Ascasubi - "La Refalosa" e "Isidora La Federala y Mashorquera"

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sus diversas peripecias; el cual irá

Paulino Lucero perdiéndose de nuestra vista cuando más


o Los gauchos del Río de La Plata vamos entrando en la actualidad, donde el
cantando y combatiendo contra los tiranos cuadro de la realidad principia a hacer
de la República Argentina y oriental del desaparecer el aparente límite que a lo
Uruguay (1839 a 1851) lejos diseña aquel ficticio horizonte.

Sin haber podido formar conciencia del


Hilario Ascasubi
mérito real y positivo de mis producciones,
lejos de haber tenido en vista antes de
ahora poner en un solo cuerpo las que
contiene este libro, he temido por el
contrario el exponerlas como en un cuadro
sobre el cual el público pudiere juzgar de
ellas, fuera de la escena en que me fueron
inspiradas; circunstancia que tanto
contribuye a realzar el mérito de toda
producción literaria.

Pero personas más competentes que yo


para juzgar de trabajos de esta naturaleza,
ya sea movidas por un espíritu de
HOMENAGE patriotismo, amistad, o simpatía por los
A la memoria del doctor don VALENTÍN principios que he vertido en mis escritos,
ALSINA, han conseguido al fin lanzarme el campo
eminente patriota, virtuoso ciudadano de la publicidad. Ellas me han impulsado a
e ilustre jurisconsulto argentino. ofrecer a mis compatriotas una colección
completa de mis trabajos, y no obstante
HILARIO ASCASUBI. que agradezco el generoso sentimiento que
París, 2 de agosto 1872. les induce a aconsejármelo así, debo sin
embargo hacer caer sobre ellas ya sea el
aplauso o el sarcasmo con que fueren
Prólogo recibidos mis trabajos, pues a no ser por
sus insinuaciones no me habría expuesto a
Después de algunos años consagrados al
hacerme acreedor a una u otra cosa; desde
sostén de los principios de libertad y
que tampoco habría llegado el caso de
civilización, en que, teniendo en vista
ofrecer la colección que hoy sale a luz.
ilustrar a nuestros habitantes de la campaña
sobre las más graves cuestiones sociales
-HILARIO ASCASUBI.
que se debatían en ambas riveras del Plata,
me he valido en mis escritos de su propio
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idioma, y sus modismos para llamarles la
atención, de un modo que facilitara entre
ellos la propagación de aquellos principios, “La Refalosa”
es sólo a instancias de mis amigos que he
podido resolverme a publicar, reunido a un Amenaza de un mashorquero y degollador
solo cuerpo, todas las poesías que contiene de los sitiadores de Montevideo dirigida al
este libro. gaucho JACINTO CIELO, gacetero y
soldao de la Legión argentina, defensora de
En globo, ellas presentarán al lector como aquella plaza.
el horizonte lejano de nuestros hechos y
“La refalosa” e “Isidora la federala y mashorquera” Hilario Ascasubi 2

Mirá, gaucho salvajón, de alegría,


que no pierdo la esperanza, al oír la musiquería
y no es chanza, y la broma que le damos
de hacerte probar qué cosa al salvaje que amarramos.
es Tin tin y Refalosa.
Ahora te diré cómo es: Finalmente,
escuchá y no te asustés; cuando creemos conveniente,
que para ustedes es canto después que nos divertimos
más triste que un Viernes Santo. grandemente, decidimos
que al salvaje
Unitario que agarramos el resuello se le ataje;
lo estiramos; y a derechas
o paradito no más, lo agarra uno de las mechas,
por atrás, mientras otro
lo amarran los compañeros lo sujeta como a potro
por supuesto, mashorqueros, de las patas,
y ligao que si se mueve es a gatas.
con un maniador doblao,
ya queda codo con codo Entre tanto,
y desnudito ante todo. nos clama por cuanto santo
¡Salvajón! tiene el cielo;
Aquí empieza su aflición. pero hay no más por consuelo
a su queja:
Luego después, a los pieses abajito de la oreja,
un sobeo en tres dobleces con un puñal bien templao
se le atraca, y afilao,
y queda como una estaca que se llama el quita penas,
lindamente asigurao, le atravesamos las venas
y parao del pescuezo.
lo tenemos clamoriando; ¿Y qué se le hace con eso?,
y como medio chanciando larga sangre que es un gusto,
lo pinchamos, y del susto
y lo que grita, cantamos entra a revolver los ojos.
la refalosa y tin tin,
sin violín. ¡Ah, hombres flojos!,
hemos visto algunos de estos
Pero seguimos el son que se muerden y hacen gestos,
en la vaina del latón, y visajes
que asentamos. que se pelan los salvajes,
el cuchillo, y le tantiamos largando tamaña lengua;
con las uñas el cogote. y entre nosotros no es mengua
¡Brinca el salvaje vilote el besarlo,
que da risa! para medio contentarlo.
Cuando algunos en camisa
se empiezan a revolcar, ¡Qué jarana!,
y a llorar, nos reímos de buena gana
que es lo que más nos divierte; y muy mucho,
de igual suerte de ver que hasta les da chucho;
que al Presidente le agrada, y entonces lo desatamos
y larga la carcajada y soltamos;

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“La refalosa” e “Isidora la federala y mashorquera” Hilario Ascasubi 3

¡y lo sabemos parar no es porteña, es arroyera,


para verlo REFALAR pitadora y guitarrera
en la sangre!, y cantora del Tin tin.
hasta que le da un calambre
y se cai a patalear, Que vino de la otra banda
y a temblar junto con los invasores,
muy fiero, hasta que se estira y que sabe hacer primores
el salvaje: y, lo que espira, por todas partes donde anda.
le sacamos
una lonja que apreciamos Y que hace mucho papel
el sobarla, como güena federala,
y de manea gastarla. pues su refriega en su sala
con la hija de Juan Manuel.
De ahí se le cortan orejas,
barba, patilla y cejas; En fin, dicen que esta dama
y pelao del Miguelete se aleja,
lo dejamos arrumbao, y a mis paisanas les deja
para que engorde algún chancho, los recuerdos de su fama.
O carancho.
También dicen de que al borde
Con que ya ves, Salvajón; ha estado de perecer,
nadita te ha de pasar y se quiere reponer
después de hacerte gritar: porque ha perdido el engorde.
¡Viva la Federación!
Pues no le asientan los pastos,
--------------------------------------------------- y luego con la escasez
que hay por ajuera, esta vez
se ha fundido en hacer gastos.
“Isidora la federala
y mashorquera” Así es que bien trasijada
se retira la infeliz,
echando por la nariz
1.ª PARTE como suero de cuajada.

La Isidora regordeta Un ojo le lagrimea,


se va a embarcar al Buseo: del aire, dice Garvizo
¡vieran con qué zarandeo que para él es un hechizo
va arrastrando una chancleta! otro que le centellea.

Que lleva un pie desocao El andaluz se hace almiba


de resultas de un fandango, por agradar a Isidora,
en que le rompió el changango que es muchacha seguidora
en la cabeza a un soldao. y nunca se muestra esquiva.

Y en esa noche con Brun Así es que a la despedida


bailando la refalosa, la acompaña una patrulla,
anduvo poco mañosa marchando sin hacer bulla
queriendo hacerle el betún. como gente dolorida.

Sabrán que esta moza al fin, Pero la Isidora marcha

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sin demostrar sentimiento, estas zonzas de orientalas,


con un semblante contento que a todas las federalas
y más fresca que la escarcha. nos tratan como a carnero?

Lleva el rebozo terciao, Esas mesmas que ahí están


airoso, a lo mashorquera, faroliando en el Cerrito,
y en la frente de testera y haciéndole asco al moñito,
luce un moño colorao. no sé lo que pensarán.

Marcha con aire jitano, Pues mire, ¡a fe de Isidora,


y una mano en la cadera, me voy con sangre en el ojo!,
que sacude sandunguera y he de volver por antojo
con un garbo soberano. con mi comadre Melchora.

Para lucir los encajes, Y a toda la que se piensa


viste a media pantorrilla que me ha de andar con diretes,
un vestido de lanilla le he de cruzar los cachetes
colorao y sin follages. y le he de cortar la trenza.

Ella no gasta bolsita ¡Moño grande! que se vea,


como gasta una pueblera; se han de poner a la juerza:
pero carga una jueguera y a la que medio se tuerza
y también su barajita. se lo he de pegar con brea.

Todo el cortejo se empeña ¡Caray!, si me da una rabia


en complacerla al partir, el ver que a mí, ¡a la Isidora!,
pero ella se quiere dir quieran ganarle a señora
y a todo vicho desdeña. porque tienen mejor labia.

Casi se cai de barriga ¡Y porque gastan corsé,


el cirujano, en mala hora y gorras a la francesa,
se le cayó a la Isidora. ni levantan la cabeza
el cuchillo de la liga... a saludar! -Ya se ve...

Que lo levanta el galán Aún no están acostumbradas


trompezando, y cariñoso a la mashorca y tin tin,
se lo presenta gustoso pero de todas, al fin,
a la prenda de su afán. me he de reír a carcajadas.

La Isidora lo recibe, Deje no más que entre Oribe


y exclama: -¡Cristo me valga!, y tome a Montevideo,
antes perdiera una nalga que hemos de tener bureo
que no esta prenda de Oribe. como Rosas me lo escribe.

Con la cual he de volver Con que ansina, dotorcito,


y a todas las unitaria, a todas digamelés,
de balde han de ser plegarias, que he de volver otra vez,
yo las he de componer. ¡que me anden con cuidadito!

¿Ha visto, dotor tuertero, En esta conversación

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hasta la playa llegaron,


y en el momento mandaron Pero le dieron giniebra,
los rosines un lanchón. que cura la indigestión;
y diz que sopló el porrón,
Era preciso llevarla y se lo limpió de una hebra.
cargada para embarcarse,
por no dejarla mojarse, Luego lo ofrecieron té;
que eso podía resfriarla. pero ella dijo: -No quiero
ningún remedio extranjero,
Entonces de la cadera como no sea el culé...
se la prendió el andaluz,
y ella le gritó: ¡Jesús! ¡O mate de manzanilla
¡No me ruempa la pollera! junto con flor de mosqueta,
que cuando estoy indijesta
Con todo, se la echó al hombro, me asienta a la maravilla!
y hasta el lanchón la llevó;
y al dejarla suspiró Quién sabe al fin si tomó
el tal Garvizo, ¡qué asombro! a bordo esa medicina;
pero luego en la cocina
Con que ansina desde ahora de golpe se amejoró:
es bueno que se prevengan,
y las orientalas tengan Comiéndose allí una tripa
¡cuidado con la Isidora! que le brindó el cocinero,
con más de medio carnero
2.ª PARTE y de galleta una tipa.

Por un duende que ha venido Últimamente llegaron


y que estuvo en lo de Rosas, hasta dentro con el barco,
esta y otras muchas cosas y en lo más hondo del charco
diz que Anastasio ha sabido. a soga larga lo ataron.

Porque me escribe el chileno, Y al echar un bote al río


con respeuto a la Isidora, le dijeron a Isidora:
de que tuvo la señora Venga a embarcarse, señora,
un viage pronto y muy güeno. con su petaca y su avío.

Pues la tarde del embarque Mesmamente la embarcaron


alzó moño la Palmar, en la culata del bote,
y a Güenos Aires fue a dar y más ligero que al trote
con la Arroyera y su charque. hasta la orilla llegaron.

Y con viento rigular De allí la montó a babucha


amaneció la Boleta, un marinero fornido,
frente de la Recoleta que llegó a tierra rendido
aonde empezó a sujetar. y soltó a la camilucha.

Por supuesto, en la cruzada, Cuando llegó un adecán


la muchacha se almareó, flauchoncito y muy viejazo,
y cuasi, cuasi largó que al soltarle ella un abrazo,
la panza y la riñonada. le dijo: ¡Che, Corbalán!

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¿Cómo estás?, ¿y Juan Manuel?, -Salí, porteña pintora,


¿siempre con salú? Contamé, federala zalamera;
o más bien acompañamé, que si yo no te quisiera,
voy a platicar con él. velay, (dijo la Isidora)...

¡Isidora de mi vida!, No te trujera esta lonja


díjole el viejo moquiando; que le he sacao a un francés,
¡pues no!, vamos disparando para vos, ahí la tenés:
y que seas bien venida. esto es querer, no lisonja.

Y ya también la sacó Ansí es que me acuerdo yo,


de bracete acollarada; tomá, y dejate de quejas;
que salió medio trabada júntala con las orejas
desde el punto en que partió. que Oribe te regaló.

¡Qué de noticias traerás -Ya no las tengo, hermanita,


(le dijo) de esos parajes! le respondió la pichona,
Y ¿se aguantan los salvajes pues como eran cosa mona
Rivera y el manco Paz? se las regalé a tatita.

Nada te puedo contar Ahora mesmo las verás


ahora, dijo la Arroyera, en su cuarto, adonde tiene
pues se me anda la vedera todo lo que lo entretiene:
y ya me voy por echar. vení, mujer, te reirás.

Apurate por favor: Entonces se despidió


vamos ligero, viejito, Corbalán de Isidorita:
y lleguemos, hermanito, que a un tirón de Manuelita
a lo del Restaurador. para el cuarto cabrestió.

Llegó la yunta, y adentro, Se colaron, ¡Virgen Santa!,


en la puerta de la sala en ese cuarto que espanta
ya tuvo la Federala de pensar que vive en él
su primer feliz encuentro. el tirano Juan Manuel,
restaurador de las leyes,
Pues salió la Manuelita, entre geringas y fuelles,
y en cuanto la devisó, puñales, vergas, limetas;
luego vino y se abrazó armas, serruchos, gacetas,
de firme con su amiguita. bolas, lazos maniadores
y otra porción de primores;
Queriéndosela comer pues lo primero que vio
con los besos que le dio, Isidora en cuanto entró,
hasta que le preguntó: fue un cartel,
-¿De dónde salís, mujer? con grandes letras sobre él,
y una manea colgada
¡Mirá que sos una ingrata!, de una lonja bien granada:
pues ni de mí te acordás y el letrero
queriéndote mucho más decía así: «¡Ésta es del cuero
que lo que me quiere tata. del traidor BERÓN DE ASTRADA!,

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¡lonja que le fue sacada cuando Rosas disponga!».


por unitario salvaje, -Qué receta para Oribe,
en el paraje dijo Isidora, que vive
del Pago Largo afamado, sirviéndole a Juan Manuel,
donde fue descuartizado! y queriendo hacer papel
-Con razón: de Presidente legal,
por malvao y salvajón, cuando en la Banda oriental
dijo la recién venida. tan sólo el Restaurador
Y en seguida, debe ser amo y señor,
miró encima de una mesa, aunque el diablo se sacuda
y entre un nicho, una cabeza las OREJAS... ¡Ah, mujer!,
cortada, haceme al momento ver
y con la lengua apretada las de Borda: ¿dónde están?,
mordida, ¿qué sequitas no estarán?
y la vista ennegrecida Entonces la Manuelita
y con rastros de llorosa. las sacó de una cajita,
y cuando se las mostró,
Al pie tenía una losa la gaucha las escupió,
escrita, y decía así: y pensó hacer otras cosas,
«¡Zelarrayán! pero en esto dentró Rosas
Los salvajes temblarán en camisa y calzoncillos
cuando se acuerden de ti». golpiándose los tobillos,
-¿Pues no?, con la cabeza amarrada,
la Arroyera dijo, y vio una cara endemoniada,
ahí no más, en seguidita, y en la cintura una verga.
colgada en una estaquita Tendió en el suelo una jerga,
una cola o cabellera, puso al lado una botella,
y al preguntar de quién era y se acostó cerca de ella
pudo ver sobre un papel sin soltar una expresión...
esta letra: «¡De Maciel!». y cuál fue la confusión
Ésta es la barba y bigote, de Isidora y Manuelita
que con lonja del cogote al sentir que su tatita
le manda al Restaurador: redepente dio un bramido
Oribe, su servidor. como tigre enfurecido,
-¡Qué bonito, y echando espuma se alzó,
dijo Isidora, el versito! y estas palabras soltó:
¡En la Horqueta del Rosario!
Y agarró ¡Flores... salvaje unitario!
un puñal, que reparó ¡Núñez, salvaje traidor...!
en diez o doce que había, Entonces le dio un temblor,
que sobre el cabo tenía y rechinando los dientes,
en la chapa este letrero: y con gestos diferentes:
«Yo soy el verdadero ¡asesino!, le gritó
recuerdo, en homenaje a Isidora; y la mandó
del infame salvaje degollar con sus soldaos,
Manuel Vicente Maza. que acudieron asustaos.
Si salgo de esta casa, Cayó entonces desmayada
¡tiemble algún presidente la Arroyera, y arrastrada
que no sea obediente, fue por dos indios; y al rato
y altanero se oponga degollada como un pato.

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Cuando la iban a matar,


Manuela se echó a llorar
a los pies de Juan Manuel,
suplicándole; pero él
dijo: «¡Muera la ovejona!,
pues, si no, sale y pregona,
que ya tengo convulsiones,
de ver que los salvajones
se lo limpian a Alderete;
y después, que lo sujete
el demonio al Pardejón,
que viene, y en un cañón
de taco me hace meter,
y ahí no más lo hace prender;
cosa que en cuanto reviente
¡a los infiernos me avente,
donde con vergas y fuelles
vaya a restaurar las leyes!...».
Luego pidió una botella
de bebida, y se arrimó
a Isidora; la miró,
y de ahí se sentó sobre ella.
¡Fría estaba y desangrada!,
pero Rosas, con todo eso,
se agachó, le pegó un beso,
y largó una carcajada.
Luego acabó de beber
muy ufano, y se paró,
y a los indios les gritó:
«Saquen de aquí esta mujer;
llévenla a la sepultura;
vamos, prontito, al istante,
y que venga y la levante
el carro de la basura».
Ansí la triste Arroyera
un fin funesto ha tenido,
sin valerle el haber sido
FEDERALA Y MASHORQUERA.

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