El Pensamiento y El Yo

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El pensamiento y el yo

En filosofía, el yo significa la conciencia de uno mismo, la primera persona; esto


hizo que algunos filósofos, como el francés del siglo XVII René Descartes o el
ilustrado alemán del XVIII Johann Gottlieb Fichte, lo consideraran como única
base de una realidad cuya existencia cierta es por lo demás discutible (el hecho
básico de la realidad es que uno mismo existe), con lo cual el resto del Universo
es una suposición a partir de la percepción personal. Otros filósofos, como
Immanuel Kant, propusieron dos modos de entender el yo: como objeto de los
pensamientos y las percepciones, y como sujeto (yo trascendental).
En filosofía el pensamiento o pensar es un proceso mental que permite a los seres
vivos modelar el mundo, y por lo tanto para hacer frente de manera eficaz en
función de sus objetivos, planes, fines y deseos.
En palabras de Descartes, el pensamiento es lo único que no puedo separar de mí
mismo.
Todo hombre (es decir, del género humano) ha madurado lo bastante tiene
conciencia de sí mismo. Se refiere a sí mismo como "Yo" y a los demás como "Tu"
o como "Ellos". Con esto, hace referencia, en primer lugar, a que los demás son
como él, que poseen una misma cualidad, y, en segundo lugar, que él es una cosa
que se reconoce a sí mismo como portador de ideas, que tiene la cualidad de
tener idea de sí mismo.
Para adoptar es necesario esa actitud idealista, que es artificial, que es voluntaria,
que es introvertida y que considera la realidad no como algo dado sino como algo
que hay que conquistar a fuerza de pensamiento; adoptando esa actitud, nos
encontramos con que aparece ante nuestra inspección intelectual, ante nuestra
intuición intelectual, un nuevo tipo de ser. Es un nuevo ser que el idealismo ha
descubierto: el ser del pensamiento puro. ¿En qué consiste? ¿Qué es él? Un
pensamiento puro es un pensamiento conectado con mis virtudes originales
innatas (innato significa que no es aprendido y pertenece a la naturaleza de un ser
desde su origen o nacimiento) ¿Cómo tener un pensamiento puro? Podemos
mantener puros nuestros pensamientos si evitamos estar cerca de la maldad.
Cuando nos acosa un mal pensamiento, de inmediato debemos comenzar a
pensar en algo que nos inspire. Puede ser un himno, un pasaje de las Escrituras u
otro buen pensamiento
Especialmente todo acto intelectual consiste en la aprehensión de un objeto, todo
pensamiento es, pues, un enderezar la atención de la mente hacia algo.
En todo pensamiento hay el pensamiento como acto y el objeto como contenido
de ese acto; el pensamiento que piensa y lo pensado en el pensamiento. El objeto
del pensamiento, lo pensado en el pensamiento entra en contacto con nuestra
mente a través del pensamiento por lo que lo hace mediato y no se necesita el
intermedio del acto de pensar para ponerme yo en contacto con él.
En cambio, el pensamiento de lo pensado es inmediato; no necesita de intermedio
alguno para estar en mí en la más inmediata presencia.
Cuando yo pienso algo; el algo en que pienso está, por decirlo así, más lejos de
mí. Mi pensamiento de ese algo, en cambio, es lo que está más cerca de mí; tan
cerca de mí que soy yo mismo pensando. Por eso lo llamamos inmediato.
La inmediatez hace que el pensamiento que yo pienso sea mi propio yo en el acto
de pensar. Por eso la identidad entre el pensamiento y el yo es el primer resultado
a que se llega cuando en el afán de obtener algo indudable, cierto, seguro,
incuestionable y evidente. Abandonamos los objetos que son dudosos, puesto que
son mediatos, y entramos a fijar nuestra atención sobre los pensamientos que son
indudables, precisamente porque son inmediatos, porque son mi propio yo
pensando.
Esta identidad del pensamiento que es inmediato y el yo mismo, es lo que
Descartes descubre y lo que constituye para él la base, el fundamento mismo de
toda la filosofía. Es difícil de entender, pero si nosotros nos ponemos a pensar de
algo que hicimos ya sea bueno o malo es de nuestro propio yo y pensamiento que
analizamos las cosas.
Aplicando la duda a todo cuanto se presenta, resume esta aplicación metódica de
la duda en los términos de apartar de sí, como dudosos, todos los objetos, y en
cambio de no considerar como indudables más que los pensamientos. ¿Y por qué
considera indudables los pensamientos? Porque los pensamientos están tan
inmediatamente próximos a mí, que se confunden con mi yo mismo. Esa
inmediatez es la que los hace fundirse todos ellos en la unidad del yo.
Es muy reflexivo y te pone a pensar lo que contesta descartes y cierto, aunque
para algunas personas les parece absurdo, existen los pensamientos, contesta
Descartes a la pregunta metafísica. Mas como los pensamientos no son otra cosa que
yo pensando, como ser pensante. Yo soy una cosa que piensa.
El Yo viene a ser el sentido corporal-emocional del sí-mismo, que experimenta
momento a momento. Corresponde al conocimiento tácito del sí mismo y de la
realidad. Es un nivel predominantemente inconsciente, que ordena las intuiciones
perceptivas emocionales y de espacio-tiempo.
El yo es entendido como el particular universal que comparten todos los seres
humanos y que les permite, primero, ser y pensar; segundo, existir e interactuar;
tercero, conocerse y sentirse y, cuarto, definirse y narrarse mediante palabras u
otros símbolos.
La humanidad está pasando por una serie de cambios importantes, pero, es ahora
donde tenemos que conocer nuestras emociones y a donde nos dirige los
pensamientos, porque de ello depende la aceptación de estos cambios. Por lo
tanto, el “Pensamiento” y el “Yo" es una exploración de mi propia mente y las
consecuencias que me trae consecutivamente. Tener al pensamiento como un
aliado principal en el transitar de esta vida, será como un dominio de mi propio Yo.
La mente puede estar a tu favor o no, pero eso dependerá si eres consciente de
ello, no existe manejo de emociones porque toda experiencia es válida para
nuestra propia evolución como humano y como Ser, llegando así a mi propia
esencia. La capacidad de mirarme, de observarme, de amarme será pieza clave
para gozar y vivir plenamente.
Descartes se da cuenta, de que para ser engañado ha de existir y por lo que
percibe que la siguiente proposición: el pensamiento y el existo. "De modo que
luego de haberlo pensado y haber examinado cuidadosamente todas las cosas,
hay que concluir, y tener por seguro, que esta proposición: pienso, existo, es
necesariamente verdadera, cada vez que la pronuncio o la concibo en mi espíritu".
Como anteriormente se dijo la duda es parte fundamental y que juega con nuestra
mente y esa proposición supera todos los motivos de duda: incluso en la hipótesis
de la existencia de una persona mala que haga que siempre me equivoque,
cuando pienso que 2 y 2 son cuatro, por ejemplo, es necesario que, para que me
equivoque, exista, esta proposición, "pienso, existo" se presenta con total claridad
y distinción, de modo que resiste todos los motivos de duda y goza de absoluta
certeza.
Descartes repasando los motivos que tenía para dudar de todas las cosas; de un
modo inmediato, pues, percibe con claridad que para pensar tiene que existir, y
que la proposición que expresa esa "intuición" ha de ser necesariamente
verdadera.
¿Qué soy yo? Una cosa que piensa dirá Descartes. ¿Y qué es una cosa que
piensa? Una cosa que siente, que quiere, que imagina, haciendo del yo pienso
una "cosa", a la que han de pertenecer ciertos atributos.
Por lo que el único camino en el que se puede seguir avanzando deductivamente
es el del análisis de ese "yo pienso" al que Descartes caracteriza como una
sustancia pensante, como una cosa que piensa. ¿Qué es lo que hay en el
pensamiento? Contenidos mentales, a los que Descartes llama "ideas". La única
forma de progresar deductivamente es, pues, analizando dichos contenidos
mentales, analizando las ideas.
Lo que hace el pensamiento es pensar que puedo creer y que existo entre otras
cosas más dichas anteriormente y por lo tanto en la existencia del mundo, es
decir, en la existencia de una realidad externa mí, con la misma certeza con la que
sé que es verdadera la proposición "pienso, existo", (que me ha conducido a la
existencia de Dios, quien aparece como garante último de la existencia de la
realidad extramental, del mundo).
Descartes dijo que el pensamiento es una cosa inmaterial ya que es algo
intangible que no se ve, pero poderosa en nuestra mente y de pensar en el yo
mismo.

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