Que Es La Frecuencia Cardiaca
Que Es La Frecuencia Cardiaca
Que Es La Frecuencia Cardiaca
Al nacer, la frecuencia cardiaca es más elevada por las necesidades del bebé. Con el
crecimiento, la frecuencia cardiaca va disminuyendo hasta alcanzar las cifras normales de
un adulto. Según los expertos, oscila entre 50 y 100 latidos por minuto en reposo en las
personas adultas.
Además, hay varias circunstancias que pueden elevar la frecuencia cardiaca. Sin embargo,
algunas de ellas no suponen un síntoma de alarma.
Podemos superar los 100 latidos por minuto cuando estamos haciendo ejerciendo o
cuando estamos nerviosos, al igual que si se padece anemia o alguna patología tiroidea,
situaciones en las que superar las 100 pulsaciones por minutos se considera normal. Sin
embargo, si no se da ninguna de estas circunstancias y la frecuencia cardiaca es superior
a 100, conviene acudir al especialista para que, a través de un electrocardiograma, pueda
decirnos cuál es exactamente nuestra frecuencia cardiaca y si hay alguna alteración en el
ritmo del corazón o proceder al estudio de otras causas, entre ellas si se padece anemia o
alguna patología tiroidea, o la ingestión de sustancias estimulantes (cafeína, teína) u otros
tóxicos.
CÓMO MEDIRLA
Como la frecuencia cardiaca varía con la actividad, siempre debemos medirla sentados, en
reposo y en un ambiente templado. También se recomienda no haber consumido cafeína o
excitantes en las horas previas a la medición.
Para mantener una buena frecuencia cardiaca basal, el consejo de los expertos es realizar
ejercicio físico regular, ya que la actividad física regular es esencial para tener un buen
estado físico y cardiovascular, mantener un peso saludable y mejorar los factores de riesgo
cardiovascular. A través de la actividad física se regulará la actividad del sistema simpático
del organismo y se reducirá progresivamente la frecuencia de pulsaciones, lo que a largo
plazo beneficiará al corazón.
Una frecuencia cardíaca en reposo normal para los adultos oscila entre 60 y 100 latidos
por minuto.
Generalmente, una frecuencia cardíaca más baja en reposo implica una función cardíaca
más eficiente y un mejor estado físico cardiovascular. Por ejemplo, un atleta bien
entrenado puede tener una frecuencia cardíaca en reposo normal cercana a 40 latidos por
minuto.
Para medirte la frecuencia cardíaca, simplemente mídete el pulso. Colócate el dedo índice
y mayor en el cuello al lado de la tráquea. Para tomarte el pulso en la muñeca, coloca dos
dedos entre el hueso y el tendón sobre la arteria radial, que se encuentra en el lado del
pulgar de la muñeca.
Cuando sientas el pulso, cuenta el número de latidos en 15 segundos. Multiplica ese
número por cuatro para calcular tus latidos por minuto.
Cuando se le preguntó por qué una persona más alta podría estar en mayor riesgo de
ciertas enfermedades, el Dr. Raghavan explicó que no era sorprendente ver procesos
fundamentales como el crecimiento y el metabolismo, que están relacionados con la
estatura, y conectados a muchos aspectos de la salud.
“En algunos casos, las relaciones que observamos pueden estar vinculadas con procesos
biológicos compartidos entre crecimiento/estatura y fisiología”, añadió. “En otros casos, la
relación/mecanismo se debe a los efectos físicos de estatura alta en lugar de a un proceso
biológico”.
El Dr. Raghavan dijo que la correlación entre la estatura y los trastornos circulatorios
venosos crónicos de las extremidades inferiores podría estar relacionada con la distancia
física y la dinámica de presión diferente en el sistema circulatorio venoso que afecta a las
personas más altas.
“La relación de neuropatía periférica puede ser algo físico relacionado con la longitud de
los nervios periféricos en las personas más altas y la posibilidad de lesión/pérdida, pero
esto es solo especulación. Las relaciones de las infecciones son aún más difíciles de
explicar porque también están relacionadas con otras afecciones que determinamos que
se relacionan con la estatura, neuropatía e insuficiencia venosa crónica. Es de esperar que
los trabajos futuros aclaren los mecanismos subyacentes a estas relaciones”.
Causas comunes
gripes
catarro
infecciones respiratorias
infecciones bacterianas o virales
estreñimiento
un malestar estomacal
problemas digestivos
reflujo ácido
intoxicación alimentaria
alergias
intolerancia a ciertos alimentos
un virus estomacal o gastroenteritis
embarazo
desequilibrio hormonal
estrés
efectos secundarios de medicamentos
uso de alcohol o drogas
Las personas con dolor en la boca, como herpes labial, también pueden experimentar
pérdida de apetito si les resulta difícil comer.
Afecciones médicas
Las enfermedades prolongadas pueden causar pérdida de apetito por una variedad de
razones que varían en función de la causa. La pérdida de apetito puede estar relacionada
con una disminución del funcionamiento del sistema inmunitario, una sensación general de
malestar y molestias estomacales.
Causas psicológicas
Los factores psicológicos y las enfermedades de salud mental pueden tener un impacto
significativo en el apetito de una persona. Estos pueden incluir:
depresión
ansiedad
ataques de pánico
estrés
tristeza
desórdenes
Tratamiento
A las personas les puede resultar más fácil comer varias comidas pequeñas al día en lugar
de tres más grandes.
Intenta hacer que estas comidas sean altas en calorías y proteínas para asegurarte de que
el cuerpo reciba suficientes nutrientes y energía. También te podría resultar más fácil
ingerir comidas líquidas, como batidos y bebidas proteicas.
Agregar hierbas, especias u otros condimentos en las comidas también puede ayudar a
que comas con mayor facilidad. Comer en un entorno relajado o social puede hacer que
comer sea más agradable.
Diagnóstico
Un médico observará todos los síntomas que experimentas y los utilizará para determinar
la posible causa de la pérdida de apetito.
Un médico también puede realizar pruebas para ayudarle a determinar la causa. Algunas
pruebas incluyen:
análisis de sangre
radiografías
una endoscopia, en la que una cámara permite a los médicos mirar dentro del
cuerpo
PULSO PERIFÉRICO
Localizar la arteria mediante palpación suave sobre un plano duro (óseo), con los
dedos índice, corazón y anular de la mano dominante:
o Radial: es el pulso periférico más habitual, sobre la muñeca del paciente
encima del hueso radio, sobre la arteria radial en la zona media de la cara
interna de la muñeca, ejerciendo una presión suave. Evitar colocar dedo
pulgar pues tiene latido propio (percibiríamos nuestras propias
pulsaciones).
o Temporal: sobre hueso temporal en la región externa de la frente, en un
trayecto que va desde la ceja hasta el cuero cabelludo. Muy usada en
pediatría.
o Carotídeo: en la parte lateral del cuello, entre la tráquea y el musculo
esternocleidomastoideo. No ejercer una presión excesiva porque produce
bajada de frecuencia cardiaca e hipotensión. Nunca debe palparse
simultáneamente en ambos lados o muy profundamente, para evitar la
disminución del flujo sanguíneo cerebral, bradicardias
hemodinámicamente muy significativas y aún más, paro cardiaco. Es el
pulso que más fielmente refleja las funciones cardiacas.
o Humeral o braquial: en la cara interna del musculo bíceps o en la zona
media del espacio antecubital con el antebrazo del paciente ligeramente
flexionado sobre el brazo.
o Cubital: en la superficie palmar de la articulación de la muñeca, por arriba
y por fuera del hueso pisiforme, utilizado en algunas situaciones clínicas
(catéter en la arteria radial para monitorizar la presión sanguínea).
o Femoral: en la arteria femoral debajo del ligamento inguinal (normalmente
pulso lleno y fuerte).
o Poplíteo: en la arteria poplítea detrás de la rodilla en la fosa
o poplítea, flexionando la pierna sobre el muslo.
o Tibial posterior: en la arteria tibial por detrás del maléolo interno.
o Pedio: palpando la arteria dorsal del pie sobre los huesos de la parte alta
del dorso del pie. Muy usado en cateterismo.
Presionar ligeramente con las yemas de los dedos hasta encontrar el latido arterial.
Percibir durante unos instantes los latidos, y seguidamente contar la frecuencia de
los latidos durante 60 segundos, valorando la intensidad de los mismos y la
regularidad del ritmo:
o Valorar el ritmo, observando si la pauta de intervalos es regular o no.
o Valorar la intensidad. Si el latido es potente se palpa lleno, si es débil, la
fuerza de llenado desaparece cuando se presiona ligeramente la arteria.
o Comparar el ritmo e intensidad del latido con el de la arteria contralateral.
o Si presenta arritmias, realizar toma apical.
Higiene de manos.
PULSO APICAL
CONSIDERACIONES ESPECIALES
REGISTRO