Prision Preventiva Ofisiosa
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PENA Y ESTADO
I. Introducción
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la autoridad puede tornarse en secreta de tal forma que, hasta que el sujeto
no sea detenido o sea citado para comparecer como imputado o sea objeto
de un acto de molestia y se pretenda recibir su entrevista, ese probable res-
ponsable no tendrá habilitado el acceso a los registros de la investigación.
Como añadido a todo lo anterior, surge otras dos importantes pregun-
tas en relación a las posibilidades del indiciado de acceder a los registros de
investigación:
2. El acto de molestia
Si el artículo 218 del CNPP establece, como así lo hace, que para po-
der tener acceso a los registros de investigación se debe, entre otras cosas,
ser sujeto de un acto de molestia y que se pretenda recabar la entrevista del
individuo, entonces el hecho de que el Ministerio Público solicite la com-
parecencia de una persona, independientemente de que sea citado como
—erróneamente— imputado, no es un presupuesto determinante para con-
dicionar su acceso a los registros, pues desde el momento en que individuo
acude a sede ministerial como consecuencia de la solicitud de comparecen-
cia, ya está siendo objeto de un acto de molestia, a lo que se añade el hecho
de que esa comparecencia se da en el marco de que se pretenderá recabar
su entrevista.
En consecuencia, más allá de cuestiones terminológicas relacionadas
con el presunto o probable sujeto activo, el acceso a los registros de la inves-
tigación, deberían estar garantizados para el indiciado desde el momento
en que el Ministerio Público requiere su comparecencia a efectos de ren-
dir su entrevista en relación a ciertos hechos. A pesar de lo explicado, de
conformidad con la tesis XVII.1o.P.A.97 P (10a.), la interpretación que se
puede realizar respecto del acto de molestia es amplia, pues en dicha reso-
lución se estableció que en el caso de la toma de muestras para realizar un
examen, ello no representa un acto de molestia de la persona sometida al
procedimiento correspondiente, ya que:
Una medida de inspección, registro o tratamiento sobre la interioridad
del cuerpo humano, con el fin exclusivo de constatar o revelar hechos que
sirven de fuente o medio de prueba en un proceso judicial, las cuales se
sobreponen a la voluntad del individuo cuando se efectúan mediante au-
torización judicial, porque su finalidad es comprobar o descartar hechos
materia de investigación por parte del Ministerio Público, o bien de carga
probatoria.
Este razonamiento pone en evidencia, por tanto, que el acto de moles-
tia no es identificado solamente como aquel que implica una restricción de
derechos, sino que se deben valorar los fines del acto en sí para poder con-
siderar si, efectivamente, se trata de un acto de molestia como tal o de un
acto de investigación. De lo anterior se desprendería que, si bien la solicitud
de comparecencia emitida por el Ministerio Público restringe derechos del
indiciado, sin embargo ello no es suficiente para considerarlo como un acto
de molestia, lo cual lleva al razonamiento último de que a falta de acto de
molestia el investigado no tendrá habilitado el tercero de los presupuestos
previstos por el artículo 218 del CNPP en relación al acceso a los registros
de investigación, esto es, ser sujeto de un acto de molestia y que se pretenda
vicios médicos o contar con una higiene correcta dada la carencia de ins-
talaciones que puedan abarcar la sobredemanda. Aunado a ello, tampoco
puede garantizar la seguridad del individuo, pues la elevada cantidad de
población reclusa a la que debe controlar y vigilar hace que, en la práctica,
no pueda ser asumida por los trabajadores del centro, con lo que el clima
de peligrosidad se ve aumentado exponencialmente, máxime cuando, como
se explicará más adelante, en las instituciones penitenciarias mexicanas no se
cuenta con un sistema de clasificación efectiva de los presos que hace que
puedan compartir el mismo espacio un delincuente ya declarado así me-
diante sentencia firme y un sujeto sometido a prisión preventiva que, hasta
el momento, no ha sido sentenciado. Así pues, la prisión preventiva oficiosa
es tan criticable a la hora de concebir su idoneidad en el proceso como al
momento de revisar su incidencia en la realidad penitenciaria, pues contri-
buye a agravar un ya de por sí fuerte problema como es el exceso de pobla-
ción de reclusos en los centros penitenciarios con todo lo que ello conlleva.
De igual forma, hay que considerar el principio del debido proceso en
materia penitenciaria en aras de continuar con el análisis de los efectos de la
prisión preventiva oficiosa en México. Este principio se traduce, en el ám-
bito penitenciario, en que las personas sujetas a una medida penal pueden
ejercer sus derechos, de conformidad con los principios internacionales en
materia de derechos humanos, por lo que se deben respetar, en todo mo-
mento, derechos tales como no ser sometido a tratos inhumanos o degra-
dantes; a no ser preso de manera arbitraria; a que se presuma su inocencia
hasta que se muestre su culpabilidad; o la ya previamente citada seguridad
de su persona. En este sentido penitenciario, la proyección del principio del
debido proceso implica una muy importante garantía teórica del recluso
respecto a situaciones que, en la práctica, evidencian una realidad muy di-
ferente a la prevista por el legislador.
Como venimos señalando, el problema del exceso de la población pri-
vada de su libertad se ve potenciado por la posibilidad de sobrecargar, aún
más, el sistema penitenciario mexicano a través del uso de la prisión pre-
ventiva oficiosa. Es así que, partiendo de esa premisa, el trato inhumano o
degradante se da desde el primer momento, pues es básico tener presente
que este tipo de tratos no solamente surgen como consecuencia de golpes,
insultos, amenazas o cualquier otro tipo de conductas que dañen o pongan
en peligro bienes jurídicos tales como la integridad física, la paz o la segu-
ridad de las personas, sino también tiene lugar como resultado de una falta
de condiciones decentes en la estancia dentro del centro. Las ya señaladas
faltas de espacio físico adecuado, insuficientes instalaciones y carencia de
…el señor Castillo Páez, después de ser detenido por agentes de la Policía fue
introducido en la maletera del vehículo oficial… Lo anterior constituye una
infracción al artículo 5 de la Convención que tutela la integridad personal, ya
que, aún cuando no hubiesen existido otros maltratos físicos o de otra índole,
esa acción por sí sola debe considerarse claramente contraria al respeto debi-
do a la dignidad inherente al ser humano.
sos, lo que tiene como consecuencia que no se separen los procesados de los
sentenciados ni tampoco los condenados por delitos graves de los que ingre-
san por delitos de gravedad mínima. Esta situación representa, por tanto,
un elemento de peligrosidad que también debe ser considerado a la hora
de analizar las consecuencias de la prisión preventiva oficiosa, las cuales
no solamente se reducen a un ánimo preventivo que garantice el adecuado
desarrollo del proceso penal como pretende justificar el legislador, sino que
también presentan realidades prácticas mucho más complejas que desplie-
gan sus efectos en otros ámbitos del proceso penal y de la realidad jurídica
del privado de libertad.
VIII. Conclusiones
el juez, que permite la vigilancia del imputado sin afectar en exceso su esfe-
ra jurídica, o el sometimiento a pautas de comportamiento como la prohi-
bición de acudir a ciertos lugares e, incluso, la colocación de localizadores
electrónicos, que habilitan tanto una presencia del imputado en juicio como
un adecuado desarrollo del proceso penal.
En consecuencia, la confluencia de la prisión preventiva oficiosa, los
principios penitenciarios, los derechos humanos del preso y las altas tasas de
sobrepoblación dan lugar a considerar a la prisión preventiva oficiosa como
una medida que, lejos ser una medida procesal oportuna y de lograr una
política penitenciaria efectiva, provoca vulneraciones de derecho humanos
así como problemas de sobrepoblación carcelaria, lo que simultáneamente
implica que se violenten derechos del preso al encontrarse en condiciones
que atentan contra su dignidad, seguridad y su derecho a no ser sometido a
tratos degradantes o inhumanos sin haber sido sentenciado.
Todo lo anterior hace de la figura de la prisión preventiva oficiosa una
medida inconvencional reconocida constitucionalmente que debe ser eli-
minada ya que vulnera los derechos humanos del imputado a la libertad
personal y seguridad, el debido proceso y la integridad personal, lo que res-
tringe una completa transición hacia un sistema acusatorio al contener ele-
mentos más propios de un sistema inquisitivo e impide la debida aplicación
del principio de presunción de inocencia, provocando graves violaciones
sistemáticas y estructurales a los derechos humanos ante las que el sistema
judicial no puede reaccionar de una forma adecuada.
Los derechos humanos deben fungir como un límite al poder punitivo
del Estado que se traduce en figuras como la prisión preventiva oficiosa, la
cual pone de manifiesto, desde diferentes perspectivas, no solamente su in-
viabilidad práctica, sino también su naturaleza de medida transgresora de
derechos que pretende ser justificada con base en argumentos desvirtuados
relacionados con la prevención del delito.
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