Andre Corboz El Territorio Como Palimpse
Andre Corboz El Territorio Como Palimpse
Andre Corboz El Territorio Como Palimpse
por
ANDRE CORBOZ
- I
teristicas propias, mientras antagonismo, comoe} anterior, se presenta con Ja claridad de una
razon, como un gran cenjunto con carac
especie de panacea (a tal figura inscrita sobre un fondo.
que un grupo mayor la ve como una o un pro-
epto una idea Después de haber sido utilizado para fundamentar un juicio
ipunto, que a veces basta asociar a este conc para Vamar la moral, este antagonismo establecié un orden politico, y expresé una
yecto que no tengan una relacién directa con él, falacia econémica, Desde Virgilio, y aua antes, ya en la Biblia, el
aiencién. inmediatamente) .
nivel de generalizaciones, campo como refugio se extiende frente a la ciudad corrupta. Los
ZEs en realidad un concepto? En este humanistas, y después los roménticos, utilizaron también este recur-
onte de referencia. En efecto,
seria més prudente hablar de un horiz so ret6rico. (Los tiltimos con mayor razén que los primeros, porque
_disciplinas relaciona-
existén tantas definiciones de territorio como se refiere sola- asistieron al nacimiento de las aglomeraciones.) La misma persis-
por ejemplo,
das a él: la definicién de los juristas, tencia de ese lugar comin, por otra parte, podria interpretarse
vneate a la soberania y a las disposicionestomaque se desprenden de
cuenta factores como un signo de que la humanidad, mientras soportaba el trauma
villa; 1a de los planificadores, en la topograffa, enla hidrografia, ef
camb io,
de Ja industrializacién, no se habia repuesto todavia del de Ia urh:
tan vatiados como la geologta, culturas, las poblaciones, nizacién, Hasta antes de Ia revolucién francesa, la ciudad domi-
iclima, la cobertura forestal, asi como las
‘las infraestructuras técnicas, la capa cida d productiva, ef orden ju naba‘al campo porque concentraba todos los poderes y dictaba las
ridico, la distribucién administra tiva, 1a conta bilidad nacional, las Jeyes: con cualquier tipo de gobierno, la ciudad impone siempre
etc., y nO solamente en la su yoluntad —salvo excepciones— a la provincia que Ja nutre.
redes de servicios, las maniobras politicas,
dinamicamente, en vittud de Después de la revolucién, la sujecién contintia, pero cambia de na-
totelidad de sus interrelaciones, sino
emos —elsimple y el hiper- turaleza: 1a ciudad crece, palpita, inventa, desarrolla, realiza, pla-
un proyecto orgdnico. Entre esos dos extr es, las
complejo— tiene lugar toda la gama de Jas otras definicion nifica, transforma, produce, intercambia, resplandece y se extiends
historiador de la
idel gedgrafo, del socidlogo, del etnégrafo, del
cul. —tmientras quelos ritmos del campo, con sus costumbres y sus mé-
tura, del zodlogo, del botdn ico, del mete ordl ogo, del Esta do Ma- todos, persisten en la aparente permanencia de la larga duracién;
més © menos
yor, etc, Al margen de estos campos disciplinariosxima aunque no por mucho tiempo, sin embargo, ya que esta duracién
es del
cerrados, subsisten ademés las significativas apro puedcion terminaré muy pronto: la dindmica de las empresas urbanas t
e ser una mina por contaminarla, y el distanciamiento entre las dos mentali-
lenguaje cotidiano, en las que la palabra territorio
alegorfa de la unidad de Ja nacidn o del Estado,
o bien puede desig- dades se reduce. El espacio rural en el siglo x1x puede definirse
nar la extensién de las tierras agric olas, o hace rnos pensar en el como “el lugar donde sé llevan a cabo las decisiones tomadas
paisaje que asociamos al tiempo libre. en el interior del espacio urbano” (Franco Farinelli).
de fenédmenos mas gene- Los campesinos nunca se habfan reconocido en la- imagen del
Dedicar el mismo interés a una clase ellos
én del terru fio en territorio, en cierta me- campo como una Arcadia. Sin embargo, paraddjicamente,
rales —la transformaci de lo
lema nacido de la ex- también se habfan hecho una representacién casi idéntica
dida—, podria permitirnos eliminar un prob como
o en cldsico a partic del urbano, e igualmente ficticia, porque concebian a la ciudad
pansién urbana del siglo x1 y convertirl logra-
adyenimiento de la civilizacién indus trial ; el antagonismo campo- un lugar de ocio- perpetuo. Y como nadie los escuchaba, no
ciudad. Eliminarlo déndole otro nomb re, pero n0 resolverlo, porque ban explicar en qué consistia su propia condicién, y por consi:
asa oposicin es tan falsa como la que plantea que una isla es algo guiente, el hombre de Ja calle seguia viendo el campo como la
limitado’ y rodeado por el agua: pensamiento
propio de hombres verde soledad —pot la que suspiraba. Ahora bien, si la oposicién
de tierra adentro, que los pescadores encuentr
an absurdo, ya que entre lo rural y Io urbano esté hoy en camino de superarse, no es
su incesante ir y vénir de Ja tierra al mar
utiliza el umbral de los tanto por el.nuevo concepto territorial —€ste no influye mds que
e in-
clementos para crear, a partir de dos dominios aparentement en segundo término—, sino en virtud de Ja extensi6n de lo urbano
compatibles, una unidad uecesaria. al conjunto delterritorio.
El antagonismo entre campo y ciudad, que parallzé durante tan- No es solamente que la cantidad de regiones con una alta con-
to tiempo al tertitorio, es, sobre 10%
a_nocién urbana. Este centracién de habitantes haya aumentado desmesuradamente des-
pués dela segunda guerra mundial, sino que incluso jas mentali- de redes de carreteras, la de nuevas infraestructuras ferroviarias y
dades ajenas a la ciudad —al menos en lo que respecta a Europa aéreas, el acondicionamienio sistemAtico de Jas vostas mds favora-
Occidental— estan sufriendo una metamorfosis decisiva, ya consu- bles al turisrao veraniego, asf como el de las regiones montafiosas
mada en los Estados Unidos. Este fenSmeno se produjo porla difu- impropias para la agricultura y la vivienda, para cecibir al turisu
Sign que han alcanzado los medios masivos de comunicacién: con invernal, son las huellas m4s visibles de una actividad csenci
més rapidez que la locomotora en el siglo pasado, la radio, y sobre mente urbana, cuya finalidad es la de poner los continentes a la
todo la televisién, han logrado modificar las conductas, estable- disposicién del hombre que habita en las ciudades.:Por otra parte,
ciendo una especie de homogeneizacién de las formas de vida a tra- seria suficiente que un porcentaje infimo de la poblacién se dedi-
vés de ja imposicién de reflejos culturales, cara a cultivar plantas comestibles, para alimentar a todos los’ habi-
Vista desde este enfoque antropol6gico, 1a oposicién campo-ciu- tantes de Ja tierra. En estas condiciones, no cabe duda queel terri-
dad desaparece, porque la ciudad ha vencido. Por consiguiente, el totio, por més vaga que pueda ser su definicién, constituye hoy en
espacio urbaho no es tanto aquel en que las construcciones se dia Ja unidad de medida de los fenémenos humanos.
‘suceden apretadamente unas a otras, sino aquel en dondelos habi-
‘tantes han adquirido una mentalidad urbana. Esta identificacién
‘del territorio con 1a ciudad ya habia sido descrita en el siglo v de IL
‘nuestra era por el poeta galo Rulilius Numatianus, quien dijo de
Roma: urbem fecisti quod prius orbis erat (de lo que uma vez fue El territorio no es un dato: ea el resultado de diversos procesos.
el mundo, ti has hecho una ciudad). El ideal de la ciudadanfa Por una parte, se modifica esponténeamente: el avance o retroceso
‘universal se sustituy6 por una escala_devalores basada en el utili- de los bosques y los glaciares, el crecimiento o Ja desecacién de Jos
itarismo y la inconsciencia ideolégica, cuyas consecuencias a largo pantanos,la transformacién de los lagos en terraplenes y la forma-
‘plazo no dejan de ser inquietantes. cién de deltas, la erosién de las playas y de los acantilados, el sur-_
Aunque podamos lamentar la conquista del territorio por la igimiento de cordoneslitorales y lagunas, el hundimiento de valles,
ciudad apoydndonos én los argumentos més razonables, aunque el deslizamiento de terrenos, el surgimiento o enfriamiento, de vol-
reflexioncinos sobre los puntos de vista de los que todavia se opc- -canes, los temblores de tierra; todo habla de la inestabilidad de la
nen a ellos y Jes.demostremos su error, no podriamos negar esta -morfologia terrestre, Por otra parte, el territorio sufre las inter-
tendencia ni la influencia creciente de sus efectos. Algunos ya ha- yenciones humanas: irrigacién, construccién de caminos, de puen~
bfan previsto que esto sucederia. En una carta de 1763, Rousseau tes, de diques, de presas hidroeléctricas, apertura de caztales, perfo-
escribe que “Suiza entera es como una gran ciudad dividlda en racién de téneles, desmontes, desbrozamientos, reforestaciones, me-
trece secciones, en donde unos estén en los valles, otros en los bos- joramiento de tierras: hasta los actos mds cotidianos de la agricul-
ques, y otros en las montafias (...). Hay secciones més o menos tura hacen del territorio un espacio remodelado sin- cesar.
pobladas, pero todas lo estén en cantidad suficiente para hacer Los determinismos que transforman el tertitorio de acuerdo a
notar que seguimos estando en una ciudad (...), Dejamos de pen- ‘su propia légica (es decir, los que se derivan de Ja geologia y de la
sar que recorremos un desierto cuando encontramos campanarios meteorologia), se asimilan a iniciativas naturales, mientras que los
entre los abetos, rebafios sobre los pefiascos, manufacturas en los actos determinados por 1a voluntad que aspiran a modificarlo, pue-
precipicios, talleres sobre los torrentes”. En una época en que los den, ademés, corregir parcialmente las consecuencias de su propia
viajeros, después de leer el_poema de Haller sobre Los Alpes, des- actividad. Pero la mayor parte de los movimientos que influyen en
cubrian en este pais al prototipo de la campifia edénica, este pasaje .el territorio —-comolas modificaciones del clima, por ejemplo— se
‘de Rousseau y su correspondiente en las Meditaciones de un pa- prolongan durante un lapso tan grande que escapan a la observa-
seante solitario adquieren un cardcter visionario. cién del individuo, e incluso a la de una generacién. Esa es una
Lo que diez siglos atr’s podfa verse como una extrapolacién de las razones que explican el caracter de inmautabilidad con que
poética, se ha convertido actualmente en realidad, La construceién suele caracterizarse generalmente a “la naturaleza”.
los casos particular-
Los babitantes de un ferritorde io nunca dejan de borax ¥ de.devolla: étnicos afectados. En una pequefia porcién de
de “doble exposicién” |
Jos suelos. A consecuencia o xx mente trégicos, asistimos incluso a fenémenos
yar a escribir en el Viejo librlao revolu cién tecnolégica del sigl es, (en el sentido fotogréfico. de la palabra):
Ia misma extensin geo
explotacién sistemdtica que de tantos pais grifica es reivindicada por grupos incompatib les, que elaboran pro-
cones més escondidos de los romanos y los ger-
spropagé hasta en jos rin un control yectos coniradictorios, como en el caso
todas las regiones ban sid o sometidas poco a poco a renana,
ele vad as, que ja Edad “manos enfrentados a causa de la frontera
s montafiosas més percibida como tal, es
creciente. Hasta las cadena e, fueron Ja entid ad del territ orio sea
especie de infierno tertestr _ Para que
le reconoce mos sean
Media consideraba como Una ductivas -gracias a los equipos {necesario, entonces, que las cualidades que obten
‘colonizadas y transformadas en pro itinerarios iadmitidas porlos interesados. La finalidad
es er un dinamismo
as de Los Alpes, todos los , para lograr el per
industriales. En algunas zon
esimposible perder se, lo que contri- en los fendmenos de formacién y produccién
que abarcarfan todos los
estén tan bien sefialados que anti- feccionamiento continuo de los resultados,
ens ién fantdstica de estos dominios ilidades, la repartici6n mas
buye a desvanecer la dim aspectos: el logro mas eficaz de Jas posib
guamente temibles. operaciones cién més adecuada, 1a inno-
meracién de las diversassea
Como lo demuestra no1a seenupue solamente
justa de bienes y servicios, la administra
yacién de las instituciones. Por consi guien te, el territorio es un
de afirmar que éste
aplicadas al territorio, os coo rdinados proyecto.
to de procesos m4s o men se establece entre
el resultado de un conjun nim ero de fend-, Esta necesidad de una relacién colectiva que
sta solo de un cierto vive entre sus plie-
entre si. El territario no con ir de que una pob lacién uma superficie topografica y la poblacién que
Tmenos dindmicos de tipo geo-li mética. A part n
territorio sin la imaginacié
soa relacién supe rfic ial, com o la cose- . gues nos permite concluir que no_existe
lc habita (ya sea mediante ablece con orio puede expresarse en términos estadisticns
del territorio. El territ
extraccién de minerales) est ccién, etc.), pero
cha, o profunda, como la la , (extensién, altura, temperatura, {ndice de produ
é1 una relacién que dependsobsdel acondicionamiento, inclusodedeesta vo, Por ser un proyecto, el terti-
ervar Jos efectos rec ipr oco s :sno_sepuede reducir a lo cuantitati
|
planificacién, y se pueden discu te sobre él. Tiene ua nombre. Se
io hace las veces de una
el territor ‘toro se ha semantizado, Se
coexistencia, En otras palabras, que lo transforman en
esp eci e de artefacto. Por consiguiente, cons
: elaboran sobre él todo tipo de proyectos,
construceién. Es una :
‘sujet,
tituye también un producto. de este empleo del territorio,
a su Enlas civilizaciones tradicionales, temerosas
de perturbar el or-
Los objetivos y los medios mante nerlo , el territorio
en el gru
continuidad po soci al iden del mundo, y que incluso procuran
vez, suponen tina coherencia y wna es de explotacién; ya que la por- es un organismo vivo, de naturaleza divin
a, al cual hay que rendirle
que decide y ejecuta las operac ion an tener un estat uto especial que
mamos. territorio es cominment
e |culto. Algunas de sus regiones podi
cién de corteza terrestre que Yla sélo es de nat ura lez a tas volvia sagradas. En la Antigied
ad tardia, un busto femenino
acién de apropiscién que no
objeto de una rel ris 0 de Milén, La Edad
go variadas jntenciones, tanto
miticas rodeado de torres era el emblema de Tréve formas de per-
fisica, sino que pone en jue
ncia, que impide definir un tert
itorio {Media y. después la época barro ca practicaron otras
como politicas. Esta circunsta de las interpretact6n’ simbélica
} sonificaci6n, fundadas en Ia
de los contor-
(por ejemplo, geografico, el
besdndose en un solo criterio la pob lac ién nos terrestres.’Se trataba de hacer coinc
idir a un perso naje conellos,
”, 0 étnico, en funcién de sentado. Esta volun iad de
.famosas.“fronteras naturales que la nocién de te que expresara el cardcter del pafs repre
ela
residente o mayoritaria o dominante),ificrev
sign a, de ninguna manera, que moralizaci6n permitfa identificar a Ja Tierra con Cristo (mapa
‘rritorio no es “objetiva”, Esto n0 rar a Europa andrégina, con.
sea atbitraria, sino que incluye unmucgra n ntimero de elementos cuya -mundi de Erbstorf, siglo xu), decla nus
el sexo (mapas de Opici
en has ocasiones, ha determinado Espaiia como la cabeza y Venecia como
iponderacién y cuya historia, de Canistris, siglo xiv), y representa
r a Jos Paises Bajos espafioles
con sag rad o— su fusién. de un Aguila’ (siglo xvit) .
como un le6ny al Tirol con Ja forma
—si no es que
dam ent e la hist oria , sobre todo la mas reciente, ha a el advenimiento de
La pérdida de significado que caracteriz
Des gra cia n ha
ios incompletos cuya definicié
creado una multitud de territor eran a una
esas alegorias se reduj
a la expectativa de los grupos tia civilizacién industrial hizo que
sido conflictiva porque no respondia
caricatura que, en el siglo xt, daba a unpajs el aspecto de un ogro
pero sin consecuencias geométricas, son mucho més numerosos que
Jos anteriores. Los benedictinos,. especialistas en drenaje en los si-
ya otro el de unasolterona. La personificacién del territorio es an- glos x y x1, transformaron la planicie del Po de pantano entierra
terior al concepto de la nacién como un conjunto orgénico y algunas agricola. Otra comunidad mondstica, los cistercienses, que desarro-
veces toma su lugar; a medida que esta personificacién iba per-
(U6 ademésla piscicultura y el cultivo de la vid, remodeld territo-
diendo sus virtudes, los estados modernos inventaban la idea de
tios enteros a partir del siglo x11, como el viiiedo de Lavaux en la
patria y, por medio del chauvinismo, lograban hacerla eficaz a pe- Suiza romana, donde construy6 gradas sobre cuestas muy escarpadas.
sar de lo insfpida que parecia en un principio. Algunas otras intervenciones”han alterado también Ja forma del
Estas diversas traducciones del territorio en figuras nos remiten territorio, aunque sin modificar el equilibrio topogréfico de la pro-
a una realidad indiscutible; el territorio tiene una forma, Mas atin,
el territorio es una forma, Ia cual, obviamente, no tiene por fuerza
duccién, como por ejemplo, aquellas que han cambiado la cober-
tara forestal de un pafs (reemplazando los robles por los abetos,
que set geométrica.
que crecen mucho més rdpido, somo en el caso de una parte de
Hemos mencionado a Roma varias veces: la divisidn del terri- ‘EuropaCentral), o que la hatr Septiinido (como la Espafia del Sigio
torio en forma de cuadricula que impuso a todos los paises con- de Oro, que necesitaba madera para su flota de barcos y para pro-
quistados proporciona un ejemplo extremo de configuracién yolun- ‘ducir hierro, y que rdpidamente termind de arruinar sus bosques,
taria, que todavia puede verse hoy en dfa de Escocia a Siria, de Menéndolos de rebafios de borregos). El descubrimiento de América
Rumania a Portugal y de Tanez a Alemania. El cuadrado de 2,400 idesplaz6 la economia europea del Mediterréneo al Atlntico; para
passus (710 m, aprox.) constituye la, base uniforme del: sistema - evitar la quiebra, Venecia, que vivia del intercambio comercial
romano de explotacién agricola, con sus diversas redes de servicios.
con el Oriente, traté de sustituir esta actividad por la agricultura,
Esta articulacién bésica, a su vez, estaba compuesta de otras sub- Parcialmente Ilevada a cabo, esta operacién produjo, a pattir del
divisiones que permitfan controlar tanto a la extensién ms grande siglo xvi, up gran cambio en Ja extensién de las tierras arables, en
(una provincia completa) como'a la mds pequefia (el actus, de los tipos de plantas cultivadas y en los métodos de explotacién
menos ‘de un cuarto de hectérea). En una escala totalmente. dis- de la Terra Ferma, y por consiguiente, en el aspecto del territorio.
tinta, que escapa a Ja percepcidn directa, la Francia de hoy, repre-
El mismo descubrimiento de América permitié a Europaimpor-
sentada por medio de un hexdgono, es una alegoria del cardcter
tar progresiyamente una enorme cantidad de plantas comestibles
cerrado perfecto de un equilibrio alcanzado a través desiglos de y de omato, tan bien aclimatadas hoy en dia que parecen haber
vicisitudes,
crecido ahi desde siempre. Estas especies también contribuyen a
Entre estas dos formas regularizadas del territorio, una mediante
definir el territorio, o al menos_su.contenido perceptible.
sus limites y otra mediante sus divisiones, hay muchas soluciones
La sensibilidad hacia la formaterritorial como objeto de per-
intermedios en el siglo 1x, los 1,000 kmde construcciones alre-
cepeién directa no es un fenémenoreciente. Si la Antigiiedad slo
dedor de Angkor constituyen una de las més singulares: templos, conocié el paisaje idealizado, a través de la oposicién del focus
ciudades de palafitos y arrozales se suceden unos después de otrgs
amoenus y el locus horridus, el Renacimiento toscano parece haber
sin solucién funcional de continuidad en un conjunto orientado
intentado conciliar las necesidades de Ja produccién con el “paisaje
astronémicamente, estructurado por cuadrantes inmensos agrupados
alrededor de santuarios, de plataformas, de, fuentes gigantescas, de
hermoso” y, al mismo tiempo que inventaba el paisaje como género
pictérico independiente, desarrollaba paralelamente modelos detrans-
zanjas, de diques, de calzadas. Pero al lado deesta “‘fabrica de arroz””
formacién del territorio que no se limitaban al jardin geométrico
(Henri Stierlin), podemoscitar también la interminable sucesién de
—tse microcosmos que expresa un proyecto sociocosmolégico—,
hileras en Quebec, estrechas franjas de tierra perpendiculares al sino que se extendfan ‘hasta la escala topogrdfica para afirmar una
tfo, alineadas como con regla, o los cuadrados, ‘los cfrculos y las
armonia hecha realidad.
estrias que forman la superficie entera de Nebraska, Estado total-
Por motives completamente distintos —muchos piensan que
mente dedicado a Ja agricultura indusirial. .
gracias a las ventajas econémicas sobre todo— la Inglaterra del
Los paisajes que han sido modificados con fines de produccidn,
iglo xix, y la revolucién tecnolégica le dio un impulso definitivo.
siglo xvni desarroll6 una solucién original; el jardin anglochino. La segunda.concepcidn, al contrario, considera a la naturaleza como
Su tamaiio debe producir la impresidn de que se trata de un lugar “una-especie de maesira del alma humana, a tal punto que el ro
puradisfaco de una extensién indefinida. Basado en la oposiciéa ‘wanticismo, sobre todo el alemn, la concihe como un ser mistico
de prados y bosquecillos, as{ como en el contraste del volumen de i que sostiene con los hombres un didlogo permanente; es decir, la
los Arboles y de sus tones, y pensado en funcién de recorridos considera como un swjeto, A la hipertrofia de la razén se opone una
muyelaborados, este jardin fue muy pronto admirado por su liber- hipertrofia del sentimiento. Contra aquellos que intentan hacer de
‘tad, aunque estaba calculado hasta la_diltimahoja. Horace Walpole la ciencia un instrumento para explotar cada vez més eficazmente el
dijo de William Kent, uno de los creadores de esa estética de lo iterritorio, surgen aquellos que Buscan establecer con la naturaleza
.pintoresco: “fue el primero en saltar la valla y descubrir que toda una relacién de intersubjetividad.
Ja Naturaleza es un jardin”, La Antigiiedad conccié mapas muy parecidos a los nuestros,
Esta explicacién es falsa, ya que el jardin inglés no se deriva como Ic demuestra Ja “Tabla de Peutinger”, itinerario del Bajo
de una imitacién del campo: si hay que-buscarle antecedentes, los
ifmperio que ha Uegado hasta nosotros en una copia, -La_Antigiie-
encontraremos mas bien en los pintores franceses del siglo xvII 0,
dad practicaba también el catastro basdndose en lozas de piedra:
cien afios antes, en los venecianos, como algunos sugieren. En todo "eran necesarios esos instrumentos, abreviaturas convenidas de una
caso,el jardin inglés es producto de la manipualcién y la conjuncién :determinada superficie terrestre, para gobernar ei mundo que los
en el espacio de un cierto numero de productos naturales escogidos,
|romanos habfan conquistado, La intencién fundamental de un mapa
con el objeto de suscitar diversos efectos de naturaleza filoséfica
les dar una visién simulténea de un territorio cuya percepcién di-
en el hombre cultivado que lo contempla. En realidad, fue el jardin recta es, por definicién, imposible. Reduccién de lo real en sus
mismo el que salté la valla del siguiente siglo y contagié su paisa- jdimensiones yen sus componentes, el mapa, sin embargo, conserva
jismo a todo el territorio briténico. En Inglaterra, la estetizacién
las proporciones originales entre los elementos representados: en
de la naturaleza ha recubierto y legitimada una transformacién
radical de las relaciones de produccién, como resultado de una
tgran medida, el mapa sustituye al territorio, ya que las operaciones
pensadas pata realzarse en éste sé elaboran primero sobre aquél.
nueva reparticién de la propiedad comunal en la que Ja forma del Mapay territorio son, en principio, convertibles el uno en el otro
territorio expresaba con bastante exactitud los contenidos sociceco-
jen cualquier momento, pero es evidente que esta es una ilusién
némicos del liberalismo naciente.
peligrosa, porque esta reversibilidad no toma en cuenta que la iden-
itidad de los dos objetos es solamente un supuesto, ni tampoco
toma en cuenta el fenémeno de la escala o tasa de reduccién, que
ur
no se relaciona tanto con las proporciones del mapa como con la
esencia misma de los fenédmenos que ste describe y cuyo tamaiio
Entre las relaciones posibies que pueden sostenerse con. Ja forma
del territorio, durante los ultimos siglos de la monarquia en Frqn-
real sigue siendo fundamental.
Los romanos medievales hicieron notar claramente que una re-
cia se désarrollaron dos que fueron privilegiadas por los contem-
presentacién mental del territorio era indispensable para compren-
pordnéos de Ia revolucién industrial: el mapa y-el paisaje natural
derlo, como fo afirmaban también algunos debates politicos de la
como objeto de contemplacién. Son dos fendmenos opuestos en sus
época. En 1229, el dogo Pietro Ziani propuso transportar Venecia
objetivos y en sus medios, pues responden a concepciones de la
a Bizancio; suponiendo que ese transporte fuera posible, las dece-
naturaleza fundamentalmente diferentes. nas de millares de yenecianos de entonces hubieran estado dema-
La primera concepcién se basa en el desarrollo de las ciencias,
siado holgados tras Ios muros de Constantinopla: a falta de reduc-
que consideran a “Ja naturaleza” como un bien comin a Ja dis-
ciones grdficas de las dos ciudades, habfa que confiar en la memoria:
posicién de Ia humanidad, que Jos hombres pueden y deben explo- y en calculos muy vagos; tan inexacta era la evaluacién de las
~tar.en beneficio propio. En otros términos, la consideran como un
objeto. Esta tendencia llega a su apogeo con el positivismo del si distancias. La proposicién fue seriamente discutida, pero los conse-
ndicularidad de Ia visi6n.
jeros prefirieron la operacién inversa: considerar que, a partir de una excepcién al principio de la perpe
del relieve alcanzaria una
ese momento, Bizancio estaba en Venecia. Por su contenido ligera- Sélo hasta el siglo xix la representacién
trazos proporcionados 0
mente surrealista, este episodio revela las condiciones materiales en codificacién satisfactoria, por el sistema de
t que se ejercia el poder, al menos hasta el siglo xv1; incapaz, por por el de las curvas de nivel. * —
os, los ingenieros
falta de instrumentos, de medir exactamente los términos de un No hay duda de que, a través de esos tante
problema geopolitica, ‘ puscaban obtener una especie de facsimil del territotio. Todos sus
De la misma mancra, en los romances del ciclo del Rey Arturo, ‘gefuerzos tendian a logra r tn efect o de reali dad que los mapas més
Perceval recorre un pafs en el que se pierde continuamente, cuyas actoria, al grado que
‘recientes alcanzan a veces de manera satisfEste hiperrealismo, sin
ciudades y castillos aparecen o se desvanecen porque —de acuerdo ' algunos, a primera vista, parecen maquetas.
a la interpretacién del lector moderno— lositinerarios que los unen ‘embargo, no deberia engaiiamossobre el cardcter del teeitorig ni
no estén identificadosLo que para nosotros es una invencién poé- contiene mucho mds de_lo
sobre el del mapa,-ya que el tertitorio
tica restituye 1a realidad cotidiana del viaje: en él se tenia que que el mapa se permite mostrar, piientras
que el mapa, a pesar
preguntar todo el tiempo por el camino a seguir como las hormigas de todo, sigue siendo lo que es: una abstraccién, Le
falta lo que
lo hacen. Nos parece que asf se explica, ea parte, la desmesura de caracteriza al tertitorio por excelencia: su exten
sién, su densidad
mapa es Barad djico : se
y su perpetua metamorfosis. El estatuto del
Jas Cruzadas: por una carencia de representacién. Y, por supues-
to, las islas vagabundas que pueblan losrelatos del siglo xvi. esfuerza por alcanzar la exhaustividad y, sin
embar go, tiene que
Ese territorio eldstico no podia satisfacer Jas exigencias de un cuent a las estac iones ,
escoger. Un mapa es un filtro. No toma en
Estado moderno. Por consiguiente, era importante representarlo to- socie dad, ytam poco
ignora los conflictos que articulan a cualquier
tal, exacta y unitariamente a Ja vez. Un sistema de triangulacidn, una pobla-
un método de proyeccién y un catdlogo de signos se elaboraron toma en cuenta Jos mitos © la vida colectiva que une a
aunque trate de hacerlo
‘poco a poco, hasta que adquirieron una soltura y una precisién cién con Ja base fisica de sus actividades. Y
sdndose por
verdaderamente fabulosas. La cartograffa cientifica de los Cassini, por medio de la cartografia estadfstica, sigue expre
esta mal equip ado para lo
perfeccionada en el curso del siglo xviit, se sustituy6 en todas medio de otras abstracciones, porque
r. ;
partes a los métodos empfricos de los enlistados fiscales que se cualitativo. Sélo es capaz de generaliza
a bien, esta re-
practicaban entonces en Europa, La base nacional de ese sistema Representar el territorio es comprenderlo. Ahor
una const rucci én. Se elabora un
geodésico autorizaba una coordinacién sistemdtica de las informa- presentacién no es una copia sino
conoc er, y en -segu ndo lugar, para
ciones sectoriales, organizadas en un sistema légico infalible. mapa, en primer lugar, para
con el territ orio el ser um proce so, un
Esta “descripcién geométrica de Francia” debia incluir 180 pa actuar. El mapa comparte
y como es tambi én form a sent ido, corre-
ginas en una escala de 1/84 400, y en ella debian estar represen- roducto, un proyecto,
sujeto. Convertido
tadas absolutamente todas las superficies del pats, incluso fas de ‘mos incluso el riesgo de considerarlo como un
y es una simpli-
Los Alpes, y se encontré con problemas imprevistos, que revelan en modelo, posee la fascinacién de un microcosmos
ntar a la realidad
la ambigiiedad de una ompresa semejante. Lo que impresiona en ficacién absolutamente manejable, que suele supla
que el territorio, por-
esos incomparables documentos no misma que representa. El mapa es mas puro
solamente la mezcla de anota-
ciones. Encontramos en esas superficies blancas trazos de diferentes que obedece al principe. Acepta cualquier idea, concr eténdola por
mentacién. Esta
tipas para indicar Jas alturas 0 las costas, y grupos de signos que anticipado y pareciendo demostrar su buena funda
puede visualizar ed
sefialan los pantanos o los bosques, sin que dentro de los sectores especie de ilusién éptica no sélo hace que se
, sino que incluso,
asi delimitados haya ninguna distinciéa ni aparezcan los niveles territorio real al que el mapa hace referencia
no existe. EL mapa
mds que por alusi6n; en las planicies, no hay datos sobre los cul- puede hacer que aparezca como real algo que
e con la misma seriedad,
tivos y no todos los caminos aparecen; finalmente, las construc: puede representar un territorio inexistent
que no podemos confiar
ciones aisladas se distinguen por el-dibujo inclinado de una fachada que unoreal, lo que nos indica claramente
que pretende exbibir:
de iglesia, de una _granja o de un molino, segtin el caso, que son en 61. Ef mapa corre el peligro de disiraular lo
ve
y la literatura no se
AcuAntos gobiernos, preocupados por la eficacia, creen dirigir
a un enlas descripciones —sintesis donde 1a ciencia
pais, y no gobiernan més que el mapa? distinguen una de otra,
que nos
Esta facilidad de deslizarse en la fiecién hace que la geograf
fa, Pero no_es esta elaboracién literdria del paisaje lo vador
ncia de un obser
entre todas las disciplinas que crecieron en el siglo xix, sea
quizés interesa, porque ella implica siempre Ja prese
el mapa, La utiliza-
Ja menos desprovista de ideologia. Profundamente utilitaria, de
orien mévil, informado, decidido, familiarizado con
preocupa de expli-
tacién militarista en ocasiones, produjo trabajo s admirab les, de los cién puramente receptiva del paisaje, que no se
quien se limita a percibir
cuales muy pocos son inocentes. Comenzé describiendo, deseosa de cag nada, pertenece a otro universo. Para
y Ta
de la luz
exactitud, Mucho tiempo después, siguié el llamado de un filésofo intensamente el paso de las-estaciones, las épifaesnfasy nubes son los
que incitaba a sus colegas a ya no sclamente interpretar el mundo, gloria de los colores, montafias, riberas, Arbol
hay que descifrar con res-
sino a transformarlo. Nacié una nueva especie de mapa,
_el_delos elementos de un mensaje metafisico que
convertido en “estado de
planificadores, que se adelanta a los cambios prescribiéndolos. “El petuosa reverencia. Como si el paisaje,
sagrados conteni-
territorio ya no precede al mapa, ni le determina; ahora es el mapa via” (Amiel), hubiera encarnado los elemejantos
Revolucién francesa;
el que precede al terrilorio” (Jean Baudrillard). Este mapa pro- dos en las religiones exangiies después de
ca mésall4 del espec-
yectado para el futuro se ha yuelto indispensable para controlar los
- pues favorecfa una relacién individual y césmi
Naturaleza” una come-
complejos fenémenos dela planificacién a grrn escala; sin embargo, taculo, ya que buscaba establecer con “fq
éa dal te-
tiene el cardcter vertiginoso de los bocetos: al alejarse intencional- nicacién de sujeto a sujeto. Este rechazo a la cosificaci rafica .
actit ud cartog
mente de lo real, se acerca peligrosamente al simulacro que casti- rritorio es justamente la antitesis de la
reduce a lo visible,
Una percepciin semejante del paisaje no se jardin
gard su vanidad, En este punto, no podemosdejar de recordar que el , con sus sor-
cal principio del libro sagrado de los Occidentales hay un precepto ni tampoco es hedonista como el paseo por
antem ano para la estim ulaci én de los sentidos :
‘que hemos seguido demasiado al pie de la letra: “{Someted la tie- presas preparadas de
el ser en una pro-
tral”, y no: vivid en simbiosis con ella... y del intelecto: esta percepcién abarca a todo
lugar” siempre diferido.
~ El mapa es también un instrumento demitrgico: restituye la yeccién mégica, que aspira a estaren. “otro
6ptica positiva del paisa-
imirada vertical de los dioses y su ubicuidad. El paisaje, en cam Que esa actitud sea incompatible con una es
de los fendédmenos,
bio, se ofrece' a la mirada de los hombres que no pueden estar je que se interesteysolamente por la extensién
es que ha contr ibuido de manera
mds que en un solo lugar al mismo tiempo, y sdlo pueden. contem- evidente. Lo que no es tan evidente
poem as exalt ados, sus cuadros visiona-
plarlo horizontalmente, asf como sélo pueden tener sobre el mundo decisiva —por medio de sus
sto por el paisaje
una apreciacién sucesiva, En la Enciclopedia de Diderot y d’Alem- rios y sus sonatas programadas— a extender el-gu
muy pronto en diver-
bert, el paisaje no era todavia mds que un género pictérico; no es en estado natural. Pero este gusto se degrada -
actitud preda
sino hasta principios del siglo xrx que se convierte en un conjunto sas simplificaciones que pueden conciliarse con tna los océanos
el tertitorio. A la contemplac ién panic a de
de formas geotect6nicas percibidas en el espacio real. Las razones de tora hacia y de las cumbres su-
este interés por la morfologia delterritorio se explican en parte por desencadenados, a1 herofsmo de los glaciares Club
ceden las proezas dla navegacién deportiva y la moral del
la ideologfa de ia voluntad, que anima tanto a Fausto y a Marx rzo. Después
como al gran burgués Alexandre de Humboldt. Toda una escuela alpino, para el que la cima se conquista con el esfue
de seguidores de {a Ilustracién se dedicaré a analizar el nuevo ob- de lo sublime, el picnic. jo menos, la ventaja de
jeto como una realidad.independiente del observador, y como resul- Bste acercamiento gimnistico tiene, por
orio a la mirada superficial que
tado transitorio de cierto ntimero de fuerzas concurrentes. Conce- no limitar la experiencia del territ cido ta
je ha produ
bida desde una perspectiva ecoldgica adelantada para su tiempo, la podamos tener de él, ya que lamoda del paisa la influencia de
de la corteza terres tre, tambi én bajo
estetizacién
_geografia que se estaba formando veia en el paisaje el medio am-
un turismo principslmente inglés. Una gran cantidad de rentistas se
biente de la historia humana. Teniendo siempre como. propésito 1a una cultura, como sus pre
dominacién de la naturaleza, esta ciencia seguia bajo la influencia dedicaron a viajar. Y no para adquirir
sino para experimentar
de la idea de la armonfa de! cosmos, que sobrevive en el siglo xx decesores aristécratas del Grand Tour,
%
nuevas sensaciones, Estos_nuevos.-diletantes escogieron_lo_que hay
que admirar, y generalmente su eléccién, salvo pocas excepciones,
coincide con la nuestra. Su presencia requiere de hoteles, ferroca-' aspecto. Bruno Taut legarfa atin mds lejos al proponer esculpir las
tiles y barcos de yapor, equipo que contintia siendo Ja estructura cimas de los Alpes utilizando cristales gigantescas, proyecto lirica
bdsica de regiones enteras. cuyo alto costosefialaba, “menor, sin embargo, al de la guetra”.
En esta fase tardia se generaliza una institucién estética que A pesar de su diversidad, la cortiente impresionista, la orga:
permite contemplar el paisaje a un precio reducido: el mirador. El nizacién de los. deportes al aire libre y el paisaje como espectdculo
mirador establece una relacién fija entre un lugar determinado © como experiencia espiritual, son, una vez més, productos urbanos
del territorio y todos los demds lugares que podemos percibir desde que’se explican por la industrializacién y la_saturacién de las ciu-
él. El mirador transforma el paisaje en figura, lo inmoviliza en dades, Esas reacciones son casi siempre nostélgicas o cuando menos
jugar comin, lo socializa haciéndolo banal. En pocas palabras, lo ambiguas. Uno va a las montafias més altas en busca de una natu-
vuelye invisible, ya que to que alli comprobamos es que coincide raleza virgen, perfectamente mitica. La oreacién de parques nacio-
con su reproduccién, Mientras méslejos Ilegue la mirada y més nales y de reservas naturales es una respuesta técnica a esa misma
panordmica sea, satisface mds ampliamente la necesidad de domi necesidad, pero cuando significa que el resto del territorio puede
nio, oponiendo irrisoriamente el individuo a la masa del planeta, dividirse en secciones bien determinadas, no resulta m4s que una
Como es centrifugo, el miradores lo contrario a un lugar. Perp es cinica coartada. A la utopfa de Buckminster Fuller, que propuso
también centripeto, porque el burgués demécrata recibe de él, coma cubrir Manhattan con un domo de plastico para controlar el clima,
el soberano desde to alto del trono real, el homenaje de Ja Natura- se opone la utopia de los ecologistas radicales, que suefian con un
leza reunida ante sus pies, ante la cual se. digna mostrarse. mundo reconquistado por el bosque primitivo. Las dos utopias son
Esta ansia de contemplar el paisaje real tuvo su corresponden- hijas def siglo xvii y tienen la misma finalidad retrospectiva, la
cia con la expansién del paisaje pintado, que culminé con la escue- de reinstalar el paraiso sobre la Tierra. Esta es también la meta de
la impresionista, Esta expansién sustituy el paisaje patético del la publicidad turistica, que nos propone el eterno clima soleado
romanticismo por un paisaje fenomenolégico, y su éxxo propicié de las regiones arquetipicas, en donde, sin embargo, él motivo esen-
una educacién visual mds refinada.,En cambio, fue lal pintura la cial del viaje es cuidadosamente evitado: regresar transformado.
que influyé en el paisaje, Puls Ilegé a transfigurar algunos acc
dentes topograficos en formas absolutas: el contorno de la montafia
Santa Victoria es actualmente una creacién de Cezanne, transfor-
Iv
macién que Hokusai habia realizado antes con el Fujiyama, Pero
esta transformaciéa tambign ha vuelto al hombre de Ja ciudad sen- EI paisaje que yo miro desaparece si cierro los ojos, y el que ti
sible a fenémenos que anterlormente pasaban inadvertidos, Mien- ves, aunque sea desde el mismo punto de vista, difiere del que yo
tras ¢n otro tiempo se salfa considerar a los alrededores campesinos percibo. Si identifico en un mapa estos contornos cuyo contraste o
© montafiesos como una simple circunstancja, el hombre urbano ha armonia fascinan, si veo las ‘planicies, las extensiones de tierra y
empezado a recibirlos de acuerdo a cada época del afio: lejanos, las montafias y las manchas que lo constituyen arménicamente,
muy préximos o desdibujados, de color y textura cambiantes.
Los obtengo solamente lineas y playas desarticuladas. “El paisaje, como
paisajes agrarios queel hombre ha creado en el curso de los siglos, unidad, existe solamente en mi conciencia’ (Raymond Bloch). No
se consideran actualmente como obras, y en ocasiones son tratados €s una escultura, surgida de un acto de organizacién de los espacios
como tales. Suele suceder también que los conocimientos
acumula- y los volimenes y presentada como tal; es una reunién azarosa de.
dos en una investigacién erudita sufran una extrapolacién fragmentos topogrdaficos vistos desde un telescopio, en la que se han
fantés-
tica: Viollet-le-Duc, después de haber descrito la morfologia. abolido tas distancias, a Ia que yo confiero un sentido porque reco-
del
Macizo del Mont-Blanc, Hegé incluso a reconstruir nozco enella Ja dignidad de un sistema formaly a la que considero,
su estado origi-
nal antes de la erosién, y a disefiar hipotéticas reproducciones €n suma, como una obra.
de su
En un paisaje, lo que cuenta no es tanto su “objetividad” (lo
‘que hace que sea distinto de un fantasma) sino el valor atribuido a
cultural, Las proyec- rras, de cAleulo y de conjuro: la vida local transcurre con el ritmo
su configuracién, Este valor es forzosamente espon-
tiones con que lo enziquezco, las analogias pcién que establezco de una caminata, Por otro, esté el desarraigo paulatino que trans-
él form an parte de mi perce : es por eso que, forma esas laderas endurecidas, esos rios y esos bosques en una
téneamente sobre
aunque idéaticos, tu paisaje y el mio no se confu nden. $iaplicamos especie de fantasma grotesco, La pesada politica intervencionista
e much o més claro : frente crea un territorio dividido en estratos, no sélo por la superposicién
este razonamiento a la historia, se vuelv
a algtin paisaje determinado —la plani cie de Ja Beauc e, el Cervin, material de los. niveles, sino mediante los diferentes sistemas de
junto al mar— , no cabe duda que relaciones que establece. Una yuxtaposicién semejante, que deter
visto desde Zermatt, Palermo el clien te de Viaje s minala existencia de dos realidades sin contacto entre-si, se acen-
Teécrito, Gregorio VII, Palla dio, Schub ert y
ta, palsa jes in téa atin més por las escasas salidas en las carreteras y las pocas
todo pagado recibirin, desde el mismo punto devisde percepcién y Areas de descanso, Puede objetarse que en el tren se produce el
comparables entre .s{. En cada perso na, el camp o
te. Y si inclu imos mismo fenémeno, pero esto no es verdad, porque los mismos' ricles
hasta su orientacién misma cambiardn notablemen sirven tanto para el tréfico local como para los conyoyes interna-
atin més claro: mi. perro,
animales en el experimento, esto se hard cionales, y esto hace que las diferencias desaparezcan.
ciertamente, percibe esa monta fla y ese Jago, pero eg insensible al
uro (creyendo reco- . La avioneta y sobre todo el helicéptero proporcionan una rela-
paisaje, pues éste es una relac i6n que yo insta
esfuerce en te cién con el territorio mds divina que el automdvil. Esta relacién,
nocerla) entre las formas naturales. Y aunque me que no podemos representarnos por completo, sustituye al mapa, a
en cierto orden”,
gistrar solamente “formas y colores dispuestos le maqueta y a la ifimediatez del terreno, y logra un resultado supe-
sigo obedeciendo a una consigna cultural especifica. no se sos- rior al de los cartégrafos de que:habla Borges —cuyo mapa, como
La oposicin del mapa y el paisaje, sin embargo, 1aya persp ectiva tenia Ia mismaescala del territorio, lo cubrfa por completo. El heli-
tiene desde que nosot ros tambi én hemo s adqui rido
de los dioses. Los satélites transmaiten sin cesar la imagen del_pla-
céptero modifica constantemente esa escala y transformaasi el esta-
a, aunq ue tuto de su usuario: vencidas todas las dificultades, he aqui a la
neta, fragmento por fragmento, La revolucién tecnolégic Fébula hecha realidad. La libertad de movimientos unida a la rapi-
nida d, nos ha
és un fenémeno muy joven enla historia de la huma dez posee, adem4s, un carfcter alucinatorio tal que podriamos pen-
atrib ufan s6lo a seres
proporcionado ya cualidades que Jos tedlogos sar que, para muchos de nuestros contempordneos, se trata verda-
ro alcance. Hoy
sobrenaturales, a tal punto parecian fuera de nuest deramente de la libertad misma, porque Ja representa.
po.
en dia, cualquiera puede estar en dos lugares al mismo tiem Los trayectos del helicéptero, que no requieren de itinerarios
el tiempo
Lasreligiones tradicionales hacen una distincién entre pacientemente construidos sobre la tierra, su forma de despegar de
dos y el tiemp o y el espac io profa nos; la sociedad
y el espacio sagra un sitio o de aterrizar en un paraje, hacen del helicéptero la més
perdi do la idea de lo sagra do con excep cién de las
occidental ha
experiencias individuales—, pero, de cualquier manermos. a, podemos desenvuelta de nuestras herramientas de enélisis; sin embargo,
Nuestro respecto a la carreta tirada por bueyes y a la balsa, cl automdvil
imaginar tiempos de naturaleza diferente cuan do viaja
reloj biolégico resiste la contraccié n espac io-te mpora l impue sta por no se queda atrés. Tenemos que comprender que todos estos nuevos
desembarca instrumentos tejen un territorio inédito donde Jo real y lo imagina-
los grandes desplazamientos aéreos: la Sensibilidad que tio se yerifican recfprocamente, Ese territorio ya no consta sola-
sient e la dista ncia como magic a. Mds modes tamente,
en ofra parte
semejante, mente de extensiones y de obstéculos, sino de flujos, de ejes, de
las carreterasofrecen la oportunidad de una experiencia iioso g. El nudos.
sobre todo las que atraviesan los grandes macizos monta Hasta poco antes de Jos setentas, esta ideologia del movimiento
lugares muy
presente que reina dentro del vebfculo se transporta a y del cambio dominaba {a mentalidad de Jos planificadores. Todo
comin
alejados, situados en un nivel cuya escala no tiene nada en transcurrfa entonces como si el territorio no tuviera ninguna per-
con la de Jas regio nes que se-at ravie san,
manencia, Mucha gente protests, y se empez6 a dudar del creci-
Por un lado, est4 la vida local, regida por las divisiones de los miento, porque el despilfarro de recursos conduce a la catdstrofe,
ciclos anuales, aferrada a cuestas agotadoras y que a menudo no Paralelamente, las investigaciones hist6ricas sobre los asentamientos
domina més. que técnicas arcaicas de aprovechamiento de las tie
humanos se interesaron en nuevos temas. Las ciudades, hasta en- nes del territorio no quiere decirque se. profese una -actitud feti-
tonces estudiadas de acuerdo a las etapas de su formacién y a los chistahacia ellas, No se trata de ponerlas en un pedestal para cou
esquemas de su desarrollo, fueron objeto de un anilisis mucho ferirles una dignidad que no vieue al caso,sino de utilizarlas sola.
més detallado. Investigadores con conocimientos de arquitectura mente como elementos, como puntos de apoyo, como acentos, coma
ge-dedicaron al ambicioso proyecto de analizar la compleja relacién estimulos pata nuestra propia planificacion. Un “lugar” no es un
que une a Jo parcelario con el tipo de viviendas que se han cons- dato, sino el resultado de vaa acumulacién de elementos, En las
trvido sobre él, y la relacién que estos dos elementos sostienen regiones en que el hombre se ha instalado desde hace muchas gene-
con él sistema administrativo, asf como las leyes de su transforma- raciones, desde hace milenios con mayor razén, todos los accidentes
cién mutua.. Las nuevas investigaciones de microandlisis impulsaron del terreno tienen un significado. Comprenderlos es darse la opor-
a estos historiadores formades sobre la marcha a examinar los an- _tunidad de transformarlos de una manera més inteligente.
tiguos catastros y a volver a emprenderel estudio de regiones ente- Pero el concepto arquedlégico de estratificacién no nos propor
ras con nuevos brios. El paciente desciframiento de las rejaciones clona todavia la metéfora més apropiada para describir este fend-
entre los caminos, el territorio y su sustrato geoldgico es otro aspec- meno de acumulacién. La mayor parte ‘de los estratos geoldgicos
to que también se consideré, asi como los antiguos proyectos no son, simulténeamente, muy delgados y con muchas fallas, Ademds,
tealizados. De todo esto surgid una lectura del territorio con una no s6lo agregamos capas al territorio: también lasborramos. In-
orientacién totalmente distinta, que pretende identificar las_huellas cluso algunos estratos han sido suprimidos voluntariamente. Des-
que subsisten todavia de procesosterritoriales desaparecidos, como pués de la damnatio memoriae de Nerén, el amurallado romano de
la formacién de suelos, aluviales sobre todo, sobre los que se fija- Orange fue tan bien suprimido en provecho de otro, que tenfa una
ton los establecimientos humanos. orientacién diferente, que no qued6 nada de él. Otras capas de’
Algunosplanificadores empiezan ahora a investigar también esas vestigios fueron desgastadaspor el uso. Es posible que sdlo se hayan
huellas para basar en ellas sus intervenciones. Después de dos si- conservado los acondicionamientos més recientes.
glos en que la administracién del territorio no conocié otro método El territorio, leno de huellas y de lecturas forzadas, se parece
que el de la tabula_rasa, se ha esbozado, sin embargo, una concep- més bien a un palimpsesto. Para poner en funcionamiento nuevos
cién del acondicionamiento que ya uo considera al paisaje como equipos, para explotar més racionalmente ciertos terrenos, muchas
ua campo de operaciones casi abstracto, sino comoelresultado de veces es indispensable. modificar.su sustantia de manera, irreversi-
una estratificacién muy larga y muy Jenta, que es necesatio conocer ble. Pero el territorio no es un envase perdido ni un objeto de
pata tratar de modificar. consumo que puede reemplazarse. Cada territorio es tinico, de ahi
De esta manera, el territorio ha recobrado su dimensién mds la necesidad de “reciclar”, de raspar una vez mas (con el mayor
amplia, aunque sea retrospectivamente. Esta nueva meatalidad Je cuidado posible) el viejo text qué los hombres han inscrito sobre
restituye una densidad que estaba olvidada. En una segién, pueden la irreemplazable inateria de los suelos para depositar uno nuevo,
verse todavia las huellas de una catastrofe geolégica que modelé que responda a Jas necesidades actuales antes de ser, a su vez,
durablemente a un valle u originé capas acuiferas. En otra, la ar- derogado, Algunas regiones, que han side tratadas impropia y bru-
quitectura aérea detecta paisajes enterrados que tevelan un uso taloiente, presentan huecos, como un pergamino demasiado borra-
diferente de Ja tierra, Mas all4, atin podemos encontrar fragmentos do; en el lenguaje del territorio, esos huecos se aman desiertos.
de un sistema de caminos del que s6lo podemos calcular su am- Coa estas consideraciones yolvemos a nuestro punto de partida.
plitud y funcionamiento. Hay acontecimientos trauméticos que, al- De acuerdo al enfoque que hemos expuesto, es evidente que la base.
gunas generaciones més tarde, se contemplan de manera positiva: de la planificacién ya no puede ser 1a ciudad, sino ese fondo terri.
una presa, combatida violentamente como un cuerpo extrafio en el torial al“flue ésta debe subordinarse. También es evidente subrayar
momento de su creacién, es defendida como algo propio e indis- que le planificacién ya no debe tomar en cuenta tinicamente las
pensable por los descendientes de sus enemigos. cantidades, y que, al integrar la-forma del territorio. a su proyecto,
Una observacién tan cuidadosa de las huellas y transformacio- esto debe adquirir una dimensién més amplia.
a
Mapa o contemplacién directa del paisaje, meditacién lastimera
© andlisis con un fin préctico, la relacién con este objeto-sujete
seguiré siendo siempre, sin embargo, parcial e intermitente, ese decir,
diferent a lo
abierta. El territorio se extiende mds alld, siempre
que sabemos de él, a lo que vemos de él, a lo que queremos deél.
Su doble manifestacién de medio ambiente determinado por el hom-
bre y de objeto de wna relacién psfquica privilegiada, nos hace
pensar que la “Naturaleza”’, considerada siempre en Occidente como
una fuerza exterior e independiente, deberia mds bien definirse
como el campo de nuestra imaginscidn. Esto no quiere decir que
hayamos logrado dominarla; sino simplemente que, en cada civili-
zacién, la naturaleza es lo que la cultura designa como tal. Queda
sobreentendido que esta definicién se aplica también a la natura-
leza humana.
ANDRE CoRrBoz
(Ecole Polytechnique Fédérale, Ziirich)
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