Trabajo Grupal - Teoria Del Razonamiento Correcto

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INTRODUCCIÓN

Cuando hablamos de razonamiento nos referimos al proceso de analizar, evaluar y organizar ideas
para llegar a conclusiones que nos ayuden a resolver problemas. Este proceso implica utilizar
conocimientos previos, hacer uso de la lógica y conectar diferentes fuentes de información para
generar un entendimiento más profundo o tomar decisiones fundamentales. En el razonamiento se
distinguen las premisas, que son las bases o datos iniciales, y la conclusión, que es el nuevo
conocimiento o decisión derivada de las premisas.

En el ámbito legal, el razonamiento, la interpretación y la argumentación jurídica, son teorías


estrechamente vinculadas que su fin es asegurar que las decisiones judiciales sean justas,
coherentes, legítimas y bien fundamentadas. Pues, un razonamiento defectuoso, conllevaría a
expresar decisiones injustas o erróneas. En ese sentido, la teoría del razonamiento correcto, es
aquella que debe centrarse en la lógica y la coherencia de los argumentos a la hora en que los jueces
interpretan y aplican una norma, ley o principio para resolver un conflicto, dado que, esta teoría
enfatiza que el razonamiento debe seguir métodos lógicos que aseguren la validez y solidez de las
resoluciones judiciales, mediante argumentos racionales y principios normativos, evitando la
arbitrariedad de quienes tienen el deber de impartir justicia.

Dicho esto, estimado lector, este informe académico tiene como objetivo explorar las ideas
fundamentales de la lógica y de la razonabilidad, un proceso hermenéutico común en la
interpretación jurídica, en el cual, la argumentación desempeña un papel central.
DESARROLLO

I. EL RAZONAMIENTO CORRECTO

La Teoría del Razonamiento Correcto es un campo crucial dentro del estudio del razonamiento y
la argumentación, particularmente relevante en el ámbito jurídico donde se enfrentan desafíos
como las antinomias y las lagunas jurídicas. Esta teoría busca proporcionar un marco
metodológico sólido para la validación de argumentos en situaciones donde existen conflictos
normativos o vacíos legales. Este tipo de razonamiento cumple con ciertos criterios que
aseguran la validez, coherencia, legalidad y justicia en las decisiones judiciales. Estos criterios se
basan en principios jurídicos fundamentales, la correcta aplicación de la ley, el respeto por los
derechos y garantías de las personas involucradas en un proceso.

II. ARGUMENTACIÓN JURÍDICA

Es un caso especial del discurso práctico racional que se basa en la capacidad de presentar
argumentos racionales de manera adecuada en cuestiones prácticas (Ticona P., 2017). La teoría
del razonamiento correcto ofrece herramientas para evaluar la solidez, lógica y validez de estos
argumentos. Además, nos enseña a construir las razones que pueden respaldar una decisión con
relevancia jurídica. Cabe destacar que no permite una actuación mecánica en el proceso, sino
que requiere considerar la metodología y el análisis.

III. INTERPRETACIÓN DE LEYES

Como señala (García C., 2005), la interpretación de las leyes requiere un razonamiento claro y
consistente para determinar el significado y alcance de los textos legales. Al analizar
disposiciones legales ambiguas o contradictorias, los jueces y juristas peruanos recurren a
principios lógicos y criterios de interpretación para llegar a conclusiones fundamentadas. Estos
son:

1. Consistencia: Las premisas y las conclusiones deben ser coherentes entre sí.
2. Validez: La estructura de la interpretación, como de la argumentación, debe ser tal que, si
las premisas son verdaderas, la conclusión también lo sea.
3. Suficiencia: Las premisas deben proporcionar suficiente apoyo para la conclusión.
4. Claridad: Las premisas como las conclusiones deben ser claras y precisas.

IV. EL RAZONAMIENTO JURIDICO COMO PRÁCTICA GENERAL

 El razonamiento judicial: El Juez frente a las diversas situaciones en las que debe
dar una óptima solución, tendrá que aplicar su razonamiento basado en la lógica y
coherencia de sus ideas interpretativas de la ley, donde entre las posibles premisas
o consecuencias jurídicas que se deriven de ella, deberá elegir la que considere más
razonable y justa para ese determinado caso.

Su naturaleza es práctica y prudente, lo que hace que la aplicación de normas o


leyes de manera estrictamente mecánica o axiomática resulte claramente
inadecuada. Se entiende que cuando las premisas que sustentan las resoluciones
judiciales se tratan como meras proposiciones normativas, aunque se pueda llegar a
una conclusión específica que justifique la decisión, también se estaría
desestimando el sentido racional del derecho, donde la interpretación y la
argumentación son esenciales (Ferrajoli, 1994).

 El razonamiento analógico: Este método se fundamenta en la premisa de que tanto


el conocimiento como la interpretación de la ley pueden avanzar mediante el
empleo de analogías. Este enfoque reconoce que, en numerosas ocasiones, la ley no
puede ser aplicada de manera automática o estrictamente lógica, sino que necesita
de comparaciones o paralelismos con casos similares ya resueltos para alcanzar
decisiones justas y coherentes.

Se puede entender como un método para descubrir o formular premisas,


empleando la deducción y la observación para identificar la relación entre
elementos relevantes que contribuyen a explicar y resolver ciertos problemas. La
analogía consiste en comparar casos, utilizando un punto de referencia común. Este
proceso incorpora aspectos inductivos y abductivos, ya que se compara algo bien
conocido con algo menos conocido o cuestionado, asignando a este último las
características indiscutibles del primero (Salguero, 2003).

 El razonamiento a contrario sensu: Conocido también como “argumento a


contrario” o “interpretación en sentido contrario”. Esta técnica de interpretación
jurídica se utiliza para deducir una conclusión a partir de la negación de una premisa
explícita en una norma legal. Esencialmente, si la ley especifica algo de manera
concreta, se deduce que lo contrario no está permitido o no es aplicable. Este
razonamiento se basa en una interpretación estricta del texto legal, asumiendo que
si el legislador no ha expresado algo explícitamente, es porque esa era su intención
y, por lo tanto, no debe interpretarse más allá de las palabras utilizadas (García
Amado, 2001).

En ese sentido, este tipo de razonamiento parte del supuesto de que cuando una ley
o norma jurídica menciona una situación específica, implícitamente excluye otras
situaciones no mencionadas. Es decir, utiliza una lógica de exclusión, donde la
afirmación de una norma sobre un caso concreto permite deducir que, en casos no
contemplados, la consecuencia jurídica es distinta o inexistente. Por ejemplo, si la
norma dice que “sólo los mayores de 18 años pueden sufragar”, se infiere que los
menores de ese límite de edad no pueden hacerlo.

 El razonamiento a fortiori: Este tipo de razonamiento se emplea para referirse a


una forma de argumentación que extrae una consecuencia de un hecho, basándose
en la conclusión obtenida de otro hecho que presentaba una razón menor (Ferrater
M., 1984) .

La expresión “a fortiori” es una locución latina que significa “con mayor razón” o
“con más fuerza”. Se utiliza para inferir que, si una afirmación es válida en un caso
particular, entonces, es aún más válida en otro caso donde las condiciones que
justifican la afirmación son más evidentes. Por ejemplo, si una persona es
condenada por un delito de lesiones graves, con mayor razón será condenada una
persona que comete homicidio.
V. LA CORRECTA MOTIVACIÓN

Justificar una decisión, implica respaldarla mediante una argumentación convincente que
demuestre que la decisión es legal y racionalmente sustentada por los elementos que la apoyan.
La motivación sirve para diferenciar entre lo racional y lo arbitrario. Un razonamiento es
arbitrario si carece de fundamento o es incorrecto, mientras que es racional cuando se emplea
para resolver conflictos en una sociedad organizada conforme a la lógica y la razón.

La obligación de motivar como principio constitucional se originó en la Constitución Francesa de


1795 para ejercer un control democrático sobre el poder judicial y prevenir la arbitrariedad de
los jueces. Actualmente, diversas constituciones incluyen expresamente el requisito de
motivación y fundamentación, lo que obliga a los tribunales a explicar los razonamientos legales
que sustentan sus decisiones. Un ejemplo de ello es nuestro Perú, que reconoce este derecho
en el inciso 5 del artículo 139 de la Constitución Política vigente.

El objetivo de garantizar una adecuada motivación, desde una perspectiva racional y razonable,
es asegurar al justiciable que la decisión recibida, ya sea favorable o no para él, resulta de un
razonamiento correcto. Este razonamiento debe considerar los valores y principios que rigen la
vida en sociedad y que están establecidos en la Constitución, llevando así a una decisión
socialmente aceptable y objetivamente justa, reflejada en los fundamentos que respaldan la
decisión tomada (Nieto G., 1998).

En resumen, la motivación debe demostrar que está justificada legal y racionalmente,


mostrando un razonamiento lógicamente válido. Sin embargo, los defectos más comunes en el
razonamiento lógico de las motivaciones son: la falta de motivación y la motivación defectuosa.
En los casos de insuficiente motivación, se viola el principio de la razón suficiente, mientras que,
en los casos de motivación defectuosa, el razonamiento del juez infringe los principios lógicos y
las reglas de la experiencia. Para estos casos, se aplica el control de logicidad, que verifica si un
razonamiento es lógicamente correcto mediante el análisis de la construcción argumentativa de
una decisión. El test de logicidad evalúa la justificación interna (es decir, si existe coherencia y
consistencia entre las premisas y fundamentos, así como la ausencia de falacias) y la justificación
externa (esto es, que lo resuelto esté respaldado en datos, máximas de la experiencia,
conocimiento científico o hechos notorios a partir del debate contradictorio de los elementos de
prueba). Para aplicar el control de logicidad, es esencial identificar las premisas (mayor y menor)
que originan la conclusión, expresando el silogismo judicial elaborado por las instancias
judiciales y verificando que formalmente presente una estructura lógica que no vulnere el
principio de no contradicción (Espinoza, 2003).

 Principio de la razón suficiente: Establece que todo hecho debe tener una razón
suficiente que explique por qué es de esa manera y no de otra, lo cual implica que
nada sucede sin una causa o razón suficiente que lo determine, por tanto, este
principio es fundamental para garantizar la justicia y legalidad en las decisiones
judiciales, en base a las siguientes características:

- Coherencia lógica: Las decisiones judiciales deben basarse en la argumentación


lógica y coherente. El Juez debe explicar de manera clara y precisa las razones
que sustentan su fallo.
- Fundamentación jurídica: Las resoluciones deben estar sustentadas en normas
jurídicas aplicables y en la correcta interpretación de las mismas.
- Consideración de los hechos: El Juez debe demostrar que ha considerado
adecuadamente los hechos probados y cómo estos hechos se relacionan con las
normas aplicables.

El objetivo de este principio es prevenir la arbitrariedad judicial y garantizar que las


decisiones judiciales sean producto de un razonamiento adecuado y transparente.

 Principio de no contradicción: Establece que un hecho no puede ser verdadero y


falso al mismo tiempo y en el mismo sentido. En el contexto del razonamiento, se
infringe este principio cuando se afirma y se niega simultáneamente una misma
cosa o un mismo objeto. Es fundamental para asegurar la coherencia y consistencia
de las decisiones judiciales y de la interpretación de las normas legales aplicables,
basándose en las siguientes características:

- Razonamiento coherente: Las decisiones judiciales deben basarse en un


razonamiento adecuado que no contenga contradicciones, pues, una resolución
que posea afirmaciones contradictorias socava su propia validez y seguridad en
el sistema jurídico.
- Interpretación uniforme: Las interpretaciones de las normas legales deben ser
consistentes de tal manera que sea crucial para garantizar la estabilidad del
ordenamiento jurídico. La doctrina y la jurisprudencia juegan un papel crucial en
este proceso, proporcionando orientación y precedentes que ayudan a
mantener la uniformidad interpretativa.

 Justifica interna: Este tipo de justificación comienza con las premisas, que en una
decisión judicial son la premisa normativa y la premisa fáctica. La premisa normativa
debe contener un supuesto normativo, una consecuencia jurídica y ser válida según
el ordenamiento judicial. La premisa fáctica, es una afirmación sobre lo que ocurrió
en los hechos. De esta manera, la justificación interna se refiere a un procedimiento
deductivo que inicia con la premisa mayor y una premisa menor y culmina en una
conclusión. Esto significa que la premisa mayor corresponde a una norma jurídica, la
premisa menor a los hechos y la conclusión a la sentencia judicial. Desde el punto de
vista de la justificación interna, la sentencia estará racionalmente argumentada si
existe una coherencia lógica entre las premisas y la decisión. Por lo tanto, si esta
relación se presenta de manera adecuada, la argumentación será sólida y racional;
de lo contrario, perderá consistencia.

 Justifica externa: Se refiere a la explicación y fundamentación de una decisión


judicial, considerando aspectos que trascienden el ámbito puramente legal. Esto
incluye factores sociales, políticos y éticos que pueden influir en la aceptación y
legitimidad de la decisión por parte de la sociedad en general. En otras palabras, la
justificación externa busca demostrar que la resolución judicial es justa, equitativa y
razonable, no solo desde una perspectiva legal, sino también desde un enfoque más
amplio y socialmente aceptable.

CONCLUSIONES

 La teoría del razonamiento correcto debe centrarse en la lógica y la coherencia de los


argumentos a la hora en que los jueces interpretan y aplican una norma, ley o principio
para resolver un conflicto, dado que, esta teoría enfatiza que el razonamiento debe
seguir métodos lógicos, como argumentos racionales que aseguren la validez y solidez
de las decisiones judiciales.
 Como se ha desarrollado en el presente informe, existen diferentes tipos de
razonamiento donde cada uno de ellos cumple una finalidad para arribar a una mejor
solución de un conflicto.
 La aplicación de la teoría del razonamiento correcto fomenta el desarrollo del
pensamiento crítico y analítico. Al enseñar a identificar y evaluar argumentos de manera
objetiva y fundamentada, esta teoría ayuda a los individuos a tomar decisiones más
informadas y a evitar errores lógicos en su razonamiento.
 Asimismo, al comprender los alcances de la teoría del razonamiento correcto, los
profesionales pueden mejorar su capacidad para construir argumentos persuasivos y
convincentes. Esto es especialmente relevante en el ámbito legal, donde la habilidad
para presentar argumentos sólidos puede influir en el resultado de un caso judicial.
 La interpretación como la argumentación juegan un papel fundamental, dado que sirven
como base para transmitir el razonamiento de manera adecuada durante el proceso.
 El deber de motivar las resoluciones judiciales es una garantía constitucional para todas
las personas, con el objetivo de eliminar cualquier indicio de arbitrariedad por parte del
juez en cualquier tipo de procesos. Es fundamental no solo que los conflictos sean
resueltos, sino también que se perciba que han sido resueltos de manera racional,
razonable y justa.
 La justificación interna de las decisiones judiciales asegura que las resoluciones sean
coherentes, lógicas y correctamente fundamentadas en derecho.
 En tanto, la justificación externa, garantiza que las resoluciones sean percibidas como
justas y razonables por la sociedad y que a su vez se alineen con los valores y principios
fundamentales.
 Los jueces están en la necesidad constante de investigar nuevas corrientes
argumentativas a fin de resolver las antinomias o vacíos legales que se presenten en un
determinado proceso, en razón de poder administrar justicia con paz social.

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