Las 5 Características Del Arte de La Edad Moderna - Editado

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Las 5 características del arte de la Edad Moderna

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Sonia Ruz Comas 19 de julio de 2023

La Edad Moderna comprende nada menos que tres siglos; a pesar de que, como
siempre, limitar periodos es peligroso (porque nos arriesgamos a caer en absolutismos
históricos), sí que es cierto que, en esta época, surgieron una serie de cambios que
caracterizaron el paso del ser humano medieval al ser humano moderno.

En este artículo vamos a detenernos en el arte de la Edad Moderna más que en los
aspectos históricos, aunque, obviamente, todo está relacionado. No se puede
comprender la expresión artística sin el contexto histórico; por ello, examinaremos
primero qué sucedió en el cambio de la Edad Media a la Edad Moderna y,
posteriormente, nos centraremos en las 5 características esenciales del arte del periodo.

El contexto cultural y artístico en la Edad Moderna


Lo que se conoce como Quattrocento, es decir, el siglo XV italiano, es fundamental
para comprender los cambios que se produjeron en el arte. La Italia de aquel siglo
estaba formada por un mosaico de pequeños estados, a cuyo frente estaban personajes
procedentes de la burguesía urbana. Estos personajes van a proteger las artes y
transformarán la visión teocéntrica de la época medieval en un humanismo que será
promovido por las academias filosóficas, protegidas por estos mismos mecenas.

En el ámbito artístico, se produce también un punto de inflexión con la aparición del


tratado del arquitecto romano Vitruvio (siglo I a.C.) A partir de su texto, muy estudiado en
la época, León Battista Alberti (1404-1472) crea sus tres tratados sobre arquitectura,

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escultura y pintura. Con ello, el tratadista da un paso importante hacia la
intelectualización de estas disciplinas, que pasan de ser artes mecánicas
(características del periodo medieval) a artes intelectuales de hombres libres.

Por otro lado, Filippo Brunelleschi (1377-1446), tras estudiar en Roma las antigüedades
clásicas (entre ellas, el Panteón de Agripa), diseña la cúpula del Duomo de Florencia,
que, aunque todavía tiene un planteamiento muy vinculado a la arquitectura medieval,
supone un avance técnico que lo entronca con la nueva visión del mundo.

Pero el artista irá más allá, y consolidará definitivamente una de las características
principales del arte de la Edad Moderna: hablamos, por supuesto, de la codificación de la
perspectiva matemática, elaborada con un punto de fuga, que conlleva la creación de un
espacio tridimensional que revolucionará el mundo de la pintura hasta la llegada de las
primeras voces disidentes de la academia oficial, en el siglo XIX. Esta perspectiva será
aplicada por primera vez en la Capilla Brancacci de la Iglesia del Carmine de Florencia
por Tommaso Masaccio (1401-1428).

De Florencia a Europa
La familia Medici, desde la época de Cosme el Viejo y, sobre todo, con Lorenzo el
Magnífico (1449-1492), favorecerá la creación artística y las numerosas innovaciones
producidas en este ámbito. Así, los Medici harán de Florencia el centro y modelo cultural
más importante del momento, que pronto será imitado por el resto de las ciudades
italianas y, finalmente, acabará extendiéndose al resto de Europa.

A imitación de la familia florentina, en otros estados italianos los dirigentes emularán el


mecenazgo de los Medici: los Sforza en Milán, Federico de Montefeltro en Urbino, los
Gonzaga en Mantua, Segismundo Malatesta en Rímini, y así con un largo etcétera. Por
otro lado, el comercio activo que existía entre los estados italianos y el territorio flamenco
hace que se produzcan intercambios artísticos entre las innovaciones que se realizan en
Centroeuropa, más vinculadas a la observación naturalista de la realidad, y las italianas,
mucho más intelectualizadas.

Además, el interés de Italia por el mundo clásico (no sólo en las artes, sino también en la
filosofía) deriva en un cambio cultural que, desde la península, irradiará hacia todo el
continente durante los siglos de la Edad Moderna.

Uno de los grandes inventos de la historia (que influyó poderosamente en la sociedad, la


cultura y las artes de la Edad Moderna) es la imprenta, pues su uso permitió que las
ideas alcanzaran a un mayor número de personas. Gracias a ello, la cultura del
humanismo consigue expandirse en poco tiempo por toda Europa.

En el ámbito artístico hay que destacar también, en el marco de esta revolución


intelectual, la utilización de las estampas, que servían para ilustrar los libros impresos. La
importancia de estas estampas en el desarrollo del arte es crucial, pues no sólo difundían
los contenidos intelectuales, sino también las formas artísticas. En un primer momento, la
técnica que se empleó fue la entalladura (actualmente conocida como xilografía).

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Posteriormente, el empleo de grabados sobre planchas de cobre realizadas con
buril hizo que la ilustración de los libros fuera más ágil y, por tanto, que la expansión
fuera más rápida.

Desde el punto de vista religioso, la imprenta fue fundamental, porque permitió expandir
las ideas del monje Martín Lutero (1483-1546). La Reforma protestante tuvo un gran
éxito, especialmente en el centro de Europa, lo que provocó una reacción por parte de
las monarquías, que se mantuvieron firmes en la defensa del catolicismo. Es importante
este hecho, ya que, como veremos en el siguiente punto, el arte del siglo XVI y XVII de
las áreas católicas estará profundamente marcado por la reacción antiluterana, conocida
como Contrarreforma.

El arte como vehículo de la Contrarreforma


La visión anicónica de los luteranos hace que se produzcan levantamientos iconoclastas
en los países que abrazan el cambio y que se produzca un cambio conceptual en el
espacio sagrado de estos lugares. Por otro lado, la Iglesia católica reacciona a la
expansión del protestantismo a través de la Contrarreforma, materializada en el
Concilio de Trento (1545-1563).

La sesión XXV de este sínodo se dedicó en exclusiva al modo en que el arte debía tratar
los asuntos religiosos. Esto produce una importante transformación artística, que se
inicia en el Manierismo (finales del siglo XVI) y que tiene su culmen en el Barroco,
durante los siglos XVII y XVIII.

¿En qué consistió el nuevo arte de la Contrarreforma católica? Conceptualmente, se


pasa de un arte narrativo, que incidía en las historias (muchas veces inverosímiles) de
los santos, a una representación de la imagen de la figura sagrada con sus
atributos como modelo de santidad. Estas pinturas y esculturas de bulto redondo
plasman una actitud declamatoria en los personajes representados, puesto que si algo
caracteriza al arte Barroco es, precisamente, su teatralidad.

Además, la Contrarreforma se mantiene firme en la importancia de los sacramentos,


especialmente en el de la Eucaristía, que en el arte se refleja en la exaltación de los
sagrarios, las custodias y todos los elementos relacionados con el culto a la Sagrada
Forma. Por otro lado, la festividad del Corpus Christi, con todos los elementos artísticos
que conlleva, adquiere durante el Barroco una importancia sin precedentes.

Las 5 características esenciales del arte de la Edad Moderna


En el siglo XVI surgen una serie de artistas que beben del cambio producido en el siglo
anterior. Por un lado, existe una generación que comienza a trabajar en el siglo XV (en la
que se encuentran artistas como Leonardo, Botticelli, Perugino o Piero della Francesca,
entre otros), y, posteriormente, nos encontramos ya con los grandes artistas del
Cinquecento, como Miguel Ángel, Tiziano, Rafael, Tintoretto o Il Veronese, entre otros.

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De estos artistas, la escuela veneciana se va a caracterizar por una composición basada
en el color, mientras que los pertenecientes a la escuela florentina y romana otorgarán
mayor importancia a la línea.

Estos artistas avanzarán hacia un arte que definirá, a grandes rasgos y con evidentes
matices, las características generales del arte de la Edad Moderna, que reseñamos
brevemente a continuación, a modo de resumen.

1. El uso de la perspectiva matemática

Como hemos comentado anteriormente, durante el Quattrocento se producirá un


descubrimiento que revolucionará la historia de la pintura y que caracterizará la
producción artística de la Edad Moderna. Se trata de la perspectiva matemática,
codificada por Brunelleschi y aplicada por primera vez por Masaccio.

Esta técnica consiste en establecer un punto de fuga en el que convergen todas las
líneas de la composición. Con el paso del tiempo, este método evolucionó y los artistas
consiguieron aplicar varios puntos de fuga en una obra.

2. El estudio de la anatomía humana


En contraposición con el escaso valor que en la Edad Media se otorgaba al estudio de la
anatomía, la nueva mentalidad humanista anima a los artistas a analizar el cuerpo,
ya sea mediante la disección de cadáveres o a través de los tratados de anatomía, como
el de Andrea Vesalio (1514-1564), extensamente utilizado en la época.

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3. La importancia del retrato

Además, es en esta época cuando cobra una grandísima importancia el género del
retrato. En la sociedad medieval nos encontramos con retratos estereotipados, ya que la
importancia recaía en quién era el personaje, no en cómo era. En otras palabras, para

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identificar a la persona en cuestión, sólo bastaba el nombre u otros distintivos, como los
de carácter heráldico.

En la Edad Moderna, esto va a cambiar radicalmente. La burguesía que se adhiere al


movimiento humanista desea ser recordada con características físicas, únicas y
concretas, ya que, siguiendo a Francesco Petrarca (1304-1374), la fama vence a la
muerte. Por tanto, la plasmación de las facciones exactas del personaje garantiza que,
tras su fallecimiento, siga siendo recordado tal y como era. Por otro lado, en el contexto
de la política matrimonial, que adquiere su época de mayor esplendor en la Edad
Moderna, las cortes europeas aprovecharán este género para dar a conocer a sus
miembros casaderos a las demás casas gobernantes.

4. El volumen

Durante la Edad Media, lo importante era la idea que se representaba en la obra. Sin
embargo, con la llegada de la nueva estética moderna, será fundamental el cómo se
representa esa idea. De tal manera que, frente a la pintura plana de volúmenes sencillos
del románico y el gótico, en el Renacimiento y el Barroco será fundamental el
volumen realista de las figuras representadas.

5. El Clasicismo
La cultura moderna se inicia con el renacimiento de la cultura clásica; primeramente,
desde una perspectiva filosófica y literaria y, más tarde, enfocada desde un punto de
vista escultórico, pictórico y arquitectónico. Los artistas de la Edad Moderna estudian las
ruinas, las esculturas y las pinturas romanas, además del tratado de Vitruvio, y las
formas que se aplican se inspiran en estos elementos.

En este periodo, se descubren en Roma algunas obras que causaron un gran


impacto, como el Laocoonte o el Torso Belvedere, que sentaron las bases de un
nuevo estilo clasicista. Otro de los grandes hallazgos fue la Domus Áurea de Nerón, en
Roma, donde aparecieron algunos de los pocos ejemplos de pintura romana que se
conocían en aquel momento (recordemos que Pompeya y Herculano no se descubrirían
hasta el siglo XVIII), y que fueron difundidos por toda Europa a través del grabado.

Pero el clasicismo imperante en la Edad Moderna no sólo se observó en las formas.


También los temas pasaron a inspirarse recurrentemente en el pasado clásico que, sin
olvidar la cultura cristiana, también representaba escenas de la mitología clásica y de la
historia de Roma.

Argan, G.C. (1987), Renacimiento y Barroco, ed. Akal


Checa Cremades, F.; Morán Turina, * J.M. (1982), El Barroco, ed. Istmo.
Nieto Alcaide, V.; Checa Cremades, F. (1993). El Renacimiento: formación y crisis
del modelo clásico, ed. Istmo.
Colaboración especial del historiador del arte Hugo García, de Vitruvio Arte

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