Diaspora Venezolana
Diaspora Venezolana
Diaspora Venezolana
Conceptualización de Familia.
Las ENCOVI 2017, 2018 y 2019 reflejan que la mitad de los emigrantes recientes
son jóvenes de 15 a 29 años que han interrumpido su trayectoria educativa o se
han graduado, en ambos casos buscan afuera la oportunidad que no encuentran
en Venezuela.
El flujo migratorio muestra que, 19% de los hogares reportan que al menos uno de
sus integrantes emigró a otro país en el período 2014 -2019
”Según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR) y la OIM, la cifra de venezolanos que han emigrado de su país se ubica
en 3, 4 millones (Naciones Unidas, 2019), lo cual representa el 12.4% de la
población total venezolana, estiman que la cifra para finales de 2019 de
venezolanos en el extranjero este alrededor de 5 millones de personas (Naciones
Unidas, 2019) untitled image
Los cambios que la migración produce en la estructura y dinámica familiar, deja de
ser un supuesto al ser documentado por investigaciones ejecutadas por
organismos internacionales y nacionales, en relación a los estudios locales el
Servicio Jesuita para Refugiados-Venezuela ha realizado investigaciones
especificas sobre el flujo migratorio por la frontera Táchira-Colombia, a
continuación se mencionan de manera puntual resultados vinculados con la
reconfiguración familiar:, Sexo y edad: De los 12.957 emigrantes, la mayor
proporción son hombres, 53,8% hombres, 46,2% mujeres, con edades distribuidas
así, de 18 a 19 años, 53,8 %, de 20 a 39 años 27,3%, las otras categorías van de
40 años a 60 años y más. Las personas que viajan solas dejan en Venezuela,
83,2% padres, 66,2% hermanos, 47,1% hijos, 28,1% esposa(o) pareja, 25,3%
otros.
La salud y el bienestar del migrante guarda relación con la actitud que asuma ante
la novedad, en la persona estresada, mal humorada y centrada en pensamientos
catastróficos, pronto el sistema inmunológico se afectara y es posible que
somatice y evidencie alguna enfermedad.
“Esto está generando que Venezuela, que hasta hace algunos años era un sitio en
donde personas con problemas de seguridad o afectadas por el conflicto en
Colombia, iban a buscar refugio, hoy es lo contrario. Por una parte hay muchos
colombianos que se han visto obligados a volver a Colombia, y a eso se suma que
es cada vez mayor el número de venezolanos que están saliendo hacia muy
distintas partes. He podido constatar que en todos los países están llegando
venezolanos: en Chile, en Perú, Ecuador, Panamá, México y Antillas, República
Dominicana, en Miami, EE.UU., España. Se estima que pueden ser cinco o seis
millones los venezolanos que han salido”.
“Tenemos oficinas en todas las fronteras y cada vez más recibimos personas y
familias venezolanas, que vienen por temas de salud. Hay mujeres gestantes que
vienen a tener los hijos a Colombia, porque no tienen servicio en Venezuela. Hay
personas con diabetes, con tensión alta y distintas enfermedades, que buscan las
medicinas que no pueden conseguir allá. Esto se ha dado tanto en las fronteras de
Colombia como en la frontera con Brasil. Y hay análisis e información de que los
servicios de salud están desbordados. El más importante hospital en la frontera
informaba a final del 2016 que el déficit que les había provocado la atención a
venezolanos era cercano a un millón de dólares. Cada vez llegan más
venezolanos que, en muchos casos, buscan acceder al estatus de refugiado el
cual, en el caso del gobierno colombiano, no lo está concediendo”.
“Se están dando deportaciones de los venezolanos que están ilegalmente. Ellos
pueden pasar las fronteras sin mucho control y se supone que tienen permiso para
permanecer un mes en las zonas fronterizas. Pero muchos permanecen ahí o
tratan de moverse hacia otras partes del país. Otros regresan, van y vienen. Es
una situación que estamos enfrentando con las instituciones de la Iglesia, por
ejemplo con los Centros para atención a los migrantes de los padres
Scalabrinianos, con el Servicio Jesuita a Refugiados, con la pastoral social de la
diócesis: se trata de prestar apoyo a las personas que están llegando en
situaciones difíciles”.
En ese sentido ¿cuáles son las necesidades que tienen las instituciones que están
atendiendo a las familias desplazadas?
“Obviamente de parte de la gente hay personas que vienen sin nada, porque al
cambiar lo que traen en bolívares, eso no representa mayor cosa en pesos
colombianos o dólares. Es la situación más exigente que estamos enfrentando”.
¿Cuál es el primer riesgo que corren las personas que llegan? ¿Llegan niños
solos?
“No llegan muchos niños solos, aunque eso sí se constata en Centro América. A
Colombia llegan con sus familias. Hubo problemas con menores, a finales de 2015
y parte de 2016, porque se dividieron familias, deportaciones de parte del gobierno
venezolano, es decir hijos venezolanos que quedaron en el país, y padres que
fueron deportados a Colombia. Hubo un gran esfuerzo y trabajo para la
reunificación de las familias”.
“El problema que se presenta es que la situación económica es muy difícil, y los
niños y niñas están resintiendo mucho eso porque los padres no tienen para
darles una adecuada alimentación, ni posibilidad de acceso a escuela. En algunos
momentos se ha permitido que asistieran a algunas escuelas colombianas, pero
para pasar de un año a otro les exigen tener regularizados sus papeles. Este es
uno de los problemas serios que hay en la población infantil y juvenil que está
migrando junto con sus padres”.
La escasez de alimentos y oportunidades, así como el colapso total del sistema
sanitario, como luego veremos, aparecen entre las primeras causas del éxodo. El
crimen, la violencia, la inseguridad y el miedo subyacen como ejes trasversales de
la huida. La crisis humanitaria venezolana contiene muchos matices.
La salida de más de cinco millones de venezolanos ha tenido innegables
repercusiones económicas. Para la propia Venezuela ha sido una sangría de
capital humano. Cientos de miles de empresas se han visto abocadas al cierre, al
tiempo que Venezuela decía adiós a profesionales con un nivel de formación muy
elevado
Al menos 930.000 niños han quedado al cuidado de sus hermanos, tíos o abuelos
en Venezuela porque sus padres decidieron emigrar con la esperanza de
encontrar una vida major, según un estudio de la organización para la defensa de
los derechos infantiles CECODAP.
Esta situación supone un reto para quienes se quedan al cargo de los menores,
que deben adaptar sus vidas a una situación que, en algunos casos, pensaban
que ya había quedado atrás.
"Es difícil porque ya yo no tengo esa misma paciencia. Ahora los tengo a ellos.
Tengo que estar pendiente de que ellos coman, hagan las tareas", comentó a la
Voz de América Juana Vera, quien está a cargo de sus nietos de 12 y 13 años.
La hija de Juana y madre de estos dos pequeños se fue a Colombia a buscar
trabajo, puesto que su salario en Venezuela no le alcanzaba para alimentarles.
Juana relata que cada vez es más frecuente encontrarse con historias similares a
la de su familia ya que “hay muchas abuelas y tías” que están a cargo de sus
nietos y sobrinos porque los progenitores ya “no están en el país”.
Una decisión difícil
Desde la CECODAP apuntan que la mitad de los padres migrantes aporta entre 10
y 50 dólares mensuales a quienes se quedan a cargo de sus hijos.
"Estos papás se van porque no encuentran la posibilidad para proveer para sus
hijos acá. Entonces asumen una difícil decisión que es dejarle los niños a un
tercero para mantenerle. Sin embargo, el gran dilema es que lo que logran enviar
como remesa tampoco es considerable", explicó a VOA el psicólogo infantil, Abel
Saraiba, quien es además el coordinador de la CECODAP.
Saraiba detalla que, según cálculos de la organización, uno de cada cinco
migrantes “deja un niño atrás”, lo que arroja un resultado total estimado –“siendo
extremadamente conservadores”- de 930.000 menores que se han quedado en
Venezuela al cargo de familiares.
El coordinador alerta de que en esta situación hay aspectos legales que quedan
en el limbo: "Implica que el cuidador tiene que ir a inscribirlo a la escuela y no tiene
cómo hacerlo. Si tiene niños que reciben tratamiento médico y necesita
autorización, no puede dársela".
Por último, Saraiba recalca, además, que si los padres logran "establecerse" en su
nuevo destino es posible que no puedan recuperar fácilmente a sus hijos puesto
que generalmente los familiares "no tienen la facultad para dar un permiso de
viaje".
El estado venezolano creó, hace 19 años, la ley orgánica de protección del niño y
adolescente en la que se crean tribunales y consejos especiales para atender
vulneraciones a los derechos de los menores de 18 años
Bibliografía