Problemáticas Emergentes
Problemáticas Emergentes
Problemáticas Emergentes
EMERGENTES
NOVIEMRE - 2023
La escuela es para los adolescentes el lugar más importante de socialización
en una edad donde el grupo y el pertenecer cobran especial relevancia. Por
eso, es un lugar privilegiado para abordar los conflictos grupales, formar en
valores democráticos, en ciudadanía, donde la noción del otro como
semejante y sus derechos deben aparecer con fuerza. Es una gran
responsabilidad de los adultos acompañarlos en esta etapa, guiarlos hacia
una cultura democrática y de resolución pacífica de los conflictos.
Las necesidades de la escuela secundaria han cambiado, distintas
problemáticas se han profundizado. Educación emocional, bullying,
discriminación, consumos, adicciones, conflictos sociales, entre otros, son
temas que han ganado protagonismo y que requieren trabajarse
sistemáticamente.
A su vez, la conflictividad subió, la capacidad de los estudiantes para
resolver las situaciones por si mismos disminuyó y la demanda de las
familias aumentó.
Por otro lado, la mirada que se tenía hace no tanto tiempo sobre los
conflictos escolares cambió. Las escuelas pasaron de un régimen
disciplinario en donde el conflicto era castigado y la familia debía hacerse
cargo de la reflexión, a un sistema de convivencia en donde predomina la
reflexión y el diálogo y la sanción por si misma ya no tiene valor. Esto da
lugar a que las distintas situaciones emergentes y acciones preventivas
deban abordarse en el aula.
Trabajar profundamente estos temas tendrá un impacto positivo directo
sobre el clima escolar. Es muy importante lograr que se visibilicen estas
problemáticas crecientes, que se ponga en la mesa de trabajo de las
escuelas y que se diseñen estrategias para abordarlas.
Ante la crisis de sentido que sufren las instituciones tradicionales de la
socialización -familia, escuela y trabajo, fundamentalmente- surgen
alternativas en las cuales los adolescentes y los jóvenes buscan formas de
identificarse, reconocerse entre sí, establecer grupos, forjándose cierta idea
de sí mismos, de los otros y del mundo que los rodea. En principio, ese
mundo se les aparece como el mundo de "los otros", de los adultos, en el
cual tratan de reconocerse como legítimos afirmando consumos y
preferencias comunes en los cuales se encuentran a sí mismos y entre ellos.
La afirmación en ciertos valores de las culturas juveniles implica en parte la
búsqueda de una malla protectora, contenedora, frente a un mundo ancho
y hostil en el cual, en términos generales, no pueden ver una salida.
Las culturas juveniles son potencialmente transformadoras, en sus
contenidos y expresiones, mucho menos en sus prácticas, por la resistencia
espontánea que manifiestan frente al "mundo adulto", el mundo que
heredarán, en el que tan pocas alternativas de futuro suelen percibir.
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La adolescencia como la juventud suponen búsquedas. En ellas se
escenifican conflictos, se expresa cierta vulnerabilidad, derivados de una
identidad en proceso de constitución.
También, podemos decir que influyen en gran medida sobre los
adolescentes y jóvenes los medios de comunicación. Podríamos referirnos a
lo que llamamos “cultura mediática” o sociedad mediatizada, la capacidad
que tienen en la actualidad los medios y las nuevas tecnologías de modelar
el conjunto de las prácticas sociales. Esta cultura indica el proceso de
transformación en la producción de significados por la existencia de las
tecnologías y los medios. Estamos atravesados por una red de información
que recibimos y que configuran nuestra cultura, nuestra identidad, nuestros
modos de relacionarnos con los otros, con el conocimiento y con el mundo.
Muchas de las lógicas de los medios de comunicación, impactan en las
relaciones que los jóvenes construyen, y a veces se traducen en
estigmatizaciones, acoso, bullying, retos, amenazas, etc.
Algunos de los temas que podrían abordarse en la escuela secundaria, de
acuerdo a la realidad de cada institución en particular, pueden ser:
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La exhibición de pornografía. En ocasiones, disfrazada como “educación
sexual”.
Instar a que los NNyA tengan sexo entre sí o fotografiarlos en poses
sexuales.
Contactar a un NNyA vía internet con propósitos sexuales (grooming).
Coulborn Faller (2007) plantea que el abuso sexual es un tema social
altamente controversial. Dice esta autora: Tanto si se cree como si no se
cree en una denuncia de abuso sexual, esto puede tener consecuencias
graves y de largo alcance para el niño, el adulto y las instituciones
involucradas en dichos alegatos. Por ejemplo, descreer de un develamiento
apropiado por parte del niño puede dejar a la víctima en un terrible riesgo.
Por otro lado, creer, incorrectamente, que un niño ha sido abusado
sexualmente puede tener efectos devastadores, principalmente para el
acusado.
Entendemos que cuando Faller habla de creer o descreer se está refiriendo
a adoptar una postura o actitud que promueva creer en la posibilidad de
que el abuso haya ocurrido, versus una postura que parte a priori de la
posibilidad de que el abuso no haya ocurrido.
La intervención de la escuela
La escuela:
se constituye como un punto de referencia social para los NNA y las
familias, por ser un espacio de contacto cotidiano con los padres y
referentes afectivos del niño.
Dispone de la posibilidad de observar a los NNA cotidianamente, de
compartir su proceso de crecimiento y aprendizaje durante largos
períodos.
El NNA víctima de abuso sexual puede recurrir a alguien confiable (su
docente, algún compañero u otro adulto significativo) a quien contar su
dolor.
El abuso sexual coincide frecuentemente con el período en que el NNA
transita por el nivel inicial, la escuela primaria y secundaria.
El abuso sexual puede darse en todos los sectores socioeconómicos y
culturales, por lo cual esta problemática atañe a los docentes de todo el
sistema educativo y funcionarios públicos de todo el país. 3
La escuela está inmersa en la sociedad y no es ajena a lo que ocurre en el
entorno en el que está inserta. La fuerza de las creencias, la dificultad para
hacer visible esta forma oculta de maltrato, la resistencia a aceptar que la
violencia contra NNA es una cuestión de responsabilidad pública conducen
a que también la escuela -en muchos casos- silencie el padecimiento de sus
estudiantes.
Los niños -que aún hoy viven en una sociedad adultocéntrica- muchas
veces “carecen de voz y no pueden hacerse oír más que a través de alguien
que los comprende, los escucha y que, solidariamente habla en su nombre.”
(Camps, 1994)
El estar día tras día en la escuela confronta a cada docente, de manera
sistemática, con un orden de problemas que excede a aquellos ligados
estricta o únicamente con la enseñanza. Se trata de problemas sociales, de
salud pública y políticos, también relacionados con las familias de sus
estudiantes. Un chico/a que llega a clase golpeado, una/o que se duerme,
una adolescente agresiva, etc., interpelan al docente, quien ya no puede
permanecer indiferente.
El marco legal de nuestro país establece, para la escuela y los docentes, la
obligatoriedad de intervenir en forma ética y responsable ante las
situaciones de vulneración de derechos.
El sufrimiento que genera el abuso sexual no admite demoras en la
intervención por lo que requiere actuaciones rápidas y eficaces; la
comprensión es necesaria pero no es suficiente: ante la sospecha de abuso
debemos actuar para evitar que el abuso se produzca y ante la certeza
debemos evitar las condiciones para que se repita.
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Estar atenta a las señales de sospecha y tener una escucha
Qué es lo respetuosa del relato de un estudiante que refiere haber
que NO sido abusado sexualmente.
debe Mantener una actitud respetuosa a la intimidad del NNA,
hacerla comunicar de inmediato a los equipos de conducción, a la
escuela: supervisión y a los equipos técnicos del ámbito educativo.
Registrar el relato espontáneo del NNA: transcribir
textualmente sus palabras y especificar las circunstancias
en las que realiza el relato.
Contener y orientar al NNA y a su familia o a aquellos
referentes significativos (abuelos, tíos, vecinos) con los
cuales el NNA se sienta protegido y evitar la comunicación
con el presunto agresor cuando el ASI es intrafamiliar.
Ante una situación de abuso sexual, la institución escolar debe dar una
respuesta ordenada y contenedora, que atienda siempre al bienestar del NNA.
En ese sentido, es necesario establecer un recorrido que oriente la actuación
de los docentes. Sin dudas, el abuso sexual genera sentimientos de angustia
en quienes lo detectan.
RECURSOS DIDÁCTICOS
Video 1 https://youtu.be/QYeXrpMS3O4?si=OXGSjchvlGtWD0QZ
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Consignas de trabajo
1. Precisar los hechos de manera tan detallada como le sea posible, evitando
las interpretaciones y los juicios de valor, destacando los indicadores físicos,
comportamentales o familiares que se perciban.
2. Describir las actitudes y acciones de los involucrados en los hechos: Quién
demanda y qué pide, quiénes participan en los hechos y de qué manera lo
hacen, cuándo y dónde lo hacen.
LA VIOLENCIA EN LA ESCUELA
El cambio en la caracterización de la violencia,
de un fenómeno individual explicado por
causas de índole psicológica y vinculadas al
contexto familiar a un fenómeno social
históricamente situado, también atravesó la
escuela: los conflictos en la convivencia escolar
ya no se perciben reducidos a una cuestión de
“chicos problema” a los que es posible
controlar, aislar o ayudar derivándolos a un
tratamiento sino como situaciones que
involucran a todos los actores de la comunidad
educativa y para las cuales es preciso encontrar
nuevos modos y estrategias para conducirlas y
resolverlas.
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Un trabajo de H. Marchiori (1998), citado por Filmus, identifica tres tipos de
comportamientos vinculados con la violencia en los estudiantes:
1. Daños, violencia dirigida a la institución escolar (conducta destructiva
intencional hacia objetos materiales), producto de la carencia de
actividades programadas por el personal, la falta de trabajo sobre el
cuidado y respeto por el ámbito escolar, por diversión.
2. Violencia dirigida a los estudiantes (hurtos, robos, lesiones...) potenciada
por la actuación tardía del personal docente, la falta de apoyo de las
autoridades a las intervenciones, las conductas agresivas de la familia, la
incomunicación entre padres y docentes, y las respuestas institucionales
inadecuadas que expresan su falta de capacidad para abordar la
problemática
3. Violencia hacia el personal docente
Una variación de la clasificación anterior tipifica los episodios de violencia en la
escuela agrupándolos en las siguientes categorías:
Violencia contra las personas, expresada en forma verbal o física, que
incluye modalidades de interacción agresivas como faltas de respeto por el
otro, ofensas o intimidaciones verbales, trato humillante, amenazas y
peleas.
Violencia contra las propiedades, expresada en hurtos y robos
Violencia contra el patrimonio, expresada en el deterioro intencional o
destrucción de instalaciones y edificios escolares.
La aparición e incremento de la violencia se vincula no sólo con las condiciones
externas a la escuela presentes en el ámbito social general sino también con
las diversas formas en que la institución elabora los conflictos y al grado de
participación de los diferentes actores en esa elaboración, así como a la
diversidad de abordajes para trabajar esta problemática, tanto desde los
procesos de enseñanza y aprendizaje como desde la creación de instancias
específicas que favorezcan procesos de resolución colaborativa de conflictos.
Esto lleva a poner en foco las diferentes estrategias que apuntan a la
prevención de la violencia y el mejoramiento de la convivencia escolar. Esto
significa trabajar activamente desde la escuela para que conflictos negados o
mal manejados no evolucionen hacia formas violentas de resolución,
favoreciendo al mismo tiempo el mejoramiento de los aprendizajes de los
estudiantes y el propósito fundamental de educar para la democracia y en la
paz y los derechos humanos.
ALGUNOS ABORDAJES DE ESTA PROBLEMÁTICA EN LA ESCUELA
Existen muchas “puertas de entrada” para el tratamiento de los conflictos en la
escuela. A continuación, se presentan muy brevemente algunas de las formas
de abordaje, no excluyentes entre sí y que no agotan todas las formas posibles
de intervención.
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El área de la Formación Ética y Ciudadana incluye como objetivo fundamental
la formación para la vida en democracia, así como la educación para la paz y
los derechos humanos.
La educación para la paz es una tentativa de responder a los problemas de
conflicto y de violencia en escalas que se extienden desde lo global y lo
nacional a lo local y personal. Constituye una exploración de los modos de
crear futuros más justos y firmes.
Johan Galtung identifica cinco problemas relacionados con la paz a los cuales
subyacen cinco valores que deben ser tomados en cuenta en cualquier
definición que de ella se haga:
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La cooperación en el aprendizaje
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Las estrategias a adoptar para lograr un sistema de convivencia eficaz en las
escuelas exigen condiciones institucionales que apoyen y faciliten su
funcionamiento; se proponen algunas alternativas organizativas que se
pueden adoptar, entre las que se incluye la creación de cuerpos colegiados
como los Consejos de curso, de año y de escuela (en este último caso, la
denominación más difundida es Consejo de convivencia) con atribuciones
para, entre otras temáticas:
Elaborar normas de convivencia, expresadas en un lenguaje claro y preciso.
Proponer medidas para el caso de su incumplimiento
Debatir problemáticas propias del curso, año o establecimiento.
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La negociación debe entenderse como una actividad de resolución de
conflictos a través de la cual cada parte puede encontrar un beneficio. Desde
esta perspectiva, los protagonistas se proponen buscar y encontrar juntos la
solución a aquello que se les plantea como dificultad, inconveniente o
problema. En este sentido, la negociación constituye también un conjunto de
procesos y procedimientos de aprendizaje.
El proceso para una negociación de tipo cooperativo incluye seis pasos o
momentos:
1. las partes deben acordar que desean negociar,
2. realizar una exploración de los diferentes puntos de vista, intereses,
necesidades,
3. encontrar intereses comunes,
4. proponer opciones en las que todos resulten beneficiados,
5. evaluar las opciones y seleccionar las mejores,
6. elaborar el acuerdo.
La mediación en la escuela
La mediación en la escuela constituye una de las herramientas institucionales
que permite abordar esta situación con una estrategia preventiva, ya que las
diferentes acciones que pone en marcha pueden favorecer el aprendizaje de
las habilidades sociales necesarias para mejorar la convivencia, en tanto provee
mecanismos e instancias para abordar los conflictos de un modo cooperativo,
previniendo su escalada hacia situaciones de violencia.
Se propone el diseño y puesta en marcha de un proyecto de mediación entre
pares (el mediador es un par de las partes en conflicto), focalizado en los
estudiantes, que permita a la institución educativa, ante situaciones
emergentes de conflicto, ofrecer una instancia formativa para su tratamiento,
de un modo constructivo y no violento, basado en el diálogo y la cooperación.
No todos los conflictos entre estudiantes son susceptibles de tratarse a través
de la mediación entre pares. Esta puede utilizarse para el abordaje de
conflictos vinculados con faltas de respeto, ofensas verbales, burlas, cuestiones
de celos, malentendidos, prejuicios, etc. No se aplica a cuestiones de drogas,
armas o abusos de diferente índole.
Cabe destacar que la mediación entre pares no suspende los marcos
normativos de la escuela. Añade una instancia de abordaje constructivo de
ciertos conflictos que, en caso de no resultar exitosa, deberán tratarse de
acuerdo a las pautas y normas vigentes en la institución.
El conflicto
El conflicto es parte constitutiva de la vida en todas sus dimensiones. Tiene su
origen en la diversidad de los seres humanos y es motor u oportunidad de
cambio y desarrollo, tanto personal como social. Sin embargo, en nuestra
cultura, suele tener una connotación negativa. Se lo concibe como una
desviación del estado “normal” de las actitudes y comportamientos, se lo
asocia a la angustia y al dolor y, por lo general, se supone que debe evitarse o
suprimirse. Incorporamos estas formas de percibir, de sentir y de actuar a lo
largo de nuestro proceso de socialización y las ponemos en juego en las
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situaciones de la vida cotidiana.
Definiremos conflicto como una situación en que existen necesidades,
intereses, propósitos y/u objetivos incompatibles o que, al menos, son
percibidas así por las partes involucradas.
Los conflictos son, por lo general, procesos complejos que se dan en la
interacción entre individuos o grupos que mantienen una relación. Pensarlos
como procesos supone que tienen causas que generan su aparición y que
sufren un desarrollo durante el cual se transforman pudiendo desaparecer,
mantenerse relativamente estacionarios o crecer llevando a niveles mayores
de confrontación.
Es conveniente diferenciar entre conflicto y disputa. Para comprender más
claramente esta diferencia podemos realizar una primera clasificación de los
conflictos en abiertos o manifiestos y ocultos o latentes. El conflicto abierto es
aquel en que las partes involucradas son conscientes de la situación y actúan
de algún modo desde esta conciencia. El conflicto se hace, de algún modo,
público, se manifiesta como una disputa en la que cada parte toma una
posición o tiene un reclamo explícito que manifiesta en sus acciones.
Hablamos de un conflicto oculto o latente cuando las personas implicadas no
son conscientes de la situación conflictiva y, por lo tanto, no toman
intencionalmente acciones en relación con el mismo. Esto no implica, por
supuesto, que el conflicto desaparezca y, también, permite comprender por
qué es positivo que se manifieste: sólo podemos abordar de algún modo
constructivo aquello de lo cual somos conscientes que existe y que nos afecta.
Otra diferenciación que es importante realizar es entre conflicto y problema.
Un conflicto puede desarrollarse y manifestarse en una serie de situaciones
que se perciben como problemas y que, en tanto tales, son “solucionables” en
el sentido que habitualmente le damos a encontrar la solución de un
problema: éste desaparece como tal.
Clasificaciones de los conflictos
Sin pretender abarcar todas las clasificaciones posibles, presentamos algunas
que nos permiten tipificar los conflictos:
a) Según la presencia de agresividad:
Agresivos: hay intención de daño en una o todas las partes.
No agresivos: no hay intención de daño en las partes.
b) Según cómo se ha construido el conflicto: Barnet Pearce parte de la
hipótesis de que los conflictos se generan o construyen por la forma en que
tratamos nuestras diferencias con otros.
Conflictos incompatibles: las partes coinciden en el tema, pero sostienen
opiniones diferentes acerca de él (una está a favor y otra en contra de un
aspecto o varios). Según Pearce, son los menos complejos de resolver.
Incomparables: las partes no coinciden en qué se está discutiendo y no es
posible una comparación. Por ejemplo: una discusión en la que para una el
foco es el dinero y para otra lo es un valor afectivo. Para abordarlos, es
necesario un proceso que transforme el conflicto en incompatible.
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Inconmensurables: son compatibles en cuanto al tema, pero a la vez, son
incomparables. Son aquellos conflictos en que están involucrados
principios y, por lo tanto, es muy difícil que las partes lleguen a un acuerdo
sobre cualquiera de los aspectos involucrados.
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1. ¿Qué ve usted en este dibujo del psicólogo norteamericano E.G. Goring?
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Otros rasgos importantes de los estereotipos son:
Completan la información cuando esta es ambigua.
Orientan las expectativas.
Se recuerda con más facilidad la información que es congruente con el
estereotipo.
Los prejuicios introducen los elementos de valoración y acción. Podemos
definir un prejuicio como una afirmación o juicio previo, no comprobado, de
carácter favorable o desfavorable, referido a un individuo o un grupo y que
orienta la acción. Algunos autores toman sólo el aspecto emocional o
valorativo del prejuicio, reservando el término “discriminación” para el
comportamiento que deriva de él.
Tanto los estereotipos como los prejuicios, tienden a generar efectos de
autocumplimiento ya que no sólo tenemos una tendencia a percibir que los
demás actúan según nuestras expectativas, sino que también hay en nosotros
una tendencia a actuar de forma que respondamos a las expectativas que
creemos que los demás tienen de nosotros, produciendo de esta forma la
confirmación de lo que se esperaba, tanto en nosotros como en los demás.
Un hombre comenzaba a apagar las luces del negocio. Una persona entró
apurada y dijo unas pocas palabras. El dueño abrió la caja y le entregó
algo del contenido. La persona salió corriendo. Inmediatamente, el dueño
hizo un llamado telefónico.
Indique, para cada afirmación, si la considera usted verdadera (V), falsa (F)
no puede definirlo (?)
1. Alguien apareció después que el dueño apagó las luces del negocio.
2. Un ladrón robó el negocio.
3. Una persona forzó la caja.
4. El dueño entregó algo de la caja.
5. El dueño avisó a la policía por teléfono.
6. Un hombre entró a un negocio, dijo unas palabras y salió apurado.
7. El robo fue a plena luz del día.
8. Hay tres personajes en esta historia.
9. Los hombres que estaban en el negocio se asustaron.
10. Alguien entró en una tienda, habló con los que estaban ahí, recibió algo
que estaba guardado en la caja y se fue corriendo.
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La habilidad de establecer una buena comunicación, es decir, una
comunicación efectiva, entre dos o más personas no es algo que adquirimos
espontáneamente. Requiere estar atento a las diferencias de percepciones,
creencias, suposiciones, valores, etc. que pueden estar afectando la calidad y/o
la efectividad de nuestra comunicación con el otro. Y adquiere mayor
importancia cuando la comunicación se da con el propósito de analizar y
resolver un conflicto o disputa.
En cualquier proceso comunicativo, podemos diferenciar:
Un componente verbal (el discurso que se emite).
Un componente para-verbal (el tono, volumen, etc. con que se habla).
Un componente no verbal (gestos, posturas corporales, etc.).
Un contexto o situación social donde ese discurso se produce.
La negociación
Definimos la negociación como un proceso de resolución o abordaje de
conflictos durante el cual las partes implicadas, en forma directa, discuten y
acuerdan (o no) sobre la propuesta que mejor satisface a ambas. Por lo
general, cada parte suele llegar a la negociación con una posición respecto de
cuál es la propuesta que considera justa, adecuada, conveniente, etc. desde su
punto de vista. Esta posición es normalmente la expresión de una decisión
tomada a partir del análisis, más o menos consciente y/o profundo, de la
situación conflictiva y refleja lo que la parte percibe como la mejor satisfacción
de sus intereses. Sin embargo, es importante destacar que, generalmente, en
una disputa confluyen más intereses de cada parte que aquellos que se
expresan en el reclamo explícito que se manifiesta en la posición.
Después de sumar sus puntos en cada columna, busque cuál de los estilos
de comportamiento frente al conflicto corresponde a su puntaje más alto.
¿Es éste el estilo que mejor concuerda con su visión de sí mismo/a? ¿Y los
que le siguen en puntaje?
EL SUICIDIO
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Realizar el acto suicida puede ser:
a) el resultado de haberlo pensado en forma prolongada, con premeditación y
reflexivamente;
b) otras veces, ocurre como una reacción rápida, impulsiva, como un “corto-
circuito”, en un agudo marco emocional, sin poderlo sopesar serenamente, y se
realiza en un momento de disminución del grado de conciencia,
frecuentemente inducida y/o facilitada por acción del alcohol o las drogas.
El suicidio puede ser definido como la voluntad y/o el deseo consciente y
deliberado de darse muerte.
Se designan bajo los términos «equivalente de suicidio», «conducta suicida»
o «conducta de riesgo» los comportamientos que por su naturaleza ponen
en peligro la vida del sujeto o su integridad física sin que el deseo o la
voluntad de darse muerte sea consciente.
El reconocer que un joven está en situación de aflicción y que necesita ayuda
no constituye un gran problema. Es mucho más difícil saber cómo reaccionar y
responder a los niños y jóvenes suicidas.
Algunas personas del equipo escolar han aprendido a tratar a los jóvenes
suicidas en situación de aflicción, con sensibilidad y respeto, mientras que
otros no. Las habilidades de este último grupo tienen que mejorar. Es
importante en el contacto con un joven suicida, lograr un balance entre
proximidad y distancia y entre empatía y respeto.
El reconocimiento y manejo de las crisis suicidas en los estudiantes pueden
dar lugar a conflictos entre los docentes y el resto del personal de la institución,
dado que carecen de las habilidades específicas requeridas, tienen poco
tiempo o tienen miedo de enfrentar sus propios problemas psicológicos.
Es esencial asegurar el equilibrio y bienestar de los docentes y el resto del
personal institucional. Para ellos, el lugar de trabajo puede ser de rechazo,
agresivo y algunas veces aún violento.
Por lo tanto, necesitan materiales de información que aumente su
comprensión y proponga reacciones adecuadas para ej. enfrentamiento de su
propia tensión, la de los estudiantes y colegas y posibles enfermedades
mentales. Deberían tener acceso a apoyo y si fuera necesario, tratamiento.
La autoestima positiva protege a los niños y adolescentes frente a la aflicción
mental y el pesimismo y los habilita para manejar adecuadamente situaciones
de vida dificultosas y estresantes. Para desarrollar la autoestima positiva en los
niños y jóvenes pueden usarse una variedad de técnicas. Se recomiendan
algunos enfoques:
Acentuar las experiencias positivas de la vida que ayudarán a forjar una
identidad positiva en los jóvenes. Las experiencias positivas pasadas
aumentan las posibilidades de que los jóvenes tengan en el futuro mayor
confianza en sí mismos.
No debe presionarse constantemente a los jóvenes para hacer más y mejor.
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No es suficiente que los adultos manifiesten que quieren a los jóvenes,
estos tienen que sentirse queridos. Existe una gran diferencia entre ser
querido y sentirse querido.
No sólo los niños tienen que ser aceptados sino apreciados tal corno son.
Tienen que sentirse especiales sólo por el hecho de existir.
El suicidio no es un incompresible salto desde el vacío: los estudiantes suicidas
le dan a la gente que los rodea suficientes avisos y margen para intervenir. En
el trabajo de prevención de suicidio, los docentes y el equipo institucional
enfrentan un desafío de gran importancia estratégica, en la cual es
fundamental:
Identificar estudiantes con trastornos de personalidad y ofrecerles apoyo
psicológico.
Forjar lazos cercanos con los jóvenes hablándoles y tratando de entender y
ayudar.
Aliviar la aflicción mental.
Ser observador y estar entrenado en el reconocimiento temprano de la
comunicación suicida, ya sea a través de afirmaciones verbales y/o cambios
comportamentales.
Ayudar con sus trabajos a estudiantes menos diestros.
Observar las faltas injustificadas.
Desestigmatizar la enfermedad mental y ayudar a eliminar el abuso de
alcohol y drogas.
Remitir a los estudiantes para un tratamiento de trastornos psiquiátricos y
abuso de alcohol y drogas.
Restringir el acceso de los estudiantes a los medios aptos para el suicidio –
drogas tóxicas o letales, pesticidas, armas de fuego y otras armas, etc.
GROOMING
Se entiende como Grooming al acoso
ejercido por un adulto sobre un menor,
mediante un conjunto de acciones
realizadas deliberadamente que
persiguen establecer una relación y un
control emocional sobre el menor, con
el fin de preparar el terreno para su
abuso sexual. El Grooming va siempre
asociado, en uno u otro momento, al
chantaje y a la extorsión: el acosado
obtiene material de contenido sexual
de la víctima (imágenes o vídeos), y la
amenaza con difundirlos si no acepta
sus propuestas sexuales o si desea
cortar la relación que ha establecido
con el acosador.
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En los casos de Grooming más frecuentes el acosador intenta ganarse la
confianza de la víctima, estas situaciones pasan por varias fases del acoso:
Inicio de la fase de amistad. Hace referencia a la toma de contacto con el
menor de edad para conocer sus gustos, preferencias y crear una relación
de amistad con el objeto de alcanzar la confianza del posible afectado. En
esta fase, el acosador usa diferentes recursos:
Engaño: habitualmente el acosador muestra una personalidad falsa
(normalmente por otro menor de la misma edad, atractivo/-a) que facilita la
comunicación y la empatía con la víctima. Para hacerlo, mostrará fotos,
participará en los mismos sitios web o redes sociales que la víctima, con la
única finalidad de ganarse su confianza.
Seducción: trata de establecer una relación emocional, resaltando su atractivo
físico o la similitud de intereses con la persona acosada.
Premio o pago: una vez conseguido un nivel de confianza inicial, el groomer
puede ofrecer regalos o cantidades de dinero a cambio de imágenes
sexualmente explícitas.
En esta fase las conversaciones suelen ser triviales; con ellas se intenta, además
de conseguir la confianza, acumular la mayor cantidad de información posible
sobre el menor (gustos, aficiones, amigos, sitios web que visita, dirección y
teléfono). En poco tiempo el acosado se convertirá en un elemento más de la
red de relaciones del menor.
Fase de relación. La fase de formación de la relación incluye con frecuencia
confesiones personales e íntimas entre el menor y el acosador. De esta
forma, se consolida la confianza obtenida del menor y se profundiza en
información sobre su vida, gustos y costumbres. En esta fase es frecuente
que las conversaciones incluyan cada vez más elementos de carácter
sexual, a veces de modo indirecto.
Fase de acoso. Se caracteriza por el altísimo componente sexual que tiene.
Con frecuencia incluye la descripción de términos específicamente
sexuales y la petición a los menores de grabación de imágenes o toma de
fotografías sexualmente explícitas. Una vez obtenido este material, el
acosador incrementa sus peticiones; si el menor se niega a ello, se inicia la
fase de extorsión, con la amenaza de difusión del material ya obtenido.
Para presionar a la víctima, el groomer utiliza frases del tipo Tú eres muy
inteligente. Si te engañara te darías cuenta… Nunca haremos nada que tú no
quieras hacer..., Lo dejamos cuando tú quieras…, Tú decides hasta dónde
podemos llegar, etc., o argumentos para justificar socialmente la situación
(esto lo hacen muchas de tu edad, pero no lo dicen por miedo a sus padres).
A veces, el acosador intenta establecer una cita real con el menor. Si la
intensidad del acoso es tan grande que ha conseguido debilitar mucho al
menor, el Grooming puede terminar en un abuso sexual real.
Sin embargo, hay casos en los que el Grooming no pasa por la fase inicial de
generación de confianza; se debe a que el acosador ha obtenido por otros
medios (robo de contraseñas, hackeo de cuentas, redes sociales), imágenes y
vídeos de contenido sexual de la víctima, gracias a los cuales puede iniciar el
chantaje.
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Hay que recalcar que en el Grooming la relación siempre se establece entre un
adulto y un menor. Estos son algunos de los síntomas que deben alertar a
familias y docentes ante un posible caso de Grooming:
Aparición de síntomas psicosomáticos: problemas de sueño (miedo a
dormir solo, pesadillas, etc.), enfermedades y dolencias frecuentes, mareos,
dolor de cabeza o de estómago, frecuentes diarreas sin que se acompañe
de vómitos o fiebre, etc., sin que haya una explicación física que lo
justifique.
Cambios en los hábitos de alimentación y por consiguiente variaciones
rápidas de peso.
Conductas autodestructivas, automutilaciones o lesiones físicas frecuentes
sin explicación razonable (se hace cortes, se golpea, etc.).
Cambios en el estado de ánimo: cambios de humor, apatía e indiferencia,
agresividad, tensión.
Cambio en las relaciones sociales, ya sea por aislamiento social (miedo al
recreo, por ejemplo) o por el cambio brusco de amistades. A veces se busca
la cercanía de adultos.
Uso a escondidas de Internet o del móvil.
Abandono de las actividades de ocio que antes realizaba, o bien cambio
bruscamente de actividades.
Sexualización de las relaciones afectivas, e incluso aparición de una
masturbación precoz y exacerbada.
Problemas de autoestima.
Pérdida o deterioro de pertenencias físicas.
Disminución en el rendimiento escolar y problemas de atención y
concentración.
Ausentismo escolar.
Lenguaje inapropiado para la edad.
La prevención es siempre el mecanismo de acción más efectivo por lo cual
nunca es demasiado lo que se pueda hacer en ese sentido desde la institución
escolar: charlas ocasionales, organización de jornadas, talleres institucionales.
Ponerles palabras a los problemas es la primera vía de solución.
Estar atentos a cambios significativos en el carácter y el comportamiento de
los estudiantes y la comunicación fluida con las familias facilitan el abordaje de
esta problemática. A su vez, en caso de dudas o inquietudes, hay organismos
de gestión pública especialmente dispuestos a dar seguimiento y respuesta al
caso que se presenten.
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RECURSOS DIDÁCTICOS
El BULLYING
El bullying es agredir o humillar a otra
persona de manera repetida. Insultar, divulgar
rumores, lastimar físicamente o
emocionalmente, ignorar a alguien, son
formas de bullying entre pares o compañeros.
Puede ocurrir a través del celular, en persona,
por escrito, en la escuela, en el barrio, en
algún transporte o en otros espacios de
convivencia entre los estudiantes, como las
redes sociales.
Sea donde sea, el bullying no debe permitirse. Es inaceptable. El bullying es un
problema que afecta a millones de niños, niñas y adolescentes, sin importar de
dónde son, ni de dónde vienen. Es un problema grave, principalmente en las
escuelas, que necesita ser resuelto cuanto antes.
En la mayoría de los casos, el acosado o la acosada permanece callado ante el
maltrato al que está siendo sometido. Esta situación intimidatoria le produce
angustia, dolor y miedo. También están los que denuncian el maltrato y no son
pasivos en la recepción de las agresiones sostenidas, pero generalmente la
diferencia de poder es tan acentuada que el/la que es acosado/a encuentra
grandes dificultades para defenderse o revertir la situación que sufre.
El bullying se sostiene en el tiempo, ocurre con frecuencia y siempre existe la
intención de molestar o humillar al que lo sufre. Es una forma de violencia
gratuita que resulta en graves perjuicios, especialmente a las víctimas.
En el acoso escolar o bullying hay una desigualdad entre el o los acosadores y
el acosado, quien no encuentra la manera de defenderse y se somete al poder
de la contraparte. Sin embargo, la intervención docente y un trabajo sostenido
en la institución, enmarcado en una cultura de no violencia, no discriminación
y en el reconocimiento de los derechos para todos y todas, posibilitarán una
mejor resolución de cada uno de los problemas de convivencia habituales que
surgen entre los y las adolescentes.
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Para facilitar la distinción de las situaciones de acoso de aquellas que no lo son,
ofrecemos una lista de algunas de las características que deben estar
presentes para que una situación sea delimitada como bullying:
Intencionalidad en la agresión, sea física, verbal o virtual.
Desequilibrio de poder entre el acosado o la acosada y el acosador o la
acosadora (en la que este o esta última es más fuerte que el primero, sea la
diferencia real o subjetiva, percibida por uno o una de ellos, o por ambos).
La desigualdad de poder puede ser de orden físico, psicológico o social,
generando un desequilibrio de fuerzas en las relaciones interpersonales.
Repetición de la agresión a lo largo de un tiempo y de forma constante
contra la misma víctima y sin motivo alguno.
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BIBLIOGRAFÍA