Logística en La Guerra Del Pacífico

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 20

Revista Ensayos Militares ISSN 0719-6334 / versión impresa

vol. 4 - nº 1 - 2018, pp. 25-44 ISSN 0719-6989 / versión en línea

Logística en la Guerra del Pacífico.


Conformación del apoyo a la fuerza
Logistics in the Pacific War.
Conformation of support to the force

Mayor Pablo A. Stein Hermosilla*1


División Logística del Ejército de Chile

“Como los sismos, la guerra no avisa. Infeliz nación aquella que lo olvida”.
Crl. Romeo Barrientos Rosas
Resumen: En el transcurso del siglo XIX la logística bélica europea se institucionalizó, logrando que las
unidades en campaña recibieran un apoyo efectivo al maniobrar en pos de sus objetivos. En oposición
a esto, el Ejército de Chile de 1879 aun no tenía una organización que pudiera sostener a una fuerza en
campaña y ante la sorpresa que representó la Guerra del Pacífico, apresuradamente instituyó diversos ser-
vicios que lo apoyaran. Mediante este breve recuento historiográfico se buscará identificar cómo se inició
la Logística Institucional, observando el abnegado trabajo de civiles y militares que lograron su desarrollo
y efectivo apoyo a las tropas combatientes, de lo que existe un claro vacío descriptivo pero no así un vacío
histórico, pues los datos existen, lo que queda demostrado por medio de este relato concebido para un
mejor entendimiento de este período y de la historia militar chilena, que ha sido interpretado según un
análisis basado en los conocimientos logísticos actuales, no para darle un enfoque moderno a una situa-
ción histórica, sino para brindar una mejor comprensión de la misma.

Palabras claves: Servicios logísticos – Guerra del Pacífico – Aportes – Logística – Ejército.

Abstract: In the course of the 19th century, European logistics in war became institutionalized, achiev-
ing that the campaign units received effective support when maneuvering towards their objectives. In
opposition to this, 1879´s Chilean Army still did not have an organization that could support a force in
campaign and before the surprise that represented the War of the Pacific, hastily instituted diverse services
that supported it. Through this brief historiographic account we will seek to identify how the Institution-
al Logistics began, observing the altruistic work of civilians and soldiers who achieved their development
and effective support to the troops, of which there is a clear descriptive gap but not a historical emptiness,
because the data exist and it is demonstrated through this chronicle, conceived for a better understanding
of this period and the Chilean military history that has been interpreted through an analysis based on
a current logistical knowledge, not to give a modern approach to a historical situation, but to provide a
better understanding of it.

Key words: Logistics services - Pacific War – Contributions – Logistics – Army.

Fecha de recepción: 18 de marzo de 2018


Fecha de aceptación: 17 de mayo de 2018

*1 Pablo Stein Hermosilla es Mayor de Ejército, Oficial de Estado Mayor y Profesor Militar de Escuela,
Magíster en Historia Militar y Pensamiento Estratégico, Curso de perfeccionamiento de Oficiales del
Ejército Brasileño año 2009. Email: donner_7@hotmail.com.

©CEEAG
Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

Introducción
En el Viejo Continente, a causa de las guerras napoleónicas y principalmen-
te por el empleo de la Grande Armée del emperador francés, surgió la necesidad
de abastecer enormes masas humanas, percibiéndose que un mal empleo de la
logística1 acarreaba innumerables problemas a las tropas combatientes; por ello
y pensando en el futuro de la guerra, el mundo militar se volcó al desarrollo de
sistemas de apoyo logístico basado en los siguientes hechos:

– Las fuerzas armadas se compondrán de inmensas cantidades de hombres.


– El apertrechamiento desde las bases logísticas nacionales se dificulta a
medida que se aleja el frente de batalla.
– El saqueo, maraude (EDAIL, 2004: 368) o requisa es improductivo e
impopular.
– Existen numerosos tipos de armamentos, de diferentes calibres, que consu-
men ingentes cantidades de municiones, repuestos, etc. y su desarrollo es
incesante.

Lo anterior impuso el desafío de lograr una adecuada operatividad en cam-


26
paña por medio de unidades que efectuaran abastecimientos, traslados (desde
y hacia el frente) y reparaciones de material en forma rápida y eficiente: esto
sería denominado “logística”, siendo ampliamente difundido y estudiado
(Wawro, 2003: 22) en las noveles academias de guerra. Gracias a esto, en 1879
Chile contaba con personal militar que había realizado estudios en Inglaterra
y Francia (Comité de Artillería, 2000: 98), pero al parecer solo se proyectó su
uso en un eventual conflicto (Ruz, 1980: 177) no alcanzando a ponerlo en
práctica antes del mismo.

Logística chilena
Si bien en Chile existía una logística militar antes de 1879, esta era básica y
sustentada en métodos franceses de principios de siglo, pues los reglamentos en

1 LOGÍSTICA: Se describe como una función primaria del mando que asesora al comandante y
propone soluciones que permitan hacer viable el desarrollo de las operaciones militares asegurando
el sostenimiento por el tiempo requerido (Ejército de Chile, Diccionario militar, MDO 90906, Imp.
de la División Doctrina, Valenzuela Llanos 623, Santiago, Chile, año 2011, p. 133) y también como
el conjunto de medios y métodos necesarios para llevar a cabo la organización de una empresa o de
un servicio, especialmente de distribución (Diccionario RAE, página web http://dle.rae.es/srv/fetch?i-
d=NZI3h9r, consultada 15.ENE.2018).

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Logística en la Guerra del Pacífico. Conformación del apoyo a la fuerza

uso del Ejército (principalmente la Ordenanza general del Ejército (Gobierno


de Chile, 1840: 16)) eran una copia de la ordenanza de España y esta, a su
vez, una copia del reglamento galo. Este paraguas reglamentario disponía la
composición del apoyo logístico del Ejército como sigue:

– SERVICIO DE INTENDENCIA Y COMISARÍA GENERAL:


Realizaba la compra y distribución de elementos para las unidades y
guarniciones militares, incluía en su estructura a los otros tres servicios
existente (Pizarro, 1967: 25).
– SERVICIO SANITARIO: Sanidad militar, básico y sin instalaciones
propias, su personal debía ocupar las salas de los hospitales existentes en
las guarniciones militares.
– PARQUE GENERAL: Cuidaba el material de guerra del Ejército, pero solo
realizaban tareas correspondientes al bodegaje de material; las reparaciones
eran realizadas por una maestranza dependiente del arma de Artillería.
– CONDUCCIÓN GENERAL DE BAGAJES Y EQUIPAJES: Realizaban
las tareas correspondientes al carguío y transportes de elementos desde y
hacia las diferentes guarniciones militares (Estado Mayor General, t. V
1985: 351).
27

Estos servicios basados en la desfasada reglamentación nacional no


poseían una coordinación o funcionamiento adecuado para enfrentar un
eventual conflicto; carecían de una estructura orgánica que pudiera mante-
ner un Ejército operativo, sin que su valor combativo decreciese a medida
que este avanzaba y los problemas económicos nacionales no permitieron
una adecuada actualización, impidiendo asimilar los adelantos bélicos eu-
ropeos (Verbal, 2014: 115-116). La Guerra del Pacífico se iniciaría sin
una adecuada preparación logística-administrativa, improvisándose sobre
la base de muy poco personal técnico, que eran principalmente civiles y
soldados de enorme voluntariedad, pero sin ninguna preparación profesio-
nal (Dulanto, 2012: 84).

Crecimiento del Ejército y problemática logística

El 14 de febrero de 1879 los buques Blanco Encalada, Cochrane y


O’Higgins desembarcan en la rada de Antofagasta fuerzas de Ejército y
Marina, y toman posesión de la zona, reivindicando los derechos de Chile

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

hasta el paralelo 23° Lat. Sur; para mantener esta zona conquistada se inició
de inmediato los traslados de unidades militares del centro y sur chileno,
cuyo crecimiento exponencial se puede graficar de la siguiente forma:

Gráfico 1
Crecimiento del Ejército chileno entre 1878 y 1879

28

Fuente: Estado Mayor General, t.V, 1985: 34 y 56; Ekdal, 1917. Sistematizado por el autor a modo de
comparación.

Para abril ya se habrían reclutado más de 5.000 hombres (Bisama, 1909:


56), lo que trajo aparejado un necesario apertrechamiento, instrucción y en-
trenamiento de personal, materializándose inicialmente con el armamento y
equipo en poder de las fuerzas trasladadas desde el centro del país, quedando
las unidades más bisoñas a la espera de nuevo material (Ejército de Chile,
DCHEE, 1879-1884: 63-64) para su efectiva conformación.
Durante los primeros meses el Ejército de Operaciones2 formado en
el norte era una organización improvisada, con unidades incompletas, sin
medios ni capacidades de apoyo para materializar operaciones militares y

2 EJÉRCITO DE OPERACIONES: Se le ha señalado como el conjunto de fuerzas y medios que se


emplean en operaciones militares contra uno o más adversarios, las que son coordinadas, dirigidas y
controladas por un mando común, para el cumplimiento de objetivos previamente planificados. Hoy
puede ser equiparado al término “Fuerza expedicionaria”, que son las que operan a gran distancia
de su base (Ejército de Chile, Diccionario militar, MDO 90906, Imp. de la División Doctrina,
Valenzuela Llanos 623, Santiago, Chile, año 2011).

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Logística en la Guerra del Pacífico. Conformación del apoyo a la fuerza

desde el inicio se notó la ausencia de algún ente o tipo de organización lo-


gística capaz de coordinar y realizar un apoyo eficiente para la preparación
de las tropas; el ministro de Guerra en Campaña Rafael Sotomayor Baeza
percibió estas falencias y personalmente se encargó de solicitar los materiales
y pertrechos que las fuerzas militares le hacían presente como necesarios o
indispensables, como munición, medios de acarreo para acompañamiento
de unidades, insumos y demás elementos necesarios para una travesía por el
desierto y una buena instrucción en guarnición. Para lograr este apertrecha-
miento y una adecuada configuración de las tropas, el ministro debió vencer
las presiones políticas y ciudadanas que llamaban a realizar a la brevedad un
avance hacia territorio enemigo; para él lo importante era lograr un adecua-
do acopio e instrucción para iniciar de la mejor forma una campaña terrestre.
Muchos mandos militares despreciaban estos menesteres, demostrando falta
de interés en cuanto al acompañamiento y apoyo directo a las tropas en
movimientos como el realizado hacia Calama (combate de Topater), donde
solo se abastecería a la columna antes de partir, con una logística mínima
(Ekdahl, 1917: 76) y sin prever un apoyo posterior.
Esta indiferencia cívico-militar demostraba un convicción relativa a que
no era necesario alcanzar estándares y niveles logísticos similares a los eviden-
29
ciados en el conflicto franco-prusiano (Berrios, 2016: 551), pero se deseara o
no, a raíz de las grandes cantidades de material y personal, el Ejército debió
tomar la decisión y crear entes capaces de controlar y velar por el manejo de
material, el transporte y la salud de los cuadros institucionales.

Modernización de los servicios

A raíz de las constantes fallas en las actividades realizadas por el comi-


sariato y de la carencia de personal capacitado para su control, en 1879 el
Ejército finalmente se rendiría a las evidencias e iniciaría a partir de mayo
una serie de procesos modernizadores, disponiéndose la creación o moderni-
zación de una serie de servicios de corte logístico para mejorar la gestión del
material y del personal.
El primero sería el Servicio de Sanidad, que el 2 de mayo disponía la crea-
ción de una comisión de selección de personal y de estudio de medicamentos
a utilizar en el norte; esta comisión sería la base para un servicio que que-
daría al mando de Wenceslao Díaz Gallego, el que a su vez quedaría a cargo
del Intendente General del Ejército y la Armada (Estado Mayor General,

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

t. V 1985: 163-172), Francisco Echaurren García-Huidobro; ambos serían


considerados miembros del Ejército y parte de su personal sería asimilado a
grados jerárquicos. Inmediatamente el Servicio propuso un plan de campaña
para el Ejército, en donde se consignaba la cantidad de personal sanitario que
debía integrar las unidades regimentarias y las ambulancias, disponiéndoles
el material a transportar (Varas, 1884: 113).
Este Servicio debía llevar un control de las cuentas de los gastos efectua-
dos en beneficio de las tropas, mantendría provisiones y previsión en cuanto
a materiales médicos, además de practicar una cierta formalidad adminis-
trativa en el envío y recepción de los mismos desde el almacén asignado al
Servicio en Santiago. También se les daba la facultad de señalar dónde y qué
medios se debían ocupar para apoyar al Ejército Expedicionario3, en coordi-
nación con el Estado Mayor y en concordancia con los planes de campaña,
además de integrar las comisiones de selección de personal para evitar el
envío de soldados con mala salud hacia el norte (Estado Mayor General, t. V
1985: 176).
El segundo de los servicios puesto en marcha sería el Servicio Intendencia
General del Ejército y la Armada, el 5 de mayo (Decreto ampliado el día
9), cuya creación obedeció a la necesidad de mantener una adecuada orga-
30
nización que velara por la gestión de materiales para proveer oportunamente
al Ejército y Armada de víveres, vestuario, medicinas, forraje, carbón, etc. …
(Varas, 1884: 110).
La oficina principal y Base General de la Intendencia se asentaría en
Valparaíso y en el transcurso de la Guerra tendría sucursales (bases de opera-
ciones) en Antofagasta, Iquique y Tacna. En la zona de operaciones existiría
una Comisaría General del Ejército del Norte que tendría funciones relativas al
Servicio, recepcionando y distribuyendo cargas enviadas desde el centro del
país, teniendo como enlace responsable a un Delegado de Intendencia, cuyo
cargo recaería en primera instancia en los hermanos Diego y Baldomero Dublé
Almeyda.
El gobierno entregó a la Intendencia una relativa libertad en cuanto a
contrataciones, compras y gastos varios, de los que se exceptuó las com-
pras de los pertrechos de guerra, que continuarían siendo realizados durante
todo el conflicto por el gobierno mediante agentes en el extranjero como el

3 EJÉRCITO EXPEDICIONARIO: Es el conjunto de fuerzas y medios que se emplean en opera-


ciones militares en un teatro de guerra que se halla separado del país o de su base de operaciones,
perdiendo transitoria o prolongadamente toda línea de comunicación, por lo que debe operar con
independencia para conseguir los objetivos de la campaña.

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Logística en la Guerra del Pacífico. Conformación del apoyo a la fuerza

ministro de Chile en Francia Alberto Blest Gana (Contador, 2011: 67). El


personal de la Comisaría del Norte que cumplía las misiones relativas al con-
trol de personal, pronto se vería sobrepasado y su planta debió ser aumentada
en agosto de ese año.
A su vez, la Intendencia sería el coordinador de los servicios (Estado Mayor
General, t. V 1985: 41), logrando promover y proveer un efectivo ordena-
miento de procesos logísticos relacionados con el abastecimiento de elementos,
el mantenimiento del material Institucional y de la atención sanitaria del per-
sonal, debiendo inspeccionar y fiscalizar lo referido a compras nacionales e
inspección de los trabajos, confección, arreglo y acondicionamiento de los
mismos, además de la misión de coordinar embalajes, remisión y entrega de
bastimentos para su posterior distribución (Bulnes, t. III 1919: 538).
Las tareas relacionadas al armamento y munición fueron inicialmente
entregadas al Servicio de Intendencia, pero al ver que ya realizaba múl-
tiples funciones y no era adecuado para el mantenimiento o acarreo del
material de guerra, se ideó y propuso la creación de un ente aparte que
pudiera materializarlo en forma exclusiva, pudiendo soportar por sí mismo
las misiones intermedias que esto significaría. Por ello, el 7 de mayo se
nombró al Coronel Marcos Segundo Maturana Molina (Varas, 1884: 110) 31
y al Coronel Orozimbo Barbosa Puga como encargados de vigilar e inspec-
cionar los trabajos que estaba realizando el Parque y la Maestranza General,
en lo referido a la confección, arreglo y acondicionamiento de los artículos
de guerra para las unidades destacadas en la zona norte, bajo la supervi-
sión del Intendente General del Ejército y la Armada Francisco Echaurren
(Sepúlveda, 1980: 36).
La Comisión de inspección comenzó de inmediato su trabajo en la
Maestranza de Santiago, detectándose prontamente ciertos problemas en
cuanto a cadenas de mando y de dependencias, los que debían subsanarse
a la brevedad para garantizar que cada tarea y sección a cargo tuvieran un
claro responsable de los procesos y desempeño de las mismas. Por lo anterior
y valiéndose de la instancia que ofrecía el traslado a la plaza de Valparaíso de
la Comandancia General de Artillería (de la que la Maestranza dependía ad-
ministrativamente) (Gobierno de Chile, 1879: 14), el 15 de mayo se realizó
una reforma del Decreto del día 7, que mejoraría el control y manejo de ma-
teriales: se dispuso la independencia de la Maestranza y Parque de Artillería
de la Comandancia General de Artillería, declarándola un servicio auxiliar
(logístico) del Ejército de Chile bajo el nombre de Servicio de Parques y
Maestranza, el que se mantendría bajo control de la Intendencia General.

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

Finalmente, el gobierno de Chile dispone la creación del Cuerpo o


Servicio General de Bagajes y Acarreo, siendo nombrado como coman-
dante general de bagajes el Teniente Coronel (Guardia Nacional) Francisco
Bascuñán Álvarez, que desempeñaría este cargo durante casi toda la Guerra
(Jefatura de Transporte del Ejército, 2017: 41).
Hay que señalar que tras esta modernización de procesos y servicios no
existieron disposiciones claras acerca de responsabilidades y atribuciones de
cada uno de ellos, por lo que luego de una marcha blanca con pruebas y
errores, se buscó rectificar, reconfigurándose los canales de mando para crear
mejores procesos de apoyo.

Funcionamiento de los servicios durante la guerra


Para comprender el aporte de los servicios anexos del Ejército para cubrir
las necesidades surgidas de la guerra es necesario describir en forma breve
su dependencia, funcionamiento o unidades abastecidas (o controladas) por
cada uno de ellos, presentándose a continuación una síntesis de esto:
La Intendencia fue el organismo regulador de los servicios y ubicó sus ins-
32 talaciones principales en la Base General de Valparaíso, desde donde realizó
las compras y el almacenamiento para la remisión oportuna y en las cantida-
des adecuadas de los bastimentos que satisficieran las necesidades de vida y
combate de las tropas, de lo que se excluía la munición y el armamento. En las
Bases de Operaciones del norte (Antofagasta, Pisagua, Arica, Ilo y Chorrillos
en Lima), el comisariato era responsable de su Zona de Operaciones, con-
trolando las remesas y envíos desde la zona central, contrastando demandas
y necesidades con las capacidades de abastecimiento de la Intendencia, para
que la Dirección en Valparaíso pudiera ver cantidades a adquirir y su respec-
tivo bodegaje, además de inspeccionar las entregas. Para su remisión al norte,
el Servicio velaba por la contratación de los grandes transportes como tren y
barco, además del personal de carga y descarga.
La representación del Servicio en una División era de aproximadamente
9 oficiales, pues el trabajo relativo a cargas y a su traslado era realizado por el
Servicio de Bagajes o por los proveedores civiles (Machuca, 1929), mientras
que estos oficiales ejercían labores de control y coordinación.
En relación con la alimentación, el Servicio se basaba principalmente en
proveedores que eran contratados para entrega de víveres y elementos diversos,
siendo controlados para corroborar calidad y cantidad por las secciones del
comisariato correspondientes, que velaban por el cumplimiento de lo pactado

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Logística en la Guerra del Pacífico. Conformación del apoyo a la fuerza

e informaban al Delegado de la Intendencia para que transmitiera la informa-


ción pertinente a la Base General.
Una de sus gestiones más destacadas fue la inclusión de un oficial de
Intendencia en las grandes unidades que accedían a la sierra peruana du-
rante la última etapa de la guerra, donde ejerció tareas de control relativas a
la inspección de calidad de comida recepcionada, de cantidad de porciones
repartidas y de dineros recibidos por las unidades, lográndose un buen fun-
cionamiento en terreno, pese a que las necesidades de la tropa eran siempre
mayores que las soluciones entregadas.
Las tareas que realizó la Intendencia pueden fijarse como la compra-recep-
ción-control-solicitud-entrega de materiales, pertrechos militares, alimentación
y agua. Estas tareas permitieron mantener una fuerza equipada, alimentada y
en condiciones de moverse hacia donde la superioridad dispusiera.
En cuanto a la Maestranza y Parque, este Servicio dependía directa-
mente de la Intendencia General del Ejército, ostentando el control de la
Maestranza y del Depósito General del Parque, ambos con sede en Santiago.
Desde estos cuarteles se remitían los bastimentos hacia la o las maestranzas
que existieran en la Zona de Operaciones y a los depósitos de munición de
la Base de Operaciones (de Antofagasta, Pisagua, etc.), para la entrega opor-
tuna de los pertrechos y armamentos requeridos por el Ejército, tanto para 33
su mantenimiento como distribución y control del material comprado por
el gobierno en el extranjero.
En cuanto al apoyo a nivel de División, luego de la recepción del material
por parte de la intendencia, este era entregado al Parque General de la Base
de Operaciones de la zona, quien luego de almacenar y cuantificar las nece-
sidades de munición y armamento, realizaban las entregas correspondientes
al Parque Divisionario, quien a su vez entregaba lo solicitado al Parque de
la Unidad de Combate, para ser finalmente entregado a los soldados de su
unidad; esta cadena de suministros permitió un control del cargo más acaba-
do y, con ello, una compra efectiva basada en la realidad, no en estimaciones.
La planta de personal para el apoyo de una División de Ejército era relati-
vamente numerosa, contando con 4 oficiales, 4 suboficiales, 9 clases y 44
soldados, que llevaban los elementos necesarios para el apoyo en 10 carretas
y 210 mulas (Machuca, 1929: 246).
En cuanto a los numerosos trabajos realizados, por su trascendencia se des-
taca la recamaración de fusiles en la Maestranza de Santiago, bajo control de
expertos y comprobación en polígono. Esto consiguió el uso de un solo calibre
para la infantería (calibre 11 x 53 R mm de Comblain) y de uno solo para el
armamento menor de la artillería y caballería (calibre .44 del Winchester),

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

lo que eliminó el uso de muchos tipos de munición, prescindiéndose de proce-


sos de compra y traslado paralelos, beneficiando a los otros servicios.
Sus principales tareas fueron la recepción-custodia-remisión-control-re-
paración-entrega e incluso fabricación de elementos, con los que se mantenía
el apoyo a las unidades. El esfuerzo continuo aseguró un permanente alista-
miento operacional del Ejército y la mantención de una dotación de material
adecuada a las necesidades de la campaña.
La casa central de la Sanidad militar estaba en Santiago, desde donde velaba
por el abastecimiento de material sanitario a las unidades del norte y al igual
que los otros servicios dependía de la Intendencia. Este Servicio destacaba am-
bulancias (Hospitales de Campaña) y entregaba personal sanitario (médicos
y enfermeros) para las unidades de combate con el que brindaban atención
primaria las tropas en el frente mismo, transportando luego a los heridos a las
ambulancias distribuidas en el terreno. A su vez, estas ambulancias dependían
del Comandante de la gran unidad en la que estuvieran encuadradas (División,
Cuerpo de Ejército, etc.) y realizaban atención en apoyo general a sus compo-
nentes o a las unidades que estuvieran en su área de operaciones; posterior a
esto, los heridos más graves y de difícil recuperación serían enviados a la zona
34 central, siendo atendidos en los hospitales de Santiago y Valparaíso (Sepúlveda,
1980: 15); luego del traslado, la atención médica en los hospitales del centro y
su necesaria convalecencia, los soldados aptos eran devueltos en barco al norte
para su reintegración a sus unidades para continuar con sus funciones, caso
contrario, el consejo médico disponía la baja o su reencuadramiento en otra
unidad donde pudiera ejercer labores.
El apoyo a una División de Ejército era relativamente numeroso en cuanto
a médicos y practicantes, lo componían 52 oficiales que eran apoyados por
7 suboficiales, 10 clases y 61 soldados, que utilizaban 6 carretas y 24 mulas
para las actividades relativas al servicio (Machuca, 1929: 246).
Sanidad tuvo tareas relativas a la atención-cuidado-traslado-recuperación
y altas médicas del personal, para completar unidades o su derivación a la
vida civil; esta labor significó un continuo resguardo médico que salvó muchas
vidas y mantuvo la operacionalidad de las unidades militares.
Al igual que los demás servicios, Bagajes también dependía de la
Intendencia para su funcionamiento y desempeñaba sus labores median-
te la conducción de bultos desde las bases hacia las zonas de operaciones,
para posteriormente realizar esta labor a los lugares que les eran señalados
por el mando de su División. Su trabajo era realizado en diversos medios,

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Logística en la Guerra del Pacífico. Conformación del apoyo a la fuerza

dependiendo de su zona de empleo y su explotación, pudiendo utilizar trenes,


carretas o mulas de carga, todo ello era trasladado como una columna en la
que podían ser incluidos medios del Parque y proveedores de Intendencia,
que al ser civiles requerían transporte y protección.
Este Servicio contaba solo con 2 oficiales por División pero era uno de
los más numerosos en cuanto a medios de carga, disponiendo de 412 mulas
para realizar su apoyo, las que eran guiadas y mantenidas por 3 suboficiales,
6 clases y 30 soldados (Machuca, 1929: 246).
Uno de sus mayores aportes fue la transformación del sistema de columnas
de carretas metaleras a columnas de bagaje a lomo de mula, lo que dio mayor
velocidad y un real apoyo directo a las unidades. A su vez, el mando dispuso
que cada unidad de combate de una División llevara su propia columna, la
que recibiría el reabastecimiento por medio de una columna divisionaria
que entregaban víveres o pertrechos para completar los cargos, los que eran
requeridos por medio de solicitudes al Cuartel General correspondiente.

Gráfico 2
Diagrama de dependencias y del flujo de materiales de la Intendencia 35
General y los servicios bajo su mando, hasta el abastecimiento o
atención a las unidades de combate

Fuente: Autoría propia.

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

En bagajes, las tareas realizadas pueden definirse como recepción-tras-


lado-entrega, de pertrechos militares, materiales de diversa índole, víveres e
inclusive de personal enfermo o imposibilitado de caminar; esta labor signi-
ficó poder mantener el alistamiento operacional, para lograr los propósitos
del Escalón Superior.
Estaba dispuesto que cada División tuviera una representación de estos
servicios, los que generalmente alcanzaban al 3% de las fuerzas del Ejército
(Machuca, 1929: 246) , y contaban con un mando coordinador en la figura
del Jefe de Parque, del Comandante de bagajes, del Intendente Proveedor y
del Jefe del Servicio de Sanidad en Campaña; en cuanto a los mandos y al
personal de empleados del parque y bagajes, el General en Jefe del Ejército
de Operaciones era quien debía designarlos y extraer a su personal de las uni-
dades y personal civil a contrata, bajo aprobación del gobierno. Por su parte
la Intendencia General del Ejército en Campaña nombraba a su Intendente
Proveedor y fijaba la dotación de empleados, lo mismo que el Servicio
Sanitario, cuyo Jefe en campaña era nombrado por el Superintendente en
Santiago (Varas, 1888: 287-291).
Estas organizaciones logísticas permitieron un adecuado y sostenible
36 sistema de soporte tanto a unidades cercanas desplegadas en dispositivo de
combate como a lejanas guarniciones en parajes como San Pedro de Atacama
o la breña (sierra). A su vez, fue gracias a este continuo cambio en la zona de
operaciones de las unidades que los sistemas logísticos continuaron siendo
modificados y ajustados por medio de la práctica y la experiencia en terreno,
demostrando ser un aporte y solución que mantuvo bien atendidas, apertre-
chadas de material y en buen estado operacional a las fuerzas destacadas en
el norte.
Como fue señalado con anterioridad, si bien los servicios eran indepen-
dientes, para un correcto control administrativo el alto mando los ubicó bajo
el mando (relativo) de Intendencia, específicamente del Intendente General
del Ejército, en razón a que este Servicio debía centralizar las necesidades de
elementos y materializar las compras. Para ilustrar lo anterior, el siguiente
gráfico explica el encuadramiento y dependencia de los servicios del Ejército.
Como se puede apreciar, para lograr un proceso logístico eficaz se necesi-
taba la compra de medios tanto en Chile como en el exterior y una vez que
se realizaba la recepción de los mismos, se debía hacer el transporte de los
elementos y del personal que los emplearía en el frente norte; tras el análisis
histórico de las fuentes consultadas, se puede inferir que esto podía suceder
de la siguiente forma:

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Logística en la Guerra del Pacífico. Conformación del apoyo a la fuerza

Gráfico 3
Esquema del flujo de materiales hasta su entrega o atención
a las unidades de combate

37

Fuente: Autoría propia.

• Compra por parte de los agentes chilenos en el exterior y traslado al país.


• Ingreso de la mercancía (municiones, medicinas) al país, por medios ma-
rítimos (buques) extranjeros o nacionales, bajo instrucciones del Supremo
Gobierno.
• Descarga y recepción en los puertos nacionales adecuados, por parte de la
Intendencia General del Ejército (personal de Intendencia o descargado-
res a contrata).
• Traslado en tren desde el puerto de descarga a los depósitos del parque,
a la Maestranza General, los almacenes de Sanidad o a las bodegas de
Intendencia en Santiago, en conformidad al tipo de elemento comprado,
necesidad de manipulación o requerimientos de bodegaje. En su defec-
to, los elementos llegados podían ser almacenados en Valparaíso u otro
puerto de arribo, para su pronto despacho al norte.

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

• Recepción, carguío y traslado desde un puerto de la zona central de Chile


hacia la Base de Operaciones en uso (Antofagasta, Pisagua) por medio de
navíos de la Armada o contratados por la Intendencia.
• Recepción en el puerto del norte por parte de la Intendencia General
del Ejército en Campaña (Comisaría del Norte). Los bultos podían ser
transferidos al Servicio de Bagajes (conductor general de bagajes) para su
traslado en tren, carreta o mula y entregados a las unidades en terreno
o podían ser inmediatamente entregados por parte de Intendencia a las
bodegas del Servicio, a la Maestranza de la localidad o al Parque General
del Ejército de Operaciones.
• Traslado por parte del Servicio de bagajes o de las columnas del Parque para
su entrega al Parque Divisionario, al Depósito Especial de Municiones
Divisionario o a los almacenes de Intendencia e igual movimiento se
realizará (columnas) para entrega a las unidades de combate, previa coor-
dinación con el responsable de su unidad (Ejército de Chile, DCHEE,
1879-1884: 8-9). Esto mantendría las unidades totalmente operativas y
capacitadas para cumplir con las misiones que se les encomendaran.
• También se debe mencionar que si una unidad especial debía desprender-
38 se del grueso de las tropas para cumplir una determinada misión (Varas,
1881: 196), se les debía otorgar un aumento de su autonomía logística,
es decir, que sus niveles de víveres, medicinas o municiones debían ser
completados y se les entregaba una cantidad extra en caso de necesitarlo,
además de entregarles armamento de repuesto. Para el control efectivo de
este material sería nombrado un oficial, que sería el responsable hasta el
término de la misión.

Como se pudo observar, en todas las campañas de la Guerra del Pacífico


existió una clara y necesaria interdependencia de los servicios auxiliares, lo
que demuestra que la logística de campaña implica una buena coordinación
entre todos sus actores para la consecución de las misiones encomendadas, lo
que se puede reflejar en forma abreviada en el Gráfico 4.
Si bien se hace alusión a Valparaíso, esto podía ser iniciado en el país
desde Talcahuano u otro puerto.
Las funciones logísticas lograron apoyarse mutuamente en forma eficien-
te, pese a muchos malentendidos y descoordinaciones iniciales. La continua
realización de los procesos logró afianzar lazos y centralizar esfuerzos, consi-
guiéndose el necesario y oportuno apoyo al combatiente.

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Logística en la Guerra del Pacífico. Conformación del apoyo a la fuerza

Gráfico 4
Comparación de fuerza del total de las Unidades del Ejército de Chile
en 1881 y 1885

Fuente: Estado Mayor General, t.VI 1985: 230 y Varas, 1888: 338. Gráfico de autoría propia.

Después del conflicto 39

Tras la retirada del Perú y del regreso a Chile de las fuerzas, muchas uni-
dades fueron enviadas a Arauco y otras tantas fueron disueltas (Parvex, 2015:
271). Para 1885 las unidades del Ejército serían rebajadas de 12.769 a 7.100
plazas, lo que produciría una gran cantidad de material remanente; todo esto
fue trasladado hasta el depósito del Parque General ubicado en Santiago,
siendo embalado en bodega para su custodia (Gobierno de Chile, 1879-
1882: 14); otros elementos tomados en Perú serían embarcados y entregados
para su custodia por parte de la Intendencia Militar.
Después de la reorganización o disolución de unidades, el Servicio de
Maestranzas y Parque (Estado Mayor General, t. VII 1985: 64) continuó
funcionando en forma permanente en Santiago, donde mejoró sus depen-
dencias y capacidades para proveer en buena forma las necesidades de las
unidades a nivel nacional; para Sanidad (Estado Mayor General, t. VII 1985:
64) el conflicto fue beneficioso en el sentido de que hizo ver a los mandos
del Ejército la necesidad de mantener no solo médicos afiliados a regimien-
tos, sino organizaciones sanitarias completas, preparadas desde tiempos de
paz, entrenadas y en condiciones de servir a las unidades de combate en
cuanto se les requiera, razón por la que este sistema se mantuvo en el tiempo;

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

el Servicio de Bagajes (Estado Mayor General, t.VII 1985: 72) continuó


desempeñándose como tal en las campañas de La Araucanía, pero solo fue
transformado en un servicio de corte moderno (transporte actual) tras la
creación de unidades de ferrocarril en 1906; en cuanto a Intendencia (Estado
Mayor General, t. VII 1985: 58), después del conflicto continuó cumplien-
do sus funciones profesionales fundamentales, pues estas eran similares a las
que realizaba desde antes. La diferencia fue que gracias a las modificaciones
que se le realizaron durante la Guerra se volvió un servicio organizado y pro-
fesional, el que hasta hoy es reconocido como indispensable para un buen
funcionamiento administrativo.
Estos servicios nunca dejaron de funcionar, solo modificaron sus
nombres, se reorganizaron y modernizaron –lo que se realiza cada cierto
tiempo– conforme a las necesidades Institucionales y continúan brindando
apoyo mediante sus funciones específicas y sus múltiples procesos logísticos.

Conclusiones
La Guerra del Pacífico fue una época de ensayos y errores en la logística,
40 donde primó el error como instrumento modificador y solo gracias al tiempo
que brindó la Campaña Marítima se pudo realizar una remodelación y refor-
mulación de procesos que evitó esfuerzos excesivos y mayor efusión de sangre.
La necesidad obligó al Ejército de 1879 a organizar (apresuradamente),
desarrollar y mantener unidades que cumplieran funciones logísticas relativas
al abastecimiento, mantenimiento y atención, para lo que fue necesario contar
con un adecuado sistema de obtención y un eficiente sistema de transporte
de elementos; al respecto hay que señalar que esto no es un enfoque moder-
no a una situación histórica, sino un análisis con terminologías equivalentes
de los procesos realizados por las unidades logísticas chilenas para una mejor
comprensión de las mismas. Los servicios logísticos, como las organizacio-
nes encargadas de desarrollar las funciones antes descritas, continuaron su
perfeccionamiento durante toda la Guerra y su desempeño demostró ser fun-
damental para el buen desenvolvimiento del conflicto, favoreciendo la victoria;
su base en un adecuado desarrollo y aplicación en terreno de la planificación y
el sostenimiento, posibilitó mantener a las fuerzas expedicionarias chilenas en
un permanente grado óptimo de alistamiento operacional.
Se puede concluir que si bien los mandos militares chilenos conocían las
técnicas y tácticas europeas modernas, la metodología logística que inicial-
mente fue empleada era una combinación de las técnicas napoleónicas y de la

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Logística en la Guerra del Pacífico. Conformación del apoyo a la fuerza

experiencia en la Guerra de Arauco; el necesario cambio a una logística para


largas distancias de las bases y con apoyo cercano a las tropas fue lento y difícil.
A su vez, se dificultaba una eventual aplicación de la logística de materiales de
tipo europea, basada en la utilización de vías férreas por la casi total falta de
las mismas en el escenario nortino, lo que además resultaría en la adecuación
del Ejército a la logística y no al contrario. Se debe observar que las simples
y frágiles carretas utilizadas por las columnas logísticas era generalmente un
mayor lastre que un apoyo eficaz y que el mantenimiento de cientos de cabezas
de mulares para trasladar a lomo los elementos hasta la tropa combatiente era
una problemática que afectaba la realización del apoyo.
Este casi caótico panorama logístico inicial genera la incógnita relativa
a comprender cómo un ejército que se vio bruscamente aumentado, sin
personal técnico adecuado, sin medios logísticos modernos y casi sin recur-
sos económicos, pudo aunar esfuerzos y lograr modernizarse con rapidez
para trasladar, vestir, entrenar, apertrechar, atender y alimentar a una fuerza,
logrando vencer en un conflicto a dos países de (inicialmente) similares ca-
racterísticas, en un territorio hostil y alejado de sus centros de apoyo.
Esto podría ser respondido con diversas conjeturas, siendo una de ellas
la deficiente preparación profesional de los aliados del norte en contraste 41
con la chilena, pues sus mandos eran nombrados por favores políticos y no
por méritos profesionales. Esta falta de idoneidad en los cargos pudo traer
aparejadas malas decisiones que influyeron o entramparon los necesarios
procesos modernizadores logísticos, entorpeciendo la adecuada preparación
de sus fuerzas. Otra presunción podría ser que tanto Perú como Bolivia ca-
recían de un coordinador con la capacidad que demostró el ministro Rafael
Sotomayor Baeza, quien fue capaz de sistematizar los requerimientos y esta-
blecer las bases de logística de campaña al inicio del conflicto, lo que a su vez
dio pie para que el Ejército se organizara y emprendiera su propia moderni-
zación de procesos.
El costo de vidas que significó no contar inicialmente con una logística ade-
cuada pudo evitarse con la utilización oportuna de los conocimientos recibidos
por el personal de oficiales destinados a Europa para lograr una modernización
de los sistemas militares. Pese a estas imprevisiones y gracias a un eficiente
empuje, la visión centrada en una logística de acompañamiento prendió en las
mentes civiles y militares chilenos, quienes desarrollaron una efectiva cadena
de procesos que permitió el apoyo desde Santiago-Valparaíso hasta la primera
línea en el desierto o la sierra peruana: la adaptabilidad de los conocimientos
aprendidos o generados fue clave para el éxito de los procesos.

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

Es posible concluir y resaltar que las labores cumplidas por los servicios
anexos fueron claves para mantener las unidades bien atendidas, apertrechadas
con el material requerido y en un óptimo estado operacional, lo que a la postre
se convertiría en un factor determinante para lograr el triunfo chileno, al igual
que en cualquier otro conflicto, en donde su ausencia o el mal cumplimiento
de sus obligaciones influye en el resultado, lo que se presenta en convergencia
con la apreciación del general D. Eisenhower4 respecto de la logística:

No encontrarás difícil demostrar que batallas, campañas e incluso guerras se


han ganado o perdido, principalmente, por la logística5.

El esfuerzo conjunto de los servicios auxiliares contribuyó en forma de-


cisiva a lograr los objetivos militares de las diferentes operaciones, pero sin
el valioso aporte de los mandos civiles y el apoyo de los comandantes de
las diferentes unidades no se habría logrado la necesaria integración de los
procesos y la organización de una adecuada estructura de apoyo nacional; la
cooperación, la coordinación de los diferentes niveles y el correcto uso de la
logística de materiales pudo generar y mantener en el tiempo los procesos
logísticos que abastecieron y mantuvieron a las tropas en campaña, siendo
42
igualmente necesario señalar que la victoria chilena en la Guerra del Pacífico
es fruto de esta voluntad integrada y en franca colaboración de todas las
fuerzas de la nación, su gobierno, sus fuerzas armadas y su población civil.

Bibliografía

Fuentes primarias

Ahumada Moreno, P. (1982). Guerra del Pacífico, Documentos oficiales, co-


rrespondencia y demás publicaciones referentes a la guerra. Santiago, Chile:
Editorial Andrés Bello.

4 DWIGHT DAVID EISENHOWER (14 de octubre de 1890-28 de marzo de 1969), militar y


político estadounidense, fue el 34° presidente de Estados Unidos. Entre 1953 y 1961 se desempeñó
como General de cinco estrellas durante la Segunda Guerra Mundial y como comandante supremo
de las fuerzas aliadas occidentales en Europa.
5 Blog de la página TRANSGESA con las mejores frases de Logística, http://transgesa.com/blog/
mejores-frases-logistica-y-guerra/, consultada 19.AGO.2018).

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Logística en la Guerra del Pacífico. Conformación del apoyo a la fuerza

Bisama Cuevas, J. (1909), Álbum gráfico militar de Chile, Campaña del


Pacífico, Santiago, Chile: Sociedad de Imprenta y Litografía Universo.
Bulnes, G. (1912). La Guerra del Pacífico. Tomos I, II y III, Valparaíso,
Chile: Imprenta Universo.
Del Canto, E. (2004). Memorias Militares. Santiago, Chile: Centro de
Estudios Bicentenario.
Del Solar, A. (1886). Diario de Campaña. París, Francia: Editorial Garnier
hermanos.
Gutiérrez, H. (1885). Crónica de un soldado de la Guerra del Pacífico.
Santiago, Chile: Editorial del Pacífico S.A.
Ejército de Chile (DCHEE) (1879-1884). Libro de Correspondencia I – 34,
años 1879 a 1884. Archivo Fondo Histórico del Archivo General del
Ejército, departamento cultural histórico y de extensión de Ejército,
Santiago, Chile: Imprenta del Archivo General del Ejército.
Ejército de Chile (DCHEE) (1879-1884). Libro de Correspondencia C – 90.
Archivo fondo histórico del Archivo General del Ejército, Departamento
cultural histórico y de extensión de Ejército, Santiago, Chile: Imprenta
del Archivo General del Ejército.
Gobierno de Chile (1878-1885) [BCE, 1992]. Memoria de guerra y marina 43
presentada al Congreso Nacional. Santiago, Chile: Imprenta de la República
de J. Núñez.
Gobierno de Chile (1840). Ordenanza para el régimen, disciplina, subordina-
ción y servicio de los ejércitos de la república. Santiago, Chile: Imprenta de
la opinión.
Varas, J. (1884). Recopilación de Leyes, Órdenes, Decretos Supremos y Circulares
concernientes al Ejército, desde enero de 1878 a fin de diciembre de 1883.
Tomo VI. Santiago, Chile: Imprenta de R. Varela.
Varas, J. (1888). Recopilación de Leyes, Órdenes, Decretos Supremos y Circulares
concernientes al Ejército, desde enero de 1884 a fin de diciembre de 1887.
Tomo VII. Santiago, Chile: Imprenta de R. Varela.

Fuentes secundarias

Berrios Villalón (2016). Orígenes, causas de la Guerra del Pacífico. Santiago,


Chile: Editorial Legatum.
Comité de Artillería (2000). La Artillería en Chile. Santiago, Chile: Industrias
Gráficas 3 F.

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44


Mayor Pablo A. Stein Hermosilla

Comité de Artillería (1997). Historia del Servicio de Material de Guerra.


Santiago, Chile: Instituto Geográfico Militar.
Contador Zalada (2011). Armas menores en la Guerra del Pacífico. Santiago,
Chile: Editorial Legatum.
Dulanto Rencoret, G. (2012). “Los mecánicos en la Guerra del Pacífico”.
Cuaderno de Historia Militar Nº 8, Santiago, Chile: Imprenta del
Instituto Geográfico Militar.
Edail, C. (2004). Las guerras de Napoleón Bonaparte. Barcelona, España:
Editorial Crítica.
Ejército de Chile (2009). Reglamento de Mando Control, RDM 20001.
Santiago, Chile: Imprenta de la División Doctrina.
Ejército de Chile (2011), Diccionario militar, MDO 90906. Santiago, Chile:
Imprenta de la División Doctrina.
Ekdahl, W. (1917), Historia Militar de la Guerra del Pacífico. Tomo I, Orígenes
de la Guerra. Campaña Naval. Conquista de Tarapacá, Santiago, Chile:
Sociedad de Imprenta y Litografía Universo.
Estado Mayor General del Ejército (1985). Historia del Ejército de Chile.
Tomo VI y V, Santiago, Chile: Imprenta Vicuña.
44
FAMAE (2009). La historia Bicentenaria de FAMAE. Santiago, Chile:
Imprenta de los Talleres Gráficos del Instituto Geográfico Militar.
Jefatura de Transporte del Ejército (2017). Historia del Servicio de Transporte.
En compaginación para publicación. Borrador entregado por el Crl. Juan
Carlos Elgueta Rosas (JEFTRANS) para consulta del autor.
Machica, F. (1929). Las Cuatro Campañas de la Guerra del Pacífico. Tomos I
al III. Valparaíso, Chile: Imprenta Victoria.
Parvex, G. (2015). Un veterano de tres guerras. Santiago, Chile: Imprenta
Salesianos.
Pizarro Barahona, R. (1967). Abastecimientos Militares en la Guerra del
Pacífico. Santiago, Chile: Imprenta del Instituto Geográfico Militar.
Ruz, F. (1980). Rafael Sotomayor, organizador de la victoria. Santiago, Chile:
Editorial Andrés Bello.
Sepúlveda Rojas, A. (1980). Así vivieron y vencieron. Santiago, Chile:
Imprenta Esparza.
Verbal, V. (2014). “El Ejército de Chile en vísperas de la Guerra del Pacífico”.
Revista Universitaria de Historia Militar, Vol. 3, Número 5, enero-junio
2014, Cádiz, España: Imprenta del Centro de estudios de Historia Militar.
Wawro, G. (2000). Franco Prussian War. Edimburgo, Inglaterra: Cambridge
University Press.

©CEEAG Revista Ensayos Militares - vol. 4/nº 1/2018, pp. 25-44

También podría gustarte