Dengue

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¿QUÉ ES EL DENGUE Y CÓMO PREVENIRLO?

El dengue es la enfermedad viral transmitida por vector más ampliamente diseminada en el


mundo, y constituye un grave problema de salud pública con alto impacto económico y social.

Una de las características de la enfermedad son sus modalidades epidemiológicas, en


particular la hiperendemicidad de los serotipos de este virus en muchos países.

La distribución según la edad de aparición de los casos de dengue varía en los países de la
región, si bien cerca del 70 % de los mismos se encuentra en los adolescentes y adultos
jóvenes.

El dengue es una enfermedad viral, transmitida por mosquitos Aedes aegypti, con gran
potencial epidémico y ocasionada por cualquiera de los cuatro serotipos virales (DEN-1, DEN-
2, DEN-3 y DEN-4). La infección por un determinado serotipo brinda inmunidad homóloga (para
ese serotipo) de larga duración y solo protege a corto plazo para otros serotipos. Es decir, no
genera inmunidad cruzada, lo que significa que una persona puede infectarse y enfermar
cuatro veces.

El virus se transmite al ser humano por medio de la picadura del mosquito Aedes aegypti. Las
hembras suelen depositar los huevos en objetos en los que se puede acumular agua. Estos
objetos son frecuentes en el interior del domicilio o en área peridomiciliaria.

El hombre infectado es el principal portador y multiplicador del virus. No se transmite de


persona a persona.

El dengue es una enfermedad sistémica y muy dinámica, en la que en pocas horas un paciente
puede pasar de un cuadro leve a un cuadro grave. Al inicio de la fiebre, no es posible predecir
si el paciente tendrá síntomas y signos leves todo el tiempo, o si evolucionará a una forma
grave de la enfermedad. Por lo tanto, el equipo de salud debe realizar un seguimiento estricto
del paciente, y éste junto a su grupo familiar deben estar atentos a los signos de alarma,
controlando a todo paciente con dengue hasta al menos 48 horas de finalizada la etapa febril.

Las formas de presentación y la gravedad de la enfermedad varían con la edad. En los niños,
especialmente lactantes, habitualmente es asintomática (80%) o similar a otros cuadros virales,
con fiebre, decaimiento, inapetencia, dolor de garganta y rash, autolimitada. En estas formas de
presentación el antecedente epidemiológico es fundamental para la sospecha clínica.

El dengue o dengue clásico o “fiebre quebrantahuesos” es la forma de presentación más


frecuente, con un cuadro febril agudo (≥39°C) de hasta 7 días de duración, sin síntomas
respiratorios, presencia de malestar general, dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos, dolores
musculares y articulares, náuseas y vómitos. Alrededor del 50% de los casos se acompañan de
exantema pruriginoso que se inicia en el tronco y se extiende a extremidades y afecta las
palmas y las plantas. Puede ser fugaz o persistir varios días. En un 30% puede presentar
hemorragias leves como gingivitis, hemorragias nasales, petequias, etc.

La enfermedad grave se desarrolla hasta en un 5% de los pacientes y probablemente se


relacione con una mayor virulencia de la cepa circulante o factores del huésped. Entre ellos, se
mencionan los menores de un año, embarazadas, adultos mayores de 65 años, o condiciones
subyacentes como diabetes, obesidad, hipertensión, asma, coagulopatía, enfermedad hepática
crónica, enfermedad hemolítica, enfermedad renal etc. Se ha asociado más a los serotipos
DEN 2 y DEN 3

El riesgo de padecer dengue grave también aumenta cuando la infección por un determinado
serotipo es seguida por una nueva infección por un serotipo diferente. En estos casos, los
anticuerpos generados contra un primer virus no son capaces de neutralizar al virus que
ocasiona la segunda infección, pero se unen a él facilitando su entrada a las células, y
potenciando la infección, llegando incluso a células que normalmente no infectaría.

El dengue grave puede, en algunas ocasiones, iniciarse como un dengue clásico y luego de 4 o
5 días la temperatura disminuye y aparecen manifestaciones hemorrágicas, pérdida de plasma
por aumento de la permeabilidad vascular y presencia de colecciones líquidas en cavidades
serosas (derrame pleural, ascitis, derrame pericárdico) que pueden conducir a un shock.

Chikungunya

El virus chikungunya se transmite por medio de mosquitos, casi siempre Aedes (Stegomyia)
aegypti o Aedes (Stegomyia) albopictus, que también pueden transmitir los virus del dengue y
de Zika. Estos mosquitos, que pican principalmente de día, ponen huevos en todo recipiente o
cavidad donde haya agua estancada. Ambas especies se alimentan al aire libre y Ae. Aegypti
puede hacerlo también en interiores.

Un mosquito no infectado puede ingerir virus al alimentarse de la sangre de una persona en


cuya sangre circule el patógeno. A continuación, los virus pasan varios días replicándose en el
interior del mosquito y acaban llegando a las glándulas salivales, desde donde podrán
transmitirse a un nuevo hospedador humano cuando el mosquito lo pique. El virus comienza a
replicarse de nuevo en esta persona recién infectada hasta alcanzar elevadas concentraciones
en sangre, momento en el cual puede infectar a nuevos mosquitos y perpetuar así el ciclo de
transmisión.

Sintomatología
En pacientes sintomáticos, la fiebre chikungunya suele comenzar entre cuatro y ocho días
después de la picadura de un mosquito infectado (intervalo que puede oscilar entre dos y 12
días). La enfermedad se caracteriza por la aparición súbita de fiebre, generalmente
acompañada de fuertes dolores articulares, que suelen ser debilitantes y desaparecer en pocos
días, aunque también pueden prolongarse durante semanas, meses o incluso años. Otros
signos y síntomas frecuentes son: inflamación de las articulaciones, dolores musculares,
cefalea, náuseas, cansancio y erupciones cutáneas. El hecho de que estos síntomas coincidan
con los de otras infecciones, sobre todo las causadas por los virus del dengue y de Zika, puede
inducir un diagnóstico erróneo de los casos. En ausencia de dolores articulares de
consideración, las personas infectadas presentan en general síntomas leves y la infección
puede pasar inadvertida.

La mayoría de los pacientes se recuperan completamente de la infección, pero ocasionalmente


se han descrito casos de complicaciones oculares, cardíacas o neurológicas a consecuencia de
la infección por el virus chikungunya. Los pacientes de muy corta o de muy avanzada edad
presentan mayor riesgo de sufrir un cuadro clínico grave. Los recién nacidos que resultan
infectados durante el parto y las personas mayores con dolencias preexistentes pueden
enfermar de gravedad, con lo que la fiebre chikungunya puede elevar el riesgo de muerte.

A tenor de los datos disponibles, es probable que las personas que se recuperan de la
enfermedad queden inmunizadas frente a futuras infecciones

Medios de diagnóstico
Es posible detectar el virus chikungunya directamente en muestras de sangre extraídas durante
la primera semana de enfermedad empleando técnicas como la de reacción en cadena de la
polimerasa con retrotranscriptasa (RT-PCR).

Hay otras pruebas que permiten reconocer la respuesta inmunitaria de una persona ante la
infección por el virus chikungunya. Estas técnicas se utilizan por lo general tras la primera
semana de infección para detectar la presencia de anticuerpos contra el virus. Lo más
frecuente es que haya niveles detectables de anticuerpos a partir de la primera semana
después del inicio de la enfermedad y que estos niveles perduren durante unos 2 meses.

Zika
Qué es
El virus de Zika, también denominado Zikv, es un virus que se descubrió por primera vez en el
año 1974 en Uganda, en el bosque Zika (de ahí su nombre) y que se dio a conocer en 2007
cuando se produjo un brote del virus en un grupo de islas ubicadas en el norte de Australia y en
2013, cuando el virus llegó a la Polinesia Francesa.

Causas
El contagio se produce a través de la picadura del mosquito Aedes aegypti,responsable de la
transmisión de otras enfermedades que aparecen en zonas templadas como el dengue, el
Chikungunya o la fiebre amarilla.

No obstante, la peculiaridad de este virus es que no sólo se transmite por la picadura de un


insecto y se ha comprobado que el virus de Zika también se puede transmitir a través de la
sangre, por contacto sexual, debido a que el virus de Zika permanece en el esperma durante
más tiempo.

Del mismo modo, se recomienda prestar especial atención a las transfusiones de sangre ya
que, al ser el mecanismo de transmisión de la enfermedad, se puede contagiar si el donante
está infectado.

La transmisión maternofetal aún está en estudio. La posibilidad de propagación por esta vía es
posible, pero las consecuencias para el feto y la frecuencia con la que este contagio se produce
siguen estudiándose.

Síntomas
Tras la picadura, el virus de Zika puede permanecer en el organismo entre 3 y 12 días. A partir
de ese momento el paciente podrá tener las primeras manifestaciones, aunque no todos los
afectados tienen síntomas visibles.

Los más comunes son la aparición de placas rojizas en la piel que pueden ir acompañadas de
fiebre leve, dolor de cabeza, conjuntivitis y dolores musculares.

En algunas personas también puede manifestarse debilidad e inflamación de las articulaciones,


diarrea, vómitos y/o falta de apetito.

Los síntomas son similares a los que se sufren en otras enfermedades como el dengue o el
chikungunya, ya que están provocadas por el mismo mosquito.

En algunos casos, los menos frecuentes, se han producido complicaciones de carácter


autoinmune y neurológico, como el síndrome de Guillain-Barré, la mielitis, la meningitis o la
meningoencefalitis.

También se ha observado un aumento de las malformaciones en recién nacidos y de la


presencia de posibles microcefalias, aunque todavía está por determinar si el virus de Zika
tiene algún papel en estas alteraciones.

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