dista mucho de la
visión del teatro como representación. En ese pequeño punto, cuando ya se ha configurado la
cartografía corporal, en donde el cuerpo se expande para convertirse en un receptor total del
su sensorialidad como con el oficio teatral, que contiene dentro de sí, un sentimiento profuso del
algo que tiene que ver con la manera en que asumieron su vocación y la forma en que
vivieron y concibieron el arte (…) ¿Puede el arte curar? ¿Puede alterar la conciencia? ¿Puede
Dicho sentimiento, es decir esa intensidad de la cual nos estamos refiriendo, que se apropia de
la ética del teatro como motor trasformador del mundo, no nació en este momento o hace poco
tiempo, veremos más adelante que desde el ditirambo griego, este sentimiento emerge como
revolución cultural, y que en el siglo XX, fueron sus mayores exponentes Brecht y Artaud. El
primero buscaba distanciar para reflexionar, el segundo acercar para sentir. En este estudio nos
centraremos en el pensamiento de este último filósofo, que en conjunto con el ímpetu creativo
del más antiguo grupo de teatro experimental de los Estados Unidos, que siempre tuvo como
lema la pregunta, ¿difiere la gente que va al teatro de la gente que no va? (Beck, 1974. p. 33), o
en un ideal más cósmico ¿puede el teatro cambiar a las personas?, surge lo que al parecer es una
de las obras, de tantas que tiene el grupo, que más se acerca a la noción del cuerpo como abertura
del mundo en nuestros días y que obligatoriamente se conecta con este sentimiento profuso, pues
apoderaba de los cuerpos y los doblegaba. Les producía “una crisis total, que solo termina con
la muerte o la purificación extrema”. Si el teatro no provocaba ese efecto, entonces era inicuo.
Pensando el espacio teatral como el lugar idealizado por Artaud, donde convergen todas las
energías reunidas, que alteran al hombre definido por Suely Rolnik: “el sujeto bajo el
imperio trasnacional del capitalismo financiero”, se podría crear una correspondencia con las
energías que el sujeto moderno lleva reprimiendo u desconociendo, a causa de las costumbres y
el ritmo actual de vida, y quizá transformarlo como añoraban los integrantes del Living, “la
rock o un baile. “Para los jóvenes no había otra prioridad que sentirse bien, y la mejor forma de
(Granés , 2015. p. 81), y en esa transición tener la sensibilidad de primero que todo entretener,
pero ir más allá de las estructuras dramáticas y proponer una verdadera conciencia real, “Dentro
de esa sociedad libre el sueño de un teatro que sea útil. El sueño de cosas útiles en una época
En todo caso, esa vida que, en la formulación foucaultiana del biopoder, emerge como
impersonal, lo inhumano; como fuerza que atraviesa las construcciones normativas del
individuo y de lo humano, y que las amenaza con su pura potencia de devenir y de alteración.
Este estudio se basa en las ideas Artodianas del autodescubrimiento dentro del espacio teatral,
de las energías aminoradas en el cuerpo, para que fluyan libremente en una explosión sin
barreras. Pero son pocos como lo dijimos anteriormente, los grupos que han tejido su estética a
“estética integradora de lo vivo” (Lehmann, 1999. p. 240), que ofrecía una experiencia sin
presente real en el teatro, pero en la misma línea y de manera individual, encontramos directores
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teatrales que tenían cercanas intuiciones a las de Artaud, inclusive antes de él y que apuntan al
mismo lugar: el ditirambo griego o las fiestas carnavalescas en honor a Dioniso que se
desarrollaban en plena calle en el año 509 A.C. Richard Wagner con el concepto
del Gesamtkunstwerk u “obra de arte total”, que idealizaba con la colectividad, no solo
en términos de congregar todas las artes en el drama musical, “sino de alcanzar una autentica
fusión orgánica” (Sánchez, 1999. p. 17), con una idea de ritual, ocultando la tramoya y el foso de
la orquesta para así inclinar al público lo más posible al escenario. Sigue el director alemán
George Fuchs, quién habla del innegable lazo que une el teatro con el pueblo, “Todas las
sociedades tienen el teatro que se merece ni nadie ni siquiera el déspota más absoluto ni tampoco
el artista más poderoso le pueden imponer a otro” (Sánchez , 1999. p. 212). La noción de Fuchs
reside en la importancia del ritual, semejante a las festividades griegas en honor a Dionisio, pues
es el pueblo el que propone la colectividad, genera sus necesidades y las traspone en el teatro.
También Fuchs siendo un precursor de Artaud, diría que el ritual no podría hacerse si el teatro
Más adelante en el tiempo, encontramos a Alfred Jarry y su interés por confrontar al público
con su propia imagen, exagerándola esperpenticamente y develando sus propios vicios ante ellos.
Después viene Meyerhold, que en base al libro del director alemán George Fuchs La escena del
futuro, (en donde el alemán rechazaría enfáticamente la relación del teatro con la literatura,
queriendo convocar un teatro como espacio colectivo, eliminando cualquier elemento espacial
que pudiera alejar al espectador de la acción teatral, y con esto revivir el impulso teatral de los
griegos como festividad y colectividad), idealizaría el escenario para convocar a los espectadores
a algo más que una representación, los convocaría a una reunión política. Continuando con la
vemos a Grotowsky con “las investigaciones detalladas sobre la relación entre el actor y
obra Apocalypsis Cum Figuris (1968), en donde los actores y los espectadores convivían en el
mismo lugar y “los primeros tenían la función de dar y representar , los otros, de recibir y
Para terminar vemos las propuestas del teatro de guerrillas, estética llevada a cabo por
grupos contra - culturales en Estados Unidos ligados al movimiento hippie, como Los Diggies o
el Living Theatre, siendo este último el grupo que nos servirá como sustento de la
fundamentos no tuvieran una base filosófica, pues como dice el filósofo colombiano, y uno de
los mayores referentes teóricos del presente estudio, Miguel Ángel Villamil Pineda, “El filosofar
(Villamil, 2003. p.15). Por lo tanto, para hacer plausible el estudio y no dejarlo en la simple
francés Maurice Merleau – Ponty, importantes para entender el camino que debe transitar el
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También de la parte de los filósofos franceses Jacques Ranciere y Jacques Derrida. El primero
que trata sobre la ubicación política del espectador moderno, sobretodo en su texto El espectador
representación, la postura estética de Artaud y lo que esta encarna como crítica al teatro
obra Eureka del Living Theatre, pues este grupo y en especial esta obra, definen en la
contemporaneidad, una ruptura a los modelos clásicos perceptivos en el teatro, formulando una
nueva experiencia estética, sin dejar de lado la dramaturgia como pilar del desarrollo teatral.
que Artaud proponía un teatro nuevo, lleno de fuerza y vitalidad, que infringía en el público
un golpe emocional capaz de alterar por completo la conciencia. No más pasividad, no más
acción, ritual, un revulsivo que transformaría el cuerpo, un petardo entre las piernas que haría
ateo, no presta la palabra al ateísmo, no entrega el espacio teatral a una lógica filosofante que
proclame una vez más, para nuestro mayor hastío, la muerte de Dios (…) La escena es
Los estudiantes de dirección teatral de la facultad de artes – ASAB, no solo se forman bajo el
concepto de “palabra” germen del teatro clásico, también lo hacen bajo otros conceptos que se
ostentan como irrefutables a la hora del hacer teatral. Pueden ser estos: la situación, la acción, el
menos en los círculos teatrales más conocidos de la ciudad, instaura una lógica de construcción
crueldad y la clausura de la representación. Dicha lógica, que según los dos autores en mención
solo ha servido para romper con la vida y la verdadera esencia del teatro, Derrida la menciona
Un autor creador, que plasma sus intenciones e ideas en un texto, y directores o actores
que representan medianamente el pensamiento del autor, para un público pasivo voyeur.
No hay que irse muy lejos para detectar que este modelo de creación es hegemónico en el
teatro, o por lo menos lo es desde finalizado el ditirambo griego. Lo podemos notar en los grupos
Molina, de Shakespeare, desde el nacimiento de la tragedia y se sigue haciendo hoy en día. Solo
unas pocas propuestas devenidas del happening y el performance art, “Living Theatre, The
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Performance Group (TPG), Wooster Group, Squat Theater y muchos otros exploraron formas
teatrales del tipo happening en las cuales la presencia y las posibilidades de comunicación fueron
prioritarias frente a los procesos representados” (Lehmann, 1999. p. 180), se atrevieron a abdicar
sobre este modelo, que tiene en común dos cosas: enfoca su modelo perceptivo en lo meramente
visual, y sitúa al espectador geométricamente en una silla para que la atención fijada por sus ojos
solo detecte “la caja negra” del escenario, en donde los actores muestran con acciones una serie
Ante esta disposición, asentada hace más de dos milenios, cabría tener presente la apreciación
de Bertolt Brecht, cuando abogaba que las necesidades estéticas en el arte están dadas por las
necesidades de la época. Entonces, ¿cuáles son nuestras necesidades estéticas en el teatro actual?
tiene que incluir una reflexión sobre sus propios medios, en lugar de limitarse a confiar de
intento de adaptarse de manera más intensa a los gustos convencionales del público resultaría
inútil: de cualquier modo, otros medios de entretenimiento más actuales lograrán superarlo en
Para entender la anterior pregunta y encajarla con la cita expuesta anteriormente por el teórico
alemán Hans Thies – Lehmann, debemos situarnos en la época en la cual vivimos, tal cual como
lo hizo entrever Brecht. En esto, Lehmann en su libro Teatro Posdramático, habla del fin de una
época llamada “la galaxia Gutenberg”, definida con este nombre por el filósofo canadiense
Marshall McLuhan. El fin de esta era corresponde al desarrollo de la imprenta y la telegrafía que
cambiaron los mecanismos de comunicación humana, por ende, Lehmann toma este momento,
como presupuesto para analizar las propuestas escénicas que surgieron después de este
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acontecimiento. Con el fin de “la galaxia Gutenberg” se está declarando la llegada de la era
industrial. Esto inició importantes cambios culturales, que llevaron al hombre a situarse en el
pensamiento científico para encontrar respuestas a problemas ontológicos del ser, siendo en las
artes la transición más evidente, la que tuvo lugar entre el romanticismo y el naturalismo, en
donde el primero defendía el alma y los sentimientos, y el segundo los problemas terrenales y
tangibles del hombre. Por ello el siglo XX no puede desligarse de los avances tecnológicos de la
era industrial, que fundaron un nuevo carácter en el teatro, pues fue este el siglo de las máquinas
y de la era científica desde donde estaba sustentado el naturalismo. Esta revolución terminó
creando nuevas posibilidades escénicas, que permitían recrear espacios antes inimaginables,
como sucedió con las propuestas escenográficas y lumínicas de las obras de Wagner por parte
del escenógrafo suizo Adolphe Appia, que terminaron por sacar al teatro del costumbrismo
burgués. Gracias a estas grandes innovaciones teatrales de finales del siglo XIX y comienzos del
siglo XX, suscitadas por Meiningen, es que dichas innovaciones tecnológicas, son utilizadas en
la contemporaneidad, por directores de la talla de Eugenio Barba, Einer Schleef o Bob Wilson.
El fin de “La galaxia Gutenberg” declara Lehmann, también inicia un nuevo proceso
El autor señala este como el siglo del desarrollo mediático – tecnológico, en donde la
capacidad del hombre de recrear universos con la paciencia que se hacía en la época burguesa
antes del siglo XIX, resulta obsoleta, ya que la tecnología de este siglo, nos propone nuevos retos
perceptivos, que van acorde con la rapidez de producción moderna, perdiendo esencialmente
imágenes del ser humano en contacto con su propia naturaleza, ya que sus sentidos se han visto
La cultura de lo visual lleva del mismo modo que sucede con los modelos de producción
época moderna.
¿Pero cuál es el problema con lo visual? “La danza y por consiguiente el teatro no han
empezado todavía a existir” (Derrida, 1989. p. 02). Esta cita sustraída por Derrida del Manifiesto
del teatro de la crueldad escrito en el año 1948 por Artaud, aboga por la virtud más importante
del teatro, que se encuentra olvidada por la tradición literaria en hermandad con el teatro, y a la
cual Artaud se refirió como: “todo lo que se escribe es porquería y los literatos son puercos
hacinados en la escena moderna” (Sánchez, 1999. p. 12). Dicha virtud en palabras de Artaud es,
“el acercamiento en escena de dos manifestaciones pasionales, dos fuegos vivientes, de dos
magnetismos nerviosos, es algo tan integro, tan verdadero, e incluso tan determinante como es,
en la vida el acercamiento de dos epidermis en un estupro sin mañana.” (Artaud, 1978. p. 14).
Esta virtud del teatro de la crueldad, se define mejor como la obra que no utiliza la
representación como reflejo de las ideas del dramaturgo, y que por el contrario utiliza el presente
como acto colectivo entre los cuerpos de espectadores y actores en un recinto común, ya que
como antes cumplían un rol pasivo de simples observadores, ahora se involucran con su propio
Es realmente de perversión y no de olvido de lo que habla Artaud, por ejemplo en esta carta a
B. Crémieux (1931): “El teatro, arte independiente y autónomo, para resucitar, o simplemente
para vivir, debe marcar bien lo que le diferencia del texto, de la palabra pura, de la literatura, y
todos los demás medios escritos y fijados (…) Pero esta concepción que consiste en hacer que se
sienten unos personajes en un cierto número de sillas o de butacas puestas en fila, y en contarse
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historias, por maravillosas que éstas sean, no es quizás la negación absoluta del teatro... sería más
Para transcribir el malestar de Artaud, entender la relación que esto tiene con la percepción
visual y atender a la afirmación de Lehmann, de analizar las mismas bases del teatro lejos de la
idiosincrasia burguesa, se puede decir que en el siglo que demarca el final de “La galaxia
Gutenberg ”, nos hayamos en el siglo de lo visual, condensando el teatro bajo el predominio del
texto teatral, y que en sumatoria se relaciona con la disposición espacial del espectador, que
imposibilita la respuesta de otros sentidos perceptivos ante la apreciación del hecho teatral, no se
el teatro, existen artes que desaliñan el poder de este sobre la imagen. El cine o la televisión le
arrancaron al teatro el poder de la imagen, la hicieron propia, para con el avance de la tecnología
volverla cada vez más interesante para la retina, ¿debería entonces el teatro seguir por este
camino perceptivo, o debería seguir el camino propuesto por Lehmann y reencontrarse con su
Reuniendo todos estos factores, que convocan necesariamente a una sola manera de hacer y
percibir el teatro desde la representación de textos literarios, los modelos de producción amo –
esclavo, comenzando por las ideas del dramaturgo y acabando con la obediencia de los actores
con respecto a las ideas del primero, y finalmente, su unívoca forma perceptiva encuadrada solo
bajo la mirada de la retina, se puede entender la inconformidad de Artaud y sobre todo del por
qué estudiar esta inconformidad es un pilar fundamental para acatar primero: la idea de Brecht
sobre la estética teatral necesaria para nuestra época, seguida de la idea de Lehmann, sobre la
reformulación de los medios de producción para que el arte no caiga en un mero espectáculo de
entretenimiento. Esta inconformidad apunta a una idiosincrasia, que ya se creía absoluta cuando
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se pensaba en hacer teatro, y que negaba la ventaja que tiene el teatro con respecto a otras artes
desaprovecha la anterior ventaja, negando las distintas posibilidades sensoriales que el cuerpo
humano ofrece, a cambio de adecuar sus dispositivos estéticos a un solo objeto perceptivo, la
retina, cuando ya existen artes que técnicamente tienen mecanismos más adecuados y eficaces,
que manejan de forma más diestra que en el teatro el trabajo sobre la imagen.
moderna y así encuentre otro lenguaje aparte del de la imagen para proyectarse, y una de las
vertientes sería analizar a los directores contemporáneos, cuya visión no se aleja del circulo de
fuego en donde Artaud quería introducir al espectador para que ellos encontraran su propia
energía, e inclusive muchos comparten el mismo discurso de abogar por una relación escenario –
símbolos literarios, y que en palabras de uno de los directores que maneja la misma impresión
que Artaud, el francés Jean Frederich Chevallier, lleve la experiencia estética del espectador
hacía “una aventura sensorial”. Lamentablemente, y siguiendo al escritor indio citado por
Chevallier, en su ensayo Fenomenología del presentar, “Salman Rushdie solía decir que las
respuestas a los problemas del arte siempre son técnicas” (Chevallier, 2011. p. 50), los
sentidos en el espectador más allá de los ojos o levemente los oídos. Ya en los tiempos de
como motor mágico, en donde en verdad se encontraba el poder del teatro más allá del simple
Hasta el momento entendemos que la tradición del teatro visual anula la sensorialidad, y que
el más cercano atisbo de devolverle la verdadera potencia al teatro aparte de la imagen, o sea
como acto colectivo de cuerpos en un presente, la tenía Artaud con su teatro de la crueldad, en
objetivo es poner a flote el colectivo de cuerpos presentes como potencia teatral, deberíamos
situarnos en esa acción y ver el por qué no se ha realizado en la escena moderna. Lo anterior
espectador dentro del espectáculo el cual aún no sale de la silla, y segundo acontece a un hecho
de ceremonia de la comunidad. El teatro es una asamblea en la que la gente del pueblo toma
conciencia de su situación y discute sus intereses, dice Brecht siguiendo a Piscator. Es el ritual
purificador, afirma Artaud, en el que se pone a una comunidad en posesión de sus propias
La posición que debería cumplir el espectador dentro del espectáculo o dicho de otra manera,
cómo hacer para que estos dejan de ser simples contempladores – voyeurs, es una inquietud que
de alguna manera ha tocado a todos los directores teatrales. Según la anterior cita de Ranciere, de
esta situación, emergieron dos grandes vanguardias teatrales en el siglo XX, siendo una antípoda
de la otra, ya que la uno pretendía que el espectador tomara distancia del espectáculo mientras la
otra anulaba toda distancia. La primera la del teatro dialéctico de Brecht, que pretendía por
medio de distanciar al espectador de cualquier identificación emocional con los conflictos de los
personajes en la obra, para así tomar el rol de investigador, analizar los hechos y sacar sus
propias conclusiones. La segunda la del teatro de la crueldad de Artaud, que pretendía romper la
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distancia y diluir a los actores y espectadores en un mismo lugar, para así alejarse de la
comodidad de la silla y jugar con su propia energía vital dentro de la acción del espectáculo. Si
bien la una era lo contrario de la otra, la idea de dogmatizar el cuerpo y la razón del espectador,
se extendía en las dos propuestas bajo ciertos mecanismos que pretendían que este pensara lo que
el director pretendiera. Estos preceptos alienantes dieron un vuelco definitivo, con el estudio
sobre los modelos pedagógicos propuestos por Ranciere en su libro El maestro ignorante, tema
que también toca el filósofo en El espectador emancipado, colocando al director de escena como
un maestro que simplemente les da las herramientas a los espectadores, para que ellos mismos
percepción, para el mismo actuar a su manera libremente, aparte de los mecanismos que el
espectador en el fondo muestra su incomodidad sobre el rol que debe desempeñar dentro del
hecho teatral, el cual se inscribe desde Platón hasta nuestros días, en dónde, el problema del
teatral: “Es la conclusión formulada ya por Platón: el teatro es el lugar donde unos ignorantes son
invitados a ver a unos hombres que sufren” (Ranciere, 2008. p. 10). Ante la crítica de lo visual
como motor perceptivo de la modernidad, que no atañe solo al teatro, el filósofo francés Guy
Debord en las primeras once páginas que tratan sobre la contemplación del espectáculo como
mejor manera este malestar como engaño en el siglo XX: “Considerado según sus propios
decir social, como simple apariencia” (Debord, 1967. p. 11). Esto quiere decir, que lo
ver la crudeza de su realidad, opta por sacarse los ojos. De esta manera se cegó no sólo al
mundo de las cosas, sino también a su proyecto de vida. Este acto significó para Edipo reducir
Afirmando lo dicho por Ranciere, el dogmatismo impuesto por algunos directores de enfocar
la percepción del espectador a su manera, es una tarea completamente inútil, ya que el espectador
toma sus propias decisiones y arma su propia interpretación, gracias a su propio cuerpo
perceptivo, pero también entendemos la época actual como cultura de lo visual según la idea de
En ningún momento se está negando la posibilidad del espectador sobre crear su propia
entender que el “ojo” no es el único órgano con el cual el espectador puede realizar su mapa de
director de escena, puede abrir su cuerpo a una multiforma receptiva dentro del acontecer teatral.
“La visión” y “la mirada” no son sinónimos. “La visión” es el fenómeno físico que utilizando la
retina ocular, nos permite retener y organizar los rayos de luz en formas, “la mirada” por el
contrario es “es la visión humana preguntándose por sí misma” (Villamil Pineda, 2003. p. 76).
Tal vez con la abertura del cuerpo sensorial, se nos preste un camino más amplio para objetivar
nuestra mirada, nuestra posición en el mundo, y no depender de la imagen como único medio
para este propósito. Es una pena que esta noción de la sociedad visual, solo sea compartida por
algunos pensadores entre ellos Debord, pero poco refutada en el ámbito teatral, pues como
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veremos más adelante, los hitos de la dirección escénica en el siglo XX, a parte de las posturas
del Living Theatre y algunas del happening o el performance art, habían logrado llegar a esta
conclusión, siguiendo con sus ensayos y experimentos, bajo el modelo a la “italiana” y con “los
ojos” como únicos órganos receptivos. Veremos a continuación entonces, cuáles fueron los
Nunca nadie en la modernidad, por lo menos antes de George Fuchs o Antonin Artaud con su
noción festiva del teatro, se había puesto en contra de la afirmación que dictaminaba que el teatro
debía fundamentar su percepción sobre “el objeto de la mirada”. Pero la hegemonía de lo visual
está ligada esencialmente a la disposición del público a la “italiana”. A lo largo de los años esto
cuando se piensa en teatro, junto con las famosas máscaras de la comedia y la tragedia.
Esta tradición visual que aclaramos anteriormente, es bastante práctica en el hecho teatral, ya
que organiza todos los materiales de la puesta en escena en un solo punto: el escenario. Por
consiguiente todos los elementos tanto estéticos como interpretativos, son más fáciles de captar
que si los viéramos de espaldas o de costado. La relación entre espectador y espectáculo entonces
línea directa al frente del espectáculo, teniendo como punto de guía, los ojos y hacia donde estos
dirijan la mirada. El director bajo esta premisa, sabrá que elementos colocar en el escenario para
que el espectador vea algo o por el contrario no lo haga. El filósofo francés Roland Barthes
define esto en palabras más sencillas, donde entabla la relación del teatro con la geometría en un
solo hecho común, reduciendo la experiencia estética a las cosas que son “objeto de la mirada”.
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perceptivas desde el frente de las personas, pues es en la línea frontal, en donde la estructura del
mensaje por medio del emisor (actor) y receptor (ojos) es posible por la colocación geométrica.
La anterior premisa ha estado en auge hace por lo menos 2.500 años. Mientras se olvidaba la
potencia del teatro como acto colectivo, concebida en el ditirambo, el teatro empezó una larga
hermandad con la literatura. Lo anterior produjo desde los trágicos griegos (Esquilo, Sófocles y
Eurípides) hasta el teatro desarrollado entre los siglos XV – XVII, en Europa. Esto permitió, el
florecimiento de grandes dramaturgos que se dedicaron a escribir para teatro y no para otros
géneros: William Shakespeare, Moliere, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, etc. Los
escritores cambiaron la tradición que venía por las corrientes del drama litúrgico y la
transformaron en la figura del autor – dramaturgo, como ponente principal en el hecho escénico.
No fue sino hasta el advenimiento de la figura del director teatral, impulsado por las prácticas
preponderancia del espectáculo pasó de las manos de los actores y los autores, al director como
Por lo anterior, las prácticas y propuestas de los directores de escena fueron la batuta del
estudio teatral a comienzos del siglo XX, tiempo en donde surgen las vanguardias y estéticas que
marcarían el disenso con el costumbrismo decimonónico burgués, esto a razón de que el teatro
proyectando sus propuestas escénicas hacia un divertimiento fútil. Los dramaturgos ante esta
situación, se veían comúnmente obligados a escribir para el público burgués, dejando como es
obvio todo tipo de innovación, o como diría John Henderson citado por Braun en El director y la
escena:
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“El teatro del siglo XIX fue un reflejo de la sociedad en la cual floreció. La era de una
una clase media mercantil y éstas les exigía para su entretenimiento un teatro en el que viera
una imagen idealizada de sus propias cualidades, un teatro que fuera moral, agradable y
totalmente predecible con un cierto número de unos buques encontraron la fórmula perfecta
para satisfacer esos gustos, la tentación fue producir interminables variaciones de una forma
El teórico español José A. Sánchez en su libro La escena moderna definiría este disenso
como: “La construcción de la escena moderna comenzó como una rebelión contra el teatro
naturalista, en el cual había llegado a su perfección formal la traducción del teatro burgués”.
El corte de esta tradición burguesa nace en el ducado de Saxe Meiningen en Turinga, por el
interés que tenía el Duque Jorge II por el teatro. El llamado primer director de escena, limitó su
William Shakespeare como de Henry Ibsen, lo que produjo una nueva vertiente del naturalismo
alejado de los valores burgueses. Este nuevo interés por el naturalismo en parte gracias a los
aportes literarios de Emil Zola, devino seguido de Meiningen en André Antoine y su Teatro
Libre, también atraído a la obra de Ibsen. Por eso estos dos nombres son importantes, porque
ellos son el comienzo de un interés por el teatro más allá del mero divertimiento burgués. Ya con
esta revolución, los dramaturgos se adentraban a explorar las intensidades del ser humano con
hablado de Ibsen, autor también citado por Braun: “Ibsen ha inventado una cosa que le es única:
la caracterización en profundidad en sus personajes hay escondidas corrientes del alma que de
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pronto se transforman en torbellinos y revelan en su tortuosa espiral, los sueños más secretos”.
La revolución de los dramaturgos comenzando el siglo XX, dio lugar a nuevas innovaciones
literarias en el teatro, tensando más el lazo de unión entre las dos artes, pero este siglo también
ha tenido lugar a otro tipo de expresiones teatrales alejadas de la literatura, ejemplo de ello como
ya lo hemos repetido es el happening, aunque estas comúnmente nos sean bien vistas dentro del
marco teatral. Lo que si no ha cambiado es la tendencia a “la caja negra”, que ha venido siendo
la medida exacta a la hora de pensar, teorizar o poner en práctica cualquier propuesta escénica a
nivel espacial. De manera secular todos los grandes hitos de la dirección escénica han tenido sus
Meyerhold o Grotowsky, entendió el disenso que se debe tener con respecto al espacio, si se
quiere tener una abertura del cuerpo y una estrecha relación de estos con “la caja negra”;
intereses perceptivos y estéticos en cada uno que vamos a tratar y especificar seguidamente.
Meiningen haya echado las bases para la futura interpretación del teatro naturalista. La razón
es que con su preocupación por los elementos externos del ambiente y sus efectos en el
termina por abrazar lo que fue en efecto una visión determinista del comportamiento humano
y fue el determinismo la base fundamental del teatro naturalista”. (Braun, 1982, p. 26)
“Arboles verdaderos, no pintados sino de plástico” (Braun, 1982, p. 123). Los directores que
se van a nombrar en este capítulo, tienen un punto en común: todos compartían el interés estético
hasta el momento vigentes y que devenían del teatro burgués, generando así una innovación
convencionalistas y poco conocidos hasta el momento, y por último y más importante, a que dos
de ellos a excepción de André Antoine, crearan métodos de desarrollo actoral que se utilizan
El interés particular de los naturalistas en el teatro no distaba mucho del interés de los mismos
histórica en el tiempo y en el espacio, pero también de sus protagonistas como sujetos políticos y
sociales. En la literatura tenemos el interés de Emile Zola (1840 - 1902), novelista francés
precursor del naturalismo en la literatura, que hallaba principalmente al ser humano como un
Pero la novela traía ciertos limitantes narrativos, pues si bien podía describir muy bien los
retratos psicológicos del hombre, a nivel de descripción espacial se quedaba corto. Por lo
anterior, Zola se interesó en el teatro, pues estos vacíos narrativos podían ser llenados con la
ilusión escenográfica que posibilitaba el teatro, ya que el detalle de los elementos podía llegar a
Pero así como Zola bebió de los mecanismos del teatro para completar su obra, Jorge II
Duque de Saxe – Meiningen (1826 - 1914), duque de Sajonia – Meiningen, y que dentro de los
registros históricos es considerado el primer director de escena hizo lo mismo pero a la inversa,
bebió de la literatura para completar su teatro. El Duque tuvo una educación temprana con la
pintura y con el estudio del realismo histórico, lo que llevo a qué cuando despertó el interés por
el teatro, este ya poseyera un instinto pictórico bastante agudo, ayudándolo a retratar con total
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mimesis, las circunstancias históricas de todas sus obras, pues antes de iniciar su montaje, ya
tenía en su cabeza la imagen de la puesta en escena en pro de la ilusión que quería evocar en el
público. Meiningen tuvo de comienzo, la ventaja económica que le brindó ser el Duque de su
propio reino, lo que le sirvió para desarrollar su producción teatral, que consistía en la
escenografía, interpretación, etc.), consciente de que dicho conjunto debía imitar el más mínimo
detalle del contexto histórico. En este sentido, las grandes innovaciones del Duque consistieron
en un nuevo modelo de interpretación de los actores, que debían conectar al público con la
la cuarta pared.
La fascinación del Duque por la rigurosidad histórica era tal, que en 1874 estrenó Julio Cesar
de Shakespeare, emprendiendo antes del estreno, un viaje hasta Roma para conseguir las
baldosas exactas que databan del tiempo en el cual se desarrollaba la acción de la obra, y en 1876
emprendió la escenificación de Los Pretendientes de Henrik Ibsen (1828 - 1906), para “estudiar
el terreno y recoger material de las fuentes” (Braun, 1982. p. 24). El mismo Ibsen fue al estreno y
escena francés que inició su carrera en el teatro como actor frustrado al no ser aceptado en el
conservatorio de París, y que por consejo de un amigo, empezó a producir y dirigir obras de
teatro poco conocidas en el círculo teatral. Antoine en una de las tantas giras de la compañía de
Meiningen, quedando fascinado por la rigurosidad con que el Duque trataba cada objeto de su
obra. Después de esto, su carrera como director se extendió por más de once años, llegando a
Si bien Antoine promulgó el objetivo de su teatro como, dar a conocer nuevos dramaturgos
que sacaran al teatro del divertimento costumbrista de la época, para poder crear nuevos retos
donde tuvo mayor éxito. Al comienzo, el Teatro Libre empezó con piezas cortas, ejemplo de
ello, la adaptación del cuento Jacques Damour de Zola en 1887, llevándose este comentario de
un crítico desconocido: “Si el teatro naturalista produce muchas obras como ésta, puede mirar
No tuvo el mismo éxito cuando intentó montar obras de la época naturalista de Ibsen.
Espectros estrenada en 1890 tuvo fuertes críticas pues era muy aburrida, y Antoine para evitar
malinterpretaciones religiosas quitó de la obra el único personaje agradable pues este era un
pastor. De todas maneras la influencia de los experimentos llevados a cabo por Antoine, de poner
largo de Europa, siendo el más representativo, el puesto en marcha en 1889 por el dramaturgo
Antoine enfocaba su ojo como director en la estética naturalista, pero no de la misma manera
en que lo hacía Meiningen. Cuando Antoine vio la compañía de Meiningen por una gira en
Bruselas en 1888, destacó la manera en que el Duque maneaba a los actores, en especial en las
escenas de masas, pero también criticaba el vestuario usado por el duque catalogándolo como
una ingenuidad épica, ya que eran demasiado deslumbrantes para el contexto de la obra.
Konstantín Stanislavsky (1863 - 1938), fue el gran reductor de las estéticas naturalistas
expuestas tanto por Meiningen como por Antoine. El contexto sociocultural de Rusia en la
época de Stanislavsky, no distaba mucho del vivido en París en la época de Antoine veinte años
atrás: el mismo público que volcaba su atención al teatro costumbrista burgués y a los
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melodramas que divertían sin mucho esfuerzo u innovación. De manera coincidente ambos
Stanislavsky fue la que más se acercó a la empresa autosustentable que logró consolidar Antoine
en París con el Teatro Libre, y su éxito se lo valió en mayor medida al estreno de La Gaviota en
1898 del autor ruso Antón Chéjov (1860 - 1904). El Teatro de Arte de Moscú, la compañía
teatral que fundó Stanislavsky junto con otro director ruso Vladimir Nemirovich Danchenco
(1958 - 1943), basó su política de creación bajo el precepto de la representación literal de los
Meiningen, que durante su segunda gira por Moscú en 1890, conoció el modelo pictórico que
utilizaba el Duque para escenificar sus obras antes de montarlas. Al igual que lo hizo Meiningen
de viajar hasta Noruega para conocer en cual tiempo y espacio real sucedían los hechos de la
obra Espectros de Ibsen, Stanislavsky lo hizo con Julio Cesar de Shakespeare, viajando hasta
Italia para recolectar bocetos y vestuarios, no para que fueran una fiel copia de la época sino para
Los grandes directores de actores de comienzo de finales del siglo XIX y comienzos del siglo
XX, estuvieron persuadidos por la estética naturalista, pero a diferencia de sus semejantes,
1908, en donde se acordó que Craig sería el encargado de toda la escenografía y el vestuario y
Stanislavsky el director general. Al director ruso lo que en verdad le aquejaba, era el método
actoral que debía regir su compañía, por eso es que se le llama el padre del realismo psicológico
en el teatro, porque debía encontrarse el mecanismo para que sus actores pudieran reproducir las
situaciones reales en las que se verían envueltos sus personajes, acercándose lo más que posible a
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la vida misma. Para esto Stanislavsky creó varios ejercicios que serían su verdadera innovación,
pues son los manuales de actuación que más se utilizan en la contemporaneidad, y lo son por una
sencilla razón: el actor puede llegar a su emoción de diversas maneras, siendo la más famosa por
medio de la memoria emotiva, pero mantener dicha emoción es el problema ya que es efímera.
De este problema nacería su método más famoso, el “Sí mágico”, que no es otra cosa que ubicar
“La mayoría de los grandes poemas de la humanidad no son escenificables. Lear, Hamlet,
escenario” (Braun, 1982. p. 51). Empezamos este grupo, con la necesidad simbolista por
revelarse contra la corriente naturalista y que sirvió como inspiración para las reformas
Meyerhold diría que es la idea del teatro sintético, definido como la unión de todos los medios
escénicos como la luz, la música, los actores, etc, es como debe concebirse un espectáculo, una
idea que parecía imposible de pensar hasta la llegada de uno de los mayores precursores del
Así como el naturalismo atacaba la falta de objetivismo del romanticismo, que colocaba al
“sujeto” como ser de emociones y no como propenso a las circunstancias naturales que lo
rodeaban, esta vanguardia también tuvo sus detractores tanto en la literatura como en el teatro.
por las teorías de Richard Wagner, colocarían una nueva función en el texto dramático y la
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puesta en escena, en donde el primero debía corresponder a una poesía, que elevara los valores
del hombre terrenal ideado por el naturalismo y convertirse en algo más que enunciación de
acciones, en un camino para alcanzar la divinidad del universo. El segundo debía promulgar las
sensaciones del texto, utilizando las ideas de puesta en escena idealizadas por Richard Wagner y
“La obra de arte más elevada, debe tomar el lugar de la vida real, debe disolver esta
realidad en una ilusión, por lo cual, la realidad misma se nos aparece como nada más que
hacia “obra de arte orgánica”, ilustrando entonces la manera en que Richard Wagner podía ser
escenificado, idealizando el ritual ensoñado por el artista alemán, concluyendo que la escena
debía contener la poesía del texto utilizando para esto la luz, la interpretación actoral y la
escenografía. Esto fue un gran avance en las propuestas de escenificación de las obras
simbolistas, por dos razones, la primera es que las ideas de realización de Wagner se encontraban
estancadas en el siglo XIX, no solamente por carencias tecnológicas, sino principalmente por las
costumbres banales de producción teatral creadas por el divertimento burgués y a las que se
tuvieron que enfrentar de igual manera Meiningen, Antoine, Stanislavsky, etc. La segunda es que
simplemente los pocos directores que habían intentado trasladar una obra simbolista del texto a
la escena. habían abdicado en su propósito, como sucedió con Antoine, que sin nunca jurar
lealtad al naturalismo, se había arriesgado a poner en escena La princesa Maleine del dramaturgo
y precursor del simbolismo Maurice Maeterlinck (1862 – 1949), desistiendo un año después de
Realmente no tengo los medios, los trajes, la escenografía y los actores disponibles para
hacer La princesa Maleine… la verdad es que no creo que esta obra corresponda a la
naturaleza del teatro y no quisiera emprender una aventura que solo terminaría por traicionar
El simbolismo conocería un solo “teatro simbolista” liderado por el director francés Lugné –
Poe (1869 - 1940) desde el Teatro de l'Œuvre, compañía que tenía como lema “estimular ideas”
y que gracias a la afinidad de Lugné con Maeterlinck, este último estuvo al margen de cualquier
Lugné - Poe en su búsqueda por la obra maestra que representara a Francia, condujo a la fama
a un escritor que desde muy joven logró la atención del círculo simbolista liderado por Mallarmé.
Lugné por medio de la escenificación de un texto que causó bastante revuelto en la escena
francesa Ubú Rey llevó a que toda la sociedad conociera al dramaturgo francés Alfred Jarry
(1873 - 1907) y a su excéntrica vida. Famoso porque a los veinte años ya tenía una propuesta
abrazadora que prometía develar vicios burgueses escondidos, y alterar la racionalidad del
pueblo francés que tanto aclamaban los simbolistas por medio de sus obras llamadas “Ubús” y
por su desmedido alcoholismo, a veces justificado por la temprana muerte de su madre, Jarry fue
reconocido “como un animal salvaje entrando en la arena” (Braun, 1982, p. 65), llamándolo los
surrealistas “el precursor de todos los pintores, compositores y poetas que rechazaban las formas
tradicionales como las falsas imágenes de un universo que carecía, manifiestamente, tanto de
sistema como de propósito” (Braun, 1982. p. 71). Los “Ubús” eran una trilogía en base al
personaje Ubú, un rey que servía como modelo de la ridiculez de los monarcas y que tenía, cierta
semejanza a los arquetipos de la comedia del arte como “Capitano” o “Polichinela”. Jarry
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colocaba a los reyes y los convertía en payasos para así develar a su modo un vicio social; esto le
serviría a Jarry para configurar el “grotesco”, elemento estético que permeaba toda su obra.
El hecho de que los excesos y la necesidad de Jarry de atacar valores burgueses se deban a la
temprana muerte de su madre es un mito, pero lo que sí es verdad es que Jarry con sus
realidad burguesa que anulaba toda la risa en el “payaso”, ya que lo importante era que cuando el
espectador se enfrentara a la obra, percibiera una realidad oculta bajo convenciones fársicas; lo
anterior le permitió tener una singularidad como director pero más como dramaturgo, ya que
Ubú Rey, hecha por Lugné - Poe, donde este último recibió una clasificación por parte de Jarry
de los elementos que debían utilizarse, reduciendo todo a máscaras y a un telón de fondo que
Yo pretendía que cuando se alzara el telón, la escena debía confrontar al público como el
espejo exagerador en los cuentos Madame Laprince de Beaumont, en el cual los depravados
se veían así mismos con cuerpos de dragones, cuernos de toro, o lo que correspondiera a sus
como Lugné - Poe o Jarry, pero en mayor medida por Adolphe Appia, llevaron a un director
inglés a entender la importancia del concepto del “teatro sintético” de Meyerhold o “la obra de
arte total” de Wagner, pero dirigiendo todos los elementos teatrales a un solo conector: el actor.
Este elemento era el que producía el movimiento escénico que años antes había estipulado Appia
y el cual era muy importante para el director inglés Edward Gordon Craig (1872 - 1966), ya que
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agudo a la danza que le permitió objetivar la función del movimiento dentro del drama,
haciéndolo parte fundamental del estallido y teniendo como meta, generar la misma energía que
la tragedia griega.
Hamlet para el Teatro de arte de Moscú en 1908, en donde Stanislavsky fue el director general y
Craig el escenógrafo, anotando este ultimo los siguiente con respecto al movimiento general de
la obra: “las entradas y salidas entorpecen: no sirven para nada, crean demasiado movimiento y
Como casi todos los innovadores de comienzos de siglo XX, Craig venia de una corriente
burguesa que dominaba el teatro en Londres, y al igual que en Rusia, Francia o Alemania,
también tuvo un efecto peyorativo en la producción teatral, ya que si bien se invertía mucho en
terciopelo rojo para decorar los teatros, era poco lo que esta ostentosidad podía aportar a la
ilusión teatral, generando así gastos innecesarios para mantener el lujo en los teatros y así
asegurar el público ya que fue mucho el dinero gastado, y por consiguiente la innovación de
Craig abandonó su carrera como actor gracias al interés que tenía en la pintura y el dibujo al
igual que Meiningen, y en 1897 produjo cientos de bocetos los cuales aparecían en revistas, pero
no fue sino hasta la puesta en escena de la ópera Dido y Eneas en 1899 a la mano del director de
Su sistema de luces no tenía precedentes: sin usar luces generales o candilejas, incorporó
sostenía a un operador y cinco focos eléctricos con filtros de color. (Braun, 1982. p. 101)
actuación, la obra, la escena o la danza, sino que por el contrario consiste en la reunión de todos
estos elementos. Lo anterior al igual que Appia, convierte a Craig en un artista del montaje más
despreciándolos y teniendo más afinidad con las marionetas como lo expone en su ensayo
literario - teatral La Máscara de 1908, en donde supone el reemplazo del actor por algún tipo de
títere. Pero si bien los tratados estéticos de Craig con respecto al actor no alcanzaron mayor
éxito, en parte gracias a las innovaciones en el campo por parte de directores como Meyerhold o
Stanislavsky, Craig demostró primero gracias a la danza, que el movimiento dramático era parte
fundamental en la obra como parte de la escenografía, y segundo que todos los elementos de la
obra deben complementar el drama del mismo modo rizomático que lo pensó Wagner o Appia.
Para lograr la tragedia, hay que ser alegre… Hamlet es el triunfo del amor. Es una hermosa
canción, una magnífica canción, a través de la cual pasa un personaje que vence los
obstáculos. El amor es música. Por lo tanto es difícil expresar esto con palabras. (Braun, 1982.
p. 112)
Trataremos el tema de los directores que vieron su teatro como un advenimiento político,
aunque las tendencias estéticas difieran mucho una de las otras. Esto a partir de tres directores, el
consciente”, y los otros dos de origen alemán, que veían en el teatro a más que un grupo de
espectadores, un pueblo que al salir de la sala, podía cambiar la realidad política de la sociedad.
Claro que también entre estos dos últimos hay gran diferencia en el desarrollo de la anterior
cometida.
Una de las mayores influencias que tuvo Vsévolod Meyerhold (1874 - 1940), durante su larga
y prodiga carrera como director de teatro, desde sus comienzos como director independiente en
1902 en Kherson - Ucrania, hasta que fue asesinado por el stalinismo, fue el texto La escena del
futuro del director alemán George Fuchs, que le sirvió a Meyerhold para consolidar su
restauración del teatro como ritual festivo comprometiendo por igual a actores y espectadores en
una experiencia común que revelara el significado universal de su experiencia propia” (Braun,
1982. p. 143) , esto creó un sentimiento estético en la vida de Meyerhold, en donde siempre
buscó a nivel espacial, colocar a actores y espectadores dentro de una convención simbolista del
texto. El espacio fue uno de los factores fundamentales y con los que más jugó Meyerhold a lo
largo de su carrera. Buscó en ellos, niveles, círculos, formas geométricas dispares, para atacar de
La obra El amanecer del poeta simbolista Emile Verhaeren estrenada en 1920 por Meyerhold,
creó una atmósfera en donde el espacio representaba “estar en una reunión política”, pues
coincidentemente ayudó que el lugar no estaba adecuado para ser un teatro, sino “El abandonado
auditorio, sin calefacción, con su yeso descascarado y sus butacas rotas, parecía más una sala de
reuniones que un teatro y en este sentido era totalmente apropiado pues creaba la atmosfera de
Son varios los actos que convierten a Meyerhold como un director político desde su mirada
particular de ver el arte. Empezando porque Meyerhold fue el más cercano contradictor de las
propuestas artísticas del teatro de Stanislavsky, pues consideraba que estas no explotaban el
verdadero poder que contenían las obras de Gorki. Aunque el teatro de arte de Moscú fue el que
formó a Meyerhold como actor y luego como director, luego de su graduación de la escuela de
transformación de las conciencias con las obras de Gorki, pues Danchenko pensaba que estas
corriente naturalista del teatro de Stanislavsky, no revelaba la verdad de las relaciones humanas y
mucho menos las acciones sustentadas solo en la palabra. Esto puso a Meyerhold en un
estancamiento, pues estaba en un teatro que distaba mucho de sus ambiciones estéticas y
políticas, cosa que solo iba a mejorar cuando emigró en 1902 a Kherson Ucrania, en donde se
mayoría de origen gitano era de carácter nómada, por lo tanto tenía que cambiar e innovar
constantemente, para no permitir que el público se aburriera, “El público del lugar que iba al
teatro era tan limitado que obligaba a cambiar de obra cada dos funciones, mientras que su gusto
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cambio extremo” (Braun, 1982. P. 138). Lo anterior obligó a Meyerhold a montar hasta 1905
Los gestos histriónicos convencionales fueron reemplazados por “el temblor interior de la
vibración mística que es comunicado a través de los ojos, los labios, el sonido y la forma de
expresión: la calma exterior que oculta emociones volcánicas, bajo un aspecto de liviandad y
Meyerhold descubriría después de su retorno a Moscú que un objeto tenía más intensidades,
de las que vemos con la simple contemplación: música, color, formas, etc. Creando así lo que se
llama actualmente la “convención consciente”, que era en esencia, develar esos signos
la obra. Esto con el objetivo, de presentarle al espectador el misterio del signo que debía re
Stanislavsky, que le entregaba todas las imágenes al espectador tan claras que eliminaba
Aunque Meyerhold bien podría ser el ejemplo vivo del director que persistió enormemente
para lograr consolidar su visión estética, pues fue director del Teatro Imperial teniendo
del Comisariato para la Instrucción Soviética, y renovar toda la compañía para dejar atrás su
tradición comercial y convertirla en un teatro para la revolución de Octubre, tuvo su mayor éxito
en consolidar un modelo actoral en base al espejo del trabajo obrero, llamado “la biomecánica”,
que consistía en ser consiente y ahorrar energía en cada acción que fuera innecesaria, teniendo
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como referente al obrero común, el cual se limita a utilizar las acciones físicas más productivas,
necesarias y determinantes.
A nivel del espectador, el mayor aporte de Meyerhold fue homologar el sentimiento griego de
la festividad, influenciado por George Fuchs, pues vio el teatro como un lugar de explosión de
intensidades, que podían comunicar una amalgama de sensaciones más amplia que la que
proponía el teatro naturalista. Esto a partir de la petición que le hizo Stanislavsky a Meyerhold de
escenificar La muerte de Tintagiles de Maeterlinck, donde empezó la búsqueda del símbolo con
la intención de develar los fenómenos más escondidos y más ocultos de éste. El espectador para
Meyerhold y por lo cual fue un director que estaba comprometido con la revolución sin
necesidad de acudir a las armas, debía, “fundir la obra dentro de una celebración colectiva, el
esfuerzo consciente por disipar la ilusión, el uso de un diseño “modernista” en un esfuerzo por
Dos años antes de su muerte en 1938, Meyerhold mantuvo un ritmo de creación interrumpido,
especificaciones, aunque que no alcanzó a verlo terminado. En esa misma fecha habría de morir
Stanislavsky, no antes de solicitarle a uno de sus ayudantes que lo acompañaba en su agonía, que
En conjunto con Meyerhold, Erwin Piscator (1893 1966), también veía el teatro como una
extensión y herramienta que podía apoyar la lucha política del pueblo, pero a diferencia de
Meyerhold que buscaba enfocar las intensidades teatrales hacia una convención consciente,
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Piscator quería suscitarlas de la misma manera en que sucedieron en los hechos reales, para que
permanente del trabajo de Piscator (...), las bases teóricas de esta práctica residían en el
concepto de "actualidad", cuyo objeto era establecer una relación entre la acción del escenario
Piscator inicio como actor de teatro después de participar en una unidad teatral de la armada,
pero fue cuando el periódico die rote Fahne o La revista roja decidió apoyar a colectivos
teatrales, que Piscator comenzó escenificar escenas sobre acontecimientos de la primera guerra
mundial y el asesinato de Rosa Luxemburgo. Esta experiencia creó en Piscator una necesidad de
que lo llevó al concepto de revista teatral que después evolucionaría en el teatro épico. “Los
directores del proletariado tienen que buscar la simplicidad de la expresión, duración efecto claro
los sentimientos de la audiencia compuesta por la clase obrera” (Braun, 1982. p. 182).
Piscator siguió su camino en el Teatro de La bandera roja donde montó la obra Banderas, una
obra documental qué se centraba en la explotación capitalista de inmigrantes que debían trabajar
más de ocho horas al día. Piscator logró una gran producción con esta obra, innovando en
elementos técnicos como una escenografía giratoria y paredes divisoras, que simulaban toda la
trama de los obreros arrestados y enjuiciados por una aparente discusión con la policía, que a la
final termina siendo una trampa. La conmoción de esta obra fue tan grande en su estreno en
Viena, que el público pensó que los sucesos se habían desarrollado recientemente, pero en
bandera roja y para el Theater am Bulowplatz, pero se vio envuelto en una dificultad, al no
encontrar obras que pudieran alcanzar el nivel político - dramático que necesitaba para su
empresa. Llegaría a las manos de Piscator La Oleada, una obra que trataba sobre una revolución
en China y que empleó, una película como elemento teatral para actualizar a los actos heroicos
de los protagonistas.
arriesgarse aún más en sus propuestas teatrales, pero Piscator se llevaría la sorpresa de que este
mismo organizador le exigía a Piscator, tener los mejores espectáculos para una clase pudiente,
Esta contradicción de la estructura del teatro no es Ni más ni menos que una contradicción
global del momento en que vivimos: resulta imposible construir un teatro proletario dentro del
proletariado José a los medios económicos para mantener su teatro con eso el proletariado
había logrado establecerse como una fuerza social y económica. (Braun 1982. p. 189)
A pesar de ello, Piscator siguió en su tarea, de consolidar un teatro que denotará las falencias
políticas de la época. Eso último creo un ímpetu creativo en Piscator, cuando le empezó a exigir
a los actores, que crearán de manera mimética los roles y las clases sociales específicas que
debían diferenciar, exigiendo a los actores, primero detectar lo que para ellos podría ser el
antecedente que después retomaría Brecht para crear su método actoral, dentro de los
Piscator en ese momento recibió las aclamaciones del público, el cual consideraba su teatro
construido con unos objetivos políticos claros. Seguirían Rasputín y El mercader de Venecia
como los dos últimos montajes hechos por Piscator, antes de que por presión del nazismo tuviera
que emigrar a Moscú, en dónde se dedicó al cine. No volvería a Berlín hasta 1955 después de
Piscator es un gran referente dentro del envolvimiento del espectador en una atmósfera símil a
una situación política, luchando hasta el último momento por un teatro que lograra cambiar la
A pesar de su constante lucha por sobrevivir económicamente como nunca dejó de desafiar
a su público consultando lo con los problemas sociales que los rodeaban, y el futuro cada uno
sus producciones en la mejor prueba de su efectividad (...) demostró como el teatro puede
crear una relación dialéctica con su audiencia para acelerar la transformación de la sociedad.
Las ambiciones artísticas de Brecht fueron mucho más lejos que el teatro épico propuesto por
su mentor Erwin Piscator, pues Brecht logró reunir tanto al dramaturgo como al director en un
solo rol, aunque los dos compartían el hecho de que por medio del teatro se podía cambiar la
Brecht habría de completar el trabajo inconcluso de Piscator con quien trabajó en 1927,
diciendo de su maestro que si bien tenía el empuje, le faltaba dominio para consolidar un método
actoral. Brecht a partir de ello y de su propia experiencia, daría lugar a lo que se conoce como
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actuación épica, pues aunque tuvo inconvenientes para instalarse en Berlín como director, a sus
Incluso antes de que sus obras hubieran sido llevadas a la escena ya se había transformado
adjudicaba la distribución de cada papel, desde el principal hasta el más secundario; luchaba
con una tenacidad implacable por el actor y la actriz que él tenía en mente al escribir la
proceso que duró más de ocho meses, se dio cuenta que el actor más allá de representar un gesto,
debía denotar este mismo en su contexto, dando lugar a lo que se conoce como Gestus. Esto
daría lugar a que Brecht considerara por primera vez, la idea de un teatro épico en donde la
actuación se viera contagiada en todo su esplendor, por la actualidad socio política de la obra.
Este teatro no paró allí, sino que fue encontrando cada vez más nociones del como expandir
dicho contexto. Uno de esos elementos fue la escenografía, que según acercados a Brecht era
bastante básica, pues el director estaba en contra de la tradición alemana, sobretodo en la ópera,
En 1924 se marchó para Berlín para dirigir el Reinhardt Deutsche Theatre, donde preparó su
siguiente obra Un hombre es un hombre, una apología a la pérdida de identidad que puede sufrir
un hombre en la guerra, que contenía un carácter documental pues Brecht experimentó en ella
fechas, lugares y hechos concretos, que sería otra de las características de su teatro épico. Esta
obra causaría cierta revuelta, pues algunos la tildaron de execrar la situación política del país, lo
que motivó a Brecht a iniciar sus estudios marxistas por cuatro años, abriendo el camino para
que empezara a trabajar su idea del distanciamiento como extracción en el teatro épico, pues
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pensó que era más interesante que el público viera dos realidades y sacar una conclusión sobre
Después de esta experiencia, se iría a trabajar con Piscator en 1927, el cual fue reconocido
como el creador del teatro político en Alemania, pero que Brecht lo tildaba de pasivo e
improductivo para las necesidades políticas de la época. Brecht ante esto llevó a cabo una
reforma dramática que cambiaría la historia del teatro en el siglo XX. Esta reforma que se
dramaturgia Brechtiana, que rompía esencialmente con los modelos Aristotélicos sobre todo en
el viaje realizado por los personajes para alcanzar sus objetivos, ya que el teatro Brechtiano eso
no le interesaba, como si le interesaba que cada capítulo fuera una historia singular, sin importar
Brecht seguiría con el proyecto que quizá ha sido su mayor logro. Junto con Kurt Weill, se
proponen homologar el texto de John Gray La ópera del mendigo y transformarla en La ópera de
los tres centavos en dónde Brecht descubrió, gracias a la gran musicalidad de la obra, que la
funciones de 1931 que, “no hay nada más repugnante que un actor pretenda no darse cuenta de
que abandonado el nivel del lenguaje cotidiano y ha comenzado a cantar”. (Braun, 1982. p. 212)
Podría decirse que la obra La ópera de los tres centavos fue un éxito rotundo en la carrera de
Brecht, lo que le permitió gracias a las ganancias que le generó esta temporada, seguir en el
estudio de la teoría marxista, consolidando lo que sería el género dramático por excelencia de
Brecht: Lehrstücke o pieza didáctica. Este género que pretende aun en nuestros días, a partir de
problemas sociales y políticos, crear gestus sociales, se dio principalmente por la mirada que
Brecht completó siete de estas piezas en colaboración con el compositor Kurt Weill, quien lo
Brecht era, “una declaración programática de su noción del teatro épico (…) Brecht intentó
demostrar en una larga serie de notas añadidas al texto publicado, cómo la ópera podría ser más
que un puro medio de placer transformándola en un objeto instructivo” (Braun, 1982. p. 215).
Brecht concebía esto, apartando y singularizando cada lenguaje de la puesta en escena de manera
esta reflexión, Brecht empieza a afianzar su postura política en el teatro, en contra de la idea
ritualizada de Wagner, que buscaba más una catarsis de los sentidos que una reflexión a partir de
la razón. Brecht llegó a la conclusión, que para crear una herramienta clara de transformación en
texto, la música y la escenografía adoptan actitudes con respecto a aquél. Una vez que la
ilusión es sacrificada por la discusión libre y que en vez de permitírsele al espectador vivir
una experiencia, se le fuerza por decirlo así, a decidir, entonces se produce un cambio que va
mucho más allá que algo puramente formal y que comienza por primera vez a incidir en la
Después de esto, Brecht iniciaría con el remontaje de Un hombre es un hombre, pero esto
terminó en un rotundo fracaso, ya que Brecht decidió tomar decisiones arriesgadas con respecto
Lorre, que por deseo de Brecht, habló con bastantes interrupciones, queriendo Brecht consolidar
su concepto de Gestus en cada interrupción de la actriz, para así nutrir el gesto de un juicio
pesar del fracaso, este montaje le permitió a Brecht la experiencia de poner sobre el escenario la
actuación épica.
Por último Brecht habría de poner en escena su Lehrstück más importante, pues estuvo en
temporada por casi 17 años. Dicho montaje sería La Madre adaptación de la novela de Gorky, en
donde el director quería volver universales a los personajes, evitando así cualquier tipo
caracterización rusa, esto con el propósito de que el público, no se distrajera en eso y su atención
Por último Brecht desarrollaría otras piezas para seguir con sus nociones sobre el teatro épico,
pero la llegada de Hitler al poder lo obligó a emigrar a la URSS, a los Estados Unidos y por
último a Suiza, esto gracias a las influencias marxistas de Brecht, las cuales iban en
Brecht pisaría Berlín de nuevo en 1948, consolidado ya como el referente universal del teatro
épico con la fundación del Berliner ensamble en 1949, logrando ser una de las compañías de
teatro experimental más grandes de Alemania, que luego de la muerte de Brecht, pasaría a ser
Se podría asegurar que Grotowski fue uno de los directores que más antecedió ciertos
preceptos que tratamos en el presente estudio, siendo el más cercano acercamiento el que
enseñar, sino por el contrario de guiar el conocimiento. La gran pregunta del director polaco
sería, ¿hasta qué punto la actividad teatral puede eliminar con éxito los elementos manipuladores
en la relación director – actor - público y continuar siendo teatro? La principal causa de ello, es
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que Grotowski tenía inconformidad por lo que no era naturalidad y espontáneo, todo lo que no
venía de los impulsos vitales tanto a nivel actoral, escénico y a nivel de la relación del
espectáculo con el espectador no era válido, “Permitamos que todo haga lo que naturalmente
hace, de modo que su naturaleza sea satisfecha” (Braun, 1982. p. 243) También su socio diría,
“Al trabajar con Grotowski comprendí varias cosas: por ejemplo, cómo, con la manipulación
(una idea indispensable en el teatro) uno llega a un punto donde todo se desmorona y lo que
queda es otra cosa” (Braun, 1982. p. 245). Lo anterior ponía a Grotowski en contra de los
métodos en la actuación acuñados por Stanislavsky, pues creía que esto alejaba a los cuerpos de
su naturalidad, como lo hace entrever en Hacia un teatro pobre, libro que recoge todas sus
El cuerpo del actor como un instrumento que debe ser más dotado que el del espectador. El
cuerpo debe ser capaz de lograr estados físicos extremos como aquellos que normalmente
¿No es eso la síntesis del círculo de fuego, del cual Artaud quiera que tanto actores como
espectadores participaran?
Dichas aseveraciones nunca podrían haber sido expuestas por Grotowski, si este no hubiera
tenido bajo su criterio años de experiencia y de estudios previos. Fundó su primera compañía
teatral junto al escritor Ludwik Flaszner, después de haber estudiado en la Escuela superior de
actuación de Cracovia y pasar un tiempo en el Instituto estatal de artes del teatro de Moscú,
donde aprendió el método de Stanislavsky, el cual utilizaría y renovaría más adelante. Grotowski
tomó como principio en su compañía que lo llevó a consolidar con varios de sus actores por más
de 20 años el ascetismo, no solo por ley, sino por adecuación económica, pues el gobierno
polaco solo cubría un mínimo de sus gastos y el grupo pasaba años enteros explorando una obra
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antes de estrenarla, siendo las más conocidas El príncipe constante estrenada en 1963 en base al
texto de Calderón de la Barca y Apocalipsis Cum Figuris estrenada en 1968. Vemos que son
intervalos de tiempo bastante largos como para volver el teatro una constante económica.
de Grotowski llegar a conceptos que revolucionarían del arte teatral. El más importante de todos
es la vía negativa, parte fundamental de su idea del teatro pobre, en donde “el despojar” se
esencia no sirve y no es esencial para el desarrollo del arte tanto a nivel general, como las luces y
la escenografía, dando paso a lo más importante que es el actor y el espacio. Esto en contra de
los métodos, sobretodo el Stanislavskiano, el cual era el referente más cercano de Grotowski, y
que dictaba que en vez de que el actor se apoderara de muchas técnicas, debía liberarse de todo
lo que no le permitiera llegar a la vitalidad pura. Esto extendido a todo su teatro el cual se basaba
en la filosofía, de una verdadera entrega de la vida para el teatro, convirtiendo así a Grotowski no
solo por sus conceptos, sino por los hechos de un director del teatro santo y ritual. Esto se ve más
claramente en el siguiente aforismo de que sintetiza todo su pensamiento, “entre las dos orillas
de mi precisión permito que fluya el río, que surge de la autenticidad de mi experiencia, lenta y
Judith y Julian ya se habían dado cuenta de que el teatro no era un invento para agradar o
divertir al público. El teatro estaba ahí para desconcertarlo, inquietarlo, amedrentarlo y, por
encima de todo, para hacerle sentir lo que Paul Goodman llamaba la emergencia. Ya habían
“En cada uno de esos textos está la idiosincrasia de Kafka, en grado mayor o menor, pero si
Kafka no hubiera escrito, no la percibiríamos; vale decir, no existiría” (Borges, 1974. p. 711). La
anterior frase de Borges, que habla de los precursores de Kafka, nos llega como anillo al dedo
para entender que las impresiones Artodianas sobre la reunión colectiva y la comunión
energética, existen antes de que el mismo Artaud las escribiera, incluso mucho antes de su
nacimiento. Por eso esta reunión de pensamientos de diversos filósofos, nos ayudan a consolidad
un punto de vista, viendo que el Living, si bien no cumplió al cien por ciento con las ideas de
Artaud, si fue en gran medida el grupo que mejor heredo y logró colocar su practicidad en
fundadora Judith Malina era: “Odiar la violencia, hacerla arte”, lo que nos denota la existencia de
un profundo sentimiento de inconformismo, que habría que canalizar en arte, pero no por ello
volverlo frágil, sino por el contrario volverlo violento y agresivo dentro del teatro mismo.
Los dos descendieron por la escalera de incendios que recorría la fachada del edificio y,
Uno de los referentes aparte de Artaud que influenció el espíritu revolucionario del Living
finales de la década de los 60, fue el filósofo alemán y nacionalizado estadounidense Herbert
Marcuse. Dicho filósofo había revuelto las pasiones de los movimientos revolucionarios en la
Universidad de Berkeley, sobre todo con su libro El hombre Unidimensional (1954), en donde
posibilidad de beneficio que produce la empresa capitalista, “una ausencia de libertad cómoda,
suave, razonable y democrática, señal del progreso técnico prevalece en la civilización industrial
En el tiempo actual y en nuestros nichos sociales más cercanos, vemos que el devenir
personal comparte colectivamente, un afán de alcanzar el trabajo idóneo que supla las
necesidades materiales, pero lo aterrador es que cuando vemos que las personas si pierden dicho
trabajo, se convierte en una fatalidad, ya que sus vidas se convierten en un carro, un viaje, una
casa lujosa, etc. Ya lo dijo Debord en La sociedad del espectáculo, “La primera fase de la
humana una evidente degradación del ser en tener” (Debord, 1967. p. 12).
Lo anterior lo define mejor Marcuse, enmarcándolo en una falsa libertad como sustracción de
los pensamientos que anulan el interés material. Esto según Marcuse, se oculta bajo el ideal del
trabajo libre, que satisface las necesidades básicas, eliminando o trasformando a su conveniencia
cualquier crítica social o necesidad intelectual, invirtiendo los valores necesarios del hombre y
filtrando el comer, el dormir, el sexo, como objetos del mercado, y el amar u odiar a elementos
del divertimiento no esencial, creando así un resentimiento social pues produce un ahogamiento
con los sentimientos que deben ser expresados y se encuentran reprimidos, creando así una falsa
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idea del trabajo digno e idóneo bajo una estratificación de las necesidades, siendo este el primer
comienzo de una jerarquización del cuerpo, concepto que se tratará más adelante. La empresa
seguidamente exigirá que sus políticas sean aceptadas, pues de no acatarse se volverían en contra
del trabajador por las notables carencias económicas. Lo anterior según Marcuse es “Si el
económico libre, la desaparición de esta clase de libertad sería uno de los mayores logros de la
Lo anterior creó un intenso sentimiento que invadía al Living Theatre, que le permitió
cometer actos tan osados para intentar cambiar la cultura en masa en pro del capitalismo, bandera
del estado americano, y por el cual se mataba en Vietnam y las personas desperdiciaban su vida
en trabajos malogrados, señal de ello era el libro del artista estadounidense Abbie Hoffman Steal
this book o el libro para conseguir todo lo necesario para la subsistencia de forma gratuita y así
acabar con el capitalismo. Con estas premisas el Living emprendería una lucha por acabar con
las luces de neón de Broadway, y con todo lo que estos signos capitalistas representaran, pero en
algún momento se preguntaron, si esos actos como la representación de Paradise now en las
universidades, o hacer un lazo humano alrededor del pentágono para exorcizarlo servían de algo
para que cambiar la vida del ser humano y volverlo a unir con su naturaleza, pero lo que sí es
concreto, es que hacían alarde del famoso refrán de Abbie hoffman: “no importa si lo que se dice
19)
Lógicamente que la dependencia al dinero aún es notoria y pasaran muchos años para que eso
deje de prevalecer en nuestra sociedad. Los mismos integrantes del Living lo vivieron en carne
propia, en donde Carlos Granés en su libro, La invención del paraíso, el Living Theatre y el arte
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de la osadía, tiene un capítulo titulado “No podemos vivir sin dinero”, cuando en el año 1969 en
plena gira con Paradise Now, el gobierno estadounidense les quitó 7.000 dólares de sus arcas por
dependiendo de un giro monetario de la esposa de uno de los integrantes para poder movilizarse.
De nuevo los actores sin paga dependían de los estudiantes que ellos mismos querían reformar.
Eso no les impidió encontrar en Marcuse, el espíritu que necesitaban para seguir.
Así, esa dimensión de lo vivo que la modernidad política incorpora para normalizar, para
optimizar y controlar, es también uno de los problemas claves del arte y la literatura moderna
modernidad literaria no son sino el reencuentro, por medio de un lenguaje llevado más allá de
sus posibilidades representativas, con esa vida desconocida que va más allá de los límites de
un cuerpo y que muestra sus líneas de mutación en el umbral de su virtualidad. (Giorgi, 2007.
p. 28)
El ser humano está condicionado bajo un régimen político, una colonización, un orden que en
su biología, o en palabras de Gabriel Giorgi y Fermin Rodríguez, compiladores del libro Ensayos
sobre biopolítica – Excesos de vida, el oikos o centro que satisface las necesidades materiales.
Esto se entiende de mejor manera, cuando Foucault dice “el hombre moderno es un animal en
cuya política está puesta en entredicho su vida de ser viviente” (Giorgi, 2007. p. 09). Para
configurando así una biopolítica, pues el cuerpo humano está ajustado bajo ciertos caracteres que
jerarquizadas y ordenadas.
también el umbral que amenaza y resiste esos mismos dispositivos de sujeción: si el individuo
inmanencia de lo vivo, ese mismo cuerpo y ese mismo ser viviente se pueden tornar línea de
desfiguración (…) El cuerpo, vuelto sede y fundamento del individuo disciplinado, se vuelve
deja lugar a la opacidad de la carne, del sexo, de la enfermedad… (Giorgi, 2007. p. 10)
¿Qué significa que el individuo coincida con su propio cuerpo y así deje de estar suprimido?
Deleuze, uno de los autores que comparten en el mismo libro puede tener la respuesta.
La tarea del mundo es la configuración de la naturaleza, resolver los problemas del ser que
Lo que llama Deleuze como vida o el devenir del hombre en su cotidianidad, es el plano en el
que coincide la realidad virtual del hombre: impresiones, sueños, recuerdos, deseos, etc. y como
trascendental del hombre que no entiende de sujetos ni de objetos, o sea no entiende de órdenes
ni jerarquizaciones del deseo, sino simplemente explota en el campo de lo inmanente. “El campo
Esto nos devuelve al plano del que habla Foucault, en donde el hombre encuentra su propia
realidad a partir de su deseo des alienante, surge como una vida, extraña, anti – normativa, anti
molar, esto cuando encuentra concordancia entre su virtualidad y su actualidad, y se vuelve una
fuerza indeterminada, des jerarquizada, múltiple, y que lucha contra el biopoder, sexual, moral,
económico, etc. Entonces deja sacar sus impulsos escondidos logrando así su propio cuerpo y
formando sus propias normas, ya no condicionadas bajo leyes políticas de la sociedad, sino
hechas por su propio devenir, “la vida emerge como desafío y exceso de lo que nos constituye
La percepción es él dialogo de Bios con su mundo y con el otro, dialogo que implica la
palabra, la significación, el sentido. Husserl definirá al hombre no como un ser racional, sino
como un Welterfahrendes Leben (una vida que experimenta el mundo). (Villamil Pineda,
2003. p. 20)
Estos argumentos sustentan una re lectura del cuerpo humano moderno, pero la pregunta sería
¿por qué realizar tal experimento en el teatro? Los más directo sería decir que el teatro es reunión
de cuerpos en un solo espacio, pero tal reunión es completamente inútil, porque cada individuo
descubre de manera individual su experiencia con el espectáculo, sin haber conexión entre los
Ya iría siendo hora, no obstante, de interrogarse sobre esta idea de que el teatro es por sí
mismo un lugar comunitario. Dado que unos cuerpos vivientes sobre el escenario se dirigen a
otros cuerpos reunidos en el mismo lugar, parece que eso bastara para hacer del teatro el
sentados delante de un televisor o de los espectadores de cine sentados ante unas sombras
proyectadas (…) ¿qué es exactamente lo que pasa, entre los espectadores de un teatro, que no
51
podría tener lugar en otra parte? ¿Qué hay de más interactivo, de más comunitario entre esos
espectadores que en una multiplicidad de individuos que miran a la misma hora el mismo
¿No es lo anterior la definición por excelencia de las disposiciones del espectador moderno en
el teatro?
Ya son varios los discursos que apuntan sobre la desavenencia del cuerpo transformado como
motor capitalista y en menor cuantía como productor de deseos subjetivos, ahora debemos ver
como se transcribe esto en el sujeto – espectador idealizado en las propuestas del teatro
artodiano.
emblema del teatro, ya que además de las ventajas visuales que ofrece, es económicamente más
viable, impidiendo así una apropiación distinta de los sentidos aparte de la que se puede vivir
sentidos en el teatro, volviendo el teatro otro elemento más del conjunto de cosas en pro del
capitalismo y no por el contrario una línea de fuga. “Los espectadores ven, sienten y comprenden
algo en la medida en que componen su propio poema, tal como lo hacen a su manera actores o
La posición del espectador que supone Ranciere, expuesta en la modernidad, dicta que el
espectador tiene completa autonomía de su percepción; este será siempre espectador activo de la
obra sea la propuesta que sea y por lo tanto se encuentra emancipado de cualquier interés
externo, pues el mismo crea una segunda obra dentro de su subjetividad a partir de lo que ha
percibido. No por nada Ranciere, como ya lo dijimos antes, empieza su análisis de su primer
52
Artaud como estéticas alienantes de lo que debe pensar el espectador, llegando con ello a la
mirada Artodiana para imponer una mirada dogmática o embrutecedora, pues sobretodo es
imposible por la subjetividad del hombre, pero devolviéndonos a la inquietud del capítulo
anterior, ¿por qué el hombre para crear ese mapa de sensaciones del cual habla Ranciere, ha
negado la abertura del cuerpo, relegando todo a las cosas que son “objeto de la mirada”? “Para
La percepción del cuerpo abierto remite a múltiples conexiones con otros, y eso permite una
inacabado, se va trazando en función de los otros objetos bióticos u abióticos y así se desarrolla
la vida. Por lo tanto negar la abertura del cuerpo, es una cosa contra natura dentro de la biología ,
pues éste no percibe su entorno próximo ecléctica o de manera inmóvil, es puro devenir de
sensaciones y proyectos a corto plazo que se filtran a través del cuerpo, con esto aprende a vivir,
lo hace con cada paso que realiza y con las relaciones que va tejiendo a su paso en relación a los
otros, se afecta de ellos, cambia su devenir y actúa de distinta manera, “en aprender a vivir se nos
va la vida” (Villamil Pineda, 2003. p. 104). Esa vida que se va forjando cada vez que
experimentamos una alegría u fracaso, la vamos realizando con nuestros sentidos de manera
fórmula simple y clara para explicar el arte: no hay nada antes del sentir” (Chevallier, 2011. p.
53). También lo hacemos por las intensidades vitales del devenir de los otros, el cuerpo analiza si
estas hacen parte de nuestro proyecto, si son lo suficientemente intensas como para crear un
53
punto de giro en nuestro propio devenir, “Una vida deviene junto a otras produciendo relaciones,
abierto y en formación que no tiende a un estándar previo de medida”. (Giorgi, 2007. p. 22).
Cuando los otros logran afable o violentamente traspasar y transformar con sus intensidades
nuestra propia energía vital y cambiarla de rumbo, el ser crea su propia cultura, pero recordando
lo dicho anteriormente, no se crea a priori sino que se va haciendo a su paso. Al crearse esta
cultura a partir de situaciones concretas, en donde hay una cartografía de sensaciones especificas
de mi ser y del otro, ya se crea una manera compartida de observación del mundo, porque es
inevitable crear una interpretación de las cosas. Esta creación de cultura hecha a partir de mi
subjetividad y la de los otros, depende también de nuestra mirada y también se transforma con el
correr de las experiencias, ya que no colocamos la vista en todas las cosas, sino en la que son
objeto de nuestro interés, siendo la retina con la acción foveal, la que escoge los colores y formas
de nuestros objetos específicos. Esto ultimo también lo señalamos de manera homóloga a todas
nuestras experiencias sensoriales, porque de una u de otra manera, el cuerpo canaliza las
sensaciones más perdurables pero no por ello las más agradables, “los significados sensoriales
van configurando una especie de filtro perceptivo cultural que deja pasar a través suyo sólo
aquello que es valioso para el estilo de vida propio” (Villamil Pineda, 2003. p. 69).
casualidad que los griegos definan el Ser como permanente presencia (ouisa), ni que el credo
judío empiece con las palabras escucha, Israel; tampoco es casualidad que en el occidente
cristiano sobreabunden las imágenes y los iconos de Dios, ni que la cultura semita las censure.
La línea de filtros que se configuran desde que fijo la mirada en el objeto de mi interés, que
luego se configura en mi mapa - cuerpo – sensorial y con otros devenires, para así crear una
cultura, impulsa una energía creadora que se organiza a partir de las situaciones específicas en
donde se encuentre el ser, así hablamos de cronotopos definidos a nivel de bloque de sensaciones
existencia se inscribe dentro de un mapa corpóreo, vigente dentro de una realidad compartida
con los otros, donde se trata de acercar la sensorialidad a los planos circunstanciales como el
El hombre es un ser – en - el mundo, pero los significados del mundo particular están
permeados por todas partes de los significados de otros seres humanos. El lenguaje que
utilizamos y la manera en que percibimos siempre llevan una huella que trasciende nuestra
Lo ideal sería que pudiéramos aflojar todas las amarras del cuerpo, tanto las que conciernen a
cumplir, sin tener el problema de la represión o la frustración. Pero el lugar en el que nos
encontramos es un espacio que funciona en torno al “otro”, desde ese mundo empezamos a
caminar por la vida y a cumplir metas en la misma, sorteando las dificultades que se nos
presentan continuamente. Ahora, en este mundo de los “otros”, aunque reconozcamos sus
falencias como lo hicimos en el análisis anterior, aún debemos vivir en él y con sus reglas,
cumpliendo el mandato de Deleuze que dicta que para cambiar el mundo primero debemos
55
conocerlo. Pero al conocer sus falencias, ya entendemos el por qué debemos realizar dicha
acción anti – represora del cuerpo desde el campo del arte, en nuestro caso desde el teatro. ¿No
es el campo del arte el lugar más propicio para realizar dicha labor, cumpliéndose así el sueño de
Judith Malina y Julian Beck de un teatro que en verdad le sirva al mundo, cambiando las
conciencias de las personas? En este punto es donde el arte se transforma en línea de fuga, en
contra del mundo moderno y el subyugo emocional producidos por la cultura capitalista moderna
y las leyes del biopoder que politizan las necesidades vitales del hombre.
Ahora, cuando ya despojamos al cuerpo de toda opresión de las leyes impuestas por el
hombre, ¿cuál es en esencia el cuerpo qué nos queda, el que debería encontrarse en la abertura
sensorial? Para poder adentrarnos en dicha tarea, primero debemos situarnos en el cuerpo como
agenciamiento que guarda múltiples intensidades emocionales, que como ya lo habíamos dicho,
están escondidas, pero también debemos entender, que el cuerpo humano es un cuerpo
condicionado por la razón, lo que nos diferencia de los animales, y por lo cual nuestra percepción
del mundo sería muy distinta, si compartiéramos las mismas pulsiones con que los animales
perciben el mundo. “El animal no duda. Tampoco actúa gratuitamente. Observándolos, envidio
la abismal distancia entre estos y nuestra cultura del desperdicio. Sus acciones sólo generan
verdades y certezas. Cuando hay una necesidad quién siente el impulso hacia la acción”
percepción del espectador, una comparación entre el animal y el actor actuando con los mismo
impulsos vitales con los que accionaría un animal; éste actúa ante situaciones creadas por su
entorno, aprende por estímulos exteriores, estos son los mecanismos de aprendizaje del animal.
En este punto Cardona pone una antítesis de esta naturalidad animal, colocando en contra la
56
“cultura al desperdicio”, en donde vivimos los seres humanos. Dicha “cultura del desperdicio”,
es una amalgama de signos que nos limitan a la convención moderna de ciudadela y tecnología:
concreto en vez de bosques, internet en vez de juego, conocimiento del mundo a partir de la
información racional, en vez de la ecológica. Pero si bien las intenciones de Cardona son las de
componer una serie de ejercicios, con los cuales el actor o bailarín puedo ejercer una acción a
partir de las pulsaciones naturales, también es muy enfática en decir que posee un gran
encontramos, haciéndonos creer que adoptando las costumbres animales llegaremos a conocer un
Es un error creer que la naturalidad que debe encontrar el ser humano, sea la de adoptar un
cuerpo animal. No solamente esto no la naturaleza humana, sino que también es un crimen
contra nuestra corporeidad, pues nosotros somos seres humanos y por consiguiente no tenemos
tenemos de enfrentar y aprender las cosas como realidades dotadas de sentido, y no como
simples estímulos: el animal con su mera sensibilidad reacciona siempre y sólo ante estímulos.
El hombre con su inteligencia responde ante realidades. Generalmente, el animal reacciona a una
precedente, sin tanteo ni error, de una forma que está condicionada de lleno por su especie y
Ahora, entendiéndonos como animales compuestos por un cuerpo lleno de pulsaciones, pero
también compuesto por logos, pensamiento, razón, debemos hallar la manera de convivir con
médico, o adoptando comportamientos como el propuesto por Cardona, pues nuestro cuerpo
humano, del cual a veces desdeñamos o somos malagradecidos con él, es lo que nos hace seres
humanos y lo que nos permite tener una vida en el presente. Sin cuerpo no podemos hacer nada
en este mundo y hoy en día, podemos saber con certeza que la razón hace parte de nuestro
cuerpo y lo que llamamos alma, solo es una organización de los sentidos a partir de nuestra
subjetividad. La historia en constante cambio hace por lo menos 2.000 años nos lo muestra.
Desde la definición bipartita de los presocráticos que definieron la esencia del hombre como
Daimon y Soma, el primero de origen divino y el segundo de origen titánico, nos ha mostrado al
ser del hombre dividido a lo largo de los siglos en un racionamiento que ha confrontado a
comprobación del cuerpo como materia, pero no la de alma, que algunas veces pasó a ser la
razón o el espíritu.
Después de los presocráticos, Platón divisó al ser entre cuerpo y alma, condenando a ser la
primera la cárcel de la segunda, e invitando a despojarse de este para que el alma llegara al
mundo de las ideas, al mundo espiritual. Aristóteles compartiría la misma noción platónica, pero
ya no condenando al cuerpo, sino volviéndolo instrumento, molde del cuerpo. En la edad media
los dos grandes pensadores de la época San Agustín y Tomás de Aquino, estuvieron de acuerdo
con la imagen dualista de los griegos, pero en caminos contrarios; Agustín pensaba en el cuerpo
al servicio del ser racional, que al modo platónico era el ser compuesto esencialmente de alma.
entre alma y cuerpo para el nacimiento del hombre. En el surgimiento de la filosofía moderna
con Descartes y su definición del cogito, alma y cuerpo son dos elementos individuales el uno
del otro, siendo el hombre esencialmente pensamiento, siendo esta el alma del ser. En cambio
58
los científicos modernos, reducen la excepcional cualidad de raciocinio del ser, con como alma
ni espíritu, sino a la cualidad del ácido nucleico en nuestro cerebro que hace posible el desarrollo
prodigo del cerebro, llegando así a la siguiente definición moderna, “desde la biología, el hombre
se nos muestra como la unidad de un cuerpo animado: cuerpo y alma coexisten en totalidad. El
cuerpo está constituido por la materia y el alma es su organización” (Villamil Pineda, 2003. p.
29).
Llegamos al punto, en dónde el ser ya no es una división de cuerpo y alma, ni cuerpo y razón,
sino que “el hombre piensa como cuerpo, piensa corporalmente (Villamil Pineda, 2003. p. 20),
Esto conecta con la idea Artodiana, “El pensamiento que piensa sus propios productos, su
nervadura intrínseca de conceptos” todo es devenir (…). Artaud repite con nuevos bríos esta
experiencia: el fluir extraño de la vida que nace del centro-vacío misterioso no puede ser
detenido por la escritura, por el dedo del concepto clarificador” (Artaud, El arte y la muerte:
otros escritos, 2005. p. 12). En este punto, Artaud evidencia la razón y la lógica en un solo
agenciamiento, un solo cuerpo, que lo hará manifestarse dentro del plano de la colectividad como
manifestación del espíritu, según sus palabras. Bajo este nuevo concepto del cuerpo que no se
deja contagiar por la razón, sino que el mismo es razón y espíritu tangible, el teatro ya no emerge
solo como imagen, sino componente de flujos sensoriales en el espacio, que el espectador habrá
de descubrir en el espacio. Pero aún nos hace falta una última cosa para determinar cuál es la
esencia elemental del cuerpo, y que es fundamental para el teatro que propone la abertura
sensorial.
El cuerpo ha sido denigrado como un objeto indeseable, como una realidad a soportar
como un aspecto, a la hora de la verdad, ajeno al ser humano. Para algunos, la función
esencial del hombre como logos, como razón, sería la de humanizar el cuerpo; y sólo en la
59
medida en que lo logre, ese cuerpo se diferenciaría de los otros cuerpos meramente
La anterior cita, nos remite al pensamiento que sintetiza Deleuze con respecto al malestar que
sentía Artaud con su cuerpo, seguramente producido por las largas sesiones de electrochoques en
el psiquiátrico “Ahora bien, es sabido que Artaud vivía al día siguiente de una desposesión: su
cuerpo propio, la propiedad y la propia limpieza de su cuerpo le habían sido sustraídos, (Derrida
, 1989. p. 02). Este referente poético viene del capítulo ¿Cómo hacerse un cuerpo sin órganos?
del libro Mil mesetas de Deleuze, donde expone una analogía que nos refiere a cualquier sistema
u conjunto que deba reorganizarse o reeducarse en sus órganos, órgano entendido no solo a nivel
anatómico, sino a cualquier objeto que tenga una organización jerarquizada y que evite la
ramificación de sus intensidades, en vez de dejarlas desarrollarse por puro flujo del devenir.
Ejemplo: La constitución política de un país, las leyes de la ética humana, una cárcel, etc. ¿Por
qué la anterior analogía?, porque el cuerpo se fragmenta en diferentes funciones por órgano:
respirar, palpitar, filtrar, que exige la primacía de un órgano por función, quitándole fuerza como
motor unitario. Esto nos dice que el cuerpo debe ser reorganizado y liberado de cualquier atadura
para encontrar una sensorial libre de todo obstáculo, y así recrear el cuerpo en un rizoma,
Entre senderos del bosque, Heidegger piensa la subjetividad moderna. El cogito cartesiano,
Si bien Deleuze habla de cuerpo como conjunto de intensidades de cualquier tipo, acá nos
centraremos en el estudio del cuerpo humano, despojado de cualquier ley humana, o sea el
cuerpo tal cual es constituido por sus pulsaciones y su razonamiento. Esta es la síntesis de todo lo
que debe acontecer en el espacio teatral. El cuerpo para su abertura sensorial, se debe comportar
como un cuerpo sin órganos, para que fluya libremente en su experiencia estética dentro del
teatro, pues es gracias a este y a no negar todas sus intensidades, inclusive las negativas, que
podemos conocer el mundo que nos van a proponer en la obra como espectadores.
61
El living Theatre se propuso romper la distancia entre actores y espectadores, eliminar por
Borges dice que lo que le pasa a un hombre le pasa todos los hombres, y yo como autor del
presente estudio, me resuena esto como una epifanía, ya que cuando vi por primera vez los cortos
por youtube de la obra más emblemática del Living, Paradise Now, como el vídeo completo de
presentar, que nombramos anteriormente, en donde Salman Rushdie dice que las respuestas a los
problemas del arte siempre son técnicas, y sucede lo mismo en los vídeos, que con un simple
cambio técnico, el cual consiste en romper la disposición teatral a la italiana, toda la idiosincrasia
que denunciamos anteriormente podría cambiar. El malestar que sentía como estudiante de
dirección, de ver el mismo teatro siempre, cambiaba en un solo instante. Me imagino que
compartía el mismo sentimiento que Judith Malina, Julian Beck, Antonin Artaud y George
El Living no acata las premisas de Artaud de forma cabal, pero si es el grupo que más cerca
Artaud, tenerlo dentro del fuego interior. En gran medida el Living ha sido el único grupo que
convencido de sus principios y sin miedo a vulnerar el cuerpo de “el otro”, ha llegado a tal grado
de cercanía con lo que alguna vez se dijo de las propuestas Artodianas, las cuales debían tomarse
de manera poética, como literatura, sin llegar a concebirlas de manera literal. El Living instaura
62
un rito en un espacio definido para que el espectador explore a partir del texto de Poe, una
amalgama de sensaciones con su cuerpo y con el de los “otros”. Claudio Girolamo director y
escenógrafo chileno, da las pautas para crear un espacio del rito dentro del teatro, las cuales de
manera indirecta, son puestas en marcha por el Living Theatre, siendo la adecuación del espacio
De aquí que para todo rito exista un lugar físico. No existe un rito en abstracto; el hombre
necesita, para entablar su relación con el misterio, un lugar físico en donde poner sus pies para
elevar su alma o su inteligencia hacia otros niveles de comprensión. (Mejía Arango, 1994. p.
98)
Acto seguido, como también no lo hace notar Girolamo en su ensayo Rito, espacio y mensaje
teatral dentro del libro Dirección escénica – memorias del taller nacional, a los espectadores
dentro del ritual del Living, se les permite como principal motor de la abertura del cuerpo, andar
libremente, llenar el espacio vacío con su cuerpo, por eso es que la disposición espacial al estilo
de instalación plástica propuesta por el Living, es tan importante en su estética, porque le permite
al espectador tener múltiples focos sensibles, en vez del foco univoco propuesto por el teatro a la
italiana. Por último, como herramienta expiatoria de las intensidades escondidas del cuerpo, cabe
denotar en este apartado, que en cercanía con Girolamo y Artaud se encuentra George Fuchs con
su noción del “orgiasmo” en los espectadores. Habíamos mencionado a Fuchs como una gran
olvidado, pues fue uno de los primeros promotores en restaurar en los tiempos modernos, así sea
sólo en la idea, el sentimiento festivo de los griegos, quienes fueron los primeros en sentar las
bases del teatro más allá del divertimiento; era un lugar de encuentro ritual.
63
tiempo la festividad ditirámbica perdida en la historia del teatro a la italiana, pero también es el
Nosotros en la sociedad actual, hemos perdido algo que es fundamental. Cuando vemos
que el mundo necesita sacudidas tremendas para entender las cosas nos damos cuenta que,
lastimosamente, hemos perdido la sensibilidad para oír y transmitir las cosas en forma mucho
más profunda; esta ruptura no es como el signo de nuestro tiempo. Los espectáculos que más
nos gustan son los que nos sacuden violentamente, los que nos sacan de la modorra. (Mejía
experiencia sensorial que pueda tener el espectador, acercándose al camino Grotowskiano, que
propone al maestro como guía en el viaje, en vez de adoctrinar o imponer una percepción
específica. Esto último también se relaciona con la idea del maestro ignorante de Ranciere.
Ante la directa competencia comercial del cine y la televisión, los directores habían
comenzado a hacer una necesidad de lo que antes había sido un lujo. A los usos
tecnológica, y solamente los más diestros fueron capaces de mantener vivo el arte del actor en
investigación, revitaliza una vieja verdad: que lo medular del teatro reside en la comunión
(iluminación, sonido, maquillaje, decorado, accesorios), llegó a la noción del “teatro pobre”.
dirigirlo así fuera en la representación, un laboratorio del presente del cuerpo, una abertura de
este mismo a otro tipo de sensaciones, aparte del paradigma visual de Broadway, teniendo como
sustento el sentimiento de llegar desde la utopía hasta la realización de un teatro que sirviera para
cambiar conciencias. La historia del Living se vivió en carne propia, cuando sus integrantes
estuvieron representando sus obras en países violentos para su época, como la dictadura de
Emílio Garrastazu en 1970, en dónde en una gira de trece meses, los integrantes del grupo
duraron los dos últimos de ellos en la cárcel por llevar ideales “contraculturales”, o las revueltas
de mayo del 68 en París, dónde el Living conoció a profundidad los ideales Artodianos de
libertad, compartidos por los estudiantes de la revuelta en donde el Living también ayudó con la
Como vemos, el Living instaura un espacio ritual más allá de la representación, desde el
momento en que escoge el espacio exacto para el ritual, convoca a los espectadores, realiza el
acto colectivo para la abertura del cuerpo sensorial o organiza el encuentro con el espíritu como
diría Artaud, y termina el ritual sin salirse de los lineamientos del teatro, o sea en el momento
preciso. “El ritual siempre, por lo menos en la cultura occidental o la cultura americana, es un
ritual comunitario; ritual que se basa en el intento del hombre por entender su propia relación con
Eureka del grupo Estadounidense Living Theatre, grupo que lleva activo desde 1951 fue
escrita por Hanon Reznikov y Judith Malina, y dirigida por esta última en la casa del grupo en
65
New York. Es una adaptación del texto científico - poético de Edgar Allan Poe Eureka, el cual
fue escrito en honor al científico alemán Alexander von Humboldt, que relata de una manera más
literaria que científica, el origen del universo desde el big bang hasta la época en que vivió Poe.
Como lo dijimos con anterioridad, el Living no cumplió al cien por ciento con las premisas de
Artaud, pero si trabaja la involucración activa del público, que por consiguiente no lleva a una
primera forma de abertura sensorial dentro del teatro. También cabe denotar dentro de este
estudio, que la obra lleva todo un lineamiento dramático, pues posee un guion el cual se mostrará
en este estudio, y un pretexto claro para involucrar al público, pues los inducen a ser partícipes
de la creación del universo, de la mano de Alexander von Humboldt y Edgar Allan Poe como
personajes principales de la obra, y los actores del Living, representándose a sí mismos, como
Lo curioso de este montaje es que se le está invitando al espectador no solo a ver una obra
sobre el origen del universo, sino a hacer partícipe de la creación de este mismo, sin desligarse
de los cánones de representación, logrando así un paradigma que se logra con la simple
disposición que hace el Living del público, logrando así romper 2500 años de tradición a la
“italiana”. Ahora el público debe ser partícipe de la obra, convirtiendo a los espectadores en
actantes.
Estructura de la acción
Algún signo debe convidar al grito, como las campanas invitan al rito cristiano de la misa.
Existen llamadas que nos impulsan a caminar hacia el rito como participantes, no como
oficiantes. Es la primera parte de la convocatoria para que la gente asista al lugar elegido para
La obra comienza con los espectadores estando en una instalación semejante a las
inferior del mapa, se proyecta una imagen en un video – beam, mostrando aleatoriamente rayos y
ondas, y algunos de los actores se encuentran trepados en unos andamios arriba del público,
mientras que otros actores, siendo el más notorio Alexander Von Humboldt quien toma notas y
golpea el sueño con un martillo, rondan el espacio sin rumbo fijo. Alexander se tropieza con unas
actrices acostadas en el piso iluminadas, todo esto mientras se escuchan unos balbuceos
poder y lanzan un grito colectivo, bañado con un color rojo y un strober que simula relámpagos y
lluvia.
Cuando todos están reunidos en el espacio de la singularidad los actores repiten después de
Kennedy.
Vibración conjunta.
¿El hecho de saber que estamos ante la representación de un texto, pero que podemos escoger
hacia dónde mirar y hacia dónde dirigir nuestros pasos, no cambia nuestro estado corpóreo de
acción dejando al libre albedrío del espectador, la decisión de donde centrar su mirada y con ello
con los colores, sonidos e imágenes que percibe. Este simple hecho de dejar caminar al
espectador libremente, propone una nueva condición política en el teatro, una libertad y un
devenir sin estratos, los espectadores pueden manipular en vez de simplemente contemplar con la
mirada.
exploratorio, pues los actores empiezan a inducir a los espectadores a que se integren a la
construcción del universo, el campo acción vuelve mucho más complejo, ya que el espectador no
está interesado ya en las imágenes visuales y sonoras, si no en la energía misma que se trasmite
por medio del circulo de energía, que simula ser el estallido del big bang dando lugar la creación
del universo.
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Explosión.
De igual manera a como sucedió en el estreno de Paradise Now en 1968, la obra más
icónica del Living, en donde la intención era crear una ceremonia a partir de ocho peldaños
que simulaban las ideas budistas de Buber, y en donde los acores se mezclaban con el público
para repetir enseñarle a los espectadores “las prohibiciones sociales y políticas que les
impedían entrar al paraíso”, sin importar si las reacciones a favor o en contra de estas, pasa lo
En respuesta el círculo energía que se crea colectivamente, los actores dirigidos por Poe,
representan las ondas expansivas que quedan después de la explosión, luego se dividen los
grupos de espectadores dirigidos por un actor, el cual los ayuda a simular con su propio cuerpo
pequeñas ondas expansivas que corren en un vaivén desde el pecho hasta los brazos.
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Música.
Las vibraciones de singularidad hasta el punto de convulsión. Explosivo con sonidos y vuelos,
como fuegos artificiales, sin palabras. Todos los actores y la audiencia explotan hacia fuera,
hacia los lados y el techo del espacio de juego.
Como si fueran impulsados por los vientos de la fuerza del Huracán, los actores y los
participantes se mueven hacia atrás resistiendo los vientos con toda su fuerza, en los cuatro
corros del espacio de juego. Cuatro actores suben al andamio y algunos se quedan con sus
participantes.
Delimitando el microcosmos que propone Eureka, la principal situación que acontece, es que
los actores le están pidiendo a los espectadores que compartan un devenir y una experiencia
corporal, con la acción de asemejar las ondas que quedan después de la explosión.
Complementando la atmósfera que se crea con los rayos de luz azul y roja que bañan tanto a
los espectadores y a los actores, ya que en este punto se confunden los unos con los otros, a
excepción de Poe o Alexander por su vestuario. Finalmente con la representación que simula la
creación del universo, se está absorbiendo con el cuerpo, con la coreografía que se hace en
conjunto, el microcosmos de Eureka que propone una sensorialidad tanto en el tacto, como en la
vista, como en el sonido, dejando que el cuerpo libremente experimente múltiples elementos de
la puesta en escena.
Preguntas al público.
En esta parte de la acción, los actores y los espectadores se dividen por un breve momento en
una disposición a la Italiana creando un círculo para escuchar el diálogo entre Alexander y Poe,
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en dónde Alexander le pide a Poe qué le diga que paso deben seguir en el viaje hacia la
evolución del universo, a lo cual Poe le responde con una acción física y con la palabra, que debe
acercarse a los participantes para continuar su búsqueda, aclarando que ellos son los que tienen la
respuesta a esta pregunta. Dicha aseveración, es trasmitida tanto Alexander como el resto de los
actores, que se dirigen a preguntarle a los partícipes, sí saben la importancia del significado de la
situación actual, llegando así al plano de la presentación, en donde cada participante dará una
respuesta distinta, en tanto diálogo entre los actores que le dicen a los partícipes, con qué
elementos cósmicos se identifican, dando lugar a que los partícipes repliquen de la misma
manera, o sea con otra respuesta de los elementos con los que ellos se sienten identificados.
Sonidos de percusión.
De lo divino a lo humano.
- Los actores tienen uno a uno una muy breve discusión con los participantes. Los
actores instan a los participantes a hablar. Cuando él o ella están listos para hablar,
un actor los anuncia. Los discursos de los participantes serán recibidos con broche
de presión y el estímulo de los actores. Poe y Humboldt se dirigen a los participantes
que no tienen pareja.
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suficiente, con las que pueden responder a las preguntas sobre los elementos que les hacen los
actores, es por eso, que en ese preciso momento, el plano de la representación que se evidencia
con el diálogo entre Alexander y Poe, pasa a un segundo plano, donde dará lugar el enfoque a la
acción de las respuestas particulares que da cada participante, dando lugar al momento de la
partir de este, que ha determinado su experiencia y su viaje dentro de la obra, para finalmente dar
una respuesta dentro de su subjetividad, ya que relaciona sus imágenes virtuales anteriores con
sus sensaciones actuales, dando como resultado una nueva realidad, alterada por la experiencia
estética.
Final.
de desarrollo del universo y la evolución, en conjunto con un baile, en donde los actores y los
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espectadores bailan al unísono bañados por una luz azul aguamarina. Después los actores se
despiden de los espectadores y suben a los andamios para señalar que la obra ha finalizado.
Escena 4: final.
el lazo continúa alrededor del espacio justo por encima de las cabezas de la gente de pie.
los animales más grandes y más grandes, los mamíferos, los primates, y finalmente los primates.
comenzando con los actores acostados en el suelo y subiendo lentamente hacia arriba,
Al final de la película, los primates han evolucionado han surgido. La humanidad forma dos
civilizaciones.
Subida lenta del aparejo. Todos los actores se acuestan en el suelo. Indicios musicales y
pistas cinematográficas: lentamente se ponen de pie y los actores suben a la cima y mientras los
El final de la obra demuestra los resultados de la exploración sensorial, mostrando qué actores
manera más cercana hasta el momento en que Artaud visualizaba su círculo de fuego: actores y
Bibliografía
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Chevalier, J. (2011). Literatura: teoría, historía, crítica. Bogotá D.C.: Universidad Nacional de
Colombia.
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Editorial Taurus.
Marcuse, H. (1986). El hombre unidimensional. Bogotá D.C.: Planeta Colombiana Editorial S.A.
Mejía Arango, J. (1994). Dirección escénica - Memorias del taller nacional. Bogotá D.C.:
Colcultura.
Rolnik, S. (2011). Rolnik 1. En S. Rolnik, Antoprofagia zombie (pág. 16). falta: falta.
Referencias web