Karl Marx

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MARX: ECONOMÍA E IDEOLOGÍA

Karl Marx, filósofo y economista del siglo XIX, propone una distinción entre la
infraestructura y la superestructura. Esto lo hace mediante la teoría del materialismo
histórico, que defiende que no es la conciencia de los hombres la que provoca su forma
de actuar, sino que son sus relaciones de producción (condiciones materiales de vida)
las que determinan su conciencia y pensamiento, y esto pasa en cualquier época y
situación histórica. Para poner un ejemplo, Marx dice que cuando los hombres
comenzaron a trabajar juntos, algunos hombres se impusieron y, violentamente,
esclavizaron a otros, estableciendo un régimen económico. Esas bases económicas
serían la infraestructura de la sociedad. Pero es ahí cuando surgen las superestructuras,
las ideas, creencias e instituciones que nacen de esas bases económicas, nacen de esa
estructura. Así, dice, si se modifica la estructura económica (infraestructura) de una
sociedad, también se modificará la superestructura ideológica; es decir, que la
superestructura depende directamente de la infraestructura. Marx lanza esta tesis contra
Hegel, quien dice que la historia se mueve conforme a un principio ideal.

En el momento en el que se establece un régimen económico, únicamente hay


relaciones de producción, sin ideologías, creencias o sistemas políticos; pero es en ese
momento cuando surge lo que Marx denomina “superestructura ideológica”, es decir,
una religión e ideología moral que justifique (usando unos dioses) la situación, unas
leyes, y un sistema político que garantice mantener su predominio, un arma de los más
poderosos. De esta manera, se aprovecha una ideología para poder justificar la
situación, generalmente de imposición, del momento, y siendo, como ya vimos antes,
directamente dependiente la superestructura ideológica de la infraestructura económica,
surgiendo la primera tras la segunda, y determinando la infraestructura la forma en que
se desarrolla la superestructura.

Marx toca otros temas, como su visión de la ideología como falsa conciencia que
desfigura la realidad. Karl denomina “falsa conciencia” al pensamiento de las personas
que no es actúa de acuerdo con sus condiciones materiales de existencia. Antes vimos
que es el ser social el que determina la conciencia, y no al revés. Por ello, la forma de
vida del proletariado genera una conciencia proletaria, y lo mismo con las otras clases
sociales. Por tanto, las ideas propias de ciertas clases sociales, pertenecen a esas clases
sociales, y no a otras. Cuando un individuo tiene ideas que no debería tener teniendo en
cuenta su clase social, carece de conciencia de clase. Marx explica este fenómeno como
un producto de la alienación, declarando que la actividad social alienada genera
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conciencia alienada. Es decir, la falsa conciencia de los obreros podría explicarse
entonces por su existencia como clase dominada y explotada, lo que le genera al
trabajador alienado, por otro lado, doble explotación, física y mental, mientras que el
trabajador con conciencia de clase (en quien los comunistas ponen su esperanza) sabe
quiénes son los culpables de su situación, reconoce a los explotadores y, por tanto,
puede luchar contra ellos.

Por otro lado, Karl también habla de la alienación en otros momentos. Sus primeras
obras tienen gran relevancia filosófica, y es cuando Marx dice que el hombre es
fundamentalmente social y solamente puede realizarse y ser feliz en sociedad. Estas
relaciones, dice, se establecen fundamentalmente a través del trabajo del hombre,
encontrando ahí su verdadera esencia. Para este filósofo, el trabajo es la transformación
conjunta de la naturaleza. Esto es, que el hombre solamente puede realizarse
transformando la naturaleza mediante su trabajo, introduciéndola en su esencia
humanizándola. El problema, dice, es que en la sociedad capitalista y burguesa, los
medios de producción son propiedad privada de unos pocos, y el resto no tiene más
remedio que vender su trabajo a cambio de un salario que le permita vivir, por lo que el
hombre es una mercancía que vive como animal de carga. La alienación del trabajo
consiste en que el trabajo es externo al obrero, por lo que no le realiza ni le hace feliz.
De esta manera, el trabajador trabaja por un sueldo que le permite subsistir, pero le hace
vivir como un animal. Por tanto, el hombre se siente libre únicamente en sus funciones
animales básicas (comer, beber, procrear…), pero se siente animal en sus funciones
humanas, es decir, trabajando. En esta sociedad capitalista, el trabajador no puede
realizarse trabajando, no disfruta transformando la naturaleza y se mutila a diario por la
excesiva división del trabajo, que le acaba convirtiendo en una máquina. El objeto que
produce trabajando ya no contiene su esencia, el obrero es desposeído de su trabajo. De
esta manera, además, los trabajadores tienen una percepción distorsionada sobre su
situación en la sociedad capitalista. Se les obliga a hacer una serie de cosas a cambio de
dinero, y se les hace creer en el sistema capitalista para poder sobrevivir. Algunos,
internalizan esa ideología en lugar de ver su realidad de explotados y reconocer a los
explotadores, para poder luchar contra ellos. Esto es la falsa conciencia de la que
hablamos previamente.
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Pero esta alienación del trabajador no se da únicamente en el mundo laboral, de hecho,
dice Marx, los capitalistas profundizan en la opresión por medio de diferentes tipos de
alienación:

- Jurídico-política. Debido a la vigencia de la propiedad privada, continúan las


desigualdades sociales y luchas económicas. Sólo los ricos son libres, y los pobres
están destinados a la dominación, desposeídos de la libertad. Esto es, por un lado,
la alienación económica (infraestructural), que arrebata la conexión del trabajador
con su trabajo, la esencia en su obra, y por otro lado, la alienación social
(supraestructural) que nace de esta, y que divide a las clases sociales bajo el
sistema capitalista, generando esas desigualdades mencionadas. Además, es, como
el propio nombre indica, política (supraestructural), por subyugar a los pobres y
ponerlos al servicio de las clases altas.
- Filosófica y religiosa (supraestructurales). Ambas tratan de amparar los intereses
de la clase dominante, y son utilizadas para garantizar la permanencia de las
clases dominantes en el poder.

Es fundamental entender la alienación en todas sus formas para poder entender la


dinámica de la sociedad capitalista.

En contraste con esa sociedad capitalista, Marx propone el modelo comunista. El


comunismo nace de los obreros, del proletariado. Cada vez fábricas mayores, y cada vez
más obreros necesarios. En toda la historia, los opresores, para desarrollarse a sí
mismos, crean y alimentan sin querer una clase que acabará con ellos un día. Estos
proletarios desposeídos son cada vez mayores, y acabarían levantándose en armas y
destruyendo el capitalismo, instaurando un régimen económico distinto, el comunismo,
que según él sería el fin de la prehistoria humana, superando todo antagonismo social,
eliminando las clases sociales y la propiedad privada de los más poderosos (el Estado,
los poderosos, los religiosos). De esta manera, el comunismo eliminaría la propiedad
privada, el Estado, las clases sociales y la religión oficial, aboliendo así los injustos
privilegios y la represión

Marx proporciona una perspectiva nueva, diferente a las ya existentes, especialmente en


cuanto a economía y política se refiere. Las ideas de Marx son esenciales también
actualmente, influyendo en una gran cantidad de gente.

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